Anarquía Coronada

Parques Indoamericano y Roca, las dos caras de lo público

 por Silvio Schachter



Se cumplen dos años desde la ocupación y la violenta represión  del parque Indoamericano, coincidentemente  la legislatura porteña aprobó, en primera instancia, como parte del paquete de un fabuloso negocio inmobiliario, la cesión a una cámara empresaria del transporte  de decenas de miles de metros cuadrados del parque Roca.

Pocos actos pueden graficar más elocuentemente los modos de pensar y actuar frente a  lo público.

En diciembre de 2010, seis mil habitantes de las villas de Soldati, en su mayoría doblemente precarizados por pobres e inquilinos, deciden pacíficamente ocupar el parque Indoamericano para reclamar su derecho a  tener una vivienda.

La represión conjunta de la policía Federal y la Metropolitana se cobró tres vidas y decenas de heridos y  fue apoyada por la mayoría de los medios y de los políticos opositores. Allí se combatió a los ocupantes, como si se tratara de un enemigo extranjero.

Luego de ochos  días de resistencia y en base a promesas  de solución a los reclamos , se produjo el desalojo. Después de un censo que incluyo a 13.300 personas, el entonces jefe de Gabinete,  Anibal Fernandez  aseguró que se iba a financiar la adquisición  de las tierras y  ejecutar un plan para que los ocupantes accedan a una casa propia . La implementación quedaría bajo las directivas del gobierno  Macri , el Ejecutivo  Nacional  aportaría un peso por cada peso que ponga la Ciudad,  pero aclaro que todo aquel que usurpe no tendrá derecho a formar parte del plan de vivienda ni acceder a ningún plan social. Rodríguez Larreta, que considero excelente  el accionar policial, prometió que las prioridades las tendrián quienes más lo necesitan, incluidos los ocupantes.

Hasta la fecha nada se ha hecho para cumplir lo proclamado y todos los reclamos están aún  pendientes. Siguen procesados los militantes sociales y los responsables de los crímenes sin condena.

El Jefe de Gobierno porteño en una muestra de xenofobia  y racismo tan brutal como elocuente declaro que  los ocupantes son en su mayoría bolivianos y paraguayos y   por tanto para evitar estos incidentes, debería  cambiarse la política migratoria.

Lamentablemente esta política de segregación tuvo y tiene  un sustento en importantes sectores de la sociedad porteña. Las empatías no se debieron a su preocupación por el parque,  muchos mediáticos  irritados  desconocían  donde quedaba el sitio  en cuestión, pues obviamente no forma parte de sus habituales circuitos,  e reclamo de mano dura, se sostenía, básicamente,  en la necesidad de evitar que cunda el mal  ejemplo.

En una construcción socio cultural de décadas, la  villa, es presentada como un espejo invertido de la civilización, la cara opuesta a los deseos de una ciudad bella, limpia y ordenada. El estereotipo discriminatorio construido  como una otredad negativa, considera la villa como área de riesgo y nutriente principal de la actividad criminal, albergue habitual de sujetos peligrosos, forma parte del catálogo de amenazas que alimenta la inseguridad. Todo aquel que vive allí es estigmatizado como habitante de un territorio sin control, promiscuo, sin familia, ni autoridad, por tanto es justificadamente segregado. Sus casas nunca son consideradas residencias,  son provisorias como sus habitantes, su hábitat tiene límites expresos, superarlos siempre es considerado invasivo y justifica la complicidad  con la aplicación de la violencia hacia los ocupantes.

La personificación de quienes no forman parte de ningún proyecto institucional, porque no tienen otro futuro que no sea la inmediatez o la transitoriedad, los condena, en el mejor escenario, a políticas prebendarías y clientelares. El resto de la sociedad no los considera parte de su existencia colectiva,  su territorio nunca es reconocido como parte de la polis, no es lugar de ciudadanía.

Contradiciendo las definiciones habituales de un sentido común reaccionario que pontifica   cada quien vive como se merece, para los pobres el espacio urbano nunca es gratuito, incluso el más precario, alquileres de 500 a 1000  pesos  son exigidos por habitáculos misérrimos.

Pero no solo  se trata de  pobreza en términos de ingresos, existe una dimensión simbólica constituida por una sinergia de procesos culturales y sociales que sostienen la exclusión, establecen distancias y cargan de sentido las barreras físicas y virtuales.

El incumplimiento tanto de planes de vivienda, como de las normas para la  urbanización de las villas,  no son causados por dificultades técnicas o  presupuestarias, son la consecuencia de un proyecto sistemático de limpieza clasista y racial, por parte de quienes sostienen que   habitar es sinónimo de consumir y  que solo el patrimonio da derechos.

Hace dos años el discurso repetido hasta el hartazgo, exigía la defensa del parque  Indoamericano como un espacio de todos, que  bajo ningún aspecto  podía permitirse fuera usurpado por un  grupo en beneficio propio, incluso aunque este sea motivado  por  el primario  derecho a vivir. La retórica devino en  cinismo,  ahora, a  solo diez cuadras del Indoamericano, en  otro parque, el Roca, por un acuerdo del PRO con legisladores del FPV y aliados, se concesionaran por treinta años, 37, 5 hectáreas  a la empresa   CTC Admnistradora S.A. Sin pago   de alquiler o canon, con exenciones impositivas extraordinarias,  beneficiando   a la  Federación Argentina de Entidades Empresarias de Autotransporte de Cargas, FAADEAC, autorizándola a construir un centro de transferencia de cargas.

Entonces la  nueva interpretación del espacio público, lo transformó en  un lugar inútil, residual, sometido a la lógica mercantilizadora,  lo que fuera  considerado ocioso durante décadas, ahora fruto de las especulación inmobiliaria y la creciente necesidad de reinversión del capital  se ha vuelto  apetecible , presa del maniqueísmo de la  puesta en valor, se vuelve  necesario hacerlo rentable.

Mientras en  el  Indoamericano se reprimió a los indoamericanos, que se volvieron visibles más allá de los límites de reclusión asignados,  en el parque que lleva el nombre del etnocida Roca,  los empresarios  eurocéntricos  pueden hacer los  negocios que les facilita el Estado.

Clinämen: «Los afectos en política»

 

 Conversación intra-clinamen sobre la coyuntura política. ¿Hay una irrupción de los malestares y los miedos que está desplazando una política basada en la argumentación, los discursos y los intelectuales?

 


Entre lo profundo y lo monumental:

acerca de la apropiación política del pensamiento de Rodolfo Kusch

 

por el Grupo de Reflexión Rural
 
 
En estos días se realiza en el Congreso Nacional una Jornada sobre el Pensamiento de Rodolfo Kusch, organizado por algunas instituciones académicas y con el auspicio de estamentos de la cultura gubernamental. Como discípulos y estudiosos de la obra del Maestro de la América Profunda, nos sentimos obligados a realizar  algunas reflexiones sobre tal acontecimiento y a expresar las profundas diferencias que sostenemos con quienes pretenden incorporar al Panteón del simulacro de la cultura con minúscula, a quien representa el Pensamiento Popular desde la humildad y el ostracismo de la existencia situada.
Nadie más lejano de los homenajes y de las figuraciones organizadas que el pensador de la indigencia y de la vida rural, de las vigorosas expresiones de la sabiduría ancestral y de las encrucijadas de la Modernidad en la Tierra sacralizada.

Kusch fue un auténtico caminante de los senderos perdidos de la existencia comunitaria, supo ponerle palabras a una Cultura que se resiste a las imposiciones de la Globalidad, fue un pensador que se fue haciendo a sí mismo, desde sus gastados zapatos en los adoquines de extramuros, a los pedregales andinos de la inmensidad americana. Un hombre entero como su vasta obra, riguroso consigo mismo como con los artificios de la racionalidad colonial, cuidadoso en los conceptos, casi parco, pero sonriente y generoso en presencia de los amautas y las comadres decidoras de los antiguos ritos del amparo.
Desde su temprana juventud, se empeñaría en comprender las peculiaridades del  arraigo, y se definió claramente como un mestizo cultural en los mismos ámbitos de las filosofías trasplantadas. Su decisión existencial lo alejaría de ese modo, paulatinamente de los claustros y de los reconocimientos académicos, para comprometerlo como un simple profesor, a la enseñanza, pero mucho más todavía, al develamiento de las antiguas sabidurías olvidadas por siglos de colonialidad y soterramiento.
Lo alejan asimismo en aquellos años de las consideraciones académicas, sus decisiones personales de respaldar el Movimiento Nacional de Liberación y a su Conductor, cuando la pertenencia a la causa popular y a sus principios, eran consideradas  una afrenta. Años de extrañamiento e indiferencia le permitieron trabajar en los fundamentos mismos de otro pensar y de alteridades soslayadas por los ritmos de las filosofías esterilizadas en el mismo momento de ser transplantadas al suelo americano.
La incomprensión y el silencio en su tierra, pero también alguna repercusión de su pensamiento en otras latitudes  regionales, le permitiría sin embargo, publicar sus textos liminares sobre la Cultura popular y el pensamiento indígena, continuando así los abordajes rioplatenses y criollos de sus primeras obras. Un camino que ya no se detendría en los meandros de la universalidad, y más bien, arraigaría en los mismos territorios donde se vive todavía un pensamiento seminal que nace desde la tierra y desde el paisaje y que da frutos en una Cultura con mayúscula. Decisión kuscheana que lo lleva hasta los límites mismos del pensar, desde el “estar siendo”, y desde el juego interminable de los dioses tutelares, a los que les solicita repoblar las tierras de América.
Los felices años del retorno de la Historia lo encuentran a Kusch multiplicando proyectos de teatro popular y cultura en las barriadas suburbanas, muy pronto destrozados por la muerte de Juan Perón, y por los años oscuros de la tragedia argentina.
Al Norte se va entonces el maestro, plasmando en la distancia, los ideales incumplidos de la Patria. Hasta allí llega sin embargo, la revancha que lo obliga a expatriarse entre las montañas mágicas de la Quebrada y la vecindad de los humildes seres del amparo. Una mueca feroz de lo nefasto, pero a la vez, como siempre ha sido, el necesario extrañamiento para volcar en febriles escrituras, la potencia concebida de un pensar raigal y contestatario, desde la misma indigencia material y las soledades de su exilio.
La muerte lo sorprende en Septiembre de 1979, en la plenitud de la madura reflexión, como un hachazo  existencial o como un juego perdido por los dioses mismos en esto de “estar siendo” para la trascendencia o para la finitud de una eternidad gastada. Aunque ya no está con nosotros en su vieja Estanciera de motor recalentado, Kusch  continúa hoy, destrozando las ilusiones de la Modernidad y del crecimiento, así como continúa desarmando los mecanismos de la seducción iluminista y del desarrollo material.
En estos tiempos tormentosos, tiempos de construcciones fantasmagóricas, tiempos  de relatos y simulacros progresistas, entre las diatribas al Imperialismo y la entrega sumisa a las Corporaciones, la sola intención de pretender un Rodolfo Kusch  complaciente con la Argentina del monocultivo sojero y de la Megaminería a cielo abierto, es un delirio propio de quienes extraviaron el sendero entre las seducciones del poder y las recetas de un marxismo degradado.
Hace largos cuarenta años Kusch desnudó las lógicas de la colonialidad cultural,   las mentiras del Desarrollismo y la destrucción de la vida rural por la llamada Revolución Verde. Polemizó asimismo, con los pedagogos de la concientización para el mercado y el consumo, y expuso crudamente el papel de los sectores medios urbanos en la trama imperial que nos sujeta a las nuevas dependencias. Los que estuvimos a su lado entonces y los muchos que hoy intentamos ser consecuentes con su obra, repudiamos el intento de tergiversar sus memorias. A la vez que aceptamos  la infinita distancia que obra entre la monumentalidad apoderativa y la profundidad de lo innombrable, y nos ratificamos en que las luchas contra el Capitalismo, deben ser acompañadas necesariamente, por un esfuerzo contra las nuevas colonialidades y por una crítica a las lógicas de la Modernidad que hoy nos ofrece un progresismo tardío y entreguita.


El spot más largo del mundo

por Martín Zariello
Antes de que empiece la película sobre Kirchner, el espectador recibe la información de que el Estado, a través del INCAA, promociona Amor a mares, una comedia en la que Luciano Castro hace de escritor deprimido. Hay un crucero, chistes sobre cornudos y Miguel Ángel Rodríguez. Néstor Kirchner, la película, por su parte, avanza entre la sacralización improductiva de los 70′ (que no resiste siquiera la mirada del kirchnerismo) y el estilo lava-cerebros de los spots de Argentina. Un país con buena gente. En el medio se filtra algo así como una biografía sobre Kirchner. Si El Dueño, el lamentable «libro» de Majul, se dedicaba a describir objetivamente las hemorroides de Néstor para regocijo del vigilante medio argento, en la película de Paula de Luque Kirchner directamente no tiene culo, no se manda ninguna cagada. Es significativo que un movimiento que se cansó de apelar al concepto de realpolitik para desacreditar la opinión de los tibios, banque una mirada sobre la vida de Kirchner propia de Disney. ¿O en qué otro tipo de productos se inspiró la directora al cranear ese final en el que los protagonistas de la película ven caer del cielo una insólita lluvia que mezcla copos de nieve y estrellas? Defender el kirchnerismo desde la pureza ética y moral, a lo Víctor Hugo, definitivamente es no haber entendido el kirchnerismo. O hacerse el boludo. O serlo.
Según se lee en los agradecimientos, fueron 12.000 las personas que aportaron documentos audiovisuales y testimonios para llevar a cabo la película. Sin embargo, fuera de algunas cintas caseras (de las que ya se conocía buena parte), no hay ninguna novedad. Se trata de un video clip con abundante material de noticieros. Y de ingredientes anecdóticos que no le cambian el gusto a la ensalada: a Néstor le decían “Lupín” por una historieta, Néstor le compró sus primeros zapatos con tacos a Alicia, Néstor le rompía las bolas a Máximo cuando jugaba a los soldaditos (y eso entraña un mensaje revelador). La imagen de Néstor haciendo pogo con el pueblo y sin paniquear ante las adversidades son las características más efectivas de un personaje muy complejo. Claro que no hacía falta una película para subrayar lo que todos conocíamos. Otro aspecto reprochable es que no aparezca el nombre de quienes ofrecen su testimonio, ni siquiera cuando se escuchan voces en off. ¿La voz del pueblo no tiene nombre? ¿Al lado de la voz de Él nadie merece ser mencionado? Misterio. En varias reseñas se observa que la intervención de Máximo Kirchner está totalmente alejada del drogadicto/malvado/retardado que intenta canonizar Lanata. Ése sería el punto fuerte de la película. Bueno, es mérito de Máximo, no de la película.
Acá Kirchner es todopoderoso, como Dios. Es omnisciente, como un narrador realista del siglo XIX. Es bueno, como el abuelito de Heidi. Le da trabajo a mi mamá, un violín a tu hijo, un sentido a la vida, convierte los glaciares en helado de limón. ¿Quienes le pasaban el teléfono de las personas beneficiadas por su toque divino son trabajadores del Ministerio de Desarrollo Social o enviados del Señor? El relato K ubicó el proyecto colectivo del setentismo por encima de la exaltación individual de los 90′. Del «No voy en tren» a «Bienvenidos al tren». Del Yo al Nosotros. Del depto de un ambiente al Cosmos. De American Psycho a América Unida. Todas ideas hermosas que la película, por supuesto, destruye, al reivindicar ciegamente el prototipo del Salvador, del Superhéroe, del Caudillo, del Macho Alfa. Entonces no hace falta militar, no hace falta interesarse por lo que pasa, Dios está de nuestro lado, boludo, y nos resuelve los problemas desde el cielo de los próceres.
A poco de comenzar la película, Emilio Del Guercio intenta plantear un paralelismo entre los primeros años del rock argentino y el contexto de la primavera camporista. La idea es forzada: no es el caso del bajista de Almendra, pero el rock argentino siempre fue ajeno a la militancia y la militancia siempre despreció el rock. Sin ir más lejos, todos saben que Spinetta fue echado de la JAEN (Juventudes Argentinas por la Emancipación Nacional) por fumar porro. Nosotros, mayormente, somos gente crecida bajo el influjo de una lírica rockera que hizo épica del consumo. Y la merca ni siquiera era nuestra. Barras bravas del reviente ajeno que pasaron horas decodificando versos del Indio hasta comprobar que sí, otra vez, estaba hablando de cocaína. Creímos que las metáforas producidas por ese polvo que viajaba a toda velocidad por las fosas nasales de Charly tenían algo que ver con nuestras vidas periféricas y rutinarias. Con esos antecedentes y por un instinto de supervivencia, porque suponemos que se está mejor acompañado que solo, no sorprende que hayamos interpretado linealmente que un ex gobernador de la Patagonia acabó con el letargo apolítico de los 90′. De un saque. El problema tal vez sea que uno está acostumbrado a recibir los mitos envueltos en un paquete. Ver cómo se los construye en vivo y en directo impresiona un poco.

La ilusión democrática

por René Schérer (1997)

(Traducción Diego Luis Sanromán)


“Vosotros, pueblos modernos, no tenéis esclavos, vosotros lo sois”

El debate sobre la democracia directa sin duda atestigua una profunda inquietud, una
legítima sospecha con respecto a la evidencia democrática, a ese consenso del que hacen
alarde y se enorgullecen los regímenes occidentales frente al resto del planeta, de esa
forma política, en fin, que pretenden propagar e imponer universalmente.
Democracia es una bonita palabra, una palabra ineludible en su oposición al
totalitarismo o a la dictadura. Pero ¿es algo aparte de una palabra? ¿Algo aparte de una
consigna? Mucho más difícil resulta formar y formular un concepto claro. Un concepto
en el centro del cual brille esa noción ambigua y –lo sabemos de sobra- falaz, de
“directa”, que a menudo se ha vuelto contra la democracia misma.

Aunque no tengo la pretensión de que la problemática de la “democracia directa” esté
ya presente toda entera en J. J. Rousseau, sí creo que el recurso al Contrato Social
resulta particularmente esclarecedor si se quieren establecer sus bases conceptuales,
deshacer el embrollo y llegar a comprender cuál es aquí, con exactitud, el problema.
Mi propuesta consiste, pues, en referirme enseguida al Contrato Social, apoyándome en
sus puntos fuertes y destacados, que constituyen algo más que un trasfondo de interés
exclusivamente erudito e histórico, pues siguen estructurando la reflexión actual. Estos
puntos –no señalaré sino tres- son la representatividad parlamentaria, la relación de la
soberanía popular con el gobierno y la soberanía popular en sí misma; es decir, la
voluntad general y su expresión. En todos estos niveles, en torno a estos tres puntos,
Rousseau resalta una dificultad inherente a la expresión democrática, una división y una
separación que obstaculiza la transparencia de las relaciones; una pantalla que viene a
interponerse en el camino de la expresión.


Al mismo tiempo que sitúa en el pueblo la condición misma de posibilidad de un estado
racional y libre, Rousseau revela la existencia, en el propio corazón de la democracia, a
poco que se quiera expresar ésta en su concepto y su perfección, de una imposibilidad.
La democracia está presa en un juego de lo posible y lo imposible, que también puede
interpretarse como abriendo y ocupando a su rededor un espacio utópico específico
capaz de despertar y de dejar que se despliegue la reflexión.
*
Vuelvo enseguida a esos tres puntos del Contrato Social:

1. El primero, mencionado en el capítulo XV del Libro III, con el título de De los
diputados o representantes, es el que ofrece la imagen más inmediata del obstáculo al
ejercicio directo de la soberanía [1]. Fórmulas como: “la voluntad no se representa: es
una o es otra”, o bien “tan pronto como un pueblo se da representantes, deja de ser
libre y de ser pueblo”, podrían antojársele excesivas al lector contemporáneo, habida
cuenta de que todas nuestras democracias son representativas. Y el propio Rousseau
señala, en el mismo capítulo, que si las democracias antiguas podían ser directas, era
porque la parte libre del pueblo, los ciudadanos, lo eran solo gracias a los esclavos. Por
otro lado, al someter a una última ratificación popular directa ciertas decisiones que los
diputados no harían más que proponer: “Los diputados del pueblo, pues, no son ni
pueden ser sus representantes, son únicamente sus comisarios y no pueden resolver
nada definitivamente. Toda ley que el pueblo en persona no ratifica, es nula”, Rousseau
reconoce un papel excesivo a lo que nosotros llamamos referéndum, donde pueden
aparecer muchas otras pantallas y obstáculos a la representación, aparte de los del
simple mandato representativo.

2. Y es que, de hecho, conviene entender el significado y el alcance del término
‘representación’ más allá de la representación propiamente dicha, en su sentido
parlamentario.

El capítulo XV lo tiene en cuenta: “vosotros, pueblos modernos, no tenéis esclavos,
vosotros lo sois [2]; algo que parece no solo afecta al régimen monárquico, sino a los
peligros del régimen democrático mismo, en cuanto que la democracia no es solamente
un principio de soberanía, sino una forma de gobierno. En el capítulo IV del mismo
libro (de la democracia) se manifiesta también una división o separación interna, una
distancia relativa a la expresión directa, no al nivel de la representación, sino al del
poder de una parte del cuerpo social sobre otra [3].

Este capítulo es un inventario de los obstáculos con los que choca la democracia y de la
corrupción de su principio en su funcionamiento, bajo la forma de los “intereses
privados” y de la ausencia de “igualdad en los rangos y en las fortunas”; de modo que,
en el momento mismo en el que acaba de plantearse que “parece, según esto, que no
podría haber mejor constitución que aquella en la cual el poder ejecutivo estuviese
unido al legislativo”, uno se ve obligado a reconocer que “tomando la palabra en su
rigurosa acepción, no ha existido ni existirá jamás verdadera democracia; lo cual la
arroja al plano de la idea o de la utopía: “Si hubiera un pueblo de dioses, se gobernaría
democráticamente. Un gobierno tan perfecto no conviene a los hombres”.

3. Pero la idea misma, lejos de ser una idea límpida, de poder exponerse como una
evidencia incontestable, no está exenta de separación, de contradicción, de
imposibilidad. Tal idea es la idea de la soberanía indivisible del pueblo, cuya voz es la
voluntad general. Ciertamente existe una evidencia, un arraigo absoluto en una certeza
que constituye el punto fuerte de Rousseau, el punto nodal de la idea democrática: toda
colectividad, “el pueblo”, es la única propietaria de su verdad, de su bien, de lo que
quiere y debe querer para ese bien. No hay otro juez, otro poder, otra referencia, otro
valor. Es el principio que afirma Rousseau para el cuerpo social, del mismo modo que,
por cierto, lo afirma para sí mismo en las Confesiones: la auto-afirmación. Principio
afirmativo, inalienable e infranqueable, esencialmente moderno, sobre el cual se ha
fundando toda la modernidad hasta nuestros días. Y, en lo que concierne a nuestro
problema, el principio sobre el que se fundamenta la idea de la democracia directa y la
potencia sugestiva del término ‘directa’; el lugar del que extrae su valor y su peso.

En esta ocasión, conviene que nos remitamos a los Libros I y II del Contrato Social.
¿Qué es la democracia, si no la formalización política del principio mismo que se
encuentra en la base del Contrato Social; es decir, eso que permite pasar del derecho
natural del individuo aislado al derecho civil del individuo en sociedad? Una
transformación que es no solo una conservación, sino una elevación a una potencia
superior, en la que cada uno gana más de lo que pierde en virtud de un acto que hace
que “cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre
como antes [4]”.

¿Significa esto, sin embargo, que dicha conjunción pueda producirse sin separación, sin
el encuentro con un nuevo obstáculo que se interponga entre las voluntades singulares y
la generalidad? Todas las dificultades con las que choca la democracia directa están
condensadas en la formulación de la voluntad general, en su mecanismo, tal como éste
se expone en el capítulo III del libro II: “De si la voluntad general puede errar” [5]. En
él, Rousseau distingue cuidadosamente la “voluntad general” de la “voluntad de todos”,
entendiendo por esta última las voluntades particulares que dominan la colectividad e
impiden ver el bien común. La voluntad de todos es el reino de la opinión, de la
comunicación en su sentido trivial; algo que podemos transponer y actualizar para
nuestro uso si vemos en ella el reino de una opinión manipulada a través de los medios.
Es la idea recibida, es el consenso tal como se propone e impone, capaz de redondear las
esquinas y de asfixiar toda singularidad.

Voluntad de todos frente a voluntad general: para el lector de hoy, la fórmula resulta
ciertamente chocante y necesita de traducción, puesto que, para Rousseau, la “voluntad
de todos” se corresponde con los intereses privados que acaparan lo colectivo para sus
fines particulares. Hoy en día hablaríamos más bien de efectos de masa o mayoritarios
que, en una democracia real, tal como ésta se practica, sustituyen a un “interés común”
que a menudo es minoritario.

En cuanto reino de la opinión, la voluntad de todos queda, como aquella, a merced de
los vientos electoralistas y de las mediaciones y demagogias de todo género. Por el
contrario, “la voluntad general no puede errar (título del capítulo III) porque pone en
relación directa la expresión individual y lo colectivo. Es la expresión de las voluntades
individuales en cuanto se ponen en relación con el todo y se vuelven compatibles con él.
Conviene aquí, en mi opinión, prestar atención al lenguaje de Rousseau, incluso en lo
que tiene de extraño y difícil, pues se trata precisamente de esclarecer el delicado
problema de la relación entre la verdad y la opinión, entendida en sentido platónico,
como doxa, como no-verdad.

Errabunda, fluctuante, dóxica: así es la “voluntad de todos”, que “atiende al interés
privado, siendo en resumen una suma de las voluntades particulares” [6]. La “voluntad
general” no puede errar, pues está del lado de la verdad (de la utilidad común, del
interés común) y no es, como la anterior, una suma en el sentido de una acumulación de
opiniones, sino una “suma de las diferencias”.

¿Qué quiere decir esto? Un sagaz comentarista de Rousseau, Alexis Philonenko, en un
artículo sobre el Contrato Social, explica muy bien que se trata, no de una suma
aritmética, sino de diferenciales, de una integración, a la manera de una curva que, en
su trazado, integra las pequeñas tangentes cuyo límite constituye ella misma. Así
también, las pequeñas diferencias de las singularidades quedan absorbidas en una ley
que no deja de ser su expresión conforme. O, puesto que este lenguaje resulta bastante
leibniziano, se podría decir igualmente que la relación de la voluntad general con las
particulares o singulares es una relación de composibilidad [7]. La voluntad general no
es otra cosa que la composibilidad de las voluntades particulares.

Y ahora creo que se puede comprender el mecanismo de las condiciones planteadas para
que dicha voluntad resulte de la consulta popular. Permítanme la siguiente cita: “Si,
cuando el pueblo, suficientemente informado, delibera, los ciudadanos pudiesen
permanecer completamente incomunicados, del gran número de pequeñas diferencias
resultaría siempre la voluntad general y la deliberación sería buena [8]”.

He aquí la imagen de la democracia directa. La democracia directa elimina las
comunicaciones, es decir, los intermediarios de las ligas, los partidos o las asociaciones,
los “medios”, que prohíben que cada cual “opine de acuerdo con su modo de pensar”.
Sin embargo, este modelo requiere una información suficiente, pero ¿de dónde puede
proceder ésta, sin comunicación ni mediación? Si no existe una imposibilidad radical, sí
existe al menos un serio obstáculo a la formación de ese juicio esclarecido que se
supone debe impedir el extravío de la voluntad general.

Así, por dos flancos diferentes y en el centro mismo de la cuestión de la voluntad
general y de la soberanía en que se funda la democracia, volvemos a encontrarnos con la
división y la separación. Éstas no son otra cosa que la expresión de la irreductible
tensión entre la soledad de la singularidad individual, de un “Yo” siempre inclasificable,
y su inserción forzosa en lo social y lo político.

Ciertamente, dentro del marco del Contrato social, Rousseau postula su encuentro e
incluso su coincidencia, y es en ésta en la que echa raíces la virtud que se le adjudica a
la democracia directa. Pero los obstáculos que provoca la obtención de semejante
transparencia muestran a las claras la dificultad para alcanzarla [9]. Yo sacaría la
conclusión de que, al mismo tiempo que aparece como el acto fundador de la
democracia moderna y de la legitimidad de cualquier Estado, el Contrato Social
muestra la imposibilidad de la democracia completa en el marco estatal. O dicho de otro
modo, sugiere la siguiente antinomia:

Tesis: No hay más Estado legítimo que el Estado democrático.

Antítesis: La democracia es imposible en el marco del Estado.

La democracia, al menos conforme a su idea inmanente, a su sentido vivo, si uno
entiende esto último como la íntima unión entre la libertad individual y la vida colectiva,
como realización del individuo en el ser social, como coincidencia o armonía entre los
fines individuales y los fines genéricos, es antinómica.

Rousseau respondió, en términos ideales, a algunas de estas dificultades y señaló, no
solo para su época, sino también para nosotros, dónde se encontraban los obstáculos.
Por ejemplo, y de manera eminente, cuando plantea que la democracia, en su forma
auténtica, directa, no es posible más que en el marco de pequeñas ciudades o pequeños
Estados, que la extensión espacial o el número, no de forma accidental, sino por un
vicio interno, al obligar a la mediación y a la representación, le resultan fatales.

Volveremos a encontrarnos con esta advertencia rousseauniana, por un lado, en el anarquismo de Proudhon, que limita a las ciudades o las comunas el ejercicio de la
democracia; y por otro, en experiencias o teorizaciones más recientes y muy actuales
que también se alejan de las grandes formaciones estatales para confiar a grupos-sujeto
restringidos las acciones sociales y políticas. Por ejemplo, lo que, tanto al margen de los
Estados como de los partidos, Félix Guattari reconoció bajo el nombre de “Revolución
molecular” [10].

De aquí podría extraerse la conclusión de que la democracia rousseauniana no podría
funcionar más que en el ámbito del anarquismo, en contradicción con la letra explícita
del Contrato Social, que quiere ser el fundamento de una doctrina del Estado, pero de
acuerdo con su inspiración, con su espíritu. Tanto en lo que concierne a la crítica de las
grandes formaciones del Estado como en lo relativo a la afirmación de las
singularidades y de la soledad individual en el seno mismo del contrato fundador, nos
encontramos con todas las constantes del anarquismo, tal como éste se expresó y
desarrolló en el siglo XIX bajo formas diversas e incluso antagónicas, y ya se trate de
Proudhon, de Nietzsche, de los anarquistas rusos o de los ácratas de nuestros días.
Pero es preciso ir más lejos y, si es que queremos exponer el espíritu de la democracia
directa –es decir, el espíritu de la utopía del que es portadora-, saber tratar con manos
iconoclastas la forma política de la democracia en sí misma.

El debate en torno a la democracia se ha visto profundamente viciado por las formas
aberrantes de las llamadas democracias “populares”, que llevaron al extremo la
sustitución de la voluntad general por la voluntad particular del partido y la
especialización del poder a su paroxismo. Rousseau era consciente de esta separación,
que denuncia bajo el nombre de representación. Del mismo modo que era consciente de
que tal especialización se basa en una separación más profunda que afecta a las
desigualdades del cuerpo social, entre ricos y pobres, entre propietarios y proletarios.
Pero igualmente puede leerse en su obra una anticipación de la denuncia de toda
dictadura burocrática. Es, pues, el orden político entero, connotado por la democracia, el
que constituye la pantalla ilusoria del funcionamiento de la máquina estatal moderna,
caracterizada por la separación entre el ser apasionado, sufriente, actuante, real, del
hombre productor y su producto. La pantalla expropiadora de la representación alienada
que Fourier y luego Marx, aunque también ya –implícitamente al menos- el propio
Rousseau, caracterizaban, contra las interpretaciones triunfalistas y progresistas de
Locke, como propio de la sociedad de mercado, del Estado liberal burgués y de la
democracia liberal. En este último caso, Estado o libertad humana y libertad de
comercio son equivalentes, idénticos.

Es, pues, esta engañifa democrática la que hay que denunciar permanentemente.

Teniendo en cuenta, sin duda, el nuevo contexto, que ya no será exactamente el de
Rousseau, ni siquiera el de Marx, sino más bien el señalado, hace treinta años, por Guy
Debord en la Sociedad del espectáculo, quien vio que la “escisión generalizada del
espectáculo es inseparable del Estado moderno” (§ 24), convirtiendo a “la democracia
en el nombre de un espectacular difuso, frente al espectacular concentrado que
caracteriza a la dictadura burocrática” (§ 42) [11].

En consecuencia, se tratará más sencillamente de enfrentar las exigencias de una
democracia directa a la democracia representativa o parlamentaria; una oposición que
no es más que la expresión política de un movimiento más profundo, el del “poder
práctico de la sociedad moderna se haya desprendido de ella misma y se haya edificado
un imperio independiente en el espectáculo”. En este sentido, y a propósito de esa
mengua fulgurante que se ha producido en las sociedades contemporáneas, podríamos
hablar con Giorgio Agamben de “la lucidez de un diagnóstico” que, desde 1967, se
adelanta a la invasión, a la penetración integral del espacio socio-político por la
mediatización, por el poder de los “medios” [12]. La aportación y el interés de este tipo
de análisis, que muestra en el espectáculo no la simple fantasmagoría de las imágenes,
sino “una relación social entre personas mediatizada por imágenes” (Ib.), estriba en
que hace imposible, en el plano político, también penetrado íntegramente por lo
espectacular, una clara diferenciación entre lo directo y lo representativo. Y manifiesta
la imposibilidad de definir, en ese mismo plano, una “voluntad general”, pues “la
posibilidad misma de un bien común se ve expropiada […] la violencia del espectáculo
es destructora” [13].

El espectáculo generalizado emborrona toda distinción entre opacidad y transparencia
en la confusión permanente, y en todos los niveles, entre espectáculo y realidad;
incluido el nivel de la conciencia que cada cual puede tener de sí mismo y de sus
certidumbres. Sin duda, no podemos renunciar a reclamar el concepto pleno de
democracia directa, en el sentido del encuentro entre lo individual y lo colectivo, entre
lo singular y lo general; pero también está claro que esto no puede hacerse mediante la
simple reivindicación de la “transparencia” política, como esa que consiste en llevar al
escenario público o judicial los entresijos del teatro parlamentario. El orden de lo
político en su conjunto se encuentra invalidado.

La democracia directa no es solo una cuestión de forma, sino también de contenido; de
un contenido que concierne igualmente al lenguaje. Y entiéndase por éste el tipo de
vocabulario y de discurso que no entra en la expresión política, en ese vocabulario y ese
discurso que se denomina “políticamente correcto”, o bien y simultáneamente, el tipo de
cuestiones que los políticos, tradicional y constitutivamente, están imposibilitados para
abordar. La democracia directa se convierte en reveladora de la abstracción y del
formalismo político ante la abundancia y la riqueza expresiva de la vida. Ella es la que
tiene en cuenta esas singularidades que la política expulsa de su campo y que Rousseau
no logró mantener, por más que su concepto de voluntad general se base en ellas. Y de
tal modo, realiza el deseo del hombre singular.

Estos contenidos no resultan identificables en el registro de lo político que ha
constituido, como una abstracción, al hombre como sujeto o ciudadano. Una democracia
directa procede a la descomposición o al soslayamiento de ese sujeto a la vez vacío y
masivo: el ciudadano, el elector, para traducirlo en singularidades a las que da voz:
homosexuales, mujeres, jóvenes, locos, presos, inmigrantes, parados, sin-hogar, etc.
Tampoco resulta indiferente que el foco y el eje en torno a los cuales se organiza esta
posibilidad de la democracia directa sea, si no siempre y prioritariamente el de la
sexualidad, sí al menos el del deseo y sus posibles agenciamientos: el del deseo en
cuanto fuerza productiva social, “sociopoiética”.

