El cuerpo del trabajo.Tres escenas cartografiadas desde el paro feminista // Verónica Gago
Fuente: A contra corriente
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Llamo pedagogías de la crueldad a todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a
De lo posible se sabe demasiado: una introducción al Colectivo Situaciones // Facundo Abramovich y León Lewkowicz Todo el ruido
Tengo una hija de dos años y dos meses. En este momento estoy tratando de conseguir el arresto. Yo no
“Tenemos que abrir centros de aborto en cada calle. Que los heteros se esterilicen masivamente. ¿Siete mil millones de esta mierda de humanos? Hay que pararlo urgentemente”
–Fóllame irrumpió con una temática y una música muy disruptivas para la sociedad francesa de los años 90. ¿Por qué el aspecto político de la novela fue tan poco comentado y todo parece reducirse al sexo?
–Creo que es porque soy mujer. Cuando publiqué esta novela, yo era joven y a la crítica literaria no le parecía esperable que una mujer tuviera opinión política. Sobre todo, si no había pasado por la universidad. Por todo eso, fue un shock imaginar en aquel momento que estos pensamientos sobre el sexo podrían salir del cerebro de una chica. Era demasiado. También hay que considerar que la gran mayoría de las críticas y entrevistas fueron hechas por cerebros masculinos. Y he observado que cuando se trata de sexo, la luz desaparece de los cerebros de los machos. No quieren oír hablar de sus propias prácticas. Y aún menos verlas desde el punto de vista de una autora. Es por eso que el silencio de la prostituta es fundamental. De todos modos, cuando escribí el libro, yo no pensaba en el lado escandaloso o sexual. Estaba en ese momento muy centrada en una rabia proletaria, y muy consciente de lo que me pasaba. En Fóllame intento describir un mundo donde cuidarte es imposible porque la violencia económica y política te pesa demasiado y te come la imaginación hasta el punto en que la única respuesta posible es un baño de sangre y de nihilismo. Lo más difícil, tal como lo pienso en el libro, es asumir que no puedes tampoco cuidar a los que amas. Los ves caer uno detrás de otro. Y eso es lo que te hace perder la dignidad.
«Cuando publiqué esta novela, yo era joven y a la crítica literaria no le parecía esperable que una mujer tuviera opinión política. Sobre todo, si no había pasado por la universidad», dice Virginie Despentes.
–También su ensayo Teoría King Kong causó un enorme impacto. Era el año 2006 y la obra fue presentada como un “manifiesto del nuevo feminismo”. ¿Ese nuevo feminismo ya llegó?
–En la época de Teoría King Kong, se hablaba de la cuarta ola feminista. Supongo y espero que lo que llega hoy en día sea más un tsunami internacional que otra ola más. Y lo espero porque, si se tratara solamente de una ola, el backlash será fatal, mientras que un tsunami no dejaría nada de las viejas creencias, imposibilitando la venganza.
–En ese libro usted señalaba que los hombres también padecen el patriarcado. ¿Cómo es eso?
–Pues para empezar, trabajan para un orden patriarcal del que disfruta un determinado porcentaje de la población mientras que todos los demás son tratados como esclavos modernos. Los hombres se obsesionan con la autoridad y la autoridad no la tienen ellos: la tiene los grandes jefes de empresas o sus accionistas. Los hombres se someten a un orden que no es un orden justo y son capaces de morir para defender fronteras o valores que no son beneficiosos para ellos. Son los máximos tontos, se comen las migas de los poderosos y disfrutan en casa de una pequeña autoridad y de la posibilidad de la violencia doméstica. Eso no es una vida, es una sumisión absurda. Y por eso, por ser obedientes y cargar con lo que el patriarcado espera de ellos, aceptan mutilarse de la posibilidad de sentirse vulnerables, de la posibilidad de tener deseo propio. Es una lástima. Y lo siento mucho por ellos, que creen que luchan por sus propios intereses.
–A los 30 años dejó de beber y a los 35 abandonó la heterosexualidad para “transformarse en lesbiana”, según explicó. ¿Cuál de esas decisiones fue más difícil y qué resultado han tenido en su vida personal y profesional?
–Parar de beber es extremamente difícil. Abandonar la heterosexualidad es una fiesta. La ausencia de castigo en estos últimos diez años fue una fiesta deliciosa. Parar de beber es otro asunto, es un luto temible y una confrontación brutal contigo misma.
–¿El lesbianismo permite entender mejor el feminismo?
–El lesbianismo no te ayuda a entender mejor el feminismo, sino a ser feminista en la alegría. Lo veo mucho más difícil para las pobres heterosexuales que tienen que tener en cuenta sus propios problemas y además encargarse con toda la mierda de la masculinidad heterosexual, que es una catástrofe internacional extrema.
–¿Cómo es su vínculo con la maternidad?
–Afortunadamente no he tenido hijos. Ahora que tengo casi cincuenta años, me parece una catástrofe la experiencia de ser padres. Odio la estructura familiar. Odio el sentimiento de pertenencia que tienen los padres hacia sus niños. Odio la transferencia de neurosis de padres a hijos. Odio la manera en la que tener hijos te obliga a trabajar el doble para conseguir el dinero y tener una vida de mierda para mantenerlos porque nadie te ayuda para nada cuando eres padre. Y más que todo, odiaría tener ahora un adolescente en mi casa y decirle: “Este es el mundo en el que vas a vivir”. Es un mundo feísimo, brutal, absurdo, grotesco, violento, asesino. Es urgente que las mujeres y los hombres dejen de dar a luz. Y paradójicamente, nunca la idea de “ser padres” –y más específicamente de “ser madre”– fue tan glorificada. ¡Más de 7 mil millones de putos humanos! ¡Peor que las cucarachas! Agresivos, destructores, crueles. ¡Más de 7 mil millones! Y seguimos con la propaganda idiota de “qué maravilla dar a luz”. Qué horror.
–En su país, Francia, ha surgido un grupo de mujeres que publicaron un manifiesto en contra de algunas prácticas, como el escrache, y credos del movimiento MeToo: entre ellas, Catherine Deneuve y Catherine Millet. Ellas disienten en que toda mujer es, por definición, una víctima, y además alertan contra el puritanismo sexual que conllevan las denuncias de acoso. ¿Qué piensa sobre esas críticas?
–Lo más difícil para las francesas no fue la presencia en la lista de Catherine Deneuve y Catherine Millet: ahí estaba también la maravillosa Brigitte Lahaye, presentadora de radio y antigua actriz porno, y eso sí ha sido doloroso… No puedo decir que haya entendido muy bien el texto. Denuncian la sexofobia dentro del ámbito cultural y también que es más y más difícil escribir sobre pornografía o trabajar en películas con sexo explícito, fuera del gueto del porno. Sin embargo, no me pareció que las feministas tuvieran demasiado que ver con esta situación. Primero, lo analicé como algo propio de la clase alta. Eran todas mujeres heterosexuales, hijas y esposas de poderosos que venían a defender los derechos de los más poderosos y su derecho a abusar de sus poderes. Justo estamos en una época de Europa en la que los poderosos no soportan los límites. Al final creo que se trata también del temor. Estos hombres de clase alta piensan que merecen las más dóciles putas del mundo y así enseñan que tienen poder.
–Vivimos con la impresión de que impera una gran libertad sexual. Pero usted dice que “el problema es la sexofobia”. ¿A qué se refiere?
–Me refiero al hecho de que puedes vomitar tu odio en las redes sociales mientras no muestres una teta. Hay robots cazatetas… Como si fuera lo único capaz de poner en peligro el orden social. Tetas. Eso es sexofobia. Miedo irracional al cuerpo de la mujer y de la sexualización que conlleva. Me refiero al hecho de que miles de adolescentes han sufrido acoso online o en la vida real porque habían chupado una pija o se habían dejado grabar mientras cogían. Si hubiera una gran libertad sexual, seríamos incapaces en 2019 de llamar a una chica “puta” por tener deseos. Y sería impensable tratar mal a alguien porque le guste el sexo. La libertad sexual no puede pasar si no viene con una desestigmatización de la sexualidad de las calentonas, de las sinvergüenzas, de las que disfrutan de coger sin tener que justificarse con motivaciones románticas o reproductivas. No hemos salido de la sexofobia que ha caracterizado a los monoteísmos. Y no saldremos si no hacemos una revolución de género total, con la abolición de la idea misma de géneros.
–¿La joven que usted fue en sus comienzos literarios hubiera imaginado que se transformaría en miembro de la Academia Goncourt?
–No he sentido una metamorfosis radical cuando entré en ella. No me han invitado a formar parte del jurado para que cambiara lo que soy. Lo que me ha cambiado, y mucho, fue vender tantos libros con Apocalypse bebe y Vernon Subutex porque hace casi diez años que la cuestión del dinero se convirtió para mí en una no-cuestión. He comprado, el año pasado, el departamento en el que vivo. Convertirme en propietaria, esto sí me ha cambiado mucho. Me da una sensación de tranquilidad económica profunda, que cambia todo mi sistema de pensamiento aunque no puedo dejar de ver que los refugiados se mueren literalemente en la miseria a doscientos metros de mi casa y eso hace que no me sienta cómoda con esta posición de nueva proprietaria. No sé lo que la joven que fui habría pensado de Virginie Despentes… Las escritoras me parecían muy lejanas. Pero me acuerdo que me parecía muy gracioso leer el Hollywood de Bukowski, cuando el pobre hombre empezaba a pensar en invertir para no pagar impuestos. Y no me parecía mal. Porque sus libros no habían perdido el tono. Espero no perder mi tono tampoco.
–En un mundo fuertemente institucionalizado, usted desarrolló una formación sobre todo autodidacta. ¿No sirven la escuela/universidad en la actualidad?
–Sirven un montón, sí. Puedes hacerlo sin formación universitaria, pero te costará más. El trabajo de escritor pide disciplina, y ésta la aprendes en la universidad. Es genial pasar tu juventud en los bares escuchando punk rock y hardcore pero no te prepara para nada en lo que respecta al trabajo de la escritura. La formación universitaria también te prepara para ser juzgada todo el tiempo y soportarlo. Y te enseña a respetar las estructuras de la autoridad, y a tragar las injusticias sin gritar como una rabiosa. Todo esto he tenido que aprenderlo muy tarde, y me cuesta.
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“Abortar la justicia patriarcal”: Yeguada Latinoamericana irrumpió en sesión del Congreso con protesta a favor del aborto
Mientras se desarrollaba una sesión ordinaria en la Cámara Baja, la artista visual y de performance Cheril Linett irrumpió junto a la Yeguada Latinoamericana en el Congreso Nacional, ubicado en la región de Valparaíso.
Con un lienzo que rezaba “Abortistas”, las mujeres procedieron a mostrar sus colas de yeguas, ya parte fija del imaginario artístico de Linett.
En conversación con Radio ADN, Linett explicó que sacaron sus “colas de bestias mutantes, de yeguas” para manifestarse no solo a favor del aborto legal, seguro y gratuito, sino también para “abortar la justicia patriarcal, las decisiones que se están tomando adentro, que quieran decidir sobre nuestros cuerpos, y más encima, hombres”.
“La idea era hacerlo dentro del Congreso porque es un tema que se define ahí. Fuimos con un lienzo que decía abortistas, pero es un amplio sentido: desde aborto libre al sistema judicial. También abortar la idea de estos 9 abogados que están decidiendo por nosotras bajar la edad de consentimiento a los 12 años y otorgando grados sobre el delito de violación según la resistencia”.
A juicio de Linett, abortar el sistema patriarcal implica un rechazo hacia la estructura y hacia “quienes toman decisiones, que son hombres, y las toman en función de sus privilegios. Ese era el sentido de ir a hacer nuestra intervención ahí”.
La artista aseguró que, al momento de ser desalojadas por funcionarias de Carabineros que llegaron con “mantas” a taparlas durante su intervención, una de las uniformadas les dijo: “Esto no es un cabaret”.
Rodrigo Ruiz es antropólogo e integrante de Territorios en Red (TER) y parte del Gabinete político de la Alcaldía de
Lector de Nietzsche y heredero del mítico fundador del sindicalismo chileno, Clotario Blest, Luis Mesina es secretario general de la Confederación
Nos encontramos por primera vez con Carlos Aurelio Pérez Soto frente a la plaza Ñuñoa, un domingo caluroso, al caer
Elizabeth vivía en uno de los barrios más pobres de San Martín, el partido del conurbano donde más interrupciones legales de embarazo se practican. Un municipio que cuenta con un sistema de salud que prioriza la atención y el acompañamiento de mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad. Para Elizabeth, una mujer paraguaya de 34 años y madre de un adolescente, todo eso no fue suficiente: el lunes murió por un cuadro de infección generalizada por un aborto realizado con perejil, un método tan antiguo como riesgoso. “El sistema de salud no alcanza para ellas. La clandestinidad, el desamparo y la soledad matan”, explicó a Cosecha Roja la médica Patricia Rosemberg, responsable del área de Maternidad e Infancia de San Antonio de Areco.
En el primer semestre del año en los 20 centros de salud municipales del partido de San Martín se practicaron 256 interrupciones legales de embarazos: alrededor de 80 se hicieron en José León Suárez, a unas pocas cuadras de donde vivía Elizabeth. El mapa sanitario del municipio se completa con un hospital municipal y dos provinciales: el Evita y el Belgrano, donde acudió Elizabeth cuando el aborto incompleto se transformó en un cuadro grave de septicemia. El aborto con perejil tiene grandes probabilidades de infección que pueden derivar en un shock séptico: “La posibilidad de muerte es altísima”, explicó Rosemberg.
El mismo día que Elizabeth murió en una camilla de terapia intensiva del hospital provincial de Pacheco, una mujer de Presidente Derqui falleció en el hospital Sanguinetti de Pilar por otro aborto incompleto. R. tenía treinta años. Había quedado internada el miércoles 8 de agosto, el mismo día que el Senado comenzó a debatir el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo que finalmente rechazó.
Las muertes de Elizabeth y R. se dieron en un contexto de marginalidad, soledad y clandestinidad. “Para muchas mujeres el mensaje del Senado fue: ‘eso que están haciendo es ilegal’, explicó Rosenberg. Al miedo a ir presa se le sumó el peso de la condena social. “El rechazo de la ley instaló un retroceso no solo en la legalización del aborto, sino incluso en los abortos no punibles que se realizaban”, explicó a Cosecha Roja Ornella Tinnirello, integrante de La Hoguera, un espacio de consejerías feministas en salud sexual integral y violencias del Frente de Mujeres del Movimiento Evita.
“Esto tiene que ver con el giro conservador de nuestra sociedad”, explicó Tinnirello. Al miedo a la cárcel y a una posible condena social se suma la persecución de los grupos antiaborto y un retroceso en el cumplimiento de derechos adquiridos: muchos médicos que garantizaban el acceso a una interrupción voluntaria del embarazo ahora sienten que tienen el aval estatal para negarse. “En ese contexto el sistema de salud se vuelve expulsivo”, explicó Tinnirello.
La Hoguera no solo brinda acompañamiento en casos de embarazos no deseados. La consejería feminista también incluye asesoramiento en métodos de cuidado, en el trabajo en torno al goce y al placer y en el armado de grupos feministas que se transforman en espacios de contención para las mujeres.
“Estas muertes son una demostración clara de que no alcanza con el trabajo de las organizaciones en los barrios, la voluntad política de un municipio y de los médicos y médicas garantes de derechos si no existe una normativa que complemente la normativa actual”, explicó.
Tras las muertes de Elizabeth y R. sus familias prefirieron tramitar el dolor en la intimidad. Pidieron que no se difundan sus nombres ni otros datos que permitan ser identificadas. El miedo a la condena social. La soledad y clandestinidad trascienden incluso a la muerte.
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“Abortar la justicia patriarcal”: Yeguada Latinoamericana irrumpió en sesión del Congreso con protesta a favor del aborto Mientras se desarrollaba
Tuvieron que pasar 30 años de militancia feminista para que Diana Maffía llegara a ver un sueño hecho realidad: cuadras repletas de pañuelos verdes y el debate de la Interrupción Voluntaria del Embarazo impuesto en los medios, en la calle y en el Poder Legislativo. Ya celebra el momento histórico, porque asegura que “hay algo que no vuelve atrás, una convicción de ciudadanía que construimos de forma colectiva, una afirmación de cada persona gestante acerca de su derecho”. Para ella, lo que antes era una utopía, hoy son los vientos de época protagonizados por “diversos feminismos populares y la irrupción generacional de feministas muy jóvenes, que le han puesto otras características al movimiento”.
