La clínica psicoanalítica: un modo de leer y de escribir (Parte II) // Lila María Feldman

Por azar,  o por asociación libre en realidad, trajo un escrito, que terminó de escribir mientras subíamos en el ascensor. Y me lo leyó. Y fue fundacional. Dijo que analizarse era como escribir («venir acá es como escribir. No sé bien porque empecé a venir, ni porqué vengo cada día, y menos lo que voy a decir. Y entonces hablo, y descubro algo que me toca el cuerpo. Venir acá es como escribir»). Lo dijo porque lo descubrió, lo sintió en el cuerpo. Ese fue el día en el que probablemente el consultorio mutó en espacio de análisis.
En ese escrito, ya lo conté, ya lo escribí, habló de la imposibilidad de creer, de encontrar sentido, del derrumbe de viejas y originarias creencias, pero también de las que no se perdieron porque fueron hallazgo y descubrimiento. La más importante: lo que se descubre en el propio cuerpo, algo así como una sensibilidad particular a algo que a partir de allí nos concierne. Para siempre.
Y hoy Joaquín empieza hablando de una persona sobre la que escribió hace un tiempo, y sus creencias religiosas, creencias que le permiten vivir. Luego, sigue diciendo, y habla de sus propias viejas dudas, que se han ido desvaneciendo, y habla también del empuje de las cosas que vive, que hace, y que escribe. Sobrevuela emoción hoy, mientras lo cuenta.  Y dice: «yo antes creía que lo opuesto a duda era certeza, y que yo certezas no iba a tener, nunca. Ahora pienso que es como vos dijiste una vez, que tal vez lo opuesto a duda no es certeza sino convicción, o deseo. Yo ahora lo siento así, porque me nace del pecho, esto que estoy haciendo. Quiero creer que está convicción no se me va a ir nunca…»
Le dije que me está contando acerca de lo que cree, de sus propias creencias. A diferencia de las creencias religiosas, estas son más bien convicciones, creer aquí no es un acto de fe, sino que es apostar. Tener un deseo también es apostar, sostenerlo, defenderlo, abrazarlo.
Si en algo creemos les psicoanalistas, es en las apuestas.
No es religión, no es magia. Es el trabajo del psicoanálisis.

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