Anarquía Coronada

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8 de agosto

Política de las arañas y las redes // Marie Bardet

«Este magma subterráneo va más allá del momento y continúa tras el clímax para incubar otras verdades, otros razonamientos, que son los que van a terminar eclosionando en la esfera de lo público, una vez concluida la fase del apaciguamiento. Y este proceso ya está comenzando»

Silvia Rivera Cusicanqui, a propósito del poder destituyente,

«Un mundo Ch’ixi es posible», ed. Tinta Limón

 

#Operaciónaraña, por las vías de subte, hace eco a la evidencia de la alianza entre todo lo que no se aguanta más: la represión policial en la lucha de los subtes por las metrodelegadas, la clandestinidad obligatoria para abortar que denuncia la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto desde décadas, y los gritos, asambleas, marchas, y paros de mujeres contra los femicidios y las violencias económicas agitados por Ni Una Menos. Hacer temblar la red de subterráneos, agitando cada línea como un filón nervioso, afectivo y político de nuestra cuerpa colectiva. #Operaciónaraña se vuelve también herramienta sismográfica para percibir las conexiones existentes entre las injusticias y violencias del patriarcado en cada estación, para trazar las redes que habitamos, arañas que cruzamos nuestras telas.

De entrada, en su llamado, pone patas para arriba las superficialidades y profundidades, lo visible y lo oscuridad de lo subterráneo: volver más visible la conexión entre las luchas metiéndose en la oscuridad bajo la tierra; hacer de las luchas sindicales, de las sexualidades, de los modos de informar-nos, de la escucha-afirmación de nuestros deseos, tantos modos transversales de lo político, asumiendo que “mezclamos todo”. Sí, mezclamos todo, porque todo está entramado. Y es solo afilando nuestras percepciones a esas evidencias de mezcla que no confunde, que no homogeneiza, que podemos imprimir otros trayectos, inventar otras «líneas de errancias”, que desvíen de las marcadas por imperativos que ya muchas, muchos, muches no aguantamos. Y aprender juntas a trazar esas “líneas de errancia”, que trazaba F. Deligny, lo arácnido en nuestras vidas, la red que marca todo gesto, también es afirmar un devenir arácnido de nuestros modos de decisiones como modo de lo político, tejer en el medio de la lucha por la legalización del aborto.

 

Arácnido, es nuestro modo de tomar decisiones.

Con la lucha por la legalización del aborto, los modos de tomar decisiones mismos reconocen sus trayectorias otras, complejas, atravesadas por muchos aspectos heterogéneos: cuando decimos “Nosotras decidimos” sabemos que esa decisión se espesa con las texturas de nuestras experiencias, y del compartir de las experiencias de todas, todos, todes como formación de lo político. Por eso, frente al reproche de que tomamos esa decisión de abortar demasiado livianamente, no contestamos, culposas, reconociendo que sí es cierto, es grave, es una decisión dramáticamente profunda. No, porque sabemos que en la alternativa liviandad superficial versus dramatismo profundo impuesta por una moral transcendental no caben nuestras redes de araña. Si lo volvemos una fiesta, es por un paciente tejido con el que le ganamos al miedo de la clandestinidad, y afirmamos que nuestras decisiones vitales no estarán marcadas por la repartición entre liviano y profundo marcada por una moral de la culpa. No, ni liviandad, ni dramatismo; asumimos lo espeso de modos de decisión: decisión-lío, decisión-enmarañada, y decisión en red.

Una decisión donde se mezclan los deseos, los imaginarios, los soportes económicos, las lecturas del contexto de nuestras vidas, las alianzas que nos fortalecen o no en ese momento. No, no es una decisión liviana, pero no tiene por qué ser gravemente profunda. Que las profundidades y superficialidades, que los graves y agudos, que los rápidos o lentos, queden librados de la clandestinidad que confina hasta hoy el aborto en Argentina, e inventen otra “lógica del sentido”, es decir otra lógica de los sentidos, de las sensaciones y de las significaciones que marcan y hacen a un mundo. Lógica de tela de araña.

