Anarquía Coronada

Necropolítica: un horror que despelleja

por Rossana Reguillo Cruz

Si las gotas de lluvia fueran de chocolate”, cantaba y animaba a cantar a sus pequeños alumnos, durante una balacera, la maestra Martha Rivera, en un kínder al sur de Monterrey, una ciudad que vio desaparecer su vida cotidiana bajo las ráfagas de secuestros y levantones y el aliento contenido por el miedo; era un mayo caliente y malo de 2011; afuera la balacera, tracata tracata tracata ya duraba minutos que parecían horas; la imagen de esa maestra cantando esa canción infantil, marcó un punto de inflexión en mi comprensión sobre las violencias vinculadas al narco: lo siniestro, esa casi siempre imperceptible transformación de lo familiar y lo conocido, en algo amenazante, malo, terrible, trastocaba el paisaje nacional. Nos fuimos llenando de símbolos y metáforas, de indicios y señales: una hielera era un contenedor de una cabeza; una bolsa de plástico negro, sinónimo de cuerpos mutilados; una cobija en la calle, un cadáver entregado en performances macabras. Ya para esas fechas, ese 2011, el año cinco de la llamada “Guerra contra el narco” que desató el infierno en México, estábamos curtidos de tanta moridera; las decapitaciones y los narco mensajes clavados con cuchillos en los cuerpos desmembrados, que venían arreciando desde el 2006, ensangrentaban la geografía y enlutaban de terror a una familia, quinientas, mil, imposible contar. Las fronteras del horror se iban recorriendo, avanzando, sin tregua, haciendo colapsar cualquier posibilidad interpretativa; la racionalidad es hoy una palabra extraña.
Vinieron las fosas clandestinas, esos cementerios improvisados que la narco-máquina usa para tirar, quemar, enterrar los cuerpos ya inútiles. Migrantes, albañiles, niños, mujeres, jóvenes. La tierra los engulle y luego, en una suerte de bulimia, los vomita, de a cinco, de a 72, de a 100 o 15 vidas rotas. Cuando la masacre de Villas de Salvarcar en Ciudad Juárez en 2010, en la que un comando armado asesinó a 16 jóvenes estudiantes en una fiesta, dijimos: hemos tocado fondo. Cuando 13 jóvenes fueron secuestrados en una discoteca en la ciudad de México y tres meses después, sus cuerpos fueron encontrados en una fosa clandestina, hemos tocado fondo, dijimos. Y así en una espiral que parece no tener fin, cada nuevo “caso” nos coloca frente a la evidencia, intolerable, de que la descomposición de México avanza en una carrera que arrastra todo bajo su paso, como un alud de lodo y detritus.
Julio César Mondragón era un estudiante de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, junto con otros 119 compañeros inició el 26 de septiembre un viaje hacia la muerte absurda. Cinco de sus compañeros permanecen en el hospital, gravemente heridos, uno de ellos, con muerte cerebral; 43 de estos jóvenes están desaparecidos y hay indicios de que sus cuerpos estaban en las fosas clandestinas que han sido “descubiertas” en las inmediaciones de Iguala en el estado de Guerrero.
Julio César no está desaparecido, fue localizado sin vida horas después del ataque por parte de la policía municipal y grupos armados a los normalistas de Ayotzinapa. Julio César, 19 años, estudiante de primer año en la Normal “apareció” sin rostro. En un acto de barbarie inaudita, sus verdugos le sacaron los ojos y le desollaron el rostro. No hay forma ni asidero, estamos frente a frente y sin mediación alguna frente a lo que el pensador camerunés Achille Mbembe, llama la “necropolítica”, esa economía de muerte que instaura un poder difuso y no exclusivamente estatal, que se caracteriza por su poder de hacer morir y dejar vivir. Hacer morir.
Ese día, los estudiantes de la Normal Rural, “tomaron” tres autobuses de línea, con el objetivo de trasladarse desde su municipio hasta Iguala, realizar algunos boteos (colecta económica) para ayudarse a financiar su viaje a la Ciudad de México, querían estar presentes en la mega marcha del 2 de Octubre que con motivo de la masacre de estudiantes en 1968, se realizada cada año, sin faltar uno. Pero se desató el infierno, fueron interceptados por patrullas de la policía municipal, que empezó a disparar sin aviso alguno; los cercaron y cuando estaban bajo una tormenta de disparos, un comando no policiaco, arribó al lugar y completó la tarea. La información y los datos son confusos.
Un estudiante narra que Julio César se echó a correr, tuvo miedo dicen. Era un “rapado”, es decir un estudiante de primer ingreso (a los que se les corta el pelo a rapa), lo que significa que tendría a lo sumo 3 o 4 semanas de ser alumno, en la que también estudió el legendario Lucio Cabañas, el guerrillero, maestro normalista y jefe del grupo armado “El Partido de los Pobres”, que desde Guerrero puso en jaque al gobierno priista en los 70. Y es que las Normales, esas escuelas para formar maestros populares han sido semillero de rebeldes e inconformes. Ideadas por los gobiernos posrevolucionarios como dispositivos para masificar la educación, las escuelas Normales Rurales son hoy uno de los pocos legados que quedan de la Revolución Mexicana. Una de las hipótesis es que los señores del narco en colaboración con las autoridades locales, policías y un presidente municipal –que milita en las filas del Partido de la Revolución Democrática– hoy en fuga y vinculado a los Guerreros Unidos, no están dispuestos a tolerar otro grupo armado en la región, es decir el ERPI, el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente, una guerrilla que dicen, recluta sus cuadros en las Normales. Así, dice la hipótesis, el ataque, asesinato y desaparición de los normalistas es un “mensaje” del narco-estado a la guerrilla.
Gracias a varios amigos pude finalmente hablar con un estudiante de Ayotzinapa; para la tercera conversación ya me llamaba “tía”, me explica que así le dicen en Guerrero a las personas cercanas. Raúl, así me pide que lo presente y hablé de él, viajó a la ciudad de México el 8 de octubre para participar en la marcha y jornada nacional #TodosSomosAyotzinapa. Hablé con él varias veces durante su trayecto a México, dos veces más durante su estancia –fugaz– en el DF. Está más enojado que asustado, sus “compas” en el hospital son cinco; uno de ellos tiene muerte cerebral: “está con gas” me dice, es decir con oxígeno y otro, tiene un balazo en la boca, no puede hablar. Y del gobierno no hemos recibido nada de apoyo, ni un peso, dice. Enrique Peña Nieto el Presidente que comenzó su mandato bajo el signo crítico de #YoSoy132, ese masivo movimiento estudiantil y nacional que decidió decir basta al poder priista y al poder mediático, entre otras cosas, sale a la televisión nacional a decir que está indignado. Raúl se ríe cuando le cuento y me pide, por favor, si puedo ponerle un poco de saldo a su celular.
No hay novedades, un amigo periodista me dice que las nuevas fosas recién descubiertas están blindadas, no hay manera de acercarse; pese al hermetismo se cuelan datos, terribles. ¿Están desaparecidos, como siguen afirmando los padres?, ¿fueron asesinados y llevados a las fosas clandestinas, como afirman algunos de los 34 detenidos? ¿fueron obligados a cavar su tumba y quemados vivos, como dice un policía local que resguarda las primeras fosas descubiertas? Seguimos acumulando muertes.
Sí, hemos venido tocando fondo muchas veces, pero Ayotzinapa desnuda sin clemencia, la relación descompuesta, podrida, vergonzosa entre los distintos poderes propietarios: estado, gobierno, poder económico, partidos, fuerzas de seguridad. Ayotzinapa es el rostro sin rostro de Julio César, el rostro que cubre un poder económico que requiere una economía de muerte.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Thought in the ACT: Prefacio

por Brian Massumi + Erin Manning
(Traducción: Ana Fabbri)


La filosofía es […] una práctica de conceptos [que] debe ser juzgada como una función de otras prácticas con las que interfiere. […] Es al nivel de la interferencia entre muchas prácticas que las cosas pasan, los seres, las imágenes, los conceptos, los acontecimientos de cualquier tipo.
-GILLES DELEUZE La Imagen-Tiempo
Este libro hace interferencia. Su meta es abrir la filosofía hacia su exterior, desafiarla a que componga con los conceptos que están ya en camino en otro modo, en  el modo de la práctica artística, en el modo de la formación-de-acontecimiento, del activismo, de la danza, de la percepción de todos los días. Se inscribe en esta diferencia, componiendo a través del resquicio entre la filosofía y el arte, la filosofía y la danza, la escritura y la pintura, el habla y el movimiento.
El exterior de la filosofía es un medio generativo. Aún la filosofía no sabe hablar. Su pensar es activo, inquieto porque está siempre en el encuentro inesperado. Ofrecer palabras al encuentro, es lo que intentamos hacer aquí. No para resolver el enigma de cómo el arte y la filosofía, el activismo y la filosofía, se mueven de consuno, sino para preguntarnos qué puede la escritura para producir como pensado-sentido lo que el arte hace con la filosofía
Toda práctica es un modo de pensamiento, ya en acto. Para la danza: un pensar en movimiento. Para la pintura: un pensar a través del color. Para la percepción en lo cotidiano: un pensar de las maneras variadas en que el mundo se da. En cada uno de estos casos, y otros encontrados en este libro, la práctica en cuestión se analizará como un modo de pensamiento creativamente en acto.
La práctica que es la filosofía no reclama exclusividad en el pensamiento o en la composición de conceptos. Como toda práctica, su única apelación es a sus propias técnicas. Para nosotrxs, las técnicas de la filosofía son técnicas de escritura. Este libro hace interferencia escritural. Busca componer conceptos, de un cierto tipo, en la escritura. Y al componer, se articula en el resquicio, en la diferencia frágil entre los modos de pensamiento, en el acto.
Nuestra  meta: experimentar con el resquicio. No para explicarle al arte cómo pensar, o a la danza como comprenderse. Sino para suscitar el relevo de las técnicas, en la pintura, en la danza, en la creación de acontecimientos, desde las que una proposición singular pueda traspasar. Porque es en el traspasar que el pensamiento actúa más intensamente, en las prácticas que co-componen.
Para nosotrxs, escribir filosóficamente no es arrojar una red barredera conceptual, predefinida, en las aguas de la práctica exterior. Se parece más a una inmersión en el mismo estanque creativo. Dos piedras arrojadas en el mismo estanque producen dos estelas de ondulación. Allí donde las ondulaciones se intersecan, emerge una estela nueva y compleja, no reductible a ninguna de las dos. Este es el modelo de interferencia conceptual al que aspira la escritura del libro. No simplemente escribir sobre la danza. Como dice William Forsythe, la danza pensada por ahí. La danza que pensó coreográficamente por ahí, en el acto filosófico de la escritura.
En nuestros actos de escritura conjunta, tuvimos que aprender a rizar la diferencia entre dos cabezas duras como piedras. Mientras negociábamos nuestras distintas maneras de dejarnos caer en la abertura de las prácticas, hallamos modos de toparnos juntos con el encuentro. Aprendimos a componer un irritante pensar en acto con dos cabezas, a través de la multiplicidad de las prácticas. Irritante, porque escribir en el pensar es un arte intrínsecamente frágil, sin importar cuántas sean las cabezas implicadas. Irritante, pero bellamente intenso. Porque cuando los cráneos se chocan, las estelas de interferencia de las ondas cerebrales pueden constituirse como una revelación para ambxs.
Unx nunca escribe solx. Como dicen Deleuze y Guattari, con unx solo que escriba ya hay una multitud. Nuestras voces en este libro no están nunca sin los ecos de las voces de aquellos con cuya diferencia elegimos escribir. Por no mencionar los movimientos, los gestos, los colores, las arquitecturas, y los acontecimientos de las prácticas creativas con las que nos topamos. Una verdadera cacofonía. O mejor: una ecología. Componer cada uno de los capítulos supuso una reinvención de nuestras técnicas para escribir juntxs de un modo que pudiera destilar de la ecología cacofónica de nuestras experiencias conjuntas una línea compartida de pensamiento, una que anhelamos haya hecho justicia a los pensares-en-acto que tuvimos la buena suerte de experimentar de primera mano, a través de las residencias y las interacciones con practicantes creativos.
Nuestra meta no fue simplemente describir la complejidad del funcionamiento de un trabajo, sino activarsus modalidades de pensamiento, sus ritmos, en una concertación nueva. Esto significó encontrar nuestro camino hacia las prácticas artísticas para reconectar con el exterior de la filosofía, esforzarnos por hacer que se sienta cómo es que la filosofía puede co-componer con otras prácticas creativas. Con demasiada frecuencia, la escritura se queda al costado, fuera de la acción, como si el trabajo “real” ocurriera en otra parte, como si aquello para lo cual el pensamiento estuviera capacitado en su relación con las prácticas “reales” fuera meramente el describirlas –o proscribir para ellas, juzgándolas. Nos propusimos que el cometido de este libro fuera hacer que se sienta, en sus propios ritmos, que la escritura es una práctica tan real y creativa como cualquier otra, y que habita en una ecología de la experiencia con todos los haceres en gotas, y todas las creaciones en acto.
La esperanza es que este pudiera ser visto como un libro de técnicas –técnicas para componer con la práctica creativa, para componer colectividades emergentes, para componer pensamiento en el acto multíplice. La técnica, según la entendemos a lo largo de estas páginas, pertenece al acto. Las técnicas no son dispositivos descriptivos –son trampolines. No son dispositivos de encuadre –activan las prácticas desde adentro. Ponen en movimiento.
Gracias, Bracha Ettinger, por abrirnos tu hogar y compartir el proceso de pintura que habita allí. Gracias, William Forsythe y Forsythe Company, por aguantar con nosotrxs un mes de preguntas y participación cacofónica en tus movimientos de pensamiento. Gracias, Arakawa y Gins, por su curiosidad aguda, su generosidad en el diálogo y por facilitarnos una panoplia de procedimientos  de cuerpo-pensamiento para la escritura. Gracias, DJ Savarese, Amanda Baggs, y Tito Mukhopadhyay, por la agudeza perceptiva con la que comparten su mundo.
Gracias a todos los miembros del SenseLab con quienes tuvimos el privilegio de experimentar en la organización colectiva de acontecimientos que exploren los modos en que el arte y la filosofía se co-componen. Para ambxs, las actividades variadas del  SenseLab fueron una incubadora privilegiada para pensar-en-acto todo aquello de lo que en este libro se trata. En el transcurso de los últimos diez años, tuvimos la buena fortuna de reunir a nuestro alrededor y circular entre filósofos, artistas, activistas, e investigadores que fueron indefectiblemente entusiastas en el proceso de desarrollar técnicas nuevas para la invención de modos de pensar una ecología de la experiencia basada en  el acontecimiento. Este libro está dedicado a ustedes.

Thought in the ACT: Capítulo 1

por Brian Massumi + Erin Manning
(Traducción: Ana Fabbri)

POR LA NEURODIVERSIDAD
La noción de existencia supone la de un medioambiente de existencias y tipos de existencias. Cada existencia singular implica otras existencias, conectadas con ella y sin embargo más allá de ella. Esta noción de medioambiente introduce la de “más o menos”, y la de multiplicidad.
—­ ALFRED NORTH WHITEHEAD, Modes of Thought
Más o Menos (Multiplicidad)
“Existía muy poca diferencia de significado”, dice la autista Diana Krumins, “entre los niños con quienes estaba jugando junto al lago y la tortuga sobre el tronco. Parece”, continúa, “que cuando la mayoría de la gente piensa en algo como estando vivo, lo que realmente quieren decir es, humano” (citado en Miller 2003, 23– 89).
¿Qué es lo que verdaderamente queremos decir cuando decimos “humano”? Según la activista autista Amanda Baggs, ciertamente no queremos decir “autista”. Queremos decir “neurotípico”, queremos decir que unx se expresa predominantemente en lenguaje hablado, y sobre todo, queremos decir que unx está inmediatamente concentrado en los humanos en detrimento de otros elementos del entorno. La mayoría de la gente pone atención en las voces humanas por sobre todo lo demás” (Krumins).
“Oigo las rocas y los árboles” (Mukhopadhyay en Miller 2003, 54).
Para el investigador del autismo Simon Baron- Cohen, oír las rocas y los árboles en igualdad de condiciones con las voces de los niños es un signo de lo que él llama “ceguera mental”. La ceguera mental se define generalmente como la incapacidad  de desarrollar una percatación de lo que está en la mente de otro ser humano. Tener ceguera mental, sugiere Baron- Cohen, es carecer de empatía. Es estar sin relación de manera general. Según él esto es lo que define a los autistas.
Sin embargo, por parte de los autistas no escuchamos ni un repudio de lo humano, ni un volver la espalda a la relación. Lo que escuchamos es un compromiso con lo más-que humano: “a todo le presto la misma atención, sin discriminar, de modo que el graznido del cuervo en el árbol está tan definido y es tan importante como la voz de la persona con la que estoy caminando” (Krumins en Miller 2003, 86). Y un compromiso con una relacionalidad con más textura: “Mi mundo se organiza alrededor de texturas. […] Todas las emociones, las percepciones, mi mundo entero […] está influido por las texturas” (Krumins en Miller 2003, 87).
El hecho de experimentar la textura del mundo “sin discriminar” no es atribuible a la indiferencia. La textura está modelada, llena de contrastes y de movimiento, gradientes y transiciones. Es compleja y diferenciada. Prestar a todo “la misma atención” no es una falta de atención respecto de la vida. Es prestar igual atención a la gama completa de la complejidad textural de la vida, en un compromiso extasiado y desprovisto de jerarquías con la manera en la que lo orgánico y lo inorgánico, el color, el sonido, el olor, el ritmo, la percepción y la emoción, se entretejen intensamente con la “alrededoridad” de un mundo con textura, vivo con la diferencia. Es experimentar la plenitud de una danza de la atención. De todos los desafíos del autismo, éste no es sin alegría.
“Todo está en cierto modo vivo para mí” (Krumins en Miller 2003, 86).
“Para mí la felicidad era la inmediatez del medio” (Mukhopadhyay en Iversen 2006, 104).
La danza de la atención es un modelo inmersivo de asimiento de una casi inidentificable disposición de fuerzas, que modula el acontecimiento en la inmediatez de su advenir a la expresión. Atención no a, sino con y hacia, en y alrededor de. No descomponible.
“Todo el tiempo las sombras fueron tomando prestados los colores de los objetos sobre los que caerían”, escribe el poeta autista Tito Mukhopadhyay. “y colorearon todos los objetos con un color universal. Ese color es el color de la sombra, que es más oscuro que el tomado en préstamo” (2008, 21). Un sombrear coloreado: un entretejido de los campos de experiencia emergente que todavía no se definió como esto o eso. No está definido como esto o eso, y sin embargo sus cualidades ya interactúan. Los campos, en su inmediatez, juegan una eliminatoria, prestándose sus cualidades los unos a los otros, componiendo un campo único de acción recíproca, de co-fusión y contraste cambiante: de co-moción. Una conmoción inmediata de texturación cualitativa. Un modelo generativo de contención, que se mueve cualitativamente hacia una experiencia en el hacer. Emergió la sombra coloreada: una cualidad perteneciente al campo composicional. No a sus elementos, sino a la inmediatez de su acción recíproca.
La emergencia continúa. “Ahora podría imaginar el modo en que una sombra sería capaz de silenciar la colaboración entre otros colores, si estos cayeran en el territorio de su silencio”. Se forma un hiato en la conmoción, delineado por sus mismas cualidades interactuantes. “Podría ver los jazmines húmedos de rocío matinal, iluminados con la brillantez fresca del alba, crear una fábula con el perfume de sus pétalos de jazmín. Vería la fábula expandirse en el aire” (Mukhopadhyay 2008, 21– 22). Una cualidad nueva, una fragancia, ingresa en el hiato. Un florecimiento baila para la atención el acontecimiento de esta ingresión. El jazmín se rodea con el juego mutuo del color y la sombra, que transmuta en un intercambio de humedad y luz. La luz y la humedad, en co-moción con un aroma. La fragancia del jazmín se entromete en la humedad y la luz, tomando el relevo de la sombra coloreada como cualidad predominante del campo composicional en su conjunto. Este relevo atrae al campo hacia el borde de la expresión determinada. En la perfusión del campo por el aroma, una fábula se esfuerza por tomar forma. El campo se mueve a través de su perfusión hacia un contarse a sí mismo. Se esmera para ser tomado en cuenta. La flor no apareció sino como una función de este afán. No es un objeto discreto. El campo de la experiencia inmediata no está compuesto por objetos. La flor es el conducto relacional de una tendencia a la expresión amplia como el campo. Se la podría llamar objetil para diferenciarla de un objeto totalmente florecido. Un capullo de objeto. El campo compone capullos de objetos como una función de su apetencia de expresión.
El baile de la atención, evocado aquí por Mukhopadhyay, es el estado de atención en que se encuentra una expresibilidad, que tiende hacia una expresión determinada –todavía por advenir- en el entorno. Sorprendido en el medio de este acontecimiento, Mukhopadhyay no es el hacedor de la escena. Él acompaña su baile, co-componiendo con él. “Comprobaría que en el instante en que proyectara mi sombra sobre las flores, la formación de la fábula se detendría inmediatamente” (2008, 22). En el momento en que proyecta su sombra sobre el campo, imponiéndole su presencia, su actividad se detiene. Mukhopadhyay debe permanecer  co-presente. A la atención de la flor, a la sombra, a la fábula baile-campo, en la frontera exacta entre la experiencia y imaginación, en el momento, todavía no contado.
“Era muy frágil para mí el límite entre imaginar y experimentar algo. Quizás aún lo sea. Son numerosas las veces en que todavía necesito verificar con mi madre, o con alguien que pueda entender mi voz ahora, si es que un incidente verdaderamente ocurrió alrededor de mi cuerpo o en mi presencia” (Mukhopadhyay 2008, 22). Presencia con, en, y alrededor de un devenir-campo incipiente, con una atención sosegada hacia lo que el campo desea. Incertidumbre en la alrededoridad: ¿dónde empieza y dónde termina el cuerpo? ¿Dónde está el relevo entre la imaginación y la experiencia? La llegada de la próxima expresión del campo en la conversación, para la verificación cruzada, desplaza el centro de gravedad de la experiencia a otro campo, el del lenguaje. Pero este lenguaje es poético, no se restringe a la búsqueda del hecho –un lenguaje para la narración, un lenguaje que se sostiene de la resistencia oscilante entre la tracción de la imaginación y la de la experiencia, que compone con el umbral de expresibilidad que estaba ya activo en el campo, que sintoniza con la expresión, donde no existe todavía ni el capullo plenamente florecido de un objeto, ni un sujeto plenamente florecido – solo el retoño de un devenir cualitativo que se experimenta-imagina intensamente al producir sentido en la lengua.
El baile de la atención no es el estado de atención intensa que el humano presta al medio, sino el estado de atención del medio a su propio florecer, en el límite preciso donde la experiencia y la imaginación, la inmediatez y la verificación cruzada, se superponen. El hacer-sentida de una fuerza co-compositiva que todavía no busca distinguir entre lo humano y lo inhumano, entre el sujeto y el objeto, que en lugar de eso enfatiza una inmediatez de acción mutua, un medio asociado a su relación emergente.
Este compromiso co-compositivo con el medio asociado de la relación emergente es un modo de percatación medioambiental. Es un modo de existencia integral, para los autistas, con todos los aspectos de la experiencia. Ellos no deploran esta modalidad de percatación como un déficit, sino que la afirman como un modo de existencia entretejido tendencialmente con otros modos de existencia, como aquellos (más “humanos” según la definición neurotípica) que se centran en el lenguaje.
Jim Sinclair, activista autista, escribe: “El autismo no es algo que la persona tiene, un “caparazón” en cuyo interior está atrapado. No hay ningún niño normal escondido detrás del autismo. El autismo es una manera de ser. Es ubicuo; colorea cada experiencia, cada sensación, percepción, pensamiento, emoción y encuentro, cada aspecto de la existencia. No es posible separar el autismo de la persona –y si fuera posible, la persona restante no sería la misma que la del comienzo” (1993). Las personas vienen en muchos modos. Y las personas devienen.
La percepción autista baila la atención, afirma la interconectividad de los modos de existencia, destaca la relacionalidad en el corazón de la percepción, enfatiza el modo en que la experiencia se despliega a través de la matriz de los campos de solapamiento y  los énfasis cualitativos, que ya inmediatamente avanzan hacia la expresión en un campo dinámico de advenimiento a la vida en co-composición. Para los autistas, el lenguaje llega tarde, y esto es lo que quizás marca más fuertemente su diferencia respecto de los neurotípicos. La experiencia neurotípica tiende inmediatamente a alinearse con el más allá del medio relacional, con una fase ulterior en la cual la flor se sostiene sola, como un objeto solitario separado de sus fábulas-sombras. La separación del objeto pone en segundo plano la relacionalidad intrínseca del campo que adviene a la expresión, y despeja así el escenario que, entonces, se llena con la presencia de un sujeto humano que lo eclipsa, que toma para sí el crédito personal por la cuenta que el campo medioambiental emergente realiza.
La emergencia del Campo y la Disposición (Affordance)
“Esta noción de medioambiente”, dice Whitehead, “introduce la noción de ‘más o menos’, y de multiplicidad” (1968, 7). La idea no es simplemente devolver la jugada afirmando que los neurotípicos sufren de ceguera medioambiental, debida a su concentración en lo humano, y en el valor-uso humano-céntrico que los objetiles activan en el medioambiente. Los neurotípicos también son capaces de una percatación medioambiental, “más o menos”: con un carácter más periférico, prestándole una atención menos frecuente. A la inversa, muchos de los así llamados autistas “de bajo funcionamiento” no carecen de lenguaje, como muestran las citas del apartado anterior, aún cuando muchos carezcan de lenguaje hablado. “Estar incapacitadx para hablar no es lo mismo que no tener nada que decir”, se lee en uno de los eslóganes del Autistic Liberation Front. A pesar de que inicialmente se focalizaron en la relacionalidad cualitativa de los medioambientes emergentes, los autistas también son capaces, más o menos, dependiendo de muchos factores, de percibir “objetivamente”. Por “objetivamente” entendemos un modo en que los impactos focalizados, y sus eventuales usos y recuentos en la lengua, se singularizan en disposiciones (affordances) particulares de la emergencia del campo medioambiental. Llamamos a esto: modo de arrastre.
El arrastre, en relación con el campo-flor de Mukhopadhyay, hubiera situado inmediatamente el florecimiento dentro de un modo eficiente como el “recoger” o el “oler”. El hecho de que la experiencia de Mukhopadhyay pertenezca menos a la flor como tal que al campo de florecimiento y sombreado y  narratividad, no sugiere que no pueda también oler la flor o diferenciarla finalmente de otras disposiciones. Lo que sugiere es que existe una tendencia dentro del autismo a percibir inmediatamente la cualidad relacional de un medio fluyente, que aparece de manera dinámica en una juntura de la experiencia. Llamamos entretenimiento a esta puesta en primer plano del campo inmediato de la experiencia. El entretenimiento es anterior a la distinción entre lo activo y lo pasivo, el sujeto y el objeto.
El entretenimiento es la fascinación en un baile de atención. Toda emergencia de un campo experiencial incluye arrastres incipientes y entretenimientos inmediatos. Es una cuestión de grado, y de mezcla. La inclinación que impele a oler la flor antes que a verla –la emanación de sentido en virtud de la cual la flor es para algo, para olerla- es la respuesta neurotípica presente en el ademán que devela la intención de agarrarla como un objeto, contra el fondo del medio, incluso si el medio adviene tan solo como entretenimiento. Para el neurotípico, el modo de entretenimiento tiende a estar ya saturado de arrastre. El campo de la experiencia está pre-perfundido con para-idad. Tiende siempre ya hacia la expresión en valor-uso –en vez de entretener la expresibilidad  por su cuenta. Para el autista, la flor y el medio, el arrastre y el entretenimiento, no son inmediatamente separables. La flor y el medio no están recíprocamente delimitados como un plano principal contra un fondo, un objeto separado y su entorno, sino que se ofrecen conjuntamente en co-actividad. Se co-presentan como diferencias tonales en un campo que modula la totalidad de la experiencia en todos los niveles, componiendo un modo general de existencia que está en una clave diferente a la de la norma neurotípica.
“Los modos de existencia son siempre plurales y relacionales”, escribe Etienne Souriau: “la existencia puede hallarse no solo en los seres, sino entre ellos” (2009, 16). Los modos de existencia son intermodales. Según la definición de Souriau y Gilbert Simondon (2005), los modos de existencia no reifican al ser como ya constituido. Suponen advenimientos-a-la-existencia a través de acontecimientos singulares donde los objetos están en fabricación. La modalidad del advenir-al-ser singular del acontecimiento es la existencia. No hay un ser ya constituido que hospede a la modalidad. La modalidad hace al ser. Los modos de existencia no solo son intermodales, también son plurales en relación con ellos mismos, cada uno contiene en germen a los otros, en cierta medida, como una diferencia interna que es una característica composicional de su propia texturización. Cada uno tiende a hacerles falta a los otros. Los modos de existencia tienen un apetito innato el uno por el otro, y no se sostienen fácilmente cuando están separados entre sí, aunque a veces lo intenten.
 El movimiento por los derechos del autista acentúa la multiplicidad de los modos de existencia en el término “neurodiversidad”. No solo señalan la necesidad de ocuparse del florecimiento de los campos de relación, donde ni los objetos predefinidos ni los sujetos que proyectan su sombra sobre todas las cosas todavía llegaron a singularizarse; sino que también nos alertan respecto de los intrincamientos de la percepción a través del espectro. Porque los neurotípicos son de hecho neurodiversos, capaces también de percibir la relación inmediatamente. La diferencia está en la velocidad de sustracción de los objetos respecto del campo total, debido a la pre-perfusión del campo con el entretenimiento. Bajo determinadas circunstancias, los neurotípicos mismos experimentan una predominancia de percatación medioambiental. Aunque solo excepcionalmente se trata de una atención focalizada, ya que suele aparecer como un interludio efímero entre las disposiciones que se sienten más substanciales. Cuando la percatación medioambiental verdaderamente resurge, lo hace sin objetos plenamente florecidos ni sujetos que proyecten sus sombras, como describen los autistas. Pero todavía hay un grado de diferencia entre este y los otros modos de existencia emplazados en el espectro más amplio de la neurodiversidad. Debido a que el arrastre predomina como la tendencia inmediata que se presenta en los neurotípicos, incluso cuando están inmersos en un campo relacional de auto-entretenimiento, las disposiciones ya se agitan, pero todavía no están objetivadas. Para el neurotípico que, de pie sobre la hierba en el campo del agricultor, pinta una flor, el florecimiento de la experiencia puede producirse en el seno de la producción artística, como lo hace para los autistas. Pero probablemente también habrá un sentido igualmente inmediato del modo en que la flor se yergue en relación con la hierba y con los árboles, incluyendo una cartografía tácita del camino para llegar al campo desde la ruta, hasta la flor y de regreso, así como de lo que esa trayectoria podría habilitar. Esta orientación eficaz ocurre directamente como un efecto-de-campo, en el nivel de lo objetil, no en el nivel de los objetos constituidos como tales.
Flujo y Reflujo
Estás llegando tarde, caminás apresuradamente, en hora pico, desde la salida del subte hacia la oficina, por una vereda llena de gente. Los cuerpos están por todas partes, más gordos y más delgados, más veloces y más lentos, en un complejo flujo y reflujo. En este flujo y reflujo, las aperturas momentáneas van y vienen. Tu percepción se concentra en el ir y venir de las aperturas, que no se corresponden a ninguna cosa en particular. Cada apertura es un efecto de campo. Es un artefacto de la configuración en movimiento de los cuerpos a tu alrededor, factorizando sus velocidades relativas, y sus índices de aceleración y desaceleración mientras sus trayectorias se tejen entre sí y alrededor de los obstáculos. La apertura no es simplemente un agujero, una falta de algo que lo ocupe. Es una expresión positiva del modo en que todo lo que está en el campo, lo que se mueve y lo que está quieto, se relaciona integralmente en ese instante. Es la aparición de la relacionalidad del campo, desde un ángulo particular. El ángulo particular es el de tu cuerpo saliendo adelante. La apertura es el modo en que el campo aparece como una disposición para tu salir-adelante. Tu movimiento tiene que estar presente en la apertura mientras esta ocurre. Si esperás, la apertura se cierra. Su percepción y tu movimiento dentro de ella deben ser uno. No hay tiempo para reflexionar, no hay tiempo para concentrarse, evaluar, elegir. Si prestás atención a un cuerpo y después a otro cuerpo, lo único que ves es… un cuerpo y… después otro –y no la apertura en el campo compartido de movimiento. Tenés que suavizar tu concentración, dejando que la configuración cambiante del campo se dilate para llenar la experiencia. Tenés que dejar que lo que es normalmente tu visión periférica tome el relevo, atendiendo a todo de “la misma manera”.
La experiencia entonces deviene textura-movimiento, complejamente modelada, pletórica de cambio y transición, pululantemente diferenciada. Estás surfeando la multitud, incluso cuando la multitud te esté surfeando a vos. A pesar de la prisa, esto no ocurre sin alegría. Te deleitás en la fluidez de tu trayectoria, sin focalizarla como un tono de sensibilidad separado del movimiento. Tu performance fue un baile integral de la atención, aparentemente sin pensar.
Pero estabas pensando, con tu movimiento. Cada uno de tus movimientos fue la realización de un análisis de la composición del campo desde el ángulo de su disposición a salir adelante. Al entrar en el baile de la atención, tu percepción convergió con tu actividad en movimiento, y tu actividad era tu pensar. Ingresaste a un modo de percatación medioambiental en la que percibir es actuar el pensamiento, y el pensamiento es directamente relacional. Este pensar activamente relacional es también una expresión del campo, pero de un modo diferente que el de la narración, poética o no, sin ninguna necesidad inmediata de lenguaje, autosatisfaciéndose en cierta medida con los movimientos del cuerpo: expresión a-corporizada.
  Retrospectivamente, tal vez te parecerá que el objeto predominante que tu memoria singulariza –la vereda- fue tu disposición desde el subte hasta la oficina. En la oficina, abarrotada de disposiciones –la computadora para mandar emails, el teléfono para revisar mensajes, la silla para sentarse-, los objetos entrarán nuevamente en foco. Pero en el modo de la percatación medioambiental que efectivamente te condujo a tiempo hasta la oficina, no fue el objeto “vereda” el que dispuso el último tramo de tu viaje. Fueron las aperturas fugaces, ahora olvidadas. Las aperturas no están más. La vereda permanece. La estabilidad de la vereda, su destreza para caracterizarse en experiencia momento tras momento, es una condición que habilita el carácter efímero de las aperturas. De este modo singularizamos las figuras de los objetos para la percatación medioambiental en el momento: fusionadas en un campo de movimiento, su estabilidad ingresa en ese campo en igualdad de condiciones, como un contraste único en su compleja modelización relacional.
Quizás la diferencia entre la percatación medioambiental del autista y la de los neurotípicos sea que estos siempre fusionan el entretenimiento del medio con un aprovechamiento de las disposiciones. El autista deviene el campo, deviene integralmente co-composicional con él. Para el neurotípico, el campo ya viene saturado de las disposiciones que este le ofrece, con las aperturas o los capullos-de-objeto que se proponen como conductos para la expresión del campo por venir, expresión ya orientada eficazmente. Esta tendencia a la eficacia de los neurotípicos hace que el campo se preste más “naturalmente” a la verificación cruzada, que en ellos va en la dirección de encontrar hechos, antes bien que en la de crear historias en un sentido poético, como era el caso para Mukhopadhyay. Tanto para los neurotípicos como para los autistas, como para todo el espectro de la neurodiversidad, es solo más allá del momento, con la memoria, y con el ejercicio de volver a contar -que la memoria hace posible-, que los objetos sobresaldrán de manera clara, y observarán sensitivamente la frontera entre la experiencia y la imaginación. En el momento, se fusionan con los efectos de campo que son efímeros y están en movimiento y en el umbral.
Cuando el Campo Baila
Un modo de existencia nunca preexiste a un acontecimiento. La estabilidad de la silla de tu oficina no excluye que se convierta en una disposición para dormir. El modo de existencia tiene que ver con la cualidad emergente de la experiencia, no con la identidad verificada empíricamente de los objetos que se presentan en ella. Lo que resulta sorprendente de los neurotípicos es su capacidad de llevar a un segundo plano la in-formación del campo, y a pre-sustraer la potencia expresiva de su complejidad relacional. Prohibidas las piruetas en el aula.
Pero ¿y la clase en el aula? ¿Qué pasa con los niños neurotípicos que no pueden quedarse quietos mientras se les dice cómo y qué deben aprender? ¿Dónde quedó esa alegría que recordamos de sus efímeros cuerpos de cuatro años de edad, en constante movimiento, antes de que el aula tomara el relevo? ¿Qué presuposiciones existen en la mera noción de neurotípico? La “epidemia” de “trastorno de hiperactividad con déficit de atención” hace sonar las campanas de alarma. ¿No podría el diagnóstico estar dando cuenta de una falta de atención por parte de los adultos con respecto a un estado de atención de un orden diferente? El déficit de un modo de existencia podría ser la plenitud de otro.
            Tomemos este ejemplo de Mukhopadhyay. En el contexto de una clase muy por debajo de su nivel intelectual, se le pide que sume 4 + 2. Cuando se muestra aparentemente incapaz de llevar a cabo la tarea, el maestro llega rápidamente a la conclusión de que tiene un déficit intelectual, asumiendo que si Mukhopadhyay no dio con la respuesta que él esperaba, esto se debe a su incapacidad para llevar a cabo ni siquiera la más simple de las ecuaciones matemáticas. Sin embargo, escuchen cómo Mukhopadhyay narra la historia:           
Me preguntaba por qué carajo el 4 tenía que interactuar con el número 2, a través de un signo + […] Miré el número 2, preguntándome sobre los ejes de coordenadas de la superficie plana y los probables puntos de coordenadas que ese 2 sostendría. Y mientras veía la posición del 2 en algún sitio ubicado en la parte superior de la página, lo asigné mentalmente con los puntos de coordenadas de 3 y 7. El tres como coordenada X  y el 7 como coordenada Y. Vi la página dividida en matrices gráficas. Escuché que a mi lado decían algo así como que tenía que terminar mi trabajo. Pero yo estaba muy ocupado asignando a 4 un valor de coordenada. Finalmente, me conformé con los valores de 3 y 9 como las coordenadas X e Y. También le asigné un valor rápido al signo de adición. Después encontré una historia entera de caracteres numéricos distintos de 2 y de 4, rivalizando, disputando y autoafirmándose para ser escritos. Finalmente, necesité la ayuda del “promedio”. Calculé el promedio del lado X y el promedio del lado Y para lograr la paz entre los números. (2008, 154– 55)
Mukhopadhyay está en el meollo de una experiencia de campo numérico. De la misma manera en que el color, la sombra y el aroma, en el campo soleado, sostenían un juego recíproco activo, los números están en una conmoción de actividad relacional, compitiendo entre sí para pasar al estado escrito, para ser el conducto de la suma del campo en una expresión determinada.
La ausencia del resultado esperado, que 4+2 = 6, claramente tiene menos que ver con la incapacidad de Mukhopadhyay para razonar que con una deficiencia en el arrastre. Esta es una “deficiencia” solo en el sentido de que la suma del campo –la sustracción de un producto particular que se destaca de la plenitud de su complejidad – lleva más tiempo, porque el campo de experiencia inmediato no adviene ya orientado por la eficacia. El acercamiento neurotípico es saltar lo más rápidamente posible al resultado más “razonable”, el más verificable empíricamente. Rara vez se acusa recibo de que esta “racionalidad” es una sustracción de la formación del campo de un acontecimiento mucho más rico. Casi nunca el acontecimiento es percibido como en el más o el menos de su suma, en la intensidad de su multiplicidad emergente.
Para Mukhopadhyay, la matemática baila para la atención de una manera que se ofrece a la fuerza relacional de su medio. Rivalizan todas las variedades de respuestas potenciales, exóticas. “¿Qué pasa si hay un punto con 2 dimensiones –el punto dimensional se añade al 4?” Mukhopadhyay continúa. “La cuarta vez vi el vector de coordenadas que conduce el avión, moviéndose en el sentido de las agujas del reloj, volver cada doce horas, en una rotación de 360 grados. Mi día se llenó con todas las maravillas exóticas que 2 + 4 podían ofrecer. Desarrollé un sistema muy poderoso de 2 + 4 que me mantuvo entretenidas la mente y los sentidos durante el resto del día” (2008, 156). Resulta que la ecuación es mucho más que los dos números, el signo más, y el resultado –es la generación de un campo que modula la experiencia, que arrastra, que ocupa el cuerpo y absorbe atención, que crea una panoplia de sentido. La matemática está intrínsecamente relacionada con la experiencia del día en desarrollo, con el modo en que el mundo gira con la potencialidad, con el modo en que funciona el tiempo mismo. No es una herramienta o una tarea discreta. Es un procedimiento que ingresa integralmente en el “disfrute-de-sí” –para decirlo en términos de Whitehead- del campo medioambiental.
La Puerta llamada Momento
Así como el lenguaje se adquiere tardíamente, otro tanto sucede con la resolución veloz de las ecuaciones. El acontecimiento, intensificado por los efectos de campo de la potencia relacional, arrastra una especie de idea adicional, una ocurrencia tardía. Esto deja girando la complejidad conmocional del momento. “Los momentos pueden salirse de control”, escribe Mukhopadhyay, “cuando se hacen impredecibles y demasiado grandes para que mis sentidos acumulen todo lo que abarcan dentro de su campo. En un único momento, podés estar mirando un cuadro, y al mismo tiempo sos consciente del color rosa de la pared alrededor del cuadro, también sos consciente de la voz de Jack explicando algo acerca de la pintura. En el momento inmediatamente posterior estás mirando el reflejo a través del armazón de sus lentes, que compite por la atención mientras mirás la pintura. Puede que veas una parte de la sala en el reflejo de los cristales, y puede que estés tan absorbido en el reflejo que no escuches nada de la voz de Jack porque de pronto descubriste que esos reflejos están conspirando para relatarte un cuento. La voz de Jack quizás flote en el cuento como burbujas grandes o pequeñas” (2008, 52– 53). La voz y los reflejos en disputa para definir el registro experiencial predominante del acontecimiento, la voz que compite por llevar al reflejo a un segundo plano, el reflejo que se esfuerza por abarcar la voz como una burbujeante parte de sí. Esta es la experiencia de una conversación para Mukhopadhyay.  La inmersión en la actividad del campo, animada con las tendencias que compiten por resolverse. La atención se centra menos en lo que podría ser asumido típicamente como el “contenido” de una conversación,  que en su forma dinámica: las tendencias performativas que ponen en acto el acontecimiento de su auto-relación. La realización de las tendencias organiza el campo. “Los momentos se definen por aquello que tus sentidos se sienten compelidos a atender”, continúa Mukhopadhyay. “Un momento puede incluir una sombra de la silla de Jack cayendo al suelo o una lapicera asomando entre una pila de papeles, quizás deseando tener una voz como para poder gritar: ‘¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí!’” (2008, 52– 53). El grito de la expresión resuena ya en el campo. El campo expresa ya una tendencia hacia la separación de algo. Incluso ahora, en la inmediatez del momento, algo grita ya por su derecho a sobresalir, eficazmente o poéticamente –no está claro.
Noten que en el recuento de Mukhopadhyay, el momento es el sujeto. El sujeto de la experiencia no es lo humano sino la emergencia del campo del acontecimiento. El elemento humano no es suficiente para dar cuenta de la actividad del campo. En vez de un sujeto pre-compuesto que se erige sobre el acontecimiento, que eclipsa el momento, tenemos una conmoción en disputa de co-actividad. La forma dinámica de esa co-actividad que adviene a la expresión es lo que Whitehead llama la “forma subjetiva” del acontecimiento. En el registro de Mukhopadhyay, la forma subjetiva del momento todavía está irresuelta. Se estremece todavía en el desasosiego de un campo intensamente resonante. El problema del momento es cómo se resolverá la conmoción: qué registro de efectos de campo se destacarán, habiéndose expresado con más fuerza vis- à- vis con los otros. Solo después de que ocurra este vuelo de prueba, se definirá el contenido determinado del acontecimiento como siendo predominantemente un reflejo o una conversación, un eclipse o una lapicera animada.
Esto trae a la memoria el trabajo de William James sobre la lapicera en relación con la consciencia. James escribe,
Esta lapicera es… en primera instancia, un eso baldío […] Para ser clasificada o bien como una lapicera física o como el percepto que alguien se hace de la lapicera, debe asumir una función… Tan pronto como en ese mundo adquiere características estables, contiene tinta, marca el papel y obedece la guía de la mano, es una lapicera física. […] En el instante en que se hace inestable… que va y viene con los movimientos de mis ojos, alternando con lo que llamo mi fantasía, en continuidad con la experiencia subsecuente de su “habiendo sido” (en tiempo pasado),  es un percepto de una lapicera en mi mente. Es a esas particularidades que nos referimos con “estar consciente” en una lapicera. (1996, 123– 24)
¿En una lapicera? “¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí!” grita la lapicera de Mukhopadhyay. Estoy en el momento; ¡poné el momento en mi! ¡Lapicerá el momento!
            En James, el momento es la puerta a una experiencia consciente de un tipo determinado: una experiencia de lapicera en un mundo de valor-uso definido. De hecho, la lapicera tiene una función doble. Alterna entre dos roles. Si la agarrás desde el ángulo del arrastre, desde el ángulo de lo que puede hacer- “contener tinta, marcar el papel, obedecer la guía de la mano”- emerge como un objeto físico estable en tanto opuesto a un percepto. Si le seguís la corriente en lo efímero de su auto-entretenimiento –en el modo en que “va y viene”, en que se auto-relaciona “en continuidad con la experiencia subsecuente de su habiendo sido”- emerge como un percepto. Lo que llamamos relación cognitiva es en realidad un modelo de lapicera que emerge alternativamente como física o como percepto, a través de diferentes momentos. La lapicera solo puede llevar a cabo este doble deber cognitivo porque “en primera instancia”, en la singularidad de cada uno de los momentos que van y vienen, hubo un determinado efecto de campo: un “baldío eso” (no todavía esto ni eso). En esta incerteza de la emergencia del campo, la consciencia ya alborea, pero sin haber todavía florecido en una cognición plenamente definida. La lapicera, como diría Whitehead, ya es cognoscible, pero no es todavía conocida en su forma final. Todavía no es sino un factor cognoscible en el campo de la experiencia. Cuando el momento se lapiceró a sí mismo en una determinada emergencia, la conciencia vacila. Contiene “la lapicera” y su valor-uso en primer plano, en una experiencia que ahora es objeto-centrada. El campo ya no está saturado con arrastre, pero está cargado de él, localmente. El objeto singularizado “lapicera” soporta todo su peso. La amplitud de campo del entretenimiento, su relacionalidad integrada, pasó a segundo plano. Pero el primer plano no se destaca sino porque tiene un fondo sobre el cual hacerlo. El fondo y el primer plano se abrazan mutuamente, la actividad del fondo continúa compitiendo por la atención. La consciencia vacila con la tensión entre la percatación medioambiental del fondo y el conocimiento destacado en primer plano. El conocimiento es la imposibilidad de captar el campo en todos sus efectos conocibles. Este es el significado de estar consciente “en” una lapicera como opuesto a ser un cognoscente “de” ella. Significa estar consciente en un devenir-campolapicera conmocional.
        
