Vi los primeros minutos del debate Milei/Grabois en el canal de Perfil. La emisión organizada Fontevecchia presenta el enfrentamiento entre dos corrientes de ideas “dominantes” desde el siglo XIX europeo: la perspectiva social-cristiana y la escuela darwinista austríaca. Juan Grabois y Javier Milei como exponentes mediáticos argentinos actuales de estos discursos. La exclusión del discurso marxista actual es el dato mudo que explica casi por sí solo el estado del debate. El presentador, empresario periodístico con aires académicos, da la palabra a Grabois quien argumenta, básicamente, que el mercado “no es humano”, que en condiciones de mercado (que no crea buen empleo) sólo queda implementar un “salario universal” y describe el paso de una argentina integrada a otra que, tras la dictadura precariza población en villas y asentamientos. Milei, por su parte, con su habitual empaque de traje y peinado impostado, comienza argumentando con serenidad, distingue lo empírico y lo teórico, y comete un error adjudicando a los “ludditas” (habla de Ned Ludd como si hubiese existido) un deseo de destruir máquinas por creerlas fuente de destrucción de puestos de trabajo (conviene leer al respecto el excelente estudio de Christian Ferrer sobre el movimiento de los ludditas https://www.relatsargentina.com/documentos/RA.1-FT/RELATS.A.FTLecturas.Ferrer.pdf, para comprender que su lucha era la tentativa de una comunidad por regular las condiciones de su reproducción). La tesis de Milei es que la introducción de tecnología no liquida -como supondría Grabois- sino que genera empleo, puesto que para él, la motivación empresarial en favor de la innovación es el deseo de ganancias (no la competencia y en particular la necesidad del capital de controlar la cooperación social). Su esquema de Milei supone un círculo capitalista virtuoso según el cual la inversión produce beneficio y el ahorro inversión. Dadas condiciones de flexibilización del mercado laboral, dice Milei, no habría razones para el desempleo. Y por el contrario: el salario básico universal -propuesto por Grabois- sería una fuente explosiva de pobreza dado que solo se puede financiar por medio de la imposición (dañosa) sobre quienes trabajan. Muy importante es este punto: la idea básica es que la lógica de los derechos -donde hay una necesidad hay un derecho- es por sí misma negativa, ya que siempre afecta otro derecho. Por otra parte, según Milei, el capitalismo de libre empresa -que no sería como el actual: protagonizado por “empresaurios”, a quienes considera “fascistas”- supone generación espontánea de un “beneficio social” dado que su propia lógica de funcionamiento mejora la calidad de productos y servicios y extiende el mercado laboral, mientras que el salario universal substrae población al sistema y generaliza la pobreza (otro punto fundamental a percibir del discurso de Milei: el terror de la ciencia liberal a la substracción de franjas de la población a la forma mercancía, tanto bajo la forma de cooperación social autonomizada como de formas de substraídas de consumo que amenazan la no realización de la mercancía). En definitiva: el sistema -si no se lo distorsiona- produce satisfacción, porque producir mercancías sería automáticamente ofrecer riquezas a la población, lo que por supuesto supondría revestir moralmente al inversor. Una primera presentación de este “enfrentamiento” es puramente confirmatorio: Grabois militante, Milei Nerd; Milei global, Grabois territorial; Milei racionalidad sistémica, Grabois humanismo; Milei preferencias y deseos, Grabois sufrimiento y exclusión; Milei futuro, Grabois esperanza (también él refiere a los ludditas, dice que fueron violentos por desesperanza). Milei es abstracción, Grabois realidad social; Milei complejidad, Grabois simpleza papal. Von Mises o Bergoglio. Milei consumista, Grabois asceta. Milei individualista, Grabois comunitarista. Milei es cálculo econométrico, Grabois regulación. Milei pone la fe en lógica del sistema, Grabois en la voluntad colectiva. Grabois introduce la historia (la violencia, la expropiación, la “acumulación originaria”), mientras que Milei hace suya la no historia evolutiva del capital. Grabois considera que la libertad tiene por condición previa derechos básicos, Milei la considera dato natural ya dado y posteriormente estropeado por la acción colectiva. Milei es exactamente el burgués del que habla Marx en el inicio del capítulo 24 de “El capital”: el mercado es la cooperación social en tanto que intercambio de poseedores de títulos y por tanto hace “lugar para todos” (mientras que lo que achica el mercado sería la regulación sobre el salario mínimo y las leyes laborales: peronismo social es fascismo). Como el burgués de Marx, el mercado -as relaciones de producción y de propiedad- es propuesto como fuente de paz y dulcificación de los vínculos, ya que el interés abuena y mejora al humano que oferta bienes y servicios. Progreso tecnológico por su cuenta, no sólo no poseería vínculo con la explotación del trabajo sino que mas bien tiende a reducir la explotación (por aumento de productividad y descenso del tiempo de trabajo necesario). Por tanto -concluye Milei: no hay relación entre capitalismo de progreso (vigente) y aumento de la explotación, que sería ilusa o falsa (este es otro aspecto de sumo interés, puesto que como Marx argumentó en el célebre “Fragmento sobre las máquinas” (Grundrise), el sistema automático de máquinas supone la extensión de la explotación a la ciencia y la técnica como inteligencia social o general. Como explica Paolo Virno: al gestionar la intelectualidad general bajo las reglas impuestas por criterios capitalista de explotación, el aumento de productividad deviene marginalidad de masas y no igualdad de acceso al tiempo libre y la riqueza). Seguimos escuchando a Milei sin pensar a fondo el fenómeno colectivo que representa: el aseguramiento de las relaciones capitalistas en una fase en la que esas relaciones son autodestructivas. Milei significa una reacción ideológica (no importa cuán payaso sea), destinada a capturar por derecha la crítica de izquierda (igualdad fundada en la institución autónoma de la cooperación social) a la intensa crisis del neoliberalismo.
PEDRO ROSEMBLAT ES UN HOLOGRAMA // Francisca Lysionek
Publicada originalmente en el blog Victorica Es pertinente que la IA nos