Ni necesariamente dramaticamente profundas, ni superlivianas “decerebradas”; porque sabemos que lo dramático viene en gran parte de la clandestinidad y la culpa que pesa sobre nuestras decisiones por un lado; y porque afirmamos que tomamos nuestras decisiones  no solo con el cerebro, sino en otra red de cuerpo-pensamiento: pensamiento “chuyma”, por ejemplo, corazón, pulmón, hígado como recuerda Silvia Rivera Cusicanqui. Entonces es toda la idea de “decidir” que se encuentra desplazada de su raciocino reflexivo y deliberativo de un sujeto moderno modelo sin cuerpo, o que legisla sobre el. Nuestras decisiones situadas en ese andar chuyma, que se tejen con los hilos en presencia, desde los más tangibles de las condiciones económicas que nos rodean en la misma tela que los más finos de lo que aprendemos en el camino que son los del deseo y de la esperanza también de cambiarlo todo, nos atravesan enteramente, de pie a cabeza. Pensar a lo largo del camino junto con mover esa trama compleja, dónde no podemos separar los deseos de nuestras corporeidades, de nuestras imaginaciones, de nuestras reflexiones, ni nuestros gestos de nuestros conceptos. Así, más que buscar nuevxs autorxs, nuevas teorías que calzarían, hacemos guisos de lecturas, escuchas y palabras ensayadas en los últimos meses. Las citas encontradas circulan como condimento nuevo, se vuelven alimentos para las cocinas y alientos para las luchas, pero no un.a autor.a que sea LA teoría nueva. En las últimas semanas, a lo largo de tantas escuchas de las discusiones inevitables en todas las clases, de los debates en senado o diputados, de las voces de las generaciones que la pelean desde hace rato por esto y también en otras partes del mundo, se esbozó en muchas conversaciones una trama de que podemos partir de la complejidad de una trama de decisión para pelear por la legalización del aborto.

Escuchamos y gritamos las frases de las generaciones de feministas que nos preceden, “yo decido sobre mi cuerpo”, “mi cuerpo es un campo de batalla”, sintiendo la fuerza imprescindible de las que vinieron antes, de poner los pies en huellas que volvemos a trazar haciendo memoria. Repetimos como mantra estas frases, y las agujereamos con preguntas ¿“qué es este yo que dice “mi” cuerpo?  ¿Qué gesto inaugura este “sobre” mi cuerpo? ¿Qué brecha sensorial e imaginativa abre decir “nuestras cuerpas”? Y ¿qué gestos inventamos hoy destituyentes de este “yo decido” sin ceder nada a nuestra libertad de decidir? Porque sabemos que agujerear no es necesariamente fragilizar, sino escuchar-haciendo, hacer-escuchando y desplazarnos en el camino. No decidimos tal vez tanto “sobre” “nuestros” cuerpos porque sospechamos de esta posición por sobre el cuerpo y de la idea de poseer un cuerpo, pero sí afirmamos, trazamos, avanzamos decisiones libres desde-con nuestros cuerpos-sensaciones-imaginaciones-condiciones de vida-alianzas del momento-deseos vivos-miedos que arden-esperanzas que atraviesan un momento/movimiento… Y esa paradoja es la paradoja misma de una decisión que es libre tal vez, no porque pertenece a un super sujeto bien autónomo-racional, enteramente sumergido en la profundidad de su re-flexión por sobre “su” cuerpo, sino que se sabe entramada, en red, y que desde esa complejidad, se traza un gesto propio. Esa decisión también está hecha de búsqueda, de descubrimiento, de disfrute: Educación sexual para descubrir, anticonceptivos para disfrutar, #AbortoLegal para decidir.