La enumeración anterior señala la extensión del dominio de la democracia directa, cuyo
despliegue, por cierto, hemos experimentado durante estos últimos decenios; esto entra
dentro de lo utópico, de aquello que está excluido del campo del realismo político en
ejercicio y no puede irrumpir en él más que por la fuerza; y que jamás ocupará el centro,
solo los márgenes.

Me serviré de otra de las expresiones de G. Agamben, desviándola del contexto en que
él la utiliza y acaso empleándola de forma impropia: la del hombre cualsea, el ser-tal en
su no-identificación con tal grupo, con tal cualidad. Podemos ver la aparición y la huella
de este “cualsea” en algunos de los grupos que he citado más arriba y que siempre han
sufrido de ciertas esclerosis, de las que han debido deshacerse luchando, en su propio
seno, contra identidades demasiado apresuradas. El cualsea es la fuerza que protege al
individuo contra su absorción por el grupo categorial e identitario.

Podríamos hablar también –y, en mi opinión, este lenguaje es equivalente- de
singularidades prepersonales, de eso que G. Deleuze denominó en algún lugar
singularidades nómadas [14], por medio de las cuales cada cual se dirige directamente a
los otros, se propone y se expone a los otros, y se vincula a ellos sin dejar de ser él
mismo. Sin tales singularidades, lo “directo” está ausente, pues entonces es preciso
recurrir a la mediación deformante de la identidad de grupo, de la categoría, de la
persona. En el caso de Fourier, podríamos ver funcionando el mismo mecanismo en la
relación entre el individuo y el grupo al que se agrega, y en el engranaje de los grupos
entre sí.

En términos generales, hoy en día no puede buscarse el sentido de la democracia directa
más que en el marco de lo que denominaremos las “políticas del deseo”. Es en ellas
donde se encuentra actualizada la proposición rousseauniana que concierne a la
voluntad general; a saber, que “no se representa”. Pero mientras Rousseau buscaba tal
representación en el ámbito de la construcción de la ley coactiva, es en el ámbito del
deseo y de la producción que se propone donde hemos visto surgir y donde surgen,
constantemente renovados, ciertos grupos y “movimientos”: sujetos con sus
singularidades irreductibles que intervienen en cuanto tales en la vida del cuerpo social,
de la que hasta entonces habían sido excluidos o que, cuando menos, no los aceptaba
más que a condición de que renunciasen a esa singularidad.

Admitir este desplazamiento del interés, deberíamos decir esta mutación, en el dominio
de lo político –y que se traduce en una modificación de las estrategias que va mucho
más allá de la simple vía electoral y de las instituciones- significa modificar de arriba
abajo el dominio de las jerarquías y de las competencias. Las políticas del deseo
cuestionan de nuevo uno de los aspectos de la separación que manifiesta el abandono de
la soberanía popular en manos de poderes de todo género, representados como
detentadores exclusivos de la información y del conocimiento. Este aspecto recubre, sin
eliminarla pero duplicándola y reforzándola, la separación creada por la fortuna, la
propiedad o la clase. De esta forma se constituye, hasta recubrir el conjunto del ámbito
político, volviendo indiscernibles sus fines y retos, un “Estado sabio”, por emplear la
sorprendente expresión de François Châtelet [15]. Este Estado sabio, en el que hay que
incluir todos los “cuerpos” instituidos, y no solo los gobiernos o esos a los que suele
designarse como tecnócratas, desposee al individuo y a la vida pública en su conjunto
de todo derecho de control sobre las decisiones que les conciernen.

Sin duda, la reconsideración de las competencias pudo conocer abusos y perversiones.
Pensemos, por ejemplo, en los “guardias rojos” maoístas y en los supuestos “tribunales
populares” que se vieron florecer en la Francia de los años 70. Pero las políticas del
deseo no hacen referencia a estas competencias puramente negativas, producto del
resentimiento que niega la cultura y el saber. No conciernen a un juicio emitido contra
otro, sino a la autoafirmación de la reserva inexpugnable que cada cual lleva en sí y que
no es otra cosa que su voluntad y su razón de vivir, su deseo de estar con, su “amor” o
su amistad [16].

En este sentido, y cualesquiera que sean las divergencias y las mutaciones que acabo de
señalar, las políticas contemporáneas felizmente pueden encontrar una referencia y una
confirmación en una de las más íntimas aspiraciones del Contrato Social. Pues éste es,
en efecto, y frente a las ciencias jurídicas de su tiempo y a la desposesión del pueblo por
los poderes instituidos, una recuperación de las competencias, una reducción de toda
ciencia y de toda estrategia política a las simples afirmaciones convergentes de uno
mismo y del cuerpo social. Fuera de esta afirmación, siempre por repensar y por
reactivar, no hay en modo alguno una técnica, una ciencia superior de lo que sería el
interés común. Rousseau nos enseña a desvelar, tras los imperativos decretados por los
tecnócratas, los intereses particulares, esos supuestos intereses de todos que solo sirven
para asegurar el dominio de algunos.

Tales me parece que podrían ser hoy las líneas directrices de una relectura del Contrato
Social, que de este modo se situaría en el centro del debate sobre la democracia directa
y sus condiciones de posibilidad. En cierto modo, constituye una utopía siempre
presente. Por otro lado, saca a la luz, en negativo, a contrario, las exigencias de nuestra
actualidad, de las que Rousseau se alejó o bien sencillamente ignoró. Para concluir,
insistiré sobre dos de estas exigencias, que, aunque no contradicen el espíritu del Contrato, no derivan inmediatamente de él y resultan apropiadas para reorientar toda
reflexión contemporánea:

1º Que la democracia directa, explícitamente relacionada por Rousseau con formaciones
sociales restringidas y con sus cohesión interna se presenta como una democracia
cerrada, tanto más perfecta cuanto que excluye al extranjero. Este contenido patriótico
del Contrato Social, que a menudo han destacado sus comentaristas, aparece de forma
clara en la admiración de Rousseau por las ciudades antiguas. Rousseau rechaza, como
una vaga ensoñación, el cosmopolitismo de su época y ridiculiza esa “sociedad general
del género humano”, así como la fraternidad universal o el amor al género humano,
como pura fraseología incapaz de fundar un cuerpo político consistente y libre.

Estas críticas siguen resultando pertinentes por cuanto apuntan a la abstracción de una
filantropía abstracta, hipócrita y sin objeto. Pero deberían, al contrario de lo que hace
Rousseau, permitir al pensamiento superar el marco patriótico restringido, hacer que
estallase el marco de la ciudad, en el doble sentido de la búsqueda de asociaciones de
base y de la unidad universal del Globo. Es la orientación seguida por Fourier, también
él un crítico irónico y acerbo de la fraseología filantrópica de su época y del
cosmopolitismo de cartón piedra, pero éste basa, sin embargo, en la cohesión de las
falanges, y en los agenciamientos pasionales internos y externos que éstas propician, el
medio para superar las fronteras nacionales y estatales, la vía hacia un cosmopolitismo y
una filantropía universal de hecho [17]. Vía que es también la vía an-árquica de
Proudhon, que hace que la aspiración a la universalidad en el movimiento federativo se
corresponda con los intereses comunales de las ciudades, que se abren al extranjero
cualsea sin ninguna exclusividad patriótica.

Éste parece ser –utópicamente, se entiende, puesto que está en contradicción con las
tendencias realistas contemporáneas- el tema central de la democracia de nuestro tiempo:
la acogida del extranjero, la posibilidad de hacer directamente sociedad con él. Una
apertura y acaso una difuminación de la polis ante la etnia, por emplear aquí una
oposición muy esclarecedora que tomo de un artículo de Claire Auzias consagrado al
pueblo rechazado por excelencia, los gitanos, y publicado en el último número de la
revista Chimères [18].

Reclamar los derechos de la etnia como grupo-sujeto supone también mostrar las
limitaciones de las prerrogativas del demos sobre el que, ciertamente, se asienta la
democracia, pero a expensas de una parte sometida y olvidada de la población.

2º ¿Habría entonces –y éste es mi segundo y último punto- que desechar la palabra
democracia misma? Por lo menos, deberíamos mantenerla bajo sospecha. Y más
profundamente de lo que propone Rousseau, bloqueado, dentro del marco del
pensamiento de la polis al que se limita el Contrato Social, por lo que podríamos llamar
–después de las explicaciones anteriores- el “prejuicio” democrático.

En efecto, con respecto a las aspiraciones de ese “directo” que nos orienta y designa la
utopía viviente del ser social, del estar-juntos, el término ‘democracia’ se antoja muy
débil. En fechas recientes, aunque reanudando una tradición inmediatamente postrevolucionaria, ha empezado a preferirse el de comunidad, más vivo, menos formal y
jurídico; pero también más impreciso, más fugitivo. Sin duda, esta comunidad inspirada
en la Comuna presenta aspectos anti-estatales, pero también los riesgos del
autoritarismo y la clausura. Aunque, sin embargo, connota tanto lo electivo [19] como
lo afectivo, el elemento o componente de un impulso hacia el otro y de una
comunicación que faltarían siempre a las formas políticas institucionalizadas. La
comunidad no es oponible a la democracia. Se instala en otro espacio, más allá, y es de
otro orden, como el de la gracia o la utopía.

Me limitaré a evocarla, bajo esta forma, a través de ese acontecimiento de la democracia
directa contemporánea que fue, en Francia y en buena parte del mundo, mayo del 68, y
para ello me permitiré remitir a algunas páginas admirables que Maurice Blanchot le
consagró en La comunidad inconfesable:

“Mayo del 68 demostró que, sin proyecto, sin conjuración, podía, en lo repentino de un
encuentro feliz, como una fiesta que trastornara las formas sociales admitidas o
esperadas, afirmarse (y afirmarse más allá de las formas usuales de la afirmación) la
comunicación explosiva, la apertura que le permitía a cada uno, sin distinción de clase,
de edad, de sexo o de cultura, congeniar con el primero que pasa, como con un ser ya
amado, precisamente porque era el familiar-desconocido” [20].

Una apertura, pues, una “exposición” (G. Agamben), una presencia, pero de la cual “el
pueblo” mismo, que a menudo se evoca a propósito de esto, no sería nunca más que una
imperfecta designación:

“Ahí estaba –prosigue Blanchot-, ahí está aún la ambigüedad de la presencia –
entendida como una utopía inmediatamente realizada (el subrayado es mío)-, por
consiguiente sin porvenir, por consiguiente sin presente: en suspenso como para abrir
el tiempo a un más allá de sus determinaciones usuales. ¿Presencia del pueblo? Ya se
abusaba en el recurso a esa palabra complaciente […]”

En todo caso, un pueblo, un demos sin kratos, sin poder, y que basa su invencibilidad,
su promesa de renovación incesante, en lo que Blanchot llama una “declaración de
impotencia” [21].

Para concluir: “En eso es temible para los detentadores de un poder que no lo reconoce:
al no dejarse aprehender, al ser tanto la disolución del hecho social como la
obstinación reacia a reinventarlo con una soberanía que la ley no puede circunscribir,
puesto que ella la recusa aunque se mantenga como su fundamento”.
Pero ¿acaso Rousseau, por volver a quien puso en marcha esta intervención, habría
pensado otra cosa, habría tenido algo distinto en perspectiva?

NOTAS
[1] J.J. Rousseau, Du contrat social, Introduction, notes et commentaires par Maurice
Halbwachs, Paris : Aubier/Montaigne, 1948, Livre III, chap. XV.
[2] Ibid.
[3] L. III ch. IV : De la démocratie.
[4] L. I, ch. VI : Du pacte social.
[5] L. II, ch. II : Que la souveraineté générale est indivisible
[6] Rousseau, Contrat, L. II, ch. III.
[7] Es decir, que no existe incompatibilidad lógica entre la voluntad general y las
voluntades particulares.
[8] Rousseau, Contrat, L. II, ch. III.
[9] Jean Starobinski, Jean-Jacques Rousseau. La transparence et l’obstacle, Paris :
Gallimard, 1971.
[10] Felix Guattari, La révolution moléculaire, Paris, Encres, recherches, 1977.
[11] Guy Debord, La société du spectacle, Paris : Buchet-Chastel, 1971, p. 31.
[12] Giorgio Agamben, La communauté qui vient : théorie de la singularité quelconque.
Paris : Seuil ,1990, trad. Marilene Raiola, p. 80.
[13] Ibid. p. 82
[14] Gilles Deleuze, Logique du sens, Paris : éd. De Minuit, 1969, p. 125.
[15] François Chatelet, in Le nouvel ordre intérieur, Ouvrage coll., Presses
universitaires de Vincennes, 1980.
[16] Luc Boltanski, L’amour et la justice comme compétences, Paris : Métaillé, 1990.
[17] Cf. R. Schérer, Zeus hospitalier, Paris : Armand Colin, 1993, en part. Ch. 3 et 4.[18]
Claire Auzias, « Ethnie vs Polis », Chimères n° 25 (Printemps 1995), pp. 75-86.
[18] Se trata, desde luego, de la elección: de una opción singular, no de las elecciones
mediante el voto. La comunidad es electiva, no elegida.
[19] Maurice Blanchot, La communauté inavouable, Paris : éd. De Minuit, 1983, p. 52.
[20] M.Blanchot, op. cit. pp. 54-56.

El hombre que se tropieza


Si las películas dicen algo, no dicen la verdad. Y a Dios gracias que así sea. Tenemos el escenario: un cazatalentos de baseball cuya característica principal es tropezarse, lo cual se nos explica: muy viejo, Gus Lobel está perdiendo la vista. Pero mejor entender qué es lo que pierde, o si es que pierde algo.


Gus Lobel viaja a Carolina del Norte, la última oportunidad para encontrar un nuevo talento para Atlanta Braves. Pero siendo que las nuevas técnicas de medición y probabilidades, la combinatoria de datos duros, se imponen ante las situaciones, poco importa lo que se perciba allá afuera: es una computadora la que marca la realidad y la vuelve previsible. Entonces, se sabe qué ver y qué esperar, qué no ver y qué no esperar. Así también el contrato del protagonista tiene fecha de defunción. Tres meses y contando.     

Entre tanto, lo que se nos dice al comienzo, de lo que en realidad hay que sospechar, se intensifica. Mickey, hija del protagonista, menos preocupada por la salud de su padre que en saldar cuentas con él, lo acompaña. Es necesario hacer un balance y que no arroje números en rojo para seguir avanzando, si es que tal cosa pueda lograrse recapitulando. Una sugerencia: sospechemos también de esto. Si Mickey quiere saldar cuentas, su padre, creo, es un motivo secundario. En ese momento, puede convertirse en socia de una prestigiosa firma de abogados. Treinta y tres años, un departamento, una carrera brillante, un noviazgo o algo parecido, el éxito inminente, etc. Todo en su lugar. También hermosa. Y de nuevo, a Dios gracias.    
Entonces, hay una promesa: un joven que batea y batea y batea. Pero son las pocas palabras que dice las que lo trazan: si batea es por dinero, por prestigio social, por mujeres. No es un juicio de valor, es un hecho. Daría lo mismo para él ser empleado de Wall Street o gerente de una multinacional. También todo muy ordenado ahí: un norte brillando claro en lo alto de su frente, o mejor, en el interior de su cabeza. Serás lo que debas ser, o no serás nada.
Un nuevo personaje entra en escena: Jhonnie Flannegan, un joven cazatalentos de los Red Sox. Como puede preverse, no porque sea un lugar común, sino porque sería imposible mirar para otro lado, Mickey lo deslumbra. Entonces, el baseball, el juego del baseball, se convierte para ellos en una conversación. Podría decirse: el hombre que se sigue tropezando, empieza a contagiar ese andar a tropezones.
En este punto, lo que creo importante: nadie en la película sabe lo que busca; sí lo que quieren encontrar, pero no lo que efectivamente buscan, con excepción del Gus Lobel, sí, pero haciendo una salvedad: sabe lo que encuentra, aunque eso no corrobore lo que busca. De hecho, es el encargado de legitimar lo que se presume: el que batea y batea y batea es una promesa. Así que, por favor, no estropee las conclusiones.
Como también era de esperar, luego de acercamientos, distancias y puntos muertos, Mickey y Jhonnie terminan nadando en una laguna por la noche. ¿Trillado? Sí, pero poco importa, puesto que antes hay una escena que, por un lado, dispara esa acción, y por el otro, sigue caracterizando al protagonista: mientras los tres están en un bar de bastante poca vida, dadas las circunstancias, Gus dice, o mejor, empuja a Mickey: Salgan. ¿Por qué ustedes dos no salen a conocer gente? Diviértanse. Lo importante:salgan. Es literal. ¿Salir de dónde? ¿hacia dónde? No importa, hay que salir. Es el exterior lo que verdaderamente importa, a despecho de que ese exterior eche por tierra los trabajos y las esperanzas. En la interioridad hay pocas cosas que merezcan la atención. Algo semejante ocurría antes: nada que corroborar, nada que sostener. Experimentar. ¿Qué es lo que querés? ¿qué es lo que buscás? ¿qué es con lo que tropezás? ¿Por qué eso puede dibujar los contornos del protagonista? Porque viaja. Porque ve. Porque decepcionar es un placer.      
Una última consideración: ¿con qué se encuentra Gus? ¿cómo se encuentra? Hay un sonido que marca lo que parecía irrefutable. El que batea y batea y batea no puede batear. A pesar de que batea y batea y batea, no puede hacerlo por una simple razón: él busca lo que batear, pero no batea todo lo que viene. No puede con las curvas. Sí, un sonido puro, el protagonista tiene mala vista, pero oye un indicio, un signo de algo que no va bien. Es cierto que Mickey le presta sus ojos, pero también secundariamente. Corrobora lo irrefutable: batea, pero no puede batear. A Mickey le sucede otro tanto: vive, pero no puede vivir, así. Tal vez ese sea uno de los grandes trazos de la película: el contacto con la vida. No con las expectativas, sino con la vida. Entonces, hacia el final, qué es lo que querés hacer se complementa con qué es lo que sabés hacer. El sonido puro que exige ser oído, el amor puesto en juego, o en el juego. Volvemos al comienzo: el protagonista importa menos por lo que pierde que por lo que hace perder. En los grandes descubrimientos, en las grandes expediciones, no sólo hay incertidumbre ante lo que se va a descubrir y conquista de lo desconocido, sino también la invención de una línea de fuga y el poder de la traición: ser el único traidor y traicionar a todos. Carolina del Norte se encuentra al Sur.


Revista De Pies a Cabeza N°2

LA REVISTA DE FÚTBOL MENOS PERIODÍSTICA DEL MUNDO


Extractivismo Pasional. Mecanismos de extracción de plusvalía pasional, con sus lacayos pre-cadáveres, y un combate difuso pero sostenido que dan los tráficos de vibra futbolera por abajo. ¿Hay una futbolidad clandestina ante el imperio mediático? ¿Cómo puede Fernando Niembro ser tan desagradable?

Pensando la marca Boca. ¿Se puede convertir un deseo infinito e inexplicable en un capital de mercadeo pasional? El futbol como marca global, igualador universal, ¿somos clientes de la bocha? 

Canten, putos! ¿Para que vinieron? Piano y guitarra acústica, cantos de cancha versionados; música de colores, y un departamento dos ambientes tribunizado… 

La Larga Marcha de River. La bandera de largo record como excusa para una tribunización de la ciudad; las calles de los barrios chetos enfiestados por el modo de vida pibe: una crónica carnal atenta a lo que los códigos mediáticos no pueden ver.

La gran estafa (securitista). La “violencia en el futbol” es violencia en los negocios, y los incidentes y enfrentamientos armados son, casi sin excepción, internas de barras. Aun así los dispositivos de seguridad y los discursos mediáticos siguen partiendo del supuesto de combates entre hinchas rivales: una Gran Estafa.

Jugadorismo reloaded. Ante el protagonismo pibe-jugadoril, la “gestión de grupo” aparece como el saber futbolístico más caliente de la época. ¿Qué modos son los más ricos? Entre la inteligencia de Alfaro, la escolaridad de Pepe Romero y la filosofía superior del Loco Bielsa.

Entrevista a Menotti: “La heladera en la cocina y el inodoro en el baño”. El anciano manantial de saberes del exquisito deporte nacional comparte algunas de las síntesis que ha elaborado en su vida de observador experimental. Ilustraciones de Facundo Gorostiza.

Charla con el Chalo Panatoni, segunda entrega. Nuestro querido Chalo sigue ventilando la cocina de los conflictos micropolíticos del vestuario de Metalense. 

Querer (o no querer) a Román. Introducir una concepción disidente del manejo de la pelota en el futbol nacional no puede no ser conflictivo. ¿Hay efectos geométricos, en las canchas hoy, del juego riquelmeano? Y: ¿Qué quieren los que no quieren a Román?


***

Editorial N2: Extractivismo pasional:

¿Cómo es posible que Fernando Niembro sea tan asqueroso? Tan nocivo a nuestra sensibilidad; seboso, sonrisón y exitista, se calienta obscenamente cuando locuta publicidades, y nada ostenta tanto como su instinto sagaz de asimilamiento -loa y amistad- con el poder que vaya pintando. Funcionario menemista y pregonero del macrismo, hay sin embargo quienes reúnen esas dos condiciones y son menos nefastos. Niembro, miembro al decir de los amigos, en el sentido de miembro del mal como tendencia de placer, inunda las transmisiones de los partidos esparciendo sus opiniones (por llamarlas de alguna manera) sobre lo que pasa y lo que debería pasar en el partido, en la conducta del juez (juez juzgado), en el accionar policial, en la vida de tal jugador, en la gestión de los clubes, en la propia ciudad.

Soportamos aún a tipos como Niembro, que no es el único miembro de su estirpe; Marcelo Araujo es uno de los nexos entre el orden noventista y el actual, orden estético, semiótico, institucional-futbolístico, empresarial-político. Un Araujo reversionado, pero lo reversible es la condicion pendular del continuismo entre los noventa y nuestro tiempo, como dice el amigo Basílico. Apoyado en su condicion de “marca” (voz marca, nombre marca, cara marca), Araujo repetidamente relata partidos sin saber los nombres de la mitad de los jugadores; cuando juegan a los toques cortos, apenas los nombra. Socios en su escuela de periodismo, Araujo y Niembro son, con varios otros pre-cadáveres, una muestra de cómo la ancianidad se cuelga del futbol. Remota distancia entre la tensión de estar jugando y los pliegues que asoman bamboleantes sobre trajes duros como armazones…

Soportamos aún a esta ancianidad (ancianidad parasitaria, no vejez noble) que tamiza de fealdad y malicia nuestro encuentro con la belleza y la pasión, y esto a pesar de que el fútbol argentino vive un momento de recambio de mitos y de iconos, de desplazamientos conflictivos (con idas y vueltas y…) de sus placas mitológicas: ¿Por qué no caen también estos viejos chotos?

Es desde esta clave que puede comprenderse el movimiento por una refundación identitaria de la subjetividad riverplatense –imaginando un paso del acento inconformista y exigente a uno incondicionalista y aguantador. Pero también desde ahí puede entenderse que la idolatría boquense se sostenga en la figura de Juan Román Riquelme aun luego de que lo tratase a Maradona de “ese muchacho”: ahí se ha corrido un núcleo de obviedad, un indiscutible; un punto sagrado que Román fue y mostró que ya no era tal: que la coincidencia entre el capital idolátrico xeneise y la idolatría por el Diego ya no era plena. En el desplazamiento de la figura del Diego por supuesto participa la demorada ascendencia de Messi, que ya ocupa espacios (del contexto cognitivo, de la vida de los pibes) que, si no hubiera aparecido, mantendríanse del Diego.


En las condiciones para la mitologizacion de Messi contamos por supuesto la parquedad pétrea de Alejandro Sabella (a Messi no le viene mal el despeje de camino, dado lo liso de su personalidad pública fuera de las canchas; el Diego en cambio siempre fue igual de explosivo dentro y fuera del campo).

Pero esa levedad de la presencia del DT de la Selección es también efecto de un corrimiento en el foco de consideración de lo importante, de lo determinante, del futbol: el jugadorismo. Nunca importó tan delicadamente “la salud del grupo” para el rendimiento en las canchas. No es que alguna vez haya sido materia poco determinante: sino que ahora la “salud del grupo” como tal es a priori un problema, a la vez que crecen los casos de “determinación” de los jugadores del modo de juego del equipo. Riquelme ejemplo claro en Boca; Sabella atendió al deseo de Messi de jugar con dos delanteros por delante (Sabella está más cerca del abuelo con afecto honrado que del padre castrador…). Otro ejemplo de jugadorismo puede verse en que River, cuando se fue a la B, haya elegido a Almeyda para continuar en el grupo pero con el buzo de DT. Y también en los conflictos, como la salida de Domínguez y Cavenaghi de River (o la de Riquelme de Boca), vemos el poder jugadoril –por las reacciones que despierta.

¿Puede entenderse al jugadorismo como una autonomía de la cooperación productiva? El equipo –cuando alcanza salud de equipo- en conflicto con las formas de gobernarlo (periodístico-mediáticas, pero también institucionales y tácticas).

Hace diez años se hablaba del corrimiento del foco de atención desde el campo de juego hacia las tribunas. La hinchada como espectáculo último; el juego instrumentalizado como recurso por el auto-festejo de un espectador arrogante…. Acaso el jugadorismo ocupa un espacio habilitado por la retirada de aquel tipo de protagonismo de aguante hinchista.

En ese sentido, el retraso del hinchismo, propiciado por rufianes en la cancha y por la política familiarista y societarista que avanza sobre nuestro fobal en la tele y los clubes, también es “alentado” por la industria mediática de la farándula futbolera.

Vivimos un escenario que resulta picnic para el periodismo jetón: para el lobbysmo, para el puterío, para horas y horas de emisiones y páginas y páginas de textos donde el futbol es tratado como la excusa en torno a la que pivotea la rica materia del chisme, el espectáculo de la vida, el cotilleo y la rosca.

Pero lo peor es que el lobbysmo frívolo se nutre de un combustible que no es otra cosa que plusvalía que extraen de la pasión multitudinal.

Ahora bien, el jetoneo mediático sólo puede hacerse de la plusvalía de la pasión multitudinal en un entramado donde, mientras son híper estimuladas desde un régimen de banalidad, nuestras pasiones futboleras son relegadas al estatuto de lo poco serio.

La banalización es la condición para la explotación mediático-mercantil de la energía-pasión futbolera. La máquina mediático-mercantil desdobla esa energía, al banalizarla, y nos la devuelve, como un espejo siniestro, ya bastardeada. Entonces estamos ahí, nos atraviesa, nos hablan, lo consumimos, pero sabemos que no es eso lo que buscamos ni lo que conecta con nuestras ansias. El “secuestro” (de los goles), pasa no sólo o no tanto por una cuestión de derechos de televisación (aunque sí, y mucho…) sino además por este “extractivismo pasionario”.

La pelea, en ese sentido, no se agota en las denominadas leyes de fútbol que, desde 2009, hicieron posible Programas de Estado como el Fútbol para Todos.

El periodismo adherido a la subjetividad mediática produce una temporalidad. Necesita fagocitar todo para tener de qué hablar sin parar. Y al excremento de lo fagocitado vuelve a deglutirlo para volver a proferir y regurgitar…

En medio de la guerra por la atención, es difícil salir a hablar de futbol. Es difícil precisamente por cuán fácil, o mejor dicho por la híper abundancia y la saturación del habla y el espectáculo futbolero.

Pero distinguimos entre el automatismo fagocitador de los grandes aparatos mediáticos (y sus miembros), y las tomas de palabra que son auto-organización de grupos que deciden tomarse un poco mas en serio esa locurita que les pasa con el fóbal. La pasión ya no es algo que solo pasa: es algo que permite organizarnos para tramitarse en condiciones más propias. Con, por ejemplo, una temporalidad propia, sustraída del ritmo del “deber ocupar espacio”: cada un par de meses un asado, una charla, una revista. Un estado de atención mutua siempre latente.

Entre la verborragia vacía, y la bocha de saberes y pensamientos e invenciones vitales que se esconden, se guardan, ante la coronada banalidad -saberes de vidas futboleras cuya mas alta dignidad existe y se reproduce en una suerte de masividad clandestina para los ojos aparateados de la época-, entre esa obviedad fatal y esa vibra dispersa, ponemos esta revista.


De Pies a Cabeza, colectivo editorial

La plaza de ayer

por Juan Pablo Maccia


Ayer fui a la plaza. No me arrepiento. Amigos, son los amigos: agradezco que sin pertenecer estrictamente al núcleo militante de Unidos y organizados me hayan aceptado en un micro de ida y vuelta desde la Provincia de Santa Fe. Quedé exhausto. ¿Que vi? Pluralidad. Una plaza extraordinaria. Tal vez demasiado “blanca”. Una plaza tipo “24 de marzo”. Muchos pibes, pibas. Vi también una presidenta que sigue sin dar en –lo que creo que es- el verdadero blanco, y que sin embargo vamos a extrañar cuando no esté en el gobierno.

Voy rápido, porque en esta misma hora chorrea la tinta en decenas de editoriales, y no quiero hacer más que un breve comentario. La plaza fue diversa pero no arbitraria. Mario Wainfeld define la composición social de la plaza con el título de “peronismo del siglo XXI”. No me satisface del todo el termino, aunque algo de eso hay. Molesta el tono ochentista insufrible de Víctor Heredia; irrita Fito Páez. Descorazona que estas figuras sustituyan la debilidad militante de Unidos y organizados. Pero la vitalidad de la convocatoria desborda los nombres propios.


En el nivel de la coyuntura, el sabor es agridulce. Dulce, porque se concretó con relativo éxito una táctica acertada: “democracia contra corporaciones”. Lo de ayer fue una respuesta oportuna a una mafia derechista y agresiva que debe ser derrotada sin miramientos. Pero esa alegría no borra lo agrio del paladar. Y es que el kirchnerismo abusa y desgasta el juego que consiste en abrir por izquierda cuando se siente débil y amenazado para cerrar por derecha cuando se siente estable. El resto que le queda es un tipo de organización débil, vertical y sectaria. Demasiado poco para las confrontaciones que se asumen.

Agrio también porque no se acaba de abrir la agenda completa. Hay temas urgentes que deben ser planteados, en relación al cotidiano en los territorios y en el mundo del trabajo. El kirchnerismo se enamoró de la hegemonía (de su fuerza argumental y de articulación). Pero la sociedad no es masa articulable, sino afectos y hábitos. Lo social no se manipula, tiene leyes propias, y no hay otra que contar con ellas. ¿Cómo se lee y se responde a realidades cotidianas tales como las bandas de tranzas, las mafias policiales, al conflicto creciente emparentado con el agro-negocio y la mega minería; con la gestión del transporte público y la super-explotación en amplios sectores del trabajo?  Nadie pide a la presidenta que de todos los combates al mismo tiempo. Solo señalamos el notable riesgo de que la diversidad de la plaza sea sintentizada en términos demasiado pobres, dejando afuera temas “difíciles” pero claves en la profundización de una fuerza democrática y popular.

Queda, además, el hecho relevante del manejo que el gobierno hace de las áreas de su influencia. Si nos limitamos a la cuestión de los medios podemos comprender muy rápidamente la mediocridad –para decirlo de modo benévolo- del “periodismo” kirchnerista. No alcanza con decir que el “opositor” es peor. No hay razones para que la alternativa a Clarín sean Vila-Manzano. Y que 6, 7 y 8 sea ejemplo de periodismo militante. La política no se resuelve en el hecho de combatir a los más malos. Precisa aun de otro hecho, de un hecho superior. Uno cuya misión es anticipar y convocar otro modelo subjetivo para el porvenir. Y de eso hay demasiado poco.

Me siento alegre de haber estado en la plaza. Incomodo con el oficialismo y definitivamente enfrentado a los medios “opositores”. Sigo sin encontrar el tono. La traducción de la dinámica social en una polaridad binaria es completamente insuficiente. Pero la plaza mejora un poco las cosas. Hubiera sido realmente triste que ese amplio abanico de energías y de ganas se hubiese dispersado en silencio.

Crear comunidad como forma de resistencia

 
Conversamos con Raúl Gatica, activista, escritor, periodista y miembro del Consejo Indígena Popular de Oaxaca (CIPO) Flores Magón. Raúl es actualmente un organizador del movimiento de trabajadores campesinos golondrina en Canadá, en donde se encuentra exiliado.

http://ciudadclinamen.blogspot.com.ar/

Para pasar el finde: Resistir (1978)

 
Francia / 1978 / 70 min / Documental / Color, blanco y negro

Este es un film esquizofrénico. Por un lado es una entrevista a Mario Firmenich en el exilio, filmada del modo más convencional que pueda imaginarse. Por el otro, es la historia política argentina del siglo XX, ilustrada con abundante y raro material de archivo y a través de la perspectiva, más cálida y sensible, de un militante anónimo imaginado por Cedrón y Gelman. Julio Cortázar escribió: «Hay allí una admirable colección de imágenes que muestran con una claridad deslumbrante lo que pudo ser la represión, a partir de las primeras dictaduras militares, y el verdadero origen de la violencia, que la Junta atribuye exclusivamente a los subversivos».

