De una herida, lo que importa es la cicatriz
Lacan
“A Mati le dicen gordo. Se lo cuenta a su mamá mientras lágrimas negras le manchan la remera. Gordo le dicen, y le duele esa palabra en su nombre de niño, en su alma de fruta, en la campera con la que se cubre aún en las siestas más tórridas, para negar ese cuerpo disidente que no se ciñe a lo que ahora está de moda. Porque Mati no tiene un exceso que le atraviese la salud ni que le impida correr. Mati tiene un cuerpo que no se ajusta a la norma, una boca que adora los dulces y unas lágrimas que le arden pecho adentro. Qué se hace, le dice la mamá a la seño. Y hagan lo que hagan, siempre habrá alguien que le arrojará la palabra piedra que lo golpea en ese lugar adonde no llegan las caricias de la madre… A Mati le dicen gordo y le escoce la piel suave de sus diez años y se sube la capucha, esquiva los espejos y se esconde a llorar en la pieza mientras muerde con odio el alfajor que después intentará vomitar”.
Almas de Fruta, Del libro Brasas. Autora Marcela Alluz
Etiquetas que nos dijeron que llevamos pegadas en la frente. Palabras con las que definimos o nos definen, quedándonos sólo con eso que apenas dice algo de nosotros, algo que duele. Describir a un niño, a una niña a un adolescente justamente con esa palabra que sabemos que escara la piel del alma es desconocer su subjetividad, su singularidad. Habrá que plantearse cómo erradicar las palabras piedras, desde qué lugar educar para desterrar la mirada que ve en el distinto, en la distinta, alguien a quien hacer objeto de burlas, naturalizando los apodos.
Las maneras particulares de transitar las infancias tienen que ver también con el posicionamiento adulto y los modos de no quedar amarrados a un discurso amo donde la lógica de mercado nos venda una idea y un estereotipo de cuerpos alejados de lo real. Traigo esta viñeta del Mati, de un niño a quién le dicen gordo y sufre, para plantearnos de qué modo desarraigar socialmente esas palabras – etiquetas que siguen imponiéndonos desde los medios masivos. Hablo de Mati para plantearnos como docente, familiares, terapeutas, cómo desarticular esas dinámicas que aparecen en la escuela, qué estrategias usar, qué argucia implementar para trabajar desde tres lugares. Uno, el lugar de la víctima, del doliente, del etiquetado; otro desde el victimario o victimarios, y en tercer lugar, el grupo de pasivos que observan estas escenas, que pueden advertir el dolor de Mati y sin embargo, callan, conceden.
Tal vez con Mati, trabajar en conjunto con sus familias lo relativo a por qué duele tanto la etiqueta, qué lugar ocupa el cuerpo en el imaginario y a qué ideales responden en su círculo familiar.
Quizás, con los agresores, pensar estrategias que vayan en el sentido de lo colectivo, poder pensar el peso y el color de las palabras. Poner en voz alta los diferentes sufrimientos que tienen que ver con las miradas del otro.
Y en el tercer grupo de pasivos, que consienten, buscar aquellos que no están sabiendo o pudiendo encontrar las palabras para acercarse a Matías y definir su postura. “Estamos aquí, somos tus amigos, tus compañeros. No está bueno que te digan así”
Entonces, tal vez sea necesario seguir pensando modos de intervención ante la angustia de un NNyA que sufre, y en este caso pide ayuda. Plantearnos cómo. Los por qué y para qué, ya los sabemos.
Sobre estas temáticas pensaremos en el 6to Encuentro Nacional de Forum Infancias Red Federal que este año será en la ciudad de Córdoba los días 1 y 2 de noviembre (www.foruminfancias.com.ar/encuentro2019). El título que nos convoca en esta oportunidad es «Subjetividades y derechos en Infancias y Adolescencias hoy».