Un conversatorio con Rita Segato, en un salón colmado de la Escuela Normal, develó los ejes principales del argumento feminista en favor de la destitución del juez Rossi.
Por Luz Alcain para Página Política
La testigo de contexto en el marco del jury al juez Carlos Rossi, la antropóloga Rita Segato, dictó una conferencia en el salón de la Escuela Normal, en Paraná, luego de la ceremonia en la que recibió el título de Doctora Honoris Causa por parte de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader).
La autora de Las estructuras elementales de la violencia fue convocada como testigo por la Asamblea Participativa de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans. Expuso, en su conferencia, algunos de los argumentos presentados para pedir la destitución en el proceso contra el magistrado que otorgó la libertad condicional a Sebastián Wagner, el femicida de Micaela García.
Segato, en primer lugar, expuso y echó luz respecto de lo que en principio aparece como contradictorio en el pensamiento de quien es militante feminista pero también activa vocera del antipunitivismo. Tanto que expuso ante el Senado de la Nación para argumentar en contra de la reforma que privó de la libertad condicional a los condenados por determinados delitos, norma que justamente intentó dar respuestas a la conmoción que en todo el país produjo el crimen de la joven entrerriana.
Vulnerables
Para Segato, el jury en marcha “es de algún modo un juicio pedagógico, en el sentido de mostrar que el agresor contra las mujeres es el agresor de un crimen mayor y no de un crimen menor”, categoría en la cual se ubica siempre la violencia de género, según la antropóloga.
Mencionó que “el garantismo” es uno de los argumentos centrales en su exposición como testigo de contexto. “Soy garantista, soy antipunitivista”, dijo y trajo a colación los conceptos de Eugenio Zaffaroni en el libro En busca de las penas perdidas. “Él habla allí de un pensamiento muy antiguo ya que es la idea de las cárceles como continuación de la colonia donde están los ‘no blancos’ y los pobres. Es un libro importantísimo que muestra que a quien se encarcela es la parte vulnerable de la sociedad”, resumió la idea del exjuez de la Corte Suprema de Justicia.
Para Segato, el garantismo “tiene su base en un precepto que es la acción afirmativa, la discriminación positiva que hacemos en relación a aquellos que han sido desfavorecidos por la Historia”. “Es una categoría de los Derechos Humanos, una discriminación positiva en favor de mujeres, de los no blancos, de la población LGBT que se expresa en leyes, reglamentos. Ese precepto está detrás del garantismo porque si no no haría falta hablar de garantías, para algunos sujetos tenemos que decir que hay garantías porque no es obvio, porque para algunos sujetos no las hay”, amplió su argumento.
“En la cárcel está el agresor a la propiedad y a la vida de los propietarios, el agresor contra la propiedad concebida como dignificadora, idea que está muy dentro del derecho y de sujetos propietarios plenamente humanos”, describió Segato y, desde la perspectiva antipunitivista, apuntó: “El crimen común contra la propiedad, el crimen contra la vida de los propietarios es cometido por personas que son vulnerables y para ellos son necesarias las garantías, para los presos que son condenados y que son vulnerables porque han matado para sobrevivir, porque viven en sectores villeros, porque es un negro villero, un negro tumbero”.
Fue luego al eje de su argumento en contra de la mirada que tuvo el juez Rossi: “En el caso del crimen de género, esto se invierte porque el agresor es el poderoso y la víctima es la vulnerable. En el crimen de género, el agresor es el poderoso, el respetable y la agredida mujer no es plenamente respetable, no es plenamente ciudadana. La garantía tiene que ser en estos casos para la víctima, para compensar su desventaja. Esto es lo que dictamina una justicia con perspectiva de género, esto tiene que entrar en la doctrina”, reclamó.
Mirada de kiosquero
Otra crítica feroz al accionar judicial, expuesta por Segato, tiene que ver con el modo en que el “sentido común de la sociedad” puede ser aplicado a una sentencia cuando se trata de crímenes de género.
Expuso el sentido común que entiende “que el crimen contra las mujeres es un crimen menor porque la sospecha moral está siempre en nosotras”. “Por eso, hacemos un esfuerzo cada día como mujeres para no levantar sospechas y eso supone pensar qué aros me voy a poner, tenemos que elaborar nuestra presentación en el espacio público, nuestra circulación. Es todo un ejercicio que tiene que ver con la sospecha moral que nos condena antes de conocernos, de manera automática”, describió cabalmente la violencia y la inequidad inscripta en la relación de géneros prevista por el patriarcado.
“Me sorprendió ver cómo el juez Rossi juzga con el mismo sentido común que cualquier persona de la sociedad, el del barrendero, el del kiosquero, el del profesor universitario”, disparó Segato. “El juez piensa con el mismo sentido común y eso los lleva a cometer grandes errores. No lo puede hacer desde una disciplina de las humanidades como es el derecho. Una de las primeras cosas que aprende un antropólogo es a suspender el modo de la vida de uno, el sentido común, para entrar en el sentido común del otro”, diferenció.
“Todas las disciplinas generan un sentido común disciplinar que no puede ser el mismo sentido común de la vida cotidiana”, reclamó Segato. “En los juicios sobre violencia de género esto no pasa. El juez piensa, tranquilamente, al sujeto víctima mujer desde el sentido común del kiosquero, del hijo del vecino. Esto no puede seguir siendo así”, concluyó.
*Por Luz Alcain para Página Política.