Amor a la cuarentena // Diego Valeriano
Te enamoraste de la cuarentena, de lo larga que se hace, de cómo la extienden para cuidarnos. Te empapás cuando dice que la vida está por sobre la economía. Amás militar como festejante, trabajar en casa corrigiendo trabajos prácticos, trollear a del caño, dibujar con Tomi. Te cabe amar como alumna, postear la foto de tu niñe arrobando a Alberto, hacer caso, tener un profe que nos explique todo.
Amás termear como forma de lucha. Tuitear sobre salud, barrio, Senado online, neoliberalismo, muertos en USA, médicos cubanos. Aplaudís a pilotos que vuelven de China, descansás en el grupo de wasap de la familia a parientes macristas que se están fundiendo porque no pueden abrir la peluquería. Ni te enterás como la gorra sigue verdugueando guachos, ahora porque no tienen barbijo, ahora porque están a más de 500 metros del rancho. Ahora porque pueden un poco más.
Te encanta postear sobre confianza, cuidados, vida, científicos, salud pública. Militás en las redes una especie de solidaridad vinculada a la distancia, una ética del cuidado bastante vigilante, una responsabilidad de todes que en realidad es miedo propio. Pussy posteo consigna de henna.
Te encanta como nos cuidan, mirar series, que diga chiques, estar con el teléfono 24/7, concientizar y de paso bajar línea en el grupo de wasap de la escuela. Tener un muro combatiente, un timeline deconstruido, creer. Te enamora profundamente el adiestramiento por app, evitar los cuerpos próximos, no tener que salir a eso que está afuera que siempre te costó tanto, no enfrentarte con ese garrón insondable que es vagar.