«El Comunismo es la crítica radical de todo lo que existe»

 

Entrevista a Michael Hardt realizada por el colectivo editorial “Praktyka Teoretyczna” con motivo de la publicación polaca del libro de Hardt y Negri, Commonwealth.
Commonwealth[1] es un intento de responder a la pregunta sobre cómo podemos reexaminar actualmente las condiciones y horizontes de una práctica y teoría comunistas. No es sólo un revival exitoso de la tradición setecentista de tratados sobre el gobierno, sino también una especie de manifesto político. Entretanto, viendo la recepción de diferentes propuestas teóricas de izquierda en Polonia, podemos esperar una bienvenida más bien reacia a este libro en nuestro país. ¿Podrías, de alguna manera, intentar convencer a los lectores de los países post-socialistas, “decepcionados” con el marxismo como perspectiva epistemológica e ideologicamente impermeable a la mayoría de las propuestas de izquierda, para que se familiaricen con el proyecto comunista presentado en Commonwealth?
Puedo imaginar que para muchos lectores polacos el concepto de comunismo se haya vuelto tan corrupto que no quieran ni oír hablar del mismo. En el discurso estándar actual para muchas personas (en los países post-socialistas y en otros lugares), “comunismo” significa rígida burocracia estatal, total control estatal de la economia y la actividad social, supresión del disenso político, sacrificio de los trabajadores por el bien nacional, restricciones de la libertad de expresión, etc… Para Toni y para mí, sin embargo, y para muchos otros, el comunismo significa algo completamente diferente –no la exaltación del estado, sino su abolición, no la celebración del trabajo sino su liberación, así como la experimentación de formas de libertad y participación democrática, que van más allá de lo existente en las sociedades capitalistas contemporáneas.
Podríais preguntar, entonces, por qué no dejamos de usar el término comunismo e inventamos una nueva palabra. Podría hacerse, pero entonces nos desligaríamos de una larga historia de luchas comunistas que nos inspiran y enriquecen. ¿Por qué permitir al Estado stalinista que represente y atesore toda la tradición comunista, cuando muchos comunistas han luchado contra él? Es importante reconocer alternativas dentro de la tradición y afirmar las corrientes más valoradas. Sentimos así la necesidad de luchar por el  concepto de comunismo e insistir em lo que considerarmos su verdadero significado.
Dicho esto, sin embargo, apenas utilizamos la palabra comunismo en Commonwealth o Declaration[2]. En su lugar articulamos las principales partes que componen la teoría y la práctica comunistas sin mencionarlas. Perseguimos así la crítica del estado y la crítica del trabajo, como he dicho, junto a la crítica de la propiedad. Podría llamárseles los tres pilares críticos fundamentales del pensamiento comunista, que corresponden a tres áreas igualmente importantes de investigación y experimentación práctica: libertad, acción democrática, y multiplicidad. Esto nos lleva no a respuestas o modelos de una sociedad futura, sino más bien a las preguntas. ¿Cómo podemos organizar una sociedad libre y absolutamente democrática? ¿Cómo podemos gobernarnos colectivamente a través de procesos participativos sin necesidad de líderes? ¿Cómo podemos gestionar nuestra riqueza común sin las relaciones de la propiedad privada? Estas son la clase de preguntas a las que una investigación comunista nos conduce, y son también las preguntas formuladas por algunos de los más potentes movimientos sociales actuales.
En su introducción a la edición inglesa de Marx oltre Marx, Antonio Negri reivindica que ser un comunista es vivir como un comunista. Él hace esta declaración en referencia al reconocimiento de las bases de vuestra concepción de la producción biopolitica, es decir, que el límite entre producción y reproducción es hoy arbitrario y confuso (si es que alguna vez fue posible trazarlo con precisión), y que la producción no es sólo la producción de un objeto para un sujeto sino también un sujeto para un objeto, es decir, es la producción de subjetividad. ¿Teniendo todo esto en cuenta, qué significa para ti ser comunista hoy?
Esa es una pregunta difícil. Pienso que vivir como un comunista –o mejor, vivir una vida revolucionaria– cambia en función de las diferentes situaciones históricas. Todos nosotros probablemente conocemos amigos activistas que parecen ridículos cuando intentan imitar estilos y posicionamientos de revolucionarios de otras épocas y lugares –usando la boina o la barba del Che Guevara, por ejemplo, o fanfarroneando sobre la lucha armada en circunstancias en las que no tiene sentido. Quizás una -o mejor, la pregunta central para cualquier persona con deseos revolucionarios sea qué constituye en nuestra situación un modo de vida revolucionario.
Pero eso no responde todavía a tu pregunta. Marx nos da una aproximación en su carta a Arnold Ruge[3] diciendo que el comunismo es la crítica radical de todo lo que existe. Pienso que este es un buen comienzo y nos ayuda a evitar el dogmatismo. El comunismo es un proceso destituyente que desestabiliza no sólo las instituciones vigentes sino también las ideas dominantes. A los poderes de la crítica, sin embargo, debe siempre añadirse procesos creativos de experimentación con nuevas formas de relación social, nuevos modos de vida. A los poderes destituyentes del comunismo deben añadirse procesos constituyentes. Uno de los aspectos de las acampadas y ocupaciones de 2011 que encuentro más fascinante ha sido la experimentación de nuevas prácticas, como la asamblea general y los grupos de trabajo (o comisiones). Han tenido toda clase de dificultades, por supuesto, tanto por los conflictos internos como por la represión externa, pero han creado prácticas e instituciones de autogobierno autónomo que han extendido el interés por nuevas formas de democracia.
Al contrario que en las primeras partes de la trilogía [Imperio[4], Multitud[5], Commonwealth], la cuestión urbana tiene un importante papel en Commonwealth. Incluso han urbanizado la tesis sobre la fábrica social, en concordancia con la afirmación de Harvey acerca del carácter urbano de la lucha anticapitalista (en Multitude ya hablabais sobre la urbanización de la lucha de guerrillas). Vuestro acercamiento a la ciudad, sin embargo, proviene de un contexto específico, fenómenos típicos de grandes concentraciones de personas (París, Milán, New York, Buenos Aires, etc.) tales como metropolitización y sus homólogos, por ejemplo neoliberalización, informatización y networking. ¿Cómo llevar a cabo vuestro análisis en ciudades de tipo medio, que no sean metrópolis post-socialistas (con la pocas excepciones de Varsovia, Moscú, Praga y Budapest)? ¿Podemos pensarlas en términos de lugares de resistencia y de fábricas inmateriales sin fronteras? ¿Dónde veríais las líneas de resistencia post-socialista y cómo se podrían superar sus limitaciones potenciales tales como el  carácter mixto de las economías del Este de Europa, la pérdida de la solidaridad de clase y la fetichización local, frecuente en los movimientos urbanos polacos?
Creo que es importante en estas discusiones cuestionar y revisar las concepciones tradicionales sobre la división entre la ciudad y el campo, entre lo urbano y lo rural. Un riesgo de nuestra discusión en Commonwealth, así como en los trabajos de David Harvey sobre la ciudad, está en no considerar o subestimar las poblaciones y luchas rurales.
Em mi opinión el criterio más importante para distinguir lo urbano de lo rural en el pensamento moderno no es la densidad de población sino su intercomunicación. Retorno frequentemente al pasaje de Marx en el 18 Brumario sobre los campesinos, que considero emblemático. Marx intentaba entender por qué a mitad del S.XIX lós campesinos franceses eran reaccionarios y, especialmente, por qué apoyaban la dictadura. No podían actuar como clase, decía, lo que significaba que no podían actuar políticamente y en su lugar eran representados y manipulados por los poderes dominantes. La explicación de Marx era que, dado que los campesinos franceses estaban dispersos en pequeñas propiedades a lo largo de las zonas rurales, no conseguían comunicarse entre sí, y la comunicación es necesaria para la acción política autónoma y coletiva. Aquí la falta de comunicación no es  principalmente un problema de información -por ejemplo si los campesinos franceses leían los periódicos- sino, en realidad, una cuestión de lós tipos de contato e intercambio que permiten la formación de una subjetividad política. El contraejemplo en la mente de Marx, naturalmente, es el proletariado urbano que se junta no sólo en la ciudad sino en torno a las máquinas en las fábricas, participando así de un conjunto de procesos de producción de subjetividad a través de la comunicación corporal e intelectual.
 
Esta distribución comunicativa, que tiene tantas implicaciones políticas, es crucial en las modernas concepciones de lo rural y lo urbano, y en las teorías de las metrópolis. Está claro que hoy esta división ya no se sustenta. El tipo de comunicación requerida para la acción política colectiva existe actualmente tanto en los espacios urbanos como en los rurales. De hecho, al final del S.XX en el contexto de luchas campesinas generalizas –en Latinoamérica, Sudeste asiático, y otros lugares– parece a menudo que los espacios rurales tuvieran prioridad en este sentido, y los territorios urbanos parezcan a veces desiertos.
Por tanto, abordaría tu pregunta respecto a las ciudades post-socialistas con este criterio. ¿Cuáles son las posibilidades de comunicación y de producción colectiva de subjetividad? En estos espacios urbanos desiertos, ¿los individuos están aislados  o existen circuitos culturales, sociales y políticos articulados a través del territorio urbano en redes comunicativas? Esta viene a ser, realmente, una pregunta existencial muy directa: cuando vives en una u otra ciudad, ¿aumenta tu poder de actuar y pensar o te sientes más ignorante e inconsciente? Esta es una clásica cuestión spinozista sobre la alegría y la tristeza. Desafortunadamente, no conozco estas ciudades, pero estoy seguro que vosotros, o cualquier otro que viva en ellas, podría responder.
En Commonwealth, habéis tenido que hacer frente a importantes críticas, contestando a los ataques de diferentes y conocidos teóricos (también en Polonia) como Slavoj Žižek, Alain Badiou y Ernesto Laclau. ¿Podrías mencionar qué intelectuales, según vuestra opinion, comprenden hoy el actual estado de cosas, y cuyos libros pueden ser útiles en los procesos de organización y luchas de la multitud? Al preguntar esto pensamos en algo mucho más general –la cuestión del rol de los intelectuales en la producción del conocimiento para uso del movimiento y soporte práctico-teórico para los trabajos de la revolución. ¿Cómo entendéis la relación entre teoría y práctica? ¿Es todavía razonable distinguirlas?
Los filósofos que mencionas –Žižek, Badiou, y Laclau – son buenos puntos de partida, y añadiría también a Judith Butler, Jacques Rancière, y muchos otros.
Pienso, sin embargo, como tu pregunta sugiere, que no se debería confiar en los intelectuales para proveerse de una guía teórica para la práctica revolucionaria. La división no está en que los intelectuales hagan teoría y los militantes práctica –o, incluso, menos, que los intelectuales guíen a los estudiantes. Algunos de los más importantes desarrollos conceptuales y teóricos actuales han sido construidos colectivamente por los movimientos sociales. Los indignados, Occupy, y otras acampadas iniciadas en 2011 son los autores no sólo de importantes experimentos políticos sino también conceptuales y teóricos. Dicho esto, no me refiero simplemente a invertir la relación tradicional y decir que los activistas deban liderar a los intelectuales. Diría que hay diferentes registros de teorización que van de las universidades a las calles, y que ambos son importantes.
Lo que precisamos descubrir, me parece, son los acuerdos de co-investigación en los que intelectuales y activistas creen los medios para trabajar juntos y comunicarse continuamente desde un registro de producción teórica a otro. No es necesario para ello que los académicos bajen a las calles y que los activistas vayan a las universidades –aunque no sea una mala idea. Lo esencial es que haya medios de comunicación y traducción entre los tipos de teorización producidos en las universidades y los realizados em lós movimientos. La co-investigación depende de la comunicación y la circulación.
De acuerdo con lo que escribís en Declaration, los movimientos más importantes de 2011 tienen sus raíces en el común. Ellos no solo se benefician de nuevas técnicas comunicativas y experimentan formas innovadoras más inclusivas de participación política, sino también luchas para liberar el común, tanto de la propiedad privada como del control estatal (o para decirlo en términos generales, del control público). Esta parece ser la retirada final de vuestra tesis en Empire sobre que los movimientos altermundistas no podían comunicarse entre sí. Ahora tanto Negri como tú estáis intentando diferenciar entre el ciclo altermundista de  luchas y el ciclo inaugurado en el último año. ¿Podrías señalar los aspectos más importantes de esta diferencia? ¿Es capaz el presente ciclo de luchas de lograr “lo imposible” (al menos para el ciclo anterior): crear las instituciones del común?
Cuando destacamos la “incomunicabilidad” de las luchas en Empire, el movimiento altermundista todavía no había emergido. Terminamos el libro antes de las protestas contra la OMC en Seattle en 1999. En su lugar estábamos pensando en las potentes antineoliberales de los 90, como la revuelta de Tiananmen, la rebelión zapatista en México, las revueltas anti-FMI en Venezuela y Jamaica, etc… Durante los años del movimiento altermundista –desde Seattle en 1999 a Génova en 2001 –hubo una comunicación intensa entre los movimientos en cada cumbre y también en otros contextos, como el Fórum Social Mundial. Y hubo una comunicación incluso mayor y más significativa entre las acampadas y ocupaciones que comenzaron en 2011.
En todos estos ejemplos, sin embargo, una característica fundamental que tenemos que comprender es la profunda discontinuidad de los movimentos. Existe tanto una discontinuidad temporal (los movimentos surgen en un escenario y parecen desaparecer pocos meses después) como espacial (los deseos y prácticas parecen saltar de un lugar a otro, de El Cairo a Madrid, de Atenas a New York). ¿Cómo podemos comprender esta descontinuidad y, más importante, cómo podemos trabajarla políticamente?
Una respuesta, que pienso en parte correcta, es reconocer que debajo de esta apariencia discontinua hay una más profunda, una continuidad oculta de los movimientos, sus deseos y prácticas. La metáfora de Marx del topo es la imagen clásica de esta continuidad subterránea. Las luchas francesas del S.XIX eran como un topo que salía a la superficie por breves momentos –en 1789, 1830, 1848, 1871, y así sucesivamente– pero entretanto está trabajando y avanzando bajo tierra. Es una bella metáfora para capturar la continuidad oculta, aunque debo admitir que la imagen naturalista de un topo trabajador no me parece exactamente correta. Diría que los movimientos revolucionarios son más bien como un automóvil acelerando en la noche con las luces apagadas. Puedes verlo brevemente bajo alguna farola y entonces desaparece, apareciendo después  calle abajo. Esta metáfora tiene la ventaja de dar un sentido del peligro e, incluso a veces, de la precipitación del proceso revolucionario.
Pienso que es importante, en todo caso, reconocer estas continuidades ocultas en términos espacio-temporales. Lo que ocurrió en Seattle en 1999 y luego desapareció, por ejemplo, produjo muchos más avances sobre Wall Street en 2011, y lo que se logró en Túnez y El Cairo a comienzos de 2011 reapareció más tarde en Madrid y Atenas. Proclamar tales continuidades no es suficiente, pero es un buen comienzo.
Cuando miramos los eventos de 2011, podemos llegar a una conclusión bastante pesimista. En casi todas las confrontaciones con el poder y el capital, la multitud, al menos por ahora, falla gravemente. Si nos fijamos en los gobiernos posrevolucionarios en Túnez, Egipto o Libia, o consideramos los acontecimientos tras la Marcha a Bruselas de los Indignados, la desintegración de las asambleas de Zuccotti Park, o las consecuencias de la masiva manifestación en Israel. En este contexto muchas de las críticas mantienen que la presión política de la multitud desde todas las plazas de los países árabes fue suficiente para derrocar a los dictadores pero para consolidar las conquistas de las revoluciones (o mejor –de las revueltas) es necesaria la toma de un control democrático (en la forma de consejos obreros) sobre los lugares de producción, clásicamente entendidos. En Declaration resaltáis la diferencia entre la vieja izquierda (con su nostalgia de las viejas formas de organización política) y los nuevos movimientos como Indignados o Occupy. También escribís que los movimientos de 2011 han creado una oportunidad para una nueva izquierda. ¿Pensáis se ha hecho un uso adecuado de esta oportunidad? ¿Existen puentes entre movimientos y formas organizativas de la multitud y las formas clásicas de organización del movimiento obrero (como consejos obreros con un sistema de delegados) que permitan una consolidación de las conquistas de las revueltas en las instituciones del común?
Tu pregunta refleja muy bien la limitación de mi respuesta a la cuestión anterior sobre la naturaleza discontinua de los movimientos contemporáneos. No basta con decir que la continuidad de los movimientos está oculta o subterranea y que aparecerá en otro lugar u otra vez. No basta con decir que el verdadero éxito de la Plaza Tahrir puede juzgarse no en Egipto sino en Madrid o en Wall Street. O incluso decir que quizás seamos derrotados ahora pero que en 10 o 20 años venceremos.
Tenemos también que construir nuevas formas políticas que consigan uma mayor extensión y duración de los movimientos aquí y ahora. Es un lugar común decir que las acampadas de 2011 fueron válidas para organizar una plaza con algunos cientos o incluso miles de participantes pero no tuvieron éxito en trasladar la victoria de la plaza a una nueva sociedad duradera, a una forma alternativa de vida.
Por tanto, en Declaration, Toni y yo nos centramos en la necesidad de iniciar un proceso constituyente y, como dices, crear instituciones del común. Aquí, por “institución”, no entendemos una estructura rígida o burocrática, y por “constitución” no nos referimos a un orden fijo y formal. En cambio, estamos interesados en la creación de instituciones compuestas de prácticas y hábitos sociales repetidos, y la invención de procesos constituyentes que se propagen y realicen asociaciones sociales duraderas y formas de vida. Los movimientos, en otras palabras, necesitan crear mayores formas de continuidad.
Estas dos respuestas a la cuestión de la discontinuidad de los movimientos –una insistiendo que existe una continuidad oculta y otra llamando a la creación de instituciones para establecer su continuidad– son muy diferentes pero no contradictorias. De hecho, diría que la clase de continuidad que ya existe, la comunicación entre los movimientos a través del tiempo y el espacio, es hoy la base necesaria para cualquier proyecto que pretenda iniciar un proceso constituyente y crear instituciones del común. Sin esta base, tales proyectos serían inimaginables.

“Te ordeno que seas espontáneo [1] ”

Sobre Ambivalencia de la Multitud, de Paolo Virno
 
 
Improvisación
 
Todavía en 1971, era posible formular una crítica al capitalismo (y al Estado) en estos términos: «un elemento fundamental de la naturaleza humana es la necesidad de trabajo creativo, de investigación creativa no limitada arbitrariamente por instituciones coercitivas. Por ende, una sociedad decente debería maximizar las posibilidades de realización de esta característica humana fundamental». ¿Pero qué sucede cuando la creatividad, la innovación y la improvisación humanas se convierten en los resortes económicos fundamentales del capitalismo? Entonces, ya no será posible postular a la improvisación, o al menos no sin rodeos, como aquello que se opone al poder. Y mucho menos aún deducir de esa “naturaleza humana” una estrategia política emancipadora y certera. En un lenguaje ya extendido y conocido: la valorización capitalista del trabajo encuentra hoy buena parte de su potencia incentivando, precisamente, tanto la autonomía (las empresas convocan a “emprendedores” y “soñadores”, capaces de “valerse por sí mismos”) como la cooperación inteligente (todos tenemos facebook, google drive o dropbox).
 
Este modo de producción no solo ha colocado a los requisitos naturales de la especie en el centro  de la escena, sino que, además, ha puesto en crisis la máquina interpretativa moderna sostenida en los conceptos de “estado de naturaleza” (como “apertura al mundo” y “neotenia”) y “estado civil” (como “compulsión a repetir” y “orden”): “la apertura al mundo, y por lo tanto un cierto grado de potencia indiferenciada, constituye el requisito eminente de la actividad productiva contemporánea. El proceso laboral basado en el saber y la comunicación lingüística, como también las formas de vida sometidas a la innovación perpetua, presuponen la capacidad de pasar de reglas bien definidas a la regularidad bio-antropológica, y luego de ésta a aquellas, en un vaivén sin fin” (Virno, 2006: 53). De ahí que salir del estado de naturaleza sea hoy imposible: si el estado de naturaleza ha vivido siempre en el corazón del estado civil –emergiendo en la aplicación concreta de las reglas (nunca puede deducirse de una regla un modo de aplicación unívoco) y en la formulación de reglas nuevas- la propia coyuntura histórica saca esta verdad a la luz. Y en ese juego excepcional y de fronteras difusas, vive y se muestra la multitud… tanto como vive y se muestra el Estado.
 
Formas políticas
 
Para Paolo Virno, si algo caracteriza al capitalismo posfordista eso es la presencia de una suerte de hiato: hiato entre este nuevo modo producción y la política.  Y la contienda de nuestro tiempo será entonces ésta: ¿qué formas políticas acompañarán a este nuevo orden productivo? La investigación está abierta en todos los frentes.
 
Para las multitudes contemporáneas, se trata de traducir la cooperación en el trabajo basada en el intelecto general –único Uno de los muchos- en nuevas instituciones políticas abiertas. Instituciones que, como las propias multitudes en su cotidianeidad, exhiban plenamente la relación entre regularidad y reglas, y, por consiguiente, la siempre latente indistinción entre cuestiones de derecho y cuestiones de hecho.
 
El Estado, por su parte, también improvisa, dando forma “a un modelo de ¢instituciones abiertas¢, construidas sobre un principio de permanente improvisación respecto a sus modos de actuación y sus parámetros de eficacia. Nuevas estructuras, capacidades y legitimidades se forman alrededor de competencias específicas, configurando una institucionalidad por ¢proyectos¢” (Gago, Mezzadra, Scolnik y Sztulwark, 2012). Y Mucho más rico que leer en estas prácticas una suerte de recuperación o aumento del  índice de realización del Estado (“ha vuelto el Estado”) será pensar al Estado, también, como una institución abierta, cuya –siempre parcial- eficacia dependerá, en última instancia, de su capacidad de gestionar la misma productividad y movilización social que lo abre.
 
Diciembre 2012, Revista Sinécdoque Nº 3
 


[1] Las comillas son parte del título. Es como “hablado”.

La revuelta inconclusa de diciembre del 2001

 por Rosa Lugano
 
 


Como todos los años de esta última década el fin de año viene precedido por el recuerdo de la revuelta inconclusa del 2001. Propongo unos apuntes para la conversación sobre estos hechos que, en su inacabamiento, siguen pesando sobre nuestra conciencia política.
I. Durante diciembre del 2001 –fechar implica construir lo histórico a partir de lo arbitrario y de lo inevitable- asistimos a una insurrección inclasificable: una insubordinación general que tras sus rasgos de espontaneidad y su apariencia policlasista (las clases medias urbanas confiscadas por el corralito) vino determinada desde abajo por la profundización de una serie de puebladas en varias ciudades del país, así como por una larga marcha de los diferentes movimientos piqueteros. Las diferentes figuras de la crisis y de la revuelta –las asambleas de vecinos, el club del trueque, las fábricas ocupadas, los escraches se encontraron y maduraron en torno a la potencia destituyente del corte de ruta. La activación social de los pobres se desarrolló por fuera de las estructuras del peronismo y de la izquierda: emergió aquel diciembre como una de las grandes novedades política del cambio de siglo.

II. La tradición política no cuenta con esquemas mentales para pensar este tipo de revueltas. Las desmerece automáticamente como “anti-políticas”. Entre nosotros hubo muchos intentos de otorgar un valor político a la revuelta. Algunas argumentaciones –las más interesantes subrayaron las transformaciones micropolíticas.  Otras –como las que Juan Pablo Maccia intenta habitualmente en Lobo Suelto!– se las arreglan para señalar los efectos positivos que aquellos acontecimientos siguen operando en nuestro presente macropolítico.  Más allá del valor de estos aportes, ninguno de estos enfoques nos da elementos para un balance a la altura del tiempo transcurrido.

III. No estamos autorizadxs para denominar “revolución” a la revuelta. En primer lugar, porque no hubo algo que pueda ser representado como una victoria política (toma del poder), ni tampoco una derrota histórica (aniquilación de las fuerzas insurrectas). Como no sabemos pensar más allá de estas denominaciones nos conformamos con un lenguaje mediocre (“cooptación”, “romanticismo”) a la hora de relatar lo sucedido. No tenemos cómo hablar de nuestra revolución porque a pesar de haber sido lo más parecido a ella que podamos imaginar (los pobres dicen bastan y voltean al gobierno; evitan una salida reaccionaria; la insurrección coincide con otras que se dan en varios países de la región; todas ellas dan por resultado un “giro a la izquierda” a nivel de los gobiernos) la teoría política y las conveniencias de la coyuntura nos prohíben este tipo de jugueteos.

IV. Nuestro presente se organiza en torno a una dramática disyunción. Tenemos una “revolución” puramente recordada en el homenaje, o bien teorizada por politólogos e historiadores. Y a su lado una revuelta histórica y política que no encuentra el modo de ser narrada, pensada, retomada en la coyuntura actual.

V. La revuelta es inconclusa, entonces, en dos sentidos diferentes. De un lado, porque no encuentra –como hemos visto- lenguaje con la que se retomada. Pero, por otro, porque no encaja con el proceso político actual, ni con quienes intentan utilizarla para fines inmediatos. La revuelta no perdura como horizonte de los oprimidos, ni es reconocido explícitamente como base o poder constituyente de la que emana la legitimidad del gobierno, sino de un modo puramente negativo.

VI. Así, en 2001 hubo una conversión subjetiva, un parte aguas histórico y hasta un punto de inflexión, pero no una revolución. No somos capaces, en un sentido amplio, de celebrar de manera plena, en estas fechas, la irrupción de una potencia popular, bien de abajo, con capacidad de cuestionar las jerarquías perdurables de nuestra sociedad. A diferencia de las revoluciones auténticas, no hubo cambio de calendario. Diciembre del 2001 se recuerda a las víctimas. Se repasan las imágenes de la crisis. Todo eso redunda en un efecto de alivio: hemos salido de aquel “infierno”. O bien como amenaza: “podríamos volver”. Así, con el tiempo, resulta que en rigor, la revuelta del 2001 no existió.

VII. ¿Qué hemos perdido con la revuelta desbordada? Al menos tres cosas. Por un lado, la capacidad de revalorizar la participación desde abajo, desde los pobres y los explotados. Esta dimensión de la política, que a nivel mundial habían relanzado los zapatistas luego del derrumbe del llamado socialismo real, ha sido sepultada ante las exigencias de una coyuntura en la cual se impone por izquierda –ente el gobierno (sea en su defensa o en su crítica). Por otra parte, hemos extraviado nuestra aptitud para pensar más allá de los “relatos” pre-constituidos. De experimentar, sentir y participar desde nosotros mismos las tensiones, contradicciones y antagonismos que recorren nuestra sociedad. Pero hemos perdido algo más, que no tiene menos que ver con el pasado perdido, y más que ver con las luces encendidas en un presente global: la confianza en la política de los muchos, en el modo horizontal del hacer, en la capacidad de afirmar enunciados desde los muchos que trabajan y comunican, toda esa riquísima cultura que hoy se practica y se despliega en las calles de Atenas a el Cairo, de Oakland a Madrid o Jerusalén (para no volver a nombrar a los zapatistas).
 
VIII. En el mismo momento en que el quehacer político se torna “zapatista”, o “dosmiyunero”; en que los rasgos de estos ciclos de lucha se comunican como nunca con los de la “revuelta” inconclusa, nos ausentamos completamente de estas innovaciones refugiados en la defensa de una suerte de “revolución nacional”, que cuaja mucho mejor en la retórica, y nos deja hace sentir que, a fuerza de no tocar ningún tema de fondo, nos eximirá de más perdidas.

De silencios y gritos:

Nuevo hito en la larga marcha zapatista
  Por Elio Henríquez,
especial para Lobo Suelto!
 
 
San Cristóbal de Las Casas, Chis., 21 de diciembre. De los más de 40 mil indígenas pertenecientes al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ELZN) que desfilaron este viernes en Chiapas, entre 15 y 20 mil lo hicieron en los Altos.
 
Como en otras regiones de la entidad, marcharon en silencio por calles de esta ciudad. Encapuchados, pasaron con el puño izquierdo en alto sobre una tarima colocada frente a la catedral de San Cristóbal de Las Casas, en una acción parecida al pase de revista, característico de la milicia.
 
Sobre el templete en que caminaron, cuatro zapatistas sostenían una bandera de México y otra del EZLN, con los colores rojo y negro, así como una estrella en medio.
 
Los indígenas rebeldes, que llevaban marcado un número en el pasamontañas según la zona zapatista a la cual pertenecen, comenzaron a concentrarse en las afueras de esta ciudad a partir de las ocho horas, bajo una pertinaz lluvia, la cual provocó que muchos se cubrieran con plásticos.
 
Permanecieron en fila ordenados y en silencio hasta pasadas las 11 horas, cuando comenzaron a marchar hacia el centro, situado a unos 20 minutos caminando. Todo el tiempo lo hicieron en silencio. No hubo consignas ni pancartas o mantas.
 
Orgullo de México
 
Al llegar al parque fueron recibidos con aplausos. Zapata vive, la lucha sigue, corearon cientos de personas que los esperaban o sólo caminaban por el lugar. Vivan las mujeres zapatistas, expresaron.
 
El contingente, en el que participaron muchas madres que cargaban a sus niños, comenzó a pasar a las 12 horas por la tarima de madera colocada frente a la catedral. Terminó de cruzar 45 minutos después.
 
El silencio de los hombres y mujeres zapatistas sólo fue roto por los constantes aplausos, los viva Marcos, ustedes son el orgullo de México y vivan los zapatistas.
 
Al terminar de cruzar la tarima, frente a las dos banderas, hicieron una concentración en el centro, sobre todo en el parque de los Arcos o de los Héroes, ubicado a espaldas de la alcaldía, y en los espacios libres de la plaza Catedral, que está ocupada en buena medida por una pista de hielo que funcionará próximamente.
 
Después de media hora, nuevamente comenzaron a caminar hacia el poniente de la ciudad, donde estaban sus vehículos, sin emitir mensaje alguno ni dar a conocer los motivos de la movilización, que coincide con el inicio de un nuevo ciclo maya.
 
La última manifestación de esta magnitud ocurrió el 7 de mayo del año pasado, cuando alrededor de 20 mil zapatistas participaron en esta ciudad en la Marcha por la Paz a la que convocó el poeta Javier Sicilia, fundador y uno de los dirigentes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.
 
Al final de la manifestación de hoy se manejaron distintas cifras sobre el número de asistentes, desde 8 mil, según fuentes del gobierno, hasta 20 mil, de acuerdo con personas cercanas a los organizadores.

Derrumbe y renacimiento en el mundo maya zapatista

Por Luis Hernández Navarro




No puede reaparecer lo que nunca se ha ido. Lo que este 21 de diciembre hicieron los rebeldes mayas zapatistas al ocupar pacíficamente y en silencio cinco ciudades chiapanecas no fue reaparecer, sino reafirmar su vigencia.

El EZLN ha estado aquí desde hace más de 28 años. Nunca se ha ido. Durante diez años creció bajo la hierba; hace más de 18 se dio a conocer públicamente. Desde entonces ha hablado y guardado silencio intermitentemente, pero nunca ha dejado de hacer. Una y otra vez se ha decretado su desaparición o su irrelevancia, pero siempre ha resurgido con fuerza y con mensaje. 

Este inicio del nuevo ciclo maya no fue la excepción. Más de 40 mil bases de apoyo zapatistas marcharon bajo la lluvia en cinco ciudades de Chiapas: 20 mil en San Cristóbal, 8 mil en Palenque, 8 mil en Las Margaritas, 6 mil en Ocosingo, y por lo menos 5 mil más en Altamirano. Se trata de la movilización más numerosa desde el surgimiento de los rebeldes del sureste mexicano. 

La magnitud de la protesta es señal de que su fuerza interna, lejos de disminuir con el paso de los años, ha crecido. Es un indicador de que la estrategia de contrainsurgencia en su contra, llevada a cabo por los distintos gobiernos, ha fracasado. Es muestra de que su proyecto es expresión genuina del mundo maya, pero también de muchísimos campesinos pobres mestizos en Chiapas. 

El EZLN no abandonó nunca la escena nacional. Guiado por su propio calendario político, fiel a su congruencia ética y con la fuerza del Estado en su contra, fortaleció sus formas de gobierno autonómicas, mantuvo viva su autoridad política entre los pueblos indígenas del país y activas las redes de solidaridad internacional. El hecho de que no haya aparecido públicamente no significa que no esté presente en muchas luchas significativas en el país.

En las cinco juntas de buen gobierno que existen en Chiapas y en los municipios autónomos las autoridades de las bases de apoyo se gobiernan a sí mismas, ejercen justicia y resuelven conflictos agrarios. En sus territorios, los rebeldes han hecho funcionar sus sistemas de salud y educación al margen de los gobiernos estatales y federal, organizado la producción y comercialización y mantenido en pie su estructura militar. Resolvieron con éxito el desafío del relevo generacional de sus mandos. Por si fuera poco, sortearon con eficacia las amenazas del narcotráfico, la inseguridad pública y la migración. El libro Luchas muy otras. Zapatismo y autonomía en las comunidades indígenas de Chiapas es una extraordinaria ventana para asomarse a algunas de estas experiencias.

Los zapatistas marcharon este 21 de diciembre en orden, dignamente, con disciplina y cohesión, y en silencio; un silencio que se escuchó fuerte. De la misma manera en la que han tenido que cubrirse el rostro para ser vistos, ahora interrumpieron la palabra para ser escuchados. Se trata de un silencio que expresa una fecunda capacidad generativa de otros horizontes de transformación social, una gran potencia. Un silencio que comunica voluntad de resistencia frente al poder: Quien permanece en silencio es ingobernable, decía Ivan Illich.

Un ciclo de la lucha política se cerró en México este primero de diciembre, al tiempo que otro se abrió. El EZLN tiene mucho que decir en el naciente mapa de las luchas sociales que comienza a dibujarse en el país. Su movilización puede impactar en ellas de manera relevante. 

Entre los contornos que definen la nueva etapa de luchas sociales se encuentran: el regreso a Los Pinos del viejo dinosaurio priísta, tripulado por el salinismo y sus modos autoritarios de ejercicio del mando estatal; la pretensión de conducir la conflictividad social a partir de un pacto entre las élites que excluye a los sectores subalternos; la crisis, descomposición y reorganización de la izquierda partidaria, y la emergencia de nuevos movimientos sociales. 

EZLN es un nuevo jugador que, sin invitación, se sienta en la mesa de la partida que recién se abre en la política nacional. 

El Pacto por México, suscrito por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y, a título individual, por el presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) pretende acordar un programa de reformas al margen de amplios sectores sociales. La movilización del EZLN hace evidente que una muy amplia parte de la sociedad mexicana no está incluida en ese acuerdo, y que lo que acuerden sus suscriptores no necesariamente cuenta con el aval de los ciudadanos. 

El partido del sol azteca está trabado en una lucha interna que puede provocar su ruptura. La pretensión de Nueva Izquierda de uncir su destino al gobierno de Peña Nieto hipoteca cualquier posibilidad de distancia crítica del poder. 

El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se ha volcado a las tareas organizativas para obtener su registro. Es probable que la Organización Popular y de los Trabajadores (OPT) siga el mismo camino. Existe pues un amplio territorio político y social que la izquierda partidaria no está ocupando. Los zapatistas gozan de una indudable autoridad política entre quienes pueblan esas latitudes. 

En el último año y medio han emergido movimientos sociales que cuestionan al poder al margen de los partidos políticos. No se sienten representados por ninguno de ellos. El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, #YoSoy132, las luchas comunitarias contra la inseguridad pública y la devastación eco- lógica, las protestas estudiantiles en defensa de la educación pública, entre otras, caminan por sendas distintas a las de la política institucional. Las simpatías hacia el zapatismo en esas fuerzas son reales. 

Pero, más allá de la coyuntura, las marchas del 13 Baktún maya son un novedoso ¡Ya basta! similar al que enunciaron en enero de 1994, y de una versión renovada de ¡Nunca más un México sin nosotros! formulado en octubre de 1996, que abre otros horizontes. No piden nada, no demandan nada. Muestran la potencia del silencio. Anuncian que un mundo se derrumba y otro renace.

COMUNICADO DEL

COMITÉ CLANDESTINO REVOLUCIONARIO INDÍGENA,
 

COMANDANCIA GENERAL DEL
 
EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL


 

MÉXICO, 21 DE DICIEMBRE DEL 2012
A QUIÉN CORRESPONDA:
 
 

¿ESCUCHARON?



Es el sonido de su mundo derrumbándose.



Es el del nuestro resurgiendo.
El día que fue el día, era noche.
Y noche será el día que será el día.

¡DEMOCRACIA!

¡LIBERTAD!
¡JUSTICIA!

Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del
EZLN

 
 
Subcomandante Insurgente Marcos.
 
México, Diciembre del 2012.

