Anarquía Coronada

Invitación Especial: Silvia Rivera Cusicanqui en Buenos Aires (+ libros, documentales, entrevistas, etc.)

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Silvia Rivera Cusicanqui:

libros, documentales, entrevistas, diálogos


 

Silvia Rivera Cusicanqui (1949, La Paz, Bolivia) es una socióloga aimara activista, teórica contemporánea e historiadora boliviana. Investigó la teoría anarquista, así como las cosmologías quechua y aimara. Fue directora y miembro cofundadora del Taller de Historia Oral Andina (THOA). Hace más de tres décadas es profesora titular de la Sociología en la Universidad Mayor de San Andrés (La Paz, Bolivia). Ha sido, también, profesora visitante en las universidades de Columbia y de Austin (Estados Unidos), de Huelva (Campus La Rábida, Huelva, España), Nacional de Jujuy (San Salvador de Jujuy, Argentina), Andina Simón Bolívar (Quito, Ecuador) y en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). En 1990 recibió la Beca Guggenheim, y tres años después se le nombró profesora emérita de la Universidad Mayor de San Andrés. También es activista que trabaja directamente con los movimientos indígenas de Bolivia, como los movimientos tupacatarista y de los cocaleros. Desde el año 2008 forma parte del grupo anarco-ch’ixi de activistas culturales urbanos “El Colectivo 2”, que ha editado varios libros y cuatro números de la revista del mismo nombre, que incluyen varios trabajos de la autora.

(“Oprimidos pero no vencidos. Luchas del campesinado aymara y qhechwa 1900-1980”,  Lxs Artesanxs Libertarixs y la Ética del trabajo (c/ Zulema Lehm),  Gestión Pública Intercultural. Pueblos Originarios y Estado, CH´IXINAKAX UTXIWA: una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores)
Dos entrevistas fundamentales:

– “Teoría del aguasucia”. Diálogo con Silvia Rivera Cusicanqui sobre los talleres textiles. Por el Colectivo Situaciones e intervenido por Simbiosis Cultural (Bs-As, 2011 (este texto forma parte de De chuequistas y overlockas. Una discusión sobre los talleres textiles, TL, 2011) 

– «La disponibilidadde lo inédito«. Entrevista realizada por Claudia Arteaga & Gerardo Muñoz (New York, 2014).

Documentales:

Diálogos y entrevistas:




El poder en su forma actual

Una lectura de la reflexión de Varufakis sobre el referéndum del 5 de julio

por Jun Fujita Hirose

La filosofía políticamoderna nos dice que el poder se ejerce de manera efectiva sólo cuando su autoridad es legitimada por un contrato social. Por ejemplo, para que se haga efectivo el ejercicio del poder estatalen lo legislativo, lo judicial o lo ejecutivo, necesitaría que se promulgue una Constitución, por la cual el pueblo se otorga la soberanía y la delega o la transfiere al Estado al mismo tiempo. En la entrevista publicada el 4 de julio pasado en El  Mundo, Yanis  Varufakis,  el  entonces  ministro  de  Finanzas  del  Gobierno  de  Alexis Tsipras, muestra que ya no ocurre lo mismo con el poder de hoy, hablando del Eurogrupo, reunión informal de los ministros de Economía y Finanzas de los Estados miembros de la Eurozona.
“El Eurogrupo, por ejemplo, toma todas las decisiones que afectan a nuestras vidas. Pues bien: no existe sobre el papel, es un organismo que no existe. El otro día pregunté si el presidente del Eurogrupo podía ignorar la regla que funciona desde hace 15 años y por la cual todas las decisiones de ese organismo se deben de tomar por unanimidad. Y nos respondieron diciendo que el Eurogrupo no es un organismo formalmente constituido, en el sentido de que oficialmente y sobre el papel no existe. Nos quedamos boquiabiertos, porque es increíble. Resulta que en Europa tenemos una unión monetaria dirigida por un organismo que no tiene reglasescritas, porque los tratados de constitución no fueron redactados adecuadamente. ¿Qué diablos hemos hecho? Por no hablar de que los ciudadanos no tienen derecho a saber lo que pasa en las reuniones del Eurogrupo, ni siquiera 30 años después, cuando resulta que en esas reuniones se toman decisiones que determinan las vidas de los propios europeos.”
Hoy, el poder se ejerce fuera del “papel”, es decir, al margen de todo contrato, sin ninguna legitimidad. Esto no significa, sin embargo, que el espacio contractual en sí mismo se haya vuelto inválido, inefectivo. Al contrario, se requiere más que nunca su efectividad. Para que el poder extra-contractual pueda ejercerse de manera efectiva y eficaz a pesar de la falta de autoridad legítima, es necesario que el contra-poder popular se queda reducido por un contrato social a un conjunto limitado de “derechos” soberanos, de tal suerte que se establezca una disimetría permanente entre el poder y el contra-poder en las condiciones de ejercicio de sus fuerzas respectivas. El poder se mueve afuera, mientras el contra-poder está encerrado adentro. ¿Cómo el poder justificaría esta topografía desequilibrada? En la entrevista a El Mundo, Varufakis evoca las reuniones que el Eurogrupo realizó antes y después del anuncio del referéndum por parte de Tsipras.
“El problema es que a la UE no le gusta la democracia. Lo que ha ocurrido aquí es muy sencillo, déjeme que se lo explique: el 25 de junio pasado, como representante de Grecia en el  Eurogrupo,  me  presentaron  una  propuesta  de  acuerdo.  Yo  estudié  esa  propuesta, nuestro Gobierno griego estudió esa propuesta y llegamos a la conclusión de que era completamente inviable, que aunque la aceptáramos era imposible que funcionase. Pero como  somos  un  Gobierno  responsable  y  europeísta,  decidimos  que  al  igual  que  no habíamos recibido el mandato de nuestro pueblo para hacer pedazos ese acuerdo, tampoco habíamos recibido el mandato para decirle a los griegos y a nuestro Parlamento que ese acuerdo nos parecía valido, porque no nos lo parece. Dado que nos planteaban un ultimátum, dejamos la respuesta final en manos del pueblo griego. El pueblo es soberano, y el pueblo decidirá qué hacer. Eso se llama democracia. Y lo que ha hecho Europa es simplemente negarnos una pequeña extensión del programa de ayudas que nos habría permitido celebrar este referéndum con calma y tranquilidad, con los bancos abiertos. No, nos han obligado a cerrar los bancos. […] En el Eurogrupo del 27 de junio me dijeron claramente y sin paliativos que la propuesta de acuerdo era un asunto muy complicado para dejar la decisión final en manos del pueblo griego. Eso, permítame que se lo diga, es un ataque gigantesco a la democracia. Democracia, se lo recuerdo, es un sistema en el que la gente normal toma decisiones muy complejas.”
Es al principio de demarcación entre experto y no experto a lo que recurre el poder por justificar su ejercicio ilegítimo. El poder intenta persuadir al pueblo diciéndole: ustedes carecen de los conocimientos necesarios para estudiar el asunto en cuestión, y ademásde esto, no pueden abordarlosin mezclarlo o relacionarlo con los otros asuntos que tienen en sus propias vidas, y es por eso por lo que ustedes tienen que dejar la decisión en manos de los expertos y los tecnócratas, que son peritos en el asunto y que saben dedicársele de modo exclusivo. El anuncio del referéndum se hizo precisamente contra esta lógica. Sin embargo, de aquí se surge una pregunta fundamental: de lo que se trató en el voto popular del 5 de julio, ¿es sólo de rechazar de plano el principio de distribución desigual del conocimiento y de volver a poner el proceso de toma de decisiones en la “democracia”, es decir en el marco del espacio contractual? Quizá sea así desde el punto de vista del Gobierno Tsipras, que se proponía contraponer la soberanía estatal-nacional griega al poder extra-contractual ejercido a través del Eurogrupo. Pero, ¿los votantes griegos no vivieron algo más que tal democracia restablecida? Varufakis dice de las medidasde cierre de bancos y de control de capitales, las que el Eurogrupo forzó al Gobierno griego a tomar a partir del 29 de junio.
“Lo que están haciendo [los neoliberales] con Grecia tiene un nombre:terrorismo. […] ¿Por qué nos han forzado a cerrar los bancos? Para insuflar el miedo en la gente. Y cuando se trata de extender el terror, a ese fenómeno se le llama terrorismo. Pero confío en que el miedo no gane.”
Al votar, los griegos no sólo ejercieron sus derechos soberanos, sino también, y sobre todo, entraron cada uno en una confrontación directacon el poder, encontrándose ellos mismos fuera del espacio contractual. La lucha contra el miedo o el terror no es cuestión de contrato sino de las relacionesde fuerza; no es cuestión de la soberanía sino del coraje, no es cuestión de la democracía sino de la libertad. Al votar al “no”, los griegos practicaron cada uno con coraje su libertad intransigente en el campo de relaciones de fuerza. No es el derecho soberano sino el coraje personal lo que nos permite a cada uno resistirnos y hacernosinsumisos a las estrategias “terroristas” del poder. En cada voto al “no” en las urnas griegas se afirmó la verdad de que somos todos siempre libres y de que podemos siempre entrar en la práctica de la libertad sólo con que nos armemos de coraje.

¿Qué pasó en Grecia? ¿Qué pasará en Europa?

por Ulrich Brand


El lunes pasado, casi todo el mundo se quedó sorprendido. Se recuerda: como en Enero cuando Syriza dejó entrar un partido de la derecha al gobierno. Alexis Tsipas –con el apoyo político del fuerte voto del “No” el día 5 de julio– finalmente aceptó las imposiciones neoliberales de la Unión Europea y, sobre todo, del intransigente gobierno alemán. Las medidas son aún peores. Se escuchó palabras como “traición” o “falta del respeto al voto popular”.

Sin embargo, Tsipras no tenía alternativas. La alternativa hubiera sido un desastre económico, político y humanitario en el país mediterráneo. La gente dijo en el referendum no a la austeridad, pero no rechazó ser parte de la UE. Se dijo que Grecia no tenía una estrategia de compromisos. Tal vez, tenía pero hubiera sido una tontería política decirlo públicamente.

Actualmente, Grecia no es el campo de la lucha por el socialismo. Si la estrategia del gobierno y de Syriza era de poner la UE en una crisis política, eso funcionó. Pero Syriza lo que trata es de desarrollar una salida viable de una crisis causada por los gobiernos anteriores y las élites griegas bajo condiciones pésimas. Por eso, aceptó.

Y no olvidamos: ¡el Referendum impidió a Schäuble y a los demás aniquilar al gobierno griego! Eso era y, creo yo, todavía es es el plan del gobiero alemán y otros. “No hay alternativa!”

Ahora Syriza tiene el chance, bajo condiciones muy difíciles, de realizar ciertos programas. Por primera vez, los costos de la austeridad no se quedan exclusivamente al lado de los pobres y débiles. Hay fondos remarcables para inversiones que no van directamente a los bolsos de los ricos y de los bancos.

Claro, se puede criticar que el gobierno griego no tenía un “Plan B”, una propuesta para salir del Euro. De hecho, había un grupo de trabajo acerca del tema como ahora contó el ex-ministro Yanis Vassilis Varoufakis. Pero no tenía peso dentro del gobierno (y ni tienen más las máquinas de imprimir el Drachme…). Además, hay que ver que la capacidad de negociar, la cantidad de cuadros y técnicos entre Grecia y el resto le es a esta última increíblemente desfavorable (otra lección para cualquier proyecto político: requiere capacidad personal).

Aún más. La última semana muestra que, por el momento, dentro de la Unión Europea con la dominio de Alemania ninguna política progresista es posible. La presión sobre cualquier iniciativa de formular y realizar alternativas va a quedar. El acuerdo no es el fin del desastre. Deja respirar a Grecia, nada más.

Si hay algo positivo en las últimas dos semanas es el hecho mismo del referendum y, aún más, el No. Segundo, que la constelación ahora es superclara: el gobierno alemán, la Unión Europea y la gran mayoría de los medios de comunicación empiezan una guerra en contra de cualquier alternativa. La crítica a la carta de Krugman, Sachs y Stiglitz (keynesianos dóciles) era feroz, ridícula y sorprendente. Tal vez se forma un disenso entre las élites.  Tercero, la socialdemocracia alemana se autodestruye. El presidente-egomano SIgmar Gabriel tuvo tantos errores que su objetivo ya modesto de volver al 25 % (!) de los votos probablemente ya se terminó.

Por último, queda claro que la izquierda europea tiene que repensar su posición hacia la Unión Europea. La UE neoliberal y autoritaria es también una UE abiertamente neolimperial hacia adentro. Claro, una “renacionalización” no tiene sentido pero para políticas progresistas no hay nada, pero nada que ganar al nivel europeo. La zona del Euro no tiene futuro. Pero luchar en contra de la lógica del Euro no podía empezar en Grecia. Tal vez, estas semanas ambiguas del julio 2015 serán un punto de inflexión en la historia de la izquierda europea.

We will continue to fight…

por Euronomade
(Traducción de Nemoniente)


Hemos llegado a la conclusión provisional de las negociaciones sobre la crisis griega. Se ha firmado un acuerdo. Es difícil predecir qué sucederá en Grecia en los próximos días, pero está claro que el desarrollo de los próximos años estará condicionado profundamente. Y no sólo en Grecia.

El “acuerdo” lleva el signo de la vendetta, de una vendetta de inaudita ferocidad, contra el gobierno Tsipras y contra Syriza. Es inútil entrar en detalles: #ThisIsACoup, este hashtag viralizado dice lo esencial. A fin de cuentas una única lógica ha dictado los tiempos y modos de las negociaciones estos días: la violencia pura, la relación de fuerza que el gobierno alemán –respaldado por sus satélites y protectorados– ha impuesto prácticamente sin mediación. Sólo la tenacidad de Tsipras ha impedido la completa humillación, el embargo de los bienes comunes y públicos griegos y su transferencia a un fondo exterior con sede en Luxemburgo.
Hemos dicho en muchas ocasiones que en los últimos años, tal y como se ha gestado la crisis, se había determinado una transformación profunda en la propia constitución material de la Unión Europea. Hasta ahora todo esto había sucedido a través del lenguaje neutro de la governance, si bien con costes humanos y sociales intolerables come precisamente la situación griega muestra de modo más que evidente. Ahora nos encontramos frente a un cambio de ritmo, frente a una decisión política que marca un salto radical en el propio proceso de integración en Europa. ¿Era necesario un “castigo colectivo” a los Griegos para sancionar este paso? Così sia.

#ThisIsACoup, por tanto. Pero el golpe no es sólo contra el gobierno griego, es sobre la estructura total –política, económica, monetaria– de Europa. El euro, en particular, deja de ser una moneda sin política y se transforma en una moneda alemana, que incluye y sincroniza dentro de un sistema de cambios fijos, mediante una geometría variable de subordinación, las monedas de los países miembros de la eurozona. La vendetta contra la Grecia de Syriza debe servir de advertencia a cualquiera que se atreva a desafiar la compatibilidad y el consiguiente “rigor” fiscal.

Alemania vuelve a ser claramente un peligro para la estabilidad y la paz del continente. Habíamos hablado de un escenario bismarckiano, pensando en el proceso de unificación “por arriba” de Alemania, a partir del centro prusiano, en los años sesenta del siglo XIX. Hoy, por desgracia, vienen a la mente los planes de “nuevo orden europeo” que los alemanes persiguieron durante la Segunda Guerra Mundial. Un “gran espacio” económico organizado jerarquicamente en torno a la hegemonía alemana, con grados diferenciales de subordinación y vasallaje. Es cierto que muchas cosas han cambiado: ya no hay necesidad de enviar panzer y soldados (al menos por ahora); el terror se ejerce a través de la moneda y las finanzas; los “parásitos” que viven del “trabajo alemán” han cambiado la piel; en lugar de imponer un préstamo forzoso a Grecia se puede hipotecar todo el país. La devastación y el saqueo son los castigos reservados para quien se atreva a alzar la cabeza.

La lección impartida por Merkel y Schäuble a Grecia tiene evidentemente también otros objetivos: los electores portugueses, españoles, irlandeses, que votarán en los próximos meses, el propio gobierno francés, come repite estos días Yanis Varoufakis. La derrota de la socialdemocracia es completa, preparada cuidadosamente en las últimas décadas. Pero sería miope no ver que el NO en el referéndum griego, si por un lado ha roto definitivamente la ilusión de la democracia y la cooperación dentro de las instituciones europeas, por otro ha hecho emerger contradicciones y líneas de conflicto destinadas a profundizarse.
¿Puede tolerarse (no solo para Francia, sino también para los americanos) una Europa come la que Berlín está intentando construir? Hay razones para pensar que el escenario que está delineándose es muy inestable: la extraordinaria fuerza del NO griego continuará circulando en Europa donde ya a estas horas se ha traducido en una onda de indignación claramente perceptible, incluso en Alemania.

En un contexto marcado ya por la violencia y la prepotencia, la cuestión de la deuda permanece abierta (como subraya el propio Tsipras tras la negociación). Ha sido el tabú constitutivo de toda la negociación, identificado como tal por el grupo de los keynesianos críticos como Krugman o Stiglitz. Pero, incluso después del “acuerdo”, la cuestión ha reaparecido inmediatamente, casi para exorcizarla una vez más, en las declaraciones de Hollande y hasta de la propia Merkel. Es el auténtico fantasma que los asusta. Y no es una cuestión que ataña a Grecia.

Hemos repetido en los últimos meses que un solo gobierno europeo, tanto más el gobierno de un país pequeño como Grecia, no podría llevar a cabo victoriosamente una batalla victoriosa contra la austeridad. El terror financiero, avalado por el mismo Mario Draghi, ha apostado en los hechos por anular el margen de maniobra del gobierno Tsipras. Ciertamente, otras opciones habrían sido probablemente posibles, especialmente durante los días del referéndum. Pero no era ni es una alternativa salir del euro, junto a las nacionalizaciones, el cierre de los puertos y el bloqueo de los intercambios con el exterior que alguno ingenuamente auspicia. ¿Cuánto duraría, en las condiciones actuales, esta farsa de remake del “comunismo de guerra”?

Varoufakis, decepcionando a quienes lo imaginaban emitiendo dracmas,explicaba que en estas condiciones, sería el equivalente a una devaluación anunciada anticipadamente, la mejor manera de vaciar completamente el stock de capitales griegos, y añadimos que sería el mejor modo de que todas las cuentas recayeran en la multitud de los pobres y los trabajadores -no por nada es la solución preferida de los halcones. Permaneciendo en el euro, al menos Grecia recuerda a todos que el problema tiene dimensiones continentales, que no puede reducirse a la escala de un pequeño país en la periferia del sudeste de Europa. Debemos estar agradecidos a Syriza y a los NO griegos haber aclarado definitivamente lo que está en juego.

Por lo tanto, se trata de continuar luchando en condiciones de extrema dureza. Primero, en Grecia, como señala el propio comunicado oficial de Alexis Tsipras, profundizando las experiencias de autogobierno, de solidaridad, de mutualismo, que durante estos años han construido un muro de contención contra la violencia de la crisis; ejercitando en las calles y en las plazas un poder de veto contra la aplicación de las medidas más odiosas que el gobierno se ha visto obligado a aceptar. Sólo mediante una dialéctica vigorosa, hoy más necesaria que nunca, entre dinámicas sociales y funciones de gobierno se puede intentar tener abierto y extender el horizonte de la alternativa al régimen europeo del miedo, y no participando en el juego de “la izquierda”, de acuerdo a persistentes viejos vicios, sobre la ”ingenuidad europeísta”, la “capitulación” o la “traición” de Syriza.

Y se trata de seguir luchando también en Europa: organizando la resistencia, articulando el rechazo a la involución autoritaria impuesta en el proceso de integración. Intentando construir seriamente una campaña de masas por el ’“OXI europeo”, buscando cuáles puedan ser las formas más eficaces para oponerse al régimen de la austeridad auspiciado por Berlín y articulado en las instituciones de Bruselas y en los gobiernos nacionales. Preparando el terreno para nuevas rupturas, allí donde se presente la ocasión, las únicas que pueden asegurar una salida digna para Grecia y un futuro distinto a todos los explotados, los endeudados, los empobrecidos de Europa.

Sin embargo, hay que ser claro: tanto en Grecia como en el resto de Europa, la lucha se enfrenta hoy frente a peligros de inaudita gravedad. El gobierno alemán ha abierto un escenario ideal para la acción de las fuerzas nacionalistas y fascistas. No es paradójico afirmar que las fuerzas motrices de todo populismo nacionalista en Europa están aliadas con el gobierno de la Grosse Koalition. Schäuble preferiría un gobierno de tecnócratas en Atenas y quién sabe cómo reaccionaría viendo las banderas de Amanecer Dorado ondeando sobre el Partenón.

(fuente: www.euronomade.info)

Lo que puede dar de SI un NO: 10 tesis frente al Imperio

por Pensar la tierra

No caben medias tintas. No hay posibilidad de jugar a dos bandas. Las posibilidades de una política democrática moderada encuentra hoy sus últimos pasos en Atenas. Agotada en sus propios significantes vacíos, huye de si, hacía lugares comunes donde los significados comienzan a llenarse de sentido.

Lo que sigue son algunas emociones desconcertadas e irresueltas de las que no sabes exactamente a partir de que nacen, ni que es aquello que las puede sofocar. Las palabras que siguen tratan desde una perspectiva personal de desatar algunos nudos que se aprietan en nuestro estómago estos días. Son ideas que nacen del espanto, que quieren transmitir la esperanza propia de un mundo que no deja de nacer a cada instante:

1.-Toda política revolucionaria nace de una voluntad absoluta de transformación radical que emana de la predisposición de asumir los términos de Nosotros y ellos. El antagonismo existente entre el sistema capitalista actual y las sociedades contemporáneas no dan lugar sino a un amasijo de sufrimiento y dolor que en épocas de crisis como esta vertebra lo que podemos llamar nuestro nazismo contemporáneo.

2.-Tal y como se ha demostrado el Gobierno Griego, pese a sus buenas intenciones no ha sabido asumir los riesgos que comporta una política revolucionaria, entendiendo esta como la suma de las voluntades de cambio y transformación radical de las condiciones de vida existentes. El Gobierno progresista griego encabezado por Alexis Tsipras en un acopio de razones ha demostrado insuficiente el hecho de gobernar asumiendo las línea rojas impuestas por el enemigo. El Gobierno de Alexis Tsipras muy a nuestro pesar es parte ya del Bloque de las posibilidades que dominan.

3.-La Europa de la Unión, es la Europa del Capital, el hambre y la guerra. Esta guerra hoy ha estallado en el corazón de nuestra Europa, la Europa de los pueblos, la Europa del Sur. Hoy el capitalismo ha traído la guerra al corazón de la bestia. Las certezas que nacen de la situación política en Grecia descartan cualquier vía “legal” de construcción de un sistema diferente, de un sistema distinto donde la voluntad de las mujeres y los hombre constituyan una forma de gobierno, ni de manera directa ni de manera representativa.

4.-Las fuerzas revolucionarias a lo largo de toda la Historia de los pueblos de Europa del siglo XIX y XX nunca han tenido posibilidades políticas, por lo general. Los comunistas y anarquistas, en los periodos de estabilidad de los regímenes Europeos nunca han tenido nada que decir salvo en los periodos de crisis irreversible. Toda la estrategia de dispositivos y hegemonías desplegadas por los modernos Estados europeos han forzado a un nivel de control y miedo, ante el cual la población se ha visto arrinconada, sumida siempre en el terror.

5.-El único momento para desplegar una política revolucionaria es aquel instante en que han fracaso todas las vías democráticas del régimen. Este momento de crisis excepcional es el lugar para el despliegue masivo de un sentir general que venza los miedos propios de un proceso de transformación radical que acabe con una forma agotada de comprender el mundo. Es tarea de las fuerzas revolucionarías comprender el momento histórico de su  llamamiento. El campo de disputa hoy es la voluntad general de la población, más cerca que nunca de afrontar sin paliativos un proceso de transformación de las condiciones existentes ,mediante el re-arme, la tensión, la fuerza y en cierto grado, la violencia.

6.-La tarea histórica de los frentes progresistas ha sido asumir la tarea de sostener un régimen en descomposición. Este ha sido también su pecado. Ante la falta absoluta de capacidad política, de poder real y de acceso a las estructuras de poder, cierta izquierda progresista europea ha visto cualquier modo de acceso al poder, como el modo propicio de acceder al poder, por “responsabilidad” se ha accedido a gobiernos sin tener un programa político de transformación. Esta izquierda progresista europea por resistir dentro de la legalidad del régimen ha aplicado políticas, que jamás hubiera creído. Ha desarrollado políticas que objetivamente más tenían que ver con el modo capitalista de comprender el mundo que con el modo revolucionario de afrontar una toma de poder. “Esto es todo lo que podemos hacer”, “Debemos acatar estas reglas por responsabilidad”, “Un gobierno de cambio requiere asumir la seriedad propia de un gobierno de Estado”.

7.-Las fuerzas sociales de la Europa de hoy deben saber asumir su papel en el proceso histórico y saber por tanto leer las condiciones históricas por las que ha sido inevitable que un  Gobierno como el de Syriza llegará al poder. En el terreno de la batalla de las ideas, hoy hay más población griega cuya opinión es favorable a un cambio radical que nunca. Esta batalla de las miradas, de las opiniones es una de las batallas donde históricamente han sido derrotados los movimientos revolucionarios europeos, ya que han actuado tan solo refugiados en la verdad de sus palabras sin tener en cuenta que lo que es decisivo en la batalla que se libra, esto es, la opinión de la mayoría social del País. Hoy en Grecia las opiniones son más favorables que nunca.

Al igual que pasó en Rusia con la Revolución de 1905 o en el Estado español con la Proclamación de la II República en 1931, las grandes revoluciones vienen precedidas de intentos de construcción de una democracia moderada que se muestra incapaz de asumir las contradicción de un sistema ya agotado. El Gobierno de Tsipras ha demostrado ser incapaz de sostener un sistema agotado, siendo así devorado por el Capital y sus guerra. Tendremos que preguntarnos que lleva al capital a ser capaz de nutriste de todo aquello que nace como oposición a el.

8.-Las fuerzas revolucionarias tiene hoy la tarea histórica de saber enamorar a las mayorías sociales, de pensar formas políticas de construir una pedagogía política capaz de nutrir el Bloque de las posibilidades emergentes con la creatividad desbordante de una población al borde del colapso. Lo que esta al borde del abismo hoy en Grecia no es un gobierno, ni una economía nacional, si no un modo social de comprender la política. Forzar a la desaparición de eso modo de comprender la política es la tarea fundamental que las fuerzas revolucionarias que deben acometer desde su propia pedagogía del ejemplo, desde el hacer y el construir de los movimientos populares.

9.-Toda política revolucionaria en la Europa de hoy, debe saber entender que cualquier forma de emancipación política pasa por desarticular a la Unión en su propia territorio, por abandonar políticamente la Unión Europa. El problema de Grecia no es solo su deuda, ni tan solo encontrar el modo de pagarla. El principal problema de Grecia, a mi modo de ver, es que todo aquello que es común, ha sido desarticulado, no hay una economía común, no hay fuerzas productivas al servicio del país, todas las economías dependen de un modo u otro de fuerzas capitalistas extranjeras, la agricultura está desarticulada, la industria destruida, no hay un modo económico de asumir el futuro.

10.- Una política revolucionaria hoy es aquella que sabe explicar el mundo desde la economía social, desde el cooperativismo obrero, desde la producción agraria local, desde la soberanía alimentaria, desde los valores del feminismo y de los cuidados hacia la comunidad, desde la democracia social y popular. Toda política revolucionara debe pensar hoy Europa en estos términos: Guerra o Revolución.

El carácter destructivo sólo conoce una consigna: hacer sitio; sólo una actividad: despejar. Su necesidad de aire fresco y espacio libre es más fuerte que todo odio .[…]

El carácter destructivo es joven y alegre. Porque destruir rejuvenece, ya que aparta del camino las huellas de nuestra edad; y alegra, puesto que para el que destruye dar de lado significa una reducción perfecta, una erradicación incluso de la situación en que se encuentra. A esta imagen apolínea del destructivo nos lleva por de pronto el atisbo de lo muchísimo que se simplifica el mundo si se comprueba hasta qué punto merece la pena su destrucción. 

Este es el gran vínculo que enlaza unánimemente todo lo que existe. Es un panorama que depara al carácter destructivo un espectáculo de la más honda armonía.[…]

El carácter destructivo trabaja siempre fresco. Es la naturaleza la que, al menos indirectamente, le prescribe el ritmo: porque tiene que tomarle la delantera. De lo contrario será ella la que emprenda la destrucción. El carácter destructivo no está interesado en absoluto en que se le entienda.[…] Considera superficiales los empeños en esa dirección. En nada puede dañarle ser malentendido.

Hace escombros de lo existente, y no por los escombros mismos, sino por el camino que pasa a través de ellos. 

(Walter Benjamin,“El carácter destructivo”, Discursos Interrumpidos I, Taurus, 1973)

Francisco y los límites de una iglesia estancada

por Pablo Semán
Francisco es un emblema que justifica cualquier tipo de entusiasmos. Los sacerdotes se esperanzan en el hallazgo de un líder carismático y le soportan posiciones políticas y doctrinarias. Los presidentes latinoamericanos quieren recibir algo del maná sagrado que ostenta el jefe del catolicismo. Y el neo papismo de izquierda y ateo confunde sueños y realidades. Sin embargo, la convocatoria del encuentro con jóvenes en Asunción, última actividad del Papa en Paraguay, mostró los límites sociales y culturales del impulso de Francisco. ¿Será capaz su figura renovadora ensanchar el espacio del catolicismo, amenazado por la secularización, la fe evangélica, las religiosidades originarias y afro?
Se esperan millones de personas, la ciudad no está preparada para tanto, va a faltar agua y no vas a encontrar alojamiento. Así sonaban  las voces de alarma que surgían de una conjetura que se reveló errada. La movilización de los paraguayos y de los argentinos del noreste o de los brasileños del sur fue masiva pero ni por asomo alcanzó las proporciones de catástrofe demográfica que auguraban entre entusiasmados y  horrorizados.
Tenemos ahí un juego entre expectativas y realidades que es parte del balance de la gira papal, algo que el encuentro del Papa con los jóvenes evidenció de modo revelador.
1. Francisco es un emblema que justifica todos los entusiasmos concebidos como necesidad humana. Es la pantalla de proyección de más deseos que los que nadie o nada puede cumplir. La misma gente que se decepcionó al descubrir que el peronismo no es un blog o una cuenta de Twitter quiere ahora alucinar un Papa que estuvo en Woodstock, bailó con Lady Gaga y quiere trasladar el Vaticano a Cuzco. El neo papismo de izquierda, probablemente ateo, confunde sueños y realidades y no termina de tocar realidad. Adolescencia eterna. Pero también están los que desde adentro del catolicismo apuestan a que una figura renovadora logre ensanchar el espacio de la mayoría amenazada por la secularización, la fe evangélica, las innumerables declinaciones de la nueva era, las religiosidades originarias y afro.
Los sacerdotes se esperanzan en el hallazgo de un líder carismático aunque haya que aguantarle posiciones políticas, sociales y doctrinarias que les resultan intragables. Y no menos ilusionados, incluso con fundamento, están los líderes políticos latinoamericanos que tomados de la mano de Francisco quieren recibir algo del maná sagrado que ostenta el jefe del catolicismo.
Me temo que son demasiadas ilusiones como para entender la dimensión en que se notan los efectos de la “operación Bergoglio”: la movilización de los cuadros del catolicismo dormidos, agraviados y alejados por décadas de autismo vaticano con el que Francisco logra romper. ¿Hay algo más que eso? Todavía no se sabe, pero pueden entreverse las dificultades que la realidad le opone a todo tipo de sueños.
2. El encuentro de los jóvenes con Francisco en la ribera del río Paraguay puede ayudarnos a entender límites y posibilidades que están implicados en las dificultades que las realidades le oponen a los sueños. Y aquí una primera observación precaria, pero empírica. La composición social del encuentro era, para mí, que soy un observador habitual de eventos religiosos de las más variadas congregaciones, típicamente de clase media. Media-media y media-baja con algunos componentes de los grupos que en Paraguay suelen llamarse “marginales” y con una muy baja presencia de jóvenes de los sectores altos. Es una observación grosera, no tengo una muestra estadísticamente confiable ni un censo. Pero me pareció estar todo el tiempo entre gente como yo, unos cuantos años más joven. Las ropas, los usos del cuerpo, los cuidados y hasta la alimentación y los anteojos, las cámaras, los consumos, las formas de hablar y de elaborar las emociones me remitían a ese universo. No es que en otros momentos el papa no haya  convocado en esta misma visita a los sectores populares. Estuvieron presentes en el Ñu guasu y el Papa fue a ellos cuando viajó a los barrios populares de la rivera del Paraguay. Volvieron a estar presentes cuando se despedía y por la avenida que lleva al aeropuerto de Asunción: salieron de esos mismos barrios a despedirlo. Pero se podría decir que cuando convoco a los jóvenes solo logró que asistiesen los de un grupo social acotado. Las barbas, las guitarras, los mates, los jeans, la amabilidad, las baladas, los cabellos largos y sueltos, las sonrisas beatíficas, la preocupación por la preocupación por el otro, eran los mismos de siempre: lo que fue en Argentina una de las cunas del rock nacional.
Esto no sería tan significativo sino se combinase con el resultado de una segunda observación bastante más larga. Que podría explicar porqué los  límites en que se estanca la convocatoria católica, incluida la renovación que impulsa Bergoglio. Lo central del encuentro con los jóvenes consistió en la presentación de dos testimonios de fe que el papa elaboró in situ para descartar el discurso escrito con antelación. Primero una joven que mostró en su relato que supo asumir con alegría el deber de cuidar a sus mayores gravemente enfermos y que como Francisco dijo “quemó su vida en la solidaridad”. Luego un joven campesino muy pobre que fue “regalado” a una familia de la ciudad que lo explotó y maltrató y volvió al campo para trabajar, ayudar a su familia y sobrellevar la muerte de su madre; y que a pesar de tanto mal, como resumió el Papa, “no quiso vengarse de la vida”.
El Papa asistió a los testimonios tomando notas como un alumno y luego dio su discurso sobre la base de esos apuntes. Antes de hablar recibió de otro joven el pedido de orar por la libertad de cada uno y propuso orar por corazones libres de sentir y de pensar, libres de vicios, consumismo,  egoísmo. Al continuar su discurso encontró en el testimonio de los jóvenes ejemplos de virtudes que  subrayó construyendo un modelo: corazón libre, solidaridad, fortaleza, esfuerzo, reconocimiento de Jesús. A cada una de las virtudes que subrayaba pedía a los jóvenes que lo acompañaran repitiéndolas para fijarlas como una lección. Llamó hermanos a los jóvenes a los que agradeció el testimonio, la enseñanza y el pedido de oración.
Con algunos actores, como algunos pastores, como casi ningún cardenal, Francisco dejó entrever las bambalinas del culto, lo “humanizó”  y lo fue transformando de repetición de una fórmula en interacción situacional. Lo primero que debo decir es que salvo Juan Pablo II ninguno de los Papas de la era de las comunicaciones masivas fue capaz de un contacto tan fresco, tan dependiente del momento y tan sensible a lo que sucedía en escena.  Lo segundo es que mientras presenciaba la escena me acordé de lo que sucede en los cultos evangélicos a los que observé por años. Lo recordé con el cuerpo del ateo que soy y con los reflejos condicionados: sintiendo la falta de los gritos de los fieles o de un pastor gritando, interrumpiendo a cada rato con un “gloria a Dios aleluya, hermanos”. Y mi mente prosiguió el contraste en un punto crucial.
Los milagros apuntados por Francisco eran básicamente morales. El evangelio abstracto se traducía en su discurso en un evangelio concreto y cotidiano: las conductas remiten a valores destacables, ejemplos a imitar. Punto para Francisco. Pero la diferencia con el culto evangélico habla del límite que percibí. En esos cultos ruidosos y bullangueros, muchas veces poco articulados, desde el punto de vista de quien quiere recibir una larga lección, tienen algo que el encuentro de Francisco con los jóvenes no tuvo. En el culto evangélico los milagros testimoniados por los fieles y subrayados por los pastores no son simples testimonios de entrega y esfuerzo. Son también experiencias de haber recibido bendición en tanto solución del problema concreto. Bendiciones que superan los esfuerzos: en una iglesia evangélica la joven que debió cuidar a sus mayores hubiera contado que consiguió un trabajo que le permitía resolver mejor la situación, o que se destrabaron los trámites para obtener asistencia social. No digo que ese relato sea cierto aunque no tengo porqué desconfiar de nadie. En esos cultos los testimonios de un evangelio práctico incluyen otros bienes y otras vivencias, que su formato utilizable no es una lección sino una especie de aplicación que se incorpora inmediatamente al próximo paso vital.
En los cultos evangélicos Dios ayuda donde el Estado y el mercado no resuelven del todo y donde la vida necesita un poco de empeño, que el testimonio curado por el pastor viene a inyectar. El evangelio práctico de los evangélicos incluye más ampliamente la vida cotidiana y se transforma en un recurso emocional que permite resolverla. Y esto sin contar que la actitud de cualquier pastor es siempre más activa desde el punto de vista sensible que la de este Papa, que en ese rubro es, comparado con sus predecesores, un showman, un profesor, un par. Y todo esto sin contar que los cultos a los que me refiero tienen música, éxtasis, desmayos que promueven conversiones y compromiso.
Podrán decir que el modelo de culto que impulsa Francisco es renovador y estaría de acuerdo tanto como con la afirmación de que no veo a muchos sacerdotes con capacidad de innovar en el mismo sentido que Francisco. Y, más aún, debe percibirse que todo lo que Francisco renueva en ese plano es poco en comparación con los evangélicos. No podrán negar que ese modelo de culto, aunque Francisco rechace las ideologías, viene a confirmar la razón de los convencidos, de los que tienen la ideología de que hay que ser solidario. Ahí se halla el límite:  el cerco cultural que la Iglesia Católica todavía no puede saltar. Las personas ya son religiosas en el sentido de que creen en algo más fuerte que ellas. Lo que buscan no es alguien que les diga cómo ser mejores sino cómo resolver mejor su vida, ya que encuentran en otros espacios voces que les dicen cómo orientar esa creencia. Quizás ahí se encuentra la fortaleza del cerco que el catolicismo quiere y todavía no puede quebrar.
3. Es en razones específicamente religiosas donde radica la desmovilización que el catolicismo quiere superar. Pensar que los discursos sociopolíticos flamígeros de Bergoglio, todo lo necesarios que sean, modificarán el status quo demográfico del catolicismo es parcial. Los jóvenes de los barrios populares de toda Latinoamérica se disocian frente a las opciones que se les presentan: acuerdan verbalmente con la opción por los pobres que el catolicismo declara y asienten corporalmente con la opción de los pobres que los movimientos de fisión y fusión evangélica pergeñan en microsuperficies a mil años luz de la vista de Sauron, de las multinacionales de la fe y de curas intelectualizados.

(fuente: www.revistaanfibia.com)

Francisco: el Papa “anticapitalista”

por Pablo Stefanoni

“Si el capitalismo tiene a Obama, nosotros tenemos a Francisco”. El líder del emblemático Movimiento sin Tierra de Brasil, João Pedro Stedile, no escatimó entusiasmo al concluir la cumbre de movimientos sociales en Santa Cruz de la Sierra, en la que el papa Francisco se despachó con un discurso tan crítico del capitalismo actual que el diario El País de Madrid subtituló una columna sobre Bergoglio: “Francisco nunca simpatizó con los teólogos de la liberación. Hoy parece uno de ellos”. En ese cónclave, que formó parte de la visita a Bolivia –luego de visitar Ecuador y antes de proseguir a Paraguay– participaron diversos movimientos sociales de Bolivia y del exterior.
 
“¿Reconocemos en serio que las cosas no andan bien en un mundo en el que hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad? (…) ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza? –preguntó el Papa– y se respondió: “entonces si reconocemos esto digámoslo sin miedo: queremos un cambio”.
Francisco sostuvo que existen “múltiples exclusiones e injusticias, en cada actividad laboral, en cada barrio, en cada territorio” y que entre ellas hay un “hilo invisible que une cada una de las exclusiones, ¿podemos reconocerlo? –inquirió–”. “Esas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global, que ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza”. “Digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras, este sistema ya no se aguanta. No lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan los pueblos, no lo aguanta la hermana Madre tierra, como decía San Francisco”. Varias veces fue interrumpido por gritos de “Viva el Papa”. Su discurso –al lado de Evo y de varios dirigentes sociales– fue básicamente político, sus citas a los evangelios fueron escasas y sus referencias al cambio numerosas y a tono con el ambiente. Varias veces habló de la Madre Tierra, llamó “poetas sociales” a los movimientos populares, se refirió a la Patria Grande, al nuevo colonialismo y criticó el “sistema excluyente”, la concentración de los medios de comunicación (que promueven el colonialismo ideológico), los Tratados de Libre Comercio y las medidas de austeridad, la “tercera guerra mundial en cuotas” y rescató la “fe revolucionaria contra el ídolo dinero”. El objetivo es el acceso a las tres T: tierra, techo y trabajo. Pero también acceso a la salud, la educación, la innovación, el deporte y la recreación. Música para los oídos de los asistentes.
Francisco no se privó de hacer chistes, distinguió al “Vivir bien (fórmula que en Bolivia se usa para definir un supuesto bienestar no materialista)” del “pasarla bien”. Habló del “avasallamiento de las grandes corporaciones” y señaló que “el futuro de la humanidad está en los explotados, pobres y excluidos”, en “el campesino amenazado, el trabajador excluido, el indígena oprimido, la familia sin techo, el estudiante sin trabajo”. Los planes asistenciales –dijo– nunca pueden sustituir la verdadera inclusión: “trabajo digno, libre, participativo y solidario”. El éxito de su última encíclica Laudatio Si se debe a las fuertes críticas ecológicas frente al cambio climático y en Santa Cruz retomó varios de sus ejes.
Pero casi al concluir lanzó su frase más fuerte, la más aplaudida, la que le generó complicidad con los asistentes y completó un discurso que si no abordaba el tema hubiera parecido incompleto y hasta falso: “Se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios”. Y tras ella pidió un perdón explícito por los crímenes durante la llamada conquista de América, con su lógica de la espada con la fuerza de la cruz. “Si alguno de ustedes no puede rezar, le pido humildemente que me piense bien y me mande buena onda”.
Poco antes, cual travesura, Evo Morales le regaló entre varios obsequios, una escultura de cruz, hoz y martillo que reproducía la que había construido el cura Luis Espinal, asesinado por paramilitares en 1980. Como poniendo a prueba el progresismo del Papa.
Francisco proviene de la llamada “teología del pueblo”, una versión “populista” de la teología asociada a sus simpatías políticas por el peronismo. Y como todo peronista, su desempeño actual no puede ser analizado de manera inductiva a partir de su historia. Francisco no se explica (solo) por Bergoglio, como el Menem neoliberal no se explicaba por el Menem pre89 ni Cristina se explicaría por sus posiciones de los años 90. En el peronismo, en el saber adaptarse a las circunstancias reside gran parte de la clave del éxito. Pero ese pasado “populista” y muy político de Bergoglio explica, no obstante, muchas de sus facetas actuales. De ese pasado proviene, por ejemplo, su reflexión sobre el Martín Fierro de 2002. Por eso, pese a lo que se escribió al momento de su elección, está tan lejos de ser para los gobiernos nacional-populares lo que fue Juan Pablo II para los regímenes comunistas. (No es este el lugar para revisar la historia de Bergoglio, y temas polémicos como su desempeño en la dictadura, denunciado por el periodista Horacio Verbitsky).
Lo que vale la pena señalar, sin agotar, en estas líneas es que la convergencia entre el papa y los “movimientos sociales” y gobiernos “progresistas” está dada por el antiliberalismo, una sensibilidad que a lo largo de la historia tuvo muchas articulaciones posibles, de izquierda y de derecha (contra el individualismo, el egoísmo, etc.). Pero que, al mismo tiempo, incluye visiones organicistas de la sociedad que en muchos casos se chocan con la libertad. Por eso, el “papa anticapitalista” puede ser aliado en la crítica solidarista contra el capitalismo salvaje (la Iglesia muchas veces compartió esos tonos a menudo más pre- que post- capitalistas) pero no en las luchas emancipatorias que incluyen derechos reproductivos, los derechos de las llamadas minorías sexuales o el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos… así como visiones más radicales en las luchas contra las jerarquías sociales. El “hagan lío” del papa tiene mucho del “lío” que pueden armar los jóvenes de la Acción Católica.
Hoy el enemigo de la Iglesia ya no es el comunismo sino sobre todo el evangelismo, que se ha expandido enormemente en América Latina. Como escribió el antropólogo Pablo Semán en la revista Anfibia: “En términos muy generales, está ocurriendo algo que profundiza lo que Juan Pablo II había percibido tras la caída de la Unión Soviética que él mismo había ayudado a promover: la necesidad de que el catolicismo ocupe un papel junto a las mayorías que son la masa de maniobras del capitalismo. O el catolicismo lo asume o esas mayorías se configurarán, en variadas posibilidades, pero prescindiendo del Catolicismo (que no es lo mismo que prescindiendo de la religión y de las más variadas formas de imaginar, invocar e interactuar con lo sagrado). La opción de Francisco ha sido radicalizar esa búsqueda con un lenguaje épico, convocante  y “socio político”.
Este discurso enmarcado en la doctrina social de la Iglesia viene a llenar, además, el lugar vacío que dejaron los proyectos de transformación social y su incapacidad para renovarse y mantener su potencia crítica, tanto en sus visiones revolucionarias como reformistas. Por lo demás, hace tiempo que la crítica de las izquierdas al capitalismo viene teniendo tonalidades cada vez más moralizantes (abandonando el análisis del capitalismo en sí, y su capacidad hegemónica, y restringiéndose a denunciar sus injusticias). Por eso, el papa puede ser un aliado de Raúl Castro (la convergencia antiliberal allí es evidente) y Stedile puede encontrar en Francisco a alguien que dice cosas que Lula, a quien el MST apoya, parece ya no poder decir con la fuerza de los hechos. Por eso, también, este discurso social, pronunciado con la habilidad política de Francisco hoy parece revolucionario.

(fuente: lavanguardiadigital.com.ar)

Más allá del retorno a cero

Diálogo entre Toni Negri  y Félix Guattari

Toni Negri. – Quisiera comenzar por una pregunta que también le he planteado recientemente a Gilles Deleuze a propósito de Mil mesetas. En este libro, uno de los grandes ensayos filosóficos del siglo, he creído percibir una nota trágica. Las parejas conflictuales que están dibujadas allí (proceso/proyecto, singularidad/sujeto, composición/organización, línea de fuga/dispositivo y estrategia, micro/macro, etc.), todo lo que en suma constituye un sistema abierto, está, por otra parte, no cerrado, sino contenido como en una tensión insoluble y un esfuerzo sin fin. Es en esto que me parece consistir el elemento trágico.
Félix Guattari. – Alegría, tragedia, comedia, los procesos que me gusta cualificar de maquínicos trenzan un porvenir sin garantía –¡es lo menos que se puede decir! Estamos a la vez “hasta el cuello” y destinados a las aventuras más insólitas, más apasionantes. Imposible tomarse en serio, pero imposible también no “engancharse”. No veo tanto esta lógica de la ambigüedad como una “tensión insoluble”, sino como el juego multívoco, polifónico, de elecciones paralelas, algunas veces antagonistas, que no te deja otro recurso más que el de la mala fe, la bifurcación incesante. Cómo “hacer con” esas constelaciones imposibles de universos de referencia. El olvido puede ser de una gran ayuda, ¡pero no está al alcance de todos!

T. N. – En Cartografías esquizoanalíticas das un paso suplementario en la articulación de topologías, de dinámicas y de procesos de subjetivación. La fenomenología es desarrollada allí a través del análisis de los agenciamientos genealógicos. Y estás cada vez más interesado por los equipamientos colectivos de subjetivación. Ahora bien, analizando a estos como formas, haciendo abstracción de su inserción en un sistema de poder y de reproducción social, dando derecho a la postura estética, ¿no tienes la impresión de correr el riesgo del vicio de formalismo de los postmodernos, que, de una manera paradójica, vacían el movimiento y consideran como agotada la historia que se supone inagotable? ¿No juegas demasiado con la idea del “eterno retorno”?
F. G. – Da capo. Música paralela para palabras poco diferentes. La historia no es lineal sino discrónica; las reterritorializaciones anacrónicas bordean las virtualidades futuristas; el acontecimiento sale de la heterogénesis de componentes en el fondo discordantes. Aquello que llamas mis topologías no tiene únicamente por objetivo dar cuenta de los equipamientos colectivos de subjetivación. O, más exactamente, hay que entender “colectivo” en el sentido de multiplicidad intensiva. Es decir que el arte, la producción prepersonal –por ejemplo, la somatización histérica– procede de agenciamientos colectivos no humanos. Las relaciones de fuerza del nivel molar conservan evidentemente sus derechos, pero su estatus es relativizado por la promoción de focos de enunciación, de incorporales, y la encarnación de territorios existenciales, según una lógica pática que escapa a la lógica de los conjuntos discursivos. Preconizo entonces un análisis de los agenciamientos colectivos de enunciación que escape a la forma para erigir máquinas abstractas autopoiéticas. La forma es siempre declinada según un procedimiento lineal que sitúa sus coordenadas de tiempo intrínseco, de espacio y de energía como estado exterior. La máquina abstracta afirma sus ordenadas ontológicas como repetición auto-afirmativa. Para ella, la linealidad solo puede venir después. Es sustancia de expresión, enunciador parcial, que solo despliega en otra parte una materia objetiva y una subjetal formal. La “postura estética” reside en el hecho de que la pluralidad ontológica “encausada” no depende de un Ser con s mayúscula sino de una “materia opcional” de incesantes mutaciones. En sus afirmaciones procesuales, los agenciamientos de enunciación son productores de componentes ontológicas irreductiblemente heterogéneas y singularizantes.
T. N. – Siempre en las Cartografías esquizoanalíticas, pero en adelante en todos los escritos, utilizas para caracterizar el período histórico actual la expresión “edad informática planetaria”. Esta categoría hace eco con los discursos foucaultiano y deleuziano sobre la edad de la comunicación, y los especifica. La aceptación de esta categoría en filosofía tiene efectos metodológicos fundamentales: te permite resolver la genealogía en la epistemología y viceversa, y construir desde un punto de vista histórico los agenciamientos de enunciación. Sin embargo, ¿no puede esta reducción tener también efectos perversos, en el caso de una epistemología de referencia informática? ¿No hay riesgo de aplastamiento de la determinación o del agenciamiento genealógico en el universo de las relaciones transversales, lineales e indiferentes que caracterizan a dicha epistemología? ¿Cómo romper la indiferencia del horizonte informático?
F. G. – La subjetividad capitalística implica una binarización y una descualificación sistémica de todos los “mensajes”. Corona el reino de un equivaler generalizado que, por otra parte, ha desplegado sus coordenadas en los dominios del Espacio, del Tiempo, de la Energía, del Capital, del Significante, del Ser… Se trata a la vez de un horizonte histórico, cuyo surgimiento está fechado, y de un vértigo axiológico que se remonta a la noche de los tiempos. Por todas partes, siempre existió amenaza de abolición desde el interior de la complejidad cualificada. El caos habita lo complejo; lo complejo habita el caos. Lo cual implica que este último esté compuesto de entidades animadas de una velocidad absoluta –a riesgo de que la ciencia “ralentice” esas velocidades con constantes tales como c, h (constante de Planck[1]), el instante cero del big bang, el cero absoluto, etc. Lo que legítima una perspectiva de “revolución molecular”, es el hecho de que esta entropía capitalística de la subjetividad se instaura a todas las escalas y renace constantemente de sus cenizas. Una periodización como aquella que encadena el pasaje de las sociedades de soberanía a las sociedades disciplinarias para desembocar en las sociedades de control es a la vez genealógica y ontogenética. Todos estos regímenes de territorialización del poder, del saber y de la subjetividad se descomponen y se recomponen en la subjetividad contemporánea. Lo cual hace, por ejemplo, que no se pueda hablar hoy, con el ascenso de los integrismos y de los racismos, de “regresión arcaica” sino más bien de progresismo fascista o, en rigor, de neo-arcaísmo, siendo claro que reinventan completamente formas de inteligencia y de sensibilidad del mundo contemporáneo. ¡Recomenzar la historia por el principio o hacerla tender hacia finalidades progresistas no es realmente ya el problema! Se trata más bien de recomponer, sobre otras bases, los agenciamientos de subjetivación y, en ocasión de ello, de recrear de una forma pática las diversas figuras de la subjetivación histórica, de las cuales la subjetividad capitalística es la más vertiginosa por su vacío, su banalidad, su vulgaridad, su estado de cosas a ras de margaritas.
T. N. – ¿Cómo se reconoce, hoy en día, y cómo se estabiliza un proceso de subjetivación? ¿Cómo se reconoce el nivel ontológico (composición, código, bloque, agenciamiento, equipamiento) sobre el cual se constituye dicho proceso? Sé que no te gusta la palabra ontología, pero quisiera que la utilices en la acepción de Spinoza, como determinación de las singularidades en el interior del proceso constitutivo de las pasiones. Quisiera concretamente que precises el sentido y las oposiciones de constituciones subjetivas, las llames o no ontológicas. ¿Cómo pueden los procesos de subjetivación construir un nuevo horizonte de lo real, una nueva figura del Lebenswelt[2],en la cual sea posible orientarse y luchar? ¿Cuál es el punto donde denotación y significación van más allá del círculo mágico o bien de la autonomía del relato a-significante?
F. G. – Me gusta la palabra ontología. Si desconfío de ella, es porque tengo tendencia a usarla para todo. Hay para mí, si tú quieres, focos de producción ontológica, emplazamientos de afirmación autopoiética, repeticiones, insistencias, intensidades con todo su cortejo de referencias incorporales y de ecceidad. Todo eso participa de una visión un poco animista que no me trae realmente problema. Donde las cosas se complican, es cuando se trata de pensar una praxis. ¿Cómo, a partir de agenciamientos de semiotización, meter en el ser nuevas constelaciones intensitarias? De allí esta fascinación con la función de los ritornelos, de los rasgos de rostridad que señalan lo que pueden ser focos de subjetivación parcial. Pero también esta dificultad aporética en torno de los ritornelos problemáticos, desterritorializados –muy lejos de los cantos de ave– que se abren, ellos también, a título de función existencial. En mi idea, los ritornelos más simples, aquellos por ejemplo de la neurosis obsesiva, son siempre ritornelos complejos. La repetición simple es soporte de la complejidad. Pero entonces hay que hacer derivar las referencias discursivas hacia una aprehensión pática no discursiva. La primeridad no es simple. La cualidad dada de manera más simple es hipercomplejidad. Toda una desgracia, que hace que se nos peguen a la piel las significaciones y las denotaciones en uso, nos prohíbe la mayoría de las veces el acceso a las aristas vivas de esas funciones existenciales de conquista pragmática que puedes calificar efectivamente de ontológicas.
T. N. – Vivimos en un mundo en el cual la pluralidad de los procesos de subjetivación se constituye con una pluralidad de equipamientos colectivos, así como de mercados e instituciones. Este proceso es muy rico e imposible de resumir en las viejas categorías de la democracia o del socialismo. Sin ironizar, tampoco con las viejas categorías del capitalismo liberal. Pero este proceso está atravesado también por dinámicas de globalización y de subordinación que relativizan y sobrecodifican la intensidad de los procesos de subjetivación. A veces, tengo la impresión de que el proceso molecular, una vez vuelto hegemónico, ha sido consumido y digerido por una potencia molar que ya no reconoce a su opuesto como existente. En este contexto, las fugas metafísicas y políticas no son interesantes (conocemos demasiado de ellas, del nuevo misticismo a la ideología verde). ¿Cómo puede reconstruirse, en la multitud molecular, una oposición molar?
F. G. – Relevada como está por los medios de comunicación, los sondeos de opinión, la publicidad y los consejos en comunicación, la democracia política se vuelve no solamente cada vez más formal, cada vez más cortada de las realidades, sino también cada vez más delirante. Lo cual no significa que pierda todo asidero sobre la subjetividad capitalística. Los líderes políticos rivalizan con los presentadores de la tele para penetrar siempre más en la pseudo-intimidad de los hogares. Es el reino del “Bébête Show” relevado por el “Psycho Show”. Lo que es vertiginoso, a través de todo esto, es la capacidad de este tipo de producción de subjetividad de capturar toda inmanencia procesual, toda mutación molecular. ¿Existe sin embargo una prueba de verdad que sea discriminante respecto del señuelo, de la mueca, del simulacro, en tanto que estos también pueden devenir la base de una auténtica territorialización existencial? Ver, por ejemplo, la gestualidad estereotipada de las estrellas de rock, cuyos rasgos son sin embargo objeto de reapropiación por niños y adolescentes en momentos cruciales de su existencia. Pero la prueba de verdad no engaña; es de orden pático; es lo que acarrea una suerte de adhesión existencial que crea el acontecimiento.
Es muy cierto que todos esos focos de resistencia molecular contra la serialidad de la subjetividad capitalística solo se encarnan, la mayoría de las veces, en retornos a la trascendencia, al misticismo, al culto de lo “natural”. Eso me perturba menos que a ti. ¡Me digo que Dios encontrará a los suyos ahí! Hay algo tan artificial en esos neo-arcaísmos. Nunca comprometen más que un estrato entre otros de las formaciones de subjetividad. Sabemos bien que los integristas andan de tragos y miran filmes pornos a escondidas. ¡Lo que no perdona nada! En suma, el microfascismo es siempre renaciente pero no forzosamente el macrofascismo.
La oposición molar pasa todavía y siempre por la constitución de máquinas de guerra social. Solo que, sería tiempo de pensar, en la materia, en algo distinto de las máquinas leninistas. Acabamos de ver nacer famosas máquinas molares en el tercer mundo, con el integrismo iraní y el nacionalismo iraquí. ¡Ha habido ocho años de guerra de los modelos, selección artificial y luego puesta a prueba! En la medida en que la sobrecodificación de las relaciones internacionales por el antagonismo Este-Oeste se ha debilitado, uno puede esperar ver nacer y proliferar toda una serie de máquinas molares. No hay más que ejemplos catastróficos: el PT, en Brasil, autoriza módicas esperanzas, ¡pero tú piensas que yo no tengo programa, ni modelo de referencia! Todo lo que puedo decir, es que me parece legítimo, inevitable que las revoluciones moleculares estén “redobladas” por máquinas a gran escala que actúen en el seno de las relaciones de fuerzas sociales las cuales, lejos de desaparecer, irán endureciéndose, aunque diferenciándose.
T. N. – Tú sostienes el derecho fundamental a la singularidad. Lo ilustras como un recentramiento de las finalidades de la división del trabajo y de las prácticas sociales emancipadoras, como ejercicio de una ética de la finitud. ¿Cómo puede un proceso de singularización devenir, a partir de allí, antagonista? O incluso, ¿cómo la resistencia de las singularidades oprimidas puede volverse eficaz? ¿Existe todavía un intolerable? ¿O es él mismo reabsorbido en el mecanismo de la pluralidad creciente de los mercados? ¿Existe la posibilidad de construir una idea filosófica del comunismo y de conectarla con el proceso de subjetivación? ¿Es todavía posible hacer todo eso sin caer en las trampas del positivismo, del dogmatismo o de la utopía?
F. G. – Tengo la impresión de que me estás pinchando para hacerme hablar. Sabes tan bien como yo que un proceso de singularización es una pura afirmación que ignora el antagonismo, la opresión o incluso simplemente la interacción. Aquí se trata justamente de salir de una buena vez de las metáforas dinámicas y energéticas. Un comunismo de la inmanencia reconducirá de manera constante el cursor sobre praxis-ético-políticas que sostengan sus propios universos de referencia. Más allá de los paradigmas cientificistas que han acosado al marxismo, al freudismo, al estructuralismo, etc. Todo un pensamiento de la trascendencia, todo un sentimentalismo de la eternidad han transformado el progresivismo en una inmensa fobia, una elusión sistemática de la finitud, de la inanidad última de la existencia magníficamente ilustrada por Samuel Beckett. En lugar de hacer de ella una enfermedad, hacer de ella una razón pragmática. Hay allí un salto estético que haría propio el salto religioso de Kierkegaard. ¿Por qué cambiar, por qué la revolución más bien que nada? ¡Porque tiene mejor pinta! Pero en el fondo, por nada, por un placer inmaterial, una palpitación imperceptible en la superficie de las cosas.
T. N. – Conozco tu pasión por el acontecimiento y tu pasión por la vida. Pero cuando filosofas, pareces querer apartarte de eso. ¿Cómo gestionas la esquizofrenia estructura-acontecimiento? ¿No tienes tendencia a anticipar siempre la estructura subyacente al acontecimiento, con el riesgo de no dejarlo hablar? ¿Tropiezan con esta pregunta en tu trabajo con Deleuze? ¿Cuál es tu teoría del acontecimiento? ¿Cómo imaginar hoy no el proceso, sino el acontecimiento revolucionario, no las condiciones de la revolución sino el poder constituyente?
F. G. – El acontecimiento es un don de Dios. Siempre tenemos la impresión de que no pasa nada, de que ya no pasará nada. Luego surgen los “acontecimientos del Golfo”. Incluso allí, yo pensé que en el fondo, no pasaría nada. La máquina mass-mediática planetaria alisa todas las asperezas, todas las singularidades. Ya no se encuentran zonas de misterio. La cuestión ahora es hacer acontecimiento con lo que se presenta. No como los periodistas que están obligados, suceda lo que suceda, a inventarse uno. Sino de forma más poética. Por tanto aquí se trata en efecto de un poder constituyente, de una producción ontológica sui generis. Hacer con la serialidad. Aunque más no fuera soñando con los militares americanos asándose en sus carros, con la angustia de los rehenes, con el júbilo de los jóvenes árabes, con el delirio sistemático de Saddam… Esas escenas, sin límites precisos, ¡para que al fin pase algo! En cuanto a la pregunta que planteas, relativa a la estructura, me gustaría descentrarla. Jamás pretendo describir un estado de hecho, un estado de la historia o de la subjetividad. Solamente busco precisar las condiciones de posibilidad de los diversos modos de descripción posibles. Para aprehender o para rodear las problemáticas de la enunciación colectiva, todo sistema de modelización –sea teórico, teológico, estético, delirante– se ve llevado a posicionar lo que llamo factores ontológicos(los flujos, los filums maquínicos, los territorios existenciales, los universos incorporales). Resulta así resuelta o asumida parcialmente la cuestión, para mí esencial, del pluralismo ontológico. Hay elección de constelaciones singulares de universos de referencia, encarnadas en territorios existenciales, ellos mismos marcados por una precariedad, una finitud que hacen bascular al Ser en una irreversibilidad creacionista. En estas condiciones, una ontología solo puede ser cartográfica, metamodelización de figuras transitorias de las conjunciones intensitarias. El acontecimiento reside en esta conjunción de una cartografía enunciadora y esta adquisición de ser precaria, cualitativa, intensiva. Esta relación de fundación recíproca entre lo que expresa y lo expresado, lo que da y lo dado, encuentra su expresión exacerbada en la creación estética considerada precisamente como poder constituyente ontológico.
Digamos que hay tres tiempos: el del estado inicial, el del retorno a cero, el de la reconquista de la procesualidad. El segundo tiempo no es dialéctico. Jamás se acaba con la finitud, con el no-sentido. Y sin embargo, es un tiempo rico, una recarga de complejidad mediante un baño caótico. Siempre el tiempo cero tiene reservadas sorpresas; a partir de puntos de singularidad, dejar que las líneas de posibles vuelvan a partir. El tercer tiempo sería el de los imaginarios, es decir de la reconquista de las ambigüedades. Cómo definir un comunismo, o simplemente un amor logrado, que escape completamente a las ilusiones de un deseo de eternidad. La potencia de vivir, la alegría spinozista solo escapa a la trascendencia, a la ley mortífera por su carácter de modalidad fragmentaria, polifónica, multirreferencial. Desde el momento en que una norma pretende unificar la pluralidad de las componentes éticas, la procesualidad creativa se esfuma. La única verdad última es la del caos como reserva absoluta de complejidad. Lo que ha constituido la fuerza y la pureza de las primeras moliendas de socialismo y de anarquismo, es precisamente el haber mantenido juntos, al menos de manera parcial, un imaginario comunista o libertario y un sentido agudo de la precariedad de los proyectos individuales y colectivos que los sostenían. A partir de allí, la finitud se ha vuelto desabrida, la subjetividad mass-mediatizada y colectivizada se ha infantilizado. La finitud del segundo tiempo de “conexión a tierra” no está dada de una vez y para siempre. Sin cesar, debe ser reconquistada, recreada en sus ritornelos y en su textura ontológica. La reconstrucción del comunismo pasa hoy por un ensanchamiento considerable de los modos de producción de subjetividad. De allí la temática de una confluencia entre la ecología medioambiental, la ecología social y la ecología mental a través de una ecosofía.


