Mujeres indígenas explican qué está en juego en el debate por el aborto // Luciana Mignoli
“Hablar de aborto es un desafío enorme”, dice Bashe Nuhem. Ella es feminista, comunicadora y realizadora audiovisual, integrante del pueblo Qom en Castelli, un lugar del noreste argentino conocido como “El portal del Impenetrable” (un extenso y alguna vez denso bosque nativo).
“Trabajo en una radio indígena y tejemos palabras junto con otras compañeras. Desafiamos a los hombres que no quieren que hablemos [del aborto]. Sigue siendo un tema tabú”, explica Nuhem. Cuando conversamos, la Cámara de Diputados de Argentina debatía un proyecto para legalizar “la interrupción voluntaria del embarazo” hasta la semana 14. Ahora el texto se encuentra en el Senado.
El aborto es delito en Argentina, con algunas excepciones en casos de violación o si la vida o la salud de la persona gestante corre riesgo. “Yo celebro esta discusión más allá del resultado, porque antes ni se tocaba el tema en las comunidades”, dice Nuhem, que integra el Frente de Trabajadoras de la Comunicación de Chaco y la Asociación Comunitaria Indígena de Comunicación.
Para ella, el proyecto que el Senado debe votar antes de que termine 2020 “ha posibilitado empezar a hablar de los abusos sexuales que sufrimos las mujeres indígenas… Me incluyo, porque yo también he padecido un abuso”.
Si bien es un tema tabú, continúa Nuhem, “siempre se ha practicado el aborto dentro de las comunidades”, a cargo de las comadronas. Con la deforestación y el daño ambiental, dice, “las comadronas van desapareciendo. Mis hermanas se atienden en centros clandestinos y, ya sabemos cómo es, muchas mueren”.
“Si se legaliza y se aplica la ley, no les va a solucionar la vida, pero va a ser un respiro”, argumenta. ”El aborto aportaría más salud a las hermanas”, dice.
Nuhem asegura que se oponen a la ley sobre todo “las iglesias y los hombres”, y describe cómo hombres indígenas postean en las redes sociales whipalas (emblema de pueblos nativos americanos) con pañuelos celestes, símbolo de la campaña contra la legalización del aborto.
“Entonces les pregunto: ¿leyeron el proyecto de ley? No. ¿Saben cuáles son los principales pedidos? No. ¿Entonces a qué se oponen? Muchos se molestaron conmigo. Me da mucha bronca porque sé que hay dirigentes indígenas que obligaron a abortar a sus mujeres. ¡Terminemos con la hipocresía!”.
Desde que el Congreso retomó el debate en noviembre, se han realizado muchas marchas del histórico pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, mientras quienes se oponen usaron el pañuelo celeste, como lo vienen haciendo desde 2018, y se manifestaron con el lema “salvemos las dos vidas”.
En El Potrillo, pueblo de la norteña provincia de Formosa casi en el límite con Paraguay, una columna de mujeres wichí marcharon contra la legalización del aborto, con sus largas y coloridas polleras, algunas con alpargatas, otras descalzas. No había pañuelos celestes, pero sí carteles y mucha polvareda de caminar la tierra seca con 43 grados de calor.
Esas mujeres wichí son parte del 2,4% de los 40 millones de habitantes de Argentina que se definen como integrantes de alguno de los 36 pueblos nativos reconocidos por el Estado, según cifras del censo de 2010, si bien las organizaciones indígenas critican ese dato porque aseguran que no se llegó a relevar todos los territorios.
Tujuayliya Gea, primera médica wichí de este país, dijo a openDemocracy: “No todas las mujeres wichí quieren acceder a métodos anticonceptivos o hablar si continuar o no un embarazo, porque son muy fuertes las lógicas de las iglesias. Hay que trabajar mucho en la educación y en el acceso a la información para que podamos decidir, como en cualquier lugar del país, si tener o no tener hijos o hijas”.
Gea estudió en Cuba, trabajó en Buenos Aires y hace unos meses volvió a trabajar con las comunidades de su territorio, Santa Victoria Este, en la norteña provincia de Salta. Allí viven unas 13.000 personas, 75% indígenas. Es también el epicentro de las muertes por desnutrición de niñas y niños indígenas.
