por Heinz Dieterich
1. Maduro y Putin ante la «revolución naranja«
Washington y sus aliados europeos han destruido con un golpe de Estado (revolución naranja) al gobierno democráticamente electo de Victor Yanukovich, en Ucrania. Putin no acepta el golpe de Estado ni reconoce a los peleles impuestos en Kiev. Las Fuerzas Armadas de Rusia y de la OTAN están en estado de alerta y las rusas se preparan para intervenir en partes de Ucrania. Además, Moscú ha decidido crear una red mundial de bases de apoyo logístico militar que incluye América Latina (Cuba) y Asia (Vietnam) y ha establecido una alianza estratégica de sobrevivencia con China.
La reacción de Moscú y Beijing ante la nueva ofensiva imperialista mundial de Barack Obama-Angela Merkel-ShinzoAbe, ha sido defensiva y tardía. Pero, finalmente reaccionan con claridad y firmeza: Putin, defendiendo (al peligro de una guerra nuclear) la vital profundidad estratégica del país, que siempre lo ha salvado de las invasiones de Occidente (Napoleón, Hitler); China, protegiendo la única alianza estratégica que le permite impedir la destrucción imperialista. A diferencia de ambos países, Venezuela ha sido incapaz de armar un plan estratégico de defensa ante la subversión. Entre medidas caóticas, improvisadas y contradictorias de defensa, pierde cada vez más poder ante las huestes de Obama-Uribe-Santos.
2. La reacción del gobierno venezolano
Putin reaccionó tardíamente a la agresión existencial, pero reaccionó con claridad y firmeza. Esto permitió, que en forma limitada ha podido recuperar la iniciativa estratégica. Nada de esto se puede decir del gobierno venezolano. Actúa más bien bajo síntomas de pánico y ha perdido la iniciativa estratégica.
Al personal de planta de CNN se le revoca la acreditación por propaganda de guerra y tres días después se le renueva.
Se le implora al principal responsable de la guerra, Barack Obama, a dialogar y Obama, como era previsible, aprovecha para darle una cachetada al Presidente venezolano, diciendo que primero busque el diálogo con su pueblo.
Mandan un señorito inexperto como embajador a Washington, cuando se necesita allá a un profesional de peso, con amplia experiencia en diplomacia.
Giran orden de aprehensión contra el general golpista Ángel Vivas y no se atreven a arrestarlo, permitiéndole su show de telenovela mundial.
Elías Jaua pierde el tiempo en una gira para informar a los gobiernos amigos, como si éstos no supieran exactamente que es un golpe de Estado de Washington. (Se han mantenido al margen. Entienden que Washington exige nuevamente su subordinación a la Doctrina Monroe so pena de ser desestabilizados.)
Buscan su salvación en el exterior con grupos de solidaridad, cuando su salvación sólo puede ser endógena.
Denuncian a fascistas como el alcalde Daniel Ceballos en Táchira, pero permiten que éste establezca y consolide una cabeza de playa territorial de la contrarrevolución con los paramilitares colombianos en San Cristobal. Mandan aviones de combate Sukhoi a sobrevolar Táchira para amedrentar a los subversivos y lo único que logran es demostrar su impotencia, falta de plan de contraataque y más comidilla para los que los medios burgueses sigan atacando a Maduro.
3. Táchira: tierra liberada — por el imperialismo
«Han destruido San Cristóbal, tienen 40 puntos de barricada», reconoció Nicolás Maduro durante la Conferencia Nacional de Paz convocada por él mismo. Dijo sentirse angustiado y pidió ayuda para acabar con la sublevación. «Meterse allí con el nivel de violencia y destrucción tiene grandes consecuencias y costos ¿Dejo de actuar? ¿Qué hago?…», preguntó.
No hay mejor actuación y discurso público para acabar con la autoridad del Estado, que éste. Si Ceballos es un fascista que realiza un coup d´ etat contra el gobierno democrático, entonces es obligación constitucional del Presidente imponer el Estado de Derecho y detenerlo. Y, si para desarmar a las bandas terroristas es necesario usar la fuerza militar, entonces hay que usarla constitucionalmente.
El ejército venezolano tiene oficiales y tropas de contrainsurgencia, como el General Alí Uzcátegui, que comandó la operación de rescate de Chávez. El General es de Táchira y ha servido en Unidades de Operaciones Especiales en la frontera. Y como él, hay muchos otros. Es decir, todo el saber y poder para acabar con los terroristas está allá, pero el gobierno no lo usa. Sólo lamenta e implora.
4. El fin previsible
Todo este proceso ha sido previsible y, por tanto, evitable. El 14 de octubre, 2013, hace casi cinco meses, advertí en un artículo que si Maduro no hacía urgentemente reformas estructurales, no llegaría más allá de marzo/abril 2014. Algunos me tildaron de loco, otros de exagerar y desconocer la realidad venezolana. Pero los escenarios de la eventual caída son evidentes: movilizaciones callejeras dirigidas por Washington y la derecha, o una alianza destituidora y sustitutiva entre Fuerzas Armadas y Gobernadores». Esta situación ha llegado, pero la ceguera y arrogancia de la cúpula chavista es tal, que ni siquiera hoy ve el abismo al cual estaría a punto de caer.
5. La salvación del Chavismo: Reforma y Nuevo Orden
El Estado y el bolivarianismo todavía tienen más poder que la oposición: legalidad, petróleo, armas, masas. Aún pueden ganar la batalla. Pero, nada de esto sirve, si no es instrumentado por un equipo capaz de optimizarlo. Y cada día que se desperdicia con las vacilaciones y acciones caóticas-contradictorias actuales, se pierde poder de negociación.
Para evitar la caída del Chavismo e iniciar la contraofensiva general, se necesitan tres medidas: un paquete coherente de reformas estructurales, la imposición firme del Estado de Derecho y una nueva narrativa fundacional (probablemente de la 6ta República). Todo intento de parar la crisis sin considerar estos planes de acción, tendría pocas posibilidades de éxito.
¿Habrá alguna fuerza en el Chavismo capaz de construir e implementar estas medidas para salvar la Revolución de Hugo Chávez?