    En el caso de In Mukhopadhyay significa que el llamado de la lapicera -“¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí!”- se entreteje con la risa de Jack en vez de tomar la delantera distintivamente. “Y dentro del mismo momento”, continúa Mukhopadhyay, “puede presentarse el sonido repentino de una risa, con su ruido demandante, que disuelve las historias narradas por los reflejos y el hosco silencio de la sombra de la silla, haciendo que te preguntes qué parte de la historia divertida proveniente de la voz de Jack te habrás perdido mientras mirabas las gigantescas aspas del ventilador, que desplazaban con su aire cada cuento y cada sonido hacia afuera” (2008, 53). En vez de sintonizar inmediatamente con lo que Whitehead llama “pequeñas regiones focalizadas de iluminación clara” de la consciencia, el acontecimiento valora por igual el campo de lo cognoscible, lo que para la cognición totalmente formada permanecerá como una “gran región de la experiencia en penumbras, que habla de la experiencia intensa en una aprehensión tenue”- recordándonos vacilantemente que esa aparente “simplicidad de consciencia clara no es una medida de la complejidad de la experiencia entera” (1978, 267). En ese momento, el “en” la lapicera bien podría haber sido un “en” las aspas, o “en” la risa. Todo depende de cómo termine por sacudirse cognitivamente la conmoción. Incluso en el final cognitivo de la experiencia, la “gran región en penumbras” de la experiencia aún titubea con lo que también pudo haber sido. Es el refugio restante de la variedad de la experiencia.
Variaciones
La experiencia de la variedad no excluye la eficacia del uso; la incluye diferentemente. Tomemos la experiencia de la puerta de Mukhopadhyay. Escribe: “Llega el color y después la forma y después el tamaño, la cosa entera necesita tiempo para quedar integrada. Para describirse como siendo una puerta, está la posición, que esté abierta o cerrada” (in Iversen 2006, 237). Cuando Mukhopadhyay ve la “puerta” no ve inmediatamente un umbral de paso, como lo haría una persona neurotípica. Él ve las cualidades en una textura de experiencia integral. Primero los campos de color, y a partir de ese juego mutuo, se afirma la forma. ¡Estoy aquí! Entonces, con la forma, viene el tamaño. Este relevo de la emergencia está, ahora, listo para ser descripto como una puerta. Solo ahora tiene una posición, solo ahora puede ofrecerse como paso. En el devenir de su determinación, la forma de un objeto se separa de la forma dinámica, se abre una disposición, y la tendencia para la descripción se constituye como sentida, volviéndose lengua. El campo presionó hacia su propia expresión en lenguaje. La emergencia del campo está lista para contar su historia. Mukhopadhyay ve efectivamente la puerta, y su puertitud efectivamente lo habilita para que la atraviese, y esta disposición es expresable en lenguaje. Pero todo eso requiere tiempo. Requiere tiempo que el campo de la experiencia se resuelva hacia su advenir a la expresión determinada.
Para el neurotípico, tiende a ocurrir algo cualitativamente distinto en el mismo campo. Debido a que atravesar una puerta es una experiencia tan habitual, probablemente el cruce ocurra como automáticamente, sin siquiera registrar  la interacción de las cualidades, su relevo, la emergencia de la puerta, y la apertura de la disposición. La puertitud desaparece. La puerta figura como estando siempre-ya atravesada, habitualmente. Cualquier descripción tendrá que ser una reconstitución, el acontecimiento que llega a  la expresión en lenguaje, desde  la memoria del campo y no desde el campo de la inmediatez. Esta es, todavía, otra variación, añadida a la percatación y la cognición medioambientales y su vacilación: esa consciencia reflexiva. La consciencia reflexiva es una variación sobre lo neurotípico –subyacente al aspecto antes señalado según el cual cada modo de existencia, incluyendo el neurotípico, es de hecho neurodiverso, intermodal en su composición interna.
          
“¿Qué pasa si cambia la posición, si, por ejemplo, cerramos la puerta?” Portia Iversen se lo pregunta a Mukhopadhyay. “Puede que interrumpa la cosa completamente, y podrías tener que empezar de nuevo”, responde (Iverson 2006, 238). La tendencia hacia la objetualidad, la disposición, y la expresión lingüística tienen que retornar al campo y comenzar de nuevo desde el “eso baldío” del momento. La diferencia clave entre el autista y el neurotípico es que el neurotípico no necesita explícitamente empezar de nuevo a cada rato. El neurotípico siempre tiene a mano una especie de taquigrafía experiencial con la cual compendia el acontecimiento: el hábito. El neurotípico tiene un procedimiento listo para reconstituir algo después del hecho a partir de las fases de emergencia del campo de la experiencia, cuyo entretenimiento inmediato fue salteado: el procedimiento de la conciencia reflexiva. La abreviación de la experiencia por el hábito y su reconstitución por la reflexión va neurotípicamente de la mano con la mayor fluidez. Lo que cae entre el hábito y la reflexión, dejando un agujero que trabajan en concierto por allanar, con la ayuda del lenguaje proveniente del campo de la memoria, es la animación del campo de la inmediatez experiencial, en su  emergente baile de atención.
Fragmentación
Anne Corwin, quien se autodefine como ingeniera, fascinada por la ciencia, apreciadora de los gatos, hiperléxica y fabricante de objetos variados y azarosos casi-funcionales, explica de qué manera es diferente entrar en una habitación para un/x autista:
¡Probablemente al entrar a una habitación vería un “modelo de verificación” antes de ser capaz siquiera de identificar la puerta como puerta y el mantel como mantel! […] el proceso de “resolución en objetos familiares de los diseños y las figuras y las formas” es, de hecho, semiconsciente para mí. […] Con frecuencia tiendo a sentarme en el suelo y sobre otras superficies, incluso cuando hay muebles disponibles, porque me es mucho más fácil identificar “la superficie lisa sobre la que una persona puede sentarse” que clasificar el entorno en los fragmentos “sofá”, “silla”, “suelo” y “mesa ratona”. […] Hay mucho más. Siempre hay más. (2008)
Sin duda es más fácil atravesar, habitualmente, la entrada de una habitación que se trocea por sí misma, habitualmente, en sillas y mesas, que comenzar con el modelo entero en tanto que  todavía no resuelto en objetos. Más que la separación en pedazos, lo que ocurre en el espectro autista de la neurodiversidad es un entretenimiento inmediato de las modalidades de relación. El modelo, en tanto juego mutuo de contrastes, es previo al uso familiar y describible de la fragmentación.
            El acercamiento neurotípico coloca en un segundo plano esta modulación de énfasis relacionales, al sustraer del entorno emergente aquello que no se adapta inmediatamente a su uso. En el caso de la reunión a cenar, al entrar en un comedor extraño, el neurotípico probablemente se alineará a los arrastres de la sentabilidad de la silla y de la comiditud de la mesa incluso antes de percatarse totalmente de la verificabilidad del campo. En otro contexto –al pintar la cocina, por ejemplo- la sillidad cambiará automáticamente en escaleridad, alterando así toda noción según la cual el arrastre sería invariable.  Lo que es invariable en el arrastre es que siempre hace énfasis-por sustracción. Todavía en otro contexto, por ejemplo, al crear una instalación artística en la cocina, las disposiciones de arrastre pasan a segundo plano. El entretenimiento toma el relevo, ahora con un énfasis-relacional que co-implica los efectos de campo del color, la luz y la superficie, el modelo y el contraste, el conjunto caracterizado por un campo cualitativo general de espaciosidad o estrechidad, frescura convivencial o estancamiento de la constricción familiar. El campo de la inmediatez reaparece, en sus propios términos relacionales cualitativos. Se resolverá de una manera o de otra, pero en el momento siempre habrá habido mucho más.
            El “mucho más, siempre hay más” de Corwin al entrar en una habitación sugiere que el desafío del autismo yace con el “menos” de la sustracción. La habitación es inmediatamente experimentada en su siempre-más, cada trozo que se distingue, como un logro, una aventura nueva en la experiencia que se anima hacia la expresión.     “Aprendí a leer por mi cuenta a los tres años”, relata Amanda Baggs, “y tuve que aprender de nuevo a los diez años, y todavía otra vez a los diecisiete, y a los veintiuno, y a los veintiséis. Las palabras que me tomó doce años encontrar se habían vuelto a perder, y a recuperar y a perder, y todavía no regresan del todo como para poder sentir una seguridad razonable de que estarán cuando las necesite. No fue suficiente descifrar solo una vez cómo controlar los ojos y los oídos y las manos y los pies al mismo tiempo; perdí  su pista y tuve que volver a encontrarla una y otra vez. (2010d).
Contra el Neurorreduccionismo
El “neuro” hoy está en todas partes. La neuroarquitectura, la neuroestética, el neurocriticismo. Aquí promovimos el término “neurodiversidad” a los efectos de problematizar el “neuro” no menos que el “típico”. Ciertas neurocorrientes actuales, aquellas informadas por la cognición incorporada (embodied cognition) y su más joven retoño, la percepción representativa (enactive perception), convergen en algunos de los aspectos desarrollados aquí. Sin embargo, nos preocupa la excitación general suscitada por los avances recientes en la tecnología de obtención de imágenes cerebrales, que se encontró con otra ola de la locura cíclica por encontrar “correlatos” neuronales de los acontecimientos de la experiencia. Se reconoce que los modelos son enormemente más complejos que los paradigmas anteriores de localización, porque están matizados por las nociones de retroalimentación sistémica, redes distribuidas y modelización emergente de la actividad neuronal. A pesar de estos verdaderos avances, para nosotros permanece el problema de que el impulso para identificar un acontecimiento experiencial con un estado del cerebro tiende a hacerse predominante, y demasiado a menudo se le otorga la primera y la última palabras.
            Las aproximaciones que se oponen a este reduccionismo cerebral, como la cognición incorporada y la percepción representativa, frecuentemente apelan a la fenomenología con el fin de restaurar la plenitud de campo experiencial. Por nuestra parte, no seguimos esta línea, porque para la fenomenología el campo de la experiencia inmediata es ya-siempre subjetivo o, más precisamente, “pre-subjetivo” (en el sentido de que ya está imbuido de un significado específicamente humano que simplemente espera a ser “revelado”, o traducible a partir de un estatuto de “conocimiento implícito” hacia un esquema explícito). Para nosotrxs, como para los autistas, no se trata de eso. Nos acercamos al campo de la experiencia “pura”, en el sentido de William James, de no todavía  subjetivo ni objetivo –no obstante ya listo para ser ambos o ninguno, más o menos, multíciplemente. Sin importar el significado humano que tenga una experiencia, ni qué esquema exhiba, los ha adquirido, como una aventura de auto-composición integralmente renovada y de variación emergente, comenzando siempre todo de nuevo desde el conmocional “eso baldío” de la puerta de entrada de ese momento. Esto prohíbe apelar a la fenomenología como un correctivo para paliar nuestra incomodidad para con el neurorreduccionismo.
            Desde la perspectiva desarrollada aquí, la noción de que lo neuronal se correlaciona –la idea de que los acontecimientos experienciales “se corresponden” con estados cerebrales- se equivoca al presuponer la dicotomía entre lo determinadamente físico y lo volublemente perceptivo. En lo que a nosotrxs respecta, siguiendo a James y a Whitehead, esta distinción toma forma sobre el nivel altamente derivado de la consciencia reflexiva, que es en sí misma predicada sobre la emergencia sustractiva de la cognición respecto de un campo más rico y abarcador de experiencia en advenimiento. La búsqueda de los correlatos neuronales pasa por alto la inmediatez del campo de la experiencia, sus devenires y variaciones en fases, sus vacilaciones, sus constantes recordatorios de que la simplicidad de la consciencia clara no constituye una medida para la complejidad de la experiencia completa. La búsqueda de correlatos neuronales desvirtúa esta intensidad y complejidad de la teoría, mientras que en la práctica vuelve a ellas sin reconocer ese movimiento.
La atracción subrepticia de los neurocientíficos hacia el campo total es una necesidad práctica. Una correlación entre un acontecimiento experiencial y un estado cerebral no se establece sin provocar un acontecimiento experiencial desde el que puede ser extraída una imagen cerebral. A los sujetos se les muestran imágenes particulares, o son inducidos en ciertos tipos de actividad o en ciertas orientaciones afectivas. Un mapeo de la actividad cerebral se extrae entonces del acontecimiento con la tecnología de imagen. Las características experienciales predominantes del contexto del cual la imagen fue extraída –una percepción visual de cierto tipo determinado, la ejecución de una categoría particular de acto, una preparación afectiva de una cierta tonalidad- se disponen entonces contra el estado cerebral. El estado cerebral se analiza como el lado físico/objetivo/corporal del acontecimiento. No obstante, sin importar cómo se analice filosóficamente la correlación, esta tiende a estar desequilibrada. El lado físico tiende a ser considerado como explicativo del lado perceptivo. Esto reduce lo perceptivo/subjetivo/fenoménico al estatuto de un epifenómeno. Incluso las interpretaciones que amarran los dos lados junto con un modelo de emergencia no escapan al desequilibrio explicativo inherente en la atribución de un estatuto  epifenoménico a lo fenoménico. Lo físico/objetivo/corporal aparece como más “real”. La existencia de una valorización del polo determinadamente físico es inherente a cada “descubrimiento” de una correlación, desde el momento en que la entera disposición está diseñada precisamente a los efectos de extraer este lado del acontecimiento. Es precisamente debido a esto que la tecnología se produce por encargo. La totalidad del ejercicio está a la caza del énfasis-por-sustracción de lo físico respecto del contexto experimental.
Dicho en otras palabras, la disposición del laboratorio siempre reingresa su proyecto de modelización explicativa a través de la puerta de entrada llamada momento. Se desencadena un acontecimiento. Sin importar cuán controlado esté el contexto, siempre hay elementos menores considerados periféricos al tipo predominante, la categoría o el aspecto del contexto respecto del cual el estado cerebral será correlacionado. Cae la contribución de estos elementos activos al campo total. Esto no es poca cosa, porque entre los elementos designados como “prescindibles” hay toda una panoplia de efectos de campo relacionales que, desde el punto de vista de la percatación medioambiental que venimos mencionando, son absolutamente integrales a la génesis del acontecimiento. El procedimiento experimental los sustrae sistemáticamente, con el propósito de enfatizar la contribución del cerebro, en la medida en que este pueda ser reducido a lo físico.
No estamos afirmando que esto carezca de valor. El aspecto central que nos proponemos destacar es que la actividad de las neuronas ingresa al acontecimiento en igualdad de condiciones con otros ingredientes: desde el ángulo de la habilidad de las neuronas para co-componer efectos de campo relacionales. Solas, no son nada. Juntas con otros ingredientes, los cuales son de naturaleza concebible y determinable, las neuronas compiten para que su voz se “escuche” alto en el modo en que el acontecimiento se mueve hacia la expresión. ¡Elegime a mí! ¡Elegime a mí! Los neurocientíficos las eligen alegremente –sin darse cuenta de que es cuando lo neuronal como tal es más determinante de los resultados del acontecimiento, que este opera del modo más automático. Lo “físico” es de hecho un estado-límite de lo habitual, su extremo. Muchas cosas inciden en hacer un hábito además de los impulsos eléctricos y las señales químicas. Todo un mundo de relacionalidad entra en él, subrepticiamente. Lo físico como automático-habitual es una limitación sustractiva del baile de atención del campo de la experiencia. Extraerlo del campo es sumar sustracción a la sustracción, llevando el énfasis-por-sustracción del hábito a una potencia superior. Esto es exactamente lo que hace que la modelización neurocéntrica resulte tan útil terapéuticamente: que aísla el límite sustractivo del funcionamiento del campo de la experiencia. En el límite de ese límite yace lo patológico: cuando la automaticidad de lo físico toma el relevo al extremo de socavar el valor-uso del hábito en otros niveles del mundo relacional. La configuración entera está ideada como una función de lo patológico. Apuntamos a lo siguiente: lo neuronal es un concepto inherentemente terapéutico ideado con y para lo patológico –lo que equivale a decir que está guiado por un compromiso a priori con una distinción base-estado presupuesta, cuantificable entre lo normal y lo patológico. No importa qué tipo de calistenia filosófica ser realice a su alrededor, lo neuro permanece profundamente neurotípico.
   
No hay duda de que los cerebros autistas están “cableados” de manera diferente. Existe la posibilidad de que esta diferencia pueda “curarse”. Lo que nos importa destacar es que mientras que lo neuro tiene valor terapéutico, solo tiene valor explicativo en la medida en la cual la composición de la experiencia pueda reducirse a su polo físico. En otras palabras, en el contexto expandido del acercamiento al campo entero aquí propuesto, tiene un valor explicativo limitado. En el momento, el campo de la experiencia inmediato es auto-explicativo en el modo en que se desarrolla su complejidad, componiendo resultados auto-expresivos para sí. De momento a momento, la experiencia se auto-explica en las variaciones sobre sus resultados expresivos. Su auto-explicación siempre comienza desde los efectos de campo cualitativos, como la sombra coloreada. Sus resultados siempre tienen un color cualitativo general, o una tonalidad afectiva. El campo de experiencia es mejor descripto como relacional-cualitativo, no físico o perceptivo, o alguna combinación correlativa de estos. Esta cuestión de “curar” los modos de existencia tales como el autismo debe situarse en este terreno relacional-cualitativo. No se trata de una simple cuestión terapéutica. Es un asunto que atañe a la diversidad de los modos de existencia, y de los modos de pensamiento que ellos ponen en acto, y de las variedades de resultados expresivos que ellas componen, y de las determinaciones de experiencia discrepantes con que esos resultados crean instancias en el mundo. La pregunta por la cura no es tan directa como podría parecer. Es de hecho una pregunta ecológica que concierne al modo en que las diversidades co-habitan el mismo campo de devenir-humano y co-componen. Quizás el campo pueda curarse –de la devaluación neurotípica de la experiencia autista. DJ Savarese, que escribe en los aplastantemente sobremedicalizados Estados Unidos, argumentó polémicamente en términos de “libertad”, hizo jugar la retórica política convencional de su país natal contra su tendencia hacia la exageración terapéutica:
El gran Estados Unidos de Norteamérica es impresionantemente no libre. La igualdad no es tan sagrada porque no todos tienen acceso a ella. La libertad no está tan disponible como muchos se imaginan. Primero, la gente libre trata a mi gente, personas muy inteligentes que escriben para comunicarse, como si fuéramos estúpidos. Segundo, nos subestiman como muy malxs en vez de ponerse en contacto con nosotrxs. Los creadores de la muy importante para todxs Declaración de la Independencia, malgastaron su aliento. (Ralph Savarese 2007, 417)

Nos esforzamos aquí  por ayudar a esbozar, a co-componer con escritores como DJ Savarese, Amanda Baggs y Tito Mukhopadhyay, una Declaración de la Independencia para todxs respecto del neurorreduccionismo.

Década ganada, tierra yerma

por Agustín Valle y Oscar Guerra

Un fantasma recorre la mediósfera y la calle hace rato, lo soplan los pocos miembros del riñón kirchnerista y también sus muchos adláteres; es el que dice que «si ganan otros, se va todo a la mierda». Hasta ayer nomás, donde dice “otros” podía decir “Scioli”. Pero ahora el propio manco iza la bandera, reconfirmadno que el FPV no tiene sucesor mejor (con menor peso propio que Dani y por tanto más tutelable), y que Scioli, por su parte, no tiene línea mejor, o que –nuevamente más sagaz de lo aparente- lee que no hay línea mejor.

Lo que implica ese discurso no es tanto la flagrante contradicción entre lo profundo y real del «cambio» que pregonan que hubo en estos once años y la fragilidad con que ahora necesitan caracterizarlo.

El miedo como punto sensible por excelencia de la interpelación política masiva tampoco es novedad.

Al difundir el miedo de que todas las conquistas democráticas de este período se vayan con el viento de un nuevo gobierno, el kirchnerismo realiza la misma operación que cuando ubica en 2003 y no en 2001 el inicio del reputado cambio argentino, reputado cambio, sobre todo, en la moral política. Porque lo que fue novedad en términos de gobierno, la nueva etapa de gobierno post-neoliberal, seamos francos, inlcuye al neoliberalismo. El neoliberalismo es condición de posibilidad fáctica del neodesarrollismo inclusivista. La nueva etapa de consenso y de sensibilidad política, el cambio en el régimen de lo posible y sobre todo de lo enunciable, tuvo como momento decisivo al 2001: es una obviedad, pero el kirchnerismo lo corrió a 2003: de la misma manera que ahora se ubica como guardián imprescindible de los avances democráticos de la década: sobrerrepresentando su poder determinante en la vida político social argentina, y subrepresentando, a la vez, la potencia propia de los movimientos sociales (no de las organizaciones militantes: de los movimientos sociales en el básico sentido literal).

Se viene algo muy interesante y es ver y participar de la autodefensa de los espacios que la sociedad argentina, con perdón del término, conquistó en estas décadas, desde el Santiagazo del 93.

Macri, por ejemplo, ya declara estos días que las políticas de asistencia social -alegres en 2002,3, 4, chatas como horizonte de justicia después de la década- son más fuertes que él: un dato premisa para el que venga. Solidariamente, el kirchnerismo hace rato se bernizó, se papafranciscó, se milanizó.

Es decir que por arriba, hay peleas sobre la base de un consenso macristinista, consenso condicionado por exigencias adocenadas desde abajo, donde se cuecen las habas del comer, del beber, del mirar la tele y comer asados a sesenta pesos el kilo, donde cada uno lleva su vida en bandeja: algunos más expuesta a los choques, otros más aseguradita. Por abajo el poder también tiene un consenso, se ve en el cuerpo de Luciano Arruga, en Santiago del Estero, en La Plata: donde algo se resiste a una de las violencias que sostienen el negocio de la normalidad, la realidad del gobierno es la policía.

Luciano Arruga, la batalla del cuerpo

por Bruno Nápoli


Hoy, la batalla financiera es por la soberanía de nuestros cuerpos. Nuestros cuerpos son el coto de caza de la economía formal e informal, pues son las únicas formas de política vital capaz de producir dinero, recursos, ganancias, bienes, renta…todo a partir del cuerpo que trabaja. Pero cada relación financiera, una relación social al fin de cuentas, supone una disputa por ver quien se apropia de lo que el cuerpo produce. Y la violencia marca los tiempos, no de la producción, sino de la apropiación del cuerpo productor.
 “…estaba secuestrado en la comisaría de Lomas del Mirador…”, con estas palabras de Horacio Verbistky en la conferencia de prensa donde se anuncia el encuentro del Luciano Arruga, muerto, hacen falta miles de palabras. ¿Cómo se termina secuestrado por el Estado? ¿Cómo se desaparece en el Estado? ¿Cómo se aparece muerto, luego de 6 años, con legajo del Estado? La desaparición se nos aparece aquí, en este caso, como una disciplina alternativa de la economía informal, que usa la vía política de Estado sobre los cuerpos en disputa. Y esa vía política es una disputa ideológica que se discute todos los días a partir de discursos de “inseguridad” que habilitan, de manera material, la desaparición. Por caso, el lugar donde desaparece Luciano es un destacamento pedido por los vecinos ante un caso de “inseguridad” de famosos (el florista de Susana Giménez). Los cuerpos, todos nuestros cuerpos, ansiados por la definición política, por la ambición política por la ingesta de cuerpos en la cadena de producción racional-económica formal e informal de la economía (cualquiera sea) son la política monetaria de la fuerza. Son NUESTROS CUERPOS, LOS QUE PRODUCEN, LOS QUE ESTÁN EN DISPUTA. Solo una fuerza increíble como la que produce con su habilidad el cuerpo, trabajando, en cualquier contexto, formal o informal, puede estar en disputa en la economía. ¿Y que es eso que llamamos “economía” en la actualidad financiera? (y no en teoría). Pues es la lógica de lo que pretendemos dominar para ganar dinero, fácil o difícil, con el esfuerzo supremo del cuerpo (que trabaja). Pero que tiene que ver esto con la relación del dinero informal (el del delito, por ejemplo, o el producido por la venta de lo robado). Pues aquí podemos decir que la economía es la lógica de la ganancia con el esfuerzo de los que también trabajan, pero someten al cuerpo más débil al dominio del mas fuerte. La policía trabaja, y somete a los jóvenes “en situación de vulnerabilidad” (vaya si tiene palabras el capitalismo actual para definir sus propias víctimas) a trabajar en extrema situación para recaudar dinero informal desde el dinero formal (los sueldos que paga el Estado). Horacio Verbitsky fue claro,  “…sabemos todos que hay discriminación y violencia institucional contra los varones jóvenes de barrios pobres del Gran Buenos Aires (…) es una práctica generalizada en la provincia de Buenos Aires que los policías obliguen a adolescentes pobres a robar bajo su protección. Chicos varones pobres de barrios populares (eran obligados) con amenazas de muerte”.
La desaparición de Luciano Arruga nos devuelve de manera violenta dos datos: la economía actual es una relación social violenta; la desaparición es una forma de disciplinamiento de los cuerpos ante los que no se someten a esa relación violenta. Un Estado, como el nuestro, que practicó la desaparición como formato de disciplinamiento para los cuerpos políticos vitales que se oponían a sus ideas políticas, repite sus prácticas de demanda de orden. Esto es, supone que sus estructuras (funcionarios estatales) pueden ponerse fácilmente a disposición de la desaparición actual, en función ya no de la disidencia política, sino de la disidencia económica, que en sus dos formas es ideológica. Hoy, la decisión de la desaparición de los ciudadanos en redes de trata o trabajo esclavo, tiene un fin meramente económico: centenares de cuerpos secuestrados y esclavizados en campos agrícolas que cuando mueren van a parar como NN a las necrópolis de cualquier ciudad. Otra parte de los cuerpos, destinados a la prostitución, también sometidos a una lógica económica perversa, que tienen el mismo final cuando se subvierten (cuerpos subversivos al orden) En cada una de las redes, funcionarios del Estado (médicos, policías, fiscales o jueces) determinan un camino de impunidad donde, con sus practicas cotidianas, esconden esas desapariciones, pues el solvento económico es enorme. La falta de un registro nacional de NN, desde donde buscar la dolorosa búsqueda de las desapariciones, es una continuidad clara de prácticas burocráticas de la frase “los desaparecidos no están ni vivos ni muertos, están desaparecidos”. Es una decisión política, y entonces también ideológica (no de izquierda o derecha, sino de racionalidad estatal) no generar la búsqueda de cualquier cuerpo “desaparecido”, pues forma parte de la racionalidad económica, subsumida a aquella. El caso de Luciano, doloroso, muestra la capacidad del Estado por desantender una demanda específica: la búsqueda con vida de los que fueron apropiados con vida, desaparecidos bajo la racionalidad económica de la economía informal, sostenida (y ocultada) por una cadena de funcionarios estatales que con sus sueldos (y sobresueldos) extienden la demanda económica. Resta pensar como desanudar esta razón económica que perfora lo estatal, a partir de un relato que nos permite desarmar la violencia de una relación económica cada vez más perversa.

#CristianFerreyraPresente – La empresa Manaos contrató paramilitares para atacar campesinos


El día miércoles paramilitares financiados por la empresa de gaseosas Manaos ingresaron a un territorio indígena campesino en Santiago del Estero con la intención de desalojar a los habitantes. Desde el Mocase denuncian protección política y policial a los agresores.

La denuncia fue difundida el jueves pero los hechos ocurrieron el miércoles 15 de octubre. Adolfo Farías, miembro del Movimiento Campesino de Santiago del Estero – Vía Campesina (Mocase – VC), dialogó con Notas y explicó que “en la comunidad guaycurú entraron personas, paramilitares armados comandados por Lachi Letonai y Pablo Letonai, a las seis de la mañana a punta de pistola”.
Según el Mocase intentaban ocupar el territorio indígena del Lote 5 cerca de Quimilí. Allí habita una comunidad indígena, los guaycurú, que a su vez integran el Mocase. “Los padres justo no se encontraban porque habían ido a hacer unos trámites al pueblo y esas personas le pusieron un arma en la cabeza a los niños”, explicó Farías.
Los paramilitares fueron contratados, según denuncia el movimiento campesino, por la empresa Manaos a través de Orlando Canido. Farías comentó que “desde hace un tiempo nosotros venimos denunciando el accionar de Manaos por uno de los empresarios que es el representante en la zona, Orlando Canido. Él contrata paramilitares para la empresa y desaloja campesinos”.
Ante la agresión paramilitar varios miembros de la comunidad se hicieron presentes para evitar una masacre. Al frente de la banda paramilitar estaban Lachi y Pablo Letonai, conocidos en Santiago por comandar grupos armados al servicio de empresarios que buscan desalojar a las comunidades.
“Después durante el día”, continuó su relato Farías, “en presencia mismo de la Policía de Quimilí tanto Lachi como Pablo Letonai hacían tiro para asesinar a compañeros del Mocase. Recién cuando llegó la Infantería, intervino y se pudo lograr que detengan a uno de los caudillos de la banda”.