Complejidad ni necesariamente dramáticamente profunda, ni absolutamente liviana, la de abortar, pero ¡exactamente como la decisión de tener un hijx! Sí, ¿qué se creen? ¿Que no es también un lío decidir tener hijxs o no en este mundo? Cortando zanahoria para el guiso del 13J a la noche, o en las clases siguientes de los viernes en CIA, a la vuelta del Congreso, avanzamos con esta idea: decidir tener un.a hijx ¡también es un lío! Tampoco es una decisión pura y limpiamente de un yo autoritario “sobre” “su cuerpo”. Cortábamos verduras y conversábamos de cómo la decisión de parir había sido para cada una allí un gesto complejo, lleno de preguntas y deseos y sensaciones y proyecciones y mandatos y miedos, pero también de cierta libertad de reírnos de nosotras mismas en el trayecto. Y que peleando por el aborto peleamos por una decisión “en red” de tener y no tener hijxs, por modos “en red” de tenerlxs, y también por trazar ahora nuevos gestos de crianza.  

Saber que están las redes nos permite hacer arder nuestros miedos también, las socorristas en red, primero, que cada vez más gente conoce, hasta esa red arácnida subterránea que se agita para entrar al 8A, en red. Situar lo arácnido de nuestras decisiones en las redes que tejemos en las que nos sentimos amparadas cada vez más para nuestras decisiones-líos, en nuestras respiraciones entre gritos, que agujerean con preguntas los lemas que nos fortalecen.

Decidir en las redes en las que estamos, en lo arácnido de la vida, es tomarse el tiempo-espacio de escuchar nuestros gestos, por más urgentes y fulgurantes que puedan ser.  Es tejer con una e-videncia que surge a veces sin que la podamos explicar del todo, la evidencia de que es el momento, o no, para tener hijx, ahora, más tarde, o nunca. Hacer de eso que no podemos explicar del todo también un espacio de libertad para nuestras decisiones.

Cuando desde sus experiencias en las redes de resistencia en el maquis  y de ocupación de pueblos abandonados con chicxs autistas después de la liberación, Fernand Deligny afirma: “Ningún querer [vouloir] en lo arácnido. Y en todo gesto del querer [vouloir], puede encontrarse lo arácnido, a condición de que se lo busque”, habilita gestos, modos de hacer y vivir que escapan al “yo quiero” voluntario y racional como vivibles. De tanto trazar las “líneas de errancia” de esxs chicxs, presencia de lo arácnido en sus trayectos, con un lápiz en un papel, aprendió a reconocer lo arácnido en cada uno de nuestros gestos. No es tanto que oponga la voluntad del yo quiero a lo arácnido absolutamente involutario, sino que busca la red en cada gesto del querer, y las errancias que se pliegan y despliegan en nuestros gestos, actos, decisiones. Volverse sismógrafx de esas redes de araña con la que actuamos. Desde su “vida en red”, elaboró herramientas no quedarse solo con el sobrevuelo de una voluntad “por sobre” las cosas (y los cuerpos puestos entre ellas), sino apelar y afirmar el trazo de lo arácnido en los gestos, en el actuar.

 

La #operación araña hace temblar desde el subsuelo la trama que pone en red las luchas en los hospitales con las en el subte, la lucha en la salud pública con la creación de medios otros de información, la defensa e inventiva de la educación sexual integral con las trayectorias de lucha por los derechos humanos que son como nervios que atraviesan gran parte de la sociedad argentina que supo hacer de la memoria un arma para la justicia (por eso tan fuertemente atacada por el gobierno). Sí, mezclamos todo, porque la tela está y la recorremos para aprenderla e inventar otras líneas de errancia. En ese andar arácnido, a carcajadas y a gritos, escuchando y llorando, masticamos decisiones ni profundas ni superficiales, sino espesas y entramadas, gestos atravesados por redes de arañas y encontrando la libertad en su trazar. El aborto será ley. “Nosotras decidimos”, en red, política de arañas tejedoras.

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