Anarquía Coronada

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Gustavo Rearte y el origen de la Tendencia revolucionaria del peronismo // Diego Sztulwark

Hace algo más de medio siglo, se creaba la primera Tendencia del peronismo revolucionario de la mano del dirigente Gustavo Rearte. Un libro reciente, La patria socialista (Ediciones en Lucha, Buenos Aires, 2020), creado por militantes de ese movimiento -Eduardo Gurucharri, Jorge Pérez, Edgardo “Cambá” Fontana y la fallecida Sara Alfaro-, reúne por primera vez valiosos documentos y testimonios de la corriente que bregó durante una década y media por la unión de la estrategia armada, la lucha de masas y la organización político-ideológica.

La corriente fundada por Rearte tomó nombres y senderos distintos desde el lanzamiento del MRP -el 5 de agosto de 1964-, pasando por la JRP y su sucesor el MR17, el FRP y la fusión de los dos últimos en el FR17, previo a la derrota bajo la última dictadura.

Creado a instancias de un Perón exiliado en Madrid, a través del financista Héctor Villalón, y sometido a los vaivenes de sus disputas con el neoperonismo liderado por el dirigente sindical Augusto Vandor, el MRP surge con la intención de agrupar a la militancia combativa del peronismo en una única organización, con el propósito inmediato de dinamizar el retorno del líder, a cargo por entonces de las estructuras sindicales burocratizadas. Muy pronto, la Juventud Revolucionaria Peronista siguió su camino y, como otras vertientes de la militancia, recibió la influencia de la Revolución Cubana. Rearte viajó a la isla en 1966, al tiempo que consolidó su afinidad con la Acción Revolucionaria Peronista (ARP) de John William Cooke. Mientras, colaboraba con el entonces nuevo delegado de Perón, el mítico mayor Bernardo Alberte, quien perdería en abril de 1968 la jefatura táctica del movimiento, por haberse recostado sobre su ala revolucionaria. Eduardo Gurucharri publicó, en 2001, Un militar entre obreros y guerrilleros, una biografía política de Alberte que incluye su correspondencia con Perón. 

Luego de los estallidos populares de 1969, la organización de Rearte pasó a denominarse Movimiento Revolucionario 17 de Octubre. El intento de constituir una organización nacional que articulase la lucha armada con la lucha de masas es argumentado en el texto de Rearte  “Violencia y tarea principal”.

Rearte, de sólida implantación territorial en el peronismo de La Matanza, y otros notables referentes de la resistencia peronista como Jorge Di Pascuale “vieron con aprensión y a despecho del optimismo predominante, el primer retorno de Perón al país”, en noviembre de 1972. Unos meses después, en julio de 1973, fallece Rearte con apenas 40 años. El MR17, la organización heredera tras la muerte de su líder, apoyó la candidatura de Perón, reprobó públicamente el atentado contra el secretario general de la CGT, José Rucci, y el asalto del ERP al cuartel de Azul, condenó la acción de la ultraderecha peronista y desistió de participar del acto del 1ro. de Mayo de 1974, en desacuerdo con el rumbo del gobierno.

Luego, el MR17 impulsó la unificación de los sectores del peronismo revolucionario afines al suyo. En mayo de 1975, concretó la fusión con el Frente Revolucionario Peronista de Armando Jaime y Juan Carlos Arroyo. El FR17 llamó a la resistencia popular contra el gobierno de Martínez de Perón y el golpismo militar.  En lo ideológico, reivindicó su adhesión al marxismo como teoría de análisis de la realidad.

El congreso clandestino del peronismo revolucionario, convocado por la JRP, del cual surgió la Tendencia, se realizó el 17 (en FOETRA) y el 18 (en el sindicato de Farmacia) de agosto de 1968. El texto del llamamiento corrió por cuenta de Rearte. Este proponía la inminente unidad de las organizaciones peronistas dispuestas a asumir una estrategia revolucionaria de la lucha armada, apegada a la lucha de masas. Dirigentes clave como Jorge Di Pascuale (del gremio de farmacia y de la CGT de los Argentinos), Juan García Elorrio (director de la revista Cristianismo y Revolución), Alicia Eguren y John W. Cooke (de la ARP) y el mayor Alberte se sumaron a los preparativos. Una de las consecuencias inmediatas del encuentro fue la publicación del mensuario Con Todo. Su primer número salió con una hoja suplementaria, escrita de urgencia por Alicia Eguren, anunciando el fallecimiento de Cooke, el 19 de septiembre de 1968, el mismo día en que resultaba abortado el intento guerrillero de las FAP en Taco Ralo, Tucumán, menos de un año después de la caída del Che en Bolivia. 

En agosto de 1967, se había celebrado en La Habana la Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Aquel encuentro se proponía apoyar activamente las luchas contra las dictaduras proimperialistas de América, y nombró como presidente honorario al Che, ya instalado en Bolivia. La delegación argentina de siete miembros, presidida por Cooke, tuvo una fuerte representación del peronismo revolucionario, cuyos principales dirigentes -entre ellos Cooke y Rearte- dieron a Guevara garantías de apoyo en caso que llegase a la frontera argentina.

La tendencia revolucionaria del peronismo fue la corriente que con mayor intensidad registra, en la Argentina, el doble proceso de una revolución democrático-burguesa o de “liberación nacional” interrumpida (peronismo), y una naciente revolución de proyección continental (la Cubana). Entre Madrid y La Habana, entre Perón y Guevara, se gestó una sensibilidad específica, de nítida presencia en la correspondencia entre Perón y Cooke, contra la que reaccionó la derecha peronista y la burocracia sindical, primero, y luego el Plan Cóndor, dimensión regional de la doctrina de seguridad nacional. 

Entre los textos preparatorios del Congreso del MR17, en octubre de 1974, la corriente de Rearte expone su balance de la derrota en Bolivia y realiza una crítica explícita a la doctrina foquista de Guevara. Si el Che acertaba en desarrollar la lucha armada y oponerse al pacifismo de los partidos comunistas, erraba sin embargo al reducir la lucha armada al foco rural: “La experiencia demostró que la mera instalación de un foco guerrillero no aseguraba el desarrollo de condiciones subjetivas” de la revolución. El grupo de Rearte insistía en su camino de vincular la estrategia armada con la lucha ideológica y la organización política, con el trabajo entre las masas, en particular obreras, y prestaba particular atención a las diferencias específicas entre distintas regiones del continente.

Cooke como hecho maldito del peronismo burgués (Recordar, Repetir, Reelaborar) // Mariano Pacheco

Hace 40 años moría John William Cooke, producto de un cáncer de pulmón.

¿Qué sentido tiene recordarlo hoy, cuando nuestras funciones de respiración se ven alteradas no por una enfermedad biológica de nuestro cuerpo sino por lo asfixiante que se torna el saludable momento que atraviesa –que sigue atravesando más bien, deberíamos decir– el cuerpo social? El “realismo capitalista” (como designó el pensador británico Mark Fisher a este sentimiento de que el capitalismo se presente sin fisuras como el único horizonte de posibilidades) está a la orden del día, en Argentina, en Nuestra América y en el mundo entero.

Cooke (el Bebe Cooke; el Gordo Cooke) puede aparecer como una pieza de museo, o más bien como un personaje simpático de una serie de Nettflix (no faltará quien tal vez lo confunda con un personaje de “Paeky Blinders”). Recordar, repetir, reelaborar.

Cooke, lector de Sartre. El joven diputado del peronismo histórico que argumenta como ninguno; el agitador de la resistencia peronista; el preso político y el delegado de Juan Domingo Perón en territorio nacional tras el exilio del líder (incluso, por única vez, el sucesor del General nombrado por él mismo). El Bebe, impulsor de una temprana tendencia revolucionaria del peronismo. El Gordo, hombre de confianza de Ernesto Guevara en Cuba, miliciano en defensa de la Isla contra la invasión imperialista. Cooke, quien muere horas antes de que cayeran en manos de la policía los integrantes de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) que habían instalado un destacamento de guerrilla rural en Taco Ralo (Tucumán). John William Cooke, el dirigente que supo afirmar que en Argentina los comunistas eran los peronistas, y que el peronismo era el hecho maldito del país burgués hoy se nos presenta, él mismo, como el hecho maldito de un peronismo burgués que –al menos en términos orgánicos– no parece estar dispuesto a ir más allá de una gestión progresista del capital, vía democracia parlamentaria.

Cooke –como supo destacar mi amigo y compañero Miguel Mazzeo– fue un hereje de dos iglesias: la peronista y la de izquierda. Es decir, fue un enemigo declarado de los dogmatismos, y supo habitar las tensiones y la incomodidad de dicha situación.

Aunque de nuevo surge la duda: ¿qué sentido tiene recordarlo hoy?

Quizá para que la invención de las nuevas generaciones no prescinda de una conversación con una determinada herencia, una experiencia del ayer que puede funcionar no como mandato sino como una inspiración para el hoy.

Tal vez –como hemos dicho en más de una oportunidad haciéndonos eco de una reminiscencia benjaminiana– para seguir tejiendo ese secreto compromiso de encuentro entre las generaciones del pasado, y la nuestra.

Revisitando papeles de archivo

Hoy quiera rescatar a un Cooke menos conocido que el que suele circular. El que en 1965 publica, a pedido del Comité Editorial de la revista La Rosa Blindada (luego también editorial, fundada y dirigida por José Luis Manghieri) un texto titulado “Bases para una política cultural revolucionaria”, en el que realiza una aguda lectura de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 de Karl Marx.

Cooke no sólo demuestra en este texto ser un lector atento de los clásicos marxistas (empezando por el propio Marx), sino también estar al tanto de los debates marxistas en los distintos tramos de su historia. En tal sentido, basta ver las referencias a Lefebvre o las “notas bibliográficas” no especificadas pero que dan cuenta del manejo que tiene, ejemplificado en la mención que hace de la primera traducción española de los Manuscritos (tomada de la traducción francesa del original alemán).

