Partido de Estado / Partido de Movimiento

Por Franco Ingrassia

 A finales de 2012, el Movimiento Giros, nacido en la periferia de Rosario (Argentina) en 2005 para oponerse creativamente a un modelo privatizador de la tierra y la vida en las ciudades, tomó dos decisiones: por un lado, construir una herramienta propia para la intervención político-electoral (a la que se llamó Partido para la Ciudad Futura); y por otro, seguir construyendo autónomamente, de forma paralela al PCF, como movimiento.
La idea era disputar espacios en el ámbito representativo municipal con el objeto de 1) poner en marcha acciones legislativas que favorezcan el desarrollo y la multiplicación de las experiencias que ya vienen teniendo lugar (como proyectos sociales, económicos y educativos en los barrios de la periferia, autoorganizados por los propios vecinos) y 2) generar al mismo tiempo un proceso de visibilización e interlocución con esos amplios sectores de la ciudadanía que consideran que la política pasa exclusivamente por los partidos, las elecciones y la representación.
Es decir, las acciones y las experiencias de construcción (lo que en el texto más abajo se nombra como “prácticas prefigurativas”) ya las vienen llevando a cabo las gentes por abajo. Lo que la herramienta del PCF se propone es visibilizarlas, reforzarlas y extenderlas desde lo electoral y representativo. En una escala local, la misma escala de construcción de los movimientos.
Franco Ingrassia es un amigo de la ciudad de Rosario que decidió participar en el proceso del PCF. En este texto de (auto)orientación, esquematizó en catorce puntos la apuesta teórica y política del PCF. Siempre teniendo en cuenta las diferencias entre contextos, son reflexiones que pueden aportar algo a las discusiones que tienen lugar por aquí sobre cómo trasladar al ámbito de la representación (tan blindado) las exigencias y los deseos colectivos expresados durante estos dos años y medio en la calle por el 15-M, las mareas, la PAH, etc.

1. Partiendo de una definición “formal” del concepto de Partido –“herramienta organizativa orientada a la ocupación del Estado”-, es posible situar un discriminante radical en el referente central bajo el cual los diferentes partidos se propongan ensayar dicha ocupación.
2. De esta manera, podemos pensar, en principio, en dos alternativas: que el referente central de esta ocupación del Estado sea un movimiento (o una constelación de movimientos) o que el referente central sea el Estado mismo.
3. Hablaremos entonces de ocupación política del Estado, en el caso de un Partido de Movimiento, y de ocupación estatal del Estado, en el caso de un Partido de Estado.
4. Pensada desde la perspectiva de un Partido de Estado –perspectiva que denominaremosracionalidad estatal-, la mediación entre Estado y Sociedad que el Partido ofrece se presentará bajo la lógica de la representación y tendrá como término dominante al Estado.
5. Pensada desde la perspectiva de un Partido de Movimiento –perspectiva que denominaremosracionalidad política-, la mediación entre Estado y Sociedad se presentará bajo la lógica de laexpresión y tendrá como término dominante a la Sociedad en movimiento, es decir, a la sociedad en su diferencia con su traducción estatal.
6. Existen al menos dos divergencias esenciales entre la lógica de la expresión y la lógica de la representación.
7. En primer lugar, la lógica de la representación es unívoca y la lógica de la expresión es una lógica de lo múltiple. Sólo puede existir un representante para determinado elemento representado. Mientras que puede haber múltiples expresiones de un mismo elemento expresado.
8. En segundo lugar, el procedimiento representativo es una práctica de pasivización de lo representado (alcanza con recordar el art. 22 de nuestra Constitución Nacional: “el pueblo no delibera ni gobierna si no por medio de sus representantes…”), mientras que el procedimiento expresivo sólo se constituye como ampliación de la potencia del término expresado.
9. Ambas diferencias se conectan, en tanto un elemento activo es un elemento siempre capaz de generar nuevas expresiones.
10. En este sentido, un Partido de Movimiento se concebirá a sí mismo como una expresión másdel movimiento. Una ampliación de la potencia del movimiento desplegada en la esfera estatal (de allí la idea de ocupación política del Estado bajo referencia del Movimiento).
11. Mientras que un Partido de Estado busca activamente ocupar el Estado bajo una racionalidad estatal y desde allí representar/pasivizar lo social, un Partido de Movimiento se propone ocupar el Estado bajo una racionalidad política, expresando la autoactividad de lo social, la sociedad en movimiento y, en particular, sus prácticas prefigurativas (experimentaciones concretas, proyectos).
12. ¿Por qué “en particular” sus prácticas prefigurativas? Porque constituyen los elementos de mayor intensidad de existencia del “presente del futuro” en el campo social. Son, por lo tanto, las zonas donde se localizan los más grandes índices de politicidad (es decir, de mayor movimiento, de mayor desarrollo de la las capacidades de invención colectiva) de lo social.
13. Es en ese sentido que decimos que un Partido de Movimiento construye sus orientaciones expresivas cualificando como vanguardia, no a una forma de la subjetividad política o a grupo social determinado, sino a las prácticas prefigurativas mismas. Son ellas -en sus potencialidades y certezas pero también en sus problemas, dificultades y vacilaciones- las referencias fundamentales de las cuales derivar las coordenadas para la acción de un Partido de Movimiento en las aguas extranjeras de la esfera estatal.
14. Es así como, allí donde el horizonte de un Partido de Estado será férreamente intrasistémico y estará determinado por el juego incesante de las disputas de poder y las combinatorias de ocupación estatal posibles al interior de dicho sistema, un Partido de Movimiento desplegará un horizonte metasistémico, orientado por las potencias desbordantes de las prácticas prefigurativas en las cuales se apoya, de las cuales emerge y a las que se propone expresar para contribuir a profundizar y diseminar. 
Rosario, agosto de 2013
Posdata: ¿Qué ha pasado en las elecciones del domingo 27?
Sobre un universo de 450.000-500.000 votantes aproximadamente, en las pasadas elecciones el FCF (finalmente un “frente” que agrupaba también otros movimientos con lógicas de construcción territorial muy similares, como el Movimiento 26 de Junio/Frente Popular Darío Santillán y la Unión del Pueblo) obtuvo algo más de 18.000 votos, pasando a ser la sexta fuerza. Pero lamentablemente no fue suficiente para lograr llegar al Concejo municipal (el órgano legislativo de la ciudad). Se disputaban trece bancas y la quinta fuerza (liderada por un veterinario muy mediático, conocido por tener un programa en la televisión local desde hace tiempo, en alianza medio secreta con los peores aparatos sindicales y sectores de la derecha más dura) se quedó con la banca número trece. Las duras realidades de la política electoral.
Pero fue una gran elección para ser la primera. Aprendimos muchísimo de ese mundo tran extranjero. La sensación es de un primer paso gigante. Y luego, más allá de los resultados cuantitativos, están los efectos que pueda tener haber realizado una campaña masiva de visibilización de las experiencias creativas de autoorganización que se llevan a cabo desde abajo. Si la campaña consistió en tratar de traducir la autoorganización en votos, ahora toca el proceso inverso: ¿en qué medida estos votos se pueden traducir en (nuevas experiencias de) autoorganización?

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