La Agencia Paco Urondo publica hoy un fragmento de Alvaro García Linera en defensa de las críticas que recibe el gobierno boliviano y otros que practican el (neo) extractivismo. Creo no falsear las cosas si digo que la principal afirmación del texto es la siguiente: «Los críticos del extractivismo confunden sistema técnico con modo de producción, y a partir de esa confusión asocian extractivismo con capitalismo; olvidando que existen sociedades no‐extractivistas, las industriales ¡plenamente capitalistas!». Leo y pienso que no vale la pena discutir de ese modo, con argumentos dudosos. No se ve, por ejemplo, porqué el hecho de que el industrialismo sea no menos capitalista que el neo-extractivismo debería acallar la crítica documentada realizada contra este último en nuestro continente, ni qué sentido tiene acudir a distinciones marxianas para justificar un hecho de poder que no se aclara en nada en el apoyo de una tradición argumental que fusiona formas de lucha y de conocimiento. Podemos eludir por obvia la cuestión de por qué en ciertas condiciones se defiende aquello en lo que no se cree (me refiero a la idea que organiza todo su razonamiento, según la cual el no cuestionamiento del neoextractivismo tendría algún vinculo con emancipaciones concretas, dado que sobre esa base se obtienen mejoramientos para la vida popular), pero aún así: ¿cuál es el sentido de sostener con tanto énfasis la legitimidad de un sistema cuya defensa requiere desde el vamos del reconocimiento de su no tan lejana superación, si no se incluyen (y esta es la crítica que permanece sin respuestas) indicaciones sobre cómo las luchas que actualmente lo denuncian aportan ya una razón histórica y por tanto de valor significativo para esa superación necesaria, admitida por todxs? Y, ademas, si hay necesidades políticas que llevan al gobierno de Bolivia y otros a sostener esas políticas ¿no sería conveniente tomarse el trabajo de considerar la enorme cantidad de argumentos bien planteados por sus críticos (cosa que en este fragmento casi no ocurre)? No es que la discusión no sea importante o crucial, al contrario, sí lo es. Pero, precisamente por eso, el punto de partida debería incluir en el propio razonamiento la tan documentada verdad que lxs crítics han aportado sobre cómo funciona este modo intensivo de explotación. El argumento clave de García Linera es que la renta neoextractiva financia un mejoramiento de la vida popular. De ser así: ¿no sería esperable que ese tipo de justificación se esfuerce aún mas -por eso mismo- en proporcionar alguna indicación sobre cómo podría imaginarse en un futuro más o menos inmediato, algunas acciones tendientes a replantear la situación, en búsqueda de ecuaciones menos perniciosas, sobre todo cuando -según dice García Linera- se trataría de acciones organizadas no solo por un grupo militante o un movimiento sino por un gobierno que se declara «revolucionario» -pensando en Bolivia- y quizás también en otrxs (con lo que tampoco sería tan solitario)?. De otro modo: ¿Alcanza, para profundizar en esta discusión con una perspectiva realista y concreta -a la que se dice aspirar-, con decir la obviedad de que por fuera del neo-extravismo también hay capitalismo (como si, por otro lado, hubiera posibilidad de distinciones tan tajantes entre modalidades de explotación), o que incluso en los países en donde los críticos del neo-extractivismo son más potentes aún deben admitir en sus propias vidas la presencia de productos provenientes de economía -de manera directa o indirecta- para subsistir? Y por otra parte, y mirando ya la situación argentina, y pensando por tanto también en las denuncias mas documentadas contra el monocultivo: ¿no es relevante el hecho que quienes explotan de ese modo los bienes naturales y humanos sean grandes capitales reiteradamente denunciaros por evadir impuestos y conspirar contra cada causa medianamente humanitaria que se presente? Aunque Alvaro García diga que se propone discutir con una «izquierda abstracta», sus argumentos no abren sino que cierran mas bien toda discusión, y lo hacen con la presunción tan discutible de que estas criticas deben ser acalladas, que estos cuestionamientos son siempre injustificados (y sobre todo inoportunos) y negando que entre ellos y las luchas de las que habla el ex Vice no debería haber vinculo necesario alguno. Es tan cierto que los movimientos críticos, por justas que sean sus causas, dejan de serlo cuando terminan funcionando contra las tentativas de mejora de la vida popular, como que al ser desconocido y entregados a brazos de los enemigos, quien lo hace se priva de un valor histórico irrenunciable, que debilita la idea estratégica fundamental que me parece deberíamos compartir, que es el de procurar los enlaces entre el bienestar popular, por mínimo que sea, y el incremento de esa fuerza popular como fuerza crítica en defensa de sus propios deseos e intereses.