* Diálogo de Félix Guattari con Toni Negri (aparecido en la revista Futur antérieur, Nº 4, invierno 1990, en ocasión de la salida de Cartografías esquizoanalíticas) que forma parte de ¿Qué es la ecosofía?, de  Félix Guattari. Textos presentados y agenciados por Stéphane Nadaud y editados por Cactus,   Buenos Aires, julio 2015. Traducción: Pablo Ires.


[1]La constante de Planck es utilizada en mecánica cuántica para describir el tamaño de los quanta.
[2]Concepto husserliano. El “mundo de la vida” corresponde al contexto que hace que los hombres vivan, actúen, piensen en común sin permanecer como entidades individuales puestas unas al lado de las otras. Este concepto es especialmente interrogado, desde Heidegger pasando por Habermas, por la filosofía contemporánea.

Mansilla, una novela argentina del siglo XIX

Entrevista a David Viñas
por Américo Cristófalo y Hugo Savino


David estaba en pleno fervor con Mansilla. Vivía en un departamento de la calle Piedras, grande, un ventanal desde donde se veía el río. Sábado a la tarde. Otoño. David fumaba Marlboro, en cajitas de diez, tenía dos, una abierta y otra sin empezar a un costado de la mesa. La mesa llena de papeles, cajas y carpetas del “Mansilla” por todos lados. Cada tanto con Hugo preguntábamos algo, se levantaba, revolvía y traía un documento, una carta, una foto: “Mirá, mirá”. Recuerdo muy especialmente un momento en el que habla de la hermana, de Eduarda, de una carta de Mansilla a Cané: “Mimémela”. David buscó una foto de Eduarda, con el dedo recorría el cuello: “¡Mirá esto, hermano!”. Con Hugo intercambiábamos gestos, era el mundo Mansilla-Viñas. Alucinante. Cuando se acaba el Marlboro, saca el último, hace un bollo con la caja y la revolea contra una pared, sigue hablando. Imaginate la escena. La entrevista se iba a publicar en La ballena blanca, que dirigía Roberto Raschella, pero no salió más y quedó inédita. Después hubo un intento fallido en Las ranas. Pasaron años, es del 2000; esas horas con Viñas-Mansilla son siempre un motivo de alegría y memoria común con Hugo.
¿Qué pasó con las carpetas, las cajas? David se mudó a un departamento de un ambiente –el último–. Después de la mudanza, fue “aburriéndose”, decía, del Mansilla. Se aburrió. Una pena, estaba muy avanzado, hubiera sido un libro central.
No sé por qué nos encontramos un buen día con Guillermo Korn, y nos dice: “No puedo más con estas cajas, necesito sacarlas. ¿Se las llevan?”. Las repartimos entre la casa de Guillermo y la mía. Toda una historia. Eran sesenta y pico, además de carpetas sueltas.
Fuimos mirando todo eso. Hablamos con él, queríamos hacer una edición de las cartas de Mansilla. David, siempre desprendido, dio vía libre. Encontramos más bien cartas protocolares, de momentos en los que Mansilla desempeña funciones diplomáticas. No tenían el interés que hubiéramos querido, en el sentido de una “correspondencia” personal. Abandonamos el asunto… Y las cajas siguieron ahí. Pasaron a estar todas en casa. Y desde hace unos dos años, a buen cuidado, en Biblioteca Nacional.
A. Cristófalo: Si te parece, podemos empezar por el fervor español de Mansilla.
D. Viñas: Sí, es permanente. A favor de España en la guerra de Cuba. Se ofrece como jefe del Estado Mayor. Con la guerra civil norteamericana, ellos están por el Sur, la hermana y él. Es la tradición patriarcal, es Lo que el viento se llevó. Faulkner. Ellos, además, la cosa rosista la tienen. Era el apellido más conocido de toda Sudamérica, Rosas. Esa voz, ¿no? Digo, se enfrentó a esa voz. Además, en ese momento, vos vas leyendo la consistencia, el corte sincrónico, y lógicamente, la Vuelta de Obligado y las cadenas, es el padre. Es el mismo año que en los ríos de China ponen juncos para que no entren los barcos británicos. Imperialismo. Exactamente los mismos años. La guerra del opio. Los hacen mierda metiéndoles opio. Otra que la blanca. Degradan a un país acostumbrándolo a fumar opio, además, de forma loca. No había opio en China. Lo introducen de la India. Ya te digo, estoy con esto, y mirá esto, concretamente, viejo, yo no sabía: a lo largo del río Minnesota, año 62, presidente de Estados Unidos el bueno de Lincoln; acá estaba, poco después, el bueno de Sarmiento. A lo largo del río Minnesota, digo, los sioux atacaron fuertes y establecimientos. Pero en seis semanas las tropas americanas liquidaron el centro sioux. La tribu entera, prisionera. El lugar de los indios –se llamaba Little Crowd– fue deshecho y arrasado, y liquidados los tipos que quisieron escapar. 3.000 y 13 capos, caciques, los sentenciaron a muerte. Lincoln ordenó que liquidaran solamente a 39. En diciembre del año 62 –estamos en el ‘69–. ¿Modelo?: norteamericano. Lincoln ordenó que colgaran solamente a 39, en diciembre 26 del ‘62. 38 colgados en la más grande ejecución legal en la historia de América, de Norteamérica.
A.C.:Impresionante.
D.V.: 36 ejecutados en la silla eléctrica al mismo tiempo. Lincoln. Imagináte el resto lo que era. Es impresionante. Porque, lógicamente tiene una dimensión obvia de pasado, de historia; podés incurrir en un loco pasatismo, porque es como droga. Pero tiene actualidad, de pronto, ¿no? ¿Actualidad de qué? Y, de que el capitalismo ya estaba instaurado. Ahora lo llaman globalización. Y el canal de Suez, todo el mundo habla del canal de Suez.
A.C.:Mercado mundial…
D.V.:Impresionante por ese lado, impresionante. Más adelante, el conflicto Buenos Aires-París. Y él… esto es de puño y letra, esto es un pedacito que se cayó: el resto del mundo es como para meditar mucho; pero mucho. Y no se pierda de vista que este horizonte tan poco ameno no es sino el de la metrópoli argentina. Buenos Aires… firma, se queda sin lapicera. Única ciudad cosmopolita y poliglota con un millón de habitantes.
La ciudad se hizo peligrosa. Por eso se va a París. Después viene la ley de residencia.
A.C.:“Horizonte tan poco ameno”.
D.V.:Digo, es un conservador; no podía ser de otra manera.
A.C.:Qué decir del rasgo conservador de Mansilla.
D.V.: Es heterodoxo.
Hugo Savino: Habíamos pensado esta cuestión: habíamos pensado a Mansilla como aventurero del presente, del que le tocó.
D.V.: Desde ya.
H.S.: Era un conservador, pero no era un espíritu conservador.
D.V.:Era un conservador heterodoxo. Pero su oficio principal era el de redactor de reglamentos militares. ¡Pero cómo! Fijáte lo que dice, va a ser el epígrafe, todavía no está hecho: los tambores y los clarines me electrizan siempre. Tu-tu-tu-tu-tu-tu, tu-tu ¡Pero cómo!
H.S.: ¿Escribe reglamentos?
D.V.:¡Pero viejo! Mirá, empieza a escribir reglamentos que no te cuento. Pensá vos, sobre la caballería argentina, trato de ser breve. Esto es del año ‘63, cuando empieza su carrera como capitán, en Rojas, porque se pasa al mitrismo. Ejército Argentino, Escuela Militar Nacional, sarmientino. ‘63-’63. Esto es ‘71: Bases para la organización del ejército argentino, Coronel Lucio… Segunda Edición. Reglamento de ejercicios de maniobra de infantería, ‘75. Pero los toques, viejo, los toques de corneta. Ordenanzas del ejército argentino, proyecto, comisión redactora –los otros no laburan; él es un gran laburante. Esto es ‘76. Es una comisión en que está Dardo Rocha… pero tiene actualidad. Mirá el índice, este tostón. El índice tiene cosas impresionantes: deberes cívicos del militar, consejo de disciplina para los soldados, y condena a las compañías de disciplina. Condiciones para el ascenso, provisión de vacantes. Tratamiento y honores al presidente de la República. El montepío militar. Todo está. Causas por las cuales se pierde el derecho al montepío militar. Responsabilidades, Libro V. Componentes, consejo de revisión. Competencia en casos de complicidad. Competencia de los tribunales militares. Competencia de los consejos de guerra. Sigo. Procedimientos ante los consejos de revisión. Procedimiento ante las policías militares. De la contumacia y de los juicios en rebeldía. De los crímenes, de los delitos y de las penas. Pero reíte, que es un capítulo del bueno de… viene de allá, del siglo XVIII, y termina con el bueno de Foucault. Es casi groseramente foucaultiano. Pero escuchá, es impresionante, querido. Insumisión y deserción, capítulo V, Sección I, Insumisión, deserción al interior. Idem al extranjero. Idem al enemigo en presencia del enemigo. Disposiciones comunes a las secciones anteriores. Robo, capítulo VII. Capítulo VIII: pillaje, destrucción, devastación de edificios. IX: homicidio, asesinato, duelo, lesiones corporales, violación, rapto, secuestro, ataques al honor y al pudor, desacato a la religión, amenazas.
A.C.:¿Insumisión y deserción?
D.V.: Corrupción. Momentito, este tipo era un militar, ojo, terminó de teniente general. No nos confundamos. Era un militar de entonces; lo cita mucho a Paz, sin duda, pero era esto. Su oficio era ese. Falsedad en materia de administración militar. Corrupción, prevaricación e infidelidad en el servicio de la administración militar. Usurpación de uniforme, trajes, insignias, condecoraciones y medallas.
A.C.:¿Melancolía de la guerra o melancolía de la ciudad?
D.V.:Aparece eso también. Y cómo conjura a la Ciudad de Buenos Aires, eso en las Memorias, al final. Es el restablecimiento de la ciudad patriarcal; es el mundo de Rosas y de su infancia, que era el paraíso terrenal. Uh, es impresionante, sobre todo que va a entrar a hacer un recorrido de todo este barrio, barrio San Juan, toda esa zona, minucioso: los vecinos, la gente. Además, escribe en París; en París, soñando con Buenos Aires. Pero reíte de Cortázar, de un lado y del otro. Decí Saer: ¿vos leíste esto? fijate vos, cuál es tu situación real, no te engañés, ¿para quién escribís, vos? ¿Cuáles son tus lectores? ¿Los parisinos? No. Es un malentendido. Los lectores estan acá. Fijáte que eso lo tematiza Cortázar. Y te diría, casi un siglo, año ‘60, esto: cuál es la situación del escritor argentino que escribe en español, en París. Aquél era un señorón, desde ya, ni te cuento, cada vez más aseñorado.
A.C.: No se arrodilla en los círculos parisinos
D.V.: Tiene sus amigos. Termino con los capítulos, pará, que es una maravilla esto. Es una novela. Es la novela del siglo XIX argentino: está todo. Se podría hacer una antología con fragmentos de distintos textos, para tener una novela del siglo XIX argentino; hasta entrado el XX.

Ley marcial. Represalias. Propiedades públicas y privadas del enemigo. Protección a la religión, a las artes y ciencias. Castigo contra los crímenes cometidos contra los habitantes del país enemigo. Desertores. Prisioneros de guerra. Rehenes. Botín hecho sobre el campo de batalla. Enemigos armados que no pertenecen al ejército enemigo propiamente dicho. Descubiertas. Vagabundos armados. Rebeldes. Salvoconductos. Espías. Traidores. Mensajeros capturados. Abuso de la bandera de parlamento.

Correspondencia con Mitre… con Mitre, con Roca, año ‘80: si el cañón es malo o el enemigo está lejos, es inútil apelar a él. No alcanza un cañonazo, que tiren dos.
A.C.: ¿Y dónde pondrías el acento de la heterodoxia?
D.V.: En la ironía, y en momentos. Tenés que periodizar. Su mayor heterodoxia es este viaje que va a hacer, esta excursión, porque además es muy corta, la viene pensando a lo largo de todo el ‘69. Está disconforme con otras propuestas, tanto la del ministro, como incluso la de Arredondo, que es su jefe, que está en Córdoba. Y además, su rencor permanente, hasta el final, con Sarmiento. Él hizo la campaña; no simplemente eso sino las cosas que llega a decir.
A.C.: Viene de la excursión, que se puede leer en contrapunto con Sarmiento, y ya en Retratos, en la semblanza que escribe sobre él, lo ataca a fondo…
D.V.: Se opone… Hasta el final, hasta las últimas cosas…
H.S.: Viñas, nos gustó ese momento en que dice: a Sarmiento le falta lengua de contacto.
D.V.: ¿Le falta?
H.S.: Le falta lengua de contacto.
D.V.: ¿Quién dice eso?
H.S.:Mansilla.
D.V.: Y, lo puede decir. Es un tipo, dice Mansilla, que tiene estilo, pero sin ser estilista. Y al mismo tiempo se parecen mucho. Tengo que ir haciendo el montaje, porque si no…
A.C.:También está esa invocación sobre el final del retrato, esa limitación de Sarmiento muerto: yo nunca levanté honores a la tumba de nadie…
D.V.: Es un conflicto, una querella. Sí, lengua de contacto, porque él es un tipo que se maneja muy bien en francés, más su inglés, y con el alemán nunca pudo, porque estuvo ahí, sufre que no te cuento, le dice a Roca: imagínese, yo, que a mí me pase, que salgo a la calle y no pueda hablar con la gente. Está en Berlín. Ya te digo, es una vieja querella. Fijáte, de pronto, malentendidos: alguien me pasa, por medio de Guillermo Korn, esto que es el plan de defensa, que está atribuido, dice Lucio V., es del padre, digo, también tradición: tío, contra los indios; padre, plan de defensa de la frontera de Buenos Aires. Digo: toda la genealogía. Pero no venía por lo de la genealogía, sino por lo de Sarmiento. Fundamental. Y, son dos grandes egotismos enfrentados. Y se lo dice: todos estos son unos gatos. Usted y yo, yo y usted.
H.S.: Un contrapunto de egotistas.
D.V.: De puta madre. Usted me rompe los forros, yo le rompo los forros a usted. Pero hay dos hijos. Esto también está, vibra. Y en estos tipos, ni te cuento. Que es Dominguito, su hijo. Escribe, pensá
vos, una parodia de Tocqueville, que se llama París en América, traduce. Traducen a Tocqueville los dos juntos. Y firman. Me vinieron a ver a mí, porque decían: ¿de dónde sale esta obra? Figura Domingo Faustino Sarmiento; y es Dominguito. Y muere en los brazos de él.
H.S.:¿Dominguito y Mansilla traducen Tocqueville?
D.V.: No. Una parodia de Tocqueville. Porque ellos tienen siempre la cosa antinorteamericana, permanentemente. Él en especial. Es familiar, le jode, el mercantilismo, sobre todo, la cultura norteamericana, yankee, con “k” y doble “e”, eso hasta el ‘98. Desconfianza permanente. Pero en el caso de Sarmiento, el hijo se le muere en los brazos. Y él le escribe una carta al viejo –que no era viejo, era más joven que uno; que yo, por lo menos– que está en Estados Unidos, diciéndole todo lo que lo quiere, y tal y tal, y que eso contribuye a la idea de levantar su candidatura y tal y tal y tal y tal. Un hijo: Dominguito. Y cuando muere la hija de él, María Luisa, a la que ama… porque ahí hay un libro que lo tiene ahora Guillermo Korn, el romance con la primera mujer; no hay tal romance, entre otras cosas, porque era la prima. Lo casaron con la prima, que estaba embarazada, Catalina, el tío, bah Rosas, y su mamá, son los padrinos, y además para sacarlo de un fragote que había tenido con una chica francesa, que era una loca. Lo casan rápido con esta gorda, que además, ya te digo, vas viendo el itinerario… Pero él fantaseaba con la francesita, escaparse, toda la cosa romántica. Pero en este libro que acaba de sacar, digo, Planeta, no hay nada de eso: hay romances de Fulano y Perengano, de Catalina y de él. Mentira. Es falso. Está inflado. Pero el hecho concreto de que tienen cuatro hijos. ¿Cuándo tienen hijos? Cada vez que él baja de una guarnición. Pá, pá, pá, un hijo. Pero nada. Incluso, él vive afuera constantemente. No la tiene a la santa esposa en la frontera, ni en Paraguay. Y al tiempo, cuando raja, raja. Tendría que buscar lo que le dice a Roca de Sarmiento, que es impresionante. Esto es una libreta de notas, del Banco de Londres de Rosario, donde él anota la guita que le manda a la Catalina, su santa esposa, que está allá, pero diciéndole: hacé lo que quieras, cuánto más tengo que mandarte, ¿tanto?, tanto. Pero a quien ama él es a la hija. A quien ama es a la hermana. Esto sí, porque es breve, lo voy a buscar. Son las tres grandes minas de él. La madre… hay una carta que le manda a Cané, que dice “mímemela”, cuando ya está viejita. Eduarda… ¿ustedes vieron las fotos de Eduarda? Era una mina que además tenía un marido que no le daba bola. Se corta sola, en Estados Unidos, imaginate vos. Escribe todo esto, y el marido no está nombrado nunca. Es ésta, la hermanita: Eduarda. Escribidora, como él, y con una relación extensa. Mónica, segunda esposa, Manuelita, esposas. Arcos, amigos, Varela, amigo, Varela, amigo, monóculo, padre, madre, amigo, María Luisa, Eduarda. Hay maravillas. Digo, esto es un novelón de puta madre. Le escribe a Roca, en el ‘99. Vos fijáte que es un caballero que tiene 70 años. Le escribe y dice: una hermana que amé en extremo, en mi primera edad. Usted conoce estos abismos psicológicos. Es impresionante. Digo, por ese lado, esto y el momento en que muere la gorda Catalina, la prima, y vuelve a casarse con la segunda, que es una señora que tiene un papá con vento.
H.S.: Había una diferencia de edad entre Mansilla y ella.
D.V.: Muy grande. Desde ya. Hay una cosa que le escribe a Roca; Roca es el confidente que le falla. Le dice: estamos amelcochados.
A.C.: “Abismos psicológicos”, notable y la palabra “amelcochados”…
D.V.: Miel, miel, mezclado. Melcoche.
H.S.: ¿Qué pasa con la segunda esposa, Viñas?
D.V.: Y, está cansado, tiene deudas; siguen las deudas del año ‘30. Ahí tengo la del Banco Provincia de La Rioja.
H.S.: No se salva de las deudas.
D.V.: Está el testamento del viejo. Ya te digo, son dos hijos. Uno que se llama Lucio y una hija que se llama Lucía, en Francia. Los reconoce en el testamento, que le tiren unos mangos. Mansilla tiene, debe existir, ahora andáte allá a buscarlo, algún descendiente de un señor que se llamaba Mansilla, porque el viejo lo reconoció. Está en el testamento. Lucio Mansilla y Lucía Mansilla. Y dice el nombre de la señora, que vive en tal lado, y tal y cual. Es decir, que dispone del quinto, el viejo sistema para que le den unos mangos de su herencia. Pero él había gastado mucha guita, el viejo. Porque era riquísimo; toda la cosa saladeril, la gran industria. Obligado es la punta de la estancia en Ramallo y en San Nicolás. O sea, es un beneficiario directo de la gran industria, y de la acumulación de capital saladeril.
A.C.: El viejo Mansilla lo quiere poner a trabajar ahí.
D.V.: Sí, pero la opción –es el punto de partida– es: Rosas o Rousseau.
H.S.: La escena cuando el viejo lo ve leyendo.
D.V.: Es la escena inicial. La barba… lo americano, es un tópico: civilización o barbarie. ¿Cómo te hacés cargo de esto?; o te vas: Rousseau. Digo, eso con pequeñas alteraciones a lo largo del tiempo, es el eje.
H.S.: Me da la impresión de una escena que se resuelve rápidamente.
D.V.: Sin duda, lo despacha. Porque le dice: un sobrino de Rosas acá no puede leer Rousseau. Así que no joda. Y lo manda con pilas de monedas de oro. Abre el baúl, y tiene las pilas, y cartas, en la India; el pretexto es que va a comprar yute para bolsas, y toda la historia.
H.S.: Dos años de viaje.
D.V.: Eso es la historia; pegamos brincos, pero no importa. Uno cree que tiene un cierto elemento conductor, sin duda. Es decir, es la multiplicidad. Aparte que él goza con eso, con toda la idea del fregolismo, y los personajes, y tal y tal y tal. Te digo, acá… vamos muy desordenados, pero no importa. Hay descripciones que son sensacionales. Algunos tipos, fijáte, que tienen descendencias que se pusieron el “de”. Este es Santiago Estrada, justo acá, en el ‘70, lo ve en Río Cuarto: Mansilla echaba su párrafo con los franciscanos. Desesperaba a encargos al proveedor. Concedía o negaba amnistía a las mujeres. O prendía a los buenos viejos con algún episodio que los dejaba boquiabiertos. Mandaba a la cocina a las viejas, y tenía tiempo para expedir órdenes, escribir la correspondencia oficial, dictar centenares de epístolas, y atender al gran pensamiento que lo preocupaba. Consistía éste en restablecer, en primer lugar, la disciplina, y en segundo lugar avanzar sobre las fronteras del Río Quinto.
Digo, permanentemente el fregolismo. Es un ansioso; aparte, se aburre como una bestia. Por eso…
A.C.:Escribe.
D.V.: Y sí. Si no, se masturbaba. Ahí, ¿qué carajo hacés? Lo dice clarito: me aburro como una bestia. La guerra del Paraguay era la gloria, esto es una mierda. Entonces, inventa una aventura. ¿Qué aventura? Una aventura que está reñida con el proyecto oficial, digamos, con Gainza y con Sarmiento.
A.C.: La aventura como heterodoxia.
D.V.: Creo que es la culminación de la heterodoxia. Porque lo someten a proceso, acusado
de fusilamiento, está todo ahí, hay unos vecinos que piden que lo asciendan, cuestionan el pedido de los vecinos, porque dicen que las firmas son truchas, pero él argumenta que lógicamente son truchadas porque hay muchos que no saben escribir. Entonces, hay uno que escribe, con la misma letra, González, Menéndez, del Pino. Ese es un momento.
A.C.: La literatura, ¿cómo entra?
D.V.: La seducción por lo que es la figura del padre. Que no hay que olvidarse que tiene biblioteca ahí, donde está Rousseau. Es una biblioteca del siglo XVIII. Él es un neoclásico. Es rivadaviano y masón. Nunca fue bien visto por su cuñado. Se incorpora, a través del casamiento, con esta belleza federal, que es Agustina; pero siempre fue visto con mucha reticencia, el padre. Y él, lógicamente la relación con el padre, por ahí se superpone con la de Rosas. Pero permanentemente él intenta reivindicar, sobre todo después del ‘52, y frente a Amalia, y tal y tal, también anécdota remanyada, a su madre, que es agraviada en Amaliay a su padre, paralelamente. Esto lo llevaría a que, estos años 50 y tantos, el escándalo que tiene, lo provoca públicamente en un circo. El otro se manda guardar, dice “este loco”, no te cuento. “Loquito”, típica categoría. Lo expulsan de la ciudad, lo destierran. Destierro. Fijáte que yo estando en España… Lo desterraron: a un muchacho, lo desterraron, lo sacaron, no podía estar en Madrid.
A.C.:Literatura y destierro.
D.V.: No sé si nuestro código contempla esa figura. Usted no puede estar acá, tiene que irse. Te desterraban, lógicamente a Ushuaia, pero ya era pena, ibas en cana. Pues bien, va a parar a la cosa de…, confederal, están sus amigos. Los tipos modelos, de grandes familias federales, que es otro de los argumentos que él sostiene: no me jodan, a Rosas lo sirvió gente de primera. Ahí está el hijo de Alvear, y el hijo de Guido. Guido, secretario de San Martín. ¡No me jodan! ¿Cómo? Peronista de mierda. Perdón, un momentito. Con Perón hubo gente de primera, altos pitucos que lo sirvieron. Allá, análogo. La gran mayoría, con Caseros, cambiaron de camiseta. Al él, la camiseta no le da; tiene que irse. Se encuentra con esta gente. Y ahí, era un poblacho. Pensá lo que era Paraná en 1852; la capital de la Confederación. Paraná, Santa Fe. Empieza a hacer periodismo…
H.S.: Lleva un diario, ahí, que después pierde.
D.V.: Sí, esa es una historieta. Prácticamente toda su literatura está en permanente reproducción y reelaboración. Hay uno que es las Máximas, y tal, que incluso se publica dos y tres veces. Sin duda. Algunas cosas hay que tomarlas con cautela, porque miente por la libre, digamos. Digo, no es que mienta un invento total; siempre es verosímil lo que dice; pero la recompone.
H.S.: La fabricación de una leyenda.
D.V.: Y claro, lógico. Absolutamente. Roberto Arlt, para no abundar.
H.S.: A la manera del siglo XVIII francés, son tipos que suben a la escena.
D.V.: Claro, la cosa teatral, es. Me acuerdo que alguien me objetó: ¿qué querés decir con esto? Porque yo decía: teatralidad y teatrismo. La teatralidad es obvia; él la canta, la tematiza permanentemente. Pero también el teatrismo, la obsesión por el teatro, como que hace teatro al comienzo. Es decir, su comienzo después de Paraná es cuando se corre de la Confederación y ve que la cosa no va, se corre a Mitre, se corre a Buenos Aires, con la idea de la unidad por encima de los conflictos provincia-capital. Pero se corre, y lo designan en Rojas, se tiene que ir a Rojas. Pero ahí es donde él empieza a reflexionar mucho tiempo, joven, quiere hacer méritos, y reflexiona. Lee a Vigny, Grandezas y miserias militares. Permanentemente cita a Alfred de Vigny.
A.C.: Siempre la idea de llevar un diario…
D.V.: Claro, en momentos donde la gloria napoleónica ya se fue al carajo. Stendhal, Rojo y negro. Qué carrera para… para no aburrirte, al mismo tiempo, para hacer de tu vida una aventura. Teatro. Teatro. Típico, en un momento en que no hay actores argentinos, son actores españoles. Es un tópico. Sobre el ‘10 aparecen actores que vienen de la inmigración: los Podestá. Y empresarios que son de esos… y que se está armando, en función de una ideología roquista, la literatura nacional. Son 40 años antes, largos. Pero el eje es una venganza africana, Atarbul ¿Quién es? Es un negro. ¿Reivindica qué? Al padre y a la madre. Es un sublevado. Mirá, viejo, no hay que ser demasiado hipercrítico ni mucho menos: acá hay una proyección. Aparte, casualmente es teatral; que implica la tarea teatral.
Pero el momento de Rojas es fundamental, porque él escribe, de hecho, reescribe ya 60 y tantos, lo primero que él hace, que es el viaje a Benarabia… fijáte vos: Nissan, casualmente. Digo: la aventura exótica. Gide, todo eso. Gide, al lado de Nizan, y no te cuento Malraux. ¿En esa época qué? Bueno, Chateaubriand, vía Palestina. Digo, Flaubert, todos van a Oriente. Sarmiento había ido a Oriente. De Sarmiento a Roberto Arlt, pasando por este tipo. Y es lo primero que escribe. Es decir, que escribe ¿qué? Y, escribe lo que puede seducir más a un público porteño. Un público vip. O sea, alguien que cuenta un viaje exótico de un lugar que nadie conoce. Tiene dos redacciones: una al poco tiempo de llegar y otra en el 60 y tantos. Y lo repite que ni te cuento; siempre va a repetir esa historieta de su viaje.
Digo, esto para ese lado. Quizás… aprendés cosas, ¿no? Digo, continuos residuos, elementos residuales permanentemente. Es el comienzo del capitalismo. Vos fijáte, por ejemplo, Lesseps aparece en él y aparece en Sarmiento. Sarmiento lo conoce a Lesseps en Barcelona.
A.C.: Los canales…
D.V.: Claro, los grandes proyectos, gigantescos: Suez, Panamá, una locura. Es toda la segunda mitad…
H.S.: El deslumbramiento.
D.V.: Y ellos también son, es decir, Sarmiento también pone una empresa. Y este tipo también: busca oro.
H.S.: Esa admiración, Viñas, de un Mansilla, un Sarmiento por esos hombres de negocios, ¿qué relación hay con Voltaire?
D.V.: Está. Pero él es un tipo que maneja más… Digo, porque tenemos la lista de las bibliotecas de él.
H.S.:Habíamos pensado en preguntarle la cuestión de las lecturas de Mansilla.
D.V.: Ahí, yo pondría, para no enloquecerse con las listas, el Atarbul es una cosa de caballero, de Sue. Es un refrito que él hace. Judío errante, querido. El folletín loco. Aparte Sue, primera figura… al lado permanentemente de Balzac, y por ahí más chiquito Balzac. Esa era la figura. A esto otro que creo que es un itinerario. 1850-1900. De Sue a Barrés. Estoy sintetizando al máximo. De la cosa romántica melodramática que se verifica en su teatro, a este tipo que es el nacionalismo pasatista más fuerte, que aquí tiene una influencia fenomenal: Gálvez, Enrique Larreta; Toledo es Avila. Gálvez, el Diario de Gabriel Quiroga. Toda esa cosa del pasado, frente a los negros que avanzan. Quiénes son estos hijos de puta que vinieron de Esmirna, de Odessa y de Magoya, que rompen los forros. Y que además se cargan al jefe de policía. Eso es Barrés. Nacionalismo integral, sangre y tierra.
H.S.: Barrés, la Franciaprofunda.
D.V.: Este creo que es un itinerario fundamental. Pero concreto, además. No es una hipótesis. Tomo un título, punto uno. Acá está Vigny, perfecto. Veamos qué es Vigny. Yo me acuerdo cosas que leí hace muchos años: el chico que se suicida, ese, que es el modelo de Goethe…
A.C.: Werther.
D.V.: Se repite esa figura, pero se cae de la mata. Cómo se llamaba el personaje de Vigny, que ama a una actriz y entonces… Este itinerario es, ya te digo, la mitad del siglo XIX.
A.C.: Pero hay un interés fuerte de Mansilla por figuras de refinamiento intenso del estilo…A ver, ¿qué sacás ahora?
D.V.: À rebours

 

A.C.: Claro…

D.V.: Este es el momento más loco de él. Y después cuando se queda viudo, ahí lo tenemos. El super modelo es Charlus, de Proust. Es el momento que va de la muerte de la gorda, de la Catalina, que creo que es el ‘95, al ‘98, el segundo casamiento, cuando Roca le dice: viejo, cásese. En ese momento, la vida loca. París, Oscar Wilde, Charlus. Con este tipo, ya te digo, hay una correspondencia, alguna cosita se publicó en una revista. Más que emblemático, él le manda a este señor de regalo una piel de avestruz. Si eso no es la pampa de civilización y barbarie, que venga Cristo y me lo diga. Además, se supone que él le va a hacer encuadernar su ejemplar… aparte, los títulos de los libros de él son una maravilla. Pero esto es Rubén Darío al puro huevo. Pero mirá, está en los libros: El mundo de los cisnes. El tiene un encuentro, y escribe. Se encuentran en Plaza de Mayo, que él dice que se llama Plaza de la Victoria, con Rubén, en el ‘96. Digo, este es el momento más loco, que no quiero perderlo porque… Digo, está la correspondencia, que de casualidad apareció en el Archivo Nacional. Ni te cuento, con la letra dibujada de este tipo. Qué es un personaje… ya te digo… porque es más que… éste era muy popul… desde ya, patriota y todo lo demás; pero esto en el mundo del viploco, para decirlo bruscamente, el gran marica espectacular, que manejaba todo ese mundo. Saint Germain era…
A.C.: Saint Germain era de él…
D.V.: Ya te digo, correspondencia, mediaciones; hay un sobrino, García Mansilla, también Angelito Estrada, toda esa zona. Y el amante de este hombre, que es argentino.
H.S.:Tucumano, ¿no?
D.V.: Poemas de por medio.
H.S.: Ah, ¿hay poemas de por medio?
D.V.: Una maravilla, a mí me parece una maravilla. Fijáte vos, tiene una coherencia, al mismo tiempo; argentino en París, ya te digo, el 25 de mayo de 1910 está… esperáte que tengo que ir a buscarlo… Pasáme esa toalla que tengo calor. En Caras y Caretas escribe Charlus, Robert de Montesquieu escribe un artículo saludando a la Argentina, largo, y reivindicando a Iturri, diciendo que… está la fotografía de los dos. En el número de Caras y Caretas del 25 de mayo de 1910, típico, saluda al centenario argentino, y con ese motivo recuerda especialísimamente a su amigo, al que lo ayuda, lo sostiene cuando la familia lo fleta. Iturri. Hay poemas dedicados a Iturri, y desde ya, hay poemas dedicados a Mansilla.
Vos me preguntabas por el momento más heterodoxo. Y viejo, la papa, París. Pero imagináte, además qué momento. Es este momento. Digo que en cualquier rincón por ahí está Oscar Wilde. Hay alusiones, pero lógico, la noche loca, imagináte cuántos tipos estaban en la noche loca, cuántos eran, mil tipos en total. Se conocían todos.
H.S.: Era el tráfico entre ellos.
A.C.: El cabaret.
D.V.: Claro, cabaret, misas, efebos. Desde ya eso estaba. Hay alusiones.
A.C.:Opereta, y el arte cómico, también…
D.V.: Claro, divertite, viejo. París. Aparte, él la canta. Como él dice, mi Rubicón: hasta dónde voy a cruzar mi Rubicón. Pero él es un hombre de frontera. Permanentemente está cruzando; vive ahí.
Y el último capítulo del libro, viejo, que es París, naturalmente. Si hay un mito… Ahí hay cosas por todo lados; demasiado, porque tenés que seleccionar algo que diga… Aquí, en París, las señoras se atreven a hacer lo que les está vedado en Buenos Aires. 12 de febrero de 1906. Eso sigue funcionando al galope…
Al mismo tiempo es eso. Buenos Aires la ciudad de mi alma, la recuerdo locamente, vivo en París. El tironeo permanente. Se podría hacer una tesis desde esa situación con Mansilla en París, todo el siglo XX hasta los años ‘60 y Rayuela. Porque es un tópico, se cae de la mata. Es obvio. La obviedad consistiría en empezar a poner en foco, en primer plano, los matices de cada circunstancia.
H.S.: Viñas, la hago corta: hay un momento en que Popolisio cita, acá, y pone a Mansilla. Dice: aconteció que estando yo en Boulogne el año pasado me di un atracón de 25 novelas, en París. Devoraba las páginas; aquello era un vértigo. Mi cabeza, un tonel de las Danaides. A los dos o tres días ya no me acordaba el argumento, ni el título ni el autor de lo que me había tenido horas y horas tirado en una poltrona. Es ese vértigo del que usted viene hablando.
D.V.: Eso lo comenta en el diario, la última etapa. Usa un pseudónimo que es “Aeiou”, todo, todas las vocales. Y escribe permanentemente, y el estilo es muy correspondencia. Se llaman Páginas Brevesy Diario de un exiliado. En el diario de su amigote, que es el bueno de Manuel Láinez. Del ‘5, prácticamente hasta morir, en el año ‘11. Y con eso se distrae, porque le han arreglado, finalmente, sus sueldos, los tenía embargados. En el Banco Provincia, te decía, está la orden de embargo de él. Y, como no ha pagado, la deuda se ha acrecentado con los intereses desde el ‘90 hasta el Novecientos. Es Erdosain: adeuda permanentemente. Hay una carta conmovedora, que se la dirige a Sarmiento, que no se lo arregla. Eso es del ‘72, donde dice: arréglenme esto, estoy sin un céntimo. Digo ¿cómo conjura? Eso es Erdosain puro: se convierte en buscador de oro. Está toda la correspondencia del Paraguay, donde él cuenta minuciosamente su fracaso. Es conmovedor. Digo, porque además tenés el contexto.
A.C.: Para un hombre que toca el lugar de hombre público en el siglo XIX, en la Argentina, esta idea de una relación con el Estado, no hay dinero para él, quiero decir…
D.V.: O llega tarde. Son permanentes reclamaciones de dinero.
H.S.:¿Mansilla llega tarde, entonces, Viñas?
D.V.: No, es lo que él es. Ese es el punto de partida: cómo va conjurando a lo largo de 50 años la sombra del tío. Al principio lo hablamos: ser sobrino de Perón, hijo de Perón si vos querés, en el año ‘55 era un coñazo. Hoy, importa un corno, o por ahí es una exaltación: ¡así que vos sos hijo de Perón! Mirá vos, ¡peroncito! Qué sé yo. Digo, todo eso además inscripto en la reivindicación de toda una cosa patriarcal, la cosa española, la guerra esta de Cuba, todo eso. El Rosas de él es justo del ‘98. Hay ahí toda una inversión de estos tópicos, del disvalor barbarie o del valor civilización. La exaltación del campo empieza ahí hasta Don Segundo Sombra, a la raja, hasta la náusea. Límites del pensamiento liberal clásico.
Aparte de esa minusvalía permanente. Es evidente que, él lo dice, era príncipe. Su madre era una princesa de la corte de Palermo, Manuelita lo era, y lógicamente hay quienes lo bloquean siempre, es todo el liberalismo, es decir, Mitre, y La Nación. A algunos los liquidan políticamente. Bernardo de Irigoyen cuatro o cinco veces quiso cambiar de apellido, pero como había sido cortesano de Palermo, no salió de gobernador de la provincia de Buenos Aires, o de Ministro de Relaciones Exteriores. Esa no la remontó nunca. A Mansilla le costó; y el costo es permanentemente una soberbia, una insolencia, y por ahí, la negociación. Ahora, el momento de apogeo de él es, ¿qué momento? La primera modernización, el momento de Juárez Celman. Hay que ir a verlo. Ahí están las fotos. El palacio está. Lo van a tirar abajo. Sacaron el cartel de remate. Está hecho una ruina.
A.C.:¿Belgrano es eso?
D.V.: Sí. Cerquita de Juramento y la estación, a cuatro cuadras. Es Olazábal y algo. Es Lo que el viento se llevó; un caserón enorme que ha quedado en el medio de una manzana –era toda la manzana…
A.C.: Está el fantasma de la ruina, ¿no?
D.V.: De hecho. Ya es un tema. Está eso, permanente, en la minusvalía que implica lo que él tuvo, la edad de oro aquella, y cómo se le fue retaceando.
H.S.: Con Américo nos daba la impresión de que hereda ruinas.
D.V.: Entre otras cosas, lo dice. Se lo dice a Roca en la correspondencia. Le paga las deudas del padre, que dejó nada más que deudas, en la sucesión, y ya con la madre hay una cosa… la madre no tenía un mango, la ayudaba él. Y hay otro que está en el Congreso, donde le otorgan una…
A.C.:Pensión.
D.V.:Pensión por viuda de guerrero de la independencia. Yo creo que lo fundamental, como todo, todo esto son hipótesis y discusión, yo creo que él se consideraba el tipo más inteligente de todos. Decía: este boludo, qué viene… Porque lo pensás ahora, querido. Decía: ¿y este pelafustán es embajador en París? Este tipo es embajador en la UNESCO, el señor… Asís. ¿Asís embajador en la UNESCO… pero yo tengo que ser Cardenal. Además, en un espacio homogéneo. A uno le dicen: no, acá yo no entro. A este tipo, es impresionante la forma en que lo titea al ministro. Lo titea de una manera ignominiosa. Le da consejos, le dice: usted no entiende un carajo. Todo esto… Creo que ese es un eje.
A.C.:¿Refractario con el mundo, Mansilla, sin descendencia literaria?
D.V.: El mundo fue refractario con él. Porque él hace la campaña, lo levanta a Sarmiento. La anécdota es del nieto, que inventó cosas; pero de todas maneras, el eje de la anécdota es que le dice al viejo: usted es un hinchapelotas. Tenerlo de ministro de guerra, al menos.
A.C.: Cuando pensaba en descendencia literaria, pensaba que un tipo así, metido con el esteticismo, en París, pensaba que en Europa fueron a las vanguardias, a lo nuevo. Y acá ¿qué pasa con Mansilla y las vanguardias argentinas?
D.V.: Poco. Es un pequeño capítulo, que es, digamos, el capítulo de las valoraciones diversas, a lo largo del tiempo, de cómo lo ven a este tipo. Ya te digo, fundamentalmente La Nación, en su momento, cuando comenta, es un hombre joven el que lo hace, Muratore, que después fue ministro, y lo hace con iniciales, y él descifra, tal. Y el argumento es fundamental: el estilo de él, bárbaro; como historiador, es brillante el estilo, tal y tal; pero en su interpretación de Rosas… Porque hay reivindicación de Rosas. Así, así, con todo el proceso de Saldías, Quesada, desde ya hay una franja, que dice: señores, no jodamos. Groussac dice: no jodan más con la novela unitaria. Pero que lo quieran poner… y, fijáte que en esa secuencia, llegás a… Acabo de ver los billetes nuevos de 20 pesos: está Manuelita Rosas. Hay ahí una carpeta sobre Manuelita. Hicieron la estatua de… Digo: que ya no le importa un carajo a nadie, Rosas. Estatua, falseada, porque aparece entre gaucho y militar, y jamás de gaucho un cazzo. Menem. Ya es totalmente… es una figura de museo total. Salvo algún tipo del Instituto Juan Manuel de Rosas, que también se están muriendo todos. Que un tipo salga a reivindicar, la última fue Menem cuando lo trajo. Eso sería una línea.
Ya te digo, pondríamos en foco esto. Relaciones paternalistas con los tipos de la vanguardia. Desde ya, con Rubén, que lógicamente juega una complicidad por el lado éste, digamos, todo lo que sea A rebours, todo lo que sea ese mundo tira. Y él es, somos; el resto son unos pobres diablos. Con Martel, también, que sirve de nexo. Además, son hombres jóvenes, con quienes él establece una relación. Son artistas; esta ciudad se ha mercantilizado brutalmente. Eso, lo ponés hoy y tiene una resonancia, una vigencia impresionante. Y yo me repliego en mi casa. Vivo acá, esto, torre de marfil, Mansilla… con el resto, viejo, ¿qué querés que te diga? No va. En ese momento mucho más fuerte, porque además, un hombre que viene de un mundo de privilegios totales, en su infancia. Porque no sobrino de Perón, sino sobrino, además, de un tipo… Perón Anchorena, Perón, no sé qué, no sé quién puede ser que se superpusiera en una misma figura el poder político, el poder militar, 20 años, la mitología, y el mundo del gran dinero, además. Urquiza, ¿qué era? Era un hijo, era el teniente de Rosas. Porque Rosas no estuvo lo suficientemente lúcido como para organizar lo que tendría que haber organizado, en una perspectiva liberal, y el otro se llevó la gloria haciendo una marchita.
Las vanguardias. Ese sería un momento, de los que yo tengo chequeados. El momento siguiente es la gente del Centenario. En Nosotros, con motivo de la muerte, sale una nota de Julio Noé, casualmente, donde dice, no es respetuoso, es tolerante, condescendiente, habla lógicamente de ese libro, allá; pero últimamente, este señor era un fragmentarista. No tiene una obra. Esto lo encontrás en Rojas. Es la descalificación, con condescendencia también: no tiene una obra orgánica. Es un fragmentarista. Desde un juicio totalmente académico, del tipo género y estilo.
A.C.: Falta energía literaria.
D.V.: Es un tipo que escribe así…
H.S.: Causeries, pero no una novela.
D.V.: ¿Realmente reivindicación? Empiezan a ocuparse de él algunos tipos que habían sido vanguardia. Así como la vanguardia reivindica a Cambaceres y reedita, año 20 y tantos, que se detestaban, con este tipo; cuando Cambaceres y habla de un causeur, no habla de él, sino de Goyena. No se citan. Probablemente porque se parecían, en un espacio chiquito así. La cosa afrancesada, ni te cuento. Millonario, Cambaceres, tenía la casa acá, por cierto. Todo ese tipo de historia, novela de París, imagináte vos.
A.C.: Zola.
D.V.: Y él escribe Música sentimental, sobre unas putas en París. Digo, habría que ver; ahí hay un francés que trabajó, Zimmerman; es para seguir esa pista. Porque se tendrían que cruzar; no hay referencias, yo no he encontrado.
H.S.: ¿Y pista inglesa hay, en Mansilla?
D.V.: Sí, el clásico. Por ahí, ya siglo XVIII. El maneja citas; él mecanismo de las citas. ¿Qué es una cita? Es la autoiluminación; es una figura retórica, la cita. No necesariamente requiere la lectura sistemática de eso, sino una frase para colocar. Sea Cicerón, Séneca, Santo Tomás, o lo que se te dé la gana. Digo, una presencia. Siempre están los tipos con capital fuerte, ¿no? Clásicos. Algunos con mayor insistencia o no, como puede ser este caso, digo lo que se me ocurre en este momento: también en lo años de París, del ‘95, es Verlaine. Verlaine era un poligrillo, imagináte invitarlo a comer. Ir a buscarlo a Verlaine era como, qué sé yo, como si Borges, no, qué Borges, Enrique Larreta, aquí, pueda haber ido a buscarlo a González Tuñón.
H.S.: Ni sube a la casa de Verlaine, Mansilla: baja Verlaine.
D.V.: Claro.
H.S.: Lo espera con un carricoche, con un carruaje.
D.V.: Yo no he visto, en los 20, que haya… habría que ver las revistas. Sistemáticamente, yo no he encontrado consideración especial, yo no he encontrado. Lo que no quiere decir que no haya. Empieza, o reaparece un poco ¿quién? Es un tipo que viene de las vanguardias, que se corre y termina en el peronismo, pero como alto funcionario, que es Guglielmini, director, cátedra de Literatura Argentina, después de Rojas. Tiene un libro. Es un tipo que tenía lucidez, pero se fue evidentemente achatando de una manera impresionante. Gran curdela. A mí me tomó examen, un día, completamente pasado; quiero decir: ya era la degradación de un hombre. Así, ¿que alguien lo levantara? El viejo Martínez Estada, desde ya, porque él triangula, dice: Martín Fierro, Facundo, Amalia y Ranqueles. Lo cita en la Martín Fierro, pero una cita, como corroborante de lo que él está escribiendo, no que diga: acá hay un tipo que es fuera de serie. Yo te digo, hablando con profesores norteamericanos, varios, me dicen: si este hombre hubiera sido… es Mark Twain.
A.C.: Gran entusiasmo tuyo con Mansilla.
D.V.: Me doy manija, viejo.
A.C.: Hay un problema de interés…
D.V.: Creo que está condicionado por la ideología del marketing.
H.S.: Está el suplemento último que salió en Clarín, dedicado a Arlt.
D.V.: A Roberto Arlt. Pero es marketineo puro. Son los 20 años o los 300 años de la muerte de lo que sea, cien años de la vida…
H.S.: Yo leí ese suplemento, y me pareció…un estereotipo de la queja.
D.V.: Yo, en general, leo, y son refritos. Alguien que plantee un atisbo de algo distinto, no. Lo mismo con Borges. Se convierte en algo ritualizado. Con el agravante, en Borges, de que, no digo que esté organizado, pero el hecho concreto es que se da: la palabra es obliterar, oblitera, o sea, que tapona, en función de… Al inmovilismo. Acá ya lo tenemos: a Goethe, a Cervantes, a Shakespeare, todos juntos. Ya no hay nada más que hacer, está listo. Es la inmovilización de la historia. Es la mutilación de la imaginación. Es terrible, eso.
H.S.:Aniquilamiento.
D.V.: Es el fin de la historia, la inmovilidad. Está bien, aquí se llegó al máximo. Es la utopía liberal. Aquí, señores, esto es Hegel con el rey de Prusia. Se acabó la historia, ya está. Acá, lo que tenemos que hacer es ordenar este canon, punto.
A.C.:Cristalizaciones…
D.V.: Está instalado, lo de Borges, ni hablar; que ya no es Borges, eso, entendámonos. Ya no es la literatura, la producción, los textos de Borges.
A.C.: En el caso del siglo XIX la figura cristalizada es Sarmiento.
D.V.: Claro.
A.C.: Poner Mansilla entonces…
D.V.: Me parece que puede ser considerable, como alteración. Sobre todo que, al decir Mark Twain, hay una polémica por otro lado. Decí que algunos ya no están más, gente considerable, que era una santificación y una canonización indiscriminada de Henry James: ahí está, y esto es. Punto. Pero yo me acuerdo del viejo Hemingway, que decía: mi maestro es Mark Twain.
H.S.: Claro, vengo de ahí.
D.V.: Claro, pero vos lo decís, y sí, la literatura popular; son dos pobres diablos, dos chiquilines de mierda, que están en el Mississippi, y que hacen toda una loca aventura. Eso, vos decís, acá, quizás también el simetrismo, quizás uno haya contribuido, por mal dicho, o por mal pensado, desde ya, que era el simetrismo Borges/Arlt. Porque ya también acaba de salir otra cosa…
A.C.:Sarmiento/Alberdi
D.V.: En literatura, Facundo/Martín Fierro. Lo que pasa es que con Alberdi, tenés que darte una manija para leer algunos libros. Es un tipo para Natalio Botana.
H.S.:Mansilla estaba ahí. Y no lo leía nadie.
D.V.: El que habló de él, y de manera muy considerable, es Adolfo Prieto. Pero así, un trabajo sobre Mansilla… Hay un trabajo que, también, desde el aparato, un trabajo que tiene Alan Pauls, que es un buen trabajo sobre la figura del secretario y la figura del efecto. Hay trabajos; hay trabajos históricos que están bien, eh? De gente de provincia, digo, ya en la cosa erudita minuciosa. Hay prólogos, considerables, desde ya; te podría decir desde el de Sosnowsky hasta una cosa que hizo Mayer para Losada.
H.S.: El que hizo Gusmán.
D.V.: Bien, también, sin duda. Hay una cosa, está bien, yo discrepo con lo que ella plantea, que es esta señora que está en Estados Unidos, argentina…
A.C.:¿Ludmer?
D.V.: No, no, China es de este palo. Es una mina que hace mil años que está en Estados Unidos. ¿Cómo se llama?
A.C.: ¿Silvia Molloy?
D.V.: Sí, suele venir por acá; tiene escritas algunas novelas. Es la academia, ¿no? Cada vez la academia más reciente, el último cuzquito que se tiraron en no sé qué localidad de Estados Unidos, y ya sentís que Mansilla quedó por allá, y acá está haciendo esta señora un batido… Sin duda, maneja determinadas categorías, muy à la page, muy a la última cosita. Pero decís: Mansilla se te quedó allá; vos no conocés a Mansilla, perdonáme.
H.S.: Acá había uno que lo saqueaba a Mansilla, Osvaldo Lamborghini.
D.V.: Claro, pero no en el campo crítico, tomaba elementos como para hacer… otra producción, ya. Jugaba con citas, o con el personaje. Por ese lado. Desde ya que hacer una parodia de eso es relativamente fácil. Como que son victorianos. Pero descifrar ese mundo, esa cultura victoriana es decir… Pero ahora hay un neovictorianismo, políticamente correcto. Eso es totalmente victoriano. El delirio incondicional por la utopía de la cosa liberal.
A.C.: Locus amoenus. Ahora, el mundo victoriano, algo que está con énfasis en Mansilla, una mirada hipermoral, refractaria a la idea de que la entonación moral pueda proyectarse como sistema de curación, de corrección del mundo.
D.V.: Está bien planteado. Habría que ver cómo se juega él ahí. Digo, esa zona…
A.C.: Discurso moral contra la impostura, se ríe…
D.V.: Habría que ver en qué coyuntura, y en qué inflexión.
A.C.: En las Causeries. En Retratos.
H.S.: Ese relámpago…
A.C.: Golpes…
H.S.: En la observación.
D.V.: Desde ya. Habría que ver hasta dónde –que es el juego de él, permanente– él se enfrenta al código oficial, a la cultura victoriana, a la mentalidad victoriana, a la mentalidad de su grupo. Él es un tipo que está ahí. Siempre manifiesta casi como una necesidad visceral fundamental: su discrepancia. Marcar la diferencia: yo soy diferente. Permanentemente está eso. Creo que cada vez más, y al final él va –como toda su clase, también con matices, desde ya… Pero la influencia de la segunda mujer es fuerte, ¿eh?
H.S.: Un pesimismo activo.
D.V.: Sí, ya te digo: se acabó todo esto, aquello era fenomenal; mi mejor momento –lo dice– fue la época de Juárez. Yo fui presidente de la Cámara; aspiraba, en el ‘90… toc-toc, Lastiri, por ahí, presidente.
H.S.: Claro, carambola, y presidente. Y lo de la mujer, ¿cómo es eso, Viñas?
D.V.: Ahí habría que ver con mucha atención la serie, las máximas, y demás, las viene haciendo a lo largo del tiempo. La propuesta general sería ésta: se va haciendo cada vez más previsible. Como toda su clase, se va replegando, a la defensiva. Entra en una zona defensiva. Eso, la ciudad…Concretamente, citas en el diario, las últimas cosas. Toma partido por Dreyfus. En ese mismo momento tiene simpatía por Barrés. Es un antimaterialista, un espiritualista señorial, que exalta todos esos valores, ya te digo, más allá de lo que puede predominar en la clase. Pero en los intelectuales se ve esto mucho. A quienes cita, aparte de esto, en Renan, ya te digo, qué lugar le adjudican al intelectual. Lo dicen; algunos más explícitamente que otros, que no es simplemente ya el cuestionamiento de la cosa yankee, sino el avance de la cultura norteamericana. Eso ya está. Eso es Rubén Darío, y es tópico. Y es Ariel. Digo, el lugar donde lo aplauden más a Ariel es en Buenos Aires. Arieles una novela porteña. Ese tipo encontró la ecuación: exaltación del espiritualismo, aquello es cultura de parvenus, de tipos enriquecidos, etc., el mercantilismo.
A.C.: Esto contra la cultura protestante: beneficio, acumulación
D.V.: Está, también.
A.C.: En tensión con la tradición católica.
D.V.:Permanentemente, está enunciado el tópico: lo sajón, la cultura sajona, la cultura latina. A la náusea, ¿eh? Es vastísimo; no sé si con muchos matices. Quizás con inflexiones. La comida, la otra comida, la grosería, la sutileza.
A.C.: El humor.
D.V.: Allá el humor no le gusta ni medio. Más bien, Eduarda, ni te cuento: la exaltación de la cultura sureña, los caballeros, el general Lee, las damas encantadoras a la francesa, eso a la raja. Pero eso es grupo, ya. Digo, Groussac es brutal en su versión de los Estados Unidos. Algunos matizan, más, menos. Pero si lo comparás con Sarmiento, ni te cuento. Aquél queda fascinado, esto ya no va. Son todos hispanófilos, desde ya, ni hablar. Esto nos llevaría… la pregunta central tuya era el asunto de la moralidad. Y yo creo que están ahí los textos. Por ejemplo, en el tema mujeres. Es un tópico: él es un profesional de la mujer. Es un experto en mujeres. Y paulatinamente, yo creo que después de su segundo casamiento y la presencia de esta señora, religiosa practicante, los domingos a misa, ahí hay un repliegue considerable. Era lo que era; pedirle más… Pero esto, fijáte, respecto de sus adhesiones a lecturas y a nombres concretos. Decimos Barrés, y claro, es parte de su juego, permanentemente la cosa fronteriza de juguetear con la cosa bárbara en cuestionamiento de la presunta civilización de allá. Ahí, es Verlaine, la bohemia, o toda la vida loca del compañero Montesquieu. Concretamente: a favor de Dreyfus, aparece con frecuencia; cuestionamiento y reconocimiento de Zola, es decir, el reconocimiento es por la cultura europea. Es un maestro; ahora, es un maestro de la chanchería. Pero es un maestro. Es el escritor más conocido en el mundo, en ese momento. Matices, dos figuras aparentemente secundarias, pero decisivas, en definición: cita considerablemente a Droumont, y lo lleva Manuelito Ugarte a una reunión socialista, y no le gusta ni medio. Serían esos dos nombres. Digo, nombrados, no aludidos: para Mansilla, el amigo Droumont es un tipo que hay que tener en cuenta, diputado, además, por Argelia, nada menos, está en todas. Incluso el fervor socialista de este chico, Manuelito Ugarte. Eso, como elementos a tener en cuenta. Y efectivamente creo que… no es que crea, está en los textos: son cada vez más moralizantes. Habláme de otra cosa.
H.S.: Las mujeres.
D.V.: El problema es que está amelcochado con la señora. Además, ya te digo, él está fundido; ahí hay bienes gananciales; en fin, él dice que no son tantos, pero bueno, está el suegro, que tiene su misma edad, que es empresario en Londres. ¿Cómo se llamaban? Acopiadores. En San Nicolás. Torromé.
A.C.: El empresario del retrato…
H.S.:Buschenthal.
D.V.: Claro, eso es Paraná. Es un pendejo. Tiene 20 y pico de años, apenas. Son los dos grandes amigos, relaciones que tiene, extranjeros. En el caso de Buschenthal, por lo que dice, y lo que se puede inferir, es la típica cultura empresarial centroeuropea judía. Además, es el representante cuando Amaguá, nada menos, guerra del Paraguay. Yo me acuerdo, en Rosario hay una calle que se llama Amaguá. Era como acá podía ser Torquinst, con aval internacional. Que le enseña modales; él lo dice: cómo se pone una mesa… Todo eso, ya, respecto de su vida dandy.
A.C.: Circula una versión infame del tipo, pero él lo rescata.
D.V.: Desde ya, porque tiene encanto. Sabe hacer regalos, sabe tratar a los niños; seduce, es un gran seductor. Y lo que se puede presumir, ya te digo, le enseñó a poner una mesa, siendo un muchachón. Muy solo; ¿con quiénes hablaba? Él –dos europeos– y Dugatti, que es un aventurero que, como tantos, viene de los ejércitos, después de la pinchadura allá, viene acá. Yo no he podido encontrar más cosas de Buschenthal; pero las alusiones a Dugatti son permanentes. Él le compra, entre otras cosas, la quinta, cerca de Paraná. Y en esa zona, el mundo del juego. Fundamental. La carpeta, el despilfarro. La relación con el dinero. Ahí sí que podés… el enfrentamiento con la figura de Sarmiento, que es el acumulador…
A.C.:Aristocrático con el dinero.
D.V.:Derroche permanente.
A.C.: No acumula.
D.V.:Acumulación simbólica: el gran prestigio que da el dinero. Tendría que ir a buscar la otra carpeta; pero la correspondencia de Roca es muy impresionante, porque, como es padrino de casamiento, de acuerdo a lo que se puede inferir de la correspondencia, es quien le dice: viejo, pare la mano, usted está grande, arríe las velas, déjese de joder, cásese de nuevo. Incluso, como imagen de representante argentino. Claro, cuando el poder se ve con mucha nitidez, mucha potencia, y él en ese juego puede marcar permanentemente diferencias, está. La entrevista con Guillermo II, con el kaiser, es acojonante. Te digo simplemente esto: frente a la mirada del otro, dice: bueno, y éste qué carajo es, y lo mira con el monóculo. Es decir, que no se deja intimidar un carajo por este tipo intimidatorio, que era un profesional de la intimidación.
A.C.: Nunca fui criado de nadie, dice…
D.V.: Por eso te digo. Esa inflexión, la tiene. La entrevista con Francisco José, que tiene su misma edad, donde él le dice que está casado con una mujer muy joven. Y la entrevista con Nicolás II y su mujer. Dice: son dos pequeñoburgueses. Año ‘5, querido: Rusia, año ‘5.
H.S.: Es la diferencia de Mansilla en relación con el cholulismo actual de los intelectuales argentinos cuando viajan.
D.V.: No, a él le seduce contar que era amigo de la emperatriz Eugenia, y siempre insinuando que se la cogía.
H.S.: Pero cuando estaba en la escena, Viñas, si lo seguí bien, no se deja intimidar.
D.V.: No, no lo intimida nadie. Y las rupturas son muy duras. Sobre todo: interviene activamente. La de Sarmiento es más que notoria. La ruptura es muy dura; las cosas que llega a decir son despiadadas, en la Cámara, incluso, cuando el asunto de la estatua. Y la ruptura con Roca, también. Le dice: usted me ha defraudado. Digo, porque es una larga… Imagináte, es el padrino de su casamiento. Y de hecho, al designarlo Ministro en estos lados, le arregló la cosa, si no todo, en gran parte.
H.S.: La ruptura con Roca es dura.
D.V.: Sí. Desde ya, él quiere ir a París. En Berlín dice eso. Le escribe a Roca: nada menos a mí, ¿que me pase esto? Bajo a la calle y no puedo hablar con la gente. Se pone a estudiar. Pero no lo maneja. Su mujer sí maneja el alemán. Después, la insistencia, que es otra figura que está ahí: insiste permanentemente que lo nombren primer secretario de embajada, y no lo hacen. Lo trata muy mal al ministro de relaciones exteriores. Fijáte vos, al ministro, le dice esto, desde allá, desde la polvorienta: yo no pretendo, señor y amigo, ser el coronel más valiente; pero tengo la legítima pretensión de ser un jefe de frontera tan íntegro y tan cuidadoso como el que más. Le toma le pelo, dice: sírvase robarle a sus más altas ocupaciones una media hora. Le está tomando el pelo.
Evidentemente, no hizo carrera. Era políticamente incorrecto.
A.C.: Está claro.
H.S.: Eso que dijo antes, Viñas, era un refractario.
D.V.: El sistema. Él buscaba, viendo a ver cómo. Que lo reconocieran, esto que acaba de decir.
A.C.: Pero no agacha. Esa frase extraordinaria: trabajé para muchos, pero nunca fui criado de nadie.
D.V.:Totalmente correcto. Trabajó para Sarmiento, trabajó para Avellaneda, que es más amigo de él, pero un tipo muy blando, nunca lo corrobora. Además, es amiguito de Eduarda.
A.C.: Nunca “a sus órdenes”.
D.V.: No, no. Era su columna vertebral. Como lo tengo acá a mano, cómo lo trata a un ministro. Le da lecciones. Fijáte el fraseo: recuerde usted lo que le digo. Recuerde usted estas observaciones que, como amigo, etc. Hay algunas que son impresionantes. Porque tiene una capacidad para sintetizar en una frase.
A.C.:Aparte, la lengua de Mansilla…
D.V.: Sin duda.
A.C.:Siempre busca síntesis fuertes.
D.V.: Quiero decir: es siempre este movimiento. Cuando siente eso. Los tipos que van a París, dice: Yo a éste lo conocí. Se fue petaca y volvió baúl. Es que él siente que tiene un plus, respecto de quien sea. A lo sumo la emparda con algunos tipos que son de primera, donde él se sitúa. Es decir, si vos ves el orden de las Causeries, la primera está dedicada a Eduardo Wilde; la segunda, a Pellegrini. Son los tipos que él respeta.
A.C.: David, me parece que hay diferencias fuertes entre lo que escribís acerca de Mansilla en Literatura argentina y realidad política y esto que estás armando ahora para tu libro…
D.V.: ¿Vos querés decir que allá lo condeno?
A.C.: Y sí…
D.V.:Prejuicios ideológicos, viejo, prejuicios ideológicos… 