Maffía es Doctora en Filosofía y Directora del Observatorio de Género en la Justicia, que depende del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Es docente de grado y posgrado en universidades nacionales e internacionales y fundó la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología. Como legisladora porteña por el ARI, entre el 2007 y el 2011, convocó a Lohana Berkins para ser parte de su gabinete, lo que convirtió a la referente del movimiento LGBT+ en la primera travesti con un cargo en el Estado.
Su camino en el feminismo está ligado a su trabajo en materia de Derechos Humanos y denunció el machismo en los organismos que los promovieron desde la última dictadura cívica, eclesiástica y militar: “Cuando se desarrolló el Juicio a la Junta, por ejemplo, no se permitió que las mujeres testimoniaran sobre los delitos sexuales en los campos de concentración, como si fueran parte de una cuestión privada e individual y no colectiva y pública”. Y añadió que “ahora hay un surgimiento de una memoria individual y colectiva de mujeres, que nos revela muchísimas violencias que no habían sido consideradas violaciones a los Derechos Humanos”.
En esta entrevista con Revista Zoom, analizó el debate parlamentario, el rol del Gobierno nacional en el avance del proyecto de ley y lo que llama “el florecer del feminismo”.
Las niñas eternas
“Le temen a que la mujer pueda abortar sin alegar razones, sin dar explicaciones a un tercero, porque hay una enorme desconfianza sobre la autonomía y la racionalidad de las mujeres”, reflexionó Maffía después de seguir de cerca las audiencias públicas y los debates en Diputados y Senadores. “(El Estado) no nos considera sujetos de derecho y, por lo tanto, piensa que, si se nos da un aborto a libre demanda y sin causales que puedan evaluar ellos, nuestra decisión va a ser arbitraria y no basada en razones”, agregó. El problema, según su análisis, está en la “tutela paternalista” del Estado, que “infantiliza a las mujeres, nos considera menores de edad perpetuas. El proyecto de ley va a garantizar la autonomía de la mujer, que es el verdadero problema político; y no el aborto en sí, que va a seguir existiendo con o sin Ley”.
En el año 2012, cuando acompañó la lucha por la sanción de la Ley de Identidad de Género (26.743), advirtió un problema similar: antes, el cambio de género era asignado luego de un peritaje psiquiátrico. A menudo, a las personas transexuales o transgénero se las evaluaba enfermas, bajo la etiqueta de “disforia de género”. “El género se determinaba en tercera persona, era una decisión del sistema médico avalada por la Justicia. Además, en este caso, el ´desajuste´ era patologizado. Con la Ley, la única autoridad sobre género pasó a ser la persona misma”, explicó. Y arremetió: “Si las mujeres fuésemos plenas ciudadanas, debería pasar lo mismo y deberíamos tener el derecho a decidir”.
Sin embargo, la filósofa advirtió que el Estado no debería permanecer ausente o indiferente en lo que respecta a la planificación familiar, sino que la tarea pasaría por redefinir su rol. “El Estado debe responder a la demanda y amparar los planes de vida posibles. Si una mujer decide tener un hijo, el Estado debe garantizar un parto humanizado, la atención del embarazo, del puerperio, de la lactancia y todo lo que corresponde a la gestación. Y si decide no tenerlo, debe garantiza el acceso al aborto legal y gratuito y a la provisión de anticonceptivos. La decisión de qué plan seguir corresponde a la persona gestante”.
Cabeza a cabeza en el Senado
A grandes rasgos, las posturas en el Senado se dividieron en cuatro: los indecisos; los llamados “verde claro”, que son los que apoyaron el proyecto de ley pero con modificaciones; los que estában a favor del texto tal como había llegado desde Diputados y aquellos que estuvieron en contra.
De todas formas, Diana Maffía se siente victoriosa. Está convencida de que el debate que se implantó a nivel social es irreversible y que la futura presentación será debatida en otros términos y con un movimiento feminista muy nutrido. “El Monseñor Angeleli decía que tenía un oído en la Biblia y otro en el pueblo. Tomo sus palabras y reformulo: los legisladores tienen que tener un oído en la Constitución y en los Derechos Humanos y el otro, en el pueblo. No pueden tener un oído en la Biblia, porque esto es inapropiado en un país laico”, opinó.
La doctora considera que hubo un “tratamiento indebido del contenido de la ley” en las audiencias públicas y que el plazo para limitar la práctica del aborto –que en el dictamen presentado intentó bajarse de 14 a 12 semanas- no tiene sentido. “El Código Penal, que tiene 100 años y fue redactado por hombres exclusivamente, no impone plazos, sino que sólo habla de cuáles son las motivaciones por las cuales se pueden practicar abortos no punibles. Y es razonable, porque el plazo cambia a medida que avanza la tecnología. Hasta hace 15 o 20 años, a los 6 meses y medio, el embrión tenía sobrevida fuera del vientre materno. Actualmente, la tiene a los 5 meses y medio. De la misma manera avanza la neonatología y la tecnología de la fecundación in vitro”.
Además, consideró que el Gobierno nacional tuvo un rol fundamental al habilitar el debate parlamentario, a pesar de que sus principales funcionarios estén en contra y de que la vice-presidenta Gabriela Michetti, que preside la Cámara de Senadores, rechaza el proyecto. “Casi todos los avances que logramos las mujeres, como el Voto Femenino o la Paridad de Género en listas, fueron avances oportunistas de diferentes gobiernos. Este también lo es, pero el derecho se adquiere igual. Durante 8 años en un Gobierno presuntamente progresista y a cargo de una mujer, no lo logramos”, denunció la filósofa.
La primavera feminista
“Yo creo que el feminismo floreció. Eso es lo que se vio en las vigilias”, aseguró Maffía. Consideró que un factor central en el crecimiento de las organizaciones feministas fue la conformación de diversos modos de activismos o “feminismos populares”, a menudo ligados a organizaciones sociales y políticas que abarcan muchas demandas y no sólo las relacionadas al género. “No hay sólo un movimiento académico, de profesionales que leyeron 18 libros y entonces se recibieron de feministas”, aclara.
Consultada sobre la participación masiva de la juventud, aseguró que el feminismo vive una “irrupción generacional” y que las feministas jóvenes trajeron nuevas características al movimiento, como el activismo corporal, la puesta en la calle, la performatividad y, sobre todo, el rol central de las redes sociales y las nuevas formas de comunicar la política.
“El desarrollo de esa juventud feminista no depende de quienes venimos militando hace años, sino que es totalmente autónomo, tiene una nueva dinámica. Es un resultado tan inesperado después de tanto tiempo. Es como si se hubiera plantado una semilla que tardó mucho en florecer y que, de golpe, florece con todo. Permite que las de mi generación nos retiremos en paz. Me maravilla y, para mí, es una expansión del corazón”, concluyó.
Aldana Huilén Ceijas // Revista Zoom
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Cómo y quiénes en medio de las guerras “ponen el cuerpo”; cómo esto se ha dado bajo el faro zapatista
En medio de la preocupación por la amenaza de cumplimiento del desalojo de la toma de Guernica surgió la posibilidad
Ayer todo fue una gran metáfora de algo que se escapaba de nuestras manos. La lluvia, el frío y el viento. Había que habitar el tiempo en la calle, mientras en el Senado se votaba por sí o por no, a nuestra Ley de aborto, legal, seguro y gratuito. Las pantallas de los bares que funcionaron de refugio, devolvían la imagen muda de quienes tienen en su poder darnos permiso para abortar. La oscuridad de la noche alimentó aún más la escena épica y significó el paso de este tiempo lento y difícil de poblar. Ya desde la tarde corría entre nosotras una verdad: estábamos perdiendo. Usamos gritos de guerra, cantos, humor, abrazos, bizcochuelos, vino, porro, paraguas, bolsas de nylon, glitter, capas y capas de abrigos, para mantenernos calientes y palear la tristeza de lo que se sentía como una derrota inevitable. Algo que se sentía como otra vez un montón de hombres, que nada saben de nosotras, decidiendo nuestro destino. Bajo la lluvia y el viento, bunkers de plástico, madera y cartón, terminaban de desmoronarse, se lavaban las pintadas de la calle, se mojaba la leña para el fuego, como si algo mayor a nuestras fuerzas y nuestras ganas insistiera en borrar nuestra palabra, nuestro dibujo, nuestro color verde, que pide la presencia del Estado y con ella su permiso y acompañamiento en este proceso enorme, largo y doloroso, en el que miles de nosotras inscribimos nuestro tiempo y nuestro cuerpo: el proceso de abortar.
En los discursos de los senadores, las palabras, mayor desnudez de la existencia humana, dejaron en evidencia sus intenciones: nos quieren mujeres heterosexuales y madres, funcionales a un sistema capitalista y patriarcal. Un senador, en su argumentación para su “no”, dijo que nunca esta ley podría iluminar algo tan oscuro como el aborto, entonces ¿Para qué? Somos lo que está a oscuras, lo imposible de iluminar. Lo inmoral, lo negro y lo pobre. Esta era una ley para las pobres. Lo somos y por eso nos dijeron que no, no nos dan el visto bueno, no nos aceptan. Somos un gasto para la salud pública y una verguenza para las familias. Por asesinas nos prefieren hundidas en la clandestinidad, en la noche sin esterilizar, infectadas de soledad y negación. No merecemos ser reconocidas, ni cuidadas, ni nombradas. No merecemos vivir con amor ni ser lloradas si morimos.
Sin embargo, quiero dar aviso que nosotras las aborteras somos todas y cada una de nosotras madres. Hemos demostrado en este tiempo, que todas nosotras somos las mejores madres. Maternamos una ley, maternamos la amistad, maternamos el calor, maternamos las ideas frescas, el deseo y el pensamiento. Maternamos alimentarnos con polenta y guisos de lentejas, abrigarnos en la noche, celebrar nuestros logros. Maternamos el cuerpo desconocido, lo extraño, lo que históricamente fue señalado con el dedo como lo imposible de iluminar. Maternamos la libertad sexual, el cuidado, el amor, lo comunitario, lo colectivo, lo cooperativo, lo sororo, lo animal, lo divertido, lo negro, lo pobre, lo gordo, lo lesbiano, lo trans, lo que no tiene manera de ser nombrado. El encuentro, la siesta, el campo, el fútbol, la ciudad, los viajes. Nos hemos maternado a nosotras mismas ante el odio y el rechazo por ser estas aborteras que somos. El odio de la sociedad, de la escuela, de los hospitales, de las iglesias y de nuestras familias que, por defender sus estructuras, nos castigaron y entregaron a los lugares oscuros imposibles de iluminar. Ahí en secreto nos maternamos y aprendimos a vivir sin que nadie nos de permiso. Pero ahora es un tiempo distinto. Estamos habitando el tiempo, poblando el tiempo, derrumbando el tiempo. Obligando a que nos vean: felices, libres, amadas, sueltas, musicales, alimentadas. Este tiempo es nuestro. Es el tiempo de abortar lo que no queremos maternar y no necesitamos permiso para eso. Abortamos al patriarcado, a la heteronorma, al capitalismo y al machismo. Abortamos nuestros lugares reservados en la cocina, a nuestros hijes no deseados, a nuestros padres golpeadores, a nuestras madres depresivas, a nuestros abusadores, a nuestros cuerpos obligados a verse flacos, blancos, ricos, femeninos. Abortamos lo impuesto. Al lugar oscuro que reservaron para nosotras y nos mantuvo como enemigas y desconocidas. Esta Ley que gestamos y maternamos ayer bajo la lluvia, el frío y el sentimiento de derrota ya trajo luz. Y no existe manera de oscurecer lo que ya fue iluminado. Esta ley que es nuestra, va a salir, sino fue hoy será mañana. Su fruto ya está entre nosotras y lo estamos disfrutando.
Mariela Gouiric // Emergentes
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“Tenemos que abrir centros de aborto en cada calle. Que los heteros se esterilicen masivamente. ¿Siete mil millones de esta
“Abortar la justicia patriarcal”: Yeguada Latinoamericana irrumpió en sesión del Congreso con protesta a favor del aborto Mientras se desarrollaba
Día histórico. Por primera vez este año el proyecto de ley de la Campaña obtuvo estado parlamentario en lo que fue su séptima presentación que entró al Congreso con setenta firmas. Las expectativas eran grandes. Sin embargo se sabía: el escenario del Senado sería más hostil que el de Diputados. Y las tensiones previas al 8 iban expresando el clima de lo que sería la sesión. Rumores que fueron y vinieron de adelanto del horario de inicio y finalización que tenían como objetivo desmovilizar la masiva convocatoria que ya se preveía. Las placas rojas de Crónica anticipaban una imagen de lo que pudo leerse en la jornada: “Las pibas contra el Medioevo”, decían. Y lo que hubo fue eso: un abismo entre el recinto y la calle.
Mientras los argumentos adentro del recinto se iban volviendo más rancios con el pasar del tiempo, afuera la calle se volvía más fiesta y multitud. Así, la distancia entre un espacio y otro se hacía más notoria. La postura en contra del proyecto de la senadora nacional por Catamarca del bloque Argentina Federal, Inés Blas, le valió el cargo como titular de la Banca de la Mujer, que lo puso a disposición. En su intervención sostuvo: “La interrupción del embarazo termina abruptamente con la posibilidad de una vida en desarrollo”. A su turno, el senador de Cambiemos Esteban Bullrich, dijo que “el aborto es un fracaso de la sociedad” y explicó: “La vida es lo que hace que estemos hoy acá. Sin vida no hay Constitución Nacional, sanción de leyes ni lucha de géneros porque siempre es requisito para todo”.
Cuando le tocó exponer, el senador salteño del bloque justicialista, Rodolfo Urtubey manifestó su voto en contra al proyecto y cuando quiso defender su postura en relación a la despenalización por causales señaló que “hay algunos en que la violación no tiene esa configuración clásica de la violencia sobre la mujer, sino que a veces la violación es un acto no voluntario con una persona que tiene una inferioridad absoluta de poder frente al abusador, por ejemplo en el abuso intrafamiliar”. La senadora mendocina del Frente Para la Victoria, Anabel Fernández Sagasti le salió al cruce cuando le tocó hablar y el senador de Cambiemos, Federico Pinedo, a su momento, salió a defenderlo.
Mientras, las calles se colmaban. Durante la mañana, cientos de micros llegaron hasta Cerrito y Avenida de Mayo desde distintas partes del país. En los escenarios organizados por la Campaña, la música en vivo fue la protagonista y en las carpas, los debates y las charlas.
Y afuera del Congreso, la ola verde parecía subir con la lluvia. Como una marea revolucionada. Organizaciones sociales, colectivos artísticos, movimientos estudiantiles, referentxs políticos jóvenes de la región latinoamericana, grupos de pibas de secundarios con las banderas del colegio agitaron desde temprano lo que se quiso contener desde distintos sectores: la calle en movimiento. Y sostuvieron durante más de quince horas el foco ahí.
“El saldo es sumamente positivo más allá de la responsabilidad de los senadores que se vienen pronunciando en contra de este derecho. Somos conscientes de que estos senadores van a sufrir el escarmiento en las próximas elecciones. Un puñado de treintipico de senadores no pueden decidir sobre la vida de más de veinte millones de mujeres de nuestro país. Negar este derecho y este reclamo popular significa un retroceso en términos de lo que la sociedad está demandando. La marea verde los va a pasar por encima más temprano que tarde. Es un derecho que vamos a conquistar”, dijo la coordinadora nacional de Mumalá, Raquel Vivanco mucho antes de que comenzara la votación.
A las 21.30, cuando se leían algunas intenciones de desmovilizar, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito convocó a una conferencia de prensa en el Hotel Castelar. “Hemos sufrido operaciones durante todo el día para desalentar la movilización, pero vamos a seguir en la calle”, advirtieron. La abogada e histórica referente de la Campaña, Nelly Minyersky pidió el micrófono y aseguró: “Nosotras ganamos, somos millones en las calles y si los senadores votan en contra de la ley, seremos nosotras las que pasaremos a la historia”.
