Pelear la calle // Juan Pablo Fernández Rojas

¿Quién tiene que volver a la calle? Si nunca nos fuimos ¿Cuál es el campo de lucha que buscamos? ¿Acaso estamos en discusión nosotros? o ¿los cuerpos, la calle y el ecosistema que integra?

¿Y qué es la calle? ¿Hay que escribir una guía, una descripción de lo que es caminar/correr, la noche, las miradas, el grito y la música? Si hay que escribir de eso, que siempre fue una gilada, estamos todos mal.

 – Yo voté mal, quiero y quise hacerlo, quiero probar votar y destruir ¿Por qué me juzgas, de qué lloras?

A mí no me mirés, ahora estás de visitante y te estás por regalar. En esta nosotros somos los locales, yo ya sé que es esto, lo viví toda la vida, no se vos, vos fijate.

  • Anda a laburar y gánate el escabio del sábado a la noche. Yo no necesito aprender eso.

      – ¿Vamos a volver, a donde vamos a volver? ¿Qué dice?

Esto no es voto bronca, es voto “te querés matar” y por ahí nos queremos matar, por ahí no está tan mal. Fue mucho tiempo sin escucharnos, nos olvidamos de nosotros, pero nos vamos a recordar.

Yo no sé a vos, pero a mi me invitaron a una joda de festejo por Milei. Todos pibes, las minas están todas buenas, y los flacos hoy tienen para comprar más. 

– Fede, parece la época de Cristina.

 Igual hay unas latas de smirnoff verdes, sabor manzana, que pegan como Coto. Esas me gustan, con esas voy a festejar. Es una fiesta sobre Varela, hay un grupo de música ¿de dónde sale esto? Pero ya me empieza a gustar, hace un par de horas estaba angustiado, ¿Por que estaba angustiado? ¿Qué pasa?

 La seguimos en un after, medio puestos todos. En una cueva, una caverna, tapan las ventanas de la casa para que no distingamos día y noche. Pero hay ese aire acondicionado.   

–  Tranqui espero en la parte delantera, donde está la heladera.

 Y voy saludando a los pibes que van llegando. Vino el que vende pizzas, gran amigo y solo hablamos de dos cosas, minas y Milei.

– No podés votar a Massa, viste cómo está el dólar, me acusa.

– Vos escuchaste a Milei, lo que dijo de las Malvinas y la dictadura.

– ¿Y qué importa? Amigo, así son todos, ya sabemos que va a pasar, pero se van a ir los de siempre.

– Si, pero en “los de siempre” está Macri, dejate de joder.

– Pero… si no, perdía ¿A vos te gusta perder?

– ¿Qué querés que te diga? En un rato llega una piba.

– Dale.

Pagamos una y una.

Tranqui haciendo hora. empiezan a caer los del otro baile. En mi cabeza; ¿Por qué nos vestimos tan bien para ir a bailar? ¿Qué estamos ostentando? Estamos en una cueva, un sucucho en el Bajo, no cambia nada, no somos nadie. Nos lo recuerdan todo el tiempo. Sin embargo acá estamos, festejando.

A mi me gusta esa piba, siempre me gustó. Qué me va a importar que tenga novio, es un pelotudo, siempre me llama cuando se pelea con él. Si la mina se la quiere mandar, se la manda y si él se quiere regalar, que se regale, acá soy yo.

Aun así, no esperaba verla entrar. No pensé que iba a venir de verdad, ella no es de acá y él gil menos. Qué bronca me da ese chabón.

– Mirale la cara es un gil, no entiende nada. 

Siempre podemos leer eso en la gente, cuando no entienden nada. Acá no podés permitirte ser tan boludo, con las minas, con la plata, con los gendarmes, con la política. No podes ser tan pollo para pensar que podés venir a decirme qué es mi barrio y qué es mi calle, acá la cosa se explica sola y así.

– Mira que acá no estás en tu barrio eh, te regalaste.

Tenés que primerear siempre, incluso para gastar o votar, pero sobre todo para pegar, como en las urnas, porque la primera piña también te duele a vos, pegás tan fuerte que te duele el puño, los nudillos, entonces tiene que valer la pena. Yo sé también que tengo los pibes atrás, pueden ser amigos, conocerme de vista o saber reconocer que uno es del barrio, aunque no lo hayas visto en tu vida. ¿Será por el olor, será la forma de movernos? Pero lo sabemos: Siempre hay que estar atentos a la oportunidad, si se arma bardo, todos estamos predispuestos a lo que pinte. Se arma ese quilombo en el que el ruido se funde entre gritos, puteadas, música y el no escuchar nada, los paralizados y los que actúan, todos tienen un papel.

 Él la comió, perdió. Ya había perdido al venir a mi lugar. Y él apenas atravesó la puerta y se cruzaron los ojos, las vidas, las minas, la guita, la historia, lo supo. Lo terminaron sacando, se terminó yendo. ¿Perdió o perdí yo? Para. ¿Con quién se fue la piba? Creo que ni la saludé, recuerdo que tenía un vestido rosa hermoso. No importa, siempre me llama cuando se pelea con él y hoy se va a pelear con él. Los pibes andaban por ahí, ya pasó, volvieron a lo suyo, es normal, no pasó nada. Pero estaban ahí, atentos. Si él quería pelear acá, actuaban. 

No soy quien, pero creo que en esa improvisación está la calle. Es la sensibilidad, es percibir las situaciones de ganar y perder, en reconocer la potencia de la situación, saber si ahí podías rescatar algo, desde afanar un celular, hasta el reconocimiento en una pelea.

No, no digo que esté bien, pero la piña se la merecía, nos tenemos mucha bronca, esa piba nos encanta a los dos. Él es quien yo elegí de enemigo, él es quien representa lo que quiero, él es quien prueba, en esta joda, que entiendo la cosa. Cuando me tocó ir de visitante, siempre supe que no se puede perder, pero las pocas veces que estoy de local, solo me queda ganar. Y cuando la coyuntura es esta, donde nosotros nos movemos, es cuando ustedes no entienden nada. Esa piña fue nuestro voto y sabemos perfectamente que la piba nunca nos va a elegir a nosotros, pero golpeamos y esta vez golpeamos duro. Ahora se juega acá.

 Acá estamos cómodos, nos hicieron mierda, pero ahora por decisión propia, por autonomía, nos vamos a hacer mierda. Esta vez decidimos nosotros, ¿Que no sabemos lo que queremos y lo mejor para nosotros? ¿Que no sabemos pelear? ¿Que no sabemos votar? ¿Cómo se explica que el voto popular acompañe a un candidato como Él? Si la pregunta es esa, seguramente también necesitarás leer una guía de como salir a militar  la calle.      

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