“Solo la prohibición puede mantener el negocio de las drogas”. Entrevista a Emilio Ruchansky

por Pablo E. Chacón

En Un mundo con drogas, el investigador y editor Emilio Ruchansky produce un texto -a medio camino entre la crónica antropológica, el registro de viajes y la reflexión jurídica- sobre el estatuto de las diversas sustancias, los derechos individuales, las formas de prevención y el lavado de dinero que cantidad de bancos, además de multiplicación de fuerzas represivas, convierten en un negocio millonario. El libro, publicado por el sello Random House Mondadori, lleva un prólogo del doctor Eugenio Raúl Zaffaroni, es un estudio que abarca no sólo a nuestro país sino a otros varios donde la cuestión de la legalización o la despenalización se discute como una cuestión de salud pública, vinculada a la reducción de daños. Ruchansky también es periodista y uno de los creadores e ideólogos de la revista THC.
¿Cómo presentarías a Un mundo con drogas? ¿Etnografía, crónica jurídica, manual libertario, todo eso o nada de eso?
En principio mucho de eso. En parte también es el diario de un momento urgente, el de la guerra a las drogas y las violaciones a los derechos humanos cometidas en su nombre en Colombia, México, Bolivia. Y ese diario consigna un lustro importante: 2010-2015. En estos años, Holanda tuvo una fuerte discusión por weed pass, que implicaba prohibir el acceso a extranjeros y reafirmó su política de mano blanda; Bolivia reclamó por la hoja de coca ante la ONU; por primera vez se vende cannabis para fines recreativos producido legalmente en el mundo, que es el caso de estado norteamericano de Colorado y finalmente Uruguay plantea, a nivel nacional, regular el mercado de marihuana, previendo el autocultivo, las farmacias y los clubes de membresía, inspirados en las asociaciones españolas descriptas en el libro. Y ese diario hecho libro tiene su sección parlamentaria, jurídica, médica, económica, cultural. En el fondo, por supuesto, espero sirva de manual libertario. 
El libro se abre con una presentación del doctor Eugenio Zaffaroni, que lo considera una pieza insoslayable para el actual debate. Ahora bien, ¿cuál es el estado del debate una vez que el paradigma de la guerra contra las drogas demostró su absoluta ineficacia?
Creo que hay un espíritu de flexibilización. Está ocurriendo en Ecuador, con más proporcionalidad en los delitos menores, como el caso de las mulas. Y también hay desorientación. Sobre esto último pensé cuando armé este estudio de casos. Muchos políticos y políticas están muy imbuidos de un discurso moralizante y en el peor de los casos punitivistas, al punto de proponer cadena perpetua por delitos de tráfico, penas más altas que la de homicidio simple. Tal vez, quiere permitirme soñar, sea por falta de información sobre modelos alternativos en tratamiento, reducción de daños y regulaciones. Hace un tiempo Víctor Hugo Morales estuvo en el Congreso, en una audiencia, y describió muy bien la situación en un plenario de comisiones de Diputados, en 2011, donde se plantearon proyectos de despenalización: Tenemos que darnos una nueva oportunidad, así como estamos, trabajamos para el narcotráfico, dijo.
La despenalización del uso personal de drogas para recreación o para lo que fuera, por lo general está puesto en serie con otros fenómenos polémicos: el aborto, la eutanasia. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Que tenemos un retraso en materia de derechos todavía. Y que tiene que saldarse. El aborto, el consumo de sustancias y la eutanasia tienen que ver con el derecho a disponer de nuestro propio cuerpo. Aunque no lo creas, en la Argentina estuvo penado, en algún momento, el intento de suicidio. No son cuestiones superficiales, ni burguesas y menos irrelevantes. Son profundamente humanas. No hay polémica. Hay atraso. Lo demás es un manto de hipocresía y mucha desinformación.
¿Cómo resultó conocer otras experiencias al respecto en otras partes del mundo? Lo de Suiza es muy impresionante. La duda que quizá quede si eso no es posible en un país chico, con alto PBI y poca gente. Lo pregunto.
Lo que me interesó mostrar de Suiza es como nace la reducción de daños y la seriedad y profundidad del enfoque. No me fijaría en el tamaño ni el PBI, me fijaría en algo más universal: el respeto por la autodeterminación. Me interesa la accesibilidad que plantea tener salas de consumo controlado, en el caso suizo es mayormente heroína inyectable y cocaína, si son la base de mejoras en la salud, la alimentación, el trabajo y la vivienda. Y más importante aún, implica un cambio de paradigma: disponer ayuda sin exigir que la persona deje de consumir. E desafío es encontrar dispositivos propios y entender la abstinencia como una opción, no como una regla.
Seguramente conocés Cerocerocero, el libro de Roberto Saviano. La impresión que queda es que la ilegalidad, el lavado de dinero, buena parte del sistema financiero mundial no podrían sostenerse sin esa ilegalidad. ¿Qué pensás? Y ya que estamos, ¿qué pensás de la fuga del Chapo Guzmán?
Para la timba financiera sería un golpe grande si ese dinero ilícito no existiera, hoy por hoy son impunes. El HSBC pagó una multa por lavar dinero de cárteles méxicanos en Estados Unidos. Una multa. Nadie preso. Solo la prohibición puede mantener este negocio. Siempre lo digo: no es un tema moral, es un tema económico. Del Chapo me sorprendió más la captura que esta nueva fuga.
Finalmente, ¿cómo creés que está la Argentina en materia de derecho penal y libertades públicas respecto de la cuestión, más todavía en épocas preelectorales?
Me parece que la materia penal nunca se pudo debatir ni mejorar. Los medios de comunicación tienen buena parte de la responsabilidad en el estancamiento, otra parte le cabe al arco político partidario. El anteproyecto de Código Penal, ya teniendo dos nuevos códigos aprobados, puede ser todavía un gran broche del mandato de la Presidenta. Ojalá también se reforme el Servicio Penitenciario Federal. Los marcos normativos no van a cambiar la realidad de la noche a la mañana, pero orientan y permiten tomar caminos alternativos en políticas públicas, como lo hizo la ley de Salud Mental y Adicciones.

(fuente: Telam)

Las hormigas cantan blues

(sobre “Otro día sin novedad”, de Román Mazzilli)

por Marcelo Percia

1.
¿Tener algo que contar cada día?
Anota Edmond Jabès: “No tener nada que decir y haber querido expresarlo”.
¿Narrar nada? ¿Relatar lo insignificante?
Arte poética, desde Horacio hasta Borges, ¿epístolas de las pasiones?
Admite Borges: “Mirar el río hecho de tiempo y agua / y recordar que el tiempo es otro río, / saber que nos perdemos como el río / y que los rostros pasan como el agua”.
¿Salir de cacería? ¿Asaltar la espontaneidad? ¿Agudizar la disponibilidad sensible?
Román Mazzilli practica la negación del sentido común.
Escribe (282): “Amo al vacío porque me permitió inventar sentidos”.
La sabiduría del arrebato no reside en el acto logrado, sino en la serena acción de descartes.
La poética del arrebato en Román Mazzilli no va por la billetera de los pensamientos, sino por el silencio.
Escribe (15): “El sol hace silencio / para que un colibrí / acaricie el aire”.
2.
Roza las cosas hasta desarraigarlas.
El Prólogo de Luis Gruss hace referencia a la fuerza del título del libro, dice: “La vida no se compone de noticias sino más bien de persistencias que de tanto en tanto deslumbran y alumbran como estrellas fugaces”.
¿Qué relación entre vida y novedad?
Sin novedad en el frente, la novela de Erich Maria Remarque (1929), relata la existencia como estados de guerra.
Román Mazzilli pasa las tropas a retiro.
Escribe (418) “Se acabó esta guerra que no tenía sentido. / No eran mías estas batallas”.
3.
Barthes piensa el haiku como espaciado en el que la vida respira.
Alberto Silva traduce así el poema de Bashô: “No pertenece /ni al alba ni al ocaso/ (flor del melón)”.
Poéticas de estados en las redes sociales se presenta como respiración antes que como inspiración.
Escribe (335): “El silencio / protege las semillas / en su temperatura justa”.
4.
Otro día sin novedadafronta el desafío de arrancarse de una sensibilidad kitsch.
Una sensibilidad no tanto sospechada por mal gusto como por el inmediato acople a las convenciones, a la imitación de las fórmulas usuales, para decir algo emocionante: la búsqueda del agrado empleando cánones sentimentales.
Escribe (312): “Estoy anémico de trascendencia y no hay caso: no hay transfusiones de sentido”.
5.
¿Una poética de la perplejidad, una narrativa que deambula?
Pensamientos de los intersticios como musgos que crecen en las sombras, sobre piedras, cortezas de árboles, suelos abandonados, en las aguas que fluyen o que mueren estancadas.
¿Estados de soledad?
¿Entrega de pensamientos intermitentes?
Román Mazzilli practica insights, chispazos de pasiones, en las redes sociales.
Apunta Handke en El peso del mundo: “Espero pacientemente pensamientos que no quiero. Esos son los que cuentan”
Señala en el Prólogo Luis Gruss: “…las intensas y provocadoras ocurrencias de Mazzilli se inscriben en una especie de mundo paralelo. A cada paso nos interpelan, nos perturban, nos obligan a volver a pensar justamente eso que creíamos resuelto”.
6.
Román Mazzilli comienza como quien traduce por escrito algo que observa, pero de repente interviene el paisaje plano de las cosas con la impertinencia de una intención dormida que parece abrir los ojos en ese momento.
Escribe (9): “Veo pasar la vida desde la ventanilla de un tren. Pero a mí lo que me gusta son los abrazos en los andenes”.
7.
¿Qué intimidad posible entre pensamientos y vida?
Benjamin, en El narrador, vislumbra el agotamiento de la experiencia: la trasformación de las criaturas vivientes en autómatas de la modernidad.
La vida social cultiva rutinas, estándares, recorridos intercambiables. La llamada cotidianeidad se despliega como previsible cadena de trámites. Las anécdotas como burocracias de detalles diarios.
Kafka entrevé la vida personal como expediente.
El sueño de una marca única, de una existencia singular, se desvanece.
La producción en serie de las percepciones de todos los días fabrica horizontes previsibles.
¿Cómo liberar la mirada?
Román Mazzilli no confía en las historias que se le presentan.
Vive el tedio de los pensamientos prefabricados.
Escribe (215): “Si es aburrido no sirve. / Si es solemne no enamora”.
8.
¿Pensar evanescencias? ¿Errar sin brújula como En el camino de Jack Kerouac?
En Otro día sin novedad el narrador se vuelve latido de percepciones heridas, sospechadas.
Escribe (2): “Perdí los mapas, la brújula, el gps. / Perdí las pastillas, la dirección del analista, la receta del doctor”.
Momento en el que sobreviene el asombro. Instante en el que mirando un partido de fútbol por televisión la pelota que sigue la cámara sale de cuadro sin que se sepa si volverá aparecer.
Tanto Freud (más allá del principio del placer) como Piaget (noción de objeto permanente) rodearon de razones el encanto de ese juego que cautiva a las criaturas pequeñas cuando un adulto se cubre el rostro exclamando enseguida con una sonrisa: ¡Acá está!
Instante de vacilación en el que cualquier cosa puede pasar.
Escribe (263): “Que el yo-yo no sea nuestro juego preferido”.
9.
¿Extrañamiento de los automatismos para que lo mínimo estalle en todas partes?
Román Mazzilli practica una poética del desarraigo.
Escribe (3): “La próxima vez me vestiré mejor. Voy a ponerme una camisa de fuerza”.
10.
¿Violentar a otro poniéndolo o sacándolo de un lugar o una idea?
Malicias del poder apenas atemperadas por pedagogías morales o estéticas.
Simone Weil advierte que sacar a otro del lugar en el que vive seguro equivale a una violación, pero la tentativa del desprendimiento de las adherencias, en las que vivimos como parásitos inmóviles, se presenta como movimiento liberador.
La poética de Román Mazzilli no predica nada, y, sin embargo, incita movimientos.
Escribe (148): “¿Se puede ser un murciélago con anteojos de sol?”.
11.
La danza guarda, en secreto, el momento en que una sombra aprovecha la distracción del cuerpo, la luz, la conciencia, para desprenderse de lo proyectado.
Escribe (16): “Hay una danza que espera que la invente, un giro, un salto, una caída”.
12.
Adorno en Minima moralia apela a una astucia para emanciparse de pensamientos de oficio: “no sentirse en casa estando en casa”.
¿Enrarecer lo familiar?
El mismo pasadizo por el que se ingresa a lo siniestro conduce a lo maravilloso.
Román Mazzilli, ¿ensaya el extrañamiento o distanciamiento brechtiano?
Escribe: (14) “No hay paisaje / que el viento no cambie”.
Escribe (134): “Soy extranjero a ambos lados de la frontera”.
13.
¿Estados de disponibilidad para atender extravíos?
No impedir que la vida acontezca inesperada.
Benjamin, en El libro de los pasajes, copia una cita de los Manuscritos de Marx que dice: “La reforma de la conciencia consiste en despertar al mundo… del sueño que sueña sobre sí mismo”.
La cita dice despertar al mundo del sueño, no despertar a la conciencia. Marx advierte que eso que se llama conciencia destella como derivado de emanaciones sociales que sueñan mundos sobre los que, luego, el capitalismo impera.
Se proponía despertar mundos: liberar otros modos de vivir en común sobre la tierra.
Román Mazzilli ofrece instantáneas de la oportunidad.
Escribe (120): “Todo ese ruido, es solo el eco de un mundo que ya no está. / Te invito a este silencio, para comenzar”.
14.
Benjamin sugiere conservar del surrealismo lo que llama iluminación profana (no religiosa ni mística). Una inteligencia no provocada por el haschisch, el opio o demás drogas, sino por el cuestionamiento político de la mirada histórica que hace de la vida algo ya sucedido: la culminación de un destino.
Benjamin propone objetar el sentido congelado de la inmediatez del presente, interrumpir los flujos de significaciones sociales continuas.
La iluminación profana no consiste en emborracharse, sino en sorber de la ebriedad fuerzas que impulsen.
No se trata de embriagarse, apabullando la química nerviosa de la percepción, sino sorber las potencias de la embriaguez.
No se trata de descontrolarse, sino de aprender el arte del descontrol como corrosivo que abre candados.
Así como no se trata de enamorarse, sino de aprender las fuerzas del amor para deshacer lazos que fijan el cuerpo al cautiverio de los días.
Román Mazzilli sabe que, sin ansiedad ni nerviosismos, el arrebato deja pasar automatismos.
Escribe (146): “Hay una sola cosa sagrada en la vida: todo”.
15.
Otro día sin novedadpractica epifanías: hace aparecer por encima de lo pensado, vapores gestantes de lo impensado.
Irradiaciones que excedan los hábitos que se piensan como desprendidos de las cosas que pasan.
Escribe (6): “Voy a controlar la respiración, / voy a poner a dieta los latidos, / voy a explicarle matemática a los bebés recién nacidos”.
16.
Román Mazzilli ensaya la iluminación profana: acciones de pensamientos que no pretenden iluminar nada, ni revelar un misterio, ni trascender iniciando a otros.
Profanaporque no trata de ligar adeptos ni disciplinar en torno a una verdad.
Iluminaciónque no ilumina, que descompone un haz de luz en un arco de matices que se insinúan un instante antes de manifestarse.
Escribe (91): “A más luz, más ceguera. / Yo solo abro los ojos / cuando todo está oscuro”.
17.
¿Introspección? ¿Narcisismo de las sensaciones personales? ¿Solipsismo vicioso del yo?
Escribe (88): “¿Será la costumbre tu verdadera adicción?”.
Andar al asecho o practicar el arrebato desprenden movimientos que no se relacionan con la mística de la introspección.
No hay adentro ni afuera en el umbral, sino caricia de los pasajes que capturan nada.
Derrida desliza, al presentar un artículo de Nicolas Abraham, la expresión eclipsándome en el umbral.
Escribe (416): “Yo giro, giro, giro / y supongo que habrá un sol”.
18.
Román Mazzilli amanece como los detectives de la novela negra expulsados de la policía, que extenuados, tras una larga noche de insomnio, se componen con una ducha, una afeitada, un café cargado para recibir a una desprotegida y rica cliente rubia de la que se enamoran por las mañanas.
Escribe (15): “La noche (…) me dejó despabilado en su oscuridad”.
19.
Román Mazzilli deja que la sorpresa lo asalte.
Escribe (26): “La luna provoca mareas en mi boca”.
20.
¿Captar minucias?
Sacudir el paño del día vivido para hacer flotar partículas de polvo a contraluz.
Escribe (29): “Si el aire se torna espeso, / ¿seguirán asomando los delfines?”.
21.
Todavía cualquier escritura pasa, en algún momento, por la aduana de la formas.
¿Qué tipo de poética la de estados en las redes sociales? ¿Habrá que catalogar un género facebook? ¿Urgente e intermitente?
¿El relato de lo cotidiano puede eludir el costumbrismo de lo establecido?
Escribe (60): “Cociné al fuego un morrón y una papa con cáscara. No es una cena. Es una constatación”.
22.
¿Vagabundeos de quien se pasea por los días como el flâneurde Benjamin?
¿El encanto no está en los días sino en el paseo?
¿Contar lo que pasa inadvertido?
Escribe (80): “El viento no desacomoda, no despeina, no amontona. Pone las cosas en su lugar, mientras las hormigas cantan un blues en esa hilera”.
23.
En la versión castellana de Ser y tiempode Heidegger, Gaos traduce la palabra alemana Neugier (curiosidad) con la expresión avidez de novedades.
Heidegger actualiza una reacción conservadora ante la vacuidad del capitalismo de masas. Apela a la idea de autenticidad.
Piensa la avidez de novedades como curiosidad malsana de la evasión de la verdad de sí.
La crítica de la sociedad de consumo interesa cuando observa que la avidez por lo nuevo evita la espera.
Heidegger advierte una curiosidad ansiosa que consume lo nuevo sin demora en lo que acaba de llegar.
Una avidez urgida, que muda enseguida tras lo obtenido: que salta de una cosa a otra.
Nerviosismo consumidor sin sosiego, que vive la espera como angustia.
La novedad como ansia que huye del instante.
¿La avidez de novedades como existencia inauténtica? ¿A qué existencia le correspondería el nombre de auténtica?
¿La novedad como turismo ansioso que va de un lugar a otro: como consumo de momentos?
La avidez de novedades no actúa por impulso de ir más allá de lo existente ni como entusiasmo por la ilimitada posibilidad de lo posible.
La idea de avidez (que evoca las de ansiedad, codicia, ambición) sitúa un nerviosismo depredador.
Avidezcomo eso que Néstor Perlongher llama nausea imprecisa.
Román Mazzilli admite que no se puede comer el pez dibujado sobre la arena.
Escribe (256): “No insistas. / El consumo no es un instinto”.
24.
Asedian las narrativas del yo bajo la forma de un noticiero personal.
Se escucha en las conversaciones entre amigos: decime los titulares.
Escribe (103): “¿Quién te impone los temas de su agenda?”.
25.
¿La lentitud de la vida transcurre sin novedad?
Suele llamarse lentitud a la imperceptible velocidad del instante.
Escribe (290): “Y hay algo en mí, como una moneda haciendo equilibrio de canto, que sabe que todo, todo, está ocurriendo en este mismo instante”.
26.
¿La autobiografía como género obsesionado por coleccionar novedades?
¿Empeñar la existencia en producir noticias?
La dramaturga Vive Tellas propicia la idea de biodrama, que inspira un teatro fuera del teatro, tratando de localizar un umbral mínimo de ficción en la anécdota personal: algo así hace Román Mazzilli cuando atiende lo que le está pasando.
Escribe (376): “La ciencia ficción es el género literario más apropiado para escribir una autobiografía”.
27.
Los puentes unen tanto como separan.
Escribe (79): “Vos seguí pontificando, que los demás ni se enteran”.
28.
¿Cómo se practica la amistad en las redes sociales? ¿Los textos de este libro están desencadenados por la recepción calculada de quienes están en red? ¿El campo de expectaciones provoca ideas que se trasfieren a través del teclado?
Escribe (322): “Sí, todo bien. El otro, el encuentro, la confianza. El amor, la amistad, / la conexión. Todo bien. El trabajo en equipo, la creación colectiva, los / grupos, las parejas. Todo bien. El enriquecimiento mutuo, el mundo / compartido, las afinidades. / Todo bien. / Solo que a veces la gente me da miedo”.
Tobías Wolff, tras la muerte de Raymond Carver, relata que la amistad que tenían consistía en el gusto por narrarse historias.
La gramática de la amistad, tal vez, siempre late en el deseo de contar algo.
Recuerda Wolff que Ray componía un narrador que hablaba con una voz secreta y apagada de modo que hacía que él tuviera que inclinarse para escucharlo. Hacía de cualquier cosa una confidencia y, en ocasiones, se detenía para mirar a los costados como si temiera la presencia de un espía.
Ray era, también, un oyente. Alguien con una atención depredadora, que escuchaba con la cabeza inclinada y un brillo en un ojo entrecerrado como si fuera un cazador haciendo puntería.
Wolff admite que la expectación de Ray por escuchar historias lo llevaba a contar cosas que no eran ciertas. Entre ellos había una coartada que alentaba esos inventos: “Las palabras salieron caminando de mi boca”.
¿Quién habla cuando las palabras salen caminando de una boca? ¿Esas palabras expresan la voluntad de alguien? ¿Se escapan porque estaban retenidas?
La magia del tener algo que contar reside en que haya alguien en el que habite el deseo de escuchar.
Román Mazzilli no cede al elogio de lo colectivo.
Escribe (322): “Solo que a veces la gente me da miedo”.
29.
Macedonio Fernández en Papeles de Recienvenido, ¿parodia la idea de novedad?
Anota: “No os sobrevengo con la novedad de que se acabó el Infinito; ni la de que este mundo se ha combinado con todos los botones cosidos flojos como traje hecho (con lo cual uno se cree nuevo y lo creen nuevo); ni la de que el hombre que se ubicó en el vacío para vivir eternamente, se abanicaba. (…) Ni disertaré sobre el Suspiro Irrompible o Los Anteojos de No Ver, ahumados. (…) la única noticia que busco es la de que no se haya perdido la cosecha de huevos de gallo”.
30.
El capitalismo necesita la novedad.
Si todo se volviera novedad, ¿desaparecería la idea de novedad?
Alguna vez se supo de la existencia de la AMHSN(Asociación Mundial de Hablantes Sin Novedad).
Voces de la agrupación abrieron la undécima asamblea bianual así:
“Queridos y queridas hemos venido hasta aquí para constatar que en estos largos y fructíferos años no ha pasado nada digno de contarse. Estamos en condiciones de afirmar que si este encuentro no se estuviera realizando, ocurriría lo mismo que lo que está sucediendo ahora.
Es cierto, en los albores de nuestro movimiento no teníamos nada que contar tras un arduo trabajo de descarte y anulación de grandes y pequeños hechos.
Nuestros mejores intelectuales ponían empeño en demostrar que en el universo acontece una e infinitas veces lo mismo.
Todavía recordamos el día de la gran hoguera de las anécdotas.
Pero, en algún momento, sin que nos diéramos cuenta, la falta de novedad se presentó como fatalidad serena e involuntaria.
Y sin que sepamos cuando, nos encontraremos un día (del que no tendremos noticia) en el que ya nadie tenga nada qué decir: algarabía de una comunidad de hablantes que no comuniquen nada.
Si alguien osara ensayar, por dar un ejemplo, un primer beso, de inmediato todas y todos los vivientes ensayarían besos primeros para evitar cualquier riesgo de novedad. Lo mismo ocurriría con cortes de pelo o pasos de baile.
Una comunidad respetuosa de la nada solidaria.
Cualquier poder quedaría cancelado: si alguien diera una orden, todas las criaturas darían una orden de modo que no habría nadie en condiciones de obedecer.
Un mundo sin novedad derramaría justicia e igualdad sin que fuera necesario anunciar esas conquistas.
Esta undécima reunión (cada una de nuestras reuniones llevan este número arbitrario) sin antecedentes ni consecuencias, sin día ni hora o lugar, sin reunidos, sin reunión, se celebra sin celebrar.
Sin presidentes ni secretarios, con voceros y voceras que se presentan como interminables y continuos ecos hablantes. Ecos no venidos de ningún lado que no se terminan de apagar.
En algún pliegue de esas voces se ha proclamado el derecho de cualquier hecho, por ínfimo que se considere, a devenir narrado con iguales méritos, razones y olvidos.
Para terminar, nos despedimos deseando un futuro falto de novedad”.
31.
Movimientos sutiles de la reacción intentaron anular la potencia del libro de Román Mazzilli anunciándolo entre las novedades editoriales en suplementos culturales.
32.
Un caracol, el guante perdido de un pescador ausente, una piedra, la pluma blanca de un ave, el resto de un conchilla, la línea que dibuja la marea, una huella, cada cosa (entre innumerables cosas vivas) serpentea como instante sin novedad en una orilla.
Escribe (128): “Silencio hay en mi boca. / Es una flor silvestre / que creció sola”.
33.
Admite Novalis que si queremos concebir la vida conviene concebirla incompleta.
No pensamos para anunciar o discernir lo dado, sino para resguardar lo inesperado.
Si el diapasón del sentido común confirma la persistencia mecánica de lo ya dicho, los fragmentos de Román Mazzilli dicen atonalidades: ruidos que no se registran.
Lo misterioso no reside en el secreto del ser, sino en el estar no siendo.
Escribe (327): “Cuando el mensaje institucional es ‘tú puedes ser lo que te propongas’, la letra chica dice ‘nosotros te vamos a decir hasta dónde vas a llegar’”.
34.
Tal vez el ready made de Duchamp se presente como chiste o iluminación profana.
Nada más instalado en el paisaje uniforme de las cosas que un objeto fabricado en serie en la sociedad de masas.
Una mesa está codificada como una tabla con cuatro patas que sirve de apoyo, aunque el diseño trate de desacostumbrar la percepción.
Duchamp no embellece el mingitorio, lo vuelve risible, transformándolo en fuente.
Román Mazzilli no duplica lo que ve, lo arranca del paisaje de las cosas, lo pega en la página y teclea enviar.
Practica ready-made que trastorna experiencias.
Escribe (136): “Mi alma está partida de nacimiento”.
Escribe (237): “Voy a hablar bajito, porque hay gente que tiene dólares de cabeza…”.
35.
En El placer del texto, anota Barthes: “…sólo lo nuevo trastorna (enferma) la conciencia (¿ocurre esto fácilmente? no lo creo; nueve veces sobre diez lo nuevo no es más que el estereotipo de la novedad)”.
Para Barthes lo nuevo no equivale a la novedad, mientras la novedad aplaca el deseo de lo nuevo ofreciéndole la moda, lo nuevo se presenta como inaudito que respira tras el desprendimiento de lo existente.
Román Mazzilli sigue las pistas de pacientes lombrices.
Escribe (126): “La dislexia ¿es una enfermedad o un acto revolucionario?”.
36.
¿Qué abriga en el desamparo de la historia?
Roberto Arlt en una polémica con Rodolfo Ghioldi (en la década del treinta del siglo pasado) en la que argumenta sobre el papel del cine, sugiere que la mayoría de mujeres obreras no saben quién es Carlos Marx, pero casi todas ellas saben cómo besa Rodolfo Valentino.
Román Mazzilli confía en la revuelta de las terrazas.
Escribe (156): “Un abrazo tiene más información que el manifiesto comunista”.
37.
Se confunde novedad también con devenir.
El devenir supone un pasaje hacia el movimiento incesante de lo que vive no siendo.
La novedad supone la llegada de algo que ya es siendo todavía no alcanzado.
La novedad aterriza como última forma o noticia de lo sucedido.
Mientras el devenir no sabe lo que sobreviene, la novedad se presenta con un manual de instrucciones.
El devenir se podría pensar no como pasaje de lo nuevo a lo nuevo, sino como pasaje a lo inesperado.
No está en juego tanto lo nuevo como la espera: una espera que no espera algo, que se abre en lo inesperado.
Escribe (17): “El caminante se va transformando a medida que camina”.
38.
Descartes relata circunstancias de su vida, Montaigne hace de las circunstancias que vive fuentes de sus ensayos.
Desde entonces la intimidad se relata con voracidad: con Otro día sin novedad asistimos al crepúsculo de los relatos del yo.
39.
Las ilustraciones de Mariana Szulman que acompañan este libro ofrecen sombras. Presencias silenciosas, siluetas que atestiguan los contornos de cuerpos.
Manchas en páginas habitadas por la soledad de las palabras.
40.
Una paráfrasis de una ocurrencia de Goethe: cuando teníamos dieciocho años, el mundo también tenía dieciocho años y todo estaba por hacerse, pero ahora que llevamos alrededor de sesenta (y el universo resplandece con más de trece mil millones de años), celebramos con sereno entusiasmo otro día sin novedad.

¿Qué puede un cuerpo (cuando se lo convierte en fetiche)?

por Alejandra Lindman, Diego Sztulwark y Pedro Yagüe

El fetichismo del cuerpo consiste en el hecho de atribuir al cuerpo humano unos valores-imagen separados del cuerpo de los afectos. Cuando Spinoza se preguntaba, allá por el siglo XVII, qué puede la fábrica del cuerpo humano, la disputa central era contra la teología y el racionalismo cristiano a la Descartes. Ante el cuerpo devaluado por la cultura monoteísta o racionalista, el “paralelismo” (término que se adjudica al spinozismo, sin haber sido empleado nunca por Spinoza mismo) entre cuerpo-alma, tal y como viene postulado y demostrado en la Proposición VII del Libro II (con su Escolio respectivo) procuraba salvar al alma (la mente, el pensamiento) de los poderes espirituales y políticos que la querían obediente bajo el peso de la moral (para la cual el cuerpo era sólo objeto de vergüenza y negación).
En el Libro II de la Ética, el filósofo, empeñado en comprender el alma humana, concluye (Proposición XIII) que la realidad del alma es ser idea del cuerpo, y que el alma es tan perfecta como perfección tiene el cuerpo actual del cual es idea. En efecto, el cuerpo puede afectar y ser afectado de muchas formas simultáneamente, y sólo por eso el alma puede percibir igualmente muchas formas. En el Prefacio al Libro III, acerca de los afectos, hay un duro ataque contra todos aquéllos que se burlan de la naturaleza del cuerpo humano, ignorando que no existe en él vicio alguno. Spinoza grita en su Ética: se ha inoculado en el cuerpo humano motivos de vergüenza, se ha depositado en él toda la negatividad que se le atribuyen a las pasiones, esa materia demasiado humana que se supone que el pensamiento debiera dominar. Pero esa alma, ese pensamiento que se cree libre, es en verdad una proyección lógica, un ideal moral introyectado. Spinoza desarticula la idea de que las cosas tengan un fin, un objetivo de su existencia que les haga de modelo y divida lo real. Es en el cuerpo donde Spinoza encuentra una dimensión que, devuelta a su materialidad, rompe las proyecciones lógicas del idealismo de su época. El cuerpo como dispositivo desplaza la lógica y reabrre la experimentación como verificador de caminos de potencia. El cuerpo, dice Gilles Deleuze, actúa en la Ética como “modelo del pensamiento”.
¿Por qué postular que el cuerpo es modelo del pensamiento?
La teología y la moral nos habían dicho que el cuerpo es un reflejo inferior respecto del alma. “No se sabe lo que puede un cuerpo” es el grito spinozista que rompe con el peso del idealismo de su época, pero ¿sigue siendo válido ese grito hoy? Cuatro siglos después, cuando el cuerpo sí se toma en cuenta aunque capturado como mercancía y fetiche,  ¿conserva su vigencia el proyecto de tomar al cuerpo como modelo para el pensamiento? En esta época, en la cual la cultura de la imagen ha pasado a tener un lugar central ¿qué entendemos por el poder de los cuerpos?
El corporalismo propone un cuerpo para el consumo: “tener un buen cuerpo”: bello, modelado, saludable. Valores todos que surgen de las exigencias y parámetros del mercado. Nociones como “experiencia intensa” o “vence tu límite” ya no surgen de viejas sabidurías, sino que circulan como consignas de creativos publicitarios, pagos por los departamentos de ventas de las grandes empresas. Este nuevo corporalismo no sólo propone un cuidado y un tipo de experiencia-sin-experimentación de nuestro cuerpo, sino que también lo concibe como un bien a ser utilizado. El cuerpo aparece como una pertenencia del individuo mediante la cual éste puede satisfacer libremente sus propios deseos. Como toda mercancía, el cuerpo que nos ofrece el mercado tiene también un valor de uso. Pero entonces, ¿nos sirve todavía aquel grito spinozista del siglo XVII contra el sistema del idealismo? ¿O sucede más bien que necesitamos gritar a favor del “paralelismo”?
¿El cuerpo como contrapoder?
Ahora bien, cabe preguntarnos ¿es tan diferente la metafísica del alma (teológico-racionalista) del occidente europeo, esas a las cuales el spinozismo oponía al cuerpo como contrapoder, de la que orienta al neoliberalismo contemporáneo y su imagen del cuerpo?
El cuerpo como imagen-mercancía, puesto a crear valor en cada uno de sus actos, envuelto en un constante trabajo empresarial sobre sí, ya no puede obrar como contra-poder alguno. No al menos, cuando el imperativo de cada vida es la de desenvolverse como un capital que se valoriza en el mercado dándole de ese modo sus capacidades de inserción y venta de sí mismo para la obtención de una renta. Es un cuerpo presentado como un bien, disociado del individuo que “lo posee”, y en el que se puede intervenir libremente para volverlo más rentable. 
De allí que nos volvamos a preguntar: los discursos criticos actuales que hacen énfasis en el cuerpo como fuente de verdad y autenticidad, ¿tienen todavía hoy para nosotros una carga subversiva? ¿No sucede, al revés, que el cuerpo-fetiche sea la evolución del cuerpo degradado del cristiano-racionalismo?
Prudencia
El cuerpo en Spinoza constituía un dispositivo anti-ontológico y anti-teológico. Fábrica insurgente de potencia individual y política. Ese cuerpo, sin embargo, no es el que se nos ofrece de inmediato ni el que el mercado nos pide. No nos es accesible sin atravesar el fetichismo mercantil que lo recubre y que hace de él un objeto de discursos (incluso filosóficos y universitarios) falsos, o mentirosos. Sin adoptar ciertos recaudos, no constituiremos los dispositivos anti-ontológicos a la altura de los desafíos de nuestra época: la exaltación de una sociabilidad extremadamente penetrada por la lógica de la ley del valor. Y esto, en el caso del cuerpo, implica romper con la suposición que nos dice que un cuerpo activo es un cuerpo en movimiento: poner el cuerpo en juego no implica necesariamente ni moverse ni ejercitar prácticas corporales específicas sino poder pensar la afectividad como premisa del pensamiento. Se podría pensar con Benjamin, que se produce en el nivel de los cuerpos una suerte de estetización, un modo de movilizar fijando, es decir, una movilización a la que le es vedada desde el inicio su capacidad de reorganizar las estructuras de poder. Es la potencia gobernada. Nuestros cuerpos están puestos en el centro, dándoles proyectos, movilizándolos, pero imposibilitando que esos proyectos se conviertan en una potencia política autónoma capaz de revisar la estructura de propiedad.
El énfasis neoliberal en el cuerpo, entonces, puede operar como dispositivo ontológico. Su efecto esencial sería el de amarrar la dominación desde “abajo”. No solo devaluando el cuerpo al nivel de mera mercancía, sino neutralizando la potencia del pensamiento. El control sensible de los cuerpos como control del acontecimiento en las mentes. El cuerpo vuelto una superficie de inscripción de pasiones tristes (miedo y esperanza) como modo de sostener la pasividad del alma. El cuerpo como objeto y no como causa de deseo. Moderna teología, dócil academia.
Por un paralelismo radical
Contra todo dualismo alma/cuerpo, pensamiento y cuerpo son para Spinoza una y la misma cosa. Pero esa cosa puede o bien permanecer pasiva o bien devenir activa. Identificar los dispositivos de pasivización (infantilización, culpabilización) constituye un primer momento en toda cartografía ética.
El Libro III de Ética se dedica a explicar la centralidad del “afecto” en la unión cuerpo-pensamiento. “Afecto” es aquella disminución o aumento de nuestra potencia de actuar/pensar originada por una afección. Dado que toda afección deja unos vestigios en el cuerpo afectado, es esa presencia del mundo en nosotros lo que da origen a la valoración de la potencia, tanto en el cuerpo como en la constitución de la idea. De allí, que los encuentros sean (no necesariamente) la ocasión para la transformación ¿Puede el encuentro de los cuerpos, eso que llamamos política, conducirnos a producir modos de vida dentro, contra y más allá del neoliberalismo que nos regula? Si el neoliberalismo establece las condiciones históricas de los encuentros posibles, habrá que pensar qué elementos del entramado neoliberal habilitan la producción de nuevas composiciones que dinamiten la imagen mercantil del cuerpo. La actividad de los cuerpos y la formación de las ideas constituyen el “paralelo” interno a la elaboración de la potencia. Necesitamos profundizar en una vía de comprensión no idealista del pensamiento, una apropiación no fetichista del cuerpo.

Notas sobre «Marx de vuelta», de Facundo Nahuel Martín

por Mariano Pacheco
(@PachecoenMarcha)

 

Licenciado en filosofía por la Universidad de Buenos Aires y militante de una fracción de la izquierda argentina, Facundo Nahuel Martín emprende en este libro la tarea de traer nuevamente el pensamiento de Marx para enfrentar las preguntas de la política revolucionaria. Un intento por gestar una lectura que, a la vez, permita recuperar un Marx “clasista” y de los “nuevos movimientos sociales”.
Uno-
Hay una idea planteada al inicio del libro que recorrerá todo el trabajo: la hipótesis de que en Marx, el concepto de totalidad tiene principalmente una función crítica. A saber: desmontar –antes que afirmar– la totalidad que articula la lógica del capital. Una lógica que hace del “valor de cambio”  su fundamento del nexo social. Por eso Facundo Nahuel Martín, autor de Marx de vuelta. Hacia una teoría crítica de la modernidad (editorial El Colectivo, Buenos Aires, 2014), insiste en que “la totalidad de la crítica marxista no compone un universal genuinamente reconciliado con lo particular, sino que se eleva como totalidad al prescindir de los particulares que reúne, aplastándolos”. Y es por eso que, para Marx, la totalidad, lejos de ser “la realización de la libertad” es “la construcción de la opresión”, “la lógica de la dominación social devenida sistema”.
Resumiendo: la noción marxista de totalidad “no supone la sumatoria exhaustiva de los elementos dados en el cuerpo social, sino que se refiere al sentido de su articulación”. Es decir, que la totalidad no es “el conjunto de todos los elementos de la sociedad, sino la lógica que ordena esos elementos”.
Dos-
En una narración que se caracteriza por hacer bastante llevadera la lectura del libro, Facundo Nahuel Martín comienza realizando un erudito repaso por los Grundrisse (1857-1858) de Karl Marx. Los elementos fundamentales para la crítica de la economía política fueron, en su momentos (hace cuatro décadas atrás) una poderosa arma teórica-política para toda una generación de intelectuales de izquierda que opusieron su lectura a las formas (estalinistas) más vulgarizadas del marxismo, que construían un Marx hecho a la medida de las necesidades de las coyunturas históricas (de las burocracias de Estado). En este sentido, Martín reafirma con su escritura un rasgo fundamental pero no por eso menos central del pensamiento marxista: su anticapitalismo. “En la base del capitalismo se encuentra la acumulación como finalidad dominante de la actividad económica. No se produce para el consumo, sino para la reproducción ampliada del valor”, puede leerse en el primer capítulo. Y líneas más adelante agrega: “El valor, en suma, no es en la sociedad capitalista un mero fenómeno local de significación limitada. No se trata, por ejemplo, de un principio  de la economía como una esfera aislada que pueda contraponerse a otras (la política, el derecho, la ideología). Por el contrario, el valor configura el nexo social fundamental de la sociedad burguesa, es la forma de existencia común de los sujetos en esta fase histórica”.
En su lectura de Marx Martín se apoya en otros autores, como Postone y Adorno, a partir de los cuales reafirma su posición respecto del concepto de totalidad crítica, en desmedro de la concepción más ligada al hegelianismo (por ejemplo de Lukács) que hacen de la totalidad una categoría “afirmativa”. Posición que no lleva a Martín a tomar partido por alguno de los autores trabajados como si fueran equipos de fútbol, sino que trata de buscar en cada uno de ellos lo que le sirve para repensar a Marx, en clave actual, o al menos, en la actualidad de los debates en los cuales se inmerso el autor como militante. De allí que señale: “Postone, al rechazar la noción de sujeto y objeto, no alcanza a comprender todas las implicancias lógicas y epistemológicas de la concepción crítica de la totalidad de la concepción crítica de la totalidad. Encontramos que, contra lo que Postone cree, la tesis adorniana de la no-identidad no es contraria a la autorreflexión histórica de la teoría”. Tras estas afirmaciones, de todo modos, Nahuel reconoce que Adorno, por su parte, no atribuyó con claridad la totalidad a la especificidad histórica del capitalismo, lo que puede dar pie a interpretaciones del tipo “histórico-universales”, lo que iría contra las propias observaciones de Adorno sobre el lazo entre totalidad y el primado del valor en la sociedad del intercambio. De allí que rescate, esta vez de Postone (“contra” Adorno), la importancia de vincular, sin ambigüedades, la construcción de la totalidad al capitalismo, y remate: “la articulación entre este aporte y la concepción adorniana de la totalidad antagónica señalan caminos promisorios para la continuación de la teoría crítica en el presente”.
Tres-
En su recorrido por Marx, Martín cuestiona las lecturas que dividen a un joven-idealista de uno maduro-científico, como la que realizó por ejemplo Louis Althusser en los 60, con su tesis de la “ruptura epistemológica”. Aunque ese cuestionamiento no lo aleja de la crítica a cierto “ontologismo obrerista” del joven Marx, presente en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844. “El pasaje a una concepción crítica de la totalidad social conlleva también una discusión sobre el rol histórico y ontológico del trabajo humano”, dice el autor. Y agrega que la dialéctica que postula un sujeto originario, “llamado a regresar a sí mismo por la superación de sus alienaciones en la objetividad social, debe ser superada por la crítica del capital como sujeto de la totalidad”. Esta nueva crítica, entonces, “aspira a levantar las constricciones estructurales que el capital impone a la acción humana, no a realizar un sujeto ontológicamente presupuesto como total, cuya auto posición final se vería bloqueada por la alienación capitalista”. En la misma línea, argumenta que “el concepto de desalienación como apropiación de la objetividad exterior por parte del sujeto debe ser abandonado”, ya que parte de un presupuesto que “lleva a una carrera imperialista del ser humano contra la realidad exterior que acaba en la depredación despiadada de la naturaleza, la persecución misantrópica del diferente y el olvido frenético del pasado”. Nahuel suma así, a las temáticas estructurales de clase, preocupaciones más contemporáneas en cuanto a la relación del hombre con la naturaleza, más típica de los movimientos sociales que de los sindicatos y los partidos revolucionarios.

