Anarquía Coronada

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Combates

Combates // Diego Valeriano

Al pibe lo rodean entre siete gendarmes, lo patean, lo escupen y lo arrastran. Claudio a esa hora está con su mujer atendiendo el almacén. No tiene tiempo ni para mirar la tele y chusmea de reojo lo que pasa en el Centro. Ella tampoco tiene tiempo, pero está más atenta. Mira fijo, se le empiezan a tensar las manos, el cuerpo se dispone de golpe como para una guerra, el pibe parece llorar sin consuelo, y ella, aunque no lo note, sonríe.

 

Hay quienes no pueden más de ortiba -andan así por la vida señalando a otros desde arriba de un patrullero-, politizan su vida cotidiana con la convicción de que es mejor que nos gobiernen los ricos porque no roban, asegurando que el orden es el principio de todo, diciendo que no quieren mantener vagos, posteando odio, catando pobres, denunciando a los guachines que pasaron con el carro revolviendo todo y dejando un desastre.

 

Marcela no quiere que Mavie sea parte del centro de estudiantes A la escuela se va a estudiar, le repite como un mantra, y cada vez que puede le dice que Santiago no tenia nada que hacer ahí, en el sur, tan lejos. Ahora mira la tele y está esperando que Mavie vuelva de rendir una de las tantas que se llevó para decirle lo que piensa de esos pibes, que no sabe de donde sacan tiempo para ir a romper todo al Congreso.

 

De soberbios no la vimos venir, sobreactuamos, no prestamos la atención suficiente cuando la abuela decía que había que matar a todos, cuando la mujer que ayuda en casa se quejaba que la AUH no le tocaba a ella, cuando Isabel asentía cada cosa que decía Feimann, cada vez que el gordo de la rotisería festejaba un pibe muerto. No vimos esto por culpa nuestra,  por justificar cualquier cosa, por militar para la jefa y no saber cómo se llama el vecino de al lado de la básica, por postear 30001, porque en el 2015 no nos dejaron opciones, por creer que era fácil, por solo recordar algunos muertos, por asegurar que todos son lo mismo, por vomitar nuestra indignación lejos de los combates,  por creer que somos mejores, por no entender que las peleas no se empiezan a ganar en las plazas sino muchísimo antes, aunque este lunes hay que estar.

 

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