*Desde el Taller de Pensamiento y Escritura
1- Qué misterio, la amistad. Vínculo no obligatorio, no contractual, no legislado; sostenido en sí y porque sí. Véase que lo que “no” tiene es claro, en cambio lo que sí, es opaco. ¿En qué consiste? ¿Qué distintas cosas hace la amistad? ¿Qué efectos tiene? Por supuesto habrá distintos tipos de amistad. Amistad de entretenimiento, de descarga, de autodestrucción, de indagación, de humor, de apoyo mutuo, de hermandad, una amistad compañera, una amistad amiga, una neoliberal… “Yo no tengo amigos, tengo contactos”, decía un figurón mediático argentino. La lógica vincular utilitaria sí es más clara: las relaciones existen en tanto y en cuanto sirven para otra cosa (aún aquellas en las que se despiertan afectos, que permanecen secundarios ante el sentido primario instrumental). Cada persona un medio-para cosas. Ningún vínculo donde quedarse y que se expanda a lo ancho.
2- “Uno mismo en otro cuero”, decía Atahualpa cuando le preguntaban qué era un amigo. Uno mismo en otro cuero. Paridad, igualdad en ser destentos. Mirar a los ojos y, entonces, no es exactamente otro. Somos nosotros. Mirarse a los ojos.
Pero “uno mismo” como evidencia básica, también, del misterio. “Quien está libre de pecados, que tire”: quizá el sentido de esa frase no resida solamente en que hay que estar puro para reprimir a otres, sino en que cada quien encuentra ya en sí mismx una primaria muestra de que las personas tienen fallas. No fallas como errores, o cosas que no están bien. Fallas en sentido más geológico, “accidentes” como se usa el término geográficamente: variaciones, discontinuidades, rugosidades, abismos. Cosas que no entendemos. Que nos pasan sin que decidamos, ni acaso alcancemos a desentrañar por qué causa. La inabarcabilidad del otro -el otro uno– alumbra la inabarcabilidad propia. Recuerdo a mi migo Ariel Pennisi decir que la amistad es un vínculo entre abismos. Un abrazo entre dos abismos.
3- ¿Y no habilita la amistad también un descanso, del rendimentismo, del simulacro? Un descanso donde entonces se piensa de otro modo, con el ánimo y el sentir de fuerza de quien piensa desde la posición en que el amigo lo piensa, dejándose modular por la mirada y el deseo del amigo, la amiga. Quién somos en cada dimensión de nuestra vida, en cada ambiente. En la amistad se puede contestar sin mentir a la pregunta por ¿cómo estás? Amigo, amiga, es quien te pregunta cómo estás queriendo de verdad escucharlo.
4- Nietzsche dice que un amigo debe servir de reparo, de cobijo, de ayuda, ante las dificultades de la vida -no es que el mundo fue hecho para nosotros-. Un amigo debe ser un lecho para el amigo, que le permita descansar cuando lo necesite, pero un lecho duro, dice, un lecho de campaña. Para que no se adocene. Para que no se ablande por demás.
5- La amistad misma tiene una dureza: el otro no va a ser el que vos querés, no cabe -como suele padecer el amor romántico- exigirle o esperar que el otro sea lo que uno quiere. Hay una paridad existencial y mutuo elegirse en afecto y cariño sin garantías. Antes o después, naturalmente con un amigo te vas a enojar. O va a tener algo, cosas, que no te gustan.
A quienes más queremos es a quienes más debemos disculparles cosas -y debiéramos empezar con nosotrxs mismxs, si logramos querernos mucho, disculparnos mucho-; no se puede querer sin perdonar. Lejos de la ostentación de poder que ejerce el “otorgamiento” de perdón, en la amistad se disculpa para poder seguir queriendo, se perdona porque queremos querer. Quizá, más bien, más que disculpar se acepta la naturaleza del otro, como creatura tal como es; como personaje de este mundo.