Aunque no lo cita ni lo menciona, hay algo de Nietzsche en la lectura marxista que Martín realiza de la sociedad capitalista y su posible transformación. De allí que sostenga, entre otras cuestiones que, de lo que se trata, no es de “realizar un sujeto absoluto que ponga una totalidad social”, sino más bien, “suprimir la totalidad existente y su sujeto”. Y luego agrega: “no se aspira a un proyecto emancipador bajo los carriles del sujetocentrismo que querría, a falta de los viejos dioses, endiosar al hombre”. In citarlo, decíamos, el autor se acerca a cierto nietzscheanismo que entiende que el problema no es tanto Dios (judeo-cristiano, o de la religión que sea) sino el lugar mismo de Dios, que hace del hombre, necesariamente, un sujeto de rodillas ante la divinidad, que en algunos casos puede ser el mismo hombre.
Cuatro-
El debate con las denominadas “corrientes posmarxistas” ocupa todo un capítulo del libro, en el que Martín realiza un recorrido por autores tan disímiles como Ernesto Laclau, Claude Lefort y Jaques Ranciere.
El “fracaso” de las expresiones “temporalmente victoriosas” del socialismo, sumado a ciertas “renovaciones teóricas” de las últimas décadas (“giro lingüístico”, “posestructuralismo francés”), que atacaron fuertemente la idea de “totalidad”, situándola en familiaridad con el totalitarismo, hicieron que el marxismo cayera no solo en un marcado proceso de debacle política, sino que además sufriera un “descrédito importante en términos teóricos”. Partiendo de este diagnóstico –y teniendo en cuenta su postura “crítica” respecto del concepto de “totalidad” en el marxismo–, Martín sostiene, de todos modos, que “no hay ningún marxismo que no esté informado por algún tipo de totalidad social”. Y se propone, a la vez que recuperar del “posmarxismo” esa noción crítica de la totalidad (“indeseable para afirmar un ideal emancipador para una sociedad poscapitalista”), cuestionar el postulado que afirma que lo político “atestigua una contingencia radical”, ya que no da cuenta que, en el capitalismo, la dominación se basa precisamente “en la  supresión tendencial de la contingencia mediante la reproducción de las estructuras de reificación del trabajo abstracto”.
Por lo tanto, la idea de una sociedad poscapitalista, no se basaría tanto en la aspiración de construir una totalidad plena más allá de la política sino, más bien –concluye el autor– apunta a una “radical realización de la política en todos los ámbitos de la vida social, hoy sometidos a la dinámica automática y ciega del capital (de los cuales el Estado no está excluido)”.
Cinco-
La búsqueda por encontrar un Marx que pueda ser guía no solo de las corrientes obreristas sino también de las (nuevas) izquierdas latinoamericanas, con fuerte anclaje en los movimientos sociales, es un preocupación teórico-política que puede verse presente, más explícita o implícitamente, a lo largo de todo el libro.
El autor plantea que ya durante el siglo XX un importante sector de las izquierdas (en Argentina, Latinoamérica y el mundo) asistieron a un proceso de “pluralización”, tanto de los sujetos como de las narrativas históricas. Así, junto con las luchas de la “clase obrera”, aparecieron en el horizonte otros sectores, diferentes a los del “proletariado fabril”, como los movimientos feministas y por la diversidad sexual, los pueblos originarios y más tarde, los colectivos centrados en la problemática ambiental”. Por lo tanto, según sostiene Martín, el “vigor del proyecto emancipatorio marxista y comunista” depende, en gran medida, de su capacidad para formular una “alternativa de modernidad”, capaz de lidiar con “los emergentes de la escena contemporánea en toda su complejidad”. Y agrega: “cualquier marxismo contemporáneo necesita preguntarse por la validez del proyecto moderno y su vínculo con los nuevos movimientos sociales, las políticas centradas en la subjetividad, la identidad, la relación con la naturaleza, las formas de interacción entre las personas”. En este sentido es que el autor propone pensar el proyecto marxista de emancipación del capital como una apuesta por “producir otra modernidad”.
Martín insiste en que el capitalismo, en tanto “lógica social”, tiene en la “división en clases” uno de sus “presupuestos históricos y lógicos”, pero también implicancias en cuento a cómo los seres humanos “se relacionan sistemáticamente entre sí y con la naturaleza”. De allí que la “crítica de la sociedad burguesa” exija la crítica de las formas de mediación social “que el capital acarrea en todos sus planos”.
Así entendido, el marxismo puede funcionar como la “conciencia crítica de la relación contradictoria y dinámica entre lo universal y lo particular de la sociedad capitalista”. Por ende, el marxismo no es solo una “teoría de la lucha de clases” (aunque, aclara el autor, no pueda prescindir de este aspecto sin dejar de ser lo que es), sino que puede ser entendido como una teoría de las “formas antagónicas y fetichizadas del nexo social en la modernidad, que aspira a realizar las posibilidades liberadoras que el capitalismo encierra pero no puede concretar”.
Desde esta perspectiva, la “crítica marxista” incluye la puesta en cuestión del proletariado como tal. Es decir, los cambios revolucionarios no pretenden una “realización del proletariado” sino su “abolición histórica”, ya que su existencia como clase está “ligada estructuralmente a la auto-reproducción del capital”.
Seis-
En el octavo –y último– capítulo, Facundo Nahuel Martín se propone aportar a “repensar el proyecto emancipatorio”.
“El marxismo contemporáneo debe asumir la imposibilidad ontológica de un ser social plenamente realizado, que coincida consigo mismo más allá de toda alienación”.
Allí es donde reivindica cierto linaje teórico ligado más al pesimismo que a la típica “antropología optimista”, que se sostiene en la tesis de que el “mundo liberado” sería el de la “coincidencia plena” del sujeto consigo mismo mediante la coincidencia con los otros. De nuevo sin nombrarlo –y acompañado esta vez de una filiación con el psicoanálisis freudiano– el autor se sitúa en claras cercanías con Federico Nietzsche. Tal vez por eso, antes de afirmar su inclinación por cierto “pesimismo antropológico” –del cual, comenta, la “izquierda radical” sacaría mejor provecho– Martín aclara que, de Hobbes a Schmitt, el pesimismo se constituyó principalmente como una doctrina “de derecha”.
Ese pesimismo es el que lleva al hombre a asumir la posición de que la incomodidad “es inevitable”, sostiene Martín. Y aclara que, por incomodidad, entiende –filosóficamente– la “imposibilidad del hombre de coincidir consigo mismo, con la naturaleza y con los otros”. Y aclara: “esa imposibilidad implica que la vida en común solo es posible a partir del conflicto y la distancia. Es preciso asumir el conflicto como una dimensión no superable de la coexistencia humana. En estos términos, la vida en común aparece como la posibilidad no-clausurable sobre la base de la imposibilidad de la coexistencia armónica. La constatación de esa imposibilidad lleva a asumir la hipótesis pesimista”.
Por otra parte, el autor plantea que una teoría crítica de la modernidad debe asumir que el “posmarxismo”, con su conflictivismo descriptivo, lleva necesariamente al reformismo. Al desconocer las compulsiones que el capital impone a la lógica de “lo político” en la sociedad moderna, el posmarxismo no haría más que recaer en posturas de “aceptación de lo existente”, entre otras cuestiones, porque “genera expectativas desmesuradas sobre las capacidades de los Estados nacionales” para morigerar la virulencia de “los mercados”. Lo mismo podría pensarse en cuanto a las “democracias formales” y sus defensores a ultranza (en otras épocas caracterizados como “parlamentaristas”). En esto Martín es claro: “la radicalización, profundización y superación de lo político como apertura a la contingencia no se resuelve en la discusión parlamentaria de proyectos de gestión estatal”.
En este sentido, el autor asume una propuesta que podría denominarse como “marxismo libertario”, alejado de las “desviaciones burocráticas” de muchos de los procesos del siglo XX. Así y todo, su postura no está exenta de la asunción de aceptar la necesidad concretar ciertos “compromisos” con las formas de sociabilidad heredadas del capitalismo, ya que –en la línea de los “clásicos” – se plantea que el socialismo no es más que una “fase transicional” hacia el comunismo. Aunque, de todos modos, el autor no deja de insistir en la necesidad de asumir también ciertos “reaseguros antiburocráticos”, que fortalezcan los “objetivos estratégicos” ante los “compromisos” que puedan no solo debilitarlos sino extinguirlos en  el largo plazo.
Esta doble advertencia apunta a una crítica tanto de las versiones más “jacobinas” del marxismo como de sus primos-hermanos posmarxistas, que ven en la “multitud” el parangón de un horizontalismo que el autor cuestiona, por no tener en cuenta la necesidad de gestar “mediaciones políticas” que sean el correlato de una “organicidad” que no puede sino asumir momentos de “centralización” y “representación”. “La representación es la instancia en que todas las partes de un colectivo aceptan someterse unitariamente a una decisión o determinación común”, define, y agrega luego: representación es la “operación constitutiva” de un conglomerado humano que acepta actuar orgánicamente”.
Más adelante el autor vuelve sobre el tema. “La organicidad política implicada aun en las formas democráticas de toma de decisiones (e incluso en las formas de democracia directa, no delegativa) se alza sobre el hiato insalvable entre lo particular y lo universal. Este hiato funda un concepto de lo común de mayor intensidad, que no remite a una mera red horizontal de articulaciones inmanentes y contingentes sino que incluye la toma de decisiones de conjunto, orgánicamente”.
En sus tramos finales Martín aborda la concepción marxista del Estado, partiendo desde los propios pasajes escritos por Marx en La cuestión judía, pasando por el clásico de Lenin (El Estado y la Revolución) hasta llegar a interpretaciones más recientes de la problemática, como las propuesta por Miguel Abensour en La democracia contra el Estado. Más allá de los comentarios, glosas y apuntes, el autor realiza un esfuerzo por problematizar y repensar la crítica marxista, en el camino de resituar la teoría junto a los combates políticos contemporáneos.
Siete-
Tal como planea Omar Acha en el prólogo del libro (“Apuntes para una filosfía marxista”), el “retorno” a la lectura de Marx que el autor propone implica un “regresar a los textos marxianos con nuevas preguntas y el discernimiento de un ciclo histórico ocurrió –es decir, se consumó– durante el siglo veinte”. De allí que el movimiento que puede leerse en este texto es el que implica asumir, por un lado, un núcleo válido del pensamiento crítico de Marx, y por el otro, el carácter inacabado de su empresa. Según Acha, una de las virtudes de este autor, es que forma parte de una generación “liberada de las pesadillas con las que el saldo de la experiencia política oprimió el cerebro de los vivos tras la gran derrota histórica del proyecto socialista durante el siglo pasado”.
Militante del Frente Popular Darío Santillán, Facundo Nahuel Martín absorbió gran parte de su formación teórica transitando las aulas, pasillos y espacios de la academia, pero hoy –sobre todo– sostiene sus reflexiones y sus prácticas, con ambos pies, brazos, cabeza y corazón, junto a los explotados y oprimidos que, más allá de los vaivenes de la historia, batallan con construir la Historia, otra historia: la de la emancipación de los trabajadores.

La llamada confluencia: un juego de debilidades

por Emmanuel Rodríguez


“Ahora en común no debería existir”. Puede parecer una afirmación brutal, pero es necesario reconocer lo que hay en ella de verdad. Si Podemos hubiera sido suficiente como “herramienta para la ciudadanía y el cambio”, como tantas y tantas veces se ha repetido —quizás demasiadas— no haría falta que ninguna otra plataforma o iniciativa volviese a recoger las consignas del 15M para convertirlas en herramienta electoral.
En una semana que ha transcurrido demasiado rápido para ser finales de julio, dos noticias resultan significativas de cara a las “elecciones del cambio”. La primera y fundamental: Podemos ha cerrado sus primarias con unos resultados modestos. No alcanzó los 60.000 votos (el 15 % del censo) frente a los cien mil largos de Vistalegre o a los más de 80.000 que participaron en la elección de los consejos autonómicos y municipales. No es una cifra pequeña, sigue mostrando una capacidad de adhesión notable, pero confirma la creciente distancia entre las propuestas de la dirección y la masa de inscritos. Valga decir, el mecanismo de validación pleibiscitaria como escenificación de la democracia interna tiene cada vez más vías de agua.
No es casual, la dirección de Podemos se ha enfrentado durante las últimas semanas a una marea de críticas internas al sistema de primarias y a una lista que apenas han logrado esconder su propósito, conservar el aparato por parte de la dirección. El resultado: una lista monocolor en la que sólo se han conseguido introducir los nombres de David Bravo y Perico Arrojo como representantes de la sociedad civil “no podemita”, seguramente tras una larga lista de recusaciones. Lógicamente el entusiasmo interno y en los alrededores de Podemos ha sido escaso y la abstención alta.
La segunda noticia, menos significativa sin duda, viene de fuera de Podemos. Ha sido la primera rueda de prensa de Ahora en Común y el primer acto público de la iniciativa en Madrid. Ambos eran importantes para remarcar el carácter “ciudadano” de la propuesta, su vocación no partidista, su seña de identidad quincemayista y su inspiración en las candidaturas municipalistas. La idea inicial de Ahora en Común era tan parca como sencilla: probar que todavía existe un amplio reservorio de expectativas electorales de cambio político al que Podemos no ha logrado llegar o que directamente ha expulsado. El objetivo no es otro que la movilización de estas energías al lado de Podemos —no contra Podemos—. Una viñeta de Eneko que rezaba “Podemos solo no puede, sin Podemos no podemos” ha sido el mantra de esta plataforma desde sus primeros días. La prueba de que este espacio social existe es que en sus primeras 18 horas, Ahora en Común consiguió casi 20.000 firmas, algo que no deja de sorprender tras más de un año de agotamiento electoral, y porque no decirlo de desencanto y constante rebaja de las expectativas.
El reto de esta plataforma reside, no obstante, en despegar esa energía de todo aquello que puede llegar a destruirla. En este sentido, Ahora en Común no ha logrado —seguramente no podía— sustraerse a su contexto. Su primera aparición se produjo en condiciones poco propicias. Se dio a conocer por primera vez, en el escenario del Patio de Columnas de Bellas Artes,  en un acto por la confluencia animado por varios concejales de candidaturas municipalistas, pero también al lado de Beatriz Talegón (ex-PSOE), Juantxo López Uralde (Equo) y Alberto Garzón (IU). Ciertamente, hay algo de verdad cuando se dice que la confluencia puede ser sólo un medio para que viejos y nuevos aparatos políticos encuentren su hueco en el Congreso de los Diputados. De hecho, tras aquel acto, las firmas de Ahora en Común, que habían comenzado apenas un día antes, se frenaron en seco. Otro riesgo indudable es que existe un interés del oligopolio mediático en convertir Ahora en Común en una candidatura que pueda apuntalar la caída de Podemos.
Para mal en este caso, el ecosistema político en el que nace Ahora en Común no es el de la inmediata resaca del movimiento que levantó el 15M, sino el del reflujo del mismo —esperemos que temporal—, justo al final de un ciclo electoral que ha causado una inmensa cantidad de cadáveres políticos. En estos últimos cuatro años, no sólo se ha producido una increíble incorporación ciudadana a la vida política, sino también un ingreso masivo de activistas y militantes en la unidad de quemados. Valga como ejemplo el resentimiento, legítimo pero impotente, de aquellos que habiendo participado en Podemos fueron apartados de un proceso que consideraron propio y al que le entregaron una buena cantidad de energías; de las distintas familias de Izquierda Unida que fueron definitivamente desplazadas por la ola que siguió al 15M y que han basculado entre la confusión positiva y el resquemor por la emergencia de Podemos; así como también de multitud de colectivos y pequeños partidos que han pasado de largo sobre estos años de agitación y cambio intenso. Buena parte de este espacio político ven en la “confluencia” el último tren para incorporarse al ciclo político.
Por eso el enorme equívoco que connota el término “confluencia” y que al menos se puede llenar de tres cosas: la unidad de la izquierda dirigida a recuperar tanto el significante como los partidos de la misma; la candidatura ciudadana y democrática que pretendía promover el manifiesto de Ahora en Común; y, por último, Podemos y los pactos con sus aliados regionales-nacionales (Compromís, ICV, Anova, etc.). A todo esto, se añade que la “confluencia” es realmente un significante tan vacío como aquel del “cambio”. La prioridad del electoralismo, siempre corto de miras, ha venido de la mano de la renuncia a discutir explícitamente el proyecto político, a abrir un debate amplio sobre lo que significa realmente el “cambio”. En este terreno, también, se ha dado un paso atrás respecto del 15M en donde se apuntaló la idea o el marco de un “proceso constituyente” como horizonte del ciclo. La “confluencia por la confluencia”, efectivamente, no clarifica los campos (ni el viejo “izquierda/derecha”, ni el nuevo “abajo/arriba”) y deja al nuevo sujeto político en un lugar tan vago como impotente.
En definitiva, el marco de la coyuntura es fácil de trazar. La dirección de Podemos y la propia marca muestran claros síntomas de agotamiento debido tanto a la contraofensiva mediática, como a errores estratégicos graves en el diagnóstico (“situación populista”, hiperliderzgo, etc.) y en el modelo organizativo (cesarismo, burocratización, deprecio a la dimensión de movimiento). Cualquier iniciativa “ciudadana”, como la que ha tratado de poner en marcha Ahora en Común, se encuentra igualmente ante un ecosistema degradado por un ciclo político en vías de agotamiento, el aburrimiento y el desencanto de la parte más activa del movimiento y la posibilidad de desembarco de los partidos de izquierda. Por último, estos partidos, con Garzón a la cabeza, se han demostrado, en su mayoría y hasta la fecha, incapaces de desprenderse de las lógicas de aparato y cuota que determinan su autorreproducción. Como bien ha mostrado Podemos, no cabe esperar de ellos una iniciativa que no han sabido llevar a cabo en los cuatro años previos.
En esa coyuntura lo que domina, por tanto, no es la energía y la potencia de un proceso emergente, sino el final de una fase entrópica que ha absorbido una parte importante de la potencia creada en el ciclo movilización y politización que abrió el 15M. Sin esa energía no hay fuerza capaz de empujar a Podemos más allá de sí mismo. Pero sin Podemos, la alternativa no será más que una coalición de izquierdas.
Valga decir que en el marco de esta “correlación de debilidades”, debido a su posición de principal contraparte y no porque se repita un discurso presidencialista y de victoria que ya no funciona, la iniciativa le corresponde a Podemos. Si este decide enrocarse y no arriesgarse en un proceso amplio capaz de recoger la energía social externa que todavía circula, sus resultados difícilmente rebasarán la barrera del 15 %. Sobra decir que para una iniciativa que nació con la vocación de ganar, estos resultados serán su tumba.
Para evitar este final, la dirección de Podemos tendrá que hacer dos cosas que están fuera de sus cálculos y su diagnóstico. La primera es abrir un proceso que incluya un marco de primarias capaz de incorporar a una parte de los mejores activos de la izquierda y también de los movimientos sociales, y esto a sabiendas de que no los va a poder alinear con sus propuestas. En cualquier caso, la movilización de lo que “aún queda” y la creación y circulación de nuevos liderazgos es el único medio para recuperar legitimidad.
La otra mucho más importante, en tanto es intangible, supone el abandono de su pretensión de “centralidad”, o en otras palabras, la renuncia a su modelo de “autonomía de lo político”. Podemos sólo será útil como “instrumento de la ciudadanía” en la medida en que se reconozca y adapte su diagnóstico como parte de un proceso mucho más amplio y del que sencillamente depende. El motor es de nuevo la capacidad del movimiento (15M y sus post) para crear iniciativa.  La tendencia de los aparatos políticos (al menos la de aquellos que quieren promover el cambio) suele ser la de girar sobre sí mismos hasta provocar su autoabolición. Sin movimiento no hay política posible.
Septiembre debería traer agua fresca en un verano que ha batido récord de temperatura, pero también una propuesta, que hecha carne en el núcleo íntimo de Podemos, empuje la situación hacia otro lugar.
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(fuente: http://blogs.publico.es/)

El coraje de la desesperanza

(lecciones de la crisis griega)

por Slavoj Zizek
(Traducción: Celita Doyhambéhère)


Giorgio Agamben dijo en una entrevista que “el pensamiento es el coraje de la desesperanza”, una visión que es especialmente pertinente para nuestro momento histórico, cuando como regla general aun el más pesimista de los diagnósticos termina con una insinuación optimista de alguna versión de la proverbial luz al final del túnel. El verdadero coraje no es imaginar una alternativa sino aceptar las consecuencias del hecho de que no hay una alternativa claramente discernible: el sueño de una alternativa es una señal de la cobardía teórica, sus funciones como un fetiche que evita que pensemos hasta el final de nuestro predicamento. En otras palabras, el verdadero coraje es admitir que la luz al final de túnel es la luz de otro tren que se nos acerca en la dirección opuesta.
No hay mejor ejemplo de la necesidad de tal valor que Grecia hoy.
La doble vuelta en U que tuvo la crisis griega en julio de 2015 no puede sino aparecer como un paso no sólo de la tragedia a la comedia, sino, como Stathis Kouvelakis apuntó, de la tragedia llena de reveses cómicos directamente al teatro del absurdo (¿hay alguna otra manera de caracterizar el cambio de un extremo a otro, que pudiera deslumbrar incluso al filósofo hegeliano más especulativo?). Cansado de las interminables negociaciones con los ejecutivos de la Unión Europea (UE), en la que una humillación siguió a otra, Syriza llamó al referendo del domingo 5 de julio, que preguntaba al pueblo griego si apoyaba o rechazaba la propuesta de nuevas medidas de austeridad de la UE. Aunque el propio gobierno claramente apoyó el No, el resultado fue una sorpresa para el propio gobierno: la sorprendentemente abrumadora mayoría de más del 61 por ciento votó No al chantaje europeo. Los rumores comenzaron a circular de que el resultado –la victoria para el gobierno– era una mala sorpresa para Tsipras, que secretamente tenía la esperanza de que el gobierno perdiera, de modo que una derrota le permitiría salvar el honor al rendirse a las exigencias de la UE (“tenemos que respetar la voz de los votantes”). Sin embargo, literalmente, a la mañana siguiente, Alexis Tsipras anunció que Grecia estaba dispuesta a reanudar las negociaciones, y días más tarde Grecia negoció una propuesta con la UE, que es básicamente la misma que habían rechazado los votantes (en algunos detalles, aún más duras). En resumen, actuó como si el gobierno hubiera perdido, no ganado, el referéndum:
“¿Cómo es posible que un devastador No a las políticas de austeridad se interprete como una luz verde para un nuevo memorando de entendimiento? El sentido de lo absurdo no es sólo un producto de este cambio inesperado. Surge sobre todo del hecho de que todo esto se está desarrollando ante nuestros ojos como si nada hubiera pasado, como si el referendo fuera algo así como una alucinación colectiva que terminara repentinamente, dejando que continuemos haciendo libremente lo que hacíamos antes. Pero debido a que no todos nos hemos convertido en comedores de loto, vamos al menos a dar un breve resumen de lo que ocurrió en los últimos días. Desde el lunes por la mañana, antes de que los gritos de victoria en las plazas públicas del país hubieran desaparecido totalmente, empezó el teatro del absurdo. El público, aun en el estado de goce por el resultado del domingo, observaba cómo el representante del 62 por ciento se subordinaba al restante 38 por ciento en el período inmediatamente posterior a una resonante victoria para la democracia y la soberanía popular. Pero el referendo ocurrió. No era una alucinación de la que todo el mundo ahora se ha recuperado. Por el contrario, la alucinación es el intento de rebajarla a un temporario “dejar que se ventile el humo antes de reanudar el descenso hacia un tercer acuerdo”.
Y las cosas siguieron en esa dirección. En la noche del 10 de julio, el Parlamento griego le dio a Alexis Tsipras la autoridad para negociar un nuevo plan de rescate, por 250 votos contra 32, pero 17 diputados del gobierno no apoyaron el plan, lo cual significa que tiene más apoyo de los partidos de la oposición que del suyo propio. Días más tarde, la Secretaría de Política de Syriza, dominada por el ala izquierda del partido, concluyó que las últimas propuestas de la UE eran “absurdas” y que “exceden los límites de la resistencia de la sociedad griega” –¿extremismo izquierdista?–. Pero el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), en este caso una voz del capitalismo mínimamente racional, hizo exactamente lo mismo: un estudio del FMI publicado el día anterior mostró que Grecia necesita mucho más alivio de la deuda de los gobiernos europeos que lo que éstos estaban dispuestos a contemplar hasta ahora. Los países europeos tendrían para dar a Grecia un período de 30 años de gracia para cumplir con toda su deuda en Europa, incluidos nuevos préstamos, y una extensión de la madurez dramática. No es de extrañar que el propio Tsipras declarara públicamente su duda sobre el plan de rescate: “No creemos en las medidas que nos impusieron”, dijo Tsipras durante una entrevista de televisión, dejando en claro que la apoya por pura desesperación, para evitar un colapso económico y financiero total. Los eurócratas utilizan tales confesiones con impresionante perfidia: ahora que el gobierno griego aceptó las sus duras condiciones, dudan de la sinceridad y la seriedad de su compromiso: ¿cómo puede Tsipras realmente luchar por un programa en el que él no cree? ¿Cómo puede el gobierno griego estar realmente comprometido con el acuerdo cuando se opone al resultado del referendo?
Sin embargo, declaraciones como las del FMI demuestran que el verdadero problema es otro: ¿la UE realmente cree en su propio plan de rescate? ¿Realmente cree que las brutales medidas impuestas promoverán el crecimiento económico y por lo tanto el pago de las deudas? ¿O es que la motivación final de la brutal presión extorsionista sobre Grecia no es puramente económica (ya que es obviamente irracional en términos económicos), sino política e ideológica –o, como dijo Krugman, “la rendición no es suficiente para Alemania”–, que quiere el cambio de régimen y la humillación total de Grecia. Y hay una facción importante que sólo quiere sacar a Grecia de la UE, y más o menos le daría la bienvenida a un estado fallido como una advertencia para el resto. “Uno siempre debe tener en cuenta el horror que Syriza representa para el establishment europeo” (un miembro conservador polaco del Parlamento Europeo apeló incluso directamente al ejército griego para dar un golpe de Estado con el fin de salvar al país).
¿Por qué este horror? A los griegos ahora se les pide que paguen el alto precio, pero no para una perspectiva realista de crecimiento. El precio que se les pide que paguen es la continuación de la fantasía de “extender y pretender”. Se les pide que asciendan a su sufrimiento real con el fin de sostener el ensueño de otros (eurócratas). Gilles Deleuze dijo hace décadas: “Si vous êtez pris dans le rêve de l’autre, vous êtez foutus” (“si estás dentro del sueño de otro, estás en problemas”) y ésta es la situación en cual Grecia se encuentra ahora: a los griegos no se les pide que traguen muchas píldoras amargas para un plan realista de reactivación económica, se les pide que sufran para que otros puedan seguir soñando su sueño imperturbables. El que ahora necesita despertar no es Grecia, sino Europa. Todo el mundo que no está atrapado en este sueño sabe lo que nos espera si el plan de rescate se promulga: otros 90 mil millones de euros, más o menos, serán arrojados al cesto griego, aumentando la deuda griega a unos 400 mil de millones (y la mayoría de ellos volverán rápidamente a Europa occidental. El verdadero plan de rescate es el rescate de los bancos alemanes y franceses, no de Grecia), y podemos esperar que la misma crisis estalle en un par de años…
Pero ¿ese resultado es realmente un fracaso? A nivel inmediato, si se compara el plan con su resultado real, obviamente sí. A un nivel más profundo, sin embargo, no se puede evitar la sospecha de que el verdadero objetivo no es darle a Grecia una oportunidad, sino transformarlo en un estado semicolonizado económicamente, mantenido en la pobreza y la dependencia permanente como una advertencia a otros. Pero en un nivel más profundo, hay nuevamente un fracaso, no de Grecia, sino de la propia Europa, del núcleo emancipatorio del legado europeo.
El No del referéndum fue sin duda un gran acto ético-político: contra una propaganda enemiga bien coordinada que difundía mentiras y temores, sin ninguna perspectiva clara de lo que yace delante, contra todas las probabilidades pragmáticas “realistas”, el pueblo griego rechazó heroicamente la presión brutal de la UE. El No griego fue un gesto auténtico de la libertad y autonomía, pero la gran pregunta es, por supuesto, lo que ocurre el día después, cuando tenemos que volver de la extática negación al sucio negocio de todos los días, y aquí surge otra unidad, la unidad de las fuerzas “pragmáticas” (Syriza y los grandes partidos de la oposición) contra el Syriza de Izquierda y Amanecer Dorado (ultraderecha). Pero ¿significa esto que la larga lucha de Syriza fue en vano, que el No del referéndum fue sólo un vacío gesto sentimental destinado a hacer más palpables los dictámenes de capitulación?
Lo realmente catastrófico de la crisis griega es que en el momento en que el referendo aparecía como la elección entre el Grexit (salida de la Zona Euro) y la capitulación a Bruselas, la batalla estaba ya perdida. Ambos términos de esta elección se mueven dentro de la eurocrática visión predominante (Recuerde que los alemanes de línea dura antigriega, como el ministro de Finanzas, Schauble, ¡también prefieren el Grexit!) El gobierno de Syriza no estaba luchando sólo por un mayor alivio de la deuda y por más dinero nuevo dentro de las mismas coordenadas globales, sino por el despertar de Europa de su sueño dogmático.
Ahí reside la grandeza auténtica de Syriza: en la medida en que el ícono de la agitación popular en Grecia fueron las protestas en la plaza Syntagma, Syriza se comprometió a la labor hercúlea de promulgar el cambio del Syntagma al paradigma que, en el largo y paciente trabajo de traducir la energía de la rebelión en medidas concretas que cambiarían la vida cotidiana de las personas. Tenemos que ser muy preciso aquí: el No del referéndum griego no era un No a la “austeridad” en el sentido de los sacrificios necesarios y el trabajo duro, era un No al sueño de la UE de seguir con el negocio como de costumbre. Varoufakis (el ministro de Finanzas que renunció poco antes del referendo) repetidamente dejó en claro un punto: no alcanza con endeudarse más, hace falta una rehabilitación global para darle a la economía griega la oportunidad de recuperarse. El primer paso en esa dirección debería ser un aumento en la transparencia democrática de nuestros mecanismos de poder. Nuestros aparatos estatales democráticamente electos están cubiertos por una red espesa de “acuerdos” (TISA, etc.) y los órganos “expertos” no electos que ostentan el poder económico (y militar) real. Aquí está el informe de Varoufakis en un momento extraordinario en sus tratativas con Jeroen Dijsselbloem:
“Hubo un momento en que el presidente del Eurogrupo decidió actuar contra nosotros y nos excluyó efectivamente, e hizo saber que Grecia estaba esencialmente saliendo de la Eurozona. Hay una convención que los comunicados deben ser unánimes, y el presidente no puede convocar una reunión de la zona euro y excluir a un Estado miembro. Y él dijo: ‘Oh, estoy seguro de que puedo hacer eso’. Así que pidió una opinión legal. Creó un poco de jaleo. Durante unos 5 a 10 minutos la reunión se detuvo, los secretarios, funcionarios estaban hablando entre sí, por sus teléfonos, y, finalmente, algún funcionario, algún experto legal se dirigió a mí y dijo: ‘Bueno, el Eurogrupo no existe legalmente, no hay un tratado que haya convocado a este grupo’. Así que lo que tenemos es un grupo inexistente que tiene el mayor poder para determinar la vida de los europeos. No le tiene que rendir cuentas a nadie, dado que legalmente no existe y es confidencial. Así que ningún ciudadano sabe lo que se dice ahí adentro dentro. Estas son decisiones casi de vida y muerte, y ningún miembro tiene que rendir cuentas ante nadie.”
¿Suena familiar? Sí, para cualquiera que conozca cómo funciona el poder de China hoy en día, después de que Deng Xiaoping puso en marcha un sistema dual único: el aparato y el sistema legal amparan las instituciones del partido que son, literalmente, ilegales, o, como dijo He Weifang, un profesor de Derecho en Beijing, sucintamente: “Como organización, el partido se sienta por fuera y sobre de la ley. Debería tener una identidad legal, en otras palabras, una persona a la que demandar, pero ni siquiera está registrada como organización. El partido existe fuera del sistema legal totalmente”. Es como si, en palabras de Benjamin, la violencia del estado fundador permanece presente, encarnada en una organización con un estatuto jurídico confuso:
“Parecería difícil ocultar una organización tan grande como el Partido Comunista de China, pero cultiva su rol de trasfondo con cuidado. Los departamentos grandes del partido que controlan a los medios de comunicación y a su personal mantienen un perfil público deliberadamente bajo. Los comités del partido (conocidos como ‘conductores de grupos pequeños’) que guían y dictan la política a los ministerios, que a su vez tienen la tarea de ejecutarlos, trabajan ocultos. Rara vez se hace referencia a la composición de todos estos comités, y en muchos casos incluso su existencia, en los medios de comunicación controlados por el Estado, para no hablar de cualquier discusión sobre la forma en que se llegan a las decisiones.”
No es de extrañar que exactamente lo mismo que a Varoufakis le sucedió a un disidente chino que, hace algunos años, se presentó formalmente al juzgado y acusó al Partido Comunista Chino de ser culpable de la masacre de Tiananmen. Después de un par de meses, recibió una respuesta del Ministerio de Justicia: no pueden continuar con su acusación ya que no hay organización llamada “Partido Comunista Chino” oficialmente registrado en China. Y es fundamental señalar cómo esta opacidad del poder es falso humanitarismo: después de la derrota griega, hay, por supuesto, tiempo para preocupaciones humanitarias. Jean-Claude Juncker (presidente de la Comisión Europea) dijo hace poco en una entrevista que él está tan contento por el acuerdo de rescate porque va a aliviar de inmediato el sufrimiento del pueblo griego que tanto le preocupaba. Escenario clásico: después de una represión política llega la preocupación humanitaria y la ayuda, incluso posponiendo los pagos de deuda, etc.
¿Qué se debe hacer en una situación tan desesperada? Uno debería especialmente resistir la tentación del Grexit como un gran acto heroico de rechazar nuevas humillaciones y salirse… ¿adónde? ¿Estamos entrando en un nuevo orden positivo? La opción Grexit aparece como el “verdadero-imposible”, como algo que llevaría a una desintegración social inmediata: “Tsipras aparentemente se dejó convencer, hace algún tiempo, de que la salida del euro era completamente imposible. Parece que Syriza ni siquiera hizo una planificación de contingencia para una moneda paralela (espero descubrir que esto es un error). Esto lo dejó en una posición de negociación desesperada”. El punto de Krugman es que el Grexit es también un imposible-verdadero que puede suceder con consecuencias imprevisibles y que, como tal, puede ser arriesgado: “todos los jefes sabios diciendo que el Grexit es imposible, que daría lugar a una implosión completa, no saben de que están hablando. Cuando digo esto, no necesariamente significa que están equivocados. Creo que lo están, pero cualquiera que confía en algo aquí se está engañando a sí mismo. Lo que quiero decir, en cambio, es que nadie tiene ninguna experiencia de lo que estamos viendo”. Si bien, en principio, esto es cierto, no obstante, hay demasiados indicios de que un Grexit súbito ahora llevaría a una total catástrofe económica y social. Los estrategas económicos de Syriza están muy conscientes de que tal gesto causaría una caída inmediata del nivel de vida adicional del 30 por ciento (como mínimo), llevando la miseria a un nuevo nivel insoportable, con la amenaza de descontento popular e incluso de dictadura militar. La perspectiva de este tipo de actos heroicos es por lo tanto una tentación que debe ser resistida.
Luego están las convocatorias de Syriza para volver a sus raíces: Syriza no debe convertirse en otro partido parlamentario gobernante más. El verdadero cambio sólo puede venir de las bases, desde el pueblo mismo, desde su propia organización, no de los aparatos estatales, otro caso de posturas vacías, ya que evita el problema crucial de cómo hacer frente a la presión internacional con respecto a la deuda, o cómo ejercer poder y dirigir un estado. Las bases de autoorganización no pueden sustituir al Estado, y la pregunta es cómo reorganizar el aparato para que funcione de manera diferente.
Sin embargo, no es suficiente decir que Syriza luchó heroicamente, probando lo que es posible. La lucha continúa, acaba de empezar. En lugar de insistir en las “contradicciones” de la política de Syriza (después de una triunfal NO, acepta que el mismo programa que fue rechazado por el pueblo), y de ser atrapado en recriminaciones mutuas sobre quién es culpable (la mayoría de Syriza cometió una “traición” oportunista, o la Izquierda fue irresponsable en su preferencia por Grexit). Uno debería centrarse en lo que el enemigo está haciendo: las “contradicciones” de Syriza son un reflejo de las “contradicciones” del esta-blishment de la UE que están socavando gradualmente los fundamentos mismos de la Europa unida. En el disfraz de las “contradicciones” de Syriza, el establishment de la UE está simplemente recibiendo su propio mensaje en su verdadera forma. Y esto es lo que Syriza debería estar haciendo ahora. Con un pragmatismo despiadado y cálculo frío, debe explotar las grietas más pequeñas en la armadura del rival. Debería utilizar todos aquellos que se resisten a las políticas predominantes de la UE, desde los conservadores británicos a UKIP en el Reino Unido. Debería coquetear descaradamente con Rusia y China, jugando con la idea de darle una isla a Rusia como su base militar en el Mediterráneo, sólo para asustar totalmente a los estrategas de la OTAN. Parafraseando a Dostoievski, ahora que el Dios UE falló, todo está permitido.
Cuando uno escucha las quejas de que la administración de la UE ignora brutalmente la difícil situación del pueblo griego en su ciega obsesión por humillar y disciplinar a los griegos, que incluso los países del sur europeo como Italia o España no mostraron solidaridad con Grecia, nuestra reacción debería ser: ¿es sorprendente todo esto? ¿Qué esperaban los críticos? ¿Que la administración de la UE va a entienda mágicamente la argumentación de Syriza y actúe de acuerdo a ella? La administración de la UE simplemente está haciendo lo que siempre hizo. Luego está el reproche de que Grecia está buscando ayuda en Rusia y China, como si la propia Europa no estuviera presionando a Grecia en esa dirección con su presión humillante.
Luego está la afirmación de que fenómenos como Syriza demuestran cómo la tradicional dicotomía izquierda / derecha sobrevive. En Grecia, Syriza es llamada la extrema izquierda, y en Francia, Marine Le Pen la extrema derecha, pero estos dos partidos tienen mucho en común efectivamente: ambos luchan por la soberanía, contra las corporaciones multinacionales. Por lo tanto, es bastante lógico que en la propia Grecia, Syriza está en coalición con pequeño partido derechista pro soberanía. El 22 de abril de 2015, François Hollande dijo en la televisión que Marine Le Pen hoy suena como George Marchais (un líder comunista francés) en la década de 1970. La misma defensa patriótica de la difícil situación de los franceses comunes explotados por el capital internacional. No es de extrañar que Marine Le Pen apoye a Syriza, una rara afirmación que no dice mucho más que el viejo liberalismo sabio acerca de que el fascismo es una especie de socialismo. En el momento en que ponemos en el tapete el tema de los trabajadores inmigrantes, todo este paralelo se desmorona.
El problema final es uno mucho más básico. La historia recurrente de la izquierda contemporánea es la de un líder o partido elegido con entusiasmo universal, prometiendo un “nuevo mundo” (Mandela, Lula), pero, entonces, tarde o temprano, por lo general después de un par de años, se topan con el dilema fundamental: ¿se atreven a tocar los mecanismos capitalistas, o se deciden a “seguir el juego”? Si uno perturba los mecanismos, uno es muy rápidamente “castigado” por las perturbaciones del mercado, el caos económico y el resto.
El heroísmo de Syriza fue que, después de ganar la batalla política democrática, se arriesgaron a un paso más perturbando el buen funcionamiento del capital. La lección de la crisis griega es que el capital, aunque en última instancia sea una ficción simbólica, es nuestra realidad. Es decir, las protestas y revueltas de hoy se sostienen por la combinación (superposición) de los diferentes niveles, y esta combinación explica su fortaleza: luchan por la democracia (parlamentaria “normal”) contra los regímenes autoritarios; contra el racismo y el sexismo, sobre todo contra el odio dirigido a inmigrantes y refugiados; por el Estado de Bienestar contra el neoliberalismo; contra la corrupción en la política y la economía (empresas contaminando el medio ambiente, etc.); por nuevas formas de democracia que van más allá de los rituales multipartidistas (participación, etc.); y, por último, el cuestionamiento del sistema capitalista global como tal, tratando de mantener viva la idea de una sociedad no capitalista. Ambas trampas deben ser evitadas aquí: el falso radicalismo (“lo que realmente importa es la abolición del capitalismo parlamentario liberal, el resto de las peleas son secundarias”), así como el falso gradualismo (“ahora luchamos contra la dictadura militar y por la simple democracia, olviden sus sueños socialistas, esto viene después, tal vez…”). Cuando tenemos que hacer frente a una lucha específica, la pregunta clave es: ¿cómo será nuestra participación en ella o la retirada de la misma afectará a otras luchas? La regla general es que, cuando una revuelta comienza contra un régimen opresivo semidemocrático, como fue el caso en el Oriente Medio en 2011, es fácil movilizar a grandes multitudes con lemas que uno no puede sino caracterizar para agradar a la multitud –por la democracia, contra la corrupción, etc.–. Pero entonces nos acercamos poco a poco a decisiones más difíciles: cuando nuestra rebelión tiene éxito en su objetivo directo, nos damos cuenta de que lo que realmente nos molestó (nuestra no-libertad, la humillación, la corrupción social, la falta de perspectivas de una vida digna) continúa en una nueva forma. En Egipto, los manifestantes lograron deshacerse del régimen opresivo de Mubarak, pero la corrupción permaneció, y la perspectiva de una vida digna se alejó aún más. Después del derrocamiento de un régimen autoritario, los últimos vestigios de la atención patriarcal para los pobres pueden caer lejos, de modo que la libertad recién adquirida se reduce de hecho a la libertad de elegir la forma preferida de la propia miseria. La mayoría no sólo sigue siendo pobre, pero, para colmo de males, se les dice que, ahora que son libres, la pobreza es su propia responsabilidad. En tal situación, tenemos que admitir que hubo fallas en nuestra propia meta, que la meta no era suficientemente específica. Por ejemplo, que la democracia política estándar puede también ser la forma misma de no-libertad: la libertad política puede fácilmente proporcionar el marco legal para la esclavitud económica, con los más desfavorecidos vendiéndose “libremente” a la servidumbre. Por lo tanto hemos de exigir más que sólo democracia política. También la democratización de la vida social y económica. En resumen, tenemos que admitir que lo que al principio tomamos como el fracaso de no darnos cuenta plenamente que un principio noble (el de la libertad democrática) es un fracaso inherente a este principio en sí. Aprender este paso de la distorsión de una noción, su realización incompleta, a lo inmanente distorsión a esta noción es el gran paso de la pedagogía política.
La ideología dominante aquí moviliza todo su arsenal para impedirnos llegar a esta conclusión radical. Empiezan diciéndonos que la libertad democrática trae su propia responsabilidad, que tiene un precio, que no estamos todavía maduros si esperamos demasiado de la democracia. De esta manera, nos culpan por nuestro fracaso: en una sociedad libre, por lo que se nos dice, somos todos capitalistas invirtiendo en nuestras vidas, decidiendo poner más en nuestra educación que en divertirnos si queremos tener éxito, etc. En un plano político más directo, la política exterior de Estados Unidos elaboró una detallada estrategia de cómo ejercer el control de daños re-canalizando un levantamiento popular hacia limitaciones parlamentarias capitalistas aceptables. Como se hizo éxitosamente en Sudáfrica tras la caída del régimen del apartheid, en Filipinas después de la caída de Marcos, en Indonesia después de la caída de Suharto, etc. En esta coyuntura precisa, la política emancipatoria radical se enfrenta a su mayor desafío: cómo llevar las cosas más allá después de que la primera etapa entusiasta termina, cómo dar el paso siguente sin sucumbir a la catástrofe de la tentación “totalitaria”. En resumen, cómo moverse más lejos de Mandela sin convertirse en Mugabe.
El coraje de la desesperación es crucial en este punto.

Pato Suarez presenta POTLATCH en Café Vinilo


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Luego de los shows que acompañaron su último disco Crimen, fábula y disfraz (2013) y haber recorrido varias provincias del interior del país con su música, vuelve a presentarse en Buenos Aires para adelantar material de su próximo disco.
Lo acompañan Ovidio Velázquez en piano y teclados, Lisandro Márquez en batería y Tamara Zakour en violín.
Compositor, cantante, guitarrista y productor, Patricio   Suárez construye desde la densidad de su poesía una relación virtuosa entre la calidez de instrumentos acústicos como guitarra clásica y violoncello, con el lenguaje de la música electrónica y los instrumentos de síntesis. Su obra, plasmada en dos discos editados hasta la fecha (Crimen, fábula y disfraz [2013]; y Las otras formas [2010]), recorre el folk experimental, el trip-hop
y  el rock alternativo.
“Joven autor que ha absorbido lo mejor del rock y el folk alternativo. Una obra jugada y muy del presente”  (Club del disco).

Grecia: acuerdo neocolonial y punto de bifurcación en Siryza

por Jorge Sanmartino


1-

Está hecho. No hay vuelta atrás. Alexis Tsipras logró que el parlamento apruebe el catálogo de imposiciones europeas denominado “acuerdo”. Es un rosario de obligaciones que la revista alemana Der Spiegel llamó un “catálogo de crueldades”. El parlamento griego, con el voto de toda la oposición y la división del bloque de Siryza, lo confirmaron y se aprestan a votar el segundo paquete de leyes. El memorándum es peor que el enviado por la troika y que fuera sometido a referéndum. Además de las políticas de ajuste sobre pensiones, salarios, IVA y restricción fiscal, se suma un fondo de privatizaciones que será directamente controlado por la CE y la revisión de toda la legislación laboral. Pero la política borbónica neocolonial europea agregó ahora la exigencia de que el ejecutivo envíe a Bruselas cualquier proyecto legislativo antes de enviarlo al parlamento en Atenas. El segundo paquete contempla la pérdida de vivienda para los que se retrasen en el pago de los intereses. Se trata de un estatuto de tutelaje. Grecia está obligada ahora a revisar lo que sus instituciones representativas han votado en estos últimos cinco meses. Eso obvio que estas medidas no sacarán a Grecia de la crisis, ni lograrán recuperar su inversión, ni mejorarán la ratio de PBI/ deuda. En esto hay que ahorrar palabras. Lo dijo el mismo FMI, el acuerdo es económicamente inviable. Sólo hace más tortuoso, sacrificial, el camino al default. A cambio, se ha prometido alguna hipotética y futura reestructuración de la deuda, que no contempla ninguna quita sustancial.

El memorándum representa un castigo ejemplar para quienes osaron convocar a un referéndum y someter a veredicto popular las imposiciones de la troika. También evitar el contagio de una experiencia que ponía en cuestión los fundamentos político-económicos de la Unión Europea: una moneda fuerte, superávits fiscales, contención del costo laboral, y la dominancia de la tecnoburocracia de Bruselas sobre las instancias democráticas electivas, en definitiva, de una Europa confeccionada a la medida de las grandes economías y el capital financiero concentrado. Se castiga y se humilla a la más importante experiencia de la izquierda europea que nació y ganó el apoyo popular sobre la base de un programa de recuperación social y anti-austeridad que contradecía las directivas europeas.
2-

Alemania cumplió un papel central en el desenlace de la crisis. Se ha dicho que Merkel, Schäuble e incluso el vice canciller socialdemócrata Gabriel, en dos días y medio han dilapidado la imagen de una Alemania cosmopolita, amigable con el ambiente y la diversidad, y de una sensibilidad pos nacional, que habían construido durante los últimos 25 años. O como lo dijeron Anthony Faiola y Stephanie Kirchner en el Washington  Post del 17 de julio, la Alemania moderna perdía en horas el perfil que se había moldeado durante años de ser el abanderado del pacifismo mundial y artífices de un semillero de la cultura juvenil progresista. Sometida a una crisis europea que ya lleva 5 años y de la que se dice que es la peor desde la crisis de los años 20, decidió actuar de manera disciplinar, abandonando toda pretensión hegemónica. Lo que se quebró fue la frágil imagen que el europeísmo democratizante había instalado en el sentido común europeo y quizá mundial. Una Europa que, más allá de fracasos o dificultades, avanzaba hacia la confluencia sobre la base de los valores universales. Ahora está claro para todos, en primer lugar para la periferia europea, que los pilares de la Europa neoliberal no se negocian. La disciplina monetaria, el sometimiento a Bruselas, son el abc del consenso disciplinar, que ya no coquetea con la Europa social ni la solidaridad. Las medidas antinmigración adoptadas luego de la crisis de los últimos meses son su complemento perfecto. Abandonando toda pretensión hegemónica, que requeriría una capacidad de integración social, un walfare state europeo con el que se ilusionaban las mejores mentes del europeísmo, el ideario político de la Europa con la que se soñó después de la pesadilla nazi, esa Europa, que había muerto ya desde el origen, está hoy de manera palpable, sin rodeos, definitivamente enterrada. Europa, desnuda en su despotismo, aunque se alzó con una victoria que se le escapaba es, a largo plazo, más frágil, más débil que ayer.

Pero no hay que caer en la demonización nacional o el chovinismo inverso contra el pueblo alemán. No se trata del nazismo redivivo ni de la esencia imperial de un pueblo, sino de una lógica de dominancia política por parte de la clase capitalista europea. Merkel encontró a los más fervientes aliados en las pequeñas repúblicas como las del báltico o Eslovenia, cuyas clases dominantes han jugado su suerte a la empresa europea y de ella depende su legitimidad. Tampoco resulta probable la reedición de aquel malestar germano de entreguerras, sometida, encajonada por siglos a la presión cultural de los eslavos por el este y el mundo  latino por el oeste. Se trataba, como lo retrató tan bien Norbert Elías, de un sentimiento defensivo que alimentó la demagogia guerrerista por el espacio vital alemán. Nada de esto ocurre hoy en día. Alemania nunca se había beneficiado tanto de una integración monetaria hecha a la medida de sus intereses, es decir, de los intereses capitalistas de sus grandes empresas. No lucha por ampliar un espacio, sino por preservarlo. Repartido el poder entre la potencia de la economía alemana, las finanzas británicas que están hoy un paso más lejos del euro que ayer, y la primacía militar francesa, la “gobernanza” europea no deja de sostenerse en un equilibrado reparto y negociación que la hace más vulnerable e incoherente, aunque no menos agresiva. La crisis griega aceleró todos los tiempos y sometió a prueba la más ambiciosa iniciativa “posnacional”. Entre las ilusiones europeístas y la realidad prosaica del ajuste y los diktat del Eurogrupo, no hay más margen de acción. No hay espacio para la convivencia entre la democracia y soberanía popular de un lado, y el manejo monetarista de sus instituciones, por el otro. Se terminó la ilusión. Y su más palpable evidencia radica en la integración a las coaliciones de gobierno a la socialdemocracia, que en el caso teutón, se ha revelado tanto o más agresiva que los conservadores.
3-

El sueño europeísta había adquirido peso social e intelectual sobre el cual se edificó la gran ilusión. Habermas, uno de sus más grandes teóricos liberal-progresistas, sostuvo hace unos días que la crisis se fundaba en causas económicas y políticas, una crisis bancaria por la condición heterogénea y sub-óptima en la composición de la moneda. Sin finanzas y políticas económicas comunes, lo países miembros, pseudo-soberanos continuarán por caminos distintos en lo que hace a la productividad. Una tensión que no podría durar mucho tiempo. Efectivamente, Grecia, igual que los restantes países de la periferia europea, abrazó una moneda fuerte con la que deterioró su competitividad y profundizó el déficit de su balanza de pagos. El bache sólo podía financiarse con deuda, algo que los bancos estuvieron encantados en ofrecer a tasas bajas cuando el casino de las sub primes estaba en pleno auge. Pero cuando en 2008 la fiesta concluía, la deuda se había vuelto inmanejable. El Eurogrupo se constituyó entonces en el salvador de esos bancos, recomprando la deuda y transfiriéndola a los estados miembros, a cuyas poblaciones se machacó con la propaganda acerca del carácter perezoso de los pueblos sureños. Mientras el déficit de la balanza crecía y con ella la deuda, la competitividad de la economía cumplía el ciclo inverso, pues la moneda fuerte debilitó su industria local, y fomentó las importaciones libres desde los países más productivos. El resultado fue una economía más débil y más incapaz de pagar sus deudas, con exportaciones declinantes y un mercado interno que sólo podía sostenerse con más endeudamiento. La esencia contradictoria de la zona euro radica justamente en que sin que las regiones superavitarias y de mayor competitividad subsidien a las regiones deficitarias y de menor productividad (como hace cualquier estado nacional soberano entre sus diversa regiones), la confluencia monetaria, y desde luego económica y política, será una ficción. Pero es justamente esta imposibilidad por parte de la clase capitalista y sus instituciones -basadas en el lucro y no en la solidaridad- de sostener a las economías más débiles, la que hace de estas el eslabón débil de la cadena, obligada a la apertura de su economía, la pérdida de su industria y el inevitable e imparable endeudamiento. El europeísmo no era ingenuo respecto a esta tendencia, pero creyó, por un lado, que este proceso era inevitable (presión del mercado globalizado, pérdida capacidad de acción y de soberanía, hibridación cultural, mestizaje social producto de la creciente inmigración, etc.) y al que ya no se le podía oponer un nacionalismo defensivo incapaz de responder a los nuevos fenómenos. Por el otro, que la clave pasaba por imprimir a la Europa del pacto social, un programa de reformas progresivas, democráticas, basada en instituciones representativas posnacionales, democracias ampliadas, control ciudadano y transparencia, fundada en los valores de la solidaridad. Frente a una derecha soberanista, reluctante de los valores universales, nostálgica del Estado schmidtiano, chovinista, xenófoba, que consideraba al Estado nación como la única entidad colectiva con capacidad de ejercer soberanía e identidad colectiva, la izquierda europea, en su gran mayoría, se embarcó casi por instinto en este camino, aceptando la convergencia europea y su Constitución. Pero la deliberación democrática igualitaria estaba plagada, como lo acabamos de presenciar, de deficiencias estructurales. Ni la deliberación estuvo libre de coacciones comunicativas, ni todos estuvieron en la misma posición para dar opinión libre ni tuvieron las mismas oportunidades de darse a entender. Pero esta visión procedimental, normativa, ocultaba las auténticas relaciones de poder y con ella despolitizaba, como lo denunció Chantal Mouffe, los antagonismos políticos que están en la raíz de la subjetividad democrática. El consenso tecnoburocrático naturalizó las desigualdades de poder bajo el manto igualitario del libre mercado y las instituciones técnicas que debían regular la participación en él. Se impuso el dominio antidemocrático de la tecnicatura de Bruselas y en la crisis griega se reveló, para una porción considerable de la población, la desconexión constitutiva entre consenso liberal y democracia, y reabrió el campo de la política nuevamente. Grecia reintrodujo el campo de las opciones democráticas convocando al referéndum, y al hacerlo rompió el consenso despolitizante de la burocracia, que institucionaliza la dictadura de los mercados. Vaciada de opciones alternativas, la democracia política se hizo cada vez más insustancial cuanto más se la invocó. El éxito del Frente Nacional o los nacionalistas británicos e italianos, radica en haber reintroducido opciones políticas frente al consenso liberal de la coalición liberal-socialdemócrata, un consenso de élites para asegurar la gobernanza europea del libre mercado. Syriza había arrebatado a la derecha demagógica las banderas democráticas de la soberanía popular, y por primera vez en décadas, quizá desde la revolución portuguesa del 74, la izquierda pudo constituirse en alternativa de poder, marcando un camino de confrontación a la persistente des-democratización operada durante décadas por el social-liberalismo.
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Pero el referéndum, que marcaba un punto de inflexión y abría la posibilidad de pensar otra Europa, de marcar alternativas a la dictadura neoliberal de las finanzas, esa posibilidad se derrumbó en menos de 48 hs, cuando el Primer Ministro Alexis Tsipras se desdijo y sostuvo que fuera del euro no había opciones. Así las cosas, el referéndum no sólo no constituyó un cambio de opción sino que remarcó la claudicación del ejecutivo. La gran pregunta que se hacen todos es ¿por qué? ¿Por qué con semejante apoyo popular el primer gobierno de izquierda, sostenido en un triunfo popular arrasador, decidió retroceder firmando un memorándum peor que el anterior? Dejando de lado las explicaciones psicologistas, dos parecen ser los factores que podrían dar pistas de semejante desbarranque. Por un lado, la presión interna en favor de permanecer dentro del euro. Tsipras convenció a buena parte de la población de votar No con la promesa de que servía para negociar mejor, no para retirarse. A pesar de las posiciones de la Plataforma de Izquierda, todo el programa de Siryza, empezando por el programa electoral de Tesalónica, se basó en la ilusión de que podía ser compatible con la zona euro, es decir, que se trataba de un programa y luego, una negociación al interior de un ámbito considerado natural e inexorable. Esta ambigüedad respecto a dejar de lado la austeridad pero no romper con la UE, podía entenderse como una concesión momentánea al consenso mayoritario, pero que debía ser superado en cuanto se demostrara, como se demostró en cinco meses de negociación, que eran incompatibles económica y políticamente. Este consenso puede explicarse por el recuerdo de los padecimientos de posguerra, la inflación y el mercado negro, el sentimiento de pertenecer a occidente en la frontera con el mundo eslavo y el mundo musulmán, una promesa de modernidad y progreso e incluso por la sensación de riqueza de los primeros años del euro, desde 2002 hasta 2008. Hasta la postura contemporizadora de Obama y el FMI ante la dureza alemana les había hecho creer que, finalmente, podía arribarse a un acuerdo. Pero la negativa final de Merkel, que ofreció una salida acordada el euro por cinco años, descalabró todas las hipótesis e hizo enmudecer a la parte griega.

El arte de una política transformadora no es sólo reflejar el estado de ánimo o montarse sobre la opinión pública sino también y sobre todo moldearla, construir nuevas relaciones de fuerza y nuevas percepciones. Naturalmente, Tsipras no quiso tampoco cargar con el severo ajuste sobre los ahorros en euros de la población, pues una moneda débil hubiera inevitablemente licuado activos y tenencias. La formación de una nueva moneda devaluada implicaba una parálisis de por lo menos dos años, que la oposición cargaría en los hombros de Siryza. Pero era la única forma de emprender la transición hacia otra experiencia radicalmente distinta al austericidio ofrecido por el Eurogrupo. Implicaba, una transformación severa del cuadro precedente, incluido su política exterior, el default y no pago de la deuda y probablemente la nacionalización del sistema bancario, además del control de capitales y la regulación industrial. Tsipras se negó a contemplan el “plan B” de emisión de derechos de pago para suplir la bancarrota del euro. Pero es en los momentos decisivos donde se requieren liderazgos claros y con sentido histórico. Es verdad que Grecia estuvo prácticamente sola ante los restantes 18 países del Eurogrupo, pero no lo estaba menos Hugo Chávez cuando denunció “olor a azufre” en las Naciones Unidas y se transformó, pocos años después, en la vanguardia de una política exterior independiente en América latina. También podemos mencionar a Ecuador cuando auditó su deuda y aplicó una quita del 70%, o la nacionalización de los hidrocarburos y la expulsión del embajador norteamericano en Bolivia y también el planteo firme de Argentina ante el chantaje de los fondos buitres. La firma del memorándum por el gobierno de Tsipras implica una enorme frustración adicional, porque implicó una reversión del referéndum que iba en el sentido esperado.
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La disputa no está concluida, pues habrá que ver la resistencia que genere la aplicación concreta de las medidas de ajuste, y qué fenómenos políticos se derivarán de esa dinámica de confrontación. Pero está claro que una experiencia y un ciclo han terminado, con la peor de las derrotas, que es la claudicación antes de que finalice la batalla y cuando esta podía ganarse. Los movimientos democráticos y la izquierda en Europa han sufrido una importante derrota. Habrá un proceso de reorganización y continuación de muchas batallas pendientes. En particular al interior de Siryza. Cuanto más abajo se va, más rechazo genera el acuerdo, demostrando el espíritu de lucha de la base militante. Mientras que sólo cuatro ministros o vice ministros han rechazado el acuerdo y han sido reemplazados, 32 parlamentarios de Siryza, la Plataforma de Izquierda en su conjunto, han dicho no, mientras que en Comité Central 109 miembros, más del 50%, han rechazado el memorándum. Si se hiciese un Congreso partidario, algo que el gabinete rechazará por todos los medios, esta cifra ascendería incluso más. Gremios como el de los funcionarios públicos, dirigidos por miembros sindicales de Siryza, se han lanzado a conflictos contra el acuerdo. La Plataforma de Izquierda se ha transformado en el eje articulador de la oposición al entendimiento. Esto es así pues el Partido Comunista de Grecia, que llamó a impugnar el voto en el referéndum y le ha dado la espalda al proceso más rico de recomposición de la izquierda desde los años 70, es incapaz de capitalizar la crisis al interior del partido de gobierno.


