Anarquía Coronada

Lula, nosotros y el problema de la corrupción // Diego Sztulwark

¡Ojalá estuviéramos en condiciones de crear medios alternativos! Ya llegaremos, creo. Pero hay que entender que estamos en Brasil y no en Europa. ¡Es otro universo, otra formación política, otra experiencia de lucha! Pero creo que llegaremos a esa situación, porque es la única manera de liberarnos de la dependencia de los medios oficiales.

Ignacio Lula da Silva, 1982

La Perestroika del capital

La corrupción es un fenómeno de perversión o devaluación que, referido a la vida pública, se convierte en un problema ético y político de primer orden. La historia reciente de utilización del discurso anticorrupción, por parte de quienes regulan los mecanismos de acumulación y control social, remite al menemismo. A la salida de la guerra fría, las elites empresariales, políticas y religiosas definieron, junto con el aparato de comunicación, la conveniencia de dirimir sus disputas intestinas al interior de un espacio discursivo que no cuestionase las líneas fundamentales del sistema socioeconómico triunfante. El discurso anticorrupción obró como un blindaje y sustituyó al de la lucha de clases, dentro de un contexto en el que la amenaza golpista por parte del viejo partido militar comenzaba a agotarse. El código penal y los valores morales se convirtieron en el fundamento último de lo político, aniquilando toda realidad sustancial para la práctica democrática. Como si Maquiavelo no hubiera enseñado nada sobre la realidad extra-moral de la política. Desde entonces, la rotación del personal político se zanja por medio de acusaciones con o sin pruebas de delitos y desfalcos. Lo vemos hoy en Brasil, Ecuador, en Perú y en Argentina. Así de sencillo. Los gobiernos llamados progresistas, casi todos ellos surgidos como efectos del ciclo de las luchas sociales dadas entre 1996 y 2003, están siendo barridos del mapa por medio de este procedimiento, inicialmente diseñado para resolver las cuitas internas de los que mandan.

Robo para la corona

Se hace evidente, por lo tanto, la necesidad de contar con un pensamiento político crítico de aquel centrado en la denuncia de la corrupción. En un primer repaso mínimo y aéreo de algunas cosas que ya se han dicho y escrito sobre el tema se podrían considerar los siguientes puntos de partida:

1. Corrupción de la democracia: luego de la crisis provocada por la deuda en la década de 1980 y hasta la crisis de fines de la de 1990, las elites locales pactan con los acreedores globales un modo de captación de plusvalía colectiva a través del Estado: privatizaciones, festival de bonos, etc. Estos son mecanismos de transferencia de recursos públicos hacia los grandes grupos económicos y los organismos de crédito internacionales. Durante esos años, la corrupción es un recurso de clase destinado a situar al Estado como un instrumento de explotación social y de compensación interna entre fracciones del propio bloque de las clases dominantes. Este proceso de despojo es realizado en plena democracia, mediante el secuestro de la representación popular. La corrupción se convierte así en un engranaje imprescindible de la malversación del proceso de la toma de decisiones en beneficio de los grandes capitales, y provoca la esterilización del potencial democrático del estado de derecho y del régimen parlamentario.

2. Corrupción de las formas comunitarias. Más allá de un enfoque puesto en los modos políticos, el neoliberalismo es una manera de corromper a las formas de vida comunitarias. El investigador Enzo Traverso se refiere de modo directo al neoliberalismo como una “antropología”. Se trata de un régimen de gestión de los procesos de individuación que bloquea y agrede a toda figura de potencia colectiva que no sea funcional al héroe empresarial. Como lo explica la antropóloga Rita Segato (y la cuestión que no cesa de plantearse en el movimiento del 8M), la violenta penetración de esta subjetivación neoliberal sólo se podrá revertir a condición de que los cuerpos políticos –instituciones, gobiernos, Estados– devuelvan fueros comunitarios a las poblaciones.

Guerra contra la democracia

El discurso contra la corrupción y a favor de una república del capital se plantea como una guerra contra la democracia (incluso contra la república que, en un sentido clásico, es un esfuerzo indisoluble por liquidar el poder del partido de los ricos por sobre la cosa pública), y sus principales dispositivos son, según un breve texto de Hardt y Negri – Declaración–, los procesos de mediatización de la percepción, de representación de lo político, de securitización de la vida, y de endeudamiento o de subordinación de la cooperación social por la vía de las finanzas. El fundamento que coordina estos cuatro dispositivos de producción de un individuo desprovisto de lazos sociales es la propiedad privada. Sin la crítica a fondo de esta compleja maquinaria es imposible comprender cómo se constituyen los fenómenos de crueldad propios de la sociedad neoliberal, ni la importancia estratégica que adopta el discurso anticorrupción como modo de deslegitimar toda figura de lo colectivo que se constituya a partir de principios diferentes y contrarios a los del neoliberalismo.

¡Destruir a Lula!

Destruir a Lula es destruir el esfuerzo pionero y sistemático de crear una nueva izquierda fundada en los movimientos sociales (https://lobosuelto.com/?p=19295), a partir de la caída del socialismo soviético. Comunidades eclesiales de base, movimientos de campesinos sin tierra, el poderoso sindicalismo de los metalúrgicos, los intelectuales que habían resistido a la dictadura: el PT se conforma como expresión política no stalinista y de masas, capaz de convocar e inspirar a las luchas sociales del continente, y lo hace bajo el poderoso liderazgo de un hombre nacido en la pobreza del Nordeste, él mismo obrero metalúrgico y dirigente sindical. Es cierto que Lula y el PT se alejaron bastante de este esfuerzo cuando, una vez en el gobierno, se esmeraron en transformar la novedad de esta izquierda en una actitud amistosa (muy celebrada) en los foros tipo Davos. Por otro lado, el PT sufrió durante estos largos años numerosas críticas y desprendimientos por izquierda. De hecho, los gobiernos del PT implementaron políticas neoliberales y reprimieron, de modo absolutamente imperdonable, los movimientos que se pronunciaron, en 2013, por la gratuidad del transporte y otras demandas. Es imprescindible conocer a fondo los límites del PT sobre estas cuestiones esenciales, para lo cual puede consultarse el diálogo reciente de Toni Negri con cuadros importantes del partido (https://lobosuelto.com/?p=19305). A pesar de todo esto y debido al papel histórico que cumplieron tanto a nivel nacional como continental, Lula y el PT siguieron siendo un obstáculo para la burguesía más potente del continente. Destruir a Lula, en este momento histórico preciso, es liquidar toda articulación democrática posible entre instituciones y movimientos populares.

El crimen perfecto

El régimen neoliberal –el del capital desbocado y el de sus operadores– se siente capaz de un improbable crimen perfecto; está demasiado confiado en la inactividad de un suelo plebeyo que actúa por debajo y más allá de los partidos y gobiernos. Pero quizás todo pueda verse de modo invertido si se parte del movimiento de los sin tierra, los sin techo, los habitantes de las periferias, los movimientos de mujeres, esa revolución molecular en marcha contra la que se alían liberales y conservadores, poniendo en crisis el espacio político democrático en el que hasta aquí se dirimían los conflictos. Como acaba de escribr la psicoanalista Suely Rolnik, nuevas estrategias de resistencias surgirán de la mezcla de estos componentes explosivos (https://outraspalavras.net/brasil/666381/ ).

#LulaLivre

O seriado do golpe em três temporadas // Suely Rolnik

Em sua nova dobra, financeirizada e neoliberal, os golpes do capitalismo incidem na própria vida, sua potência de ação criadora. Mas em face disso, irrompe outra modalidade de resistência

Um ensaio de Suely Rolnik* | Imagem: George GroszEclipse, 1926 (detalhe)

[Título original: A nova modalidade de golpe de Estado: um seriado em três temporadas]

Uma paisagem sinistra instaurou-se no planeta com a tomada de poder mundial pelo regime capitalista em sua nova dobra – financeirizada e neoliberal –, poder que leva seu projeto colonial às últimas consequências, sua realização globalitária. Junto com este fenômeno, um outro, simultâneo, também contribui para o ar tóxico da presente paisagem: a ascensão ao poder de forças conservadoras por toda parte, cujo teor de violência e barbárie nos lembra, para ficarmos apenas no século XX, os anos 1930 que antecederam a segunda guerra mundial e os anos mais recentes de regimes ditatoriais, os quais foram se dissolvendo ao longo dos anos 1980 (é o caso, por exemplo, dos regimes militares da América do Sul e o governo totalitário da União Soviética). Como se tais forças jamais tivessem desparecido de fato, mas apenas feito um recuo estratégico temporário à espreita de condições favoráveis para sua volta triunfal.

Neoliberais e “neo”(?)conservadores unidos! Como assim?

À primeira vista, a simultaneidade entre estes dois fenômenos nos parece paradoxal: são sintomas de forças reativas radicalmente distintos, assim como são distintos seus tempos históricos. Além das diferenças mais óbvias que consistem no transnacionalismo de umas e no nacionalismo das outras, o alto grau de complexidade, flexibilidade, sofisticação e refinamento perverso, próprio do modo de existência neoliberal e suas estratégias de poder está a anos luz do arcaísmo tacanho e da rigidez das forças abrutalhadas deste neoconservadorismo – cujo prefixo “neo” só faz sentido porque articula-se com condições históricas distintas das anteriores. Se o convívio entre estes dois regimes de poder turva nossa compreensão, passada a perplexidade inicial, vai se tornando evidente que o capitalismo financeirizado precisa destas subjetividades rudes temporariamente no poder. São como seus capangas que se incumbirão do trabalho sujo imprescindível para a instalação de um Estado neoliberal: destruir todas as conquistas democráticas e republicanas, dissolver seu imaginário e erradicar da cena seus protagonistas – entre os quais, prioritariamente, as esquerdas em todos os seus matizes.

 

Uma coincidência de interesses de neoconservadores e neoliberais em relação a este objetivo específico permite sua aliança temporária. A torpe subjetividade destes (neo)conservadores é arraigadamente classista e racista, para não dizer colonial e escravocrata, o que os leva a querer cumprir este papel, sem qualquer barreira ética e numa velocidade vertiginosa. Quando nem bem nos damos conta de uma de suas tacadas, uma outra já está em vias de acontecer, geralmente decidida pelo congresso na calada da noite. Além disso, colabora para seu interesse nesta tarefa o fato desta ser muito bem remunerada pelo poder executivo. Este lhes oferece em troca avultosas somas de dinheiro para realizar projetos absurdos em suas regiões de origem e, com isso, ampliar seu apoio local. Instaura-se um campo de negociação entre Congresso e Executivo, no qual os deputados, em posição vantajosa, podem chantagear à vontade, exigindo mais e mais dinheiro para cumprir sua função de capangas. O exercício desta missão lhes proporciona um gozo narcísico perverso, a tal ponto inescrupuloso, que chega a ser obsceno. A esse gozo acrescenta-se a patética exposição de sua vaidade por terem de volta o poder em suas mãos, o que alimenta sua autoimagem de machos valentões que eles exibem como se trouxessem na lapela arcaicos e ridículos brasões. Mal sabem eles que com seu trabalho sujo, prepara-se o terreno para o livre fluxo do capital transnacional, cujos líderes, globais e locais, são os verdadeiros senhores do poder e que os eliminarão de cena tão logo se tornem desnecessários. É neste cenário que se dá o novo tipo de golpe, criado pela atual versão do capitalismo: um seriado que se desenrola em três temporadas.

Embora o roteiro do seriado que será aqui apresentado se baseie em sua versão brasileira, este é muito semelhante em suas versões na maioria dos países da América Latina (tendo sido a primeira no Paraguai em 2012). Ele traz igualmente elementos para abordá-lo em suas demais versões no resto do planeta, como na Espanha, na Polônia, na Hungria, na Áustria e na Rússia. Com variações de nuances para adaptar-se aos diferentes contextos, a estratégia do novo tipo de golpe de Estado tende a ser a mesma.

Roteiro do seriado

Na primeira temporada (que no Brasil tem início em 2005 com o “Mensalão”), se estabelece uma aliança entre, de um lado, os poderes Legislativo, Judiciário e Policial e, de outro, o empresariado nacional – mais direta a ativamente os grupos que detém o poder da mídia. A política e o direito encontram-se plenamente integrados (o que, aliás, não é novo no Brasil). Os juízes envolvidos na operação do golpe manipulam despudoradamente as regras constitucionais existentes – ou até as mudam se necessário –, em favor dos interesses políticos no poder, os quais eles não só compartilham, mas tem em sua defesa um papel central. São condenados à prisão acusados sem prova concreta (como é o caso de Lula), enquanto são considerados inocentes ou punidos com penas bem mais leves, acusados com base em provas escandalosas. Não há possibilidade alguma de prever as sentenças segundo as regras da justiça democrática, próprias de um Estado de direito; apenas consegue-se identificar os interesses políticos que as conduzem, e mesmo assim sem saber ao certo quais serão suas estratégias para justificá-las.

Eduardo Cunha cercado pelos juízes do STF e Janot: aliança contra um governo de esquerda

Sustentados por esta aliança e ocupando a maioria no Congresso Nacional, os capangas do capitalismo financeirizado dão o golpe que expulsa do governo seus líderes mais à esquerda. Usa-se para demonizá-los não só denúncias de corrupção não comprovada (é o caso de Lula), mas também sua suposta responsabilidade pela crise econômica do país, que na verdade é apenas um sintoma local da crise mundial (é o caso de Dilma). Mas o seriado do golpe não se encerra com a condenação de vários líderes do PT e do processo de destruição do imaginário democrático, culminando no episódio do impeachmentde Dilma (agosto de 2106). Uma vez concluído este primeiro trabalho sujo e já parcialmente destruído este imaginário, tem início sua segunda temporada. Embora outros elementos venham a ter o papel de réus ao longo do seriado do golpe, o personagem demonizado continuará paralelamente a ser protagonizado pelos líderes de esquerda – principalmente os do Partido dos Trabalhadores, tendo sempre Lula como foco privilegiado. Sua demonização atravessará todos os episódios até o final da segunda temporada do seriado, quando se consumará a farsa da condenação de Lula e sua consequente exclusão do processo eleitoral para presidência da República.

Segunda Temporada

Na segunda temporada do seriado do golpe, o foco será o indispensável desmonte da Constituição. Para prepará-lo micropoliticamente o script se concentrará em tornar bem mais aterrorizador o fantasma da crise econômica, assim como intensificar a desqualificação do imaginário progressista, já parcialmente conquistada na primeira temporada. O desmonte da constituição se dará por meio de um novo conjunto de trabalhos sujos a serem realizados pelos capangas. O primeiro será o bloqueio de gastos públicos: a Proposta de Emenda à Constituição, assim chamada a “PEC do fim do mundo”, promulgada em dezembro de 2016, congela os gastos públicos por vinte anos sob o argumento da crise econômica. Tal bloqueio incide nos subsídios para o desenvolvimento e nas verbas destinadas aos programas sociais, sobretudo à educação e à saúde. Além de desmontar leis promulgadas durante os governos petistas que ampliaram o acesso à educação e à saúde de qualidade para a maioria da população, o golpe desmontará igualmente a universidade pública, por meio de cortes de verbas de educação e pesquisa. O segundo trabalho sujo consistirá na indecente reforma laboral, que inclusive incidirá na educação ao atingir as universidades privadas (imediatamente após a promulgação da mudança de tais leis, várias destas universidades demitiram em massa seus professores, os substituindo por professores com salários miseráveis e sem direitos trabalhistas). O terceiro consistirá nas indecentes reformas do seguro social e da previdência e o quarto, na privatização dos bens e empresas estatais mais rentáveis, ou que serão tornadas rentáveis por meio de arranjos espúrios, de modo a ampliar a lista das privatizáveis cult. E quando os tais capatazes não conseguirem a maioria do Congresso para votar alguma ementa ou lei necessária a tal desmonte, condição para que o poder executivo possa efetivá-lo, entrarão rapidamente em cena as agências que detém as maiores bases mundiais de indicadores financeiros, as quais lideram a avaliação do mercado global de capitais e, portanto, a classificação de risco para os investimentos (como Standard & Poor’s e Moody’s Corporation). Sua operação consiste em rebaixar as notas da economia brasileira ou ameaçar fazê-lo, o que oferece poderosa munição para que as mudanças de políticas públicas que ainda sofrem alguma resistência no próprio Congresso sejam enfim votadas, sob ameaça de falência do país (é o que está em curso no Brasil em relação à previdência e que já ocorreu na Europa, com Portugal, Grécia, Irlanda e Espanha, que receberam o eloquente acrônimo: “PIGS”). E o Estado de direito irá tendo assim rapidamente destruídos os elementos de “res pública” ou de democracia social que o caracterizaram em sua arquitetura moderna (a qual, no Brasil, assim como em vários países do continente sul americano, começava apenas a instalar-se com os governos progressistas pós-ditaduras, justamente os alvos do novo golpe). O intuito é transformá-lo, no final do seriado, em Estado neoliberal, cuja função é estritamente focada naquilo que interessa ao capitalismo transnacional e seus cúmplices das elites locais: facilitar ao máximo a circulação de seus investimentos de modo a criar condições ideais para a multiplicação do capital investido e o mais velozmente possível.

Enquanto se desenrolam estas novas operações, os próprios capangas do capitalismo globalitário serão os próximos alvos das denúncias de corrupção, preparando-se o terreno para sua ejeção tão logo sua tarefa esteja concluída. Na última temporada do seriado do golpe, o novo regime jogará estes conservadores no lixo da história, sem o menor constrangimento. Esta é uma primeira diferença em relação aos golpes de Estado que se utilizaram do exército: embora estes tenham sido igualmente executados pelos conservadores (no caso, militares) e sob o comando dos poderes hegemônicos do capitalismo em sua dobra anterior (na época, principalmente em mãos dos Estados Unidos), naquele contexto o regime precisava de um Estado totalitário e, para isso, tinha que manter os conservadores no poder após o golpe e por um longo período.

Paralelamente, ainda nesta segunda temporada, enquanto se introduz na narrativa oficial as denúncias de corrupção contra os políticos capangas, o mesmo se faz com o empresariado nacional, incluindo os altos executivos. Poupa-se nesta operação os bancos, parcela do empresariado ligada ao capital financeirizado e que inclusive, neste mesmo momento, tem perdoada parcela significativa de suas dívidas com o governo. Visa-se sobretudo as grandes empreiteiras que, organizadas em cartéis, monopolizam a construção de obras públicas, não só no Brasil, mas também em países aliados dos recém depostos governos progressistas, sobretudo nos continentes latinoamericano e africano que constituem mercados promissores. A permanência em cena desta parcela do empresariado apenas interessa aos líderes do capitalismo globalitário enquanto precisem de sua cumplicidade não só para a destruição do imaginário de esquerda – e da defesa das leis democráticas que este sustenta –, mas também para trazer dados que, selecionados, respaldem e reforcem a ideia de que estamos diante de um eminente colapso econômico. Com este apoio, criam-se condições favoráveis para as privatizações e o extermínio de tais leis, principalmente as que concernem o trabalho. No que concerne o trabalho, no Brasil, isto não se limitará à sua precarização, mas chegará ao cúmulo de legalizar condições aviltantes até então consideradas pela Constituição como definidoras do trabalho escravo e passíveis de punição. Que se diga de passagem: a decisão de legalizá-lo confirma que tais condições persistem até hoje e não só nas zonas rurais; basta mencionar o tratamento dado aos imigrantes ilegais na indústria da moda. O objetivo de apressar-se a introduzir empresários e altos executivos como novos personagens vilões do seriado é preparar o terreno para tirá-los do comando, principalmente das obras públicas, assim que o direito às privatizações estiver instituído.