El Gordo sostiene en este texto que las claves de la acción cultural hay que buscarlas en dos niveles diferentes. Y especifica: por un lado, la teoría general del socialismo; por otro lado, en la correcta interpretación de lo concreto-nacional. Y sale, después de dicha aclaración, al cruce de la “ortodoxia”. Dice Cooke que, por el dogmatismo, el marxismo no se ha permitido situar en su debido lugar al concepto de alienación en Marx, que denuncia el “carácter alienado y alienante de la sociedad burguesa, en la cual tratamos de dirigir la actividad revolucionaria”. Y tras repasar con brillante precisión y claridad el capítulo del “Trabajo enajenado” (alienación del obrero en el producto de su trabajo; alienación en el acto mismo de producción y alienación respecto de sí) recuerda que es bajo la forma política de la liquidación de la condición asalariada que la sociedad en su conjunto podrá implicarse en una dinámica de libertad.

Tal como ya había hecho Milcíades Peña en su Curso de 1958 de “Introducción al Pensamiento de Karl Marx”, también Cooke plantea la necesidad de leer los Manuscritos en serie con El Capital. Recordemos que son los años de auge del estructuralismo y de difusión del “corte epistemológico” promovido por Louis Althusser en su lectura que separa un joven Marx (aún no marxista) y un Marx maduro (científico, plenamente marxista). El frente de batalla teórico se presenta entonces en dos direcciones: contra las interpretaciones hegemónicas en Europa y contra los efectos del stalinismo en la línea soviética para el movimiento comunista internacional. “La relación entre sacrificios gigantescos que demandaba la supervivencia de la Unión Soviética cercada y el objetivo final de lograr la libertad humana quedó olvidada, relegada, reducida a algunas ofrendas retóricas del florilegio formalista”, escribe Cooke.

Meses después, en el mismo medio, León Rozitchner publicará “La izquierda sin sujeto”, en la que discute entre líneas con el texto del Bebe. Los frentes de batalla se multiplican, y no sólo en el terreno de la teoría. Guevara ya ha publicado su texto titulado “El socialismo y el hombre en Cuba”, en donde pone contra las cuerdas las formas de subjetividad que quedan atadas a la forma-mercancía más allá del cambio del régimen político y faltan apenas dos años para que lance su “Mensaje a los pueblos del mundo” a través de la Tricontinental, antes de dirigirse a poner en pie la guerrilla en Bolivia y morir asesinado por la CÍA en el mismo momento en que pretendía llevar adelante su mensaje de crear muchos Vietnam empezando por el Cono Sur de Latinoamérica.

¿Qué rol podían o no jugar los movimientos nacional-populares en una estrategia general de cambio social a escala nacional e internacional? ¿Qué límites encontraba el socialismo como transición? ¿Qué contribuciones podían generar los aportes teóricos y no sólo el avance de las luchas de los pueblos? Preguntas que entonces no quedaron en manos de intelectuales que desde su torremarfilismo desplegaban sus elucubraciones sino que fueron parte de los debates que las militancias  y, como parte de ellas, una determinada cantidad de intelectuales críticos, intentaron dar por distintos medios para hacer carne aquello sentenciado por Lenin. A saber: que sin teoría revolucionaria no proceso revolucionario. O para decirlo con un argentinismo esgrimido por León: que cuando el pueblo no lucha la filosofía no piensa, pero –podríamos agregar– cuando los pueblos luchan y las filosofías no piensan estamos frente a una incoherencia si se quiere seguir posicionado en la barricada del pensamiento crítico.

“Criticar teóricamente/revolucionar prácticamente!, tal como supo escribir Marx en sus Tesis sobre Feuerbach. Algo que el Gordo Cooke, como tantos en aquellos años, hicieron carne a través de su praxis revolucionaria.

 

* #LibrosyAlpargatas: reseñas de un escritor cabeza, columna radial en La luna con gatillo (jueves de 19 a 21 horas por Radio Eterogenia: www.eterogenia.com.ar)

El marxismo plebeyo de John W. Cooke // Diego Sztulwark

A Manuel, el Negro Molina

 

 El verdadero oximorón de nuestros días es el peronismo de base

Miguel Mazzo

 

La primera vez que escuché hablar de John William Cooke fue a través de dos personas que lo conocieron bien: Eduardo Luis Duhalde y Manuel “el Negro” Molina. Duhalde,  compilador de su Obra Completa en cinco tomos,[1] hablaba de “el Bebe” en charlas de “formación” en un local de la calle Perón, a fines de los años ochenta. Lo ubicaba como figura contrapuesta a Juan José Hernández Arregui; ambos representaban dos modos opuestos de cruzar marxismo y peronismo. El Negro, en cambio, hablaba en voz baja y en charlas de uno a uno.

 

El Negro, procedente de Mendoza, llegó a Buenos Aires a fines del primer peronismo. Una tarde de 1955, una requisa militar hizo bajar por la fuerza a un contingente de trabajadores que viajaba en colectivo por la zona de Plaza de Mayo, y el Negro se vio arrastrado a lo que sería su bautismo de fuego en la resistencia, rompiendo veredas y apedreando uniformados en defensa de Perón. Luego fue dirigente sindical de los barraqueros, en Avellaneda (donde Herminio Iglesias era su chofer y juntos salían a tirar “miguelitos”), y apoyó activamente la campaña de Andrés Framini como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, en 1962. Mucho más adelante, participó en la fundación de SUTEBA (fue compañero de Mary Sánchez) y fue próximo al ignoto grupo Proa (Partido Revolucionario de los Obreros Argentinos).[2] Cooke aparecía siempre en sus conversaciones de los años noventa. El Negro estaba horneado en ese peronismo obrero referenciado en Amado Olmos y en un marxismo antiimperialista fuertemente moldeado por la Revolución Cubana. Él había sido parte de un grupo de trabajadores seleccionados por el propio Cooke para recibir formación política. Pablo Levin –varias décadas más tarde inspirador de Axel Kicillof– le daba clases sobre El Capital. Bajo el hechizo de las narraciones del Negro, no quedaba otra que sumergirse en la lectura atenta de los libros de Cooke y maravillarse con su escritura. El Negro siguió en contacto con los compañeros y compañeras de la ARP (Acción Revolucionaria Peronista), la organización fundada por Cooke a su vuelta de Cuba, hasta el final de sus días.

 

Durante la segunda mitad de la década de los noventa y como parte de la irrupción de los llamados “movimientos sociales”, comenzaron a circular numeroso trabajos sobre Cooke (recuerdo sobre todo los libros de Richard Gillespie, John W. Cooke. El peronismo alternativo;[3] de Norberto Galasso, Cooke, de Perón al Che;[4] y las páginas de Resistencia e integración de Daniel James[5]). Cooke era parte del debate militante universitario y de las organizaciones sociales. Manuel Gaggero, que lo había conocido bien, hablaba de él en las Cátedras Che Guevara, en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Cooke impresionaba por el uso diestro del lenguaje, certero y literario, por su radicalidad política, sus tensiones con Perón y su amistad con el Che; también por la complejidad de su dialéctica en la que la lucha de clases era concebida como una contradicción entre peronismo y antiperonismo y, simultáneamente, como un antagonismo interno en el propio peronismo. Pero por sobre todas las cosas, cautivaba su tentativa de ligar teoría y práctica política en un mismo movimiento, un marxismo plebeyo (el célebre “hecho maldito del país burgués”) con eje en la experiencia concreta de la radicalización obrera de la época de la resistencia. Años más tarde, ya en medio del conflicto por la 125, Horacio González –siempre interesado por Cooke, y autor de un artículo mítico sobre la correspondencia con Perón publicado en la revista Unidos– le preguntó por Cooke al ex presidente Néstor Kirchner, en el transcurso de una de las asambleas de Carta Abierta, en la Biblioteca Nacional. ¿Era viable ese engarce entre cookismo y kirchnerismo? Otro que hablaba de Cooke era León Rozitchner: habían sido amigos en La Habana y polemizaron sobre peronismo y revolución en la revista La Rosa Blindada.[6]

 

En paralelo a estos recuerdos, el nombre de Cooke siempre estuvo en boca de Miguel Mazzeo: desde su militancia en el grupo Retruco y en el activismo universitario en La Mariátegui, hasta su participación en el Movimiento de Desocupados de la Zona Sur del conurbano y luego en el Frente Popular Darío Santillán, Mazzeo no dejó nunca de investigar y publicar sobre Cooke. Su libro El hereje, apuntes sobre John William Cooke[7] no es una tesis académica sino el resultado de una prolongada pasión intelectual y vital. Se trata de una biografía política y de una toma de partido en el campo de las ideas, de una investigación histórica y de una fuerte afirmación en las discusiones recientes sobre peronismo y revolución (subtítulo del libro Sublunar, de otro historiador de la UBA de la misma generación, Javier Trímboli[8]). Además del repaso sistemático y al detalle de los textos de Cooke en El hereje, Mazzeo realiza una serie de afirmaciones que permiten apreciar la calidad e incluso la vigencia de Cooke como pensador político argentino. Enumero algunas:

 

  1. Los planteos de Cooke no se adecúan a los planteos de la izquierda peronista que asumió como opción al kirchnerismo, ni a las teorías populistas a la Laclau.[9] Mientras que Cooke concibió la transformación social con la dinámica de radicalización popular, las teorías populistas identifican el cambio político con el control del Estado. El peronismo, al que el Bebe le reclamaba las tareas propias de un frente de liberación nacional y social, quedó reducido a un movimiento de regulación de la lucha de clases y, en versiones más progresistas –dice Mazzeo– a gestionar del modo más inclusivo posible los ciclos del capital.

 

  1. La práctica política de Cooke fue la de una pedagogía múltiple y dinámica, explicaba el peronismo a la izquierda y la izquierda al peronismo, y argumentaba ante el propio Perón sobre la necesidad de una palabra suya que autorizara a quienes como él sostenían posiciones socialistas. Esta pedagogía combinaba una fina percepción de la realidad argentina –y del peronismo– como una pluralidad en estado de desfasaje entre las palabras y las cosas, junto a una pasión intelectual por traducir fenómenos difíciles de armonizar en una estrategia revolucionaria (radicalidad obrera, burocracia sindical, ambigüedad entre el carácter encarnado y mítico del liderazgo). Para Cooke –no olvidemos que su muerte ocurrió en 1968–, el peronismo estaba recorrido por una tensión constitutiva que lo volvía incompatible objetivamente (radicalización obrera) y compatible subjetivamente (influencia de la burocracia) con el capitalismo. Se trataba, por lo tanto, de orientar esa subjetividad hacia la revolución (lucha de clases dentro del peronismo).

