Hay que tener el corazón muy ortiba para no sentir que estos casi tres meses de la restauración careta fueron furiosamente anti populares. Ni una cosita, aunque sea una, que no sea en benéfico de ellos mismos. Algunas les cuestan un poco más, algunas muy fáciles. La verdad sea dicha, están haciendo lo que se les canta el orto y no se los impedimos.
Ahora, en un mes se cumplen 40 años del golpe, es como que todos lo estamos esperando. Algo tiene que pasar. Ciertamente lo de Obama es mucho. Mucho lo que nos indigna, mucho que venga. Tal vez haya una exageración compartida en la visita de Obama, tal vez. De todas maneras la marcha es nuestra cita obligada, aunque seguramente ahí ya no pase nada.