La toma retrata de manera singular y sin la creación de héroes ni villanos la situación por la que atraviesa la educación pública porteña. Y para hacerlo se introduce dentro del mítico colegio secundario Nicolás Avellaneda, donde alumnos, padres y profesores llevaron y llevan adelante una lucha constante por las mejoras estructurales de la educación pública.