 Audio que acompaña este escrito:

 

 

Agite y saqueo en los barrios

Por Diego Valeriano

 


Agite y saqueos en varios barrios. Hay gente agitando, siempre la hay. Parece que en Bariloche hay unos grupitos medio anarcos, que agitaron bastante. Y cierta debilidad del gobernador, después de la muerte de Soria a manos de su esposa. Después, descontrol absoluto. Es decir, “efecto contagio”. ¿Cómo entender esta capacidad de contagio sin echar una mirada a las periferias hiper violentas, consumistas y sin estado?  ¿Sin estado?  Digámoslo así: se trata de territorios a los que el estado llega siempre “después”. Es siempre después que llega la policía, los planes, los funcionarios. Mientras tanto, alcanza con la presencia de diez pibes agitando en cualquier asentamiento o villa de las ciudades para que en media hora se acumulen unos cincuenta pibes frente a un super. Luego, el trabajo es de la tele. Las imágenes son las que contagian y arman clima. Y a la hora, pueden ser ya trescientas personas. La policía ni controla, ni reprime, y entonces nuevamente la tele y los rumores, y así…

¿Un nuevo conflicto social? Ante todo una forma de vida que se fue constituyendo en los últimos diez años: territorios dominados por mafias, oportunismo e intercambios. Nuestras formas de vida son así superdesbordantes y violentas. Los saqueos de estos días son solo una manifestación entre otras. Como en otro momento lo es la hinchada de boca rompiendo todo, o los afanos en los barrios, o los enfrentamientos a piedrazos entre dos banditas del conurbano. Hay un modo de vida runfla-droga-guita-planes-feria-tecnología-estado ausente en lo capilar-conflictiva-violenta.

Las organizaciones sociales no existen más. Por lo menos desde el 2004 dejaron de ser una realidad viva y autónoma en el conglomerado suburbano bonaerense. Se fueron transformando en pymes: ya no son sujeto de nada. Nada las conmueve, nada las interpela. De hecho, no hacen nada. Y por lo tanto no le disputan tampoco el territorio a nadie en ningún lado. Ante el “nuevo conflicto social”, son espectadores. De vez en vez, corren presurosos para la foto, con sus banderas y símbolos. Son pocos. Son grupos parapetados para sumarse a los reclamos de otros. Hacen política desde los “otros”, y no como muestra de solidaridad: juegan a hacer política. Esperan ansiosos a que pase algo para movilizar, discutir y poner todo su cotillón al servicio de los reclamos. En las últimas grandes luchas urbanas han permanecido prácticamente ajenas.

Las luchas hoy son llevadas adelante por un nuevo tipo de “ciudadanía popular”. De Susana Trimarco a los vecinos de caballito; de las asambleas ambientales a los familiares de contra el gatillo fácil o los grupos pro abortistas y las minorías sexuales. Se trata de grupos o personas que disputan efectivamente el espacio público y el sentido común. Que buscan la protección estatal, siempre. Y la ampliación de derechos. Buscan justicia, reconocimiento social o bien resguardo de sus privilegios. Su potencia reside en la no-representación, como así también en la no-afiliación. Porque tanto la representación como la afiliación restan potencia. Por un lado, al encuadrar dentro de un grupo, por otro al desprestigiar su reclamo. 

¿Existe posibilidad de politizar el nuevo conflicto social? Ante todo hay que adoptar un diagnóstico certero. Un tipo de neoliberalismo popular gestionado de modo informal por instituciones del estado con mucha guita en negro, negocio narco que financia campañas electorales; gestión policial de estos territorios, participación de jueces en esta trama: se trata de una trama cada vez más violenta, porque va depredando al ritmo del crecimiento del consumo.

Otro diciembre caliente pero distinto al estallido de 2001

Crisis terminal de un largo período de depresión económica, el estallido de todo un régimen detonó entonces casi como una reacción física a un fin de ciclo político, económico y social.



Como una profecía autocumplida, finalmente en diciembre «pasó algo». Encadenando trágicas experiencias, visiones apocalípticas, déficit estucturales y una violencia que en algún punto se autorreproduce, el relato que coloca al mes de las fiestas como el más sensible del calendario se hizo realidad de modo sangriento.

No parece este trágico 20 de diciembre en Rosario equivalente al de once años de atrás. Crisis terminal de un largo período de depresión económica, el estallido de todo un régimen detonó entonces casi como una reacción física a un fin de ciclo político, económico y social. Con su tendal de muerte y tragedia, aquellos episodios tuvieron la inteligibilidad política de una rebelión, incluida su articulación policlasista, la resolución política y las consecuencias económicas.

El 2001 fue un punto de inflexión en la historia del país, prolegómeno de un cambio de paradigma que apalancó el crecimiento económico y las reparaciones políticas y sociales de la década de posterior. El activismo social, las organizaciones populares, la tradición y el sentido de la lucha política se hicieron paso, entre el caos de aquellos días, para darle un sentido determinado a la violencia.

Diez años antes de ese episodio, el debut de la metodología del saqueo en la Rosario convulsionada del 89 daba cuenta de una furiosa combinación de hambre, descalabro económico (hiperinflación mediante, conviene recordarlo) y conspiración que tuvo sus consecuencias políticas e institucionales.

En los inicios de los años 90, los saqueos abrieron las puertas de una década de consolidación conservadora. En 2001 la resolución fue inversa. Llevó al máximo nivel de la representación política a las fuerzas identificadas con políticas de reparación económicas y sociales.

No está para nada claro que este diciembre tenga una línea de continuidad con la secuencia de 2001. El material sensible e inflamable sobre el que tiembla la política argentina prescribe hoy una prudencia analítica extrema, toda vez que ninguna conclusión que se saque de estos días de violencia será inocua.

 

El legado de 2012

Pero conviene hacer hincapié en la complejidad del mundo que se mueve bajo esta nueva ola de saqueos.

Una mirada macroeconómica revela que 2012 fue un año de ajuste, negado muchas veces con agresividad, violencia y soberbia por las máximas autoridades políticas. La recesión, troquelada con una inflación negada en forma suicida, contribuyó a consolidar un fin de año con expectativas por el piso e incertidumbre por las nubes. En términos generales, estas realidades desnudan las afloraciones noventistas que, más allá del discurso épico, integran el sustrato de la posconvertibilidad. Sin negar los aciertos, la verdad es que la agenda de transformaciones estructurales (empleo formal, ingreso, igualdad, vivienda) fue harto acotada para una década de altísimo crecimiento.

Pero aún reconociendo estos déficits, hay que hacer sudar la imaginación para encontrar en la economía actual situaciones de terminalidad como las que dispararon los hechos de 89 o 2001. Menos para dar esa única dirección la explicación de un estallido de violencia social.

 

Políticas

Una mirada política encuentra gobiernos nacionales, provinciales y municipales que, con sus diferencias y matices, están enredados en su propio relato, y embriagados de éxitos y discursos de mejores momentos. La sobreactuación del teniente coronel Berni, con su fuerte dosis de macartismo, y la pretensión del joven Abal Medina de que la disputa violenta en el territorio se neutralizaba con el anuncio de la expropiación del predio ferial de Palermo, denotan un espíritu algo enajenado. Una caricatura del «Clarín miente». Pero, aunque la realidad desafíe sus imaginarios, se trata de administraciones que, en todos los niveles, fueron refrendadas sólidamente hace un año y cuya estabilidad institucional sólo puede ser puesta en discusión por un análisis cargado de intencionalidad.

Una oposición sin nombres, rumbo ni programas, se atrinchera en la suma de todos los miedos y conflictos, cualquiera sean, con la esperanza de propinar al oficialismo una suma de victorias territoriales en 2013. En ese tren, intenta darle su propio sentido a una realidad pródiga en conflictos. Pero es capcioso e insuficiente explicar el diciembre trágico por el puro activismo político.

 

Territorio y actores.

Con la complejidad que encierran este tipo de episodios, hay fenómenos que a fuerza de repetirse van configurando una lectura. Cuando el modelo comienza a mostrar sus flaquezas, la lucha política y social se territorializa. Y en el territorio hay nuevos actores, nuevas relaciones y nuevos dramas. Ya no se organiza prioritariamente a través de los movimientos sociales y sólo operativamente se articula con el negocio del punterismo partidario. Los movimientos sociales y políticos van perdiendo terreno frente a redes de otro tipo, algunas articuladas al estilo de mafias y carteles, con vínculos estrechos con fuerzas de seguridad y un circuito económico de alta gama que encuentra en Rosario una ciudad símbolo, donde la manifestación de riqueza crece pari passu con la pobreza. La imagen de bandas juveniles saqueando con extrema saña a indefensos supermercados de origen chino es la más novedosa, de los saqueos de 2012. Remite a algo más que insatisfacción política, social o económico. Remite a apropiación de un territorio de negocios.

En su infraestructura, en el mercado inmobiliario, en el parque automotor, en su geografía económica y en sus usos y costumbres, Rosario _como otros aglomerados del país_ se convirtió en un espacio de frontera, cuya ocupación se está redefiniendo, y no de la mejor manera.

Que mínimos acuerdos de convivencia, como la prioridad al cruzar la calle o el uso peatonal de las veredas, estén hoy en entredicho fáctico, descubren en los aspectos más nimios de la cotidinaeidad un nuevo ADN ciudadano. Que hace que la apropiación individual de los bienes públicos se convierte en norma. Y que permite inferir, de menor a mayor, los múltiples, profundos y variados conflictos de un nueva disptua .

Los territorios, los geográficos, los de la política y los de la economia, se están reconfigurando. En la provincia, el año arrancó con la muerte de tres militantes sociales a manos de narcotraficantes, con complicidad policial.

La movilización sindical y social articulada para defender el empleo en la crisis de 2009 fue sistemáticamente «disciplinada» desde el Estado y los sindicatos burocráticos. Las inundaciones y saqueos solaparon por ahora la amenaza del desalojo del tambo de Giros. Los trabajadores portuarios pelean contra los despidos con la amenaza de represión sobre sus cabezas.

Una extraña conclusión de tarea cumplida, de punto de arribo, de autosatisfacción por parte de la clase política que se consolidó luego del estallido de 2001, llevó a tomar como una gracia la ruptura y neutralización de las organizaciones sociales, para reforzar una agenda estatal que supuestamente había declarado el fin de la historia de las demandas. Ahora queda en evidencia que no era totalmente así. Pero lo peor es que mientras se combate a esas organizaciones, otros referentes, otras relaciones, menos reconocibles políticamente, con demandas menos claras, van ocupando el espacio. Y terminan siendo los encargados de tamizar los conflictos que, como el agua de las inundaciones, no se contienen con relatos.

Saqueos: ¿a quiénes benefician?

por Héctor Toti Flores
 


 
Antes de entrar a analizar la pregunta del título, hay una afirmación categórica que es necesario decir: no hay ninguna posibilidad de saqueos si la situación objetiva de pobreza y marginalidad, que existe en la actualidad, no la amerita. 
 
Otra cuestión previa es la comparación también necesaria con los hechos acontecidos en las jornadas trágicas de 2001. Y tenemos que decir que hoy no tiene absolutamente nada que compararse con aquellos años. Entonces teníamos porcentajes increíbles, cerca del 50%, de desocupados, una economía en recesión y una terrible crisis de la institucionalidad política que culminó en el “que se vayan todos”. 
Hoy nada de esto es igual. Casi diez años de crecimiento económico, una balanza comercial favorable a partir de la colocación en el mercado mundial de productos ligado a la producción agropecuaria que da a las cuentas del Estado una gran solvencia. 
 
¿Quiénes son entonces los saqueadores del presente? Sin lugar a dudas, no son los trabajadores que, aunque vean sus salarios carcomidos por la inflación, todavía tienen contención y no están al borde del hambre. Tampoco son los trabajadores precarizados que, aun en condiciones desiguales, mantienen la posibilidad de comer todos los días. 
 
Lo que predomina en los saqueadores de hoy son los nuevos excluidos del modelo kirchnerista. 
 
Son fundamentalmente jóvenes que tienen como referentes a líderes ligados a la marginalidad. Son parte pequeña pero muy activa, del cerca del millón de jóvenes, que no estudian ni trabajan, que son bombardeados por la propaganda consumista del relato que hay “para todos”, pero que a ellos no les alcanza, forjando un enorme resentimiento que genera violencia en su vida cotidiana. 
 
Son las mismas personas que se movilizan llenando colectivos con la promesa de repartija de “porros y otras yerbas”. Actuando de grupos de choque de los nuevos “punteros” de la política cada vez más ligados a los negocios clandestinos de la droga y el delito que a los ideales de la justicia social y al servicio del bien común. Son una parte marginal, pero numerosa, que queda como resultado de un discurso basado en el resentimiento y la violencia para ir “por todo”, que en estos sectores no tiene filtros. 
 
Estos días de diciembre te retrotraen a recuerdos del pasado. El miedo, la violencia, se instalan en la sociedad y encolerizan. Y la conciencia colectiva busca un salvador. Y eso seguramente está en el móvil de quienes organizaron estos saqueos. Desde hace mucho tiempo digo que en el Conurbano nadie roba, nadie trafica droga, sin la complicidad de algún sector del Estado que debe controlar estos delitos. Porque hay un poder paraestatal que son quienes gobiernan en estos lugares. Y es muy común que cuando algún jefe de los de arriba cae en desgracia, por abajo empiezan a los tiros para ver quién controla el territorio que quedó vacante. 
 
Estos poderes conviven desde hace mucho tiempo. 
 
Como se controla a través del terror ejercido por sus jefes. 
 
Este es el sujeto social que predomina en estos momentos en los saqueos. Ninguno de ellos se mueve si no tiene algún guiño de sectores de poder. Es su lógica. 
 
Y entonces ¿a quiénes benefician los saqueos? A los pobres, a los marginalizados, a los excluidos del modelo. Categóricamente, a ellos, ¡no! 
 
Se verá, a medida que pasen los días y se aclaren algunas cuestiones relacionadas, qué sector económico, político o social quiere sacar ventajas de los muertos y los daños causados por el miedo, la destrucción y el crimen de estos días de diciembre. En quienes quieran utilizar estos hechos lamentables, estarán los responsables y beneficiarios de la muerte y la violencia de hoy. 
 
Pero a pesar de estos azarosos hechos tengo fe en que los días por venir serán de un enorme aprendizaje. Y que sea una lección para que nunca más en las internas del poder se juegue con la vida de los que menos tienen, de los pobres, de los necesitados, porque eso es un pecado imperdonable y, en la Argentina, más tarde o más temprano la justicia llegará para nuestro pueblo.

Hoy, saqueos

por Martín Caparrós
 
 

Es viernes, mediodía. Veo por la tele cómo, a treinta cuadras de mi casa, docenas de policías tiran gases y balas de goma a cientos de pibes que los llueven a piedrazos –y están tratando de volver a entrar en un depósito de Carrefour en San Fernando. Más temprano, cuentan, cientos o miles se llevaron muchas cosas; ahora, empleados del supermercado tapan la entrada con una barricada de carritos. TN lo muestra en directo; mientras, el noticiero del canal oficial entrevista a Amelita Baltar por sus cincuenta años de carrera –y un videograf anuncia que el Manchester United está interesado en Ezequiel Garay. La Ley de Medios urge. Ningún canal muestra imágenes de Rosario. En Rosario, esta mañana, murieron dos personas que trataban de llevarse mercadería de dos supermercados –pero nadie parece interesarse mucho por el tema. Va de nuevo: esta mañana mataron a una mujer y un hombre que trataban de llevarse comida o algo en un par de negocios de la segunda ciudad de la república. Mataron a un hombre y una mujer, esta mañana.


                                            *                *                *

Siempre me sorprendió que funcionara: uno de los grandes misterios de las sociedades contemporáneas es que las personas respeten la propiedad ajena. Es difícil: supone que millones y millones se resignen a una situación donde ven todo el tiempo lo que querrían tener pero no pueden porque hay leyes y policías que lo impiden. Donde les muestran todo el tiempo lo que no pueden, les ofrecen, los invitan todo el tiempo a lo que no pueden: vestirse lindo, viajar, cogerse rubios, andar en coche, comer todos los días. Las cosas están ahí, como si al alcance de la mano; que los millones no estiren esa mano requiere una eficacia extraordinaria de dos herramientas: el miedo, la ideología. El miedo es obvio: si lo agarrás te agarran y te joden; se llama represión, y es indispensable para que todo lo demás funcione.

Pero más todavía la ideología: consiste en justificar que algunos tienen mucho y otros muy poco a través de discursos –relatos– que van cambiando con los tiempos: que los más claros deben tener y los oscuros no: los españoles sí y los indios no, digamos; que Dios le ha dado a unos y quitado a otros; que las mujeres no están preparadas para poseer nada, como sí los hombres; que tiene el que trabaja y el que no tiene es porque es vago o tonto; que, en síntesis, es justo y necesario que quien adquirió por la forma que sea tal o cual objeto lo hace suyo y nadie más puede tenerlo a menos que le dé algo a cambio. La propiedad privada, le decían, cuando se hablaba de esas cosas. Es un milagro –es el gran milagro social de los últimos diez mil años– que tantos millones respeten esa idea, esa ilusión tan laboriosamente sostenida. Pero eso no la hace menos frágil: de vez en cuando –muy de vez en cuando– se rompen ciertos diques y la ilusión estalla. Entonces, de pronto, parece tan extraña.

                                            *                *                *

Todo empezó ayer, en Bariloche: un descontrol que parecía localizado. La presidenta mandó 400 gendarmes; hace seis meses había dicho que nunca más iba a mandar gendarmes a reprimir al interior. Después siguió en Campana, Rosario, San Miguel. A veces, cuando alguien muestra que se puede, es como si no hacerlo no tuviera sentido. De pronto parece natural todo lo que siempre pareció prohibido –y el dique de la ideología se agrieta. El dique de la ideología no es gratis para los que lo imponen: deben mostrar cierta conducta, cierta coherencia. Para que los sectores de poder puedan imponer el respeto de la propiedad privada deben respetarla a su vez. Cuando se ve que no la toman muy en serio –que roban los bienes del Estado, por ejemplo, o lo que fuere–, se les complica un poco. Es la famosa impunidad, que hace escuela.

                                            *                *                *

Ahora los reporteros entrevistan al señor Abal Medina, jefe de gabinete del gobierno nacional, uno que consiguió cierta notoriedad hace cinco días diciendo que la cámara judicial que juzga el tema de la ley de Medios era una “cámara de mierda”. Alguien le dice que el dirigente sindical Hugo Moyano, al que el gobierno acusó de fogonear los saqueos, negó cualquier relación con ellos.

–Esperemos que lo pueda demostrar.

Contesta el jefe de gabinete, invirtiendo la carga de la prueba. Y sigue hablando de los golpes cívico-militares: este gobierno ve golpes en todo lo que pasa, conspiraciones donde debería ver síntomas, problemas que enfrentar. Después retoma el cliché más usado desde anoche: que los saqueadores se llevan plasmas, y que “llevarse plasmas no es hambre, es vandalismo”.

Es un argumento curioso, pre-económico: como si quien quiera comer solo pudiera lograrlo obteniendo comida sin más mediaciones; como si no hubiera transacciones posibles. Los que argumentan no parecen tomar en cuenta que llevarse plasmas, en principio, es llevarse la posibilidad de comer durante un mes, no durante tres días. O, incluso: llevarse la posibilidad de ver televisión en un plasma, que es lo que su sociedad les propone todo el tiempo –aunque no les ofrezca los medios para conseguirlo sino, más bien, las certezas de no poder hacerlo.

                                            *                *                *

Es un momento –que saben breve– de inversión, de ruptura del orden, carnaval en serio: acceder a todo aquello que, todo el tiempo, les está vedado. Es la fiesta, la fiesta verdadera –que, como todas las de verdad, se paga.

                                            *                *                *

En la televisión, en San Fernando, los cientos siguen tirando piedras aunque ya no parece que vayan a poder entrar. Es –como hace unos días en el Obelisco, cuando los hinchas de Boca– la alegría del descontrol, de la violencia como discurso pobre pero fuerte. Salgo a la calle. El chino de mi cuadra dice que está mirando los saqueos por la tele y no sabe si cerrar o no cerrar. Dice que cerraría porque le da miedo lo que puede pasarle, pero que estos días de las fiestas viene mucha gente y que si cierra va a perder mucha plata. Duda, no sabe qué hacer. Nos pasa a todos.

 

Tres hipótesis y una realidad

por Maristella Svampa


 
Cuesta reflexionar sobre la ola de saqueos que ha recorrido el país en estos últimos días y no quedar preso de las imágenes y las declaraciones de coyuntura. Sin embargo, sin contar con un panorama del todo claro al respecto, hay por lo menos tres hipótesis interpretativas sobre las cuales me gustaría detenerme un momento. 
 
Hay una primera hipótesis, que podemos llamar “catastrofista”, que suele asociar los saqueos al fin de época. Así ocurrió en 1989, cuando la hiperinflación arrasaba con el país, y lo mismo sucedió en 2001, cuando la desocupación y el hambre se conjugaron explosivamente con medidas restrictivas (el corralito). En la Argentina de hoy, las brechas de la desigualdad continúan siendo enormes y el deterioro de la situación socio-económica, en amplias franjas de los sectores populares, es mucho mayor que el que el Gobierno nacional estaría dispuesto a reconocer, cualquiera fuera la circunstancia. Pero 2012 no es 2001 ni tampoco 1989. No estamos viviendo un “fin de época”, pero tampoco un “freno a la paz social”, como declaró el funcionario Abal Medina. Tampoco éstos son, como se ha leído por ahí, los “saqueos de la abundancia”. Estos, como los dichos poco afortunados del funcionario más arriba citado, constituyen un insulto a la inteligencia, además de un acto de ceguera política. 
 
La segunda es la hipótesis “conspirativa”: todo saqueo es organizado, y éstos aparecen asociados al incorregible peronismo, cuya base está en el conurbano bonaerense y otras grandes periferias urbanas. Lo particular en este caso sería, como bien apunta en este mismo diario Pablo Stefanoni, que por primera vez dichos dispositivos conspirativos (¿o serán llamados destituyentes?) buscarían atentar contra la estabilidad de un gobierno también de signo peronista. 
 
Más allá de las internas peronistas, hay que tener en cuenta que, por lo general, la hipótesis conspirativa apunta a estigmatizar y descalificar a quienes son vistos como el “enemigo principal”. Algunas declaraciones gubernamentales se orientaron en esta dirección, acusando nada menos que a la CGT comandada por Moyano. No faltarán quienes comiencen a hablar de maniobras ocultas y manipulatorias por parte de un debilitado Duhalde (a quien se liga a los saqueos de 2001). Sin embargo, el problema de esta hipótesis es que tiende a tomar la parte por el todo, ya que en alguna de sus modalidades –peronismo partidario, sindical o punteros– habría, más temprano que tarde, una explicación reduccionista, que apunta, en última instancia, a la tesis del Responsable Político e Intelectual. Aunque probablemente haya episodios de saqueo promovidos por punteros y dirigentes peronistas alineados en una feroz interna, propias del peronismo infinito, lo cierto que esta tendencia a tomar la parte por el todo, acusando al “enemigo principal”, nunca alcanza a explicar el meollo central de estos sucesos. 

Una tercera hipótesis plantea que los saqueos constituyen un repertorio de acción colectiva –espontáneo u organizado, según los casos, y a veces de modo sucesivo y combinado– de los sectores populares, asociados a momentos de crisis. El sociólogo Javier Auyero ha hecho interesantes trabajos sobre el tema y ha hablado de los saqueos como una “zona gris”, señalando que no habría discontinuidades entre práctica cotidiana y violencia colectiva, aun si el autor coloca demasiado el acento en la articulación entre saqueos, punteros y dirigentes partidarios (del Partido Justicialista) en sus análisis de lo sucedido a finales de 2001. Desde nuestra perspectiva, esta tercera hipótesis –como recurso de los sectores populares en tiempos de crisis, ya instalado en la memoria colectiva– debe ser puesta en perspectiva socio-geográfica, esto es, tener en cuenta el lugar donde se originaron los saqueos. Se trata nada menos que de Bariloche, la ciudad turística más emblemática de la Patagonia y, a la vez, paradigma de la fractura socio-espacial. No es la primera vez que Bariloche nos sorprende  con sus imágenes extremas. Ya lo hizo en 2010, cuando la policía asesinó a tres adolescentes y hubo fuertes manifestaciones de xenofobia y racismo por parte de los comerciantes del Bajo, en apoyo a la policía del gatillo fácil… La impunidad y la desigualdad fueron potenciadas por la situación de emergencia económica que, desde 2011, atraviesa la ciudad (y otras regiones de la provincia de Río Negro y Neuquén) como producto de las cenizas del volcán Puyehue. 
 
Así, quienes conocen Bariloche saben que en realidad es la ciudad-country de la Patagonia: por un lado, está la ciudad del Bajo, la de los operadores turísticos y las chocolaterías con sonoridades centroeuropeas, protegida por las fuerzas de seguridad; la ciudad blanca, racista y xenófoba, la de los chalets suizos que se despliegan de modo barroco por los kilómetros, al borde de uno de los lagos más hermosos de la Patagonia.
 
Por otro lado, está el Alto, de corte mestizo y de raigambre mapuche, con sus sonoridades chilenas e indígenas, hundido en la pobreza y la marginalidad, cuyas imágenes urbanas tienen más de campamento permanente de refugiados que de extinto barrio proletario. 
 
Punto de arranque de una situación perturbadora que, sin llegar a ser leída como “fin de época”, pero tampoco como mera “conspiración”, Bariloche vuelve a poner en el centro de la agenda pública tanto la vigencia de la fractura social, en sus formas extremas, como el evidente y rápido deterioro socio-económico de amplios sectores populares a lo largo del país.

Garabateamos algo….entre nos….

Por Rene Vasco Irurzun



Cualquier intento de colocarnos en la contradicción, inherente a la política y el desenvolvimiento del poder, es posible que frustre el pensamiento, porque la parcialidad nos pone sus límites, pero quien no la tiene?

Si intentamos salirnos?, Es posible observar que hay situaciones que desencuadran y desestructuran los caminos discursivos establecidos. Se podría intentar?
En ninguna de las grandes organizaciones y movimientos Sociales agrupados en torno al gobierno se percataron o sintieron el olor siquiera del advenimiento de situaciones que los desbordaban- Tampoco desde la  fusiforme oposición.

No habrá un suficiente enraizamiento en los territorios? O el rol que juegan en los territorios no es el de compartir y proyectar las existencias, sino mas bien transitan un camino alejado al de muchos jóvenes que allí habitan?, O los territorios están hoy organizados por el narcotráfico?  Todo parecería indicar que los saqueos tuvieron sus particularidades y es por eso que llaman la atención y causan sorpresas a todo el arco político  sindical, oficialista u opositor



¡Podría pensar alguien seriamente que el moyanismo tiene la capacidad de conducir estos acontecimientos? .- No creemos que puedan existir  conductores si estos no está compenetrados en los problemas sociales existentes, son parte de ellos y los expresan profundamente junto a los demás. 

También resulta poco creíble  pensar que  lo determinante pueda ser la distribución de dineros para movilizar. Cuestión esta que no negamos que exista, y que haya incitadores; tampoco, pero conducir es otra historia.

Es que los jóvenes actores de los saqueos, son los hijos de las políticas o de los intentos por gestionar una profunda crisis civilizatoria que envuelve a los gobiernos de distinto signo. Mas particularmente son lo hijos directos del modelo que se desarrolla desde el  2003 en adelante.  Pero además y entre otras cuestiones, estos jóvenes están atravesados  también por una  memoria genético social  de los acontecimientos del 2001

–  El llamado modelo político en curso, que establece su esencia en la afirmación presidencial de que  “el capitalismo es consumo”, dispara la pregunta que consumo? Quienes consumen y que consumen?  Quien produce para ese consumo?

Mas allá de los discursos patrióticos y liberadores de envoltorio, que hacen a la  presentación de ese consumo y esa producción,  que poco tienen de soberanía porque  el proyecto está diseñado, estructurado  y  depende de un mercado mundial , que nos asigna el rol de productores  de bienes primarios extractivos agropecuarios. La orientación de los capitales necesarios para este esquema constituye la base material de la producción y el consumo, diseñados si por el gobierno. Así se desarrollo una articulación entre mercado mundial y consumo interno. Este esquema tan anti distributivo, deja afuera a millones de personas, para quienes el Kitchnerismo  organizo un extendido sistema de asistencialismo.  Esto da una base de ingresos a los sectores excluidos,  que otorga básicos beneficios económicos, pero condiciona los sentidos, asimétriza pensamientos,  mata desenvolvimientos y drogadiza la creatividad. Volatiliza la organización desde abajo y funcionaliza hacia arriba. Este asistencialismo hoy esta trastocado por la creciente violencia de una distribución más  concentradora  de dinero que resulta ser la inflación actual.

En este esquema, muchos quedan más que sumergidos, ahogados y fundamentalmente una gran proporción de jóvenes, marchitos en sus aspiraciones, endeudados, a los que llamarles marginales seria ya tan perimido como escuchar a los que mencionan al lumpen proletariado. Ni  Ni  los llama algún sociólogo, porque ni trabajan ni estudian, y casi casi quieren decir que ni existen,  pero resulta que están. Sí, son muchos sobre todo jóvenes  a los que alienantemente  se les han borrado los sentidos de dignidad de la vida, Se percibe que para ellos participación electoral es motivo de intercambio mercantil, y resulta muy difícil explicar que democracia no sea un negociado. Son plenamente conscientes que el conocimiento en las escuelas no tiene nada que ver con su existencia, porque vida no es lo que transcurre para ellos. El inmediatismo se siente en términos absolutos, raya en un sentido atemporal, tan profundo que un plasma de 42 hoy y ya, conseguido de cualquier manera es maravilloso, significante.  Tan bueno como un par de llantas, (zapatillas) que aunque sea duren una noche y el día siguiente sea de calabozo. Son ellos los que de pequeños, recorren los grandes supermercados  juntando en un carrito lo que desearían comprar, y al llegar a la barrera detectora lo abandonan. Para ellos no es que la droga, la policía, o la justicia o los políticos sean delincuentes. Menos carga de dignidad que eso, son un curro, un negocio otro, al que tal vez, si le tiran una tabla salvavidas, se pueda acceder. La conformación de identidades es de una fragilidad que tienen una valoración positiva en su disposición al consumo, al narcotráfico, los pichones son para ellos una naturalidad, y llegar a transas una verdadera aspiración. Tienen una fuerte inclinación para  alistarse en el reclutamiento para el trabajo delictivo, muchas veces forzadamente policial. La esquina y la precariedad de códigos que allí se establecen,  le permiten zafar  del hacinamiento, no solo por amontonamiento físico sino de violencia interelacional. Saben que es un ascenso social en el barrio ser transa. El tema es ser algo que se pueda tener acceso a ser.  Y embarazarse, le da  un sentido vivificante y de atención de los que las rodean altamente significativo,  y muy por encima de cualquier enseñanza escolar. Y muchos de esos  jóvenes  son padres circunstanciales, que se olvidan de su paternidad después del fume de celebración. Y podríamos seguir describiendo a estos jóvenes  que tienen en esencia un amasijo en sus sentidos, que enrolla desde al asitencialismo al paco. Pero en sustancia, poseen una pérdida del sentido más vivificante de la existencia, por eso su vida o la de cualquiera puede derramarse por motivos que son insignificantes y sin que les resulten traumáticos, sino que parecería que hasta distintivos.  De allí que su ética se codifica en subsuelos sociales a veces insondables.-

Si lo podríamos pensar  con más profundidad, son productos de un sentido de la distribución, que tienen los  que creen que ésta es solo económica. De un desarrollo que se mide en términos del PBI, y el ingreso per capital, y que el progreso es el desarrollo de esta maravillosa tecnología que nos está destruyendo la poca vida. El viejo concepto de pobreza ha fenecido para emerger una precarización que se instala profundamente en los sentidos.-
Cabria considerar que todos esos acontecimientos sociales  que significaron los procesos de 19 y 20 de diciembre,  fueron tan importantes que tallaron en la vida social de la Argentina profundos surcos de nuevos valores y sentidos de la vida, de relaciones sociales que apuntaban hacia un posible transcurrir  emancipador,  que siguen emergiendo sistemáticamente de una y otra manera.  El Kitchnerismo fue uno de sus productos  y también el kitchnerismo  sigue intentando ser  su definitivo sepulturero.

Estos  saqueos en los que se quieren montar desde la política, unos para denostar a sus adversarios o enemigos, otros para salvar las gobernabilidades, resultan esfuerzos vanos ya que no asumen la existencia de procesos sociales que a unos u otros golpean impactantes, por encima del espectáculo que intenten montar y de explicaciones que quieran representar lo que difícilmente puedan concretar.  Estos jóvenes a los que se les ha saquedo la vida, muy difícilmente acepten liderazgos permanentes. La velocidad de degradación de sus existencias tiene la vertiginosidad del mundo que habitamos, y es tan veloz como la reproducción del capital. Los vínculos que establecen son plásticos  y  tan transitorios como la circulación del dinero electrónico-

El Kitnerismo sigue sorprendiéndose con situaciones que le son extrañas  y que parece algo cansado para seguir creando  formas eficaces de un control social extendido. Es que el  accionar de variados actores sociales parece haber retomado protagonismo en las movidas callejeras. Estas manifestaciones  apreciamos, no son fundadoras de la constitución de nuevos vínculos sociales, de novedosas   relaciones, o de acontecimientos que marchen en un sentido emancipador, será por eso de que la historia se puede presentar de distintas maneras, unas veces para adelante y otras para atrás, independientemente de su masividad y contundencia social.

En Bariloche, chispa que inicio la hoguera,  ciudad en la que por lo menos, más de treinta mil habitantes están sumergidos en la profundidad más honda que la pobreza, fundamentalmente con muchos jóvenes precarizados, fue notable como los saqueos no obedecieron a reclamos  de alimentos  ni de determinados bienes, sino más bien de la convicción de que no está al alcance de los jóvenes,  un proyecto de vida que les permita elevar su condición social. Aquí en Rio Negro, la respuesta gubernamental de proponer  entregarles módulos alimentarios fue como tirar más nafta al fuego demostrando una visión muy parcial y perimida de lo que significa la abismal y violenta diferencia social  que parece haberse establecido a través de las políticas del Estado, como una condición estructural. Y mientras estas asimetrías, o desigualdades sociales extremas sigan existiendo, en el marco de una excitación por el consumo, y una impúdica demostración y  ostentación del  lujo, con una inflación saqueadora, y una maquinaria que aliena profundamente,  estos problemas  seguirán reventando  sucesivamente.-

**El Vasco es uno de los ocho facilitadores en la Escuela de Autogestión Social en Cipolletti, a la que asisten jóvenes expulsados en su mayoría del sistema formal de aprendizaje.

El kit de la lucha en Internet, de Margarita Padilla

«Hay que entender la lógica de las redes porque con ellas cambia la distribución del poder»
 
 
Margarita Padilla ha estudiado los casos de Wikileaks, Anonymous y Hacktivistas para descubrir las herramientas y dinámicas que el activismo hacker aporta a los movimientos sociales.
 

 
 
El kit de la lucha en Internet repasa tres episodios en los que el hacktivismo se ha revelado como una forma de acción de que puede incidir en la realidad social: las filtraciones de Wikileaks, los ataques de Anonymous y, en el territorio español, las campañas del colectivo Hacktivistas contra la Ley Sinde. En este libro, Margarita Padilla no se limita a relatar batallas, sino que de cada una de ellas extrae los elementos que aportan a un «kit de la lucha» que se utiliza no solamente en el ciberespacio, sobre todo a partir del 15M: desde la desorganización hasta las dinámicas de enjambre, desde el anonimato por sobreexposición hasta la preferencia por palabras nuevas cuyos significados no estén agotados, pasando siempre por la confianza en la autonomía y la inteligencia de los demás nodos de la red.
 
BAJAR EL LIBRO DESDE ACÁ: Traficantes de Sueños

¿Infraeconomía?

Notas desde la transición desconocida


 por Pablo Hupert


Militar es sostener colectivamente unas preguntas».

