Se planta, se eleva. Aunque duda un segundo, arranca. Y cuando arranca es trompada al medio de la nariz, grito de asco, guiño entre pibas. No le escapa al miedo, ya no; no le escapa a la historia, la hacen cada vez.
No puede creer lo que está pasando. No puede creer que lo interrumpan así a él. Justo a él que se había acariciado la barba gris antes de pedir la palabra, a él que había leído el libro, a él que se siente compañero de Horacio. Lo primero que le molesta es que lo interrumpa una piba que seguro ni sabe de lo que él está hablando. Sabe que hay procesos históricos que se aprenden con el tiempo.
Sigue de pie, no hay forma de callarla. La palabra abusador la dice de manera tal que retumban las paredes. Las voces se hacen voz. Los wasap vuelan, la panza se estruja, la justicia se apodera de todo. Ya no importan los libros, los discursos, los próceres, las luchas contadas por otros. Todo deviene piba o abusador. No hay lugar, se acaba el aire. El miedo se vuelve poder, la comodidad se hace vergüenza.
Fernando empieza a balbucear, busca que alguien lo segundee. Mira a unos chabones que están cerca pero la vergüenza les hace agachar la cabeza. Piensa que decir y solo se equivoca. Siente que son todos unos cagones. Que todos los tipos que están ahí son un poco como él y que por miedo no dicen nada. ¿De qué me acusan? ¿De un chat picante, de un piropo, de querer seducir? Quedó solo. Él que supo explicar todo, que tiene amigas, que viene resistiendo desde hace tanto, que había pensado intercambiar sus ideas del momento político que estamos viviendo.
El fuera macho es atronador, ocupa todo el auditorio, cambia el clima, me asusta. La lucha es permanente de tan manija que son las pibas. Ya no hay lugar, esta vez es en serio, algo se prende fuego. No hay más tregua, ni condescendencia, ni negociaciones posibles. A donde vayamos nos irán a buscar.
Se va refugiándose en Horacio, intenta irse erguido, busca un último gesto de dignidad pero ya es tarde. Las pibas casi que no lo miran. Sale a la noche tan solo como había llegado, tan avergonzado y triste como solo lo sabe él, tan inseguro como cada vez que habla con una mujer, tan pajero y ortiba como cuando se esconde detrás un teclado.
Bueno estimado…. muy valioso tu escrito….
Una ola con fuerza de cañon nos apunta a todes.
Tu primera persona debera refugiarse en el estudio y la reflexion.
Hay una escena en el doc. «She is beatufill wen she is ungry» (mal titulo o ironia, mis años no me dejan evaluar con precision), cuando las mujeres militandes por los civil rights en EE.UU. deciden hacer un chapter de ellas mismas. Todos los participantes del encuentro, incluidos jovenes blancos… gritaban «Bajenlas y violenlas». Que habran sentido esa jovenes, que sienten ahora… las que salen…. es una historia muy violenta e invisibilizada. Las sensaciones y los afectos que describe tu primera persona, son apenas el picazon frente a la novedad aparente del reclamo femenino.
agradecida estoy y me conmueve tu escrito. let`s go.