Las formas actuales del capitalismo
Conversación con Sandro Mezzadra
¡Gritemos un NO masivo! |
En cambio, a los banqueros, los fabricantes de armas y la Iglesia (el terrateniente más importante), no se les impone nada. Se ha decretado la reducción de todos los presupuestos sociales, pero no se toca el gigantesco presupuesto de ‘defensa’: se obliga a Grecia a continuar adquiriendo un material militar por valor de miles de millones de euros, exportado por los países europeos que son –pura coincidencia– quienes exigen el pago de la deuda: Alemania y Francia.
Un animal y un color. De
El Facebook devino ese pedacito de media que cada uno puede administrar -hasta un cierto punto- eligiendo públicos (“amigos”) y contenidos. Podemos construir el propio relato de vida, una auto-biografía dinámica y presente hecha del recorte y selección de imágenes, videos, citas, noticias, frases propias y pequeños momentos cotidianos. Los “amigos” interactúan con nuestras publicaciones megusteando, comentando y compartiendo. Cuantas más de estas participaciones amigas tengan nuestras publicaciones mayor pareciera ser nuestro sentimiento de éxito social o, al menos, de efectividad comunicacional. La discusión sobre si Facebook es parte de la vida real o de la vida virtual caducó hace rato, porque ya parece innegable que la red social devino una experiencia de vida total capaz de aglutinar gran parte de nuestra vida comunicativa.
Monito, el protagonista que el film esquiva (ni Darín, ni el frencho, ni la jermu) |
Para pasar a la ofensiva, planteo, entonces, modificar la consigna “persaltum político ya” por una convocatoria a un plebiscito (poco importa si es legalmente vinculante o no). Lo que tal plebiscito debe preguntar es lo siguiente:
«¿Está o no usted de acuerdo con que la Presidenta Cristina Fernández Kirchner gobierne un período más antes de llamar nuevamente a elecciones presidenciales para el período 2015-2019?»
Nuestra campaña, claramente, debe ser por el “sí”.
Son jóvenes bolivianos y jóvenes argentinos de padres bolivianos que sólo por afán de compartir ideas comenzaron a reunirse hace cuatro años en el Parque Avellaneda. Dos años después, ya con techo propio, o cedido (les ofrecieron usar las instalaciones del ex centro de detención Olimpo para sus reuniones), decidieron fundar una editorial dedicada a la literatura boliviana. El armado de los libros era entonces como sigue siendo ahora: a mano, con tapas de cartón, fotocopias o impresiones y la portada hecha con pedazos de tela prolijamente unidos o superpuestos con delicadeza y gusto. Por eso llamaron Retazos a su editorial, y Simbiosis Cultural a su grupo. Hace apenas unos días, editaron el décimo libro, titulado Se cocina Bolivia en Buenos Aires, que contó con apoyo del Centro Cultural España Buenos Aires y fue presentado el sábado pasado en La Casona de Flores, a pocas cuadras de la Plaza, donde ahora funciona su base de operaciones. ¿De qué trata el libro? De comida boliviana, de lo que comen los bolivianos en la Argentina, pero también del habla del migrante, de recetas y reflexiones sobre la cocina como espacio de encuentro “político y social”, como se explica en la introducción del volumen. O en palabras de la joven Geraldine Peñaranda, integrante de Simbiosis: “Un plato de comida implica muchas cosas. El plato que se hace en el taller es fundamental para tejer la armonía con tu país. ¿Que cuál es mi plato preferido? Pique Macho, pues.” Tiempo Argentino dialogó con Geraldine, con Juan Estrada y Ramiro Charcas –sólo ellos pudieron dar la entrevista, ya que los demás se encontraban trabajando–, un día antes de la presentación del volumen. “La variedad de la comida boliviana, y el modo de hallar los ingredientes en el ex granero del mundo es el eje de Se cocina Bolivia en Argentina, salpicado de entrevistas a cinco mujeres que cuentan sus experiencias, una que tiene un puesto en la calle, otra que es chef, una tercera que cocina para un taller textil…”, arranca diciendo Geraldine.