En simultáneo, la Campaña tuvo que salir a pedir la permanencia en la calle frente a las palabras de la vicepresidenta Gabriela Michetti, que sugirió apurar las exposiciones para cumplir con un pedido del Ministerio de Seguridad de terminar el debate a las 22: “Tanto el Ministerio de Seguridad como nuestras autoridades de seguridad nos están pidiendo desde hoy temprano que terminemos antes de las 10 de la noche porque las fuerzas de seguridad se ven con mayor dificultad después”.
“Tenemos años de lucha y movilización pacífica y hoy no va a ser la excepción”, aseguraron desde la Campaña en la conferencia. “Estamos haciendo historia”, terminaron gritando todas juntas, con antifaces verdes de glitter. Llevaron esa misma frase verde en sus buzos negros durante todo el día.
Después de que terminara la lista de oradorxs, fue el turno de los cierres de lxs jefes de bloque que tuvieron media hora cada unx para realizar su exposición. Allí hablaron Maurice Closs, María Cristina Fiore, María Magdalena Odarda, Pino Solanas, Adolfo Rodriguez Saa, Cristina Fernández de Kirchner, Miguel Angel Pichetto y Silvia del Rosario Elías de Pérez. Tanto Pino Solanas como la ex presidenta escucharon los números de la calle. “Yo no quiero una juventud con pánico, una juventud con miedo a lo que viene”, dijo el senador de Proyecto Sur y agregó: “Sea cual fuera el resultado de esta noche, hoy no es una derrota. Es un triunfo monumental, porque hemos logrado instalar el debate de una causa que estaba prohibido.” Al comienzo de su intervención, Solanas había cruzado a Michetti por no dejar entrar a Norita Cortiñas a la sesión.
Minutos después de la una de la mañana fue el turno de la jefa del bloque del Frente para la Victoria que señaló: “Fue mi hija. No, no fue mi hija. Fueron las miles de pibas en las calles”. En su discurso mencionó al movimiento feminista. “Tenemos que entender, y sobre todo en mi movimiento político, que vamos a tener que incorporar la cuestión feminista”, dijo. /Nac Pop Fem/ fue lo que empezó a circular en redes ni bien terminó de decirlo la ex mandataria.
Luego hablaron Pichetto, Elías de Pérez y Naidenoff. Finalmente, Michetti dio luz verde para que comience la votación. Y al ver los resultados en la pantalla se escuchó un: “Vamos todavía!” desde el micrófono de la vicepresidenta que había quedado abierto, como le suele suceder.
Eran cerca de las tres de la mañana, y lo que quedaba en la retina era -una vez más- que las calles y el Senado no votaron lo mismo: la calle votó aborto legal, en el recinto votaron aborto clandestino.
Analía Fernández Fuks // La tinta
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“Tenemos que abrir centros de aborto en cada calle. Que los heteros se esterilicen masivamente. ¿Siete mil millones de esta
“Abortar la justicia patriarcal”: Yeguada Latinoamericana irrumpió en sesión del Congreso con protesta a favor del aborto Mientras se desarrollaba
De lo ortiba no se vuelve porque ya es tarde, porque nacen así. Cómo es tarde para llamar al obispo y festejar juntos, porque monseñor duerme y no hay que molestarlo. Es tarde para entender a todas las pibas del mundo y tambien es tarde en Marbella donde vive la hija de la senadora que ya ni le habla, ni la escucha, ni la respeta. Es tarde para palabras, lágrimas y arrepentimientos. Es tarde, muy tarde para que el senador se haga cargo de manera feliz que le gusta por la cola.
También es tarde para dirigentes que usan el pañuelo verde como coartada, para viejos panelistas que hablan desde hace tanto, para marchar desde San Cayetano con Papa incluido al frente, para hablar en nombre de las pobres y de Francisco a la vez. Es tarde para la selfie con los dedos en V, para la mezquindad militante, para esa bandera roja que no deja ver el palco, para las esposas ocupando en las listas lugares ganados por otras.
Y como es tarde, todo se llena de amanecidas, de ranchadas, escabio, abrazos, discusiones y canciones. Es tarde porque el orgullo piba es un orgullo nuevo, intenso y gediento. Un orgullo construido ahora que están juntas en aulas, jodas, segundeos y plazas. En deambulares eternos donde esquivar giles es la única consigna válida de noche tarde.
Y es tarde, pero recién ahora, a esta hora, cuando los choferes los llevan a su casa en el medio de la noche, cuando se cruzan a miles de pibas empapadas, manijas y ni un poquito derrotadas, ahora se dan cuenta que ganando la votación y ganando la que ganan ya no ganan nada. Que solo pueden caminar sin agachar la cabeza en iglesias vacías, en cenas caretas, en clínicas privadas, en lugares sin pibas. Lo vivo las rechaza, el agite no es de ellos, la ética los vomita. Porque saben muy bien que las pibitas les recabieron y que nunca más van a poder mirarlas a los ojos.
Los pibes, las pibas, los guachines por los que ya nadie pregunta, las nenitas que lo único que quieren es
Valeriano escribe sin marca. Sin las marcas de la identidad o perfil establecido para alguien que escribe -sin la marca
El apocalipsis de Valeriano es una fiesta. Es el momento donde se juegan las posibilidades para activar las fibras del cuerpo desobediente
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“Tenemos que abrir centros de aborto en cada calle. Que los heteros se esterilicen masivamente. ¿Siete mil millones de esta
«En un sentido, ver cosas es ocioso. Es necesario que un proyecto o una pregunta nos ligue a ellas». La
Sentado en La Tarzán, achina los ojos para poder ver la tele que está arriba de la puerta. El zócalo de Crónica anticipa que la ley no sale y se le dibuja una sonrisa rara, tan rara que casi no reconoce ese gesto en su rostro. Siente alivio, un alivio ortiba, esclavo, un alivio anti. Rezonga para adentro porque igual esto ya se fue a la mierda, pero algo es algo. Respira profundo y vuelve a decir en voz baja: algo es algo. No es hipócrita ni tiene doble moral, el aborto le importa poco, solo que le gustan las cosas como eran antes. Cuando era más joven, cuando todavía trabajaba en los ferrocarriles, cuando podía volver de noche sin miedo. Cuando lo respetaban.
Falta la noche entera para que sea la votación y durante todo el día se cansó de ver pibas con pañuelos verdes en las paradas del bondi, en el tren, en la tele. Pibas manija que ponen como punto de encuentro la peatonal o la seca, pibas que ve ahora por la ventana, pibas que se abrazan. Piensa en esas pibas y se ríe. Casi sin saber bien porqué, le encanta el pijazo que se van a comer. Desea que las cosas vuelvan a ser como antes, poder vivir tranquilo, que nadie lo joda, porque ya lo jodieron mucho. Desea que aprendan que no se puede conseguir todo y que ahora se calmen un poco.También desea que, si no se calman, la policía les haga pegar un buen susto para calmarlas. Pero solo un susto, eh, nada grave. Si fuera por él ya se los habría dado, pero ahora por cualquier cosa te arman causa.
Tres pibas entran y piden una cerveza. Las mira con desdén, codea al que tiene al lado y le pregunta si también tendrán las bombachitas verdes. Se ríe solo y fuerte. Las pibas hacen mundo, se sacan una foto, suben una historia, invaden toda La Tarzán con sus risas. Hablan fuerte, hablan de ranchar en el Congreso, hablan de la noche eterna, de amor, amanecer y libertad. Hablan sin decirlo explícitamente de una marea verde que se lo está llevando puesto a él.
Del desdén al odio en un solo movimiento. Un odio enorme, furioso, un odio que es un fuego de solo escucharlas. Un odio que no tuvo cuando lo echaron de los ferrocarriles, ni cuando lo lastimaron todo para robarle el remis, ni cuando se fue Martha con Micaela y nunca más las vio. Un odio nuevo. Se pone de pie, vaso en alto como para brindar y les grita: Se van a tener que meter el pañuelito verde en el orto ahora que no sale la ley esa. Ni tiempo para el silencio incómodo hay. Las pibas lo empiezan a agitar de manera tal que él solo quiere irse. Lo filman, le gritan, lo humillan, lo deliran tanto que casi da lástima. Entre risas agarran sus cosas para irse, orgullosas y bien piolas encaran para la puerta y sin que nadie les pregunte nada, sin que nadie pueda nada, la de pelo violeta le dice al mozo que la cerveza la paga el viejo ortiba, ese que está parado ahí.
Los pibes, las pibas, los guachines por los que ya nadie pregunta, las nenitas que lo único que quieren es
Valeriano escribe sin marca. Sin las marcas de la identidad o perfil establecido para alguien que escribe -sin la marca
El apocalipsis de Valeriano es una fiesta. Es el momento donde se juegan las posibilidades para activar las fibras del cuerpo desobediente
«Este magma subterráneo va más allá del momento y continúa tras el clímax para incubar otras verdades, otros razonamientos, que son los que van a terminar eclosionando en la esfera de lo público, una vez concluida la fase del apaciguamiento. Y este proceso ya está comenzando»
Silvia Rivera Cusicanqui, a propósito del poder destituyente,
«Un mundo Ch’ixi es posible», ed. Tinta Limón
#Operaciónaraña, por las vías de subte, hace eco a la evidencia de la alianza entre todo lo que no se aguanta más: la represión policial en la lucha de los subtes por las metrodelegadas, la clandestinidad obligatoria para abortar que denuncia la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto desde décadas, y los gritos, asambleas, marchas, y paros de mujeres contra los femicidios y las violencias económicas agitados por Ni Una Menos. Hacer temblar la red de subterráneos, agitando cada línea como un filón nervioso, afectivo y político de nuestra cuerpa colectiva. #Operaciónaraña se vuelve también herramienta sismográfica para percibir las conexiones existentes entre las injusticias y violencias del patriarcado en cada estación, para trazar las redes que habitamos, arañas que cruzamos nuestras telas.
De entrada, en su llamado, pone patas para arriba las superficialidades y profundidades, lo visible y lo oscuridad de lo subterráneo: volver más visible la conexión entre las luchas metiéndose en la oscuridad bajo la tierra; hacer de las luchas sindicales, de las sexualidades, de los modos de informar-nos, de la escucha-afirmación de nuestros deseos, tantos modos transversales de lo político, asumiendo que “mezclamos todo”. Sí, mezclamos todo, porque todo está entramado. Y es solo afilando nuestras percepciones a esas evidencias de mezcla que no confunde, que no homogeneiza, que podemos imprimir otros trayectos, inventar otras «líneas de errancias”, que desvíen de las marcadas por imperativos que ya muchas, muchos, muches no aguantamos. Y aprender juntas a trazar esas “líneas de errancia”, que trazaba F. Deligny, lo arácnido en nuestras vidas, la red que marca todo gesto, también es afirmar un devenir arácnido de nuestros modos de decisiones como modo de lo político, tejer en el medio de la lucha por la legalización del aborto.
Arácnido, es nuestro modo de tomar decisiones.
Con la lucha por la legalización del aborto, los modos de tomar decisiones mismos reconocen sus trayectorias otras, complejas, atravesadas por muchos aspectos heterogéneos: cuando decimos “Nosotras decidimos” sabemos que esa decisión se espesa con las texturas de nuestras experiencias, y del compartir de las experiencias de todas, todos, todes como formación de lo político. Por eso, frente al reproche de que tomamos esa decisión de abortar demasiado livianamente, no contestamos, culposas, reconociendo que sí es cierto, es grave, es una decisión dramáticamente profunda. No, porque sabemos que en la alternativa liviandad superficial versus dramatismo profundo impuesta por una moral transcendental no caben nuestras redes de araña. Si lo volvemos una fiesta, es por un paciente tejido con el que le ganamos al miedo de la clandestinidad, y afirmamos que nuestras decisiones vitales no estarán marcadas por la repartición entre liviano y profundo marcada por una moral de la culpa. No, ni liviandad, ni dramatismo; asumimos lo espeso de modos de decisión: decisión-lío, decisión-enmarañada, y decisión en red.
Una decisión donde se mezclan los deseos, los imaginarios, los soportes económicos, las lecturas del contexto de nuestras vidas, las alianzas que nos fortalecen o no en ese momento. No, no es una decisión liviana, pero no tiene por qué ser gravemente profunda. Que las profundidades y superficialidades, que los graves y agudos, que los rápidos o lentos, queden librados de la clandestinidad que confina hasta hoy el aborto en Argentina, e inventen otra “lógica del sentido”, es decir otra lógica de los sentidos, de las sensaciones y de las significaciones que marcan y hacen a un mundo. Lógica de tela de araña.
Ni necesariamente dramaticamente profundas, ni superlivianas “decerebradas”; porque sabemos que lo dramático viene en gran parte de la clandestinidad y la culpa que pesa sobre nuestras decisiones por un lado; y porque afirmamos que tomamos nuestras decisiones no solo con el cerebro, sino en otra red de cuerpo-pensamiento: pensamiento “chuyma”, por ejemplo, corazón, pulmón, hígado como recuerda Silvia Rivera Cusicanqui. Entonces es toda la idea de “decidir” que se encuentra desplazada de su raciocino reflexivo y deliberativo de un sujeto moderno modelo sin cuerpo, o que legisla sobre el. Nuestras decisiones situadas en ese andar chuyma, que se tejen con los hilos en presencia, desde los más tangibles de las condiciones económicas que nos rodean en la misma tela que los más finos de lo que aprendemos en el camino que son los del deseo y de la esperanza también de cambiarlo todo, nos atravesan enteramente, de pie a cabeza. Pensar a lo largo del camino junto con mover esa trama compleja, dónde no podemos separar los deseos de nuestras corporeidades, de nuestras imaginaciones, de nuestras reflexiones, ni nuestros gestos de nuestros conceptos. Así, más que buscar nuevxs autorxs, nuevas teorías que calzarían, hacemos guisos de lecturas, escuchas y palabras ensayadas en los últimos meses. Las citas encontradas circulan como condimento nuevo, se vuelven alimentos para las cocinas y alientos para las luchas, pero no un.a autor.a que sea LA teoría nueva. En las últimas semanas, a lo largo de tantas escuchas de las discusiones inevitables en todas las clases, de los debates en senado o diputados, de las voces de las generaciones que la pelean desde hace rato por esto y también en otras partes del mundo, se esbozó en muchas conversaciones una trama de que podemos partir de la complejidad de una trama de decisión para pelear por la legalización del aborto.
Escuchamos y gritamos las frases de las generaciones de feministas que nos preceden, “yo decido sobre mi cuerpo”, “mi cuerpo es un campo de batalla”, sintiendo la fuerza imprescindible de las que vinieron antes, de poner los pies en huellas que volvemos a trazar haciendo memoria. Repetimos como mantra estas frases, y las agujereamos con preguntas ¿“qué es este yo que dice “mi” cuerpo? ¿Qué gesto inaugura este “sobre” mi cuerpo? ¿Qué brecha sensorial e imaginativa abre decir “nuestras cuerpas”? Y ¿qué gestos inventamos hoy destituyentes de este “yo decido” sin ceder nada a nuestra libertad de decidir? Porque sabemos que agujerear no es necesariamente fragilizar, sino escuchar-haciendo, hacer-escuchando y desplazarnos en el camino. No decidimos tal vez tanto “sobre” “nuestros” cuerpos porque sospechamos de esta posición por sobre el cuerpo y de la idea de poseer un cuerpo, pero sí afirmamos, trazamos, avanzamos decisiones libres desde-con nuestros cuerpos-sensaciones-imaginaciones-condiciones de vida-alianzas del momento-deseos vivos-miedos que arden-esperanzas que atraviesan un momento/movimiento… Y esa paradoja es la paradoja misma de una decisión que es libre tal vez, no porque pertenece a un super sujeto bien autónomo-racional, enteramente sumergido en la profundidad de su re-flexión por sobre “su” cuerpo, sino que se sabe entramada, en red, y que desde esa complejidad, se traza un gesto propio. Esa decisión también está hecha de búsqueda, de descubrimiento, de disfrute: Educación sexual para descubrir, anticonceptivos para disfrutar, #AbortoLegal para decidir.