Ariel Pennisi

Aclaraciones y preguntas (contextualizaciones)

Contextualización: cambios estructurales. Todos estos surgimientos de trabajo autoorganizado como los que hoy se dan encuentro en este Foro, pero también muchísimos otros, se inscriben en algo que acaba de mencionar Mario Barrios[2]: la crisis del trabajo en su versión salarial y más o menos fabril. Es un proceso mundial que comienza hacia fines de los años 60, principios de los 70, con Mayo del 68 y la crisis del petróleo (por poner dos hitos de un largo proceso). Las respuestas a esa crisis, para resumirlo, han sido, por arriba, por el lado del capital, la financiarización de la economía, y, por abajo, por el lado de los trabajadores, el trabajo autoorganizado. La financiarización refiere al abandono de la regulación estatal, del pleno empleo, pero, también, a la vez que se aumenta la precariedad laboral, se aumenta el endeudamiento del trabajador. El capital financiero no solo endeuda a los Estados poniéndolos bajo su égida, también endeuda a los trabajadores como forma de aumentar el consumo sin aumentar sus ingresos (una forma que cada tanto entra en crisis pero que por ahora pervive).

Esta es una respuesta del capital que, por supuesto, ha dejado desarmadas a las viejas formas de organización obrera (a veces recurriendo a dictaduras, otras veces a la financiarización y otras ambas, como en nuestros países). Es un proceso que sigue. Pero no tenemos que hablar solamente de lo malo que es el capital, porque eso ya lo sabemos ­–y por eso me gusta tanto este encuentro donde podemos ver las respuestas que se pueden dar cuando el capital ya no estructura la producción o ya no emplea al grueso de los seres humanos. Conocerán a Bartleby, el escribiente, personaje de un cuento de Melville que, cuando le dan una orden, responde “preferiría no hacerlo.” Se toma a Bartleby como ejemplo de insubordinación. Es un personaje entrañable, sin duda, pero creo que lo que estamos encontrando hoy acá es algo más difícil que decir “preferiría no hacerlo”: es la pregunta “¿qué preferiríamos hacer?” y es el hacerlo.

Hay un movimiento social que se llama Giros, que en un barrio del conurbano rosarino tiene un tambo cooperativo que produce leche, dulce de leche, queso, y que vende leche enfrente de la puerta del supermercado del barrio a $3 el litro (un saché ronda los $5). El lema de ellos es: “no decir lo que hay que hacer, hacerlo”. El tan mentado tema de la inflación: esperamos que el gobierno lo resuelva, esperamos que las grandes empresas dejen de aumentar y dominar los circuitos de comercialización y las cadenas productivas… esperanzas con pocos visos de realidad. Giros nos muestra que podemos hacer algo con eso.


Ideas en borrador. Antes de seguir, les cuento que los últimos años me vengo dedicando a pensar el Estado y la cultura actuales y que la invitación de Miguel Haiquel[3] a este panel me ha provocado una cantidad de preguntas y también me ha provocado querer compartirlas con ustedes: seguramente tendré más claro lo que quiero decir después de irme de acá, de conocer sus experiencias, de intercambiar ideas con ustedes, de escribirlo y postearlo en el blog, y de seguir intercambiando… es un aprendizaje sin fin. Como sea, aquí estoy y voy a tirar algunas preguntas que son eso, preguntas. Siempre hay un axioma: la igualdad, la no-dominación. Dicho más en concreto: la pregunta que guía nuestras preguntas es si la cooperación se puede pensar como un modo de producción por derecho propio y no como sector del modo de producción capitalista. Estas preguntas nos las esclarecerán el diálogo; nos las esclarecerán las exploraciones de los movimientos.

Felicidad: discusión ineludible. Me parece que está bueno que Mario nos haya contado que ellos charlan qué es la felicidad, porque creo que no se puede empezar si no nos preguntamos qué es la felicidad. Porque si la felicidad es tener cada vez más celulares, más autos, más aire acondicionado y demás entonces tenemos que seguir en el capitalismo y soportar todos los padecimientos que conlleva (explotación, aislamiento, miseria, estrés, deterioro ecológico, etc., etc.). Creo que los pueblos originarios, con la idea del buen vivir nos dan una pista; la idea del buen vivir y no la idea del vivir mejor. Así que tenemos que pensar una economía no sea centrada en la satisfacción; ya no solamente que la actividad económica que no sea centrada en la ganancia, sino una felicidad que no sea centrada en la satisfacción individual y en la posesión de objetos e imágenes de goce. En este sentido, decía hace poco Christian Ferrer:

“La evolución tecnológica parece el resultado de un proceso racional pero su dinámica es la del caballo desbocado. […] Los progresistas creen que con emplastos adecuados puede amenguarse el problema, pero se requieren otros ideales de felicidad pública, y un desarrollo acorde, para destrabar la cerradura de la jaula de hierro.”[4]

Digo que la infraeconomía produce nuevos posibles, convierte en verosímiles las ideas de una vida eximida del padecimiento capitalista. Acompañada del trabajo estético y de foros como el que hoy nos reúne, las imagina, las prefigura.

Quiero tirar como hipótesis (es una de las preguntas) que tal vez el capitalismo sea una economía política de la escasez, y que el cooperativismo y la autogestión y el trabajo comunitario nos enseñan que la economía comunitaria es una economía de la abundancia, y que la abundancia no está en la posesión de objetos e imágenes, sino, como decía obrero del siglo XIX llamado Gauny, está en el poseerse.[5] Pero no un poseerse como autocontrol puritano e individualista, sino como lazo donde lo satisfactorio está en el relacionarse, no en lo que yo pueda consumir. Lo feliz no está necesariamente hecho de esas emociones voluptuosas que en esta cultura se llaman satisfacción sino en otro lado. ¿En cuál? Eso es lo que necesitamos experimentar. Propongo (o sea, apuesto) que está en la relación, en el lazo cooperativo, en lo que entre nosotros podemos hacer.

Un hacer cooperativo que produce un más allá del trabajo-mercancía. Por eso recurrí a Holloway, que publicó hace poco Agrietar el capitalismo, y habla del hacer contra el trabajo: llama “hacer” a lo que Marx llama trabajo concreto, y propone llamar trabajo a lo que Marx llama trabajo abstracto. Trabajo abstracto es ese que se mide por la moneda, ese que es evaluado constantemente por el mercado, y ese que sí se puede valuar en función del lucro. El hacer, en cambio, es un trabajo concreto que se puede evaluar en función de lo que a nosotros nos empodera. En función de lo que me hace poder. Es decir: nos hace poder, porque nadie puede nada solo (aunque la cultura capitalista así me lo haga creer). Pero ahí, de nuevo, la riqueza del lazo no está en que alguien me asesore (como dijo Barrios, “creemos más en el ajeno que en el propio”, y creemos más en el de arriba que en el del costado). La potencia está más en participar del lazo, en hacer lazo, en devenir otro con otros, y menos en agradecer lo que viene de arriba o en pagar lo que da otro.

Ni centro ni fundamento ni sistema ni teleología. Entonces las preguntas son muchísimas y nos preguntamos cómo puede conformarse una economía de una sociedad basada en lo comunitario, en lo horizontal, en lo cooperativo. Eso no se va a dar por vía revolucionaria en el viejo sentido: tomar el poder del Estado y decretar la abolición de la propiedad privada, y entonces ya tenemos los ingredientes necesarios para que haya producción social e igualdad económica para todos. En este sentido, hemos aprendido que las sociedades no tienen centro ni fundamento ni son sistemas mecánicos. Si una experiencia ha hecho la humanidad en el siglo XX, es esa. Diversas corrientes de pensamiento habían creído encontrar el fundamento que sostenía todo lo social. El marxismo lo ubicaba en las relaciones sociales de producción y otros en otras dimensiones (la cultura, la religión, las leyes, por ejemplo). Suponíamos que alterando el fundamento de lo social lograríamos alterar la sociedad en su conjunto. El régimen de propiedad, la constitución, la educación suelen ser las dimensiones sociales de las que más se dice “si cambiás eso, cambiás todo”. O, también, “si no cambiás eso, no podés cambiar nada”… Pero una expresión y otra no dicen lo mismo: la primera habla de condición suficiente y la segunda de condición necesaria. Puede haber condiciones necesarias para el cambio, pero eso no significa que el cambio de esa condición asegure el cambio de todo lo demás, ni que sepamos a priori, desde el vamos, cuál condición es fatalmente necesaria. A través de la historia, de la filosofía, la economía y demás ciencias sociales, pero también de la matemática, mas sobre todo a través de la experiencia de la Revolución Rusa, hemos aprendido que los sistemas no son totalidades completamente lógicas y que el cambio del supuesto fundamento no garantiza el cambio completo del sistema social. Más bien hemos aprendido que nada de lo humano cambia por completo dejando lo viejo totalmente atrás (hay quienes que encuentran antecedentes del empresarialismo neoliberal en la Grecia antigua…).

Por otra parte, se había supuesto, al mismo tiempo que se suponía que la sociedad se cambiaba desde su supuesta base, que detentando lo que parecía ser el centro del comando social (esto es, el Estado) se podría cambiar ese fundamento, la base de la sociedad, para así planificar la construcción de las múltiples dimensiones de la nueva sociedad. Se comprendía, sin embargo, a la vez, que la única manera de lograrlo era tomando el poder de todos los Estados de todos los países (un pibe trosko no aceptaba menos que una revolución mundial e incluso intergaláctica). Hoy hemos aprendido que semejante sincronización de las mutaciones es imposible. En otras palabras, tratándose del cambio social,

“las transiciones no se dan por sustituciones ni, mucho menos, por superaciones […] Incluso con rupturas, lo que hay son incorporaciones, englobamientos sucesivos, modulaciones, cambios de énfasis, etc; procesos que [no van precedidos por] un pensamiento sistemático.”[6]

Con el posestructuralismo y con la crisis de los Estados-nación hemos aprendido que no hay en lo social un centro desde el cual comandar todo lo social .

La transición al socialismo. No hay recetas y es un proceso largo, difícil, de experimentación. Descartada la vía revolucionaria y estadocéntrica, Holloway y otros proponen imaginar una transición del capitalismo al socialismo que puede durar tanto como duró la transición del feudalismo al capitalismo, es decir, siglos. Un proceso complejísimo, desigual y combinado, con idas y venidas, con momentos donde lo nuevo se acomoda en medio de lo viejo y parece que la transición se ha detenido, con otros momentos donde lo viejo parece haber derrotado hasta el último brote de lo nuevo, con otros momentos aun de victorias pasajeras y otros donde lo nuevo y lo viejo gozan ambos de fuerza y empuje, etc.: todas las complejidades, en fin, de todo proceso histórico. Pero la exploración sigue su curso, tiene flujos y retrocesos, purezas e impurezas, momentos de claridad y otros de confusión y oscuridad, otros de victorias parciales y otros de derrotas trágicas, pero continúa. Predomina lo viejo y su salvajismo, pero la exploración de los haceres cooperativos contra el trabajo mercantil sigue su marcha (no digamos que sigue su curso porque lo desconocemos, pero sí que sigue). No promete, ni mucho menos, un paraíso en la tierra ni una armonía social definitiva, pero abre la posibilidad de una sociedad poscapitalista. Se forman grietas en el helado océano capitalista, y las grietas a veces se unen, dice Holloway, y a veces parten el hielo.

Así que, nuevamente, no veamos solamente que hemos perdido la idea de revolución y aprendamos de lo experimentado. Las realizaciones de los movimientos sociales actuales nos muestran que se logran cambios muy interesantes aun antes de tener asegurada la condición teóricamente necesaria: las fábricas recuperadas, por poner un ejemplo claro, funcionan bien sin tener asegurada la propiedad de sus medios de producción y, contra toda previsión, sobreviven en un océano de relaciones económicas capitalistas. Pero hay más ejemplos que hubieran resultado curiosos desde un punto de vista clásico: los centros culturales y emprendimientos educativos que producen subjetividad creativa e individuaciones colectivas en el océano de la publicidad y el consumo. Aquí aprendemos que, si bien todas las dimensiones sociales están funcionalmente engarzadas, no conforman, como los motores mecánicos, un sistema rígido que sólo cambia si se lo cambia por completo, destruyéndolo desde los cimientos primero y construyendo sistemáticamente uno nuevo después (programa que, también él, se constató imposible).[7]

Podemos confiar en que los diferentes haceres colectivos irán conectándose de alguna manera, seguramente trabajosa, vacilante, duradera o no, más melindrosa que directa. Creo que es lo que venimos viendo en la última década en Argentina y América Latina (pero no sólo en Argentina y América Latina): el enredarse de los colectivos cooperativos. Podemos confiar en que los variadísimos haceres, con sus variadísimas problematizaciones de lo social y sus diversísimas esferas de invención (esta la salud, aquella el trabajo, la de más allá la comunicación, la de acullá la gestión del presupuesto vecinal, otra aún la caracterización de las tecnologías de poder…) irán, aunque se dan inorgánicamente, organizándose y sinergizándose (“andando el carro se acomodan los melones”).[8] Imaginar una transición larga al socialismo permite confiar en ello (y en el socialismo).

¿Cómo distinguir amigos de enemigos? ¿Cómo discernir una novedad en medio del alud de innovaciones mercantiles (que incluyen a las mediáticas y las estatales)? No hay recetas. “No estamos haciendo un bizcochuelo”, decía Mario recién. Por supuesto, a uno le gustaría poder establecer criterios a priori de lo que servirá y lo que no en esta transición y en ese socialismo, pero, como no podemos prever el decurso histórico, como no sabemos ni su punto de llegada ni los caminos por los que transitará, y como tampoco conocemos las respuestas y ardides con que reaccionará el capital y sus esbirros, no tenemos, a priori, una teleología que nos ampare y nos habilite a tachar otras iniciativas. En este estado de la exploración, no podemos ni necesitamos tener un plan. Solamente la experimentación aporta los criterios de qué necesitamos para experimentar. En otras palabras, acogemos lo que cada vez aumenta nuestra potencia de hacer, más que lo que pretendidamente a priori nos conduciría hacia un destino a donde no sabemos cómo se llega.

Los posoperaístas (Toni Negri y Michael Hardt, por ejemplo) hablan que el capitalismo viene formando el común. Viene formando redes de cooperación de las cuales parasita, pero esas redes cooperativas, que pueden ser tanto informáticas como de cuerpo presente, tanto locales como globales, del tamaño de una empresa o de una ciudad, tanto de comunicación como de producción. No necesitarían del capital para organizarse, porque el capital financiero es parásito de esas redes, que son las que autogestionan, de hecho, la producción y el intercambio. Es un proceso que comenzó con el posfordismo en la década del 70: el desplazamiento hacia los trabajadores de la iniciativa de innovación y de respuesta a los cambios de las condiciones de mercado.

Me parece que ese proceso se puede extender también al Estado y que los dos funcionarios que hoy tenemos el honor de tener aquí[9] nos han mostrado cómo el Estado actual tampoco es capaz de organizar lo social como lo hacía el Estado Nación (es otra crisis que empezó en los 70) y que el Estado puede, a lo sumo, cogestionar lo social, junto a los movimientos sociales; puede asistirlo, reforzarlo, a veces dificultarlo, a veces reprimirlo, pero no puede organizar lo social desde su misma constitución jurídica, como hacía o parecía hacerlo el Estado nacional.

Con esto se redondean los “cambios estructurales” en cuyo contexto emerge el trabajo autoorganizado: [crisis del capitalismo fabril // financiarización // crisis del trabajo como relación salarial] >> [crisis de la capacidad del capital de organizar el proceso productivo // crisis de la capacidad del Estado de organizar soberanamente lo social // crisis de la concepción clásica de transformación social].[10] En este contexto operan los tanteos subjetivos. En estas condiciones se da la transición desconocida.


Respuestas (hipótesis)


Pero sigamos pensando esa otra economía que se viene componiendo. Quiero proponer la idea de infraeconomía: una economía que no es muy visible ni muy medible. En El Estado posnacional propongo la idea de infrapolítica, que tomo de otros autores,[11] como una política que no busca representación en el Estado. Hoy quiero probar con ustedes la siguiente ocurrencia: tal vez podemos pensar la infraeconomía como una economía que no busca visibilización en el mercado, en el rédito mercantil.

Le pregunté qué le parecía esta ocurrencia a Roberto García, un integrante de una cooperativa de intercambio llamada Mercado Solidario de Rosario y perteneciente a la Red de Comercio Justo del Litoral. Su respuesta fue:

“Si la infrapolítica es un sustrato de resistencia a la política entendida en su faz macro (o de lo sensible ya repartido, eso que Ranciére llama la policía), todavía falta la otra política, o verdadera política, a la que la infrapolítica se direcciona sin hacerla emerger con su cara más ¿revolucionaria?; entonces, análogamente, la infraeconomía serían todas las prácticas de resistencia a los embates de la explotación capitalista sin que se propongan como una práctica expresamente anticapitalista. Si lo que sucede en el movimiento social coincidiera con lo dicho, lo que nosotros hacemos estaría en algún lugar entre la infraeconomía y la producción de formas económico-políticas anticapitalistas” (las cursivas son mías).

¿Podemos pensar estas resistencias al embate capitalista, como conatos de una economía alternativa?, ¿podemos imaginar que esta economía “oculta” constituye una dispersión de células embrionarias de la economía poscapitalista?, ¿podemos asumir que esta economía “oculta”, aun si nada garantiza que constituya la forma embrionaria de la economía poscapitalista, es lo nuevo conviviendo con lo viejo y que esta convivencia promiscua entre economía del lucro y economía del lazo compone una exploración más allá del capitalismo? Podemos. No tengo respuestas seguras. Son preguntas y son apuestas. “Preguntando caminamos”, dicen los zapatistas. Las exploraciones infraeconómicas e infrapolíticas no forman un sistema acabado y coherente, no se trata de una economía paralela desenganchada de la economía dominante. Estamos en un proceso de transición (o de tanteo) donde, de manera muy confusa, muy entreverada, se dan sinergias y antagonismos, cooperaciones y contradicciones, entre el hacer y el trabajo abstracto, entre el común y el capital, entre el nosotros y el yo, entre la infrapolítica y el Estado.

Entonces, ¿cómo hacemos para orientarnos, para dirigir nuestras prácticas? ¿Cómo distinguir las prácticas potentes de las despotenciadoras? Mario contaba que en la fábrica se toman media hora de mate y conversación al comenzar la jornada. Algo muy similar cuentan en un Centro de Formación Profesional de Flores. Eso ya es laburo, ya es hacer colectivo: el mate, la ronda, incluso los divagues y las bromas, como una instancia de pensamiento, de ser colectivo, donde no se separan el trabajo intelectual y el trabajo manual ni, más importante, no se descarta el trabajo que no se puede medir mercantilmente ni se considera pérdida de tiempo el tiempo de construcción de lazo.

Tenemos que pensar (y eso incluye producir) una economía que no sea dinerocéntrica, una política que no sea estadocéntrica; un pensamiento de lo común que no esté centrado en la demanda y su satisfacción, sino en los problemas que juntos tenemos y su investigación. Necesitamos pensarlo porque lo estamos haciendo; lo estamos haciendo porque necesitamos pensarlo. Cómo vivir juntos no es algo que nos puedan responder otros: ni los de arriba, ni los que tienen plata; es algo que podemos investigar juntos. Probablemente cómo vivir juntos sea la investigación sobre cómo vivir juntos. “La búsqueda es el ser de lo común”, dicen en La Cazona de Flores.

En este sentido, me parece que si la cooperación levanta acríticamente el antiguo principio un socio-un voto podemos vernos en dificultades, porque la economía por venir no puede ser la economía del ego; me parece que tenemos que pensar más en “una asamblea-un sujeto”, que en “un socio-un voto”, así que tenemos que tener cuidado con la legislación de las cooperativas pues puede convertirse en una forma de reintroducir el individualismo en la autogestión. Necesitamos pensar (porque se están haciendo) una economía y una felicidad que no sean egocéntricas.

Roberto del Mercado Solidario de Rosario cuenta que ellos tienen dos principios rectores para juntarse con otras cooperativas y para aceptar  cualquier propuesta, incluso del gobierno: una, que en la producción no haya explotación de mano de obra; otra, que en el intercambio no sea el mercado el que pone los precios y regula los intercambios, y que el intercambio sea un pensar juntos cómo intercambiar. Pero no necesitamos irnos hasta Rosario: hoy aquí, entre las actividades de esta jornada, el colectivo El Enriedo elaboró licor de dulce de leche junto con los que queríamos comprar una botellita y junto con nosotros hizo los cálculos para arribar al precio de venta. Producción sin explotación e intercambio asociativo. Esto no quiere decir que no se use el dinero, pero sí que lo que se busca, cuando pensamos cómo vivir juntos, es cómo salir de los automatismos que nos impone el mercado. Si no pensamos juntos cómo vivir juntos, el mercado impone sus respuestas sin preguntar. La infraeconomía, para funcionar cotidianamente, requiere de un trabajo político constante.[12] Infraeconomía es actividad de politización de la cuestión del sustento. ¿Cómo vivir? No tenemos recetas. Creo que la asamblea y la autogestión –y el mate– nos dan buenas pistas, y el ámbito para trabajar la cuestión.

Por supuesto, allí surgen diferencias, y la ausencia de recetas puede hacernos sentir atorados. Quisiera entonces terminar leyéndoles una parte de la correspondencia entre Holloway y Hardt, la parte en que Hardt se despide de Holloway:

«Nos encontramos sin ningún problema, como dices, en el terreno de “institucionalizar y subvertir”, así como en el de “subvertir e institucionalizar” (dado que se trata, a no dudar, de un proceso de dos vías). Pero […] ponemos el acento en lados diferentes de la ecuación. […]
«Pero incluso esas diferencias de énfasis no deben exagerarse, dado que claramente compartimos en buena medida las mismas preocupaciones. Me siento satisfecho, entonces, con interrumpir con esta carta nuestra correspondencia, confiando en que podamos renovarla cuando los movimientos, y nosotros, hayamos avanzado unos cuantos pasos más.»[13]

Una vez más: estas son preguntas e hipótesis en borrador. El diálogo recurrente con ustedes y con nuestros movimientos realmente nos da muchas pistas sobre cómo ir respondiéndolas. Muchas gracias.




[1] Versión aumentada y corregida de la disertación en el Panel “Cambios estructurales y emergencia del trabajo autoorganizado”, en el II Foro de Intercambio de Experiencias de Comunicación en Cooperativas “Comun(ic)axión”, Universidad Nacional de Córdoba, Escuela de Ciencias de la Información, Córdoba, 14 de noviembre de 2012. Oír audio aquí.
[2] Secretario General de la Asociación Nacional de Trabajadores Autogestionados (ANTA), Presidente de la Cooperativa de reciclaje Unión Solidaria de Trabajadores (UST) (planta que pertenecía a Techint y fue recuperada en 2003).
[3] Titular de la cátedra “Planificación y Evaluación de Proyectos de Comunicación Social” de la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba, organizadora del Foro.
[4] Entrevista de C. Martyniuk: Véase en Lobo Suelto!: http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2012/10/la-evolucion-tecnologica-parece.html; subrayado mío.
[5] Gauny la llamaba “economía cenobítica” que ­–a diferencia de la economía política que se preguntaba cómo aumentaba la riqueza– pensaba cómo aumentar los espacios de libertad. Ver J. Ranciére, La noche de los proletarios. Archivos del sueño obrero, Tinta Limón, Buenos Aires, 2010.
[6] Veiga-Neto, «A arte de viver e educação escolar», en Biopolítica. Gubernamentalidad, educación, seguridad, Unipe, La Plata, 2011, p. 50 (http://unipe.edu.ar/wp-content/uploads/2011/06/CuadernoTrabajo1.pdf).
[7] La exploración que explora más allá de lo dado, la exploración que se hace potente entre nosotros, comienza (o continúa) por los lugares más diversos e insólitos: una radio, una fábrica, una ley, un juicio, un taller de teatro en una prisión, un accidente de tránsito, las averiguaciones de un secuestro de una mujer para introducirla en la ley de trata, la resistencia al tendido de una autopista, una granja ecológica, una campaña contra una ley de regulación del tráfico internético, unos jóvenes graduados que se juntan para dar soporte científico a la resistencia antiminera, un taller de alfabetización, un twiteo ingenioso, una capilla villera, la protesta por un estado de sitio y un corralito bancario, una peli, una residencia de intercambio entre artistas, una obra artística de un movimiento de base, una obra artística del circuito comercial, una iniciativa de un funcionario, el corte de una ruta por hambre, la toma estudiantil de una escuela para participar de la elaboración de los planes de estudio, la organización de unas madres que ven enfermarse a sus hijos por los agrotóxicos, la organización de unos campesinos que se ven desalojados de sus tierras, una contienda electoral, la protesta de unas madres que no encuentran a sus hijos… la lista es interminable y sigue prolongándose (por supuesto, cada movida tiene su contraejemplo, pero aquí quiero señalar es que no se puede predecir “por dónde” ocurrirá una grieta ni cómo se unirá con otras). Tomo prestada una imagen de Irene Loyácono: se trata de una torta a la que hoy le damos una mordida aquí, otro día otra mordida allá y otro día otra más allá, como en un asedio múltiple, hormigueante y recurrente. Creo que la máxima para todos, todo camina hoy de la mano con otra máxima que podríamos formular así “de todos, algo”.
[8] Los trabajos de Foucault nos han mostrado, también, que los aparatos ideológicos del Estado se inventaron y desarrollaron por separado en un proceso secular y que solo en el siglo XX adquieren coherencia. Nadie planificó esta coherencia (nadie hubiera podido hacerlo): es un proceso singular que catalizó otros procesos singulares y relativamente desconectados.
[9] Franca Venturi (Directora del Programa de Trabajo Autogestionado del Min. de Trabajo de la Nación) y Sergio Lorenzatti (Secretario de Políticas Sociales Cooperativas y Mutuales de Córdoba), que participaron junto a Gustavo Valdez (Presidente de IfiCoTra) del panel “Políticas públicas para los trabajadores autoorganizados”.
[10] Sugiero leer “//” como “paralelamente” o “en correspondencia con”.
[11] Diego Sztulwark y Sebastián Scolnik la llaman “perspectiva post-estatal para los asuntos colectivos” y la definen como “el trabajo de la política capaz de elaborar sentidos colectivos poniendo entre paréntesis (lo que no quiere decir nunca negar, tachar o ignorar, sino en todo caso reconsiderar desde una relativa potencia autónoma) el código que organiza el sentido desde la política macro” (ver el prólogo a P. Hupert, El Estado posnacional. Más allá de kirchnerismo y antikirchnerismo, Pie de los Hechos, Buenos Aires, 2011.)
[12] Como una y otra vez me ha señalado Miguel Haiquel, no es que la economía capitalista no no necesite de la política para funcionar sino que ha logrado históricamente (y vuelve a lograrlo cada día) “externalizar” sus costos haciéndolos correr por cuenta del Estado, los trabajadores y los “contribuyentes”. Por ejemplo y respectivamente: el costo de investigación básica, el del traslado del trabajador al lugar de trabajo, el del rescate de los bancos en quiebra. Si la economía capitalista es “eficiente” es, primero, porque su dominancia impone los criterios de lo que se considera eficiencia y, segundo, porque logra cargar sus costos “extraeconómicos” y sus derroches a los hombres y la naturaleza.Digamos de paso que “actualmente el 96% de los recursos estatales de innovación y desarrollo tecnológico están orientados a la competitividad empresarial y áreas de conocimiento como biotecnología, nanotecnología y TICs” (Juarez y otros, Revista Economía Social 3, Avellaneda, octubre de 2012). Y no dejemos de decir que si un porcentaje tan nimio de los recursos estatales se está orientando a la economía social, es a costa de una lucha larga y constante de los movimientos y que ese monto ‘tan elevado’ no está garantizado –si disminuyera la lucha, su organización y sus construcciones, decaerían los recursos orientados a la economía social.

EL EZLN ANUNCIA SUS PASOS SIGUIENTES.

COMUNICADO DEL COMITÉ



CLANDESTINO REVOLUCIONARIO INDÍGENA

– COMANDANCIA GENERAL –
DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL

MÉXICO, 30 DE DICIEMBRE DEL 2012.
AL PUEBLO DE MÉXICO:
A LOS PUEBLOS Y GOBIERNOS DEL MUNDO:
HERMANOS Y HERMANAS:
COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS:
EL PASADO 21 DE DICIEMBRE DEL 2012, EN HORAS DE LA MADRUGADA, DECENAS DE MILES DE INDÍGENAS ZAPATISTAS NOS MOVILIZAMOS Y TOMAMOS, PACÍFICAMENTE Y EN SILENCIO, 5 CABECERAS MUNICIPALES EN EL SURORIENTAL ESTADO MEXICANO DE CHIAPAS.
EN LAS CIUDADES DE PALENQUE, ALTAMIRANO, LAS MARGARITAS, OCOSINGO Y SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, LOS MIRAMOS Y NOS MIRAMOS A NOSOTROS MISMOS EN SILENCIO.
NO ES EL NUESTRO UN MENSAJE DE RESIGNACIÓN.
NO LO ES DE GUERRA, DE MUERTE Y DESTRUCCIÓN.
NUESTRO MENSAJE ES DE LUCHA Y RESISTENCIA.
DESPUÉS DEL GOLPE DE ESTADO MEDIÁTICO QUE ENCUMBRÓ EN EL PODER EJECUTIVO FEDERAL A LA IGNORANCIA MAL DISIMULADA Y PEOR MAQUILLADA, NOS HICIMOS PRESENTES PARA HACERLES SABER QUE SI ELLOS NUNCA SE FUERON, TAMPOCO NOSOTROS.
HACE 6 AÑOS, UN SEGMENTO DE LA CLASE POLÍTICA E INTELECTUAL SALIÓ A BUSCAR UN RESPONSABLE PARA SU DERROTA. EN AQUEL TIEMPO NOSOTROS ESTÁBAMOS, EN CIUDADES Y COMUNIDADES, LUCHANDO POR JUSTICIA PARA UN ATENCO QUE NO ESTABA ENTONCES DE MODA.
EN ESE AYER NOS CALUMNIARON PRIMERO Y QUISIERON ACALLARNOS DESPUÉS.
INCAPACES Y DESHONESTOS PARA VER QUE EN SÍ MISMOS TENÍAN Y TIENEN LA LEVADURA DE SU RUINA, PRETENDIERON DESAPARECERNOS CON LA MENTIRA Y EL SILENCIO CÓMPLICE.
SEIS AÑOS DESPUÉS, DOS COSAS QUEDAN CLARAS:

 
ELLOS NO NOS NECESITAN PARA FRACASAR.
NOSOTROS NO LOS NECESITAMOS A ELLOS PARA SOBREVIVIR.
NOSOTROS, QUE NUNCA NOS FUIMOS AUNQUE ASÍ SE HAYAN EMPEÑADO EN HACERLES CREER LOS MEDIOS DE TODO EL ESPECTRO, RESURGIMOS COMO INDÍGENAS ZAPATISTAS QUE SOMOS Y SEREMOS.
EN ESTOS AÑOS NOS HEMOS FORTALECIDO Y HEMOS MEJORADO SIGNIFICATIVAMENTE NUESTRAS CONDICIONES DE VIDA. NUESTRO NIVEL DE VIDA ES SUPERIOR AL DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS AFINES A LOS GOBIERNOS EN TURNO, QUE RECIBEN LAS LIMOSNAS Y LAS DERROCHAN EN ALCOHOL Y ARTÍCULOS INÚTILES.
NUESTRAS VIVIENDAS SE MEJORAN SIN LASTIMAR A LA NATURALEZA IMPONIÉNDOLE CAMINOS QUE LE SON AJENOS.
EN NUESTROS PUEBLOS, LA TIERRA QUE ANTES ERA PARA ENGORDAR EL GANADO DE FINQUEROS Y TERRATENIENTES, AHORA ES PARA EL MAÍZ, EL FRIJOL Y LAS VERDURAS QUE ILUMINAN NUESTRAS MESAS.
NUESTRO TRABAJO RECIBE LA SATISFACCIÓN DOBLE DE PROVEERNOS DE LO NECESARIO PARA VIVIR HONRADAMENTE, Y DE CONTRIBUIR EN EL CRECIMIENTO COLECTIVO DE NUESTRAS COMUNIDADES.
NUESTROS NIÑOS Y NIÑAS VAN A UNA ESCUELA QUE LES ENSEÑA SU PROPIA HISTORIA, LA DE SU PATRIA Y LA DEL MUNDO, ASÍ COMO LAS CIENCIAS Y LAS TÉCNICAS NECESARIAS PARA ENGRANDECERSE SIN DEJAR DE SER INDÍGENAS.
LAS MUJERES INDÍGENAS ZAPATISTAS NO SON VENDIDAS COMO MERCANCÍAS.
LOS INDÍGENAS PRIÍSTAS VAN A NUESTROS HOSPITALES, CLÍNICAS Y LABORATORIOS PORQUE EN LOS DEL GOBIERNO NO HAY MEDICINAS, NI APARATOS, NI DOCTORES NI PERSONAL CALIFICADO.
NUESTRA CULTURA FLORECE, NO AISLADA SINO ENRIQUECIDA POR EL CONTACTO CON LAS CULTURAS DE OTROS PUEBLOS DE MÉXICO Y DEL MUNDO.
GOBERNAMOS Y NOS GOBERNAMOS NOSOTROS MISMOS, BUSCANDO SIEMPRE PRIMERO EL ACUERDO ANTES QUE LA CONFRONTACIÓN.
TODO ESTO SE HA CONSEGUIDO NO SÓLO SIN EL GOBIERNO, LA CLASE POLÍTICA Y MEDIOS QUE LOS ACOMPAÑAN, TAMBIÉN RESISTIENDO SUS ATAQUES DE TODO TIPO.
HEMOS DEMOSTRADO, UNA VEZ MÁS, QUE SOMOS QUIENES SOMOS.
CON NUESTRO SILENCIO NOS HICIMOS PRESENTES.
AHORA CON NUESTRA PALABRA ANUNCIAMOS QUE:
PRIMERO.- REAFIRMAREMOS Y CONSOLIDAREMOS NUESTRA PERTENENCIA AL CONGRESO NACIONAL INDÍGENA, ESPACIO DE ENCUENTRO CON LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE NUESTRO PAÍS.
SEGUNDO.- RETOMAREMOS EL CONTACTO CON NUESTROS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS ADHERENTES A LA SEXTA DECLARACIÓN DE LA SELVA LACANDONA EN MÉXICO Y EN EL MUNDO.
TERCERO.- INTENTAREMOS CONSTRUIR LOS PUENTES NECESARIOS HACIA LOS MOVIMIENTOS SOCIALES QUE HAN SURGIDO Y SURGIRÁN, NO PARA DIRIGIR O SUPLANTAR, SINO PARA APRENDER DE ELLOS, DE SU HISTORIA, DE SUS CAMINOS Y DESTINOS.
PARA ESTO HEMOS LOGRADO EL APOYO DE INDIVIDUOS Y GRUPOS EN DIFERENTES PARTES DE MÉXICO, CONFORMADOS COMO EQUIPOS DE APOYO DE LAS COMISIONES SEXTA E INTERNAZIONAL DEL EZLN, DE MODO QUE SE CONVIERTAN EN CORREAS DE COMUNICACIÓN ENTRE LAS BASES DE APOYO ZAPATISTAS Y LOS INDIVIDUOS, GRUPOS Y COLECTIVOS ADHERENTES A LA SEXTA DECLARACIÓN, EN MÉXICO Y EN EL MUNDO, QUE AÚN MANTIENEN SU CONVICCIÓN Y COMPROMISO CON LA CONSTRUCCIÓN DE UNA ALTERNATIVA NO INSTITUCIONAL DE IZQUIERDA.
CUARTO.- SEGUIRÁ NUESTRA DISTANCIA CRÍTICA FRENTE A LA CLASE POLÍTICA MEXICANA QUE, EN SU CONJUNTO, NO HA HECHO SINO MEDRAR A COSTA DE LAS NECESIDADES Y LAS ESPERANZAS DE LA GENTE HUMILDE Y SENCILLA.