 

  1. El propio Cooke fue tomado por este proceso de radicalización plebeya que arrasaba el país y el continente. En una carta de 1961, le explica a Perón que en la Argentina “los comunistas somos nosotros”, los peronistas; cinco años más tarde, el mítico “delegado de Perón” sustituiría la conducción estratégica del general por la del Che Guevara (sin que quepa reducir este mix cookeano armado de guevarismo y peronismo a ninguna estrategia de tipo foquista).

 

  1. Si hubo algo así como un “cookismo” –y hasta un “walshismo” –, dice Mazzeo, resultaría completamente incomprendido sin reparar en el “grupo Avellaneda”, referenciado en Domingo Blajaquis y Raymundo Villaflor, emergentes de una cultura obrera autodidacta y politizada, que hacía su propia traducción plebeya del marxismo y que elaboró las premisas del alternativismo expresado por las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) y el Peronismo de Base. Cooke converge con el grupo Avellaneda en la comprensión del peronismo como territorio de disputa entre autonomización y subordinación de contingentes obreros a la influencia de la burocracia –sindical, intelectual y política– que hizo del peronismo un fenómeno de contención de un amenazante movimiento obrero.

 

  1. Las aporías de Cooke se plantearon sobre todo con relación a los dobles de Perón: el Perón de carne hueso (cada vez más alineado con los valores occidentales) y el Perón mítico (invocado por todas las fracciones del movimiento). ¿Cuál de ellos podía ser utilizado a favor de la revolución? ¿Cuál de ellos la frenaba? Mientras que el lenguaje político de Perón era oscilante e “incierto” (finalmente decantó en posiciones abiertamente contrarrevolucionarias), el de Cooke era preciso y buscaba las definiciones que el general evitaba; mientras que la concepción de la política de Perón estaba dentro de los marcos del equilibrio y de la contención, la de Cooke era la del desborde y la ruptura.

 

  1. Si algo enseña la lectura de la lucha de clases en la Argentina de Cooke es a distinguir plebeyismo de populismo. El peronismo supo contener -sobre todo luego del 55, fecha a partir de la cual Cooke da por agotado el programa del 45- dos vertientes antagónicas de lo nacional-popular: una resistencia obrera antiimperialista en constante radicalización, y un sistema de liderazgos estratégicos conservadores, incapaces de ir más allá del horizonte burgués marcado por la intervención del Estado en la regulación del conflicto. Si el plebeyismo es un movimiento de descodificación y ruptura con el mando del capital, el populismo –lo nacional y popular desde arriba– es una praxis de imitación de captura de lo plebeyo y de imitación de lo popular desde abajo. El peronismo, dice Mazzeo, subsiste como fenómeno de simulación.

 

  1. Cooke se hizo marxista de adulto y fue un gran lector del Marx de la alienación y de Lukács. No fue leninista sino un crítico del centralismo y del elitismo de la vanguardia, más próximo a un luxemburguismo de la autodeterminación popular. Sí fue un prematuro gramsciano que concibió al intelectual como organizador de la hegemonía de las clases subalternas. Mazzeo no deja de señalar con razón que Cooke fue injustamente ignorado por los estudiosos del gramscismo en la Argentina, mayormente reformistas y populistas

 

Sobre el final del libro, los apuntes de Mazzeo trazan un perfil –los rudimentos de una biografía– de la compañera de Cooke, Alicia Eguren, una figura tan fascinante como eludida por buena parte de las militancias, y relata una triste escena ocurrida en 2014, en ocasión de la ceremonia durante la que se arrojaron las cenizas de Cooke en el Río de la Plata, con presencias del establishment peronista. Una cita de Horacio González le sirve para sintetizar un sentimiento: “Toda la política argentina media frente a Cooke muestra su carácter incompleto y desdichado”. El libro se abre con un prólogo de Guillermo Cieza y cierra con un epílogo a cargo de Mariano Pacheco: un modo de enlazar al menos tres generaciones en el interés por la singular figura de este  “Trotsky del peronismo”. El cookismo histórico que Mazzeo nos presenta en su articulación política puede valer, ante todo, como introducción a una comprensión actual de lo “plebeyo” como conjunto de desacatos al mando neoliberal y al paternalismo populista.

 

 

[1] Eduardo Luis Duhalde (comp.), Obras Completas de John W. Cooke (5 tomos), Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2007-2011.

[2] De Proa, organización clandestina que funcionó entre 1974 y 1977, sólo supe de oídas por Duhalde, Molina y otros amigos. Disponemos de la investigación de Gabriel Rot: Itinerarios revolucionarios, Eduardo L. Duhalde/Haroldo Logiurato. De la resistencia peronista  al Partido Revolucionario de los Argentinos, La campana de palo, Buenos Aires, 2016.

[3] Richard Gillespie, John William Cooke. El peronismo alternativo, Buenos Aires, Cántaro Ediciones, 1989.

[4] Norberto Galasso, Cooke, de Perón al Che. Una biografía política, Buenos Aires, Editorial Nuevos Tiempos, 1997.

[5] James, Daniel, Resistencia e integración: El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976, 2ª ed., Buenos Aires, Siglo Veintuno,Editores, 2010.

[6] En la compilación que hizo de la revista –La Rosa Blindada, una pasión de los ’60. Buenos Aires, La Rosa Blindada, 1998- Néstor Kohan reproduce un fragmento de una entrevista con León Rozitchner en la que este último le cuenta sus conversaciones con Cooke en La Habana sobre Perón: “Él era muy crítico de Perón. Me mostró las cartas, tenía copia de todo. Lo único que no podía hacer, para seguir siendo peronista, era revelar la verdad y decir públicamente que Perón era un cabrón (…). Yo le planteé mis críticas en Cuba y él me reconocía que Perón era un hijo de puta pero que había que pincharlo al viejo para ver si podía inscribirlo en un campo determinado, diferente, de izquierda, y no de derecha. Y no fue viable porque Perón era de derecha. El punto ciego, no sólo de Cooke sino de toda la izquierda peronista, era que lo que decía no podía escribirlo y publicarlo”.

[7] Miguel Mazzeo, El Hereje, apuntes sobre John William Cooke, Buenos Airesel colectivo, 2016.

[8] Javier Trímboli, Sublunar. Entre el kirchnerismo y la revolución, Buenos Aires, Cuarenta Ríos, 2017.

[9] El populismo es, para Mazzeo, “una estrategia para diluir los contenidos populares más radicales en una totalidad que los incluye pero que los subordina a través de significantes flexibles”, una “estrategia de regulación de la lucha de clases” y un juego de “polarización social limitada y controlada”.

Apuntes sobre el Che // John William Cooke

Elegimos recobrar un texto poco leído y apenas mencionado: los apuntes “dolorosamente  garrapeados” que sobre el Che Guevara esbozara John William Cooke.

El vinculo entre ambos era estrecho: la política y la revolución delinearon el proyecto común que enlazo sus vidas. Apenas un año fue el tiempo que separo ambas muertes, de octubre de 1967 a septiembre de 1968. Como homenaje al aniversario de la muerte de quien fuera el delegado político de Perón durante los primeros años de la resistencia e ideólogo del peronismo revolucionario, la revista Nuevo Hombre, donde participara activamente su compañera, Alicia Eguren, publico este texto a lo largo de tres números sucesivos. En otro octubre, el de 1973, la revista Compromiso publico estos borradores, únicamente acompañados con un poema de Eguren titulado “Seis años sin el Che”.

En este octubre, reproducimos este escrito sin variaciones respecto a las ediciones anteriores, incluida la Nota que aparece incorporada a los Apuntes y que no pertenece a Cooke- presumiblemente escrita por su compañera. Es notable la importancia de este” texto encontrado” , que permite reconstruir, al mismo tiempo, un momento histórico, un cierto estado a las reflexiones de Cooke y los encuentro entre el peronismo, el marxismo, y la experiencia cubana.

[1] Tanto la introducción como el texto de John William Cooke fueron recuperados de la revista “La escena contemporánea” Nro 3, octubre de 1999

Apuntes sobre el Che, John William Cooke

          Plan

                                                   Revolucionarios

                                                   Otros

  1. I) Reacción ante muerte: Malos entendidos

¿Ejemplo admirable abstracto?

  1. II) Desdibujado homenaje:Unido a una praxis

III) Homenaje=praxis. Vanguardias: No Che = reflujo temporario

  1. IV) ¿Che = guerrilla?

V)Che: acercamiento pueblo argentino

  1. VI) Santo

Héroe

VII) ¿Valía la pena?

Apostolo la vida

VIII) Cadáver

  1. IX)Arquetipo abstracto
  2. X) ¿Flirteo con la muerte?

– Psicoanalis

– Romántico

– Poeta maldito

– Amor. Compasión

  1. XI) HISTORIA

Junto futuro y presente

Palabras y acción

La Revolución no debe mentarse en vano

Arquetipo moral.

Guerrilla.

FINAL          CHE                  Santo

Héroe

Tanatos

Romántico. Poeta maldito.

I-II

Buscando su destino americano el Che Guevara se encontró, en un recóndito paraje agreste con la muerte de metralla que desde hacia mucho tiempo formaba parte de su cotidiana contingencia guerrillera. Aunque las difíciles circunstancias en que se venia desenvolviendo el grupo de patriotas a su mando multiplicaba el coeficiente de esa probabilidad, el hecho nos produjo la impresión de absurdo y gratuidad con que se reciben las muertes prematuras y cercanas.

De pronto sentimos que se había devaluado el poder significativo de las palabras, que solo pobre desteñidamente lograban aludir a las dimensiones del holocausto, al grado de nuestra desolación. En ese atroz vació de octubre, nuestra rabia clamaba contra la injusticia de que el Comandante hubiese caído “cuando aun no era el tiempo de morir” . Sin embargo, a través del mundo de las voces revolucionarias coincidían en afirmar una sola verdad esencial, que rescataba el sentido de luto colectivo: más vivido y apremiante que nunca, vibraba en las conciencias la convocatoria del Che para los compromisos totales de la lucha liberadora. Lo expresaba el grito de guerra que simultáneamente afirmaba en todos los idiomas: “El Che vive”. De entonces a ahora, los insurgentes del tercer mundo, los activistas del “poder negro”, los obreros rebeldes y los estudiantes europeos, demuestran que el desdeñoso desafiante de la muerte sigue triunfando sobre ella como calida presencia que inspira a los que se alzan contra las estructuras de la opresión.