“En mi pueblo nos morimos de desnutrición y no hay pozos de agua. ¿Cómo hablamos de derechos sexuales si no se difunden monte adentro? Cuando yo era chica, el hospital donde trabajo ya existía. Y nunca se hizo una ILE (interrupción legal del embarazo) hasta hoy”, dice Gea en referencia a los abortos con causales contempladas por el código penal.
“¿Por qué? Yo creo que ni siquiera la han negado. La gente no sabe que puede acceder a ese derecho. Es una forma de negar”, afirma.
“Es una fantasía”, agrega, “pensar que se legaliza el aborto y todo se soluciona. Obviamente, queremos que sea legal. Pero primero tenés que reformar el sistema sanitario; sacar a la iglesia y al patriarcado de las cabezas de los profesionales”.
“Caminemos juntas”
Argentina es un Estado laico, pero la activista mapuche y psicóloga social Irma Caupán Perriot, del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, observa que las instituciones religiosas actúan de manera decisiva contra los derechos sexuales y reproductivos en los territorios indígenas.
“Hay una iglesia que reprime, que codifica, que determina y condiciona. Nosotras todavía no podemos hablarlo libremente. Tiene que ver con siglos de violencia, opresión, invisibilización”, sostiene Caupán Perriot.
Su historia personal está marcada por esos desafíos. “Mi madre biológica tuvo un bebé muerto, lo enterró en su patio, como algo ancestral, y por eso fue presa. Después fue violada dentro de la cárcel, y de ahí nací yo. En ningún momento ella tuvo derecho a nada. Era pobre, era indígena, era mujer”.
Las mujeres indígenas, dice, “no somos respetadas para el parto ni para nada. La violencia y el genocidio se ejercen en nuestros cuerpos. Nuestras hermanas no tienen traductores. Si van a una ‘salita’ (policlínica), no entienden la lengua que hablan. Entonces tampoco las atienden. Las tratan como ‘indias’, como si no fueran personas”.
Otra propuesta para legalizar el aborto logró llegar hasta el Senado en 2018, donde resultó derrotada. Aquella vez, ninguna mujer indígena pudo tomar la palabra en el Congreso. En cambio, en los debates de este año, Edith Martiarena, comunicadora wichí de la radio La Voz Indígena de Tartagal, provincia de Salta, pudo decirle a los legisladores que las mujeres y niñas indígenas “sufrimos en carne propia las desigualdades de la pobreza” que “nos obligan a ser madres forzosamente”.
Bashe Nuhem, de la comunidad Qom en el noreste argentino, añade: “Aun dentro de algunos colectivos feministas, no nos dan mucha importancia. Les cuento de una hermana que fue violada y nadie responde. Nos debemos que nos escuchen. Abrazamos la lucha de todas las compañeras, criollas, gringas… Pero es hora de que también escuchen a las mujeres indígenas. No nos coloquen para la foto. Caminemos juntas”.
OpenDemocracy
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Los bebés de probeta –fertilización in vitro- son descartables. No hay control claro sobre el destino de estas “vidas”. Por lo tanto, la ley legisla/habla sobre el cuerpo de la mujer que carga el embrión y no sobre el embrión. Esto prueba fehacientemente que la criminalización del aborto es una ley AD FEMINAM y no sobre la vida. Gran inconsistencia jurídica: hipercriminalización del aborto y vacío jurídico cuando los embriones están en probetas. ¿Por qué no nos dejan en paz? ¿Por qué no dejan en un vacío jurídico el tema del aborto?
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El pañuelo azul y el pañuelo verde no son análogos: el azul impone a todos su creencia (que un embrión sin ningún grado de autonomía física o de consciencia es una persona), mientras el verde permite una decisión democrática: permite la pluralidad de creencias y conciencias. Se trata de sistemas de creencia y no de ciencia.