Posfacio con deudas // Ricardo Zelarayán (1973)
No sé cómo empezar esto pero empiezo nomás. Hoy estaba almorzando en
Totalmente de acuerdo con tu posición. No alcanza “para profundizar en esta discusión con una perspectiva realista y concreta -a la que se dice aspirar [GL]-, con decir la obviedad de que por fuera del neo-extractivismo también hay capitalismo”, y sin dejar lugar a los argumentos contrarios a tales prácticas. Apelar al criterio de autoridad utilizando (mal o a contrapelo) conceptos de Marx es una falacia argumental. Solo querría agregar algo. Cuando leí el artículo, me llamaron la atención, además, dos cosas. Primero, tanto el título (“Una vez más sobre el llamado extractivismo”, que me remitía a otra vez que no sabía cuál era) como la selección de la “bajada” (“Detrás de la crítica extractivista a las gobiernos progresistas se halla la sombra de la restauración conservadora”, no eligieron una cita con “revolucionarios”), que pega fuerte en nuestra actualidad (Chubut, Mar del Plata…). Luego: las fechas en la argumentación, cito: «En el caso de los hidrocarburos, mediante la inversión en dos plantas separadoras de líquidos: una en Gran Chaco que será entregada el 2014, y la otra en Río Grande, a ser entregada el año 2013. Además, tenemos la planta de Urea y Amoniaco (…) que entrará en funcionamiento el 2015; una planta de etilenos (…) a ser entregada el 2016, y otra de GTL (…) que deberá empezar a funcionar el 2014(98).(…). Lo dejo ahí, la cosa sigue, pero marco la nota “(98)” que se les escapó, sin correlato con una nota real. Por eso fui a la fuente (abajo, escrito en letra chica): artículo publicado en 2017 en Nodal, donde abajo (¡de nuevo la “letra chica”!) se aclara que es un extracto del libro «Geopolítica de la Amazonía», de Álvaro García Linera. Lo busqué, claro (aquí lo dejo): es el último capítulo de un pequeño libro de distribución gratuita de 2013, cuando GL era vicepresidente en ejercicio. O sea: se estaba justificando por lo que hacían en Bolivia, y es posible que el “Una vez más” se refiriera a otros capítulos donde se tocó el tema (no leí el libro, ¡claro!). Más allá de las diferencias (en Bolivia, al parecer, se trata de empresas nacionales) y de la argumentación fallida desde el vamos, que a la Agencia Paco Urondo se le dé por publicar esto (y con esa bajada egañosa), con el “criterio de autoridad” que puede tener GL para cierta izquierda, justo en este momento en que las “aprobaciones” de diputados al extractivismo (que tuvieron que derogar, pero un poco para “hacer tiempo”, en fin…), sin aclarar los datos acerca de la primera fuente la publicación, y nombrándolo “expresidente” remite al “ahora” en que fue publicada (15/1/2022) y pinta “justificación encubierta” del extractivismo, como la de GL, por el lado de los medios… De muy mala leche… Lo cuento porque me dio mucha rabia (¡yo siempre tan teórica!).
La nota de 2017 (más extensa, con notas, con el mismo título pero sin bajada) en Nodal:
https://www.nodal.am/2017/09/una-vez-mas-llamado-extractivismo-alvaro-garcia-linera/
El libro «Geopolítica de la Amazonía. Poder hacendal-patrimonial y acumulación capitalista», de Álvaro García Linera. Vicepresidente del Estado Plurinacional:
https://www.vicepresidencia.gob.bo/IMG/pdf/geopolitica_de_la_amazonia.pdf