Conversación con Rafaela Pimentel, miembra de Territorio Doméstico un grupo autónomo de mujeres inmigrantes que han sostenido un modo colectivo y horizontal a lo largo de una década. TD ha sido un sitio crucial para visualizar el tema de los cuidados desde la voz de mujeres migrantes que trabajan como empleadas de hogar así como para desentramar una serie de luchas específicas, entre ellas por la ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo con el que España debería implementar el derecho a la organización y dignificación del trabajo doméstico. Territorio ha sido un espacio inspirador en su forma de sostener un habla sobre los cuidados como forma de relación social cotidiana y grupal. Estos son fragmentos de una conversación que tuvimos hace tiempo sobre la forma en que Territorio replantea y configura el mundo de los cuidados desde su hacer colectivo.
*
–¿Cuándo comienza Territorio Doméstico?
– En TD comenzamos en el 2006 al ver que todas estábamos pasando por una situación igualitaria: trabajo invisibilizado, esclavizado, compañeras a las que no les daban ni de comer en las casas… Entonces TD ha sido un espacio que hemos ido creando muchas mujeres diferentes con diferencias en cultura, en idioma, en organización. Muchas han partido desde cero, otras han estado organizadas desde antes de unirse. Pero siempre todo era horizontal: no tenemos una líder que dice «secretaria general, presidenta» – NO-. El primer día de mes nos reuníamos y hacíamos un taller y a la segunda semana del mes, asamblea. Entonces, decimos: “vamos a hablar de tal y cual punto.” Pero de reprente, nos llegaba una mujer con una situación super dura: la habían echado de la casa, no tenía papeles, la habían golpeado -lo que fuera. Nosotras ahí apartábamos todo. Era un momento de espacio para que esa mujer hablara si quería hablar. Nos contaba lo que había pasado y todas nosotras estábamos ahí, escuchando. Y a partir de eso, contábamos también que nos había pasado a otras, que estaba pasando, o que estábamos en la línea de que nos pasara esa situación. Esa mujer entonces no se sentía sola. Lo que le pasaba a ella, le había pasado a otras mujeres. Y entonces ahí se comenzaron a hacer los juicios que TD ha comenzado a ganar. Compañeras que eran sin papeles pasaron por esa situación y les decíamos: ¿quieres denunciar? Si quieres denunciar, entonces el colectivo te apoya. Y no es fácil denunciar: imagina que tú no tienes papeles. Te llaman, te amenazan, te dicen que te va a buscar la policía porque tú no tienes papeles… y tú no sabes con quién te has metido. «Ya vas a ver lo que te va a pasar.» Todo eso que te dicen, no es fácil sostenerlo. Hay compañeras que dicen «yo no denuncio… lo dejo así y me largo.» Pero hay otras que decidieron hacerlo y que hemos acompañado con el respeto. Eso ha formado también parte del empoderamiento de las compis, de ir dejando el miedo.
Los miedos
-Hablamos de una situación de precariedad y esclavitud que a lo largo del tiempo ustedes visualizaron. ¿De qué formas comienza el empoderamiento capaz de lidiar con el miedo?
-Hicimos una hoja: «Consejo de empleadas poderosas» para ir trabajando ese miedo que teníamos cuando la señora te decía cosas, te denunciaba de robo, no te quería pagar, te decía que no hacías las cosas… entonces vimos que teníamos que tener hojitas en que pudiéramos decir: «No. Yo sé esto y yo hago esto. Yo sé de leyes. Yo sé lo que me corresponde.» Esa parte la hemos trabajado mucho porque sabemos que el miedo existe. Cuando hicimos la primera manifestación, que se hizo en el 2008, cuando salimos a la calle, había muchísimas compañeras que trabajamos dos meses para hacer la mani, pero muchas compis no podían salir.. estaba muy crudo el tema de pedir papeles en la calle. Y salió la idea de ponerse pelucas porque muchas compis no pudieron participar en la manifestación pero estuvieron con las pelucas en la acera de enfrente mirando porque no pudieron participar. ..porque el miedo, era un miedo que nos atravesaba a todas y sabíamos que había compañeras que no podían. Eso lo fuimos trabajando mucho también, buscando herramientas y formas de lucha de que las compis no se quedaran fuera como la pasarela o coger canciones tradicionales y darles la vuelta, y desde ahí una compi no estando frente pero estando detrás puede cantar y puede revolucionar un poco todo el tema de las canciones… Son herramientas que hemos buscado para que las compis puedan trabajar ese miedo.
