Anarquía Coronada

RITA SEGATO EN LA UNSAM: “ESTAMOS POR DAR VUELTA LA PÁGINA DE LA PREHISTORIA PATRIARCAL” // Equipo de Comunicación UNSAM

¿Qué es el pensamiento incómodo? Rita Segato, de vestido morado y con los rulos al viento, se sentó frente a un millar y medio de estudiantes, docentes, periodistas y militantes de distintas agrupaciones que llegaron de todas partes del conurbano y de la Ciudad de Buenos Aires.

A Segato le gusta pensar al margen de los lugares comunes. “Me asustan las repeticiones y los clichés. Las consignas fuertes que empiezan a repetirse frenan la historia”, dijo. “Hay que salir de los círculos viciosos, de la repetición de consignas. Por ejemplo, yo no hablo de crímenes de odio, que es una idea que sentimentaliza los crímenes políticos. Empoderamiento es otra palabra que no uso, porque habla del poder, y a mí me interesa la horizontalidad. Hablar con las palabras que no representan las formas que yo pienso tiene que ver con esta idea del pensamiento incómodo”.

Dos días antes de la tercera movilización global del 8M, una multitud se reunió en el Campus Miguelete de la UNSAM para recibirla. Sus clases en la Cátedra Abierta de Pensamiento Incómodo, de la Escuela de Humanidades (EH) y Lectura Mundi, comenzarán en abril.

Desde un estand improvisado con una mesa y dos caballetes, las chicas de un colectivo barrial ofrecían banderas con las consignas “Vivan las cuerpas” y “Feminismo y revolución”. A su lado, las estudiantes de la Escuela Secundaria Técnica de la UNSAM estampaban remeras con las frases “Fuego a todos los que no nos dejan ser”, “Basta de violencia machista” y “Furia trava”.

“Somos de Florencio Varela y militamos en una colectiva que se llama La 30”, contó Natu, de 13 años. “Nos parece buenísimo que se haga en este espacio abierto, en esta universidad pública”, dijo. Micaela llegó con sus compañeras: “Vine desde Tigre para escuchar a Rita”, dice. “Dentro del feminismo enfrentamos discusiones que parecían saldadas. Tenemos que formarnos, seguir discutiendo para que no se pierdan algunas cuestiones que ya se habían convertido en derechos”.

Segato llegó acompañada por el rector Carlos Greco y por la decana de la Escuela de Humanidades, Silvia Bernatené. “Una de las principales dificultades”, dijo el rector, “es poder convocar a los mejores para que vengan a participar de una gesta universitaria en el conurbano profundo. Que hoy Rita Segato esté acá nos llena de orgullo y nos hace pensar que seguimos el camino correcto. Compartir su experiencia, su saber, su forma de decir y de actuar nos estimula a seguir actuando en pos del bien común”.

El biologicismo

En el escenario la esperaba la periodista y escritora Mariana Carbajal. “Muchas gracias a la UNSAM por darme este pequeño gran lujo. A Rita la amamos. Es un pensamiento que nos provoca, nos incomoda y nos hace pensar”, dijo. Y enseguida pasó a la primera pregunta: ¿Cuáles son los debates que hoy son incómodos dentro del feminismo actual?

“Un movimiento sin errores es imposible”, respondió Segato. “Toda normativa tiene sus fisuras, pero me sorprendió esto: un momento claro de la teoría feminista, que es un pensamiento sumamente sofisticado, es el de la desbiologización. El desacoplamiento de lo femenino de los cuerpos. La noción de género retira de los cuerpos lo femenino y lo masculino y los transforma en una estructura, una matriz que trasciende el que cuerpo que llevamos. Los fundamentalistas están queriendo borrar la palabra género. Prohibirla por amenazadora”.

“Margaret Thatcher”, siguió, “llevaba un cuerpo de mujer y, sin embargo no existió mayor enemiga de las mujeres que ella. No basta con tener un cuerpo. Hay mujeres patriarcales y hombres que pueden ser maternales, por ejemplo. Eso existe también. Y mujeres que son pésimas cuidadoras. No se puede biologizar la tarea. Debemos superar la amenaza del biologicismo. ¿Hombres débiles? ¿Femeninos? El patriarcado los castiga por desobedientes. Un problema falso que no me representa”.

“La misoginia es hegemónica, se mete en todas partes. El ojo patriarcal y misógino es hegemónico, pero eso no nos debe llevar a un fanatismo de los cuerpos. Las traiciones son constantes dentro de los movimientos políticos. Hay problemas difíciles que surgen con la profundidad histórica del movimiento. Esas dificultades son proporcionales a todo lo que hemos caminado”, dijo.

Y puso ejemplos: “¿Con el castigo voy a modificar la sociedad? Eso es falso. La ley no causa comportamientos. Si los causara no habría abortos. La ley no es determinante de las prácticas de las personas. Lo más importante es la eficacia discursiva, simbólica, performativa, que es la capacidad de persuadir, de convencer. El teatro legislativo no tiene eficacia material”.

Linchamiento o justicia

“Hablé con los rectores de dos colegios secundarios de la Ciudad de Buenos Aires”, contó cuando la charla llegó al tema de los escraches. “En los dos relatos está la idea de que entender la cuestión de género es entender la educación secundaria. Allí vemos la catástrofe del género. El feminismo pilgrim (peregrinos puritanos) de Estados Unidos vs. el feminismo de las mal fundadas repúblicas criollas”, dijo.