QUINTO.- RESPECTO A LOS MALOS GOBIERNOS FEDERALES, ESTATALES Y MUNICIPALES, EJECUTIVOS, LEGISLATIVOS Y JUDICIALES, Y MEDIOS QUE LOS ACOMPAÑAN DECIMOS LO SIGUIENTE:
LOS MALOS GOBIERNOS DE TODO EL ESPECTRO POLÍTICO, SIN EXCEPCIÓN ALGUNA, HAN HECHO TODO LO POSIBLE POR DESTRUIRNOS, POR COMPRARNOS, POR RENDIRNOS. PRI, PAN, PRD, PVEM, PT, CC Y EL FUTURO PARTIDO DE RN, NOS HAN ATACADO MILITAR, POLÍTICA, SOCIAL E IDEOLÓGICAMENTE.
LOS GRANDES MEDIOS DE COMUNICACIÓN INTENTARON DESAPARECERNOS, CON LA CALUMNIA SERVIL Y OPORTUNISTA PRIMERO, CON EL SILENCIO TAIMADO Y CÓMPLICE DESPUÉS. A QUIENES SIRVIERON Y DE CUYOS DINEROS SE AMAMANTARON YA NO ESTÁN. Y QUIENES AHORA LOS RELEVAN NO DURARÁN MÁS QUE SUS ANTECESORES.
COMO HA SIDO EVIDENTE EL 21 DE DICIEMBRE DEL 2012, TODOS HAN FRACASADO.
QUEDA ENTONCES AL GOBIERNO FEDERAL, EJECUTIVO, LEGISLATIVO Y JUDICIAL, DECIDIR SI REINCIDE EN LA POLÍTICA CONTRAINSURGENTE QUE SÓLO HA CONSEGUIDO UNA ENDEBLE SIMULACIÓN TORPEMENTE SUSTENTADA EN EL MANEJO MEDIÁTICO, O RECONOCE Y CUMPLE SUS COMPROMISOS ELEVANDO A RANGO CONSTITUCIONAL LOS DERECHOS Y LA CULTURA INDÍGENAS, TAL Y COMO LO ESTABLECEN LOS LLAMADOS “ACUERDOS DE SAN ANDRÉS”, FIRMADOS POR EL GOBIERNO FEDERAL EN 1996, ENCABEZADO ENTONCES POR EL MISMO PARTIDO AHORA EN EL EJECUTIVO.
QUEDA AL GOBIERNO ESTATAL DECIDIR SI CONTINÚA LA ESTRATEGIA DESHONESTA Y RUIN DE SU ANTECESOR, QUE ADEMÁS DE CORRUPTO Y MENTIROSO, OCUPÓ DINEROS DEL PUEBLO DE CHIAPAS EN EL ENRIQUECIMIENTO PROPIO Y DE SUS CÓMPLICES, Y SE DEDICÓ A LA COMPRA DESCARADA DE VOCES Y PLUMAS EN LOS MEDIOS, MIENTRAS SUMÍA AL PUEBLO DE CHIAPAS EN LA MISERIA, AL MISMO TIEMPO QUE HACÍA USO DE POLICÍAS Y PARAMILITARES PARA TRATAR DE FRENAR EL AVANCE ORGANIZATIVO DE LOS PUEBLOS ZAPATISTAS; O, EN CAMBIO, CON VERDAD Y JUSTICIA, ACEPTA Y RESPETA NUESTRA EXISTENCIA Y SE HACE A LA IDEA DE QUE FLORECE UNA NUEVA FORMA DE VIDA SOCIAL EN TERRITORIO ZAPATISTA, CHIAPAS, MÉXICO. FLORECIMIENTO QUE ATRAE LA ATENCIÓN DE PERSONAS HONESTAS EN TODO EL PLANETA.
QUEDA A LOS GOBIERNOS MUNICIPALES DECIDIR SI SE SIGUEN TRAGANDO LAS RUEDAS DE MOLINO CON LAS QUE LAS ORGANIZACIONES ANTIZAPATISTAS O SUPUESTAMENTE “ZAPATISTAS” LOS EXTORSIONAN PARA AGREDIR A NUESTRAS COMUNIDADES; O MEJOR USAN ESOS DINEROS PARA MEJORAR LAS CONDICIONES DE VIDA DE SUS GOBERNADOS.
QUEDA AL PUEBLO DE MÉXICO QUE SE ORGANIZA EN FORMAS DE LUCHA ELECTORAL Y RESISTE, DECIDIR SI SIGUE VIENDO EN NOSOTROS A LOS ENEMIGOS O RIVALES EN QUIENES DESCARGAR SU FRUSTRACIÓN POR LOS FRAUDES Y AGRESIONES QUE, AL FINAL, TODOS PADECEMOS, Y SI EN SU LUCHA POR EL PODER CONTINÚAN ALIÁNDOSE CON NUESTROS PERSEGUIDORES; O RECONOCEN AL FIN EN NOSOTROS OTRA FORMA DE HACER POLÍTICA.
SEXTO.- EN LOS PRÓXIMOS DÍAS EL EZLN, A TRAVÉS DE SUS COMISIONES SEXTA E INTERNAZIONAL, DARÁ A CONOCER UNA SERIE DE INICIATIVAS, DE CARÁCTER CIVIL Y PACÍFICO, PARA SEGUIR CAMINANDO JUNTO A LOS OTROS PUEBLOS ORIGINARIOS DE MÉXICO Y DE TODO EL CONTINENTE, Y JUNTO A QUIENES, EN MÉXICO Y EN EL MUNDO ENTERO, RESISTEN Y LUCHAN ABAJO Y A LA IZQUIERDA.
HERMANOS Y HERMANAS:
COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS:
ANTES TUVIMOS LA BUENAVENTURA DE UNA ATENCIÓN HONESTA Y NOBLE DE DISTINTOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN. LO AGRADECIMOS ENTONCES. PERO ESO FUE COMPLETAMENTE BORRADO CON SU ACTITUD POSTERIOR.
QUIENES APOSTARON A QUE SÓLO EXISTÍAMOS MEDIÁTICAMENTE Y QUE, CON EL CERCO DE MENTIRAS Y SILENCIO, DESAPARECERÍAMOS, SE EQUIVOCARON.
CUANDO NO HABÍAN CÁMARAS, MICRÓFONOS, PLUMAS, OÍDOS Y MIRADAS, EXISTÍAMOS.
CUANDO NOS CALUMNIARON, EXISTÍAMOS.
CUANDO NOS SILENCIARON, EXISTÍAMOS.
Y AQUÍ ESTAMOS, EXISTIENDO.
NUESTRO ANDAR, COMO HA QUEDADO DEMOSTRADO, NO DEPENDE DEL IMPACTO MEDIÁTICO, SINO DE LA COMPRENSIÓN DEL MUNDO Y DE SUS PARTES, DE LA SABIDURÍA INDÍGENA QUE RIGE NUESTROS PASOS, DE LA DECISIÓN INQUEBRANTABLE QUE DA LA DIGNIDAD DE ABAJO Y A LA IZQUIERDA.
A PARTIR DE AHORA, NUESTRA PALABRA EMPEZARÁ A SER SELECTIVA EN SU DESTINATARIO Y, SALVO EN CONTADAS OCASIONES, SÓLO PODRÁ SER COMPRENDIDA POR QUIENES CON NOSOTROS HAN CAMINADO Y CAMINAN, SIN RENDIRSE A LAS MODAS MEDIÁTICAS Y COYUNTURALES.
ACÁ, CON NO POCOS ERRORES Y MUCHAS DIFICULTADES, ES YA UNA REALIDAD OTRA FORMA DE HACER POLÍTICA.
POCOS, MUY POCOS, TENDRÁN EL PRIVILEGIO DE CONOCERLA Y APRENDER DE ELLA DIRECTAMENTE.
HACE 19 AÑOS LOS SORPRENDIMOS TOMANDO CON FUEGO Y SANGRE SUS CIUDADES. AHORA LO HEMOS HECHO DE NUEVO, SIN ARMAS, SIN MUERTE, SIN DESTRUCCIÓN.
NOS DIFERENCIAMOS ASÍ DE QUIENES, DURANTE SUS GOBIERNOS, REPARTIERON Y REPARTEN LA MUERTE ENTRE SUS GOBERNADOS.
SOMOS LOS MISMOS DE HACE 500 AÑOS, DE HACE 44 AÑOS, DE HACE 30 AÑOS, DE HACE 20 AÑOS, DE HACE APENAS UNOS DÍAS.
SOMOS LOS ZAPATISTAS, LOS MÁS PEQUEÑOS, LOS QUE VIVEN, LUCHAN Y MUEREN EN EL ÚLTIMO RINCÓN DE LA PATRIA, LOS QUE NO CLAUDICAN, LOS QUE NO SE VENDEN, LOS QUE NO SE RINDEN.
HERMANOS Y HERMANAS:
COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS:
SOMOS L@S ZAPATISTAS, RECIBAN NUESTRO ABRAZO.
¡DEMOCRACIA!
¡LIBERTAD!
¡JUSTICIA!
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena – Comandancia General del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Serie Año Nuevo: Capitalismo Runfla 1

Balance con fernet. Sobre saqueos y territorios

por Diego Valeriano



Fin de año, sí: seamos vulgares y hagamos balances. El 2012 fue del todo picante: Once; Ciccone;  ley de medios; barras bravas; YPF; esperar mucho el bondi; Clarín y Lanata; vuelta de River a la A; negocios llenos de gente; Unidos y Organizados; trata; 13S; 8N; 7D; 20N; territorios narcos; aguinaldos que no se pagaron; mercenarios de ambos bandos; cautelares; 9D y, por fin saqueos.  


En esta breve enumeración distinguimos dos planos. El de las ficciones creada por la macropolítica, en donde mercaderes -políticos, formadores de opinión y demás- desempeñan su añeja labor de estimular el enfrentamiento de las opiniones mientras todxs nosotrxs miramos excitadxs, y seguimos participando; mientras ilustrados politólogos y militantes de diferentes rangos nos mezclamos con nuestras tías y vecinos disputando las migas de una verdad que se sostiene en el enojo y la pasión: este plano es el más divertido; el más infértil.


El otro plano es más verdadero; en él se nos va lo real de la vida: allí matamos y morimos. Ese es el nervio de nuestras felicidades y garrones. Es el espacio y el tiempo en que late y vibra la verdadera existencia, esa que brota en todos lados, en las estaciones, avenidas o donde pueda. Vida que no es ni mejor, ni peor, sino verdadera; juego cuerpo a cuerpo, en la pugna por la administración de la abundancia: la guita que surge en la periferia; donde hay mucha. Vida: violenta disputa, que es el fondo de toda administración y distribución de la riqueza.

En otros momentos, en los cuales lo que se administraba era la miseria, emergían como hongos distintas formas organizativas. Algunas tradicionales, otras más novedosas. Convengamos: gestionar la miseria es más fácil; la confrontación se vuelve ideología y las solidaridades mayores. Al dividir el campo político entre orden y revuelta, cada quien hace su juego con más soltura. A muchos se le fue la vida en esto, décadas pasadas, y no voy a ser yo quien niegue o relativice la violencia asesina a la que se confrontaron muchas organizaciones sociales. Digo, sí, que hacer organización social en la miseria es posible; en la abundancia es imposible.

La abundancia requiere acciones y herramientas que una organización social no está dispuesta a usar. La administración de la abundancia en la periferia es llevada adelante por complejas estructuras que fueron aprendiendo con los años qué hace y qué no, para llevar adelante sus negocios. No tienen problema de matar, arrasar, negociar o inscribirse en la Afip. 

Si para hacer estado en épocas de miseria hay que hacer organización social, para hacer organización social en la abundancia hay que hacer estado.
La ecuación sin embargo, no es tan sencilla. Cuando hay negocios, el estado deviene mafia, al mismo ritmo en que la mafia deviene estado. La organización social actúa en el contexto de esta solida ecuación.

Las mafias administran la vida abundante, vida runfla de bolsillos llenos, de electrodomésticos y casilla; de laburantes y chorros; de códigos novedosos y tiroteos fáciles.  Vida runfla, gozosa y consumidora, donde los derechos se regulan por la capacidad compra y de fuego.

La política, el amor, la solidaridad se entretejen con la remisería de la esquina, el operario que vuelve de la fábrica, el puesto de chori al costado de la ruta y el transa de base que arruina muchos guachos, y por eso lo pudieron ir corriendo.
Música fuerte sin temores, fiestas de las vírgenes morenas que siempre terminan mal; ladrillos sobre ladrillo edificando fortalezas; antena de DirecTV; miles de motitos; 9mm para defender la hermana, y Bora 2011.

¿Qué organización social puede hacer pie en este universo? Cuanto peor mejor, cuanto mejor peor… Cuanto más abundante, más vital.

Las organizaciones sociales no existen más. La razón es sencilla: es imposible, en este contexto, hacer sociedad de modo autónomo. ¿O hay alguien que cree, en serio, que una vida runfla vota a Cristina por el trabajo barrial de los cumpas? ¿0 alguien que cree que un pibe cobra “conciencia de sí” porque dos flacos le hablen desde la educación popular? O peor aún: ¿alguien cree que el voluntarismo organizativo puede truncar un destino runfla?

Una vida runfla puede ser parte de una organización cuando es una de las tantas posibilidades de generar recursos.

Los negocios se expanden por doquier: todos runfla. Capitalismo runfla. Diferencias en lo micro:  Once es una tragedia macro runfla que nos afectó en nuestro modo de vida (runfla). Esperar un bondi 40 minutos en el conurbano es consecuencia del capitalismo runfla que nos expone a cualquier cosa; la trata de personas es un negocio en que miles son parte, pero administrado y gerenciado por vidas runflas.

Sí, digo “administrado y gerenciado”. No hay vida runfla sin instituciones runfla, sin finanzas runfla: drogas; toma de terrenos; enfrentamientos filiares; remises de estación; viajar colgados hasta la muerte; fiestas abundantes; aires acondicionados frio-calor; imágenes de miles de vida runfla.

Serie Año Nuevo: Capitalismo Runfla 2

El pueblo

por Diego Valeriano

En la periferia de la ciudad se inauguraron unas 30 cuadras nuevas de asfalto, y el Intendente visitó casa por casa a hablar con los vecinos. Caminata, golpes de puerta, conversación con los vecinos. La recepción es excelente. Los vecinos todos, de muy buena manera, contentos y agradecidos.

Acompañando a las autoridades, va un puntero que presenta a la gente al Intendente. Todos lo saludan. Se nota que es un referente fuerte del barrio.


En una de las cuadras está la casa del hermano del puntero. La mujer del chabón se pone a hablar el intendente de un modo super amable. Le dice que su cuñado es un garca, que si bien con el Intendente y los concejales está todo bien, su cuñado es lo peor de lo peor, que cagó a mucha gente del barrio (hermano y mujer militan para el Intendente). En eso sale el marido (hermano del puntero, allí presente), y saluda al Intendente de la mejor manera, y al mismo tiempo empieza a putear a su hermano, lo amenaza feo. Cruce de puteadas, las manos van y vienen; se alejan unos metros. Empieza a salir gente de todos lados: pibes, perros, viajas que esperaban al Intendente. De las puteadas se pasan a los puños. Había varios de la comitiva oficial que querían separarlos; los apartan amablemente. La mujer-cuñada del puntero pide disculpas al intendente por la situación y se mete en su casa.

La pelea es ya una batalla campal. El puntero y uno más que estaba con él cobran de lo lindo, van hasta el auto y sacan unos palas, encaran y vuelven a cobrar. Los pibitos corren felices y a los gritos; la gente sale de sus casas y le pide fotos al intendente que ya sale de la secuencia; la cuñada del puntero sale de su casa con una recortada gritando “el que toca a mi marido se va a comer un tiro”; de enfrente una vieja que debía andar por los 70 sale con una cadena de moto y empieza a putear a la de la recortada; unos cinco pibes ya un poco mas grandes empiezan a tirar cohetes para sumar desconcierto. El puntero y su secuaz van y vienen de los golpes que reciben. Hay muchos más, pero solo les pegan a ellos. Ni a funcionarios, ni a empleados ni a nadie más. Los agarran y los tiran en una zanja. Se escuchan tiros (¿o son solo petardos?). Ya en la calle debe haber unas 100 personas. Llega la policía, y los funcionarios y militantes se van yendo. Sólo queda el sonido de la cumbia a todo lo que da, en mescolanza con la sirena de los patrulleros.

América latina: entre el impasse y el nuevo conflicto social.

Notas para reabrir la discusión

por Sandro Mezzadra

(con colaboración de Toni Negri y Michael Hardt)

I.

No fuimos los únicos, en los últimos diez años, que consideramos a América Latina como un formidable laboratorio político. A diferencia de otros, sin embargo, no nos interesamos  particularmente por la retórica del “socialismo del siglo XXI”, por el retorno del “populismo” o por la celebración de las “nacionalizaciones”. El punto de vista que guió nuestro interés por América latina, en la nutrida red de relaciones que hemos trazado en esa zona del mundo, fue el de las luchas y el de los movimientos que han atravesado la era neoliberal (los años del “Consenso de Washington”) hasta decretar su fin. Entre la gran insurrección de los pobres de Caracas en 1989 (el “Caracazo”) y la “huelga de ciudadanía” que en el 2005 destituyó al presidente Lucio Gutiérrez en Ecuador, un extraordinario ciclo de luchas recorre subterráneamente todo el subcontinente.

El protagonismo de los indígenas (simbólicamente relanzado por los zapatistas en 1994) reabre una historia –aquella de la conquista colonial– cuya continuidad se reprodujo durante siglos. Una nueva cuestión agraria, después de la gran trasformación de la agricultura determinada por la “revolución verde”, viene prepotentemente puesta a la orden del día por las movilizaciones de los campesinos “sin tierra”. La tumultuosa conquista de espacios de acción y de palabra, por parte de las multitudes de pobres urbanos, pone en discusión los códigos exclusivistas de los sistemas sociales y políticos. Luchas obreras de nuevo tipo (por ejemplo, en el ABC paulista) se juntan con las ocupaciones y la autogestión de fábricas recuperadas y con grandes movilizaciones de trabajadores desocupados.


Cuando este conjunto profundamente heterogéneo de sujetos –mencionados aquí solo muy brevemente– se encuentra (por ejemplo, en Cochabamba en 2000 o en el 19 y 20 diciembre de 2001 en Argentina), se deriva una acción insurreccional de tipo nuevo. Aquella caracterizada por el ejercicio de un radical poder destituyente, que determina no sólo la caída de cada gobierno en particular, sino –multiplicado a escala regional– el fin  de la legitimidad del neoliberalismo. Los nuevos espacios políticos que así se abren son ocupados por sujetos y gobiernos que solo en parte (por ejemplo, con Evo Morales en Bolivia y con Lula en Brasil) pueden reclamar una relación directa con los movimientos y con las luchas, mientras que en otros casos (por ejemplo, con Correa en Ecuador y Kirchner en Argentina) esta relación está sobre todo construida a posteriori, en la perspectiva de consolidar las bases de legitimidad de los gobiernos.

La acción destituyente de los movimientos fue seguida, en algunos países, por la apertura de verdaderos procesos constituyentes, dentro de los cuales (en particular, en Bolivia y en Ecuador) los movimientos mismos se expresan con fuerza. Pero incluso donde esto no sucede (por ejemplo, en Brasil y en Argentina), la innovación que se produce sobre el terreno de la constitución material y de la propia estructuración del espacio político en el período de los considerados gobiernos “populares y progresistas” es extremadamente profunda.

Sin embargo, es importante subrayar el desfasaje que existe en todos los países mencionados entre la acción de los movimientos y de las luchas, por una parte, y la formación y la acción de los gobiernos “progresistas”, por la otra. Esto no significa asignar a los primeros la función meramente “negativa” de la “destitución” de los gobiernos neo-liberales, reservando a los segundos las funciones “positivas” de la propuesta y de la acción propiamente política. Al contrario, en América Latina la fuerza de los movimientos se expresó (y continúa expresándose), antes que nada, en la continua generación de relaciones, instituciones, redes sobre el plano político, cultural, social y económico.

Registrar el desfasaje entre movimientos y gobiernos significa para nosotros algo más que un ejercicio de realismo político en el plano analítico. Significa, también, ganar un punto de vista que, exaltando la autonomía de los movimientos, permite fotografiar bajo un perfil teórico un momento histórico determinado en el cual parece posible una experimentación institucional radicalmente innovadora: capaz de apuntar la transformación de la fuerza política de los movimientos en fuerza productiva, tanto bajo el perfil político como bajo el perfil de la investigación de un nuevo modelo de desarrollo.

En estos años (tanto en Brasil como en Argentina, en Ecuador como en Bolivia) pudieron verse ejemplificaciones concretas de esta nueva relación entre instituciones y movimientos, claro que siempre más en formas “espurias” que con la pureza de un modelo. Y hemos tratado de seguir los desarrollo latinoamericanos apostando al carácter materialmente expansivo de sus experimentaciones en acto (sin por esto, obviamente, dejar de poner en evidencia los puntos problemáticos y los momentos de bloqueo que de principio a fin caracterizan el proceso). Al mismo tiempo, nos parece esencial el aliento “regional” de estas mismas experimentaciones, el impulso de procesos de integración de tipo nuevo que parecen generar las condiciones –dentro de la crisis de la hegemonía estadounidense– para la conquista de nuevas bases sobre las que gestionar la inserción en los mercados mundiales y las relaciones con el capital financiero.


II.

Un balance del ciclo político que en América Latina ha sido definido como “post-neoliberal” requiere de un análisis en profundidad de los desarrollos al interior de cada país en particular. Reservando este análisis a sucesivas intervenciones (también por parte de compañeros latinoamericanos), sin embargo vale la pena evidenciar –sobre la base de viajes recientes, discusiones y lecturas– algunas tendencias generales. Y a nosotros nos parece que estas tendencias indican un impasse respecto de las características de innovación que hemos sumariamente señalado en el punto anterior. En este sentido, hay que registrar una sustancial rigidización, una reorganización de todo el proceso político en torno a la figura del Estado, del cual se celebra en varias parte su “retorno” y la “recuperación de soberanía”. Y una tendencia que asume características extremas en el caso de la Venezuela de Chávez, pero que se manifiesta claramente también en el caso, muchas veces presentado como opuesto, del Brasil de Dilma Rousseff. En muchos países esta centralidad del Estado coincide con la posición de un único líder, identificado con la continuidad del proceso de trasformaciones: el conflicto en Argentina en torno a la hipótesis de reforma constitucional para permitir a Cristina Fernández Kirchner presentarse para un tercer mandato en las próximas elecciones presidenciales es, en este sentido, emblemático, pero no menos dominante –en una experiencia de gobierno en la cual prevalecen las retóricas tecnocráticas y jacobinas– es, por ejemplo, la posición de Correa en Ecuador, donde entre otras cuestiones la Constitución de 2008 amplió mucho los poderes presidenciales.

En este cuadro, si bien es cierto que las acusaciones de «autoritarismo» por parte de la derecha son, la mayoría de las veces, puramente instrumentales, se ubica un problema en cada caso con respecto tanto a la formación y renovación del liderazgo y, más importante, a los procesos de formación y a los criterios de legitimación de la decisión política. Pero el tema del “retorno del Estado” se afronta en términos más generales, sin quedar “encantados” por las retóricas de los gobiernos “progresistas” (que celebran la renovada capacidad del Estado de controlar y “atemperar” el desarrollo capitalista), pero sin renunciar, tampoco, a un análisis atento de las nuevas funciones sociales y económicas (aunque también de regulación, como por ejemplo en un campo crucial como el de los medios) que el Estado contradictoriamente vine asumiendo en muchos países latinoamericanos. Sin dudas, para retomar una expresión del vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, el Estado es hoy un “campo de lucha” en la ruptura de los dispositivos de exclusión que históricamente –siguiendo líneas de raza, género y clase– han organizado el espacio político asegurando la reproducción y la continuidad de la élite.

Aquí, sin embargo, se presenta un primer problema: la ruptura de estos dispositivos de exclusión, radicados en profundidad en la historia y en la sociedad latinoamericana, no puede ser pensada sino en términos procesuales, facilitando y exaltando la continuidad de la acción –necesariamente extrainstitucional– de los sujetos que han sufrido y continúan sufriendo la acción de esos dispositivos. Aquí el desfasaje entre movimientos y gobiernos debería ser recualificado, apuntando a entrecruzar de modo virtuoso las diversas temporalidades de la acción política que lo caracterizan. Al contrario, el énfasis en el “retorno del Estado” se acompaña, a menudo, de políticas de “inclusión social” que confían por completo en dinámicas de redistribución de la riqueza y de impulso de los consumos como modo de promover una nueva ciudadanía democrática.

Entendámonos: estamos frente a un tramo innegablemente positivo del “retorno del Estado”. Nada puede estar más lejos de nuestra perspectiva que los lamentos moralistas (difundidos tanto en América latina como en otros lugares) en relación al “consumismo popular”: innegable a consecuencia del impulso de políticas redistributivas limitadas, el acceso a nuevos consumos por parte de los pobres y de los subalternos en muchos países latinoamericanos es, ante todo, conquista de poder social, que pone en discusión jerarquías y dispositivos de sujetamiento. Pero las retóricas y las políticas que hacen referencia al “retorno del Estado” parecen promover, a través de la expansión de los consumos, una integración social que corre paralela a la despolitización de la sociedad.
La “política” aparece, así, enteramente reasumida al interior de un Estado imaginado como “puro”; o, tal vez, como purificable respecto de las incrustaciones “corporativas”, del condicionamiento de “intereses” variadamente cualificados. Es inútil decir que los “intereses” que cuentan –vinculados a las grandes multinacionales– fueron ampliamente reorganizados (muchas veces, sin dudas, pagando sus precios) para reconquistar poder de negociación e influencia al interior de las nuevas constelaciones políticas.

Pero, al mismo tiempo –y esto es lo que más cuenta– pareciera que la evolución de las políticas sociales en los principales países latinomericanos regidos por gobiernos “progresistas” se caracterizó en los últimos años por un sustancial retraimiento respecto de las características de innovación que habían emergido en la fase precedente. Y que las retóricas de la expansión de los derechos y de la inclusión social fueron perdiendo progresivamente espesor material, con el riesgo de reducirse a la apología de una serie de “concesiones” desde arriba.

III. 


El “retorno del Estado” si inscribe materialmente sobre un modelo de desarrollo cuya continuidad no fue puesta en discusión en los últimos diez años. En ese marco, nos parece fundamental el debate crítico que en toda América Latina se desarrolló en torno a la categoría de neo-extractivismo. Este término hace referencia a la orientación de un modelo de desarrollo basado, esencialmente, en la intensificación de la explotación de los recursos naturales, tanto en lo que respecta a la apertura de nuevas minas y yacimientos petrolíferos como al cultivo extensivo de la soja, para obtener de la creciente demanda internacional (sobre todo, asiática) los recursos necesarios para el financiamiento de las políticas sociales y para sostener dinámicas redistributivas. 


Incluso aquí no nos resultan productivas las tonalidades moralistas que a menudo se encuentran en las discusiones que arriba reseñamos: no entendemos porqué negar, en principio, la posibilidad de un uso de los recursos naturales como asset estratégico en vistas de una gestión innovadora de las nuevas condiciones de interdependencia y de la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo. La impresión es, no obstante, que en los últimos años el “neo-extractivismo”  tendió a endurecerse, situándose como un modelo de desarrollo indiscutible, con graves consecuencias no sólo desde el punto de vista ambiental, sino también social. Los enfrentamientos violentos en varios países de América Latina que han acompañado a esta tendencia, con la convergencia de movimientos campesinos e indígena (como en Argentina, Bolivia, Ecuador y Perú), parece emblemático de la clausura de la dialéctica entre el desarrollo y buen vivir que había encontrado reconocimiento constitucional, por ejemplo en Ecuador y en Bolivia.

La retórica «desarrollista» (para introducir otro término muy utilizado en los debates latinoamericanos) de los gobiernos «progresistas» siguen presentando el extractivismo como base para un desarrollo económico de tipo sustancialmente industrial (y, en algunos casos, post-industrial, centrada en la promoción de la economía del conocimiento). Nos parece, sin embargo, lo que en realidad es: meramente retórica. A la función de arrastre ejercida por la exportación de materias primas no corresponden especialmente dinámicas de expansión real del trabajo asalariado y formal, sino más bien procesos generalizados de precarización (incluso en Ecuador, donde el gobierno prohibió los contrato de trabajo, la duración medio de nuevos contratos laborales es de tres meses).


Es un punto de vital importancia en lo que respecta a la «vuelta del Estado»: contrariamente a lo que a menudo se afirma, este «retorno» no parecen preludiar una «inclusión social» y a una ciudadanía democrática centrada en el trabajo, según el modelo de Estado de Bienestar vigente en la Europa occidental posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Aquí tenemos un primer elemento de sustancial fragilidad tanto del neo-extractivismo como del «regreso del Estado» (incluso de su propia trampa en la presente coyuntura Latinoamericana). Nos parece que la importancia del consumo en el nuevo modelo de «inclusión social», con la presencia de generalizadas condiciones de precarización, habilita la apertura de espacios para una nueva intervención (precisamente en relación con la financiación de consumo) de una potencia otra que funciona bajo una lógica fundamentalmente extractiva: es decir, la del capital financiero

Y en muchas ciudades de América Latina (el ejemplo de Río de Janeiro, con la excusa de la Copa del Mundo en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016, es especialmente instructivo) se expresa en términos particularmente agresivos la alianza entre el capital financiero y el capital inmobiliario, con  violentos ataque contra los habitantes de villas y favelas con el objetivo de “liberar” espacios para la valorización del capital.


Se trata, evidentemente, de partes en conflicto, sobre las que ya se expresan prácticas de resistencia y de auto-organización. En muy raras ocasiones, sin embargo, los gobiernos «progresistas» están tratando hoy de ponerse en sintonía con estas prácticas, de las que podría emerger una renovación democrática de su acción.

Un segundo elemento de sustancial fragilidad del modelo que en América Latina se está definiendo en torno del «neo-extractivismo» y del «retorno del Estado» consiste en el hecho de que, mientras muchos países libran sacrosantas batallas contra el capital financiero por el tema de la deuda (como la que libró la Argentina estas últimas semanas contra los denominados «fondos buitre»), los precios de los commodities son, en buena medida, fijados por los mercados financieros mundiales. Las dinámicas financieras juegan, así, un papel esencial desde el punto de vista de la estabilidad económica del modelo, que depende, por otra parte, también de la calidad de la demanda global de los recursos exportables. 

La desaceleración de la demanda en Asia (especialmente, en China) inaugura un momento de crecimiento lento, de disminución de los salarios reales y de significativas tensiones sociales en muchos países de América Latina, especialmente Argentina, donde la alta inflación multiplica estos procesos. La crisis mundial está comenzando a afectar incluso a América Latina, luego de que por varios años fuera eficazmente gestionada como una extraordinaria oportunidad para el desarrollo.


IV. 

Bajo esta semblanza, sería hoy particularmente importante una profundización de los procesos de integración a escala “regional”, a través de la multiplicación de las asociaciones, los acuerdos de cooperación, los proyectos compartidos. Nos parece sin embargo que también en este terreno se debería registrar un retroceso, ante todo en lo que respecta a las “opiniones públicas” y el “debate político”. En los primeros años del nuevo siglo la dimensión “regional” fue impuesta con gran fuerza precisamente en este sentido, obligando a reformular la discusión de los problemas y de los desarrollos “internos” de cada país al interior de un espacio supranacional que volvía a ser denominado con la fórmula de José Martí, nuestra América. Este nuevo “sentido común” había sido una vez más en buena medida anticipado por los movimientos en los años precedentes, y ha servido de marco de procesos concretos de integración. La “vuelta del Estado” parece sin embargo haber coincidido, de un modo en el fondo no sorprende, con la vuelta de la “nación” y de la prioridad de sus intereses como criterio esencial de orientación de la política exterior de los gobiernos. No faltan, por cierto, las declaraciones –no necesariamente “rituales”– de solidaridad en ocasión de conflictos que involucran a un país en particular (por ejemplo Argentina sobre la cuestión de Malvinas, o Ecuador sobre el otorgamiento de asilo a Assange). Pero en términos generales se asiste hoy en América Latina a una vuelta de las relaciones “bilaterales” entre Estados, mientras que en el plano económico los gobiernos juegan un rol de sustentadores de “sus” empresas en el proceso de proyección de las actividades y de los intereses al interior de otros países latinoamericanos. Colosos como la PDVSA venezolana y la Petrobras brasilera combinan así lógicas capitalistas y lógicas nacionales en su protagonismo al interior del sector extractivo. 

Al mismo tiempo resurgen con la fuerza de los hechos, en ausencia de una fuerte voluntad política de signo opuesto, lógicas hegemónicas que condicionan sobre todo el comportamiento de los dos mayores países latinoamericanos: Brasil y Argentina. El primero, arrastrado por la potencia de sus dimensiones geográficas y económicas, parece apuntar hoy esencialmente a la consolidación de los ejes BRIC (o bien a la cooperación “sur-sur” con otras “potencias emergentes”), subordinando a este objetivo las relaciones internas a América Latina. La segunda se repliega sobre sí misma adoptando políticas proteccionistas. En estas condiciones, es abandonada fundamentalmente a cada país no solo la gestión de las relaciones con las multinacionales (en particular con aquellas activas en los sectores “extractivos”) sino también las relaciones con China, cada vez más presente en América Latina no solo desde el punto de vista financiero sino también por ejemplo desde el de la construcción de infraestructuras y comercios (con relación que involucran al mismo sector informal). Nos parece evidente que una mayor integración en la gestión de estas relaciones colocaría las bases para imponer no solo “términos de intercambio” más favorables, sino también condiciones cualitativas y estándares más coherentes con los proyectos de profundización de la democracia a la que los gobiernos “progresistas” continúan remitiéndose. Un ámbito particularmente delicado para verificar la importancia de los procesos de integración es, por otra parte, el de la moneda. En Ecuador, uno de los países en los que se habla de “vuelta del Estado” y de “recuperación de la soberanía”, el único valor de circulación es desde el año 2000 el dólar. No solo el gobierno de Correa no ha puesto en discusión esta circunstancia, difícilmente conciliable con la “recuperación de soberanía”, sino que también sus opositores de izquierda la consideran un “tabú político” (por vía de la asociación entre dólar y estabilidad económica difundida en particular al interior de la “clase media” luego de la devastadora crisis bancaria de 1999). El hecho es que, sin embargo, los economistas más sagaces sostienen que las bases macroeconómicas de la “dolarización” han ya decaído, y en el giro de un par de años deberá hallarse una alternativa. El “contraejemplo” argentino, con políticas que sí han apuntado a la recuperación de la plena soberanía monetaria y a la “pesificación” de la economía, pero pagando el precio de una alta inflación y de una pesadísima devaluación, muestra claramente que el camino de la integración regional sería también el que habría que recorrer desde este punto de vista. 