La memoria del Che no admite otro tributo que los de esa voluntad de militancia que guía a los núcleos que en nuestro país buscan como mejor pueden, formas y métodos para iniciar el proceso de enfrentamiento violento con las fuerzas de la dependencia y de la explotación. Es en relación con esas actividades que nos parece oportuno referirse a ciertos factores que integran el cuadro nacional de situación como consecuencia directa del episodio de Bolivia.

(Interpolación) Es la marcha combativa de los núcleos combativos que en nuestro país buscan más que variantes. De núcleos combativos que en nuestro país están identificados con esa…

En primer termino las perspectivas que se abren por las repercusiones emocionales que produjo en el pueblo esa tragedia de coraje y de soledad; y que aun en medios burgueses despertó una admiración testimoniada explícitamente o mediante actitudes de respetuosa circunspección.

Esa loable amplitud de los homenajes, conspira por otra parte, contra la compresión de las autenticas proyecciones y significado de lo ocurrido, y se presta a que el periodismo encubra sus tergiversaciones tras el fácil reconocimiento de algunos méritos personales al enemigo ya aniquilado. Propósito que cumplen también ciertas lagrimas de cocodrilo

“izquierdistas”, buscando saldos póstumos del héroe a quien en vida combatieron con perfidia, y depaso propaganda equívocos y malentendidos sobre sus acciones e ideas. No interesa refutarlos indignamente sino señalar sus principales tácticas y variantes en cuanto tienden a malograr las tareas de esclarecimiento que pueden contribuir decisivamente a que surja una política revolucionaria que sea síntesis eficaz de las experiencias dispersas.

(Interpolacion) Che: lo que representa, lo que ejemplifica: la construcción del hombre nuevo sobre las ruinas del viejo orden y sus alineaciones ya ha comenzado y el tiempo ya esta maduro para la lucha y el sacrificio con que se inician las batallas definitivas. No hay epopeyas gloriosas pero lejanas sino estas, las de hoy mismo…

La figura del Comandante guerrillero no permite sectarismos que la identifiquen con alguna parcialidad de su pensamiento que nos resulta particularmente importante. Ni sus tesis son verdades intangibles ante las cuales solo queda prosternarse en aceptaciones acriticas, lo que seria doblemente ridículo en el caso de quien tan elocuentemente expreso el rechazo de la Revolución Cubana por los dogmatismos paralizantes y las sabidurías inmanentes bebidas en textos canónicos. Pero tampoco permitimos que su persona se desdibuje en un ritual de honras convertido en un fin en si mismo donde se lo reverencie “ a pesar de sus ideas” o “independientemente” de ellas.

Las consecuencias con los principios llevados hasta el sacrificio de la propia vida es un espectáculo humano admirable. Reivindicar a nuestro compatriota como otro de los ejemplos ilustres que registra la Historia podrá parecer a algunos el máximo tributo a su memoria.

Para nosotros, desentenderse de cuales sean los principios que lo inspiraron a sustituir el acto real y concreto por su representación; eliminar su vivencia histórica como reverenciarlo como simbología estética. En síntesis, es seccionar los lazos directos, inmediatos, vi vientes, íntimos, que tiene con nosotros y con esta época. Archivarlo como biografía celebre que el transcurrir del tiempo ira empalideciendo de mas en mas es una manera rastrera de ignorarlo, volver abstracto un ideal que es el de nuestra América y de nuestro mundo actual y que implica una praxis que tiene como fin ultimo la libertad de los hombres que estos solo alcanzaran por medio de la lucha. Su vida, pasión y muerte no se agota como experiencia singular sino que se justifica y perpetúa como parte de esa empresa colectiva. El Che seguirá formando parte de nuestra circunstancia mientras haya quienes  compartan ese proyecto para la transformación del mundo, que el enriqueció teóricamente y sirvió hasta las ultimas consecuencias.

Si algo bien presente, era que su vida y pasión no se agotarían como proceso singular sino que se justificaban como parte de esa empresa colectiva que lo perpetuaría. Lo dijo de mil maneras y nunca tan elocuentemente como en su ultimo mensaje: …”Si nos toca algunos de estos días lanzar el ultimo suspiro sobre cualquier tierra, ya nuestra, regada con nuestra sangre, sépase que hemos medido el alcance de nuestros actos y que no nos consideramos mas que elemento; en el gran ejercito del proletariado”. Ese gran ejército de la independencia latinoamericana solo existe, por ahora, en la esperanza y en los planes de los destacamentos de vanguardia que tratan de cumplir abnegadas y difíciles tareas precursoras.

Para ellos, las consecuencias inmediatas a la tragedia de Bolivia son bien graves. Hemos perdido a nuestro Comandante de los Andes que ya no aportara sus dotes excepcionales a la conducción de la penosa  guerra en ciernes, ni servirá como punto de confluencia para los núcleos incordiándoos entre si pero coincidentes en su liderazgo cimentado en sus antecedentes personales y en los nexos que establecía con Cuba, físicamente aislada por la insularidad y el bloqueo imperialista.

Además su desaparición recarga el complejo de factores adversos que afrontamos: es evidente el reflujo del entusiasmo y la combatividad en medios donde la predica revolucionaria encontraba ecos propicios hace apenas un año, y la perdida de confianza y viabilidad de una salida insurreccional en sectores que en principios aceptan que no hay transición pacifica hacia un país autodeterminado interna e internacionalmente y apto a satisfacer las reivindicaciones de los desposeídos. Este ambiente fue aprovechado por la nube de teóricos que viven racionalizando la pasividad y predicando un “realismo” prudente que es una modalidad estricta del reformismo. Aunque presumen de utilizar un sistema científico de investigación, ni siquiera cumplieron con el más elemental recaudo de buen juicio: partir del análisis de la experiencia bolivianas – cuyos datos faticos recién se van conociendo – . Prescindiendo de eso, afirmaron que el desastre se debió a que el método guerrillero es impracticable. Impracticabilidad que, a su vez, esta demostrada por el desastre acaecido. Así, mediante un razonamiento circular en que las premisas no son demostradas en confontracion con la realidad sino que se apoyan recíprocamente, los puntos de vista que se sustentaban reaparecen luego como “ conclusiones” de análisis sedicentemente críticos. Y luego de repetir sacramentalmente que la solución final solo se lograra por la violencia terminan impugnando, junto con la guerrilla, toda la política que concretamente tenga como base una estrategia de lucha armada para el poder.

Todo lo que tienda a la violencia a la provocación o delirio. La epopeya final remitida a un futuro indefinido en que se dará una constelación de condiciones que nada tienen que ver con las presentes será ineluctable y solo exige ahora que seamos consecuentes en las prácticas reformistas.

Aclaremos que el problema del “ foco guerrillero” es ajeno a lo que aquí estamos considerando. No hay duda que todo planteo serio sobre los métodos de la lucha revolucionaria no puede prescindir de tomar en cuenta un hecho tan importante como el de Bolivia, que debe ser examinado a fondo para saber en que medida el descalabro obedeció a causas especificas de ese intento o es ilícito inferir de el fallas en la concepción militar a que respondía. Lo que rechazamos es que se sustituye la confrontación entre teoría y realidad, indispensable para todo dirigente responsable, con la utilización del episodio por parte de los “ filósofos” de la revolución a poco precio.

Como mucha gente personificaba en el Che la eficacia de la guerrilla, nada más fácil que presentar su muerte como probatoria de lo contrario, ni más deshonesto. Pues que el Che no haya logrado, mediante el éxito, demostrar la bondad de sus tesis militares, no permite concluir con el fracaso las invalida.

Consecuente consigo mismo fue al monte y al sacrificio, pero no convirtió en piedras de toque para el fallo sobre sus concepciones el resultado de una tentativa cuyas abrumadoras desventajas, conocía demasiado bien.

También rechazaremos la actitud de singularizar a Guevara como el pugnador del “foco guerrillero” y basar en ello su valorización como teórico revolucionario. Lo que enseño con la palabra y la acción fue mucho mas amplio y trascendente: la urgencia de la lucha armada para conquistar la libertad; la posibilidad que se le abre hoy a nuestros continentes subdesarrollados para terminar con las estructuras de la dominación colonial y la injusticia social; la concepción de una estrategia común contra el enemigo que universaliza su opresión y debe ser combatido por medio de frentes de luchas que se vayan abriendo en todos lados ( “Hay que crear dos, tres, muchos vietnams; esa es la consigna”); el papel de las vanguardias, definidas en función de su praxis encaminadas a desatar las energías de los pueblos: para oponer su viloncia a las clases dominantes; la falacia de confiar en procesos ajenos a nuestra voluntad el advenimiento de un nuevo orden político-social; la formación del “ hombre nuevo” estimulando desenvolvimiento de los valores morales alineados en la deshumanización de la sociedad clasista; la solidaridad como base de la convivencia en la construcción del socialismo y de las relaciones entre movimientos y países revolucionarios.

En fin, el esquematismo de una enumeración no hace justicia a la riqueza de sus ideas, ni de los planteos con que las aplicaba a los problemas concretos que encaraba.

Es pueril también evaluar sus aciertos como teórico en base a buscar principios “inéditos” , “teorías originales” : el no creo un sistema de ideas como pensador solitario sino que fue participe de una creación colectiva que es la de la revolución cubana.

Toda revolución va encontrando formas frescas, renovadas, determinadas soluciones a determinados problemas sobre los cuales no se adjudican ninguna paternidad.

Dentro de esa apreciación real del tema que consideramos, los grandes revolucionarios apuntan menos enfoques y argumentos, y a veces llegan por caminos propios a redescubrir lo que ya habían transitado los otros.

Es en el contexto de ese humanismo sin retórica ni concesiones que debe ubicarse la empresa boliviana y el papel protagónico del Che.

La discusión de la guerrilla como vía para la emancipación latinoamericana continuara por mucho tiempo. Peo, resumiendo lo anterior, deseamos diferenciar entre los discrepantes puntos de vista que resulten de una apreciación honestamente revolucionaria de los hechos y los recursos confusionistas que se valen del drama boliviano para: a) utilizarlo como argumento para descalificar, sin base en un examen riguroso de los hechos, las tesis militares del Che; b) reducirlo a una ordalía en que se demostraia que esas tesis eran correctas si triunfaba y falsas en caso contrario; c) presentar a Guevara como simple propugnador de la concepción guerrillerista pasando por alto que eso era parte de una amplia y rica concepción revolucionaria.