El vocero del Mocase aseguró que “la policía decía que no tenía orden de proceder a actuar porque no estaban disparando”. Sin embargo el Mocase denuncia que lo que sucedió en realidad fue que “la policía local de Quimilí liberó la zona”.
La intervención del Grupo Especial Táctico para Operaciones de Alto Riesgo (GETOAR) de la policía de Santiago del Estero fue fundamental para detener a Lachi Letonai, uno de los líderes de la banda paramilitar.
Incluso 60 efectivos policiales de Santiago Capital, la brigada montada y el GETOAR permanecen en Quimilí intentando atrapar a otros miembros del grupo agresor.
Respecto a los hermanos Letonai, el entrevistado subrayó que “no es la primera vez que aparece esta gente. Están al servicio de contratar bandas armadas, policías retirados de la época de (el ex gobernador Carlos) Juárez y otros que no sabemos cuáles son sus funciones pero están especializados. Manejaban armas de guerra y utilizaban uniformes de los colores de la Gendarmería Nacional”.
Al ser consultado sobre los intereses de la empresa Manaos en esas tierras Farías destacó que es “una empresa de gaseosas hace varios años viene haciendo estragos en Santiago contratando bandas armadas para intentar apropiarse de las tierras campesinas”.
De hecho el Mocase denuncia en su comunicado que el empresario Orlando Canido, viene “intentando acaparar territorios campesinos e indígenas en Jujuy, Salta y varios departamentos de Santiago del Estero. Canido se presenta siempre como apoderado de la Empresa de Gaseosas Manaos y dice comprar tierra para Amado Boudou”.
Esto fue ratificado por Farías: “Compra tierras para su jefe que es el vicepresidente de la Nación, Amado Boudou. Así se presenta en todos los lugares. Por eso tiene las facultades y la vía libre para actuar de esa forma”.
Finalmente Farías concluyó remarcando que las tierras que intentó apropiarse Canido “son reconocidas por el Estado nacional y provincial como tierras indígenas. Se hizo un relevamiento territorial donde se reconoce a la comunidad guaycurú como la propietaria”.

El gran escuchador

por Diego Tatián


En estos días he tratado, sin éxito, de recordar la primera vez que escuché o leí el nombre de Horacio González. Debe haber sido a principios de los noventa o a fines de los ochenta, no creo que antes. Desde esa primera vez, cuando quiera que haya sido, el de Horacio es un nombre que aparece casi ininterrumpidamente en los lugares opinados del mundo de la cultura, pero también en las circunstancias más inopinadas, de Buenos Aires y muchas ciudades argentinas como Rosario, Paraná, La Plata, Neuquén y otras. Con frecuencia la referencia a Horacio funciona como una especie de santo y seña entre desconocidos para entrar en diálogo. El comentario casual que deja caer su nombre asegura la ruta de la conversación, una especie de inmediata complicidad y proximidad, y la deriva hacia el relato de alguna historia con el propio Horacio sucedida a alguno de los azarosos circunstantes, que corrobora lo que los demás ya sabían de él y motiva en ellos el recuerdo de otras similares.

Lo que trato de decir es que Horacio no es solamente uno de los escritores argentinos más leídos, sino también uno de los más queridos. La gente -impresionante cuánta- lo quiere por haberlo leído y lo lee porque lo quiere. No siempre llegamos a una lectura guiados por una afectividad, ni una lectura a la que llegamos por otra vía logra en todos los casos producir afectos –cuando ello sucede, el escritor del que se trata pasa a ser algo más que un simple escritor: se convierte en un compañero de la vida, aunque nunca hayamos cambiado palabra con él.

Córdoba es también una de las ciudades en la que Horacio es muy querido –por lo que piensa, por lo que escribe, por la calidad de su intervención en los debates de la cultura y la política, por una manera de vivir y estar con los otros, por tanto que enseña aunque no se proponga hacerlo. Creo que Horacio tiene con Córdoba un vínculo profundo, a veces quizá involuntario. Estoy tentado de decir que es el mayor reformista que he conocido. La Reforma universitaria no se cuenta entre las inspiraciones de la tradición en la que Horacio González suele ser inscripto -la tradición más bien de las universidades populares-, y sin embargo hay un espíritu de la Reforma del 18 –que nada tiene que ver con su delamación, ni con la repetición ineficaz de sus leyendas, ni con la reproducción conservadora de sus principios- un espíritu del que Horacio –insisto, tal vez involuntariamente- es uno de los mayores herederos. Más allá de intervenciones y osadías que remiten imaginariamente a la cultura de la Reforma –dar clases en un ómnibus; concebir el examen universitario como conversación socrática antes que como examinación de lo que alguien sabe o ignora; abjurar de las ínfulas doctorales en cualquiera de sus formas, cosas tan características de Horacio, traen a la memoria la intervención de Deodoro y sus amigos en plazas y parques de Córdoba vistiendo todas las estatuas como respuesta a la censura del pintor Soneira, también textos como “Palabra sobre los exámenes” (donde el redactor del Manifiesto liminar propone que sean los estudiantes quienes examinen a los profesores); o la propuesta de abolir el Doctorado en Derecho que Deodoro hiciera en la Facultad concernida mientras era consejero egresado en ella. Pero la sintonía principal no es esta coincidencia si se quiere anecdótica, sino algo más fundamental: la contigüidad del conocimiento y la vida como principio por el que orientar la enseñanza universitaria, el pensamiento y en general el trabajo con las palabras. María Pia López ha estudiado la importancia del vitalismo para el ensayismo de la Reforma, y yo creo que hay un vitalismo en Horacio González, heredero de aquél y muy singular al mismo tiempo. Es ese, acaso, el hilo secreto que lo une a la Reforma.

Sabemos también de otro nombre en Córdoba que a Horacio González no le es indiferente ni ajeno. Me refiero al de Oscar del Barco. Con él comparte coincidencias, disidencias y la mutualidad del reconocimiento. Me consta que Horacio es lector apasionado de Oscar -además de haber editado algunos de sus textos- y que Oscar considera a Horacio una de las voces imprescindibles de nuestro tiempo. Mencionaría también a Matías Rodeiro, a Yuyo Rudnik y otros cordobeses con quienes Horacio, desde hace muchos años, sostiene una conversación.

El Premio José María Aricó, quisiera añadirse ahora a este vínculo -para nosotros entrañable- de Horacio González con Córdoba. Para quienes creen que la mejor sociedad humana a la que podemos aspirar es una en la que no haya premios ni castigos (una en la que cada uno dé según su capacidad y tome según su necesidad como la cosa más natural) –barrunto que Horacio se cuenta entre ellos-, es siempre incómodo recibir precisamente un premio. Aunque hasta ahora no hayamos sabido prescindir de castigos y de premios, podemos imaginar a esa sociedad por venir como formada por hombres y mujeres capaces de encontrar maneras mejores de manifestar la gratitud. En la intimidad pienso esto que llamamos Premio Aricó de la FFyH como una forma de agradecimiento institucional más que como una “distinción” –hubiera resultado críptico llamarlo “Agradecimiento José María Aricó por el compromiso social”, aunque tal vez debimos habernos atrevido.

Para mi propia imaginación de las cosas, pero presumo que también para las cosas mismas que componen esa universalidad que llamamos “Argentina”, Horacio González y José Aricó se nos presentan como la conjunción -el encuentro aleatorio más bien- de dos nombres de los que la Universidad y en general las palabras de nuestra tribu no podrían prescindir. Esa conjunción tiene acaso la forma de la encrucijada.

Aricó y González tienen algo en común poco común en quienes pertenecen al mundo del estudio: la atención por el detalle que pasa desapercibido, por la existencia humana en su cotidianeidad, por los objetos del mundo de la vida como si fueran reliquias encriptadas de la totalidad que se trata de comprender –y de emancipar. La lectura, en las cosas, del sentido de las cosas, o más exactamente del sentido que excede a las cosas, hace que caminar con ellos por la ciudad, por cualquier ciudad, es de pronto sentirse entre las páginas del libro del mundo y, sobre todo, ser testigo de un viejo arte de leerlo a partir de cualquier cosa (una moldura, una vestimenta, una comida o la placa junto a la puerta que informa la residencia en ese lugar, en otro siglo, de algún escritor o algún personaje histórico). En particular con Horacio me ha tocado caminar por Buenos Aires, por Córdoba, por Madrid, por París –ciudad esta última respecto de la que una erudición y una familiaridad con los lugares, las plazas o los templos provienen quizá de haber escrito hace algunos años un libro sobre la Comuna, pero lo cierto es que esa arqueología urbana en ciudades extranjeras impresiona a quien lo escucha. Horacio camina por ciudades extranjeras como si fueran propias, y a veces me ha parecido verlo andar por Buenos Aires como si de tan íntima fuera una ciudad extranjera –tal vez por sentir aún en sus esquinas y sus plazas el rumor de episodios olvidados de otros tiempos; tal vez, quiero decir, porque en la Buenos Aires de Horacio González nada se ha perdido.

Pero no es a este tipo de lectura del mundo a la que me refería sino a la que encuentra un sentido oculto en el detalle de todos los días: el pensamiento comienza por cualquier parte y en cualquier cosa. Horacio González y José Aricó son hegelianos -diríamos, conscientes del exceso de esta frase ni bien la pronunciamos-, maneras de ser hegelianos, pero no sólo por ver en todas las cosas sin importancia manifestaciones sensibles de algo que se trata de desentrañar. También por la sabiduría -por la decisión diría más bien- de mantener siempre arriba, sin que ninguna caiga, las dos perspectivas a las que todo da lugar, para hacer algo interesante con esa dificultad. También, a contrapelo del presente, los dos creen en la Historia.

Y además de hegelianos son gramscianos, sin duda en modos muy distintos. Casi diez años después del prólogo que en 1962 escribiera Aricó a las Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno (Lautaro, Buenos Aires, 1962), Horacio González escribía otro prólogo -en la edición publicada como El príncipe moderno y la voluntad nacional-popular (Buenos Aires, Puente Alsina, 1971)- cuyo título -“Para nosotros, Antonio Gramsci”-delata su inscripción en la batalla cultural de la época.

Pero hay algo sobre todo que designa el punto de encrucijada, el punto de cruce entre el planeta González y el planeta Aricó, si fuera posible decirlo de este modo: una común desconfianza (aquí hegelianos y gramscianos a la vez) de todo conocimiento o de cualquier discurso que no se oriente a la comprensión del mundo –o a su transformación que no son (en ninguno de ellos: ni en Hegel, ni en Gramsci, ni en Aricó, ni en González) cosas separadas.
Algunas de las definiciones de “encrucijada” que proporciona el diccionario son: “lugar donde se cruzan dos caminos”; o “panorama de varias opciones de las que no se sabe cuál elegir”; o “punto en el que confluyen varias cosas” (por ejemplo cuando se habla de una “encrucijada de culturas”).

A mi ver Aricó y González establecen la encrucijada más importante y fecunda de la cultura argentina –que establecen la vía socialista y la vía nacionalpopular- en todos los sentidos menos en el segundo, que el tercero borra: punto de confluencia.

Lo que dijo Eduardo Rinesi en su presentación con motivo del Doctorado Honoris Causa que le concedió la Universidad de La Plata -lo cito largo como una manera de traer con él a muchos amigos que hoy quisieran haber venido pero están lejos-, es lo fundamental de esa poética de la gestión pública que Horacio ha sabido conjugar con el activismo cultural, el interés por los otros, las prácticas del atesoramiento (Horacio es un “buscador de perlas”), el invencionismo y el impulso de todo pensamiento en dificultad por no codificable. Dice Eduardo: “el conjunto de reformas, de iniciativas y de movimientos que Horacio ha impulsado e impulsa todo el tiempo en esa vieja institución de la cultura nacional [se refiere a la Biblioteca Nacional], a la que también, como un regalo, como un exceso, como un plus, como una donación que de ninguna manera venía exigida por el modo en que esa institución había funcionado clásicamente en la cultura argentina, vino a añadirle un espíritu profundamente democrático, profundamente confiado en que la apertura de las más variadas experiencias culturales a capas cada vez más amplias y más heterogéneas de ciudadanos no tiene por qué ir en desmedro (como tantas veces y tan mediocremente se sostiene) de la calidad de esas experiencias si esa calidad se entiende como la permanente recreación y el constante enriquecimiento de la vida colectiva, y no como el triste timbre de distinción o de privilegio de algún grupo”.

En igual sentido, la de Horacio González es una Universidad que todos quisiéramos para cada uno: el pensamiento, la ciencia, la tecnología, el arte, la historia puestos en conversación, producidos y no reproducidos, marcados por un interés real en las cosas mismas, siempre contiguos a la vida y orientados por un sentido de la calidad. Vida popular y sentido de la calidad es, creo, otra de las encrucijadas que nos propone Horacio González para mantener abierta la esperanza laica de la cultura.

La captura del gusto y el saber por la obra de la repetición es la banalidad del mal académico que reduce los muchos lenguajes del conocimiento a un progresismo reaccionario puramente cuantitativo que impreca: “Nada nuevo debe suceder, sólo lo ya sabido y previsible”. Contra el mundo de la comunicación total que también prescribe: “Todo debe ser entendido por todos sin mediaciones, y por todos de la misma manera”, la atención de Horacio González por lo común en tanto conquista de una libertad colectiva no cuantificable, registra sus opacidades, sus secretos, sus malentendidos, y traza un desvío emancipatorio hacia fuera de lo que suele llamarse “sociedad del conocimiento”, hacia otra condición del saber que podríamos concebir como un “comunismo del conocimiento”.

Los libros de Horacio dejan mucho trabajo por delante a las ciencias sociales, la filosofía y la crítica de la cultura, en las universidades y fuera de ellas. Ese trabajo tiene por materia lo que Horacio ha pensado pero también lo no pensado por él, pues lejos de ser una carencia o una falta, lo no pensado forma parte principal de una obra cuando es relevante, porque solo se revela gracias a ella.


La de Horacio González es una voz imprescindible para Latinoamérica -en mi opinión por ser el gran escuchador- cuando transita su tiempo más vivo, y también lo es para los argentinos un profundo elogio del pudor que acompaña todo lo que hace –y que esta breve presentación, seguramente, no ha sido capaz de honrar.


(Texto leído por Diego Tatián, decano de la Fac. de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, el 16 de octubre en la tercera entrega del premio José María Aricó en el auditorio presidente Hugo Chávez del Pabellón Venezuela)

Clinämen: Luciano Arruga: policía y violencia institucional contra los pibes

 


Conversamos con Paula Litvachky, directora del área de Justicia y Seguridad del CELS sobre los avances en el caso de Luciano Arruga.

www.ciudadclinamen.blogspot.com.ar

#CristianFerreyraPresente – Cuenta regresiva sobre el histórico juicio por el campesino Cristian Ferreyra



A 13 días del  juicio en Monte Quemado

El próximo 4 de noviembre comienza en Monte Quemado, a 300 km de la capital de Santiago del Estero, norte de la Argentina, el Juicio Oral y Público por el asesinato del joven campesino indígena Cristian Ferreyra.

El histórico juicio tendrá apertura en Monte Quemado donde se escucharán testimonios de las partes involucradas en el homicidio finalizando con los alegatos, hasta el día 1 de diciembre cuando se espera la sentencia del Tribunal de Primera Nominación a cargo de la Dra. Elida de Suárez.

Cristian Ferreyra vivía en la comunidad indígena de San Antonio del pueblo Lule Vilela, ubicada a 60 km de Monte Quemado centro norte de Argentina, cuando fue baleado el 16 de Noviembre de 2011 por el sicario Javier Juárez, quién cumplía órdenes del empresario Jorge Ciccioli. Ambos serán juzgados, juntos a los demás integrantes de la banda paramilitar que pretendía apropiarse parte del territorio comunitario.

El Movimiento Nacional Campesino Indígena de Argentina (MNCI) considera un hecho histórico la posibilidad de enjuiciar y condenar a los asesinos materiales e intelectuales de Cristian y sentar precedente ante una problemática nacional: será una instancia para dialogar con la sociedad en torno a la necesidad que la tenencia de la tierra, su función social, la producción de alimentos y servicios por parte de las familias que garantizan la alimentación local, los mercados locales, y preservan los ecosistemas, generando trabajo, arraigo y desarrollo, y además cuestionar al sistema hegemónico de los agronegocios, porque genera desigualdad e injusticia para nuestros pueblos, concentrando el poder y los recursos en una clase privilegiada en estrecha relación con las empresas trasnacionales.

En el país existen otras muertes de campesinos indígenas que quedan impunes, así como otros conflictos que aún afectan. Según datos oficiales, hay unas 63 mil familias campesinas e indígenas que se encuentran amenazadas y que hay más de 9 millones de hectáreas en disputa.

La conflictividad rural

La muerte de Cristian Ferreyra no es un hecho aislado ni fortuito. Once meses más tarde, el 10 de octubre de 2012, fue degollado el campesino Miguel Galván en el paraje El Simbol, frontera norte de Santiago lindante con Salta- Argentina.


El mes pasado, el 12 de septiembre de 2014, funcionarios del gobierno provincial que constataban los desmontes ilegales en territorio de comunidades campesinas, registraron las amenazas de muerte de un hacendado local hacia miembros del MOCASE- MNCI:


Y apenas hace días, el 15 de octubre de 2014, el empresario de la gaseosa MANAOS, Orlando Canido junto a 15 paramilitares al mando de Lachi y Pablo Letonai, irrumpieron en horas de la madrugada en territorio de la comunidad del Lote 5 y a punta de pistola desalojaron a la familia Sosa de su propia casa.



Los episodios se multiplican empujados por la misma motivación y el mismo método: empresarios sedientos de tierras algunas veces convencen a unos pocos pobladores y arrojan sus sicarios contra comunidades que resisten, ante la pasividad de la justicia.

Y sostenemos firmemente que para frenar e impedir los desalojos contra los sectores populares de monte adentro es estratégica la función social de la tierra y de los territorios.

Por la memoria de los caídos en la lucha por la tierra, el territorio

FUNCIÓN SOCIAL DE LA TIERRA YA!!!

¡Ni un muerto más por el derecho a la tierra, Cristian Ferreyra Presente!

Robert Kurz, el retorno de “El gran inquisidor”

por Pablo E. Chacón


Pocos días atrás se cumplieron dos años de la muerte del crítico cultural alemán Robert Kurz, teórico de la crisis del capitalismo: es paradójico que esa fecha coincida con el estreno de “Dos días, una noche”, la última película de los hermanos Dardenne, que sin piedad retrata la ausencia de solidaridad en el mundo del trabajo contemporáneo, donde el único imperativo es el sálvese quien pueda.
Porque esto se termina, diría Kurz, nacido en Nuremberg en 1943, publicista, ensayista, promotor del grupo Krisis, herederos de la vertiente marxista animada por Rosa Luxemburgo, redactores de un Manifiesto contra el trabajo, menos una reivindicación del tiempo libre que una crítica global a la temporalidad impuesta por el discurso de la ciencia y el capital.
Lo que la protagonista del filme de los belgas padece en carne propia no es tanto la maldad de sus compañeros de trabajo sino los límites que el actual modo de producción impone a todos, y obliga a pensar qué que dice cuando se dice trabajo, ocio, capital, política, biopolítica y resistencia.
Esto que pensaba Kurz: La desproporción grotesca entre un aumento permanente de las fuerzas productivas y un aumento igualmente constante de la falta de tiempo produce en los propios espíritus acríticos cierto malestar.
Pero, como la forma del tiempo capitalista parece intocable en el espacio funcional del trabajo abstracto, la esperanza de las personas en el siglo XX se concentró cada vez más en el tiempo libre, que, según teóricos como Jean Fourastié o Daniel Bell, tendría una expansión continua.
Esta esperanza, sin embargo, fue doblemente frustrada. Con la transformación del tiempo libre en un consumo de mercancías en crecimiento constante, el vacío de la aceleración fue capaz de tomar posesión de lo que aún quedaba de vida; las formas raquíticas de descanso fueron sustituidas por un hedonismo furioso de idiotas del consumo, un hedonismo que comprime el tiempo libre de la misma forma que, antes, el horario de trabajo.
Por otro lado, esa misma lógica paranoica de la economía (empresarial) de tiempo transforma la ganancia de productividad de la tercera revolución industrial en una nueva relación desproporcionada.
El resultado no es, como se esperaba, más tiempo libre para todos, sino una aceleración aún mayor dentro del tiempo-espacio capitalista, para unos, y un desempleo estructural masivo, para otros.
Desempleo en el capitalismo, sin embargo, no es tiempo libre, sino tiempo de escasez. Los excluidos de la aceleración vacía no ganan en ocio, sino que son definidos más bien como no-humanos en potencia.
Así, después de la utopía del trabajo, fracasó también la utopía del tiempo libre. No es por medio de una expansión del tiempo libre orientado hacia el consumo de mercancías que el terror de la economía sin frenos puede ser contenido, sino solamente por medio de la absorción del trabajo y del tiempo libre escindidos en una cultura abarcadora, sin la saña de la competencia. El camino hacia el ocio pasa por la liberación de la forma temporal capitalista.

Invitación Especial: «Restricción Eterna. El poder económico durante el kirchnerismo»


Miércoles 29 de octubre / 19 hs.

“El modelo económico implementado luego del estallido del esquema neoliberal en 2001 está dando signos de un profundo agotamiento. Sin embargo, ni los principales actores de la política nacional ni el concierto mediático mayoritario parecen extraer las conclusiones que tal evidencia impone. Se habla hasta el hartazgo de un ¨fin del ciclo¨ pero lo que se cuestiona son los modales de la gestión, nunca la arquitectura de los negocios.

Como sucedió a finales del siglo XX con el corset de la convertibilidad, la oposición articula sus denuncias en torno a las corruptelas y promete soluciones técnicas a problemas que son políticos. En la antesala de las elecciones generales de 2015 nadie con reales opciones de acceder al gobierno cuestiona el “núcleo de coincidencias básicas” que está en el corazón del consenso de los commodities, y que pone límites precisos a cualquier horizonte de cambio social”.

Invitación: Sandro Mezzadra mañana en Clinämen

Mañana en Clinamen conversamos con

Sandro Mezzadra

Filosofo político y activista vinculado a la tradición del obrerismo italiano
Autor de La cocina de Marx (Tinta Limón Ediciones, 2014)

Marx sin eufemismos

¿Qué hacer con Marx hoy?
¿Hay un Marx más allá del marxismo?
¿Cómo nos ayuda Marx, aquí y ahora, a pensar la producción de subjetividad?

Clinamen, todos los martes 11hs
fmlatribu.88.7


archivo de audios www.ciudadclinamen.com

Perder tu cara, perder tu nombre

por Heriberto Yépez


Justo hace veinte años yo era un obrero de la maquila en Tijuana y planeaba poner bombas en esas fábricas y en el edificio del PRI frente al muro que puso Estados Unidos.
No sé si por excelente o pésima suerte, la maquila (Verbatim) en que yo trabajaba en aquel año estaba frente a una universidad pública, y solicité ingreso, y fui aceptado y decidí cruzar ese puente, que me sacó del ensamblaje y de la cartolandia del este de Tijuana donde vivía sin servicios públicos y rodeado de laboratorios de droga, porque aquella era la mera época y zona operativa del cártel.
Muchas cosas han sucedido desde entonces. A veces me pregunto por qué quise dejar de ser un maquiloco, ese miserable tan encabronado con cada punto del sistema.
Hoy soy un escritor (odiado por muchos) pero, al contrario de aquel joven tijuanense que soñaba ser “alguien” (escapar de la miseria), hoy quiero ser “nadie”.
A mitad de septiembre de este año anuncié cerrado el proyecto de “Heriberto Yépez” porque lo consideraba el sueño de un joven marginado para salvarse convirtiéndose en un escritor de la “literatura mexicana”; no faltaron idiotas que saltaron de gusto por la desaparición (imaginaria) de una obra, nombre o, peor aún, un escritor.
Unas semanas después, el gobierno decidió organizar otra más de sus matanzas de descontentos. Ante aquello reiteré que mi decisión de desaparecer como “nombre” no era un capricho “personal” sino abono de algo mayor.
A uno de los ejecutados de Ayotzinapa le arrancaron la cara, lo desollaron; mientras ese crimen tan horripilante circulaba (como anti–selfie), no pude evitar pensar que la decisión de desaparecer mi nombre y, prácticamente auto–sepultar mi carrera, era congruente con este momento (y otros).
Aquel joven soñaba ser alguien, porque era lo que en una colonia marginada del norte de México y el patio trasero de Estados Unidos se podía soñar.
Antes fui un apestoso proletario y hoy soy un apestoso intelectual. Hoy quiero solidarizarme con los ejecutados de todas las causas (y cárteles) y, por ende, desposeerme de mi propio nombre. No tener rostro o firma personal, ser otro desaparecido más (en este control colonial–capitalista).
Nunca más aparecerá un libro ensamblado por estas manos bajo aquel nombre.
Desgraciadamente, tengo que vivir de algo y seguramente tendré aquí o allá que firmar con el nombre aparecido en mi acta, que es falso (como todo nombre e identidad) pero como mínimo gesto intelectual y como mínima señal de congruencia con la historia mexicana de la que soy parte quiero dejar claro que estoy convencido de que ser éticamente mexicano hoy significa abandonar todo, comenzando por nuestra propia cara (desollada) y nuestro propio nombre (punto de un dron de la CIA).
El viento dice que es justo el momento de perder la cara, perder el nombre.
Nada del mundo anterior ya sirve para nada. Viene otro mundo.

Verónica Gago: La razón neoliberal. Economías barrocas y pragmatismo popular



Esperado libro de Verónica Gago: supo ser investigación militante, luego tesis y ahora ensayo de bellísima escritura, a la vez densa y aérea. Inmensa capacidad de problematización, con una carga política tan desafiante como inaudita. No es un libro más. Es un aporte destinado a mirar de otro modo. ¿Qué cosa? El territorio, la economía, la ley, el deseo, la libertad, el estado, el ensayo teórico, lo eterno-femenino… No se dirá que es pretencioso. No. Se dirá que es honesto, preciso y audaz.

Lamentablemente, queridos lectores, habrá aun que esperar un poco para tenerlo entre manos, pues recién sale los primeros 100 ejemplares (para los fanáticos buscadores de últimas erratas). En par de semanas Tinta Tinta Limón Ediciones y  La Periférica Distribuidora y lo estarán vendiendo en librerías y de mano en mano.

Testimonio del periodista John Gibler sobre los ataques a los normalistas de Ayotzinapa



 México vive un momento complicado. Si bien los enfrentamientos contra el narco continúan latentes, otro escándalo de gran magnitud ha trasladado la atención del mundo a este país.

Hay 43 estudiantes desaparecidos, más de 5 muertos, 1 en coma y muchas interrogantes detrás de los hechos violentos que rodean el caso. El periodista John Gibler fue al lugar de los hechos, la normal de Ayotzinapa en el Estado de Guerrero.
Gibler conversó con los 22 sobrevivientes, con médicos y periodistas del lugar y con todas las personas que de una u otra manera tienen información sobre lo sucedido. “La verdad me autocritico, demoré demasiado. No pude dimensionar lo que estaba pasando”, refiere sobre su llegada a Ayotzinapa.
Él ha compartido sus hallazgos en un audio de acceso público, el cual llega de la mano de la perspectiva de un periodista que considera revolucionario el acto de escuchar, que exalta la empatía y la capacidad de que el reportero sienta las emociones que experimentan sus entrevistados.
“Yo hago lo posible para sentir el dolor, en este caso es infinitamente imposible el tamaño del dolor que yo percibí en Ayotzinapa de las 43 familias (de los desaparecidos) y los estudiantes sobrevivientes. No tiene descripción, no tiene tamaño, no encuentro yo palabras. No tengo palabras, tengo una ausencia, una rabia…”
Gibler inicia contando los hechos según le fueron narrados por los estudiantes que sobrevivieron. Posteriormente contrasta estas versiones -que informan sobre una matanza arbitraria donde las balas de los policías eran contrarrestadas por las rocas que lanzaban los estudiantes- con los demás protagonistas. Por ejemplo, según manifiesta el periodista, los estudiantes le contaron que luego de huir del ataque policial corrieron a refugiarse al interior de lo que parecía un hospital.
Luego de que los jóvenes ingresaron, las dos recepcionistas les dijeron que solo se dedicaban a sacar rayos X y salieron. Lo que los estudiantes cuentan es que al poco rato llegaron los militares. Ellos les abrieron, pues la trifulca inicial fue con los policías y pensaron que los militares no iban a hacerles daño.
Sin embargo, estos llegaron empuñando sus armas y lo que hicieron -a pesar de haber más de un joven gravemente herido, a quién le urgía ser atendido- fue regañarlos. “Así no muchachos, así no le van a mostrar a sus papás que son buenos estudiantes”, les dijeron. Cuando llegaron los militares bajó el médico encargado de la clínica.
Es decir, sí era una clínica, pero dijeron que no para evitar que los normalistas ingresen. Gibler entrevistó al médico, cuyo testimonio resulta impactante. “Ellos andan en cosas de adultos, y eso es lo que le va a pasar a todos esos ayotzinapos”, dijo.
Entonces Gibler lo increpó: “Ah, entonces para usted lo que está bien es sacarles el rostro, quitarles los ojos, descuartizaros e incinerarlos. Entonces me mira a los ojos -playera bien planchada, cuadro de Rembrandt de ‘El regreso del hijo pródigo’ detrás de él, estatua de la piedad sobre su librero y me dice sí, la verdad que sí”.

Ayotzinapa y la fuerza del normalismo rural

por Luis Hernández Navarro


Uno, dos, tres, cuatro, corea la multitud sin parar hasta llegar al número 43 y exigir a voz en cuello: ¡Justicia!
Felipe Arnulfo Rosa, pasa lista una voz. ¡Presente!, responden centenares de gargantas encolerizadas. Benjamín Ascencio Bautista, pregunta nuevamente. ¡Presente!, contestan los manifestantes. Israel Caballero Sánchez…
Son los nombres de los alumnos de la Normal Rural de Ayotzinapa desparecidos por las policías municipales de Iguala y Cocula. Son los mismos cuyos rostros aparecen por millares en las pancartas y lonas que estudiantes y ciudadanos portan en todo tipo de protestas, exigiendo a las autoridades su presentación con vida.
Curiosa ironía. Después de ser apartadas de la vida pública nacional durante años y aparecer de cuando en cuando en los medios de comunicación como un vestigio educativo del pasado necesario de extirpar, las normales rurales están hoy en el centro del debate. La tragedia de Ayotzinapa, una normal rural, ha sacudido la conciencia nacional, sacado a los estudiantes de universidades públicas y privadas a las calles en prácticamente todo el país y precipitado la más grave crisis política en muchos años.
Las movilizaciones en solidaridad con los normalistas no cesan. Cada día suman a nuevas fuerzas: religiosos, artistas, intelectuales, deportistas, sindicatos. La pretensión de los medios de comunicación electrónicos de contener, minimizar y desnaturalizar el sentido de las protestas ha sido rebasada.
¿Por qué esta tragedia en concreto ha suscitado tanta indignación? Porque fue la gota que derramó el vaso, como en su momento y en otra escala sucedió con el asesinato del hijo del poeta Javier Sicilia. En esta ocasión, los relatos de la saña policial contra un grupo de muchachos pobres, acosados y desarmados, y la imagen de los padres dolidos, han conmovido a otros padres que ven en lo sucedido algo que les pudo haber pasado a sus hijos, creando una identidad instantánea y funcionando como elemento articulador de un descontento social hasta ahora disperso.
En el sufrimiento de esos padres, en su penar, se condensa la incertidumbre e inseguridad que muchos ciudadanos viven en amplias regiones. En el destino de los normalistas se descubre la sensación de vulnerabilidad que provoca ser joven en un país en el que los jóvenes son víctimas recurrentes de la violencia gubernamental. En la historia de un alcalde al se dejó escapar se encuentran las evidencias del pacto de impunidad con que se cubre la clase política.
Pero ese dolor y esa rabia, ese miedo y ese anhelo de que regresen con vida los muchachos tiene su núcleo duro, su fuente de legitimidad, su red de protección, en un tejido comunitario inasible para la tecnoburocracia que conduce al país. Esa red es la que le proporciona a la movilización social la fuente de autoridad moral que se expande por toda la sociedad.
Sí, no son sólo 43 jóvenes desaparecidos. Detrás de ellos están más de cuatro decenas de padres dolientes y sus familias extensas, en su mayoría de muy escasos recursos, que pasan las noches en vela esperando que sus hijos aparezcan. A su lado se encuentran decenas de comunidades, casi todas rústicas, que ruegan por el retorno con bien de sus paisanos. Hombro con hombro, marchan unos 500 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, que aguardan el regreso de sus compañeros de banca y de dormitorio. Como si fueran un ejército, los acompañan miles de egresados profundamente comprometidos con la escuela que les ha permitido salir adelante en su vida, muchos de ellos laborando en los poblados más remotos de Guerrero, que viven como un agravio personal lo que se ha hecho a los muchachos. Y, en primera línea, están unos 8 mil alumnos de otras normales rurales, hermanados con ellos mucho antes de que la tragedia llegara a sus vidas.
El normalismo rural es una comunidad imaginaria, integrada no sólo por los alumnos que estudian en sus aulas y viven en sus internados. De ella forman parte también los poblados de donde provienen los estudiantes, los grupos campesinos a quienes se atiende en las prácticas escolares y las comunidades adonde van a laborar sus egresados. Son parte sustancial de ella los maestros en activo que se graduaron en sus muros. A todos ellos, lo que sucede allí les atañe.
Las normales rurales son una de las pocas vías de ascenso social que tienen los jóvenes en el campo. El destino que se forjen gracias a sus estudios incide en la vida de las comunidades. Lo que acontece con ellas no les es ajeno. Son suyas: son un legado vivo de la Revolución Mexicana, una herencia de la escuela rural y el cardenismo, al que no están dispuestos a renunciar.
Los alumnos que se instruyen en esas escuelas cuentan, además, con una de las organizaciones estudiantiles más antiguas en el país: la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (Fecsm). Fundada en 1935, ha desempeñado un papel fundamental en la sobrevivencia de las normales rurales, permanentemente acosadas por autoridades educativos y gobiernos locales. Sus dirigentes deben ser alumnos regulares, tener buena conducta y un promedio escolar no menor de ocho. Sólo los mejores alumnos representan a sus compañeros. Sus líderes son jóvenes formados políticamente, con capacidad de análisis, dotes organizativas y visión.
Esa comunidad transgeneracional e intercomunitaria es la que ha evitado que las normales rurales sean cerradas en el país en el pasado. Es la que ha resistido las agresiones en su contra. Es la que ha hecho posible la supervivencia del proyecto.

Esa comunidad es la que ve en la desaparición de sus 43 normalistas de Ayotzinapa a manos de policías una grave afrenta a la que debe responder. Es la que juzga como una burla que el gobierno no aclare el paradero de los muchachos. Es la que se indigna ante la pretensión de las autoridades de no hacer coincidir la verdad jurídica con la verdad histórica. Es la que, con toda su autoridad moral, convoca a sumarse a la lucha al resto de la sociedad. Es la que exige, con rabia y determinación inagotables, la aparición con vida de sus hijos.

Clinämen: Marx sin eufemismos

 

Conversamos con Sandro Mezzadra, filósofo, político y activista vinculado a la tradición del obrerismo italiano, autor de “La cocina de Marx” (Tinta Limón Ediciones, 2014). ¿Qué hacer con Marx hoy? ¿Hay un Marx más allá del marxismo? ¿Cómo nos ayuda Marx, aquí y ahora, a pensar la producción de subjetividad?
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#CristianFerreyraPresente – Justicia por Cristian Ferreyra

El 4 de noviembre de 2014 comienza en Monte Quemado (Santiago del Estero) el Juicio Oral y Público por el asesinato del joven campesino indígena Cristian Ferreyra. asesinado en 2011 por proteger su derecho a la tierra. Javier Juárez es el nombre del asesino y José Ciccioli es el empresario que dio la orden de asesinarlo con la intención de usurpar sus tierras.

Este y muchos crímenes más que continúan impunes son consecuencia de un modelo agrofinanciero que impone el monocultivo, que nos enferma y no nos alimenta.

¡Ni un muerto más por el derecho a la tierra!

¡Cristian Ferreyra presente!

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El 16 de Noviembre de 2011 Cristian Ferreyra fue asesinado a sangre fría por Javier Juárez sicario del empresario santafesino Jorge Ciccioli quienes están detenidos y luego de casi 3 años serán juzgados desde el 4 de noviembre al 1 de diciembre en Monte Quemado, Santiago del Estero.