Y también lidiar con el miedo pudiendo hablar de cada una, sabiendo que cada una pasamos por lo mismo, que no es una cosa que solo te pasa a tí; eso da empoderamiento porque sabes que no estás sola, que le pasa también a otra compañera y nos damos fuerza las unas a las otras. Al principio de TD fue uno de nuestros trabajos mas brutales: asambleas enteras que se hacían rondas: a ver, ¿cómo estoy hoy? Y compis que no tenían familia aquí, que no tenían con quién hablar, media hora hablando sobre qué les pasaba, qué les estaba pasando, la situación de sus hijos fuera, de su madre, de su marido que la llamaba porque ella se salió de ahí corriendo, porque la amenazaba…. Y eso hacíamos: hablábamos y luego cantábamos una canción y nos abrazábamos y sabíamos que todas estábamos en eso. Y que sin nosotras no se mueve el mundo. Imagina: da miedo terrorífico saber que estás sola en una casa y que sea la señora la que te señala, la que te diga… y que tú no tengas familia aquí, y no tengas ni siquiera una asociación ni a nadie que te respalde. Muchas mujeres que hacen de internas y que veíamos solitas en un banco en la plaza, estarse ahí esperando el momento para irse otra vez a trabajar… Entonces desde el espacio de TD, el miedo lo hemos trabajado desde ahí. Ha sido super importante.
Y compañeras que ahora mismo pueden hablar, pueden dar una charla, pueden hablar de cuidados, pueden hablar de cadenas globales de cuidados… Ha sido en el día a día. Ahí en Territorio, todas somos iguales, tenemos saberes y los compartimos y nos damos fuerza, nos sostenemos. La que tiene voz y puede ser más tirada p’alante y puede tomar un micrófono y hablar, pues p’alante. Y la que no puede hablar pero puede participar en un sketch de teatro, y puedes decir lo que te pasa a través del teatro, que no necesitas técnicas de teatro para hacerlo, sino que tú lo cuentas, cómo lo vives, pues lo haces desde ahí. El teatro para nosotras ha sido una herramienta muy importante. También la radio, el hacer entre todas guiones para hacer obras de teatro, nos hemos ido metiendo en el día a día de eso porque es lo que te puede dar fuerza y decir: “pues si, mira, soy importante en esto, yo sí puedo hacerlo.” O si puedes pintar una pancarta, pues bien. Porque al final de cuentas, cuando salga lo que se ha producido, tú te ves ahí y eso genera confianza y eso quita mucho miedo. Porque tú te ves en ese proceso.