Complejidad ni necesariamente dramáticamente profunda, ni absolutamente liviana, la de abortar, pero ¡exactamente como la decisión de tener un hijx! Sí, ¿qué se creen? ¿Que no es también un lío decidir tener hijxs o no en este mundo? Cortando zanahoria para el guiso del 13J a la noche, o en las clases siguientes de los viernes en CIA, a la vuelta del Congreso, avanzamos con esta idea: decidir tener un.a hijx ¡también es un lío! Tampoco es una decisión pura y limpiamente de un yo autoritario “sobre” “su cuerpo”. Cortábamos verduras y conversábamos de cómo la decisión de parir había sido para cada una allí un gesto complejo, lleno de preguntas y deseos y sensaciones y proyecciones y mandatos y miedos, pero también de cierta libertad de reírnos de nosotras mismas en el trayecto. Y que peleando por el aborto peleamos por una decisión “en red” de tener y no tener hijxs, por modos “en red” de tenerlxs, y también por trazar ahora nuevos gestos de crianza.
Saber que están las redes nos permite hacer arder nuestros miedos también, las socorristas en red, primero, que cada vez más gente conoce, hasta esa red arácnida subterránea que se agita para entrar al 8A, en red. Situar lo arácnido de nuestras decisiones en las redes que tejemos en las que nos sentimos amparadas cada vez más para nuestras decisiones-líos, en nuestras respiraciones entre gritos, que agujerean con preguntas los lemas que nos fortalecen.
Decidir en las redes en las que estamos, en lo arácnido de la vida, es tomarse el tiempo-espacio de escuchar nuestros gestos, por más urgentes y fulgurantes que puedan ser. Es tejer con una e-videncia que surge a veces sin que la podamos explicar del todo, la evidencia de que es el momento, o no, para tener hijx, ahora, más tarde, o nunca. Hacer de eso que no podemos explicar del todo también un espacio de libertad para nuestras decisiones.
Cuando desde sus experiencias en las redes de resistencia en el maquis y de ocupación de pueblos abandonados con chicxs autistas después de la liberación, Fernand Deligny afirma: “Ningún querer [vouloir] en lo arácnido. Y en todo gesto del querer [vouloir], puede encontrarse lo arácnido, a condición de que se lo busque”, habilita gestos, modos de hacer y vivir que escapan al “yo quiero” voluntario y racional como vivibles. De tanto trazar las “líneas de errancia” de esxs chicxs, presencia de lo arácnido en sus trayectos, con un lápiz en un papel, aprendió a reconocer lo arácnido en cada uno de nuestros gestos. No es tanto que oponga la voluntad del yo quiero a lo arácnido absolutamente involutario, sino que busca la red en cada gesto del querer, y las errancias que se pliegan y despliegan en nuestros gestos, actos, decisiones. Volverse sismógrafx de esas redes de araña con la que actuamos. Desde su “vida en red”, elaboró herramientas no quedarse solo con el sobrevuelo de una voluntad “por sobre” las cosas (y los cuerpos puestos entre ellas), sino apelar y afirmar el trazo de lo arácnido en los gestos, en el actuar.
La #operación araña hace temblar desde el subsuelo la trama que pone en red las luchas en los hospitales con las en el subte, la lucha en la salud pública con la creación de medios otros de información, la defensa e inventiva de la educación sexual integral con las trayectorias de lucha por los derechos humanos que son como nervios que atraviesan gran parte de la sociedad argentina que supo hacer de la memoria un arma para la justicia (por eso tan fuertemente atacada por el gobierno). Sí, mezclamos todo, porque la tela está y la recorremos para aprenderla e inventar otras líneas de errancia. En ese andar arácnido, a carcajadas y a gritos, escuchando y llorando, masticamos decisiones ni profundas ni superficiales, sino espesas y entramadas, gestos atravesados por redes de arañas y encontrando la libertad en su trazar. El aborto será ley. “Nosotras decidimos”, en red, política de arañas tejedoras.
Llamo pedagogías de la crueldad a todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a
Cómo y quiénes en medio de las guerras “ponen el cuerpo”; cómo esto se ha dado bajo el faro zapatista
Días atrás, 4 militantes feministas que viven en el Barrio Cano de la ciudad de Mendoza fueron brutalmente agredidas y amenazadas de muerte. Los amedrentamientos, basados en argumentos xenófobos y machistas, provienen de sus propias vecinas del edificio. Los hechos no son aislados, se inscriben en una ola de violencia desatada por los sectores más conservadores de la sociedad contra los avances del movimiento feminista
En el Barrio Cano, ubicado en la sexta sección de la ciudad de Mendoza, se desarrolla desde hace 5 años una iniciativa de economía solidaria con perspectiva de género: la Feria Ameri Cano que todos los sábados se instala en la plaza del barrio, agrupando a cientos de mujeres feriantes. Alicia Maldonado forma parte de esta iniciativa desde sus inicios, siendo una de las impulsoras de la organización. Al respecto, nos cuenta “La feria se ha ido transformando. Surgió primero como un grupo de amigas que se juntaban a vender la ropa que ya no usaban. Empezamos siendo 4, despúes 12, ahora somos 300. Y la organización se ha ido redefiniendo, transformando a medida que como cuerpo colectivo nos hemos ido pensando, enfrentando distintos proyectos e iniciativas que sentíamos necesarias para ir creciendo como espacio. Y hoy día hemos llegado a identificarnos como una organización feminista de base territorial, donde hay una gran diversidad de pensamiento con respecto a distintas cuestiones como la cuestión del aborto, los partidos, pero nos unimos a partir de una economía social donde implementamos prácticas que se podrían considerar como no neoliberales. Además es un espacio de articulación y de redes que sobrepasan lo meramente económico y en ese espacio ocurren una serie de procesos que habilitan otros procesos que tienen que ver con la contención que se da a mujeres que son víctimas de violencia de género, violencia institucional, laboral. Y a lo largo de este tiempo, hemos desarrollado distintas iniciativas que tienen que ver con talleres de capacitación, de género, otras iniciativas comunitarias como ciclos de cine, ciclos de debates, hasta milongas no misóginas; es decir, todas las actividades que surgen de allí siempre se abordan desde una perspectiva de género que más que identificarnos con un feminismo en particular, entendiendo que hay muchos feminismos, lo que hacemos es implementar una práctica feminista; deconstruir las lógicas patriarcales para organizarnos en el territorio”.
Alicia es chilena y vive en el Barrio Cano hace 11 años. Fruto del proceso de organización de la Feria, ella y otras vecinas se organizaron a través de un sistema de delegadas por monoblock y ganaron las elecciones del consorcio del barrio, luego de 20 años de que no se celebraran comicios. El pasado viernes 29 de junio, Alicia y dos militantes feministas fueron fueron brutalmente agredidas y amenazadas de muerte. Los amedrentamientos, basados en argumentos xenófobos y machistas, provienen de sus propias vecinas del edificio. Relata Alicia: “He estado recibiendo hostigamientos por parte de ellas hace muchísimo tiempo por mi nacionalidad, porque le molestan mis prácticas, mi cotidianidad que no tiene nada que ver con las prácticas que por ahí se esperan de una mujer de mi edad, de mi nacionalidad. Esa bronca acumulada llevó a que ese día 29, una de ellas me golpeara la puerta a patadas, gritándome: ‘chilena, puta, abortera, usurpadora’ con mucho odio, mucha bronca; haciendo alusión sobre todo a que soy chilena y soy puta. Esa es la causa principal por la que ella considera que yo merecía ser golpeada. Luego de eso, llamé a mis compañeras, inmediatamente se acercó un grupo de vecinas del barrio, fui a la comisaría a poner la denuncia. Ella [la agresora] va con otra vecina, que son las dos Pro Vida, que están con la bandera argentina en la ventana, con el cartel Provida y permanentemente hostigándome por mi condición de extranjera. Allí en el hall central de la comisaría, agrede a otra compañera, trata de ahorcarla. Cuando terminamos de poner la denuncia, estas personas se habían arrimado a denunciarme a mí y a mi hijo de que nosotros supuestamente le habíamos pegado. Y cuando estábamos afuera ya dispuestas a volvernos a nuestra casa, estas personas me toman afuera de la comisaría, me agarran a patadas en el suelo. Cuando las dos compañeras que estaban conmigo trataron de sacarla, también las golpea a ellas. La policía las saca de encima de mí, supuestamente la habían detenido. El fiscal se había comprometido a sacar medidas de protección, esas cosas nunca ocurrieron. Personalmente siento que la policía avala todo ese tipo de acciones porque nosotras desde la Feria le pusimos una denuncia a la fiscalía, debido a que de manera sistemática no toma, no recoge las denuncias por violencia de género. Hemos tenido el caso de muchas compañeras que han ido sangrando a poner la denuncia, debido a los golpes que les han dado sus parejas, y se niegan a tomar las denuncias. Es un accionar sistemático”.
Realizadas las denuncias pertinentes en la Comisaría Sexta, la solidaridad se hizo presente. Llegaron integrantes de la Campaña Nacional contra la Violencia hacia las mujeres, Ñañacay, Altallama, Feministas Autónomas, La Colectiva, entre otras . Una de las agresoras quedó presa pero fue liberada horas más tarde.
El sábado 30 se realizó una convocatoria en el marco de la Feria Ameri Cano, en la que se expusieron los hechos y tomaron la palabra distintas mujeres pensando colectivamente la situación, formas de protección y autodefensa. Sin embargo, esa tarde las amenazas continuaron por parte de una de las mismas agresoras. Esta vez fueron dirigidas a Natalia Peña, activa militante feminista que vive en el mismo edificio que Alicia Maldonado. Expresa Natalia “A nosotras nos agredieron y nos dijeron que nos iban a matar, nos amenazaron con prendernos fuego la casa, nos dijeron que ‘las feministas éramos picudas en ciertos lugares y en otros no podíamos hacer nada’. Lo que pensamos de estas amenazas y esta violencia es que se está poniendo en juego un orden establecido en el que nosotras como feministas estamos avanzando. Y eso se está sintiendo, se está viendo y llega a todos los sectores. Y tienen reacciones, son pequeñas acciones de grupos no organizados, pero que en verdad tejen lazos espontáneos, son como microfacismos resistiendo. Hay resistencias a un cambio de orden, y las feministas estamos avanzando en eso. Y no sólo avanzamos como movimiento, también avanzamos en nuestras prácticas, en nuestra condición de mujeres, de vivir solas, de ser feministas; las prácticas de todos los días representan una amenaza en muchos sentidos. Por eso creemos que no han sido violencias espontáneas, sino que tienen que ver con un fuerte origen en el odio a todo lo que no responde, un odio a nuestro avance como feministas en muchos sentidos y que en la coyuntura se está sintiendo ese avance. No es menor el tratado de la despenalización del aborto, la cantidad de compañeras que empiezan a sacar sus situaciones de violencia a la luz, no es menor que cada vez hayan más organizaciones feministas en los barrios. Eso se empieza a sentir, y las respuestas, las reacciones, las resistencias también. Y eso es justamente lo que estamos viviendo nosotras en nuestros cuerpos en este momento. Creemos que tiene que ver con una persecusión política muy ligada al sentido común, no es una persecusión política organizada”.
Como medida preventiva momentánea para resguardar sus vidas, las militantes agredidas debieron retirar algunas pertenencias y dormir en otras casas. Ayer domingo 1 de julio se realizó una nueva reunión entre vecines y organizaciones sociales con el objetivo de definir las próximas acciones. Se acordó realizar un festival contra todas las formas de violencia, denunciar la “inoperancia” y la sistemática violencia institucional por parte de la Comisaría sexta y la Oficina Fiscal N° 2 e implementar sistemas comunitarios de comunicación y protección. Finalizada la reunión, todes les asistentes compañaron a las vecinas agredidas a sus departamentos a buscar ropa y abrigo hasta que puedan regresar a sus hogares. La jornada finalizó sin incidentes de ningún tipo.
Hechos como este no son aislados, se inscriben en una ola de violencia desatada por los sectores más conservadores de la sociedad contra los avances del movimiento feminista por una vida sin patriarcado. Recordemos los amedrentamientos en Ciudad y provincia de Buenos Aires contra mujeres y jóvenes que portaban su pañuelo verde, perpetrados en plena vía pública o medios de transporte. En la Provincia de Mendoza, además de lo sucedido en el Barrio Cano, el sábado 23 de junio una joven fue perseguida varias cuadras por el centro del Departamento de Godoy Cruz. Luego de refugiarse en un local comercial, quienes la acechaban la cruzaron en plena vía pública siendo violentada por llevar su pañuelo de la Campaña. El 12 de junio había sido robada una bolsa con 500 pañuelos verdes que se encontraron luego en un basural. Al día siguiente, durante la fría vigilia por la media sanción de la Cámara de Diputados al proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, las mujeres fueron amedrentadas con una amenaza de bomba en la carpa que habían levantado en la Plaza Independencia. La policía realizó requisas y desalojó el lugar, pero las manifestantes regresaron y continuaron resistiendo junto a millones en todo el país.
Sin dudas, esta “nueva caza de Brujas” se encuentra con una fuerza colectiva que construye herramientas de cuidado y protección que permiten seguir avanzando en las reivindicaciones históricas del movimiento de mujeres que hoy está haciendo historia. Sin dudas, como se escucha en las calles y plazas, “si tocan a una, respondemos todas”.
http://www.anred.org/
Llamo pedagogías de la crueldad a todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a
Texto publicado el 02 de noviembre de 2020 La discusión sobre si es legítimo criticar al gobierno o hay que
Resumimos las impactantes novedades reveladas por el Equipo de Investigación Política (Edipo), sobre los dueños del terreno desalojado. Una genealogía
Mueran por coger, ahora, en este momento, por abrir las piernas, por querer gozar, por acabar jugoso. Mueran en los hospitales inmundos, mueran en las guardias, mueran mientras el médico duerme, mientras alguien reza, mientras los senadores oportunistas ven que hacen.
Mueran por ser guachines, por no ser nenes, por ser irreverentes, por mal educados, por arrogantes, por plantarse en el aula frente al autoritarismo, por no aceptar ninguna gilada más, por no dejarse educar. Que mueran solos en el rancho devorado por el fuego, por una bala perdida, porque el agua tapo todo, que mueran mientras la trabajadora social está en el juzgado haciendo el expediente.
Mueran por pibas, porque nos dan miedo, porque desarman las pobres existencias, porque hacen vida cada vez, porque nos re cabio. Mueran mientras el patrullero no llega, mientras los cagones que postean militancia agachan la cabeza por la noche, mientras una amiga grita sola, mientras los ortivas festejan.
Mueran por travas, por estar ahí cuando llevo a mi hijo a la escuela, por la imagen que nos devuelven, por la falopa que les compramos, por la fantasía que nos despiertan. Que mueran por venir de tan lejos, por dejar todo atrás, por ser una vergüenza en la familia, por no pedir perdón.
Mueran por enemigos, por pibes, por romper la noche, por llevar el fierro en la cintura, por tomársela toda, por devolver la crueldad tal cual es. Mueran en el calabozo, total todos lo sabemos, mueran en un patrullero total igual dormimos. Que mueran, total no es el primero de los hermanos que pierde, total las lágrimas de madre ya están tatuadas de antes.
Que mueran los gedes, las negras que piden, los locos, las turras que solo quieren divertirse, los que cagan a piedrazos el tren, las que esperan alguna oportunidad, los que matan sin preguntar, las putas viejas de colectora, los que no entienden de tu solidaridad, las que faltan a los talleres y se quedan fumando en el campito. Que se mueran por voraces y descanseras, por estar de fiesta un martes y no dejarnos dormir, por reflejar la vida como un espejo peposo y cínico, un espejo manija que nos hace parecer bastante a eso que decimos enfrentar.
Foto: Colectivo Manifiesto
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Los pibes, las pibas, los guachines por los que ya nadie pregunta, las nenitas que lo único que quieren es
Valeriano escribe sin marca. Sin las marcas de la identidad o perfil establecido para alguien que escribe -sin la marca
“En mi guardia los abortos se harán sin anestesia”, publicó en su muro de Facebook un anestesiólogo del Hospital de la Madre y el Niño de la provincia de La Rioja, el pasado viernes 15 de junio. Solo había pasado un día luego de que la Cámara de Diputados diera media sanción al proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, tras un largo debate parlamentario acompañado por miles de personas en los alrededores del Congreso. El repudiable comentario – festejado también por varias personas –se difundió rápidamente en las redes sociales, logrando que el caso llegara a oídos del Ministerio de Salud riojano que, horas después, expresó su rechazo y resolvió su despido, además de dejar en clara su posición contra toda clase de violencia obstétrica y a favor de los derechos de género.