Com esta dupla ejeção – de políticos e empresários – e já tendo se instaurado no país uma grave crise institucional e econômica, acentuada pela paralisia das obras públicas resultante das prisões das figuras chaves do empresariado nacional que as comandavam, o terreno estará totalmente pronto para a chegada dos investimentos sem entraves do capital transnacional. Nesta segunda temporada do seriado, entre os dispositivos do golpe são particularmente importantes as cenas do ringue entre distintas máfias de políticos sórdidos, assim como entre eles e as máfias do elegante empresariado. “Premiados” por suas delações, eles se destroem mutuamente diante da sociedade que, noite após noite, assiste perplexa ao espetáculo grotesco da derrocada de ambos nas telas da TV. A esse espetáculo se tem acesso igualmente pelas redes sociais que se pode consultar a qualquer hora, assim como pelos jornais, que parte das classes médias e altas leem ao despertar. Com esta ampla e ininterrupta divulgação, a atenção de toda a sociedade passa a concentrar-se nas espantosas imagens e mensagens, escritas ou faladas, de negociações de falcatruas econômicas e políticas, clandestinamente captadas em telefonemas, e-mails e gravações, bem como em documentos entregues pelos delatores ou encontrados pela polícia nas devassas de seus escritórios e residências. É um verdadeiro show de psicopatia que chega a ser divertido pois nos lembra os mais hilários filmes B e seus canastrões. A triste diferença é que, neste caso, a narrativa ficcional baseia-se em dados da realidade. Se estes, por si só, provocariam uma total indignação, ao serem devidamente editados na construção da narrativa, cuja função é preparar o terreno para o golpe, eles tem o poder de gerar graves efeitos micropolíticos nas subjetividades: a propagação da insegurança e do medo de colapso.

Há realmente algo de novo no uso de narrativas ficcionais pelo poder?

É verdade que não constitui novidade o uso pelo capitalismo da manipulação pelo discurso, seja ele verbal ou imagético, por meio da construção de narrativas que demonizam o inimigo da hora, como estratégia micropolítica de poder para viabilizar e justificar seus projetos macropolíticos. Tal estratégia foi amplamente usada pelo regime desde sua fundação (basta citar a catequese, uma versão de narrativa ficcional, no modo palavras-de-Deus, único e universal), tendo se aprimorado com a advento dos meios de informação e comunicação de massa, no final do século XIX, que acompanhou a segunda revolução industrial. Neste contexto, além de ter sido um dispositivo central das estratégias de produção de subjetividade no século XX, foi amplamente usado pelo poder nos regimes totalitários, assim como na preparação dos golpes de Estado dos anos 1960 e 70. Porém o modo como atualiza-se este dispositivo de poder não é idêntico: aqui reside uma segunda diferença entre as duas versões do regime, industrial e financeirizada.

O avanço exponencial das tecnologias de informação e comunicação à distância a partir do final dos anos 1970, não só tornou seu uso micro e macropolítico mais sutil e poderoso, mas foi o que, em parte, viabilizou a própria conquista do poder globalitário pelo capitalismo, em sua nova dobra. As narrativas de propaganda realizadas pelo capitalismo industrial (igualmente arquitetadas e financiadas por uma aliança entre empresários e políticos) eram toscas, acessadas pelo rádio e pela televisão (cujo uso aumentou depois da segunda guerra mundial), assim como nos cinemas antes dos filmes. Já as novas tecnologias de comunicação permitiram um aprimoramento significativo deste dispositivo do poder: a sofisticação das linguagens e das técnicas de manipulação e publicidade (o que inclui uma profunda mudança da televisão), a multiplicação das mídias e o alcance mundial da divulgação das mensagens em tempo real. Se divulgar falsas informações tampouco é novidade e faz parte da composição das narrativas ficcionais impostas às subjetividades, no capitalismo financeirizado tal dispositivo se aprimora. Viabilizadas pelo desenvolvimento tecnológico de robôs que passam a agir na Internet, as chamadas fake-news não só viralizam, mas simulam sua legitimidade com infinitos likes instantaneamente produzidos por tais robôs, o que as faz parecer massivamente aceitas, intensificando e propagando sua ilusória credibilidade.

Tampouco são os mesmos nos dois contextos os focos privilegiados para produzir temor e insegurança e mobilizar a fúria conservadora. Nos anos 1950 e 60 do capitalismo industrial, o foco era o fantasma do comunismo propagado pela guerra fria: uma ameaça que encontrava respaldo na recente divulgação dos horrores totalitários do stalinismo, a qual trazia de volta à memória das massas os traumas provocados pelo nazismo e o fascismo, cujos efeitos ainda infectavam sua subjetividade. Projetava-se esse fantasma nos governos com tendências democratizantes (foi o caso de Jango, no Brasil), projeção cujos efeitos nas massas preparou o terreno para os golpes de Estado nos anos 1960 e 70. Entretanto, nos anos 1990, as experiências de governos com tendência à esquerda após o fim das ditaduras, mobilizaram ampla identificação nas camadas mais desfavorecidas da sociedade – sua grande maioria –, não sendo mais possível associá-los ao comunismo como um fantasma ameaçador, e menos ainda à sua versão totalitária, ao que se acrescenta o fim da URSS e a queda do muro de Berlim. É então esta identificação que a dobra financeirizada do capitalismo necessitará destruir. Para lográ-lo, elege-se a corrupção como foco para a demonização das esquerdas na narrativa a ser construída e midiatizada. Se a acusação de corrupção já foi e continua sendo amplamente usada pelo poder para eliminar seus inimigos, usá-la contra líderes de esquerda tem um adicional de eficácia: a destruição de sua imagem de honestidade e de uma sincera cumplicidade com a agenda social, uma das principais virtudes que lhes são atribuídas no imaginário dos que com eles se identificam, a qual os diferenciava dos demais políticos, que no país são tradicionalmente associados à corrupção. No caso específico de Lula, associá-lo à corrupção visa destruir igualmente a imagem de que sua origem de classe garantiria sua cumplicidade com as causas sociais. A ideia de que são todos “farinha do mesmo saco” faz com que à insegurança e ao medo, acrescente-se a decepção, gerando uma espécie de apatia por exaustão.

Mas o uso pelo regime colonial-capitalístico de estratégias micropolíticas para sustentar suas estratégias macropolíticas não se reduz à propaganda. Este é apenas um dos dispositivos de seu modus operandi micropolítico, o qual é muito mais amplo e complexo e, com desdobramentos e variações, é por ele praticado desde sua fundação no século XV. E tem mais: este é um dos elementos fundamentais de sua modalidade de poder.

Matriz micropolítica do poder colonial-capitalístico: o abuso da vida

A estratégia micropolítica do poder colonial-capitalístico consiste em investir na produção de um certa política de subjetivação, matriz do regime nesta esfera. Tal política tem como elemento fundamental o abuso da vida enquanto força de criação e transmutação, força na qual reside seu destino ético e a condição para sua continuidade. Isto inclui a potência vital em todas suas manifestações e não só nos humanos – sendo que nos humanos o abuso não se restringe à sua manifestação como força de trabalho, como se pensava no marxismo. O intuito do abuso é separar a subjetividade de sua potência vital, obstruindo seu acesso a tal potência e a destituindo assim de seu poder de escolha para conduzí-la, o que a torna dócil e submissa aos modos de existência necessários ao regime e à sua exploração.

No entanto, na nova dobra do regime, a intervenção nesta esfera refina-se e se intensifica. O abuso da força vital vai mais fundo: seu intuito não é mais simplesmente o de torná-la dócil e submissa, como o era no capitalismo industrial em suas primeira e segunda revoluções. Ao contrário, o intuito agora é estimular esta potência e acelerar e intensificar sua produtividade, mas a desviando de seu destino ético, para converter sua natureza de força de “criação” de novos modos de existência em resposta às demandas da vida, em força de “criatividade”, a ser investida na composição de novos cenários para a acumulação de capital (econômico, politico, cultural e narcísico). No lugar da criação do novo, o que se produz (criativamente e cada vez mais velozmente) são “novidades”, as quais multiplicam as oportunidades para os investimentos de capital e excitam a vontade de consumo. Embora tal vontade venha sendo mobilizada desde a dobra anterior do regime, ela encontra agora a seu dispor uma contínua explosão de novos produtos, cujas imagens – que lhe chegam como bombas por todos os lados, lançadas pelos meios de comunicação e informação –, alimentam sem cessar sua compulsiva voracidade. Ou seja, a potência vital passa a ser usada para a reprodução do status quo; apenas muda-se, criativamente, suas peças de lugar ou se faz variações sobre as mesmas.

Comemoração da vitória do impeachment na Câmara: golpe sem militares

Se o novo tipo de golpe de Estado não faz uso da força militar, não é apenas porque governos rígidos, totalitários e nacionalistas não lhe convêm. Além destas razões macropolíticas, há razões micropolíticas que funcionam segundo a mesma perspectiva: tampouco lhe convém a subjetividade rígida identitária própria de regimes autoritários que convinha ao capitalismo industrial. O regime capitalista anterior precisava de corpos dóceis que se mantivessem sedentários, cada um fixo em seu lugar, disciplinarmente organizados (como os operários na fábrica). Diferentemente disso, o capitalismo financeirizado necessita destas subjetividades flexíveis e “criativas” que se amoldem, tanto na produção quanto no consumo, aos novos cenários que o mercado não para de introduzir. Em outras palavras, o novo regime necessita produzir subjetividades que tenham a maleabilidade de circular por vários lugares e funções, acompanhando a velocidade dos deslocamentos contínuos e infinitesimais de capital e informação.

Esta é mais uma das razões pelas quais não interessa à nova dobra do capitalismo o uso da força militar em seus golpes de Estado; é com a força do desejo que os realiza micropoliticamente. Isto se faz por meio da corrupção do desejo, enquanto seus capatazes fazem o serviço bruto na esfera macropolítica. É por esta mesma razão que é também micropoliticamente que não interessa ao novo regime manter conservadores no poder após os golpes de Estado, e muito menos regimes ditatoriais e nacionalistas.

O surto conservador

Voltemos ao seriado do golpe. Mais para o final da segunda temporada, à manipulação das subjetividades acima descritas se acrescentará mais um dispositivo micropolítico de poder que incidirá mais direta e veementemente nesta esfera e em seu uso instrumental na esfera macropolítica. Para o cumprimento de tal tarefa, serão mais do que perfeitos os grosseiros capangas do neoliberalismo com sua mentalidade infame e sua ânsia de massacrar todos aqueles que não são seu espelho. É quando irrompe mais violentamente o surto conservador.

Apela-se mais fanaticamente ainda à moral igrejista, familialista e identitária que, embora presente desde o início no script do seriado, beira agora o delírio. Toma-se como alvo a cultura em seu sentido amplo: das práticas artísticas, educacionais, terapêuticas e religiosas (não cristãs) aos modos de existência que não se encaixam nas categorias machistas, heteronormativas, homofóbicas, transfóbicas, racistas, classistas e xenofóbicas. Com ampla divulgação pela mídia, certos tipos de práticas passam a ser associadas ao demônio, como o eram nos séculos da Inquisição as práticas de mulheres que foram pejorativamente chamadas de “bruxas”, qualificação que autorizava sua prisão, tortura e morte. (Isto, aliás, continuou acontecendo após a Inquisição – são mais de um milhão de mulheres assassinadas como bruxas desde então –, e continua se reproduzindo ainda hoje. Basta lembrar que é à figura da bruxa que se associou Judith Butler para atacá-la em sua recente visita ao Brasil. Chegou-se a queimar publicamente um boneco que a reproduzia em frente ao SESC, uma das instituições culturais mais respeitadas do país na qual se realizava o simpósio internacional que Butler ajudara a organizar). Tal dispositivo de manipulação das subjetividades preparará o terreno para efetuar mudanças nas leis vigentes nestes campos. Fiquemos em três exemplos, todos ocorridos no mesmo período (de meados ao final do segundo semestre de 2017).

É preciso converter Butler em bruxa -para ser legítimo massacrá-la

O primeiro é a arte: certas práticas artísticas – as que trazem à tona questões de gênero, de sexualidade e de religião –, passam a ser desqualificadas e criminalizadas. Nesta operação mata-se dois coelhos de uma cajadada só: demoniza-se as práticas ligadas a estas questões que não se enquadram em suas formas dominantes e, com isso, demoniza-se igualmente a dignidade ética da arte em seu exercício ativo da pulsão criadora, neutralizando assim sua potência micropolítica. Tal potência consiste em tornar sensíveis as demandas da vida ao ver-se sufocada nas formas vigentes de existência individual e coletiva, quando estas perderam seu sentido pelos efeitos que os encontros com a alteridade mutante do entorno produziram nos corpos. Materializadas em obras, estas demandas vitais teriam o poder de contágio dos públicos que a elas têm acesso, o que tenderia a mobilizar a força coletiva de transfiguração das formas da realidade e de transvaloração de seus valores. Atacar a arte é atacar a possiblidade de irrupção social de tal força, dificultando ainda mais seu acesso pelas subjetividades.

O segundo exemplo são os movimentos que performatizam mutações das subjetividades, especialmente nos âmbitos da sexualidade e das relações de gênero (movimentos feministas, LGBTQI, etc). A operação neste caso consiste em mobilizar a volta aos valores da heterossexualidade monogâmica da família nuclear patriarcal como forma absoluta de laço social e de erotismo (se é que faz sentido manter esta palavra neste caso). O objetivo é interromper a propagação do processo pulsional de criação de novos modos de existir nestes terrenos. Um processo que se desencadearia pela urgência da vida de recuperar sua potência em tais terrenos, em cujas formas dominantes encontra-se debilitada.

O terceiro exemplo diz respeito aos negros e indígenas que, em diferentes proporções em função dos circuitos do tráfico de escravos africanos, formam a maioria nas sociedades das ex-colônias. Se o comportamento dominante em relação a estas camadas da população sempre consistiu em sua humilhação e estigmatização – o que inclui suas tradições culturais e, principalmente, a perspectiva que as conduz, segundo a qual estas atualizam-se em novas formas em função do contexto –, agora tal comportamento se exibe publicamente com orgulho, sem o menor pudor. No Brasil, isto se manifesta do lado dos negros na destruição em série de terreiros de Candomblé: a associação ao demônio desta prática religiosa de origem afro legitima os agentes de seu messacre, os quais o divulgam ampla e abertamente, exibindo-se orgulhosamente nas redes de comunicação e informação. Do lado dos indígenas, o alvo são suas terras, às quais estão indissociável e visceralmente vinculadas suas tradições culturais (além do fato óbvio de promoverem seu sustento). Se a tomada das terras que desde sempre lhes pertenceram nunca parou de existir desde o início da colonização, a operação atual consiste na abolição das leis que haviam demarcado terras a eles destinadas, seja das que lhes pertencem desde sempre, ou daquelas para onde foram levados após as demarcações – leis cuja promulgação pela Constituição Cidadã, de 1988, havia sido fruto de uma árdua luta das décadas anteriores. Agora é com o apoio da lei que os empresários rurais expulsam os indígenas de suas terras. Na maioria dos casos, como sempre, mata-se primeiro seus líderes, preparando assim o momento da expulsão da comunidade inteira, momento em que, se necessário, apela-se para o genocídio.

Se no terceiro exemplo, o das tradições culturais africanas e indígenas, o objetivo destas operações que compõem o golpe é mais obviamente macropolítico (a expropriação dos terrenos do Candomblé e das terras indígenas, assim como o ataque aos movimentos negros e indígenas que vêm se fortalecendo), basta colocá-lo lado a lado com os outros dois exemplos de operações, simultaneamente em curso, para nos darmos conta de que há igualmente neste dispositivo um objetivo mais sutil, micropolítico, indispensável para a preparação da mudança de leis nos campos da educação, da saúde, do direito à posse de terras e da preservação ambiental.

No campo da saúde é neste mesmo momento que deputados federais desenterram um projeto de lei que visa incluir a homossexualidade entre as doenças a serem tratadas. Com o hilário lema da “cura gay” se pretende legalizar terapias (psicológicas ou religiosas) cuja função é transformar a orientação sexual de todos aqueles cujas práticas escapem das categorias dominantes de gênero e sexualidade. Lembrando que já na década de 1990, a Organização Mundial da Saúde (OMS) descartou qualquer projeto que associe a orientação sexual a doença, e que no Brasil o Conselho Federal de Psicologia proibiu esta associação em 1999 e o Conselho Federal de Medicina, há mais de 30 anos – é no mínimo surpreendente, para não dizer estarrecedor, que a questão tenha voltado à baila no Brasil em pleno ano de 2017, provocando uma acalorada polêmica. Mas é menos surpreendente o retorno deste fantasma se o situarmos no universo de operações micropolíticas do roteiro do golpe: desta perspectiva, o fato de que tal projeto de lei tenha sido descartado não impede seu impacto como dispositivo micropolítico de poder que incide na produção de subjetividade.

No campo da educação, durante as discussões no congresso em torno da nova Base Nacional Comum Curricular (BNCC) demoniza-se nos currículos escolares qualquer abordagem de temas como a política (o famoso lema: “Escola sem partido”), a identidade de gênero, a orientação sexual e as culturas africanas e indígenas. Aprovada em dezembro de 2017, na nova BNCC foram eliminados trechos que afirmavam a necessidade de um ensino sem preconceitos. Mais especificamente, foram excluídos mais de dez trechos que mencionavam as questões de gênero e sexualidade e eliminados da bibliografia textos que abordassem a mitologia dos orixás, com o argumento de que seu conteúdo seria demoníaco. Tais cortes do currículo escolar têm seu lastro nas operações micropolíticas mencionadas nos dois exemplos anteriores (LGBTQI e negros e indígenas) e participam da construção da mesma narrativa que agora tem nestas camadas da sociedade seu novo personagem vilão.

A mesma dimensão micropolítica das operações do poder neste campo está presente nos cortes de verbas de educação e pesquisa nas universidades públicas, acima mencionados. Se é fato que, historicamente, o acesso às universidades públicas no Brasil sempre foi privilégio das classes mais abastadas – o que só começou a mudar nos governos petistas –, o desmonte da própria universidade elitista denota que o golpe na educação não incide apenas na esfera macropolítica, na qual seu objetivo óbvio é eliminar o recém-conquistado acesso da grande maioria à educação. Seu objetivo micropolítico é enfraquecer o acesso à informação e à formação intelectual na sociedade brasileira como um todo, o que tem por efeito debilitar a potência do pensamento, essencial para decifrar as asfixias da vida em suas formas presentes e combatê-las, criando novos cenários. Faz igualmente parte da dimensão micropolítica do golpe na educação, os efeitos da nova lei trabalhista nas universidades privadas. Se é óbvia a meta macropolítica da demissão em massa dos professores – aumentar exponencialmente o lucro das empresas de educação, pagando menos aos professores e baixando o valor pago pelos alunos de modo a aumentar sua clientela –, sua meta é também micropolítica. Durante os governos petistas, com a melhora de qualidade de vida das camadas sociais mais desfavorecidas, estas passaram a frequentar universidades privadas. O objetivo micropolítico da demissão em massa dos professores não foi apenas o de baixar a ainda mais a qualidade de educação que lhes era oferecida por estas universidades, a coisa é mais perversa: tais universidades usaram a diminuição do custo do estudo como foco de suas campanhas publicitárias, amplamente veiculadas quase concomitantemente à tal demissão. De cunho incontestavelmente populista, a narrativa de tais campanhas tem por efeito levar esta camada da sociedade a acreditar que o acesso à educação teria sido ampliado. O mesmo discurso populista foi utilizado pelo governo federal para legitimar sua Base Nacional Comum Curricular, em farta campanha publicitária veiculada, várias vezes ao dia durante meses, por todos os meios de comunicação.

No campo do direito à terra, que inclui as leis ambientais e as que concernem os indígenas, no mesmo ano de 2017, o presidente Temer promulgou um decreto extinguindo a Reserva Nacional do Cobre e Associados (Renca). Trata-se de uma área localizada entre o Pará e o Amapá que abrange 4,2 milhões de hectares, criada no final da ditadura militar para evitar que os minérios fossem explorados por empresas estrangeiras. Nesta reserva, vivem algumas comunidades indígenas, além do fato de que o Renca se localiza no “Escudo das Guianas”, área que envolve parte da Amazônia brasileira, a Venezuela e as Guianas. Neste escudo se encontra a maior extensão de áreas protegidas do mundo, com menos de 1% de desmatamento, além de aí viverem espécies que não existem em outros lugares do mundo. Do ponto de vista macropolítico, tal decreto que visava contemplar os interesses da bancada ruralista e abrir novas oportunidades de investimento para o capital internacional, foi um fracasso. Temer foi levado a recuar pela pressão de sua enorme repercussão negativa nacional e internacionalmente (principalmente por parte dos ambientalistas); tentou ainda editar um novo Decreto com texto similar, mas este foi questionado pela Justiça e enfim suspenso. Apesar do fracasso da operação na esfera macropolítica, fica nítido aqui que a operação micropolítica da desqualificação das culturas indígenas visava, entre outros objetivos, contribuir para seu sucesso. Mais amplamente, em tal decreto fica nítida a matriz micropolítica do regime colonial-capitalístico: o abuso da vida – não só da vida humana, nem da vida de uma região, mas do planeta como um todo.