“Con algunas excepciones como la de Judith Butler, el feminismo pilgrim acata la idea de que durmiendo con un abogado en la almohada voy a resolver los problemas entre los chicos y las chicas. Nosotros no podemos entrar por ese camino porque nuestra sociedad, nuestra historia, nuestra fundación colonial son diferentes. Lo central es dar herramientas a las chicas y los chicos, a los hombres y las mujeres, para que puedan negociar su relación. Y eso el feminismo lo está descuidando. Las personas tienen que poder negociar sin la mediación de los Estados, que siempre nos van a traicionar. Si no aprendemos de la historia, demos clases de relojería”.

¿Le vamos a dar al Estado la negociación de cómo va a ser la sexualidad de nuestros hijos? se preguntó. “Tenemos que dar a la juventud herramientas para que puedan negociar, decir qué quieren, qué no quieren y hasta dónde. Nuestro mundo es un mundo de conversación, la Argentina todavía es un país donde las personas conversan. Pero está sucediendo que los chicos y las chicas no están pudiendo conversar más sobre sus expectativas relativas a su sexualidad, a su deseos. Hay una desconfianza extrema entre muchachos y muchachas”.

“Eso lo veo como algo negativo y tiene que ver con el punitivismo, con el castigo —que no es lo mismo que el escrache, que es una justicia noble y debatida a lo largo de muchos meses cuando no había justicia ni Estado—. En ese período, e inclusive hoy, el escrache es la forma de hacer justicia por la propia gente, pero no es espontaneísmo. No es un linchamiento. Los escraches a los genocidas en la Argentina siempre supusieron largos períodos de preparación. Ahí hay un justo proceso,  con un patrón, un protocolo y una forma de juzgar, de decidir y de punir. En el linchamiento no lo hay”.

El riesgo mayor para el feminismo, dijo, “es caer en el linchamiento moral sin parámetros claros del justo proceso. Esos errores podrían poner en jaque muchas conquistas y escraches que fueron bien procesados. La punición no lleva a una disminución de los problemas que tenemos. Los femicidios no disminuyen”.

Cambiar la base

“Los femicidios y las violaciones existen porque hay un caldo de cultivo gigantesco, diseminado en toda la esfera social, en el día a día, en las agresiones diarias que sufrimos todas las mujeres. Modificando ese caldo de cultivo, esa base del iceberg, solo así vamos a poder incidir en lo que puede ser tipificado como crimen”, dijo Segato. “De todas esas agresiones, un número muy pequeño es tipificado como crimen o delito. Desmontando el mandato de masculinidad desarticulamos ese gran caldo. Ese chiste, la mirada ultrajante y rapiñadora sobre el cuerpo de la mujer, un cuerpo que se usa para construir un vínculo entre hombres. La modificación de todo eso, que es capilar en el tejido social, será capaz de tocar allá arriba”.

Sobre el caso de Lucía, la niña de once años con discapacidad mental violada en Tucumán y a la que se le negó un aborto no punible, Segato opinó: “Es un espectáculo de crueldad. En Tucumán, en Jujuy, en el Chaco aún se practica el “chineo”, una abominación muy común en esas provincias del norte, en donde las elites se pronuncian en contra del aborto. Allí llevan a sus hijos a tener su iniciación sexual con las niñas wichis, iniciaciones en las que hay violaciones de jóvenes pobres indígenas. Prácticas asquerosas de las elites criollas del norte que todavía hoy están vigentes. Cuando hay casos de violación entre indígenas, ahí el Estado actúa, pero cuando el blanco va al chineo, la indígena es una “prostituta”.

Un discurso nauseabundo que convive con el rechazo del aborto. Cuanto más débil es el Estado, más se ensaña con la panza de la mujer. La panza es la medida de la debilidad de un Estado. No hay una cuestión moral por detrás. Las clínicas de fertilización asistida, ¿no están llenas de óvulos fecundados? ¿No son personitas por estar en una probeta? En esas clínicas se manejan grandes capitales, al igual que en los laboratorios. Allí no hay abortos, hay hipocresía pura”.

 

Si el patriarcado cae, toda la sociedad se transforma. El patriarcado es la base de la pirámide social y de todas las formas de opresión pensadas por los medios masivos de comunicación, que hoy se están rearmando para enfrentar nuestra amenaza. Una reacción virulenta que es la medida de lo que hemos alcanzado. Vamos para adelante que estamos llegando a destino. Nuestro esfuerzo tiene que retirarnos de la posición de las minorías, de las columnas marginales. Debemos ir del borde al centro de las cuestiones. Eso es lo que está pasando en el presente.

¿Qué vamos a encontrar en tu cátedra?, preguntó Carbajal casi al final de la conversación.

“Hice una lista”, dijo Segato, y leyó: “Mirar el mundo desde nuestro margen y a contrapelo del sentido común de la academia, marcada por el eurocentrismo de su fundación y el patriarcalismo de sus prácticas; permanecer en el arraigo de un paisaje nuestroamericano; saber dónde tenemos los pies plantados; cultivar el arte de pensar en conversación”.

La lista es larga. Habló de interseccionalidad, de raza,de sexo, de género. Dijo que hay que desarmar el nudo de la prehistoria patriarcal. Que estamos por dar vuelta la página de esa prehistoria. Algunos tramos despertaron una ovación. “El pañuelo azul es monopólico: nadie puede practicar abortos. El pañuelo verde es pluralista: quien quiere puede, quien no quiere no”, concluyó.

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