Ser hater, ser pollo, ser likes // Diego Valeriano

La derecha avanza, la crueldad es la nota, el ruido se apodera de todo. Cartas, redes y ansiedad. Delegamos nuestro estado de ánimo y solo nos queda frustración, aburrimiento y tristeza. Nadie sale vivo de ningún lado. Gato de la jefa, del algoritmo, del mercado, del odio. Ya no queda el aire necesario, ni las palabras, ni el tiempo. Ya nadie segundea a nadie, todos señalan a todos, el régimen de la opinión es el que manda. 

Ya nadie está en una, solo stalkean, dicen jefa, termean. Ya no hacemos ningún movimiento, solo obedecemos, posteamos, festejan. Opinamos pero no podemos hablar, las palabras ni salen, el cuerpo no se inquieta.  Delegar el estado de ánimo nos deja sin territorio, sin fuerza, sin posibilidad de cicatrizar las heridas. Nos deja impotentes frente al avance del odio. Somos espectadores quejosos de distintas formas de crueldad que avanzan. Decimos derecha y ya no decimos nada.

Opinar es lo contrario a la vitalidad, a la desobediencia, a estar en una. Es el momento en que la imagen elegida por otro se ha convertido en nuestra principal relación con el mundo, casi la única. Opinar corte random y renunciar a entender. Arrebato, posteo, aturdimiento. Delegar el estado de ánimo, militar proyectos que son de otros. Ser hater, ser pollo, ser likes.

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