O conservadorismo é imprescindível para o capitalismo financeiro globalitário

Agora, podemos esmiuçar mais precisamente a operação micropolítica da nova modalidade de golpe própria do capitalismo financeiro globalitário e a razão pela qual para realizá-la lhe é necessário insuflar o conservadorismo como um dispositivo essencial de poder. Na primeira temporada a fragilidade das subjetividades, decorrente da desapropriação de sua força de criação pelo abuso, é aguçada pela insegurança que lhes provoca a demonização das esquerdas no governo e o fantasma da crise. Na segunda temporada a insegurança se intensifica com a demonização das classes política e empresarial como um todo e o tom mais veementemente apocalíptico em torno da crise econômica, à qual se acrescenta a crise institucional que vem desagregando o Estado a olhos vistos. Isto faz com que as subjetividades tendam a agarrar-se a qualquer promessa de estabilidade e segurança e passem, por isso, a projetar seu mal-estar nas figuras de bode expiatório que desempenham o papel de vilão no roteiro do golpe, das quais os mocinhos irão salvá-las. Porém, nos episódios finais da segunda temporada, um passo a mais é dado na estratégia micropolítica. Até então o papel de vilão era desempenhado pelos políticos acusados de corrupção para que as subjetividades pudessem projetar seu mal-estar no Estado, assim como pelo empresariado sobre o qual podiam projetar seu ódio de classe. Agora, a estigmatização de modos de existência destoantes permite que se projete o mal-estar em segmentos da sociedade, que já não podem ser simplesmente encaixados nas categorias de classe.

Terreiro destruído: transformar as religiões afro em “demoníacas”

É a própria alteridade que passa então a ser demonizada, o que leva a reforçar mais gravemente a já existente blindagem das subjetividades em relação à sua experiência vital. É que sendo esta composta pelos efeitos do outro no corpo, tais efeitos, agora demonizados, tornam-se perigosíssimos no imaginário e devem ser denegados a qualquer custo, para que não se corra o risco de absorvê-los. Isso tem o poder de desmobilizar ainda mais a potência de transfiguração da realidade coletiva, da qual a experiência de habitar a trama relacional tecida entre distintos modos de existência seria portadora, se as rédeas do destino da pulsão estivessem em nossas mãos. As condições estão dadas para que o desejo se entregue mais plena e gozosamente ao abuso colonial-capitalístico da pulsão vital.

Em suma, nos episódios finais da segunda temporada do seriado do golpe, enquanto intensifica-se a operação macropolítica de desmonte da constituição e da economia nacional, intensifica-se igualmente a operação micropolítica de produção de subjetividades entregues à cafetinagem do desejo. Com esta dupla operação indissociável, prepara-se a sociedade para a terceira e última temporada: a tomada do poder político e econômico pelo capitalismo globalitário. Ela estará enfim pronta para recebê-lo de braços abertos como o salvador “civilizado” que saneará a economia de sua falência e reestabelecerá a dignidade da vida pública, devolvendo ao país seu prestígio perdido e a serenidade a seus cidadãos. Fim do seriado. Golpe concluído.

A máscara da legalidade democrática

Para chegar a este programado gran finale do seriado, é preciso eliminar todo e qualquer tipo de estorvo que interrompa ou diminua a velocidade da circulação de capitais, de informação e de subjetividades por vários lugares e funções. Os obstáculos podem ser encontrados em qualquer rota do capital e são de ordens variadas e variáveis – pessoas, grupos, instituições, serviços, postos de trabalho, fronteiras, países, leis, imaginários, hábitos, modos de existência, etc. Sendo assim, eles não se encaixam em figuras fixas organizadas em pares binários por oposição, o que torna obsoleta a figura do “inimigo”, tal como ela se configura na tradição ocidental. Mas em seu jogo midiático perverso, o regime usa esta figura, vestindo seus obstáculos com a máscara do vilão do seriado, para torná-los alvo da vontade de destruição pelas massas. Isso dura um breve período, o tempo necessário para tirá-los da frente; e, rapidamente, novos obstáculos ocuparão o lugar de vilão.

O Estado de direito e o regime democrático estão entre os principais obstáculos macropolíticos ao capitalismo financeirizado globalitário. Para eliminá-los usa-se a mesma operação micropolítica que apela para a figura do inimigo; contudo, embora a operação tenha a mesma lógica, neste caso invertem-se os papéis. Aqui os obstáculos ao regime (o Estado de direito e a democracia) é que serão mascarados com o personagem do mocinho, enquanto o papel de inimigo caberá a seus detratores, verdadeiros ou ficcionais; um papel que no final da segunda temporada terá sido desempenhado por todos os protagonistas do poder nacional, político e econômico (não financeirizado). É então que o capitalismo transnacional apresenta-se como o único mocinho do planeta capaz de recuperar a legalidade democrática – personagem com o qual o regime se mascara no seriado do golpe de Estado, ocultando assim o fato de ser ele seu verdadeiro agente e que é precisamente este tipo de Estado que ele visa destruir.

A composição da máscara de legalidade democrática é sutil e astuta. A segunda temporada do seriado do golpe começa a ser veiculada pela mídia imediatamente após o final da primeira. Os scripts são idênticos, só mudam os personagens que desempenham o papel de vilões acusados de corrupção. Se, na primeira temporada, parte da sociedade brasileira ainda conseguia ver que se tratava de um golpe cujo objetivo era aniquilar a imagem dos políticos progressistas para tirá-los do poder, com a substituição dos protagonistas do papel de vilão na segunda temporada, vence na maioria a ideia de que a expulsão dos governantes progressistas havia sido uma ação imparcial e digna, visando a necessária moralização da vida pública. Tal ideia consegue inclusive contaminar aqueles que têm menos acesso aos direitos, parcela majoritária da população que havia sido favorecida pelos governos progressistas e os sentia como seus aliados. Neste final da segunda temporada do seriado, quando todos os políticos se tornam vilões, o inimigo passa a ser a própria política como um todo e, portanto, o Estado de direito. Esta operação teria, em princípio, uma tripla vantagem. A primeira é desacreditar o Estado em sua atual estrutura, democrática, para que seja mais facilmente reestruturado segundo a agenda neoliberal. A segunda vantagem é a despolitização da sociedade para que esta deixe de depositar em sua participação na democracia o mediador da defesa de seus direitos civis, já que esta passou a ser vista como intrinsecamente ligada à corrupção, onde todos são ladrões. O mais grave é que a despolitização na esfera do estado de direito leva de roldão a pulsão social de uma luta autônoma em relação ao Estado, seja ela macro ou micropolítica. A terceira vantagem é tornar as subjetividades ainda mais frágeis para facilitar seu abuso.

Em síntese

O novo tipo de golpe, próprio do capitalismo neoliberal globalitário, consiste num complexo conjunto de operações micro e macropolíticas, no qual pretende-se matar vários coelhos numa cajadada só – todos os coelhos que atravessam as vias, concretas ou virtuais, visíveis ou invisíveis, por onde circula o capital transnacional a cada momento. São eles: os políticos de esquerda e o imaginário progressista a eles associado (pelas dificuldades que impõem ao desmantelamento da constituição, às privatizações e à entrega do país ao capital financeirizado transnacional e seus comparsas locais), os políticos de alma pré-republicana e escravocrata (por seu arcaísmo nacionalista e identitário, sua ignorância e incompetência, e seu péssimo hábito de precisar de um Estado inchado para mamar em suas tetas), os líderes do empresariado industrial local (por manter investimentos na produção, desperdiçando assim oportunidades de aplicá-los na especulação), os líderes do empresariado nacional da construção das obras públicas (por impedir que o capital transnacional se aproprie plenamente dos grandes negócios locais neste setor) e, por fim, o próprio Estado em sua versão democrática e/ou nacionalista – tudo isso acompanhado micropoliticamente do desvio da potência coletiva de ação pensante criadora que se mobilizaria diante deste quadro intolerável.

Em síntese, a nova modalidade de golpe de Estado é, na verdade, não só um golpe contra a democracia e, portanto, contra a sociedade (em sua esfera macropolítica), mas, mais radicalmente ainda, é um golpe contra a própria vida – não só a vida humana, individual e coletiva, mas a vida do planeta como um todo (esfera micropolítica). E o capitalismo transnacional sai vitorioso e de mãos aparentemente limpas. Esta é, provavelmente, a apoteótica cena prevista para o final do seriado do golpe.

Entretanto, dois possíveis efeitos do seriado não estavam previstos em seu script. Ambos começam a manifestar-se no final da segunda temporada, em consequência da quebra do feitiço que as acusações contra Lula haviam gerado na primeira temporada e, sobretudo, do grau traumático a que chegou o desamparo em que se veem lançadas as subjetividades. São distintas as estratégias do desejo que se mobilizam diante do trauma. Fiquemos apenas nos dois polos extremos do amplo leque de tais estratégias, embora estas possam oscilar entre várias posições, além do fato de que os processos de elaboração têm o poder de deslocar posições iniciais. Num dos extremos, apelamos para estratégias defensivas que nos levam a agarrar-nos de unhas e dentes ao status quo: uma resposta patológica por termos sucumbido ao trauma, e que tem por efeito nos despotencializar. No outro extremo, amplia-se o alcance de nossa mirada, o que nos permite ser mais capazes de acessar os efeitos subjetivos da violência em nossos corpos, de sermos mais precisos em sua decifração e expressão e mais aptos a inventar maneiras de combatê-la. Mobiliza-se então a força criadora para transformar o status quo de modo que a pulsão vital cumpra seu destino ético: esta é uma resposta saudável que ao nos proteger de sucumbir ao trauma, mantém nossa potência e tende até a intensificá-la.

A primeira resposta, fruto de uma estratégia de desejo reativa, tende a gerar uma identificação das subjetividades com os conservadores, o que as leva a apoiá-los com euforia e fervor. Com o prolongamento da permanência dos conservadores nos governos na segunda temporada e seu crescente apoio pelas massas, apoio insuflado pelas estratégias do golpe, estes acabam sendo eleitos aos cargos legislativos, conseguindo assim estabelecer-se efetivamente no poder. Mais grave ainda é quando se elegem ao cargo de presidente da república, o que vem acontecendo em vários países. O exemplo mais significativo é o da vitória do brutamontes Trump para a presidência dos Estados Unidos, bufão psicopata e nacionalista ao extremo. É bom lembrar que o nacionalismo foi um dos elementos do discurso populista dos capangas do capitalismo financeiro, usado por ele para a construção da figura do “inimigo comum” que deve ser eliminado de cena, o que justifica e legitima o golpe (as políticas europeias anti-migratórias e o virulento anti-europeísmo, fenômenos que vem se manifestando atualmente, entram nesta mesma chave). Mas os capangas conservadores nacionalistas deveriam ser descartados assim que o golpe estivesse consumado: sua instalação no poder é o primeiro efeito colateral do seriado que não estava previsto no roteiro.

O bufão que agita o espantalho do “inimigo externo”

Já a segunda resposta, fruto de uma estratégia de desejo ativa, gera a ascensão de uma nova modalidade de resistência, que se cria coletivamente face à nova modalidade de poder. Este é o segundo efeito colateral do seriado do golpe que tampouco estava previsto no roteiro. Por ser portador de oxigênio para o ar mortífero que respiramos no presente, finalizemos com alguns comentários acerca deste segundo fenômeno.

A nova modalidade de resistência

Passados os primeiros capítulos da segunda temporada, na qual se conseguira instaurar a ilusão de que não se tratou de golpe, seus capítulos seguintes – onde se vê a destruição das conquistas democráticas, a penalização da criação cultural e a desqualificação da política como um todo – não terão o mesmo êxito. Cada vez mais gente, em mais setores sociais e regiões do país, passa a se dar conta do sério risco que o poder globalitário do capitalismo traz não só para a continuidade da vida da espécie humana, mas do planeta como um todo. O sinal de alerta faz com que tenda a cair o véu de sua ilusão, tecido pelo abuso. Instaura-se nas subjetividades um estado de urgência que as faz batalhar para abrir o acesso à experiência subjetiva de nossa condição de viventes e retomar em suas mãos as rédeas da pulsão. Isto leva o desejo a deslocar-se de sua entrega ao abuso e a agir no sentido de transfigurar o presente, impedindo que a carnificina prossiga.

O fato de que, em sua nova dobra, fique mais escancarado que o capitalismo incide na esfera micropolítica dá origem a uma nova modalidade de resistência: surge a consciência de que a resistência tem que incidir igualmente nesta esfera. Isto aparece nos novos tipos de movimento social que vêm desestabilizando aqui e acolá o poder mundial do capitalismo financeirizado na determinação dos modos de existência que lhe são necessários. A propagação deste tipo de resistência, que se intensificou após o tsunami dos ditos golpes de Estado provocados pelo novo regime por toda parte, tem surgido principalmente entre as gerações mais jovens e, mais contundentemente, nas periferias dos grandes centros urbanos. Nestes contextos, destacam-se especialmente os citados movimentos das mulheres (numa nova dobra do feminismo), dos LGBTQI (numa nova dobra das lutas no campo da homossexualidade, transexualidade, etc, na qual estas se juntam em torno de alguns objetivos e refinam suas estratégias) e, também, dos negros (numa nova dobra de suas lutas anti-raciais). A estes movimentos somam-se as lutas por moradia e o combate dos indígenas, cada vez mais amplo e articulado – em ambos, uma forte atuação na esfera micropolítica agrega-se à sua tradicional atuação na macropolítica. Neste novo campo de batalha, cada um destes movimentos ganha novas forças.

A irrupção destas novas estratégias de combate nos ajuda a ver que o horizonte do modo tradicional de resistência das esquerdas tende a reduzir-se à esfera macropolítica e que esta redução seria uma das causas de sua desorientação e impotência frente ao atual estado de coisas. Tal entendimento tem o poder não só de nos tirar da paralisia melancólica fatalista à qual nos faria sucumbir a sombria paisagem que nos rodeia, bem como de nosso ressentimento com as esquerdas, mas também de nos permitir uma reaproximação das mesmas. Isto pode ter por efeito um aprimoramento dos instrumentos de resistência em ambas as esferas, micro e macropolítica.

O seriado do capitalismo financeirizado começa bem antes das três temporadas focadas em seus golpes de Estado e, certamente, será bem longa sua terceira temporada, em cujo roteiro parece estar prevista a instalação plena do poder globalitário do regime colonial-capitalista. Seus efeitos serão delineados coletivamente nos embates entre diferentes forças das mais reativas às mais ativas. Forças reativas que, em diferentes graus e escalas e com diferentes tipos de expressão, promovem o abuso da vida em sua potência pulsional de criação – seja atuando no personagem do vilão que abusa ou no da vítima que se deixa abusar. E forças ativas que, em diferentes graus e escalas e com diferentes tipos de expressão, promovem sua afirmação transfiguradora, dissolvendo tais personagens e, com eles, a cena em que atuam. Ninguém é permanentemente ativo ou reativo, tais posições oscilam e se mesclam ao longo da existência individual e coletiva. O que importa do lado das forças ativas é o trabalho incansável que consiste em combater as forças reativas em nós mesmos e em nosso entorno, cujo sucesso jamais estará garantido e tampouco será definitivo.

Impossível prever o desfecho (sempre provisório) deste embate em que estamos envolvidos e que prosseguirá na terceira e última temporada do seriado. Mas há um alento no ar que nos vem da experiência de liberação da pulsão das sequelas de seu abuso colonial-capitalista. Apesar desta experiência ser relativamente recente, ela nos permite imaginar outros cenários e agirmos em sua direção. Isso nos faz acreditar que é possível despoluir o ar ambiente de sua poeira tóxica, pelo menos o suficiente para que a vida volte a fluir. O tratamento de tal poluição é micropolítico: um trabalho coletivo de descolonização do inconsciente, cujo foco são as políticas de produção de subjetividade que orientam o desejo e as consequentes formações do inconsciente no campo social. Esta é a tarefa que nos desafia no presente. Depois é depois: novas formas de existência se instalarão, com novas tensões entre diferentes qualidades e intensidades de forças ativas e reativas e seus confrontos, os quais convocarão novas estratégias de resistência, num combate sem fim pela vida.

São Paulo, 2017/2018

 

Lula discursa na praça da República depois de sua condenação: o seriado não acabou

P.S: Em 24 de janeiro de 2018, poucos dias após a finalização da escrita deste texto, Lula foi praticamente excluído da vida pública, condenado à prisão por doze anos, quando então terá 84 anos. “Praticamente”, porque embora ainda falte o recurso de seus advogados a duas instâncias da Justiça, podemos prever que estas manterão as decisões de condená-lo e legitimarão sua imediata prisão. Com isso, já podemos dizer que o golpe de Estado “propriamente dito” foi bem sucedido. Mas o maldito seriado do golpe não termina aqui: apesar do Estado propriamente dito ser um de seus objetos privilegiados, ele não é o único. Terá sido a eliminação de Lula o último episódio de sua segunda temporada? Neste caso, a partir de agora assistiríamos a sua terceira temporada: será seu roteiro próximo ao que foi aqui anunciado? Haverá outras temporadas mais? Jogos de adivinhação não são bem-vindos neste tipo de contexto. Além de não podermos prever exatamente seu script, efeitos não previstos podem surpreender seus autores e a nós trazer alento, como já vem acontecendo. Apesar do seriado ser ininterruptamente campeão de audiência, e o golpe propriamente dito ter sido vitorioso, o tiro pode sair pela culatra. Isso fica mais uma vez notório na reação da maioria da sociedade brasileira à condenação de Lula. Se sua vitória foi celebrada pelas elites internacionais do capitalismo financeirizado, assim como por suas elites locais, do lado de suas camadas expoliadas (a grande maioria), assim como das camadas politizadas das classes médias, no Brasil e no exterior, a reação foi oposta. Por ser claramente injusta e fruto de uma cruel armação, a condenação indignou tais camadas e gerou um efeito bumerangue: reativou-se poderosamente a força da presença de Lula em seu imaginário – no qual ele já vinha resgatando seu lugar de liderança digna, mesmo entre aqueles que tem críticas a seu governo. Basta lembrar que se o seriado do golpe, no início de sua primeira temporada, havia conseguido fazer com que os 80% de aprovação de seu governo, baixassem para 12% de intenções de voto, na segunda temporada seu número já passara a ser suficiente para que ele vencesse as eleições para a presidência da república em 2018, provavelmente já no primeiro turno.

Mas, como sugere o texto em sua frase final, a história humana (como a do cosmos) nunca chega ao fim. A ideia de fim, seja ele um gran finale ou o anúncio do apocalipse, é herdeira da ideia nefasta de paraíso e de seu corolário, o inferno. São estes os dispositivos mais antigos em nossa civilização para a instrumentalização da pulsão e a consequente manipulação das subjetividades. Tais figuras encobrem a pulsão com um duplo véu de equívocos costurados um ao outro. O primeiro véu-equívoco é o de que um dia a vida se estabilizará definitivamente (seja – e não por acaso – após a morte ou seja nesta existência, com os substitutos do par paraíso-inferno propostos na modernidade). Um véu que encobre suas inevitáveis turbulências face à quais atuaria sua (em nós) vontade de perseveração. O segundo véu-equívoco é de que só terão o privilégio deste suposto destino da vida aqueles que entregarem as rédeas da pulsão a Deus (ou seus substitutos na modernidade), os quais para merecê-lo terão que submeter-se às ordens da Igreja (ou de seus substitutos na modernidade). Não há mais tempo a perder com nossa nefasta submissão a tais ideias, próprias da redução do pensamento à esfera macropolítica. Impõe-se a nós a exigência de nos livrarmos deste reducionismo na condução de nossas estratégias de resistência, expandindo-as de modo a englobarem a esfera micropolítica. Esta é a condição para ativarmos a imaginação criadora a fim de que oriente o desejo na direção de ações efetivamente transfiguradoras.