El impasse que hemos intentado poner de relieve con estas notas no nos induce de ningún modo al pesimismo. En estos años, en América Latina, tanto la acción de los movimientos como la de los gobiernos han construido materialmente un nuevo terreno de desarrollo político y una nueva dinámica de fuerzas. Algunas rupturas, la nueva legitimidad de sujetos surgidos de la “subalternidad”, la profundización del propio concepto de democracia nos parecen también que estarían perfilando un dispositivo de contención de nuevas fuerzas surgidas en la escena latinoamericana, en la que la “vuelta del Estado”, en la continuidad de un modelo de desarrollo “neoextractivista”, se traduciría esencialmente en (más o menos moderadas) dinámicas redistributivas en base a la capacidad de cada gobierno específico de gestionar la inserción en el mercado mundial. Hemos indicado los que nos parecen algunos elementos esenciales de fragilidad de este dispositivo. Pero más en general estamos convencidos de que en América Latina tenemos hoy las condiciones para forzar sus rigideces, para reabrir la dinámica política en dirección de la conquista de bases más sólidas de libertad e igualdad. Estamos además convencidos de que esta reapertura podrá venir solamente de un relanzamiento de los movimientos y de su autonomía, aun si la propia referencia a los movimientos deba ser recalificada –para no permanecer en el plano de lo meramente retórico– sobre las nuevas condiciones determinadas por los desarrollos de la última década. Dentro del nuevo conflicto social del que se comienza a hablar en América Latina nuevas contradicciones y nuevos sujetos se expresan al lado de líneas de antagonismo heredadas del pasado. Estructuras institucionales específicas aparecen con frecuencia totalmente inmersas en constelaciones conflictivas emergentes, y sin duda es posible imaginar alianzas y convergencias tácticas entre ellas y los movimientos. Es sobre el conjunto de estas cuestiones que veremos que el debate se reabrirá, también al interior del “dossier América Latina” que hemos ya hace un tiempo abierto en el sitio de UniNomade.

Para pasar el finde: «Corazón del tiempo»

En una tierra revolucionaria, la pasión de una mujer se juega en el destino de un poblado zapatista


Hace quince años, en Chiapas, México, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional se levantó en armas y se dio a conocer alrededor del mundo, clamando la autorregulación y los derechos de los pueblos indígenas. Ahora llega una película documental que se adentra a las comunidades chiapanecas y a sus habitantes.

Corazón del tiempo es una ventana que se asoma al mundo indígena. Para el director Alberto Cortés, “es una película campesina e indígena que se mete al corazón de un pueblo autónomo y nos muestra que los tiempos en las montañas del sureste mexicano están siendo ya muy otros.” En la película participan Rocío Barrios, Francisco Jiménez y Doña Aurelia, entre otros actores indígenas zapatistas.
Una pasión peligrosa
El largometraje dura 90 minutos, el guión fue escrito por Alberto Cortés y por el periodista del diario La Jornada, Herman Bellinghausen, quien ha estado cerca de las comunidades desde que fue enviado como corresponsal a la selva Lacandona.

El asadito

Por D.S.
 

 

I.

El asadito es un poderoso argumento social.  Rito y delicia, reviste al parrillero de un prestigio casi mítico. La tradición de grandes asadores proviene tanto de los dueños de la tierra como de los obreros de la construcción. El mundo político no inventa nada cuando celebra sus tertulias de quincho y sus actos con choris. Asado y truco constituyen desde siempre el adiestramiento esencial en los ardides de la tregua y de la astucia.

II.

Hubo un asadito de fin de año en la ex Esma. En el sector que administran los HIJOS. En él participó de manera destacada el Ministro de Justicia de la nación, Julio Alak. El hombre fue un prominente intendente del ciclo menemista, en la ciudad de La Plata. Hoy es una figura central en la batalla legal contra el grupo Clarín, en el contexto de la aplicación de los artículos anti-monopólicos de la Ley de Medios.  Como era previsible, hay gente que salió a putear al ministro por lo del asadito. Otros debieron salir en su defensa. Como era de esperar Clarín aprovecha, canalla, para sacar tajada de un petit escándalo de verano. Página 12 relativiza el entuerto. Era de cajón. Sigamos.


III.

Cena de amigos, se charla del asunto. Surge la pregunta: ¿qué hacer con edificios “como” la Esma? Acuerdo unánime en que nadie desea un museo lúgubre de la memoria; todos deseamos convertir estos espacios extremos (por lo siniestros) en sitios de pensamiento, vitales.  Pero ¿qué quiere decir “vital”?

IV.

La discusión surge entre chistes: ¿es el “asadito” en cuestión parte de esa vitalidad deseada? La unanimidad se rompe de golpe. Para unos sí, para otros no. Y ya no hablamos de aquel  asadito, sino de qué cosa entendemos por “vital”. No es fácil decidir de ante mano que cosa pueda ser vital y que no. El límite es la banalización. Festejar que la Esma funcione como espacio de recreación a manos del ala menos sensible a la memoria de la burocracia política del estado no es un dato que se pueda eludir en la argumentación (ya podemos imaginar, sino, los asaditos que nos esperan a partir del 2015).

V.

En su último libro de ensayos Diego Tatian se pronuncia a favor de concebir los espacios de la “memoria” como lugares completamente vacíos, aptos sólo para pensar y provocar el pensamiento.
VI.

Hace unos años entré a El Olimpo, convertido en centro cultural. Nos encontramos allí con unos compañeros con los que veníamos organizando una serie de actividades en torno a los talleres de costura clandestinos. Siempre nos costó entrar allí. Nunca pudimos desprendernos de la sordidez de esas manchas en el cemento, del viento que pasa entre las paredes y las puertas, del dolor cruel impregnado en sus paredes. En el salón en que nos reuníamos había una bandera con imágenes de cientos de rostros jóvenes, los desaparecidos. Un cierto día colgaron en las paredes unos afiches en cartulina que decían: “Los trabajadores de la memoria queremos aumentos de salario”.  ¿Qué es un trabajador de la “memoria”? ¿Cómo se llega a colocar ese afiche al lado de esa bandera?

VII.

¿Tienen derecho esos edificios a sobrevivir al poder soberano que los marcó para siempre como símbolo edilicio del terror aplicado directamente a modos de vida insurrectos e, indirectamente, al cuerpo social en su conjunto? Tal vez sí. Pero su supervivencia nos obliga, a nosotros, a ver en ellos el recordatorio de un poder vigente (en la economía, en las relaciones de propiedad, en los designios de la ciencia y en la técnica, en el goce del mercado, en los poderes ramificados del empresariado global, en el racismo generalizado) como amenaza viva y constante de masacrar cuerpos cada vez que su fundamento sea desafiado.

VIII.

Hace unos pocos años se hizo público que dentro de Automotores Orlettifuncionaba un taller de costura clandestino. Fue tapa de Página 12. Hay fotos y filmaciones de la policía sobre el asunto. No hay nada sorprendente en que un sitio deshabitado se torne ocasión para un nuevo uso. Tampoco llama tanto la atención que viejas dependencias del estado actualicen su funcionalidad económica según patrones contemporáneos. Impacta, sí, la calidad de ejemplo de este episodio: los espacios siniestros conservan un extraordinario valor para alumbrar lo siniestro-actual, ramificado según insondables mapas virtuales.

IX.

La lucha de los organismos de derechos humanos, así como ciertos actos fundamentales del gobierno de los Kirchner, han señalado con claridad la articulación entre terror político y estructura social. Lo han hecho de un modo claro y, ojala, irreversible. Pero toca a la vida política en la que todos participamos prolongar ese movimiento al presente, evitar que quede bloqueado.

¿Bloqueado por qué o por parte de quiénes? El poder de lo siniestro hace blanco en la figura de la víctima. Ese resto del terror es clave para su perduración en el espacio y el tiempo. La ideología de la víctima, cuando se activa, lo hace marcando los límites que no se deben/pueden cruzar. Lo vemos a propósito de la retórica sobre el nazismo y los campos. Tras la víctima hay irracionalidad, inhumanidad. El noble propósito de reparar a las víctimas no se contrapone a la necesidad de comprender en profundidad el acto de aniquilación de modos de vida insurrectos y su conexión posible con las insurrecciones deseables del presente.

Si vamos a aprender algo de este edificio que sea en la desobediencia a lo que estas paredes nos transmiten en su pedagogía espontánea. Seamos prudentes respecto de términos como “recuperación”. El corte abrupto que impuso el terror requiere de otros modos de concebir la relación entre tiempo y justicia. La lección de justicia no pasa por hacer de esos  muros un espacio amable y gozoso. Ellos conservan, para nosotros, una enseñanza –macabra- mayor: la conciencia de su truculencia nos permite retomar, para nuestro tiempo, un índice necesario de la permanencia (en algunos aspectos diferentes y en otros no tanto) de la violencia amenazante (pedagógica, también) de unos poderes (capitalistas, desde ya) que en su tiempo dieron a estos muros una funcionalidad determinada y que ahora bien podrían neutralizar lo que de ella pudiéramos aprehender, bajo el módico procedimiento da la recuperación dócil, banal. Conservar la revulsión que la Esma nos inspira es un modo de sostener –belicosamente- un aprendizajecontra (y no simplemente en) ella.

X.

Dicen los que fueron que hay cosas que funcionan bien allí (sobran los elogios a Jozami). Dicen algunos de quienes allí trabajan del  patetismo de los oportunismos y las internas entre los organismos. Las víctimas tienen derechos. Pero las luchas de la memoria han hecho algo más radical que velar por ellos. Al exponer al terror como mecanismo clave en la historia política actualizaron el gesto maquiavélico de eliminar el miedo como límite del saber que la sociedad tiene sobre sus instituciones, y abriendo, por ello,  las posibilidades de una participación más plena en la vida política.

El valor de este gesto (prolongado en la orden de Néstor Kirchner de descolgar el cuadro de Videla) nos habilita a todos los que participamos de la política en un sentido extendido y cotidiano a comprender que el poder del capital se perpetua de un modo sistemático, ramificado, implícito; y que el combate contra esos poderes es la premisa de un replanteo democrático de la vida colectiva.

Decía León Rozitchner que de lo que se trataba, a partir de la política de derechos humanos de los Kirchner, era de enfatizar ese movimiento democrático al presente: esto es, llevarlo a la economía, a la propiedad de la tierra, a las finanzas, a la concentración de los medios, a la espiritualización de los mercados, a la privatización de los servicios públicos, etc. Ese es el camino que, según el filósofo, indica la Esma.

XI.

Un amigo cuenta que su hijo fue, como parte de la actividad escolar, de visitas a la Esma. A la vuelta el profesor sugirió hacer un muñeco que represente de algún modo lo aprendido en la visita. Él quiso hacer a Videla; las autoridades se escandalizaron. A su padre le explicó: “quería ver cómo era”..

XII.

Agosto de 2011: caudillo desde hace dos décadas de su distrito del Conurbano, el Intendente toma la palabra ante un grupo militantes vinculados a la lucha por la memoria y dice: “Agradecemos a Néstor Kirchner por habernos enseñado el valor de los derechos humanos”.

XIII.

Las “confesiones” de Videla, en un libro editado por el “periodista” Reato, nos muestran al viejo general, cuya voz está grabada en el inconsciente auditivo de varias generaciones de argentinos, como un arcaísmo. Un viejo fanático, anciano, estúpido y débil. Esto es lo que queda de un “intelectual orgánico” (un “cuadro”, como se vuelve a decir ahora) cuando se ve despojado de los lazos que lo ligaban y sostenían a una totalidad, a un proyecto de clase, dentro del cual obtuvo renombre y tarea. Esperar de él arrepentimiento es una disposición superficial. Seguir pendiente de sus recuerdos y declaraciones es una tarea menor, puede arrojar alguna luz, pero por ahora el valor de un hombre abandonado por su propia clase no ha producido declaraciones de valor.


XIV.

Hebe de Bonafini cocina en la Esma. Va de suyo que Hebe no es Alak. La transgresión constante de Hebe no es simpática per se, y ninguna retórica que ligue la comida a lo “vital” será eficaz para resolver el hecho de que entre la primera y el segundo hay un abismo. La gracia del gesto de Hebe es inseparable de considerarla como un nuevo término de una serie  transgresiones de enorme significación histórica.


XV.

Videla desolado; la Esma recuperada. Signos de un pasado que –afortunadamente- ha quedado atrás. No resulta fácil situar las fechas y representarnos los momentos en que hemos triunfado, de manera contundente, contra estos poderes macabros del capitalismo neoliberal. Las paredes del horror no son el testimonio de la “vieja sociedad”, ya superada, sino un dispositivo en desuso del dominio capitalista que se continúa por otros medios (no exentos de violencia terrorista).  Los peligros no son sólo los del retorno del pasado, sino los de su sobrevida en el presente: en el anudamiento de una burocracia oportunista y un poder que mutanti mutandis ha aprendido a combinar el poder sobre la tierra (soja) con las lecciones sobre Derechos Humanos.

Contrainsurgencia y resistencia zapatista

por Neil Harvey


Las marchas silenciosas de miles de zapatistas en cinco cabeceras de Chiapas, el 21 de diciembre, lograron recordar a la sociedad dos cosas: la capacidad organizativa del EZLN y su vigencia política. Contra aquellos que decían que el zapatismo era cosa del pasado, los aproximadamente 40 mil indígenas que participaron en las movilizaciones demostraron el fracaso de la estrategia contrainsurgente que han aplicado los diferentes gobiernos durante los pasados 18 años. La marcha también demostró la renovación de las bases del movimiento, con la participación de nuevos cuadros de jóvenes hombres y mujeres que han crecido en el mismo periodo y, a pesar de todas las agresiones en contra de sus comunidades autónomas, mantienen vivas las demandas. Como en otras ocasiones, los zapatistas escogieron un día fuera del calendario de los partidos políticos para llevar a cabo estas marchas. Al contrario, celebraron el inicio de una nueva era maya y al mismo tiempo afirmaron la actualidad y vigencia de las luchas de los pueblos indígenas por sus derechos colectivos y la autonomía.
Aunque la movilización demuestra una vez más su capacidad organizativa, es preciso no olvidar las consecuencias de las agresiones en su contra a lo largo de estos 18 años. El zapatismo ha tenido que defenderse del Ejército Mexicano y de los diversos grupos paramilitares, los cuales, dentro de una política contrainsurgente implementada desde enero de 1995, han intentado desgastar a las bases de apoyo y crear las condiciones propicias para dividir comunidades y sembrar el miedo. El alto grado de organización que los zapatistas demostraron el 21 de diciembre también se ha manifestado en casi dos décadas de resistencia para no caer en las provocaciones de sus opositores y así seguir construyendo alternativas autónomas.
Por lo tanto, es preocupante que los grupos paramilitares sigan operando en el estado. A lo largo del 2012 las cinco Juntas de Buen Gobierno (JBG) zapatistas difundieron varias denuncias de agresiones de grupos armados que buscan quitarles tierras o robarles los productos del trabajo de las comunidades. Un ejemplo reciente es la agresión de miembros del grupo Desarrollo, Paz y Justicia a la comunidad Nuevo Poblado Comandante Abel, ubicada en el municipio autónomo La Dignidad (oficialmente, Sabanilla) en la zona norte de Chiapas.
Según el Informe de la Caravana de Solidaridad y Documentación al Nuevo Poblado Comandante Abel, el 6 de septiembre unos 55 agresores armados llegaron a la comunidad y tiraron balas para agredir a los zapatistas. El grupo invasor construyó su propio campamento y trincheras a laorilla de un río donde se posicionaron para amenazarlos con armas. En pocos días, el número de este grupo creció a 150 y sus integrantes tomaron la mitad de las 147 hectáreas de la comunidad. Los observadores de la caravana constataron que las balas habían alcanzado las paredes de la escuela autónoma y las tiendas cooperativas. En vez de enfrentar a los agresores, la mayoría de las bases de apoyo zapatistas salieron y, después de caminar en el monte por dos a tres días, encontraron refugio en otra comunidad, San Marcos. Durante este lapso, lasmujeres y niños sufrieron enfermedades y hambre, mientras los zapatistas que se quedaron en la comunidad no pudieron salir a sus milpas. Una situación similar vivieron cuatro familias que tuvieron que salir de la comunidad Unión Hidalgo debido a amenazas de un grupo de priístas. Historias como estas eran muy comunes en los años 90, sobre todo durante las semanas después de la ofensivamilitar del 9 de febrero de 1995, ordenada por el entonces presidente Ernesto Zedillo. El hecho de que estas agresiones aún ocurran con frecuencia debe llamar la atención para que se tomen acciones con la finalidad de detenerlas y, en su lugar, poner en práctica los Acuerdos de San Andrés.
Cabe señalar que uno de los logros de las JBG ha sido la creación de mecanismos autónomos para resolver conflictos. Varios estudios sobre la autonomía zapatista han documentado la importancia de estos espacios para que los grupos no zapatistas puedan resolver disputas sin costo y con personas de la misma comunidad y posición socioeconómica. Los zapatistas también reconocen la necesidad del acceso a la tierra de otras familias que no participan en la organización. Ejemplo fue la fundación del mismo Nuevo Poblado Comandante Abel en mayo del 2012, cuando la comunidad de San Patricio decidió reubicarse en un predio distinto y así evitar mayores conflictos. Como explica un comunicado de la JBG de Roberto Barrios (11 de septiembre), la decisión de reubicarse fue “para que ellos tengan su parte porque también tienen derecho a la vida”. (enlacezapatista.org.mx).
Sin embargo, como hemos mencionado, las agresiones continúan debido a los intereses políticos que buscan desgastar a las bases de apoyo zapatistas. No obstante, la resistencia sigue, como dicen los integrantes de la JBG en la zona norte: “lo que nos hace el mal gobierno intentando invadir, es su manera de guerra y desgaste para rendirnos. No dejamos nuestra lucha y no nos vamos a rendir; ellos piensan que sí, pero no nos vamos a rendir. Nuestra lucha es por la tierra y la nación”. (Informe de la Caravana de Solidaridad y Documentación).
Los zapatistas, al no aceptar el asistencialismo del gobierno, han demostrado que sí es posible poner en práctica diversos proyectos autónomos que respondan a las necesidades sociales, económicas y políticas de las comunidades. Por eso los gobiernos han tratado de reprimir, achicar, dividir, cooptar o, ante la imposibilidad de todo esto, simplemente ignorar su presencia. Ante esta realidad, las recientes marchas dan cuenta de la vitalidad de la autonomía indígena que, a pesar de las agresiones, sigue siendo una alternativa con amplio respaldo popular en Chiapas, en México, y un ejemplo para el mundo.

¿Qué pasó con el jornalero desaparecido en Choele Choel?

por Mario Favole
 
“¿Por qué me pegan?, yo no hice nada”. Esas fueron las últimas palabras del trabajador golondrina Daniel Solano, desaparecido el 5 de noviembre de 2011 en Choele Choel, Río Negro.
Ocho meses y medio más tarde, el 19 de julio, el juez Víctor Soto cambió la carátula de la causa a “investigación de homicidio” y ordenó la detención de siete policías como posibles autores del hecho.
El operativo lo realizaron efectivos de Gendarmería Nacional y quebró la endeble paz que había entre los allegados a la familia del trabajador salteño y los sospechosos.
En esta ocasión las marchas fueron a favor de los policías detenidos. Su participación en una de ellas le costó ayer el relevo y el pase a disponibilidad al comisario Luis Jara, jefe del Centro de Formación Policial de Valle Medio.
Por primera vez, desde que llegaron en noviembre de 2011, hubo sonrisas en la carpa que los Solano montaron en la plaza. Una sonrisa a medias. Para ellos, Daniel está muerto y el único consuelo posible es que aparezcan sus asesinos, los cómplices y los autores intelectuales del crimen.
La reconstrucción de lo ocurrido en la madrugada del 5 de noviembre la hace Sergio Heredia, uno de los abogados de la familia Solano.
La elabora a partir del testimonio de decenas de testigos, uno de ellos clave para entender qué pasó con el joven salteño que había llegado de Tartagal a trabajar al Valle Medio.
Como ya había ocurrido antes, en octubre del año pasado un par de “punteros”, identificados como Pachinda y Domínguez, contactó a Solano y a otros trabajadores del Norte del país para que hicieran la temporada en Río Negro.
Solano y sus compañeros se montaron en un colectivo de la empresa “El Tucumanito” y gastaron kilómetros antes de llegar a Lamarque, un pueblo de unos 10 mil habitantes, a 20 kilómetros de Choele.
El viernes 4 de noviembre, Daniel Solano cobró 800 pesos. Compró un celular y habló con su padre, Don Gualberto. Esa noche, junto a otros 20 compañeros de trabajo, fue de Lamarque a Choele. A las 2:05 del sábado, entró al boliche Macuba. Media hora más tarde, personal policial lo sacó del lugar.
Daniel Solano
Desde dese momento, el paradero de Solano es un misterio. Un misterio que -según denuncian los abogados de la familia-, desnuda un entramado perverso que involucra a empresarios, policías, funcionarios e integrantes del poder Judicial.
Un misterio que ahora tiene a siete policías detenidos, una quincena imputada, y que alteró para siempre la supuesta calma pueblerina del Valle Medio.
Daniel había llegado para trabajar en Agro Cosecha S.R.L., una empresa tercerizada por Expofrut-Univeg S.A., uno de los jugadores fuertes en el negocio de exportación de fruta, motor económico de buena parte de Río Negro.
Respondían a Agro Cosecha quienes el lunes 7 de noviembre a las 20 hicieron una exposición en Lamarque. Daniel había desaparecido apenas entrado el sábado y en Choele.
Gualberto Solano se enteró recién la noche del lunes. Denunció en su Tartagal natal la desaparición en la Comisaría 45 (hoy hay una causa penal porque la denuncia también desapareció) y cruzó el país para buscar a su hijo. Al llegar a Choele lo recibieron dos abogados enviados por la empresa, le ofrecieron una casa y una hipótesis. Según varios testigos, Daniel fue visto el sábado 6 en la terminal. Habría abordado un colectivo hacia Neuquén. Gualberto no les creyó. No tenía motivos sensatos para imaginar que su hijo pudiera abandonar trabajo, ropa, DNI y cortar todo tipo de comunicación. La justicia no ayudó.
El fiscal Miguel Flores y la jueza Marisa Bosco abonaron la teoría de que Daniel se había ido por sus propios medios y  que no existía delito por investigar. Actualmente hay pedidos de juicio político para ambos, duramente criticados por los intendentes de la zona y por el gobierno rionegrino.
Diciembre fue mes crucial para que el caso no se desinflara. Cambió el gobierno provincial, el juez Víctor Soto reemplazó a Bosco, el fiscal Guillermo Bodrato a Flores y entra en escena uno de los actores principales de esta historia.
A un mes de la desaparición de Solano, Sergio Heredia asumió la representación de la familia del trabajador salteño. Leyó el expediente y dos días más tarde dijo que no había esperanzas, que buscaban un cadáver y a sus asesinos.
El abogado empezó un trabajo de hormiga. Recorrió el pueblo, recogió rumores, rastreó testigos de la fatídica noche y consiguió que se animasen a declarar. Los metió a escondidas a la fiscalía. “Para que no los amenacen”, dice. El abogado salteño logró reunirse con el vicegobernador Alberto Weretilneck -hoy a cargo del Ejecutivo- y con la procuradora Liliana Piccinini.
Para Heredia no hubo feria judicial. El 18 de enero de este año, junto con los otros abogados de la familia -Leandro Aparicio y Favio Prado Muñoz- denunció a 34 personas, incluidas la jueza Bosco y el fiscal Flores. “La gente hace fila para contarme hechos de violencia policial”, dice Heredia.
Seguro de sí mismo, advierte que se llevará a toda la provincia por delante para resolver el caso. No duda. Se trata de un asesinato y los testimonios de testigos reservados le permiten reconstruir lo ocurrido.
Ya escucharemos a los defensores de los policías, pero antes pongamos atención al relato del abogado llegado desde Tartagal: “Solano va con sus compañeros desde Lamarque a Choele a bailar. Entra a Macuba a las 2:05. Le pagan las bebidas. Alrededor de las 2:40, otro de los trabajadores golondrina -quien había sido `puntero´ de la empresa y que oficia como entregador- lo empuja. Por el alboroto Daniel es retirado del local, al otro lo dejan. Allí actúan tres policías que prestaban servicio adicional, pero adentro hay otros cuatro efectivos que son quienes lo sacan”.
Nadie prestó demasiada atención. Estaban todos concentrados en las dos rubias que hacían un streeptease y azotaban con un cinto a otro trabajador norteño. Nadie, salvo el testigo principal.
Lo llevaron a la vuelta de Macuba y -siempre según Heredia- lo empezaron a golpear. El testigo pidió que no le pegasen. Recibió insultos y amenazas. Alcanzó a escuchar que Daniel preguntó “¿Por qué me pegan?, yo no hice nada”. Desmayado, lo introdujeron en la Ford Eco Sport de la policía y partieron hacia la Isla 92, a pocas cuadras del boliche.
El testigo los siguió en moto. Vio cómo lo sacaron de la camioneta y lo pasaron a un Fiat Duna rojo, que pertenecería a uno de los siete policías detenidos. El auto arrancó y no se volvió a saber nada más de Solano.
A mediados de diciembre el testigo venció su temor y se presentó en la Comisaría 8.ª de Choele Choel para dar a conocer su versión.
Lo llevaron a una oficina y le pidieron que aguardara. Entraron dos de los policías que se llevaron al trabajador salteño -Pablo Bender y Sandro Berthe, según el abogado Aparicio- y lo amenazaron de muerte para que se callara.
Heredia y sus colegas abrazan este testimonio como prueba fundamental para poder inculpar a siete policías por el asesinato de Solano. Para ellos los responsables del homicidio son Juan Barrera, Pablo Bender, Sandro Berthe, Héctor Martínez, Pablo Albarrán, Diego Cuello y Roberto Quidel. “El encubrimiento fue tremendo. Acá el que investigada era Martínez, uno de los que se lo había llevado”, dice el letrado tartagalense.
Pero Heredia y sus colegas no se quedan con la pista policial. A partir de los testimonios y las pruebas que recogen reconstruyeron un contubernio que incluye a distintos actores del poder local, con especial hincapié en policías, empresarios, funcionarios e integrantes del Poder Judicial.
Heredia despliega su hipótesis. Una teoría que no admite fisuras. En realidad, sólo hay una incertidumbre y no es menor. Dónde está el cuerpo de Solano.
“El compañero lo marca en Macuba y la policía lo saca. Afuera lo golpean y se les va la mano. Daniel muere por 800 pesos. Tenía que cobrar más de 1.500 o 2.000, pero ese viernes  4 de noviembre le pagan sólo 800. Él era un líder, para el lunes posterior a su desaparición estaban preparando un paro por las condiciones de trabajo y en disconformidad con los salarios. El jueves desde la empresa le habían pedido que sea puntero o capataz, él se había negado y ahí es donde se planifica pegarle una paliza. Los autores intelectuales son los empresarios”.
Son 21 cuerpos los que conforman el expediente Solano. Los abogados de la familia esperan que a los siete detenidos como presuntos autores del homicidio se sumen otros con distintos grados de participación: asociación ilícita, partícipes necesarios del homicidio y autores intelectuales.
“Habrá más imputados. Estoy hablando de policías, encubridores, los empresarios de Agro Cosecha, la jueza Bosco, empleados y el dueño de Macuba, compañeros de Solano y posiblemente un pariente, el cuñado de la víctima, quien en principio abonó la pista falsa del viaje a Neuquén. Con nosotros no se juega”, advierte Heredia.
Los abogados de los detenidos son Ricardo Thompson, Sonia Franco y Eves Tejeda. Actualmente los policías se encuentran en dependencias policiales de Viedma, a 332 kilómetros de Choele, pero se evalúa trasladarlos fuera de la provincia.
Thompson -defensor de Barrera, Bender, Berthe y Martínez- afirma que los policías detenidos son los primeros presos políticos del gobierno provincial: “Lo que está pasando va contra las garantías constitucionales y los criterios que se aplican en Río Negro. Ellos pidieron ser llevados a declarar, nunca se negaron a los requerimientos de la Justicia, no había necesidad de que los detuvieran. Son presos políticos”.
Para Eves Tejeda, representante legal de Albarrán y Cuello, casi no hay causa: “Primero hay que probar que Solano está muerto, después que se trató de un homicidio y luego ver quiénes son los responsables. No hay cadáver y no son serias las presunciones. Supuestamente Solano fue colocado sangrando en la patrulla, debería haber quedado algún rastro en la camioneta y en las pericias no se encontró absolutamente nada. Que se lo llevó la policía es una versión, no hay datos de que fuera trasladado a otro lugar o introducido en la comisaría. En ningún momento desapareció el móvil de su trayectoria habitual por la ciudad. Esto es una película. Si Heredia tiene tantas pruebas, voy a pedir que lo citen a declarar”.
Sonia Franco, defensora de Roberto Quidel, jura que nunca tuvo un caso similar: “es terrible, ya están condenados. El gobernador va a la carpa del denunciante y come con su abogado. Acá no se respeta la división de poderes y se condiciona a la Justicia. Nosotros también queremos que aparezca, pero por qué no lo buscan fuera de la provincia, por qué no lo buscan en Bolivia, capaz que está en Bolivia, busquémoslo en otro lado, por qué dicen que está muerto, por qué no lo prueban”.
“Los que rastrillaron el lugar son policías imputados -argumenta Heredia-. Estamos esperando el resultado de estudios de ADN de un cabello encontrado en el patrullero y de otros hallados en una tumba con tierra removida. Únicamente la policía puede hacer desaparecer el cuerpo. Acá uno pasa por el café y el que le lustra los zapatos dice quién lo mató a Daniel. En enero denunciamos a 34 personas, 22 de ellas fueron imputadas y entre esas 22 ya hay siete detenidos. Queremos a los culpables. Queremos volver a nuestras casas, cuando lo hagamos nos van a agradecer que hayamos terminado con la impunidad en la provincia”.
Los policías fueron detenidos el 19 de julio. La semana que viene vence el plazo de diez días para que el juez defina si son sobreseídos, liberados por falta de mérito o si les dicta prisión preventiva.
Hasta el momento ninguno de ellos prestó declaración. Hasta el momento Daniel Solano sigue sin aparecer.

Nadie investiga si hay restos de desaparecidos bajo la ESMA

por Patricia Walsh

Hace ya muchos años que venimos denunciando que en la ESMA se hacían los llamados “asaditos” . Hace tiempo que la descripción del “asadito” puede encontrarse en artículos periodísticos como una nota del 2008 (“Se referían al asadito”, Página 12). Hace muchos años ya que en los llamados “juicios por la verdad” primero, y luego en los juicios Esma I y II y ahora el III se reproducen testimonios de las víctimas y sobrevivientes del campo de exterminio, como también de algunos pocos genocidas que rompieron el silencio. Dan cuenta de que si no era “día de traslado”, o sea el día fijo de la semana en que se apelaba a los llamados “vuelos de la muerte”, los cuerpos de algunas víctimas de la ESMA eran sometidos a la acción del fuego. Los genocidas de la ESMA llevaban los cuerpos al campo de deportes, pedían combustible y cubiertas en el Sector Automotores, y entonces los quemaban.
Hace muchos años que varios sobrevivientes y familiares venimos denunciando que muy probablemente hicieran esto con nuestros seres queridos, “el asadito”. Y por eso reclamamos y seguimos reclamando por el destino del campo de deportes de la Armada. En ese lugar suponemos que pueden estar todavía hoy los restos óseos de Raimundo Villaflor y de Rodolfo Walsh , y de muchas víctimas más.
-¿Se los busca?
-No.
-¿Se están haciendo las pericias que hay que hacer?
-No.
-¿Qué hacen?
-Se comen un asadito.

Serie Año Nuevo. Capitalismo Runfla: 3

La organización social no existe más

Por Diego Valeriano


Pienso en qué fue lo que pasó con las organizaciones sociales. Se me ocurre poco: una intuición, una molestia incordiosa. 
Sea la organización contra el hambre y el neoliberalismo; sea la reacción ante la falta de cultura o de educación para el pueblo, veo siempre la misma cosa y es más o menos así: las organizaciones sociales se arman y viven en función de darle de comer a los pibes, educarlos de la forma que sea. O para resistir algo. Pero, ¿qué onda cuando el problema en los territorios pasa a ser es el de cómo se administran los negocios? Porque lo cierto es que una organización que trabaja en un barrio y no enfrenta el tema de la trata, ponele, o el negocio narco, o el gatillo fácil, no enfrenta ningún problema. 

Y si no enfrenta ningún problema es un kiosquito.
Ahora bien, ninguna organización social puede enfrentar estos problemas, porque no dura ni un solo round (a menos que se ponga a la cabeza la madre que perdió algún pibito). Sí, por supuesto que hay gente que reclama por sus terrenos, cloacas o por diferentes cosas que hacen a su mejor calidad de vida.
Cada vez que me pregunto por la organización social me fastidio. Y me respondo con la fórmula: ciudadanía popular.
Los territorios-vida-runfla frustran a las organizaciones sociales: o mejor, las mata la lucha contra el capitalismo-runfla. Pero la «lucha» no desaparece: es asumida por una ciudadanía popular que pelea siempre por democracia y  justicia.
No hay nuevas formas organizativas.

Serie «Año Nuevo». Capitalismo Runfla: 4

Vida-runfla contra el ajuste

Por Diego Valeriano


1.- El ajuste en los territorios lo enfrenta la vida runfla. Por supuesto que a su manera. Ninguna organización política o social tiene el plafón, credibilidad ni capacidad de enfrentarlo.

2.- Las organizaciones sociales y políticas no enfrentan el ajuste. Hacen negocios propios.

El ajuste se enfrenta desde la vida-runfla, porque sí nomas. Se enfrenta solo porque la vida runfla cataliza algo. 



3.- La vida-runfla es la forma de vida post-2001 en los territorios de la abundancia. Es el resultado del modo en que se administró tanta plata que empezó a dar vuelta:  tanto negocio. 

4.- ¿Quien mató y neutralizó a las organizaciones sociales? La verdad es fácil de entender: enfrentar un ajuste neoliberal es más fácil que enfrentar en los territorios a las organizaciones runflas. ¿Qué organización social puede disputar hoy la abundancia? ¿Quién le da vida a las organizaciones sociales? ¿Quién da voluntad y capacidad de lucha las organizaciones: los sujetos o o los ciclos económicos?

5.- Insisto, las organizaciones sociales ya no existen. Subsisten, por supuesto, formas organizativas que se dan algunos.

6.- Los saqueos son una muestra especialmente visible de la vida-runfla.  Porque inquietan a la política mediática. Mucho más que las  muertes y choreos cotidianos. Puede ser un nuevo conflicto social, o simplemente formas de vida que son así. Son transacciones, consumo y adquisición de lo que sea que venga a la mano.

7.- El nuevo conflicto social es la vida-runfla articulada con negocios globales (trata, minería o drogas, da igual).

8.- ¿No es esta la auténtica ecuación de la administración?

Serie Año Nuevo. Capitalismo Runfla: 5

Saqueos

por Diego Valeriano
MIGUEL


Nos enteramos por Luis, uno de los flacos que hacen la noche, que tiro un radio que estaban vaciando el Auchán y que la policía no estaba, que nos apuremos que por ahí agarrábamos algo. Esperé unos cinco minutos a Miguel que había ido a hacer un viaje a la estación y cuando llegó, cerré la agencia y nos fuimos en el auto que él maneja para allá. 