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Ni un muerto más por el derecho a la TIERRA
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Ciega y sorda: la justicia condenó a Reina Maraz a prisión perpetua

por Andar 
(Agencia de Noticias en Red)



En una lectura breve del veredicto, y posponiendo los argumentos para el 11 de noviembre, el TOC 1 de Quilmes -integrado por las juezas Silvia Etchemendi, Marcela Vissio y Florencia Butierrez- condenó por unanimidad a Reina Maraz a prisión perpetua por la muerte de su marido. El defensor oficial de Reina, Jose María Mastronardi, aseguró que apelará la sentencia.
El inicio de la lectura se demoró una hora, mucho más de los diez minutos que duró el acto por el cual la justicia condenó a Reina Maraz por el crimen de su marido. En la sentencia el TOC 1 de Quilmes retomó los argumentos de la fiscalía y consideró a Reina responsable de homicidio doblemente calificado, premeditado y por alevosía. Durante el desarrollo del juicio, Reina había podido dar su testimonio por primera vez en su lengua materna a través de una intérprete especialmente designada para su caso, luego de la intervención de la Comisión Provincialpor la Memoria.
Adolfo Pérez Esquivel subrayó que luego de esta condena “parece que ser mujer indígena y pobre es una maldición, y este es un tribunal que ha discriminado”. Desde el organismo que realizó una veeduría del proceso, consideraron que esta “es una sentencia que reprodujo la acusación del fiscal sin fisuras”. Margarita Jarque, directora de Litigio estratégico de la CPM, fundamentó: “lamentamos que el tribunal no haya escuchado e incorporado la voz de Reina, su relato. También resulta inexplicable una sentencia basada exclusivamente en una cámara Gessell que durante el debate las 3 peritos especialistas cuestionaron duramente, de manera fundada y la consideraron como una prueba no válida”.
El público escuchó la sentencia en absoluto silencio, y del mismo modo se retiró de la sala. Estuvieron presentes el vicecónsul de Bolivia, que había testimoniado durante el proceso, la directora general de áreas y el coordinador del área de Justicia y Seguridad democrática de la CPM, Sandra Raggio y Rodrigo Pomares, junto los equipos de litigio estratégico y pueblos originarios del organismo, además de integrantes de la campaña nacional contra la violencia hacia las mujeres, familiares de Limber Santos y organizaciones de derechos humanos.
“La vamos a seguir peleando”
“No conozco los fundamentos todavía y vamos a esperar a verlos pero desde ya anticipo que haremos una presentación apelando esta sentencia. Como no está firme la situación de Reina se va a mantener tal como es ahora con prisión domiciliaria”, dijo el defensor de Reina al salir de la sala de audiencias. “Si bien no conocemos los fundamentos, las juezas han tomado como parte de su decisión lo que ha venido sosteniendo el fiscal. No lo compartíamos antes, menos ahora”, agregó.
“Reina está angustiada pero vamos a tratar de lograr que ella se reúna con los hijos, como una forma de paliar todo este tiempo hasta que el Tribunal de Casación resuelva. La vamos a seguir peleando”, cerró el abogado.
“El fallo nos resulta profundamente injusto: ninguna de las tres juezas reconoció en Reina una mujer vulnerada en sus derechos, débil, sometida a la violencia. No la vio, no la escuchó. Desde la CPM seguiremos acompañándola y bregando por una justicia que se ponga de lado de los débiles”, concluyó Sandra Raggio

Prisión perpetua para la mujer quechua que estaba presa y no sabía castellano

por Cosecha Roja

Condenaron a cadena perpetua a Reina Maraz, la mujer que estuvo tres años presa con su bebé sin entender por qué: es boliviana, habla quechua y nadie le explicó en su idioma de qué la acusaban. La semana pasada empezó el juicio y fue la primera vez que pudo dar testimonio en su lengua materna. La condenaron por haber asesinado a Límber Santos, su esposo, en 2010. La defensa dijo que no hay pruebas e insistió en que la mujer está en una situación de vulnerabilidad: es migrante, aborigen, pobre, analfabeta y sufría violencia de género.
Antes de la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Quilmes, había esperanzas de que “las juezas hayan escuchado la voz de Reina, que hayan internalizado la perspectiva de derechos humanos que contiene el caso”. Lo dijo a Cosecha Roja Margarita Jarque, directora de Litigio Estratégico de la Comisión Provincialpor la Memoria(CPM).
En la primera audiencia la jueza Silvia Etchemendi dijo en castellano: “lo que el artículo dice es que usted tiene derecho a negarse a declarar sin que esto sea valorado como una prueba en contra suya. Le pido a la intérprete que le traduzca”. Silencio en la sala. La traductora, Frida Rojas, habló con la acusada. Nadie entendió nada: lo mismo que le pasó a Reina durante los tres años que estuvo presa. “Quiero aclarar algo de nuestra lengua. Lo corporal y la acentuación dicen cosas, es distinto. Asentir con la cabeza significa ‘te escucho, te respeto’, no quiere decir ‘te entiendo’ ni ‘estoy de acuerdo’”, explicó.
A Reina la detuvieron en 2010. Estaba embarazada y pasó siete meses en una comisaría. Después la trasladaron a la Unidad 33 de Los Hornos, en La Plata, donde nació su tercer hijo. Con el más grande -que tenía 5 cuando fue el asesinato- no se hablaba porque estaba con los padres de Límber. Con el más chico -que tenía 3- hablaba por teléfono algunas veces a la semana.
En 2011, la Comisión Provincialpor la Memoriala encontró durante un monitoreo en lugares de encierro. “Estábamos haciendo entrevistas: así apareció Reina y el conflicto con el idioma”, contó Jarque. Desde entonces la visitaron varias veces con la intérprete. En abril de 2012 lograron que el Juzgado de Garantías Nº 6 de Quilmes anule la audiencia en la que Reina había declarado y pidieron que se tomara una nueva indagatoria con una traductora. “El tribunal aceptó por una orden de la Corte de la Provincia”, dijo Jarque. La CPM pretende que el caso de Reina sea un antes y un después y pidió a la Corte que implemente un registro de intérpretes de lenguas originarias. En septiembre del 2013 fue la primera vez que alguien del TOC Nº1 le explicó a Reina la situación procesal en su lengua materna.
La hipótesis del fiscal Fernando Celesia es que ella asesinó a Límber con Tito Vilca -un acusado que murió en prisión-. Entre los dos los ahorcaron con un toallón para robarle mil pesos que guardaba en un zapato: era para pagar una deuda que tenía con su hermana. “Sabían que esa plata estaba ahí”, dijo el fiscal. Después ocultaron el cuerpo y Reina fue a la comisaría a denunciar el extravío de su marido “para autoencubrirse”. Los delitos de los que la acusa son “robo agravado por convicción en despoblado y en banda” y “homicidio agravado por estar premeditado”. Además, agregó “uso de arma impropia” por utilizar “el toallón a modo de porra”. Por eso pidió perpetua.
El defensor José María Mastronardi pidió la absolución porque “no hay pruebas”. Según lo que contó Reina, al relato del fiscal le faltan partes. Durante el juicio declararon la familia de Limber (padre, hermana y tía), el comisario que estuvo ese día (que dijo que hablaban perfecto castellano), un testigo civil (que dijo que se comunicaban en quechua) y la administradora del lugar en donde trabajaban (“no decían más que hola y chau”). También habló el vicecónsul de Bolivia y relató un diálogo con Tito cuando estaba preso en el que el hombre se autoincriminaba.
En la causa se incluyó una declaración en Cámara Gesell que dio el hijo más grande de Reina cuando tenía 6 años. La defensa pidió que se anule: “Fue sin presencia de psicólogas, sin lenguaje simbólico, sin el juego del niño, duró sólo 20 minutos y fue con un método inductivo”, dijo la directora de Litigio Estratégico del CPM. Sobre esa prueba, opinaron tres peritos psicológicos. “Nosotros creemos que de caerse esa prueba, no hay ninguna sólida que demuestre culpabilidad”, dijo Jarque.
“Saludo con respeto a ustedes”, dijo Reina en un castellano precario en la primera audiencia del juicio. Después comenzó el relato en su lengua y lo primero que dijo fue que confía en Dios. Cada tanto se detenía y la intérprete traducía: conoció a Límber en Avichuca, una comunidad kichwua cerca de Sucre, en Bolivia. “Éramos hermanos de la misma religión”, dijo. “Cuando se emborrachaba me pegaba. En el campo no es fácil vivir, solo dios sabe lo que pasa ahí”, contó. Él fue el primero en venir a la Argentina. Vino en busca de trabajo y plata pero cuando volvió a Bolivia llegó “con 25 centavos en el bolso”. El hijo menor estaba enfermo y Reina cocinaba para una feria para mantenerse. “A él no le importaba”, contó.
Reina nunca quiso venir a la Argentina, pero él la obligó: “Se llevaba a mis guaguas, yo tuve que venir”.  Llegaron en 2009. Primero vivieron en lo de la hermana de Limber. Ahí, la maltrataban todos: Limber, la hermana y el padre. Ella no entendía nada: ni cómo comunicarse ni cómo cocinar. “Nosotros allá cocinamos distinto”, contó. Después se mudaron a lo de un tío y, ahí, un día “Limber se volvió loco y me quería matar”. Rompió todo lo que encontró: vajilla, ropa, todo. “Yo igual lo quería a él”, dijo con la voz entrecortada. “Si hubiera conocido una comisaría, iba”, dijo.
Más tarde se mudaron a “los hornos de Chacho”, en Florencio Varela: ahí vivían en una pieza sin baño. Límber trabajaba en la fábrica de ladrillo. Tito era un amigo con el que iban a las bailantas de Liners y con quien Limber tenía una deuda. Ella no sabe de cuánto ni por qué. Sólo sabe que su marido y Tito desaparecían varios días, se iban de gira. Una madrugada Tito llegó sin Limber y le dijo a Reina: “Tu marido tiene una deuda conmigo”. Y la violó.
Límber volvió recién a las dos de la tarde. “¿Por qué me mandaste a Tito? ¿Por qué no me avisaste lo que pasaba?”, reclamó ella. La respuesta de él fue golpearla hasta que perdió el conocimiento. El último día que vio a su marido se habian levantado a las 4 de la mañana para preparar la plata que le llevaría Límber a su hermana. Ella lo ayudó a ponerla en el zapato. En plena oscuridad apareció Tito: “devolveme mi dinero, tengo mi mujer y mi familia”, gritaba. Y se agarraron a las trompadas. La dejaron adentro de la casa: “pelearon entre ellos, entre hombres. Esa fue la última vez que vi a mi marido”. El cuerpo apareció enterrado a un metro de profundidad en el terreno donde vivían. Tito fue preso y murió antes del juicio.
En la audiencia estuvieron presentes Adolfo Pérez Esquivel (Comisión Provincial por la Memoria) y el embajador de Bolivia en Argentina, Liborio Flores Enríquez.

#epublibre: Operación Medibacha, de José Eduardo Moreno

Abandonado por sus padres en un intercambio rotaryano, Denzel Washington Ferreira fue cobijado por el calor de la revolución cubana en los tempranos 70´s y allí forjado, como un trozo de acero soviético, para ser un súper agente en pos de “salvaguardar el honor latinoamericano ante los imperialismos que lo acechan”. Sus decenas de increíbles epopeyas han, efectivamente, mantenido a flote a la dignidad del continente, aunque como sucede con las grandes verdades, sus gestas heroicas siempre permanecieron en el oscuro e injusto anonimato. Fue hace pocos años atrás que Milton Andrada, jardinero de Julian Assange (creador de Wikileaks), encontró enterrada en plena tarea de parquización una enigmática caja de metal con la descripción detallada de las misiones de este prócer latinoamericano ignorado. Por un puñado de dólares, el inescrupuloso autor de esta novela, compró aquellas carpetas aprovechándose de la ingenuidad del joven jardinero.

«Una sublevación colectiva es antes que nada un fenómeno físico, afectivo, erótico”. Entrevista a Bifo

por Amador Fernández-Savater

Es una experiencia cotidiana: el trabajo en un contexto capitalista es principalmente el medio para un fin (la ganancia). Un trabajo indiferente por tanto a su contenido, vaciado de significado, determinado primordialmente por el dinero. Mantequilla o misiles: lo mismo da, lo importante es que el producto-mercancía venda en el mercado. Marx lo llamó “trabajo abstracto” y a partir de él definió el modo de producción capitalista y su carácter destructivo.
Según Franco Berardi (Bifo) -filósofo italiano, teórico de los medios de comunicación y las transformaciones del trabajo, implicado en movimientos políticos desde los años setenta-, dos niveles más de abstracción se añaden en nuestros días a la abstracción del trabajo: el gobierno de las finanzas (un poder sin arraigo local alguno) y las redes virtuales de comunicación (un intercambio simbólico sin cuerpos). La financierización de la vida y la virtualización del contacto generan según Bifo nuevas formas de malestar social, nuevas patologías, nuevos tipos de sufrimiento.
¿Puede politizarse ese malestar? ¿Qué formas de acción colectiva pueden reconvertir el sufrimiento en fuerza transformadora? La sublevación (edición española en Artefakt, edición argentina en Hehkt) reúne una serie de textos escritos por Bifo al calor de los movimientos de las plazas (primavera árabe, 15M, Occupy…). La sublevación, tal y como aparece pensada en el libro, es en primer lugar el levantamiento de los cuerpos explotados, estresados, deprimidos. El primer paso para la reconstrucción de un cuerpo social capaz de desafiar el dominio de la híper-abstracción digital y financiera.
***
Abstracción financiera
1. ¿En qué consiste la abstracción financiera?
Bifo. Nombro así al conjunto de los automatismos financieros que subyuga la vida real y la producción, vaciándolas de energía y de poder político.
2. ¿En qué sentido la abstracción financiera vacía el poder político?
Bifo. Es algo muy obvio que todos hemos entendido en los últimos años: las instituciones de la democracia política no pueden nada frente a la prioridad de la abstracción financiera. La liquidación del primer ministro griego, Yorgos Papandreu, el día mismo que propuso un referéndum sobre el “plan de ayuda” del BCE al Estado griego en 2011 fue la declaración final de la anulación de la democracia en el continente europeo. Las tradiciones humanistas e ilustradas quedaron igualmente barridas de un plumazo ese mismo día.
3. Explícate.
Bifo. El humanismo es esencialmente el movimiento por el cual la voluntad humana se emancipa de la tutela divina. Por su lado, la Ilustración proclama la superioridad de la Razón y de la Ley sobre la fuerza de los «animal spirits» del egoísmo económico. Pues bien, God is back, la potencia superior de lo divino sobre la voluntad humana regresa, pero ahora con la forma del capital financiero. Las leyes no tienen hoy ninguna fuerza frente a la circulación global de los algoritmos financieros, ni ante la potencia desterritorializada de las empresas globales.
4. ¿Pero no sido siempre así en la historia del capitalismo? ¿Por qué sería esto una novedad?
Bifo. Creo que la clase financiera es distinta a la clase que en los siglos de la modernidad conocimos como burguesía. La burguesía se enriquecía gracias a la explotación de la clase obrera, pero también gracias a la producción de bienes útiles para la vida social. Es una clase que acumula plusvalía a través de un proceso de producción de bienes útiles. Sin embargo, la clase financiera -o, mejor dicho: el conjunto de los automatismos financieros- se enriquece a través de la destrucción del valor producido, a través de la privatización de los bienes comunes. La plusvalía de las financias es una minus-valía desde el punto de vista social.
Por otro lado, la burguesía tenía una fuerte territorialización ciudadana y nacional, mientras que la clase financiera es una clase totalmente desterritorializada, incapaz de identificarse con ningún lugar específico.
Malestar social
5. ¿Qué efectos tiene la abstracción financiera sobre el cuerpo vivo de la sociedad?
Bifo. Ya no hay continuidad en la experiencia del trabajo: no se llega cada día al mismo lugar, no se cumplen las mismas rutinas, no se encuentra a las mismas personas. El trabajador mismo ya no existe como persona, es el productor intercambiable de fragmentos de tiempo/trabajo conectados en una red global.
El tiempo vivido por los trabajadores precarios se fragmenta -o, mejor dicho, sefractaliza– al tener que adaptarse constantemente a los requerimientos de la producción. Pero tengamos en cuenta que el cuerpo vivo tiene sus pulsiones, su sensibilidad, su tiempo y sus deseos. La abstracción financiera superpone un tiempo espasmódico, en constante aceleración, a la sensibilidad del cuerpo individual y colectivo.
6. Produciendo por tanto efectos a nivel individual y colectivo, ¿no? ¿Cuáles son?
Bifo. Las patologías causadas por la aceleración y la competición agresiva se manifiestan a nivel individual como una verdadera epidemia de sufrimiento mental, psíquico, emocional. Las crisis de pánico, los problemas de atención, la soledad competitiva, la depresión… A nivel colectivo, la consecuencia es la crisis de la solidaridad social. Cada individuo percibe a los otros esencialmente como competidores y no como cuerpos afectivos.
Abstracción digital
7. A la abstracción financiera se le añade una abstracción digital, ¿en qué consiste, cómo opera?
Bifo. La abstracción digital es el efecto de la aplicación de las tecnologías de virtualización a la comunicación entre los seres humanos y su operatividad se manifiesta como intercambio lingüístico sin cuerpo, como escisión entre palabra, cuerpo y afectividad.
8. En el libro analizas los efectos “éticos” de la virtualización del contacto, ¿cuáles son?
Bifo. Para mí, ética y estética están íntimamente relacionadas: la parálisis ética, la incapacidad de gobernar éticamente la vida individual y colectiva, proviene de una perturbación de la estesia, es decir, de la percepción de la continuidad sensible del propio cuerpo en el cuerpo del otro. De una comprensión erótica del otro. La virtualización del contacto produce un efecto de de-sensibilización emotiva, de soledad relacional, de fragilidad psicológica.
9. Quizá es algo que podemos entender mejor a partir de la diferencia que haces en el libro entre “lógica de conjunción” y “lógica de conexión”.
Bifo. La conjunción es un intercambio en el cual los cuerpos se ponen en relación recíproca de manera tal que cada comunicación se manifiesta como singular, irrepetible. La simpatía, es decir, el sentir compartido (sym-pathos), es la dimensión general del intercambio conjuntivo.
Pero mientras que la lógica conjuntiva implica la interpretación de la dimensión gestual, corporal y de las implicaciones emocionales (con sus ambigüedades y matices), la lógica conectiva reduce la relación con el otro a pura descodificación de una sintaxis, a un contacto funcional dentro de estándares predeterminados. Es el caso de Facebook.
El proceso de mutación que se desarrolla en nuestra época está centrado en el cambio de la conjunción a la conexión como paradigma del intercambio entre los organismos conscientes.
La sublevación
10. Entre 2010 y 2013 se activaron movilizaciones masivas en Inglaterra, Túnez, Egipto, España, Grecia, EEUU, más tarde en Brasil y Turquía, ahora en China… Las características y los objetivos de esas movilizaciones han sido muy diferentes, como diferentes son las condiciones políticas y culturales de los diferentes contextos. Pero tú consideras que esa serie de levantamientos forman parte de la misma onda, ¿por qué?
Bifo. Creo que sí, porque todas esas movilizaciones, incluyendo las que se dieron en las ciudades árabes, tenían desde el comienzo una misma voluntad de reactivar la solidaridad y la dimensión física de la comunicación social. Los trabajadores y los estudiantes rebeldes intentaron en primer lugar crear condiciones deconjunción directa, física y territorial para salir de la alienación virtual.
¿Por qué ocupar una plaza, una calle o un territorio cuando sabemos muy bien que allí no reside ningún poder político y que el sistema financiero no se localiza en una dimensión territorial? Porque la primera cosa que necesitan los trabajadores precarizados es la reactivación de una dimensión afectiva y territorial que permita reconstruir las condiciones emocionales de la solidaridad. Me parece que ese es el sentido de la toma de las plazas, de las acampadas. Una sublevación colectiva es en antes que nada un fenómeno físico, afectivo, erótico. La experiencia de una complicidad afectuosa entre los cuerpos.
11. ¿Cómo se “organiza” una política así, mediante qué formas, instituciones, etc.?
Bifo. Me gusta poner la imagen del mantra: el mantra es una respiración colectiva armónica, una metáfora de lo que en la dimensión política llamamos solidaridad. La organización que imagino no pasa a través de la democracia representativa, ni de una organización centralizada como fue el partido leninista del siglo XX. Tiene más que ver con el ritmo de un mantra.
12. ¿Qué balance haces de la onda de movimientos que se activó en 2011? ¿Qué potencias y límites ha encontrado?
Bifo. El balance es ambivalente. Por un lado, podemos decir que los movimientos de las plazas no lograron frenar ni un ápice la explotación financiera, la imposición de la deuda, la destrucción y privatización de los bienes comunes. En ese sentido podemos hablar de fracaso. Pero creo que debemos valorarlos desde un punto de vista evolutivo más largo. Estos movimientos han revelado la dimensión afectiva de lo social. Es la condición necesaria para emprender un movimiento de recomposición de los saberes comunes -científicos, técnicos, afectivos, organizativos- por fuera de la explotación capitalista.
13. ¿Cómo piensas una posible alianza entre lo digital y la dimensión “física” de la rebelión?
Bifo. Las nuevas tecnologías han sido y siguen siendo herramientas para la ampliación de la comunidad, aunque sólo virtual, y para la coordinación de iniciativas y acciones a nivel global. Pero sólo la presencia física y territorial puede activar la empatía y la solidaridad. Al mismo tiempo, en términos de eficacia, las acciones más exitosas en términos de sabotaje del dominio imperial han sido acciones como las de Assange y Snowden que se desarrollan en la dimensión digital. La acción subversiva es muy eficaz cuando se desarrolla en la esfera digital, cuando se infiltra en el interior de la dimensión algorítmica del capitalismo.
14. En España, varios dispositivos más o menos “partidarios” surgidos a partir del 15M apuntan a “tomar el poder político” en sus diferentes escalas (nacional, regional, municipal), aprovechando un vacío creado por la deslegitimación radical del sistema de partidos instalado en la Transición española, ¿qué papel crees o imaginas que pueden tener las instituciones estatales en la promoción del cambio social que proyectas en el libro?
Bifo. Las nuevas organizaciones políticas, como Syriza y Podemos, pueden ser muy útiles para la resistencia de los trabajadores, para la supervivencia en condiciones de empobrecimiento y disgregación social. Pero no creo que puedan hacer mucho contra el poder financiero, ni para favorecer la liberación de las energías intelectuales del trabajo por fuera de la dominación capitalista.
La frase «yes, we can» de Obama fue más un exorcismo contra la impotencia de la política y de la voluntad que un programa. El hecho de que la máxima autoridad mundial diga “podemos” es el signo de que algo no funciona, un sentimiento de impotencia que la política no puede admitir pero que es evidente. Seis años después de su primera victoria, Obama tiene que reconocer que no puede salir de la “guerra infinita” bushista, que no puede parar la devastación del medio ambiente, que no puede modificar la tendencia hacia la concentración de la riqueza.
No podemos, esa es la verdad. El tiempo de la voluntad y de la política se acabó. Tenemos que desplazar la energía social hacia una dimensión que no es ni la democracia representativa ni la subversión política, sino la imaginación de nuevas formas de organización del conocimiento y de la producción, la creación de una plataforma técnica y política para la auto-organización de la inteligencia colectiva (fuerza productiva principal del tiempo presente).
15. Creo que para tí la política consiste en una “mutación antropológica” (como decía Pasolini, aunque él la temía). ¿Cómo se puede pensar esa “mutación antropológica” por fuera del esquema revolucionario tradicional del “Hombre nuevo” que ha causado tantos estragos en el siglo XX?
Bifo. Pasolini temía justamente la mutación antropológica producida por el capitalismo tecnológico y global, y su miedo tenía buenas razones. Nos encontramos en la situación de uniformización y de violencia psíquica interindividual que él presagiaba hace cuarenta años. Tenemos que imaginar una salida antropológica de la mutación antropológica uniformizadora que impone el capitalismo global, pero una salida distinta a la del siglo XX.
Las utopías de la modernidad se fundaron sobre la exaltación testosterónica de la juventud. Fueron utopías violentas y esperanzadas (esto es, en última instancia desilusionantes, consagradas al arrepentimiento). Nuestras fuerza ya no puede basarse en el ímpetu juvenil, la agresividad masculina, la batalla, la victoria o la apropiación violenta, sino en el gozo de la cooperación y el compartir. Reestructurar el campo del deseo, cambiar el orden de nuestras expectativas, redefinir la riqueza, es tal vez la más importante de todas las transformaciones sociales.

Capítulo II: Una Perspectiva del Universo-

por Brian Massumi + Erin Manning
(Traducción: Ana Fabbri)
ALFRED NORTH WHITEHEAD
CONOCE A ARAKAWA Y GINS

Antes de la operación

Es cierto que todos los cuerpos, cualesquiera que fueren, aunque no tengan ningún sentido, no obstante tienen percepción… y ya sea el cuerpo alterante o alterado, invariablemente una percepción precede a la operación; de no ser por eso, todos los cuerpos serían semejantes entre sí.
—FRANCIS BACON (en Whitehead 1967b, 68– 69)
Tomar en cuenta

“Hay una asignación que registra y una asignación que sucede más indeterminadamente” (Arakawa y Gins 2002, 5). La asignación que registra es el sentido, a saber “la cognición: la aprehensión”. La asignación que sucede más indeterminadamente es una percepción que precede a la operación cognitiva”. La aprehensión sin el “ap” y con el énfasis puesto en la nueva primera sílaba: prehensión. Todo comienza con un tomar en cuenta de una asignación todavía indeterminada (Whitehead 1967b, 69). La diferencia se funda en esta operación anterior (“de no ser por eso, todos los cuerpos serían semejantes”). Un cuerpo adviene a la suya propia ya encontrándose a sí mismo en una diferencia- de hacer tomar – en cuenta. Hasta ese momento no puede tener ningún sentido, sea este alterante o alterado. “Mitad-abstraído desde el comienzo” (AG 2002, 51). Y sin embargo ya está en proceso de aterrizaje. En una “actividad subyacente que realiza la individuación de sí” (Whitehead 1967b, 70).


Localización modal

Quizás sea simplemente demasiado pronto para hacer una distinción concreta entre lo alterante y lo alterado, lo que afecta y lo afectado-por. Para la actividad subyacente, es un empujar que tira, que atrae. El cuerpo es empujado hacia un tomar en cuenta que ya está en proceso, y esto lo tira, lo atrae hacia una realización autoindividualizante. No todavía uno u otro, agente o paciente, el cuerpo se encuentra en un “entretejido de modos” que no se puede desenredar (Whitehead 1967b, 70).  Pura actividad. Cada lugar es un entramado prehensivo de modos recíprocos en pura actividad. No hay una “localización simple” (Whitehead 1967b, 69– 71). La sonrisa se esparce por todo el rostro mientras el rostro se amolda a la sonrisa. El sofá se acomoda al cuerpo como el cuerpo se extiende sobre el sofá. El amoldamiento ya asigna su doble potencial en el instante mismo en que se percibe el sofá, incluso desde una distancia incómoda. En la actividad subyacente de cada percepción, hay un movimiento de doble vía, de interfusión recíproca que ya, activamente, incipientemente, toma en cuenta. “Nuestro cuerpo penetra el sofá en el que se sienta; y el sofá penetra nuestro cuerpo” (Boccioni 1970, 28). “Lo que emana de los cuerpos y lo que emana de los entornos arquitectónicos se entremezcla” (AG 2002, 61). Una localización modal es un campo de experiencia.

La Agencia y la Paciencia

El cuerpo y el sofá “se hacen-con y se sostienen-en-adelante” (AG 2002, 9). Hacerse-con es mostrar agencia. Sostenerse-en-adelante para lo que vendrá es mostrar paciencia. La prehensión del lugar de aterrizaje interfusiona la agencia y la paciencia, indisolublemente alteración-alterante. “Debe evitarse la distinción entre el sujeto y el objeto” (AG 2002, 49).

Más Allá de la Localización Simple

“Eso que se asigna está en proceso de aterrizaje” (AG 2002, 5). El lugar está en proceso de auto-asignación mientras el cuerpo está auto-asignándose a él. El sitio se aterriza para el cuerpo tanto como el cuerpo se aterriza para el sitio. Este último se estira entre, en un único movimiento bidireccional de potencia. No presumas saber dónde está concretamente la persona que hace sentido arquitectónico corporal. Ella está en el campo de su potencia. “No podemos definir dónde empieza un cuerpo y dónde termina la naturaleza externa” (Whitehead 1968, 21).

La Potencia es la Corriente

La potencia es la corriente en la que un* no puede entrar dos veces. Pero “no hay dos momentos que tengan corrientes idénticas en las que descansar un pie cansado”. Recíprocamente, “no hay dos momentos que ofrezcan un pie idéntico”. “Nada queda en su lugar como lugar sino el flujo” (AG 2002, 4).

Emergencia del Campo de la Potencia

“Los lugares de aterrizaje abundan dentro de los lugares de aterrizaje” (AG 2002, 9). El entorno arquitectónico es un campo entrecruzado por muchas corrientes. Un campo de abundancia anidada. No comienza con una forma. No comienza con una configuración de figura-fondo. Comienza como un campo poblado de una interfusión de alteración-alterante. Las agencias-paciencias abundan para la asignación. Para que ocurra cualquier cosa en particular, debe tomarse una extensión particular: “El tomar una extensión particular para que sea un lugar de aterrizaje sucede en un flash” (AG 2002, 9). Habiendo sido tomado para ser, el lugar de aterrizaje ahora, es. Ser es ser tomado en un flash.

Pulsosde Personas

Ser es ser tomado en un flash. “Estos acontecimientos se asemejan a una decisión” (AG 2002, 9). Se tomó una porción del campo de potencia. El sostenerse-en-adelante del sofá, se hizo-con. Su actividad perceptiva desaparece en la comodidad. La comodidad sentada se destaca del fondo. Ocupa el primer plano, donde figurará como siendo la experiencia. Ahorael campo está configurado. Su acontecimiento tomó forma. El sofá descansa ahora en el fondo, paciente proveedor de felpa. Se separaron el agente y el paciente. El sujeto y el objeto. La persona y la cosa. El campo de potencia del cuerpo arquitectónico se hizo forma agradable. Esto ocurre en un flash y “se termina en un flash”. “Tan pronto como la forma asumida termina de decidirse, “cede a lo que sea que pueda venir a continuación” (AG 2002, 9). De vuelta en la corriente. Tomar, ceder; hacer figura, retraerse al fondo; resolución de la potencia, regreso de la potencia; tener lugar y permanecer en el flujo. Personar los pulsos con la potencia del campo. En cada pulso, atrae la abundancia del campo a un punto de vista unificador. Ese punto de vista expresa un acontecimiento que se asemeja a una decisión en moneda de afecto: la comodidad. Un valor afectivo es una expresión selectiva. Es una traducción cualitativa de una localización modal.

Lo que Tiene Lugar

El tomar forma de los acontecimientos que se asemejan a las decisiones es un tener lugar. Una posición es el punto de vista de la traducción afectiva de una localización modal en la que se asienta, que se autoasigna como un sitio. Pero “las posiciones asignadas pierden lugar rápidamente: el terreno cercano de un momento se desliza hacia el terreno lejano del siguiente” (AG 2002, 71).

La Consciencia Parpadea

En la pulsación de la persona, “la consciencia parpadea; e incluso en su estado más brillante, hay una pequeña región focal de iluminación clara, y una gran región penumbral de la experiencia que habla de una experiencia intensa de aprehensión tenue. La simplicidad de la consciencia clara no es una medida para la complejidad de la experiencia completa” (Whitehead 1978, 267).

El Ritmo, la Historia, la Vida

“Hay un ritmo del proceso por el cual la creación produce la pulsación natural, en el que cada pulsación forma la unidad natural de un hecho histórico”. Estas “transiciones de la historia exhiben formas de orden”. “La esencia de la vida”, sin embargo, “es estar fundada en las frustraciones del orden establecido”. El objetivo de la vida “está en lo nuevo del orden” (Whitehead 1968, 88). ¿Tener confort califica como vida? Únicamente si parpadea. ¿Tener confort es la muerte? Sí, si se mantiene en su lugar.

Una Perspectiva del Universo

“Las cosas asidas en una realidad efectiva, aquí y ahora, no son el castillo, la nube, el planeta [y el sofá] en sí mismos; sino que son el castillo, la nube, el planeta [y el sofá] desde el punto de vista de la unificación prehensiva [afectiva]. En otras palabras, es el punto de vista del [sofá], que está allí, desde el punto de vista de la unificación, aquí. En consecuencia, lo asido en la unidad, aquí, son aspectos del castillo, de la nube, del planeta [y del sofá]” (Whitehead 1967b, 70). Esta es una perspectiva. Pero no es una perspectiva de una porción del universo. Es una “perspectiva deluniverso” (Whitehead 1968, 66, 79, 89). Cada realización se figura a sí misma contra el fondo de su propia unificación, pero esa figuración sostiene su unidad en un contraste simultáneo con una abundancia interminable de potencialidades de realizaciones alternativas (Whitehead 1968, 91). Su puesta en primer plano de sí lo configura para ellos. Figura con ellos, implícitamente. Cada acontecimiento semejante a una decisión adviene a su propia individualidad con una infinidad de formas alternativas. “Expresa su propia naturaleza como siendo esto, y no eso… combinada con el sentido de los modos de infinitud, que se estiran más allá de sus propias limitaciones”. En este sentido, expresa implícitamente su relevancia necesaria, más allá de sus propias limitaciones. Expresa una perspectiva del universo” (Whitehead 1968, 108).

Su punto de vista es una región de la potencia del mundo, que tiene lugar de manera parpadeante. Habla de una experiencia intensa que anida en la región penumbral mayor de una experiencia más tenue. Es una perspectiva de la experiencia, en el mismo sentido en que es una perspectiva del universo. El mundo es los lugares de aterrizaje dentro de los lugares de aterrizaje; regiones de experiencia dentro de una experiencia mayor. El mundo es la más grande de las experiencias. Es de la experiencia, para la más grande o para la más pequeña. Cada experiencia es un hacer-mundo. Aterrizar es mundear.

Estribillo

“Es cierto que todos los cuerpos, cualesquiera que fueren, aunque no tengan ningún sentido, no obstante tienen percepción… y ya sea el cuerpo alterante o alterado, invariablemente una percepción precede a la operación; de no ser por eso, todos los cuerpos serían semejantes entre sí (Francis Bacon in Whitehead 1967b, 68–69). Los cuerpos, cualesquiera que fueren, “un tomar forma del entorno” (AG 2002, 4). Los cuerpos, cualesquiera que fueren, en el algún-lugar-cualquiera de su aterrizaje, menos un cuerpo como tal que un progresivo darse-cuerpo. Los progresivos darse-cuerpo como instantes de la existencia, como organismos que personan, como arquitecturas de movilidad. Cuerpos, cualesquiera que sean, porque ellos “serían semejantes entre sí”. Cualesquiera que sean porque están en exceso, siempre, de este o ese cuerpo pre-constituido: los organismos que personan toman en cuenta, proyectan campo, asignan, a los cuerpos en el hacer.

«Cada instancia de la existencia supone la noción de otras existencias, conectadas con ella y sin embargo más allá” (Whitehead 1968, 7). Los cuerpos en el hacerse, no como humanos ya existentes, sino como percepciones en el umbral de la medioambientalidad, un advenir ecológico. “Esta noción de medioambiente introduce la noción de ‘más y menos’, y de multiplicidad” (Whitehead 1968, 7). La prehensión no como la percepción antes del mundo, sino como el empujar-atraer de la conidad del mundear.

Antes de la operación, una pre-aceleración que se agita en la potencia. Antes de la operación, el modo en que los muchos devienen uno. “Los lugares de aterrizaje perceptivo se producen siempre en grupos –una bandada de pájaros que vuelan en formación ” (AG 2002, 10). Aterrizar perceptivamente es un hacer-campo-con en agitación, es devenir-cuerpo en un antes-de-la-operación, que sustrae para una tendencia que asigna. Los organismos que la persona agita en la mezcla, pero siempre en una conidad del medioambiente: un devenir ecología de las prácticas.

Cualquiera sea la actividad, la actividad pura: “Una perspectiva del universo”. La prehensión como un hacer-campo del entorno en su despliegue, que se resuelve en una ocasión, ocasión condicionada por una disposición-para o un ser-tomado-en-cuenta-para. La perspectiva del universo es un señuelo. “El mundo siempre se interpone en nuestro camino como todavía más mundo” (AG 2002, xii). Una excesividad seductora. Un entorno arquitectural es una transformación conjunta, una dinámica relacional, una emergencia de lo entre en el ambiente. “Su hacer campo de su entorno nunca cesa, continúa incluso cuando duerme” (AG 2002, 7). Un baile de atención de la pura actividad de los devenires en coalescencia hacia un acontecimiento que viene. Antes de la operación, en una “actividad subyacente de realización que se autoindividualiza” (Whitehead 1967b, 70). El organismo que persona, no como un cuerpo humano tanto como un impulso que tira a través de materias de hecho. “Cada instante es solo una manera de agrupar las materias de hecho” (Whitehead 1968, 146). Cada instante, un lugar de aterrizaje para un tener lugar. Cada tener lugar un entretejido prehensivo de modos recíprocos. La materia del hecho: la ecceidad del tener lugar, la ecceidad de arquitecturar ese mundo.

La ecceidad: una congregación. Una cualidad de la experiencia que pliega los muchos en el uno, una interfusión de agencia y paciencia, indisolublemente alteración-alterante. “Una construcción tentativa hacia un mantenimiento en el lugar”, no de lo uno, sino de la polifonía de la potencia: no presumas conocer concretamente dónde está la persona que produce el sentido arquitectónico del cuerpo. Está en su potencia. Una congregación hacia su concrescencia: los muchos en lo uno.

Modificado para “el ¿qué pasa a continuación? de una vida” (AG 2002, 42– 43), la concrescencia es un tomar forma subjetiva. Sus fuerzas convergen en una ecceidad de la experiencia que inmediatamente se interfusiona con los acontecimientos en el hacer. Ser es ser tomado en un flash. “El organismo-que-persona arrastra todo su mundo como un juguete-de-arrastre (AG 2002, 3). El organismo que persona: “una agitación local que sacude al universo entero” (Whitehead 1968, 133). Un campo poblado de interfusión alteración-alterante.

Un organismo-que-persona: una perspectiva, un campo poblado de interfusión alteración-alterante que aterriza a veces por poco y a veces ampliamente. “La sensitividad es el agente que reduce al universo a su perspectiva para el hecho. Aparte de las gradaciones de sensitividad, la infinitud del detalle produce una infinitud del efecto en la constitución de cada hecho” (Whitehead 1968,10). La sensitividad, una perspectiva del universo, un tomar, un ceder; un figurar, un pasar a segundo plano. La sensitividad, el modo en que la perspectiva hace concrescencia. La sensitividad, el modo en que la importancia hace campo. La sensitividad, el germen de la expresión donde los muchos devienen uno y son incrementados en uno (Whitehead 1978, 21).

“La importancia pasa del Mundo como uno al Mundo como muchos” (Whitehead 1968, 20). La importancia, un tomar-forma del entorno que activa la ecceidad de la vida en el hacer, empuja-atrayendo las agitaciones a la resonancia de la potencia. La importancia, el modo en que “la perspectiva se impone sobre el universo de las cosas sentidas” (Whitehead 1968, 1). La relación dinámica, donde el proceso ocasiona.