Al principio cuando nos invitaban a nosotras éramos como dos o tres las más dadas para hablar en la tele o radio, porque éramos las más lanzadas y cuando nos llamaban, compañeras decían, “ ay no, yo no me veo ahí, que vaya la Rafa, o esta o aquella”… Y yo una vez dije: “Aquí todas sabemos y yo me muero de miedo cuando me dan un micrófono y cuando hablo pero luego pasa un poco y ya me pongo a hablar…” Pero eso le pasa a cualquiera. Entonces, ahí cuando nos invitaban, decíamos: “A ver, cuántas salimos, quién quiere. Vamos a hacer una comisión y entonces lo miramos entre todas, cómo lo vamos a hacer. Quedábamos un día, comenzábamos a hablar como una tertulia..” Una compa iba escribiendo, lo limábamos, sacábamos 4 páginas, lo leíamos… y ya está. Entonces ahí comenzamos a sacar esa herramienta y ha sido super potente. Ahora mismo somos 6 o 7 compañeras que podemos ir y nos podemos sentar en una mesa, hablar en televisión, hemos hecho cortos sobre cuidados (*), hemos participado en programas de radio, hemos ido a Amsterdam, Zurich, Viena, Italia, o sea hemos ido a montones de países compañeras que no nos imaginábamos que íbamos a estar sentadas un día hablando de esto. Entonces, en Territorio ha sido importante saber que todas tenemos saberes y que lo que tenemos que saber es exponerlo en común y no coartar a nadie, ni decir “no, tú no sabes.” Sabemos que tenemos diferentes cualidades, que podemos valer para una cosa más que otra, pero no es porque tú no lo puedas hacer. Hay que incentivar a que tú hagas eso. Yo pienso que si hubiéramos dejado las cosas tal cual eran, en las formas de hacer antiguas, en que había una asociación, una líder…mira, nada habría cambiado. ¡Eso no! Si no cambia nada, te tienes que revisar tú y mirar qué has hecho para que solamente se visualice el trabajo generado sobre tí y que no puedas haber hecho un trabajo para que se haya multiplicado. Si realmente todo cae sobre una persona, si todo cae sobre tí, entonces no has hecho un trabajo político. Tu tienes que contribuir para que eso pueda pasar a otras compañeras, que se vean y que sí lo puedan hacer. Y esas herramientas te van quitando esos miedos.
Los saberes invisibles
-Hablemos un poco de los saberes invisibles, que socialmente se asumen como cosa que viene con ser mujeres: saber limpiar, cocinar, cuidar niñxs. Se asume que el trabajo doméstico no necesita formación y sin embargo, esto es algo que ustedes en Territorio Doméstico y también en el emprendimiento en que algunas de ustedes se embarcaron junto a más gente, Senda de Cuidados, se comenzó a enfatizar la capacitación a través de talleres que visibilizan un trabajo que requiere de saberes.
–Cuando alguien llega al trabajo, lleva encima mucha cosa invisible: cocinar, comer, limpiar donde vive..
En Senda de cuidados (*) hay una comisión de formación. Nosotras hacemos los cursos para hombres y para mujeres: cursos de cocina y cursos de cuidados. A veces, nos llegan cursos a través de los servicios sociales. Hay cursos que nosotras no podemos dar, porque son cursos muy caros. Como somos un proyecto en el que no hay recursos, sobrevivimos por ahora a través de la cooperación de gentes amigas, que han colaborado para que podamos sacar el proyecto ahí, pero todavía no es viable por sí mismo. Entonces, lo que hacemos es agarrarnos de las redes que hay. Cuando alguien nos dice: “pues allí están dando un curso de geriatría,” vemos posibilidades. La gente muchas veces no puede hacer esos cursos porque hay que pagar y hay gente que a veces ni siquiera tiene para comer o hay veces en que no tiene ni siquiera para pagarse un transporte. Entonces, hemos intentado conseguir cursos que son un sábado o domingo por la mañana y haciendo cajas de resistencia, intentamos darle transporte a esas personas para que puedan hacer el curso. Comprarles unos tickets a esas personas y que por lo menos hagan el curso. Hay cursos básicos de cuidados y luego avanzados, que es para cuidado de personas que están enfermas, que tienen historia de Alzheimer, entonces ahí hay una compañera enfermera, que es voluntaria, un fisio también, que es voluntario que es de la red de Lavapiés, Ferrocarril Clandestino; hay compañeras de Territorio como voluntarias para también enseñar sobre los cuidados y sobretodo, sobre el manejo de la casa, de cómo tratar a una persona, de cómo poner una sonda, etc. Hay como un equipo ahí donde se está haciendo ese trabajo y los cursos se hacen de esa forma. Si consiguiéramos más cursos más seguidos, sería mejor, pero son muy difíciles de conseguir. Pero estamos ahí en eso. En Territorio con cuatro compañeras estamos haciendo Gestalt y ha sido porque han dado unas becas a través de otra asociación. Es un curso super caro pero lo estamos haciendo. Entonces estamos haciendo ese curso porque generalmente, cuando buscamos algo, no hay tiempo, no hay espacio, ni manera de tú hacer algo aparte del empleo que estás desarrollando. Nosotras hemos conseguido eso pero es muy difícil porque mira, dentro de la universidad, nunca se ha tomado esto en cuenta. Por ejemplo, estamos llegando de a poco a la Universidad pero es porque tenemos gente ahí metida que ha intentado levar el tema.