* Com agradecimentos a Josy Panão, Paul Preciado, Pedro Taam, Maria Alves de Lima, Rolf Abderhalden e Tício Escobar pelos ricos aportes trazidos em sua cuidadosa leitura deste texto e a todos aqueles que tem se dedicado a decifrar a nova modalidade de golpe e de poder do capitalismo contemporâneo.

 

Fuente: outraspalavras

Impresiones de una visita a Brasil // Toni Negri

Traducción: Decio Machado

Como pensador, Toni Negri ha desarrollado nuevas interpretaciones sobre las actuales configuraciones de poder y estructura de las sociedades. A los 83 años, se ha convertido en referencia para análisis de fenómenos bastantes actuales, que van desde el ascenso de un nuevo tipo de derechas, más agresiva y sofisticada, hasta las nuevas movilizaciones de resistencia, tales como el movimiento Occupy, en los Estados Unidos, o los levantamientos de la Primavera Árabe o las mismísimas movilizaciones de junio de 2013 en Brasil. Entre las ideas que defiende está el que las formas tradicionales de organización política, como partidos y sindicatos, perdieron importancia en un escenario complejo marcado por alteraciones estructurales de la producción y la división del trabajo en las metrópolis. Es en las calles que surge la resistencia más activa a las nuevas ofensivas capitalistas de privatización de bienes comunes, cuerpos y afectividades. Entender como se da el fenómeno de saber lidiar con una diversidad de multitudes y sus demandas es fundamental para enfrentar la onda conservadora que golpea en la actualidad al planeta y reorganizar la resistencia en favor de una sociedad más democrática y justa. Es desde ese prima que Negri hace su lectura sobre la crisis institucional que abate a Brasil. Él estuvo en Sao Paulo en octubre de 2016, invitado por la editorial Autonomía Literaria e FFLCH-USP, teniendo la oportunidad de conocer y conversar con integrantes de diferentes corrientes de la izquierda y de movimientos sociales, además de académicos, estudiantes y activistas. En este artículo, comparte sus dudas y conclusiones tras la visita.

En el viaje de trabajo realizado a Brasil encontré políticos e intelectuales brasileños y, ante estos, hice algunos cuestionamientos, recibiendo respuestas distintas, y a veces contradictorias, sobre la crisis institucional en curso y sobre la derrota del PT (inicialmente en el ámbito parlamentario y, por último, en las elecciones municipales). A partir de las respuestas a estas cuestiones, paso a hacer algunas conclusiones provisorias. Mis interlocutores eran personas de la izquierda, de una izquierda brasileña hoy muy fragmentada. Primera pregunta: ¿por qué el PT reprimió las luchas modelo Ocuppy de 2013-2014 al punto de desvirtuar su significado y permitir que la derecha lograse la hegemonía sobre ellas? La respuesta que recibí de los políticos del PT fue unívoca y terriblemente decepcionante. Por parte de todos, este es un punto realmente grave, por parte de todos sin ninguna excepción y sin arrepentimiento alguno (incluso en muchas ocasiones con el embarazo de la mentira), obtuve una sola respuesta: esos movimientos amenazaban desde su inicio nuestra gobernabilidad. No voy a considerar comentarios sin sentido, como cuando alguien dice que las luchas de 2013 habían sido impulsadas por la CIA, y esto no solo en Brasil, sino también durante ese mismo ciclo en Estambul o El Cairo… Es evidente que, a partir de estas aseveraciones, sin duda insensatas, podemos concluir que el PT ya tenía una deteriorada relación con las poblaciones urbanas, que, inmersa en la crisis económica del país y golpeadas por la inflexión neoliberal de las políticas de Dilma, pedían desde 2013 al gobierno y al municipio un cambio de línea.

La segunda pregunta fue: ¿por qué tantos jóvenes negros continúan muriendo? No me dieron respuestas a esta cuestión. Como siempre que visito Brasil, esto se mantiene silenciado. La incomprensión de esta situación, la falta de voluntad de asumirla como problema fundamental, fue determinante en la impotencia del PT. No lo digo encontrarle solución, sino simplemente enfrentar el problema, por ejemplo, de las «favelas» (más allá de la dinámica del capital inmobiliario), y que ahora precipitó un vacío de relaciones que permitió y facilitó la entrada de la derecha religiosa (y no religiosa) al proletariado negro.

La función de las iglesias evangélicas es infravalorada respecto a su capacidad de organizar los nuevos estratos de clase media dentro y fuera de las «favelas» y esto permitió la penetración ideológica de la derecha y de una propaganda de «valores» totalmente subyugada a propuestas reaccionaras y/o de la restauración de la moralidad conservadora, etc. Probablemente aquí está el eje de uno de los puntos centrales de la crisis del PT, su pérdida de contacto (o de alguna forma de capacidad para reconducirse) respecto al proletariado negro del sistema industrial en crisis (si es que no en disolución) en las periferias de las grandes ciudades (en los estados de Sao Paulo y Minas Gerais, particularmente).

Es al interior de esta ex clase proletaria (dividida ahora entre nueva clase media y multitudes de desempleados y precarizados) que se revela la crisis más fuerte para la izquierda, pues es en estos espacios donde esa izquierda fue anteriormente hegemónica. La pérdida de hegemonía en estos estratos del proletariado urbano es sentido por los cuadros del PT como una traición. Se mira con espanto la emergencia y afirmación de nuevos «cuadros» negros en la derecha. En suma, parece que existe una completa ignorancia respecto a los cambios estructurales en el sistema productivo y en la división del trabajo urbano, al cual hay que agregar el abandono, como veremos, de los estratos proletarios más pobres.

Tercera pregunta: ¿por qué el PT no consiguió dar respuestas al ataque de la derecha (desde 2013) haciendo que reaccionasen las organizaciones de masas ligadas al partido? Aquí las respuestas demuestran que también con las organizaciones tradicionales (la CUT, el MST, etc) la relación ya se había convertido en irrelevantes, o tal vez subsistiese apenas basada con finalidad propagandística. Los sindicatos pasaron a ser corporativistas, adquiriendo los mismo problemas que existen en Europa ante la ofensiva «emprendedora» del empresariado financiero; el MST se vio también frustrado por la negativa o la lenta y contradictoria manera en que se emprendieron las expropiaciones de tierra (como consecuencia, se enraizó un sordo resentimiento respecto a un gobierno que a su vez no podía dejar de lado con el fin de no quedar sujeto al contra ataque de las fuerzas del latifundismo agrario). Sindicatos industriales y rurales se convirtieron en mecanismo de control político y, posiblemente, hasta de represión. ¿Cómo pedirles a estos actores una reacción organizada frente al predominio de la derecha? Y más allá de lo anterior, qué decir respecto de los movimientos sociales y el pueblo, si estos también habían sido duramente reprimidos.

La ofensiva de la derecha

Probablemente es aquí donde consigamos entender la conquista de la hegemonía por parte de la nueva derecha en las protestas urbanas, algo que sucedía por primera vez desde 2014, consiguiendo movilizar a centenas de miles de personas en medio de la ausencia de cualquier tipo de respuesta antagónica. El elemento que incendia y permite a la derecha el protagonismo en las calles está ligado a la campaña contra la corrupción que, de forma conjunta, accionan también contra el PT el poder judicial y los grandes medios de comunicación, leyendo a la perfección («la tempestad perfecta») el momento de crisis de relacionamiento entre el partido y la masa. El modelo utilizado para el ataque contra el PT por parte del poder judicial y los grandes mass media es exactamente el mismo que el que ya se había dado en la operación Manos Limpias (el juez Moro, que representa el eje de las iniciativas judiciales, ya había escrito y teorizado al respecto).

Dos breves reflexiones sobre esto: la corrupción de buena parte de las élites del PT surge, inicialmente, de la necesidad de equilibrar la «mayoría» en el parlamento brasileño, donde el PT nunca obtuvo mayoría; y posteriormente se amplifica, debido al usual apetito derivado del hábito de la corrupción política respecto al enriquecimiento personal de muchos cuadros del partido. Con todo, se trata de una corrupción generalizada en el sistema político brasileño: la fuerza y la astucia de la derecha (y del sistema jurídico/mediático) fue lanzar estas denuncias sobre el gobierno del PT. Parece que ahora, más allá del desastre del PT, la magistratura está redirigiendo sus acciones también contra sectores de la derecha, sin aún ejercer la misma eficacia terrorista que se produjo en relación al PT.

Continúan dos preguntas más. La primera: ¿por qué con tres presidencias el PT no se impulsó una reforma constitucional que garantizase la gobernabilidad sin necesidad de corromperse? Y en segundo lugar: ¿por qué en aquel mismo momento no se construyó un sistema de comunicación/media que permitiese al PT por lo menos alguna defensa contra los dinosaurios mediáticos (Globo, Folha, etc) de ese país? En la primera pregunta obtuve respuestas ambiguas y confusas. Para algunos, no era posible reformar la Constitución de un país que no hacía mucho había salido de un largo paréntesis dictatorial. Consecuentemente, la idea de gobernar por medio de ejercer la corrupción, es decir, retornando al hábito de la derecha, no les parecía perturbador para el proyecto del PT. Un sistema constitucional en que el presidente es electo con 60% de los votos -tales son los números de Lula-, en una república federal semi presidencialista en que el Congreso y el Senado no alcanzan -en un sistema electoral casi proporcional- nunca la mayoría (presidencia) necesaria para el funcionamiento legislativo y ejecutivo, es un monstruo constitucional, condenado a la inestabilidad y al negociados continuo.

Respecto a la cuestión mediática, muchos de mis interlocutores fueron menos reticentes. Me pareció entender que hubo, desde el inicio de los gobiernos del PT, un acuerdo tácito de fair play con los conglomerados mediáticos: ningún ataque sobre ellos por parte del gobierno y recíproca lealtad por parte de los media. Ese acuerdo se rompió en el momento en que la derecha conquistó las calles y la capacidad de expresar una oposición de perfil orgánico. No pretendo con esto imputar a la ingenuidad del PT la responsabilidad por la caída del gobierno, del deterioro de su acumulado y sobre todo de la pérdida de su hegemonía. El problema está, evidentemente, en otra parte, concretamente en la incapacidad política de resistir la ofensiva neoliberal, de abrir una respuesta multitudinaria (como aquella protagonizada en 2013 por parte de los movimientos urbanos), pero sin lugar a dudas, esas ingenuidades, que se convirtieron en estructurales, también ayudaron a la caída.

Crisis económica y clase media

Una nueva cuestión: ¿por qué la crisis económica mundial fue percibida con tal violencia en Brasil al punto de convertirse en algo incontrolable, es decir, controlable solamente mediante herramientas neoliberales? Aquí la respuesta fue más precisa. Tenemos documentos del PT que ilustran esta situación. Dicen: ganamos las elecciones presidenciales de 2014 con una campaña de izquierdas (yo incorporo: intentando retomar el contacto con los movimientos reprimidos en 2013), pero Dilma, apenas reelecta, invierte su política, intimidada por la fuerza de la crisis y de la recesión. Adopta las medidas macroeconómicas energéticas, expone sus nervios a las fuerzas financieras globales y de ellas proviene una dura reacción.

Me ahorraré aquí la historia de lo que continuó, pues no es nada que vaya más allá de los acontecimientos, es decir, la formación de un bloque de oposición que ve al partido tradicionalmente aliado al PT (el PMDB) convertir de súbito su línea política en términos neoliberales; una tentativa de Dilma de corregir la línea política… inmediatamente rota posteriormente. Es como decir que la tortilla neoliberal fue tímidamente catada por el PT, pero no le cayó bien, sin embargo, acabó impuesta en nuestra dieta alimenticia fruto de un «golpe de Estado». Una derecha ahora capaz, esta es su novedad, de identificar políticas financieras en el escenario global y privilegiar medidas que simplemente favorezcan a los ricos, como hacían tradicionalmente.

Pero que triste es escuchar a personas que fueron militantes, marxistas, compañeros de movimiento, interpretar todo en términos de equilibrio gubernamental y parlamentario cuando perdieron la oportunidad de relanzar una acción de izquierda y renovar el propio partido, pues reprimieron las luchas de 2013. Cabe señalar además, que en 2008 algunos de ellos consideraban que habían, ante la crisis, construido suficientes barreras de defensa. En realidad se trató de una ilusión. Pero de lo que sí estaban sinceramente convencidos es de que habían creado un ciclo independiente (1) (2) del comando financiero del Norte, un ciclo financiado por el petróleo y defendido por las alianzas políticas de los BRICS.

Otra cuestión: ¿qué es de esta bendita «clase media» que las políticas del PT en el gobierno impulsaron y que -incomprendidas- habrían cometido este parricidio? Para algunos del PT, 2013 fue un delito que el pueblo cometió contra sí mismo y en suma, contra el poder popular. Algo así como si una bestia inmunda se hubiese revelado… y enrabietado. Es extraño como la incomprensión política de las necesidades de «contrapoderes» activos en la sociedad puede revelarse letal para las fuerzas de la vieja izquierda que se volvieron socialdemócratas. Existe una total incomprensión sobre la acción de las minorías de las multitudes activas. Hablando con ex-funcionarios de la Alcaldía de Sao Paulo -ya girado hacia la derecha la institucionalidad local tras las elecciones seccionales- que provocaran accidentalmente los procesos de lucha de 2013 al negarse a reducir el precio de los transportes, mi percepción sobre la incapacidad de comprender los mecanismos elementales de poder por parte de esos burócratas quedó mas que confirmada.

Ellos tienen en la mente una doble ilusión: que la legitimidad de las luchas no puede ir más allá de la fábrica y que las luchas sociales son antidemocráticas. Todo tecnócrata entiende perfectamente que la metrópoli es, a estas alturas, el mecanismo central de acumulación capitalista, y que a partir de ella ocurren los procesos de extracción de plusvalía, pero no quieren entender que la fuerza de trabajo urbana debe ser por ese motivo, de alguna forma reconocida y eventualmente recompensada -que aquel «común» urbano debe ser explorado y de alguna forma «remunerado» (por ejemplo, por medio de la gratuidad en el transporte en una ciudad de 18 millones de habitantes, con una extensión y con un caos que vuelven la movilidad en una ardua tarea)-.

Con todo, no hay una respuesta precisa a como definir esta «fantasmagórica» nueva clase media. Sociológicamente, eso es lo que ya habíamos notado, se trata de una clase trabajadora que evolucionó en nuevas formas de composición cognitiva y urbana, ahora golpeada por la crisis y por las políticas neoliberales: ella defiende conquistas que creía haber adquirido y se rebela contra una situación miserable que considera inaceptable. Políticamente, esa multitud urbana es la clase productiva que quiere ser reconocida como tal. Los movimientos representan una especie de introducción a la política y esbozan una aproximación al poder, una tentativa de ejercicio de contrapoder. En consecuencia, el fracaso de las acciones de los movimientos que deviene de la represión impuesta contra estos, impide cualquier posibilidad de recuperación y mediación en el gobierno de la ciudad: abre camino con la reivindicación y acciones basadas en el poder de la mediación, mientras la decisión ya no se expresa en la voluntad democrática ni quedan sujetos al control democrático. Sus instrumentos fueron desconsiderados y/o destruidos. En Sao Paulo, simplemente andando por la ciudad o en algunas periferias de clases medias, la miseria es desbordante: pobres tumbados por las calles -no se sabe si durmiendo o muriendo-, gente pidiendo por todos lados, violencia nocturna, etc. Espectáculos intolerables.

La nueva derecha

Nueva pregunta: ¿cuál es el peso y cual es el juego de los varios componentes de la derecha brasileña (la fascista antigua, la moderna liberal, la nueva derecha militante, el fundamentalismo evangélico, la derecha católica, etc)? Si el elemento determinante de la sublevación reaccionaria fue la clase media en crisis, por qué lo fue y cómo? Les ahorraré los testimonios de algunas personas, integrantes del PT, con las que me tropecé: perseguidos y sometidos a una especie de linchamiento público, por parte de los transeuntes, de conocidos, de tenderos -uno de ellos me relató como fue llamado «comunista» y «ladrón» en la clase ejecutiva de un avión… amenazas y manifestaciones bajo las ventanas de los «petistas», denunciados como enterradores de la nación, la crisis económica les fue imputada… sin olvidar (e indudablemente no debe ser olvidado) que se espera en encarcelamiento de Lula.

Volviendo a lo nuestro: una novedad, por ejemplo, es el hecho de que una derecha agresiva, bélica, se manifiesta hoy por las calles. Desde los tiempos de la caída de la dictadura que algo así no sucedía. La derrota del poder municipal del PT fue masiva en las elecciones de noviembre del 2016; ninguna ciudad fue reconquistada en lugares en que el PT tenía casi monopolio. Entonces, ¿qué es ahora la nueva derecha? En muchos aspectos, es algo todavía indefinible; al momento, es una fuerza indistinta, ferozmente anti-PT, muchas veces antisindicatos… los elementos ideológicos clásicos del neoliberalismo la atraviesan. Acepta las pesadísimas operaciones que el nuevo gobierno decidió de forma inmediata a la llegada al poder: rigor presupuestario, flexibilización del mercado de trabajo y, sobre todo, la decisión de limitar -constitucionalmente- por veinte años la progresión del gasto público al ritmo de la inflación (idéntica operación hecha por Macri en Argentina). El déficit en el sistema de pensiones justificaría, por otra parte, el hecho de fijar en 65 años de edad el límite del retiro, hasta entonces tasado en los 35 años de contribuciones de servicio. Estado mínimo, privatizaciones, etc, constituyen una perspectiva próxima.

¿Podrá de esta manera mantenerse por mucho tiempo o esta derecha también está destinada a disolverse? Sobre esto las opiniones son distintas, el debate está abierto, pero es evidente que estamos ante un nuevo ciclo. Brasil es un país potencialmente riquísimo, pero su estructura social es tal vez más injusta (casi absurda) que la de otros países con análogo potencial. Una derecha que mantenga intactas las actuales condiciones sociales es impensable: el tiempo de estancia del PT en el poder, en este sentido, marcó una viraje decisivo. Para la derecha, mantenerse en el poder puede significar desorganizar las estructuras democráticas del Estado. Hay algo de patético en mis interlocutores del PT, cuando los reprendí por el comportamiento durante los movimientos de 2013-2014: «pero es que nosotros defendemos el Estado de Derecho». Pero ya no era más defendible, esto es lo que ellos no entendieron, mejor apostar por los contrapoderes de los pobres que ser aplastado por la contra revolución y la desorganización autoritaria del Estado de Derecho que la derecha no puede dejar de hacer. ¿Qué es entonces la derecha? Es una nueva máquina de poder que no podrá hacer otra cosa más que consolidar, en formas autoritarias, el control financiero sobre el desarrollo del país. Más allá de esto, a este tronco se injerta una derecha racista, blanca y oligárquica que, desde siempre, aún cuando no dominó políticamente, impuso en Brasil su voluntad. Teniendo presente este dato, es impensable en Brasil cualquier slogan del tipo indignados que equipare derecha e izquierda. En Brasil, se anticipó Trump.

El futuro del PT

Aquí surge una última pregunta: ¿Que queda del partido (PT)? ¿Por qué no se produce un relevo de cuadros, un rejuvenecimiento del partido? ¿Por qué se reveló un cuerpo blandengue contra el cual la empuje del enemigo fue fácil y su estocada profunda? Mi opinión es que el PT no conseguirá volver a ser una fuerza hegemónica. Por mejor que sea a partir de ahora, se convertirá en uno de los pequeños partidos de izquierda que pululan en el escenario brasileño.

Distinto es el parecer de algunos de los dirigentes del PT, cosa poco relevante dada la inteligencia estratégica que continúan expresando. Según ellos, el partido debe renacer y es interesante la forma en que imaginan dicho renacimiento. Debe volver al pasado, es decir, renacer como movimiento. Un movimiento horizontal que se presente en todas los estratos de la sociedad donde se trabaja y se es explotado. Sin embargo, laa situación cambio completamente desde que el partido nació, y los procesos de explotación se extendieron sobre toda la sociedad: es a partir de ahí, entonces, que se debe accionar. Y mientras tanto, junto a la movilización social, entienden que la verticalidad de una organización es necesaria. Brasil es un continente; una acción reformadora no puede avanzar si no es por medio de un gobierno, una verticalidad mediadora que sepa colocarse a la altura de aquello que exige el país y de la tremenda complejidad de las cuestiones y desafíos que aparecen. Es por ello que estos reivindican nuevamente el hecho de que han conducido una política cualificada, hacia la revolución interna del Brasil, por haber comprendido la necesidad de una unidad continental de América Latina y por haber iniciado una alianza política intercontinental con los BRICS.

