Salud Mental. Categoría en la que los psicoanalistas nos hemos interesado poco, y que resolvemos rápido, acudiendo a la célebre frase de Sigmund Freud, en la que define salud como capacidad de amar y trabajar.
Qué podemos decir hoy, más de 100 años después, al respecto. ¿Nada nuevo?
Fue una filósofa (punto de partida interesante, no fue una psicoanalista ni una psicóloga, no una trabajadora del campo de la salud mental), que participaba de una conversación, la que me llevó a detenerme en ello. En este día de sol, en este día de aislamiento forzoso pero de lo más sensato, aún en estado de embotamiento ya que los sucesos tienen una mayor velocidad que nuestra capacidad de absorverlos.
Y aún así, una frase es capaz de despabilar. Ninguna ocasión mejor que esa para escribir.
Tamara Tenembaum decía, conversando con Diego Sztulwark: “los psicoanalistas dicen que salud mental es amar y trabajar. ¿Pero en qué mundo?”. Pregunta en apariencia sencilla, pero que nos convoca a volver a las viejas –y ojalá permanentes- preguntas. ¿En cualquier mundo? ¿Qué sucede además cuando el mundo se transforma y nos transforma a pasos agigantados? ¿Se puede estar sano simplemente amando y trabajando? ¿Se puede estar sano sin preguntarse por el mundo, por uno en el mundo, un mundo donde hay otros? Un mundo que además puso en jaque vertiginosamente nuestros modos personales, singulares y colectivos, de amar y trabajar.
De lo que los psicoanalistas hablamos con mucha mayor frecuencia es sobre el Deseo, los deseos prefiero decir yo. No hay uno solo, no hay uno “último”, (créanme que decir esto al menos entre psicoanalistas no es ninguna obviedad). Tamara Tenembaum dice al respecto (no es una cita textual, sino una cita afectada por la escucha), en realidad se pregunta: ¿el deseo es la piedra última de nuestra libertad…hay un deseo puro, incontaminado…hay un deseo no afectado por determinadas condiciones político, económicas…?”.
Volviendo a la cuestión de la Salud Mental como categoría poco trabajada, es cierto sí que fuimos desligándola –y seguimos haciéndolo- de la idea de “normalidad”. De hecho la Ley Nacional de Salud Mental pone fuertemente el acento en ello, desde una perspectiva de Derechos. Los Feminismos populares también, son movimientos que revolucionaron el modo de pensar la subjetividad, no solo a las “mujeres”.
Yo pienso en un psicoanálisis más “sano”, uno que no pierda la cabeza, al ceder su propia y actual cabeza a lo que otros han dicho y pensado, uno que no empiece y termine en los diálogos e intercambios interiores y encerrados en su propio campo, uno que tenga una dosis imprescindible de locura, la necesaria como para poder seguir soñando, aun en las condiciones más adversas, uno que entienda que la salud mental también se inventa.
Un psicoanálisis que siga amando el volver a las viejas preguntas, pero que no renuncie a buscar nuevas respuestas, uno que también pueda hacer preguntas nuevas, hasta de las más ingenuas. Uno que tome la palabra públicamente, no solo para su propia “escuela”.
Entonces, retomo esa pregunta. ¿Qué es hoy salud mental?
En primer lugar, es un estado. No una garantía, no es algo ganado y conquistado de una vez y para siempre, no está escrito en las “sagradas estructuras”…quise decir escrituras.
Amar y trabajar, lo cual no es poco. Pero amar y trabajar, siempre que ello modifique nuestra subjetividad, porque un sujeto que no se transforma es un sujeto de consumo, sujeto a y de lo neoliberal como organizador y creador de nuestras sumisiones y también (hoy más que nunca) de nuestras enfermedades.
Soñar, siempre.
Preguntarse todo, de nuevo, cada vez. ¿Por qué no ahora, cuando la vida vuelve a ser pregunta, y somos muchos los que nos preguntamos qué es vivir hoy, qué es una vida propia?
Y preguntarse por todo eso en este mundo, y por el mundo, porque somos sujetos de deseo, de deseos, y en este mundo. En este, por ahora, no en otro, y si queremos otro, también eso debe ser una pregunta.
Eso también es Salud Mental.
Y su definición es política.
Finalizo este texto, tal vez también un manifiesto esperanzado, volviendo a aquella conversación que lo disparó, con palabras de Diego Sztulwark: “…donde la idea de salud (o vida) deja de ser normalidad y adaptación, donde eso se rompe, hacemos política…”.
* Psicoanalista y escritora.
¿En qué mundo amar y trabajar? Me remite a ¿porqué el psicoanálisis elude su propia barradura? Siempre me resultó paradójica la posición de lxs universales o de despojar de contextos al sujeto. ¿Porque será que cuando ésto ocurre aparece la política?
Abrazo Lila! Gracias por la invitación a pensar.
Muy buena pregunta!!
Gracias a vos!!
Muy buena aproximación, bravo.
Gracias!!