“El Ministerio de Salud, a través del Hospital de la Madre y el Niño, repudió los dichos expresados por un médico anestesista de dicha institución habiendo resuelto desafectarlo de manera inmediata y elevar comunicación a la Asociación de Anestesia de la provincia, al Consejo de Médicos y al Colegio Médico de la provincia”, dice el comunicado. “Como referentes de la salud pública, garantizamos el derecho a la salud de todas las mujeres de nuestra Provincia, que acudan a los hospitales públicos y centros de salud”, concluye. Este no fue el único caso que tuvo repercusión en las redes sociales: con pocas horas de diferencia respecto del primer comentario, otro médico de La Rioja perteneciente al Hospital regional Dr. Enrique Vera Barros publicó también en Facebook: “#CuentenComingo (Para reventarle la cabeza a palos así aprenden a ponerse un forro. Las envuelvo en celofán..)”.
Estos tampoco se trataron de episodios aislados: en los últimos días, fue constante la presencia en redes sociales de comentarios y actos violentos por parte de quienes enarbolan la bandera de “las dos vidas” hacia mujeres que defienden la legalización del aborto y hacia todas aquellas que optarían por interrumpir su embarazo. También tuvieron repercusión los dichos que circularon en Twitter en referencia al trágico episodio que terminó con la vida del hijo y la esposa del senador de Formosa, Luis Naidenoff. Al haberse expresado a favor del proyecto de ley, fueron varios quienes publicaron repudiables frases como “justicia divina”. Las amenazas de muerte, violación y las más crueles formas de violencia demuestran que, lejos de querer salvaguardar la vida, lo que desata la ira del núcleo más duro del machismo es que las mujeres reivindiquen la libertad sobre sus cuerpos, fuera de los límites marcados por la cultura patriarcal.
Apoyados en la idea de maternidad como mandato, estos discursos forman parte de la reacción misógina ante la autonomía que reclaman las mujeres, en este caso en las dimensiones sexual y reproductiva, y buscan disciplinar y someter a quienes se atreven a desafiar el sistema establecido. Se trata también de un patrón visible en el último tiempo: las luchas feministas y la reafirmación de las identidades disidentes han suscitado toda clase de episodios agresivos por parte de quienes no aceptan la diversidad y continúan viendo a las mujeres como objetos que deben amoldarse a normas inamovibles. Así surgen, por ejemplo, las amenazas de las denominadas “violaciones correctivas” que, como hemos mencionado en La Primera Piedra, son comunes para todas aquellas que se atrevan a alzar la voz o desafiar el “orden”.
Pero además, las reacciones mencionadas de los profesionales de la salud ponen en evidencia una cara de la violencia machista muy común a la hora de hablar de los derechos reproductivos: la maternidad no sólo como una obligación, sino también como algo que se transita con dolor. Frases como “si te gustó lo dulce, ahora aguantate lo amargo”, que continúan siendo una agresión común durante el parto – de acuerdo a los registros del Observatorio de Violencia Obstétrica llevado adelante por la agrupación Las Casildas -, implican una condena que la mujer recibe por el placer sexual, y que es la misma que los sectores machistas ponen en quien decide abortar.
Tanto uno como otro caso – la violencia durante el parto y el rechazo a la interrupción legal del embarazo – hablan de un control sobre los cuerpos de las mujeres y de su libertad sexual, reservada para el varón. De esta manera, se anula la voluntad y la capacidad decisoria: una vez más, la mujer es cosificada para que responda a los mandatos tradicionalmente asignados por la cultura. Así, no solo se ponen en juego ciertas formas legítimas de ocupar el espacio público, sino también de comportarse en el ámbito privado, donde el deseo continúa siendo estigmatizado.
Que miles de mujeres organizadas exijan soberanía sobre sus cuerpos rompiendo con uno de los tabúes más arraigados en nuestra sociedad implica un cambio crucial en el denominado “sentido común” y eso es algo que molesta. Es marcar un límite a la vergüenza y a la culpa como mecanismos centrales en una relación de poder en la que las mujeres fueron históricamente oprimidas. Es, también, desnaturalizar la violencia con la que se intenta someter a todas aquellas que reclaman por su autonomía, que probaron tejer redes inquebrantables.
Laura Verdile para La Primera Piedra.
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En las calles transformamos la manera de pensar, hacer y comprender lo político. En ellas elaboramos nuestros dolores y conflictos a la vez que instituimos otras formas de estar entre nosotras y problematizar nuestras existencias. Juntas componemos imágenes que ensanchan y tensionan los límites y sentidos de la política. Imágenes que en sus despliegues vuelven como olas que hacen crecer cada vez más la marea.
La representación política y las instituciones no son para nosotras puntos de llegada, sino partes del paisaje que nuestra fuerza desborda, cuestiona y condiciona. ¡Nos tienen miedo porque no tenemos miedo! cantamos alrededor del fuego que hicimos arder sobre el asfalto con la alegría y la certeza de saber que ahí queríamos estar. ¡Y ahora que estamos juntas, y ahora que si nos ven! Después de tanto tiempo estamos saliendo de los encierros de nuestras casas, rompiendo los cercos que todas las violencias producen en nuestras vidas, para componer un feminismo capaz de cobijar las múltiples disidencias y rebeldías.
No intenten confundir, ni catalogar, ni encuadrar y muchos menos banalizar nuestras insurgencias porque acarreamos dolores desde tiempos remotos y tenemos la certeza de que no hay vuelta atrás. El feminismo popular no encuentra sus razones en las gestas mezquinas ni en los rituales de la realpolitik que reduce las potencias plebeyas a meras capturas y urnas. Porque pasaron muchos años, figuras, promesas, partidos, y plataformas electorales pero nuestras vidas siguen siendo territorios de los cuales otros se creen dueños. Y hoy decimos basta. Y para quienes nos preguntan por el salto al “poder real”, les contestamos: ¿Acaso hay algo más poderoso que estar entre nosotras luchando por la autonomía de nuestros cuerpos? ¿Qué es el poder sino la posibilidad del desarme constante de sus mecanismos concretos?
La revuelta festiva callejera es un caldero donde arden los mandatos que nos ordenan como debemos vivir a la vez que entre sus llamas se originan las fuerzas de las vidas que si queremos abrazar. Las calles nunca son las mismas, porque van tomando las formas de nuestras revueltas. Hoy las calles son nuestras. En ellas nos acuerpamos ante el desamparo de la acumulación capitalista, patriarcal y neoliberal. Nos auto-cuidamos. Improvisamos nuestros repertorios de canticos y frases. Estampamos en las telas y remeras las consignas como mantras. Nos maquillamos con brillantinas y colores. Cocinamos altos guisos. Armamos fuegos para repararnos del frio. Conversamos. Nos reímos. Soñamos. Nos abrazamos y bailamos. Agitamos la furia que mutamos en deseos. Hacemos del estar entre nosotras una fiesta. Una gran casa de afectos. Así, ponemos en acto otros modos de vivir. ¿Acaso es otra cosa la revolución?
*activista feminista
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Las palabras se amontonan, se atropellan, se empujan para salir todas juntas, por todas partes. No podemos pensar en otra cosa y lo queremos decir todo pero se quedan un rato en la garganta, ahí donde nace un llanto o un grito de alegría. Todas las palabras escuchadas en los últimos días, en las calles, en las casas y en nuestras fogatas de anoche. Las palabras que nos urgen decir para contar-nos lo que está pasando, palabras que hacen remolinos entre nosotras en la confusión de nuestra mente-emoción-cuerpa de una noche juntas sin sueño.
Pasó la ley, bah, casi. Media sanción en la cámara de diputados, y es una sensación de victoria, pero las sensaciones y los pensamientos desbordan la ley por todos lados. Es mucho más que la ley de aborto legal sancionada por el congreso, es una victoria de disfrutes y descubrimientos colectivos, de otras maneras de estar y relacionarnos, de todo lo que podemos hacer, juntas, de hacer política. Ayer no fue una noche de promesas ajenas, ni siquiera de espera del resultado como si fuera un partido de futbol. Muchas nos olvidamos de a largo rato de los debates adentro, estábamos haciendo ahí, rondas, guisos, fuego, cantos, intuyendo que estábamos haciendo historia y política.
Quedó bastante en evidencia cierto desfasaje entre lo que pasaba adentro, y lo que viene pasando y sigue pasando afuera. El Congreso quedó como epifenómeno (por muy importante para garantizar cada vez más formas libres y gratuitas de abortar, y que pudimos presionar sin ninguna duda desde las calles) de una ola mucho más grande, desbordante, y que continuará. Un desfasaje que pasa por las formas de tomar la palabra: escuchás a presidentas de centros de estudiantes de secundarios, como Ofelia Fernandez, y queda claro que articulan sus palabras y pensamientos de una manera mil veces más audible y políticamente elaborada que muchxs de lxs diputadxs adentro. Esta es una cuestión de política, hay una disputa por formas de hacer política, de fabricar a mano la autorización y capacidad entrelazada de decidir nuestras vidas, de mover nuestras cuerpas en direcciones deseantes y deseadas. Hacer política como elaboración de nuevas posiciones-imaginarios, conquista de nuevas condiciones materiales-inmateriales para abortar sin riesgo y sin miedo, de otros modos de decidir desde, con y entre nuestras vidas. La ocupación-fiesta-aquelarre dejó muy en claro que las olas feministas de estos tiempos, que se inscriben en olas de otras generaciones tenidas de verde, vienen tramando modos de hacer política, y de cambiarlo todo, de una contundencia extremadamente contrastantes con lo vacíos y absurdos que sonaban los argumentos de ciertxs diputadxs, pero también con la construcción de los posicionamientos individuales hasta último momento como en una suerte de lotería, como si no se tratara de nuestras vidas concretas.
Asimismo, los debates que se dieron en los medios y el recinto del parlamento se dieron muchas veces -en contra de la ley, pero a veces también a favor- en un plano (los enredos pseudo teóricos sobre la vida, sobre el ser que no es pero tiene derecho, las confusiones tremendas entre vidas, humanxs, embriones… ni hablar de los ejemplos animales de los perritos en adopción, las aberraciones lógicas del tipo, dicho con tono de indignación algo así como: “vamos a atropellar los derechos de una persona que no solo nunca existió sino que nunca va a existir!!”, o reflexiones atrasadas del estilo “qué bueno que no haya tantas mujeres aquí quiere decir que están en su casa cuidando a su familia”…) que tocaba muy poco el plano de discusión de los feminismos múltiples que estampan y circulan los pañuelos verdes. Un plano de lo que pasaba en el recinto, y sobretodo su presentación mediática, que resulta bastante desconectado del plano de discusión que se da en las calles, en las clases, en las asambleas, en las redacciones de los diferentes proyectos a lo largo de décadas, donde se van acumulando relatos de experiencias concretas, espesores de las decisiones complejas y de los acompañamientos cuidadosos que se supieron inventar. Quedó expuesta esa desconexión de los términos de las presentaciones de muchxs diputadxs. Y junto con esa desconexión expuesta de la farsa, de las diferencias de espesor de los sentidos, de enraizamiento colectivo de las posiciones y de modos elaborados de toma de decisión, una enorme presión real ejercida desde la calle, ocupación-aquelarre, que hizo de esas 24 horas la culminación de un cambio histórico.
En el escenario principal de la Campaña Para el Aborto montado sobre Callao ayer, la primera voz que tomó el micrófono asumió: “estamos llorando y riendo al mismo tiempo”. En la plaza que sigue hoy de fiesta, chicxs de secundarios siguen riéndose a los gritos de: “abortototo, abortototo”, “con misoprostol, o con intervención, de la forma que sea es mi decisión”. Está en juego, junto a la legalización, las vías de desdramatización del aborto, porque el drama es ante todo fruto de la prohibición y culpabilización.
¿Y el miedo? ¡QUE ARDA!
Eso gritamos anoche alrededor del fuego, porque que pasara o no la ley, estabamos desde hace rato haciendo arder nuestros miedos. Por ejemplo, saliendo a marchar contra los femicidios forjando desde 2015 Ni Una Menos como contraseña de lucha y de cuidado. Hacer arder nuestros miedos es un poco diferente de pretender que nunca tenemos miedo. Es reconocer que a veces tenemos miedo pero que esos miedos conjurados juntas pueden producir nuevas maneras de vivir. Nuestros miedos se volvieron materia combustible, sensaciones y huellas concretas que tensan al mismo tiempo nuestras cuerpas y nuestros imaginarios y deseos; materiales palpables, experiencias susurradas o gritadas, juntadas en el camino como fuimos a juntar leña urbana, que nos juntan y con los que juntas podemos prender fogatas en nuestros aquelarres.
Quedó claro que el debate no era sobre la vida de un embrión o no, que la discusión se tenía que correr de un cortocircuito moral, a una discusión política. “Es que al final si te fijás bien, siempre nos terminan cagando a las mujeres” así puntúa una frase Lucila, a quien recién conozco volviendo a la plaza hoy jueves al mediodía. Con otra amiga, saliendo del subte en Alberti, me preguntan para qué lado queda el congreso. Les propongo ir juntas y conversamos en el camino. Está claro que el apoyo a la legalización del aborto subrayado por el pañuelo verde orgullosamente enarbolado, se enmarca para ella en una reversión de cada una de las situaciones que me describe en el que “al final”, “cagan a las mujeres”. En el trabajo, en la casa, en la iglesia. “Porque yo soy católica, ¡pero no boluda!” empieza, “es más, voy a la iglesia, me gusta cantar, todo eso del amor y de la paz, pero no soy pelotuda. Le digo al cura: fíjate que siempre nos terminan cagando a nosotras las mujeres.” La lucha por el aborto legal pone en juego el poder de decisión de maternidad o no maternidad, sí, pero se enmarca en un mapeo más amplio: dejen de “cagarnos siempre a nosotras”. Y ya que estaba, hoy para festejar Lucila rajó del trabajo: “Fui temprano, hice cosas rápidas y me fui, tengo un montón de cosas que hacer pero no me podía concentrar, tenía que venir acá.” Estamos en la misma…
Y sigue, riéndose: “El cura, que es mi profe, me dice que no tenga relación hasta el matrimonio, “¡llegaste tarde!” le contesto yo”. Entre llegar tarde y ser atrasado, solo un paso. Esas pibas, en cambio, no llegan para nada tarde, tampoco son exactamente vanguardias avanzadas, nos recuerdan a cada paso cierta evidencia de todo lo que ya cambió en el presente en el que caminamos. En los secundarios, varios tomados para la vigilia, presente desde temprano en la plaza el 13J nos recuerdan con cantos, pinturas, tirades en el piso o cantando un sinfín de canciones nuevas, que el presente ya cambió.
En particular, no toleran más que “lleguen tarde” alrededor de ellas, y opinen sobre sus vidas desde una posición atrasada. “Estoy en mi sexto año de secundaria, en el Pellegrini, y vi pasar en 2014 a una comisión de género que planteaba cosas que sonaban desmedidas y hoy conforman nuestro sentido común” dice Ofelia Fernández[1]. Lo que parecía desmesura es ahora la des-medida que acompasa nuestros pasos, el hybris de nuestro fuego común. “Si nos quieren sumisas, llegaron tarde, nos le queda otra que escucharnos” refuerza Ofelia.
El miedo que está ardiendo en nuestras fogatas, es también el miedo a decir que llegaron tarde, a hacerse escuchar. Quemamos también en nuestras fogatas el miedo a plantarnos y que se enojen, la idea precavida que mejor busquemos formas de no ocupar posición demasiado marcada, de no elevar la voz, para no crear conflicto. Un miedo que nos “termina cagando” como dice Lucila, por hacernos cargo de no hacer olas en una conversación, de ser medidas, templadas, razonables y comprensivas: “Anoche me re peleé con mi familia” me cuenta Lucila cuando estamos más cerca del Congreso; la otra chica, también estudiante, de Lanús, que la acompaña dice: “ah ¡yo también!”. Les pregunto: “¿pero suelen decirles lo que piensan así a su familia?”. “y… ellos se enojan… pero ahora yo les digo igual”. Y sigue “Es increíble lo que tienen en la cabeza. A la vez los entiendo, tuvieron una educación muy cuadrada, pero la novia de mi papá hoy me dijo: “y bueno, ¡ahora vayan a abortar felices!”. Pero ¿qué se imaginan? ¿que nos llamamos por teléfono y decimos, che, el sábado a la noche nos juntamos y nos hacemos un aborto?!” La risa deja en claro que la idea no les da miedo, en sí, solo que no es exactamente lo que tienen en mente. Lo que sí: no más callar, y desdramatizar el aborto.
