Once intentos // Luchino Sívori

 

1,La lectura salón carré, estilo salón: obras expuestas próximas entre sí. En lugar de leer el feed de arriba hacia abajo -de enterarse de las cosas bajando, bajando-, de ver un cuadro de una época y arrastrarse, horizontalmente, hacia el siguiente con otra estética y diferente escuela; de “arribar” a la noticia, de encontrarla buscador mediante; de entrar a un concierto, a una sala de cine, a un recital de poesía, a terapia. Salón carré, estilo salón: todas las fotos, las noticias, las notas de opinión, en un gran muro, juntas, amontonadas, rellenando el espacio de la visión, como el Muro de las Lamentaciones, o el cementerio de Praga. 

2.  El lenguaje geométrico permite ver las formas claras de las cosas. Su opuesto, la escritura monocroma, desmaterializa la luz y la textura de la escritura-vida.

3. Hacer una cuadrícula del texto, como en una pintura de Cándido Portinari. Va la trama en horizontal y en vertical. Pensar la noticia como una historia que se cruza en los puntos intermedios, cuando las dos líneas forman una cruz. El texto, en lugar de tejido, es una hoja llena de crucifijos significantes. 

4. Repetir un sonido cualquiera como un mantra. Después de un rato, como lo “sin forma” de Luchita Hurtado, algo se hace estable en el observador. Repetir varias veces hasta que vuelva a deformarse. Desconstrucción a la inversa.

5. Hay artículos que «pegan un toque de atención», llaman a la «cordura» (en el mejor sentido). Dicen basta, dicen miren, dicen por aquí no. Rearman el juego, quitan solemnidad. Luego se pierden en el mar de voces, en la maraña de escrituras terapia.

 6.¿Cómo pudimos pensar que la muerte de los metarrelatos (la caída de los dioses), en un mundo dominado por el       Capital, no iba a llevarnos adonde estamos ahora mismo?

 

7. Cuando la muerte de Maradona y el ensayo:

 Esos memes, tuits, artículos sentimentales, imágenes, eran todos gestos por «volver a la literatura». Movimientos que salieron por un día o dos, a cachos, del Excel que se volvió todo desde hace años.  El ensayo busca no sólo analizar esto, sino comunicarlo (en realidad, ya se sabe: cuando se hace la publicación del meme, cuando se entristece; el acto es esa consciencia, sin palabras). ¿Para qué escribirlo, entonces (escritor)? Y sobre todo (lector): ¿Cuál es el objeto de «volver a vivirlo», esta vez, explicitado -por un otro que no estuvo allí en su momento de auge-?

Si la pintura, el cuadro, el texto ya estuvieron antes -en los que observan, en los que leen-; si hay co-creación es porque sólo existe revisión, relectura, un resucitar conjunto (antes, en solitario; después, con el artista/mediador).

8. La literatura no dice nada que no pueda decirse ya en otro tipo de escritura (filosofías, ciencias), pero lo hace de una manera que a ciertas personas les funciona, esto es, que una palabra -o una proposición, una frase- por su música y su estética, le produce un conocimiento que de otra forma no hubiese sido posible (por ejemplo, el hecho de que hay siempre un problema entre lo que se dice y se quiere decir, lo que se dice y lo que se escucha, etc. Esto puede ser visto desde una óptica psicológica, o también comunicacional; la literaria arriba a esa grieta desde otro carácter: el estético, el sensorial).

¿Es un conocimiento otro, o, en realidad, uno es una búsqueda y el otro es creación (¿de qué?)?

9 «Se utilizan muchas palabras para decir algo que es, en realidad, simple»:

Ésta es una opinión muy difundida. Quizás se emplean muchas oraciones, descripciones, narraciones, porque estamos lejos de lo que queremos decir, o, por el contrario, porque todas esas narraciones, frases, tienen la verdad repartida en sus partes.

10. Solo cuando el lenguaje está sucio es cuando comienza a decir algo. Antes, es lenguaje Imaginario, utópico, abstracto: palabras, oraciones, signos sobre un papel. El lenguaje manchado, poroso, es el que se acerca a que nuestra escritura sea con nosotros.

Final. 

Sospechar de lo que se lee. Sospechar de aquello que está escrito, que por el mero hecho de estarlo, entra en un halo de sacralización y autoridad. A diferencia de la Voz, que ya perdió su status de legitimidad hace tiempo, la Escritura -aún- goza de autoridad sin comprobantes, todavía mantiene su impacto de certeza, de representatividad.

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