Sí nos hemos sentado muchas veces en mesa con sociólogas, antropólogas… pero que ni te tomaban en cuenta. Eras como una cosa ahí y ya está. O te llamaban para que contaras tu historia en forma de victimismo o más nada… Sin embargo, ahora sí, últimamente se está notando un cambio. Pero es porque hay gente que está metida ahí. Te llaman desde las uni, porque son unos saberes que no son reconocidos socialmente y nosotras creemos que sí, que tenemos muchas cosas que aprender pero también que tenemos muchas cosas que enseñar. Y eso para nosotras es super importante pero va muy lento. Imagínate todas las problemáticas que se dan a las que hemos traído títulos desde fuera -es una travesía legitimarlo. Hay muchas gentes que dejaron eso por el camino porque son tantas las trabas que te han puesto que… Es muy complicado.
Por otro lado, no hay siquiera un programa donde se pueda hablar desde las escuelas sobre el servicio doméstico y de los cuidados, hablar con los niños sobre eso. Porque desde ahí se va moviendo un montón de cosas: nosotras estamos con la crianza en los hogares y esos niños con los que estamos nosotras en la crianza, son los niños que van a ser la otra parte luego y va a depender mucho pero que nosotras tampoco podemos hacer mucho, porque estamos trabajando en desigualdad. Nos pagan para hacer ese trabajo y a menos que tengas una relación muy estrecha, no puedes decidir – decir, «bueno voy a decidir que ese niño haga esto, vamos a educar a ese niño.» Muchas veces nos dicen: «yo le pago a usted para que haga esto y esto.» Yo a usted le estoy pagando aquí para que trabaje, pero mi hijo puede hacer lo que quiera.» Son barreras.
La única manera en que podría cambiar algo es que se hable de esto en las escuelas, así como ahora tibiamente se está hablando de violencia de género en los colegios, porque es desde ahí que tú comienzas hablándole a niños y niñas sobre el tema de los cuidados, de porqué tu mamá está haciendo esto, porqué tu papá no hace esto, o sea: cómo se reparten las tareas en la casa, qué haces tú en la casa, las responsabilidades que tú tienes, aunque seas un niño de cinco años, qué haces tú, aunque sea llevar la ropa al cesto, o por lo menos que le des un beso a tu madre porque te ha hecho unos alimentos y de ellos te nutres tú., mientras tú estás haciendo los deberes. Ni eso. Los niños no valoran eso. Dicen: tú eres mi madre, tú estás ahí para hacerlo.
-Es curioso cómo en general nunca queda tiempo para pensar en que en el cuidado de niñxs se teje un futuro. Esto es algo que ustedes enfatizan; pienso también en Mujeres creando, en Bolivia, que tienen sus talleres para pensar el cuidado. Pero fuera de esto, hablamos de cuidar niños como algo automático, un servicio, sin cuestionar qué es cuidar un niño, de qué forma en la visión que tenemos sobre ese cuidado se está forjando un futuro diferente o no.
Yo tengo una amiga peruana que me dice, “a mí no me gusta cuidar niños,” y desmonta la idea de que es un saber que traes. Somos mujeres pero no tenemos por qué ser mamás. Son etiquetas que se ponen, que están dichas automáticametne: sos mujer entonces puedes cuidar niños. Somos expertas en temas de la casa porque a martillazos nos han metido eso pero sabes… Podemos ser expertas en otras cosas.. Y bueno, si somos expertas en eso, que se nos valore. Eso se lo digo a las compis: cuando haya que negociar con las empleadoras (vacaciones, días festivos, paga, horarios), les digo: «tenemos que echar mano de nuestra sabiduría y nuestra expertez, si eres buena en la cocina o en el cuidado de niños, cuando vayas a negociar, pide eso ahí, haz que tu saber tome la alternativa de hablar. Tu negocias desde lo que tú sabes. Porque hay muchas mujeres que sabemos cocinar bien, y ese día que cocinas algo que les gusta mucho, ese día tendrás que saber usar esa sabiduría para negociar.