El miedo que está ardiendo en nuestras fogatas, es el miedo a abortar. Porque sabemos que de alguna manera -y la ley viene a garantizarlo de alguna forma estatal, pero sabemos que tendremos que garantizarlo con nuestras prácticas y nuestras políticas feministas, así como armamos fuegos anoche- no abortaremos nunca más sola, culposa, escondida, y armaremos fuego cada vez que nos están por cagar. La conversación con Lucila comenzó así: designando el pañuelo verde, le pregunto “hace mucho que estás a favor del aborto? “Mirá, empezó hace 7 años. Soy de Hurlingham, vine acá siete años atrás acompañando a una amiga que había quedado embarazada a abortar. Ni sabíamos lo que era abortar. Y se lo hicieron, pero nos metieron una culpa! Que habíamos pecado, que era mal, todo culpa nuestra. Ahí dije, esto está mal. Nos están cagando.”
Quemamos en nuestros fuegos el miedo a abortar, girando alrededor invocando misoprostol, invocando a las Socorristas que comparten sus saberes-haceres y a todas las experiencias acumuladas y que queremos sacar a la luz, o por lo menos hacer circular como se nos den las ganas. “Arroz con leche, quiero abortar, en condiciones dignas en cualquier lugar, con misoprostol, con intervención, de la forma que sea es mi decisión” se escuchaba todavía hoy en la plaza después de la sanción de la ley. Sabemos que la ley no es todo, que a lo largo de estos fuegos, la alquimia de nuestros aquelarres transformó la materia miedo en goces y disfrutes. En estos meses, años, días y noches, se fueron ensanchando las direcciones del movimiento de legalización del aborto, por ejemplo la “educación sexual” es ”para decidir” pero también “para descubrir”; y os “anticonceptivos para no abortar” pero ante todo “para disfrutar.” La famosa disociación entre sexo y reproducción, eje histórico del feminismo, espesándose en este proceso.
La alquimia alcanza hasta alianzas aberrantes (seguramente inentendibles para el palco instalado anoche del otro lado de la plaza dónde, mientras prendíamos fuego, realizaban ecografía de embarazos de 14 semanas en vivo, en una puesta en escena dramática de la imaginería médica como culto de la reproducción): conversamos ayer cortando zanahoria y zapallo anco para el guiso de lentejas, de cómo la conquista de un aborto legal, seguro, gratuito, desdramatizado, nos encontraba al mismo tiempo cocinando otras maneras de maternar-partenar con el mismo fuego que el que viene quemando miedos y culpas.
En las alianzas que se tejieron juntando la leña de nuestros fuegos, lo que quemamos es también el miedo a hacernos otras cuerpas, y vivir otros deseos. Si #nosmueveeldeseo, es que perder miedo a abortar va de la mano con conquistar otras sexualidades, por hacerse otras cuerpas en nuestras cuerpas, que dejan de ser reguladas por la reproducción obligatoria. Llegamos a la plaza del Congreso con Lucila, siguen cruzándose gente que se va y otra que viene, muchxs pibes de secundario, cantando sin parar para festejar la aprobación de la ley finalmente votada. Festejamos la legalización del aborto y se escucha “Macri no es puto, es liberal, hacete cargo él es heterosexual”; “Ole Ole, ola ola, No soy amiga de tu mamá, somos lesbianas no paramos de garchar”. Así también, en nuestras fogatas y discusiones, la alquimia transformó el referente “mujeres” en “cuerpas gestantes”, porque la elaboración de nuestros modos de decidir si sí o no tener hijx y la conquista de poder hacerlo de todas las maneras que se nos den las ganas, supo desplazar una definición biológica y genérica de mujer, intentando tejer experiencias que se acumulan en un nosotras, un nosotres, sin apelar a un apriori identidades únicas.
¿Y el miedo? ¡Que arda!! ¿Y el miedo? ¡Que arda! ¿Y el miedo? ¡Que arda! No es que no tengamos nunca más ningún miedo; es que nos juntamos a quemarlos en el asfalto de la calle. Nuestros aquelarres son más de brujas artesanas que de grandes heroínas: aprendimos a prender fuego, juntas, juntes.
Hoy 14 de junio, son las 16h, y quedan grupos aislados de pibxs muy jóvenes, al lado de las vallas, que siguen cantando y saltando. Nadie se saca el pañuelo verde, ya es red perceptiva-afectiva de color en las calles. Levanto la mirada, la cúpula del congreso parece un poco más verde cada día, del verde acumulado en nuestros ojos.
[1] Texto completo Lobo Suelto
Fuente: A contra corriente [googlepdf url=»https://lobosuelto.com/wp-content/uploads/2019/05/document.pdf» download=»Download» ]
“Tenemos que abrir centros de aborto en cada calle. Que los heteros se esterilicen masivamente. ¿Siete mil millones de esta
“Abortar la justicia patriarcal”: Yeguada Latinoamericana irrumpió en sesión del Congreso con protesta a favor del aborto Mientras se desarrollaba
“FMI es aborto y aborto es FMI”, dijo la semana pasada el Padre José María Di Paola en su exposición en diputados. ¿Cuáles son las estrategias del Vaticano para intentar romper el consenso progresista con respecto a la necesidad del aborto legal, seguro y gratuito? Quien responde a Di Paola y a los argumentos que incluso tomó el Partido Justicialista es la antropóloga Rita Segato: “Tener en el cuerpo una sustancia no querida equivale a una violación de Estado”, dice.
Lo social es oscuro. ¿Qué o quién no lo es? Hace no tantos años, lo político era entrevisto, por los
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Los bebés de probeta –fertilización in vitro- son descartables. No hay control claro sobre el destino de estas “vidas”. Por
Quisieron, desde el gobierno, armar una escenografía absurda. Partir la plaza del Congreso como si hubiese una “simetría” de fuerzas: pro-vida vs. pro-aborto (así la titularon). Como si la división del conteo de votos en el Congreso que se venía peleando en el lobby parlamentario desde hace semanas reflejaría en proporción lo que pasaba en la calle.
Esto tenía dos intenciones. Primero: desconocer la masividad que el debate a favor de la legalización del aborto ha logrado, traspasando edades, organizaciones, barrios, familias y lenguajes. En ese sentido, esta “marea verde” mostró la presión desde abajo contra la cual el sistema representativo no pudo inmunizarse. La democracia que se ejerce en las calles tiene la fuerza de lo real y esa es la verdadera “asimetría”.
Segundo objetivo: al diseñar una nueva “grieta” artificiosa armada con vallas, se quería despreciar un acumulado histórico de luchas. La contundencia de la foto de una plaza masiva y verde del 4J fue la antesala inmediata de esta corriente de opinión, sensibilidad y capacidad de movilización callejera que volvió a tomar la ciudad. Quisieron evitar que se repita de nuevo esa foto. Y el movimiento tomó la forma de una serpentina plateada y verde, ocupando varias avenidas, haciendo temblar y brillar la noche con fuegos acá y allá, con purpurina que encendía los rostros, con mantas de colores que tapizaban el asfalto.
El desborde masivo desbarató la coreografía patética del oficialismo. Éramos miles y miles yendo y viniendo. Dispuestxs a que el tiempo de permanencia no fuera un problema. Ocupar la noche fue no saber del tiempo de reloj. El estado de vigilia fue una mezcla del estado de alerta que el movimiento feminista viene instalando sobre las tramas de violencia contra el cuerpo de las mujeres con una algarabía de estar juntxs que nos envuelve en un cuerpo colectivo y nos abriga.
No hay vuelta atrás. En ese modo de producir cuidados al ocupar la calle. No hay vuelta atrás. En las miradas luminosas de tantxs jóvenes que saben que ocupar la calle es la verdadera forma de hacer política y donde todos los cuerpos cuentan. No hay vuelta atrás. Porque abrimos una brecha en el futuro que nos quieren robar con la deuda externa y con las formas de deuda privada, como mordazas sobre nuestros cotidianos. No hay vuelta atrás porque agujereamos la normalidad. Porque en estas fiestas masivas con las que estamos haciendo historias nos estamos inventando nuevas formas de existencia colectiva. Tenemos un “nosotrxs”. Nos tenemos. Y nuestra verdad es que no estamos solas.
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El feminismo habla de los cuerpos al mismo tiempo que pone en disputa una espiritualidad política. Y que es política justamente porque no separa el cuerpo del espíritu, ni la carne de las fantasías, ni la piel de las ideas. El feminismo (como movimiento múltiple) tiene una mística. Trabaja desde los afectos y las pasiones. Abre ese campo espinoso del deseo, de las relaciones amorosas, de los enjambres eróticos, del ritual y la fiesta, y de los anhelos más allá de sus bordes permitidos. El feminismo, a diferencia de otras políticas que se consideran de izquierda, no despoja a los cuerpos de su indeterminación, de su no-saber, de su ensoñamiento encarnado, de su potencia oscura. Y por eso trabaja en el plano plástico, frágil y a la vez movilizante de la espiritualidad.
El feminismo no cree que haya un opio de los pueblos: cree, por el contrario, que la espiritualidad es una fuerza de sublevación. Que el gesto de rebelarse es inexplicable y a la vez la única racionalidad que nos libera. Y que nos libera sin volvernos sujetos puros, heroicos ni buenos.
La Iglesia ha entendido esto desde todos los tiempos. Podemos referirnos una vez más al ya clásico Calibán y la bruja, de Silvia Federici, para recordar por qué la quema de brujas, herejes y sanadoras fue una escena predilecta para desprestigiar el saber femenino sobre los cuerpos y aterrorizar su efervescencia curadora y su fuerza de tecnología de amistad entre mujeres. O al aún más clásico Witches, Midwives and Nurses. A History of Women Healers (Brujas, Parteras y Enfermeras. Una historia de las mujeres curanderas) de Bárbara Ehrenreich y Deirdre English donde, por ejemplo, se analiza la guía de quema de brujas del siglo XV que aseguraba que “Nada le hace más daño a la Iglesia Católica que las parteras” (The Malleus Malificarum), que por supuesto son también las aborteras.
Hoy vemos en las calles, en las casas, en las camas y en las escuelas una batalla por la espiritualidad política (que, en su movimiento masivo, tiñe todo de verde, como un principio-esperanza). Y por eso, de nuevo, la Iglesia Católica, a través de sus representantes y voceros varones siente que tiene una misión que cumplir, una tarea de salvación de almas que se traduce en una guerra por el monopolio del tutelaje sobre los cuerpos femeninos.
Las palabras que el cura “villero” Padre Pepe expuso en el Congreso condensan todos los condimentos para cartografiar la batalla. Su intervención se realizó el mismo día que también expuso la joven Karen Torres, de la villa 21–24 y Zavaleta (donde Pepe trabajó durante años).Coincidencia sintomática, ya que la referente de la villa dijo exactamente aquello que desmiente los argumentos de la Iglesia. Y lo dijo en la voz propia de muchas mujeres por las cuales la Iglesia pretende hablar. Argumentó Karen: “En nuestros barrios intervienen instituciones como las iglesias que se encargan de moralizar nuestros cuerpos, nuestras decisiones y que operan para que las mujeres no tengamos acceso al aborto legal. Sin derechos sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas estamos condenadas a seguir siendo vulneradas”.
La intervención del cura “villero” muestra dos maneras de despreciar lo que estas jóvenes que viven en las villas están diciendo. Por un lado, al decir que “el FMI es aborto” (título con el que circuló mediáticamente su discurso), la Iglesia pretende instalar que la autodeterminación de las mujeres, el propio derecho a decidir sobre el cuerpo, es una cuestión neoliberal. Desconocen y falsean tanto las luchas históricas por el aborto como la actualidad del movimiento feminista donde esta demanda está asociada a un reclamo de vida digna y contra el ajuste neoliberal, y en cuya amalgama, se hicieron pañuelazos en muchos barrios y villas.
En su pretensión de mostrarse como los únicos anti-liberales, los voceros de la Iglesia refieren esta argumentación especialmente a las “mujeres pobres”: a quienes ellos consideran que deben tutelar especialmente, a quienes quitan la capacidad de decisión en nombre de su condición social, a quienes visibilizan sólo como resistentes si son madres. De este modo, en la línea del Vaticano que también enarbolan dirigentes como Juan Grabois (MTE), la trampa que tienden se dice “clasista”: intentan trazar una distinción de clase que justificaría que a las mujeres pobres no les queda más opción que ser católicas y conservadoras porque sólo tienen como opción su maternidad. De este modo, abortar (es decir, decidir sobre el deseo, la maternidad y la propia vida) intenta ser reducido a un gesto excéntrico de la clase media y alta (que, claro está, puede poner en juego recursos económicos diferentes). El argumento “clasista”, que por supuesto existe en términos de posibilidades diferenciadas para acceder a un aborto seguro, se invierte: pasa a funcionar como justificación de la clandestinidad. El derecho a decidir, para la Iglesia, debe permanecer así alejado de los barrios populares. Esta cruzada por infantilizar a las mujeres “pobres” es la punta de lanza, porque si se desarma, la Iglesia misma se queda sin “fieles”. Lo más brutal es el modo en que, para sostener esto, tienen que hacer oídos sordos –desconocer y negar- lo que dicen las propias mujeres de las villas y las organizaciones que trabajan en ellas. Aun cuando ellas están insistiendo en todos lados con la consigna “dejen de hablar por nosotras”.
La argumentación, para el tutelaje paternalista, tiene una vuelta de tuerca más: el Padre Pepe evoca a las mujeres detenidas-desaparecidas en la ESMA para decir que ellas, incluso en esa situación extrema, eligieron parir. Con esta imagen, no sólo está evadiendo mencionar la apropiación de sus hijxs por la cual se lxs consideró “botín de guerra”, sino que también está falazmente recordando a esas mujeres presas y torturadas sólo como madres abnegadas. No es casual este corrimiento a los años 70: justo cuando hoy, gracias también al movimiento feminista, se está re-leyendo el ensañamiento de las torturas sexuales contra los cuerpos de las detenidas-desaparecidas en relación al disciplinamiento que los genocidas querían hacer para “castigarlas” por ser militantes, por no quedarse en sus casas, por probar otros modos de los lazos familiares y afectivos. No es casual que la escena vuelva a los años 70 en el mismo momento en que las ex hijas desafiliadas de sus progenitores genocidas estén marcando una continuidad entre el campo de concentración y la escena de violencia doméstica.
¿Pero qué más dice esta analogía entre la ESMA y la villa? ¿Que las villas son los campos de concentración de la actualidad? ¿Que a las mujeres de uno y otro espacio no les queda otra que empeñarse en la maternidad a costa de sus propias vidas? Queda claro que la Iglesia, a través de sus voceros varones, no quiere dejar de legislar sobre el cuerpo de las mujeres y que encuentra en el movimiento feminista una amenaza directa a su poder, edificado sobre el control de los cuerpos y las espiritualidades feminizadas. Porque es el control de la vida y de los modos de vida (toda una guerra se despliega sobre el propio vocablo “vida”) lo que está en juego para hacer de la espiritualidad un sinónimo de obediencia y de renovadas formas de tutelaje. Claro que en el Congreso la Iglesia tiene sus aliadxs: el texto del PJ hablando del aborto como sinónimo de “cultura del descarte” tiene el mismo fondo de asociación del feminismo con liberalismo. Pero es justamente un feminismo anti-neoliberal lo que se ha venido fortaleciendo en los últimos años y que pone en jaque esta falaz argumentación de la institución eclesial. El diagrama de fuerzas, sin embargo, se despliega en la calle.
https://emergentes.com.ar
Fuente: A contra corriente [googlepdf url=»https://lobosuelto.com/wp-content/uploads/2019/05/document.pdf» download=»Download» ]
“Tenemos que abrir centros de aborto en cada calle. Que los heteros se esterilicen masivamente. ¿Siete mil millones de esta
«En un sentido, ver cosas es ocioso. Es necesario que un proyecto o una pregunta nos ligue a ellas». La
Ser piba, ranchar en el congreso, armar una fogata y que un fuego verde devore todo. Que no queden ni las cenizas de lo que somos. Ser piba desde lo más profundo, desde las madrugadas, desde el aguante, desde el miedo, desde el segundeo, desde la fiesta.