Representación horizontal, unidad continental, conexión con los países del hemisferio sur contra el capitalismo financiero: para ellos, todavía es este el cuadro en el cual renacerá el partido. ¿Qué quiere decir todo esto? El hecho de los que dirigentes no quieran discutir los eventos de 2013 y que los atribuyan a la CIA es algo bastante cómico, como ya dije anteriormente. Es necesario, aún así, admitir que en quince años esas personas transformaron Brasil y sacaron a 50 millones de personas de la pobreza. En fin, se hace necesario admitir que el PT sucumbió a su propio éxito. En realidad, lo que es diferente en la experiencia brasileña respecto a otros países, es el hecho de que la dirección del partido PT fue derrotada por la clase media que se había emancipado de una condición subalterna y que había sido construida sobre las cenizas de una clase trabajadora ya envejecida. Más que una derrota política, lo que está sucediendo en Brasil parece ser para la vieja dirección una némesis antropológica, y tal vez hasta lo sea. Es irrebatible también el hecho de que aquellas nuevas generaciones, que pudieron representar un fuerte avance en la revolución brasileña, se volvieran en lugar de eso, presas de la ofensiva de la derecha neoliberal. No se, por tanto, que sucederá con el PT. En todo caso, descarto que pueda volver a ser de nuevo aquello que fue en su momento más feliz, una fuerza capaz de ejercer hegemonía. De todas formas, no es cuestión de botar todo al tacho de la basura como insisten algunos: hay todavía mucha vida alrededor de ese partido y cualquier movimiento que quiera asumir la tarea de reconstruir una hegemonía debe tener esto presente.

Aquí se debe agregar una defensa explícita del Lula «revolucionario» y también una lectura no irrisoria de su papel como estadista. Si de hecho es inaceptable que él tenga considerado las manifestaciones de 2013-2014 como promovidas por la CIA, sin duda la iniciativa de Lula en el terreno latinoamericano e internacional para garantizar los fondos internos y el desarrollo externo del proyecto petista dañó, si no es que en parte rompió, la tela de araña construida por el comando financiero global y tal vez haya incluso insinuado una forma de acercarse a su control: construir unidades continentales homogéneas a partir de las cuales se pueda ejercitar resistencia y redefinir el poder sobre el territorio global. Quien no tenga presente esos presupuestos no comprende como el modelo y proceso de inserción de Brasil y de América Latina en el sistema global (la condición GlobAL(3)) ha avanzado. Lula intentó un camino de ruptura: unidad continental latinoamericana, apertura -con tonalidad no sólo táctica- a los BRICS, con particular interés con los más «sucios»: África del Sur, India, y sobre todo, Irán. Esta intuición de Lula (permitan que exprese mi respeto por su inteligencia revolucionaria) es leninista.

Esa es una razón más para insistir sobre el hecho de que una alternativa al PT, más allá de desarrollarse en el terreno de clase y de abrirse a la comprensión de la cuestión racial en los procesos organizativos, necesita recoger del PT aquella intuición política global (más allá de las payasadas populistas del bolivarianismo y en ruptura con el reflujo nacionalista del progresismo andino).

La reconstrucción de la izquierda

¿Movimientos de reconstrucción? No se si existen, y tampoco se si están en marcha nuevas experiencias organizativas que tengan futuro. Es cierto, en todo caso, que existe la sensación generalizada en Brasil de que hay algo nuevo en el ambiente -contrario e irreductible ante la derecha neoliberal y racista-. Es algo nuevo que va más allá de la expectativa de una crisis interna en el formato neoliberal del gobierno, suponiendo que las acciones judiciales puedan ahora generarles daños a la derecha. De todas formas, no creo mucho que algo nuevo pueda surgir de forma tan rápida. También en Brasil el ciclo neoliberal está distante de su conclusión, pero es evidente que el «golpe de Estado», más allá de golpear al PT, golpeó al sistema y a la Constitución de 1988, violentándola, lo que tal vez haya bloqueado las articulaciones y las capacidades de mediación del poder. Es aquí, por tanto, que me parece posible tener en cuenta los encuentros con los compañeros de los movimientos, atentos a la actual fase de crisis. Fueron ellos, al fin y al cabo, los que me indicaran las lineas de recomposición y de programa para reconstruir una fuerza antagonista.

He aquí los puntos más importante que obtuve para ello:

1.        La denuncia de la violencia de la policía y del Estado. Una violencia que no se dirige solamente contra la población negra, sino contra cualquier iniciativa social. Violencia institucional, una situación en que el estado de excepción se volvió norma. Deviene de una matriz colonial en la cual la normalidad de la violencia esclavista y colonialista es mantenida y desarrollada por las instituciones del Estado. En este punto, la atención unánime se concentra en el desarrollo de estrategias de resistencia que permitan evitar las condiciones de excepcionalidad sufridas. Emerge aquí una características del debate autónomo brasileño en el cual, dentro de las calificaciones de formas de lucha y de programa, la demanda por la construcción de una «política del deseo» se vuelve central. Entiéndase así las acciones políticas en las que prevalecen componente del deseo, formas de adición en las cuales los puntos motores son los aspectos creativos de hacer política. ¿Pacifismo contra la policía? Evidentemente no, pero creaciones alegres de formas de resistencia contra la violencia y la brutalidad ciega del poder son necesarias. Compréndese así porque Félix Guattari es aún tan citado en Brasil.

2.        Las luchas en curso, sobre todo en las escuelas secundarias. Luchas que engloban gran parte de estas instituciones en Sao Paulo y que también se transmitieron al estado de Paraná. Son luchas por el financiamiento público de la escuela y por la autonomía en la enseñanza. Luchas largas, ocupaciones que duran meses, conducidas por chicos y chicas y apoyadas por las familias. Esas luchas por las escuelas se unen, con bastante frecuencia, luchas de estilo argentino, parte de los movimientos feministas, juntos contra la violencia sexual y contra la violencia sobre la reproducción (reivindicaciones: garantía de ingresos, trabajo doméstico remunerado, etc). En toda la América Latina, siguen, tras la derrota de los gobiernos progresistas, sobre todo las luchas en las escuelas y las luchas conducidas por las mujeres. Se trata de nuevos frentes sociales, centrales para la lucha de clases. El conocimiento y la reproducción constituyen, de hecho, en los espacios en el que el capital debe dominar, formas directas de emergencia de un tejido biopolítico sobre el cual se da una confrontación de clase. Es allí que se abren nuevos espacios sociales de lucha anticapitalista.

3.        Y después de la lucha la población negra, principalmente contra la masacre de los inocentes, es decir, la carnicería continua de jóvenes en las periferias de las favelas. Pero la cuestión racial no emerge solamente en relación al genocidio de la juventud negra. La cuestión racial se da en todas las partes de la sociedad brasileña, construyéndose «la excepción» sobre la cual se funda la «constitución material» del país. También la cuestión de la pobreza está completamente ligada a la dimensión racial-esclavista de la sociedad brasileña. No se puede aseverar que en Brasil existe una democracia plena sin que la cuestión racial sea resuelta. Las luchas de los negros y negras constituyen, por lo tanto, la verdadera sublevación de la sociedad brasileña. Discutí con jóvenes compañeros y viejos activistas negros esta que es su conclusión: sin la dirección de una fuerza militante negra, será imposible construir cualquier forma de organización autónoma en Brasil, así como cualquier tipo de vuelta a lógicas políticas de liberación.

4.        Las principales fuerzas que hoy se mueven en el terreno social en Sao Paulo, particularmente el movimiento contra la tarifa de los transportes urbanos y el «movimiento de los sin techo», conducen a una discusión sobre un terreno instantáneamente político. Esos movimientos, protagonistas de las luchas de 2013-2014, el primero por haberla iniciado, el segundo por haberse sumado con las fuerzas de decenas de millares de familias «sin techo», son también los que tienen una consistencia numérica (cuadros de organización) y un respaldo importante de la masa. Son fuerzas que producen programa político en la ciudad y que, de una forma nueva, constituyen contrapoderes sociales en el ámbito urbano. En la discusión con esos compañeros, el tema de lo «común» es central, tornándose evidente de manera inmediata -tal y como es- por las luchas contra las tarifas del transporte y también por la vivienda. El «común» puede ser traducido -dicen esos compañeros- en objetivos inmediatamente viables. Además de eso, el debate destacó la importancia de una «huelga general» como forma de lucha que puede unificar las fuerzas que se agitan en el contexto metropolitano. Falta el hecho de que las grandes movilizaciones de masas (y pacíficas) son todavía consideradas como un arma fundamental.

5.        ¿Qué hacer? La conclusión de muchos de estos compañeros de movimiento está basado en el hecho de que el PT se tornó en una «izquierda blanca», pálida en relación a la cuestión racial y blandengue para confrontar a las políticas neoliberales. El partido perdió la relación con la sociedad y no podrá ya ser una locomotora para el desarrollo político. Hay, entonces, que encontrar fuerzas políticas y construir una nueva organización social y política partiendo de los movimientos. La autonomía de los movimientos es ahora fundamental para comenzar una nueva temporada política.

¿Y cómo? El punto central -como fue visto- será conjugar el (proyecto del) común como tema unificador de luchas. La «renta universal no condicionada biopolítica» es, en este cuadro, la trama sobre la cual pueden desarrollarse el discurso político y la movilización de defensa de la «bolsa familia» y hasta la gratuidad del transporte urbano. Siempre desde ese mismo cuadro, deben ser también destacados otros tres campos de lucha: 1) intervención sobre escuela y conocimiento; 2) sobre el trabajo de reproducción (particularmente el femenino); 3) sobre la cuestión racial y la pobreza. La primera intervención sobre escuela y conocimiento es central en la actual fase de acumulación capitalista en el territorio cognitivo. No es por casualidad que la escuela se convirtió en uno de los puntos centrales de construcción de las nuevas legitimidades neoliberales. Es por ello que las luchas en curso en el terreno de la escuela son estratégicas y en ellas se pueden construir nuevas vanguardias. Pero el discurso puede alargarse y probablemente es desde este punto de vista -el de la crítica y la intervención sobre el conocimiento- que el tema de la nueva clase media podría ser enfrentado -porque es aquí, dentro de esta composición social y productiva, que el conocimiento es, sobre todo, explorado-. La clase de trabajo intelectual y de servicios ya constituye -también en Brasil- la medida social y sobre todo es de ahí de donde se extrae la plusvalía. Respecto a las luchas sobre la reproducción, la iniciativa argentina me parece resonar también en Brasil como perspectiva para el movimiento. En lo que tiene que ver con la cuestión racial y los temas de pobreza, ya nos pronunciamos. Partiendo de Sao Paulo, tal vez  se pudiese impulsar un movimiento que convine esas diversas aunque divergentes líneas de acción. Esto fue lo que aparentemente pude comprender al interrogar a los movimientos autónomos de Sao Paulo.

[fuente: https://www.aldhea.org/]

Notas:

1 Disponible en: http://www.consuladodebolivia.com.ar/2016/05/29/disertacion-del-vicepresidente-bolivia-alvaro-garcia-linera-la-universidad-buenos-aires

2 A propósito, ver entrevista concedida por Marco Aurélio Garcia al períodico Página 12:https://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-112803-2008-10-05.html

3 Sobre el tema, ver libro de Toni Negri Glob(AL): biopoder e luta em uma América Latina globalizada, publicado no Brasil em 2005 pela editora Record. (Nota da Edição)

4 Disponible en: http://rosaluxspba.org/a-multidao-de-negri-o-bem-viver-de-acosta-e-um-arabe-no-centro

 

«El movimiento plebeyo, huyendo y no huyendo, crea valor, crea ciudad, crea barrio, crea formas de amar, crea estéticas, crea lenguajes, crea afectos, crea códigos, crea belleza, y el capital lo que hace es explotar eso» // Diego Sztulwark conversa con Paradigma, Radio Eterogenia

Conversación con Diego Sztulwark Paradigma nº 003 – Año II – 2018 – Jueves 22 de marzo Radio Eterogenia

Paradigma: Lobo Suelto publicó un artículo de Diego Sztulwark donde dice que “las derechas desean ser simples por dos razones: porque se ofrecen para canalizar frustraciones sobre la vida colectiva en el mundo neoliberal y porque aspiran a hacerlo por la vía de la comunicación”. Hoy charlaremos con Diego, y veremos cómo nos ayuda a salir de esa simplicidad. Nos parece que quizás tenemos reacciones, respuestas o resistencias un poco no correlativas con lo que es este avance y esta mutación. Diego nos propone pensar sobre esta mutación con respecto a los modelos desde los cuales nosotros tratamos de pensar o asimilar lo que está pasando con el gobierno de la alianza Cambiemos en este momento. Entonces, esos modelos -la dictadura, el menemismo- nos resultan insuficientes para poder entenderlo.

Hola, Diego.

Diego Sztulwark: ¿Qué tal? ¿Cómo están?

Paradigma: Muy contentas por retomar estas columnas en nuestra radio, y hablábamos un poco sobre cómo, gracias a varios artículos y entrevistas -en Clinämen y Lobo Suelto-, nos ayudas a actualizar nuestros mapas, a ver con mayor precisión lo que significa la mutación de estas derechas o proyectos reaccionarios y, en ese sentido, nos interesa tu enfoque del modo comunicativo que propone la derecha visto como una simplicidad o una simplificación. Nos preguntamos entonces si nuestras reacciones, o desde los lugares que estamos resistiendo o proponiendo algo alternativo, no tienen también el defecto de un cierto reduccionismo, de una simplificación, como por ejemplo responder a todo desde el paradigma de la inclusión. No sé si por ahí podemos entrar un poco a la charla.

Diego Sztulwark: Pienso que cambió mucho el panorama político en los últimos años y tal vez nos cueste organizar de nuestro lado (no sé exactamente quiénes seremos “nosotros”, pero digámoslo así para hablar rápido), del lado de aquellos que no habíamos estado cómodos durante el kirchnerismo porque veíamos que muchas de las cosas que ocurrían en ese período estaban muy por debajo de nuestras expectativas, y también muy por debajo de lo que habíamos entrevisto como posibilidad en la insurrección del 2001, ver cómo, en definitiva, lo que gobierna con el macrismo en este momento es lo peor de lo peor. Se trata del grueso bloque de clase dominante de la Argentina, de una alianza bastante compleja entre sus distintas facciones.

Esto se nos mezcla por momentos; no terminamos de hacer la crítica del kirchnerismo y ya tenemos que pensar en una crítica mucho más radical al macrismo, una crítica mucho más frontal y urgente. ¿Cómo acomodar todo esto?

En la época del kirchnerismo era muy importante demostrar que lo que se llamaba “inclusión social” era en realidad una inclusión muy parcial. Se trataba de una inclusión al interior de la economía política tal como la ideaba el neoliberalismo, a pesar de la voluntad del Estado de intervenir, a pesar de la voluntad política de poner condiciones a ciertos grupos de poder, a pesar de los avances en algunas políticas y de la retórica de los derechos sociales y los avances sobre todo en derechos humanos. Es decir, era una política que podíamos discutir muchísimo pero que tendía a reconocer, al menos parcialmente, algunas demandas sociales históricas que muchos sectores populares reivindicaban en ese momento. Nada de eso ocurre con el macrismo.

El problema que afrontamos con el macrismo es el del déjà vu: tendemos a reaccionar frente a él como si fuese un monstruo conocido, es decir, como si fuese la dictadura, como si fuera el menemismo. Y no es lo mismo.

Me parece que este último año fue muy complejo y nos hemos dedicado en buena medida a registrar eso que el historiador Enzo Traverso llama “las nuevas caras de la derecha”, es decir, el fenómeno nuevo de una derecha que por primera vez –pensando en la Argentina-, en prácticamente un siglo, se vuelve capaz de ganar elecciones. Es una derecha taquillera, que tiene sus seguidores y que convence a una parte de la población. Ya no es el golpe de Estado militar ni es el partido militar, es otra cosa.

Por otro lado, la alianza de gobierno ha mostrado una voluntad sanguinaria de disciplinamiento social, como lo muestra lo ocurrido con Santiago Maldonado, del cual hemos hablado muchísimo el año pasado (y creo que hay que seguir hablando muchísimo), pero también el posterior e infame asesinato por la espalda de Rafael Nahuel. Son dos caras o aspectos simultáneos de esta derecha, historiacamente reaccionaria y al mismo tiempo capaz de renovarse en ciertos aspectos. En el momento en que la derecha mata reconocemos algo que viene de muy lejos. Lo novedoso es el modo en que ahora hace política y suscita consenso con esos muertos. Hemos visto a la Ministra de Segurda reivindicar abiertamente una “nueva doctrina” de seguridad que consiste en el hecho de que las fuerzas armadas del orden poseen desde ahora la razón a priori cada vez que aprietan el gatillo. Esa doctrina postula que los cuerpos de seguridad del Estado están formados por funcionarios que se supone que ponen todo su empeño en custodiar una cierta idea del país fundada en la propiedad privada concertada. Esa doctrina, la doctrina Chocobar, que de un modo u otro está activa desde hace demasiado tiempo, fue reforzada y oficializada, seguida de una la serie de asesinatos policiales de chicos y chicas en todos los lugares del país. Matan y después gozan del apoyo oficial.

Entonces, enfrentamos una situación de una complejidad muy grande. Por un lado, está Cambiemos como fenómeno de innovación política, capaz de interpretar corrientes profundas de la sociedad argentina -como explica muy bien José Natanson en su libro ¿Por qué?, que trabaja un poco este rasgo de nueva derecha o derecha democrática, en el sentido de que gana elecciones e intenta pensar las nuevas singularidades-, pero también hay que pensar lo que esta derecha mantiene de su proyecto histórico consistente en disciplinar el movimiento social, el movimiento popular, en función de las exigencias inmediatas de los negocios, una derecha que no ha dudado nunca en masacrar en nombre de la propiedad. Esto da como resultado un mixto bastante extraño y bastante nuevo, hecho de continuidades y de discontinuidades, que tenemos que poder pensar. Contiene aspectos muy tradicionales que están relacionados con lo que inspiró el programa económico y el programa ordenancista de la dictadura y, al mismo tiempo, es capaz de adaptarse al mundo de las subjetividades flexibles que promueve la antropologia neoliberal cuando postula la libertad del individuo, una ética new age, mucha preocupación en el manejo de las redes sociales, en la opinión y en comunicación, es decir, muy aliados a fenómenos de esta época. Creo que tenemos que afinar una caracterización que sea capaz de comprender las dos cosas de manera simultánea.

Paradigma: A partir de tu análisis, lo que enfrenta el macrismo o la alianza Cambiemos ¿tiene que ver con lo que queda vivo de aquello que desde el 2001 se llamó los modos sociales, las corrientes sociales que podríamos denominar plebeyas? ¿Tiene una especial furia por eso? Porque es como si Menem se hubiera ocupado de lo que llamamos, para decirlo rápido, “movimiento obrero” o “gremialismo” que se entendía como la primer afrontera dura para detener el avance del plan de reformas neoliberal. Es como si el macrismo fuera un poco más allá, hacia modos de vida que son alternativos. En línea con este razonamiento ¿qué le pasa al gobierno con respecto al movimiento de mujeres, a #NiUnaMenos u #8M?

Diego Sztulwark: Cuando digo “plebeyismo” me refiero a un movimiento informe, que no refiere a ninguna categoría sociológica previa ni a ningún grupo de clase social específico, sino a esa tendencia callejera e irreverente que sucede a lo largo del siglo XX en la Argentina, y de modo muy particular contundente en octubre 45, en el mayo del 69, o e diciembre del 2001 y ahora con el movimiento de mujeres, y donde también hay que incluir el movimiento de derechos humanos.