-Hablemos un poco de la abolición, cuando se dice de abolir el trabajo doméstico. ¿Qué piensas? Ustedes luchan por hacer visible la situación de esclavitud del trabajo doméstico, pienso en las pancartas-consignas: «se acabó la esclavitud» «sin nosotras no se mueve el mundo»
…o «querían brazos y llegaron personas«… Eso para nosotras son consignas pero son como una filosofía. Son filosofía, pero no se lo ve como problema filosófico. Recién comienza a existir como tema. Esa pregunta de abolir el trabajo doméstico o no es complicada. ¿Cómo la pensamos? Es una historia compleja…. “destapemos las ollas”. Me pregunto: Tengo 54 años, soy empleada de hogar hace 23 años: ¿yo qué hago? Otra decía: ¿y yo qué hago con mis padres? Hemos metido este tema como clave porque son cosas que se van destapando como cáscara de la cebolla y habrá que ver qué es lo que hay ahí… Lo que estoy clara es que el empleo de hogar y los cuidados, son cosas que te han dado herramientas y fuerzas, y que si está ahí, y te da cosas, vamos a hacerlo político. Como podíamos haber hecho que muchas mujeres estuviéramos trabajando en comedores, en empresas o vendiendo arbolitos. Eso también puede ser político. Y es lo que dice Silvia Federici: hay que sacar todas las ollas fuera. Y desde ahí, fijate tú, cuantos frentes abiertos hay. Si somos la mujeres la que lo hacemos, entonces que se pague – que se paguen comisiones. Y que cuando estén con las agendas políticas, que el cuidado forme parte de las agendas políticas y que no se esté recortando la ley de dependencia, los derechos sociales, que ahora mismo hace muchísimo tiempo que se quitaron los comedores de las escuelas, y estamos volviendo muchas mujeres a la casa a hacer comida, porque somos nosotras las que tenemos que ir a recoger a los chicos y hacer comida, porque estamos en esa dinámica todavía de que los hombres no se hagan cargo… Habemos muchas mujeres solas que tenemos a los hijos, a los sobrinos, y que tenemos que salir corriendo de un trabajo a otro a recogerlos… ¿Y qué está haciendo el estado ahora? ¿Qué hacemos? Se nos va la vida. Corremos como locas, que el autobus, el tren… vamos a buscar a los críos, los llevamos a la casa, comen, y luego otra vez los tenemos que llevar al colegio… los dejamos ahí, volvemos a trabajar, luego, si el crío tiene que ir médico, lo llevamos al médico…Se nos va la vida en esa historia. Entonces, lo que tiene que haber es leyes que participen y se hagan para que no se esté viviendo de esa forma. Y que no se haga que nosotras después de haber dejado lo privado, que nos obliguen otra vez a volver y que nos obliguen otra vez a tener que hacernos cargo de los padres y que se nos vaya la vida. Y que muchas veces hayamos tenido que dejar los trabajos que tenemos fuera para volver a cuidar a nuestros padres. ¿Por qué? porque no hay una ley de dependencia que lo ampare. Porque la ley de la pensión que ellos han hecho su lucha se están evaporando…
Esas son las cosas que tenemos que ver. Y si desde los servicios domésticos y los cuidados tenemos que abanderar todo esto, cogerlo y tenerlo y visualizarlo de esa forma, yo le veo la importancia política.