Ser piba, inundar el Sarmiento, las aulas, el A, rebalsar las calles. Llenar de temor a los que dormían tranquilos, a las ortibas, a los dirigentes, a los troskos que mueren por protagonismo, a los que van a las marchas como selfies, a los que escriben para congraciarse, a los que si bien ahora entienden ya es demasiado tarde.
Ser piba para entender absolutamente todo. Para plantarse frente a los giles, para construir tantas ideas que transmuten la vida cotidiana, para hacer incomoda la vida adulta, para saber que ahora, en esta plaza, el combate es inminente.
Ser piba como único gesto político, como gloria, como nacimiento, como caníbales. Para mirar a todos como pobres tipos, para almorzar en Tarzan y que los viejos mueran de odio del verde. Sacarle la careta a los gatos de la iglesia, en especial a los que parecen compañeros. Escrachar guachos que creían amigos y amigarse con pibas que parecían tan lejanas.
Ser piba para estar así de manija toda la vida, para que todas sean pibas, para que piba sea todo lo que es. Para no escuchar hablar nunca más de trabajadores, ni de unidad, ni de los setenta. Para que los de la CGT se caguen todos, para que los rati bajen la vista, para matar de una buena vez a Dios.
Llamo pedagogías de la crueldad a todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a
Los pibes, las pibas, los guachines por los que ya nadie pregunta, las nenitas que lo único que quieren es
Valeriano escribe sin marca. Sin las marcas de la identidad o perfil establecido para alguien que escribe -sin la marca
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Cómo y quiénes en medio de las guerras “ponen el cuerpo”; cómo esto se ha dado bajo el faro zapatista
En medio de la preocupación por la amenaza de cumplimiento del desalojo de la toma de Guernica surgió la posibilidad
Alejandra Rodríguez de Buenos Aires del colectivo #NiUnaMenos, y de #YoNoFuique también es un colectivo de mujeres.
Paradigma: Hola, Alejandra. Como para introducirnos, ¿el colectivo #YoNoFui es sólo de la cárcel de mujeres de Ezeiza?
Alejandra Rodríguez: No, el colectivo trabaja con mujeres que están privadas de su libertad en la cárcel de Ezeiza, pero también en José León Suárez, que es una cárcel de la provincia de Buenos Aires y la Unidad Federal n°13 de mujeres que está en Santa Rosa, La Pampa. No solamente trabajamos adentro de la cárcel, sino también con mujeres que pasaron por la experiencia de la cárcel y han recuperado su libertad. Nuestra apuesta política es ese pasaje entre el adentro y el afuera de los muros. Muchas compañeras que pasaron por la cárcel hoy son activistas de la organización: están a cargo de los talleres, integran el colectivo editorial o son parte de la cooperativa de trabajo.
Paradigma:Alejandra, se nos ocurrió hablar con vos a partir de algunas publicaciones que hiciste en Lobo Suelto!, en realidad más exactamente la que salió en Página 12 el día previo al #8M. Pero después del #8M sucedieron unos hechos de represión en la cárcel de Ezeiza y en realidad nos queríamos detener un ratito en eso, que nos cuentes, nos contextualices qué ha sucedido en esta semana desde aquella represión. ¿Te parece?
Alejandra Rodríguez:El 8 de marzo las mujeres del complejo IV de Ezeizaestaban manifestándose a través de un “ruidazo”como parte del paro internacional de mujeres. Ese mismo día fueron convocadas por las autoridades del Servicio Penitenciario Federal (SPF) a una reunión en la que se les informó que no iban a cobrar el peculio (ingreso recibido por las horas de trabajo), y que no sabían cuándo lo iban a cobrar. La mayoría de las mujeres son muy pobres y muchas de ellas son sostén de familia, algunas no toman contacto con ese dinero porque lo recibendirectamente sus familias que están afuera, sus hijes o personas mayores que dependen de ellas. Desde el encierro y a través del peculio garantizan la subsistencia para su grupo familiar. No es muy difícil imaginar lo complejo que fue para ellas escuchar esta noticia por parte del SPF.
Esa misma noche estaban reunidas una diez o quince compañerasen uno de los pabellones conversando sobre esta situación e ingresó la requisa del Servicio Penitenciario y las empezaron a reprimir. Corrieron y se refugiaron en la celda de una de ellas, pero entraron, les tiraron gas pimienta, les pegaron patadas, las arrastraron de los pelos, las lastimaron, y después las llevaron a algunas a celdas de castigo y a otras al pabellón psiquiátrico, ahí las encierran, las drogan y las golpean, es un espacio de tortura. Esto es lo que pasó, nosotras tomamos conocimiento enseguida de esta situación a través de comunicaciones telefónicascon compañeras que están adentroy desde ese momento nos organizamos y comenzamos a activar una estrategia de comunicación para visibilizar lo que estaba sucediendo. Trabajamos muchísimo ese fin de semana, fue un continuado pos#8M.Lo primero que hicimos fue juntarnos un grupo de colectivos amigxs y desde ahí pensar videos y piezas gráficas,fundamentalmente para instalar el tema, pero sobre todo para poner en la agenda las voces de nuestras compañeras. Para que sean sus voces las que cuenten lo sucedido, que se conozcan sus dolores y las crueldades que padecen ahí adentro. Hicimos muchísimo hincapié en eso.
Inmediatamente, el lunes 12 de marzo, logramos visitar la Unidad Penitenciaria con María Medrano de #YoNoFui, producto de la presión del activismo. De la visita participaron el Cels, el Ministerio Público Fiscal,el juez de casación Gustavo Hornos, la Procuración Penitenciaria Nacional, la UFEM, que es la unidad fiscal que se especializa en la lucha contra la violencia hacia las mujeres, lesbianas, trans, travestis y bisexuales, y laProcuvin que es la fiscalía que se encarga de la violencia institucional. Estuvimos más o menos cuatro horas recorriendo la cárcel, pudimos hablar con varias de las compañeras, comprobar y verque estaban lastimadas producto de la golpiza. Reconstruimos los relatos de lo que había sido ese día. Se inició una causa penal que la tramita la Procuración Penitenciaria. El martes 13 de marzo hicimos una conferencia de prensa en la puerta del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación para responsabilizar políticamente al ministro Germán Garavano por no cuidar a nuestras compañeras y por reprimirlas. Ahora estamos siguiendo el proceso de la causa. Se va a presentar un pedido de informe de la Cámara de Diputados para que el Ministerio de Justicia y Derechos Humanosdé un informe detallado de cómo sucedieron los hechos, vamos a seguir insistiendo por la vía legislativa, acompañando y visibilizando esta situación porque creemos que fue una reacción contra el movimiento feminista.
Creemos que la represión es una reacción al activismo y a la politización de las mujeres que estando presas decidieron manifestarse este #8M. Nuestras compañeras privadas de libertad son parte del feminismo popular, por lo tanto, esta represión es una reacción contra todo el movimiento feminista.
Nosotras las abrazamos y estamos con ellas. Si tocan a una, tocan a todas.
Paradigma: Escuchando un poco lo que venís contando de cómo fue sucediendo y después de leer la nota que hiciste en Página 12, me llama la atención esto que contás sobre que las mujeres a las que reprimen no son justamente las mujeres que tienen más trayectoria en la organización o en el espacio de participación, sino que eran aquellas mujeres que hace muy poco que estaban en el Penal, y que quizás recién ahora podían empezar a participar o a reconocerse con las otras compañeras.¿Esto no hace que sea mucho más fuerte la opresión que quieren ocasionar en relación con un paro de mujeres y una manifestación dentro de un Penal de mujeres, en estas otras mujeres que quizás recién empezaban a participar? Como un modo de detener las fuerzas y potencias que ustedes tienen desde la organización.
Alejandra Rodríguez: Las compañeras que llamaron para la reunión son las que recién ingresaban al penal. La represión fue sobre las que tienen más tiempo adentro y las que participaron activamente del “ruidazo”del #8M. Se trató de una reacción de disciplinamiento por parte del SPF, en palabras de Rita Segatoun acto de violencia instrumental y expresiva cuya finalidad fue demostrar el control absoluto sobre la voluntadde nuestras compañeres.El hecho de que llamaran a esa reunión a compañeres que tenía poca experiencia en el penal y por lo tanto desconocieran los mecanismos burocráticos del servicio no fue casual. Me parece necesario leer el accionar represivo de parte delSPFen relación con lo que sucedió en las calles el #8M.Durante el tiempo previo a la marcha, trabajé junto a otrescompañeres en la Comisión de Seguridad y Cuidados, pusimos especial énfasis para evitar la presencia de policías en las calles y para exigirle al Ministerio de Seguridad de la Ciudad y la Nación que no haya cacerías como hubo el año pasado. Hicimos un trabajo articulado y minucioso con la Defensoría del Pueblo. Desarrollamos una estrategia de cuidado para que pudiéramos ejercer nuestro derecho de estary manifestarnos en las calles sin ser reprimidas. Haciendo un balance de lo sucedido en las calles, podemos afirmar que logramos nuestro objetivo. Sin embargo, la mano represiva del Estado apareció en la cárcel con las mujeres que están privadas de su libertad, con el eslabón más débil de la cadena. Esas mujeres están a cargo del Estado, quientiene la responsabilidad de cuidarlas, no la potestad para reprimirlas. Sin embargo, la ofensiva vino por ahí. Y eso nosotras no lo dejamos de leer como parte de una reacción del patriarcado a toda la potencia desplegada en las calles.
Paradigma: Quería retomar justamente esto que vos marcás respecto a lo que implica este ensañamiento con los eslabones más débiles. En ese sentido, yéndonos a hablar quizás de lo que fue la modalidad de organización de este paro, fundamentalmente la modalidad asamblearia, queríamos que vos nos cuentes un poco respecto a esto porque hay una consigna que justamente nos parece que retoma esa idea de fragilidad o de debilidad o de lo que puede implicar distintas voces de mujeres en distintas situaciones diciendo qué quieren parar en su vida. ¿Cómo surge esa formulación respecto al trabajo asambleario?
Alejandra Rodríguez: Sí, creo que eso fue un hallazgo del movimiento feminista: pensar el paro como un proceso. Si reconstruimos lo que sucedió desde el #8M del año pasado hasta este,vemos como el proceso asambleario continuó y el feminismo también estuvoinvolucrado en muchísimas luchas, no solamente manifestándose en contra de los femicidios, sino que también pudo transversalizar un conjunto de luchas y conflictos, resignificando la violencia en sus múltiples expresiones. Se hizo una asamblea en la carpa de Pepsico con las trabajadoras despedidas, estuvimos en El Bolsón, en Jujuy fortaleciendo alianzas con otras colectivas y organizaciones feministas.Desde #NiYnaMenosasumimos esos conflictos proponiendo la asamblea como herramienta política. El proceso asambleario del #8Mvenía desarrollándose con mucha fuerza durante todo el año. Para nosotras el paro no es una orden que acatar y tampoco una efeméride, sino el tiempo de su elaboración y todo lo que ese tiempo nos permitió abrir, pensar, problematizar. El paro como pregunta de elaboración política, como experimentación situada, porque entendemos quecada una de las realidades de las mujeres sondistintas, no para de la misma manera una trabajadora precarizada, una docente o una mujer que está privada de su libertad. En esas diferencias vamos encontrando las múltiples formas de producir ese tiempo de paro. Luego la calle y la fiesta popular nos reúnen a todas, porque el #8M fue una revuelta común entre todos los feminismos. La asamblea se convierte para nosotras en un tipo de herramienta política en la que se pone en juego una racionalidad distinta a la que reproduce e instaura la política conservadora, machista y patriarcal. Nosotras creemos que la asamblea es un espacio para estar entre nosotras, escucharnos, reconocernos con nuestros dolores,y fundamentalmente un espacio de soberanía, de decisión y es desde esa certeza afectiva y política estamos instituyendo unanueva racionalidad, una manera de hacer política en clave feminista. Y eso fue tal vez lo más importante que ha pasado en este tiempo, en este proceso. ¿Cómo se llega al paro? ¿Cómo llegamos cada una al paro? Porque también la pregunta va más allá del paro como comúnmente lo conocemos. El paro ya no es parar de trabajar, el paro es tratar de suspender algo en esa cadena de explotación patriarcal, capitalista, en la que nos encontramos(más o menos conscientes)y eso tiene que ver con nuestras maneras de vivir básicamente, tiene que ver con nuestras maneras de desear, con cómo nos relacionamos entre nosotras, cómo nos relacionamos con nuestro deseo, por eso la pregunta también es: ¿qué cosas quiero parar y a qué cosas le quiero dar lugar en mi vida? ¿Qué cosas tengo que hacer para estar más en sintonía con mi deseo? Y ahí aparece el deseo, aparece el goce, aparece la afectividad que creo que es el gran aporte que hace el feminismo o la política pensada en clave feminista.
Paradigma: Quería preguntarte a partir de estas cosas que nos contás de las mujeres presas y en relación con#NiUnaMenos. Tengo un interrogante en relación con esto, en cuanto al cuerpo de las mujeres, que es un cuerpo que tiene la experiencia de trabajar las 24 horas, los 7 días de la semana, todos los días del mes y todos los años, que ahora aparece como visibilizado en relación con la demanda del trabajo esclavo empresarial, pero que el cuerpo de las mujeres está sometido a eso “desde siempre” por razones religiosas, mitológicas, ideológicas, vaya a saber desde cuándo, desde cuántos miles de años. Y hay una pregunta por si ese modo que está teniendo el feminismo, resaltando esta lucha del #YoNoFui, si es en relación con desobedecer ese mandato de estar 24/7 con el cuerpo dispuesto no para mí misma, para decirlo corto, porque me parece que incluso ese mí misma es un mí misma colectivo (que es lo característico de lo asambleario), y en relación a un lugar donde estamos, un cosmos que habitamos. ¿Hay algo de eso? ¿Tenés algo para decirnos?
Alejandra Rodríguez: Comparto la reflexión que hacés. Me parece que lo que logra hacer el feminismo es desplazar esa idea del cuerpo pensado en clave productiva. Si lo pensamos específicamente en las mujeres que están en la cárcel, lo único que logra correr a la mujer considerada anómala, enferma o culpable, es la idea de “mujer productiva”.En este caso primero tenemos que visibilizar la explotación, en las cárceles de la provincia de Buenos Aires se les paga 16 centavos la hora de trabajo a las mujeres. No llegan ni a comprar las cosas básicas para comer.Por otra parte, desplazar esa idea de mujer productiva, anómala o enferma, en tanto mujer que no responde al mandato de esta sociedad patriarcal y heteronormativa y reponer la idea de mujer que tiene derechos, que desea, que goza, que se puede reconocer en otras, y reafirmarse en sus potencias, en sus capacidades de ser, de sentir. También que puede reconocer su posición en el campo social, en el campo cultural.
Este corrimiento se ha visto mucho en las asambleas, son desplazamientos que suponen una politización de dolores históricos que tenemos naturalizados. Por ejemplo, enla Asamblea Feminista de Flores y BajoFlores, se habló mucho del tema del abuso. Varias compañeras compartieron relatos de situaciones de abuso que habían padecido de niñas, adolescentes. Fue muy impresionante ver cómo se pudo construir a partir de ese dolor de algo tan fuerte como el abuso una narración política en la que planteamos la reafirmaciónde decidir nosotras sobre nuestros cuerpos. El cuerpo se presenta como eje fundamental y los afectos, la micropolítica, la circulación del deseo, como claves distintivas en la política feminista.
Paradigma: Creo que esa clave afectiva se escucha no sólo en tu relato sino también en las manifestaciones que hemos ido teniendo a lo largo de esta semana con las repercusiones del paro.Otra de las preguntas que nos surgía tiene que ver con el fusilamiento de Marielle Franco, ayer miércoles 14 de marzo en Río de Janeiro. Empezábamos a plantear que eranreacciones o respuestas a la potencia femenina. ¿Podría pensarse así?