Sin embargo, la claudicación de Tsipras ha dado aire a diversas corrientes sectarias, tan fuertes en Grecia como en Argentina, que se jactan de no haber “caído en las ilusiones” de Siryza o que ya “habían anticipado” el desenlace, encontrando el fundamento de la derrota en la estrategia equivocada de construir “formaciones anticapitalistas amplias” en vez de “partidos revolucionarios”.  La “anticipación”, en política, es una contradicción en los términos. No había ninguna fatalidad, no estaba escrito en ningún lado que Tsipras daría marcha atrás del referéndum en 48 hs y con el 62% de apoyo. No estaba ni en la naturaleza social de Siryza ni en ningún otro fundamento ontológico. Los escépticos, lo eran mucho antes y no tenían entre sus hipótesis la posibilidad misma del referéndum. Como lo dijimos más arriba, hubo formaciones y líderes valientes, como Chávez, que no provenían de un partido revolucionario. Se trata, una vez más, de dinámicas políticas, de luchas abiertas, de una historia por hacer y no ya trazada en el ADN “de clase” de ninguna formación. Ideas de este tipo han repetido esta letanía ante cualquier proceso popular no conducido por ellos mismos. Estaba sí, dentro de las posibilidades, puesto que Alexis Tsipras siempre rechazó la acusación de querer salirse del euro. Se trataba de una apuesta y una lucha política al interior de la única formación de izquierda que logró transformarse en vehículo de aspiraciones y expectativas de millones de griegos, aunque no fuese un partido revolucionario puro y conviviesen en él sectores heterogéneos. Hablando en términos de probabilidades, eran mucho mayores que surgieran fenómenos progresivos, luchas vivas, en el seno de Siryza que de los grupos sectarios o del EKK, perdido como está hace ya tiempo en su propio mundo. Lo confirma la Plataforma de Izquierda, hoy en el corazón de la lucha contra la austeridad en el nervio central del proceso político. Como dijo Marx, el movimiento real vale más que mil programas. Este proverbio hoy, luego de la crisis del socialismo real, en un continente donde no hay ninguna situación revolucionaria ni mucho menos, al revés, donde la derecha levanta cabeza y la clase trabajadora no da muchas muestras de resistencia, en fin, hoy, ese proverbio tiene más actualidad que nunca. ¿Quiere decir que no valen los programas? No, al revés, sólo desde el movimiento real pueden surgir los auténticos programas revolucionarios, es decir, populares, y no las recetas repetidas de memoria que valen para todo momento y lugar. Como lo revela la complejidad de la situación europea, el desafío de pensar estratégicamente la relación entre internacionalismo práctico, soberanía nacional e intereses populares, no es apta para formulismos que se cortan y pegan. En definitiva, tal como lo han formulado las corrientes críticas al interior de Siryza, sólo desde el corazón del proceso político que cristalizó en Siryza se podía y se debía intervenir, aprender, aportar e instalar una agenda anti-capitalista en una Europa que se está revelando más conservadora de lo que se creía. Sólo desde allí podía intentar resolverse la contradicción entre eurofilia y austerofobia. Un dilema que sigue abierto y que tendrá nuevos capítulos, en Grecia y fuera de ella. El plan es inviable. En las puertas de su fracaso se reabrirán los interrogantes sobre los beneficios de la Europa hiper capitalista. Mientras tanto, los trabajadores resistirán ajustes, cierres y privatizaciones. Habrá nuevos temblores políticos y batallas parlamentarias. Nuevos capítulos de una trama abierta y en disputa. No apta para los festejadores de fracasos y devoradores de migajas.

Clinâmen: Grecia y la posibilidad de una alternativa en Europa

Conversamos con Ulrich Brand, politólogo y economista alemán, sobre la situación actual en Grecia. Las alternativas a la lógica del Euro. El referendum y las negociaciones posteriores del gobierno griego. La economía social como emergente. La teoría del decrecimiento. La posibilidad de una disidencia en Europa: Podemos en España y la posición de Francia.

La pesadilla de un mundo en red

por Amador Fernández-Savater

“En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas
(Borges, “Del rigor de la ciencia”)

Las distopías o “utopías negativas” son obras de ficción que llevan hasta un extremo de pesadilla elementos o tendencias reales ya activas en el presente. Entre las más conocidas están por ejemplo 1984 de George Orwell o Un mundo feliz de Aldous Huxley. No puedo evitar leer La hipótesis cibernética, del misterioso no-grupo Tiqqun, como una obra de este tipo. Un relato, a la vez real e irreal, que advierte y alerta sobre algo. ¿Sobre qué? La pesadilla que se dibuja aquí es la deun mundo enteramente organizado en red: transparente, conectado, dinámico, autoorganizado, fluido. Una lectura que produce vértigo, sobre todo entre quienes hemos pensado en algún momento la red como metáfora-herramienta de emancipación. Quizá por eso, para protegerme, leo este ensayo como una obra de ciencia-ficción: “exageran, sólo es un mal sueño”. ¿Seguro?
De la hipótesis liberal a la hipótesis cibernética
Se dice que el liberalismo surgió como meditación sobre la guerra y anhelo de paz. ¿Cómo podían evitarse de una vez por todas conflictos armados tan devastadores como los que asolaron Europa durante los siglos XVI y XVII? Era necesario encontrar otro motor de los comportamientos humanos distinto a la pasión, al prejuicio, a la superstición, al afán de poder. ¿Cuál? El liberalismo respondió: la razón y el interés. Un ser humano se comporta racionalmente cuando, libre de la pasión, el prejuicio, la superstición o la voluntad de poder, actúa según su propio interés, bien entendido. Existe además, por analogía con la mecánica de Newton, una “armonía natural” entre los intereses humanos: la famosa “mano invisible”. Un buen gobierno, por tanto, es el que interviene lo menos posible, un gobierno “frugal”. Suprimiendo progresivamente todas las injerencias externas a este modelo (en el mejor de los casos, por medio de la educación), la sociedad podrá finalmente volverse pacífica, próspera, feliz.
La izquierda en nuestros días sigue, por lo general, empeñada en atacar y desmontar la hipótesis liberal. En ese sentido podemos entender por ejemplo la crítica de la “economía neoclásica” que se basa, aún hoy y contra toda evidencia, en los presupuestos del primer liberalismo: la confianza en la racionalidad del individuo-consumidor (que tiende a “maximizar el placer y huir del dolor”) y la confianza en la racionalidad del todo como suma armónica de las partes (la tendencia al equilibrio entre la oferta y la demanda, entre los bienes, los precios y el trabajo, etc.). Sin embargo, si prestamos oído a Tiqqun, erramos el tiro al pensar que nuestro enemigo es el neoliberalismo, entendido simplemente como actualización del liberalismo clásico. El liberalismo está muerto y enterrado, en los campos de batalla de las dos Guerra Mundiales, en los efectos de la crisis del 29, etc. Hoy vivimos bajo el imperio de otro paradigma, del que en todo caso el liberalismo es la cobertura ideológica: la Hipótesis Cibernética.
La Hipótesis Cibernética (HC) surge también como meditación sobre la guerra y anhelo de paz. ¿Cómo pueden evitarse las matanzas de las guerras mundiales, los desastres económicos, el antagonismo de las revoluciones comunistas? Hay algo en la hipótesis liberal que no funciona, que no da respuesta a estos interrogantes. La HC se inspira en la  teoría cibernética (“ciencia del gobierno y el control sobre la máquina y el animal”) fundada por los científicos e ingenieros Norbert Wiener, Claude Shannon, Gregory Bateson o John Von Neumann, y con múltiples prolongaciones hasta nuestros días (tecnologías de la comunicación, inteligencia artificial, ciencias cognitivas, etc.). Tres claves importantes de esta teoría serían, para lo que nos interesa:
– El orden (disminución de la entropía) es poco probable, lo más probable es el caos (o aumento de la entropía). Gobernar el comportamiento de personas o máquinas exige mecanismos de control que aseguren el orden, contrarrestando la tendencia a la desorganización.
– La clave del gobierno (“conducir la conducta”) es la información. La información es estadística por naturaleza y se organiza según las reglas de la probabilidad. Conocer los patrones de conducta del presente nos permitirá predecir y guiar las acciones futuras. La información (ya no el interés) es la “linfa vital” del orden cibernético.
– El control es, en definitiva, un problema de información y se consigue optimizando la comunicación entre las partes: el feedback (o intercambio de información) es clave en la teoría cibernética.
Por tanto, la HC ya no confía en la racionalidad del individuo (demasiado imperfecto, limitado, ignorante de sí mismo), ni tampoco en la tendencia al equilibrio del conjunto (más bien todo lo contrario), sino que trabaja en la construcción deliberada y consciente de un nuevo entorno social: un sistema-red de nodos transparentes, en conexión y desconexión permanente, organizado en torno a la gestión óptima de la información. El capitalismo cibernético. La pesadilla.
Ese nuevo entorno, el capitalismo cibernético, sería: un mundo transparente, traducido íntegramente a información, donde cada gesto, cada servicio, cada decisión y cada proceso generan una masa de datos, a procesar posteriormente por máquinas, algoritmos, reglas automáticas; una sociedad-red, donde toda relación se establece como feedback o interacción. Un vínculo electivo, altamente funcional, en el cual el otro aparece (y desaparece) a voluntad: conexión y desconexión entre nodos transparentes (perfiles); y un sistema dinámico, donde los flujos mercantiles se confunden con flujos de información. La lógica cibernética no piensa en términos de productos, estados o sujetos, ni de tiempo y espacio, sino de flujos, de medios fluidos, veloces y acelerados.
El gobierno cibernético
¿Qué significa “gobernar” en el paradigma cibernético, en qué consistiría un gobierno cibernético? El término «Kubernesis” significa “piloto” o “regulador”. Y justamente esa es la función del poder en la HC: pilotar en medio de superficies en movimiento, regular permanentemente flujos en circulación.
Gobernar, así, no sería tanto imponer o legislar, sino “coordinar racionalmente los flujos de informaciones y decisiones que se producen ‘espontáneamente’ en el cuerpo social”. Pensemos en Google, en Facebook, en los proyectos de smart cities… Se trata siempre de monitorizar la realidad, de recoger, procesar y conectar datos, de dar acceso y hacer de cada usuario un co-desarrollador, de buscar la cooperación público-privada, etc. Cuanto más sepamos, más capacidad de gestión en tiempo real y más capacidad de anticipación tendremos. Gobernar es hacer predecible. También, por supuesto, los comportamientos desviados, los crímenes.
En tres sentidos al menos, estamos ante un tipo de poder diferente. En primer lugar, el gobierno cibernético no es vertical ni autoritario, al menos en primera instancia, porque así perdería demasiada información. Por el contrario, es un gobierno que sabe pegarse a los territorios que gestiona, a través de una red de sensores o captores inteligentes de información (humanos o máquinas). No gobierna como una instancia ajena y exterior, sino que produce en lo posible a los gobernados como fuente de feedback (“participa», «habla”).
En segundo lugar, el gobierno cibernético no es un gobierno sedentario o estático, sino más bien “una dinámica de autoorganización” Un tipo de orden que no niega el caos, más bien busca permanentemente el equilibrio en el desequilibrio. Un gobierno capaz de seguimiento de flujos, procesos, devenires, a través de dispositivos nómadas de rastreo y trazado (más un brazalete electrónico que una cárcel). Un gobierno siempre “a la escucha”, a través de sondeos, encuestas y estudios.
Por último, el gobierno cibernético no es un gobierno centralizado, sino mediador. No sólo interconecta máquinas, procesos, información, personas y capitales, sino que borra las viejas fronteras de la arquitectura liberal del poder (público-privado, etc.) articulando esferas heterogéneas: fragmentos de Estado, sociedad civil, movimientos sociales.
Leída en nuestro contexto particular, la distopía de Tiqqun produce un cierto escalofrío. Uno no puede dejar de pensar que “la nueva política” es el agente histórico destinado a acometer el pasaje del viejo al nuevo capitalismo (cibernético) en el plano de las instituciones. Los “pilotos” de la HC no puede ser “gente viejuna” que teme o desconoce las redes, sino que han de ser “nativos digitales” que la asumen como paradigma o “imagen del mundo”: una forma de ser, de hacer, de pensar y, ahora también, de gobernar.
El malestar
Un amigo viajó hace poco a una ciudad lejana que desconocía. Salió del aeropuerto y fue en autobús hasta el centro, allí sacó el móvil y activó Google Maps. La pantalla llamaba su atención claramente sobre un icono, pinchó y era su hotel, muy cerca de donde se encontraba. Felicidad. Pronto podría descansar en lugar seguro. Pero… un momento, un momento, ¿cómo demonios sabía Google cuál era su hotel? ¿Qué cruce de datos…? Misterio. Esta sencilla anécdota, que puede resonar en cada uno con una historia similar, nos habla del carácter doble, ambivalente, del orden cibernético. Por un lado, las mil posibilidades que nos ofrece de conexiones, saber, visibilidad, ajustándose a nuestra vida como si fuera un guante; por otra, una cierta sombra de inquietud, un ruido de fondo de malestar (que no se reduce ni mucho menos a la cuestión de la “privacidad”).
Vamos a detenernos ahora en esa parte de sombra, que es de donde podrían surgir las rebeliones y alternativas a la HC. ¿De qué tipo es ese malestar? Algunas intuiciones, recogidas de conversaciones, libros o de la observación de mí mismo:
La transparencia, en el orden cibernético, implica quedar reducidos a “perfiles”. Convierte la experiencia en estadística. Pero no somos perfiles, sino singularidades con tonos, vibraciones y acentos propios. No somos “signos”, abstracciones comunicables e intercambiables, sino algo mucho más parecido a un jeroglífico, un laberinto, una rugosidad. No somos “muros”, donde todo el mundo ve de nosotros las mismas cosas y al mismo tiempo, sino “seres en situación”: distintos según el contexto que atraviesan, la trama de relaciones en la que se encuentran, etc. La “perfilización” es una mutilación de la multidimensionalidad de la vida, por exigencia de representación.
Además, la transparencia sustituye las relaciones de confianza por relaciones de control. Deja pasar la luz, pero una “luz que quema”: la mirada del inquisidor. En lugar de darnos confianza, construyendo situaciones y contextos de igualdad, nos volvemos vigilantes y jueces unos de otros, en una especie de panóptico distribuido, participativo.
La velocidad, en el orden cibernético, significa poner la vida entre paréntesis. Hay que correr siempre más, producir para seguir produciendo, actualizar permanentemente nuestra imagen, muro o perfil. No hay tiempo, ni espacio, sólo flujos en aceleración permanente. La urgencia es la temporalidad propia de la cibernética (y los nervios a flor de piel, su clima afectivo). Hay que eliminar todo lo que estorbe y nos haga más lentos, los lentos son perdedores. Pero una relación, un proceso de crianza, un duelo, tienen sus propios tiempos, heterogéneos a la temporalidad de la urgencia. A mucha velocidad no se puede elaborar nada, sólo aplicar respuestas automáticas, superficiales, descuidadas. No se puede cambiar de sentido, girar, bifurcar, sólo correr hasta la gran bofetada. No se puede pensar o crear si nada nos opone resistencia.
La conexión, en el orden cibernético, reduce la relación a interacción. Pero los seres humanos no nos “conectamos”, nos afectamos, chocamos, peleamos, nos herimos, etc. No “comunicamos”, descodificamos una sintaxis o desciframos una información, sino que vivimos en el malentendido, traduciendo una y otra vez a los demás (es decir, traicionando el original). Un encuentro no es un link o un feedback (“me gusta”, etc.). El malestar, aquí, consiste en la pobreza y la superficialidad de las interacciones. Tan fáciles como insatisfactorias. En la conexión hay vínculo instrumental, puntual, a placer. En la relación hay deseo común, sentido compartido, viaje con el otro.
Estrategias de subversión
“En nuestra época, sobre nuestro planeta, conocer a un ser humano significa interrogarle hasta la vivisección. Todos sabemos la carga sádica que puede contener la palabra pregunta . El inquisidor lo invade todo. Conocer a un ser humano significa, de hecho, no dejarle ninguna posibilidad de existir. Entonces, no le pregunto, le miro, le toco, le respiro, conmocionado por la fuerza desconocida que me comunica” (Jean Ipousteguy)
¿Cuál es el problema con la HC? Podría pensarse que se trata de una hipótesis buena, correcta, pero aún no realizada plenamente. Se trataría entonces, desde esta posición, de reclamar más transparencia, más comunicación, más participación, más redes, más cercanía entre gobernantes y gobernados, una mejor representación, en definitiva.
La apuesta de Tiqqun es sin embargo muy otra: considerar mala y errada la HC. Ya desde un punto de vista filosófico: por la idea del ser que implica. Para Tiqqun, la vida no es información, ni puede reducirse a ella sin daño. Los cuerpos no son nodos transparentes, los encuentros no son enlaces, el tiempo no es el tiempo real. Aunque la HC se piense y presente como un poder horizontal, en realidad sigue siendo una forma de poder normativa, coactiva, exterior. Destructora, por tanto, de todo verdadero habitar.
Para Tiqqun entonces no se trata tanto de perfeccionar o radicalizar la HC, sino dedevenir irrepresentables: opacos a su ojo de cíclope, ilegibles para sus máquinas binarias de sentido, impredecibles para sus técnicas de control.
¿Cómo? En su contra-fábula, Tiqqun propone numerosas estrategias. Lo hacepoéticamente, porque no se trata de convencer, ni de orientar la opinión y la acción de nadie, sino más bien de insinuar y sugerir formas de resistencia que luego cada cual tendrá que configurar, ensayar, etc. La resistencia a la HC tiene que empezar ya por los modos de comunicarse. Lo contrario de la transparencia no es el hermetismo, sino el poema. Es decir, formas de escribir que no embrutecen, que no atontan, que dejan espacio y libertad al lector.
Vamos a apuntar entonces, ya para acabar, tres de estas estrategias, dejándolas deliberadamente imprecisas para que vuele la imaginación: lentitud, ritmo y niebla.
Lentitud no es ir despacio, sino desacelerar: aprender a desconectar y desconectarnos de los flujos del capitalismo cibernético. Desconectar nuestra propia cabeza, en primer lugar. Es el arte de la interrupción: fuga, sabotaje sutil o levantamiento colectivo. Si la velocidad implica la respuesta automática y superficial, la insensibilización hacia el entorno, la irritación constante ante lo que nos hace obstáculo, la desaceleración de los flujos abre por el contrario la posibilidad del proceso y el encuentro. Permite darse tiempo. Para mirar hacia los lados y no sólo hacia adelante. Para ver, sentir o pensar las situaciones que habitamos. Para que lo nuevo pueda acontecer.
Ritmo: no se trata de ir lentos o rápidos, sino de encontrar nuestro propio tiempo. Pero el ritmo, dice Tiqqun, es necesariamente “cojo”. Es bellísima la metáfora de la “cojera” en Tiqqun. Caminamos, pero nunca un paso es igual a otro. Hay siempre imperfección, disonancia. La vida va y viene, entre la palabra y el silencio, lo visible y lo invisible, etc. Un ritmo vital será, pues, necesariamente “cojo”. Nunca el ritmo automático y unilateral de la máquina (que descarta lo pensado, lo lento, las asperezas, etc.). Tampoco el ritmo musical, armónico, que sigue paso a paso la partitura (el programa). En todo caso, el ritmo del free jazz: plural, disonante, abierto a la improvisación. Un ritmo que asume e incorpora los silencios, las mareas bajas, los fallos, los accidentes, etc.
Niebla. La HC, como hemos visto, gobierna extrayendo y procesando información, pero la información sólo es la parte codificable de la comunicación humana. La niebla sería la estrategia que confunde las exigencias de transparencia, de univocidad, de identificación. Lo que protege de la mirada inquisitorial («¿quién eres?») y permite que una experiencia pueda darse, desarrollarse, encontrar su propio ritmo, sus propias palabras para nombrarse y compartirse (lo que podríamos llamar la “autogestión del sentido”).
En cada gesto de desaceleración, en cada cojera que encuentra su ritmo, en cada foco de niebla, se genera un pequeño apagón. Una zona de opacidad, disimulo, libertad, vida. Intermitente o duradera, personal o compartida, pequeña o grande. ¿Pueden coordinarse estas experiencias, amplificarse hasta generar un cortocircuito fatal para la máquina cibernética? Sí, pero desde luego no agrupándose en algún no-lugar (partido, organización o plataforma), sino mediante un efecto de reverberación: cada una desde su lugar, en medio de la vida, pero resonando e intensificando su efecto con las demás. Hasta alcanzar un día, tal vez, quién sabe, un punto crítico de desestabilización del sistema y provocar el Gran Apagón.
Doy mil gracias por las lecturas y los comentarios a Ema, Tomás, Javier y Álvaro, ¡relaciones y no enlaces!
Algunas referencias utilizadas:
Impasse Adam Smith, Jean-Claude Michéa, Editions Climats, Paris 2012 (sobre el origen del liberalismo)
Franco Berardi (Bifo), sobre la diferencia entre conexión y relación.
Economía libidinal, Jean-François Lyotard, FCE, 1990. 
La sociedad de la transparencia, Byung-Chul Han, Herder, 2013
En el acuario de Facebook, colectivo Ippolita, Enclave Libros, 2012.
(Fuente: http://www.eldiario.es/)

Las coordenadas del entuerto

Presentación de La razón neoliberal, de Verónica Gago
por Mario Santucho


Para mi es un compomiso difícil presentar este libro de la compañera y amiga Verónica Gago. Nos conocemos hace demasiado tiempo, casi 20 años, y desde entonces trabajamos juntos. Digamos que las fronteras entre trabajo, familia y comunidad, también entre nosotros tienden a indistinguirse, en función de un proyecto político e intelectual que ha tenido distintos nombres, desde el viejo Mate, pasando por el Colectivo Situaciones, la editorial Tinta Limón y el más reciente Instituto de Investigación y Experimentación Política.
Este libro forma parte de esa historia de investigación militante, en la cual hemos construido diferentes amistades políticas. Porque así como la investigación militante supone un tipo de pensamiento que no es meramente académico y un tipo de militancia que vas mas allá de la representación, las amistades políticas implican complicidades que no se reducen a alianzas por conveniencia, para abrirse a un diálogo sobre la constitución misma de nuestros estilos y formas de vida. El Colectivo Simbiosis Cultural, compuesto por jóvenes migrantes bolivianos, Silvia Rivera Cusicanqui (Bolivia), Raquel Gutierrez Aguilar (México), Marta Malo (España), Sandro Mezzadra (Italia), y varios de los protagonistas que pueblan este libro, no son apenas autores que Vero refiere en sus citas, sino interlocutores permanentes con quienes componemos búsquedas y, últimamente, compartimos más dudas que hallazgos.
Ahora bien, La razón noliberal es también un producto académico. Se trata de una tesis de doctorado que ha sido reescrita para su publicación en la editorial autogestionada Tinta Limón. Asistimos así a un desplazamiento: de la escritura colectiva a la autoría individual y de la pretención por construir intervenciones inmediatamente políticas a un registro más denso, meditado y consistente. En ese sentido hay que admitir, como suele decirse, que “esta obra no hubiera sido posible” sin los subisdios del Estado Nacional a la investigación universitaria. El financiamiento estatal sostenido y el deseo de muchísimas personas han logrado investir simbólicamente al espacio académico, aunque no esté muy claro su sentido en la escena contemporánea. Traspolando palabras de la autora, la academia es hoy un territorio que promueve la inversión en el sí mismo, provee un ideal de progreso y habilita una razón calculadora, en el marco de una pragmática idealista. Podríamos ser más caústicos y acudir a la imaginación de otro libro extremadamente feliz publicado el pasado año, La amargura metódica, que califica este reverdecer como una época de vacas gordas, construida gracias al método del feed-lot. Pues bien, esta tesis sobre las economías barrocas, que entre otras originalidades introduce la posibilidad cierta de un Foucault latinoamericano, deberá ser discutida con detenimiento en claustros y congresos, y será citada profusamente en papers y publicaciones.
Permitanme ponerme un poco serio, entonces, y felicitar a la Dra. Gago, porque ciertamente estamos ante un pensamiento inédito, singular y potente. Pero si Vero sale airosa del desafío que asumió, es gracias a la fuerza de su hipótesis feminista. Pues tengo la impresión de que no estamos, como se dijo, ante un libro erudito. Es algo parecido, pero distinto. Es un trabajo más bien meticuloso. Detallista. Podría decirse que no deja puntada sin hilo. Cada aspecto del problema en cuestión, es recorrido puntillosamente, con una precisión que impacta.
Sin embargo, intuyo que este libro tendrá también sus detractores. Así como hace unos años recibimos el mote de románticos por “idealizar” a los movimientos sociales, hoy tal vez acusen a Vero de construir una imagen demasiado “positiva” de los migrantes bolivianos en Buenos Aires. Y no es casual, porque su principal virtud consiste en demoler las bases mismas de la moral dominante en este siglo veintiuno latinoamericano. Y lo logra con creces.
La metropólis contemporánea no cesa de volverse más y más heterogénea. Una nueva composición social desafía las pautas tradicionales de la gobernabilidad urbana. Esta realidad abigarrada y promiscua está en la base del discurso de la seguridad, y de las micro percepciones xenófobas, al tiempo que contrasta con los grandes relatos de la inclusión social. Dice Vero: “la diferencia, para ser pensada como fuente material, productiva y dinámica de la heterogeneidad de nuestras ciudades, tiene que crear sus propias medidas y normas, para que sea reconocida a partir de su producción de valor”. Todo el libro es un esfuerzo enorme, complejo y eficaz por operar esta inversión del punto de vista. No se trata de solidarizarse con las víctimas, ni de escandalizarse por el resurgir de la esclavitud. Muy por el contrario, hay que despabilar y tomar nota de la impresionante potencia de sujetos que proliferan en la informalidad, mas acá del lenguaje de los derechos. En este sentido, estamos ante una verdadera obra de perspectivismo. A mi juicio, es aquí donde hay que encontrar el aporte político mayor de este trabajo.
Ahora bien, la autora se hace cargo de las consecuencias del desafío teórico asumido. Al sumergirse en el plano de la constitución de los sujetos, la polémica no se limita a una discusión con las derechas posmodernas. La mirilla cambia de referente y el objetivo principal pasa a ser el neodesarrollismo. Específicamente, la alternativa propuesta por la razón populista entre estado y mercado, que da lugar a una nueva autonomía de la política. Pero la potencia de la investigación, según mi modesta opinión, no radica tanto en el nivel ideológico, sino en la interpretación de esos ensamblajes productivos que la autora denomina “economías barrocas”, y de la formidable recomposición de una fuerza de trabajo que desborda la forma salarial. Llegados a este punto emerge el argumento principal del libro, la aparición de un “neoliberalismo por abajo”, una red de prácticas y saberes que asume el cálculo como matriz subjetiva primordial y que constituye el motor de las economías populares.
La fuerza de esta idea se constanta en la multiplicidad de derivas que habilita. Resumiré sólo una que me interesa especialmente y tiene que ver con el tema de este ciclo (Actores, políticas y dinámicas en la ciudad neoliberal). El gigantezco negocio textil que ensambla decenas de miles de talleres y cientos de predios feriales, que se ramifica en los shoppings y galerías más prestigiosos del país, que comunica las villas urbanas con las comunidades indígenas, que se prolonga en efusivas fiestas plebeyas… proyecta sobre la ciudad un particular régimen de visibilidad, que los medios se han encargado de catalogar como “clandestino”. Si queremos eludir las anteojeras policiales que distinguen únicamente entre lo legal y lo criminal, conviene hacer foco en la dimensión productiva, para entrever en qué medida la opacidad de tales tramas económicas tienen un origen rentístico. Exactamente igual a lo que sucede con el sistema financiero, es decir en el “neoliberalismo por arriba”.
La lectura de este libro nos permite señalar tres vectores principales de creación de beneficios.
– De un lado, la marca. Cada vez más concentrada en el aspecto espiritual del proceso, que consiste en modular las formas de vida de las clases con mayor poder adquisitivo. La materialidad de este segmento recae en el diseño y la publicidad, mientras que la confección propiamente dicha se mantiene a distancia de las firmas, gracias al yeite de la tercerización. La rentabilidad extraordinaria surge del abismo que separa el precio del producto y los costos de su confección.
– Por otra parte, la feria: la Salada y sus ramificaciones, incluído el circuito Avellaneda. Una compleja madeja logística y de comercialización, protagonizada por un nuevo empresariado político-social (que algunos catalogan como mafioso). Territorio de frontera que perfora el espacio reglado por la legalidad estatal y mercantil, atenuando el poder de fiscalización del Estado y utilizando técnicas de sabotaje comercial. La venta masiva a precios bajos garantizan el éxito ferial, que consiste en apropiarse de una tajada significativa del consumo interno de la indumentaria, un mercado que crece muchísimo en épocas de aumento de los ingresos populares (un empresario del sector nos decía que “la ropa se ha vuelto una droga”).
– Por último, el taller, el eslabón propiamente sumergido, donde se emplean los costureros, quienes soportan el peso de toda la cadena. Aquí el análisis de Vero va a fondo, hasta tocar la sustancia misma del problema. El taller es una zona de producción regida por patrones de excepcionalidad, a partir de la existencia de formas laborales muy precarias. La precariedad, que no es sinónimo de pobreza, constituye un tipo de explotación que no usufructúa sólo la fuerza de trabajo, sino también las formas vidas singulares. Por eso, la precariedad hace rato ha dejado de ser un fenómeno marginal y se generaliza. Pero la especificidad del trabajo costurero de los migrantes bolivianos tiene que ver con el plus de valor que proviene de la comunidad. Semejante diferencial, reforzado por la guetificación etnicista que capitaliza el estatuto legal del extranjero, genera lo que se denomina una “renta de posición”, que impacta de lleno sobre el mercado laboral.
El “neoliberalismo por abajo” puede pensarse entonces como un triángulo sin base horizontal, conformado a partir de tres vectores de producción de renta (uno lingüístico, otro logístico, el tercero comunitario).
La pregunta, para ir finalizando, es cómo politizar este complejo ensamblaje de fuerzas. Vero nos deja, parafraseando a la presidenta, premisas “muy incómodas”, en tanto arruinan los presupuestos de todo voluntarismo político. Ella asegura “que el terreno de la subjetivación es decisivo para desarrollar un pensamiento político transformador”. En clave feminista, agrega que esa subjetivación (en su doble sentido de afirmación y sujetamiento) debe ser entendida como un proceso no homogéneo ni unitario, que exije ser abordado en todas sus variaciones, determinaciones y ambivalencias.
Cuando uno lee esta fórmula, puede pensar que se trata de un ejercicio de sofisticación teórica o de un ardid literario. Pero ahora que junto a ella y otrxs compañerxs hemos fundado el Observatorio del Trabajo Sumergido como resultante del movimiento generado por la Asamblea Textil de Flores, y nos apercibimos de lo difícil que resulta la emergencia de un sujeto costurero, con organización y palabras propias, pues uno empieza a tomar dimensión de la magnitud del desafío que enfrentamos. Gracias a Vero, entonces, por tu capacidad para mostrarnos las coordenadas de este entuerto.
Buenos Aires, martes 14 de julio de 2015

El kirchnerista que no vota a Scioli

por Diego Genoud

Se pasó los últimos 12 años defendiendo al gobierno nacional. Volvió a creer en el peronismo, comenzó a juzgar distinto a los periodistas que antes admiraba y perdió amigos con los que creía coincidir en todo. Se entusiasmó con muchas decisiones, se enojó con muchas otras pero se juramentó respaldar a Cristina hasta el último día. Siempre cuestionó a los sectores que habían formado parte del menemismo y a los dirigentes de origen liberal que escalaban posiciones en el organigrama del gobierno. Pero lloró la muerte de Néstor Kirchner y se espantó ante cada frase de una oposición que hace política para la clase media alta y los empresarios.

Durante los años noventa, vivió con tristeza las privatizaciones, el desempleo, las relaciones carnales y la frivolidad. Su padre había sido dirigente sindical peronista de un gremio poderoso y lo había hecho nacer a la política en un mundo que hoy ya no existe. Su padre, que había llegado también a presidir un club de futbol, fue el que lo formó en lo político y en lo personal. Sin idealizarlo nunca, respetó a Hugo Moyano por oponerse al menemismo y enfrentar en la calle la reforma laboral de Fernando De la Rúa y Chacho Álvarez. A partir de 2003 y durante ocho años respaldó la alianza del gobierno con el jefe camionero. Cuando la Presidenta, rompió con Moyano, se quedó del lado del gobierno y cuestionó con más fuerza que nunca todas las prácticas sindicales que había conocido desde siempre.

Fue siempre un crítico de la Iglesia Católica y del liderazgo de Jorge Bergoglio. Lo vio como el jefe de la oposición y, cuando el cardenal se convirtió en Francisco llegó, lo siguió cuestionando en voz baja pese a que muchos de sus amigos comenzaban a venerarlo.

Cuando entendió que el Frente para la Victoria no tendría un candidato propio para competir en las elecciones presidenciales, empezó a pensar en votar a alguno de los ocho candidatos que querían convertirse en herederos de Cristina. Prefería a cualquiera, menos a Scioli. Se ilusionó cuando vio que Florencio Randazzo avanzaba en la campaña con críticas a los tres candidatos que aparecían arriba en las encuestas y fulminaba al gobernador bonaerense.

Siempre dijo que nunca iba a votar a Scioli. Y lo mantiene. A pesar de que ahora es el candidato y de que cuenta con el respaldo de la Presidenta. Lo conozco. ¿Es el único?

De pliegues y resistencias

(Sobre La Subjetivación, de Gilles Deleuze)[1]

por Diego Sztulwark



¿Más Foucault? Un Foucault político, con centro en la noción de resistencia. Un Foucault vitalista, pero de un vitalismo que no se separa de un fondo de “mortalismo” y para el que la vida no es sino conjunto de “funciones que resisten a la muerte”. Un Foucault para el cual la cuestión de “¿qué es pensar?” se formula trazando líneas: líneas curvas (enunciados), línea de cuadros (visibilidades), las forma estratificadas del saber; líneas agitadas, oceánicas o moleculares de las fuerzas (poder); líneas flexionada de resistencias, línea plegada de singularidades substraída a la relación de fuerzas (subjetivación). Así lo presenta Gilles Deleuze en su curso de 1986, íntegramente dedicado a exponer los conceptos originales de Foucault y a trazar sus relaciones posibles, así como las relaciones con filósofos con los que se encuentra en situación privilegiada.  

Lo político formidable, en esta presentación del “último” Foucault, consiste en el descubrimiento de la autonomía de la subjetividad, instancia que se deriva de las relaciones fuerzas y de las formas (saberes). Esa derivada es la adquisición última y fundamental de la política que Foucault encontró en los griegos cuando buscaba romper el impasse al que había llegado, según Deleuze, por el efecto hiper-totalizador del diagrama de fuerzas del poder. Una totalización que no dejaba respirar, ni permitía comprender el pasaje inmanente de los diferentes diagramas históricos.   

El problema que se planteaba a Foucault era el de la compresión histórica de la mutación de los diagramas (de soberanía, disciplinarios, de control). Las fuerzas  entran en relación en virtud de su doble poder de afectar (actividad) y de ser afectadas (espontaneidad). La aptitud para afectar y padecer permitía identificar las singularidades afectivas o reactivas en las fuerzas. Pero lo reactivo(punto en que una fuerza es afectada por otra) no es lo resistente (instancia autónoma del poder). Y sólo lo resistente de los contrapoderes permite comprender el carácter variable e histórico de los diagramas de poder.
¿Qué es lo que vieron los griegos? Fueron, para Foucault, los primeros en “plegar la fuerza” (la cuestión del “gobierno de sí” como condición del “gobierno de los otros”). Y lo hicieron, no en función de un “milagro” particular, sino en virtud de su diagrama de poder consistente en el juego de la rivalidad entre agentes libres.

El pliegue es la operación que lleva a la autoafección de la fuerza. El plegamiento no se da –esta es su autonomía– según los saberes o los poderes de su época, sino en función de lo que Deleuze insiste en llamar “reglas facultativas”. El pliegue se opera sobre la línea del afuera, que es otro nombre para el elemento informal de las fuerzas. La subjetivación es el proceso mediante el cual se constituyen momentos de vida autónomas por vía de la substracción (derivación) del saber-poder. Y el carácter resistente de sus singularidades consiste en su capacidad de desplegarse por su cuenta, acosadas tanto por las tentativas de investimento por parte del saber, como de las pretensiones de control de lo poderes.

¿En qué se distingue la subjetivación de la pretendida “vuelta al sujeto” que Deleuze rechaza por completo? En la subjetivación, el interior (el sí mismo) está hecho desde el exterior, el pliegue está hecho con la misma materia del afuera. La subjetivación no permite pensar un interior cerrado (institucional o psíquico), sino como terminal de un medio exterior. En otras palabras: es con relación al diagrama de las fuerzas que la subjetivación actúa como un operador de subjetivación. Y por esto es que la resistencia, en Foucault, se da como creación.

El pliegue ha sido pensado por muchos filósofos. Deleuze se concentra sobre todo en una comparación con Blanchot y Heidegger. Con Blanchot, se trata de comprender que el elemento informal de las fuerzas es un afuera absoluto, una línea de muerte imposible de franquear. El pliegue, en Foucault, será siempre un arrancar vida a la línea de la muerte, un vencer provisorio de la vida sobre la muerte. Un “vitalismo” sobre fondo mortecino. El pliegue, desde este punto de vista, crea una subjetivación en medio del hundimiento y la catástrofe. ¿Cómo no ver aquí una condición fundamental para la política radical? Separados del pliegue que extrae vida de la línea de la muerte, los vitalismos no son sino figuras retóricas inconsistentes.

Y con Heidegger se trata de la distinción fundamental entre un “posible lógico” (el pensamiento siempre cuenta con la posibilidad de pensar) y una potencia efectiva (el pensamiento tomado en un encuentro con otra cosa). Lo que da a pensar es siempre el afuera. La fórmula heideggeriana “todavía no pensamos” apunta a destituir la imagen lógica del pensar. Heidegger, pero también Artaud, para quien el pensar está afectado por un “impoder” que no se resuelve nunca a partir de la “posibilidad”, sino de un nuevo poder vital. Y aún Proust, para quien lo que fuerza a pensar es siempre un signo del mundo exterior (celos, enamoramientos).

No nos equivocaríamos demasiado si tratásemos de encontrar una zona común entre la subjetivación en Foucault y la noción de devenir en Deleuze y Guattari. ¿No hay en la constitución de ambos conceptos fundamentales una evaluación del ‘68? Eso afirma Félix Guattari en diálogo con Deleuze sobre el 68 como constitución de pliegues en la extraordinaria clase del 13 de mayo. Guattari retoma el 68 como tentativa de subjetivación (conjunto de resistencias, de afirmaciones autónomas), aunque critica a Foucault por no haber sabido diferenciar suficientemente la “lógica de los afectos” del juego de las fuerzas. El pliegue, para Guattari, introduce un nuevo sistema de referencias que, o bien produce un trastocamiento, o bien activa una recuperación de las subjetividades por parte del sistema de los saberes y las relaciones de fuerzas.

Con Guattari, las subjetivaciones se colocan en el centro de la gran política. La modulación de los afectos y los vuelcos de la subjetivación se convierten en el principio analítico absoluto. Frente popular, New Deal, fascismo, la política española, integración a la japonesa, y la subjetivación a la brasileña son otros tantos casos de una lucha entre producción de subjetividad y proliferación de arcaísmos hipercapitalistas: “cuando un operador es lo suficientemente potente para cambiar completamente las coordenadas de subjetivación de un ámbito, mientras que funciona, tiene todo tipo de consecuencias, todo tipo de efectos, puede contaminar todo el planeta, tal como en el 68 (…) pero luego, si se quiebra, hay por el contrario, un ascenso de viejos modos de subjetivación que van a reanimarse, a retomar el poder, a reinstaurarse de manera tanto más violenta cuanto que hubo imposibilidad para ese nuevo proceso de subjetivación de hallar su propia duración, su propia memoria”.         

La subjetivación es la fuente de las singularidades resistentes y de apertura de potencialidades de un campo social. De hecho, en estas clases, Deleuze está construyendo sin decirlo un formidable encuentro político entre Foucault y Mil mesetas. Si la “problematización”, en Foucault, se expone a partir de cuatro ejes (forma de lo visible y forma de lo enunciable, fuerzas-poder y subjetivación) los “agenciamientos” de Mil mesetas estarán construidos por líneas equivalentes: sobre un eje horizontal, actuarán los agenciamientos maquínicos de cuerpos (contenido) y agenciamientos colectivos de enunciación (expresión); y sobre un eje vertical  los vectores de territorialización (diagrama) y de desterritorialización (deseo, máquina abstracta).            

En otras palabras, lo político –para Foucault, pero también para Deleuze y Guattari– pasa por la afirmación de una instancia no estructural que opera por derivación (substracción/extracción) respecto de las relaciones de fuerzas. No se trata para ellos de simbolizar esta instancia, sino de pensarla en torno a las fuerzas o afectos. Si lo político combina una y otra vez la subjetivación con el saber y el poder (todo tipo de compromisos y reformas) su dinamismo más propio surge de su persistente autonomía, de su tendencia a resurgir en las coyunturas mas oscuras El descubrimiento del pliegue de las fuerzas coloca a Foucault más allá de la microfísica del poder, en la medida en que se incluye ahora al afuera.

Pero ¿cómo pensar este afuera? El afuera es lo que da a pensar, pero es también lo más interior, lo impensado del pensamiento. El afuera es velocidad infinita. Velocidad que experimenta el pensamiento. Lo que lleva a Deleuze a preguntarse por el pliegue desde otro ángulo: ¿cómo ser estos seres lentos que somos cuando somos atravesados por estas velocidades infinitas? Por una vez no se trata de discutir. “si han comprendido” algo de Foucault, dice el profesor Deleuze a sus alumnos, no le opongan objeciones: traten de conocer las “reacciones afectivas” que les produce. Y si el pensamiento de Foucault no les conviene al menos habrán encontrado la dirección en la que pueden seguir pensando.


[1] Gilles Deleuze, La subjetivación. Curso sobre Foucault. Tomo III, Cactus/Clases, Bs-As, 2015)

Los ojos azules bien abiertos

por Ezequiel Casanovas
(Fotos: Pablo González)

Una noche de enero de 2015, Cristian Pilotti agarró a su novia del cuello, le gritó que era una puta, que la iba a matar y la golpeó en la cabeza hasta dejarla inconsciente. La justicia lo consideró “tentativa de femicidio”. Con las resonancias del #NiUnaMenos todavía en el aire, crónica de una historia de violencia machista.
Vicky está contra la pared de la habitación de Cristian y no podrá escapar. Los ojos azules bien abiertos por el miedo. El pedido, el ruego para que hablen no alcanzarán a tapar los gritos, las amenazas. Tampoco su mano de mujer delgada. Por más que la estire y trate de doblar el brazo de su novio. No podrá con ese caño trabajado en años de gimnasio ni con la mano como tenaza que la sostiene del cuello. Ni con la otra, ya puño que se estrella contra sus pómulos, sus labios, sus mejillas.
Los golpes podían llegar si Vicky saludaba a alguien y no lo presentaba. Si entraba a un Facebook de otro hombre. Si se ponía una minifalda o un jean. Si se maquillaba mucho, poco o iba a cara lavada. Siempre le echaba la culpa. Siempre los celos, la desconfianza de Cristian.
Aquella noche, después de siete años de relación, Cristian le revisó el celular. Encontró un mensaje de alguien que le decía a su novia que era una reina y debía ser tratada como tal. Ella contestaba que estaba bien y elegía estar con él. Pero no alcanzó.
—Hay cosas que tengo tapadas —dice Vicky para explicar que esas situaciones eran normales en la relación y de muchas ya no se acuerda.
Hay cosas que tiene tapadas. Se acostumbró: un buen maquillaje para los pómulos morados; hielo para la hinchazón en los labios; el pelo como una cortina para las marcas en el cuello. O decir, como le dijo un día de ojo morado a su mamá, que Cristian le había dado un codazo cuando abrió la ventana.
**
El 21 de agosto de 1989 Alejandra y Roberto tuvieron a su tercera hija en Rosario. Victoria Montenegro llegó veintitrés meses después que las mellizas Fernanda y Soledad. A los dos años, la familia se mudó a Mar del Plata. Siempre vivieron en San José, un barrio de clase media trabajadora. Ahí, en 1997 nacieron los más chicos de la familia: Eugenia y Rodrigo, también mellizos.
Vicky andaba de acá para allá con sus hermanas más grandes. Uno de los juegos favoritos era con las barbies. Tenían varias y hasta les habían regalado la casita para esas muñecas. Las peinaban, las cambiaban y a veces les inventaban alguna historia. El barrio estaba lleno de chicos: jugar en la vereda era otra opción. O iban a patinar a alguna plaza.
La naturaleza le gustaba desde chica. El jardín y parte de la primaria los hizo en el colegio Albert Schweitzer y, cada año, los llevaban de campamento. La escuela le encantaba y Alejandra todavía lamenta que en cuarto grado tuvieron que cambiarla a la número 20 porque ya no podían pagarla.
Cuando tenían entre ocho y diez años Fernanda iba con Vicky a hacer los mandados y su hermana miraba para abajo todo el camino. Entraba a los negocios, volvían y nunca levantaba la cabeza. En los cumpleaños lo mismo. Se quedaba sola, sin hacer nada hasta que alguien le hablaba y la invitaba a jugar.
El Polivalente de Arte era el colegio de Fernanda y Soledad y el que eligió Vicky para hacer el secundario. A la mañana tenía clases y a la tarde danza. Dos años después no soportó más. La danza no era lo que esperaba y no había diferencia entre la doble escolaridad y leer un libro de mil páginas. Terminó cambiándose al Federico Leloir.
A los quince tuvo a su primer novio. Lo conoció en el centro donde los chicos y chicas se juntaban a conseguir tarjetas para algún boliche. Se llamaba Lucas pero para Vicky era más un amigo que una pareja. Escuchaban mucho reggae, se la pasaban haciendo trenzas de tela, yendo a recitales.
Alejandra recuerda que sus tres hijas más grandes compartían el mismo grupo de amigos. Eran como quince y cuando no iban a bailar se quedaban en su casa, ponían luces, equipo de música y una de las habitaciones se convertía en pista de baile. Fernanda dice que esos fueron los mejores años. Iban juntos a todos lados, se querían mucho y compartían los mismos códigos.
Durante toda esa época, Vicky se imaginaba una tarde de verano en la playa. El cielo enrojecido del atardecer. El mar oscuro pero azul apenas con unas ondas sin ganas de ser olas. Ella, vestido blanco, del brazo de su padre. La gente de pie a los costados de un camino para que la novia llegara al altar y al novio que la esperaba junto al cura. El sí, acepto y después una fiesta de dos días.
El Cristian del principio -como lo llama Vicky ahora- se parecía al novio de ese sueño. Era compañero, contenedor, la entendía y aconsejaba. Las salidas eran muchas y variadas: pasaban el día en la playa, se iban a Santa Clara o Miramar, tomaban mate en la Costa, iban al cine, a bailar y organizaban campamentos. Lo que ella proponía siempre estaba bien. Tenía todo lo que Vicky esperaba para enamorarse. Pero le cuesta recordar esa etapa. A Fernanda no.
El abuelo materno era uno más en la casa. Siempre vivió a pocas cuadras y lo veían todos los días. Para Fernanda y las hermanas era el amor de sus vidas: un padre. No llegaba a los 70 años y tenía soriasis. Un día de marzo de 2009 fue a la clínica para hacer un tratamiento de la enfermedad pero le inyectaron mal un medicamento y murió a los tres días.
Cristian no se movió de al lado de Vicky. La acompañó al velorio, a la casa, al entierro. Preguntaba si alguien de la familia necesitaba algo y no se olvidaba de decirle a su novia que todo iba a estar bien.
Ahora, Vicky no puede explicar en qué momento cambió la relación. Fernanda cree que sí. Se acuerda la primera vez que lo vio violento: hacía más o menos un año que salían. Vicky llevaba un vestido color crudo, la cara apenas maquillada, el pelo suelto. Tomaban una cerveza en la casa y al rato llegó Cristian que la venía a buscar para salir.
Él y Fernanda estaban sentados a la mesa rectangular del comedor de paredes blancas sin ningún cuadro. Vicky se fue a la pieza y volvió con un short y una remera. Preguntó cómo le quedaba. Fernanda le dijo que bárbaro. Cristian estaba atrás suyo: lo escuchaba pero no podía ver las señas que hacía y dijo que estaba de acuerdo pero a su hermana se le transformó la cara. Se fue y cinco minutos más tarde volvió con un pantalón y camisa escocesa. Para Fernanda también le iba bien. Cristian opinó lo mismo. Vicky miró al suelo y volvió a la habitación a cambiarse otra vez.
Fernanda fue al baño. Salió y desde el pasillo que da a la habitación escuchó a Cristian diciéndole a Vicky que con short, pollera o jean era igual:
—A mí me chupa un huevo lo que te pongas: siempre vas a ser una puta.
**
Vicky vio que el puntero del mouse se movía solo aunque hacía unos minutos que nadie tocaba la computadora. La flecha fue hasta el zócalo de la pantalla, se posó en el ícono del Messenger y lo abrió. Ella se sentó en el escritorio y agarró el mouse. El puntero se detuvo.
A los dos días, el técnico que revisó el CPU descartó un virus o cualquier otra falla. Pero Vicky no estaba loca: alguien manejaba el puntero desde otra computadora. Era Cristian que había instalado un programa espía. Podía ver con quien chateaba, las páginas a las que entraba y hasta los trabajos que hacía para el profesorado de maestra jardinera.
Estaba en primer año y había dejado Publicidad, la carrera que siguió apenas terminó el secundario. Le gustaba pero no se imaginaba entre campañas y avisos. Todas las mañanas cuidaba a los nenes de dos y cuatro años de su vecina. Jugaban, pintaban, la pasaban bien y pensó que su vocación era estar al frente de una sala en un jardín de infantes.
La relación con Cristian llevaba más de dos años y no era como al principio. Cuando iban a bailar o al cine pasaba algo que disparaba los celos de él. Igual que cuando estaban con el grupo de amigos de Vicky. Su novio siempre se enojaba. Sobre todo si alguno de los chicos la miraba, le hablaba o se reía y ella se empezó a distanciar. Sus amigos le hablaron, le pidieron que no se aleje pero después la dejaron ir.
Cristian también sabía mostrarse como cuando lo conoció: la hacía reír, la acompañaba, la contenía. Vicky hacía todo para que ese momento fuera lo más largo posible. Si sonaba su celular se encargaba de que supiera quién la llamaba y si no estaban juntos le avisaba cada uno de sus movimientos. Todo el tiempo pensaba cómo proteger la relación y a Cristian. La única forma de cambiarlo  —y estaba convencida de que lo iba a cambiar— era estando con él.
Vicky miraba a sus papás. Habían tenido problemas económicos, familiares, pérdidas de personas muy queridas. Incluso, Roberto, camionero, trabajaba en San Nicolás y veía a la familia un fin de semana cada quince días. Pero con Alejandra hacía más de veinte años que estaban juntos. Para ella, el amor era luchar contra todo y a Cristian lo amaba.
El primer año en el IDRA, el instituto donde cursaba, fue inmejorable: metió todas las materias. Un día de octubre de 2010 se preparaba para rendir un parcial a las seis de la tarde y le llegó un mensaje. Una exnovia de Cristian le decía que él le acababa de escribir para verla. Ella lo llamó y le contó. Cristian le pidió que esperara en su casa, estaba yendo para allá. Quería explicarle.
Vicky se fue a rendir. Caminaba por la calle Córdoba y dos cuadras antes de llegar al instituto vio a su novio que venía de frente. Dobló, hizo una cuadra y volvió a doblar en San Luis. El IDRA tenía entradas por las dos calles. Nunca va a saber cómo pero Cristian le había ganado. Estaba cerca de la puerta aunque no pudo evitar que ella se escondiera entre otras chicas y entrara.
No había llegado al aula que el teléfono sonaba y sonaba. Vicky no atendía y lloraba. El primer mensaje de texto decía “salís o entro y te cago a patadas”. El segundo: “voy a romper todo te voy a matar”.
Vicky, la respiración entrecortada por la angustia, apenas le podía explicar a su profesora que no iba a rendir. La mujer la obligó a mostrarle los mensajes. Le dijo que lo normal era que su novio le preguntara a qué hora salía y la esperara. Ella le aseguraba que no iba a entrar, que no pasaría nada.
Desde el instituto se comunicaron con Alejandra. Un empleado de seguridad privada vigilaba a Cristian que miraba hacia adentro o iba de una puerta a la otra. A medida que terminaban de rendir, las demás chicas le hacían compañía a Vicky.
De afuera llegó el ruido de la sirena. Un patrullero se llevó a Cristian de la puerta del instituto. Ella no podía creer lo que estaba pasando. Ya no habría excusas: en un rato se quedó sin maquillaje para el ojo morado, sin pelo que escondiera los dedos marcados en el cuello. Desnuda como mago al que le descubren todos los trucos: su familia, sus compañeras y todo el IDRA ya sabían.
Vicky se moría de vergüenza.
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Según la ley 12569 de la provincia de Buenos Aires, la Violencia de Género puede denunciarla cualquier persona. No sólo la víctima. Pero nadie hizo la denuncia.
Las denuncias por violencia de género se hacen en la comisaría de la Mujer. Según el Centro Municipal de Análisis y Desarrollo del Delito, en 2014 hubo 1139 denuncias y estiman que las víctimas son más de 7 mil: la mayoría de los casos no se llega a denunciar.
El 108 es una línea de asesoramiento gratuita que dispuso la dirección de la Mujer de la comuna a la que puede comunicarse la víctima o cualquier persona que sepa o sospeche de una situación de violencia. En enero y febrero pasados recibió en promedio 700 consultas mensuales. Más de 23 llamados por día. En 2014, el promedio fue de 600 por mes.
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“No se considera como un hombre violento ni golpeador”, dice un asistente social sobre Cristian. Lo entrevistó en el marco de la causa en que figura como imputado y el informe final consta en el expediente.
Nació el 7 de enero de 1990. Le dicen Pilo —su apellido es Pilotti— y es el mayor de cinco hermanos. Los trillizos tienen dos menos que él y al menor le lleva nueve. Vive con ellos y sus padres en el barrio Hipódromo.
Desde los dieciocho años trabajaba de ocho a tres de la tarde en el Ente Municipal de Vialidad y Alumbrado. Manejaba un camión de “Bacheo al toque”. Según él, nunca tuvo problemas ni sanciones laborales. También es guardavidas y conductor náutico.
Cuando salía del trabajo, iba al gimnasio. Hacía musculación, cinta, bicicleta, spinning. Con uno de sus hermanos, personal trainer, seguía una dieta a base de proteínas para subir de peso. Los kilos demás se convierten en músculos. Todos los días comían arroz con pollo, ocho claras de huevo y tomaban polvos proteicos con carbohidratos y aminoácidos. Nunca probó anabólicos ni esteroides.
Fumaba marihuana desde los dieciséis. Probó cocaína pero no le gustó. Hacía dos años que consumía éxtasis. También pepa junto con alcohol todos los fines de semana para ir a fiestas electrónicas. “Me pega alegre”, dice.
A su relación con Vicky la describe como “la única en que tuvo sentimientos”. El asistente social escribirá que Cristian no registra la situación de violencia por la que se lo acusa. Sí otras veces en las que tuvo ganas de pegarle a Vicky pero logró reprimirse y controlarse. “Es la única persona que logró sacar lo peor de mí. Nunca le levanté la mano a una mujer”, dice Cristian.
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El mensaje de Cristian decía que estaba pasando por el momento más difícil. Vicky le respondió y quedaron en encontrarse en la puerta de su casa. El mismo lugar donde se habían visto por última vez hacía un año. Fue una noche de febrero de 2012. El cielo despejado, el calor, sugerían una cerveza o una vuelta por la costa pero él no quiso. Tenía que contarle algo antes que se enterara por otra persona. Estaban en su auto, lloraba y un temblor le sacudía todo el cuerpo. Tardó unos minutos en reponerse. Ella pensaba que estaba enfermo o se iba del país. Nada de eso. Había tenido una hija con Florencia, una de sus amigas.
A principios de 2013, Cristian también lloraba y le decía que la necesitaba. La mamá de la nena se la había llevado a Buenos Aires. No le atendía el teléfono ni respondía mensajes. No tenía cómo ubicar a su hija. Tampoco entendía a la abogada que contrató para recuperarla. Le pedía ayuda.
—Lo empecé a ver de vuelta por la nena— dice Vicky.
—¡Por lástima! —grita su mamá desde algún lugar de la casa y parece que ella no escuchara.
—Fue lo peor que podía haber hecho.
Vicky, pantalón verde, remera blanca, va a repetir esa frase o alguna parecida todas las veces que cuente que volvió con Cristian. Pero así lo puede ver después de tres meses de terapia.
Desde las amenazas en el IDRA cada vez que se reconcilió con él fue por unos meses —lo mismo dirá cuando lo denuncie—. Después se peleaban, estaban un tiempo separados hasta que pasaba algo y volvían. Muchas veces a escondidas. Nadie quería que esté con él.
Ella lo puede ver ahora que ceba mate dulce en el living de su casa, le pide al gato gris que no se suba a la mesa y describe a la relación con el Círculo de la Violencia, un esquema que usa la psicología para analizar las relaciones violentas y tiene tres etapas.
Todo empieza con la etapa de acumulación de tensión. El hombre vive enojado, indiferente, es dueño de silencios que duran horas. Si la mujer pregunta qué le pasa, responde que nada, que es ella que está muy sensible. Tiene demandas irrazonables o manipuladoras: si hay lasaña para la cena, su mujer debió imaginar que él quería comer pollo. Las palabras, los gestos, las opiniones que valen son las suyas. Él es la autoridad. La mujer se pregunta en qué falla. Siente culpa, angustia, confusión. Hace lo imposible para calmarlo aunque nunca alcanza.
La tensión aumenta hasta que estalla. Llega la etapa de explosión violenta. O sea los insultos, amenazas, golpes. Tras el dolor, la mujer se siente culpable, ansiosa y tiene miedo. Aprende  que el poder es exclusivo del hombre.
La tercera etapa es la luna de miel. El hombre llora. Pide perdón. Admite que estuvo mal.  Promete cambiar y le pide a la mujer que lo ayude. Hace lo que sea para que lo acepte de nuevo. Incluso deja que ella crea que, ahora, el poder es suyo. Cuando empieza a ejercerlo, él siente que pierde el control y quiere retomarlo: el círculo vuelve a empezar. Funciona como un espiral: las etapas son cada vez más cortas y la violencia más intensa.
Sin embargo, él niega el abuso. Lo minimiza, lo explica, lo justifica. Eso le permite vivir con lo que hace, no ser descubierto por los demás, tratar a la víctima de exagerada cuando no hay evidencias del maltrato o decir que no quiso dañarla cuando las hay.
La mujer también niega y se culpabiliza. Es preferible eso que aceptar que el hombre que eligió no la quiere, no la respeta. Reemplaza su valoración personal por lo que su pareja piensa de ella. Cada vez es más dependiente, tiene menos poder y menos energía hasta que siente que no puede vivir sin el hombre.
Es muy difícil romper el círculo sin ayuda.
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Nadie. Ni la mamá, el papá, las hermanas, las amigas de Vicky sospechan que está viendo a Cristian otra vez. Si supieran, quizás no permitirían que se levante, vaya a la cocina y corte pan para preparar sánguches. Ni que los guarde en la mochila y cargue la heladera con gaseosa y salga al mediodía a encontrarse con él. Hace menos de un mes que se recibió de maestra jardinera. Cristian la llamó para felicitarla y están empezando de nuevo.
Su cumpleaños es el 7 de enero y hasta el día anterior la amenazó con que no estaría invitada. Pero ahora están en la pileta del camping municipal. Cristian quiso pasar el día con ella y a la noche la invitó a una fiesta. No le importa que esté pendiente del teléfono, hablando o respondiendo mensajes. Tampoco dejar el celular en la mochila porque con él lo tiene prohibido. Vicky dirá que ya sabía todo lo que tenía que hacer para que no hubiera problemas. Él quiere que vivan juntos después de la temporada y ya no tiene dudas de que la quiere.
Son más de las siete de la tarde y cerca del mar, el cielo se pone rosado: el sol le da tregua a los cuerpos después del día de playa. Cristian y Vicky llegan a la inauguración del balneario Destino Arena, al lado del Faro, en el Corsa de él. Se detienen en la garita de seguridad y muestran la invitación: “Destino Arena Opening Party”. Recorren más de dos cuadras entre médanos y palmeras y dejan el auto en el estacionamiento.
El balneario está en la zona más comparable con Punta del Este de la costa marplatense. El cuerpo de modelo, la actitud de vedette de las promotoras en la entrada. Un deck donde podría caber una cancha de fútbol siete. Un bar en cada punta y una cabina de Dj en cada bar. Dos barras de tragos con carteles de Heineken. El agua de la pileta que, por las luces, parece turquesa. Palmeras y sillones, mesas y reposeras blancas.
Los hombres de malla o bermuda. Las mujeres de short o minifalda. Casi todos de  musculosa o remera. Una de cada tres personas lleva lentes negros o espejados. La mayoría de los cuerpos bronceados, muchos tatuados, otros tantos trabajados para llegar al verano como las revistas mandan. En la mano alguna botellita de agua mineral, Cuba Libre, Campari o el porrón de cerveza.
Los Dj pasan música desde temprano. No aturden como en un boliche. Hay mucha gente pero nada de amontonamiento. Algunos bailan, otros hablan, se ríen. Son las mismas caras que se ven en las fiestas electrónicas de Mar del Plata. Vicky y Cristian las frecuentan y conocen a muchos. Van, vienen, charlan con uno, con otro.
Los dos coinciden: se estaban divirtiendo.
Una semana más tarde, Cristian declarará como imputado ante el fiscal Juan Pablo Lódola que con Vicky, en el camping, tomaron media pepa cada uno y alcohol todo el día. Alexis, un conocido de Cristian, citado como testigo en la causa, dirá que estaban de la mano y lúcidos aunque todos tomaban alcohol. No sabe si tomaron pastillas pero Cristian, en el ambiente, tiene fama de que le gustan.
Cristian declarará que tenía un amigo en la barra que le daba cerveza a buen precio y que tomaron éxtasis. No recuerda la cantidad pero cree que dos pastillas cada uno.  También le dirá al fiscal que su novia se estaba besando con otra chica. Entonces fue, la tomó de la mano y le dijo: “¿Por qué me estás haciendo esto? ¿Estás flasheando?”. Desesperado, discutiendo la llevó hasta el auto. Le pidió que le explicara. Vicky no quería subir y la agarró del cuello para que entrara. Arrancó, se fueron, la discusión siguió. Cristian no recuerda el lugar —“por el estado en el que estaba”, dirá— en que frenó y le pegó. Lo que sí recuerda es que golpeó con el puño cerrado. Ésta es su versión.
Vicky lo contará de otra manera.
En la fiesta, se encuentra con Guadalupe, una amiga que hace tiempo que no ve. Mientras bailan, le cuenta que hace poco se reencontró con Cristian. La conversación se interrumpe cuando siente una mano que la agarra del cuello. Los dedos de su novio la atenazan y le llevan la cara a su pecho. Algo le dice al oído. No le gusta cómo baila.
La agarra de un brazo y con la otra mano la empuja hacia una de las salidas que dan a la playa. Vicky atina a mirar a Guadalupe que no sabe qué hacer. Después agacha la cabeza. Algunas personas se abren para dejarlos pasar. La mayoría ni se entera. Junto a la barra hay un espacio tapado por una valla de seguridad. Cristian la empuja pero por ahí no pasa.
Micaela, una chica que está en la fiesta, le pide a un empleado de seguridad privada que haga algo. El tipo responde que no se puede meter en problemas de pareja. Los dos ven cómo Cristian obliga a su novia a ir al estacionamiento. Caminan entre los médanos, la gente queda atrás y parece que nadie escucha los gritos.
—¡Me estás haciendo quedar como un boludo! ¡Te voy a matar! ¡Te estás portando como una puta!
Llegan al lado del auto y, como siempre, la agarra del cuello. Siguen los gritos, las amenazas. Vicky, los ojos ciegos por el miedo, otra vez no podrá escapar. No tiene cómo. El brazo trabajado en años de gimnasio de su novio, la mano ya puño que no se detiene ante su ruego y va derecho al pómulo izquierdo es lo último que ve, lo último que siente antes de perder la conciencia.
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Vicky está en la comisaría de la Mujer. Ya terminó de contar lo que pasó en la fiesta. El policía se levanta para hacer las copias de la denuncia. No se da cuenta que ella transpira, siente frío y no para de temblar. El desmayo llega segundos después. Su papá la levanta en brazos y la lleva a la clínica.
Según el informe médico —que figura en la Instrucción Penal Preparatoria Nº 08-00000876-15— tenía lesiones en la cabeza: trauma de región frontal con hematoma bipalpebral  en ambos ojos, trauma de nariz, contusión en labio superior, fractura de arcada zigomática, neumatización del cornete medio derecho, desviación del tabique nasal, fractura multifragmentaria de pared lateral y posterior del seno maxilar con colección hemática.
Dicho de otra manera: estaba desfigurada. El informe médico aclara, también, que tenía lesiones en el cuello y en el tórax, las costillas, la columna.
El primero que la asistió esa noche fue Mariano, un amigo suyo. En el expediente está la  declaración: Cristian estacionó el auto frente a la pizzería donde él trabaja, en Almirante Brown al 1800. A veinte metros escuchó cómo la pareja discutía y el golpe que Cristian le dio al volante. Convenció a su amiga de que pasara al baño del negocio y se pusiera hielo.
Mariano dirá que Cristian no sabía qué hacer: no la quería dejar “tirada” pero, a su vez, se quería ir. Todo el tiempo trataba de explicar lo que había pasado. Buscaba excusas y le repetía que si Vicky no hubiera bailado así.
—Estoy arrepentido. Se me fue la mano —recordó Mariano que le dijo.
Vicky lo echó de la pizzería. Se fue y al día siguiente volvió a hablar con Mariano. Esta vez por WhatsApp. La conversación también figura en la causa. Siempre la empieza Cristian: a las 12, a las 2 de la tarde, a las 5, a las 6. Pregunta por Vicky, dónde está, si está internada. Dice que la estaban pasando bien pero ella se equivocó. En uno de los mensajes le escribe: “Me sentí re boludeado. La vieron todos”.
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Vicky apretará el botón Publicar de su Facebook y no habrá vuelta atrás.
El sol de la mañana del domingo 11 de enero amenaza con una tarde de más de 30 grados. Pero a Vicky poco le importa. Hace un día que salió de la clínica. Su familia le prohibió todo contacto con Cristian que no podrá pedir las disculpas de cada vez. O hacerse el que no recuerda lo que pasó. Ni preguntarle por qué lo provocó y mucho menos prometerle que va a cambiar, que van a estar bien.
La noche anterior Fernanda y Alejandra ven una foto de Cristian en Facebook. Está en la costa, abrazado a un amigo. Hacen un comentario y Vicky se da cuenta de que hablan de él. Ellas no le quieren decir nada pero se enoja y su mamá le muestra la pantalla de la computadora:
—Esto hacía el hijo de puta que te cagó la vida mientras vos estabas internada.
Hay otras fotos de él: bailando solo, con cuatro chicas en un boliche, abrazado a otra mujer. Vicky no puede creer que Cristian siga como si nada. Ella sabe que sus amigos, incluso los que tienen en común, piensan que es un genio. Sabe —le dijeron los médicos— que una trompada más pudo haberla matado. Por primera vez el enojo, la bronca son más que la tristeza.
Esa noche le cuesta dormirse pero cuando decide usar el Facebook lo consigue. Apenas se levanta agarra la computadora y escribe como quien escapa, sin lugar a interrupciones. Cuenta que no está de acuerdo con el morbo de las redes sociales pero siente todo el dolor que puede llevar en el cuerpo. Habla del llanto de sus amigos, su familia; del odio que inunda la casa. Esta vez no puede dejarlo pasar.
La barra azul del Facebook marca que la imagen está cargando. Son tres fotos en una. A la izquierda de la pantalla se ve a Cristian: el torso de patovica desnudo, los lentes negros, media sonrisa. En el medio aparece de musculosa, sin lentes y abraza a Vicky por la cintura. Ella, el pelo tirante hacia atrás, vestido blanco, devuelve el abrazo. Los dos tienen un vaso de cerveza en la mano y miran a cámara. Ninguno sonríe. En la última se ve la cabeza de Vicky sobre la almohada de la clínica. Una lágrima de sangre ya seca le cruza la cara pálida, agotada. El ojo izquierdo morado, cerrado por la hinchazón. Los labios partidos, del color del ojo. Una cinta blanca le tapa la herida en el pómulo.
Vicky publica la foto. En dos horas, más de 600 personas comparten su estado y llueven mensajes privados. Unos de apoyo, otros le piden consejos. Una mujer policía le escribe que  vive la misma situación con su pareja, también policía. El tipo le juró que si lo denunciaba la hacía desaparecer en dos minutos. La mujer le pedía ayuda porque cada vez que iba a dejarlo, el novio la convencía.
—Pobre chica. Todavía piensa que el novio va a cambiar —dice Vicky.
—Es lo mismo que vos pensás de Cristian —responde Fernanda.
A la tarde, 10708 personas ya compartieron la imagen y 8164 le pusieron me gusta. Una ciudad entera sabe de Vicky. Y de Cristian. El lunes es tapa de portales de noticias y diarios. La semana va a ser larga: las radios la despiertan a las siete y la llaman todo el día. Las cámaras de televisión de canales locales y nacionales la visitan en su casa.
Dos días después, la policía detiene a Cristian.
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El Juez de Garantías Juan Tapia dictó la prisión preventiva a Cristian y lo acusó de tentativa de femicidio.
En su resolución, evaluó que Cristian mide casi dos metros. Tiene un cuerpo fuerte y atlético. Agarró del cuello a Vicky como para estrangularla mientras gritaba que la iba a matar y la golpeó en la cabeza. Le provocó traumas y fracturas en una zona vital. Vicky perdió el conocimiento. “Esa conducta está orientada a matar”, dijo el juez.
El femicidio, agravante del homicidio, es cuando un hombre mata a una mujer en un contexto de Violencia de Género. Pero el Código Penal no define qué es Violencia de Género. Tapia recurre a otras normas para interpretarla: se basa en una relación de poder desigual. En una agresión a la mujer por el hecho de ser mujer. En una situación de dominio y sometimiento en la cual el hombre actúa como si la mujer fuera su propiedad.
Para Tapia, Cristian dominaba a Vicky. Había una relación de poder desigual entre ellos. Tuvo una actitud machista cuando interrumpió la charla entre su novia y Guadalupe. Le reprochó que lo estaba “haciendo quedar mal”, la trató de “puta” y se la llevó por la fuerza hasta el estacionamiento como si fuera una cosa.
Además, en la declaración de Cristian, hay un intento de justificarse cuando dice que su reacción fue por la actitud de Vicky. El juez dice que es una argumentación sexista muy común en casos como éste: le traslada la culpa a su pareja que pasa a ser la provocadora y no la víctima.
La pena mínima que le correspondería a Cristian es de diez años. Tapia sostiene que si  recuperara la libertad podría presionar a su ex novia para que retire la denuncia o provocar un nuevo episodio de violencia. Por eso dictó la prisión preventiva. La Cámara de Apelaciones y Garantías la confirmó.
Hasta el juicio oral —que sería en el primer semestre de 2016— Cristian debe permanecer en la unidad 44 de Batán. Pero para Tapia, en caso de que la justicia lo encuentre culpable, la cárcel no es la solución: debería haber penas específicas distintas al encierro.
El juez dice que si la violencia se aprende, hay que desaprenderla. En la cárcel, Cristian tendrá que defenderse cada vez que le quieran robar las zapatillas o la comida. Sabrá lo que es el hacinamiento y el hambre. “Estamos ante una gran hipocresía colectiva: queremos enseñar a vivir en libertad y sin violencia utilizando el encierro y la violencia”.
La abogada que representa a Vicky, Patricia Perelló coincide con Tapia: la cárcel no solucionará nada, la ley de femicidio reprime pero no previene el delito. También cree que Cristian debe tener la pena que corresponde pero no para que sirva de ejemplo sino porque puso en riesgo una vida.
Para Vicky, no es fácil ninguna opción: ni Cristian preso ni libre. “Lo que está pasando es lo que tiene que pasar”, dice. Espera que todo el tiempo que esté en la cárcel le sirva para entender lo que hizo, salir y tener una vida mejor.
—Por primera vez en ocho años, estoy haciendo las cosas bien —dice Vicky, por primera vez con los ojos azules bien abiertos.
(fuente: www.revistaajo.com.ar)