Vengo de mi país, trabajando allí en ONG, asociaciones de mujeres, de hombres, barriales, reivindicativas. Luego he llegado aquí y me he puesto a trabajar en empleo de hogar pero yo sí organizada, soy feminista, estoy en grupos feministas, en Territorio, en otras alternativas, en Senda… O sea: estoy ahí porque creo que esto es una forma política de visualizar algo que estoy haciendo y que creo que esto tiene que estar en la palestra y que tiene que tener reivindicaciones justas. Porque no es justo que habemos una cantidad de mujeres haciendo un trabajo que es importante para la sociedad, y que estemos incrustadas todavía en un régimen especial donde hace apenas un año y medio que teníamos que esperar 29 días para que una mujer pudiera tener una baja laboral. Psicológicamente estás fatal porque estás haciendo un trabajo con familias que te tratan a lo bestia y a lo perro, y viviendo una esclavitud total.. Entonces, todo eso genera una mala salud en las mujeres que estamos haciendo este trabajo. Que tú no tengas derecho a paro, que no tengas un contrato, que cuando tú vayas a comprar un televisor aquí hay gente que te dice «usted tiene que tener un contrato». Pero que una empleada de hogar esté trabajando ocho, nueve, doce horas en una casa y que no pueda tener un contrato que te valga para comprar un pasaje de viaje, o un televisor para pagar poco a poco… En una sociedad europea que hay millones de millones por debajo… donde se están robando el dinero público… y que hayamos mujeres metidas en un régimen haciendo un trabajo tan precario y tan esclavizando como ese… eso no se puede tolerar. Y nosotras seguimos en la lucha y lo que queremos es que algún día podamos hacer una huelga de cuidados.
Los movimientos en la plaza. Los sindicatos
-¿Cuál es la relación de Territorio con los sindicatos?
Nosotras hemos tenido una pelea super grande con los sindicatos, salen los informes que ellos hacen y a nosotras no nos preguntan nada. Y las reuniones las hacen en horas que las mujeres no podemos estar ahí. Tienen un trabajo privilegiado y no se mojan haciendo las cosas de la casa. Porque todavía hablan, tienen el verbo y el vocabulario de “yo ayudo.”
No puedes decir “es que no vienen los inmigrantes” “es que las mujeres no se organizan” Pues no, no es verdad. Porque este colectivo se ha organizado pero hemos tenido que buscar consenso donde nos podamos ver. Por eso nuestras actividades son los fines de semana, los domingos, los festivos porque son los días en que podemos. El día que las internas pueden salir. Es la única forma que tenemos de contactarnos. Pero si tu no sabes esas formas de organizar, de atraer a la gente, entonces no digas que no sabes porque no estamos ahí.
Cuando llegué aquí, en las luchas de los inmigrantes los que estaban eran los nacionales. Si ellos no hubieran salido, aquí no se habría conseguido cosas de las leyes de extranjerías. La tarjeta sanitaria, que nos han quitado, pero se logró luchando para que tuviéramos eso.
Es un trabajo tan precario y difícil en igualdad de negociación.. porque no puedes decir “me voy porque tengo médico.” Hay mujeres que de su trabajo dependen los medicamentos para su madre, padre; tú no te estás jugando solo tu trabajo: si te echan, te jugás la vida de muchas personas. No todo el mundo puede jugársela.
-¿Cuál es la relación que han tenido con diferentes feminismos? Ustedes han funcionado en otro espacio de lucha, Eskalera Kararola, un espacio con una historia de lucha en el feminismo…
-Nosotras empezamos con tres compas que estaban en Eskalera: Silvia, Amaia, y luego con las mayoría de las mujeres de la Eskalera. Yo pienso que cuando tú hablas las cosas, lo vivencial, es super importante. Cuando tú vives como lo que tú hablas, y lo vives, creo que ya tienes otras connotaciones. Empezamos ahí y seguimos ahí y creo que somos uno de los grupos en que en Eskalera estamos super cómodas con ellas y ellas con nosotras. Si has elegido un trabajo que es el de los cuidados, esa fuerza de ese montón de mujeres que estamos ahí, esa forma de luchar por algo con esa frescura, que también ha estado aportando para muchas feministas, eso ha ayudado a que esto que el proceso que hemos tenido, la fuerza de haber estado en el 8 de marzo, hemos salido un montón de mujeres el 8 de marzo, eso ha aportado al movimiento feminista.