Antes de la operación

Es cierto que todos los cuerpos, cualesquiera que fueren, aunque no tengan ningún sentido, no obstante tienen percepción… y ya sea el cuerpo alterante o alterado, invariablemente una percepción precede a la operación; de no ser por eso, todos los cuerpos serían semejantes entre sí.
—FRANCIS BACON

Postsoberanía, una lectura

por Federico Galende

Postsoberanía. Literatura, política y trabajo, de Oscar Ariel Cabezas (La Cebra, 2013) es el título de un libro de Oscar Ariel Cabezas, eximio profesor chileno que lleva tiempo ya recorriendo los aularios del mundo y que nunca deja de envolver con láminas de trastornos los temas que trata. El vocablo que escogió esta vez no es la excepción: “Postsoberanía”. ¿Qué significa? Es una palabra que pone en su cabecera un prefijo que amortigua una potencia crucial de la terminología política moderna, pues cuando ese prefijo no existía (o el vocabulario político aun no lo agregaba), se supone que los colectivos humanos vivían bajo la ilusión de que la realidad política era efecto de un fuerza detrás de la cual estaba lo humano mismo, dividido dramáticamente en rodajas según su suerte o pericia, y no bajo alguna abstracción celeste o algún fundamento excepcional o divino. Ahora es distinto: la postsoberanía nos invita a pensar que hay un cenáculo de ángeles y estrellas que se encarnan en la tierra y dirigen el reparto. Es el dispositivo de la devoración que analiza Eduardo Rinesi pero desde la vereda contraria, pues en lugar de ser para Cabezas la política lo que el poder abstracto de las imágenes de los medios no alcanza a deglutir, es el espejo de agua en el que se refleja una coreografía regurgitada.
Con esto se pasa de inmediato de Maquiavelo (y su inauguración de la política como producción humana de realidad o, en términos de un Gramsci o un Mariátegui, que le llamaron hegemonía al arte de proceder contra el príncipe secuestrándole sus mismos procedimientos, como interrogación desnuda acerca de cómo la realidad está hecha) a la que fue fama en Schmidt, a quien alguna vez Jacob Taubes tuvo que responderle “que la separación de poderes entre mundanos y espirituales era absolutamente necesaria, pues si esta línea de demarcación no se traza, ya no vamos a poder respirar”.
Pero ¿se traza?, ¿lo hace así Oscar Ariel Cabezas?, ¿es acaso su libro sobre la postsoberanía una continuación de esos episodios de El reino y la gloria en los que Agamben se explaya sin problemas sobre la definitiva subsunción de las resistencias del pueblo a la máquina del reino y el espectáculo glorificado? En principio, no: el libro de Cabezas es un libro sobre la contorsión de las identidades, sobre la posibilidad de que éstas tuerzan sus barrotes para huir de la vida como una forma que el poder alquila. Es un libro sobre la contorsión que se contorsiona él mismo, en el sentido de que, sintiendo la necesidad de doblarse hacia adentro antes de ser tocado por la “policía celeste”, se estira para escabullirse de la atmósfera de las hegemonías. El lugar es incómodo, pero el contorsionismo no existiría sin el agravio de los reductos.
Aunque pensándolo bien ¿no es él mismo como arte la transfiguración poco obediente de toda inmanencia? Ya dijimos que el libro de Cabezas va más allá del horizonte que Maquiavelo esbozó a inicios del siglo XVI (cuando él mismo estaba encerrado por conspirar contra una familia divina, similar a la que Blanqui noveló tres siglos más tarde) colocándose más acá de esa emancipación liberal que Schmitt percibió abortada de antemano por los poderes cósmicos del tribunal católico. Por eso es un libro sobre la transmigración de los cuerpos, de los cuerpos y de la carne, esto es: un libro marrano sobre el marranismo.
Tenemos los cuerpos que van cayendo lentamente del plato de España, la marcha atribulada de esos judíos (deja tu mula, tu hembra, tu arreo) que abandonan el plano o saltan al vacío metamorfoseados en sefardíes, el edicto de 1492 flotando en el aire como un gran papiro indiferente, las pesadas llaves de las casas abandonadas cargadas en el viaje como una corona de espinas. Son escenas que rememoran el dolor contenido del mutante, transfiguraciones que se retraen hacia el pliegue triste y desoído de toda inmanencia, todo ello convergiendo en la desolación propia de quien habiendo perdido la identidad que tenía (la de judío) queda privado de adoptar alguna que le siga (la del cristiano). Marrano es el nombre para una puntuación que sucede entre dos grandes oraciones de la historia, como este libro. 
Pero entonces queda todavía una cápsula de aire, que en la segunda parte de Postsoberanía Cabezas invoca a partir del Borges más antiperonista, el de La fiesta del monstruo, donde el judío errante se convierte en el relámpago letrado que las hordas primitivas de la Argentina cazan y devoran. El abrupto cambio de marcha, el pasaje de una escena a otra, de la España de Torquemada a la Argentina de Borges y Bioy, que dicho sea de paso hace del edicto de 1492 un documento desdoblado, sólo puede significar una cosa: que judío es el nombre para una pugna entre la contorsión del nomadismo y el modelado de una teología encarnada. Es la puntuación imprecisa en la que se citan fuerzas que se repelen: las fuerzas del escapismo y la de la escultura. Por eso Cabezas no celebra al Borges que en la línea de Lugones inaugura un gran yacimiento para el anti-populismo literario sino que muestra, más bien, que si el anti-populismo literario fue el útil de un día que buscó liberar los átomos individuales de la enredada malla del estado administrado por Perón, ahora hay que entender que detrás de eso se ocultaba un iluminismo peligroso que había trabajado subrepticiamente para la desregulación del capital y el advenimiento de su lógica de acumulación post-soberana.
Se supone que aquel anti-populismo había obrado bajo la ignorancia de que lo que seguía al padre populista era algo aún peor: el padre postsoberano, liberador de amarras, mascarón versátil de la proa sin rumbo del capital desregulado. Roberto Espósito le puso un título a esto: “gobierno político de la despolitización”. Se trata de lo que en Chile llegó para quedarse (está por verse) y en la Argentina que siguió a Perón quiso implantar la dictadura, logró consumar el menemismo y vinieron a interrumpir los K. Aunque lo que a Cabezas le interesa no es tanto mostrarnos esto como ponernos ante un mundo en el que, a lo Lacan, se debe escoger entre el padre y lo peor, entre la ley y la excepción o entre el padre hecho símbolo y el padre crudo, con las vísceras cremosas del fluido libre del capital a la vista. Son vísceras divinas, puesto que lo que Cabezas nos da a entender es que la soberanía de la ley no fue más que un momento ilusorio en el camino hacia la consumación teológica de la política postsoberana sobre la tierra. La soberanía fue una iglesia en la que los hombres soñaban ser dueños de su destino colectivo.
De ahí que en la tercera parte del libro, después de revisar edictos y tasar anzuelos iluministas, se vaya directamente a las teorías de León Rozitchner, antiperonista de estirpe que a título de un izquierdismo pulsional supo eludir muy bien la patria borgeana. ¿Qué es lo que le interesa a Cabezas de las teorías de Rozitchner? Le interesa la defensa que el león herbívoro, como lo llamó alguna vez Horacio González en alusión a su nombre de pila, profirió más de una vez a favor de la prolongación del cuerpo materno del Yo primario, cuerpo del que el camino viril de la historia (con sus estaciones holísticas, soberanas y postsoberanas) nos separan. Algunos recordarán al pasar una antigua conferencia del herbívoro en la que a propósito de una nota de La conquista de américa, de Todorov, retiene la anécdota de la mujer enviada a los perros hambrientos en virtud de su rechazo a pactar un amorío con el conquistador. Esa mujer es para Rozitchner también una suerte de resto marrano en el cruce dramático entre dos culturas patriarcales que la desechan: la del Imperio Maya, la de los españoles. La pobre mujer está obligada a serle fiel al marido Maya o a dar su sí al conquistador en circunstancias en las que en cualquiera de los dos casos terminará devorada por los mismos galgos. Es la decisión de Sophie aplicada al drama hispanoamericano pero en un paso anterior al que necesitará ese rótulo para cubrir la superficie de todo el continente, violencia fundadora con cimientos de mujer que encuentra en el marranismo una cita premonitoria, pues ¿no hace esa guerra de la mujer una hendidura causal de la que nacen dos historias abominables?
El Rozitchner que le importa a Cabezas es el que conduce esa hendidura marrana hacia las Madres de Plaza de Mayo, que no ofrendan sólo sus rondas como última resistencia ante el poder postsoberano sino que también funcionan como el soporte o la memoria del cuerpo genitor que el mito auto-genético de la historia desplegada niega o reprime. Dicho de otro modo: la figura abstracta del padre no es sólo la encarnación del aparato represivo del estado totalitario; es también el nombre para la fábrica de la subjetividad contemporánea, el nombre de la cosa.
El asunto de Cabezas reside aquí en sugerir hasta qué punto el rimel de esta subjetividad que ha caído sobre el yo anónimo para atribuirle una identidad es uno con el sueño de las mercancías que han cortado el hilo de los usos. “La internalización de la ley espectral del padre –escribe- es el punto nodal de imposibilidad de retorno a un origen paradisiaco donde los cantos gregorianos anunciarían nuestra caída en la felicidad de los brazos maternales de la interrupción del horror que opera en la distancia de la materia. De aquí falta desde luego un paso para que la ley espectral del padre-soberano se trasvista en las leyes espectrales del capital. La pregunta sigue siendo: ¿cómo se huye de este padre soberano o post-soberano cuando las leyes de la historia y el mito de la autogénesis han operado ya para siempre el corte irremediable en las cuerdas que unen la prolongación de lo materno con el cuerpo anónimo?
Es lo que se investiga en la cuarta parte, dedicada al mito de Sísifo, que como sabemos traza por anticipado el absurdo trágico del hombre condenado a la repetición eterna: la del obrero atado a la inmanencia de un movimiento sin sentido ni fin. En esta cuarta parte Cabezas repara en que no es ya la exterioridad de los dioses sino la compulsión repetitiva del acto la que convierte al hombre en subjectum de trabajo. Por eso el libro se retrotrae ahora hacia el Chaplin de Los tiempos modernos, buscando a Sísifo en esos momentos del cine que ya incluían una teoría de la primera modernidad capitalista. En realidad ya a finales del siglo XIX Charles Ferdinand Dowd había propuesto un abordaje global de los husos horarios para regular las salidas y llegadas de los trenes, y en su Una juguetería filosóficaOubiña recuerda a propósito del asunto en qué medida esto iba unido a un nuevo tiempo gobernado por el telégrafo, el ferrocarril y la entrada y salida de las fábricas. La estandarización y racionalización del tiempo, que tuvieron en Taylor y en Ford a dos de sus paladines más aviesos, apuntó entre otras cosas a la consumación sisifoniana bajo la liquidación paulatina de los gestos que distraían de la automatización del movimiento. La Estación Fisiológica de Marey había prestado a la coreografía de las tropas militares el rendimiento que Ford aplicaría luego a la producción en serie y que Farocki utilizaría tiempo más tarde para analizar las entradas y salidas de los obreros de la usina de los Lumière. La idea cuenta con una larga y conocida hilera de reflexiones que Cabezas en este libro prefiere dirigir directamente a ese film de 1936 (el de Chaplin), en el que los ciudadanos quedan adheridos a la malla impersonal de la estructura repetitiva o autómata del paso y la velocidad del traslado.
Si en El hombre de las multitudes quedaba todavía una ventana desde el que los peatones se podían ver transcurrir, en Chaplin menciona Cabezas que “se disemina el rostro social en la estructura repetitiva de veloces ciudadanos atrapados en la máquina del tiempo moderno, que no se distinguen de los borregos”, neutralizándose así esas calles que ya no son exteriores “ni a la producción de plusvalía ni a la idea de fábrica”. Las tropas traspasan sus coreografías admonitorias al tiempo de la fábrica, que encuentra en la circulación de las multitudes lo que el cine condensa bajo su programa siempre frustrado de apresar el tiempo. El Sísifo de Camus comparte con el obrero de Chaplin la identidad de un alma comprimida en la compulsión autorreferencial del tiempo. En la medida en que en esta identidad hay pura inmanencia (el despliegue de una diversidad de trazados de los que el cuerpo forma parte como movimiento), lo que el autor propone es menos la habitual salida crítica o reflexiva de las filosofías fenomenológicas que una fórmula de la performance: la de las trayectorias desafinadas del cuerpo.
La espalda de los marranos que dejan atrás una vida sin dirigirse a otra, barcos de papel desorientados entre los circuitos de la corriente, halla así su curiosa redención en las pantomimas de un célebre vagabundo.
Es como si Cabezas hubiese cosido este libro pensando las pantomimas de Chaplin como continuación de la desidentidad del marrano por medios propios de la desobediencia al trajín. Se trata en ambos casos no de operaciones deliberadas de irrupción en el espacio de lo común o en el orden policialmente configurado, sino de distorsiones que arruinan el curso regular de las identidades. El lenguaje de la pantomima es una operación pre-teórica del cuerpo, un comportamiento imprevisto de la distorsión que arruina, como la mancha, la gestión racional del movimiento y la pureza del campo visual. Es la desobediencia aparentemente involuntaria a la interpelación policial por parte de un alma desubicada. “Se podría decir que Chaplin –anota Cabezas- está acosado por lo policial y lo policial, a su vez, vive acosado por la ‘subversión relativa’ de la pantomima como compulsión que intenta desnarrativizar la disciplina corporal de la cultura industrial”.
Pero resulta que en un libro dedicado a pensar las destrezas divinas de los poderes celestiales contra los dioses domésticos de la soberanía, la cosa no podía quedar así, no podía la política contestataria limitarse a algo tan simple como las trayectorias alocadas de un vagabundo cualquiera. No es un libro sobre vagabundos que desoyen a Dios. Y por eso Cabezas no tarda en atribuirle al baile, el canto o la morisqueta, en una suerte de bajtinismo desencantado, formas primeras de una resistencia ya absorbida en la cultura de la entretención. Exhibiendo el tránsito que va de la vieja cultura industrial a la cultura postfordista, el recorrido del libro sitúa ahora al lector ante un despertar abrupto: los cimientos de la emancipación han sido comidos. Pero ya no están en los intestinos del topo de Marx; pueblan el abdomen de un titiritero intangible. 
Este último paso lo afirma recurriendo a algunos trechos de Boca de lobo, la novela de Sergio Chejfec, trechos en los que la indiferencia reinante entre el obrero y su producto lleva a que éste se identifique con la inmaterialidad de la naturaleza abstracta de la acumulación y con el tiempo de la cotidianeidad (ella misma una fábrica sin afuera) del trabajador. Se corona esta observación con una cita que a pie de página coloca a propósito de La chica de la caja de fósforos, film de Kaurismaki en el que las cajas de fósforos de esa chica obrera vendrían a representar la manera en que el trabajador “vive enajenadamente la relación con aquello que produce”. Jim Jarmusch, amigo de Kaurismaki, cita esas escenas en su última penúltima película, Limits of Controls, un film en el que también hay cajas de fósforos que circulan, aunque en este caso lo hacen conteniendo diminutos mensajes cifrados. ¿Qué dirán esos mensajes? ¿Qué encerrarán esos gabinetes-fetiches?
Para responder esta pregunta habría que partir por considerar que el marranismo no es de este libro sólo su tema; es también el lugar desde el que fue escrito y concebido. Su autor zarpó un día y se diría que fue perdiendo a lo largo de su trayecto sucesivas capas de natalidad en estaciones en las que se detuvo para obtener noticias de otros mundos: un film sefardí en España, la historia mítica de Evita, los primeros libros olvidados de un argentino que estudió en la Sorbonne, las hojas secas flotando en un riachuelo cercano al estrecho de Georgia. Lo que con todos estos materiales articuló fue un libro atípico, hecho también él de múltiples mensajes marranos que viajan en las maletas de la teoría, una sobrecarga de tierras que hace temblar desde adentro su propia estructura escéptica y divina.

Anatomía política de la coyuntura sudamericana

Imágenes del desarrollo, ciclo político y nuevo conflicto social
por Sandro Mezzadra y Diego Sztulwark


I. ¿Cómo leer el triunfo del Mas en Bolivia, del FA en Uruguay y del PT en Brasil?
El reciente periodo electoral en Brasil, Bolivia y Uruguay nos permite intentar una primera evaluación sobre la salud del ciclo político de los gobiernos llamados progresistas de la región sudamericana, así como sobre su patrón de desarrollo habitualmente denominado como neo-desarrollista/neo-extractivista.
Sobre todo ofrece una oportunidad para preguntarnos cómo cambió la región sudamericana durante la última década. En efecto, un análisis materialista –y  no solo politicista, centrado en los “logros” de los gobiernos progresistas– requiere una mirada sobre la anatomía política de la sociedad en términos de cambios y continuidades del tejido emergente, de sus sujetos y del nuevo conjunto de problemas que se plantean en el marco de una fase más agresiva de la crisis económica global que afecta también a la región.
Para comenzar, el triunfo de las fuerzas en el gobierno (PT en Brasil, MAS en Bolivia y FA en Uruguay, con sus respectivas coaliciones) permite  afirmar la persistencia del ciclo político “progresista”. Muy nítidamente en el caso de Bolivia donde la consolidación política del gobierno de Evo Morales tuvo una contundencia extraordinaria y de un modo más ajustado en el caso de Uruguay y de Brasil, donde se hace evidente tanto la estructuración política de una oposición conservadora como -más allá de las elecciones mismas- la persistente presión de los mercados restringiendo las orientaciones políticas futuras.
¿Qué significa esta ratificación? En principio se prolonga el carácter más bien “poroso” que adquirieron las instituciones públicas con respecto al ciclo de luchas que durante la década pasada lograron destituir la legitimidad del consenso neoliberal de los años ‘80 y ‘90. Esta ratificación prolonga en el tiempo y afirma a escala territorial-regional la derrota de las tentativas neoliberales puras, de las elites, por retomar el control político directo y en esa medida mantiene aún abiertas expectativas sobre la maduración de dinamismos políticos regionales no directamente subordinados a la hegemonía del occidente neoliberal.
Pero la consolidación de estas experiencias de gobierno no puede ser valorada exclusivamente con respecto a las encrucijadas vigentes hace ya más de una década larga. Las tensiones de la actual coyuntura, que parten de una  nueva configuración de las sociedades sudamericanas así como del nuevo contexto regional y mundial, plantean una serie de preguntas más precisas en torno al sentido de estas victorias electorales.
En el caso de Brasil, cuya influencia sobre la región es obvia, lo que se ha puesto en cuestión es la capacidad del nuevo gobierno para reinventar esa misma “porosidad” institucional que en su momento tuvo el “lulismo”, luego del cierre conservador de muchas políticas públicas de la época de Dilma y del repliegue de la militancia más estructurada del PT.  
La pregunta pierde toda connotación retórica cuando recordamos que los movimientos que irrumpieron en muchas ciudades de Brasil durante junio de 2013 protagonizaron con mucha contundencia una serie de conflictos vinculados al transporte público, a la represión en las favelas, a la gentrificación de las ciudades (sobre todo a propósito del mundial de fútbol y de los juegos olímpicos) y a los rasgos más duros del modelo desarrollista.  Estos movimientos han expresado una modificación estructural en la sociedad brasileña y han planteado un desafío que bien pudiera haber sido una oportunidad para reinventar esos mecanismos “porosos” de los que hablamos. Esta posibilidad, sin embargo, no ha sido tomada en cuenta. Y si bien es cierto que aquellos movimientos no lograron imponerse políticamente –prácticamente no jugaron un papel relevante en las elecciones–, lo cierto es que iluminaron un nuevo paisaje social violentamente ignorado por el estado y por el Partido de los Trabajadores.
Fenómenos semejantes en diferentes países de la región exponen la intención de los gobiernos de anclar acríticamente la persistencia del ciclo político “progresista” a la continuidad del patrón neodesarrollista/neo-extractivista. Esta situación obliga a considerar con realismo escenarios de cierre, de exclusión política y de violencia social creciente hacia el futuro.
La intensificación de la violencia, tanto la estructural que surge del modo de acumulación, como la más difusa pero omnipresente en los barrios pobres de las ciudades, atraviesa de manera transversal –aunque no del mismo modo- la geopolítica regional, afectando a los países con gobiernos “progresistas” como a los que tienen gobiernos abiertamente conservadores. El recurso a la masacre, que en el caso de México alimenta una pedagogía perversa extrema, advierte hasta qué punto el recurso al terror como vía para la gestión del conflicto social vuelve a recorrer el continente apelando al miedo y a la obstaculización del procesamiento colectivo de los rasgos centrales de la nueva arquitectura de poderes.   
II. ¿Qué podemos esperar de una consolidación del patrón de desarrollo?
El patrón de desarrollo que se estabilizó en América Latina, con sus claras diferencias, se configuró en torno a una exitosa renegociación de su inserción en el mercado mundial como abastecedora de materias primas (granos e industrias extractivas). Son estas actividades las que proveen las divisas necesarias para sustentar las políticas de “inclusión social”, al tiempo que permiten al estado jugar un rol más activo.
La administración de estos procesos es compleja e involucra niveles diferentes. Por un lado, el ciclo mismo depende para su funcionamiento de factores externos que no pueden ser garantizados en el largo plazo. Por otro, dada la conformación contradictoria de una dinámica global multilateral –representada sobre todo por la formación de los BRIC – su gestión requiere de una especial sensibilidad geopolítica, teniendo en cuenta que la integración regional se convierte, en este contexto, en una cuestión clave para los asuntos internos de cada país. Además, las economías de matriz neo-extractivas suponen un alto nivel de violencia estructural (tanto en territorios rurales como urbanos) y no queda claro, al menos en el debate político público, cómo es que los gobiernos evalúan aprovechar la captura de la renta en función de plantear hacia el futuros proyectos de desarrollo de una mayor calidad democrática.        
Y no puede aceptarse, cuando discutimos estas cuestiones, el discurso que promueven las ideologías progresistas. Ellas nos hablan de una línea evolutiva simple, con una promesa de continuas mejoras en todos los órdenes. Sabemos bien que las cosas no funciona de este modo: el patrón llamado “neodesarrollista” ha producido ya efectos contundentes (entrelazando consumo y violencia) sobre la región y ha modificado substancialmente los comportamientos sociales y la estructura de clases. La imagen del desarrollo prometida está ya presente entre nosotros, con todas sus contradicciones. 
Entre los cambios más significativos del paisaje actual destacamos la emergencia de nuevas “clases medias” (las comillas apuntan a problematizar el empleo de esta categoría simplista cuyo uso político quiere dar la idea de una inclusión homogénea desplazando una realidad mucho más plural y heterogénea), así como la masificación de estilos de consumo, y la transformación de la pobreza, persistente, bajo los efectos de esta masificación. Y junto con ello, en el orden subjetivo, la emergencia de una hipercentralidad de los temas ligados a la inseguridad, desde la cual se recrea la agenda de las derechas. De hecho “clase media” y “seguridad” son dos significantes que se redefinen en una misma dinámica: la del intento de producción de un nuevo sujeto social intrínsecamente disciplinado por los dispositivos políticos de la mediatización, de securitización, de la deuda y de la representación.
III. ¿Qué se juega en esta coyuntura?
Si, como ya argumentamos, el patrón de desarrollo parece seguir vigente –al menos a corto plazo– y las conquistas sociales surgidas del ciclo de luchas contra el neoliberalismo de los años ’90 no parecen haber perdido legitimidad ni resulta previsible que vaya ser fácil ignorarlas se hace evidente que la pregunta -¿qué se juega en la presente coyuntura?- apunta a otra parte.
Nos referimos la disputa por interpretar y articular políticamente las mutaciones sociales ocurridas en la región. En ella se inscriben los discursos racistas y clasistas que apuntan a endurecer las fronteras internas, presionando sobre el imaginario colectivo y las políticas públicas hacia un enfoque punitivo centrado en la seguridad; reafirmando el espacio nacional (y una retorica nacionalista que les es funcional) como espacio internamente jerarquizado.
Lamentablemente los gobiernos “progresistas” no son para nada inmunes a estas ofensivas, ni cumplen siempre de manera eficaz con la tarea de contenerlas. Resulta fácil de verificar el modo en que se desplaza una y otra vez de la agenda neodesarrollista del Brasil la persistente violencia en las favelas; o el tratamiento racista y clasista que el estado argentino aplica a jóvenes de barrios y asentamientos (la actual criminalización de ciudadanos inmigrantes pobres no es sino un nuevo capítulo de una larga secuencia).
IVArgentina en la coyuntura y la coyuntura argentina
Las elecciones presidenciales previstas para el 2015 dibujan un difícil proceso de transición, signado entre otras cosas por el peso de la pulseada que el gobierno nacional mantiene en el plano de las finanzas internacionales. La actual posición del gobierno argentino ante los llamados fondos buitres abre la oportunidad de llevar hasta el final la comprensión del mundo de las finanzas como espacio de disputa, pero esa posibilidad, para ser efectiva, requiere en el plano interno de una intensa movilización política; y, en el plano regional y mundial, del planteamiento de estrategias concretas de cuestionamiento de la articulación de los flujos financieros y hasta de la centralidad del dólar como moneda soberana-global.
La complejidad de la situación se hace evidente cuando miramos a Europa, cada vez más firme en su función de bloqueo de toda posibilidad de revisar la arquitectura y el poder de las finanzas y de conformar un marco y un equilibrio global diferente: la recesión y la crisis, que siguen siendo particularmente fuertes en el sur europeo, constituyen, en sí mismas, la causa de un círculo vicioso que impide al continente jugar un papel diferente en la constitución de un esquematismo dinámico en relación con el manejo de la moneda y las finanzas.
Hace falta agregar, mirando a Europa, que el ascenso de fuerzas nacionalistas de derecha como el Front National de Le Pen, en Francia, no hace sino reafirmar este papel de bloqueo. Solo una ruptura desde debajo de la continuidad de las políticas neoliberales podría permitir la emergencia de nuevas correlaciones y configuraciones de fuerzas, volviendo posible una Europa capaz de jugar un papel expansivo a nivel global.
Diferente en el caso de Asia. A la importancia del Swap de Argentina con China y de la diversificación de las reservas nacionales en medio del conflicto con los vulture funds, se suma el significado que estos hechos puedan adquirir en vista a escenarios multilaterales futuros, no del todo previsibles. Subsiste, sin embargo, una inercia respecto del patrón de desarrollo, una falta de iniciativa política capaz de revisar la vinculación tendencial entre préstamos chinos y la consolidación de actividades megaextractivas. Y hace falta agregar que esta vinculación convierte las variaciones futuras del modelo económico chino en un problema de importancia de primer orden para la Argentina y para la región.
Bajos estas complejas condiciones, la constitución tendencial de un consenso conservador en el plano interno con base en los mencionados fenómenos racistas y clasistas fuera y dentro del kirchnerismo es un factor reaccionario en la medida en que bloquea las apuestas innovadoras y democráticas a nivel social que debieran operar como condiciones para impulsar la pulseada en el terreno global de las finanzas.

Resulta preocupante, en este sentido, el panorama electoral dominado por candidaturas presidenciales conservadoras y de derecha, sin que se vislumbre por el momento alternativa alguna capaz de expandir los elementos innovadores que en su hora anunciaron un círculo virtuoso entre gobierno y dinámicas colectivas (organismos de derechos humanos y los movimientos sociales).
En efecto el kirchnerismo gobernó combinando, durante años, una vocación de innovación con un reconocimiento de -y pacto con- poderes conservadores, tanto a nivel de gobiernos locales y provinciales, como a nivel sindical.
Beneficiados en general por la reactivación económica de la última década y por la apertura generalizada de paritarias, los grandes sindicatos son una pieza sensible de la gubernamentalidad, y tienden a reagruparse en un panorama de mayor conflictividad laboral producto de la inflación y recesión con despidos. En este contexto la aparición de jóvenes delegados con espíritu de lucha y asamblea –y proclives a alianzas con los partidos de izquierda- gana terreno gremial enfrentando a la vieja y poderosa burocracia sindical, muchas veces aliada al gobierno. 
Para completar la complejidad del proceso político cabe sumar a lo dicho la presión devaluatoria del sector exportador, la negociación con inversores (incluso de China y Rusia) interesados en zonas estratégicas como Vaca muerta e infraestructura y la habitual amenaza de desestabilización de las bandas derechistas –cada vez más mezcladas con el narcotráfico y las fuerzas policiales autonomizadas– durante el caliente mes de diciembre.
Todas estas tensiones repercuten dentro del kirchnerismo, desafiando a los numerosos colectivos militantes que lo integran.
Por un lado el gobierno crea escenarios de confrontación política y movilización militante e intenta compensar los efectos de la inflación sobre los ingresos de los trabajadores informales, insuflando recursos vía programas de políticas sociales. Pero por otro se encuentra cada vez más comprometido con los rasgos centrales de una gubernamentalidad precaria que lo lleva a un callejón de difícil salida durante el periodo electoral.
La ambivalencia de esta política consiste en que si bien logra desplazar la exigencia de un ajuste convencional, debilita las bases mismas necesarias para contrarrestar esa exigencia recreando una división entre trabajadores formales y no formales y vinculando el financiamiento de políticas públicas con la creación de inflación.
V¿Pueden las conquistas de las luchas recientes operar como vector democrático hacia el futuro?
El balance del ciclo político latinoamericano de la última década tiene gran importancia no sólo en América Latina sino a nivel global. Este impacto se debe sobre todo a que América Latina ha sido el único sitio en todo el planeta en el que durante la última década se intentaron alternativas de “izquierda” al neoliberalismo: desde el rechazo a los acuerdos de libre comercio hasta la proclama del socialismo del siglo XXI; de la reversión relativa del ciclo de privatizaciones a las políticas de desendeudamiento; de las políticas de derechos humanos e inclusión social a la creación de áreas de integración sudamericanas como la Celac y la emergencia de nuevos sujetos en el estado, como Evo Morales en Bolivia.
Este imaginario ha funcionado como inspiración para nuevas experiencias políticas en diferentes puntos del planeta, tal y como ocurre actualmente con la experiencia de Podemos en España y el intento de dar curso a una poderosa reacción desde abajo contra la Europa del ajuste neoliberal.
Y bien, llegados a este punto precisamos aclarar un poco qué cosa entendemos por “neoliberalismo”. Además de un consenso (el de Washington) sobre ajuste y privatizaciones, el neoliberalismo se ha convertido en un modo de gobierno de lo social y una potente dinámica micropolítica (afectos, creencias, deseos), y como tal circula y domina diferentes esferas de la vida social. 
Un primer elemento de balance sobre los intentos regionales de constituir un proceso “posneoliberal” en América del sur indica que el esfuerzo se ha concentrado sobre todo en el nivel estatal, dando por hecho que el neoliberalismo equivale a mercados desregulados. La voluntad política así constituida ha plasmado su ideal neodesarrollista abriendo importantes debates y planteando valiosas reformas sin lograr, no obstante, revertir los rasgos de un neoliberalismo que persiste tanto en sus rasgos estructurales (hegemonía de las finanzas; concentración de la tierra), como en su reproducción “desde abajo”. La forma “empresa” y las reglas de la competencia siguen organizando, en amplias y decisivas esferas de la sociedad, la gestión concreta de la existencia.
En efecto, la voluntad política que ha actuado en favor del crecimiento económico y la compensación de las grandes desigualdades desde el estado, no ha alcanzado a superar las grandes diferencias sociales ni a subvertir las jerarquías duras de carácter estructural.  
Esto nos lleva a plantear un cierto desfasaje entre esa voluntad política-estatal y el potencial político surgido a partir de las insurrecciones y puebladas que se intensificaron durante los años `90 en muchos países de la región. Esas luchas fueron las que decretaron la crisis de la hegemonía política del neoliberalismo fortaleciendo y visibilizando a un conjunto plural de sujetos excluidos: trabajadores, campesino, pobres  e indígenas. Un proceso de apropiación plebeya se extendió entonces en el espacio público (evidente y persistente sobre todo en la Bolivia de Evo Morales). Estas presencias forzaron, a partir del surgimiento de los gobiernos “progresistas” y del complejo sistema de reconocimientos que estos gobiernos hicieron de esos sujetos, la apertura de un nuevo proceso de integración regional.
Y sin embargo los límites del patrón de inclusión social propuesto por los gobiernos progresistas acabaron por comprometer la capacidad de profundizar estos procesos de democratización plebeya. En los hechos, la integración por la vía del consumo y el proyecto de creación de una nueva “clase media” no ha permitido enfrentar de una manera eficaz la violencia estructural vinculada al neodesarrollismo / neoextractivismo, violencia sistemáticamente negada por los propios gobiernos. Al punto que esta violencia se vuelve rasgo constitutivo de la propia ciudadanía progresista dando lugar a un nuevo conflicto social en el cual el papel mismo del estado se encuentra en disputa.
Frente a la hipótesis de un escenario de estabilización (patrón neo-desarrollista; consenso conservador)  obtenido a través de los propios gobiernos “progresistas” ¿es posible imaginar que los logros de los movimientos de la última década puedan actuar como piso desde el cual reabrir la productividad política de un nuevo ciclo virtuoso entre política y movimientos? ¿O este ciclo puede darse ya por agotado?
Otra vez, se trata de considerar el papel del estado. El ciclo latinoamericano, como se ve también en la actual situación de Venezuela y Ecuador, muestra que aun cuando el estado puede jugar un papel valioso en la construcción de alternativas, en ningún caso se puede confiar en él como actor estratégico exclusivo. Ya que los procesos de cambio tienden a agotarse en una estéril centralidad estatal cuando no se encuentran modalidades de articulación que puedan activarse a partir de la emergencia de nuevos sujetos con lógicas no estado-céntricas y a partir de la configuración de un espacio político regional capaz de actuar más allá de la escala nacional.
Si es cierto que el escenario latinoamericano se ha estabilizado a pesar de la continuidad del ciclo político los gobiernos “progresistas”, ¿es posible pensar de otro modo la coordinación entre ciclo político y patrón de desarrollo en curso?
Si bien ya hemos mencionado la violencia clasista y racista asociada a este patrón de desarrollo, lo cierto es que un nuevo conflicto socio-territorial plantea desafíos a las tendencias democráticas activadas durante las últimas décadas. Esta conflictividad tiene un aspecto esencialmente reaccionario, pues constituye la vía práctica a través de la cual se subordina la rebelión plebeya que motorizó las luchas contra el neoliberalismo. Esta situación nos fuerza a imaginar de otro modo, de un modo más radical, lo que se entiende por “inclusión social”. Nos referimos a la posibilidad de reanimar la vitalidad colectiva en torno a núcleos de la economía informal y  de autoempresarialidad, del trabajo precario y de las luchas por acceso a la tierra y la vivienda digna, que, liberados del dispositivo formado por la secuencia patrón de consumo-industria barata-economía neo-extractiva, podrían formar parte de una coalición de fuerzas capaz de impulsar nuevas dinámicas sociales y políticas.
Pero esta coalición no es imaginable sin tomar en cuenta de un modo central el conjunto de experiencias y de luchas que se hacen cargo de la tarea estratégica de la producción de una nueva subjetividad. Estas experiencias se constituyen enraizadas en la potencia sensual que las luchas abren más que en torno al llamado del poder celestial. Nos referimos a la producción de modos de vida en torno a la salud, a la educación y a los derechos humanos. Es esta producción de modos de vida la que puede otorgar una materialidad positiva a la construcción de redes de cuidados y autodefensa en barrios y territorios cada vez más cruzados por dinámicas de violencia.
Si bien estas prácticas se despliegan de modos diferentes en los distintos países de la región, son ellas, de conjunto, las que pueden resistir las tentativas estabilizantes y abrir, como lo han venido haciendo, nuevas posibilidades políticas.  

Lejos de mirar hacia atrás esperando respuestas del protagonismo de los movimientos de comienzo de siglo, como si nada importante hubiese cambiado a lo largo de esta década, vale la pena advertir que la base material por ellos creada sigue siendo la condición de una productividad política y de  nuevas imágenes de desarrollo.

Mi amigo Nietzsche




Un chico tiene problemas en la escuela, pero un libro que encuentra en la basura le va a cambiar la vida: 

Así habló Zaratustra.