El plebeyismo es un movimiento de desborde de la regulación burguesa de la vida, y lo reconocemos por una serie de impulsos o desplazamientos que cuestionan los códigos con que las elites contienen posibilidades de la existencia que van más allá de su propio horizonte. Se trata del aspecto libertario el que muchas veces late como impulso en la vida popular, en ciertos pensamientos, en ciertos textos. No me refiero a movimientos revolucionarios clásicos, ni a fuerzas que puedan suplantar un orden social por otro, sino a resistencias que agrupan elementos de constitución de otra sensibilidad, de otra manera de pensar, de una crítica de la economía, de la crueldad, del militarismo, del clericalismo, del control de los cuerpos. Creo que eso es bien importante.

¿Había algo de eso en 2001? Estoy convencido de que sí. Hay que dejar de pensar un poquito el 2001 de los ahorristas y mirar un poco el 2001 de los piqueteros en los barrios. Estos elementos ya aparecen, por supuesto dentro de otras formas, con otros límites y potencialidades.

¿Es el kirchnerismo un momento plebeyo? Creo que no. Populismo y plebeyismo no son lo mismo. El populismo es una organización desde arriba de lo plebeyo. En todo caso, el peronismo tuvo esa tensión en su interior desde siempre. El libro de Miguel Mazzeo sobre John William Cooke, El hereje, trabaja con mucha claridad esta tensión, la idea de una lucha de clases dentro del peronismo, entre elementos populistas y plebeyos. Lo cierto es que lo plebeyo subsiste pese a las crisis del populismo y es capaz de abrir horizontes propios, como lo vemos estos últimos meses en las calles. Volviendo entonces sobre el kirchnerismo, debiéramos registrar que una cosa es la crítica de muchas de sus políticas, sobre todo la del formato estatalista que se le dio al plebeyismo, la adecuación de lo político a la gestión de la acumulación de capital, y otra cosa es la crítica que le hace la derecha, que refiere justamente al asco y al miedo que les provoca el contacto con lo plebeyo que el kirchnerismo supo tener en determinados momentos. O sea que es probable que la plebe sea un fenómeno en evolución, crecimiento y cualificación de estos elementos que antes enumeramos, y que irrumpe en un momento muy concreto, cuando el sistema político no ofrece en absoluto ninguna otra alternativa que la discursiva al bloque en el poder, en este caso al poder macrista.

Tal vez valga la pena abordar el movimiento de mujeres -contenedor de una cantidad enorme de movimientos y grupos de diferentes identidades o prácticas de lo sexual, lo vital y lo político- como un momento de herencia del legado de lo plebeyo particularmente rico. Esto me parece evidente cuando se percibe la composición del movimiento pero también cuando se repara en el documento que se leyó el 8 de marzo en Plaza de Mayo. Se trata de un programa muy plural y abarcativo que contiene todo un desarrollo, una cartografía muy actual de problemas y de potencias colectivas de este momento. Y de nuevo, el elemento plebeyo aparece como un impulso libertario contra las formas de masculinidad dominantes en el patriarcado; como un desborde del deseo con respecto a cómo el patriarcado define los géneros y la vida amorosa. El elemento plebeyo discute qué es la vida que se da en la economía, en el trabajo, en las casas, en las instituciones. El feminismo popular, vivo en las pibas de los barrios, hereda y recrea esta dinámica libertaria.

Paradigma: Me hace pensar en algunas cosas que trabaja el colectivo Juguetes Perdidos, y algún texto del Diego Valeriano, con respecto a si se puede plantear que esos movimientos plebeyos tienen una cosa como a lo que ellos llaman el raje. A esos movimientos plebeyos se les demanda o se les cuestiona el no tener una organización para oponer o una polarización para enfrentar, sino que es algo que se escapa del orden dominante. Por eso pienso en la cosa del raje, el raje callejero, en ese sentido. ¿Cómo lo ves?

Diego Sztulwark: Si uno se pone a escuchar algunos relatos de pibes y pibas, el “raje” es muy visible, muy constante, y al mismo tiempo inspirador, muy motivador. Al mismo tiempo creo que hay que pensar muy bien el hecho de que este movimiento plebeyo es capaz de operar al interior, de manipular hasta cierto punto desde el interior de las categorías de la dominación. No solamente es raje hacia afuera, también es raje hacia adentro. Durante el kirchnerismo, el movimiento plebeyo se metió adentro de la economía y manoteó todo lo que pudo. Quizás ahora, en plena retracción “gradualista” pase un poco lo mismo. Esta zona que el macrismo llama “emprendedurismo” tiene una cierta zona gris respecto de las economías populares que cuentan con una topología muy ambigua: operan muchas veces dentro del formato neoliberal, empresarial, y por otro lado se trata de “trabajo vivo” –como decía Marx- que hace su experiencia de saber hacer, de plebeyismo social, que está siempre lindando el desborde y actuando de un modo muy pragmático, muy extramoral, “tratando de ver por dónde”.

Esa ambigüedad se roza con otra, aquella que algunos llaman “autonomismo”. Se trata de una ambigüedad respecto del capital. El autonomismo es el mayor crítico, el mayor antagonista, y al mismo tiempo es el que más se le yuxtapone, el que más se le parece puesto que entre ambos hay una zona de contacto, ya que el capitalismo siempre permanece en el intento por comprender cuáles son las formas en las que la sociedad crea valor autónomamente para explotarlo, y el “autonomismo” siempre intenta que esas formas se autonomicen de la regulación del capital. Esto produce un punto de encuentro. Y en ese punto de encuentro, quizás, se juegue eso que estamos llamando lo plebeyo, en torno a las figuras que crean valor y que no son sumisas al mando del capital. Ese es el corazón del asunto. El movimiento plebeyo, huyendo y pervirtiendo el mando que pesa sobre él, crea valor, crea ciudad, crea barrios, crea formas de amar, crea estéticas, crea lenguajes, crea afectos, crea códigos, crea belleza, y el capital lo que hace es intentar explotar eso. Exactamente eso es la lucha de clases: el modo como se montan estructuras de capturas para apropiarse del valor colectivo.

Paradigma: Entonces, cuando desde la lectura del kirchnerismo se imagina que se votó a Macri o al neoliberalismo como a lo contrario o a algo que estuviera en contra de sí mismo, vos decís que eso que propone el kirchnerismo no se lee tan cómodamente.

Diego Sztukwark: Me parece que el kirchnerismo tiene una serie de límites muy claros para comprender lo que ocurrió bajo su gobierno en esa zona de articulación entre economía política y plebeyismo. Es decir, frente a toda esta idea de fomentar el consumo, de incluir al movimiento callejero y plebeyo dentro de la economía política, me parece que no encontramos el modo eficaz de apoyarlo y criticarlo al mismo tiempo: apoyar por lo que tiene de contenido democrático (la inclusión extendida de la población en el consumo) y criticar para evitar las formas de subjetivación más neoliberales y coloniales implícitas en esa inclusión. No se pudo ver hasta qué punto podía haber una cierta continuidad posible entre kirchnerismo y macrismo en la experiencia popular. No es una continuidad total, sino una continuidad parcial e indirecta, nada lineal, es cierto, pero aún así me parece que hay que pensarla.

En la medida en que se decide promover la incorporación del movimiento popular dentro de las economías de mercado, de sus categorías, luego uno no se puede decepcionar ante el hecho de que las estrategias de todas las clases sociales incorporen esa racionalidad neoliberal. Y aún cuando esto sea así, me parece de una insoportable arrogancia ilustrada reprocharle al movimiento popular el no saber leer sus intereses. Es infinitamente más inteligente tratar de entender por qué las racionalidades se orientan a leer ciertas continuidades, ciertas alternativas bajo determinados contextos. No para aceptarlas, no para apoyarlas, pero sí para partir de un piso de sensatez. De otro modo, ¡habría que aceptar como punto de partida la idea miserable de que cierta intelectualidad progresista sabe más sobre la vida de la gente que la gente misma!

Paradigma: Sobre el texto que publicaste sobre la caracterización de la derecha, me interesa pensar lo referido a lo “emprendedor”. Si el kirchnerismo fue una voluntad de inclusión, el macrismo platea la figura del emprendedor . ¿Esa subjetivación del emprendedor pierde la idea de la lucha de clases contra otros, contra un enemigo, y mete una interioridad del emprendedor como una autorrealización? Me parece que hay algo del emprendedurismo en Trump, habla como Kiyosaki, textos que son muy comunes, Padre rico, padre pobre. Es la lógica del emprendedor que es como una pastoral de emprendedurismo, que Macri expresa, pero que es a nivel mundial.

Diego Sztulwark: Sí, quizás haya que partir de lo que fue la derrota del socialismo en 1989. Estamos ante la arrogancia de la unipolaridad neoliberal y la reconfiguración del heroísmo social en términos de emprendedor o empresario. El emprendedor individual que innova como modelo general, es un modelo universal que parece gozar de un prestigio formidable. En este punto vuelvo a lo anterior. Tal vez se trate de poder pensar una zona de ambigüedad donde “empresa” no quiere decir exactamente enajenación, alienación, modelización neoliberal de la vida, sino más bien de aquello que convive con zonas de resistencia.

La reacción popular de los días 18 y 19 de diciembre del año pasado por el proyecto de reforma del sistema jubilatorio, la gente soportando la represión salvaje, los cacerolazos, la crisis política que esto le generó al macrismo durante meses, ¿cómo explicarlo con la hipótesis de que la gente se ha vuelto estúpidamente emprendedora y ya no tiene capacidad crítica ni capacidad de acción colectiva? Quizás haya que pensar que hay emprendedurismo y plebeyismo en simultáneo. Quiero decir que no me pasaría por alto toda una historia de luchas sociales que tienen sus propias líneas de evolución, sus propias líneas de desarrollo, incluso a nivel insurreccional, como ya lo hemos mencionado. Olvidar esta historia, este polo plebeyo, es caer en una mistificación neoliberal de lo popular, puesto que el propio emprendedor, en la medida en que su propia experiencia de la cooperación social entra en contacto con la de la explotacion y la violencia social, con la de la crueldad social, está inscripto en un campo social mucho más complejo que esta mistificación que se hace del mundo liberal de lo emprendedor.

Me pregunto si no es más adecuado pensar a la vez el éxito del capitalismo al ofrecer un código (los llamados “axiomas” por Deleuze y Guattari) de desarrollo para las personas y grupos, y al mismo tiempo los momentos de descodificación, cuando lo plebeyo surge como fuerza social y política. Me parece que esta coexistencia hay que pensarla y remito de vuelta al #8M, donde cientos y cientos de miles de mujeres y chicas de realidades completamente diferentes dicen con todas las letras lo que piensan de este momento del capitalismo argentino, de este momento del poder político argentino. No estamos hablando de un grupo ilustrado, estamos hablando de una composición social bien compleja.

Insisto en que la bibliografía del emprendedurismo es bibliografía no crítica, es bibliografía mistificada. Es eficaz, pero mucho más eficaz sería una bibliografía que pueda combinar la fuerza del emprendedurismo con la fuerza plebeya de la resistencia que la recorre por adentro.

Lula, Guattari y la Revolución Molecular

Fuente: Luis Hessel/El Furgón En el año 1982, el intelectual, psicoanalista y activista francés Felix Guattari (1930-1992) viajó a Brasil y entrevistó a Luiz Inácio Lula da Silva, joven candidato a gobernador del estado de Sao Paulo por el recién conformado Partido Dos Trabalhadores (PT). En medio de la convulsión actual que sacude a Brasil, entre la complicada situación judicial del ex presidente y la posibilidad de una candidatura que lleve nuevamente al PT al poder, recuperamos el diálogo que Guattari mantuvo con un Lula, preocupado entonces por la construcción de un partido de izquierdas alejado de los políticos tradicionales, la burocratización y las decisiones tomadas desde arriba.

La micropolítica tropical

Guattari visitó Brasil en siete oportunidades durante los últimos catorce años de su vida. La primera vez fue en 1979, motivado por las insistentes invitaciones de una antigua colaboradora brasilera: Suely Rolnik. Se conocieron cuando ella se exilió en Europa en los tiempos en que las dictaduras militares desangraban Latinoamérica. Había sido detenida en 1970 mientras estudiaba ciencias sociales y al recobrar su libertad escapó inmediatamente del país. Al llegar a Paris, se diplomó en Filosofía y Sociología en la Universidad de Vincennes. Allí asistió a las clases de filosofía de Gilles Deleuze y a los cursos del antropólogo anarquista Pierre Clastres. También estudió en la carrera de Ciencias humanas clínicas en la Facultad de filosofía de Paris 8, creada después de Mayo de 68′ con una fuerte influencia del psicoanálisis, el esquizoanálisis y de experiencias como La Borde.

Felix Guattari se ligó desde temprana edad al ala más radical del comunismo francés, participó de experiencias alternativas en salud mental como la clínica La Borde, donde desarrolló importantes aportes a la psicoterapia y al análisis institucional, que quedaron plasmados en el libro Psicoanálisis y Transversalidad. En sociedad con el filósofo Gilles Deleuze, a quien conoció durante los días de Mayo de 1968, escribieron obras como El Anti EdipoMil Mesetas y ¿Qué es la filosofía?, entre otras, que se ubicaron entre las más originales del pensamiento contemporáneo. Pero fue para ambos la revuelta del Mayo Francés el hecho que terminó transformando su escritura, su militancia y su vida para siempre. Durante esos días de furia presenció la irrupción de lo que conceptualizó como la “micropolitica”; la capacidad de resistir cotidianamente el poder y sus instituciones, no sólo para cambiar la sociedad sino la vida misma. Era el fin de las creencias en el paradigma bolchevique. El fantasma de la revolución molecular recorría Europa.

¿Qué tenía Brasil para ofrecer al padre del esquizoanálisis? “Cuando llegué aquí la cosa tomó proporciones de una envergadura que no imaginaba. Fui literalmente capturado por todo tipo de grupos. Suely había organizado encuentros con escuelas alternativas, movimientos gays y feministas de varias tendencias, gente interesada en montar radios libres, varios grupos de experiencias alternativas en psiquiatría y grupos del PT preocupados por la cuestión de la autonomía”, recordó.

Guattari encontró en el país sudamericano todo lo que buscaba. En el campo de las ideas, sus trabajos ya eran estudiados gracias a la labor iniciada por el psiquiatra y psicoanalista Gregorio Baremblitt, exiliado argentino, fundador (posteriormente) del Instituto Felix Guattari de la ciudad de Belo Horizonte y a las iniciativas -ediciones, difusión, discusiones dentro de las instituciones universitarias y fuera, creando el movimiento internacional de- que impulsó Suely Rolnik.

Pero lo más importante para él, fue que en el campo de lo político tenía frente a sus narices toda una multiplicidad de nuevos actores, colectivos e identidades transversales que trazaban la cartografía de una nueva izquierda: campesinos sin tierra embanderando la reforma agraria, comunidades eclesiásticas de base, pueblos indígenas, colectivos lésbico-gay, obreros fabriles, artistas, intelectuales y militantes de la anti-psiquiatría.

El encuentro

La entrevista entre Guattari y Lula tuvo lugar el 1° de septiembre de 1982, en una parada de la gira de campaña a gobernador del líder metalúrgico. El encargado de la organización del encuentro fue el historiador Mario Aurelio García -compañero y asesor personal de Lula hasta su repentina muerte en 2017- junto con la psicoanalista Suely Rolnik. Ella fue quien había propuesto a Laymert preparar la entrevista y, tal como ella cuenta, lo hicieron en una bella casa de fin de semana con vista al mar. El reportaje fue también publicado por el PT bajo el nombre “Felix Guattari entrevista Lula”, y posteriormente, formó parte del libro Micropolítica, Cartografías del deseo, de Guattari y Rolnik, del cual extraemos algunos pasajes.

-Guattari: El PT nació del flujo del movimiento de Sao Bernardo, después de que la clase obrera industrial dio pruebas de su capacidad para comprometerse en luchas políticas de envergadura, a las que podrían asociarse el conjunto de los miembros de la clase obrera, así como las clases medias, los intelectuales, etc. Sé que el PT también se preocupa por los intereses de los campesinos; incluso formuló el primer y auténtico programa de reforma agraria de Brasil. Pero ¿acaso el PT no sigue siendo esencialmente un “partido de ciudades”? ¿De qué bases de apoyo dispone en el campo?

-Lula: Yo diría que proporcionalmente el PT es más fuerte en el campo que en las ciudades. Principalmente en el norte y el nordeste del país. La acusación de que sólo éramos un partido de grandes centros urbanos perdió todo su sentido en la medida en que nuestro trabajo en el campo ha conocido un considerable desarrollo. Es un trabajo difícil, que se hace en condiciones financieras terribles, en el que faltan, por ejemplo, medios de locomoción, algo que en un país tan grande como el nuestro es un problema esencial. Creo, sin embargo, que por primera vez en la historia de este país estamos concretando el viejo sueño que la izquierda brasileña nunca logró realizar: la unión de los trabajadores del campo con los de la ciudad.

-El programa económico del PT prevé la reapropiación colectiva de los grandes medios económicos (bancos, complejos industriales) para liberarlos de la dominación de los monopolios nacionales y las multinacionales. ¿Esto no tendrá consecuencias sobre una cierta concepción subyacente de las futuras relaciones entre el Estado, la economía y la sociedad? A tu juicio, ¿qué forma debería tomar esa colectivización? ¿La forma de una nacionalización estatal o la de un proceso más autogestionario?

-Si tuviera que contestar en dos palabras, yo diría que las cosas se orientarían más bien hacia un sistema de estatalización. Pero hay que ser realistas y saber que los procesos de transformación no se realizan porque nosotros lo deseemos, sino en virtud de las fuerzas políticas sobre las cuales se apoyan. Si, en una primera etapa, pudiéramos hacer una nacionalización, ya sería muy importante, pero el objetivo final sigue siendo la estatalización. Pero es preciso que las cosas estén claras: esa estatalización sólo tiene sentido en el marco de un Estado democrático, en el que el pueblo puede gestionar y administrar sus industrias y sus bancos en beneficio de la colectividad, y no en provecho de las burocracias del Estado. Tenemos que ser realistas, las propuestas del PT no pueden ser utópicas; hoy no tenemos siquiera delegados sindicales, ni comisiones de fábrica. Si pudiéramos obtenerlos sería ya un paso decisivo, que podría ser continuado con otras medidas y acercarnos a alguna forma de cogestión, con acceso a la contabilidad de la empresa, con poder de decisión para discutir los proyectos y las inversiones. Luego llegaríamos a una etapa de nacionalización y acumularíamos fuerzas para pasar por fin a la de estatalización. Es como si tuviéramos que subir una escalera de 16 escalones: si no los subimos de uno en uno corremos peligro de caernos y rompernos una pierna. No queremos que la sed nos precipite. ¡Queremos matar nuestra sed! Y por eso hay que tener cuidado.

-¿De modo que no ves, en lo alto de la escalera, un modelo de tipo soviético, o chino, o cubano?

-No, de ninguna manera. ¡Ni siquiera francés, o sueco!

-¿También piensan crear radios libres que no estén bajo la dirección ni del Estado, ni de los partidos, ni de los grupos comerciales?

-¡Ojalá estuviéramos en condiciones de crear medios alternativos! Ya llegaremos, creo. Pero hay que entender que estamos en Brasil y no en Europa. ¡Es otro universo, otra formación política, otra experiencia de lucha! Pero creo que llegaremos a esa situación, porque es la única manera de liberarnos de la dependencia de los medios oficiales.

-Actualmente, el PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño) intenta ejercer un chantaje sobre el cuerpo electoral, con su campaña llamada del “voto útil”, proclamando que el PT no tiene madurez suficiente y que sus dirigentes no tienen competencia real que justifique su pretensión de administrar los asuntos del país. ¿Podría este tipo de argumento tener cierto impacto sobre la opinión pública?

-Creo que puede tener cierto peso en el electorado. En primer lugar, porque la experiencia de participación política de nuestro pueblo es todavía muy restringida. A lo largo de nuestra vida, y desde la proclamación de la República, hemos sido tratados como una masa manipulable. El pueblo siempre ha sido inducido a pensar que no tiene la menor posibilidad de autogobernarse y que es necesario que alguien lo dirija. En segundo lugar, por los prejuicios de clase que existen en nuestro país. Muchos sectores de las clases medias, en particular las capas elevadas de esas clases, y el conjunto de la burguesía nacional, consideran que la capacidad de las personas se mide por la cantidad de diplomas o por las ganancias que acumulan en el banco, o por sus propiedades, o sus títulos bursátiles, etc. Una de las grandes tareas del PT es desmitificar precisamente ese error histórico y demostrar que la administración de un Estado no es una cuestión técnica, sino lisa y llanamente una cuestión política.