Ellos creen que vivimos el tiempo opaco en que los progresos revolucionarios son necesariamente lentos, porque solo al cabo de una evolución del estado burgués se irán dando condiciones para que la toma del poder por los trabajadores pueda ser posible. Nosotros, en cambio, estamos convencidos de que vivamos una época en que la revolución esta madura y en que la praxis puede apurar las condiciones objetivas. La abstención de los reformistas no es impuesta por una lectura legible de la realidad, sino que esa abstención es la prorroga de existencias de las burguesías.

Nosotros creemos que depende de una praxis el estallido y la modificación de las condiciones que actualmente impiden llegar a ello. Ellos, en cambio, sostienen, que son las condiciones objetivas las que obligan a no largarse. Esa concepción corresponde a quienes ven a la Historia como algo externo y ajeno al hombre. El Che, en cambio, tiempo presente, tiempo futuro, mensajero de la muerte y del futuro, nos enfrenta con la muerte como posibilidad inmediata, porque el destino deja de ser indefinida imagen imprecisa en el porvenir, sino una tarea cuya hora ha sonado ya.

III

Junto  a las repercusiones inmediatas negativas para las agrupaciones revolucionarias surge un hecho nuevo que parece ofrecerles amplias perspectivas favorables, y que debe ser estudiado en sus verdaderos alcances y posibilidades.

Nos referimos al contacto de las masas argentinas con el compatriota asesinado, proceso que creo tuvo dos tiempos, cronológica y cualitativamente hablando.

El primero consistió en la desaparición de la muralla alzada por la propaganda burguesa, que fijo una imagen popular del Che como personaje exótico, sobre el cual variaban las interpretaciones, pero siempre dentro de ese carácter del individuo ajeno, perteneciente al lejano y pintoresco mundo del Caribe.

Las truculencias periodísticas a raíz de su desaparición de Cuba, lo mantuvieron como tema de las crónicas, pero a fines de 1966 paso a ser un fantasma que rondaba nuestras fronteras. Poco después, su espectacular reaparición publica con el Mensaje de la Tricontinental, determino que la prensa, incluida la sensacionalista, que llega a capas mas populares, divulgasen rasgos biográficos que fueron dando entidad al ser novelesco y trashumante. Casi a renglón seguido, las noticias espectaculares fueron acaparadas por el proceso Regis Debray y a la guerrilla boliviana, y se fue afirmando la conjetura de que  Guevara desempeña es esta un rol estelar. Bolivia forma parte del ámbito geográfico que el argentino del común concibe como realidad inmediata, para lagente del Noroeste integra su propio hábitat. Por si algo faltaba destacar al Che en el interés directo de nuestra vida nacional, el gorilaje corre en ayuda de sus colegas bolivianos y acordona las provincia limítrofes con tropas, objetivando la artifiocidad de una separación que solo es tajante en los colores de la cartografía, pero que la geografía concreta ignora, lo mismo que el revolucionario y que los órganos represivos.

El Che Guevara ya es componente de nuestra vida social: se lo comenta en la cola de la feria, en el café en la fabrica. Nadie olvida ni por un instante que nació en la Argentina, y a cada rato asoma la reivindicación posesoria de ese connacional extraordinario.

Para contrarrestar ese peligroso acercamiento de un pueblo oprimido e impotente con una praxis insurreccional, se apela a una artimaña típica: un cable noticioso transcribe presuntas declaraciones del general Peron atacando al Che; pero el efecto es contraproducente, pues inmediatamente Peron expide un enérgico desmentido, denunciando la maniobra como un intento de dividir a los que luchan por la liberación nacional latinoamericana.

La segunda parte del proceso se produce con su muerte: el impacto emocional es de una intensidad que excede el impulso afectivo que despiertan siempre los héroes abatidos por la fatalidad. El fenómeno no es simplemente por efecto acumulativo de la “aproximación” previa y el desenlace trágico de su protagonista. Considero que se opera un hondo cambio cualitativo en la actitud espiritual hacia el. Por una parte, su caso se integra con algunas constantes culturales de nuestro pueblo: el culto al coraje, el desprecio por la ley como algo ajeno, impuesta a los humildes “desde arriba”, la identificación con los rebeldes que se baten solidariamente con las fuerzas tremendistas del orden constituido.

Esos héroes de la tradición plebeya persisten en la memoria de las generaciones. En cualquier rincón del país, y a todos niveles de cultura Martin Fierro continua batiéndose con la partida y denostando a los poderosos. Cruz reivindica con su gesto solidario los valores del hombre de la tierra. La montonera opone sus lanzas a la codicia de gringos y porteños.

Sea por un acto reflexivo o por una asociación de ideas espontaneas, de pronto, ese patrimonio especial, no deteriorado por un siglo de culturalizacion alineante se objetiva en un hombre real, próximo, contemporáneo. Con un agregado: nadie ignora que ningún azar desgraciado, ninguna compulsión externa había empujado al Che a esa situación limite, sino que era una situación voluntaria dictada por su  propia conciencia.

La gente de la base es muy sensible a ese ejemplo de coherencia entre las palabras y los actos, aunque para explicarlo recurra a los modelos que forman parte de su bagaje conceptual. No es extraño, entonces, que muchos de los que nos piden una explicación de “como era el Che” invoquen la noción de santidad aplicada a lo laico. En ese orden de cosas, un sacerdote lo ha definido con mas precisiónpatriótica, como “ un héroe cristiano” ( R.P. Hernan Benitez).

Un intelectual uruguayo, Eduardo Galeano, comenta que por su capacidad de sacrificio era el dirigente mas parecido al cristiano de las catacumbas. El Nuncio Apostólico en Cuba, monseñor Zacchi, ante una pregunta hace poco, sobre Fidel Castro, respondió al periodista: “Yo lo considero eticamente un cristiano”.

Y el propio Fidel quien , al hacer el panegírico de su camarada caído dice: “El Che reunía, como revolucionario, las virtudes que pueden definirse como la mas cabal expresión de las virtudes de un revolucionario: hombre integro a carta cabal, hombre de honradez suprema, de sinceridad absoluta, hombre de vida estoica y espartana, hombre a quien prácticamente en su conducta no se le pudo encontrar ni una sola mancha.

Constituye por sus virtudes lo que se puede llamar un verdadero modelo revolucionario”.

Después de haber eliminado su lejanía, el final brutalmente elocuente del Che fue como un relámpago que ilumino de golpe toda la admirable trayectoria, perfilando la imagen aun difusa con los rasgos propios del santo o del héroe y estableciendo el vinculo extrañable que liga a uno y otro arquetipo con la multitud, que ve en ellos a sus semejantes, pero con aptitud para llevar hasta los extremos del absoluto las virtudes que solo concebimos, ordinariamente dentro de los limites “humanos” hasta consumar sin vacilaciones, y como parte de los trabajos de las horas y los días, la inmolación definitiva de la que todos se sienten destinatarios. Y que habrá cumplido sus fines en la medida en que se convierta en reconocimiento de la filosofía que sostuvo esa conducta de ilimitada generosidad.

(Interpolación)El no buscaba su autosacrificio. Buscaba la victoria…

…Para que no se lleven las aguas torrentosas…

…Su muerte física: un alto coeficiente del calculo de probabilidades.

Pero su otra muerte…solo nosotros podemos.

Por eso era exacto que no le ha llegado el tiempo de morir.

…Los hombres se reencontraran con el en los potreros del alba…acerco las palabras a la verdad. Punto de reflexion…

(Hay varias palabras y hasta parrafos ininteligibles)

IV

Más allá del acontecimiento y sus fúnebres esplendores, la intuición popular capto su densidad histórica, su filiación en la lucha emancipadora del continente. Esta penetrante aproximación esta cargada de promesas, a condición de que logremos que se comprenda, ademas, su inserción en el proceso inconcluso cuyas tareas nos reclaman. Sabemos que la historia de Latinoamérica esta hecha de epopeyas y catástrofes, de breves apoteosis y largos horrores. En la medida en que creemos que termina el tiempo muerto de la impotencia y la frustración mas acuciante se vuelve la mirada que busca en ese pasado las claves que ayuden a orientarse en este presente confuso, ambiguo y desarticulado en que nos proponemos el advenimiento de las batallas definitivas que consumen esa vocación de auto-destino malogrado por el semicolonialismo.

Y mas vehemente es el rechazo de la fabula sin sentido que los engranajes culturales que la dependencia difunde como historia oficial desde hace un siglo; en cambio , sentimos la intima proximidad de lo que estaba perdido en las brumas del tiempo o disperso en un catalogo de anécdotas inconexas y falseadas. Se vuelven vivas y reales las hazañas de Tupac Amaru, las esperanzas de tantos lanzamientos indios, negros, mulatos y zaparrastrosos que oligarquías crueles y rapaces ahogaron en sangre.

Fuera de la iconografía patriotera que entrevera a héroes y canallas, las figuras cumbres de las luchas independentistas repiten sus verdades peligrosas largamente sepultadas bajo el polvo retorico de la cultura vasalla.

Incorporar al Che a esa nomina de próceres americanos es un acto de justicia histórica, pero insuficiente en si mismo porque oculta lo mas importante para nosotros. Es que si hay verdades de nuestra América Latina que son permanentes, cada época tiene sus verdades propias que se renuevan la vigencia de aquellas: una versión para expresar la necesidad existencial de la patria bolivariana, un puñado de hipótesis estratégicas para enfrentar a los opresores de turno, un esquema de comunidad libre que habrá de realizar los valores que hoy son negados al hombre americano. La figura del Che enraiza con la de los próceres y mártires de la búsqueda de ese sueño incumplido, pero expresando la verdad de nuestro tiempo. Las historias académicas, lo sabemos, lo destinan a integrar la legión de mártires relegados al olvido o infamados por haberse rebelado contra la civilización del statu quo Pero tampoco constituye un reconocimiento el incorporarlo a la cálida tradición que vive en la memoria agradecida de los pueblos por cuanto forma parte de nuestra realidad presente y su leyenda es parte de nuestras luchas por las reivindicaciones inalcanzadas.