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Al respecto de la objeción de conciencia de los médicos: cabe sospechar que resulta de un resquemor con relación al prestigio adquirido por la profesión: “¿ahora tendremos que rebajarnos a hacer el trabajo que siempre estuvo en manos de parteras aborteras?”. Después de que una testigo amiga de la familia me contó que un célebre ginecólogo objetor de conciencia cordobés había realizado un aborto en su propia hija, al margen de que la historia me causó intensa náusea moral, pasé a sospechar que el escrúpulo “de conciencia” no es tal, sino muy otra cosa: o un escrúpulo de clase o, también, la protección de una fuente de ingresos por abortos clandestinos cobrados a precio de oro a las mujeres pudientes.
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La ley que criminaliza el aborto no tiene eficacia material porque no ha obtenido eficacia simbólica, es decir, persuasiva. La práctica del aborto continúa intocada por la ley. Las personas con recursos viajan a países en que pueden realizar un aborto seguro y legal, o pagan para hacerlo en una clínica clandestina, siempre cara. Quien no tiene recursos sufre físicamente –porque moralmente sufrimos todas-, y en no pocos casos se enferma y muere. Esto demuestra claramente que la ley está muy lejos de tener una relación causal y determinante de los comportamientos. Solo si persuade y disuade, es decir, si tiene eficacia simbólica, consigue la eficacia material. Y la ley contra el aborto nunca jamás accedió a esa condición sagrada de la ley: su función pedagógica, su capacidad de convencer de que lo que su letra dice tiene sentido.
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Nos damos cuenta de que la ley habla, en primer lugar, de quien tiene la potestad de escribirla. O sea, presenta y representa, exhibe el retrato de quien escribe las leyes en un país. En este caso, les parece de fundamental importancia situarse en la plataforma de poder determinar lo que nos sucede a las mujeres. La ley es una forma más del espectáculo de poder/dominación/dueñidad sobre el cuerpo de las mujeres.
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Las curias, las gerencias eclesiales, por ejemplo, quieren dejar claro que la Montblanc que escribe las leyes todavía está en sus manos. Siguiendo esa lógica, muchachas en la calle haciendo bullicio “no tienen autoridad para escribir una ley”.
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Este es un tema de violencia, poder, dominación y dueñidad sobre las mujeres. Les usurpa la soberanía sobre su propio cuerpo y destino. Y ese es el sentido y significado de esta maldita persecución. La hoguera de las brujas y su barbarie inquisitorial es la ley antiaborto del presente.
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Imitamos a los países europeos en todo. Somos colonizados y eurocéntricos. Pero no en lo que deberíamos imitarlos. Lo que merece imitación, justamente, queda fuera de la copia. Habría que preguntarse seriamente ¿por qué? ¿De dónde emana nuestro atraso?
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Obligar a una mujer a tener un cuerpo extraño, no deseado, dentro de sí, es una experiencia idéntica a la de una violación. Pero la peor de todas las violaciones: una violación de Estado. “Sáquenme esto que me puso adentro el viejo” había dicho la niña tucumana de once años que fue obligada a gestar y parir, luego de ser violada por el novio de su abuela. “Sáquenme esto de adentro” dice la mujer violada.
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El 2 de abril de 2017 Leandro Javier Rodríguez Lastra recibió en la guardia del hospital público de Cipoletti a una chica de 19 años, víctima de una violación, que había tomado pastillas para abortar. El tocoginécologo le dio un medicamento para frenar el aborto y la obligó a continuar con el embarazo. Está acusado de incumplimiento de los deberes de funcionario público.
El tocoginecólogo Leandro Javier Rodríguez Lastra, reconocido militante antiaborto, declaró en la primera audiencia del juicio en su contra. Está acusado de incumplimiento de los deberes de funcionario público: el 2 de abril de 2017 recibió en la guardia del hospital público de Cipoletti a una chica de 19 años que había tomado pastillas para abortar. Le dijo que había sido víctima de una violación y exigía una interrupción voluntaria del embarazo. Rodríguez Lastra le dio un medicamento para frenar el aborto y la obligó a continuar con el embarazo.
En la primera audiencia del juicio el médico contó que la chica “había tomado cuatro pastillas de misoprostol”. “Es una dosis tremenda”, dijo. Aunque la chica le repitió que no quería seguir con el embarazo, él la medicó contra su voluntad. “Ella no estaba bien, con 39 grados de fiebre no tenemos lucidez para entender lo que nos están diciendo. Le inhibí las contracciones para no agravar el estado de salud de la paciente”, declaró Rodríguez Lastra, según publicó el portal Mis Noticias.