-¿Y el peligro de una intervención directa de los militares?

-En un país dirigido por militares siempre existe el riesgo de que la represión militar se acentúe. Y el riesgo subsistirá hasta que el pueblo no se organice y tenga conciencia política. Por eso en el PT decimos que lo más importante es organizar a la clase trabajadora. Luego tendrá que decidir por sí misma su destino.

A medida que la entrevista avanzó Guattari se movió con mayor naturalidad. Era un encuentro entre dos militantes políticos. Fraterno pero sin pruritos. La variedad de temáticas no pareció asustar a Lula; incluso Felix no se privó siquiera de consultar al líder petista sobre su opinión de situación la Argentina.

-¿Cuál fue la posición del PT durante la guerra de Malvinas?

-El PT se pronunció contra la demostración de fuerza de Inglaterra, pero también contra la dictadura de los militares argentinos. En el PT creemos que el general Galtieri trabó esa operación para hacer que el pueblo argentino olvidase sus problemas internos: los 30.000 desaparecidos, la inflación del 150 por ciento, etc. Resultado: nada se resolvió en el plano interno y Argentina salió del asunto completamente desmoralizada. Lo más grave de todo esto son las vidas humanas perdidas que nunca serán recuperadas. De todas maneras, esa guerra dejó perfectamente claro lo siguiente, los países desarrollados siempre se apoyarán mutuamente, en lugar de ser solidarios con los países subdesarrollados. Un buen ejemplo de eso fue Estados Unidos, que, aunque sea el acreedor más importante de Argentina, no dudó en abandonar a ese país para sostener a Inglaterra.

-¿Apoyas la consigna “Las Malvinas son argentinas”?

-Fue algo muy debatido en el seno del PT. Lo discutimos durante todo un día. Mi posición es que las Malvinas pertenecen a Argentina.

-Si no entendí mal, no aprobaste la posición defendida por gran parte de la izquierda argentina sobre esa cuestión.

-No. Incluso me invitaron a participar de una reunión en Perú en la que distintos sectores de la izquierda argentina —incluidos los Montoneros— proclamaron su intención de volver a Buenos Aires para apoyar al general Galtieri. Me negué a aceptar la invitación. En ningún momento el PT apoyará, no ya la guerra de Malvinas sino al general Galtieri. Con la izquierda latinoamericana —sobre todo con la izquierda ligada a los partidos comunistas argentino y brasileño—, ¡uno nunca sabe si estamos a la izquierda o a la derecha!

Otras de las temáticas que más preocupaban a Guattari se vinculaba directamente a la necesidad de construir organizaciones de nuevo tipo, a tono con ese debate Lula se adentró a describir la estructura de funcionamiento de su fuerza: “Pese a todas sus imperfecciones, el PT ha logrado crear un sistema de núcleos de base que garantizan que todas las decisiones pasen por un proceso de discusión a nivel local y de manera que las instancias nacionales siempre puedan disponer de una representación exacta de lo que piensa en realidad el conjunto del partido”.

-¿Con respecto a esto, no tienes la impresión de que, dentro del PT, coexisten igualmente muchos componentes militantes tradicionales, dogmáticos? ¿No están evolucionando, también, hacia su lado los viejos grupos sectarios que entraron en el PT?

-La tendencia, antes que cualquier otra cosa, es a que se “disuelvan” en el seno del PT, sin que haya, sin embargo, “patrullas ideológicas”. Cuanto más numerosos sean los trabajadores dentro del partido, menos motivos habrá para la supervivencia de tales tendencias.

-¿Cómo se ve a los intelectuales en el seno del PT? ¿Hay nuevos tipos de relación entre ellos y el movimiento social? Pienso, por ejemplo, en los que se instituyeron en Polonia en el seno de Solidaridad.

-Un hecho muy importante dentro del PT es la mistificación de la distancia entre el intelectual, el estudiante, el campesino y el trabajador. El PT ha acercado a las personas, ha creado nuevas relaciones de fraternidad y ahí se sienten mucho más iguales. Creo incluso que una de las razones del gran éxito de nuestro partido tiene que ver con el hecho de que en su seno no hay divergencia alguna fundada en la posición social o el origen de clase de sus miembros. En realidad, ese tipo de prejuicio existía menos en el seno de la clase obrera que en los demás sectores de la sociedad. Creo sinceramente que dentro del PT las personas viven libremente.

-Para mí, Solidaridad en Polonia, el PT en Brasil, son experiencias a gran escala que intentan inventar nuevos instrumentos de iniciativa y de lucha colectiva, así como una nueva sensibilidad y una nueva lógica política y micropolítica.

-La gran fuerza, la mejor arma del PT es justamente esto —el no dogmatismo—, porque el dogmatismo es parecido en todo el mundo… Por ejemplo, cuando fui a Italia, participé de una reunión con el grupo Manifesto, y allí también pudimos percibir con mucha claridad que las personas son adoctrinadas por sus manuales. Y sólo después llegan a la práctica. Sin embargo, nosotros creemos que la práctica debe estar estrechamente ligada a la teoría. Si no, no tiene ningún sentido. No nos interesa discutir la teoría, si el pueblo mismo tampoco está dispuesto a discutirla. Antes es preciso despertar su interés. ¡Es evidente!

Somos conscientes de que la lucha del PT y la lucha de la clase obrera no terminarán con el proceso electoral, que, en realidad, para nosotros representa un paso más en la organización de la clase obrera. Ésta es la única razón por la que aceptamos asistir a las elecciones y decidimos presentar nuestros candidatos.

Al despedirse de su amiga Rolnik, Guattari le vaticinó: “Si ustedes continúan al ritmo en que están comprometidos en esta suerte de transformación de Brasil, tal vez ustedes acaben marcando el camino de las revoluciones moleculares”.

Preso con Lula // Diego Valeriano

Hay que ir preso con Lula. Hay que aguantarla de verdad aunque sea una sola vez, la última. Hay que llamar a las amigas en Brasil, dejar de postaer, tomarse un bondi o un avión, juntarse entre varios y salir en auto. Hay que saquear el Coto, cagar a piedrazos los tribunales de Morón, saber que la alegría no sirve para nada.

Hay que armar ranchada, quemar colchones, pasar pastillas, dejar los taper sucios, amotinarse, saber que toda presa es política, en especial las pibas.

Hay que enfrentarse con el ejército, perderse en los pasillos del bajo, romper la noche, llorar como maricas, abrazar a las putas viejas de la colectora como solo las abrazaría Lula. Salir a cortar calles, quemar un patrullero en la madrugada de Ramos, putear en portuñol, romperle la boca de una trompada al que se atreva a decir algo malo de él.

Hay que llorar por que estamos perdiendo feo, saber que tal vez sea nuestra última oportunidad, la única, la que nos queda, la que ya  no podemos evitar.

LULA // Luciano Debanne

Lula saluda, abraza, besa, agradece. Llora.

Y el pueblo, puro pueblo, lo saluda, abraza, besa, agradece. Y llora con él. Ese llanto es algo incomprensible para las oligarquías de todo el mundo, que son finalmente una sola, es llanto de pueblo.

Inexplicable desde la instrumentalidad, desde la racionalidad numérica del imperio financiero y offshore.

Pasa que a veces, a veces, cuando un pueblo festeja, se equivoca; a veces, a veces cuando un pueblo se enfurece, se equivoca… pero cuando un pueblo llora, cuando el pueblo llora por alguien, masivamente, públicamente, sin tapujos ni vergüenzas, cuando un pueblo llora por alguien, compañeros, compañeras cuando un pueblo llora.. bueno ustedes saben, si nos habrán visto llorar.

Lula saluda, abraza, besa y agradece, y llora . Que es lo mismo que decir que el pueblo saluda, abraza, besa y agradece, y llora. Solo los incautos ven ahí una derrota, o a unos derrotados. Solo los mercanchifles del lleve y traiga ven ahí una victoria que asumen propia.

Solo los que cuentan costillas y te miden el corazón, los que destripan la gallina para ver como se hacen los huevos de oro, solo los estadistas de encuesta y opinión, pueden ver ahí a un hombre empequeñecido.

Pero es normal, qué saben los que nada saben, qué nos van a venir a hablar de amor!

El juez Moro ordenó el arresto exprés de Lula // Eric Nepomuceno

Dieciocho horas después de que su pedido de hábeas corpus preventivo fuese negado por el Supremo Tribunal Federal, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, favorito para las elecciones de octubre, fue objeto de una orden de prisión expedida por el juez de primera instancia Sergio Moro. Se trata del mismo juez que lo condenó en un juicio que, en opinión de juristas y abogados no solo de Brasil sino de algunas de las más prestigiosas escuelas de derecho del mundo, estuvo plagado de arbitrariedades y manipulaciones, sin que hubiese una única prueba en su contra.

Moro determinó que Lula da Silva se presente a la Policía Federal en Curitiba, capital de Paraná, antes de las cinco de la tarde de hoy. En un comunicado lleno de formalismos, Sergio Moro prohíbe expresamente el uso de esposas, “atendiendo a la dignidad del cargo que ocupó”.

Tanto el Tribunal Federal Regional de Porto Alegre, la segunda instancia que confirmó y aumentó la condena de Lula, como Sergio Moro, rechazaron siquiera recibir los recursos que habían sido presentados por la defensa del ex presidente. Como argumento, afirmaron que se trataba de una “maniobra claramente destinada” a postergar el cumplimiento de la detención, aunque la presentación de recursos esté prevista con todas las letras en la legislación vigente.

La noticia de la orden de prisión del más popular presidente brasileño de las últimas seis décadas, originada en dos tribunales que actuaron claramente de manera arbitraria, sorprendió al país. Lula y sus abogados creían que ella no ocurriría antes de por lo menos el martes 10.

Al principio de la noche de ayer, uno de los abogados del ex presidente, un renombrado y veterano jurista llamado José Roberto Batochio, dijo que la ansiedad por mandarlo detener antes de que los recursos fuesen examinados “revela una arbitrariedad sin fin”.  Agregó que intentará algún recurso de urgencia, pero que si resulta inútil el expresidente deberá acatar la determinación de Moro y presentarse a la Policía Federal.

Cuando se supo de la decisión, Lula estaba reunido con asesores y amigos en el instituto que lleva su nombre. A los pocos minutos salió en un automóvil sin hablar con nadie y se dirigió al Sindicato de Metalúrgicos de San Bernardo del Campo, en el cinturón industrial de San Pablo, que presidió durante la dictadura y fue la cuna de su carrera política.

Según la noticia era conocida en el país, dirigentes de otros partidos de izquierda convocaban marchas populares para dirigirse a la residencia del ex presidente, también en San Bernardo. Y la dirección del Partido de los Trabajadores, el PT, pidió una concentración en el mismo sindicato.

La CUT (Central Única de Trabajadores) convocó movilizaciones para hoy en todo el país, y estudiaba decretar un paro general en caso de que Lula sea efectivamente detenido, lo que parecía inevitable.

En los últimos días, en conversaciones con amigos e integrantes de su círculo personal más cercano, Lula da Silva admitía que difícilmente no iría preso. Al fin y al cabo, decía, verlo tras las rejas era el objetivo central del golpe institucional que destituyó a la presidenta Dilma Rousseff en 2016. La pasividad con que la Corte Suprema actuó en el pasado miércoles, rechazando por un voto la concesión de un hábeas corpus preventivo, confirmó las previsiones de Lula, quien se mostró bastante afectado.

Ayer, antes de que se conociera la orden de prisión, él dijo a los amigos con quien se reunió que era preciso “movilizar a la gente en las calles”, aunque admitió que eso difícilmente ocurriría antes que lo llevasen preso, algo que previó que ocurriría la semana que viene. “Y será importante mantener a la gente en las calles mientras yo esté preso”, dijo, para mantener a la militancia activa en su defensa.

Alrededor de las ocho de la noche, se supo que Lula debería permanecer en el Sindicato de Metalúrgicos, en lugar de dirigirse a su casa. La propuesta de los sindicalistas era mantenerse en vigilia permanente al lado del expresidente, con la idea de obligar a la Policía Federal a invadir el local a partir de las cinco de la tarde de hoy.

Mientras gruesas columnas de manifestantes se dirigían al Sindicato, Lula examinaba con sus abogados y miembros de su círculo más íntimo y de confianza qué hacer.

Hasta conocer la orden de detención, Lula había decidido presentarse tan pronto fuese notificado. La previsión era que eso ocurriría luego que sus recursos fuesen rechazados por el Tribunal Regional Federal, semana que viene. La intempestiva medida adoptada por sus integrantes, de siquiera recibir los recursos, y de inmediato acatada por Sergio Moro, lo llevó a repensar el asunto. Para el expresidente, Moro actuó de manera totalmente arbitraria e inadmisible, lo que provocaría otro tipo de actitud.

En varios momentos Lula reiteró la necesidad de una “resistencia pacífica”, evitando enfrentamientos.

Luego de la decisión de Moro, aumentaron las preocupaciones de que aumente la inestabilidad social, y crezca el riesgo de convulsión callejera, con enfrentamientos entre defensores y acusadores de Lula da Silva.

Al parecer, ninguna de esas preocupaciones se les ocurrió a los seis miembros de la Corte Suprema que el pasado miércoles le negaron un hábeas corpus preventivo hasta que se agotasen todas las instancias a las cuales podría –y podrá– recurrir.

 

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La destrucción de la empatía (y las lágrimas felices) // Amador Fernández-Savater

¿Es posible leer la coyuntura política, no simplemente como una disputa entre distintos grupos por el poder, sino como un choque entre diferentes percepcionesde la vida social, entre diferentes sensibilidades de la vida en común?

Vamos a ensayarlo tomando apoyo en el sugerente concepto de “pedagogía de la crueldad” propuesto por la antropóloga  Rita Segato. Lo explico muy resumidamente a continuación.

En nuestras sociedades, la vida se vuelve cada vez más precaria: la indefensión y la desprotección son tendencias generales, transversales.

El capitalismo hoy no mira simplemente por su reproducción regulada, sino que busca incesantemente la conquista de nuevos territorios objetivos y subjetivos: nuevas tierras y nuevas capas del ser que explotar. Es un capitalismo de rapiña.

Esta conquista permanente requiere, no sólo de la abolición de las viejas regulaciones y protecciones (fruto muchas veces de las luchas de la gente de abajo), sino de una insensibilización radical.

En la guerra de todos contra todos, la competencia general y el sálvese quien pueda, el otro debe percibirse ante todo como obstáculo o amenaza: como enemigo.

El principio de crueldad es la disminución de la empatía: el otro es desechable y prescindible, ningún hilo me une a él, nuestros destinos no tienen nada en común.

Hay toda una “programación neurobélica de la baja empatía” en nuestras sociedades. Y la violencia aquí es clave como herramienta: lanza el mensaje aleccionador de que el otro (mujer, viejo, migrante, pobre, negro, disidente) sobra, es eliminable.

Lo que sostiene pues las políticas de precarización de la vida es una cierta configuración (o desconfiguración) de la percepción y la sensibilidad. Estas son asuntos políticos de primer orden, pero los análisis de coyuntura no reparan apenas en ellas, enfocados más bien en reseñar las maniobras partidistas y las intrigas palaciegas, las relaciones de fuerza entre organizaciones y facciones, el estado de los sondeos y la “opinión pública”. Es necesario y urgente dotarse de unasensibilidad poética sismográfica para adentrarse y describir este plano de realidad.

Derechización afectiva

Se ha repetido mucho. El 15M ha funcionado como un “cortafuegos” del ascenso del populismo derechista que se extiende a nivel micro y macro por toda Europa: Frente Nacional, Brexit, Alternativa para Alemania, Pegida, Liga Norte, Casa Pound, Amanecer Dorado.

Pero, ¿qué tipo de “cortafuegos” era? Por nuestra parte, hemos insistido en pensar y describir el 15M como un efecto de sensibilidad. Un fenómeno de sensibilización colectiva. A partir de mayo de 2011, se desplegó un poco por todas partes en la sociedad una especie de “segunda piel” en y por la cual se sentía como algo propio y cercano lo que les sucedía a otros desconocidos.

Esto no quiere decir que todo el mundo estuviese presente en cada desahucio en los barrios, en cada acompañamiento de un migrante sin tarjeta sanitaria, en cada encierro en un colegio amenazado de recortes, sino más bien que había un clima social general que abrazaba, conectaba y amplificaba cada acción, cada iniciativa. El 15M creó un común sensible en el que era posible sentir a los otros y con los otros, como semejantes.

Esa piel se ha retirado o adormecido, debilitada en buena medida por una “verticalización” de la atención y el deseo, depositados y delegados durante el “asalto institucional” en la promesa electoral de la nueva política. Cautivados por los estímulos que venían de arriba (tele, dirigentes, partidos), descuidando mientras lo que sucedía a nuestro alrededor, la piel se rajó.

En realidad no hemos salido de ninguna crisis: simplemente se ha perdido elcontacto sensible entre los “hundidos” y los “salvados” (o quienes se creen salvados de momento). La retirada del “cortafuegos” 15M deja vía libre a las fuerzas que están siempre ahí: la profundización y consolidación de la precariedad existencial general, la guerra de todos contra todos y el sálvese quien pueda.

El veneno de la amargura que anida en cada cual por tantas humillaciones recibidas en el cotidiano -sean grandes o pequeñas, reales o imaginarias- se convierte en el aguijón del resentimiento victimista que circula hoy a placer por las redes sociales entre zascas y booms.

La “derechización” de que se habla últimamente, sobre todo a raíz de lo que ha “despertado” el conflicto en Catalunya, no es en primer lugar una cuestión ideológica, identitaria o política, sino una crispación social y afectiva. Un endurecimiento de la percepción y de la sensibilidad.

El fondo del contenido de las banderas españolas que aún se pueden ver en los balcones (ya hasta el Mundial…) es el miedo, la amargura, la soledad, un deseo reactivo de orden, consumo y mano dura contra todo lo que se desvíe o desestabilice la ficción de normalidad, con el anti-catalanismo como elemento aglutinador primario.

Es sin duda Ciudadanos el partido que de manera más desenvuelta agita hoy esa “pasionalidad oscura” (Diego Sztulwark) con el fin de recogerla más tarde electoralmente y hacer de ella la base del proyecto político de convertir la sociedad en una empresa total. Donde sólo haya lugar para los ganadores, donde no tengan lugar los adversarios (destituidos como interlocutores mediante la represión, la censura y la criminalización), ni tampoco las “anomalías” (como los centros sociales en las ciudades o los manteros).

En ese fondo oscuro y crispado aparecen sin embargo voces y movimientos que convocan otra sensibilidad, activan otra percepción y abren otra piel. Sin ningún ánimo exhaustivo o totalizante, voy a centrarme en tres ejemplos (hay más). El 8 de marzo, la voz de Patricia Ramírez, madre del “pescaíto”, las movilizaciones en torno a la muerte de Mame Mbaye.

El mandato de masculinidad

Según Rita Segato, la primera expresión de la pedagogía de la crueldad es la violencia machista. El capitalismo de rapiña instala un campo de batalla en el cuerpo de las mujeres.

En la precariedad general, la posición del hombre está fragilizada: no puede proveer, no puede tener, no puede ser. Pero al mismo tiempo tiene que probar que es un hombre. Los varones estamos sometidos a un “mandato de masculinidad” que nos obliga, para ser, a demostrar fuerza y poder: físico, intelectual, económico, moral, bélico, etc. El mandato de masculinidad se traduce hoy así en un mandato de violencia.

La violación no es erótica o de placer, sino una demostración de poder. El poder del impotente, ansioso por demostrar que es, que sigue siendo un hombre. Es un mensaje que manda un hombre a otros hombres: puedo, soy capaz, soy dueño de las vidas. No es un hecho excepcional, cosa de algunos varones monstruosos o “psicópatas”. Se asienta en una base compuesta de mil violencias cotidianas y transversales: en el espacio público y en el íntimo, en la calle y en casa, en el trabajo y en las relaciones.

La mujer no es simplemente un cuerpo-víctima de la violencia. Lo que se agrede en ella es precisamente su fuerza insumisa al mandato de masculinidad, la capacidad de creación de vínculos, de lazos, de redes, de complicidades, de empatía y de comunidad.