6- ¿Qué hace la amistad? No es la misma pregunta que de dónde viene, cómo nació, etc. Es más bien indagar su sentido, pa’dónde sopla. Por ejemplo. Lxs amigxs generan carcajadas. Reírse mucho. Reírse, reírse, reírse. Todo de pronto resulta gracioso; o logramos sostener(nos) atendiendo solo al punto de vista de lo risible. La risa a carcajadas es un movimiento, claro, de la mentecuerpo, del cuerpo y el alma, que una vez más se enseñan como dimensiones de una unidad; en fin: un acontecimiento muscular, cognitivo, psicológico, energético. La cara se nos transforma, no solo por los instantes de la risa: cuando la risa es mucha, las fuerzas de sentido muscular tan intensas y sostenidas borran los dibujos de fuerza habituales del rostro. La cara suelta el rictus normal del rostro. Reir y reír nos afloja la máscara.
Una película, un libro, pueden hacerme reír. Pero creo que solo en el encuentro amistoso puede la risa ser indetenible, brotar renovándose una y otra vez antes de que termine el impulso anterior; una ebriedad de risa, creo: solo la amistad. Y la cara queda como con una resaca, deformada. O liberada, del rostro del yo normal y cotidiano. Del rostro de nuestra función, de nuestra forma funcionalizada; de la cara de quien somos en y producidos por los dispositivos de los que participamos.
7- Y en toda persona hay zonas vivas que no coinciden totalmente con su función. Hay zonas del ánimo (y de lo que podemos) plegadas, minimizadas, que no llevan el timón del “índice” anímico, y que cuando ingresamos en una situación, de golpe afloran (el subsuelo del ánimo sublevado…). Cada ambiente fomenta o empodera diversos vectores del ánimo. Siempre hay más que lo obvio, que lo dado, que lo ya realizado; siempre hay más que lo ya hecho, o ya facto, ya acto; más que lo Actual.
8- Quizá por eso hay tanto gaste entre amigos. Sobre todo cuando alguno está hecho. Cuanto más fuerte, más hecha, más sólida es alguna zona de la vida de unx amigx, más se le gasta, más se le descansa. Ha de ser una prueba de amistad. Hay diversos tipos de vínculo, diversos modos de querer, de implicarse afectivamente. Entre ellos, el amigx se distingue por eso, porque te gasta. Si no me gasta nunca, pero nunca, no es mi amigo. Un compañero, un colega, un contacto, no necesitan gastarte.
Los amigos nos ayudan a reírnos, y a reírnos especialmente de nosotros mismos. Nos recuerdan así que nunca somos solo lo que ya está hecho, la versión ya funcionalizada. Que no nos limitamos a lo dado -los dados son así: sale lo que sale y punto, no se mueve más-. Pero nosotrxs siempre somos algo más.
9- Pienso en los antiguos bufones del Medioevo. A las Cortes debían hacer reír. Se ve que se aburrían los caretas. Mucho lujo mucho privilegio, pero se ve que se aburrían. En fin: tenían el lujo y privilegio de tener bufones. Personas que se ponían ellos mismos como objeto de risa; el bufón se ridiculiza a sí mismo, se gasta a sí mismo. Busca que el Rey se ría, en tanto que Rey, de él que es risible porque es bufón. Es decir, produce una risa reconfirmatoria de lo funcional, donde el Rey se ríe pero refirmándose en su función, en su identidad cristalizada, en lo que ya sabe que es. De ahí, acaso, el lugar común al representar el vínculo entre mandatario y bufón: el Rey sin satisfacción, haciendo caer la crueldad del dispositivo sobre el otro porque no lo hizo reír lo suficiente -claro, no alcanza el climax de la risa, la alegría de recordar la potencia viviente que guardamos, dándole aire, dejándola respirar, sentir su fuerza. Eso lo hacemos los amigos.
Muchas gracias !!!!El rey tiene bufones como nostalgia de los amigos que en su posición le es tan difícil tener