Habrá muchos “izquierdistas” que trataran de apurar ese transito hacia el panteón de los precursores ilustres, donde no habra inconveniente en homenajearlos con exangües flores de lirismo revolucionario abstracto. Pero es nuestra tarea que la admiración y el respeto de los sectores populares se conviertan en conocimiento e identificación y no se esterilice en alguna forma de cristalización legendaria o histórica que le quite al Che su verdad presente para otorgarle una inmortalidad de museo de cera.

VI – VII – VIII – IX

      Esa inerradicable presencia del Che en la dinámica creciente del enfrentamiento global entre las fuerzas que tutelan los privilegios minoritarios y los movimientos que se alzan contra esas prerrogativas intolerables esta patentizado en el proceder de sus victimarios. Herido y capturado seguía siendo peligroso. Entonces los agentes de la CIA y los pequeños déspotas militares de Bolivia asesinaron con alevosa premeditación al prisionero y a sus compañeros. Y como intuían que aun así no quedaba eliminado como factor – de perturbaciones hicieron desaparecer su cadáver. El primitivismo de creer que la amenaza provenía de esos restos de materia sin vida es simétrico a la sofisticación de quienes tratan de crear un ídolo vacío para sustituir al personaje real y cargado de la potencia explosiva de un ejemplo de predica revolucionaria insertadas en el medio de esta América grávida de conflictos retardados. Esta formula para exorcizar el espectro del líder ajusticiado es la que no debemos subestimar. En cambio el acto perpetrado por los sicarios del imperialismo carece de eficacia y solo sirvió para mostrar hasta que punto llega la abyección de los cruzados “occidentales-cristianos”.

Nosotros tenemos un ejemplo bien conocido de ese imbécil fetichismo gorila: los homicidas del bombardeo  a Plaza de Mayo, los vencedores del pueblo indefenso, los estrategas de la proscripción y el Conintes, cosecharon parte de sus laureles en una batalla que desde hace trece años libran contra el cadáver de una compañera que consagro su vida a servir a los trabajadores y a los desvalidos.

Ese atentado contra la decencia fue contraproducente para los fines perseguidos. Desde el punto de vista político nos hicieron un señalado favor. Mientras en las bases existe conciencia bien clara del significado revolucionario de Evita, se impidió que ese significado se aguase en la esterilidad de los ritos para adorar sus relatos, para lo que los burócratas peronistas hubiesen prestado una contribución inestimable.

Pero que la difamación o la desmemoria es la tentativa de sacralización histórica o moral del Che. El culto a los muertos despojándolos de aquello que nos compromete, adaptándolos a la morbosidad de las soluciones sin riesgo, en el caso del Che, el formalismo litúrgico es una manera de servirse de el, de “cosificarlo”, otorgándole una supervivencia que no es mas que la firma hipócrita del olvido, o la negación de sentido que tuvo su vida. Y que ofrendo en la certeza de que perduraría en la única forma que mantendría intactos sus lazos con los seres humanos, es decir en el recuerdo que lo reconoce en la verdad de su existencia, que encuentra acogida y continuidad en lo inacabado de las vidas consagradas a llevar adelante el proyecto para la realización de lo humano. Solo ese tipo de vínculos admite la figura del Che que convoca a la solidaridad activa que resulta negada en el formalismo litúrgico.

(Interpolacion) Peor que el odio y la desmemoria es adjudicarle esa supervivencia de museo de cera a nuestro compatriota, que murió con la certeza de que perduraría en la única forma de recuerdo que mantendría intactos sus lazos con los seres humanos, es decir, en el que lo reconoce en la verdad de su existencia, que encuentra acogida y continuidad en lo inacabado de las vidas consagradas al proyecto que el sirviera con la suya.

Ademas, como arquetipo abstracto canonizado en algunas de las inmortalidades transitorias y formales, pierde el peso demostrativo que tiene como hombre próximo a nosotros, que compartió nuestra misma circunstancia. Era un hombre común, surgido de nuestro medio: rosarino, estudiante, asmático, jugador de rugby, ciclista, lector de “El Gráfico”, con una visión de la realidad argentina donde se mezclaban aciertos y alineaciones distorsionantes. Ningún hado lo predestino para la gloria. Su espíritu de justicia, su generosidad – virtudes arraigadas en nuestra gente – y su aguda inteligencia, en contacto con las miserias de nuestra América, le fueron dando una conciencia cada vez mas lucida de que solo habría soluciones si se barría violentamente con las estructuras del coloniaje. Una serie de azares lo llevaron a encontrarse con Fidel y a participar en su aventura, aparentemente signada por la catástrofe.

Lo demás es conocido, desde su penoso bautismo de fuego al desembarcar en Cuba, herido y ahogado por el incendio del maizal en que estaban rodeados por las tropas de gobierno hasta su muerte en manos de los rangers bolivianos. Dirigidos por los expertos yanquis, consiguieron eliminarlo físicamente. Presurosos sepultureros quieren completar la obra desarmando su recuerdo. Pero ese profeta armado sabia que no dejaría de serlo porque cayese con su fusil .

“Bienvenida”…

La gente de buena voluntad nos pregunta: ¿Valia la pena que una figura de tanta importancia para todo el proceso revolucionario corriese esos riesgos desproporcionados y fuese a morir en una lucha aislada y solitaria? Recordemos la frase de su mensaje que sintetiza gráficamente su pensamiento “…Si nos toca algún día de estos…” El creía en la invencibilidad de la guerrilla pero no en su propia invencibilidad. Su muerte no era el fin de la aventura sino parte de ella,  y tal vez una formidable carta de triunfo. Se arriesgo porque perdiendo la vida también la ganaba. Por eso Fidel Castro confirmo su muerte, cuya gravedad era el primero en comprender.

Si tenia razón  o no respecto de la guerrilla, solo el futuro podrá dar la respuesta categórica.

Por ahora, la experiencia en Bolivia, dato que no puede omitirse en el análisis, resulta sis se toma como probanza de la inaplicabilidad del método. Seria desconocer que las revoluciones triunfantes desatan jalonadas de desastres, que la victoria final confirma como avances hacia el objetivo logrado.

Y que la discusión no es en abstracto, computandolos fracasos de un tipo de lucha, pero sin oponerle en la practica otro mas eficaz. Mientras solo éxito probara la verdad de la tesis guerrillera o de cualquier estrategia que se plantee en su reemplazo, ninguna historia mas desastrosa que la de los métodos reformistas, las postergaciones de la estrategia violenta a la espera de “condiciones objetivas” que nunca son las actuales, etc., que han malogrado ademas, mas combatientes que la guerrilla, sin poder computar ni una victoria.

Por sobre todo el Che aposto su vida a los hombres, a la capacidad de ellos de tomar como guía todo ejemplo individual, a empeñar todos sus esfuerzos y a cometer todos los sacrificios en busca de la libertad común.

Fue un héroe que no se consideraba imprescindible porque estaba seguro que los hombres y mujeres ordinarios son capaces de todas las heroicidades.

(Variación) Lo demás es conocido, desde su penoso bautismo de fuego a poco de desembarcar en Cuba, herido y ahogado por el incendio del maizal en que estaban rodeados por  las tropas de gobierno hasta su revelación como guerrillero genial y temerario; desde la maduración de su visión revolucionaria hasta sus éxitos como teórico y expositor de pensamiento de revolución; desde el abandono de su investidura oficial para empuñar las armas contra el imperialismo, hasta las hazañas de su minúsculo grupo guerrillero y el fin en que con manos alevosas cierran congruentemente esa trayectoria que muestra plenitud del ser moral. Al frente de un minúsculo contingente de héroes se paseo por entre las mallas de fuerzas represivas formidables, hasta que una serie de fatalidades culminaron con el combate en que lo hirieron e hicieron prisionero. Pero lo seguían temiendo y lo asesinaron, y el pavor los llevó hacer desaparecer su cadáver. Pero seguirá combatiendo mientras haya revolucionarios que busquen empuñar armas. Solo cuando su convocatoria no halle ecos, lo habrán desarmado; es decir , cuando no queden revolucionarios.

El Che parecía un hombre común y lo era , y lo era hasta que se encontró una coyuntura histórica y dio muestras de lo que era capaz.

Y en cada nueva experiencia fue enriqueciendo sus conocimientos y su persona que se fue depurando de todo lo que no fuesen valores esenciales. Mantenia con respecto a si mismo una actitud critica, algo sobradora y burlona, como correspondía a su idiosincrasia cordobés-porteña que rechazaba lo ampuloso y solemne.

La revolución cubana es el heroísmo pero también la alegría y la irreverencia, porque para construir lo nuevo hay que perder el respeto a los ídolos del viejo orden y arrasar con las fachadas que  encubrían su humanidad y avaricia. El Che ponía su mordaz acento rioplatense en ese desprecio a los perjuicios y convencionalismos.

Como presidente del Banco Central tuvo que firmar los nuevos billetes que sustituyeron a los de la emisión previa,y estampo su rubrica: “Che”; en la conferencia de Punta del Este en medio de la pomposidad de la diplomacia panamericana, no solo expuso herejías que demostraban la inocuidad la Alianza para el Progreso, sino que se aparto de la sequedad de la jerga cientificista de la burocracia de los organismos financieros y los rebatió con hirientes ironías, y completo el escándalo bautizando los planes de la Alianza como “ letrinocracia”.

(Variación) El Che sabia que en la perspectiva trascendental en que valoraba su accion, aun el martirio probable seria un acto eficaz…”en cualquier lugar en que nos sorprenda la muerte…”

En estas vísperas revolucionarias, los sacrificios fructificaran, a corto plazo, y miles de brazos responderán a su llamado.

En lugar de considerarse como parte de una élite de seres excepcionales que han alcanzado la posteridad histórica, cumbres solitarias sobresaliendo sobre la uniformidad de las personas comunes, se sentía parte de un universo en que los hombres orgánicamente ligados por la solidaridad, solo posible por la comunidad de la acción combatiente.

En lugar de amurallarse en la singularidad de un héroe, es la acción colectiva lo que permite esa comunidad orgánica donde los valores humanos se tornan posibles. Consecuente con esa visión revolucionaria, el Che negaba al heroísmo como prerrogativa aristocrática, tal como se lo considero a través de muchos siglos. La tragedia griega tiene como protagonistas a un grupo de elegidos que mandan sobre las personas comunes, y están en una u otra manera ligados a los dioses.

