Anarquía Coronada

Ser Piba // Diego Valeriano

Ser piba, ranchar en el congreso, armar una fogata y que un fuego verde devore todo. Que no queden ni las cenizas de lo que somos. Ser piba desde lo más profundo, desde las madrugadas, desde el aguante, desde el  miedo, desde el segundeo, desde la fiesta.

Ser piba, inundar el Sarmiento, las aulas, el  A, rebalsar las calles.  Llenar de temor a los que dormían tranquilos, a las ortibas, a los dirigentes, a los troskos que mueren por protagonismo, a los que van a las marchas como selfies, a los que escriben para congraciarse, a los que si bien ahora entienden ya es demasiado tarde.

Ser piba para entender absolutamente todo. Para plantarse frente a los giles, para construir tantas ideas que transmuten la vida cotidiana, para hacer incomoda la vida adulta, para saber que ahora, en esta plaza,  el combate es inminente.

Ser piba como único gesto político, como gloria, como nacimiento, como caníbales. Para mirar a todos como pobres tipos, para almorzar en Tarzan y que los viejos mueran de odio del verde. Sacarle la careta a los gatos de la  iglesia, en especial a los que parecen compañeros. Escrachar guachos que creían amigos y amigarse con pibas que parecían tan lejanas.

Ser piba para estar así de manija toda la vida, para que todas sean pibas, para que piba sea todo lo que es. Para no escuchar hablar nunca más de trabajadores, ni de unidad, ni de los setenta. Para que los de la CGT se caguen todos, para que los rati bajen la vista, para matar de una buena vez a Dios.

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