Meu amigo Nietzsche / Mi amigo Nietzsche
Brasil, 2012
15’00»
Dirección: Fáuston Da Silva

Intérprete: André Araújo, Juliana Drumond, Simone Marcelo y Andrade Júnior

Comprensión estratégica (pistas para la investigación política en el nuevo conflicto socia)

por el Instituto de Investigación y Experimentación Política (IIEP)

En el marco de la campaña nacional #CristianFerreyraPresente compartimos este texto, que es una elaboración colectiva sobre los rasgos del nuevo conflicto social y que busca profundizar y precisar una comprensión estratégica sobre las violencias actuales. 
Desde el Instituto de Investigación y Experimentación Política (IIEP) junto a distintas organizaciones estamos compartiendo un diagnóstico y una hipótesis: durante estos años se gestó un nuevo tipo de conflicto social, difuso y confuso, de una violencia inusitada que no alcanza a explicarse con los conceptos ni los actores conocidos. Esa opacidad constituye un desafío, pues su función es producir estratégicamente incomprensión.
I.
La opacidad persistente, propia del nuevo conflicto social, proviene al mismo tiempo del miedo, y de lo que podríamos llamar obstáculos de percepción[i]. Para comenzar a entender mejor el asunto comencemos por preguntar: ¿de qué clase conflicto estamos hablando? No es difícil encontrar indicios y hasta es posible formular una que otra hipótesis sobre las transformaciones en las formas del gobierno efectivo de los barrios pobres. Pero, ¿cómo se vinculan estas mutaciones con fenómenos más amplios, que afectan a las racionalidades y prácticas de gobierno en general? Particularmente inquietante al respecto es el hecho de que también en zonas rurales –justamente como lo que está denunciando el MOCASE con el juicio que se inicia mañana- se dan formas de violencia comparables (grupos armados al servicio de tramas empresarias que apuntan a controlar un territorio en vistas a su valorización financiera), con aquellas que vemos en los barrios urbanos.
Y bien, verificamos la emergencia de nuevas formas de resistencia y conflictividad. De nuevas economías o diagramas de poder. Pero afirmar la “novedad” no puede llamar a engaño. Lo nuevo es siempre reorganización de lo viejo. Novedosa recombinación  de elementos pertenecientes a viejas formaciones culturales.
¿Estamos a la búsqueda de un principio explicativo único, una suerte de “lógica” que abarque esta enorme pluralidad de situaciones? Si fuese así, el marxismo nos provee de un esquema analítico posible: una multiplicidad de vivencias diversas que remiten a un núcleo económico fundamental (sabemos que ni Marx fue tan marxista como para afirmar esquemas tan rígidos).
Tras el desprestigio del socialismo, el pensamiento teórico llamado “postmarxista” ensayó una perspectiva capaz de recobrar el valor substancial, y no meramente aparente o superestructural, de la multiplicidad. Ya no se trata de identificar un conflicto fundamental (la lucha de clases entre burgueses y proletarios), sino múltiples conflictos (de género, de clase, étnicos, ambientales, etc.) que se construyen y definen en la práctica política misma de darles forma.
El problema con este pluralismo ha sido siempre el de encontrar una línea  común de composición política entre los diferentes conflictos. ¿Cómo traducir recíprocamente los diversos conflictos? ¿Y cómo hacerlo, además, cuando la apelación al lenguaje, a la mera producción de discurso se torna insuficiente?
Un doble déficit entorpece nuestra tarea: la ausencia de una imagen que opere como denominador común y la crisis del lenguaje, en el cual confiábamos como articulador fundamental y hoy más bien resulta como mínimo insuficiente, por momentos directamente impotente. Sobre esa doble imposibilidad avanza la oscura eficacia de los medios. Proveyendo de manera continua e instantánea imágenes y nombres para lo que pasa.
Se plantea entonces la necesidad de elaborar un estilo de comprensión de la conflictividad en curso de múltiples niveles, capaz de interesarse tanto por mapear las dimensiones estructurales (una serie de hipótesis, por ejemplo, puede ser la investigación del modo en que las finanzas actúan sobre el campo social), como por comprender la complejidad de las estrategias (muchas de ellas en el nivel de las disposiciones de la vida cotidiana en los territorios) que definen los conflictos concretos.
La exigencia de comprensión que aquí desplegamos no es la del investigador puro, preocupado en exclusiva por la racionalidad del conocer, sino la del investigador tomado por una preocupación política, que procura trazar diagnósticos articulables a estrategias concretas.
II.
Elías Canetti supo describir la opacidad que acompaña a la reproducción de los poderes: “el secreto se halla en la médula misma del poder”; instrumenta efectos de enlace entre lo que el autor llama la “masa” y el “poder”. Esta dimensión deviene clave para comprender los “nuevos conflictos sociales”, inseparables de la circulación de tramas de opacidad, de estrategias de silenciamiento en la articulación de los conflictos. Precisa Canetti una relación más, entre silencio y conocimiento: “el silencio presupone un conocimiento exacto de aquello que silenciamos. Como en la práctica no enmudecemos para siempre, hemos de elegir entre lo que podemos decir y lo que silenciamos”.
Pensar la opacidad supone poner el foco en las reglas de su reproducción. No se trata sólo de contraponer claridad o transparencia mediante fuentes e iniciativas comunicativas (¿los números, los informes, los relatos, las denuncias, las manifestaciones garantizan de por sí efectos de comprensión estratégica?), sino operar sobre el funcionamiento mismo del campo social opaco.
III.
La investigación política no puede esquivar una fuerte interrogación por las fuentes de esta opacidad, que son múltiples. Enumeramos algunas:
– La gestión que hace el estado de la información. La administración de la información por parte de las burocracias (policía, aparato de inteligencia y judicial, especialmente incluido). No es que no se recaben datos. El problema es: a) el acceso a información; b) la mala calidad procedimental en la recolección de datos (sobre todo por parte de las policías); c) el procesamiento y cruce de datos movilizados habitualmente a partir de lógicas internistas y sin la debida contextualización, y según una percepción de la realidad determinada por las operaciones de los medios de comunicación.
– Disolución de antagonismos claros. Por lo general las organizaciones sociales –sean herederas del 2001, sean más vinculadas al gobierno–, padecen esta opacidad como parte de un conflicto que las desborda, y no resulta fácil apelar a un antagonismo clarificador. Las lógicas en el territorio tienen todo tipo de rodeos, ambigüedades y matices que no permiten, en general, combatir la confusión de la que hablamos.  Acá hay una cuestión central: las organizaciones que interactúan con el estado deben aprender los lenguajes estatales, ¿qué pasa cuando hay que interactuar, negociar, o tensionar con una “banda”, o con un segmento del estado que se comporta como tal? En este nivel, la producción de opacidad la encontramos no sólo en una cierta retracción de las organizaciones, o su debilidad a la hora de trazar cartografías operativas en el territorio, sino en un nivel más radical: en la incapacidad de las militancias sociales, políticas y de derechos humanos por conectar con las formas de fuga y resistencias de los habitantes (especialmente jóvenes) del barrio, que toman diversas direcciones, muchas veces alejadas y hasta invisibles para las organizaciones.
– Proliferación de las finanzas en la reproducción de la existencia. Tal vez la principal causa de la opacidad de la que hablamos sea la proliferación de una dinámica financiera[ii], a  escala diversa, en todas las capas de la sociedad. Además de la intervención del estado en el mercado promoviendo el consumo, el aumento de circulación monetaria (y la multiplicación de monedas) tiene otras causas. Una de ellas es el conjunto de restricciones legales –impulsada por el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional)- que impide el ingreso de capitales ilícitos al circuito bancario regulado[iii]. Estos capitales ilegales presionan sobre los territorios para multiplicar la oportunidad de negocios. Lo mismo sucede con la operatoria bancaria consistente en destinar por fuera de toda regulación capitales para créditos usurarios orientados a endeudar a una parte de la población sin acceso al crédito regulado.
El sistema financiero, frecuentemente asociado a las altas finanzas, se desarrolla también, y cada vez más, como “bajas” finanzas, o finanzas populares. Investigar esta doble formación del mercado financiero supone ampliar nuestra comprensión de las finanzas ya no sólo hacia arriba sino también hacia abajo, a partir de la multiplicación de articulaciones (deuda y crédito, legal e ilegal) entre sistema bancario y economías de sectores populares –habitualmente no percibidas como financieras[iv].
– Un cuarto aspecto, que convenga computar es el papel bandas y empresas asociadas en la regulación del dinero no declarado (con múltiples conexiones con el sistema financiero legal). Siguiendo a Rita Segato[v], suponemos una correspondencia entre el aumento de capital no declarado y el aumento de instrumentos igualmente ilegales de regulación política  (no pocas veces en manos del propio estado). Asociamos a este entramado el tipo de circulación “confusa” de una violencia funcional al gobierno de los territorios.
En este nivel se vuelve evidente el vínculo que existe entre producción de opacidad y pérdida de eficacia simbólica la narrativa tradicional de las militancias políticas, incluida la de los derechos humanos. Si volvemos sobre lo razonado hasta aquí, se puede percibir cómo la combinación entre pobreza de la estadística y el hermetismo en las decisiones que afectan a los territorios; las novedosas lógicas financieras que colonizan las economías populares y la expansión de mercados ilegalizados; así como la desconexión de las organizaciones respecto de las estrategias de vida en los territorios produce, de conjunto, un contexto de sentido alterado.
Es también en este nivel donde deberíamos trabajar la hipótesis de la asociación convergente de esta trama con mercados criminales (proliferaciones de los delitos de tráfico y trata por ejemplo).
Otra cuestión, que en este nivel nos preguntamos, es cómo opera el crecimiento de esta trama en función de un mapa regional más vasto, que refiere a una dimensión transnacional de la conflictividad social. En efecto, desde la migración producto de la expulsión de campesinos paraguayos de sus tierras por extensión del agro-negocio, a los desplazamientos de grupos narcos, pasando por los circuitos ilegales de exportación de granos vía países limítrofes.
– Un quinto aspecto que contribuye a dotar de opacidad al conflicto social tiene que ver con la interfaz mediática, que produce sus propias síntesis, simplificando la complejidad social en consignas de veloz circulación, produciendo un efecto de transparencia, como si la opacidad no existiera: “el problema es simple y la solución también, no se lo soluciona porque los políticos no quieren, son ineficientes o están en el negocio”.
IV.
Un foco especialmente tóxico de opacidad es el que se da en la convergencia de simplificación mediática y políticas de seguridad. Vemos a diario los alineamientos, a nivel de la comunicación pública, con discursos y prácticas punitivas.  ¿El reciente protagonismo del Secretario de Seguridad Berni debe ser entendido cómo un fenómeno coyuntura, asociado a pujas de poder al interior del kirchnerismo, o como síntoma de unas lógicas más profundas?  Aun sin tener información suficiente sobre la conducción de la policía federal, el discurso de Berni es frecuentemente el mismo que el de la policía, y esto es históricamente indicio de autogobierno.
Pensando en la policía bonaerense, alguna vez Horacio Verbitsky se refirió a un paso más. No sólo auto gobierno, sino colonización de la política por la policía. Hoy en día, sin embargo, hay fuentes que informan que en este momento la policía bonaerense está atravesada por grandes internas, que está muy dividida, razón por la cual una noción como “autogobierno policial” sería simplificadora y subestimaría esta otra fuente de opacidad.
V.
El campo social opaco por el que nos interrogamos, en la medida en que  da lugar comprensiones locales, nos permite detectar aparentes isomorfismos: soldaditos del universo transa y llamadores que complementan a los arbolitos en el sistema financiero son las presencias más frágiles y expuestas de unos poderes opacos por naturaleza. Las cuevas forman parte del sistema bancario informal. Son la parte baja y visible de sendas estructuras financieras ilegales.
Esta parte baja, en tanto parte visible de un sistema poco visible, es una clave interesante para pensar el vínculo entre poderes de segunda realidad, finanzas y territorios. Se trata, además, de una parte de la realidad opaca sobre la cual los poderes públicos actúan con dispositivos completamente perimidos (particularmente a nivel judicial). Y las iniciativas esporádicas, a veces ultra-progresistas, con las que el estado intenta hacer pie en los territorios es siempre frágil, solitaria y asistemática.
VI.
Suponemos que es posible pensar una relación entre grandes emprendimientos rentísticos, con sus equipamientos técnicos y su infraestructura financiera, y el desarrollo de dispositivos de valorización financiera locales. No como si ambos estuviesen comunicados. Se trataría más bien de una relación de diseño de prototipos: un sistema oportunista de aprendizaje y aprovechamiento mutuo. Ambos niveles, macro y micro, se ofrecen uno al otro condiciones de posibilidad y en esa interfaz se crea infraestructura y racionalidad financiera. En esta retroalimentación se fortalecen las dinámicas de valorización, en un contexto de inclusión por la vía del ingreso y el debilitamiento de lógicas comunitarias.
VII.
Imaginamos tareas de la investigación, de creación de conceptualizaciones estratégicas, en el marco de la recreación de organización política de nuevo tipo.
Incorporar, entre las tareas de construcción colectiva, las actividades de mapeo de conflictos (que incluye la composición de dinámicas en varios planos), en vistas a desarrollar estrategias efectivas de intervención. Menos preocupados por detectar un fundamente oculto por detrás de los conflictos que por pensar incluso modos de elaborar los silencios que acompañan en los conflictos nuestra común incapacidad explicativa.
Al mismo tiempo, desarrollar talleres con organizaciones sociales e investigadores capaces de producir comprensión estratégica, allí donde la opacidad impide desplegar avances democráticos en conflictos concretos.
Noviembre de 2014
 [i] Fue Raquel Gutiérrez Aguilar, activista e investigadora residente en México, quien en una serie de visitas a Buenos Aires y diálogos con el Instituto de Investigación y Experimentación Política ha puesto con más fuerza el énfasis en este problema de la opacidad como combinación de fenómenos de percepción y de terror.
[ii] Aunque no podamos desarrollarlo aquí, aclaramos que cuando hablamos de finanzas no nos referimos a la forma no productiva y parasitaria del capital, en contra posición al capital industrial, por ejemplo, sino al poder del capital en su forma más abstracta. El capital financiero extrae valor social a partir de dispositivos de producción de renta. El poder de las finanzas deviene poder de mando sobre la sociedad. No sólo el ahorro social se financieriza, sino que además las finanzas pasan a representar la producción del valor social. Las finanzas se apropian de nuevas funciones. El “devenir renta de la ganancia”, explica Christian Marazzi (Capital y lenguaje, Tinta Limón Ediciones, 2014), es la producción de valor como tal y son los mecanismos concretos de la explotación los que devienen incomprensibles.
[iii] http://www.fiscales.gob.ar/criminalidad-economica/lavado-argentina-fue-excluida-de-la-lista-gris-del-gafi/
[iv] La proliferación de agentes financieros que no se presentan o reconocen como tal, sobre todo a nivel de las economías populares, es otra dimensión de opacidad a investigar. Habría que profundizar en el estudio de rupturas y continuidades respecto de los viejos sistemas de prestamistas y usureros que siempre existieron en los barrios. Un punto de partida para comprender estas dinámicas lo brinda el informe de la PROCELAC presentado durante diciembre de 2013 en torno al crédito para el consumo.
http://www.fiscales.gob.ar/criminalidad-economica/wp-content/uploads/sites/3/2013/12/Procelac_-Cr%C3%A9ditos-para-el-consumo.pdf
[v]Rita Segato, antropóloga argentina, ha desarrollado hipótesis fuertes sobre la opacidad que aquí tratamos de comprender. A ello se refiere con los nombres de “segundo estado” y “segunda realidad”. http://www.forosalud.org.pe/territorio_soberania.pdf.).
Su hipótesis sobre la violencia se inscribe en el proceso de producción de soberanías locales a partir del control ilegal de territorios. La violencia, particularmente contra las mujeres, debe entenderse como enunciación del poder soberano sobre la población. La reciente edición de su libro La violencia en el cuerpo de las mujeres de ciudad Juárez (Tinta Limón Ediciones, 2013) viene con una entrevista en la cual la autora procura desarrollar sus hipótesis pensando en el nuevo conflicto social de que aquí hablamos.

México: La masacre como forma de dominación

por Raúl Zibechi

Mientras sostenía el Premio Tata Vasco 2014, entregado por la Universidad Iberoamericana en Puebla a Fudem (Fuer­zas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México), uno de los pocos varones del grupo de 25 familiares que acudieron al acto gritó: Esto es una guerra. El dolor inimaginable de los familiares los fuerza a mirar de frente y sin vueltas la realidad que sufren.
En efecto, hay una guerra contra los pueblos. Una guerra colonial para apropiarse de los bienes comunes, lo que supone la aniquilación de aquellas porciones de la humanidad que obstaculizan el robo de esos bienes, ya sea porque viven encima de ellos, porque se resisten al despojo o, simplemente, porque sobran, en el más crudo sentido de que son innecesarios para la acumulación de riqueza.
Una guerra colonial, además, por el tipo de violencia que utiliza. No sólo se asesina. Se decapita y se desmiembra para regar las partes a la vista de la población, como escarmiento y advertencia. Para infundir miedo. Para paralizar, impedir cualquier reacción, en particular las acciones colectivas.
No se trata de una tecnología novedosa. Fue utilizada por la Corona española para aniquilar las luchas indígenas. Allí la aprendieron los nuevos colonizadores. Túpac Amaru fue descuartizado vivo delante de la multitud reunida en la plaza de armas de Cusco.
Amaru fue obligado a presenciar la tortura y asesinato de sus dos hijos mayores y de su esposa, además de otros familiares y amigos. Antes de morir fueron torturados, les cortaron la lengua, todo un símbolo de lo que realmente molestaba a los conquistadores. El hijo menor, de sólo 10 años, fue obligado a presenciar la tortura y muerte de toda la familia, para ser luego desterrado a África.
La cabeza de Amaru fue colocada en una lanza exhibida en Cusco y después en Tinta, sus brazos y piernas fueron enviados a ciudades y pueblos para escarmiento de sus seguidores. Túpac Katari y sus seguidores sufrieron más o menos los mismos tormentos y sus restos fueron también esparcidos por los territorios de lo que hoy es Bolivia. No es nueva la crueldad de los nuevos conquistadores. Antes se trataba de apoderarse del oro y la plata; ahora es la minería a cielo abierto, los monocultivos y las hidroeléctricas. Pero en el fondo, se trata de mantener a los de abajo en silencio, sometidos y quietos.
La masacre es la genealogía que diferencia nuestra historia de la europea. Aquí las formas de disciplinamiento no fueron ni el panóptico ni el satanic mill, la fábrica del diablo de la Revolución Industrial y la explotación capitalista, retratada por el poeta William Blake y analizada con rigor por Karl Polanyi. El cercamiento de campos a partir del siglo XVI en Inglaterra, una revolución de los ricos contra los pobres, es analizada como el quebrantamiento de los viejos derechos y costumbres por los señores y nobles, “utilizando en ocasiones la violencia y casi siempre las presiones y la intimidación” (La gran transformación, La Piqueta, p. 71, subrayado mío).
Aquí la violencia fue, y es, la norma, el modo de eliminar a los rebeldes (como en Santa María de Iquique, Chile, en 1907, cuando fueron masacrados 3 mil 600 mineros en huelga). Es el modo de advertir a los de debajo de que no deben moverse del lugar asignado. Aquí hemos tenido, y tenemos, esclavitud; nada que se parezca al trabajador libre que promovió el desarrollo del capitalismo europeo al robarles las tierras a los campesinos.
Nótese que en las guerras de independencia entre criollos y españoles, los insurgentes apresados por los realistas no fueron torturados. Miguel Hidalgo y José María Morelos, por mencionar destacados rebeldes criollos, fueron juzgados y luego fusilados como se hacía en la época con los prisioneros de guerra. Sólo el color de piel explica el diferente trato que tuvieron Túpac Katari y Túpac Amaru, como todos los indios, negros y mestizos de nuestra América.
No es historia. En el Brasil democrático, la organización Madres de Mayo contabiliza, entre 1990 y 2012, 25 masacres, todas de negros y pardos, como la que dio origen a su militancia: en mayo de 2006, en el contexto de la represión al Primer Comando de la Capital de Sao Paulo (narcos organizados desde las cárceles), fueron asesinados 498 jóvenes pobres, varones de 15 a 25 años, entre las 10 de la noche y las 3 de la madrugada por la policía.
El narco es la excusa. Pero el narco no existe. Son los negocios que forman parte de los modos de acumular/robar de la clase dominante. No estamos ante excesos policiales esporádicos, sino ante un modelo de dominación que hace de la masacre el modo de atemorizar a las clases populares para que no se salgan del libreto escrito por los de arriba, y que le llaman democracia: votar un día cada cinco o seis años y dejarse robar/asesinar el resto del tiempo.
Lo peor que podemos hacer es no mirar la realidad de frente, hacer como si la guerra no existiera porque todavía no te han golpeado, porque todavía sobrevivimos. Esto es contra todos y todas. Es cierto que hay una porción que aún pueden expresarse libremente, manifestarse incluso, sin ser aniquilados. Siempre que no se salgan del libreto, que no pongamos en cuestión el modelo. Bien mirado, los que podemos manifestarnos a cara descubierta somos algo así como los criollos de las guerras de independencia, los que pueden esperar una muerte digna, como Hidalgo y Morelos.
Pero el tema es otro. Si queremos de verdad que el mundo cambie, y no usar la resistencia de los de abajo para treparnos arriba, como hicieron los criollos en las repúblicas, no podemos conformarnos con maquillar lo que hay. Se trata de tomar otros rumbos.
Tal vez un buen comienzo sea continuar los pasos de los seguidores de Amaru y Katari. Reconstruir los cuerpos despedazados para reiniciar el camino, allí donde el combate fue interrumpido. Es un momento místico: mirar el horror de frente, trabajar el dolor y el miedo, avanzar tomados de las manos, para que los llantos no nos nublen el camino.

“En inglés pienso en cuadrados, y en francés en rectángulos” Entrevista con Raymond Federman

Traducción: Hugo Savino

Nota introductoria:
Esta entrevista forma parte de la edición francesa de La voix dans le debarras/ The voice in the closet. Uno de los textos mayores de Raymond Federman. En el prólogo de Marc Avelot hay una cita de Gérard Bucher sobre el libro de Federman: “la horrible iniciación de un niño triturado por un crimen anónimo, premeditado, colectivo”. Y Marc Avelot dice que esta novela es “una experiencia crítica.”  Nada más preciso. Federman escapa de los límites del realismo, por eso su novela es tan difícil de leer. Federman no chapotea en lo indecible. Ni en lo intraducible. Esas nociones le son ajenas. Sólo sabe que tiene que escribirlo, y escribir lo que sabe y lo que ignora.
Génesis de La voz en el desván
La primera característica sorprendente de La voz en el desván es su bilingüismo. ¿Qué relación mantienen las dos “versiones” de The Voice/La voix (La voz)?
Es muy importante leer las dos versiones, porque, contrariamente a lo que una lectura rápida podría hacer creer, ellas no coinciden.
En primer lugar escribo la versión en inglés. Cuando empecé este texto, deslicé la hoja de papel en la máquina de escribir no verticalmente sino horizontalmente. Por esto, disponía de un espacio más amplio para escribir y dividí la página en dos columnas. La columna de la izquierda tenía su título – THE CLOSET, y la columna de la derecha – THE VOICE. El texto de la columna CLOSET poseía mayúsculas y una puntuación normal: era una narración que seguía las reglas de la gramática y de la ortografía. Contaba la historia del CLOSET. La escritura de la columna VOICE era, en lo que a ella concierne, una manera de monólogo interior sin puntuación sin mayúscula – una suerte de delirio verbal.
Tenía alrededor de veinte páginas escritas de esa forma. No iba mal, pero me daba cuenta de que algunas palabras o grupos de palabras de la columna CLOSET muy bien podrían estar en la columna VOICE – y viceversa.
Y además, de golpe, algunas líneas de la columna de la izquierda empezaron a atravesar la página para unirse a la columna derecha… Por lo tanto decidí continuar así – con líneas enteras de palabras que atravesaban toda la página. No estaba mal.
Pero un día me dije: “Federman, ¡sos un boludo! ¿Por qué separar el CLOSET de la VOICE? La Vozestá en el Desván!”
Entonces, empecé todo de nuevo. Empecé de cero. Empecé poniendo la hoja de papel de la manera habitual en la máquina de escribir – o sea verticalmente – y me mandé. Me puse a escribir a toda velocidad sin mayúsculas, sin puntuación, cagándome en la gramática y en la ortografía – incluso inventaba palabras – todo esto en inglés desde luego.
Continué así durante meses – era en 1976 – era una locura – puro delirio – metía en la escritura lo que venía… Para decir la verdad, The voice in the closet es un  monstruoso collage, hecho de montones de pequeños fragmentos de escritura robado de mis otros escritos y un poco de todas partes – pero contaba no obstante lo que había pasado.
Paré – tenía más de doscientas páginas de manuscrito – un caos total. Y entonces se me ocurrió la idea de tallar esta masa de palabras en cuadrados…
En efecto, es otra de las características sorprendentes de su libro. ¿Qué cambiaba el hecho de que fuera en cuadrados? 
No es fácil hacer cuadrados perfectos de palabras con una máquina de escribir. En parte es la razón por la cual insisto a menudo en el hecho de que este texto fue escrito con una máquina de escribir IBN Selectric – con bolas que permitían cambiar los caracteres. Tenía una colección de todas esas bolitas y eso tiene su eco en el texto cuando escribo: “…aquí todavía ahora patrón seléctrico me hace ser devenir con sus bolas orgullo…”. Es interesante,  y sobre todo porque en la palabra seléctrico (Selectrique), está la palabra (trique) garrote…
Para resumir, no escribía en un teclado de computadora que permite justificar con facilidad los márgenes de derecha o de izquierda. Con una máquina de escribir, el espacio entre las palabras sigue siendo constante – entonces cuando llegaba al final de una línea donde tenía una letra que sobraba, o  bien una letra menos que creaba una alforza, y bueno, tenía que rescribir toda la línea de palabras para que esté justificada a izquierda y a derecha. ¡Toda una escritura limitada! Ni los muchachos del Oulipo van tan lejos en sus limitaciones…
Era una locura, pero formalmente era apasionante, porque esos bloques perfectos de palabras daban bien el lado claustrofóbico del texto que estaba tratando de poner en marcha.
¿Este límite formal tuvo repercusiones sobre el relato?
¡Muchísimas! En el manuscrito de 200 páginas, había montones de referencias a la Gran Redada – palabras como Nazi Gestapo SS campos de concentración judío estrella amarilla trenes cámaras de gas – en fin todo lo que se refería al holocausto estaba allí. Y bien, todo eso desapareció en los veinte cuadrados de palabras que forman la versión original publicada en 1979 por Coda Press en Wisconsin. Sólo quedan algunas palabras en el texto que hacen referencia a la Shoa: “solución final”, “estrella amarilla”, y creo que es todo.
Y en lo que se refiere a la versión francesa del texto, ¿cómo se dio?
En septiembre de 1977, fui invitado a pasar algunos meses en la Fundación Camargo en Cassis. Allí estamos, Erica Simone y yo instalados en Cassis, en un sitio verdaderamente formidable. Todas las mañana abría  la ventana del hermoso departamento que la Fundación había puesto a nuestra disposición y que daba al mar, recitando el bello verso de Valéry El mar que siempre recomienza
Fue entonces en Cassis, entre septiembre y diciembre de 1977, que escribí la versión francesa de La Voz en el desván (o mejor de La Voz en el cuarto de desván, como prefiero llamarlo personalmente). Bueno, no voy a repetir los límites formales que me impuse – pero me di cuenta que la versión en francés exigía más palabras y que no llegaría a hacer cuadrados de palabras. Entonces. Hice rectángulos de palabras  y por otra parte, en la edición original de Coda Press, las 20 páginas en francés están compuestas por rectángulos de palabras. Muy a menudo me preguntaban por qué el inglés estaba en un cuadrado y el francés en un rectángulo. Siempre respondía: porque en inglés pienso en cuadrados, y en francés en rectángulos…
En 1977, se encuentra con que tiene un manuscrito de 200 páginas un poco insólito. ¿Cómo logra editarlo?
Cuando terminé The Voice in the Closet, más o menos a principios de 1977, decidí poner las 20 páginas de este texto en The Twofold Vibration, novela que había empezado el 16 de julio de 1976 y que se publicó en 1982. Este libro fue primero rechazado por unos quince editores. Siempre por razones comerciales. El sumun en la materia me parece que fue alcanzado por las Ediciones Viking, que, en su carta de rechazo, escribían: “We find this book too intelligent to envisage comercial succes.”
Un día, mi agente, que seguía vendiendo el libro, me llamó por teléfono para decirme que a Presses Universitaires de Indiana le gustaría publicar este texto, pero que el editor en jefe insiste en suprimir veinte páginas totalmente ilegibles: se trataba por supuesto de mis cuadrados de palabras…
La suerte, fue que en Cassis, entre los otros invitados, había un muchacho al que conocía – un profesor de literatura francesa que enseñaba en la universidad de Wisconsin que se llamaba Sydney Levy y era un judío de origen egipcio. Cuando leyó las dos versiones del texto, me dijo que conocía a un editor chico de Madison y que tenía que enviarle el manuscrito – es lo que hice. Este editor – era Coda Press – aceptó rápidamente sacar el libro en una maqueta estupenda. Lamentablemente, Coda Press, quebró después de haber vendido apenas 200 ejemplares de este libro…
Luego, hubo una edición alemana que tal vez es más lograda que la de Coda Press: encuadernada en cartoné, cuadrada – también reversible, con el inglés de un lado y el alemán del otro, en el medio – transversalmente si se puede decir– el francés.
No es menos cierto que en esa época, todavía no existía la edición francesa de La voix dans le débarras (La voz en el desván). ¿Cómo nació esta edición francesa?
Por un golpe de suerte. El universitario y poeta Jan Baetens que conocía mi trabajo – había escrito una reseña para una revista electrónica  de un libro que se llamaba Federman: From A to X-X-X-X– me escribió para decirme que pertenecía al directorio de una editorial llamada Les Impressions Nouvelles y que esta editorial querría publicar una edición bilingüe de La voz. No conocía esta editorial. Me decía, no es posible que quieran publicar este libro que tan a menudo fue declarado ilegible. ¡Y sí! El libro salió rápidamente, en el 2002, con un prefacio de Marc Avelot que me emocionó enormemente, porque pone este libro muy arriba, considerándolo “como uno de los textos mayores del siglo XX.”
Usted dice en alguna parte que esta edición francesa  es “la que armó todo el kilombo en Francia”, ¿qué quiere decir con eso?
Esta edición fue más o menos bien recibida. Se habló un poco en la prensa y en la radio. Desempeñó el papel de catalizador y marcó el inicio del descubrimiento de mi trabajo en Francia puesto que, desde el año 2002, al menos unos quince libros míos aparecieron en Francia.
Usted llegó a decir que La voz en el cuarto de desván se trataba del “texto más mierdero” que escribió.  ¿Qué lugar específico tiene este libro en su obra?
En efecto, dije eso, pero hay que ver que dije “mierdero” y no ¡“de mierda”!
¿Mierdero? Simplemente porque al lado de la temática sexual (selectristud/patrón/seléctrico, literalmente cogerse a la hoja de papel sobre la cual las palabras están inscriptas), la mierda es una de las dos metáforas que gobiernan este texto bilingüe: el muchacho caga su miedo en el desván/cuarto de baño sobre un diario con el cual hace un paquete que deja sobre el techo de la casa. La palabra closet nos hace escuchar W.C., y la palabra cuarto de baño el sitio donde uno va a hacer sus necesidades.
Por otra parte es exacto que este libro ocupa un lugar central en mi producción. Así, muchos críticos han notado que todas mis novelas, en el fondo, ya están en potencia en La voz en el cuarto de desván, y eso incluso si este libro fue escrito después de la aparición de tres de mis novelas (Double or Nothing, Amer Eldorado, Take it or leave it). Es verdad que en La Voz hay referencias directas o indirectas a todo lo que ya había escrito y a todo lo que todavía no había escrito, pero que era preciso que escriba, en inglés o en francés. The voice in the closet /La Voix dans le cabinet de débarras, es el corazón de mi obra.

“El ciclo progresista en Sudamérica ha terminado”. Entrevista a Raúl Zibechi

 El periodista y escritor uruguayo, Raúl Zibechi, dialogó con L’Ombelico del Mondo, programa internacional de Radionauta FM 106.3 y analizó las recientes elecciones en Brasil y Uruguay. Su mirada respecto al futuro de la región.  

 Zibechi nació en Uruguay en 1952 y fue militante del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), agrupación estudiantil vinculada al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Durante la dictadura uruguaya iniciada en 1973 se exilió primero en Buenos Aires y luego, cuando sobrevino el golpe en Argentina, se trasladó a España. Allí continuó su militancia política y al regresar a Uruguay en los años 80 desarrolló un amplio trabajo como periodista e investigador con fuerte hincapié en los nuevos movimientos sociales. El programa de noticias internacionales, L’Ombelico del Mondo lo entrevistó para conocer sus impresiones y análisis de la situación actual en América Latina tras las elecciones en Brasil y Uruguay.

– Usted estaba en Montevideo el 26 de octubre cuando se realizaron las elecciones presidenciales en Uruguay ¿cómo vivió la jornada en la que Tabaré Vázquez se impuso, aunque sin los votos suficientes para ganar en primera vuelta, sobre su principal adversario Luis Lacalle Pou?

– El resultado fue más o menos el esperado solo que el Frente Amplio obtuvo, además de ser la fuerza mayoritaria es la mayoría absoluta en el Parlamento, cosa que no era esperada.
Se puede leer este resultado como una gran estabilidad en el voto del Frente Amplio donde saca, voto más, voto menos, lo mismo que hace cinco años. Pero tiene una pérdida de unos tres puntos por izquierda que los gana por derecha.
O sea, le quita un 3% a los partidos tradicionales, sobre todo en el interior del país donde gana incluso en feudos tradicionales del Partido Colorado y el Partido Nacional, donde nunca había ganado. Y a su vez tiene, sobre todo en Montevideo, una pérdida de votos que van en tres direcciones: hacia el voto blanco y nulo; hacia el Partido Ecologista; y hacia la Unión Popular que consiguió una banca produciendo por primera vez que haya en el Parlamento una fuerza a la izquierda del Frente Amplio.
– En paralelo a las elecciones presidenciales se realizó el plebiscito por la baja de la edad de imputabilidad que finalmente salió negativo. Hubo una campaña muy fuerte de sectores de la juventud por el No a la baja. Estos jóvenes son los que, a priori, parecen estar más desencantados con el Frente Amplio.


– Hubo un sector juvenil, de clase media sobre todo, que se movilizó por el no a la baja de la edad de imputabilidad. Probablemente ese sector haya votado masivamente al frente amplio aunque inicialmente no era muy afín a hacerlo.

Por otro lado se dio la situación de que, en todos los partidos, hubo quienes apoyaron el Si a la baja. Hubo muchos votos frenteamplistas, se calcula que un 20%, que además de las papeletas de los diferentes grupos del Frente incluían el Si a la baja. Lo que quiere decir que el tema ha trascendido y esta es una posición que defienden incluso los partidos del Frente Amplio.
– ¿Cómo ve de cara a la segunda vuelta la situación en Uruguay y qué rol puede llegar a tener la izquierda, como Unión Popular, que ha crecido en los últimos años?

– La segunda vuelta ya está decidida. Va a ganar Tabaré Vázquez porque con que repita la misma votación que tuvo ya gana. La suma de Blancos y Colorados no alcanzan al Frente Amplio y el papel que juega la izquierda más consecuente es muy pequeño. Estamos hablando del 1% de los votos.

Por eso creo que el ballotage no va a tener secretos. Tabaré Vázquez va a tener el 53% o quizás el 55% de los votos con una diferencia de por lo menos diez puntos sobre Lacalle Pou.
– En Brasil el Partido de los Trabajadores volvió a ganar la presidencia en el ballotage el domingo 26 y Dilma Rousseff será nuevamente presidenta. ¿Cómo se configura el futuro frente a este escenario para la izquierda y los movimientos populares que no siempre han participado del gobierno o lo han apoyado en algunos aspectos solamente?

– Bueno, mal. Porque el voto de la primera vuelta fue muy conservador. El Parlamento que emerge de la primera vuelta en Brasil está bastante más a la derecha del que había. Tienen mayoría absoluta los diputados que defienden al agronegocio.
La llamada “bancada de la bala”, compuesta por policías y militares, que defienden que la gente se arme contra la delincuencia, creció bastante. La bancada antiaborto, quienes defienden las posiciones más conservadoras, son hoy hegemónicas. El PT tenía 88 diputados y pasó a 70.
Por eso cualquier decisión que tome el Poder Ejecutivo en Brasil va a tener que pasar por un Parlamento donde le va a costar mucho. Las promesas de campaña de Dilma, como la reforma política, se van a tropezar con un congreso derechizado.
De modo que en Brasil el conflicto social se va a relanzar en los próximos años porque la situación de como quedó el mapa y la voluntad de la propia presidenta y el PT va a provocar una situación de dificultad para que se aprueben las reformas que están comprometidas, por lo menos con los movimientos.
– ¿Y la vuelta de Tabaré en Uruguay es de alguna manera un corrimiento hacia el centro del Frente Amplio?

– En el escenario internacional sin ninguna duda. Porque ahí Tabaré Vázquez ya tuvo un conflicto muy fuerte con Argentina en su primera presidencia y en esta, está el gran debate de que va a pasar con el Mercosur. Vázquez no es amigo del Mercosur, mira a la Alianzadel Pacífico y aquí vamos a tener una situación que se va a reeditar, pero en un escenario más grave, lo que ya sucedió en su primera presidencia cuando estuvo a punto de firmar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Hay un corrimiento al centro, por tanto a la derecha, del gobierno. En un escenario general en el cual la actitud conservadora de la población, tanto en Brasil como en Uruguay, y probablemente en otros países es cada vez mayor.
Esto es fruto de un ciclo económico de alza, de un aumento exponencial del consumismo y de formas de vida que hacen que la población se haga, día a día, más conservadora.
– En los últimos años se ha valorado más la figura del presidente saliente José Mujica como personaje más que sus políticas al frente del gobierno ¿Esto es así realmente o la figura acompaño las políticas efectivas?

– Creo que las figuras pueden ser muy simpáticas, pero las políticas que estamos viendo -monocultivos de soja, minería a cielo abierto, sin cambios estructurales y reproduciendo la desigualdad- hablan por sí solas. Los personajes por más interesantes que sean no llegan a configurar políticas de Estado. Entonces aquí estamos ante un déficit de políticas de transformación.
– Con Dilma Rousseff en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, un 2015 en Argentina que probablemente nos depara un presidente más conservador en términos internacionales, una Venezuela a la defensiva. Hoy parece que el único líder que queda firme de la izquierda en América Latina es Evo Morales. ¿Qué rol está teniendo este bloque progresista y de izquierda en el continente de cara a lo que se viene?

– Pienso que el ciclo progresista en Sudamérica ha terminado. Entiendo por ciclo progresista el que comenzó con el Caracazo de 1989 como primer levantamiento popular opuesto al ajuste neoliberal y que después se convirtió en gobierno. O sea, el progresismo como fuerzas transformadoras que promueven cambios progresivos creo que está llegando a su fin. Seguirá siendo gobierno durante un tiempo pero vemos que en general están a la defensiva.
Es decir que lo que más están haciendo es mantener. Ya dejaron de promover cambios positivos. Por otro lado los cambios positivos de estos gobiernos fueron políticas focalizadas para atender la pobreza, pero eso fue en un primer momento. Diez años de esa política no produce transformaciones, simplemente hace que la pobreza sea más baja. Hace falta implementar un modelo que transforme, que integre, que genere empleo digno y que ya no hagan falta esas políticas focalizadas.
Si seguimos exportando soja a China, si seguimos con la minería, con el petróleo, con los monocultivos, el ciclo de transformaciones se agota por sí solo. Y no hay ni claridad política, ni deseo, ni voluntad de ir más allá. Porque para hacerlo hay que tocar intereses muy pesados que son precisamente los que están apoyando a estos gobiernos.
Los movimientos populares lentamente están volviendo a la resistencia. Primero en Brasil con las manifestaciones de 2013. En Argentina tuvimos un hecho muy importante en diciembre de 2010 con la ocupación del Parque Indoamericano. Ahora tenemos el caso de Malvinas Argentinas donde han frenado a Monsanto. Los movimientos están ahí. Cualquier corrimiento a la derecha o crisis económica que se haga caer sobre las espaldas de los sectores populares va a haber un clarísimo relanzamiento de los movimientos.