“La joven fue sometida a torturas. Estuvo internada durante meses hasta que se le practicó la cesárea. El sufrimiento provocado ha sido muy alto”, explicó a Cosecha Roja Ruth Zurbriggen, integrante de la colectiva feminista La Revuelta. Desde el día del parto la chica estuvo bajo tratamiento psiquiátrico y tuvo varios intentos de suicidio. Hoy también declaró en el juicio. Lo hizo a puertas cerradas y sin público en la sala.
Rodríguez Lastra no está imputado por negarse a interrumpir el aborto legal sino “porque una vez iniciado el proceso y consciente de que el embarazo era producto de una violación, que la joven víctima había ingerido medicación para interrumpir el proceso de gestación y que cumplía con todos los requisitos para acceder al protocolo de interrupción legal del embarazo, administró la medicación necesaria para detener el proceso”, informó el equipo de fiscales a través de la página del Ministerio Público de Río Negro.
“Este juicio es muy importante. Hay prácticas muy instaladas en temas de salud sexual reproductiva y no reproductiva de las mujeres y otras personas con capacidades de gestar. No sólo en casos de interrupciones legales de embarazos. Son prácticas naturalizadas de ejercicio del poder sobre la decisión de otres”, dijo Zurbriggen. “Los preceptos morales no pueden ser utilizados como herramienta para incumplir derechos garantizados”.
“Todo proceso judicial es pedagogía”, explicó Zurbriggen. “Acá existe la posibilidad de una pedagogía de la justicia, que muestre que no todo va a tolerarse sin intervención: no todo vale en el sistema de salud”.
El juicio será breve. Después de tres audiencias, el tribunal unipersonal integrado por juez Álvaro Meynet dará el veredicto. El médico enfrenta una posible condena de un mes a dos años de prisión e inhabilitación especial.
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“Cancionero de fútbol feminista” // Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista
La Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista compartió un “Cancionero de fútbol feminista” para alentar a la Selección Argentina de Fútbol Femenino que tiene que jugar el segundo partido del repechaje contra Panamá que va a meter a las pibas en el Mundial de Francia.
Porque las letras de hinchadas también tienen que ser repensadas y reescritas. Porque tenemos que cantar con nuestras voces nuestras historias y luchas. Porque apropiarse del fútbol es jugarlo, cantarlo y contarlo. Porque llegó #LaHoraDeAlentarlas, las pibas de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista armaron un “Cancionero de fútbol feminista”.
Cancionero Fútbol Feminista
Ritmo: Imposible – Callejeros
Todas las pibas queremos alentarlas
Asi esta selección puede llegar al mundial
Por eso para venir hasta aca nosotras dejamos la vida
Contra el patriarcado opresor
Vamos a demostar que somos muchas mas en Argentina
Por que ellas le ponen todo el corazón!
No solo salir campeonas del mundo es lo que imagino,
A las jugadoras disfrutando todos los partidos
Hoy te vinimo a alentar para ganar
Y todas juntas queremos estar
Y con todas juntas se va a caer!
***
Somos de la gloriosa banda de feministas
La que hizo el pañuelazo
La que banca a las piBas
A pesar de los machos
De la falta de entradas
Les copamo’ el estadio
Nos movemo’ en manada
Nos movemo’ en manada
***
Ohhhhh nosotra alentamooo
Ponga ovariooo
Que ganamoooo
***
Vamo las pibas
Ovario y vaya al frente
Esta es tu hinchada
Esta es tu gente
***
Desde pendeja yo quiero jugar
Y me persigue el patriarcado
No se dan cuenta ya van a entender
La pelota no tiene heteronorma
¡¡¡Vamo’ las pibas
Copando la canchita
Somos hermanas
Jugamos en manada!!!
***
AFA decime que se siente
Que te copemos Arsenal
Te juro que aunque pasen los años,
nunca nos vamos a olvidar
Que jugamos de local, por un pase al mundial
Chiqui Tapia las entradas donde están?
A Banini vas a ver
gambetear la Torre Eiffel
Yo te juro que pronto se va a caer!!!