–Se cocina Bolivia en la Argentina cuenta lo difícil que era antes conseguir en Buenos Aires los ingredientes para preparar los platos de la cocina boliviana, el locoto, el ají, el chuño…
En el marco de una oposición institucional insulsa, las tensiones discursivas se desplazan una y otra vez al escenario de la producción mediática. En estas arenas -que son desde siempre las suyas- se hace fuerte una de las figuras seminales del gen progresista de la cultura periodística de los años 90. Lanata se presenta como encarnación de aquella mirada crítica que a fines de la década del 80 dio lugar al diario Página/12, y que se dirige ahora contra el oficialismo kirchnerista.
Tras el cierre de diario Crítica (que fundó, dirigió y quebró durante el gobierno de los Kirchner) -y luego de ocuparse de algunos programas internacionales, un teatro de revistas y un espacio menor en un canal marginal de TV por cable- Lanata parecía haber quedado huérfano para siempre del amor de las clases medias argentinas. Alcanzó con que ciertas perspectivas económicas se ensombrecieran para que capas enteras de la sociedad volviesen a buscar en las voces del pasado explicaciones coherentes con su modo de experimentar el mundo.
Este es el sentido, la repercusión del discurso de Lanata coincide con el malhumor de una parte de una sociedad cuya referencia es el dólar y la semana de las (módicas) cacerolas.
Lanata agrega valor (legitimidad) a la alicaída estrategia comunicativa del Grupo Clarín en su disputa con el gobierno. ¿Qué aporta Lanata?: saber hacer televisivo y código progresista. Este código es reconocible en sus rasgos por la identificación con la víctima, cierta ironía pretenciosa, una ética denuncia y una adhesión a las causas de los derechos civiles y humanos.
La discusión sobre la autenticidad/credibilidad de las retóricas de gobierno en torno al que gira hace años el debate público se dirime ahora por entero en el terreno del progresismo, así definido. El aniversario reciente de Página/12, con discurso presidencial incluido, sirve para repasar esta historia que tiene ya algo más de dos décadas.
El progresismo a lo Página/12 se hizo fuerte, sobre todo defendiendo los derechos civiles y humanos, innovando en la ironía y atacando la corrupción. Periodistas –a esta altura míticos- como Horacio Verbsitsky son recordados por libros como “Robo para la corona”. Han pasado los años, y esa historia tuvo capítulos diversos. Entre ellos la frustración con el Frente Grande y con la Alianza. Pero la formula y el estilo se mantiene llamativamente fieles al inicio.
Ese inicio remite a la figura de Jorge Lanata; que apela ahora a esta larga memoria, para actualizar su fórmula y aplicarla contra el kirchnerismo. Como hizo durante el menemismo, pero en condiciones muy otras. Esa fórmula parece ser: “el kirchnerismo no es progresismo”. El kirchnerismo es falsedad, corrupción.
El universo kirchnerista denuncia a Lanata como un fraude y un traidor a sus nobles orígenes. Fue progresista, y ya no lo es. Desde su perspectiva, en cambio, el progresismo es pre-kirchnerista. La disputa por el progresismo se extiende a todos los contendientes. Y en ella Página/12 adquiere una dimensión mítica que no deja recordar con rigor su papel en los años 90.
En aquellos años su crítica de la corrupción fue más potente que la denuncia sistemática de la privatización del patrimonio público. Y su apoyo a la Alianza, de aquellos años, suponía moderar su cuestionamiento a la convertibilidad. Página/12 fue en sus inicios más un progresismo liberal que una expresión del nacionalismo popular.
El deseo de Lanata de heredar esa fórmula sobre fondo de formatos heredados del humor político de Tato Bores converge en un objetivo político bastante preciso: desenmascarar la autenticidad del “relato” de Cristina. En esa labor, se posiciona como uno de los pocos con capacidad de disputar el sentido al interior del “progresismo” que maneja parte del gobierno. Gran hallazgo para el Grupo Clarin, durante años enfrentado al periodista.
¿Qué nos dice esta reaparición de la figura del crítico en el escenario mediático? El crítico es aquel que capaz de expresar dentro del clima de su época una disputa por los modos de gestionar los valores dominantes, haciendo el contrapunto del discurso gobernante. ¿Qué efectos tiene este modo de encarnar la crítica? ¿Puede destrabar un lenguaje político codificado en la polarización cerrada? ¿O apenas alcanza a modular la voz de un sentido común reaccionario ya existente?