Clinämen: Economía social: ¿de qué hablamos?

Conversamos con Walter Isaía, comunicador social, periodista, coautor del libro «2001: Relatos de la Crisis que Cambio la Argentina», sobre economía social. Las declaraciones de Scioli sobre la creación de Ministerio de Economía Popular en caso de ser electo. La agenda política marcada por Bergoglio. Las formas de subsunción de la producción informal de valor. Trabajo autogestivo y «reconocimiento» estatal.

Para una crítica política de la cultura

(editorial del primer programa de “La Luna con Gatillo”)
por Mariano Pacheco


Una crítica política de la cultura contemporánea deberá partir del hecho de que el capitalismo, en su fase planetaria actual, promueve la ruptura de los lazos necesarios para poder vivir en comunidad. Si la cultura, en el largo desarrollo de la humanidad, surgió como un modo de conjurar la inclinación agresiva que cada sujeto lleva en sí, esa “disposición pulsional originaria” (“pulsión de muerte”) persiste hasta hoy como malestar. De allí que toda crítica cultural no pueda sino ser una crítica política, y por lo tanto económica y social (no es posible desarrollar hasta el fondo un antagonismo con el orden vigente sin cuestionar la dinámica que impone el capital).
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá cuestionar, asimismo, el “optimismo ingenuo” que piensa que puede construirse un mundo liberado armónico, sin conflictos. Es necesario entonces asumir la hipótesis de un “pesimismo antropológico”, que entienda que la vida en común solo es posible a partir del conflicto y la distancia de los sujeto entre sí y de la humanidad con la naturaleza
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá aportar a gestar “dimensiones simbólicas críticas” de los seres humanos que no aceptan el orden que los explota, los oprime y  domina. Para ellos el arte no puede ser entendido como un simple anexo de la política (un parche), sino que deberá ser una dimensión estratégica, que contribuya a fomentar con rituales los lazos igualitarios y la organización popular, indispensable para cualquier proceso de transformación social real. Un arte de estas características asumirá la tarea de proveer de riqueza simbólica a los espacios y sujetos que vienen resistiendo el lugar de víctimas al que se quiere condenarlos, luego de haberlos expuesto a un largo proceso de degradación política y cultural, más allá de posibles líneas de “inclusión económica y social” presentes en los últimos años, que no han revertido la lógica hegemónica del  arte, más ligada al “consumismo” de la “industria cultural”, que niega las posibilidades estéticas, éticas y creativas de las clases populares, apostando a perpetuar su lugar subalterno en la sociedad. De allí que una intervención cultural crítica no pueda sino plantearse como parte de su programa (en permanente elaboración y reelaboración), gestar símbolos alternativos y atentar (incluso por medios violentos) contra aquellos símbolos que externalizan el poder de las clases dominantes, y deberá enfrentar las concepciones del arte que, de un modo que solo puede caracterizarse de decadente, festejan al frívolo poder.
Una crítica política de la cultura contemporánea asumirá que una sociedad nueva, constituida por sujetos diversos nuevos, no se gestará solamente a partir de las transformaciones económicas (propiedad colectiva de los medios de producción), sino que necesitará de la autoconciencia y el protagonismo popular.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá asumir el lugar incómodo de pensarse siempre desde el cuestionamiento, que no implica falta de propuestas, sino más bien todo lo contrario. La perspectiva afirmativa no puede dejar de tener en cuenta que solo el asno dice siempre Sí, avalando así lo existente (aunque sea una existencia nueva, diferente). Un lugar de incomodidad que podría calificarse como el del típico “polemista” e “hincha pelotas”.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá asumir, como parte de sus batallas centrales la lucha contra la enajenación cultural. De allí que, en una época caracterizada por los “consensos democráticos”, no tenga empacho en sostener que “hay, siempre, enemigos”, y no solo adversarios. Enemigos que son, ni más ni menos, todos aquellos que muestran jardines donde hay campos de batalla. Lucha cultural, entonces, que necesitará “ponerse los guantes”, descubrir “nuevos sentidos de la provocación” y construir una nueva épica, un nuevo paisaje mental y sentimental, acorde con los tiempos históricos en que le toca intervenir.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá ser insurgente, inoportuna para los poderosos y operar como un “piquete cultural”: alterando la circulación de símbolos. Deberá, también, cuestionar la liquidez de los “tiempos (pos) modernos” y asumir la responsabilidad existencial, que es siempre histórica, y reactualizar ese concepto tan en desuso, el “compromiso”.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá prescindir del prestigio, las lógicas consagratorias y otras imposturas. Deberá promover una imaginación indisciplinada, un “arte por el cambio social”, extra institucional, que tenga a la multitud laburante y de a pie, al pueblo en marcha y luchando, no solo su contexto, sino también su medio cultural, su campo de investigaciones, de experimentación y de creación. Para ello, por su puesto, deberá abrir un “frente de batalla” para legitimar su propio espacio de producción y circulación, sin galerías ni curadores, sin filtros, sin comités de selección, sin escenarios rutilantes, sin mercado. Por eso puede ser definido como un arte de acción y en movimiento: porque produce, demuestra, comete, perturba, perpetra, pervierte, subvierte y revierte. Un arte que busque ser parte de una praxis que rediseña totalmente el campo práctico y produce lo nuevo.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá proponerse construir una retaguardia eficaz para que no se la lleven puesta, para que las palabras fundamental no la pongan otros, y contribuir a la gestación de un nosotros.
Una crítica política de la cultura contemporánea será, finalmente, aquella capaz de asumir la praxis como su elemento constitutivo: dibujar, pintar, cantar, bailar, actuar, filmar, fotografiar, escribir, hacernos ver y escuchar…, entonces, será no sólo eso, sino también contribuir a construir colectivamente signos que nos ayuden a calentarnos el alma en el fuego de las antiguas y las nuevas ceremonias y rituales, a fundar mitos y a destruir fetiches… hacernos visibles y constituirnos como sujetos sobre la base de nuestras propias intervenciones en el proceso de resistencia y transformación. En fin: una crítica así, de ser eficaz, deberá aportar a hacernos sentir un poco menos extraña la historia,  ayudarnos a construir otra nueva.
(Este texto es una reescritura de “Arte por el cambio social: Apuntes para un manifiesto”, que escribí junto a Miguel Mazzeo en (2005. La luna con gatillo. Una crítica política de la cultura se emite los martes de 20.30 a 21.30 por la radio del Centro Cultural España-Córdoba (http://www.eterogenia.com.ar).

Entrevista a Alain Badiou

por Jorge Lago


Jorge Lago: La idea es tener una conversación acerca de lo que está ocurriendo en Europa, lo que está pasando en España y en Grecia y, sobre todo, me gustaría empezar conociendo tu opinión de la experiencia que proviene de ese exterior de la política parlamentaria que acaba llegando a los Parlamentos, como Syriza y Podemos.
Alain Badiou: Creo que, de acuerdo a un análisis que Podemos ha hecho públicamente, la crisis de 2007-08 ha tenido efectos, particularmente violentos en los márgenes de Europa, es decir, en los países del Sur y, en cierto modo también, en los países del Este. Países en los que el elemento de estabilidad de la oligarquía dominante no tenía el mismo grado de solidez histórica que en el resto de Europa. Tampoco el parlamentarismo, de hecho. Basta recordar que los griegos se encontraban aún bajo una dictadura militar en los años 60, y que la historia de España ha sido también completamente singular. Son países en los que, por razones varias, la modernidad capitalista y política era mucho más reciente y mucho menos enraizada.
Sin querer pasar por un leninista de baratillo, hay que decir que estos países eran, sin duda, el eslabón más débil desde el punto de vista de la dominación oligárquica europea. También hemos comprobado que los eslabones realmente fuertes y poderosos eran Alemania y, en cierto modo también, Inglaterra. El eslabón subordinado pero que aún aguantaba bastante bien era Francia; mientras que todo el sur: Portugal, España, Italia y Grecia se veían afectados por severas perturbaciones políticas, cada una adquiriendo diferente forma. Hemos visto en Italia el muy extraño poder de un aventurero político como Berlusconi, aunque Sarkozy no fuera mucho mejor como variante. Luego hemos visto la puesta a prueba negativa, destructiva, de los partidos socialdemócratas, encargados de gestionar la interioridad de los de abajo al servicio de la maquinaria oligárquica.
Podemos tomó constancia de este análisis apoyándose en ese síntoma totalmente serio e importante que han sido la ocupación de las plazas, los indignados, etc., y ha decidido transformar eso en un gran conflicto bajo unas condiciones que me parecen, por cierto, diferentes de las de Grecia, donde se trata de una federación de movimientos anteriormente existentes. Algo, quizá me equivoque, mucho menos marcado en Podemos, constituido alrededor de un núcleo primitivo, estable y muy diferente.
No hemos visto creación alguna comparable en países como Francia, Alemania o Inglaterra, el núcleo duro, si puede llamarse así, de nuestra Europa y donde la crisis ha golpeado menos gravemente. Debemos aceptar que allí el consenso alrededor del sistema establecido era relativamente sólido y, si tiene que darse una contestación particular, se dará desde la extrema derecha mucho antes que desde la extrema izquierda integrada.
Estamos, en cualquier caso, frente a la emergencia de una nueva posibilidad, al mando del Estado en Grecia y con oportunidades de lograrlo en España. Se trata, por tanto, de creaciones nuevas, situaciones que combinan la constatación ampliamente extendida entre las poblaciones de que la socialdemocracia ya no opera, ya no es operativa desde el punto de vista de su función histórica de gestionar a los de abajo dentro del sistema político dominante, y que como consecuencia se abre una vía más amplia de autonomía.
Completaría este cuadro general señalando que entramos hoy en un nuevo enfrentamiento, inédito: vamos a encontrarnos con un brazo de hierro que recorre de cabo a rabo las regiones de Europa, donde quisieran tener un ejemplo negativo para demostrar que es imposible, que incluso aunque lleguéis al poder, se han dirigido a vosotros a través de Grecia.
Estas dos experiencias, Grecia y España, me interesan enormemente y las sigo con pasión porque son precisamente experiencias: se trata de este cambio de dogma en el hecho mismo del conflicto con Europa. La relación muy estrecha con los movimientos es inédita, y no conocemos realmente el resultado. Solo podemos apoyar y sostener estas experiencias de modo instintivo y desear que esta experiencia se desarrolle. Añadiría que, en cierto modo, la penetración es aún mucho más interesante, por dos razones, en el caso de Podemos que en el de Syriza: la primera es la extrema atención que pone Podemos sobre la hegemonía ideológica en la figura de la reestructuración del lenguaje. Es decir, esa lección aprendida de la filosofía contemporánea según la cual no se puede dejar de lado la filosofía del lenguaje. Aplicando esto con vigor sobre lo político, y con una conciencia muy real de la importancia de las sustituciones lingüísticas, la forma nueva de dirigirse a la masa, incluso bajo la forma de algo heroico y conservador al mismo tiempo… Sí, soy muy sensible a esto porque pienso que, efectivamente, la política tiene todas las de ganar, no solo en ser comprendida, sino también en su capacidad de comprender e integrar lo que dice la gente. Siempre en los dos sentidos, porque evidentemente la gente no se expresa en los términos canónicos que formula la izquierda ni la derecha del anticapitalismo.
Hay un segundo aspecto que me interesa mucho, que es un ejemplo espectacular de la función conjunta de un núcleo de intelectuales y de un movimiento popular. Opino que nada ocurre, no puede ocurrir nada importante mientras no se dé este tipo de conjunción. Lo que me lleva a un tercer punto que me interesa enormemente, y es la capacidad, que puede ser contrastada en el tiempo, de construir un partido. Una organización que acepta, que va a aceptar un mínimo de disciplina política.
JL: Parece evidente, sí…
AB: Creo que tenemos en Podemos el embrión de algo que intenta convencer a la gente y les anima a seguir la posibilidad, véase la necesidad de una disciplina que no será ciertamente un tipo de disciplina calcada de una jerarquía estricta anterior pero que, sin embargo, será y aceptará una disciplina.
Esto he de decir que es lo que más me apasiona de vuestra aventura, porque el movimiento de los indignados es un fenómeno que pasa, que surge como resultado de lo que hemos dicho, de la crisis, del derrumbamiento y del desmoronamiento del sistema político tradicional, pero la emergencia, desde ahí, de una organización política de nuevo tipo, reformulando el lenguaje general de la política y, sin embargo, manifestándose como “aptos para asumir el poder del Estado”, esto es una experiencia que me parece fascinante.
 JL: Claro, claro. Nosotros, en la construcción del partido, hemos intentado salir, precisamente, de la lógica de los partidos tradicionales definidos por la corrupción y la disciplina interna, donde aquél que tiene más tiempo para militar y hacer aparato asciende en la jerarquía dentro de una burocracia disciplinada, es decir, aquél que tiene más tiempo y habilidad, y menos capacidad de trabajo fuera de la sede… Algo que puede acabar siempre burocratizando el partido. Por el contrario, hemos buscado fórmulas que procuran romper con la identidad del militante de partido, trabajar en el límite del dentro/fuera del partido. Ese alguien que se adhiere, que simpatiza, que es la sociedad civil movilizada y no solo partido. Me pregunto cómo ves esta posibilidad de construir identidad que no es totalmente militante, al menos en términos clásicos.
AB: Creo que se trata de una absoluta necesidad. Aunque es difícil evitar el horizonte del militante profesional, porque siempre hay un cierto número de personas que serán, al menos durante una secuencia de tiempo, profesionales de la política, simplemente porque esto exige un tiempo, un tiempo enorme. Y no es esta figura la que debe ser retenida, estoy de acuerdo contigo. En el fondo, el partido debe ser concebido de modo que cualquiera pueda reclamarle/interpelarlo sin que deba necesariamente estar encuadrado o ser cuadro, o profesional del asunto. En el fondo, la membrana entre movimientos y partido debe ser extremadamente flexible y atravesable, esto creo que es fundamental, y mucho más cuando el partido está fuertemente representado e inscrito en el Estado, porque el Estado tiene un potencial corruptor extraordinario, eso lo veréis, lo veréis…
 JL: Me lo imagino…
AB: Es un aparato de corrupción extraordinario. He visto cómo se transformaban personas que conocía cuando eran militantes del movimiento de izquierdas después del 68, que han accedido a los despachos ministeriales: la rapidez de la transformación subjetiva de estas personas, no quisiera desmoralizarle, pero la rapidez de su transformación, de su apariencia subjetiva en la disposición del Estado, en asuntos tan tontos como tener un coche oficial con conductor, es extraordinaria. Esto hace aún más necesario eso que Lenin planteaba acerca del control obrero y campesino sobre el aparato del Estado. Si no, nos enfrentamos con algo que conocemos bien, el horizonte estaliniano. Esto hace aún más necesario el procedimiento o la construcción de esta nueva figura de la disciplina. Si llegáis a proponer cosas fiables en la rendición de cuentas o una nueva disciplina eficaz, que al mismo tiempo deje una especie de entrada a la respiración y los impulsos del movimiento, pasaría a la Historia ¡Veremos!
 JL: La gran coalición en Grecia, de una forma u otra, ha permitido a Syriza ocupar un espacio pocos meses antes. ¿Qué lugar puede tener la socialdemocracia si su horizonte europeo parece marcado por el límite de la Gran Coalición?
AB: Si me planteo la situación en Francia, tengo la impresión de que hay que ir un poco más lejos que la socialdemocracia, pues lo mejor que podemos esperar es que libere espacio para algo, como resultado de su descrédito, es decir, la veo teniendo una importancia negativa: se encuentra en situación de no hacer otra cosa que ser una minoría eterna. La socialdemocracia en Francia tiene, desde la última Gran Guerra, una historia confusa y corrupta, ya que ha participado de modo intenso en las guerras coloniales, ha apoyado mayoritariamente el sistema gaullista, ha traicionado, al cabo de dos años, el mandato electoral que se había confiado. Ahora está entre los apoyos de Alemania, incluso del Estado de Israel, su lista de méritos… en fin.
Salvo que el sistema político francés se americanice completamente, y me parece que es la posición de Valls, que se cree un “Partido Demócrata”. Aquí, el efecto negativo de estos desplazamientos podría abrir una brecha en el sistema francés. Pero lo que es más decepcionante hoy en Francia es que las masas populares no empujan ninguna rueda, son ampliamente inertes y, cuando han desplegado fuerza de movimiento de manera no despreciable, por ejemplo contra la reforma de las pensiones de Sarkozy, ha sido con todo muy débil y siempre bajo el marco sindical.
Tuvimos el movimiento del 95, las grandes huelgas del 95 permitieron que la izquierda regresase al poder, pero nada más. Lo que me parece importante señalar es si la llegada de Podemos al poder encontrará los medios, en primer lugar, de demostrar ser cualitativamente diferente de otras formaciones de izquierda que han alcanzado puestos de responsabilidad y, en segundo término, si será capaz de inventar, dentro de la dialéctica que mencionábamos antes de movimientos-organización-Estado, una nueva disciplina. De cualquier forma, estoy convencido de que algo verdaderamente nuevo está sucediendo. No estamos ya dentro de la mecánica corrupta a la que estábamos acostumbrados, un modus operandi en el que los movimientos de masa eran la oportunidad que tenían los viejos partidos agotados para hacerse una cura en salud, recuperar el Estado y olvidarse de ellos.
JL: ¿Qué opinión le merecen los conceptos de Laclau en términos de utilidad política, por un lado, y de construcción teórica, por otro?
 AB: Cuando Laclau habla de populismo de izquierdas lo que entiendo es la posibilidad de construir una hegemonía ideológica en sectores importantes de población, es decir, edificar a partir de ahí y consolidar una oposición entre pueblo y oligarquía.
JL: Pero hablando de Europa, como una posibilidad en Europa…
AB: Si no hay una posibilidad de ese tipo en Europa, entonces no lo hay de ningún modo. Así que, en esto estaría totalmente de acuerdo. No lo estaría tanto con los contenidos y la naturaleza exacta de la hegemonía ideológica que se plantea. Me llama la atención que en los borradores de programa o los esbozos y propuestas que hacéis hay mucho de dejar a la eventualidad futura de las cosas, no hay un programa estructurado y cerrado. Menos mal, por otro lado, veo bien que por el momento sean cosas que movilicen. Por ejemplo, no se ataca la propiedad privada en tanto que tal, y del mismo modo no se pone en el orden del día una transformación radical de las bases que sustentan a la oligarquía.
A veces me parece que el consenso sobre el que se busca el apoyo es un poco negativo y un poco formal: una oligarquía ha robado la soberanía popular y, en segundo lugar, esta soberanía popular es la esencia misma de la democracia. Bien, pero después de todo, estos elementos necesarios, ¿son suficientes para sostener de modo duradero y eficaz el poder del Estado? Ya se verá. Pero una nueva posibilidad política en Europa, hoy, debe combinar movimiento popular, -si no pasa nada no tenemos nada, sin los indignados Podemos no estaría aquí- y, sobre esta base, la construcción de una organización que se separe lo menos posible de ese movimiento, aunque esté, de hecho, un poco separada. Con aceptación del liderazgo, de los nombres propios, sí. Para constituirse a sí mismo como pueblo, el pueblo necesita nombres propios, hay que asumirlo, en cualquier lugar el pueblo necesita que se le pueda nombrar: Morales o Lula, por ejemplo.
JL: Precisamente iba a preguntarle, porque se ha dicho en varias ocasiones que habíamos roto el tabú de los gestos prohibidos por la izquierda en España, como el liderazgo o como lecturas estratégicas que nos hacían decir ‘quizás no vamos a abordar este tema de manera central, es mejor llegar al poder y cambiarlo desde ahí que hablar ahora de algo que probablemente te imposibilite llegar al poder”… Toda esa estrategia, que es contraria a la idea izquierdista que cree necesario decir la verdad, entendiendo verdad por identidad, y sin embargo utilizar los líderes, los medios de comunicación, ¿no le molesta en términos de estrategia?
AB: No, no, no me siento en absoluto molesto por esas cosas, honestamente no me siento para nada molesto.
JL: Pero hay un riesgo, no obstante…
AB: El riesgo es evidente, para mí se trata sólo de los apéndices de lo que será el riesgo central, que será la ocupación y la utilización del poder mismo; pero desde el punto de vista de la cuestión propagandística, soy absolutamente cínico. Los nombres propios, el liderazgo, me parecen indispensables. En realidad, no puedo censurar esto, pero pienso que es indispensable, que debe haber una representación efectiva, debe haber nombres propios que sostengan precisamente la posibilidad mínima de la disciplina política. Es decir, uno puede verse reflejado no sólo en lo abstracto del partido, eso también es peligroso, queremos saber quién es, el equipo, quién compone la dirección de este proyecto… A condición de lo que decíamos anteriormente, de que no suponga una burocratización excepcional, ni una jerarquía de los oportunistas, aquellos para quienes el partido se vuelve más y más importante y desaparece todo lo que está fuera.
JL: Incluido el enemigo, sí…
AB: …y que existe una oligarquía, claro. Las características del Partido Movimiento no pueden ser totalmente las características del Movimiento, pero tampoco pueden ser las del Estado. Digamos que no pueden ser ni lo uno ni lo otro. Quizá por ello entiendo que la figura de la disciplina de partido es la que debe ser modificada, de tal forma que la circulación entre el Movimiento y el Estado sea lo más fluida posible. Así evitaríamos que el Movimiento termine fusionándose con el Estado, lo que le separaría de la realidad. En este sentido, creo que Podemos ofrece una oportunidad experimental superior a Syriza, ya que no es una coalición de grupúsculos. Una política nueva es siempre una política que define ella misma lo que es posible e imposible. Me refiero a cuando ustedes señalan que hay casta, o cuando hablan de los de arriba y los de abajo. Es muy importante que nadie os imponga si sois izquierda moderada o radical.
JL: Pero, entonces ¿es posible una subjetividad revolucionaria a la vez que se ocupan las instituciones del Estado?
AB: Sí, creo en esa una posibilidad, si no lo pensase, hace tiempo que habría dejado de interesarme por la política. Creo que habría optado por dejar que los acontecimientos siguieran su curso, pero debo creer que es posible. Soy consciente de que salimos de una gran etapa histórica en la que la pasión estatista ha devorado la pasión revolucionaria. En cierto modo, y visto con la perspectiva que nos da la historia, la sinceridad revolucionaria de los bolcheviques en 1917 está fuera de toda duda, por tanto es el Estado quien terminó por corromperles. No debemos minimizar la potencia corruptora del Estado. Pero pienso que esa batalla se juega desde el inicio: es decir, en el tipo de relación que la Organización mantiene con sus orígenes en los movimientos o en el levantamiento y la marea popular. En este sentido, me parece que Tsipras mantiene aún un vínculo real, ese que le permite verse constantemente animado a aguantar, a ganar tiempo también… ¡Me pregunto a veces si no está esperando a vuestras elecciones en noviembre!
JL: Sí, lo hemos hablado entre nosotros con los amigos de Syriza, dicen, bueno, vamos a ganar ahora en estas negociaciones, y vamos a ver qué pasa en España y después veremos. Esto para nosotros es importante, claro. Si Syriza, es decir Grecia, saliese del euro, lo tendríamos más difícil para llegar, tendríamos más dificultades para llegar a nuestra población…
AB: …estoy totalmente de acuerdo, y creo, desde hace tiempo, que contrariamente a ciertos activistas, ya sean de Syriza o simpatizantes de Syriza, creo que es absolutamente indispensable que, por el momento, Grecia no salga del euro, ni Europa; hay que estar cerca del perseguidor, eso es lo terrible…
JL: Pero, y fuera, ¿qué es lo que hay fuera? Es la peor elección de la democracia, sales del euro y tienes cuatro, cinco, seis o incluso ocho años a tu población en una situación dramática que muy probablemente te haga perder las siguientes elecciones: sales del euro, pobreza durante el tiempo que se reactive una producción propia, pierdes el poder y dejas a la derecha gestionar la recuperación económica…
AB: Sí, y la otra hipótesis, que es la hipótesis directamente dictatorial, es decir, que no se plantean elecciones,
JL: Sí, claro, pero sostener eso en Europa, ahora…
AB: No, claro. Y no pienso en absoluto que sea eso lo que está en mente de Syriza. Lo que está en mente ahora es aguantar hasta las elecciones de noviembre, hacerlo lo mejor posible. Y, claro, aguantar el tipo supone una negociación indefinida. Es decir, hacer de la negociación la actividad principal. Pero Y agota a la población…
JL: …no se puede mantener esa idea troskista de mantener a tu población constatemente revolucionada…
AB: ¡Evidentemente!
JL: … la gente quiere trabajar y estar en sus casas, y tienen razón además. Bueno, pues yo ya le he robado más de los cuarenta minutos acordados.
AB: Nada, me encanta discutir con usted.
JL: Es un verdadero placer.

OXI, crisis, Syriza

por Universidad Nómada Brasil
(Traducción: Sandra Arencón Beltrán)


¿Existe alguna contradicción entre el oxi(no) del 5 de Julio y el acuerdo firmado, ocho días después, entre Tsipras y la Troika (comité compuesto por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional)?
La Grecia de Syriza desafió al núcleo de la governance de la Fortaleza Europea para, acto seguido, aceptar las imposiciones de los acreedores. ¿Habría sido cobardía, falta de fibra, capitulación de Tsipras? En las últimas semanas la pregunta ha inquietado tanto a la izquierda griega, como a la izquierda mundial, con una tonalidad emotiva que alternaba entre un desencanto amargo y rabiosas denuncias. El anticlímax causó perplejidad.
Sin embargo, la respuesta no puede caer en un diagnóstico de algún vicio de voluntad. Es preciso descartar de antemano cualquier evaluación que se limite a juzgar la intención del agente en relación a una escala de firmeza moral entre los más o menos corajosos del propósito anticapitalista. Aunque la guerra de clases en Europa sea un hecho, es cierto que no conviene re-editar alguna Orden tipo nº 227 que etiquete todo reculo como una traición y no dude a la hora de disponer de pelotones en la retaguardia para fusilar a los traidores, aunque se trate de un fusilamiento ideológico. Por otro lado, no podría ser el caso de conceder la indulgencia de la táctica con la finalidad de absorber los vaivenes de Tsipras, a título de correlación de fuerzas, como si el gobierno de Syriza hubiese alcanzado, objetivamente, su máximo límite. “Voluntad política” y “correlación de fuerzas” son, normalmente, argumentos automáticos, ex post, para justificar cualquier acción política. Entre la enfermedad de la voluntad y el determinismo de la coyuntura es necesario localizar el tiempo húmedo de la virtù maquiavélica, aquella que fuerza a la apertura de un espacio político de maniobra donde antes no lo había. Lo contrario sería la condena de la izquierda a revivir interminablemente una especie de Groundhog Day (Día de la Marmota), restaurando cada fracaso por la nostalgia de tiempos que jamás volverán (amén).
Además de eso, no es necesario hacer hincapié lamentándose por la ilegitimidad de la deuda griega, así como la de cualquier otro país  o deudor del mundo capitalista. Se trata de dominación de clases a la vista de todos, en donde la relación acreedor-deudor no pasa de la incesante extorsión de la riqueza social y la subyugación de los pueblos. Esto es una obviedad indiscutible. En ese aspecto Syriza probó lo obvio, desnudando los violentos dispositivos de gestión y extracción de producción y de riqueza sociales. Aun así, lo que falta explicar es ¿por qué la clase dominante europea necesita de algo como la UE, el euro y el grupo de Bruselas para ejercer esa violencia extorsionadora? ¿Y por qué delante del mantra “no hay alternativa”, en efecto, continua no habiendo alternativa? ¿Por qué no se consigue nombrar al sujeto de lucha e implicarse en ese propio sujeto, que conferiría los elementos materiales a partir de los que se podría declarar, alegremente: es la alternativa? Apostemos en él. 
Syrizas es el primer vector institucional del ciclo de luchas que, a groso modo, ganó momentum con las revoluciones árabes, disparando con la insurrección de Túnez y de la Plaza Tahrir en el Cairo. Sí, hemos de dar el paso para la osadía e identificar el terreno de la recomposición global. Es fácil reclamar precisión geográfica y denunciar el achatamiento de particularidades, muchas veces con algún andamiaje identitario de selección de las diferencias; es muy difícil aprender la dimensión global no local y vice-versa, cosa que la governance financiera concibe muy bien hace, por lo menos, 40 años, desde la transición al posfordismo.
Tener así la osadía para afirmar que, crucialmente, las luchas anti-austerity cuyo epicentro fue la Plaza Syntagma son las mismas, esencialmente las mismas, que las luchas del norte de África, las mismas que recorrieron el 15-M de 2011 en España, del Occupy norteamericano, de las jornadas de Junio de 2013 en Brasil, del Parque Gezi en Estambul, o de la Plaza Maidan en Kiev. Tal constatación no significa nivelar dinámicas singulares, sino reconocer que el mismo tejido conjuntivo en el que opera el capitalismo mundializado hace brotar tendencias antagonistas, una composición de clase que, con todas las particularidades, es impulsada por esos antagonismos. Es la misma composición ultra conectada entre plazas y redes, entre la politización de lo cotidiano y la recusa de la clase política, entre el acto ético del indignado al implicarse en la lucha colectiva y la denuncia de la corrupción de las “castas”.
Por lo tanto, Syriza es una continuación de los afectos políticos que circularon durante todos esos años y, por eso mismo, es la primera experiencia, frágil y precaria, en llevar el antagonismo al nivel institucional duro. No es poca cosa. Syriza no está entre movimientos e instituciones, como si existiesen dos planos concéntricos o separados, con lógicas propias, y entre ellos un intermezzo conectivo. Esta división esquemática, entre movimientos e instituciones, significaría admitir la autonomía de lo político, que es justamente lo que está en jaque cuando las multitudes afirman “no nos representan”. En las últimas décadas, el cambio de cualidad de los antagonismos viene determinando paulatinamente la obsolescencia de los formatos de movimiento social orgánico y de la militancia ideológica, con sus estructuras rígidas, identitarias, programáticas, que demarcan con exactitud el dentro y el fuera, la producción esotérica y exotérica.
Como si para situarse en el campo de la militancia fuese necesario atravesar la frontera del compromiso para convertirse a la comunidad de la izquierda, frente a los que se prestan cuentas y de tiempo en tiempo nos reconciliamos, bajo la pena de la excomunión.
Si Syriza detiene hoy una fuerza a la altura de los antagonismos, no consiste en asentarse sobre la constelación de lo que en Grecia se llama “campo de izquierda”.  Su singularidad está, eso sí, en la capacidad de operar en lo continuo, en lo difuso, en borrar las fronteras y derramarse por el tejido conjuntivo, independiente de las profesiones de fe ideológica o de las identidades sociales –ahí precisamente es donde la governance extiende los mecanismos de dominación y explotación y funciona dispensando códigos significantes y fijos. La liquidez de la organización no es impotencia o ironía posmoderna, sino potencia social de tipo diverso.
No llama la atención que la reacción emocional de la izquierda griega y mundial frente al “reculo” de Tsipras cohabite con la indiferencia general de aquellos que no comparten los métodos obsoletos de organización y actuación.
Estamos hablando de la gran mayoría de la población, que no se conmovió con el escándalo de la izquierda. Si muchos no condenan al gobierno griego por no haber provocado el Grexit, tal vez no sea porque estén presos en la caverna de las falsas ideas, sino porque UE y euro para ellos, así como para los indignados de Maidan, asumen un sentido pragmático e inmediato. Que no es paceZizek, simplemente un ideal de Europa. Al contrario, consiste, en primer lugar, en la percepción de que la alternativa estatista y soberanista no es alternativa alguna, que tal discurso es tan ideológico cuanto algún ideal de Europa. Estatizar los bancos, forzar el medio circulante nacional ¿y entonces qué? ¿Un Plan Quincenal? El anti europeísmo de izquierda solo ha conseguido repetir formulas estado céntricas del siglo pasado o, entonces, valorar referencias vagas a Rusia o a China, como si los BRICS pudiesen, en cualquier medida, apoyar un proyecto de contrapoder. En segundo lugar, la percepción de que la alternativa posible, calcada en la creatividad del ciclo en que Syriza está engranado, aun depende de una larga cola de circuitos económicos virtuosos, de alianzas y contagios. El oxi fue no a la Europa de la troika, que hoy es la única que existe, pero no implicó, de forma lineal, partir hacia alternativas en las que las propias personas se vean implicadas. Por lo menos, no aun.
Que la troika esté preparada para expulsar un estado miembro por la ventana  no es señal de su fuerza, como si Schäule, Merkel y Juncker fuesen un nuevo poder soberano en el interior de la UE. Esa apelación a una política “time-out” significa, en vez de eso, la flaqueza que consiste en accionar la coerción derecha. El objetivo del chantaje está en desmovilizar políticamente las alternativas en gestación, frente a un ciclo que va desde Islandia hasta las riots inglesas, desde Portugal hasta Ucrania, impidiendo así que el miedo vuelva a cambiar de lado. Además de frustrar en las negociaciones la posibilidad de reestructuración financiera griega, en Bruselas estaba en juego el estrangulamiento deliberado del primer gobierno de un partido forjado en las luchas anti austeridad, sirviendo de ejemplo para otros vectores que vienen siendo construidos, especialmente en el sur de Europa. Sobre todo en España, donde la formación de Podemos y las victorias de las confluencias municipalistas en Madrid, Barcelona, Zaragoza y otras ciudades, señala la emergencia de alternativas. Con Syriza derrotado, sea a través del Grexit,sea a través de un acuerdo de imposible sustentación, la troika busca conjurar la alteridad del acecho de las nuevas formaciones partidarias y electorales, que avanzan los antagonismos sobre el terreno institucional duro.
Mientras, en Brasil, el gobierno del Partido de los Trabajadores en el poder hacer ya 13 años, prosigue con el saqueo social. No lo hace por ser “rehén de las circunstancias”, sino por una doble y consciente elección, de la cual el PT y su coalición son responsables. Primero, la imposición del giro autoritario del crecimiento económico, mediante subsidios a montadoras y empresas, mega obras, mega represas, mega eventos, gigantescos emprendimientos del agronegocio. Y después, cuando el Brasil Maior se ahogaba, en medio de la falencia del proyecto económico y los sucesivos casos de corrupción sistémica, con la imposición de la austeridad neoliberal contra los pobres. La presidenta asume que el “ajuste fiscal” es bueno para el país, mientras moviliza los engranajes de los viejos movimientos y centrales de sindicato de orbe petista, para brindarla de la inestancable oposición institucional y social.
Con ese paño de fondo, la lectura política del “reculo” de Tsipras hecha en Brasil es ejemplar de la operación de sustentación de un gobierno de austeridad que, curiosamente, consigue presentarse (por lo menos ideológicamente) como de izquierda o “progresista”, sobre todo fuera del país. Recalentando análisis de coyuntura que tendrían su grado de validez en el año 2000, cuando el lulismo en Brasil y los demás gobiernos progresistas de América del Sur contenían brechas y ambivalencias; en la década de 2010 esa maniobra no pasa de un intento cada vez más vacío de prolongar indefinidamente el esquema entre neoliberalismo y neo-desarrollismo, entre el imperialismo americano y los BRICs (ni que sea para estimar la conveniencia táctica de los checks and balances de la multipolaridad). De ahí la prisa en domesticar la experiencia de Syriza y, con eso, apaciguar las inquietudes y agitaciones entre las fileras de simpatizantes, grandes o pequeñas.
Gobiernistas e izquierdistas brasileños se reencontraron en la condenación a Tsipras, hace apenas 6 meses en el gobierno del país más afectado por la crisis en la Unión Europea. Los primeros, adeptos del extremismo de centro, se complacen con la capitulación. Seria prueba de que no hay alternativa, y que en  el mundo de hoy la dialéctica del menos peor resta inexorable. Ya condenaban las movilizaciones desde Túnez por “falta” de una alternativa de poder y ahora la condenan también.
Los últimos, haciendo un llamamiento a un mistificado “poder popular” o a fórmulas vacías dosificadas por la reconfortante palabra “estado”, se adelantan para desenmascarar lo que ya sabían desde el principio: la traición de Syriza frente a las luchas globales al avanzar sobre el terreno electoral e institucional, excediéndose. El primero por la falta, el segundo por el exceso, ambos se complementan en su mezcla de verdadero cinismo y falso radicalismo. Una vez más, el moralismo impotente y el inmoralismo cínico de poder se retroalimentan entre si, como vimos en las elecciones de Octubre de 2014, en la adhesión izquierdista a la campaña gobiernista del miedo. Similarmente equivocados, ambos interpretan la victoria de la Troika sobre Syriza como acto final de una tragedia. ¡Para ambos, nada nuevo se ve en Grecia, inmediatamente para atrás! No podemos compartir ese giro de 360 grados.
Para Tsipras y Syriza, ganar tiempo no puede ser distender la crisis indefinidamente. De nada vale cambiar el final amargo por una amargura sin fin, normalizando nuevamente la crisis. Continuar luchando, claro. Y continuar luchando sin perder de vista el nuevo terreno donde opera la tendencia antagonista a mediados del siglo 21. En la década de 1840, Marx y Engels no se cansaron de criticar la Liga de los Justos por su carácter sectario e aislacionista, en un momento histórico  en que, a la luz de los impases, era preciso pasar a la masificación del movimiento de clase. La horizontalidad también nutre una extraña verticalización cuando interpreta su dislocamiento de las dinámicas de la vida social como una clave moralista de pureza. Ahí, la autonomía de lo político se reintroduce en la figura de la militancia sentada en sus propios principios y métodos, lo que corre el riesgo de convertirse aun en otra teología política. ¿No era Marx quien decía que la gran mayoría se mueve por intereses materiales y no por modelos utópicos o pertenencias comunitarias? Por eso el capitalismo funciona con tanta resiliencia, ya que para él la única comunidad autentica es la del dinero. Es en ese sentido, en el pasaje de la geometría (horizontal o vertical) a la mecánica de los fluidos, de los colectivos y movimientos sociales a la sociedad en movimiento, que grupos como Syriza o Podemos tienen que contribuir para la intensificación de un poder de ruptura. 

Rosa de Luxemburgo (1986)

Rosa Luxemburgo  tuvo una vida cargada de interés. Esta luchadora de los derechos del oprimido fue una personalidad tenaz a sus ideas y valores. Se dedicó con carácter y contundencia a la liberación de la clase trabajadora.

Dice Margarethe von Trotta: fue «la primera víctima del fascismo que años más tarde se convertiría en el partido de Hitler. Rosa fue una persona optimista, sus creencias, sus sentimientos y sus puntos de vista mantienen la ilusión de un mundo mejor».




Epístola de George Bataille a René Char

Sobre las incompatibilidades del escritor [1]

(Traducción: Gerardo Córdoba)

París, Mayo de 1950
Mi querido amigo,
La pregunta que usted ha planteado «¿Hay incompatibilidades?», en la revista Empédocles[2] ha tomado para mí el sentido de una conminación esperada, que al fin, sin embargo, yo desesperaba por escuchar. Percibo cada día un poco mejor que este mundo, donde estamos, limita sus deseos por dormir. Pero una palabra llama en tiempo querido una suerte de crispación, de recuperación.
Ocurre ahora, bastante a menudo, que la solución parece próxima: en este momento una necesidad de olvidar, de no reaccionar más, lo lleva sobre las ganas de vivir aún… Reflexionar sobre lo inevitable, o intentar simplemente no dormir más: el sueño[3] parece preferible. Hemos asistido a la sumisión de lo que sobrepasa una situación muy pesada. Pero los que gritaron ¿estarán más despiertos? Lo que viene es tan extraño, tan vasto, tan poco, en la medida de la espera… En el momento en que el destino que los conduce toma figura la mayor parte de los hombres se remiten nuevamente a la ausencia. Los que parecen resueltos, amenazadores, sin una palabra que no sea una máscara, voluntariamente se han perdido en la noche de la inteligencia. Pero la noche en  que se oculta ahora el resto de la tierra es más espesa: al sueño[4] dogmático de los unos se opone la confusión exangüe de los otros, caos de innombrables voces grises, agotándose en el adormecimiento de los que escuchan.