Alejandra Rodríguez: Sí, yo creo que directamente. Me parece que nosotras podemos hacer una lectura, una narración política de estas reacciones. Empezando por lo que comentaba antes: la represión sobre los cuerpos de las mujeres pobres encerradas en manos del Estado en una cárcel; el fusilamiento de un niño de doce años, pobre, en la periferia de Tucumán; y ahora el asesinato de la activista feminista y concejala brasileraMarielle. Estas tres situaciones nos dicen algo respecto a una nueva forma de la violencia política que directamente despliega su violencia y crueldad sobre los cuerpos, creo que una lectura posible es leerlas como reacciones del patriarcado que enfrenta el crecimiento y la potencia que está logrando el feminismo. Son crímenes políticos con una clara intención de disciplinar, frenar o acallar esta potencia desplegada. Lo que por ahí no se tiene en cuenta es que el feminismo transforma la furia en más potencia y en más organización. Nosotras nos reinventamos desde ese dolor. Esa es la clave afectiva del feminismo. Es lo afectivo puesto en clave política,es desde esa afección, dolor y tristeza que logramosfortalecer nuestra lucha colectiva. Fijate las reacciones que hay en toda la región a partir del asesinato de Marielle, estamos todas no solamente consternadas y furiosas, también movilizadas y activas.
Paradigma: Me parece que hay una pregunta que resurge a partir de lo que decís y a partir de lo que venías diciendo, respecto a qué es liberar el cuerpo de ese sufrimiento y de ese sometimiento. Un trabajo permanente que tiene el feminismo: ¿de qué manera habitar ese cuerpo que sólo tiene permitido ser un cuerpo sufriente?(que es lo que propone el capitalismo y probablemente todos los ismos que conozcamos hasta ahora, excepto el feminismo). Ligado a esto, por ejemplo, el jueves mientras estaba sucediendo la marcha, estaba recorriendo los medios, sobre todo los nacionales para ver qué mostraban. Y mencionaban el espectáculo masivo de gente, pero no mostraron la alegría de quienes se estaban manifestando, la expresión afectiva de esos cuerpos. Y me parece que estas cosas que han ido sucediendo como fenómenos represivos son como para no dejar disfrutar de esa alegría que surge en el encuentro de mujeres.
Alejandra Rodríguez: Y sí, porque me parece que lo que el capitalismo patriarcal no acepta es que estos cuerpos no sean cuerpos victimizados, que sean cuerpos festivos, que sean cuerpos que se reivindican en la relación con los demás, que sean cuerpos potentes, eso es lo que no se tolera. Nosotras lo que estamos construyendo es una resistencia transversal, festiva, de revuelta. Y en todo caso lo que sentimos por los ataques y por los fusilamientos y por las muertes, es furia, es dolor, pero ese no es un estado en el que nos quedamos. O sea, nosotras logramos ahí una mutación a la alegría, la potencia, la organización, que me parece que es lo que el capitalismo patriarcal no acepta. Y, además, también vamos abriendo los campos sensibles – perceptivos, por ejemplo, un niño de doce años fusilado tiene que ver con el feminismo. Los cuerpos de las mujeres presas son los cuerpos más invisibilizados, esos que no le importan a nadie, sin embargopara el feminismo todos los cuerpos cuentan, todos los cuerpos valen. Este feminismo que se ensancha y se transversaliza con los conflictos, que puede nombrar las múltiples formas de la violencia, es lo que incomoda al poder capitalista y patriarcal. Estamos construyendo resistencia y contrapoder, esto no le resulta sencillo de tramitar a las fuerzas oscuras del orden.
Paradigma: Sí, a mí se me ocurría que estas dos herramientas que vos proponés, que sonel encontrarse y organizarse, es decir, el proceso asambleario feministano es cubierto por los medios de comunicación como veníamos hablando, los medios sólo muestran o cubren la marcha como marcha en sí, entonces pienso y me pregunto:¿cómo seguir acompañándonos y generando esos espacios de asamblea para poder destituir el poder y el discurso patriarcal en todos los espacios en los que trabajamos, circulamos, vivimos cotidianamente?
Alejandra Rodríguez: Mirá, creo que el desafío que tenemos es trabajar desde la micropolítica. Trabajar tratando de replicar las asambleas, que son procesos de encuentro, de conversación colectiva y horizontal. Que proliferen mil asambleas, en todos los lugares donde estemos. Tenemos que seguir construyendo y fortaleciendo alianzas y complicidades entre nosotras, continuar politizando nuestros dolores, incomodidades, y también nuestros goces y deseos. La expresión multitudinaria en las calles es parte de este proceso.Cuando miramos la foto del #8M, no tenemos que olvidarnos del proceso asambleario que se viene desarrollando y que alimenta esa revuelta callejera. Estamos en la calle porque antes pudimos encontrarnos, conversar, llorar juntas, reírnos, discutir, identificarnos y reconocernos. Me parece que ahí hay algo muy fuerte, la potencia feminista y la política en clave afectiva puede arrasar con cualquier institucionalidad, eso es lo que asusta, porque que la política pensada desde este lugar tiene la capacidad de atravesar y perforar los muros de las instituciones judiciales, de las fuerzas de seguridad y del orden. Pienso al feminismo como una fuerzamolecular, que atraviesa, arrasa y transforma realidades, vidas, situaciones.De ahí el desconcierto de muchos, y la incomodidad de otros. Me parece que esto es lo que demuestran las reacciones de los últimos días.
Paradigma: Además, me parece que el proceso asambleario, hablando esto de molaridad y molecularidad, resulta que en todos los espacios está pasando. Me parece que es interesante porque no se trata de una corrección del lenguaje o de modos que tengan que ver con el “bien decir”, sino que hay muchas cosas en las que nos estamos encontrando. Como nuestras prácticas están micrométricamente organizadas por el machismo dominante, entonces más allá de que se organice una asamblea donde haya 50000 o 10000 o 3, esto está sucediendo en todo el campo social. Me parece que es el logro de la infiltración del feminismo en la cultura.
Alejandra Rodríguez: Sí, totalmente. Y me parece que también hay una interpelación a las masculinidades y a las formas de vivir que tenemos todes como sociedad. Me parece que eso es así, que esta máxima del feminismo “lo personal es político” nuncaestuvo más vigente, más actual, y real que ahora. Se puede ver, coincido totalmente, en las multiplicidades de experiencias vitales de las oficinas, las escuelas, los centros culturales. En todos lados esto está atravesándonos. Nuestro cuerpo, la vida, la relación entre nosotres. Estoy totalmente de acuerdo, creo que ese es uno de los logros del feminismo y tambiénesta idea de pensar el feminismo como una composición social compleja, como una composición transversal, heterogénea, abierta,que incorpora conflictos. Creo que esa clave de composición es una clave interesante para leer esto que vos traés.
Paradigma: Varios de los que estamos acá somos analistas, trabajamos en consultorio, trabajamos con padecimientos subjetivos. Yo pensaba en este último tiempo lo difícil que es en general politizar un malestar. Poder encontrar traducciones de lo que puede ser un malestar llamado subjetivo en el campo social, en el campo político y en ese punto notaba también, respecto a ese espacio de trabajo más individual, el espaldarazo que implicaba la marea feminista en términos de cosas que podés estar años empujando y no se mueven como se están moviendo ahora.
Alejandra Rodríguez: Impresionante, si, es que es así, partimos de entender la subjetividad como algo que se construyesocialmente y no como una interioridad en el sentido personal e individual. Tengo compañeras que no son activistas ni militantes y en este último tiempo las he escuchado decir cosas como estas:“Mirá, me cansé, no voy a trabajar más estas horas, voy a trabajar menos, quiero estar más con mi hijo, quiero salir más con mis amigas, quiero ir al cine una vez por mes”. Cosas que son mínimas, pero ahí está pasando la revolución. La revolución es a nivel molecular, es una revolución en las decisiones cotidianas de la vida de cada una de nosotras, en la identificación de esos dolores y el poder colocarlos en una trama colectiva mayor, afectiva, pudiendo desarmar lo singular.Yo creo que una se anima porque se siente alojada por esta marea, la marea existe de verdad, es afecto, es cuerpo, es abrazo, es saber que mirás a la otra y que te reconocés, ¡que estamos para nosotras posta! y que el dolor es compartido, pero también la lucha y el deseo de protagonizar este tiempo.El feminismo es la revolución hoy, tengo esa certeza, puede que me equivoque, pero si hay una revolución posible, es por acá.
Paradigma:Además de que nos dejás emocionados con las cosas que estamos reflexionando juntos, me parece muy interesante lo que surge en relación con que, desde las organizaciones y los movimientos sociales, se pensaba en disputar espacios, ocupar lugares, funciones, posiciones que ya estaban predeterminadas. Y la luz de lo que vos dijiste respecto a ser alojadas nosotras, es distinto de ocupar un espacio. Eso nos evita todo tipo de disputas, de maltratos, de odios, de agresiones, en tanto hay una silla que ocupar, cuando en realidad de lo que se trata, es de que yo pueda ser alojada en un espacio común con las personas con las que tengo ganas de compartir mi vida.
Alejandra Rodríguez: Exactamente. Sí, porque me parece que también la marea feminista no está pensando el poder hoy en términos de representación, ni está pensando el poder en términos clásicos. Nosotras lo estamos pensando desde la potencia, me parece. Eso no significa que la pregunta por el poder no sea un desafío. Creo que sí lo es, y que seguramente se nos presentará, pero me parece que lo que estamos construyendo en todo caso es un contra poder en clave feminista,se trata de desplegar esa potencia, multiplicarla, que cada vez sea mayor, más colectiva para que efectivamente entremos todes.
Paradigma: Ya para despedirnos, Ale, ¿Están próximas a concentrar ahí en Buenos Aires? A partir de la situación del fusilamiento de Marielle.
Alejandra Rodríguez: Sí, yo estoy ahora a dos cuadras del Obelisco y aquí estamos varias organizaciones ya movilizándonos. Es necesario. Esto es así, casi que no es racional, decimos “bueno, necesitamos estar juntas, nos pasó esto, necesitamos vernos, abrazarnos, llorar juntas, gritar, pensar juntas”. Lo necesitamos, son razones y percepciones que están en el cuerpo, esa es la clave afectiva.
Paradigma: Sí, queda claro que la política afectiva que propone el feminismo es eso. Que nos pase por el cuerpo, por los deseos, por dónde estamos y cómo estamos y queremos.
Alejandra Rodríguez: Totalmente.
Paradigma: Bueno, Alejandra, muchas gracias. Fue un placer. Así están también nuestros cuerpos vibrantes una semana después. Y ojalá sigamos en comunicación.
Alejandra Rodríguez: Yo les agradezco a ustedes muchísimo. Los felicito por el tipo de programa que hacen, porque un programa laboratorio. Esto de charlar y darse ese tiempo, me parece que está buenísimo, los felicito. Muchísimas gracias, por este espacio y por este tiempo.
Paradigma: Gracias Alejandra, un abrazo.
Alejandra Rodríguez: Un abrazo feminista para todes.
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En medio de la preocupación por la amenaza de cumplimiento del desalojo de la toma de Guernica surgió la posibilidad
Te cabieron las pibas y su prepotencia arrolladora. Te cabieron porque no podés explicar lo que está pasando, porque en las reuniones quedás careta. Te recabieron a vos que marchás desde hace tantos años, a vos que creés que podés tener diálogo con ellas, a vos que creés que las comprendés pero que ya no sabés qué hacer con tu taller de los sábados porque se aburren, y lo decís.
Nos recabió su feminismo intuitivo forjado en las calles, en los recreos, en las noches de escabio. En los bondis que no llegan, en el miedo en las tripas cada vez que pasan por una obra en construcción, en el asco al padrastro, en la desconfianza a la policía, en las horas en las guardias de salitas inmundas. En el segundeo ese que solo pueden hacer las que entienden todo.
Te cabió porque así son ellas, no tienen referentes, no toman prisioneros, son una fiesta que no entendemos. Porque usan la palabra, la faca, el gas pimienta, la picana y también la purpurina. Porque cuando se cruzan un pañuelo en el tren saben que es un grito de guerra.
Nos recabió a todos porque convocan al Congreso a pura intuición. Porque hacen sus banderas y sus historias de Instagram dicen mucho más que los políticos panelistas. Porque se saben lindas. Porque no respetan ni la trayectoria ni la doctrina, y la orgánica les parece algo tan viejo como nosotros.
Y ellas pasan por las aulas a convocar a otras pibas con la prepotencia de las que saben que van con la verdad. Se ratean a la plaza de la estación y hacen ahí una escuela de doctrina. Dejan plantados a los pibes. Saben que la amistad es un gesto político, y ante cada agresión no hay una respuesta sino miles.
FOTO: Colectivo Pandilla Feminista / Cosecha Roja
Esquivar el algoritmo, amarlo en silencio, rajar del entretenimiento, gozarlo sin capturarlo, desertar. Entenderlo sin tantas palabras, afectarse sin postearlo,
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Los pibes, las pibas, los guachines por los que ya nadie pregunta, las nenitas que lo único que quieren es
Sangran verde las pibas que se mueren de infección, de miedo, de desidia estatal; sangran verde sobre tu moral de panza llena y corazón contento, sobre tus cruces y tus santos, sobre tus argumentos lapidarios, sobre tu ignorancia misógina y clasista, sobre tu alma que irá al cielo pero no al suelo donde los pies pisan, donde se mueren las chicas por tu desamor.
Sangran verdes las pibas que se mueren pudiendo no morirse, pudiendo ser felices, pudiendo ser parte de las marchas con sus pañuelos al cuello y su pancarta que diga «Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”
Sangran verde y su sangre inunda las calles, y las leyes, y el futuro que, te juro, ya no las verá sangrar.
Foto: Emergentes
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La dimensión de muerte que invadió la vida, que penetró hasta negarla en las profundidades materiales, engendradoras y uterales de la madre genitora, se muestra claramente en la posición que ante el aborto tiene la Iglesia Católica.
El no-nato es el símbolo del Espíritu que debe ser salvado: el Niño y la Virgen son su modelo. Si el niño, que es hijo de Dios, ha de nacer, debe ser salvado sin importar la vida histórica y corpórea de la madre engendradora (el padre ya ha sido primero suprimido como hombre carnal en el engendramiento divino; la madre lo es ahora en tanto virgen). Nace como hijo de Dios espiritual, no como hijo de la carne. Nace como Jesús-niño divino. AI condenar y prohibir el aborto, condena a la muerte a los cientos de miles de mujeres que mueren en los abortos clandestinos sólo para salvar la imagen del engendramiento divino en una Virgen. Por eso la Iglesia Católica es el fundamento de muerte y de dominio de todo otro poder humano sobre los hombres; se evidencia en que sacrifica a la materia engendradora, cuerpo de la madre pecadora, negado como lugar fundante de la vida. Todo para justificar a la virgen que engendró sin pecado. La vida es una gracia «divina», una gracia del poder de la Iglesia, no de la naturaleza de la mujer y del hombre. Es desde el vientre de la madre desde donde el privilegio de la espiritualidad santa, la negación de la mater-ia como fundamento del espíritu y de la vida engendradora, implica el renunciamiento previo a su cuerpo como vida despreciada. La mujer no es dueña de su cuerpo; aunque se arruine la vida debe tener todos los hijos que el pecado le acerca cuando goza como hembra y se descuida. Debe tenerlos aunque se destruya su vida como mujer histórica. Todo niño que vive, vive entonces sacrificando y distanciando el cuerpo pleno de la madre. Pero a los hijos que realmente nacen, a esos la Iglesia no los cuida: los incluye en el despiadado capitalismo de mercado que cobija. Mejor dicho; es sobre esta negación radical del cuerpo vivo y cualitativo como pudo instaurarse el capital, cuantificador abstracto de un cuerpo materno previamente negado y despreciado.
La cosa y la cruz
«Para una sociedad de productores de mercancías, cuya relación de producción generalmente consiste en estar en la relación con los
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Rememorar ¿es recordar el hecho sucedido? Saber del exterminio significa situarlo en un contexto histórico de sentido, donde se enfrenta