Los espartanos debían ser mas valerosos que los ilotas. Los caballeros de la Edad Media mas que los plebeyos. Los soldados imperiales mas que la tropa nativa de la colonia. Durante este siglo la derecha adopto una ética heroica, con Spengler como ideologo, que afirmaba que solo el héroe, el hombre del destino, esta en el mundo real, y es quien hace la historia. A medida que el mundo del capitalismo en ascenso siente los sacudones de las grandes crisis, se abandona el racionalismo democrático por la idea de que las relaciones de las culturas, los países, los hombres no tienden naturalmente a la espada. Sus intelectuales piden baños de sangre que terminen con la amenaza de las masas-fuerzas oscuras que amenazan irrumpir en los recintos purificados de los selectos. Contra la masificacion, la multitud, las clases altas justifican su dominio como atributo del espíritu, parapetadas tras la violencia represiva que ejercen a través de la casta militar.

El Che en cambio enfrentaba a ese orden injusto y su concepción del heroísmo era “ democrática”, viéndolo con una virtud que los pueblos despliegan con generosidad una vez movilizados revolucionariamente.

(Interpolación) (Excepción: la independencia, los caudillos, etcétera).

Los militares viven haciendo su propio panegírico, hablando en nombre de la Patria, etc. Son una casta que se considera por encima del nivel común, y que refleja esa nobleza en cada uno de ellos.

En consecuencia consideraba que los títulos tan limpiamente ganados como dirigente hacían mas imperativos los compromisos. Veía sus títulos de conductor revolucionario como una fuente de obligaciones frente a sus semejantes desvalidos.

Era un extraordinario conductor militar que no creyó que con el se perdería un factor imprescindible, sino que su eficacia estaba en razón directa de su contribución a desatar la acción del pueblo.

APOSTO A LOS SERES HUMANOS, Y ESA APUESTA SIGUE EN PIE.

(A desarrollar) Fue lo opuesto a la contrafigura del hombre corriente.

Rechazo la teoría de ser excepcionalmente dotado que constituye un fenómeno impar en el mundo “amorfo” de los hombres anónimos.

La personalidad del hombre de la sociedad clasista no es el reflejo enriquecido de sus dotes, pues estas no pueden desarrollarse en ese sistema de relaciones alienantes. Consecuencias:

1)El revolucionario es el que toma conciencia y se mueve por los dictados de su voluntad, que potencialmente existe en los seres humanos y están aletargados por la coerción de una sociedad cuya escala de valores se basa en el egoísmo.

2) La condición de revolucionario resulta de esa praxis, producto de la conciencia, la voluntad de lucha, del núcleo de vanguardia y no de un azar exterior a el. La lucha no depende del fortuito circulo de seres superdotados para la guerra y la conducción, sino que estos serán resultado de la praxis.

Parecía un hombre común y lo era, hasta que se encontró con una coyuntura histórica y dio muestra de todo cuanto era capaz.

Y en cada nueva experiencia en diversas esferas de su actividad fue enriqueciendo su pensamiento y su persona, porque mantenía, respecto de si mismo la actitud critica y algo sobradora y  burlona del cordobés-porteño que rechaza la solemnidad y el aspaviento.

Creía que los tiempos están maduros para que los lucidos y capacitados promoviesen con su acción, situaciones-limite, que pusiesen en juego el coraje, la abnegación y los grandes valores que existen en la gente de pueblo y afloran al fragor de las grandes luchas reivindicativas.

…Al morir había llegado a la maduración completa. Era el hombre perfilado y reducido a sus valores.

Esta fe, confirmada por ejemplos tan evidentes como el de Cuba, China, Corea o Vietnam, esta en la raíz de las enseñanzas que quiso dejar el Che y que se pierden si nos presentan al prócer y nos escamotean al hombre.

Hay otra manera de falsear los hechos, que procede a la inversa, presentándonos una imagen del hombre que desdibuja sus perfiles históricos.

Me refiero a las características que lo presentan como una especie de alucinado por la muerte, en permanente flirteo con el peligro mortal, buscando riesgo por si mismo y por el vértigo de la propia aniquilación .

Esa es una interpretación cara a los burgueses, como todas las que explican los fenómenos sociales inquietantes como problemas puramente psicológicos: el “resentimiento” seria el motor de la lucha de las clases , y las rebeldías tienen como causales frustraciones individuales, inadaptaciones familiares o sociales; las  “protestas” son agresividades no canalizadas normalmente. El Che seria un caso típico de personalidad fracturada, imposibilitada por causas por rastrear en la adolescencia para adaptarse a la convivencia y sublimada en formas heroicas que son impulsos a la autoaniquilación. He aquí , variante mas, variante menos, como el hecho perturbador del guerrillero caído es re-introducido en los esquemas del pensamiento convencional como caso clínico sin mas consecuencias que la incitación a que algún neurótico, excitado por el ejemplo, también se haga matar estrepitosamente.

La hipótesis que muchos propagan de puro imbéciles – por hacerse los inteligentes analistas capaces de penetrar en la profundidad del suceso o porque encuentran esa fantasía mas atrayente que la explicación real – contribuye al confusionismo de sectores cuyo esclarecimiento nos interesa.

En cuanto a lo que opinen los burgueses, nos tiene sin cuidado. Lo que nosotros no podemos considerar “ humano”, ni “normal” es el acondicionamiento espiritual que permite que el conformismo en el seno de una estructura social injusta y deformante: lo lógico nos parece que se reaccione aun en forma neurótica o patológica, aunque se llegue a la neurosis o la locura, y lo anormal y repugnante resulta la aceptación del orden vigente, la “neutralidad” de los cuadros psiquiátricos, tomados como referencia para medir los “desajustes”.

El rechazo del orden imperante puede traducirse en reacciones de psicología patológica, en actitudes de inconformismo que , en la medida que son mas conscientes, se vuelven mas radicales.

El Che Guevara es, precisamente, uno de los mas relevantes exponentes de esa rebeldía, guiada por la lucidez, es decir, traducida en praxis revolucionaria.

El Che era una personalidad reflexiva y compleja, que no admite el retrato psicologico que la reduzca al simplismo de un espíritu lineal, invulnerable a los interrogantes y los problemas sobre la conducción humana que se plantea a todo ser inteligente.

Pero nadie tiene derecho a “interpretarlo” valiéndose de esos análisis del psicoanalismo tramposo. Porque el Che fue bien explicito respecto de las razones de sus actos , que respondían a una concepción moral madura y coherente. Ni aun quienes son incapaces de comprender los procederes de un revolucionario pueden lícitamente negar la férrea lógica de esa armonía entre pensamiento y acción escindiendola arbitrariamente para invertir sus términos constitutivos y presentar al pensamiento como una astuta racionalización de acciones impulsadas por algún daimon aposentado en la oscura zona de la psiquis.

Solo como recurso para enturbiar lo que es perfectamente diáfano puede aludirse al hechizo de Tanatos en esa trayectoria sin contradicciones que fue una inmensa pasión razonada. En su biografía abundan demostraciones de arrojo pero no hay ninguna mención de actos impulsivos inspirados por la exaltación fugaz.

Claro que la muerte era par el una presencia cercana, familiar, con la que rozo muchas veces durante la guerra de Cuba. Y puesto que era – como dice a sus padres en carta de despedida – de los que exponen el pellejo “para demostrar sus verdades”, el fin violento le rondara permanentemente. “…no lo busco ,pero esta dentro del calculo de probabilidades”. Era la tranquila aceptación del riesgo inherente a una empresa mucho mas importante que su suerte personal . Todo lo contrario de esa fascinación por la sombría belleza del suicidio que figura en los diagnósticos morbosos.

Y la muerte se vuelve importante porque es la alternativa a una vida que ha perdido. El revolucionario no busca la muerte, busca la victoria. Si no le importa la muerte es porque esa contingencia personal pierde importancia ante el objetivo que había contribuido a alcanzar. En otras palabras, porque esa muerte permitiría que otros hombres gocen de la vida autentica que en la sociedad actual es negada.

(Variación)Por que el Che fue bien claro y explicito con respecto a las razones de sus actor; estos eran la practica de una concepción una racional, y no a la inversa, su concepción una racionalización astuta de las acciones impulsadas por algún “daimon” oscuro aposentado en la zona obscura de su psiquis. No era un ser sometido a la atracción de Tánatos, sino el sujeto de un amor servido sin contradicciones, una inmensa pasión razonada.

Toda su vida es un acto de amor y desprendimiento con la mirada fija no en el abismo de la nada sino en el destino de los hombres.

Esa tranquila aceptación del riesgo inherente a su empresa frente cuya magnitud desprecia a la muerte, es todo lo contrario de esa fascinación por la sombría belleza del suicidio que inventan los interesados en sustituir con diagnósticos morbosos una parábola donde nada carece de sentido.

Los diagnósticos morbosos pierden la frialdad de dictámenes supuesta mente científicos cuando recurren a ellos los “izquierdistas” empeñados a presentar al Che como un predicador de delirios cuyas enseñanzas solo pueden seguirse por empecinado y furioso voluntarismo que se estrella contra las condiciones “objetivas” del continente. Entonces se ofrece, con zalamera simpatía y comprensión, la imagen de un espíritu que buscaba lo absoluto en un pacto con la muerte que se consumo como acto histórico de alto valor estético. O sea, otra táctica para negar al Che en lo quiso afirmar, y respetarlo en el plano metafísico.

(Interpolación) Depurado de todo arrastre negativo…depurado de todo lo que fuesen sus valores esenciales. Analicemos los rasgos de su personalidad revolucionaria depurada de todo lo que no fueran sus valores esenciales. Como todo hombre no fue sino un proceso.