Ha habido también encontronazos con algunas feministas en otros ámbitos. Por ejemplo, una vez, un dijo “siempre luchando contra eso, y ahora las empleadas de hogar salen con esto.” Una compa colombiana salió y dijo: mira, lo primero que quiero decir es que las empleadas de hogar han sacado una lucha que estaba escondida abajo de la alfombra. Y salimos a reivindicar nuestro derecho, con todos los miedos y con todas las cosas. Con papeles o sin papeles. Aquí hemos sacado eso. ¿Por qué tenemos que trabajar sin seguridad social? Habemos muchas trabajadoras de hogar que estamos siendo protagonistas de nuestra propia historia. Y algunas feministas se han salido de ese tema. Si tu no valoras es trabajo, nosotras sí lo valoramos. Estamos movilizando a muchas a que copien esta historia y eso es importante. Y la compa dijo también: “quiero pedirle respeto para que no hable de mujeres ‘de color’. Que hable de mujeres. Ese respeto para las compas que estamos aquí. Si las feministas no valoran la lucha que estamos teniendo mujeres, que estamos teniendo los ovarios para salir a la calle y reivindicar nuestro derecho, como mujeres, ciudadanas — no de segunda… Si a eso le llamas feminista, entonces no es ese el feminismo que queremos tener.
Y esa mujer se fue.
Habemos en Territorio muchas mujeres feministas que creemos que las abuelas fueron cuidadoras, las madres, las tías y que en algún momentos podemos ser cuidadas. Hay que valorizar ese trabajo porque en algún momento alguna de nosotras necesita del cuidado, dar, recibir. Eso está ahí. Y lo tenemos que asumir. Por eso, es un trabajo que tiene que tener condiciones. Que esté aquí, que no se esconda. Que lo veamos todos y todas, que le pongamos color y que sea un color homogéneo. Lo tenemos que asumir. Y ver que el empleo de hogar y el cuidado dan pie a abrir varios frentes, para diferentes espacios y diferentes movimientos. Han muerto compañeras por no tener una tarjeta sanitaria. Es una lucha que te atraviesa.
Entonces, ha sido super interesante la vivencia que hemos vivido con cada una de ellas, las compañeras de Eskalera.
-A nivel internacional, ¿han trabajado en red?
A nivel internacional, ahora mismo habemos tres compas que estamos intentando ver cómo coordinamos. Estamos en el grupo Turín (*) que se formó como plataforma con otros grupos y estamos trabajando el tema del convenio 189. Nuestro sueño es entrelazar grupos para que un día se haga una lucha en que todo este conectado. Desde ahí se pueden sacar cosas que muevan cimientos.
Pensar objetivos en vista a una acción global: por ejemplo, el día de la trabajadora de hogar, el 30 de mazo, en todas las ciudades, podríamos montar una actividad así: a las 12 del día, las trabajadoras de hogar, salen. Sea lo que sea, sea de cuidar, barrer, leer un texto. Que en ese momento se esté viviendo en cada ciudad y en cada país. Eso mueve y nos mueve. En octubre nos fuimos a la estatua de Colón. Hicimos un taller, hablamos de colonización y montamos una acción. Donde estaba la imagen de Colón, nos metimos sin permiso y sin nada, y armamos una que no te podés imaginar! Fue la ostia, armamos una consignas, hablamos de las violaciones a indígenas, de todo lo que nos han quitado… ¡y fue un empoderamiento cuando nos vimos ahí arriba! Mirando a una compañera que tiene 76 años, subiendo una escalera y cuando nos vimos todas allí, hablándole a Colón, insultándolo, diciéndole de todo: todo lo que se robaron, ¡tenés que devolvérlosno!, violaste a nuestras bisabuelas… y no queríamos bajarnos de ahí!