Restos coloniales en la modernidad. Entrevista a Partha Chatterjee

por Verónica Gago y Juan Obarrio

Esta semana, el historiador Partha Chatterjee visitará por primera vez Buenos Aires. Invitado por los programas Lectura Mundi y Sur Global de la UNSAM dará dos conferencias: una dedicada a Marx y otra a la democracia poscolonial. Chatterjee nació en Calcuta y hoy enseña en esa ciudad y en la Universidad de Columbia. En su libro traducido al español La nación en tiempo heterogéneo teoriza sobre cómo hacen política los sectores populares. Discutiendo los barrios multitudinarios de la India, sus textos dialogan directamente con América Latina. Desde allí, revuelca los conceptos de Foucault en la mundanidad de la economía política de los territorios subalternos y, por tanto, critica el lenguaje más majestuoso, pero también más abstracto, de las categorías políticas de la modernidad occidental. Antes de viajar a la Argentina dio esta entrevista en su estudio en Nueva York.
–En su libro “La nación…” hay una despasivización del concepto foucaultiano de población, que se transforma en los gobernados: aquellos que intervienen sobre las políticas que en principio se les dirigen para tomarlos como objeto. Esto supone operar en el terreno de la gubernamentalidad, a la cual usted define como un campo de batalla. ¿Cuáles son los términos concretos de esa batalla?
–Uso la descripción de gubernamentalidad de Foucault y el modo en que la presenta como una nueva forma de poder: en ese marco las poblaciones son efectivamente objeto del poder gubernamental, objetivos biopolíticos. Pero difícilmente leyendo a Foucault se tiene la sensación de que las así llamadas poblaciones también responden. No se trata sólo de un aparato gubernamental actuando sobre una población pasiva. La distinción entre ciudadanos y poblaciones es importante porque lo que Foucault está sugiriendo es un desplazamiento del entendimiento liberal clásico del gobierno como relación entre ciudadanos partícipes de la soberanía estatal. Una de las distinciones clave que Foucault empieza a hacer es que, a fines del siglo XIX y principio del XX, este campo de poder que era definido por la existencia del gobierno por un lado y de los ciudadanos por el otro, condujo a una gran era de las revoluciones democráticas. Luego, la clase obrera consolidó esta división, pero con demandas incluso a veces capaces de sobrepasar al Estado.
–Por esa radicalización se iniciarían esas nuevas formas de gobernar…
–La formulación interesante de Foucault es que el gobierno empieza a aprender e inicia técnicas administrativas por las que busca desalentar la ampliación de derechos. Se desplaza así la idea del viejo Estado de Bienestar sustentado en que la gente tiene derechos universales en tanto ciudadana. A partir de los 60, comienzan estas nuevas técnicas gubernamentales y hacer política se convierte en un tipo de transacción entre pequeños grupos. Los gobernantes dicen: “Vamos a abordar los problemas específicos que afectan a las pequeñas poblaciones, por ejemplo las madres solteras, y vamos a negociar con ellas”. Y así , ellas se preparan para negociar cuánto costará lo que demandan, cuál es la manera de hacerlo viable, etc. Esto deviene una nueva forma de política.
–Volvemos a la cuestión de que no puede atribuirse pasividad…
–Exacto. ¿La gente responde pasivamente? ¿O realmente reclaman al gobierno diciendo cosas como “nosotros pertenecemos a tal grupo”? ¿Los grupos se alían entre ellos? Si nos quedamos confinados en el marco de Foucault se hace difícil abordar estas preguntas. Pero están en lo correcto diciendo que este lugar se convierte en un sitio de batalla, donde la gente muchas veces quiere redefinir las formas bajo las cuales está clasificada.
–¿Cómo se miden avances y retrocesos si no es estrictamente en términos de conquista de derechos?
–Mis colegas preguntaban: ¿perdimos todos los horizontes de emancipación? La cuestión es extender las ideologías de emancipación que fueron muy poderosas y parecen haber perdido su filo. Esto es la medida del éxito relativo de estas nuevas técnicas gubernamentales: traducen lo que eran demandas basadas en derechos en cuestiones relativas a cuántos beneficios se pueden dar según los costos.
–Volviendo a las alianzas y las articulaciones. ¿Cuál es su punto de vista sobre la categoría de populismo?
–Creo que el populismo es extremadamente relevante en la medida en que la categoría de pueblo puede ser movilizada. Laclau tiene todo un análisis donde se puede decir que hay un cierto tipo de retórica política emancipatoria que se convoca para decir que estamos en una misma posición incluso aunque nuestras demandas sean diferentes. Nos hace pueblo tener un enemigo común. Pero miremos la cantidad de casos en los que partidos y líderes han tratado de invocar esta idea del pueblo y fallaron. O cuando se tiene un tipo de movimiento populista que emerge y rápidamente desaparece.
–¿En qué movimientos piensa?
–En muchos recientes, como la Primavera Arabe o el Movimiento Occupy: por un tiempo parece que va a barrer todo lo que se le pone adelante y luego, de alguna manera, se disipa. Esto se convierte en una pregunta muy importante: ¿puede un movimiento populista también producir una organización de largo plazo? ¿Y cuáles son las implicaciones? Muchos populismos en los 60 y 70 compartían una idea creíble de un poder imperialista exterior, con una historia de explotación colonial. Con un mundo globalizado se hace más difícil señalar un enemigo exterior real. EE.UU. no tiene hoy el poder económico global de antes. ¿Cuál es hoy el poder imperial? Otras economías del mundo que antes se llamaba Tercer Mundo ya no son estrictamente países explotados y pobres.
–Su categoría de sociedad política provocó muchos debates. ¿Cómo la considera ahora?
–Creo que es relevante aun si podemos hacer distinciones entre diferentes modalidades de negociación y oposición. El gobierno responde diferente a aquellos que proceden por medio de las propias instituciones de la sociedad civil y, por otro lado, a aquellos que no. El gobierno debe distinguir, por ejemplo, entre quienes ocupan una propiedad y quienes son dueños, pagan impuestos y tienen títulos. Si no lo hace, toda la estructura de la propiedad privada va a colapsar y ningún gobierno va a hacer eso. Pero tiene que encontrar cómo responder a la gente que no tiene propiedad. Mi idea es que esta técnica sirve para encontrar un argumento para la excepción y decir: la propiedad privada es la regla, pero en algunos casos haremos excepciones. Y algunos tendrán que formular y defender tal excepción.
–Usted solía decir que había algo de odio colonial en la sociedad civil…
–En tiempos coloniales, en los grandes países agrarios de Asia y Africa, la presencia colonial estaba en las ciudades: era la población urbana la que estaba organizada en formas ciudadanas. Luego hay todo un sector campesino donde el Estado era realmente un poder externo: el Estado siempre venía de afuera, a recaudar impuestos o con la policía. Eso es lo que cambió, y por eso es poscolonial: se trata de la presencia del gobierno en la vida cotidiana de la gente común, de una manera mucho más profunda.
–Aun así, hay restos coloniales en la sociedad civil…
–Sí, hay jerarquías. En la sociedad civil de clase media siempre se encuentra gente que no le gusta la afirmación de las clases bajas. Donde hay algún tipo de democracia electoral, los políticos tienen que responder a estos sectores y la clase media siempre considera que sus demandas no son escuchadas. De ahí sus quejas diciendo “toda esta gente pobre tomó el gobierno, era mucho mejor en los días del poder colonial”. Creo que ese sentimiento continúa en Egipto o en Tailandia, donde los gobiernos electos son derrocados por una elite de clase media. Precisamente: la sociedad civil es una elite de clase media.
–¿Hay una oposición en el Sur global entre la expansión democrática por las clases populares y lo que era la tendencia de la modernidad occidental?
–Aquellos que se piensan a sí mismos como miembros de la sociedad civil piensan el mundo político en términos de principios abstractos, normativos y la modernidad como el logro progresivo de las instituciones políticas que los encarnan. Lo que encuentran difícil es que la democracia es donde el voto de los filósofos más ilustrados y el de los trabajadores menos letrados tiene el mismo valor. Por eso es que hoy se encuentra gente volviendo a pensar en contener o hacer retroceder la democracia. Pensemos en Egipto, cuando se dice: “esta gente son fundamentalistas religiosos, ¿por qué deberían tomar el Estado?”, o “esto es peligroso porque hace retroceder a la Modernidad”. La democracia en el clásico contexto de Europa era la ideología progresista porque apuntaba contra el antiguo régimen de los señores feudales. En muchos países poscoloniales la situación ahora es la opuesta: la democracia es vista como alimentando una suerte de mundo tradicional donde la gente común supera a los pequeños grupos ilustrados. Este conflicto entre modernidad y democracia está muy presente y el problema crucial es encontrar un lenguaje propio en las democracias poscoloniales para el cual la modernidad puede proveer una cierta fundación en una voluntad democrático-popular. Había algo así en el inicio del fin del colonialismo: fue visto como la marca real de la modernidad. Ahora que ese viejo colonialismo ya no está, el problema reemerge.
–¿Y el Sur global o poscolonial agregaría otros elementos que no eran parte de esa voluntad democrático-popular moderna?
–Absolutamente. Esta modernidad no puede ser una réplica de la vieja modernidad de Europa. Es uno de los problemas que encuentro con argumentos que oponen democracia y modernidad de esta manera y que asumen que los contenidos de la modernidad ya han sido decididos. Fueron decididos en Europa en todas las grandes peleas en contra de los oponentes de la modernidad. Todas esas batallas se tienen que dar de nuevo en estos otros países. Y los términos específicos, tanto democráticos como populares, por los cuales la modernidad será definida en estos lugares tendrá contenidos bien diferentes de los que entendemos como democracia en Occidente.
–The Black Hole of Empire”, su último trabajo, permite pensar en las formas actuales de colonialismo… ¿Cuál es la apuesta?
–Es un trabajo historiográfico pero es sobre el presente y sobre cómo funciona la “excepción” en estas nuevas formas de colonialismo. La excepción es particularmente verdad en el espíritu del colonialismo, donde los poderes occidentales tratan con diferentes tipos de poderes en otras partes del mundo. Aquí es donde la excepción colonial como modelo deviene instructivo. No hay una única fórmula en la que la soberanía está de un lado y la no soberanía del otro. Hay graduaciones. Pero no hay concepto legal para esto. Excepto en el lenguaje de la excepción.
–Empezamos con Foucault. Terminemos con Marx…
–Nunca dejé a Marx y vuelve con muchas de estas preguntas, habiendo hecho la travesía por Foucault. Son fundamentales sus análisis sobre la emergencia del capitalismo en Europa porque una de las cosas que es muy clara finalmente en Asia y Africa, y tal vez también en algunas partes de Sudamérica, es el tipo de desarrollo capitalista que está teniendo lugar. Más allá de cada proceso, podríamos decir que lo que pasa es exactamente lo mismo que Marx describe cuando comienza la acumulación primitiva. Es interesante preguntarse si estas mismas condiciones de una acumulación primitiva pueden sostenerse. En Europa, el entendimiento era que aquellos desposeídos de sus tierras, sus medios de producción, se convertirían en fuerza de trabajo industrial al llegar a la ciudad. Incluso si no eran absorbidos inmediatamente, pasarían al ejército industrial de reserva. O habría todo tipo de modos de gestión política de esa acumulación primitiva. Podrían ser enviados a Australia, a América. Hubo también epidemias, grandes guerras. Ninguna de estas opciones están disponibles hoy. Entonces, para países como China o India, donde claramente la acumulación primitiva está teniendo lugar, hay un montón de gente que está siendo desposeída pero que no puede ser absorbida por las industrias capitalistas, que bajo condiciones de competencia global no son necesariamente capital-intensivas. Ninguna de estas nuevas fábricas utilizan hoy miles y miles de obreros como había antes.
–¿Y cómo se gestiona políticamente hoy esta acumulación primitiva?
–Acá es donde el Estado y el gobierno ingresan para proveer algún tipo de subsistencia para esa gente. Ya no es un Estado de Bienestar, no hay derechos. Que el gobierno responda depende de las demandas que reciba. Toda la emergencia de la así llamada economía “informal” es un campo a ser gestionado. La distinción entre formal e informal debe ser mantenida para que se gestione políticamente la economía informal. Esto es realmente la sociedad política. Esta es la gente que está viniendo a nuestras ciudades. Ellos no tienen los medios para comprar tierras, a veces ni alquilar casas. Entonces, ¿dónde viven? Ocupan tierras. ¿Qué hace el gobierno? Dice “está bien, quédense donde están. Haremos una excepción en este caso, no paguen impuestos pero trataremos de gobernarlos de ciertas maneras, les vamos a dar electricidad y agua porque de otro modo vamos a tener un problema sanitario”. Todo esto es a través de una gestión completamente política de una situación de excepción.

Clinämen: Hablar de violencia sin el lenguaje del poder

Conversamos con Bruno Napoli, historiador y activista, miembro de la revista Devenir, autor del reciente libro “En nombre de mayo”. ¿Cómo mapear las formas de violencia actual? El cuerpo como territorio a dominar. El capitalismo financiero, las policías, los pibes en los barrios.
http://ciudadclinamen.blogspot.com.ar/

Rosario Arde

Rosario Arde. La marcha de indignación por el asesinato policial de Franco Casco movilizó a toda la ciudad. En este momento cuatro cuadras de jóvenes y expresiones de todas las fuerzas políticas recorren las calles. ¿Punto de inflexión? Abajo el documento leído, consensuado por un amplísimo abanico de organizaciones sociales y políticas

Documento para leer en la marcha del
miércoles 5 de noviembre
A Franco Casco lo mató la policía de la provincia de Santa Fe.

Desde su desaparición el martes 7 de octubre el gobierno provincial decidió no buscar a Franco, al tiempo que mantuvo un silencio cómplice con la policía que recién se rompió con las vergonzosas declaraciones de Ignacio Del Vecchio, Secretario de Control de las Fuerzas de Seguridad, en las que afirmaba que se lo había visto en una parroquia pidiendo alimentos y vestimenta, haciendo propias las pistas falsas sembradas por la propia policía.
Denunciamos y repudiamos también la lamentable actuación de la Fiscalía, que actuó pasivamente, sin contemplar los reclamos de la familia y demorando negligentemente el pedido de medidas elementales como la captura de las filmaciones surgidas de las cámaras de seguridad cercanas a la comisaría 7a, entre otras inadmisibles irregularidades.

Exigimos que la carátula del caso sea “Desaparición Forzada de Personas”, un delito de lesa humanidad con jurisdicción Federal.
Denunciamos y repudiamos los asesinatos y la represión sistemática a pibes pobres de los barrios populares por parte de las fuerzas de seguridad, tal como fue el caso de Emanuel Joroba Cichero, que mañana se cumplirá 1 año de su atroz homicidio, y de tantas otras vidas jóvenes.
Como ocurrió con Luciano Arruga a Franco Casco lo mató la policía.
Ni un pibe menos
Justicia y Castigo a los culpables.


Adhieren al documento:
– Bodegón Cultural Casa de Pocho
– Comisión Barrio Ludueña
– Patria Grande.
– Movimiento Evita y JP Evita.
– La casita de Sagrada Familia (Ludueña)
– Foro Rosario para Todos
– PTS – Juventud de PTS – CEPRODH
– Nuevo Encuentro
– Corriente Clasista Combativa
– Pueblos originarios en Lucha
– Campaña Nacional contra la Violencia Institucional.
– Club Federal y El Luchador
– Colectivo Bella Vista
– Asamblea por los Derechos de la niñez y la Juventud
-APDH
– Causa
– Barrio La República.
– ATE Rosario
– Juventud de CTA
– MST
– Arte por Libertad
La Cámpora.
– Coordinadora de Juventudes Políticas y sociales.
– Movimiento de Colectivos Kosteki
– Instituto de Investigación y Experimentación Política
– Red de Experimentación Política
– Club de Investigaciones Urbanas
– Pañuelos en Rebeldía
– Tierra de Alguien
– Saltando Charcos
– El Caleidoscopio
– Colectivo Lxs Otrxs
La Facultad Libre
– Lxs Muñecxs
La Poderosa
– Militantes independientes y trabajadorxs municipales y provinciales de las áreas de niñez y juventud.
-Centro de Participación Popular Monseñor Angelelli, de Florencio Varela

Cómo Rusia volvió al capitalismo: el desarrollo del subdesarrollo en sociedades postsoviéticas

por Ruslan Dzarasov


En el albor de las reformas de mercado en la Comunidad de Estados Independientes (CEI) –instancia sucesora de la Unión Soviética–, a comienzos de la década de 1990, el periodista televisivo ruso Vladímir Pózner organizó un talk-show con el elocuente título «¿Necesitamos el capitalismo?». El programa había sido concebido como el triunfo de los partidarios liberales del capitalismo sobre, supuestamente, los retrógrados y estancados opositores al nuevo orden social. En el curso del debate, el académico Stanislav Shatalin, un economista prestigioso en ese momento, explicó de forma clara, comprensible para todos los televidentes, la esencia de la «única doctrina confiable» de turno: «Imagínense un pastel dividido en partes iguales pero pequeñas. Eso es el socialismo. Ahora imagínense un enorme pastel dividido en partes desiguales, pero de modo que hasta una pequeña parte del segundo pastel es más grande que una de las partes iguales del primero. Eso es el capitalismo». Otro invitado del programa, sin medias tintas, propuso un camino sencillo y comprensible hacia el prometido paraíso del consumo: el Estado debía retirarse de la economía. Se entiende que tenía en mente abrir el espacio para la iniciativa empresarial de la «gente común».

En esa misma época se difundió profusamente por televisión un spot publicitario. Primero aparecía en la pantalla un mapa de Rusia cubierto por humeantes chimeneas de fábricas y líneas de transmisión de energía eléctrica. Una voz aclaraba: «Este es el patrimonio colectivo del país». Después se recortaba un pedazo de fábrica. «¡Esta es tu parte de la riqueza colectiva!». El pedazo se transformaba en un cupón y aparecía en la palma de la mano de un desconcertado ruso, que empezaba a rascarse la cabeza mientras una voz en off preguntaba «qué hacer con el cupón»

En el talk-show mencionado más arriba, Pózner explicaba con entusiasmo que la privatización abría el camino al enriquecimiento a todos los rusos: «Si ustedes son tres, es decir que tienen tres cupones, ya tienen la posibilidad de empezar su propia actividad privada. Reúnan a toda la familia en un consejo y resuelvan cómo utilizar los cupones. ¡Recuerden que ahora ustedes están decidiendo su propio destino, el destino de sus hijos y el de sus nietos!»

Las últimas palabras de Pózner resultaron ser las únicas migajas de verdad expresadas en aquel programa y en la innumerable cantidad de otros programas parecidos, aunque no del todo en el mismo sentido que tenían en mente. Pasó muy poco tiempo hasta que los rusos corrientes, que habían aceptado dócilmente las reformas, comenzaron a ser testigos de una caída sin precedentes de la producción y del nivel de vida, de una inaudita criminalización de la sociedad, del colapso de la educación y del sistema de salud, de la transformación de Rusia en un Estado semidependiente. Resultó que el pastel del ingreso nacional no sólo se dividía en partes desiguales, sino que además se había endurecido bastante.

A semejante colapso de la ilusión del capitalismo sobrevivieron los trabajadores de prácticamente todas las antiguas repúblicas soviéticas. Para comprender por qué las expectativas de la población resultaron pisoteadas de manera tan grosera, es necesario considerar la naturaleza de la sociedad que se conformó en el espacio postsoviético.

La periferia del mundo capitalista

Después del colapso de la URSS, sus antiguas repúblicas tomaron el camino de la transición al capitalismo. Pero este no fue ni podía ser un pasaje al capitalismo del centro, altamente desarrollado y garante de un alto nivel de vida. Precisamente en eso consistía el engaño del programa televisivo. En el marco del sistema capitalista mundial, los «neófitos recién convertidos» podían ocupar sólo el lugar de una periferia dependiente y atrasada. Correspondía la «implantación del subdesarrollo» descripta por André Gunder Frank1. Los países postsoviéticos experimentaron la correspondiente transformación de sus economías. En los «audaces» 90, la participación de la industria en el total del valor agregado, en promedio, cayó de 38% a 29% en los países de la CEI2, y paralelamente creció la incidencia del sector primario exportador. 

Todos estos rasgos del desarrollo industrial pueden interpretarse como la adecuación estructural de las economías de los países de la CEI a su nueva posición en la economía mundial. Estas economías exportan al resto del mundo principalmente materias primas: recursos minerales y algunos productos con bajo nivel de elaboración como madera, papel y celulosa, piedra, metales y manufacturas de metal. La participación de los productos de exportación del sector manufacturero es muy baja3. Al mismo tiempo, si prestamos atención a la estructura de las importaciones, veremos que el rubro fundamental es el de los productos manufacturados4. De esta manera, los Estados postsoviéticos exportan, fundamentalmente, productos con un bajo grado de elaboración, e importan, por el contrario, productos con un alto valor agregado.

A pesar de estas condiciones desfavorables, los países de la CEI tienen un saldo positivo significativo y creciente de su balanza comercial. Así, en 2012 las exportaciones de este grupo de Estados fueron de 757.400 millones de euros, mientras que las importaciones alcanzaron los 520.000 millones. El saldo favorable fue, de este modo, de 237.000 millones de euros. Estos recursos podrían ser una fuente de las tan necesarias inversiones para la modernización de maquinaria obsoleta, pero, lamentablemente, ocurre otra cosa: los ingresos netos del comercio exterior financian la salida masiva de capital de los Estados postsoviéticos. En ese aspecto, Rusia es el campeón.
A esto se suma que, en las economías constantemente desangradas de las repúblicas de la antigua URSS, el salario real ha caído en forma drástica y casi en ningún lugar de la CEI alcanza el nivel del periodo soviético. En Rusia y en Ucrania es entre 2 y 2,5 veces menor que los valores dados a conocer de manera oficial. Mientras tanto, la productividad del trabajo aumentó sustancialmente más que el salario5.
En este contexto, la desigualdad social creció enormemente, y Rusia es un claro ejemplo. De acuerdo con el informe Global Wealth Report, este país se caracteriza por «el más elevado nivel de desigualdad de ingresos en el mundo, con la excepción de los pequeños Estados de la cuenca del Caribe con residentes multimillonarios. En todo el mundo hay un multimillonario por cada 170.000 millones de dólares de la riqueza de los hogares. En Rusia hay uno por cada 11.000 millones. En todo el mundo los multimillonarios representan 1% a 2% de la riqueza de los hogares; hoy, en Rusia, 110 multimillonarios poseen 35% del total de la riqueza del país»6.
De lo dicho se puede apreciar que las economías de los países de la CEI pasaron a una estructura de producción simplificada, con una caída del sector manufacturero y el crecimiento de las actividades extractivas, que refleja su transformación en proveedores de productos de un bajo grado de elaboración de materias primas a los países capitalistas desarrollados. Al mismo tiempo, las sociedades analizadas atravesaron una transformación social que creó en un polo un ejército industrial de reserva barato y en el otro, una «clase compradora»7. Esto no es otra cosa que la «implantación del subdesarrollo».

■■ Las reformas y Occidente

El capitalismo contemporáneo de los países de la CEI tiene dos fuentes: la descomposición de la burocracia soviética y la influencia del capitalismo global. El primer factor está relacionado con la naturaleza del régimen soviético. Desde mi punto de vista, el análisis más profundo de esta problemática fue expuesto tempranamente por León Trotsky en la clásica obra La revolución traicionada (1936)8. A pesar de que se proclamara oficialmente la victoria del socialismo «en un solo país», uno de los líderes de la Revolución Rusa demostró de manera convincente que la sociedad soviética no era más que algo transitorio, es decir que sólo estaba intentando construir el socialismo. Trotsky preveía que, ante la ausencia de una revolución socialista mundial triunfante, esa sociedad regresaría al capitalismo. «Los privilegios no tienen valor –escribió– si no se los puede dejar como herencia. Por eso, la burocracia privilegiada tarde o temprano querrá adueñarse de las empresas por ella administradas y convertirlas en una propiedad privada»9.
La historia confirmó por completo el presagio del pensador marxista. Por ejemplo, el profesor de Cambridge David Lane señala que la mayor parte de los trabajos sobre la transición de Rusia al mercado ignoran la cuestión clave sobre las fuerzas sociales que están detrás de las reformas. Lane distingue dos grupos sociales fundamentales que contribuyeron a la caída del régimen soviético y a su transición al capitalismo10: la «clase administradora», que ejercía el control administrativo de la producción, la educación y la ciencia; y la «clase consumista», formada por las personas procedentes de las capas instruidas, interesadas en la utilización de los mecanismos del mercado para la obtención de beneficios materiales gracias a su calificación. A estas dos categorías sociales, Stanislav Ménshikov agrega los empresarios del mercado negro, cuya actividad estaba en crecimiento en tiempos de la sociedad soviética11. Durante muchos años, para los organismos del poder centralizado fue cada vez más difícil controlar la economía. Su papel se iba quebrantando gradualmente y aumentaba la influencia de la burocracia, incluyendo a los directores de empresas. De este modo, detrás de la fachada de un sistema económico monolítico y planificado, surgían las condiciones para el desarrollo de la apropiación privada sobre la base de la propiedad pública.
La derrota de la URSS en la Guerra Fría comprometió el orden comunista y propició que la sociedad acogiera acríticamente el sistema de valores mercantiles, que presupone una amplia instauración de la propiedad privada. En este contexto, los círculos dirigentes de Occidente, sobre todo de Estados Unidos, supieron desarrollar una influencia entre bastidores en la elaboración de las reformas económicas radicales. En relación con esto, Lane distingue una «clase política global» que «a través de la economía de los gobiernos occidentales y las organizaciones internacionales» ejerció su influencia decisiva en la «creación del capitalismo y de una clase burguesa de propietarios» en Rusia12. Esto se realizó sobre la base de los principios del Consenso de Washington, subyacentes a la política de las organizaciones financieras internacionales en relación con los países en vías de desarrollo. Hacia los años 90, el mundo ya había acumulado una experiencia suficiente como para llegar a la conclusión de que la aplicación de la fórmula «liberalización + estabilización macroeconómica (es decir, política monetaria restrictiva)» profundiza la pobreza y la indigencia13. Como lo señalan investigadores contemporáneos, «la reducción de la pobreza, la igualdad y la conservación del medio ambiente eran una parte fundamental del Consenso. El Consenso de Washington exhortaba a la apertura comercial de los países al mundo exterior»14, léase a las corporaciones occidentales. De este modo, era una estrategia que tenía el objetivo de aligerarle a Occidente el peso de la crisis que se estaba gestando. Como resultado de la abundante crítica a esta política comenzó la formación del «consenso post-Washington», que hizo énfasis en la seguridad social y en la lucha contra la pobreza15. Lamentablemente, este último pasó inadvertido para los políticos y la opinión pública rusos.
En apariencia, las reformas eran guiadas por un grupo de altos funcionarios estatales encabezados por el primer ministro Yegor Gaidar. Sin embargo, detrás de ellos estaban altos funcionarios del gobierno de EEUU y un grupo de economistas estadounidenses16. Como lo testimonia la investigadora estadounidense Janine Wedel, las reformas rusas fueron elaboradas en secreto, literalmente, por algunos especialistas de la Universidad de Harvard estrechamente ligados al gobierno de EEUU, y fueron implantadas en Rusia a través del dirigente clan político de Anatoli Chubáis17. Por los datos que tenemos, Chubáis tomó oficialmente en puestos directivos del Comité Estatal de Bienes Públicos a consultores extranjeros, incluyendo a oficiales activos de la Agencia Central de Inteligencia de EEUU (CIA)18. Las memorias de Strobe Talbott, asistente del presidente Bill Clinton para asuntos rusos, no dejan dudas acerca de que la administración estadounidense veía al presidente Boris Yeltsin como un leal defensor de sus intereses en Rusia19. Los economistas neoliberales Jeffrey Sachs y Andrei Shleifer y el jurista Jonathan Hay ejercieron una influencia en la política económica de Rusia sin precedentes en un Estado independiente: «los consejeros estadounidenses elaboraron medidas políticas con Gaidar, Chubáis y sus colegas, que después incluían en los decretos presidenciales. Cada resolución económica significativa de la presidencia de Yeltsin fue llevada a cabo de ese modo. El Parlamento fue dejado de lado»20.
Esto se confirma claramente en las memorias del banquero estadounidense de origen ruso Boris Jordan21. En el libroConversations on Russia: Reform from Yeltsin to Putin cuenta que, en septiembre de 1992, fue visitado por Chubáis, quien dirigía el Comité Estatal de Bienes Públicos, con el pedido de que elaborase de manera urgente un programa de privatizaciones. La urgencia se explicaba porque el 9 de diciembre debía abrirse la Asamblea regular de los Diputados del Pueblo y quería comenzar la privatización antes de esa fecha, para colocar a los elegidos del pueblo frente al hecho consumado. Un equipo de expertos occidentales bajo la dirección de Jordan «trabajó día y noche, literalmente día y noche, quitándole horas al sueño en las oficinas». Pasando por alto muchas etapas del trabajo, en detrimento de la calidad, los técnicos cumplieron el plazo y el programa fue lanzado un día antes de la apertura de la Asamblea. «Lo que mi abuelo no pudo lograr en la época de la guerra civil con el Ejército Blanco contra los comunistas, lo hicimos nosotros expulsando al Estado de las relaciones de propiedad», concluye con satisfacción el nieto del emigrado antibolchevique22. Este episodio elocuente no sólo  testimonia el papel de los titiriteros occidentales entre bambalinas y su auténtica actitud hacia la democracia, sino que también nos dice que, para dirigir las reformas en Rusia, estos se guiaban por un sentimiento de venganza por el terror que habían sufrido frente al comunismo. Sus sentimientos eran completamente comprensibles. Menos comprensible era la disposición de los rusos a someterse a esos designios
El análisis demuestra que en la implementación de las reformas rusas se fundieron orgánicamente las aspiraciones de la burocracia soviética de transformarse en propietaria y las aspiraciones de los círculos dirigentes de Occidente de imponer su sistema de valores a un adversario histórico. Este hecho resulta una clara afirmación del concepto de «Termidor» empleado por Trotsky en el marco de varias de sus advertencias sobre un posible renacimiento burgués en Rusia como producto de las políticas del régimen estalinista23. Esto determinó el tipo de empresas que surgirían de las reformas.

■■ La naturaleza del nuevo sistema

A comienzos de la década de 1990, en Rusia no había prácticamente una «luminaria » de la economía liberal, ni occidental ni nacional, que no recomendase legalizar el capital en negro. Se afirmaba que en el sistema soviético la gente con capacidad para los negocios sólo podía realizarse en la esfera de la actividad empresarial delictiva. En esencia, en la conciencia de los partidarios de las reformas radicales de mercado, el mundo del delito jugó el papel de constructor de la nueva sociedad capitalista, como en el pensamiento de los marxistas la clase trabajadora juega el rol de principal fundadora del socialismo. Se consideraba que lo fundamental era crear a cualquier precio, lo más rápido posible, una clase de propietarios privados que excluyera la posibilidad misma de la así llamada «revancha comunista». En una etapa ulterior, la «mano invisible» del mercado llevaría a una redistribución de la propiedad desde los empresarios ineficientes hacia los eficientes. La eficiencia económica se garantizaría automáticamente, esto era algo que se daba por sentado. Y esto también determinó el carácter de las privatizaciones, como se puede ver en el informe oficial del Tribunal de Cuentas de la Federación Rusa24. Basta mencionar que el Estado ganó por las privatizaciones menos de 5% del precio de mercado de su antiguo patrimonio25. Las empresas estatales se vendieron a un precio 20 a 30 veces menor que su valor real26.
La esencia social de las privatizaciones fue evidente: se trató de una expropiación de derechos de la inmensa mayoría de los rusos en beneficio de una nueva clase de propietarios conformada por parte de la burocracia, gente instruida y criminales. En esa misma dirección actuaron también otras orientaciones de las reformas. Así, la liberalización de los precios y la incipiente inflación provocaron una desvalorización de los ingresos y de los ahorros de los ciudadanos comunes. Por consiguiente, tuvo lugar una confiscación de los ingresos de los trabajadores y de los ahorros en beneficio del naciente gran capital. El mismo objetivo perseguía la llamada política «de estabilidad financiera». Las demoras de medio año –y a veces aún más– en los pagos de los salarios y los recortes de las pensiones y de los subsidios sociales demostraron claramente a cuenta de quién se llevaba a cabo la lucha contra la inflación, llamada a estabilizar los beneficios de los capitalistas. Las privatizaciones, la liberalización y la estabilización financiera, que presuponía un recorte de los gastos sociales, eran el alfa y el omega del Consenso de Washington.
Un libro del sociólogo ruso Vadim Volkov, con el elocuente título Empresarios violentos: el uso de la fuerza en la creación del capitalismo ruso, está dedicado a la expansión de los círculos criminales en la nueva economía27. Sin embargo, en la Rusia actual la violencia como base de la obtención de ingresos no es patrimonio exclusivo del crimen organizado.
En virtud de la debilidad de las leyes en la Rusia contemporánea, los derechos formales de la propiedad no son suficientes si no son reforzados por un control no formal sobre los activos28. Los propietarios auténticos deben crear una infraestructura de control, una red de instituciones formales e informales que les permita influir tanto en el interior como en el exterior de la firma. Los lazos de la corrupción con el Estado y la violencia criminal son partes constitutivas fundamentales de esta infraestructura.
En la infraestructura de control sobre las empresas se pueden separar los elementos externos e internos. Con los primeros se relaciona el confuso esquema de posesión de activos a través de una cadena de firmas offshore («nube de offshores», según la expresión de Iákov Pappe), el lobby de los intereses mercantiles a través del vínculo con el funcionariado corrupto y la protección paga –el patrocinio por parte de las fuerzas de seguridad, las empresas de seguridad privada y las estructuras criminales–. La finalidad principal de los elementos externos de las estructuras de control es la defensa de la posición dominante de los grandes capitalistas contra las tentativas de la competencia. Con los elementos internos de control se relacionan un sistema altamente centralizado de toma de decisiones administrativas –que excede en mucho los estándares de los países desarrollados–, organismos de control exagerados y servicios internos de seguridad. La finalidad principal de estos organismos es el aplastamiento de los trabajadores asalariados y de la protesta laboral y la garantía de un control confiable de los grandesinsiders sobre los flujos de la empresa. De ese modo, las grandes empresas nacionales se caracterizan por apoyarse en la coerción extraeconómica.
El control informal sobre los activos en Rusia generó una fuerte inestabilidad de las grandes empresas. El asunto está en que los derechos de propiedad informales no pueden ser legalizados ni transmitidos por herencia, pero siempre pueden ser impugnados. Las olas de redistribución de la propiedad se están desplazando regularmente por la economía rusa. Su principal instrumento son las absorciones de los competidores, que incluyen una amplia práctica de incursión criminal. La inestabilidad de la posición de los grandes negocios limitó la extensión en el tiempo de su actividad. Como regla, el mecanismo de extracción de la renta presupone el uso de firmas comerciales ficticias, registradas en offshores, que permiten, entre otras cosas, la evasión de impuestos.
Rusia es el único país donde 90% del gran empresariado («ruso»), lo mismo que de la flota de navieros, está registrado enoffshores, y 80% de las transacciones de venta de títulos valores se realiza a través de esas jurisdicciones29 . Según datos del Banco Central de Rusia, la salida neta de capital del sector privado del país fue, en el periodo 1994-2013, de 580.000 millones de dólares30 . De ese modo, la salida de capital constituye un rasgo dominante de la economía rusa tanto en los periodos de crisis como en los de auge. Junto con ello, se verifica un ingreso de divisas. Así, en 2006 y 2007 el ingreso de capital superó la salida en 43.700 millones de dólares y 87.800 millones de dólares, respectivamente31. A la vez, las posiciones principales entre los inversores extranjeros y la economía rusa las ocupan constantemente los países offshore.
En paralelo, el mercado interno disminuye a causa del crecimiento de la desigualdad social. La caída de las inversiones de las compañías es fruto de la salida de fondos de los grupos dominantes. Este proceso termina de socavar los ingresos de los pequeños accionistas, de los ejecutivos corrientes y de los trabajadores y esto alienta diversos tipos de protestas. En respuesta, las grandes las grandes empresas invierten en la infraestructura de control necesaria para sofocar el descontento y la inquietud del personal. Todo esto limita la acumulación de fondos para el desarrollo y socava las inversiones en la ampliación de las capacidades productivas y la renovación de la producción. Como resultado, los propietarios de las grandes empresas rusas se aproximan a una «lumpemburguesía», como llamó Gunder Frank a la burguesía latinoamericana por su incapacidad de asegurar la modernización de sus países32. Por la creciente desigualdad y la consecuente reducción del mercado interno, las expectativas de las ganancias de las corporaciones por sus inversiones en el sector real bajan considerablemente. Como resultado, las compañías rechazan los grandes proyectos con plazos prolongados de autofinanciamiento. Pero, en tanto precisamente esos proyectos están asociados en general al progreso técnico, las perspectivas a largo plazo del empresariado nacional empeoran. El cortoplacismo y la tendencia a la extracción de la renta se refuerzan aún más cuanto mayor es el peligro de una absorción inamistosa por la competencia. Este peligro aumenta, además, con el crecimiento de las ganancias.
De este modo, la salida de fondos de las empresas engendra un perjuicio integral de la acumulación de capital de las grandes firmas rusas. Esto resulta una acción significativa en el proceso de crecimiento económico y lo acerca al modelo de «implantación del subdesarrollo» ya mencionado.
El desarrollo de la economía depende en grado decisivo de una complicada estructura de precios. Las ramas donde la mejora en los costos por unidad es mayor obtienen un gran beneficio y, consecuentemente, disponen de las mejores posibilidades de inversión. La economía rusa representa un clásico ejemplo de disparidad de precios. En ella se reúnen dos grupos desiguales de sectores: aquellos cuyos precios crecen relativamente más rápido y los que lo hacen a un ritmo relativamente más lento que la media. Hoy observamos un aumento descontrolado de los costos del sector manufacturero y el traslado de capitales de este sector a las actividades extractivas. Y a través de la sobrevaluación de los precios en la producción, los capitalistas del sector privilegiado redistribuyen en su beneficio el capital del sector de las víctimas de la disparidad. El hecho de que la posición privilegiada en la estructura de precios esté ocupada por el capital del sector exportador primario refleja el estatus semiperiférico de la economía nacional. Es notable que en abril y mayo de 2013, es decir, tres años después de que la economía saliera de la recesión, casi 40% de las empresas investigadas no realizaba en absoluto inversiones de capital33.
No son menos importantes las características cualitativas de esas inversiones. A finales de 2012, por ejemplo, una de cada cinco empresas rusas requería una completa modernización de su capacidad productiva, y más de la mitad, una modernización parcial34. En el mismo periodo, sólo  18,4% de las organizaciones examinadas realizó inversiones que garantizaran una modernización significativa de maquinaria. Al mismo tiempo, las inversiones de más de 40% de las empresas eran insuficientes aun para conservar el nivel de producción corriente, y sólo  eran capaces de garantizar una mejora parcial o de mantener en  el nivel alcanzado la capacidad productiva35.
Como resultado, los bienes de capital de la economía rusa envejecieron notablemente36. De este modo, las grandes empresas rusas –y las de todos los países de la CEI– se caracterizan por apoyarse de forma semifeudal en la coerción, un horizonte temporario de corto plazo, ingresos rentistas e inversiones menguantes.