¿Qué potencia tiene hoy el discurso contra la corrupción? Quizás sea una retórica que sólo vuelve a tener presencia momentáneamente, resonando con los humores sociales. Tal vez se torne expresivo de otro tipo de problemas. Por ahora preferimos subrayar un malestar social creciente, y la necesidad de formas expresivas capaz de viabilizarlas ¿A qué formas de lenguaje da lugar ese malestar? ¿Qué expresiones propias tiene, que no pida prestadas al discurso liberal despolitizador de la transparencia y la anticorrupción?
Un nuevo tipo de héroe nació en el Midtown Manhattan, frente al Hotel Hilton, la mañana del miércoles 4 de diciembre del
En una nueva intervención de Diego Sztulwark en Subversiones con la columna de Lobo Suelto, en diálogo con Pablo Ramos,
La vigencia de la tradición de los oprimidos depende sólo de ellos mismos. Como queda hoy a la vista, no
Son apuntes desordenados ante la coyuntura. La nota que saldrá en la próxima Crisis apuesta a dar algunas pistas más.
«Como muy bien sabemos el Estado no tiene entrañas, y no simplemente en el sentido de que no tenga sentimientos, ni buenos ni malos, sino que no tiene entrañas en el sentido de que no tiene interior. El Estado no es otra cosa más que el efecto móvil de un régimen de gubernamentalidad múltiple».
M.F.
“El pastor vela por la suerte de cada uno de los integrantes del rebaño, aun cuando ellos duermen, busca lo bueno para cada uno, los reúne, los guía y los conduce, su papel consiste en asegurar la salvación del rebaño que lo sigue, proveer tierra, alimentos, abundancia, y consagrar abnegadamente su vida a ello”.
«El abecedario de Gilles Deleuze» fue producido y realizado por Pierre André Boutang para la televisión francesa en 1988, pero su primera emisión tuvo lugar en el canal Arte en 1996. Compuesto por 8 horas de entrevistas realizadas al filosofo francés Gilles Deleuze, “El abecedario” es la única cinta consagrada a este pensador que siempre se rehusó a aparecer en televisión. En esta única ocasión, aceptó ser entrevistado por un equipo de televisión con la condición de que la filmación adquiriera la forma de una conversación entre él y su antigua alumna y amiga Claire Parnet y que fuera emitida después de su muerte. Como el nombre de la película lo indica, a Deleuze se le interroga sobre 26 temas, cada uno de los cuales comienza por una de las letras del alfabeto. El filósofo aborda algunos de sus conceptos e ideas, pero también algunos asuntos más personales relacionados con su trabajo filosófico (por ejemplo, el tema de la letra “b” es “bebida” [boisson]; el de la “e”, infancia [enfance] y el de la “m”, “enfermedad” [maladie])”.
No pretendo polemizar de modo frontal. Maccia me da la razón en su respuesta a mi crítica, más allá de sus intenciones. Y es que la política en su inmediatez encandila y se nos impone casi sin que nos demos cuenta. Veamos sino lo que pasó estos días en la política “concreta” a la que me remite Maccia. Tomemos algunos episodios de los diarios: los llamados “dragones” destruyeron la infraestructura de una de las refinerías que operan en el yacimiento petrolífero más importante del país; el gremio de los camioneros, liderado por los Moyano, desplegó un protagonismo inédito sitiando una decena de refinerías en todo el país y convocando luego a un flojo paro con movilización para el 27 de junio en la Plaza de Mayo; se produjo un vergonzoso golpe de estado en Paraguay disfrazado de revocación parlamentaria tras una masacre de campesinos y policías, a todas luces preparadas por algún potente servicio de inteligencia; una violenta ola de huelgas policiales azotó a seis provincias de Bolivia, hasta que pudo ser desactivada por el gobierno.
En los últimos tiempos, ha resurgido en el vocabulario político argentino una palabra: corporaciones. Nunca dejó de flamear en el subconsciente de la historia nacional. Alfonsín la empleó en su momento como una de las claves críticas de su relación con el sindicalismo. La Presidenta volvió a recordarla a propósito de las conflictivas relaciones con el gremio de camioneros. Y ciertamente, en la álgida cuestión de los medios de la comunicación, la expresión “la corpo” se constituyó en una abreviatura humorística, plena de intencionadas alusiones.