Cuando llegamos era un bardo enorme: un montón de pibes que conozco del barrio rompían la vidriera con lo que tenían a mano y colaban para adentro sin importarles nada. Bajamos con Miguel más que nada a mirar qué onda y nos pusimos a hablar con una  vecina que nos contaba que hasta hace unos minutos había un patrullero y que los pibes lo echaron a piedrazos. Los que iban al frente no eran más de 10 o 15 pibes, a uno lo conozco bien porque es vecino de mi cuadra, hijo de Raúl que hace unos años trabajo en la agencia hasta que consiguió trabajo en Siderar. Atrás de los pibes entraron primero unas pibitas que deberían ser amigas y atrás unas treinta personas más. Miguel me preguntó que hacíamos y ni le conteste, estaba inmóvil, con un poco de miedo y sin saber si entrar o no.


En el revuelo de gente que entraba y salía, lo veo a Luis que esta hablando con dos de los pibitos. Cuando me ve viene corriendo hacia nosotros y después de abrazarnos, nos dice que metamos el auto de culata así cargamos unos LCD. Con Miguel ni lo dudamos y los pibes nos cargaron siete teles gigantes por todo el auto. Quedamos que nos encontrábamos en la casa de Luis y salimos rápido de la zona. 

Cuando agarramos para lo de Luis a la altura de la Ruta un patrullero nos cruza y dos poli con las armas en las manos nos apuntan y nos empiezan a carajear y a decirnos que nos bajemos, nos pusieron boca abajo con las manos en la nuca. Miguel conocía a uno de la cancha y le pedía que no nos hagan nada, que nos deje ir y éste le pego una patada en las costillas para que cierre la boca. Cargaron dos LCD en el patrullero y se fueron inmediatamente con la sirena prendida a toda velocidad en dirección contraria al supermercado.

AGUIJÓN Y SERVIJO

Jorge trabaja en el reparto de Coca-Cola y su horario es de 4 de la mañana hasta el mediodía, los jueves y viernes antes de ir para el trabajo para con sus amigos de la infancia que están en el maxikiosco que queda de camino a la parada del 178. Se conocen desde guachines y tienen mil historias juntos. Del grupo original de 20 pibes quedan la mitad y sí o sí una vez por mes comen un asado en el club «Mártires de Acassuso» donde jugaban al papi. El asado siempre lo pagan Jorge y dos pibes más que son los que trabajan bien, cuando hay los demás también aportan, pero eso es lo de menos.

Ese jueves hubo asado en el club, habían escabiado bastante y Jorge le pidió un poco de merca a uno de los pibes para que se le vaya el pedo. Como nadie tenia dijeron de ir a buscar a lo de El Aguijón que siempre les vende a cualquier hora. Caminaron las cuatro cuadras hasta su casa y cuando llegaron El Aguijon estaba saliendo en su Berlingo. Cuando los vió, les grito que se apuren, que estaba yendo para las cinco esquinas que iba a empezar a haber saqueos. Los cuatro sin dudar saltaron y se treparon a la camioneta. En el viaje de veinte cuadras les paso un papel para que no lo fastidiaran más. 

Cuando llegaron las cinco esquinas eran un mundo de gente que no dejaba negocio en pie; serían unas cien personas que iban y venían sin control alguno. El Aguijón tiró la camioneta a un par de cuadra, corrieron hasta llegar al corazón de los disturbios. Ya poco quedaba por hacer: todo estaba arrazado; y el Aguijon discutía con Servijo otro transa de barrio y le gritaba que lo habían dejado afuera de la jugada y varias cosas más. La discusión se puso espesa y ya no importaba lo de esta noche, se fueron a las manos y los cuatro se metieron a separan, o a pegar, o porque había que meterse. 

De un auto negro con vidrios polarizados bajaron dos tipos que indudablemente eran de la banda de Servijo, sacaron fierros y empezaron a tirar al aire. Jorge que no estaba del todo metido en la pelea, sintió un pinchazo y después la sensación que algo le quemaba por dentro, se llevó la mano al pecho y se le tiñó de rojo.

MITRE Y MÉNDEZ


El patrullero cruzaba a toda velocidad las cuadras que lo separaban del DÍA. Méndez iba cargando la escopeta de posta de goma por las dudas. La orden que le tiraron era clara “aguanten hasta que llegue la infantería, pero no hagan giladas”. Méndez y Mitre saben que cuando le dicen que no hagan giladas es que no tienen que hacer nada. Ni bueno, ni malo, absolutamente nada. 

Cuando llegan al super habría unos cincuenta pibes de la villa del fondo, algunos intentando abrir la persiana, otros tirando piedras a los vidrios de arriba y un grupito armando un fuego con basura. Cuando vieron la llegada del patrullero retrocedieron hasta la esquina. Policía y pibes quedaron separados a unos cincuenta metros y en el medio el supermercado. Pasaron quince minutos, los pibes dejaron su pasividad y comenzaron a avanzar de a poco. Méndez fue a buscar la escopeta al patrullero, mientras Mitre se comunicaba con la comisaria sin obtener respuesta. A cada minuto los pibes avanzaban un poco más y parecía que se habían olvidado del supermercado. Mitre recibió por Handy la orden de no abandonar el lugar que ya estaban llegando los del Grupo Halcón, 

Comenzaron a llover piedras y tuvieron que refugiarse detrás del patrullero. Las piedras y las amenazas eran cada vez mayores. Mitre y Méndez conocían a los pibes y los pibes los conocían a ellos. Veinte de los pibes hacían llover piedras sobre el patrullero mientras el resto, a los que se le habían sumado mujeres y pibitos; comenzaron a vaciar el supermercado. No sabían que hacer, no querían hacer giladas, y giladas es muy genérico. Los pibes estaban a unos diez metros y se habían separado en dos grupitos; llamaron por última vez y el jefe de calle les dijo que si se iban les cortaba las bolas. Méndez comenzó a disparar para asustarlos, pero ni los hizo retroceder siquiera. Mitre saco la 9mm y tiró un par de tiro al aire, pero los pibes seguían avanzando, una baldosa destrozo el parabrisas delantero, ahora Mitre tiro a pegar, sin lograr dar en el blanco. Los dos tiraban y retrocedían, el patrullero quedo atrás y paso a estar en manos de los pibes, doblaron la esquina y comenzaron a correr para salir rápido del barrio, tenían pocas balas y no estaban acostumbrados a recorrer la zona indefensos. 

Cuando estaban a unas tres cuadras del super escucharon una explosión y supieron que era del patrullero. Sabían que en breve les iban a cortar las bolas y todo era culpa de esos pibes.

EMILCE


Ayudó en un comedor del barrio, lo hago desde el 2003 cuando los piqueteros me dieron el plan por  marchar. Antes el comedor era de ellos, pero después se hizo de una concejal. Pienso que fue mejor, empezó a haber más cosas y también tuvimos que marchar menos y, además, cuando lo hacemos, nos llevan en colectivo. 

También es verdad que en el barrio estamos bastante mejor que en aquella época, aunque hay más inseguridad. Lo de lo saqueos me enteré por mi yerno que me llamó para decirme que no vaya para el Carrefour, y como una es de no hacer caso, le dije a mi comadre que me acompañe y nos acercamos hasta la colectora. Había un mundo de gente, conocía a muchos, pero otros no sabía quiénes eran. Había también un montón de gendarmes. Estaba todo muy tranquilo, los gendarmes hablaban con la gente y un grupito hablaba con gente del super, me imagino que negociaban la entrega de bolsones porque después nos dijeron a todos que hagamos la cola que nos iban a dar. 

Yo hice la cola y como soy una señora grande me dijeron que me ponga entre las primeras. Esperamos como una hora y recién ahí nos dieron algo, la verdad una bolsita de mierda con una sidra y algo más. Con Emilce cuando nos íbamos vimos unos policías de civil iban arrestando a unos jóvenes que les robaban las bolsas a señoras como nosotras.

Serie Año Nuevo. Capitalismo Runfla: 6

Ciudadanía popular




por Diego Valeriano

La ciudadanía popular es la forma de lucha que adoptan las vidas infames frente a la crueldad fiestera del capitalismo runfla. Es más eficaz que otras formas históricas de “protesta”, porque no aspira a contraponer valores alternativos y superiores. Su fórmula elemental es la suma de tres componentes, sin ninguna mediación: territorio, (literalmente, de cualquier territorio); estado (se le exige protección y se le enrostra complicidad) y los medios (con los que se establece fuertes alianzas, indispensables para atravesar el umbral de percepción -ser visible, audible- para volverse irrefrenable). 
Cuando no hay sujetos, hay ciudadanos. Activistas inmediatos del derecho a la ciudad del desborde, cuando la idea moderna de inclusión ya no opera. Una genealogía elemental de la ciudadanía popular sobre suelo runfla se fijaría en los siguientes hitos: Abuelas de Plaza de Mayo; Cutral-Có; Blumberg; Arruga; Cromañón; los transa; Verón-Trimarco; ambientalista de Famatina; Once.
Runflas y ciudadanos populares comparten algo: la infamia. Ni oficialistas, ni opositores, ni críticos, ni disidentes. Sujetos de consumo. Sólo que allí donde el runfla goza, el ciudadano popular enfrenta un dolor insoportable, que lo arroja a la intersección truculenta de victimismo y heroísmo, que es la lengua propia de la conmoción pública para decir que las autoridades descuidan el contenido ético elemental del estado: la preservación de la vida y el sentido de la dignidad que sólo es posible a partir de esa seguridad. Es el lenguaje de las madres que pierden a sus pibes; de los familiares, de los afectados, de los sobrevivientes, de los testigos y de una larga serie de voces testimoniales que se instituyen entre el lenguaje jurídico, periodístico, religioso y mediático avasallando las resistencias de lo político.
Así, la ciudadanía popular disputa el sentido común partiendo de sus bases mismas, tomando como punto de partida un manojo de verdades democráticas que nadie puede contrariar en voz alta.
La ciudadanía popular funciona como tenebroso mensajera del horror que domina en un trasmundo en el que cualquiera puede caer. Doblez narco de los territorios, reverso mafioso de las instituciones. El doble perverso se conjuga en cada operación financiera, cada fuerza de seguridad, cada sindicato, cada figura parental, sacerdotes, ministerios públicos.
El capitalismo runfla no es marginal, residual, ni excepcional. Es el reverso activo del capitalismo “en serio”. Sus hilos se tejen en la misma trama republicana a la que apelan los moralistas. Sus fuerzas se desdoblan a partir de las mismas instituciones que se suponen que debieran regularlos según reglas diferentes.
La ciudadanía popular surge de este saber, y se orienta a denunciarlo. Así irrumpieron, por ejemplo, los vecinos para frenar el acuerdo entre el Frente para la victoria y el Pro, destinado a la intensificar los negocios inmobiliarios en la ciudad de buenos Aires. La potenciación mediática es imprescindible. Combina justicia, derechos y negocios según una lógica inscripta en los hechos. Los medios no son peores ni mejores que los demás dispositivos del capitalismo-runfla.
La ciudadanía popular le pone el pecho a un flagelo antropológico que no sabemos asumir. La modernidad no cumplió con su promesa de despejar la vida de toda amenaza. No logró imponer su utopía de superar definitivamente al “mal”. No contamos –como otras culturas- con saberes para convivir con las miserias, las tormentas y las plagas. El capitalismo runfla es la vuelta gozosa de todo ese mal que creíamos haber superado o reprimido. Su ética vitalista consiste en gozarlo hasta el final. La ciudadanía popular reacciona como puede ante los efectos mortíferos de ese goce, y en base a un dolor bíblico conmueve a gentes de todos los estamentos, nichos y clases sociales.
El capitalismo runfla es la superación gozosa y cruel de los reparos y promesas de la modernidad. Crece por todos los costados. Donde hay miseria, y mas donde hay abundancia. Donde hay instituciones republicanas y donde no las hay. Donde hay retórica progresista y donde aún se habla la lengua natural del neoliberalismo. La ciudadanía popular es post-moderna (no es “crítica”), pero es, sobre todo, post-postmoderna (no se pavonea en su ya no ser “crítica”). 

Otro asesinato contra Potae Napocna Navogoh (La Primavera)


El 23 de Noviembre de 2010 la policía de Formosa reprimió una protesta de la Comunidad Potae Napocna Navogoh (La Primavera). Murieron allí Roberto López y el policía Eber Falcón.

Un día después, el 24 de Noviembre de 2010, el dirigente pilagá Mario López, quien se dirigía a La Primavera a expresar su solidaridad, fue atropellado por un oficial de policía y perdió la vida.
El 28 de Junio de 2012 un grupo de personas atacó a Abelardo Díaz, hijo de Félix Díaz, carashé de la comunidad, e intentaron degollarlo. Tuvo que ser internado en un hospital.
El 9 de Agosto de 2012 el propio Félix Díaz fue atropellado mientras viajaba en moto cerca de Laguna Blanca. Sufrió heridas que requirieron su hospitalización.
El 9 de Diciembre de 2012 Ricardo Coyipé, Celestina Jara y la nieta de ambos, Lila, de apenas 10 meses, fueron también atropellados mientras viajaban en moto. Lila y Celestina fallecieron producto de las heridas que les provocó el impacto. El gendarme Walter Cardozo, quien los atropelló, lejos de auxiliarlos, insultó y golpeó a Coyipé mientras él y su familia estaban en el suelo, exigiéndole que no realizara denuncia alguna.
Ayer, 9 de Enero de 2013, Juan Daniel Asijak, de 16 años, hijo de Pablo Asijak y sobrino de Félix Díaz, fue hallado muerto en la ruta junto a su motocicleta, con un fuerte golpe en la cabeza, que sería la causa de su deceso. 
La lucha por el territorio, la defensa de la dignidad y la autonomía son el trasfondo de estas brutales agresiones y asesinatos.
Con profundo dolor hacemos llegar nuestras condolencias a la familia de Juan Daniel Asijak y a toda su comunidad. Y con una enorme indignación repudiamos este nuevo asesinato, señalando que, una vez más, no se trata de acciones violentas “sueltas”, “separadas”, o independientes entre sí, sino de actos criminales que están ligados el uno al otro por la paciente lucha de la comunidad Potae Napocna Navogoh.
No deben morir más personas. El Estado provincial y el Estado nacional deben garantizar la seguridad de los pobladores dePotae Napocna Navogoh, so pena de convertirse en cómplices de los atentados y asesinatos que sufren.
Como repetimos en cada uno de nuestros documentos, exigimos justicia para cada uno de los hechos violentos, que parecen no tener fin.
Transcribimos a continuación el comunicado difundido por la comunidad:


Otra muerte en nuestra comunidad
Nuevamente la muerte. Otra más.
Ayer falleció un jóven qom de 16 años de nuestra comunidad, Juan Daniel Asijak. Hijo de Pablo Asijak y de Norma Díaz.

Pablo es un conocido líder de la comunidad y cuñado de Félix Diaz nuestro qarashe.
Otra muerte inexplicable. 
El joven iba por la ruta en su moto y apareció tirado.
Los médicos del Hospital Central de Formosa dijeron que el joven tenía fractura de cráneo producto de un fuerte golpe, probablemente provocado por un fierro.
Ya no sabemos cómo cuidar a nuestra gente, qué hacer.
A un mes de la muerte de Celestina Jara y de su nieta nuevamente la violencia aparece en nuestra comunidad.
Exigimos justicia y paz para nuestra comunidad.
Observatorio Colectivo para Pueblos Originarios-
Facultad de Filosofía y Letras – UBA

Clinamen, spoiler y el inconsciente zapatista

por Ángel Luis Lara

1.

Miles de personas marcharon por las calles de Mahattan el 1º de mayo de 2012. La pacífica marabunta de colores y de gestos le pintó a la ciudad de cristal una novedad inusitada: ni los más viejos del lugar recordaban una movilización tan nutrida y tan masivamente participada en una fecha historicamente evaporada del imaginario colectivo neoyorquino. Occupy a veces se vuelve una energía sin dueño capaz de obrar ese tipo de milagros. Sin embargo, apenas se ha hablado de la magia multitudinaria de ese 1º de mayo en Nueva York. Las historias de ese día no van a existir para la Historia. Casi todas ellas tratan sobre la alegría de estar juntos y la sorpresa de ser tantos y tantas. Todos nos sorprendimos de vernos tan arropados. De entre todas las bellísimas imágenes que nos produjo ese día, hay una que sobrevive en mi retina por encima de las demás: en medio de un nutrido grupo de mujeres migrantes destacaba la pequeñez de una anciana de rasgos asiáticos. Por encima de su cabeza, sus diminutas manos sostenían un cartel en el que se podía leer: “Para todos todo, nada para nosotros”. Debajo de la frase escrita en castellano reposaban cuatro letras: “EZLN”.
2.
Louis Althusser nos dejó un texto bellísimo antes de sucumbir al dolor irremediable de su vesania: La corriente subterránea del materialismo del encuentro. En ese escrito tomó prestado de Epicuro el concepto de clinamen: la desviación azarosa de un átomo de su trayectoria genera el nacimiento de nuevas e inesperadas causalidades. Althusser propuso ese potente concepto como vector de una fuerza materialista capaz de desbordar por complejidad a la tradición racionalista y al determinismo. Que una anciana asiática se reconozca en las calles de Manhattan en la rebeldía de unos pueblos mayas del sudeste de México es un puro clinamen. Prueba de que los pueblos zapatistas están dando vida a un verdadero materialismo del encuentro, capaz no sólo de resistir contra viento y marea, sino de perdurar en la Historia sin dejar de circular en las historias.
Este invierno los zapatistas han reaparecido ante nuestros ojos de manera inesperada, como casi siempre lo hacen. Son, tal vez, la mayor de las desviaciones y el más bello principio de indeterminación: puro clinamen. Quizá por eso aquellos que se muestran incapaces de despojarse del determinismo de la certeza se empeñan en no entenderlos. Quien nombra el pasado diciembre como el mes de la resurrección zapatista, se equivoca. Para resucitar primero hay que estar muerto. Los zapatistas decidieron morirse un primero de enero de hace diecinueve años, pero vivieron. Desde entonces no han dejado de construir en sus territorios la que va camino de convertirse en la experiencia colectiva de emancipación más digna y duradera de nuestra historia reciente. John Berger dice de la figura migrante en Un séptimo hombre: “la naturalidad con que la gente, las instituciones, las normas cotidianas de etiqueta de la metrópolis, los argumentos y las frases hechas, le decretan su inferioridad nunca sería tan completa e inequívoca si su función y el consecuente estatus inferior fueran nuevos. Él ha estado aquí desde el principio”. Los zapatistas no regresan, porque nunca se han ido. Siempre han estado aquí.
3.
Este último otoño recibimos en Nueva York la visita de los amigos argentinos del Colectivo Situaciones. En nuestras conversaciones enseguida afloró una paradoja que nos resultaba ciertamente común: el prolongado silencio de los pueblos zapatistas nos había sumido en una especie de orfandad, al mismo tiempo que leíamos en los nuevos movimientos y habíamos respirado en las plazas, de la Puerta del Sol de Madrid al distrito financiero neoyorquino, potentes resonancias de una cualidad netamente zapatista. En agosto, el dirigente campesino peruano Hugo Blanco ya se había dirigido al movimiento #YoSoy132 para señalarle la importancia de dichas resonancias. Tres meses antes, en un encuentro con las gentes deOccupy Wall Street, Amador Fernández-Savater, tal vez uno de los amigos que mejor ha entendido y ha contado el movimiento 15M, señalaba el zapatismo como uno de los materiales imprescindibles para la construcción de una genealogía posible del movimiento en España. Son trazos de una geometría común que observa en las nuevas dinámicas de movimiento la existencia de una especie de inconsciente colectivo zapatista, precisamente en el sentido en que Deleuze y Guattari proponían pensar el inconsciente: como una máquina de descodificación y desterritorialización.
Como ha señalado Don Pablo González Casanova hace unos días, de entre las numerosas y potentes descodificaciones realizadas por el zapatismo, destaca el haber situado la acción política y el deseo de emancipación más allá de la dicotomía izquierda/derecha. Ese es, precisamente, uno de los ejercicios de desterritorialización que caracteriza a movimientos de nuevo tipo como #YoSoy132 o el 15M. Además, la preocupación sincera y profunda por una democracia verdadera, la defensa de la diferencia, la distancia irreconciliable con los partidos y con los que arriba son mal gobierno, así como el proyecto de desprivatización de la política para convertirla en patrimonio de cualquiera, constituyen igualmente elementos de la sabia que recorre los nuevos movimientos, hermanándolos inconscientemente con unos pueblos zapatistas que hasta ahora habían vivido en la piel del spoiler: nos anticipaban lo que iba a suceder en los episodios que todavía no habíamos visto. Los zapatistas han tenido siempre ese problema de desubicación histórica: han estado contándonos el futuro desde hace casi dos décadas. Ahora ese futuro ya no existe, porque se ha hecho presente. El inconsciente zapatista de los nuevos movimientos y su conexión con los deseos multitudinarios de una nueva vida expresados por tantos y tantas en plazas de medio mundo, apuntan que la desubicación histórica ya no existe. Este es, definitivamente, el tiempo de los zapatistas.

Tres muertes kurdas para la Paz

por Alejandro Haddad

El pasado miércoles, tres militantes kurdas fueron asesinadas dentro del local de la Federación de Asociaciones del Kurdistán en la ciudad francesa de París. Sakine Cansiz, era miembra fundadora del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y con el tiempo llegó a ser comandante guerrillera. Fidan Dogan, de 32 años, era la representante en Francia del Congreso Nacional de Kurdistán. La tercera víctima es Leyla Soylemez.

Difundida la noticia, inmediatamente comenzaron los rumores y los cruces de acusaciones. El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan no dudó en señalar que el triple crimen se debió a una interna dentro del PKK. Por otro lado, las autoridades del prokurdo Partido por la Paz y la Democracia (BDP), no titubearon en advertir que podría tratarse de muertes a manos de sicarios del gobierno turco. La agencia AFP informó que “un especialista sobre la comunidad kurda en Francia” barajó varias hipótesis posibles: “un ajuste de cuentas dentro de la comunidad kurda, la acción del movimiento de extrema derecha turco «Lobos grises» o un crimen por dinero o venganza personal”.


Lo cierto es que el múltiple asesinato se dio a pocos días de darse a conocer conversaciones entre representantes del gobierno turco y Abdulla, Öcalan -fundador y líder del PKK-, relativos a una salida pacífica al conflicto armado que lleva tres décadas y ha costado la vida de unas 40 mil personas, en su mayoría civiles kurdos. Y que las tres mujeres, que serían refugiadas políticas, tenían balazos en la cabeza.

El linaje de la paz

Casi un año atrás, el 24 de enero de 2012, el senado francés ratificó una ley sancionada en la cámara baja que produciría urticaria a la administración turca. Se trataba de una sanción penal y económica de un año de prisión y el pago de una multa de 45 mil euros, a quienes negaran el genocidio armenio cometido por la administración turca entre 1915 y 1917. Indignado, Tayyip Erdogan salió al cruce de la ley calificándola de “racista”. Es “una masacre a la libertad de opinión”, dijo.

Las tensas relaciones entre Turquía y Francia se remontan al último siglo del imperio otomano. Los franceses apoyaban a los cristianos en tiempos en que las leyes otomanas favorecían a los musulmanes. Poco a poco este apoyo fue socavando el poder del imperio hasta que, finalmente, con la primera guerra mundial fuera derrotado por los aliados.

Unos 600 mil armenios viven hoy en Francia, descendientes de quienes debieron fugarse de las masacres acaecidas en Turquía. La población armenia es mayor a la kurda, cuya comunidad en Francia es de 150 mil personas; aunque sean igual de molestas. No hay una relación directa entre el triple crimen de las militantes kurdas y las tensiones entre Francia y Turquía, a no ser en que ambos gobiernos venían entrecruzándose amenazas en pos de logros políticos internos. Francia, con un Nicolás Sarkosy en debacle, arremetía contra Turquía a la vez que acrecentaba sus ventas a aquel país. Turquía, con un primer ministro reelegido, fortalecía el discurso nacionalista de la negación a la vez que se fortalecía en la región siendo el socio más influyente de la OTAN en la guerra civil de Siria; un conflicto alentado entre otros por Francia.

Con motivo de la ley citada, una parte de la población turca boicoteó a empresas francesas como el supermercado Carrefour o la agencia de noticias Euronews. La negación por parte del estado turco en reconocer las matanzas de armenios como “genocidio” encuadra en su política de nagacionismo respecto de las minorías que habitan dentro de sus fronteras.

A partir del triple crimen, el presidente francés declaró que una de las víctimas “era conocida para mí y por muchos políticos porque vino a reunirse con nosotros regularmente”. Teniendo en cuanta que una de ellas, Sakine Cansiz, era miembra fundadora del PKK, el primer ministro turco Erdogan manifestó hoy su aturdimiento en un discurso emitido por la CNN turca. “¿Cómo puedes reunirte por rutina con miembros de una organización catalogada como grupo terrorista por la Unión Europea y buscada por la Interpol?, ¿Qué clase de política es esta?”

La paz con sangre entra

Pareciera que hablar de paz no siempre supone hablar en términos pacíficos. Días después de que se difundieran conversaciones entre el líder kurdo Öcalan y miembros de la inteligencia turca, y con miembros del Partido por la Paz y la Democracia (BDP), el ejército turco no dejó de atacar a los rebeldes del PKK. En ese mismo contexto es que fueron ultimadas las tres militantes kurdas en París. Es como si los efectos de la pólvora suplieran los silencios del diálogo. 

El mismo síndrome se da en el caso colombiano. Desde que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) anunciaran una tregua el 20 de noviembre de 2012, se sucedieron 31 muertes en combates con el ejército de Colombia. En tanto el viernes 11 de enero el ministro de defensa de ese país, Juan Carlos Pinzón, declaró “La Fuerza Pública colombiana seguirá sin descanso, como lo obliga la Constitución y lo demanda el pueblo colombiano entero, persiguiendo a todos los criminales, no importa si es terrorista de las FARC o del ELN”.

El inicio del diálogo a puertas cerradas entre representantes del gobierno turco y el referente máximo de los kurdos turcos, encarcelado en absoluta soledad en la prisión de la isla de Imrali desde 1999, se encuadra en el contexto regional con el discurso del presidente sirio Bachar Al Assad en el que éste prometió elecciones libres como oferta unilateral a la paz. Siria atraviesa una guerra civil desde hace casi dos años en la que se han involucrado, entre otros países, Turquía con la provisión de armas a los rebeldes sirios. El gobierno de Turquía pretende que la violencia en Siria no favorezca a afirmar la autonomía de los kurdos asentados en ese país, ya que son vecinos colindantes de los kurdos turcos y kurdos iraquíes. La autonomía de los kurdos en Siria se sumaría de hecho a la ya instalada en el norte de Irak. Ambas autonomías podrían anexar los territorios kurdos en Turquía.

La paz con sangre entra y Turquía no es una excepción al aforismo que se me acaba de ocurrir. El 9 de enero, apoco de comenzar las conversaciones con Ócalan, 14 guerrilleros del PKK y un soldado turco murieron durante un enfrentamiento en Hakkari.

En esto de hablar de paz con sangre en las manos, las tres militantes kurdas asesinadas en París no habrían muerto en vano, algo aportarán sus muertes cuando se hablen de sus vidas en el proceso de paz.

El dilema de la reforma agraria en la agroindustria de Brasil

Joao Pedro Stédile
La sociedad brasileña se enfrenta en el campo a problemas de naturaleza distinta que requieren soluciones específicas. Tenemos graves problemas y situaciones de emergencia que requieren una actuación urgente. Hay alrededor de 150.000 familias campesinas sin tierra que viven bajo toldos, acampadas, luchando por un derecho que esta en la Constitución como es tener tierra para trabajar. Para resolver este problema, el gobierno tiene que hacer un verdadero esfuerzo conjunto de los diversos organismos y asentar a las familias en tierras que existen en abundancia en todo el país. Recuérdese que Brasil utiliza para la agricultura sólo el 10% de su superficie total .
Allí, en el noreste, hay más de 200 mil hectáreas que se preparan para proyectos de riego, con millones de fondos públicos, pero que el Gobierno sólo ofrece a los empresarios del Sur para producir para la exportación. Ahora, la presidenta se comprometió durante el Foro Social Mundial (FSM) de Porto Alegre, el 25 de enero de 2012, que daría prioridad a la solución de los sin tierra en estos proyectos. Sólo entonces sería posible asentar más de 100 000 familias en lotes de 2 hectáreas de regadío por familia.
Tenemos más de 4 millones de familias rurales pobres que reciben la Bolsa Familia para no morir de hambre. Esto es necesario, pero es un paliativo y debería  ser temporal. La única manera de salir de la pobreza es permitir el trabajo en la agricultura y actividades asociadas, que un amplio programa de reformas debería permitir. Porque ni las ciudades ni la agroindustria proporcionará trabajo decente a estas personas.
Tenemos millones de trabajadores rurales, asalariados, expuestos a todo tipo de explotación, desde el trabajo semi-esclavo a la exposición irresponsable a los venenos que el capataz ordena usar, y se requiere la intervención del gobierno para crear unas condiciones adecuadas de trabajo, ingresos y vida. Incluida la garantía de libertad de organización sindical.
La estructura de propiedad de la tierra, producción e ingresos de la sociedad brasileña en las zonas rurales hegemonizadas por  el modelo agroindustrial está creando problemas estructurales muy graves para el futuro. Basta considerar lo siguiente: el 85% de toda la tierra en Brasil se utiliza solamente para la soja / maíz, pasto y caña de azúcar. Sólo el 10% de los propietarios, hacendados que cuentan con áreas superiores a 500 hectáreas, controlan el 85% del valor total de la producción agrícola, destinada, sin ningún valor añadido, a la exportación. La agroindustria ha re-primarizado la economía brasileña. Somos productores de materias primas, que se venden y se apropian unas 50 multinacionales que controlan los precios, la tasa de ganancia y el mercado mundial. Si los hacendados tuviesen conciencia de clase, se darían cuenta de que ellos también son meros títeres de las corporaciones transnacionales.
La matriz de producción impuesta por el modelo agroindustrial es socialmente injusta, ya que cada año hay más personas en paro que son reemplazadas por máquinas y venenos. Es económicamente inviable, porque depende de las importaciones cada año, tomen nota, de 23 millones de toneladas de fertilizantes químicos procedentes de China, Uzbekistán, Ucrania, etc.. Es totalmente dependiente del capital financiero, que debe conceder anualmente 120 millones de dólares para que pueda plantar. Y subordinado a grupos extranjeros que controlan las semillas, insumos agrícolas, los precios, los mercados y se quedan con la mayor parte de las ganancias de la producción agrícola. Esta dependencia crea distorsiones de todo tipo: en 2012 faltó maíz en el Nordeste y a los avicultores, pero Cargill, que controla el mercado, exportó 2 millones de toneladas de maíz de Brasil a Estados Unidos. Y el gobierno debe haber leído los periódicos, como yo. Por otro lado, importamos  frijoles negros de China, para mantener nuestros hábitos alimenticios.
Este modelo es insostenible para el medio ambiente, ya que las prácticas de monocultivo destruyen toda la biodiversidad existente en la naturaleza usando pesticidas de manera irresponsable. Y eso desequilibra el ecosistema, envenena el suelo, el agua, la lluvia y los alimentos. El resultado es que Brasil representa sólo el 5% de la producción agrícola mundial, pero consume el 20% de todos los venenos del mundo. El Instituto Nacional del Cáncer (INCA), reveló que cada año hay 400.000 nuevos casos de cáncer, la mayor parte provocados por la contaminación de los alimentos. Y el 40% de ellos morirá. ¡Este es el peaje que las multinacionales agroalimentarias están cobrando a todos los brasileños! Y cuidado: el cáncer puede afectar a cualquier persona, independientemente de su posición y cuenta bancaria.
Una política de la reforma agraria no es sólo una sencilla distribución de la tierra a los pobres. Esto se puede hacer en casos de emergencia para resolver los problemas sociales localizados. Pero tampoco le interesa al gobierno. En la fase actual del capitalismo, la reforma agraria es la construcción de un nuevo modelo productivo para la agricultura brasileña: a partir de la necesaria democratización de la propiedad de la tierra y la reorganización de la producción agrícola con otros parámetros. En agosto de 2012, se reunieron 33 movimientos sociales activos en el campo desde Contag, que es el más antiguo, pasando por el MST, Vía Campesina, el movimiento de los pescadores, quilomberos, etc., y construimos una plataforma de propuestas unitarias para el cambio. Es necesario que la agricultura se reorganice para producir en primer lugar alimentos saludables para el mercado interno y para toda la población. Y es necesario y posible, la creación de políticas públicas que garanticen el fomento de una agricultura diversificada en cada bioma, produciendo con técnicas agroecológicas. Y el gobierno debe garantizar la compra de esa producción por la Conab.
Hay que transformar la Conab en gran empresa pública de abastecimiento, que garantice un mercado para los pequeños agricultores y distribuya en el país con precios controlados. Hoy contamos con programas embrionarios como el PAA (compra anticipada) y el 30% de las comidas escolares se compra obligatoriamente a los agricultores locales. Pero por el momento solo implica a 300 mil pequeños agricultores, muy lejos de los 4 millones que hay en la actualidad.
El gobierno tiene que invertir más recursos en investigación agrícola para la alimentación y no sólo estar al servicio de las multinacionales, como esta haciendo Embrapa, que sólo destina el 10% de la investigación  a los alimentos de los agricultores familiares. Hay que crear un programa de grandes inversiones en tecnologías alternativas, la mecanización agrícola para las unidades agrícolas pequeñas y las agroindustrias pequeñas en el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Hay que desarrollar un gran programa de cooperativismo para las pequeñas y medianas empresas agroindustriales, para los pequeños agricultores de todas las comunidades y municipios de Brasil, para que puedan tener sus industrias agrícolas, agregando valor y creando mercados para los productos locales. BNDES, en lugar de seguir financiando a las grandes empresas con proyectos multimillonarios que concentran la renta, debe crear un gran programa para las pequeñas y medianas empresas agrícolas en todos los municipios brasileños.
También hemos presentado propuestas concretas al gobierno para un programa eficaz de promoción de la agroecología y un programa nacional de reforestación de áreas degradadas, montañas y riberas en pequeñas unidades de producción bajo el control de las mujeres rurales. Sería un programa de bajo costo y ayudaría a resolver los problemas de las familias y de la sociedad brasileña para el reequilibrio del medio ambiente.
Desafortunadamente, no hay motivación en el gobierno para abordar seriamente estas cuestiones. Por un lado, están cegados por el éxito de las exportaciones en bruto de la agroindustria, que no tiene nada que ver con el proyecto nacional, y por otro lado, hay un contingente de técnicos aduladores que cercan a ministros sin experiencia de la vida real, que sólo analizan los temas  desde una perspectiva electoral o si son caros o baratos. Últimamente, hasta inventaron que era muy caro asentar familias, que primero es necesario resolver los problemas de los que ya tienen tierra y que los campesinos sin tierra esperen. ¿Esperar qué? ¿La Bolsa Familiar, el trabajo doméstico, emigrar a São Paulo?
Presidenta Dilma, como usted lee Carta Capital, espero que lea este artículo, porque dudo mucho que ninguno de sus porta-carteras  lo incluya en la colección de recortes de prensa del día.

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