■■ Conclusión

En contra de las amplias expectativas de la opinión pública, las reformas del mercado en los Estados postsoviéticos no lograron conducir a la prosperidad y al crecimiento del bienestar de su población. Casi un cuarto de siglo después del comienzo de las transformaciones, resulta claro que en los territorios de la CEI se consolidó el típico capitalismo periférico. Esto lo testimonia la caída del sector manufacturero en provecho del extractivo; la exportación de producción con un bajo nivel de elaboración de la materia prima y la importación de bienes con mayor valor agregado; la salida sistemática y en gran escala de capital; el empobrecimiento masivo de la población y la formación de un ejército industrial de reserva barato; la formación de un capital que tiene el deplorable rol de intermediario en la explotación de recursos naturales y de la población de sus países en beneficio de los intereses del centro del capitalismo mundial.
La implantación del subdesarrollo en los países de la CEI ocurrió como resultado de las radicales reformas de mercado dirigidas y controladas por Occidente. Para ello, se aprovechó la degeneración de la burocracia soviética, parte de la cual actuó en provecho de las transformaciones capitalistas, tratando de apoderarse de parte de la propiedad estatal. El contenido social de las reformas, está claro, fue la implantación de elites prooccidentales provenientes de la burocracia local y del medio criminal.
Semejante contenido de las reformas predeterminó también la naturaleza de las grandes empresas en las naciones postsoviéticas. Los negocios en estos países se basan en el control informal de las empresas. Esto significa que no basta con poseer derechos jurídicos sobre ellas: es necesario también disponer de vínculos estables con funcionarios estatales de alto rango u ocupar uno mismo un puesto estatal de responsabilidad. Además de eso, es preciso contar con protección en alguna persona de tal o cual organismo de seguridad. Sin embargo, y disponiendo de esas condiciones, nadie está asegurado contra la incursión criminal de parte de los grupos de capital más fuertes. La sistemática amenaza de pérdida de las grandes empresas genera una orientación hacia la obtención de ingresos a corto plazo a cuenta de la salida de los activos financieros de las empresas. El carácter «comprador» de las grandes empresas en los países de la CEI se muestra en el egreso a gran escala de capital hacia los países del centro del capitalismo mundial. La extracción sistemática de la renta de los grupos dominantes socava los ingresos de los asalariados, que recurren en respuesta a diversas formas de latrocinio. Los propietarios libran una lucha sin cuartel contra las malas prácticas por parte del personal, centralizando la dirección y aumentando los servicios internos de seguridad. La salida de capitales de las empresas y su colocación en Occidente, el pago de «gente necesaria» en el aparato del Estado y el aumento de los servicios internos de seguridad socavan el proceso de acumulación de capital en las economías de los Estados postsoviéticos. Esto se expresa en el estado lamentable del fondo de capital fijo.
Por eso sostuvimos que las reformas económicas en el área postsoviética se presentan como un caso típico de «implantación del subdesarrollo». En el curso de estas transformaciones ocurrió la consolidación de un capital auténticamente «comprador» en los nuevos Estados. Con sus intereses económicos, está ligado a los intereses del capital de los países capitalistas desarrollados, como su socio menor. Esta clase dirigente alcanza el enriquecimiento gracias a la ejecución de su función primordial, la de intermediaria en la transferencia de una parte importante del fondo de plusvalía generado por el trabajo de su población al centro del capitalismo mundial. Por eso no puede asegurar la modernización de la economía ni mejorar el bienestar interno: las inversiones necesarias y los salarios dignos no son compatibles con la salida a gran escala de capital. De esa fuente procede también el carácter autoritario de las grandes empresas en los Estados postsoviéticos. Sólo  la fuerza, o la amenaza de su ejercicio, permiten el disciplinamiento de los trabajadores, en contextos de reducción sistemática de sus salarios y constante falta de inversión.
De lo dicho se desprende que las economías postsoviéticas tienen un potencial de modernización muy bajo y no pueden garantizar la seguridad externa de sus países. Las clases dirigentes sirven en gran medida a los intereses de sus protectores del otro lado del océano. Mientras tanto, en las condiciones de la crisis económica mundial que se ha desarrollado, las relaciones internacionales en el espacio postsoviético, y en el perímetro de sus fronteras, se han tensado gravemente.
1. A. Gunder Frank: «The Development of Underdevelopment» enMonthly Review vol. 18 No 4, 1966, pp. 17-31. [Hay edición en español: «El desarrollo del subdesarrollo» en Pensamiento CríticoNº 7, 8/1967, pp. 159-173]. A. Gunder Frank: A Dependent Accumulation and Underdevelopment, Macmillan, Londres, 1978.[Hay edición en español: Acumulación dependiente y subdesarrollo, Era, México, df, 1979].
2. V. Chasovski: «Promyshlennost stran sng v usloviaj transitivnoi ekonomiki» [La industria de los países de la cei en las condiciones de una economía en transición] en Izvestia ran No 5, Serie Geográfica, p. 43.
3. Comité Estadístico Interestatal de la cei: Comercio exterior de los países de la cei y de la ue 2009- 2012. Guía estadística, Moscú, 2013, p. 29. 4. Ibíd., p. 31.
5. Confederación General de los Sindicatos – Departamento de Defensa de los Intereses Socioeconómicos de los Trabajadores: O polozhenii v oblasti oplaty truda v gosudarstvakh sodruzhestva, solidarnoi posizii y deistviiakh porfsoiuzov po zaschite interesob trudiaschikhsia [Informe sobre la situación salarial en los Estados de la Comunidad (cei), la solidaridad y las acciones de los sindicatos en defensa de los intereses de los trabajadores], Moscú, 2008.
6. Credit Suisse Research Institute: Global Wealth Report, Credit Swiss ag, Zúrich, 2013, p. 53, disponible en <https://publications.credit-suisse.com/tasks/render/file/?fileid=bcdb1364-a105- 0560-1332ec9100ff5c83>.
7. El concepto de «clase compradora» o «burguesía compradora» refiere al grupo social que se beneficia de su relación con los inversionistas extranjeros y colabora con ellos en su país. Fue utilizado por Mao Tse-tung en su análisis de clase de la sociedad china (1926) y por el ecuatoriano Agustín Cueva. «Comprador» remite en este caso a un significado en desuso registrado por la Real Academia Española («comprador: criado o mozo destinado a comprar diariamente los comestibles necesarios para el sustento de una casa o familia») [N. del E.].
8. L. Trotsky: La revolución traicionada y otros escritos, ceip, Buenos Aires, 2014.
9. Ibíd.
10. D. Lane: Elites and Classes in the Transformation of State Socialism, Transaction, New Brunswick- Londres, 2011.
11. S. Ménshikov: The Anatomy of Russian Capitalism, Executive Intelligence Review News Service, Washington, dc, 2007, p. 9.
12. D. Lane: ob. cit., p. 43.
13. Michel Chossudovsky: The Globalisation of Poverty: Impact of imf and World Bank Reforms, Zed Books, Londres-Nueva Jersey, 1997.
14. Narcís Serra, Shari Spiegel y Joseph E. Stiglitz: «Introduction: From the Washington Consensus towards a New Global Governance» en N. Serra y J. Stiglitz (eds.): The Washington Consensus Reconsidered: Towards a Global Governance, Oxford University Press, Oxford, 2008, p. 6.
15. N. Serra y J. Stiglitz (eds.): ob. cit.
16. Simon Pirani: Changes in Putin’s Russia: Power, Money and People, Pluto Press, Londres, 2010, p. 24.
17. J.R. Wedel: Collision and Collusion: The Strange Case of Western Aid to Eastern Europe, Palgrave- Macmillan, Nueva York, 2001; v. en especial el capítulo iv, «A Few Good Reformers: The Chubais Clan, Harvard and ‘Economic Aid’».
18. Por ejemplo, por el decreto No 141 del Comité Estatal de Bienes Públicos, designó a Jonathan Hay, ciudadano estadounidense y acusado de ser un colaborador activo de la CIA, jefe del Departamento de Ayuda Técnica Extranjera y Peritaje y segundo del comité en la comisión de expertos cuyo jefe era el propio Chubáis. Esta comisión estaba facultada para examinar los proyectos de decretos del presidente de Rusia, las resoluciones del gobierno y las disposiciones del presidente y del vicepresidente del Comité Estatal de Bienes Públicos de la Federación de Rusia. Para una crónica del golpe de Estado de la década de 1990 y las acciones dolosas del grupo de Chubáis, v. <www.uznai-pravdu. ru/forum/viewtopic.php?t=2897&sid=af4b02eedc9fa06d5e4d60538484c603> (en ruso), fecha de consulta: 22/1/2011.
19. S. Talbott: The Russia Hand: A Memoir of Presidential Diplomacy, Random House, Nueva York, 2002.
20. Ibíd., p. 27.
21. Padma Desai: Conversations on Russia: Reform from Yeltsin to Putin, Oxford University Press, Oxford, 2006, pp. 291-293.
22. Ibíd., p. 192.
23. L. Trotsky: ob. cit.
24. S. Stepashin (ed.): Analiz protsessov privatizatsii gosudárstvennoi cobstvénnosti v Rossiískoi Federatsii za period 1993-2013 [Análisis de los procesos de privatización de la propiedad estatal en la Federación de Rusia en el periodo 1993-2013], Olita, Moscú, 2004.
25. S. Menshikov: Anatomíia rússkogo kapitalizma [La anatomía del capitalismo ruso], Mezhdunaródnie Otnoshenia, Moscú, 2004, pp. 61-62.
26. V. Volkonski: Institutsionalnie problemy rosiiskij reform[Problemas institucionales de la reforma rusa], Dialog-mgu, Moscú, 1998, pp. 12-13.
27. V. Volkov: Violent Entrepreneurs: The Use of Force in the Making of Russian Capitalism, Cornell University Press, Ithaca, 2002.
28. R. Kapeliushkikov: «Krupneishie i dominiruiushie constvenniki v rossiiskoi promyshlennosti; svidetelstva monitoringa reb» [Los propietarios mayores y dominantes de la industria rusa: datos del monitoreo de la reb] en Voprosy ekonomiki No 10, 1999; Iákov Pappe: «Rossiiski krupni biznes kak ekonomicheski fenomen: ossobenosti stanovlenia i sovremennogo razvitia» [Las grandes empresas rusas como fenómeno económico: particularidades de su consolidación y su actual desarrollo] en Problemy prognozirovania No 1, 2002; I. Pappe: «Rossiiski krupni biznes kak ekonomicheski fenomen: spetsificheskie cherty, modeli ego organizatsii» [Las grandes empresas rusas como fenómeno económico: rasgos específicos, modelos de su organización] enProblemy prognozirovania No 2, 2002; A. Radiguin: «Sobstvennost i integratsionnie protsessi v korporativnom sektore (nekotorie novie tendentsii)» [Propiedad y procesos de integración en el sector corporativo (algunas nuevas tendencias)] en Voprosy ekonomikiNo 5, 2001; T.G. Dolgopyatova: Evolution of Corporate Control Models in the Russian Companies: New Trends and Factors, suhse, State University / Higher School of Economics, Moscú, 2005.
29. V. Demin: «Offshory – realnaia ugroza ekonomicheskoi bezopasnosti Rosii» [Offshores. Una amenaza real para la seguridad económica de Rusia] en Prosvet, 2010, <www.prosvet.su/articles/ sec/offshore_articule2/>.
30. Banco Central de la Federación de Rusia: «Ingreso y egreso neto del capital del sector privado en el periodo 1994-2004», 2014, disponible en <www.cbr.ru/statistics/print.aspx?file=credit_statistics/ capital.htm> (en ruso), fecha de consulta: 15/7/2014; Banco Central de la Federación de Rusia: «Ingreso y egreso neto del capital del sector privado en el periodo 2005-2013 y 1o y 2o trimestres de 2014 (según datos de la balanza de pagos de la Federación de Rusia», 2014, disponible en <http://cbr.ru/statistics/print.aspx?file=credit_statistics/capital_new.htm&pid=svs&sid= itm_18710> (en ruso), fecha de consulta: 15/7/2014.
31. Banco Central de la Federación de Rusia: «Ingreso y egreso neto del capital del sector privado en el periodo 2005-2013 y 1o y 2o trimestres de 2014 (según datos de la balanza de pagos de la Federación de Rusia», cit.
32. A. Gunder Frank: Lumpen-Burgeoisie: Lumpen-development, Dependence, Class and Politics in Latin America, Monthly Review Press, Nueva York, 1972. [Hay edición en español:Lumpemburguesía: lumpendesarrollo. Dependencia, clase y política en Latinoamérica, Laia, Barcelona, 1972].
33. D. Kublin, R. Galetskaia y A. Moiseev: «Rossiiskie predpriatia vesnoi 2013 g.: vosstanovlenie investitsionnoi aktivnosti i rost zakupok zarubezhnoi tejniki» [Las empresas rusas en la primavera de 2013: recuperación de la actividad inversionista y crecimiento de las compras de tecnología extranjera] en Problemy prognozirovania No 6, 2013, p. 128.
34. D. Kublin y A. Moiseev: «Rossiiskie predpriatia v kontse 2012 goda; rabota v usloviaj znachitelnoi ekonomicheskoi neopredelennosti» [Las empresas rusas a fines de 2012: el trabajo en condiciones de una gran incertidumbre económica] enProblemy prognozirovania No 3, 2013, p. 141.
35. Ibíd., p. 142.
36. A. Kornev: «Potentsial obnovlenia proizvodstvennogo apparata realnoi ekonomiki» [Potencial de renovación del aparato productivo de una economía real] en Problemy prognozirovania No 3, 2013, p. 66.

La condición efímera (sobre Nudo de piedra, de Pablo Chacón)

por Laura Estrin


Nudo de piedra, un pequeño libro compacto, fuerte, doloroso, con mucho aire de profunda literatura, escribe de un tirón un pedazo de vida entera. Nudo de piedra, un título verdadero porque es cierto aquello de que las piedras recuerdan. Y quizá no haya muchas otras cosas que contar que las piedras de la vida, los amores, las batallas familiares, las pérdidas. Escribir de eso. Una literatura sin atenuantes, sin retorno. Y el amor en el medio, además. Una escritura que se abre a buscar, pero que muy precisa se cierra en el pudor necesario, hermético del mostrar una parte. Porque “en el afán de tocar todas las teclas –decía Zelarayán–, la canción se viene abajo”.
Un pequeño libro que dice lo que quiere decir, lo más difícil: “La posibilidad de error o decepción es menor que la posibilidad de muerte”.
Cosa cierta, terrible. Y más: “En su lugar, cada uno responde”. Sí. Por eso estamos solos. Sí. Porque cada uno responde en su lugar. Y esas valiosas y valerosas frases van entrecortando el relato. Un relato que puede funcionar o pensarse como una carta de suicida. Un libro de cosas contundentes, cráneo, amor, talismán, ausencia: las partes en que se divide. Un libro sin adjetivos o que sólo nos remite a una frase: “Dios mío, el horror”, como el verso que sacó Osvaldo Lamborghini de Roberto Raschella. Pero el relato sabe: “Esa cláusula no contempla el abandono, el abandono es soledad, distancia, amabilidad, demanda, contingencia…”.
Un libro que es una anotación propia. Un libro pedazo de vida. Y en ella no hay palabra más linda que “campanita” para el amor que ahí se recorta. Claro, en ese amor el hombre se vuelve mujer. ¿O al revés? Pero es lo mismo. Entonces el relato es una escritura difícil, cerrada. Una escritura cerradísima. Pero está la música que ella así trae. Y las frases hermosas: “Esa mujer, en una sala empañada de sueño…” y “Esas singularidades, distribuidas a lo largo de una recta perversa, morir, volverse loco, escribir” y la cita de Heráclito que nos dice a muchos: “A lo que nunca se oculta, ¿cómo podría escapar?”
Nudo de piedra sabe. Y lo dice: “Estoy pasando en limpio mundos iluminados”. Nudo de piedra es un libro triste. Pocos se atreven a estos libros. Algunos no los podemos refrenar. Afectos que afectan transpuestos en delicadas escenas rotas, pedazos de relatos, narraciones fragmentadas, sacudidas por un viento marítimo, excesivo y solo, recorridos por una mirada como hilo que se sostiene, aunque viva de cara al vacío.
En cuatro zonas, la pequeña novela abre, se disgrega y se conecta: parece que se leyera a sí misma. Se escucha un piano de fondo. Así como ciertas imágenes no tienen forma, Nudo de piedra es una bruma, un nocturno hijo de la noche que no tiene nombre, pero tampoco máscara. Una insistente, continua condición efímera, un rayo que cruza la oscuridad que ese alguien vive, una violencia que se deletrea como novela familiar, pero no siempre.
Nudo de piedra también es un viaje, cruzar un río, alcanzar la casa perdida y volverse, y refugiarse. Un movimiento que asusta, rapidez y desgano. Alguien muere, otro casi está muerto. ¿Y antes? Antes nada. Es cierto que se muere de nada. Pero antes que morir de nada, perder. Tampoco es un estado de ánimo, eso que puede medirse, desentendiéndose de la causa en el inmenso mar de la amnesia clara como el sol del mediodía que protege de la oscuridad, aunque lo más justo sería repugnar el menor asomo de apremio. Y el tumulto. Ese tiempo de locos es el del peligro. El tumulto, la mascarada, la felicidad. Pero la luz se corta, el peso del mar es enorme, queda respirar: ese silencio de la emergencia. Y es el silencio el que empuja la escritura, sin soltar un poco de risa, la lentitud del caminante algo, un poco, perdido. Así abre espacios para un mundo imposible. Y quizá pueda empezar de nuevo, obstinarse en perforar un límite que señala el fin o el principio. La pirueta, el aliento yonqui o la muerte como consejera.
Nudo de piedra parece escrita como un golpe, como un costurón: escribir rápido interrumpe la desconexión, la noche, el silencio, el desconocido que late adentro. El que habla, siente y anota es un desconocido, nunca un calculador. Y allí las mujeres enseñan la vanidad del heroísmo. Y todo el libro es entonces islas desproporcionadas de encuentros, pequeñas grandes contingencias, amor y apagón.

El nuevo campo político en Bolivia

por Álvaro García Linera


Unas semanas antes de las elecciones, Juan del Granado lanzaba la siguiente sentencia al Presidente Evo: “que prepare sus maletas para irse de Palacio”; por su parte, Tuto Quiroga, reafirmando que ganaría las elecciones, sermoneaba: “la biblia regresará a Palacio”. Sin quedarse atrás, Doria Medina vaticinaba: “iremos a una segunda vuelta y ganaremos”. Sin embargo, al final el MAS se llevaría la victoria con el 61,4 % de los votos, lo que significa que más de 3 millones de personas habían derrumbado las ilusiones del bloque opositor.
A la luz de estos resultados democráticos, se pueden observar tres nuevas características dentro del campo político boliviano.
1. El horizonte de época
Una de las funciones del Estado moderno es la construcción de consensos fundamentales sobre el sentido común, es decir, el orden y el destino del mundo social; esto no solo garantiza la consolidación de una forma estatal sino, ante todo, la cohesión social que sostiene el orden estatal. En su libro Sobre el Estado, Bourdieu propone la distinción de dos componentes en la construcción de los consentimientos duraderos sobre la organización de la vida social: la integración lógica y la integración moral. La primera hace referencia a los acuerdos inmediatos alcanzados por personas que tienen similares categorías de pensamiento, percepción y construcción de la realidad, mientras que la segunda tiene que ver con la presencia de valores morales compartidos.
Lo que ha sucedido en Bolivia en la última década, es la emergencia y consolidación de un tipo de integración lógica y moral de la sociedad, esto es, de una manera casi unánime de entender el mundo y de actuar, caracterizada por el trípode constitucional de: economía plural con eje estatal, reconocimiento de las naciones indígenas con un gobierno de movimientos sociales, y régimen de autonomías territoriales. Se trata de un trípode discursivo con la capacidad de explicar lógica y moralmente el orden aceptable de la sociedad boliviana, y de orientar las acciones colectivas hacia un porvenir con todas las clases sociales. Es, no cabe duda, un horizonte de época que ha desplazado a los tres ejes discursivos que 20 años atrás definieron al neoliberalismo en el imaginario social: la extranjerización de los recursos públicos, la gobernabilidad partidaria, y la oenegización de la deuda social.
A diferencia de las elecciones generales del 2009, donde el bloque de la derecha intentó reflotar la lógica privatista de las materias primas y el orden racializado del poder político, en las elecciones del 2014, esta polarización desapareció. ¡Claro!, si retomaban la jurásica propuesta de la privatización, corrían el riesgo de desaparecer del mapa político. Entonces, lo que hicieron fue adoptar ambiguamente un nuevo discurso. “Respetaremos la nacionalización”, “vamos a mejorarla”, “dialogaremos con las organizaciones sociales”, etc., fueron las frases que día a día se repitieron ante un electorado cuyas categorías de percepción y construcción del mundo ya se habían afianzado en torno a la nacionalización de los recursos públicos y al poder de las organizaciones sociales. Al mutar de traje discursivo y adherirse sin convicción a un sentido común popular prevaleciente, la derecha devino en una derecha travesti que buscó por todos los medios ocultar no solo su raíz privatizadora y antipopular, sino sus intenciones más profundas. El desliz de Doria Medina de proponer el 50 % para las petroleras o la ingenuidad de Tuto al “fotocopiar” el artículo 3 de la Ley de Capitalización de Sánchez de Lozada para “repartir” acciones, mostraban lo superficial y falaz de la adhesión discursiva de la derecha al espíritu revolucionario de la Constitución.
Con todo, este esfuerzo de camuflaje electoral imprescindible para cualquier candidatura que quisiera mantener vigencia, confirmaba las cualidades del nuevo horizonte de época dominante. En los hechos, dentro del campo político, las izquierdas, los centros y las derechas, están obligadas −por un buen tiempo− a moverse en esos tres parámetros organizadores y orientadores de la acción de la sociedad boliviana. La legitimidad política de cualquier propuesta emerge de su adhesión a ese horizonte de época; esto significa que en la actualidad no es posible imaginar nada al margen de ese techo discursivo. Y justamente por ello, las fuerzas opositoras habrían incursionado en una guerra perdida. Sin importar la cantidad de propaganda que hicieron, la cantidad de críticas que lanzaron, o los asesoramientos extranjeros que contrataron, el campo discursivo legítimo, dominante, no era el de ellos; su adhesión tenía el tufo de impostura; y por si fuera poco, tampoco habían hecho ningún esfuerzo para crear, o siquiera comenzar a imaginar un horizonte, una propuesta política distinta y creíble.
Al final concurrieron a un campo político ya definido. Sus intentos de polarización fueron fallidos porque no es posible polarizar sin un proyecto alternativo (que al final nunca existió). Por eso, la votación de octubre del 2014 se constituye en la primera elección unipolar desde 1997; y esto deja para los siguientes años un campo político unipolar, es decir, uno con una única hegemonía discursiva definida por el MAS/Movimientos Sociales, y una variedad de partidos regionales armando coaliciones circunstanciales para disputar el electorado más frágilmente adherido al núcleo hegemónico.
2. Irradiación territorial hegemónica
Si por hegemonía entendemos −en el sentido gramsciano− la capacidad de un bloque social de convertir sus necesidades colectivas en propuestas universales capaces de articular a otros sectores sociales distintos a él; ella no es posible sin que antes se dé la derrota política e ideológica (Lenin) de esos otros grupos o clases sociales convocadas a ser integradas. La hegemonía es pues una combinación de fuerza y seducción, de victoria (Lenin) y convencimiento (Gramsci). Y eso es precisamente lo que ha aconteció en el país entre el 2000 y el 2014.
El año 2000, con la Guerra del Agua y el bloqueo de caminos de 20 días durante el mes de septiembre, el campo político se polarizó en torno a un bloque de partidos neoliberales y la emergencia de los movimientos sociales con capacidad de movilización territorial y discurso alternativo. El año 2003, con la Guerra del Gas, quedó consolidada la propuesta universalista del movimiento social: nacionalización del gas, gobierno indígena y asamblea constituyente. Entre el 2003 y el 2005, el nuevo sentido común se impuso y el discurso privatizador entró en un ocaso. En diciembre del 2005, esta victoria ideológica se transmutó en victoria electoral y la mayoría política plebeya (indígenas, campesinos, vecinos, trabajadores urbanos…) quedó constituida. El 2008 se derrotó militarmente a la derecha golpista (septiembre), y políticamente al neoliberalismo (aprobación del texto constitucional en octubre). Por último, el 2009 el proyecto del retorno neoliberal fue derrotado electoralmente.
En ese sentido, octubre del 2014 no solo es la consolidación estructural de un único proyecto de economía, Estado y sociedad, sino la irradiación social y geográfica de la revolución democrática y cultural.
El MAS creció con 201.850 votos respecto al 2009, logrando más de 3 millones de votos; triunfó por primera vez en Pando (antiguo bastión opositor controlado por las formas cacicales de la política) y en Santa Cruz, convirtiéndose en mayoría política e inaugurando una nueva época en una región controlada anteriormente por las fuerzas radicales de la derecha. Es así que nos encontramos frente a la expansión geográfica de la hegemonía y la disolución geopolítica de la llamada “media luna” conservadora.
El triunfo en Pando se explica básicamente por la presencia estatal que ha desplazado el poder hacendal, el impulso de un tipo de economía diversificada de las ciudades, y la distribución de tierras a campesinos y pueblos indígenas, que han quebrado las relaciones de dependencia frente al viejo poder cacical y terrateniente. Precisamente las reiteradas derrotas en el Beni, tienen que ver con esta aún ausencia estatal en amplios territorios, la debilidad de los movimientos sociales populares, indígena-campesinos, y el poderío todavía vigente de las viejas estructuras hacendales, patrimoniales y comerciales.
A su vez, la victoria en Santa Cruz está ligada al creciente fortalecimiento de los movimientos sociales urbanos y rurales, la incorporación de los obreros y trabajadores urbanos de la COB, pero ante todo, la disolución de los prejuicios y mentiras con el que las antiguas elites ultrareaccionarias regionales mantuvieron a un electorado cautivo de clase media cruceña. El estigma de “anticruceñismo”, de “quita casas” y “quita autos” con el que la derecha generó distancias con el Proceso de Cambio, hoy se ha disuelto. El MAS ha mostrado no solamente que valora los avances económicos y sociales de la sociedad cruceña, sino que los quiere mejorar y ampliar. El doble aguinaldo democratiza la distribución de la riqueza en las diversas clases asalariadas; la inversión estatal brinda amplias oportunidades de negocios para profesionales y pequeños empresarios; se ha presenciado en la región el relanzamiento de la producción de hidrocarburos, de plantas de procesamiento, de la nueva petroquímica, además de una gran inversión en energía eléctrica y en la futura represa de Rositas; todo esto muestra que el “modelo de desarrollo cruceño” se ha democratizado y engrandecido con otras áreas productivas.
Como resultado final, el Proceso de Cambio ha expandido su base territorial, y con seguridad en las futuras elecciones nacionales se expandirá aún más. La lógica de estabilización electoral del proceso revolucionario nos lleva a pensar que el voto duro tenderá a consolidarse en torno al 60 % en los siguientes años. Un porcentaje mayor solo es posible en momentos extraordinarios de polarización social.
3. El efecto “gravedad fuerte”
Dentro del espacio euclidiano, que normalmente usamos en una hoja de cuaderno, el punto medio entre dos puntos cualesquiera se obtiene uniendo con una línea recta a ambos y hallando la mitad de dicha recta. Algunos analistas políticos aplican esta forma básica y primitiva de comprensión geométrica a la lectura de la sociedad y cuando se refieren al “centro político”. No cabe duda que se trata de una lectura falsa y simplista, pues supone la existencia de “dos puntos”, es decir de dos propuestas políticas polarizadas, con el mismo “peso” social, por lo que el “centro” político correspondería a aquellos que se ubican en la “mitad” de dichas propuestas. Pero, ¿qué sucede cuando no se tienen dos propuestas políticas polarizadas, sino una sola, mientras que las otras giran como satélites, más a la izquierda o más a la derecha, del centro unipolar? Evidentemente, Euclides aquí no ayuda mucho. Abusando de las analogías, el espacio de Riemann es más útil en este caso. Se trata de un espacio de 4 dimensiones: ancho, largo, profundidad y tiempo. Einstein lo usó para graficar las curvaturas del espacio-tiempo bajo los efectos de la gravedad. Bajo estos supuestos, el “medio” de dos puntos no es la mitad de la línea recta euclidiana entre ellos, sino la mitad de la línea curva que los une, de manera que si la curvatura del espacio es muy pronunciada cerca de uno de ellos, visualmente la “mitad” estará muchísimo más cerca del punto que se encuentre en el borde de una curvatura del espacio. Esto, debido al efecto de gravedad que curva el espacio-tiempo.
En política, podemos aplicar el concepto de efecto de gravedad fuerte que da la curvatura al espacio político, es decir, el efecto de una propuesta política lo suficientemente fuerte y hegemónica que anula −temporalmente− otras alternativas políticas discursivas convirtiéndolas en variantes satelitales, más a la izquierda o más a la derecha del vórtice gravitacional. En este caso, lo que surgió en el año 2000 inicialmente como una alternativa de izquierda opuesta a una de derecha, al anular plenamente a esta última, hizo que el campo político se convirtiera de bipolar en unipolar; y entonces la propuesta de la izquierda, por el efecto de la fuerza de gravedad política, devino en “centro”. Pero, ¡ojo!, no es que ella haya cambiado o se haya “derechizado”; al contrario, la fuerza de gravedad de la propuesta de izquierda es tal, que al anular la de la derecha (que equilibraba el campo político), hace que el campo político entero, que la sociedad boliviana entera, se “izquierdice” en su totalidad. Es así que todas las propuestas políticas ya no cuestionan ni la nacionalización ni la participación de las organizaciones sociales, y simplemente hablan de ajustes de forma en torno a este único núcleo discursivo.
El que el MAS ocupe el centro político no significa que se hayan abandonado propuestas o principios; al contrario, significa que esos principios y propuestas de izquierda se han convertido en un “sentido común”, en un horizonte de épocaunánime −con tanta fuerza de atracción, que a los que tenían posiciones de centro o de derechas, no les queda más que cambiar de posición “izquierdisándose”−, y al hacerlo, ha convertido a su vez a la izquierda en el “centro” de gravedad política.
¿Cuánto durará esta cualidad del campo político unipolar con variantes satelitales? Es difícil saberlo. En todo caso, esta traslación del centro político hacia la izquierda será lo que marque los debates políticos y sociales durante toda esta década.

#cristianferreyrapresente: Tres situaciones, mismo hilo conductor:

la concentración de tierra por el agronegocio

Una semana de lucha campesina popular por el derecho a la tierra: Juicio por justicia para Cristian Ferreyra, detención de campesinos Guaycurú y topadora con gentes armadas puestas por Orlando Canido- Manaos.
El 4 de noviembre inició en Monte Quemado el histórico juicio oral y público contra el autor intelectual empresario sojero, Jorge Ciccioli, el sicario Javier Juárez y 4 integrantes de la banda armada que dieron muerte a Cristian Ferreyra e hirieron a Darío Godoy con una itaka.
Durante martes, miércoles y jueves hasta el mediodía se han llevado a cabo las presentaciones técnicas, las declaraciones de policías, testigos presenciales en el hecho del 16 de noviembre del 2011, las declaraciones Beatriz Juárez, Darío Gogoy, Sergio Ferreyra querellantes de la causa, también han declarado Mirta Salto, madre de Cristian, Viviana Ferreyra, entre otros y otras integrantes y vecinos de las comunidades comunidades campesinas.
El juicio continuará el próximo martes a las 9 hs, para dar inicio a la segunda semana del mismo.
ABANDONADOS A SU SUERTE
Mientras movilizamos cada día campesinos campesinas de distintas provincias por JUSTICIA para Cristian, en los territorios las amenazas, detenciones arbitrarias contra los campesinos se repiten.
Ayer por la mañana fueron detenidos los compañeros Adrian Montenegro y Dante Contrera de la comunidad Yaku Cachi de Bajo Hondo y fueron incomunicados y trasladados a cárcel de delitos comunes de la capital santiagueña, donde fueron maltratados, amenazados y liberados este medio día.
Los compañeros no fueron permitidos de llevar absolutamente nada desde su comunidad, ni dinero, ni celular y llevados a un lugar desconocido para ellos: la cárcel y la ciudad capital, por tanto luego del medio día estuvieron deambulando hasta que compañeros del MOCASE VC pudimos localizarlos y sacarle pasaje para que puedan regresar hasta Quimili.
La orden de detención viene del Juez Tarchini Saavedra por supuesto incumplimiento de Contrera y Montenegro, de una medida de no innovar que interpuso el empresarios Filippo y Sivar.
Estos empresarios habrían comprado las tierras a “Sica”, un comprador y vendedor de títulos e incluso estuvo involucrado en la causa que se lleva adelante por la supuesta defraudación al Estado provincial en la venta de tierras fiscales donde detuvieron al Juez de Paz de Quimilí Luqui Carrizo, Ramón Segundo Coria y Ernesto Spengler.
Por otro lado, sumado a los conflictos que viene sufriendo y denunciando el Pueblo Guaycurú de Yaku Cachi Bajo Hondo, nuevamente Orlando Canido ingresó con topadora, gente armada para instalarse en una carpa de lona. Los vecinos escuchaban tiros que realizan desde el miércoles pasado.
Sin embargo, la justicia no ha reaccionado contra el delincuente empresario Orlando Canido de la empresa Manaos, que violó medida cautelar y robó miles de toneladas de maíz del territorio.
Urgente investigación y detención de Orlando Canido-Manaos,
Urgente desarme de los paramilitares.
Urgente frenos a los desmontes.
Urgente justicia para el campesinado
Urgente reforma agraria integral y popular!
¡Ni un muerto más por el derecho a la tierra, Cristian Ferreyra Presente!
Agregamos dos spots de difusión:
Para más información:
Comunicación del MOCASE-MNCI: Margarita Gómez 03843577620, Deolinda Carrizo 03844 15408668 /01133489316, Santiago Uriate 1166465136.
Instituto de Investigación y Experimentación Política: Mario Santucho 01165488027
CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales): 43344200 int 109/118
Podrán encontrar actualizaciones diarias de las alternativas del juicio en las siguientes páginas:

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Juicio por Cristian Ferreyra: semana #1

Diario del Juicio de Monte Quemado Resumen de la Semana 1 Crónica de la primera audiencia Martes 4 La ruta y el tribunal Por el Instituto de Inve
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Diario del Juicio de Monte Quemado

Resumen de la Semana 1

Crónica de la primera audiencia

Martes 4

La ruta y el tribunal

Por el Instituto de Investigación y experimentación Política (IIEP)
La primera audiencia del juicio a los asesinos del joven Cristian Ferreyra, celebrada el martes 4 de noviembre, transcurrió integramente en los términos de un debate procedimental. El resultado puede definirse como un empate. De un lado, los abogados defensores plantearon sendos recursos de nulidad por supuestas incongruencias en la instrucción de la fiscalía, que fueron rechazados por el Tribunal. Por su parte, la querella de los representantes legales del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) verá limitada su participación durante el proceso: podrán presentar y controlar pruebas, pero no estarán autorizados a construir alegatos ni a proponer penas.
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Vista de la sala de audiencias desde el público.
A las 9 y 25 am Elida Suárez de Bravo, presidenta de la Cámara del Crimen de Primera Nominación pidió a la secretaria del Tribunal la lectura de la pieza acusatoria elaborada por la fiscal Ana María Gonzáles Ruiz. Minutos antes, cuando Nora Cortiñas, representantes del CELS y de otras organizaciones, además de numerosos reporteros y familiares de las víctimas, ingresamos al Salón de Fiestas alquilado por el Poder Judicial para la ocasión, ya todos los actores institucionales se hallaban en su sitio. Luego, dieron ingreso a los seis acusados. La banda de los hermanos Juarez y Abregú. Y su jefe, el empresario José Antonio Ciccioli. Escoltados por un grupo especial de las fuerzas de seguridad, que deberá garantizar el orden dentro del recinto. Al verlos, las hermanas de Cristian, confundidas en el público, se quebraron en llantos.
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El empresario Jorge Antonio Ciccioli es el responsable y coautor necesario del asesinato

Crónica de la segunda y tercera audiencia

Miércoles 5 y jueves 6

Responsabilidad empresarial

Por el Instituto de Investigación y experimentación Política (IIEP)
La decisión de realizar el juicio oral por el asesinato de Cristian Ferreyra en la ciudad cabecera del Departamento de Copo tuvo un motivo noble y, tal vez, una razón inconfesable. De un lado, constituir al Tribunal en las cercanías del crimen, permite el mejor acceso a las audiencias de los testigos presenciales. Pero alejar el proceso de la capital de la Provincia descomprime la presión social, dificulta el acceso de los veedores y la prensa. Aún así no fuimos pocos los que llegamos a Monte Quemado, la mayoría campesinos e indígenas de todo el país y citadinos interesados en el debate.
Fotos del juicio: Eduardo Rapetti Salik – Agencia Télam
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La movilización campesina se hizo sentir en la puerta del salón donde se desarrollaron las deliberaciones.

El grito santiagueño

Por Mario Santucho (IIEP), desde Monte Quemado
Leer la nota
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Javier Juárez, asesino de Cristian Ferreyra.

«Si tengo que matar, mato»

Por Alba Silva, desde Monte Quemado
FM La Tribu   Sin aire no hay fuego

Las voces del juicio

Cobertura de FM La Tribu: entrevistas y crónicas desde Monte Quemado.
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majo nati mimi

Mirta Noemí Salto, madre de Cristian, durante el juicio
Entrevista a Natalia Gramajo, abogada del MOCASE- MNCI

«Decir su verdad, que no es solamente su verdad, sino la verdad del campesinado»

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Deo Carrizo junto a Norita Cortiñas.
Entrevista a Deolinda Carrizo, integrante del MOCASE- MNCI

«No queremos seguir teniendo más muertos por defender nuestro territorio»

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Entrevista a Diego Montón, integrante del MNCI

«Hay 9 millones de hectáreas en disputa entre campesinos y empresarios»

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¡Ni un muerto más por el derecho a la tierra, Cristian Ferreyra Presente!

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Sumate a la campaña, mandando tu foto a info@iiep.com o en Facebooko Twitter #CristianFerreyraPresente
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Spots de difusión:

Para más información:

Comunicación del MOCASE-MNCI: Margarita Gómez 03843577620, Deolinda Carrizo 03844 15408668 /01133489316, Santiago Uriate 1166465136.
Instituto de Investigación y Experimentación Política: Mario Santucho 01165488027
CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales): 43344200 int 109/118

Mañana comienza la segunda semana del juicio. Consultá las actualizaciones diarias desde Monte Quemado en las siguientes páginas:

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Territorios en Disputa, la presentación

Presentación de Territorios en Disputa, un libros sobre agresión, resistencias, lecturas de contexto de México y el continente presentado en la BUAP, Puebla la semana pasada.
Participaron:
Mina Navarro,
Raquel Gutiérrez Aguilar,
John Holloway
Raúl Zibechi.

Se suscitó un debate muy intenso e interesante.

Clinämen: La amargura como método para dar guerra a la Argentina

Conversamos con Christian Ferrer, ensayista y docente, autor de «Amargura Metódica, vida y obra de Ezequiel Martinez Estrada». Método y pasiones. Autodidaxias y ensayismo.  Críticas a la política y al modo técnico de la existencia. Anarquismo. Cimientos y fronteras. Desencantos e intelectuales.

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