La irracionalidad que pretende adjudicarle como explicación de sus motivaciones es una fantasía estúpida y malévola, o ambas cosas a la vez. Aun quienes son incapaces de comprender los actos de un revolucionario – que escapan a los sistemas de equivalencias del pensamiento burgués- pueden pasar por alto datos objetivos que convierten esas explicaciones psicológicas en una fantasía estúpida o malévola, o ambas a la vez. Hay una correlación absoluta entre el pensamiento del Che y sus actos, una razonada visión del mundo de sus deberes como revolucionario, una determinación consciente en ese altruismo que no admite concesiones para consigo mismo, no por el rechazo de la propia personalidad sino porque no concibe manera mas cabal de realizarse que entregándose totalmente a la gran causa colectiva de la humanidad oprimida. Buscar la irracionalidad de tendencias subconscientes es una forma absurda de meter en los moldes de…(Validación) Los “izquierdistas” empeñados en presentar al Che como un predicar de delirios, también se sirven de ese diagnostico, aunque circunscrito al caso individual, por extensión seguir las enseñanzas del Che constituye un gesto de empecinado y furioso voluntarismo, producto de una visión distorsionada de las “condiciones objetivas” del continente o de impulsos anímicos tendencialmente  suicidas.

…Valía la pena? Por que lo hizo?

Comprendemos que para el modo de pensar burgués no existe otra explicación que la psicoanalítica. No la hay para toda la vida publica, ni para cada uno de los episodios conocidos o desconocidos de su vida privada.

…Guerrilla. Cuba.

Asma

A pesar de todo ello, el extranjero, creando, mas sin embargo no había solamente un llamado estratégico para hacer la guerra en la Argentina, también había un profundo llamado cultural emotivo.

…El asma.

…Abandona funciones de gobierno para tentativas mas difíciles aun.

Calculo: proporción entre el valor del Che para la causa revolucionaria y los riesgos a que se expone en Bolivia.

Para comprender esto como todo lo anterior, es necesario saber lo que es la conciencia revolucionaria, la moral revolucionaria, el desprendimiento, ese desinterés por la propia vida. El despojamiento de todo egoísmo patológico o sublime ( como la santidad); para el pensamiento revolucionario es un caso de plena vocación revolucionaria, del hombre nacido en esta sociedad a que aspiramos.

Sin esa visión resulta incomprensible lo que ocurrió en Cuba y lo que ocurre en Vietnam . En Vietnam se decía que era una lucha indirecta de los chinos. Ahora solo los mas obtusos reaccionarios dejan de admitir que el aparente milagro es un resultado del heroísmo y la abnegación colectiva de todo un pueblo. Es decir, de la conciencia revolucionaria , el desinterés y el espíritu de sacrifico de millones de héroes anónimos. Que en el se reconozcan, es un hecho suficientemente demostrativo de su valor revolucionario. Es la mejor explicación de sus actos.

(Para desarrollar) No nos mueve la indignación contra quienes carecen de una elemental , mínima decencia, al negar, al Che el bien ganado derecho de que se lo trate con seriedad, o sea, a que sus argumentos sean tratados en el plano lógico en que están planteados y no a que se le oponga en torpe confrontación con las heladas formulas de un marxismo de museo. El Che no necesita que lo defendamos de esta clase de ataques, ni se justifica que salgamos a denunciar los ataques de este tipo.

Escribimos para que los revolucionariamente comparten sus verdades básicas, para los que comparten estas verdades con que se amasa la conciencia revolucionaria de un proceso. Nuestro fin es inminente mente practico: analizaremos cuales son los mecanismos y las causas que dificultan la difusión de las verdades que los revolucionarios conocemos tanto en el seno del pueblo como en los sectores pretendida mente revolucionarios.

 

El poeta maldito

 

NOTA:El tema pertenece a uno de los últimos puntos ( creo que al ultimo) del plan inicial del trabajo. Cooke conoce las primeras noticias sobre la muerte del Che en Londres en la Conferencia de las OLAS , a la que fuera presidiendo la delegación argentina. El golpe fue para el mas grave que para quienes de pronto , cobraron conciencia de que habían perdido a su jefe para la guerra verdadera. Para John esa muerte encadenaba también la muerte o por lo menos la trágica prosternación de planes de trabajo para los cuales previamente , ya había renunciado a muchas cosas, inclusive, a nivel humano, a las que mas quería. De Londres paso a París. Allí permaneció algo mas de una quincena esperando contactos que no se produjeron. El desastre fue muy grande para que inmediatamente se reconstruyeran los circuitos quebrados. Por lo menos no existía la organización, los planes de acción y de emergencia como para que, el proyecto original fracturado por el desastre , pudiera desarrollarse en lo inmediato. John conoció, y vivió de cerca en Paris la insurrección estudiantil la lucha obrera paralela, desencadenada por la primera. Ávido lector de la literatura francesa de la Comuna. Tropieza con un tema mas o menos desconocido: la mayoría de los intelectuales, poetas malditos, esa pléyade de robustos y tremendos amantes de la autodestrucción y la muerte, habían sido combatientes derrotados en la batalla de la Comuna. Sin militancia revolucionaria orgánica ligada a la clase obrera, destrozados en su posibilidad real , al no intentar el salto de intelectuales a revolucionarios militantes, capotan con su agudizado talento en una trágica protesta individualista contra la sociedad explotadora e indestructible por lo menos para esa generación, después de la masacre de los comuneros.

La comparación con la vida del Che, o mejor dicho, la asociación para el análisis de la personalidad de los intelectuales post-comunards y el revolucionario que acababa de morir, inspiran un tema que, de haber sido desarrollado, sin duda habría significado un agua purificadora y des-neurotizante para sectores intelectuales vitales para la creación del arte revolucionario socialista, aun en pañales en el mundo a pesar de los casi sesenta años de revolución soviética institucionalizada. Desgraciadamente la notas son brevísimas, pero el tema es muy rico.

…El Che seria, en el campo de la acción un equivalente de los poetas malditos. Estos cantaron a la muerte…El no la canto ni la llamo lírica mente. Le salio el encuentro. El busco lógicamente y activamente la muerte que aquellos cantaron y conocieron lírica mente. Ademas de malévola es falsa la comparación. De acuerdo con los datos la actitud del Che es antitética con la de los grandes obsesionados por el Ángel de la Muerte. Los casos mas ilustres forman parte de una tendencia general que afecto a todos los grandes artistas del siglo XIX cuando vieron que las grandes transformaciones por las que venían luchando y que habían parecido inminentes se transformaban en imposibles . la burguesía había aplastado a las fuerzas populares con las que se habían aliado para combatir al orden monárquico y consolido su dominación. El fracaso de las insurrecciones del 48 y de la Comuna de París, produjo en los artistas, el desgarramiento de una sociedad que aventó las esperanzas revolucionarias; hizo caer en ellos estrepitosamente el mundo de los valores, en el que habían creído y los puso frente a la realidad de una sociedad de la que eran marginales.

La reacción desesperada ante ese desgarramiento tiene como ejemplo mas patético el de Van Gogh ( otro “caso clínico”), que lo reflejo en su pintura y finalmente en el tiro con que puso fin a su vida.

Mientras el Che cayo creía en la revolución, es el fin de las esperanzas revolucionarias lo que empuja a los poetas y artistas malditos a la muerte o a su vida “satánica” de acuerdo con una terminología convencional, burguesa y que nada expresa, pero que resulta hasta aquí, tradicional. El Che cayo buscando Revolución. Aquellos que renegaron de la vida porque la revolución había dejado de ser posible.

Mientras el Che cayo porque creía en la Revolución, es el fin de las esperanzas revolucionarias lo que motiva que los poetas rechacen la vida.

Baudelaire, con un fusil al hombro, marcho con los insurrectos de 1848, dirigió un periodo revolucionario y durante años negó el arte que se desentendiese del problema social. Cuando comprendió que estaba condenado al insoportable mundo burgués es que llama a la Muerte, la Vieja Capitana, para que lo lleve al Cielo o al Infierno. Rimbaud, depuse de cantar a la revolución futura y de participando en la  Comuna, renuncia a la poesía y busca aniquilamiento de su condición humana en el abandono de todo principio moral. Velaine, también comunard cambia los tonos esperanzados de su poesía.

(A desarrollar) El repudio a la vida, la fascinación por la muerte, fue una de las formas en que se expreso la reacción de todo el movimiento artístico frente a las consecuencias de la derrota.

Los poetas buscaron la fuga, pues ya no era posible alcanzar la victoria.

Y si existe algún punto para comparar a esto al Che

Ocurre que no es el de la muerte sino el de la Revolución. Porque así como el Che no era en su subconsciente un esteta de la muerte, la muerte se le volvió un tema de los grandes artistas, sopor motivos intrínsecos a la Estética o por las tendencias psicológicas de los artistas, sino como repercusión del proceso político en el que estos estaban comprometidos.

(Interpolación) Nos parece oportuno referirnos a algunos de los nuevos factores que surgieron en el cuadro de la situación de nuestro país como consecuencia directa de los episodios de Bolivia, en relación con las actividades que desarrollan los núcleos revolucionarios que, como mejor pueden, buscan iniciar el proceso de enfrentamiento violento con las fuerzas de la dependencia y la explotación. En primer termino las perspectivas que se abren ante el impacto emocional que produjo esa tragedia de coraje y soledad en nuestra masa popular que despertó incluso la admiración de muchos sectores burgueses, testimoniada explícitamente o mediante actitudes de respetuosa circunspección. La loable amplitud del homenaje conspira al mismo tiempo contra el esclarecimiento del autentico significado y  proyecciones de lo ocurrido. Inmediatamente la tergiversación cubre con olas de simpatías al peligroso enemigo aniquilado. Y las lagrimas de cocodrilo buscan sacar rédito del héroe al que en vida intentaron aislar de la masa. No basta refutarlos indignadamente, no basta refutarlos.

Hay que señalarlos en sus principales variantes y tácticas. Pues hoy se suman al coro de lloronas pero en el tiempo multiplicaran su comercio confusionista.

Su muerte: El final consecuente de una vida vivida en el grado extremo de la intensidad; corolario inevitable, despojado de todo signo funeral.

Ideas sin practica. Practica sin ideas. El Che es una síntesis creadora constante.

La Historia: Voluntad humana Tiempos de esplendor

Contingencias, no inútil riesgo deliberado

Tiempos opacos y de esplendor

Cada uno esta comprometido con su generación, esta es nuestra verdad.

Pacto con el presente y con el porvenir.

El hombre nuevo y el Che. Esto será, en fin, lo fundamental.

Las palabras y las acciones.

No mentar el nombre de la revolución en vano.

Falta desarrollar: Amor , vida.

Amor, compasión.

Fe en el hombre, equivale a estimulos morales, equivale a Revolucion Cubana.

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