Policía ni en broma // Javier Massa

Ni siquiera en una fiesta de disfraces, en la motito de regalo de Navidad a algún niño, mucho menos “los buenos” de las películas yanquis. Ni en joda estar cerca de quienes hablan de bala. No cuenten conmigo en esa ni siquiera para hacerse los graciosos en un asado. Con estos, es en serio.

Ayer fue Lucas González. Mañana puede ser cualquiera de nosotros porque las balas no reconocen palabras ni buenas familias (lindo oxímoron). Vos también podes estar en un auto con amigos/as y de repente se te cruza otro en medio de la calle, no se identifica, crees que te van a robar y aceleras, claro que aceleras, y sin más herramientas que el odio descargan toda su violencia porque están avalados, cómo no van a estar avalados si hace tres meses (siendo buenos) se viene hablando a los gritos de balas, quesos gruyeres y niños en las cárceles, si hace cinco días casi un millón de personas legitimaron dichos discursos en las urnas, si les hicieron creer que son los guardianes de las puertas del nuevo cielo.

Hasta hace poco me negaba a expresiones temporales que refieran al siempre y al jamás. Me parecían tan absurdas como hablar de unicornios. Estaba equivocado, como habitualmente sucede.

Jamás ser guardián de una falsa moral que nos desprecia, necesita y determina a la vez. Nunca buscar una excusa para reprimir ni darse aires de superioridad por portar un arma. Ni por asomo vigilantear a los pibes que se fuman un porro en la esquina. Jamás subir al bondi sin pagar, manguear pizza, liberar zonas, mandar a chorear, ningunear a las pibas que denuncian a quienes las golpean. Nunca ser el instrumento de una élite salvaje e inhumana. Jamás ser parte activa del narcotráfico y de la trata. Nunca jamás gatillo fácil. Siempre recordarlo.  

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