Mi vana ironía es quizás una manera de dormir más profunda… Pero escribo, hablo, y no puedo más que regocijarme si la ocasión me es dada por su responder, querer mismo, con usted, el momento del despertar, en que por lo menos no será más aceptada esta confusión universal que ahora hace del pensamiento mismo un olvido, una tontería, un ladrido de perro en la iglesia.
Quien más es, respondiendo a la cuestión que usted ha planteado, tengo el sentimiento de alcanzar al fin al adversario, —quien, seguramente, no puede ser tal o cual, sino la existencia en su completud, hundiendo, adormeciendo, y ahogando el deseo,— y de alcanzarlo al fin en el punto en que debe serlo. Usted invita, usted provoca a salir de la confusión… Quizá un exceso anuncia que el tiempo viene. A la larga, ¿cómo soportar que la acción, bajo formas tan desdichadas, acabe de «escamotear» la vida? Sí, quizá el tiempo viene ahora, para denunciar la subordinación, la actitud avasallada, con lo que la vida humana es incompatible: subordinación, actitud, aceptadas desde siempre, pero de las que un exceso nos obliga, hoy en día, a separarnos lucidamente. ¡Lucidamente! Es, bien entendido, sin la menor esperanza.
A decir verdad, por hablar así, se arriesga siempre a engañar. Pero usted me sabe tan lejos del abatimiento como de la esperanza. He escogido simplemente vivir: me asombro en todo momento de ver hombres ardientes y ávidos de tratar de burlarse del placer de vivir. Esos hombres confunden visiblemente la acción y la vida, sin nunca ver más que, la acción siendo el medio necesario en la conservación de la vida, lo único válido[5] es la que se borra, en el rigor se prepara para borrarse, ante la «diversidad rielante» de la cual usted habla, que no puede, y nunca podrá ser reducida a lo útil.
La dificultad de subordinar la acción a su fin viene de lo que lo único válido es lo más rápidamente eficaz. De donde, inicialmente, la ventaja de entregarse a eso sin medida, de mentir y de ser desenfrenado. Si todos los hombres admitieran obrar tan poco como la necesidad el encargo[6] en su totalidad, mentira y brutalidad serían superfluas. Son la propensión desbordante en la acción y las rivalidades que manan de ahí, que hacen la eficacia más grande de los mentirosos y de los ciegos. Además, en las condiciones dadas, ¡no podemos nada para salir de eso: para remediar en el mal de la acción excesiva, hace falta o hará falta obrar! Nunca hacemos, pues, más que encargar[7] verbal y vanamente a los que mienten y ciegan a los suyos. Todo se estropea en esa vanidad. Ninguno puede encargar la acción más que por el silencio, —o la poesía,— abriendo su ventana en el silencio. ¡Denunciar, protestar es aún obrar, es al mismo tiempo sustraerse ante las exigencias de la acción!
Nunca, me parece, señalaremos bastante bien una primera incompatibilidad de esta vida sin medida (hablo de lo que es, en el conjunto, que, más allá de la actividad productiva es, en el desorden, lo análogo de la santidad), que solo cuenta y que solo es el sentido de toda humanidad, —como consecuencia de la acción sin medida misma. La acción no puede tener, evidentemente, valor más que en la medida en que tiene la humanidad por razón de ser, pero acepta raramente esta medida: pues la acción, de todos los opios, procura el sueño[8] más pesado. El lugar que toma hace soñar[9] con los árboles que impiden ver el bosque, que se dan para el bosque.
Es por eso, me parece, dichoso por oponernos al equivoco y no pudiendo obrar verdaderamente nuestro sustraer sin ambages. Digo nosotros, pero sueño con ustedes, conmigo, con los que se parecen a nosotros. Dejar los muertos a los muertos  (salvo imposible), y la acción (si es posible) a los que la confunden apasionadamente con la vida.
No quiero decir así como debemos en todos los casos renunciar a toda acción, no podremos, posiblemente, nunca dejar de oponernos a las acciones criminales o desatinadas, pero nos hace falta claramente reconocerlo, la acción racional y válida[10] (desde el punto de vista general de la humanidad) volviéndose, como lo habríamos podido prever, la parte de los que obran sin medida, arriesgando por eso, de racional en la partida, ser cambiada dialécticamente en su contrario, no podríamos oponernos a eso más que con una condición, si nos substituimos, o más bien, si tenemos el corazón y el poder de substituirnos en aquellos de los cuales no amamos los métodos.
Blake dice poco más o menos en estos términos: «Hablar sin obrar, engendrar la pestilencia.»
Esta incompatibilidad de la vida sin medida y de la acción desmesurada es decisiva a mis ojos. Tocamos el problema cuyo «escamoteo» contribuye sin ninguna duda al modo de proceder ciego de toda la humanidad presente. Tan raro como eso parece en primer lugar, creo que este escamoteo fue la inevitable consecuencia del debilitamiento de la religión. La religión planteaba este problema: mejor, era su problema. Pero, de grados a grados, ha abandonado el campo en el pensamiento profano, que aún no ha sabido plantearlo. No podemos lamentarlo pues, planteándolo con autoridad, la religión lo planteaba mal. Sobre todo, lo planteaba de manera equivoca —en el más allá. En su principio la acción seguía siendo el asunto de este mundo…: todos sus verdaderos fines seguían siendo celestes. Pero finalmente nos toca plantearlo bajo su rigurosa forma.
Así su cuestión me conduce, desde mi afirmación muy general, a esforzarme por precisar, desde mi punto de vista, los datos actuales y el alcance de la incompatibilidad que me parece fundamental.
No se toma aun tan claramente como, en el tiempo presente, es, aunque en apariencia haya durado mucho, —el debate sobre la literatura y el compromiso que es decisivo. Pero justamente, no podemos dejar eso ahí. Creo que, en primer lugar, importa definir lo que pone en juego la literatura, que no puede ser reducida a servir a un maestro. NON SERVIAM es, se dice, la divisa del demonio. En ese caso la literatura es diabólica.
Amaría en este punto dejar toda reserva, dejar en mí hablar la pasión. Eso es difícil. Eso es resignarme a la impotencia de deseos demasiado grandes. Querría evitar, en la medida misma en que la pasión me hace hablar, recurrir a la expresión cansada de la razón. Sea lo que sea, por lo menos usted podrá sentir en primer lugar que eso me parece vano, incluso imposible. Eso es oscuro si digo que en la idea de hablar sagazmente de esas cosas, experimento un gran malestar. Pero me dirijo a usted, quien verá de golpe, a través de la pobreza de palabras sensatas, lo que no ase más que ilusoriamente mi razón.
Lo que soy, lo que son mis pareceres o el mundo en que somos[11], me parece honesto afirmar rigurosamente que no puedo saber nada de eso: apariencia impenetrable, pobre luz vacilante en una noche sin límites concebibles, que rodea todos los lados. Me mantengo, en mi impotencia asombrada, en una cuerda. No sé si amo la noche, eso se puede, pues la frágil belleza humana no me conmueve hasta el malestar, más que por saber insondable la noche en que ella viene, en que ella va. ¡Pero amo la figura lejana que los hombres han trazado y no cesan de dejar de ellos mismos en esas tinieblas!  Me arrebata y le amo y eso me hace mal frecuentemente por amarle demasiado: aun en sus miserias, sus tonterías y sus crímenes, la humanidad sórdida y tierna, y siempre extraviada, me parece un desafío embriagador. No es Shakespeare, es ELLA, quien tuviera esos gritos para desgarrarse, no importa si sin fin ELLA traiciona lo que ella es, que la excede. ELLA es conmovedora  en la simpleza, cuando la noche se hace más sucia, cuando el horror de la noche cambia los seres en un vasto desperdicio.
Se me habla de mi universo «insoportable», como si quisiera en mis libros exhibir  algunas cicatrices, como lo hacen los desdichados. Es verdad que en apariencia, me plazco en negar, al menos en descuidar, en tener para nada los múltiples recorridos que nos ayudan a soportar. Los desprecio menos que lo que me parece, pero, seguramente, tengo prisa en devolver lo poco de vida que me toca a lo que se sustrae divinamente ante nosotros, y se sustrae a la voluntad de reducir el mundo a la eficacia de la razón. Sin tener nada contra la razón y el orden racional (en los numerosos casos en que es claramente oportuno, soy como los otros para la razón y el orden racional), yo no sepa más que en este mundo nada haya nunca parecido adorable que no excediera la necesidad de utilizar, que no destrozara y no estremeciera al encantar, que no fuera, en una palabra, sobre el punto de no poder ser soportado más. Quizás tengo la culpa, sabiéndome claramente limitado por el ateismo, de nunca haber exigido menos de este mundo que los cristianos no exigían de Dios. La idea de Dios misma, aunque tuvo por fin lógico dar razón del mundo, ¿no tuvo que  helarse? ¿no era ella misma «intolerable»? Con más fuerte razón  lo que es, de lo cual no sabemos nada (sino en trozos despegados), de lo cual nada da razón, y de lo cual la impotencia o la muerte del hombre es la única expresión bastante plena. No dudo que al alejarnos de lo que tranquiliza, nos aproximábamos a nosotros mismos, a ese momento divino que muere en nosotros, que ya tiene la extrañeza del reír, la belleza de un silencio angustiante. Lo sabemos desde hace tiempo: no hay nada que encontrábamos en Dios que no podíamos encontrar en nosotros. Seguramente, en la medida o la acción útil no lo ha neutralizado, el hombre es Dios, consagrado, en un transporte continuo, a una «intolerable» alegría. Pero el hombre neutralizado por lo menos no tiene más nada de esa dignidad angustiante: el arte solo hereda hoy en día, bajo nuestros ojos, el papel y el carácter delirantes de las religiones: es el arte hoy en día quien nos trasfigura y nos roe, quien nos diviniza y nos burla, quien expresa por sus mentiras pretendidas una verdad vacía al fin de sentido preciso.
No ignoro que el pensamiento humano se desvía en su completud del objeto del cual hablo, que es lo que somos soberanamente. Lo hace de golpe seguro: nuestros ojos se desvían menos necesariamente del deslumbramiento del sol.
Para los que quieren limitarse a ver lo que ven los ojos de los desheredados, se trata del delirio de un escritor… Me guardo de protestar. Pero me dirijo a usted, por usted, a los que se nos parecen, y usted sabe mejor que yo eso de lo que hablo, teniendo la ventaja sobre mí de no desertar nunca de eso. ¿Cree usted que un objeto tal no pide de los que lo abordan que ellos escojan? Un libro frecuentemente desdeñado, que testimonia no obstante uno de los momentos extremos en que el destino humano se busca, dice que ninguno puede servirse  de dos  maestros[12]. Yo diría más bien que ninguno puede, alguien tiene ganas que tuviera eso, servirse de un maestro (cualquiera que sea), sin negar en él mismo la soberanía de la vida. La incompatibilidad que el Evangelio formula no es menos que eso, en la salida, a pesar del carácter útil, de juez y de benefactor, dado a Dios, la de la actividad práctica y del objeto del cual hablo.
No se puede, por definición, pasarse de la actividad útil, pero otra cosa es responder a la triste necesidad y dar el paso a esa necesidad en los juicios que deciden nuestra conducta. Otra cosa hacer de la pena de los hombres el valor y el juez supremos, y no recibir por soberano más que mi objeto. La vida, por un lado, es recibida en una actitud sumisa, como una carga y una fuente de obligación: una moral negativa entonces, responde a la necesidad servil de la molestia, que nadie podría contestar sin crimen. En el otro sentido, la vida es deseo de lo que puede ser amado sin medida, y la moral es positiva: ella da exclusivamente el valor al deseo y a su objeto. Es común afirmar una incompatibilidad de la literatura y de la moral pueril (no se hace, se dice, buena literatura con buenos sentimientos). ¿No debemos, a fin de ser claros, señalar en contrapartida que la literatura, como el sueño, es la expresión del deseo, —del objeto del deseo, — y por eso de la ausencia de molestia, de la insubordinación ligera?
«La literatura y el derecho a la muerte» niega la seriedad de la cuestión: « ¿Qué es la literatura?» que «nunca ha recibido más respuestas insignificantes». «La literatura… parece el elemento vacío… sobre el cual la reflexión, con su propia gravedad, no puede retornarse sin perder su seriedad.» ¿Pero de este elemento no podemos decir que es justamente el objeto del cual hablo, que, absolutamente soberano, pero no manifestándose más que por el lenguaje, no es en el seno del lenguaje más que un vacío, ya que el lenguaje «significa» y que la literatura retira en las frases el poder de designar otra cosa que mi objeto? Ahora bien, de este objeto, si tengo tanto mal por hablar, es que nunca aparece incluso desde el instante en que hablo de eso, ya que, como parece, el lenguaje «es un momento particular de la acción y no se comprende por fuera de ella» (Sartre).
En estas condiciones la miseria de la literatura es grande: es un desorden resultante de la impotencia del lenguaje por designar lo inútil, lo superfluo, a saber la actitud humana sobrepasando la actividad útil (o la actividad considerada en el modo de lo útil). Pero, para nosotros, del cual, de hecho, la literatura fue la preocupación privilegiada, nada cuenta más que los libros, —que leemos o que hacemos,— sino lo que ponen en juego: y tomamos por nuestra cuenta esta inevitable miseria.
Escribir no es menos en nosotros el poder de añadir un trazo a la visión desconcertante, que maravilla, que asusta, —que el hombre está en él mismo incesantemente. ¡Bien sabemos, de las figuras que formamos, que la humanidad se pasa de ellas fácilmente: en suponer incluso que el juego literario completo sea reducido, avasallado a la acción, el prodigio está ahí de todas maneras! La impotencia inmediata de la opresión y de la mentira es incluso más grande que la de la literatura auténtica: simplemente, el silencio y las tinieblas se extienden.
Sin embargo, ese silencio, esas tinieblas preparan el ruido resquebrajado y los lugares temidos de nuevas tormentas, preparan el retorno de conductas soberanas, irreductibles al hundimiento del interés. Pertenece al escritor no tener otra elección más que el silencio, o esta soberanía tormentosa. En la exclusión de otras preocupaciones mayores, no puede más que formar esas fascinantes figuras —innombrables y falsas—, que disipa el recurso en la «significación» del lenguaje, pero donde la humanidad perdida se encuentra. El escritor no cambia la necesidad de asegurar las subsistencias, —y su repartición entre los hombres,— no puede tampoco negar la subordinación a esos fines de una fracción del tiempo disponible, pero fija él mismo los límites de la sumisión, que no es menos necesariamente limitada como ineluctable. Está en él, es por él que el hombre aprende que por siempre permanece inasible, siendo esencialmente imprevisible, y que el conocimiento debe finalmente resolverse en la simplicidad de la emoción. Es en él y por él que la existencia es generalmente lo que la hija es al hombre que la desea, que ella le ama o le abre, que le aporta el placer o la desesperanza. La incompatibilidad de la literatura y del compromiso, que obliga, es pues precisamente la de contrarios. Nunca hombre comprometido no escribió nada que no fuera mentira, o no sobrepasara el compromiso. Si parece ir de otro modo es que el compromiso del que se trata no es el resultado de una elección, que respondió a un sentimiento de responsabilidad o de obligación, sino el efecto de una pasión, de un insalvable deseo, que no dejaron nunca la elección. El compromiso del cual el temor del hambre, del avasallamiento o de la muerte de otro[13], del cual la pena de los hombre hicieron el sentido y la fuerza apremiante aleja al contrario de la literatura, que parece mezquina —o peor— a lo que busca la molestia de una acción indiscutiblemente  acuciante, a la cual sería floja o fútil por no consagrarse completamente. Si hay alguna razón de obrar, hace falta decirla lo menos literalmente que se pueda.
Es claro que el escritor auténtico, que no escribe para mediocres o por irreconocibles[14] razones, no puede, sin caer en la simpleza, hacer de su obra una contribución a los designios de la sociedad útil. En la medida en que serviría, esta obra no sabría tener verdad soberana. Iría en el sentido de una sumisión resignada, que no tocaría solamente la vida de un hombre entre otros, o de un gran número, sino lo que es humanamente soberano.
Es verdad, esta incompatibilidad de la literatura y del compromiso, fue fundamental, no puede ir siempre contra los hechos. Ocurre que la parte exigida por la acción útil se refiere a la vida entera. No hay más, en el peligro, en la urgencia o la humillación, lugar para lo superfluo. Pero desde entonces, no hay más elección. Justamente se ha alegado el caso de Richard Wright: un Negro del Sur de los Estados Unidos no podría salir de las condiciones de molestia sopesando en sus pareceres, en los cuales escribió. Esas condiciones, las recibe desde el afuera, no ha escogido ser comprometido así. Con este propósito, Jean-Paul Sartre ha hecho esta anotación: «…Wright, escribiendo para un público desgarrado, ha sabido mantenerse, a la vez, y sobrepasar esta desgarradura: él tiene el pretexto de una obra de arte.» No es absolutamente extraño en el fondo que un teórico del compromiso de los escritores sitúe la obra de arte —bien es lo que sobrepasa, inútilmente, las condiciones dadas—, más allá del compromiso ni que un teórico de la elección insista él mismo en el hecho de que Wright no podía escoger —sin sacar las consecuencias. Lo que es penoso es la libre preferencia, cuando nada es aun exigido desde afuera y que el autor elija por convicción hacer ante todo obra de prosélito: él niega muy a propósito el sentido y el hecho de un margen de «pasión inútil», de existencia vana y soberana, que es en su conjunto la propiedad de la humanidad. Hay menos suerte mientras que, a pesar de él, este margen se encuentre, como en el caso de Wright, bajo forma de obra de arte auténtica, cuyo fin  la predicación es solamente el pretexto. Si hay urgencia verdadera, si la elección no es más dada, aun sigue siendo posible reservar, quizás tácitamente, el retorno del momento en que cesará la urgencia. La elección sola, si es libre, subordina al compromiso lo que, siendo soberano, no puede ser más que soberanamente.
Puede parecer vano detenerse tan largamente en una doctrina que no alcanzó posiblemente más que algunos espíritus angustiados, turbados por una libertad de humor demasiado grande, demasiado vago.  Lo menos que se puede decir por lo demás es que ella no podía fundar una exigencia precisa y severa: todo debía permanecer en lo vago en práctica, y la incoherencia natural ayudando… Por otra parte, el autor mismo implícitamente ha reconocido la contradicción con que tropieza: su moral, completamente personal, es una moral de la libertad de la elección, pero el objeto de la elección es siempre… un punto de la moral tradicional. La una y la otra moral son autónomas, y no se le ve, hasta aquí, el medio de pasar de la una a la otra. Este problema no es superficial: Sartre mismo lo concede, el edificio de la vieja moral es carcomido, y su pensamiento acaba de estremecerle…
Si llego, al seguir estas vías, a las proposiciones más generales, aparece en primer lugar que el salto de Gribouille[15] del compromiso puesto en luz lo contrario de lo que buscaba (he tomado el revés de lo que Sartre dice de la literatura): las perspectivas en seguida se componen de una manera fácil. Me parece en segundo lugar oportuno no darse cuenta de la opinión recibida sobre el sentido menor de la literatura.
Los problemas de los que he tratado tienen otras consecuencias, pero he aquí bajo qué forma me parece que, desde ahora, podríamos dar más rigor a una incompatibilidad cuyo desconocimiento revocó al mismo tiempo la vida y la acción, la acción, la literatura y la política.
Si damos el paso a la literatura, debemos, al mismo tiempo, confesar que nos preocupamos poco por el incremento de los recursos de la sociedad.
Cualquiera que dirija la actividad útil, —  en el sentido de un incremento general de las fuerzas,— asume intereses opuestos a los de la literatura. En una familia tradicional, un poeta dilapida el patrimonio, y está maldito; si la sociedad obedece estrictamente al principio de utilidad, a sus ojos, el escritor derrocha los recursos, si no debería servir el principio de la sociedad que le nutre. Comprendo personalmente «el hombre de bien» que juzga bueno suprimir o avasallar un escritor: eso quiere decir que toma en la seriedad la urgencia de la situación, eso es quizás simplemente la prueba de esa urgencia.
El escritor, sin desestimarse, puede caer de acuerdo con una acción política racional (puede incluso apoyarla en sus escritos) en el sentido del incremento de las fuerzas sociales, si ella es una crítica y una negación de lo que es efectivamente realizado. Si sus partidarios tienen el poder, puede no combatirla, no callarse, pero eso es solamente en la medida en que se niega él mismo a que la sostenga. Si lo hace, puede dar a su actitud la autoridad de su nombre, pero el espíritu sin el cual ese nombre no tendría sentido no puede seguir, el espíritu de la literatura siempre está, que el escritor lo quiera o no, del lado del derroche, de la ausencia del fin definido, de la pasión que roe sin otro fin que ella misma, sin otro fin que roer. Toda sociedad teniendo que ser dirigida en el sentido de la utilidad, la literatura, a menos de ser considerada, por indulgencia, como una distensión menor, siempre está en lo opuesto de esta dirección.
Excúseme si para precisar mi pensamiento añado por último estas consideraciones, posiblemente, penosamente teóricas.
No se trata más de decir: el escritor tiene razón, la sociedad dirigente está equivocada. Siempre lo uno y lo otro tuvieron razón y equivocación.  Hace falta ver sin agitación lo que es de eso: dos corrientes incompatibles animan la sociedad económica, que siempre opondrá dirigidos a los dirigentes. Los dirigentes intentan producir lo más posible y reducir el consumo. Esta división se encuentra por otra parte en cada uno de nosotros. Quien es dirigido quiere consumir lo más posible y trabajar lo menos posible. Ahora bien, la literatura es consumo. Y, en el conjunto, por naturaleza, los literatos están de acuerdo con lo que aman dilapidar.
Lo que siempre impide determinar esta oposición y estas afinidades fundamentales es que comúnmente, del lado de los consumidores, todo el mundo tira cada cual por su lado. Quien más es, los más fuertes se han atribuido a porfía un poder por encima de la dirección de la economía. De hecho, el rey y la nobleza, dejando a la burguesía el cuidado de dirigir la producción, se esfuerzan por retener una gran parte de los productos consumibles. La Iglesia, que asumía, en acuerdo con los señores, el cuidado de colocar por encima del pueblo algunas figuras soberanas, utilizaba un prestigio inmenso en la retención de una parte diferente. El poder —real, feudal, o eclesiástico— del régimen precediendo la democracia tuvo el sentido de un compromiso[16], por el cual la soberanía, bastante superficialmente dividida en dominios opuestos, espiritual y temporal, era indebidamente puesta al servicio al mismo tiempo del bien publico y del interés propio del poder. En efecto, una actitud soberana que estaría completa sería cercana del sacrificio, no del mando[17] o de la apropiación de las riquezas. El poder y el abuso que tiene el soberano clásico subordinan a otra cosa que ella una actitud soberana, —que es la autenticidad del hombre, o no es nada,— pero no es más auténtica, evidentemente, si tiene otros fines que ella misma (en suma, soberana quiere decir no sirviéndose de otros fines que ella misma). Por lo menos hace falta que el instante en que la soberanía se manifiesta (se entienda  no la autoridad sino el acuerdo con el deseo sin medida) se la lleva de una manera cortada en las consecuencias «políticas» y financiaras de su manifestación. Tanto como parece, en tiempos remotos, la soberanía golpeaba a los dioses y a los reyes de muerte o de impotencia. La soberanía real, cuyo prestigio ha arruinado o se arruina, es una soberanía degradada, compuesta desde hace mucho tiempo con la fuerza militar, perteneciendo al comandante[18]. Nada está más lejos de la santidad y de la violencia de un momento auténtico.
Posiblemente la literatura, con el arte, antaño el auxiliar discreto de los prestigios religiosos o principescos, no tenía entonces autonomía: ella respondió mucho tiempo a algunos encargos[19] o a algunas esperas que no confesaban el carácter menor. Pero desde el principio, desde que ella asume, a lo opuesto de la vanidad de autor, la simple soberanía, —extraviada en el mundo activo, inconciliable,— deja ver lo que siempre fue, a pesar de los múltiples compromisos[20]: movimiento irreductible a los fines de una sociedad utilitaria. A menudo este movimiento entra en cuenta en los más bajos cálculos, pero nunca es reducido en principio, más allá del caso particular en que lo es. Nunca es en verdad reducido más que en apariencia. Los novelas con éxito, los poemas más serviles, dejan intacta la libertad de la poesía o de la novela, que lo más puro aun pueda alcanzar. Mientras que la autoridad legal ha arruinado, por una confusión irremediable, la soberanía de los príncipes y de los sacerdotes.
Heredando los prestigios divinos de esos sacerdotes y de esos príncipes atareados, seguramente, el escritor moderno recibe en parte al mismo tiempo lo más rico y más temible de las partes: con razón la nueva dignidad del heredero toma el nombre de «maldición». Esta «maldición» puede ser dichosa (sea esto de una manera aleatoria). Pero lo que el príncipe recibía como lo más legítimo y lo más envidiable de los beneficios, el escritor lo recibe primero como don de triste advenimiento. Su parte es primero la mala conciencia, el sentimiento de la impotencia de las palabras y… ¡la esperanza de ser incomprendido! Su «santidad» y su «realeza», quizás su «divinidad», le aparecen para humillarle mejor: lejos de ser auténticamente soberano y divino, lo que le arruina es la desesperanza o, más profundo, el remordimiento de no ser Dios…Pues no tiene auténticamente la naturaleza divina: y sin embargo ¡no tiene el tiempo libre de no ser Dios!
Nacida de la decadencia del mundo sagrado, que moría por esplendores engañosos y sin brillo, la literatura moderna en su nacimiento parece incluso más cercana a la muerte que este mundo desposeído[21]. Esta apariencia es engañosa. Pero es pesada en condiciones desarmantes por sentirse solo la «sal de la tierra». El escritor moderno no puede estar en relación con la sociedad productiva más que al exigir de ella una reserva, donde el principio de utilidad no reina más, pero, abiertamente, le niega de la «significación», el sinsentido de lo que es primero dado al espíritu como una coherencia terminada, le llama a una sensibilidad sin contenido discernible, a emoción tan viva que deja a la explicación la parte irrisoria. Pero ninguno sabría sin abnegación, mejor sin lasitud, recurrir al fragmento de mentiras que compensan los de la realeza o de la Iglesia, y no difieren más que en un punto: que se dan de ellos mismos por mentiras. Los mitos religiosos o reales eran por lo menos tenidos por reales. Pero el sinsentido de la literatura moderna es más profundo que el de las piedras, siendo, porque es sinsentido, el único sentido concebible que el hombre aun puede dar al objeto imaginario de su deseo. Una abnegación tan perfecta pide la indiferencia, o más bien, la madurez de un muerto. Si la literatura es el silencio de las significaciones es en verdad la prisión de la cual todos los ocupantes quieren evadirse.
Pero el escritor moderno recoge, en contrapartida de esas miserias, un privilegio mayor en los «reyes» a los que él sucede: el de renunciar a ese poder que fue el privilegio menor de los «reyes», el privilegio mayor de no poder nada y de reducirse, en la sociedad activa, al avance, a la parálisis de la muerte.
¡Demasiado tarde hoy en día para buscar un sesgo! Si el escritor moderno no sabe aun lo que le incumbe, —y la honestidad, el rigor, la humildad lucida que eso pide,—  importa poco, pero desde entonces renuncia a un carácter soberano, incompatible con el error: la soberanía, debía saberlo, no permite ayudarle sino destruirle, lo que podía pedirle era hacer de él un muerto viviente, quizás alegre, pero roído por dentro por la muerte.
Usted sabe que toda esta carta es la única expresión que puedo dar a mi amistad con usted.
***
[1] Según la nota de la edición de las Œuvres Complètes, Tome XII, esta carta fue publicada en Botteghe Oscure, Roma, Nº III 1950, p. 172-187. Las notas, excepto la siguiente y, en parte, ésta, son del traductor. Se ha procurado intervenir lo menos posible en la estructura de las frases (un par pueden parecer desconcertantes), ya que, por tratarse de una carta, esto puede dar muestras de lo íntimo de lo escrito.
[2] ¿Hay incompatibilidades? Aunque parece bastante vano plantear hoy en día semejante pregunta, los recursos de la dialéctica, si se juzga sobre los resultados conocidos, permitiendo responder favorablemente a todo, pero favorablemente no significa verdaderamente, Empédocles propone que sea examinada con atención la cuestión moderna de las incompatibilidades, moderna porque activa sobre las condiciones de existencia de nuestro Tiempo, se convendrá eso, a la vez turbio y efervescente. Se afirma bajo una gran cantidad de ángulos que ciertas funciones de la conciencia, ciertas actividades contradictorias pueden ser reunidas y mantenidas por el mismo individuo sin perjudicar a la verdad práctica y sana que las colectividades humanas se esfuerzan por alcanzar. Eso es posible, pero no es seguro. Lo político, lo económico, lo social, y qué moral…
Desde el momento que algunas quejas, algunas reivindicaciones legitimas se elevan, algunas luchas se comprometen y algunos remedios son formulados, ¿no piensan que si el mundo actual debe encontrar una muy relativa armonía, su diversidad rielante, lo deberá en parte al hecho de que podrá ser resuelto o, todo al menos, planteado seriamente el problema de las incompatibilidades, problema vital, problema de base, como por placer escamoteado?
Hay en todo hombre, se lo sabe, una gota de Ariel, una gota de Calibán, más una parcela de un amorfo desconocido, pongamos, para simplificar, de carbón, susceptible de volverse diamante si Ariel persevera, o, si Ariel dimite, enfermedad de las moscas.
Dejamos a los que quieren respondernos el cuidado de precisar el buen sentido o no, la lógica o no de nuestra cuestión y su tabla de orientación.
Cuestionario torpe y poco claro, se objetará. Pero es de ustedes, adversarios o compañeros, que cuestionario y respuestas esperen la luz.
[3] Sommeil
[4] Sommeil.
[5] Recevable.
[6] Commande.
[7] Condamner.
[8] Sommeil.
[9] Songer.
[10] Recevable.
[11] “Nous sommes”, en francés, considero que es mejor traducirlo por  “somos” y no “estamos” ya que así alude, aunque sea por compartir el verbo (no poco importante), al “soy” que se plantea antes y a la no diferenciación entre ser y estar que maneja la lengua francesa.
[12] Maîtres.
[13] Autrui.
[14] Inavouables.
[15] Según Le Petit Robert 2009, este nombre se refiere a una “persona ingenua y poco prudente que se arroja estupidamente a los problemas, a los males mismos que debería evitar.” Algunos franceses entienden, por analogía a este nombre, “una persona desordenada”. Así mismo, una “fuente” virtual, sin mucha referencia, deriva este nombre de un “personaje popular que se arroja al agua por temor a la lluvia”.
[16] Compromis.
[17] Commandement.
[18] Chef de l’armée.
[19] Commandes.
[20] Compromis.
[21] Dechu.

Clinâmen: ¿Qué hacer con Scioli?

Conversamos con Diego Genoud. periodista, autor del libro «Massa. La biografía no autorizada» y con  Alejandro Horowicz, ensayista y docente de la UBA, sobre el escenario político luego de las PASO. El juego de liderazgos en el kirchnerismo: la relación entre el candidato y el jefe. El panorama en provincia de Buenos Aires. Macri y el naufragio de la hipótesis de la polarización. El lugar de la Cámpora en el posible gobierno por venir.

Ciclo de cine en Córdoba

¿Raritos? ¡Raros somos todos!
por Mariano Pacheco


Con la proyección de “Gabrielle” (Canadá, 2013), del director Louise Archambault, comenzó el jueves pasado, en la ciudad de Córdoba, el ciclo de cine “Raros somos todos, lo humano es raro”. Cada año, el ciclo, elige una temática para ser trabajada, y desde ese eje seleccionan los films.
La proyección de películas continúa hoy, jueves 13, con “Los conspiradores del placer” (República Checa, 1996), del director Jan Svankmajer, el jueves 20, con “Oasis” (Corea del Sur, 2002), del director Lee Chang-dong y finaliza el jueves 27 de agosto con “Yo, mi mamá y yo” (Francia, 2014), del director Guillaume Gallienne. Siempre a las 20 horas en Ayacucho 333, en el bar L`ecole Bon Appetit.
Este es el cuarto año consecutivo en que se desarrolla esta iniciativa, que toma el nombre del documental “Yes, we fuck”, un documental que se propone abordar la sexualidad de personas con diversidad funcional, los mal llamados “discapacitados”. Yes, we fuck es pura afirmación. Desde la organización del evento sostienen que, cuando “estábamos tan cómodos diciendo quienes tenían un cuerpo, y para qué; cuando nos imaginábamos ya casi sin margen de error, a quienes les estaba permitido el placer y el amor, de qué formas, con qué o con quienes; cuando, finalmente, habíamos atrapado en el cielo del cuidado y la medicalización a muchos, justo de ellos, de los ángeles, nos llega como una patada a los ojos abiertos esta afirmación: Yes, we fuck”.
La psicoanalista Claudia Huergo, una de las organizadoras del ciclo, sostiene en diálogo con este cronista que “la sexualidad es el motor más potente de crecimiento personal, desarrollo de la propia personalidad y de las relaciones sociales”. Por eso insiste en que, como tal, debería ser central en los apoyos sociales para personas con diversidad funcional. “Más allá del sexo, el documental quiere mostrar no sólo qué puede hacer la sexualidad por las personas con diversidad funcional, sino también qué puede aportar la realidad de la diversidad funcional a la sexualidad humana”, afirma Huergo, quien resalta que este ciclo de cine se impulsa desde la Asociación Civil Casandra, que está cumpliendo diez años.
El cine por asalto
“Las Casandras” explican que entienden al cine como un dispositivo potente para motorizar la reflexión y la crítica a concepciones que están muy arraigadas en el imaginario social. Y ponen como ejemplo: el miedo a la locura y el rechazo al diferente promueven muchas clasificaciones: ordenar, clasificar, vigilar, son operaciones solidarias. “Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido. Desea saber quién es el que le agarra; le quiere reconocer o, al menos, poder clasificar. El hombre elude siempre el contacto con lo extraño… Todas las distancias que el hombre ha creado a su alrededor han surgido de ese temor a ser tocado”. Así comienza Elías Canetti su libro Masa y poder. Así puede comenzarse, asimismo, a ser cuestionado el poder de las clasificaciones, o las clasificaciones como estrategias de poder. Producir una transformación respecto a la nociones imperantes sobre a quién le concierne la locura, implica asumir que no sólo es asunto de médicos, psicólogos o especialistas, insiste Huergo. Y agrega: “el sostenimiento de la vida en su diversidad tampoco”. Es que toda comunidad desarrolla sus propias formas de incluir o excluir la rareza. Clasificar puede ser una invitación, una imposición a hacer cuerpo con una etiqueta. Con un diagnóstico. Desde ese casillero se ubica al otro, se le dice qué se espera de él, cómo comportarse, por dónde circular, con quienes juntarse.
Ante esas operaciones, los organizadores del ciclo sostienen: “nosotros preferimos alojar a incluir. Alojar implica disponer cosas para posibilitar encuentros. Lugares. Alojar implica hacerse casa, paraje. Y una tensión en función de las transformaciones a las que nos interpela ese encuentro”.
Así, la propuesta apunta a generar un contra-movimiento respecto a lo que proponen las clasificaciones. Apostando a que no se trata de saber. Quién es el otro, o qué es, o como actúa. Se trata de entrar en conexión. Cada categoría, cada universal, cada clasificación, desconecta. Componer entonces una conexión al otro. A su forma de existencia.
Por eso el cine es mucho más que el cine. El ciclo, mucho más que la proyección de films. Es un lugar de encuentro, de camaradería, de promoción de la conciencia crítica, que es también un modo diferente de actuar, de sentir. “Qué mejor que el dispositivo del cine para generar esa conexión y qué mejor que el dispositivo de trabajo en taller-debate para movilizar reflexión, discusión e intercambio”, remata Huergo.

La invitación está hecha. Falta que el desierto crezca aún más. Y trazar líneas de desclasificación que hagan rizoma. Y sí, también: que el futuro diga.

“Una política de los cuerpos”

Unapolítica de los cuerpos” es el primer cuadernillo del área de cuerpo y comunicación, un espacio de indagación conceptual, discusión política y exploración corporal en el marco de la carrera de comunicación de la UBA, abierto por estudiantes y docentes con recorridos ligados a experiencias autogestionarias y disciplinas de movimiento. La “cuestión del cuerpo” atravesaba y atraviesa diferentes inquietudes de esos recorridos. Básicamente, compartimos el interés por pensar las modalidades de encuentro entre los cuerpos como productoras de subjetividad; la exploración con movimiento así como las relaciones que nos damos en lo cotidiano como dispositivos productores de cuerpos y afectos. Este cuadernillo reúne materiales que interpelan intereses en ese marco. El hilo de los textos está dado por la asunción (explícita o implícita) de que el orden social se inscribe en los cuerpos, y por la reflexión sobre las posibilidades de transformación de ese orden a partir de la experimentación cotidiana de otras relaciones, afectos y formas-de-vida. El material incluye entrevistas a Jon Beasley-Murray y Verónica Gago; escritos de Amador Fernández-Savater, Silvia L. Gil, V. G. y Diego Sztulwark; y cierra con el texto zapatista leído por el supGaleano en el seminario «El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista». Sin la colaboración de Gabriela Mocca no habría sido posible la producción de este material, que «pone-juntos» textos cuya difusión alentamos.

Contra el colonialismo interno

(una semana con Silvia Rivera Cusicanqui en Buenos Aires)

por Verónica Gago
(Foto: Silvia Gabarrot)

Leer a Lenin como se lee el I Ching, abriendo al puro azar, y quedarse con una frase: “Hay que soñar, pero a condición de creer firmemente en nuestros sueños, de cotejar día a día la realidad con las ideas que tenemos de ella; de realizar meticulosamente nuestra fantasía”. Silvia Rivera Cusicanqui cuenta que esta cita fue la clave de su salvataje ante un tribunal de tesis que le reclamaba pruebas de pureza que su trabajo teórico no tenía. Nadie iba a objetar una frase de Lenin y encontrar a Lenin hablando de fantasía era un hallazgo para atesorar. Eran los años 70 en Bolivia, y Silvia se recibía de socióloga. Más tarde, su tesis de maestría se perdió por un allanamiento del gobierno militar. Estuvo exiliada en Buenos Aires, a principios de aquella década, cuando estaba embarazada de su primer hija y tras haber estado presa. Pero duró poco: hacía encuestas en el conurbano y apenas le respondían. “Parecía invisible”, recuerda. Se fue al norte y ahí ya se sintió más a gusto y adquirió para siempre los saberes del contrabando y la costumbre de no comprar muebles sino fabricarlos como desmontables, con ladrillos y tablas.
Silvia Rivera Cusicanqui deriva una serie de principios metodológicos que se vuelven un banquete para lxs más de cien alumnxs que concurren durante tres días a un seminario co-organizado entre tres universidades públicas: el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM, la carrera de Sociología de la UBA y el programa Pensar en movimiento de UNTREF. Ser “iconoclastas e irreverentes” con la teoría son dos palabras que se le escuchan una y otra vez y repercuten como un mantra: primero se las repite, luego se las saborea y cuando adquieren un ritmo y se entonan con la respiración, abren otras vías de transmisión.
En Bolivia, la academia fue siempre un bien “elusivo y lejano”, comenta Silvia. Esa “desventaja”, sin embargo, se convirtió en ventaja a la hora de relacionarse con los libros y la teoría en general. “Descubrimos el provincianismo europeo. Por ejemplo, que los ingleses no leen a los franceses. Claro que desde acá eso no se ve porque les atribuimos universalidad. Pero en este continente somos menos provincianos: leemos todo lo que nos llega y bajo el principio de selectividad de que todo sirve según las emergencias sociales. Así tenemos la suerte de saltearnos varias modas, porque llegaron tarde o porque nos parecen de otro planeta, y de entrenarnos en una libertad combinatoria”.
  
Tener pocos libros, en contraste con la “híper accesibilidad actual”, exigía “sacarles el jugo desde lo propio pero también fragilizar la seguridad de nuestro pensamiento a partir de la realidad, así como lo propone Marx, para quien prima lo real frente al pensamiento”.
Curiosear, averiguar, comunicar[1]
Con estos tres verbos, Rivera Cusicanqui enhebró su propuesta metodológica como una serie de gestos. Primero, la curiosidad, que proviene de ejercitar una mirada periférica: la del vagabundeo, la poética figura del flanneur que evocaba Benjamin, como una capacidad de conectar elementos heteróclitos gracias al modo mismo de discurrir, transitar, vagar. La mirada periférica incorpora una percepción corporal. Metaforiza la investigación exploratoria. Envuelve un estado de alerta. Se hace en movimiento y guarda cierta familiaridad con lo que se ha llamado la atención creativa.
Averiguar, como segundo paso, es seguir una pista. Es la mirada focalizada. Y para eso, como insiste Silvia: “lo primero es aclararse el por qué motivacional entre uno mismo y aquello que se investiga”. Lo dice porque subraya una tarea irreemplazable: descubrir “la conexión metafórica entre temas de investigación y experiencia vivida”, porque sólo escudriñando ese compromiso vital con los “temas” es posible aventurar verdaderas hipótesis, enraizar la teoría, al punto de volverla guiños internos de la propia escritura y no citas rígidas de autorización.
Por último, ¿cómo comunicar? Hablar a otrxs, hablar con otrxs. Hay un nivel expresivo-dialógico que incluye “el pudor de meter la voz” y, al mismo tiempo, “el reconocimiento del efecto autoral de la escucha” y, finalmente, el arte de escribir, o de filmar, o de encontrar formatos al modo casi del collage. Hablar después de escuchar, porque escuchar es también un modo de mirar, y un dispositivo para crear la comprensión como empatía, capaz de volverse elemento de intersubjetividad. La epistemología deviene así una ética. Las entrevistas un modo del happening. Y la clave es el manejo sobre la energía emotiva de la memoria: su polivalencia más allá del lamento y la épica, y su capacidad de respeto por las versiones más allá del memorialismo de museo.
En un pequeño cuaderno verde, Silvia tiene unas breves notas que cuando pasan a su oralidad crecen, proliferan y edifican una arquitectura de imágenes, conceptos y narraciones que le permite afirmar –“suelta de cuerpo”, como a ella le gusta– que la sociología es una rama de la literatura.
Leer a Fanon a través de Fausto Reinaga
Cierta alquimia en el proceso de conexiones revela una singularidad. Así, por ejemplo, la lectura de Frantz Fanon en Bolivia se hizo a través de Fausto Reinaga, referente del katarismo, la guerrilla indigenista de los años 70 y autor del clásico La revolución india.
Silvia estuvo involucrada con aquella corriente como un momento colectivo de radicalización política. Años después, en los 80 fue una de las fundadoras del Taller de Historia Oral Andina (THOA), desde donde se exploró la vertiente comunitaria y anarquista de las luchas, se la difundió en folletos y radionovelas y repercutió en las movilizaciones populares de los años siguientes, especialmente en la organización de los ayllus del occidente de Bolivia, la CONAMAQ. Fruto de ese trabajo, se volvió a editar recientemente el libro Lxs artesanxs libertarixs (Tinta Limón y MadreSelva) donde se recopila la historia sindical de los años 20, previa a la Guerra del Chaco, pero también, tras la matanza (se perdieron más de 100 mil vidas de ambos bandos), el protagonismo de los gremios femeninos que agruparon a floristas, amas de casa, vendedoras de mercado y cocineras.
Antes había escrito un libro que devino imprescindible: Oprimidos pero no vencidos. Luchas del campesinado aymara y qhichwa, 1900-1980, donde muestra la “lógica de la rebeldía” que nutrió las revueltas de todo ese período, hasta el golpe de García Meza en julio de 1980. Fue realizado mientras Silvia vivió en el campo, donde entró en contacto con dirigentes kataristas e indianistas. Primero editado por una editorial paceña y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), luego, según palabras de la autora, el libro fue objeto de una “apropiación reformista por parte de una generación de intelectuales de lo “pluri-multi”, lo cual me ha convencido de las capacidades retóricas de las élites y de su enorme flexibilidad para convertir la culpa colectiva en retoques y maquillajes a una matriz de dominación que se renueva así en su dimensión colonial”.
Rivera Cusicanqui tiene un arte y es escapar de las clasificaciones, especialmente de los lugares exotizantes donde se la quiere ubicar. Dice que por eso creen a menudo que es antropóloga. Se ríe y se auto-bautiza como “objeto étnico no identificado”. A veces también se refiere a sí misma como sochóloga, un mix de chola y socióloga que alguna vez le dijeron para desacreditarla y ella se lo convirtió en bandera. Así también juega  con el término birchola (una mezcla entre chola y birlocha que era como se decía, en contraste, a las mujeres de vestido) y que son figuras que Silvia investigó entre las migrantes de la populosa ciudad de El Alto, el cordón conurbano que rodea La Paz. No son piruetas. Son los destellos de una risa más profunda y una crítica despiadada sobre la esencialización de lo indígena.
“Indixs somos todxs en tanto personas colonizadxs. Descolonizarse es dejar de ser indix y volverse gente. Gente es una palabra interesante porque se dice de maneras muy distintas en cada idioma”, dijo en el auditorio Roberto Carri de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, donde Rivera Cusicanqui dio la conferencia magistral de cierre de las Jornadas de Sociología. Y agregó a esta idea una vuelta más: “Estoy en contra de la metáfora falocéntrica y cristiana de la torre de Babel porque en ella la diversidad lingüística es pensada como castigo. Esta pluralidad se debe a que la tierra necesita muchas lenguas para decirse y no una maldición de un Dios cristiano que se enojó con los hombres”.
En esa invectiva, lo originario es otra palabra a la que Rivera Cusicanqui le ha dedicado sustanciosas críticas. “Es una palabra que divide, que aísla a los indios y, sobre todo, les niega su condición de mayoría para que se reconozcan en una serie de derechos que los restringe a ser una minoría desde el punto de vista estatal”. Además, importantes investigaciones históricas ya demostraron la versatilidad de esa figura: como cuando Tristan Platt narra la conversión en originario del forastero, recuerda Silvia. Las filiaciones son así también efecto de montaje y, cuando no se congelan en estereotipos, procesos en devenir. “Debe tener que ver con que en Bolivia en vez de psicoanalizarnos como aquí, nos farreamos”, especula.
Hay que recordar que la primera traducción al castellano de los debates poscoloniales se hizo en Bolivia, en una compilación a cargo de la propia Silvia junto a Rossana Barragán. Rivera Cusicanqui vuelve a saltar las categorías y revolverlas: “Lo poscolonial es un deseo, lo anti-colonial una lucha y lo decolonial un neologismo de moda antipático”, sintetiza. Para radicalizar la alteridad, “hay que profundizar y radicalizar la diferencia: encon y contra lxs subalternxs”. Esta es una fórmula que permite sortear también la relación perversa que se construye cuando la estructura es “el resentimiento indígena y la culpa del no-indígena”, base afectiva del populismo. No se trata simplemente de “invertir la jerarquía sin tocar el dualismo (Guha dixit)” y usar la muletilla del eurocentrismo para construir nuevos binarismos límpidos. Este movimiento desclasificatorio que Silvia detalla es el que permite incluso entender los “procesos de blanqueamiento como estrategias de sobrevivencia: hay que leer ahí quién se apropia de la fuerza y no quién se regodea en la lástima o quién deja de ser puro”. De ahí, también, la fuerza de los lenguajes combinatorios junto a la capacidad de enfrentar la contingencia e integrar lo ajeno.
El efecto es una condición de “palimpsesto” con el que Silvia lee las capas superpuestas en una ciudad (una “estratigrafía de lo urbano”), en las memorias colectivas, en las lenguas y en los trajines comerciales y de resistencia.
El colonialismo se expresa negando la humanidad de otros: “por eso hoy aparecen figuras desechables sobre las que se actualiza la dinámica colonial”, dice en conversación con teorizaciones como las de Achille Mbembe. Pero, aclara, la descolonización es una tarea de grupo: “Uno no se puede descolonizar solito porque, como decía Jim Morrison y también Foucault, a los señores los llevamos adentro por cobardía y pereza”.
La noción que Silvia trabaja para esta epistemología como práctica descolonizadora es lo ch´ixi: una versión de la noción de lo abigarrado que conceptualizara el sociólogo René Zavaleta Mercado, con quien ella mantuvo un intenso intercambio político e intelectual. “Creo que es una palabra-talismán, que nos permite hablar más allá de las identidades emblemáticas de la etnopolítica. Y creo también que tiene su aura en ciertos estados de disponibilidad colectiva para hacer polisémicas las palabras”.
Y también que permite leer hacia atrás y hacer de la escritura una capacidad de afiliación. Silvia Rivera Cusicanqui confesó tener “nostalgia de ancestros”. La nostalgia devino deseo y finalmente encontró a un tío mecánico mientras investigaba el archivo anarquista: Luis Cusicanqui fue el escritor de un manifiesto anarquista dirigido a indios y campesinos en 1929.
Muerte de una disciplina. Génesis de una (in)disciplina
Silvia habla del aymara como un idioma “aglutinante”, porque es capaz de que un mismo término varíe según los sufijos, los contextos de enunciación y con cada operación de significación específica, así como alrededor de las estrategias retóricas. Esa variación también es a la que se somete su propia teoría, al punto de decir: “Hace algún tiempo he adquirido la costumbre de expresar en público el repudio por mi obra anterior”. Que esa posibilidad esté ligada a una trayectoria femenina no es menor: pone en acto, de nuevo, “la ventaja de la desventaja, el lado afirmativo de nuestra desvalorización”. Y también performativiza esa “episteme propia” sobre la que insiste con desacato e irreverencia, capaz de incluir términos no lineales, opuestos, zonas de conflicto y encuentro, nuevos puntos de partida.
Cuando Gayatri Spivak visitó Bolivia a pesar de que había una lista de traductores oficiales propuestos, fue Silvia quien se animó a la simultaneidad pero, sobre todo, la que puso en escena la indisciplina del texto y de la traducción lineal. “¿Cómo traducir al castellano el término double bind propio de lo esquizo que usa Spivak? En aymara hay una palabra exacta para eso y que no existe en castellano: es pä chuyma, que significa tener el alma dividida por dos mandatos imposibles de cumplir”. Además, estos ejercicios de traducción, dice Silvia, revelan que hoy todas las palabras están en cuestión: “eso es signo de Pachakutik, de un tiempo de cambio”.
En ese tembladeral, hay procedimientos que ayudan: con el flash back y el deja vu (que usa en sus libros pero también en varios de los videos que ha guionado y filmado) Silvia vuelve sobre la memoria colectiva como una serie de montajes que se actualizan según el flujo y el reflujo de las luchas pero que se despliegan como lenguajes propiciatorios de justicia. “Hay una guía que nos hacemos y que tiene que ver con los pensamientos producidos justamente en momentos de peligro”.
Así, por ejemplo, se teje alianza con Waman Puma de Ayala, el autor de la Primer Nueva Coronica y Buen Gobierno (1612-1615 aprox.): una carta al rey de España de mil páginas y con más de trescientos dibujos hechos con tinta que Silvia analiza bajo la luz de su “sociología de la imagen”. Ese libro permite contrabandearla a ella misma en uno de esos dibujos, sobreimprimirla anacrónicamente. El montaje nos daría una poeta-astróloga: “caminar, conocer, crear” los verbos de un método en movimiento, con el horizonte de una “artesanía intelectual”, que no se deja expropiar el debate sobre la idea misma de qué es otra mirada sobre la totalidad. Así quedó expuesto en el proyecto Principio Potosí Reverso, un catálogo-libro que Silvia realizó junto al Colectivo Ch´ixi y que narra una historia que va de las minas coloniales al neoextractivismo.
La imagen, así interrogada, deviene teoría. No es ilustración. Exige una confianza en la autonomía de la percepción que consiste en mirar con todo el cuerpo, como dijo mientras se presentaba su flamante libro en la Cazona de Flores ante casi doscientas personas: Sociología de la imagen. Miradas ch´ixi desde la historia andina (Tinta Limón). Sus textos e intercambios con colectivos aquí ya habían circulado y amasado amistades a través de encuentros y de dos libros: un diálogo con los colectivos Simbiosis Cultural y Situaciones en De chuequistas y overlockas. Una discusión en torno a los talleres textiles y Chi’ixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores. Aquella noche Silvia estaba feliz. Antes había cocinado para editores y amigxs una deliciosa sopa de maní. Todo terminó con brindis y música ya comenzado el día siguiente.
Encontrar la voz propia: de leer a escribir
Entramos en el penal de mujeres de Ezeiza con un frío que helaba, junto a talleristas y docentes. Pero una vez adentro, el clima cambió. Estaban algunas presas que estudian la carrera de sociología y otras que participan de talleres con la organización Yo no fui. La charla se desparramó sobre los saberes de sobrevivencia, los más inteligentes, los que hacen de la debilidad, una potencia. Era un auditorio pero Silvia no se subió a la tarima. Se sentó y luego empezó a caminar mientras hablaba.
“La voz insustituible es la de una misma. Contar la propia vida a una compañera de celda en una noche de insomnio es co-investigar, ser ya parte de la artesanía de la historia oral. Por eso lo fundamental es cuidar la libertad que se siente dentro de cada una y usarla para leer por afinidad: ustedes deben sentir que gobiernan la lectura, leer sólo lo que huele mejor, de atrás para adelante, por pedazos y, luego, escribir como un gesto de cuidado y de fidelidad con ustedes mismas, como un ejercicio de libertad”.
Silvia contó que cuando daba clases de sociología en el penal de Chonchocoro (la cárcel de varones en La Paz), hizo un taller de “voladores”: unos barriletes con los que se comunicaban con los presos de la cárcel de San Pedro, desde el patio donde pasaban el día. “Era sólo un pequeño gesto, pero liberaba energía. Y la libertad es un gesto”. Para ella la cárcel era como un “mundo al revés”, “porque lo que afuera es pequeño adentro se engrandece y viceversa”. Las presas que hablaron coincidieron con esa imagen. También contaron que nunca se habían imaginando leyendo a Nietzsche pero que a todas les impactó ese aforismo que dice que lo que no mata, fortalece, de la importancia de saber que están ahí por un tiempo pero que desde ahora deben proyectar también el afuera y de animarse a hacer cosas que nunca se imaginaron que harían. Habían terminado hace dos días con una huelga de brazos caídos contra una medida que les descuenta las horas de estudios y de talleres de la contabilidad de las horas de trabajo.
Silvia, huelguista de trayectoria, contó también estrategias de resistencia  que se hicieron en 2008 cuando se intentó un golpe contra Evo por los industriales que manejan el comercio del arroz, el aceite, la carne y la harina. “Empezaron a circular todo tipo de recetas para prescindir de esos alimentos, por entonces signados por una maldad de clase. Ese tipo de sabiduría popular, que es la que puede demostrar que el consumo es político por ejemplo, es de pequeños actos pero fundamental a la hora de hacer grietas en las relaciones de fuerza”, graficó Silvia.
Y volvió a una receta, según ella imbatible: “cuando escriban, respiren profundo. Es una artesanía, es un gesto de trabajadora. Y cuando lean lo que escribieron, vuelvan a respirar hasta sentir que hay un ritmo. Los textos tienen que aprender a bailar”.
Pensar en movimiento
De nuevo, se trata de una cuestión de ritmo: “Se trata de conocer con el chuyma, que incluye pulmón, corazón e hígado. Conocer es respirar y latir. Y supone un metabolismo y un ritmo con el cosmos”. Así conocer es una práctica política: “La práctica de la huelga de hambre y la caminata durante días en una marcha multitudinaria tiene el valor del silencio y la generación de un ritmo y una respiración colectiva que actúan como verdadera performance”, dice para recordar las largas manifestaciones en defensa del territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), en 2011. “Hay entonces, en estos espacios de lo no dicho, un conjunto de sonidos, gestos, movimientos que portan las huellas vivas del colonialismo y que se resisten a la racionalización, porque su racionalización incomoda, te hace bajar del sueño cómodo de la sociedad liberal”.
El desplazamiento de los centros es un hecho, dice Silvia (que además, insiste con que si nombramos desde donde estamos situadxs, ¡el oriente refiere a Europa!). Pero en las periferias también hay un impulso a construir nuevos centros. Es lo que pasa, dice, con el proceso boliviano: “Evo eclipsa la incertidumbre, el principio de pluralidad propio de las luchas. Todo el aparato de estado ahora se dirige a eso”.
Silvia actualmente es parte de un emprendimiento que se llama El Tambo Colectivo, donde se hacen cursos y actividades, fiestas y presentaciones. Tuvo un muy breve paso por el gobierno del MAS en sus inicios, en una campaña por la legalización de la hoja de coca. Hoy su postura es de crítica radical y puede leerse en un artículo que escribió y cuyo título anticipa el argumento: “Mito y desarrollo en Bolivia. El giro colonial del gobierno del MAS”.
Hay que discutir lo que se obtura. Por ejemplo, qué sería “una versión propia del desarrollo, casi como una economía del deseo. Una suerte de empate entre lo que se tiene y lo que se desea”. Silvia cuenta cómo la noción de Buen Vivir es parte de un aforismo más amplio, que le pone exigencias concretas y que impide reducirlo a una fórmula sencilla o gubernamental. Además, el deseo de cambio y “en general el deseo colectivo está fuera de todo realismo tal como se presenta desde el poder. Esa es la brasa que hay que cuidar”.

(fuente: http://www.revistaanfibia.com/)
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[1] Gunnar Mendoza Loza, director del Archivo Nacional de Bolivia, acuñó esta idea para definir el “núcleo primordial del oficio” de investigar. Su trabajo será publicado a fines de este año en el volumen Desde los márgenes. Pensadorxs bolivianxs de la diáspora, CLACSO (colección Antologías del Pensamiento Crítico Latinoamericano), antologado por Silvia Rivera Cusicanqui y Virginia Aillón.

Clinâmen: Brasil: ¿Qué queda del llamado «ciclo progresista»?

Conversamos con Giusepe Cocco, docente universitario brasileño, integrante de la Universidad Nómada, sobre la coyuntura política en Brasil. Para el progresismo Dilma representa un gobierno popular acosado por las corporaciones, mientras que las derechas traducen lo que allí sucede en un programa devaluatorio y anticorrupcion. ¿Cómo pensar la actualidad brasilera por fuera de esa dicotomía?