***
Es sabido, es sabido,
con los genitales,
no se ganan los partidos
***
(ritmo marcha peronista)
Te lo dijimos mil veces
AFA por qué no entendés?
si nos sacan la pelota…
les tomamos el poder
que sea ley!
que sea ley!
***
Qué pasó barrabrava
que la hinchada está libre de machos
Qué pasó barrabrava
que al final eran todo unos fachos
Van pasando los años
Jugadores también dirigentes
Qué pasó con las pibas
Es lo que se pregunta la gente
Y las pibas te copamos la parada
Oh oh
En las calles, en las canchas y en las camas
Oh oh
Si tu fútbol lo cuida la Policía
Y Nuestro fútbol es alegría
es disidente, es feminista.
***
con los huesos de Grondona
con los huesos de Grondona
vamo´ a hacer una escalera
vamo´ a hacer una escalera
para que entre en las tribunas
esta hinchada abortera
ea ea ea
***
Olé olé
olé olá
olé olé
olé olá
le gambeteamos a la moral
me cago en Messi
que el aborto
sea legal
***
Selección hoy te vinimo a ver
Selección hoy no podés perder
esta hinchada siempre va alentar
donde juegues vas a ser local
te alentaré sin entradas
aunque a la AFA le duela
yo lo único que quiero es
a mi equipo campeón
y esta hinchada abortera
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Una nena de 11 años abusada pudo acceder a un aborto legal, pero para eso tuvo que recorrer casi 200 kilómetros desde Villa Dolores hasta la Maternidad Nacional en la ciudad de Córdoba, porque los centros de salud provinciales no garantizan el derecho.
La nena fue con su mamá a la salita de la zona por fuertes dolores abdominales. Los estudios demostraron que tenía un embarazo de 10 semanas. Entonces fue derivada al Hospital Regional de Villa Dolores para que pueda acceder a un aborto en un ambiente seguro y cuidado. Esa institución cuenta con los medios y los profesionales, quienes estaban dispuestos a realizar la práctica. Pero el Ministerio de Salud de la Provincia y el Portal de Belén la frenaron.
Desde 1921 en Argentina el aborto es legal por dos causales: en casos de violación o cuando está en riesgo la salud o la vida de la persona gestante. El fallo F.A.L, de 2012, estableció que todos los centros de salud públicos deben garantizar el derecho al aborto legal sin necesidad de una denuncia penal ni de la autorización de un juez.
Un año después de ese fallo, la Fundación Portal de Belén interpuso un amparo para que no se cumpla el protocolo nacional de interrupciones legales del embarazo. La Justicia de Córdoba suspendió la aplicación del protocolo y el fallo llegó hasta el Superior Tribunal de Justicia de la provincia, que todavía no resolvió la cuestión de fondo. Mientras tanto –y desde hace seis años- los hospitales públicos provinciales dejaron de practicar abortos legales.
En Cámara Gesell la nena contó que un amigo de su madre la abusaba mientras la cuidaba. El fiscal Sergio Cuello ordenó la detención del hombre de 54 años. La nena, sus dos hermanos y la mamá quedaron bajo la protección de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia.
La madre de la nena autorizó la práctica del aborto legal y el fiscal pidió que se conserve el embrión para un análisis de ADN. Pero ambas tuvieron que recorrer casi 200 kilómetros para acceder al derecho.
Desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto repudiaron “la obstaculización impuesta por el Ministerio de Salud de la Provincia y su negativa a la garantía de derecho para el acceso al aborto no punible, el cual se encuentra amparado por el Protocolo para la interrupción legal del embarazo (ILE) en todo el territorio nacional”, pero que sin embargo sigue frenado en la Justicia.
Consideraron “urgente” la necesidad de que “el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba se expida sobre el amparo y los procedimientos impuestos por el Portal de Belén para dilatar dicha sentencia” porque “no podemos seguir permitiendo una justicia que obligue a transitar embarazos no deseados a niñes y adolescentxs; así como tampoco nos parece justo obligar a personas que sigan poniendo en riesgo sus vidas porque el aborto clandestino continúa siendo posible en nuestro país”.
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