EZLN: De arriba, nunca, jamás llegarán la verdad y la justicia



A la Sexta Nacional e Internacional:
Al Congreso Nacional Indígena:
A l@s de abajo en el mundo:
A quien corresponda:
Una vez más se remarca que, de arriba, no vendrán la verdad ni la justicia.
Nunca.
Jamás.
De arriba sólo hay que esperar simulación, engaño, impunidad, cinismo.
El criminal de arriba siempre tendrá absolución y recompensa.  Porque quien lo juzga es el mismo que le paga.  Son los mismo criminales y jueces.  Son cabezas venenosas de la misma Hidra.
Y ahora tenemos un nuevo ejemplo:
Como zapatistas que somos, nos hemos dado cuenta de que, gordos y contentos, han regresado a sus casas en el poblado de La Realidad, dos de los autores intelectuales del asesinato del compañero maestro Galeano.  Supuestamente estuvieron presos por el asesinato de nuestro maestro y compañero.  Sabemos ya que han sido declarados inocentes del crimen por los mismos que los financiaron y apoyan: los gobiernos federal y estatal de Chiapas.  El autodenominado “juez” Víctor Manuel Zepeda López, del ramo penal de Comitán de Domínguez, Chiapas, el día 12 de agosto de este año, sentenció que los señores Carmelino Rodríguez Jiménez y Javier López Rodríguez son inocentes, a pesar de que ellos y sus cómplices de la CIOAC-Histórica saben que son culpables de organizar el crimen.  No los únicos, pero también lo son.
A escondidas los llevaron de vuelta a La Realidad.  Les dijeron que no se mostraran mucho y fueran discretos, pero la soberbia de quien se sabe impune frente a la justicia de arriba, les suelta la lengua.  Ahí declaran, a quien quiera escucharlos, que no estuvieron presos, sino guardados en una casa donde recibían todas las atenciones y la felicitaciones del gobierno estatal de Manuel Velasco y de los líderes de la CIOAC-Histórica por el asesinato del maestro Galeano, y que les dijeron que tenían que esperar un tiempo para volver a su pueblo “y seguir con lo que quedó pendiente”.
Ahora falta que salgan a declarar a su favor sus cómplices: Pablo Salazar Mendeguchía, Luis H. Álvarez, Jaime Martínez Veloz, Juan Sabines Guerrero, Manuel Velasco, Manuel Culebro Gordillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Rosario Robles.  Estas personas son algunas de quienes domaron a la CIOAC-Histórica y la convirtieron en lo que es ahora: una banda paramilitar útil para el acarreo de votos y para el asesinato de luchadores sociales.
También falta que los periodistas progres los entrevisten y los presenten como víctimas del “feroz” Galeano (él solo contra más de dos decenas de criminales cioaquistas), reediten la mentira de un enfrentamiento, publiquen sus fotos amañadas, y cobren con la mano derecha el servicio prestado, vehículos con chofer incluidos, mientras en sus medios ensalzan el “gran” desarrollo del suroriental estado mexicano de Chiapas y, con la mano izquierda, celebran su “compromiso con las luchas sociales”.
Pero…
Como zapatistas que somos, miramos y escuchamos no sólo nuestra rabia, nuestro coraje, nuestro odio hacia quienes allá arriba se sienten dueños y señores de vidas y destinos, de tierras y subsuelos; y hacia quienes se venden, con sus movimientos y organizaciones, traicionando su historia y principios.
Como zapatistas que somos, también miramos y escuchamos otros dolores, otras rabias, otros odios.
Miramos y escuchamos el dolor y la rabia, hechos reclamo en los familiares de miles de desaparecid@s y asesinad@s nacionales y migrantes.
Miramos y escuchamos la tenaz búsqueda de justicia de los familiares de los niños y niñas asesinadas en la guardería ABC en Sonora.
Miramos y escuchamos la rabia que se hace digna y rebelde huelga de hambre de anarquistas pres@s en México y en otras partes de mundo.
Miramos y escuchamos la rabia en los pasos incansables de los familiares de los 47 ausentes de Ayotzinapa.
Miramos y escuchamos la rabia en el pueblo hermano Nahua de Ostula, agredido por el ejército.
Miramos y escuchamos la rabia en el pueblo hermano Ñahtó de San Francisco Xochicuautla por el despojo de sus bosques.
Miramos y escuchamos la rabia del pueblo hermano Yaqui por los presos injustamente y por el robo descarado de su territorio.
Miramos y escuchamos la rabia por la burla que es la investigación por el asesinato de Olivia Alejandra Negrete Avilés, Yesenia Atziry Quiroz Alfaro, Nadia Dominicque Vera Pérez, Mile Virginia Martin Gordillo y Rubén Espinosa Becerril, en la Ciudad de México.
Miramos y escuchamos la rabia del magisterio democrático que resiste la guerra mediática, policíaca y militar que padecen por el delito de no rendirse.
Miramos y escuchamos la indignación de quienes, en el norte revuelto y brutal, son atacados por el color de su piel y por ese color son sentenciados y condenados.
Miramos y escuchamos la rabia y el dolor por las mujeres desaparecidas, asesinadas por el delito de ser mujeres; por l@s diferentes atacad@s porque el Poder no tolera lo que se sale de su estrecho pensamiento; por la niñez que es anulada sin que siquiera alcance una cifra en las estadísticas de la macroeconomía.
Miramos y escuchamos que sólo se reciben mentiras y burlas de quienes dicen administrar la justicia y en realidad sólo administran la impunidad y fomentan el crimen.
Miramos y escuchamos en todas partes las mismas promesas de verdad y justicia, y las mismas mentiras.  Ni siquiera cambian las palabras, como que ya tienen un escrito que leen, y mal, todos los de arriba.
Ya es el tiempo en que, cuando el de abajo pregunta por qué se le ataca, la respuesta del de arriba es “por ser quien eres“.
Porque en este mundo que dolemos, el criminal está libre y el justo está preso.  Quien asesina es premiado y quien muere es calumniado.
Pero también miramos y escuchamos que cada vez son más las voces que desconfían, que no se dejan, que se rebelan.
Nosotras, nosotros, como zapatistas que somos, ni confiamos antes, ni confiamos ahora, ni confiaremos después en los de arriba, cualquiera que sea el color de su bandera, cualquiera que sea el modo de su palabra, cualquiera que sea su raza.  Si está arriba, lo está porque oprime a los de abajo.
No tiene palabra el de arriba, no tiene honor, no tiene vergüenza, no tiene dignidad.
De arriba, nunca, jamás llegarán la verdad y la justicia.
Tendremos que construirlas desde abajo.  Entonces el criminal pagará hasta que quede cabal la cuenta.
Porque lo que arriba no saben es que cada crimen impune no hace sino enardecer el odio y la rabia.
Y cada injusticia cometida no hace sino abrir el camino para que esos odio y rabia se organicen.
Y en la balanza romana de nuestros dolores, pesaremos lo que nos deben.
Y pasaremos la cuenta… y la cobraremos.
Entonces tendremos, sí, la verdad y la justicia.  No como una limosna de arriba, sino como una conquista de abajo.
La cárcel será entonces para los criminales y no para l@s just@s.
Y la vida, digna, justa y en paz, será para tod@s.
Eso, sólo eso.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Moisés 
Subcomandante Insurgente Galeano
México, agosto del 2015.

Contra Córdoba: “El pasado nunca es del todo propio”

Entrevista a Diego Tatián

por Pablo E. Chacón
 

El escritor, ensayista, poeta y docente Diego Tatián, expone una hipótesis cultural -cuyo genérico contra Córdoba- resume en seis episodios de la vida de esa ciudad una teoría de la memoria y de la política, de la vanguardia, la ciencia y la política revolucionaria, sobre su destino y su despliegue en un campo pocas veces fértil para evitar que las pulsiones represivas no terminen dando, con suerte, una arqueología o un método que sirva para desenterrar esos emprendimientos. Tatián nació en Córdoba en 1965. Es doctor en Filosofía por la Universidad de esa provincia, y en la actualidad es el decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de esa casa de estudios. Sus libros escritos son múltiples.
¿Podrás enumerar las seis proposiciones que componen contra Córdoba?
La expresión contra Córdoba no expresa ninguna denostación; más bien enuncia una hipótesis cultural, una pequeña teoría de Córdoba según la cual la historia de la ciudad aloja un conjunto de experiencias de ruptura contra Córdoba, o al menos a pesar de Córdoba, que no componen un recorrido homogéneo sino más bien una secuencia de singularidades sin orden, cuyo sentido se obtiene de lo que enfrentan: un conservadurismo vuelto naturaleza que impide lo que nace y sobrevive finalmente a todo lo que se rebela. Cordobesismo es el nombre reciente de esa persistente ciudad con arañas nocturnas hilando infamias -como escribió alguna vez Enrique González Tuñón en una Elegía dedicada a Deodoro Roca.
En este caso tomo seis episodios muy disímiles de la historia cultural de la ciudad -tal vez más abiertos al buscador de perlas que al trabajo científico del historiador-, que presentan como único punto de articulación esa resistencia conservadora que enfrentan, y esa sintonía permite hacer -o más bien inventar- una tradición que no existe como tal.
El primero de esos episodios remite a la contratación de científicos extranjeros para impulsar la ciencia en la Argentina que realizó Sarmiento tras asumir la presidencia en 1868. La ciudad más clerical, monástica, españolista y contrarrevolucionaria del Rio de la Plata era elegida como sede de este polo de desarrollo de las ciencias naturales, que marcaría un punto de inflexión en la historia cultural del siglo XIX. Sarmiento le encomienda al médico y naturalista prusiano Hermann Burmeister la creación de las primeras cátedras de ciencias naturales en la Universidad de Córdoba, y en 1871 funda el Observatorio Astronómico bajo la dirección de Benjamin Gould. En 1869, el Congreso Nacional autoriza la contratación de profesores extranjeros para impartir ciencias en la Universidad. Entre 15 y 20 científicos europeos llegaron a Córdoba entre 1868 y 1873. Una vez aquí, el Consejo Superior de la Universidad se niega a incorporarlos al cuerpo de profesores alegando un artículo del estatuto según el cual era requisito para acceder a los claustros que el título habilitante hubiera sido expedido por la propia Universidad de Córdoba. Esta resistencia de la corporación de profesores motiva el abandono de todo propósito de implantar el estudio de la ciencia en la Universidad y así surge la Academia Nacional de Ciencias que dependía directamente del Ministerio de Justicia. Finalmente, tras diez años de organización institucional, el reglamento de la Academia Nacional de Ciencias es aprobado durante la presidencia de Nicolás Avellaneda. La intensa experiencia de un grupo de científicos en una ciudad de provincia, finalmente sería devorada por el embrujo conservador de esa misma ciudad.
El segundo episodio es la historia de una tesis doctoral, la tesis de Ramón J. Cárcano, Sobre la igualdad civil de los hijos adulterinos incestuosos y sacrílegos (1884), cuyo escándalo se inscribe en el contexto de la contienda entre católicos y liberales; claramente liberal, el tema de la tesis va a contramano de la impronta religiosa y jesuítica de la Universidad. En una primera instancia es rechazada pero por intercesión de Miguel Juárez Celman, que había sido gobernador de la provincia, con voto dividido, queda finalmente aprobada para su defensa, lo que dio lugar a uno de los mayores escándalos en la historia de la ciudad -llega hasta motivar una reacción del Vaticano. Con su tesis de la igualdad absoluta entre todos los hijos más allá del tipo de vínculos entre sus progenitores, Cárcano se adelantaba un siglo a la reforma legal que la establece. La plena igualdad entre hijos matrimoniales y extra-matrimoniales fue sancionada en 1985.
La tercera historia remite a la creación de una revista de vanguardia -se llamaba Clarín- por Carlos Astrada, Saúl Taborda, Juan Filloy, y otros intelectuales de cuño reformista. Duró menos de un año (entre 1926 y 1927), pero dejó una marca relevante a contrapelo del convencionalismo cultural reinante. El vanguardismo irreverente de Clarín se inserta nítido en la estela que dejaba Proa (1924-1926) -la mítica revista de Borges, Brandán Caraffa, Güiraldes y Xul Solar-, y dialoga con otras como Amauta -creada por Mariátegui en septiembre de 1926-, Martín Fierro (1924-1927), y sobre todo, con la Revista oral -hermandad que testimonian colaboraciones en Clarín de Alberto Hidalgo, Macedonio Fernández, Emilio Pettoruti o Norah Lange.
La cuarta historia que propongo es la de Raúl Baron Biza, cuya vida presenta todas las condiciones para la leyenda: la militancia en el radicalismo -en tiempos en que ese partido hacía honor a su nombre- y su singular literatura le valieron la persecución, la cárcel, el deportamiento, la execración social y dos procesos por obscenidad. Su producción literaria no sólo fue demasiado extensa (diez libros aproximadamente), pero las tiradas de cada uno de ellos constaban de decenas de miles de ejemplares. ¿Dónde ha ido a parar todo ese papel impreso? ¿Dónde hallar esos ejemplares editados para nadie, como un potlatch libertino? El nombre de Raúl Barón Biza se buscará en vano en los catálogos de las bibliotecas públicas cordobesas; sus obras jamás fueron reeditadas, ni son invocadas en las cátedras universitarias, ni casi han obtenido recepción crítica. La obra de Raúl Barón Biza ha desaparecido, material y culturalmente. Por qué me hice revolucionario, Punto Final, Todo estaba sucio son algunos de sus libros. En ellos nada podrá encontrarse ética, literaria o políticamente correcto. Escarnios: del matrimonio, de la herencia, de la aristocracia argentina, de los judíos, de la patria, de la madre, de Dios. Elogios: la violación de la mujer honesta, la liberación del cuerpo femenino; el asesinato por amor, odio y droga (…sólo comprendes la maravilla de la hembra bajo la influencia del polvo blanco), el suicidio, el asesinato político. Pero el título más significativo de su obra quizá sea El derecho de matar (1933), que le valiera el primero de los procesos por obscenidad mientras ya estaba en prisión por motivos políticos. El derecho de matar enseña que el poder consuma su ejercicio sobre los cuerpos: de niños, de trabajadores, de prostitutas, de enfermos, de presos, y que toda liberación debe comenzar allí. La energía moral y literaria de su prosa se conserva intacta no obstante su ausencia de deriva cultural, o tal vez por eso.
La quinta historia es la de una librería y un grupo revolucionario. Durante muchos años hubo en Córdoba una librería (la librería de Bernardo) y un librero llamado Bernardo Nagelkop, que cultivó ese noble oficio hoy casi extinto. En esa librería tuvo sede una de las más importantes aventuras intelectuales de la ciudad, producida por el grupo de Pasado y Presente, y en el que Bernardo Nagelkop estuvo involucrado, esta vez como editor. Los últimos años 60 y los primeros 70 no fueron un momento cualquiera ni en el mundo ni en Córdoba. Pero el repaso de las ediciones que produjo la ciudad en poco más de un lustro no deja de sorprender. La política, la antropología, la poesía, la literatura erótica, la reflexión sobre las drogas, la sociología, la crítica de arte, el marxismo, el existencialismo, se conjugan por un momento para dar lugar a una singular experiencia en expansión, desdisciplinada, intensa, insumisa, descentrada de los cánones intelectuales de la izquierda argentina de entonces. Sade, Barthes, Sollers, Klossowsky, Mallarmé, Bataille, Ginsberg, Burroughs, Merleau-Ponty, Genette, Levi-Strauss ó Deleuze fueron algunos de los autores editados (en algunos casos tal vez por primera vez en español). Este breve catálogo de una cultura que pudo haber sido y no fue, a no ser por un instante relámpago, nos llega como el fruto exótico de un mundo perdido en el que los libros importaban, afectaban, transformaban y, a veces, costaban la vida.
La última es la historia breve de un gobierno. El 11 de marzo de 1973 la fórmula del Frejuli compuesta por Ricargo Obregón Cano y Atilio López se imponía en la primera vuelta de las elecciones provinciales, y definitivamente un mes más tarde con el 54% de los sufragios, en lo que parecía ser la desembocadura institucional de un conjunto de luchas sindicales y populares que sacudían a Córdoba desde los meses finales del Onganiato. La alianza entre el peronismo revolucionario y el sindicalismo combativo iniciaba con la asunción del gobierno, el 25 de mayo del mismo año, uno de los momentos más singulares de la historia política de Córdoba.
Fue breve. La noche del 27 de febrero de 1974 un grupo armado comandado por el Teniente Coronel Antonio Navarro, entonces Jefe de Policía, desalojó a las autoridades democráticas de la Casa de Gobierno, abriendo de ese modo el período más oscuro y sangriento de la provincia. Entre otros crímenes atroces de dirigentes sociales y luchadores populares, el 16 de septiembre de ese mismo año el depuesto Vicegobernador Atilio López era acribillado con más de cien balazos. Los nueve meses de gobierno que transcurrieron entre mayo de 1973 y febrero de 1974 se presentan para Córdoba como un signo aún a ser descifrado, no obstante la profusa investigación académica y periodística acumulada desde entonces. A cuarenta años de esa intensa experiencia política que quedaría clavada en la memoria de la ciudad no obstante su brevedad, el Dr. Ricardo Obregón Cano tiene 98 años de edad, vive en un austero departamento en el barrio porteño de Caballito, y su nombre, como el de Atilio, despiertan una compleja inspiración emancipatoria que incluyó a grandes sectores populares, cuya violenta aniquilación ha dejado una huella aciaga en la imaginación y los cuerpos de varias generaciones.
¿Qué concepto vehiculizarían esas ideas respecto a la cultura (en general) y a la cultura política de Córdoba?
Una ciudad no es nunca una pura obra de la intervención humana; existe en ella lo involuntario, lo inintencional, lo que sus habitantes hacen sin saber lo que hacen; significados imprevistos de prácticas que procuraban cualquier otra cosa. Por eso también la relación con el pasado de un lugar y los vestigios y legados que los vivos reciben de los muertos están marcados por lo involuntario y lo imprevisto. El pasado nunca es del todo propio; es decir, no se halla ahí, disponible para su apropiación. Esa impropiedad es lo propio del pasado -tanto individual como colectivo-, que en rigor no pertenece a nadie. Una ciudad puede estar, de hecho está, llena de cosas secretas y sentidos no destinados a nadie, que las anteriores generaciones escondieron en lugares poco frecuentados, o simplemente olvidaron allí sin tomar ninguna precaución para su hallazgo por los descendientes (son tal vez las cosas ocultas desde el comienzo del mundo de las que habla la Biblia). Así considerada, la ciudad es un lugar de pérdida, un inmenso yacimiento de objetos perdidos que, a veces, encontramos sin querer. La pregunta política que me interesa aquí es: ¿cómo desarrollar un arte de la memoria pública, capaz de entrar en juego con lo involuntario? Se trata, seguramente, de un trabajo de preservación, pero también de descubrimiento. Hacer una arqueología política es no sólo hallar ideas que alguna vez estuvieron vivas, afectaron o conmovieron una ciudad, y hasta hoy estaban enterradas y sin recuerdo, sino también es hacer una arqueología urbana en sentido estricto, es decir descubrir puntos de encuentro, casas, plazas, lugares de reunión, patios, calles, objetos, bibliotecas, muros, donde acciones, ideas y pasiones alguna vez tuvieron origen y por donde transitaron o dejaron marcas quienes las experimentaron o concibieron. La recuperación conservacionista de capas urbanas, sociales y hasta arqueológicas, que parecieran haber quedado sepultadas bajo un régimen de signos completamente distinto -pero que nunca dejaron de estar ahí- se presenta como una tarea política de primera importancia. El problema de la transmisión se revela como un asunto central en política; la herencia de ese conjunto de generaciones es justamente la invención, el propósito explícito y lúcido de hacer algo con el tiempo y en el espacio donde les tocó vivir. Ese espíritu puede ser siempre aceptado como herencia -la necesidad de inventar una herencia-, para vivir en un mundo que es totalmente otro. Más que de una política cultural se trata de un trabajo con lo involuntario para inventar tradiciones.
El episodio de la vanguardia cordobesa, acordonada bajo el auspicio de la revista Clarín, ¿podrías ampliarlo?
Durante su último período de gobernador, Cárcano produce un segundo episodio (además de su Tesis) destinado a sacudir la modorra cultural de la ciudad: en agosto de 1926, tras visitar la exposición de Emilio Pettoruti en la Galería Fasce de Córdoba, adquiría para la Provincia la obra Los bailarines, que el artista había pintado en Italia bajo inspiración futurista. En el contexto de este debate -al que no fue ajena la visita de Marinetti a la UNC en junio de ese mismo año-, la defensa del arte nuevo y en particular de la obra de Pettoruti es el principal motivo por el cual sería creada Clarín. Más allá de su contexto y del espíritu de conjura que animaba el emprendimiento, la aparición de esta rareza cultural en una ciudad que consideraba cualquier innovación como una afrenta social, remite por sobre todos al nombre de un joven estudioso que con el tiempo se convertiría en uno de los más destacados filósofos argentinos: Carlos Astrada -quien dirigió la revista durante los primeros meses para luego dejarla en manos de Taborda, cuando hacia fines de 1926 se va a Europa a estudiar con Max Scheler. No únicamente la defensa de Pettoruti, alguna humorada de Macedonio o una temprana y anticipatoria reseña de Jacobo Fijman sobresaltaban otra vez la ampulosa autocomplacencia de un provincianismo incólume; también lo hacían otros nombres -los de Joyce, Cocteau, Papini, Valéry, Rodin, Apollinaire, Éluard, Rimbaud, Ossip Zadkine o Adolf Loos- albergados en esas páginas extrañas que anhelaban un público de vanguardia para solo obtener indiferencia y un prolongado olvido.
¿A qué obedece el concepto contra Córdoba?
En la Elegía de González Tuñón que mencionaba al comienzo -escrita en 1942, es decir un siglo después de la conocida página sobre Córdoba que Sarmiento incluye en el Facundo y en absoluta sintonía con ella- hay una descripción estremecedora de la ciudad, una ciudad de nichos con espectros feroces, de ventanas ciegas, de antiguos muertos de levita y retratos al óleo de los antiguos muertos de levita…, que todavía, más allá de la ceniza, consiguen opíparos nombramientos oficiales para sus descendientes; Córdoba de marchitas vírgenes arrepentidas, arañas nocturnas hilando infamias, el cretino importante y las familias venidas a menos; Córdoba con poetas que hablan de efebos rosados, con ruiseñores ciegos; Córdoba del pequeño burgués, del filofascista y del encapuchado, topo, rata huidiza, mosca verde”. “Negra ciénaga, vivo cangrejal oscuro, esa Córdoba es ciudad triste de toda tristeza: arañas, sudarios, telegramas del señor Ministro, subvenciones a campos de concentración, murciélagos y nidos de murciélagos. Este retrato es el persistente fondo sobre el que se recortan estas seis historias contra Córdoba -una ciudad en la que, por obra de un embrujo, todo lo nuevo parece estar destinado a desvanecerse inmediatamente en el aire casi sin dejar huella- que no componen ninguna unidad: se extienden desde el liberalismo decimonónico hasta el libertinismo, la vanguardia estética, la izquierda radical y el peronismo revolucionario, y sin embargo presentan vasos comunicantes. Algunos nombres son protagonistas en más de una de ellas, como en esas secuencias de short stories que cultiva el cine norteamericano, donde unas se meten en otras con las que no tienen ninguna relación. Se trata de pequeños episodios catastróficos, acontecimientos mínimos que nunca prosperan. Y sin embargo extraños legados de inspiración y resistencia, retazos de una involuntaria memoria urbana que, sin haber llegado a constituirse en mitos, a veces resplandecen en los momentos de peligro. La Reforma universitaria y el Cordobazo en tanto, son aquí omitidos como el vacío en torno al que gira lo demás, hasta tanto logremos estar a la altura de esos legados. Y esto porque su recurrencia puramente conmemorativa los ha despojado en buena parte de la inspiración libertaria que los impulsaron.

Podemos y Latinoamérica: historia de un desacuerdo

por Bruno Cava y Salvador Schavelzon

PODEMOS trae en su código genético la experimentación política de los gobiernos progresistas de América del Sur. Fundado a inicios de 2014, el partido de Pablo Iglesias tiene como núcleo promotor un grupo de profesores que transitaron especialmente por Bolivia, Ecuador y Venezuela como investigadores, asesores, y responsables de campañas políticas. Tanto iglesias como el número dos y secretario político de la organización, Íñigo Errejón, realizaron investigación académica de post-grado y también trabajos para el think thank español CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales), con fuerte presencia en los procesos constituyentes de Ecuador y Bolivia, en ministerios venezolanos y procesos electorales de otros países. A partir de esa experiencia, Errejón escribía en la revista Viento Sur[i]que “América del Sur se convirtió en el principal y casi único espacio geopolítico de experimentación en sentido emancipador”.
Juan Carlos Monedero, otro de los fundadores, fue asesor directo de Hugo Chávez entre 2005 y 2010.  En entrevista al programa televisivo de Pablo Iglesias, después de alejarse de la dirección política de Podemos, explicaría las diferencias que lo llevaron a su salida en términos que pasan por Sudamérica y plantean un contraste entre el teórico post-marxista del populismo, Ernesto Laclau, asociado a la visión política defendida por Errejón, y Boaventura de Sousa Santos, referente intelectual del propio Monedero. Mientras Laclau escribía cómodo desde Inglaterra, Boaventura de Sousa Santos, identificado con una Epistemología del Sur, era citado por Monedero desde su cercanía con saberes de indígenas, campesinos y de comunidades pobres en Sudamérica
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El aprendizaje en los procesos progresistas sudamericanos fue valorado en medios internacionales de izquierda como lecciones que ayudaron a corregir lentes eurocéntricas[ii]. Pero le valió también a Podemos una dura campaña de prensa empeñada en asociar el nuevo partido con la deteriorada imagen del chavismo en la opinión pública de España. Por un lado, la experiencia en América Latina de los fundadores de Podemos debe verse como lugar donde era posible encontrar un ámbito de participación política estatal, cerrado en España más allá del espacio parlamentario en que tanto Monedero como Iglesias y Errejón participaron, asesorando cuadros de Izquierda Unida. El peso de América Latina para Podemos, sin embargo, debe medirse también más allá de papel crucial en la formación biográfica de sus líderes. Lo que Podemos hereda de los gobiernos progresistas sudamericanos es un punto de vista y una narrativa política exitosa, que sorpresivamente muestra su potencial en el momento de quiebre histórico del bipartidismo y la cultura política de la Transición.
En el citado texto de Viento Sur, un semestre antes de la aparición de Podemos, Errejón sintetiza el proceso de llegada al poder de los gobiernos progresistas, en una lectura que se muestra inspiradora para la estrategia que en ese momento se discutía para la coyuntura española. La toma del poder se dio allí a partir de dos momentos articulados: un ciclo insurgente y destituyente seguido de un ciclo institucional y constituyente. En Venezuela, el primero alcanzó su punto más alto con el Caracazo, en 1989; en Ecuador, con los levantamientos populares y urbanos de 1997, 2000, 2001, hasta la “rebelión de los forajidos”, de 2005; en Bolivia, con las guerras del agua (2000) y del gas (2003), en medio de una secuencia más larga de marchas, bloqueos y movilizaciones que también se encausaba en la demanda indígena por Asamblea Constituyente y descolonización. En los tres casos, la crisis destituyente provocada por las presiones populares llevó a la descomposición de los consensos en la base de las instituciones políticas, sociales y culturales, agravando la crisis económica. El descontento social horizontal se manifestó en la percepción de desgobierno irremediable, partidos corruptos y entreguismo de la nación, arruinando la legitimidad del sistema político como un todo.
Errejón escribe que la crisis destituyente no es suficiente por sí sola para llevar a cambios duraderos. Es necesario un segundo momento, autónomo en relación al primero, de ocupación efectiva del Estado, a fin de transformar las instituciones. Hay en este movimiento la diferenciación de una esfera que se entiende como autonomizada de otras posibles dimensiones de la política donde se ubicarían las luchas y movimientos. En un sentido que remite a la formulación post-gramsciana de reminiscencia althusseriana presente en Laclau, se establece entonces una cisión entre estrategia y táctica que corresponde al diagnóstico de que el ciclo insurgente debe necesariamente encontrar su momento destituyente, para dar lugar a otro constituyente, en una esfera “propiamente política”, que se encuentra en las tareas de la política institucional y electoral.
En la lectura de los procesos sudamericanos que poco después encontrarían eco en el marco discursivo de la irrupción de Podemos, se muestra necesario responder a la crisis con una alternativa de poder, una recomposición de los discursos de legitimidad, que reivindiquen nuevas identidades políticas y nuevas universalidades, siempre según la pluma de Errejón. La apertura de una cuña gubernamental que capitalice el agotamiento del régimen del 1978, se lee en la “hipótesis Podemos” de forma análoga a lo que en Sudamérica se concretiza con la Revolución Bolivariana en Venezuela, la Revolución Ciudadana de Ecuador, y la Revolución Democrática Cultural, en Bolivia, tal los nombres con los que estos procesos se autoidentifican. En los tres casos, se trató de una ruptura con el orden de partidos anteriormente existente, con triunfos electorales de la mano de mayorías electorales considerables y la abertura de procesos constituyentes.
En los tres casos recién citados, que no dejan de conectarse con los gobiernos progresistas de otros países de la región, pese a conformar quizás una unidad “bolivariana” más fuerte, es fácil reconocer como rasgo clave el avance del Estado. El Estado recupera protagonismo económico, político y social en todos los procesos citados que describen su lugar trazando una línea fuerte de demarcación con el neoliberalismo, al menos retóricamente. Y debemos agregar otro trazo fundamental en este lugar político progresista y estatal, y es el que Errejón menciona como: la centralidad de un liderazgo robusto, con Morales, Chávez y Correa, capaz de soportar la difícil unidad en la composición interna de las nuevas fuerzas políticas. Sería el lugar a ocupar por Pablo Iglesias en la apuesta de la nueva formación.
Trasladado al escenario español, la analogía que Podemos hace en términos de ruptura destituyente y nuevo campo de posibilidades remite al movimiento del 15M. Así, el movimiento de indignados y de ocupación de plazas que proliferan en 2011, es concebido desde esta concepción política con un rendimiento no-constituyente, esto es, como difusión de contrapoderes sociales que no implica, por si sola, un cambio de la esfera política autónoma. El quiebre del consenso institucional del Régimen del ’78; dado por el carácter cada vez más indistinguible entre Partido Popular (PP) y Partido Socialista Español (PSOE), sumado a un fondo monárquico y la hegemonía política y financiera de la Troika.
Frente al régimen en decadencia, los indignados y acampadas del 15M hicieron el trabajo de desbancar el imperativo de que “no hay alternativa” a las medidas de austeridad, las cuales eran aseguradas poco antes por el PP y el PSOE, sellándolas con peso constitucional. El paso siguiente, continuando con el paralelismo, sería dar lugar a una fuerza que entra al juego partidario para ocupar el vacío de representación dejado por la crisis, institucionalizando así un nuevo sentido común al que Podemos se refiere, en términos de sistema político, como “Nueva centralidad” establecía junto al reacomodamiento del “tablero político” de la Transición, y donde junto con el desplazamiento de los viejos partidos, la lucha contra la desigualdad y el afianzamiento de derechos sociales se establecerían como nuevo pacto.
Como narra el relato del proceso boliviano en la versión canónica interpretada por García Linera, vicepresidente del país, las mayorías sociales se constituyen en mayorías políticas con la conquista del poder estatal por medio de triunfo electoral. Las mayorías indígenas votando masivamente por Evo Morales reiteradas veces, como por los gobiernos de Venezuela, Brasil o Argentina, muestran en España un camino que emerge como posible no aun en el 15M, sino cuando el liderazgo mediático de Pablo Iglesias alcanzó el primer lugar en la intensión directa de votos para presidente (aunque aún con número elevado de indecisos), manteniendo un crecimiento sostenido en el segundo semestre de 2014, revertido desde inicios de 2015, reubicándose en el tercer puesto. La dinámica parlamentarista, sin embargo, permite mantener el objetivo de obtener la presidencia o ser determinante en la investidura del nuevo gobierno.
Mientras la batalla electoral se plantea como posible llave para abrir una fase constituyente, el 15M y otras luchas sociales se mitologizan y distancian como antecedente que abre una brecha después de décadas, pero que necesariamente se concibe como incompleto en su potencial alcance. En esta transformación vivida como cambio de momento, las tareas políticas no se vinculan más a la conflictividad de calles, ni a la creatividad social que busca alternativas creativas o autónomas para la crisis habitacional o de contra-cultura. La disputa táctica se lleva adelante en los medios de comunicación, escenario principal donde se despliegan “significantes vacíos” que puedan conectarse con la mayoría social. Algo de esto expresaría otro miembro de la dirección y grupo fundador, Carolina Bescanza, cuando en la disputa bien ajustada por el control del partido en Madrid planteó la oposición entre un Podemos para la protesta y otro para ganar elecciones[iii].
Las elecciones de noviembre o diciembre de 2015, se establecen así como objetivo que permitiría consolidar el ciclo insurgente del 15M por medio de una nueva administración estatal, no más al servicio de “la casta”, sino de “la gente”, en un marco de un proyecto político de tipo “nacional-popular”. La “casta” se volvería lenguaje común en los grandes medios de comunicación, haciendo las veces de un carro de asalto que Podemos logra introducir en el debate luego de su irrupción electoral de mayo de 2014 para el parlamento europeo. La misma sitúa la dimensión discursiva como espacio privilegiado, y se implementa como aparato dicotomizador entre pueblo y elites aliadas a los intereses extranjeros o, en las tertulias televisivas de España, la casta de Cataluña y de Madrid, junto a la Troika y la banca alemana.
Contrastando la situación española y latinoamericana, por otro lado, Errejón es cuidadoso al reconocer el marco de ciudadanía obtenido en Europa con políticas históricamente realizadas por la socialdemocracia en materia fiscal, de servicios públicos y bienestar. Al mismo tiempo, el espejo con América Latina vuelve a funcionar en el papel que Podemos encuentra para si, impulsando un cambio político que impida el ciclo vicioso de endeudamiento-recortes-pobreza, fragmentación social y colapso institucional que se vivió durante la “década perdida” neoliberal de los ’90 en el nuevo continente[iv]
La referencia de Podemos a los gobiernos sudamericanos pasa en primer lugar por la cuestión económica, en una especie de archivo de medidas posibles inspiradas por gobiernos que repactuaron deuda pública y redefinieron la parcela estatal de ganancias en la exportación de commodities, avanzaron con el control estatal de la distribución o propiedad de empresas de petróleo y gas, obteniendo herramientas para luchas contra la pobreza y de inclusión. Algunos de estos países avanzaron con reformas constitucionales que determinaron  nuevos pactos de competencias regionales y son referencia también como catálogo de derechos. Contrariando el dogma macroeconómico, las inversiones se tornaron por un tiempo en el motor de consumo interno, haciendo eco de antiguos modelos de la CEPAL, como la substitución de importaciones y fortalecimiento del mercado nacional.
Mutatis mutandis, el documento de propuestas económicas presentado por Podemos consiste en aumentar la inversión social, reposicionar la banca pública, auditar la deuda externa, y recuperar el control estatal sobre sectores estratégicos de la política monetaria. El programa de las elecciones locales y documentos económicos que Podemos puso en circulación, hay un foco en la reactivación del consumo, desde un marco que fue calificado de neo-keynesiano. El propósito inmediato de este programa, ya al margen del diálogo con América, era el de seducir votantes moderados desencantados con los grandes partidos, evitando antes que nada una identificación con las tradicionales propuestas y símbolos de izquierda.
En la propuesta de Podemos, y del mismo modo que con las luchas que precederían el surgimiento del nuevo partido, el ejemplo del “laboratorio” sudamericano quedaría atrás. Pensando siempre en el asalto electoral, el caso de Venezuela y otros países sudamericanos, al igual que la Grecia de Tsipras, son tratados en los grandes medios como experiencias  alejadas con las que se mantienen diferencias. La referencia a estos procesos en ámbitos de confianza, incluso en visitas por el continente, es una aprehensión superficial que no alcanza sus polivalencias, tensiones, conflictos de agotamiento y puntos ciegos. De esta forma, la relación de Podemos, como formación joven, es con el momento joven de tales procesos.
La inspiración en sus momentos de apertura constituyente, no se hace cargo, así, de sus límites y posibilidades, por más coincidencias de mirada que puedan tener las narrativas políticas de ambos lados del atlántico. También, si consideramos el momento actual de implementación de ajustes de austeridad en Brasil, discursos conservadores que buscan reconstruir la base de apoyo en Ecuador desde posiciones católicas y nacionalistas, o la inocultable falta de herramientas para enfrentar crisis económica y caída de precios de commodities, en toda la región. En el recorte de la experiencia sudamericana que ocupa un lugar en el relato fundador de la hipótesis Podemos, hay una lectura en 2015 que con generosidad podría haber sido válida al iniciarse el ciclo progresista, pero no se sostiene si avanzamos al momento en que las nuevas gestiones consolidan su lugar gubernamental.
El agotamiento del ímpetu que en su momento de despegue llegó a plantear reformas y avanzar en algunos terrenos, es evidente en una coyuntura de gobiernos sudamericanos donde aún se cosechan triunfos electorales, pero al mismo tiempo en que internamente se asumen políticas de cuño conservador, distanciándose de anteriores aliados, o defendiendo un modelo de desarrollo y nuevas alianzas políticas distantes de las agendas en pie cuando los gobiernos progresistas disputaban en las calles contra el neoliberalismo. Pero por detrás del más que usado rótulo de “neoliberal”, algunas críticas apuntan, en una lectura atenta a la “hipótesis Podemos” tanto como al devenir de los procesos progresistas como el de Argentina, el recurso a una concepción simplificada del neoliberalismo que lo reduce a cosmovisión de la elite dominante sin destacar sus mecanismos en muchas escalas. En esta crítica, se va más allá del hecho de que se propongan o no nuevas privatizaciones. Se cuestiona si no se estaría negando la autonomía del tejido social, en una subordinación de la misma a una lógica estatal “desde arriba”. También, afirman Gago, Sztulwark y Picotto, la secuencia populista que va de las demandas a su articulación y representación, base de la operación descripta por Laclau, deja de lado las estructuras globales de gobernanza. Del mismo modo, la articulación del gobierno progresista con poderes territoriales y sindicales reaccionarios, en el caso argentino analizado por los autores citados, no es cuestionada en su lógica política vertical que subordina todo debate a la conducción, único polo de iniciativa política[v].
La baja de precios internacionales, sumada a diversos problemas económicos y de gestión cada vez más visibles, ponen en evidencia, por un lado, el déficit en la diversificación productiva que empieza a cobrarse sus víctimas en el terreno social y, por otro, lo enorme de la tarea una vez alcanzados triunfos electorales con los que, en realidad, Podemos ya parece no poder alcanzar. En Venezuela vemos el caso más agudo, por su dependencia del crudo, con una campaña destituyente de la oposición que logra vectorizar la indignación más allá de las clases medias altas, tradicionalmente críticas. En los Andes, vemos un panorama de explotación extractivista, criminalización de la protesta y descuido medioambiental con manipulación de consultas a poblaciones.
Países que encontraron caminos políticos para evitar la crisis de 2008 y aprobar nuevas constituciones con varios avances, además de los logros en el terreno social, hoy más bien buscan en Podemos nuevas fórmulas para encontrar  aire político más allá de las instituciones alejadas, y las alianzas del progresismo con sectores empresariales, religiosos o políticos del pasado. El ejemplo de Podemos ya no sería espejo del progresismo, en esta última mirada, sino respuesta ante el deterioro de un progresismo gubernamental que nos lleva más bien a comparar los instrumentos políticos latinoamericanos en el poder con el PSOE, el PASOK griego, el socialismo francés o el laborismo británico.
No ayuda, en la visión torcida de los procesos sudamericanos que llega a cada país sudamericano sobre procesos de países vecinos, las interpretaciones vehiculizadas por medios mantenidos con publicidad estatal, o amenazados de perderla, en lo que constituye un coro acrítico que defiende con cinismo  proyectos políticos imaginarios como un todo. Ante cualquier crìtica, con una obstinación que muchas veces se transforma en descalificaciones o persecuciones por parte del Estado a cualquier atisbo de diferencia o crítica. Nos encontramos en esos casos frene a un “no-pensamiento”, en sentido de Deleuzem como campo no problemático. De hecho, muchos de los vericuetos del momento político actual no se explican con una gramática anti-imperialista que ve cualquier disidencia como asociada al golpismo de derecha, o bien al extremismo marginal izquierdista, en un pensamiento dicotomizador que sólo distingue grandes bloques alineados. Desde la autonomía de lo político, además reducida a disputa mediática, intelectuales gubernamentales, comunicadores o autoridades de gobierno, centran la batalla en la construcción de narrativas nuevas sin necesariamente operar en la realidad de las necesidades e instituciones.
        
Podemos, así, se muestra abocado exclusivamente a montar una máquina partidaria electoral para vencer, en la lógica de que primero hay que ganar y después ver qué hacer con ello, sin importar los cuerpos que van quedando en el camino. Bajo la promesa de la eficacia para ganar, de hecho, en su corta vida Podemos fue concretando un proceso de centralización alrededor del líder, anulando el pluralismo y riqueza conceptual y creativa de abajo, de una forma que también se constata en los gobiernos progresistas que vieron retroceder la presencia de movimientos sociales, indígenas y provenientes de las luchas de la década anterior. Con la pérdida de potencia social, así, parece olvidarse el origen y fuente de la fuerza por detrás de los momentos políticos de España y América Latina, corriendo el riesgo de ocupar el lugar dejado por el régimen del ’78 al que se propone substituir, en lugar de multiplicar el movimiento[vi]. La autonomía de lo político termina siendo, de esta manera, apenas un espacio más de la vieja representación, con las mismas reglas de funcionamiento, sin siquiera plantearse un cambio de régimen a la altura de la capacidad creativa y conflictiva del 15M y del ciclo global de luchas en curso.
En Ecuador y Bolivia, especialmente con los embates que se suceden desde 2009 entre gobiernos e indígenas por casos como el de la explotación del Parque Yasuní-ITT, o de la construcción de la carretera por el TIPNIS, los paradigmas del Buen Vivir (Sumak Kawsay) y la propuesta del Estado Plurinacional han sido diluidos por el modelo económico extractivista, con el argumento de que integrarse a las cadenas internacionales de capitales continúa siendo el horizonte insuperable de la gobernabilidad. Cuando las comunidades indígenas en Bolivia, Brasil, o Ecuador, dicen “No” a más pozos petrolíferos, represas, minería a cielo abierto y otras grandes obras con impacto en el territorio, por detrás hay un “Sí” mayor, que es otra manera de organizar la producción, las relaciones y la vida. La ruptura y distancia de las organizaciones indígenas protagonistas del proceso constituyente en Bolivia y Ecuador, deben leerse como símbolo de un viraje que toma distancia de las gestas y movilizaciones contra el neoliberalismo, retomando desde el progresismo el proyecto de desarrollo de dictaduras y gobiernos nacionalistas antes rechazados por los actores que acompañaron la llegada de gobiernos anti neoliberales y líderes surgidos desde abajo al gobierno.
La referencia sudamericana en Europa es fuerte para quien quiera caracterizar el lugar político de Podemos, tanto en lo que hace a su visión gubernamental anti neoliberal, como también a algunos gestos visibles en un sentido de cierre e interrupción de los horizontes abiertos por las luchas que los anteceden. Los impasses europeos no son iguales a los de Sudamérica, pero se interfieren mutuamente sin que necesariamente encontremos por tras una clase con nuevas reivindicaciones o un sujeto de la historia. Allá, los nuevos movimientos del 15M no tienen como acomodarse en la cuadratura populista del proyecto, demasiado hegemonista para integrar las muchas singularidades involucradas, que despertaron y se acercaron cuando Podemos se mostró herramienta para abrir una brecha en el sistema.
En una coyuntura rica, que no esconde las tensiones de desarrollo en las disputas de los nuevos actores de la democracia española y en los grandes movimientos que exigen internamente pluralismo y participación de las bases, vemos por ejemplo las corrientes de Abriendo Podemos y Ahora en Común, como expresiones que muestran la vigencia de las lecturas propias de un ciclo de luchas no cerrado, y derivan de los triunfos municipalistas del 24M lejos de las formas y orientaciones de la dirección partidaria, aun cuando se acompañe buena parte de las premisas y análisis del panorama político español actual.
Al mismo tiempo, la referencia a los gobiernos progresistas no genera resonancias y, por el contrario, se ubica a contramano de la línea de fuga a los impases corrientes. En el desdoblamiento de este quiproquó vigoroso de referencia y experimentos, el desafío consisten en saber cómo garantizar una abertura permanente que se coloque en los flujos creados por las movilizaciones constituyentes de los últimos años. ¿Cómo un partido o gobiernos electos pueden dejarse renovar y recuperar vitalidad, a partir de las nuevas composiciones sociales y sus formas políticas desafiadoras? ¿Cómo instaurar un nuevo ciclo virtuoso? ¿Podemos es inaugurado ya por los dolores del fin de un ciclo o nos ofrece la posibilidad de producción de nuevos espacios de hacer política? ¿Cómo evitar el Termidor? Si es temprano para ver el perfil de nuevas oleadas de movilización que lleven a la práctica un balance que comienza a delinearse sobre la última década de progresismo en el poder, talvez sea el momento de asumir que los impases del eje sur están dados y que la salida pasa por asumir sin medias palabras sus enigmas y preguntas sin respuestas.

[i] Iñigo Errejón. Sin manual, pero con pistas: algunas trazas comunes en los procesos constituyentes andinos (Venezuela, Bolivia, Ecuador). Revista Viento Sur n.º 128, junio de 2013.
[ii]  Bécquer Seguín. Podemos’s Latin American Roots. Jacobin, mar. 2015. https://www.jacobinmag.com/2015/03/podemos-spain-iglesias-morales-chavez/
[iii]Bescansa a los críticos: Hay un Podemos para ganar y otro para protestar” Infolibre, Madrid, 19/01/2015 http://www.infolibre.es/noticias/politica/2015/01/19/bescansa_hay_podemos_para_ganar_otro_para_protestar_26979_1012.html
[iv] Iñigo Errejón en Errejón, I & M. Chantal Construir Pueblo. Icaria, Barcelona, 2015, p.71.
[v] Gago, V. Picotto, D. & Sztulwark El intelectual orgánico y el cartógrafo. Blog Lobo Suelto. http://anarquiacoronada.blogspot.com.br/2014/09/el-intelectual-organico-y-el-cartografo.html
[vi] Raúl Sanchez Cedillo. La posse del Podemos. Jun 2014. http://www.euronomade.info/?p=2542

Carta al Comité Central del Partido Comunista Soviético

Octubre, 1926

Queridos camaradas:

Los comunistas italianos y todos los trabajadores conscientes de nuestro país han seguido siempre con la mayor atención vuestras discusiones. En vísperas de cada congreso y de cada conferencia del P.C.R. hemos estado siempre seguros de que, a pesar de la aspereza de las polémicas, la unidad del Partido no se hallaba en peligro; aún más, estábamos seguros de que al alcanzar una superior homogeneidad ideológica y orgánica, a través de tales discusiones, el Partido estaría mejor preparado y dotado para superar las múltiples dificultades inherentes al ejercicio del poder en un Estado obrero. Hoy, en vísperas de vuestra XV Conferencia no tenemos la misma seguridad que en el pasado; nos sentimos irresistiblemente angustiados; nos parece que la actual postura del bloque de las oposiciones y la dureza de las polémicas en el P.C. de la URSS exigen la intervención de los partidos hermanos. Es precisamente esta profunda convicción la que nos impulsa a dirigiros esta carta. Podría suceder que el aislamiento en que nuestro Partido se ve forzado a vivir nos haya llevado a exagerar los peligros que se refieren a la situación interna del Partido Comunista de la URSS; en todo caso no son exagerados nuestros juicios sobre las repercusiones internacionales de esta situación y, como internacionalistas, queremos cumplir con nuestro deber.

La situación interna de nuestro partido hermano de la URSS nos parece diferente y mucho más grave que en las precedentes discusiones, porque hoy vemos producirse y verificarse una escisión en el grupo central leninista que ha sido siempre el núcleo dirigente del Partido y de la Internacional. Una escisión de este género, independientemente de los resultados numéricos en las votaciones del Congreso, puede tener las más graves repercusiones, no sólo si la minoría de oposición no acepta con la máxima lealtad los principios fundamentales de la disciplina revolucionaria del Partido, pero también si sobrepasa, en el curso de su lucha, ciertos límites que son superiores a toda la democracia formal.

Una de las más preciosas enseñanzas de Lenin ha sido la de que debemos estudiar mucho los juicios de nuestros enemigos de clase. Pues bien, queridos camaradas, lo cierto es que los periódicos y los hombres de Estado más notables de la burguesía internacional contemplan atentamente este carácter orgánico del conflicto existente en el núcleo fundamental del Partido Comunista de la URSS, cuentan con la escisión de nuestro partido hermano y están convencidos de que la misma llevará a la disgregación y a la lenta agonía de la dictadura proletaria, que esa escisión determinará esa catástrofe de la revolución que no lograron las invasiones y las insurrecciones de los guardias blancos. La misma fría circunspección con que hoy la prensa burguesa trata de analizar los acontecimientos rusos, el hecho de que procure evitar, en lo que le es posible, la violenta demagogia que le caracterizaba en el pasado, son síntomas que deben hacer reflexionar a los camaradas rusos, hacerles más conscientes de su responsabilidad.

Hay aún otro motivo por el que la burguesía internacional cuenta con la posible escisión, o con la agravación de la crisis interna del Partido Comunista de la URSS. El Estado obrero existe en rusia ya desde hace nueve años. Es cierto que sólo una pequeña minoría de las clases trabajadoras, e incluso de los mismos partidos comunistas en los otros países, está en condiciones de reconstituir en su conjunto todo el desarrollo de la revolución y de encontrar, incluso en los detalles que constituyen la vida cotidiana del Estado de los Soviets, la continuidad del hilo rojo que conduce hasta la perspectiva general de la construcción del socialismo. Y esto no exclusivamente en aquellos países en que no existe la libertad de reunión y la libertad de prensa ha sido completamente suprimida o está sometida a limitaciones inauditas, como en Italia (donde los tribunales han secuestrado y prohibido la impresión de los libros de Trotsky, Lenin, Stalin, Zinoviev y, últimamente hasta del Manifiesto Comunista), sino también en los países en que aún nuestros partidos tienen la libertad de proporcionar a sus militantes y a la masa en general una documentación suficiente. En esos países, las grandes masas no pueden comprender las discusiones que tienen lugar en el Partido Comunista de la URSS, particularmente cuando alcanzan la violencia actual y afectan no a un aspecto de detalle, sino a todo el conjunto de la línea política del Partido.

No sólo las masas trabajadoras en general, sino la misma masa de nuestros partidos ven y quieren ver en la República de los Soviets, y en el Partido que está en el gobierno, una única unidad de combate que actúa en la perspectiva general del socialismo. Y sólo en cuanto las masas occidentales europeas ven a Rusia y al partido ruso desde este punto de vista, aceptan voluntariamente, y como un hecho históricamente necesario, que el Partido Comunista de la URSS sea el partido dirigente de la Internacional, sólo por eso hoy la República de los Soviets y el Partido Comunista de la URSS constituyen un formidable elemento de organización y de propulsión revolucionaria.

Los partidos burgueses y socialdemócratas, por la misma razón, explotan las polémicas internas y los conflictos existentes en el Partido Comunista de la URSS; quieren luchar contra la influencia de la Revolución rusa, contra la unidad revolucionaria que en todo el mundo se está forjando en torno al Partido Comunista de la URSS. Queridos camaradas, es sumamente significativo que en un país como Italia, donde las organizaciones estatales y del partido del fascismo logran aplastar toda manifestación importante de vida autónoma de las grandes masas obreras y campesinas, es significativo que los periódicos fascistas, especialmente en las provincias, estén llenos de artículos, técnicamente bien elaborados para la propaganda, con un mínimo de demagogia y expresiones injuriosas, en los que se busca demostrar, con evidente esfuerzo de objetividad, que en la actualidad, según las mismas manifestaciones de los líderes más conocidos del bloque de la oposición del Partido Comunista de la URSS, el Estado de los Soviets está transformándose, de toda evidencia, en un puro Estado capitalista, y que, por tanto, en el duelo mundial entre fascismo y bolchevismo, el fascismo prevalecerá. Esta campaña, si bien muestra cuán enorme es la simpatía de que goza la República de los Soviets en las grandes masas del pueblo italiano, que en algunas regiones no recibe desde hace seis años más que escasa literatura ilegal del Partido, también muestra que el fascismo, que conoce muy bien la real situación interna italiana, ha aprendido a trabajar con las masas y procura utilizar la postura política del bloque de las oposiciones para romper definitivamente la firme hostilidad de los trabajadores al gobierno de Mussolini y para conseguir, al menos, un estado de ánimo en el que el fascismo aparezca como una ineluctable necesidad histórica, no obstante la crueldad y las calamidades que le son inherentes.

Nosotros creemos que en el marco de la Internacional, nuesto Partido es el que más resiente las repercusiones de la grave situación existente en el Partido Comunista de la URSS. Y no sólo por las razones expuestas que son, digamos, externas, relacionadas con las condiciones generales del desarrollo revolucionario en nuestro país. Sabéis que todos los partidos de la Internacional han heredado, de la vieja socialdemocracia y de las diferentes tradiciones nacionales existentes en cada país (anarquismo, sindicalismo, etc.) una masa de prejuicios y de motivos ideológicos que representan la causa de todas las desviaciones de derecha y de izquierda.

En estos últimos años, y particularmente después del V Congreso mundial, nuestros partidos estaban llegando, a través de una dolorosa experiencia, de crisis dolorosas y extenuantes, a una efectiva estabilización leninista, estaban convirtiéndose en verdaderos partidos bolcheviques. Nuestros cuadros proletarios estaban formándose en la base, en las fábricas; los elementos intelectuales estaban siendo sometidos a una rigurosa selección y a la prueba severa y dura del trabajo práctico, en el terreno de la acción. Esta reestructuración se operaba bajo la guía del Partido Comunista de la URSS, en su complejo unitario, y de todos los grandes dirigentes del Partido de la URSS. Pues bien, la agudeza de la actual crisis y la amenaza de escisión, abierta o latente que entraña, paraliza este proceso de desarrollo y de reestructuración de nuestros partidos, cristaliza las desviaciones de derecha e izquierda, retarda una vez más el éxito de la unidad orgánica del Partido mundial de los trabajadores. Y es particularmente sobre este aspecto que consideramos nuestro deber de internacionalistas llamar la atención de los camaradas más responsables del Partido Comunista de la URSS.

Camaradas, en estos nueve años de historia mundial habéis sido el elemento organizador y propulsor de las fuerzas revolucionarias de todos los países; la misión que habéis desempeñado no tiene precedentes en toda la historia del género humano que puedan comparársele por su amplitud y profundidad. Pero hoy estáis destruyendo vuestra propia obra, estáis degradando y corréis el riesgo de anular el papel dirigente que el Partido Comunista de la URSS había conquistado bajo el impulso de Lenin; nos parece que la violenta pasión de las cuestiones rusas os hace perder de vista los aspectos internacionales de las propias cuestiones rusas, os hace olvidar que vuestros deberes de militantes rusos pueden y deben ser realizados sólo en el marco de los intereses del proletariado internacional.

El Buró Político del PCI ha estudiado con la máxima prontitud y atención que le eran posible todos los problemas que están hoy en discusión en el Partido Comunista de la URSS. Las cuestiones que hoy se os plantean a vosotros, pueden plantearse ante nosotros mañana. También en nuestro país las masas rurales constituyen la mayoría de la población trabajadora. De otra parte, los problemas inherentes a la hegemonía del proletariado se nos presentarán de forma manifiestamente más compleja y aguda que en la propia Rusia, porque la densidad de la población rural en Italia es enormemente más grande, porque nuestros campesinos cuentan con una riquísima tradición organizativa y han conseguido siempre hacer sentir muy sensiblemente su peso específico de masa en la vida política nacional, porque en nuestro país el aparato organizativo eclesiástico tiene dos mil años de tradición y se ha especializado en la propaganda y en la organización de los campesinos, de modo inigualado en cualquier otro país. Si bien es verdad que nuestra industria está más desarrollada y que el proletariado tiene una notable base material, también es cierto que esta industria no cuenta con materias primas en el país y se halla, en consecuencia, más expuesta a las crisis; por ello el proletariado sólo podrá desempeñar su función dirigente si muestra gran espíritu de sacrificio y se libera plenamente de todo residuo de corporativismo reformista o sindicalista.

Desde este punto de vista realista, y que nosotros creemos leninista, el Buró Político del PCI ha estudiado vuestras discusiones. Hasta ahora hemos expresado una opinión del partido sólo sobre la cuestión estricta de la disciplina de las fracciones, queriendo atenernos a la recomendación que hicísteis después del XIV Congreso de no trasladar la discusión de vuestros problemas a las secciones de la Internacional. Declaramos en este momento que consideramos fundamentalmente justa la línea política de la mayoría del C.C. del Partido Comunista de la URSS y que en este sentido se pronunciará, evidentemente, la mayoría del partido italiano si fuera necesario abordar la cuestión. No queremos, y lo consideramos innecesario, hacer agitación, propaganda, con vosotros y con los camaradas del bloque de las oposiciones. No haremos una lista de todas las cuestiones particulares, con nuestro juicio al lado de cada una de ellas.

Repetimos que nos impresiona que la posición de las oposiciones afecte al conjunto de la línea política del C.C., al corazón mismo de la doctrina leninista y de la actividad política de nuestro Partido de la Unión. Lo que se discute es el principio y la práctica de la hegemonía del proletariado, son las relaciones fundamentales de alianza entre obreros y campesinos lo que se pone en discusión y en peligro, es decir, los pilares del Estado Obrero y de la Revolución.

Camaradas, no se ha visto jamás en la historia que una clase dominante, en su conjunto, tenga condiciones de existencia inferiores a las de ciertos elementos y estratos de la clase dominada y supeditada. La historia ha reservado esta inaudita contradicción al proletariado; en esta contradicción residen los mayores peligros para la dictadura del proletariado, particularmente en los países donde el capitalismo no había alcanzado un gran desarrollo y no había logrado unificar las fuerzas productivas. Y es de esta contradicción, que de otra parte aparece también bajo ciertos aspectos en algunos países capitalistas en los que el proletariado ha alcanzado objetivamente una elevada función social, de donde nacen el reformismo y el sindicalismo, el espíritu corporativo y las estratificaciones de la aristocracia obrera.

Y sin embargo, el proletariado no puede convertirse en clase dominante si no supera con el sacrificio de los intereses corporativos esta contradicción, no puede mantener su hegemonía y su dictadura si, pese a haberse transformado en clase dominante, no sacrifica sus intereses inmediatos a los intereses generales y permanentes de la clase. En efecto, es fácil hacer demagogia en este particular, fácil insistir en los aspectos negativos de la contradicción: «¿Eres tú el dominador, oh obrero mal vestido y mal alimentado? o ¿el hombre de la NEP, con su abrigo de pieles y todos los bienes de la tierra a su disposición?» También los reformistas, tras una huelga revolucionaria que ha incrementado la cohesión y la disciplina de las masas, pero que ha empobrecido aún más a los trabajadores, dicen: «¿Para qué haber luchado? Ahora quedáis más arruinados y pobres.» Es fácil hacer demagogia en este terreno y es difícil no hacerla cuando la cuestión ha sido planteada en los términos del espíritu corporativista y no en los del leninismo, de la doctrina de la hegemonía del proletariado que se sitúa en una determinada posición y no en otra.

Este es para nosotros el elemento esencial de vuestra discusión, donde reside la raíz de los errores del bloque de las oposiciones y el origen de los peligros latentes contenidos en su actividad. En la ideología y en la práctica del bloque de las oposiciones renace toda la tradición de la socialdemocracia y del sindicalismo, tradición que ha impedido, hasta el momento, al proletariado occidental organizarse en clase dirigente.

Únicamente una firme unidad y una firme disciplina en el Partido que gobierna el Estado obrero puede asegurar la hegemonía proletaria en el régimen de NEP, es decir, en el pleno desarrollo de la contradicción que hemos subrayado. Pero la unidad y la disciplina en este caso no pueden ser mecánicas y forzadas; tienen que ser leales y de convencimiento y no la de un destacamento enemigo prisionero o asediado que no piensa más que en la evasión o en la salida por sorpresa.

Esto, queridos camaradas, es lo que hemos querido deciros con espíritu de amigos y hermanos, aunque se trate de hermanos menores. Los camaradas Zinoviev, Trotsky y Kamenev han contribuido, vigorosamente a educarnos para la revolución, nos han corregido, en ocasiones, con energía y severidad; han sido nuestros maestros. A ellos especialmente nos dirigimos en tanto que principales responsables de la actual situación, porque queremos estar seguros de que la mayoría del C.C. de la URSS no se propone aplastarles en la lucha y está dispuesta a evitar medidas extremas.

La unidad de nuestro partido hermano de Rusia es necesaria para el desarrollo y el triunfo de las fuerzas revolucionarias mundiales; para ello todo comunista e internacionalista debe estar dispuesto a hacer los máximos sacrificios. Los perjuicios causados por un error del Partido unido son fácilmente superables; los de una escisión o los de una prolongada situación de escisión latente pueden ser irreparables y mortales.

Con saludos comunistas,
Antonio Gramsci – Buró Político del PCI 

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