El 8M visibilizó a miles de mujeres en todo el mundo diciendo basta. Sus cánticos y pancartas pueden leerse como un registro detallado de las mil violencias cotidianas que habitan la “normalidad”. No se vuelve a ella igual después de haber vivido una jornada así excepcional, sino más enredadas y más fuertes. El 8M sólo es la cresta de la espuma de una ola de fondo que empuja para cambiar completamente la vida cotidiana, ese “caldo de cultivo” de la violencia más espectacular que vemos en las noticias.

Y puede asumirse también como ocasión por los hombres que desean desobedecer el mandato de masculinidad y salir de ese bucle funesto entre la indigencia existencial extrema y la obligación de demostrar poder. Como una invitación a la metamorfosis.

Las acciones bonitas

La desaparición y la búsqueda de Gabriel Cruz, el “pescaíto”, ha sido un fenómeno altamente mediatizado.

Los medios de comunicación y las redes sociales son hoy -sobre todo de un tiempo a esta parte- los vehículos privilegiados de la pedagogía de la crueldad. Las tendencias a la espectacularización (el morbo), la simplificación de la realidad (el zasca) y la polarización social (la lógica de bandos, buenos y malos) los atraviesan transversalmente. Pero da igual que la realidad se instrumentalice a favor de la derecha o de la izquierda: se contribuye en cualquier caso a la destrucción de la sensibilidad, el pensamiento y la autonomía.

Pese a todo, los medios y las redes facilitaron durante varios días la activación de mucha gente que ayudó en la búsqueda de Gabriel o quiso hacer sentir de algún modo a su familia calor y solidaridad. El apoyo se trastocó en odio al conocerse la identidad del asesino: mujer, extranjera, de color. En este contexto,  la voz de Patricia Ramírez, madre de Gabriel, resonó como salida de otro mundo, cuando en realidad provenía del amor más común que existe: el amor de madre.

Su mensaje principal: no poner el foco en la rabia y el enemigo, sino en la solidaridad y las “acciones bonitas”. Desplazar la atención hacia los gestos de apoyo que habían “sacado lo mejor de las personas” durante aquellos días. Que lo que permanezca, en el sinsentido absoluto de la muerte de Gabriel, sea el recuerdo cálido del abrazo social. “Porque otras personas lo van a necesitar en el futuro”.

¿De dónde sacaba Patricia las fuerzas para no dejarse envenenar por el deseo de venganza? Es la pregunta que le hacían los periodistas una y otra vez, perplejos e impresionados. Y ella respondía siempre lo mismo: “en honor al pescaíto, él no era así y yo tampoco”. Es decir, no es que Patricia haya conservado la “sensatez” y la “cabeza fría”, como si los afectos llevasen directos al odio y la rabia y sólo “la razón” pudiese contenerlos. Es la típica visión masculina. En realidad es justo al revés: la voz de Patricia salía del amor hacia su hijo, del agradecimiento hacia quienes se habían movido por él y del deseo de que su recuerdo no quedase asociado a la rabia vengativa. De los afectos.

Palabra precisa y preciosa, cargada de humanidad y ternura, rica en metáforas muy físicas (relacionadas muchas veces con el agua: el río abierto, la marea de solidaridad, la resaca de dolor…), la voz de Patricia ha conseguido desarmar por momentos la voracidad de los medios de comunicación y las redes sociales, basados en las lógicas de espectacularización, simplificación y polarización social.

Y nos ha dejado caer, indirectamente y como de regalo, algunas indicaciones que cada cual puede convertir en modos de resistencia a la destrucción de la empatía y de cultivo de otra sensibilidad: estar con los que nos quieren (“muy juntitos”), buscar la intimidad y el silencio, agradecer el cariño, transformar los afectos reactivos en afectos activos, evitar la instrumentalización, no dejar que otros hablen en nuestro nombre, no tomar excesivo protagonismo, “mirar siempre dentro del corazón”.

Guerra entre pobres

Sin lugar a dudas, a Mame Mbaye le ha matado un sistema de maltrato cotidiano que,  como explica muy claramente Sarah Babiker, inyecta a diario el miedo, cercena la felicidad y enferma, destruyendo el derecho humano a la despreocupación, el descanso y la serenidad.

Ese sistema de maltrato cotidiano -ley de extranjería, desigualdad económica, redadas policiales, etc.- es justamente la “pedagogía de la crueldad”. Más que perseguir objetivos concretos, como la erradicación de la manta, lo que se busca esproducir insensibilidad: marcar y hacernos ver al otro como otro, distinguir entre los hundidos y los salvados, entre los que están dentro y los que están fuera, cortar la empatía y toda solidaridad posible.

Atizar una guerra entre pobres, cuando en realidad el colectivo mantero sólo es la punta más extrema de las tendencias generales de las que hoy nadie está a salvo: la precarización, desprotección e indefensión de la vida.

Un día después de la muerte de Mame Mbeye, los discursos que se improvisaron en la concentración de la plaza Nelson Mandela de Lavapiés mezclaban la digna rabia (por una muerte intolerable) y las palabras que apelaban una y otra vez a la igualdad, a la humanidad común, a la empatía. Contra el mandato de crueldad: no sentir, no sentir con otros, no con-moverse.

Los oradores hablaron nada menos que en tres lenguas (inglés, francés, español), mostrando así de pasada la potencia que hay en las vidas migrantes: la energía, las capacidades y los saberes que habitan en estos cuerpos acostumbrados a los trayectos más difíciles, al aprendizaje y la realfabetización constantes, a la creación de redes de apoyo y complicidad.

No sólo son pobres o víctimas que merezcan nuestra compasión, sino que en ellos habita una gran riqueza, un gran potencial que nuestra sociedad no sabe ni quiere acoger. Como recordaba Malick Gueye, portavoz del sindicato de manteros, Mame no era sólo un “mantero”, sino una persona implicada en la pelea por derechos sociales y un artista, al que no se permitió ejercer su profesión en España.

Lágrimas felices

Lo confieso:

Se me saltaron las lagrimas el 8M viendo a primera hora de la mañana un “piquete” de chicas sub16 (y chicos, a la zaga) recorriendo el barrio, con energía a chorros e infinita lucidez en sus consignas.

Se me saltaron las lágrimas escuchando a Patricia Ramírez pidiendo a la gente que “se sacase a la bruja de la cabeza” y recordase más bien las «acciones bonitas» que tuvieron lugar durante la búsqueda de Gabriel.

Se me saltaron las lágrimas escuchando a los oradores de la plaza Nelson Mandela de Lavapiés apelar, sólo un día después de la muerte (muerte política) de Mame, a la humanidad compartida, a la igualdad de todas las personas.

El filósofo y escritor George Bataille decía que hay “lágrimas felices”. No son exactamente lágrimas de alegría, sino de emoción por ver acontecer algo “milagroso”: imprevisible, inesperado, impensable, imposible pero cierto.

Es “milagroso” escuchar a quien ha sufrido el daño más grande hablar de pelear por más vida y no por más muerte, por más humanidad y no por menos, por más empatía y no por más guerra de todos contra todos.

Que se nos humedezcan más a menudo los ojos de estas lágrimas, para despertar y reactivar nuestra piel endurecida por el principio de crueldad.

Gracias Marga, Marta, Diego, Ema, Guille, Jabuti, Miriam, Juan, Leo por las conversaciones.

La guerra que nos habita // Redacción La tinta

Durante la guerra de Malvinas el rol de las mujeres fue invisibilizado. A todas, la dictadura les prohibió hablar, al igual que a los soldados excombatientes. A las que no callaron, no les creyeron. Otras, sufrieron estrés postraumático y pudieron hablar mucho años después.

Cuando se cumplieron 30 años de la guerra de Malvinas, el Congreso reconoció como veteranas a varias mujeres que habían participado del enfrentamiento armado entre Argentina e Inglaterra. Hace unos pocos días, se identificaron los restos de soldados caídos enterrados como NN en las islas, y muchas madres pudieron descansar sabiendo dónde están sus hijos. No sólo es mentira que las mujeres no formaron parte de la guerra de Malvinas sino que además, ésta, las sigue habitando.

Veteranas de guerra

La mayoría eran enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas civiles que fueron a las trincheras del combate, hoy veteranas que padecen las mismas consecuencias que los varones que empuñaron las armas.

En el libro “Mujeres Invisibles” su autora, Alicia Panero, cuenta que cuando entrevistó a las mujeres que estuvieron en la guerra de Malvinas como voluntarias para cuidar a los heridos se encontró con muchos testimonios. Ellas contaron que en general no le preguntaban a los soldados qué les había pasado, sólo los escuchaban: “Les contaban del frío, del hambre, de que extrañaban a sus mamás. Y ellas sentían la necesidad de abrigarlos. Las de la Fuerza Aérea, por ejemplo, lo que más recuerdan es que cuando se abrían las puertas de los Hércules y bajaban las camillas, no había un sólo soldado que no pidiera por su madre”.

En una entrevista que le realizaron, relata uno de los hechos que le contaron: “En un traslado de Buenos Aires a Comodoro Rivadavia el comandante tuvo que llevar a la cabina a cinco mujeres de la Fuerza Aérea, porque no paraban de gritarles cosas machistas y piropos subidos de tono. No querían que estén ahí. También la pasaron mal en el hospital, porque no estaban muy informadas de lo que estaba pasando. Y mientras esperaban a los primeros heridos hacían vida de cuartel. No las tenían bien”. En la guerra, no sólo se mide el poder del hombre contra el hombre, sino que se reafirma la objetivación de la mujer, su sumisión, y su servicio. Las mujeres fueron a realizar tareas de cuidado, extensiones de sus tareas domésticas no reconocidas ni en las casas, ni en la guerra.

Las otras madres

El regreso a casa de los soldados que pelearon en Malvinas fue esperanzador. Las familias se agolparon para recibir a sus hijos enviados a luchar por una “patria” que los llevó y los llevaría durante los años posteriores a la finalización de la guerra, a su muerte. Pero, más atrás, algunas no festejaban. Sus hijos no estaban en las bases ni en los hospitales. Primero, les dijeron que estaban recuperándose y ganando peso antes de volver a sus casas. Pero sus nombres no estaban en los censos oficiales. La búsqueda comenzó para muchas de ellas. Un proceso largo para encontrar a sus hijos caídos en Malvinas.

En la guerra fallecieron 649 soldados reconocidos, pero 122 yacían en el cementerio Darwin en territorio malvinense esperando ser identificados. Sus placas rezan: “Soldados Argentinos sólo conocidos por Dios”.

Ellas tocaron miles de puertas, hicieron millones de trámites. Escribieron los nombres de sus hijos en formularios y papeles, pero recién hace unos pocos días algunas pudieron nombrar las tumbas. A sus hijos se los llevaron con nombre y apellido, y ellas no podrían descansar hasta que esos NN encontrasen de nuevo aquel nombre perdido en el tiempo.

El consuelo que les dieron desde los altos mandos militares no bastó, les dijeron que habían muerto como valientes. “Lo prefiero cobarde, pero conmigo”, dijo una de ellas. Como valientes en una guerra orquestada, a la que incluso muchos ni sabían que estaban destinados hasta que se bajaron de su avión en suelo de Malvinas.

Nombrar a los restos que yacen en tumbas anónimas es una lucha bien conocida para las madres de nuestra Argentina. Las madres que quisieron saber qué pasó con sus hijos. Las madres que no dejaron jamás que el círculo cierre sin ellos. No dejaron jamás que la mala memoria se lleve sus historias.

 

Tanto a las ex veteranas como a las madres de los soldados que estuvieron en combate, la guerra las sigue habitando. Su lucha sigue viva.

el segundo naufragio de los pichis // Hernán Vanoli

Peronismo, ejército y nación. Una tríada incómoda para las promesas de modernidad que trae el segundo ciclo soñado de neoliberalismo. Argentina es hoy un pequeño enclave sojero donde la ubicación del norte geopolítico vuelve a discutirse sin nuevas preguntas y con las mismas respuestas de siempre, mientras las inversiones siguen sin llegar y reclaman un severo disciplinamiento laboral. Es en este contexto que las discusiones sobre Malvinas resultan todavía ásperas, porque ponen en la picota los relatos identitarios de un país y trazan un inquietante perfil para una nación que no termina de narrarse a sí misma de un modo apacible.

 

Juan Terranova publicó hace unos meses Puerto Belgrano, novela sobre un médico militar que forma parte de la tripulación que padece el hundimiento del Crucero y luego es rescatada. Superados los 35 años de su inicio, la guerra de Malvinas parecía haber obtenido alguna especie de cierre simbólico en el imaginario social. El Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, inaugurado por la ex presidenta Cristina Kirchner en 2014, pretendía coronar el proceso de cicatrización de la costra simbólica llamada Malvinas. Un gobierno que apelaba a la simbología peronista, un relato progre y federal en el corazón de una exESMA nacanpop, híbrido entre un enorme centro cultural hippie y un gélido homenaje teutón a las víctimas del nazismo, con el gaucho Rivero proyectado en pantallas led y la visita de cientos de miles de estudiantes de escuelas públicas, más el reclamo diplomático de la soberanía. En torno a este hermoso cambalache la casa parecía estar en orden. Nacionalismo light, antimilitarismo, dignidad en el dolor y en la derrota como combustible de un discurso victimizante y al mismo tiempo combativo. Pero los tiempos cambiaron.

 

Las representaciones

Por detrás de estas políticas de Estado teníamos nuestras crónicas conmovedoras -por dar un ejemplo, Nuestro Vietnam de Daniel Riera-, nuestras películas taquilleras -Gastón Pauls se había puesto bajo la piel de un conscripto más parecido a sus pares de Leicester que a los changos jujeños que pelearon la guerra en Iluminados por el Fuego, basada en las investigaciones de Edgardo Esteban-, teníamos una obra de teatro con performance de Lola Arias, y teníamos también nuestros más ricos y complejos modos de abordaje desde la literatura. Fogwill, que se daba cuenta rápido de las cosas, había escrito Los Pichiciegos al son de las  baterías de metralla, amparado por sus míticos gramos de cocaína.

 

Con aquella novela Fogwill inaugura una veta interpretativa y un universo simbólico para escribir sobre la guerra. Según ese cosmos, que luego se convirtió en credo del progresismo, la guerra había sido el manotazo de ahogados de una cúpula castrense ebria y desesperada, corolario de una dictadura que en realidad era un pacto cívico-militar, con una sociedad civil en el fondo cómplice del terrorismo de estado. Ese era el mainstream. En el nicho, lo que había en Los Pichiciegos era un trabajo sobre el filón reventado del habla popular rebelde, anticorporativa y antisocial, acompañada por una lectura sobre la lumpenización freeraiderista de ciertos sectores medios que vendrían a acompañar el disciplinamiento financiero que la dictadura había iniciado y del cual el alfonsinismo sería, a fin de cuentas, una continuidad. En su novela, además de hablar de la ineptitud militar, Fogwill habría hecho una resonancia magnética al ethos de amplias capas de la sociedad que en lugar de pelear la guerra capitalista del todos contra todos preferirían también quedarse en la trinchera, ya fuese estatal, asistencial, militante o contratista, haciéndose los boludos mientras esperaban para hacer sus negocios en democracia. Después de todo, eso fue lo que llevó a cabo la familia Macri.

 

El sedimento de Fogwill produjo sus frutos. De ella surgieron novelas que profundizaron en el clima moral y las contradicciones de la alianza cívico-militar, como Dos Veces Junio (2002) de Martín Kohan, o la original Trasfondo (2012) de Patricia Ratto, que con un gran trabajo de investigación hace que la guerra suceda en un submarino. Carlos Gamerro dio un paso más con Las Islas (1998), una novela ambiciosa y voraz, que se anima a satirizar la guerra, a mostrar las ambivalencias y los trágicos destinos de muchos de los soldados, y la vincula no solo a los ochenta sino también a la década menemista y su turbia primera modernización neoliberal. Los ganadores internos, la patria contratista y financiera, eran los mismos amos que en los noventa habían construido Puerto Madero, los grandes dependientes parasitarios de un capitalismo imposible. En Una puta mierda, publicada en 2007 y republicada luego como Nosotros caminábamos en sueños, Patricio Pron se centró en cifrar la decodificación de los discursos que circulaban en una guerra de la cual nunca había habido suficientes imágenes por parte de receptores infantiles, siguiendo con el tono farsesco de Gamerro, pero añadiéndole una perspectiva de hijos que luego se pondría tan en boga durante el kirchnerismo.

 

Lo cierto es que todas estas representaciones, con estéticas disímiles y planteos originales, poseían algunas coincidencias que tenían que ver con el desprecio hacia el actor militar, el antinacionalismo, cierta certeza socialdemócrata que campeaba de fondo, cierta fe en las instituciones. Claro que hubo anomalías e irreverencias, como por ejemplo en «La soberanía nacional», aquel cuento de Rodrigo Fresán publicado en Historia Argentina (1991), o el intento conciliador de Brilla tu, borracho loco (2012), con los notables poemas de Hugo Emilio Sánchez. Por su parte, la novela La Construcción (2014), de Carlos Godoy, inaugura un abordaje novedoso para concebir las islas ya no como un territorio que se convierte en escenario de una disputa histórica, sino como un enigma natural donde acontece justamente lo que las narraciones históricas impiden pensar: el derrumbe de las categorías que solíamos esgrimir para narrar el conflicto.

 

¿Adiós a los pichis?

En 2017 otra novela abordó la cuestión de la guerra desde una perspectiva algo corrida de los consensos vigentes. 1982, de Sergio Olguín, es un drama explícitamente inspirado en Fedra, la tragedia griega. En uno de los vértices del triángulo amoroso que se narra aparece Augusto Vidal, un militar que participó en el intento de recuperación de las islas y volvió un poco místico, un poco más violento, un poco chiflado. Sus contrapartes son Pedro, su hijo, y Fátima, su pareja, con quien tiene otro hijo. Fátima y Pedro se enamorarán, intentarán huir juntos. Olguín cuenta una historia donde la textura está en lo íntimo, donde el militar sigue ocupando un rol de malvado en línea con su complicidad con la dictadura, y donde la sutileza está puesta en la resonancia de la guerra en las relaciones humanas. Pero lo saliente es que 1982 es una novela que se escribe en contra de la pedagogía, no tanto en contra del actor militar -a quien ya se considera justamente derrotado y con quien, como corresponde, no se tiene piedad- como en contra de las moralidades que circularon en torno a la guerra.

 

El caso de Puerto Belgrano es diferente. Terranova pertenece a otra generación, está más cerca de Pron que del resto de los que escribieron sobre Malvinas, y está también cerca de Godoy. A contrapelo de muchos de sus contemporáneos que escriben una literatura sentimental hecha para esquivar deliberadamente los nodos del conflicto político, Terranova parece haber madurado su pulso de escritor y con una prosa seca que por momentos evoca a Cormac McCarthy pero se permite arrebatos, disgresiones, y un desatado rap ensayístico belicista al final del libro, se despacha con una novela que sin resignar una nutrida investigación histórica mete el dedo en la llaga y viene a desafiar los consensos desde los cuales se venía narrando el combate. La pregunta de fondo parece ser: una vez que el neoliberalismo triunfa en las urnas y con su verdadero nombre, ¿sigue vigente la idea de los pichis?

 

Apenas empezamos a leer Puerto Belgrano entendemos que el Crucero ARA General Belgrano era en realidad una suerte de hermosa y aún efectiva ruina que Perón les había comprado a los Estados Unidos. El hundimiento del Belgrano fue el triste y solitario final del Phoenix, un acorazado que había combatido en la Segunda Guerra Mundial. La cuestión se complejiza cuando Terranova juega con la hipótesis de que Malvinas fue un conflicto que debe ser leído dentro del escenario de la Guerra Fría: una conflagración burocrática y helada, colonial y fuera de tiempo, irreal pero al mismo tiempo bien concreta, en la cual una alianza con la ex Unión Soviética podría haber sido una posibilidad efectiva, incluso luego de la pésima planificación de los militares argentinos. De hecho, toda la historia de Puerto Belgrano está atravesada por la fantasmática presencia de Reina, un enigmático marinero que Eduardo Dumrauf, el médico castrense que narra, se encuentra en diversos momentos de su vida, tanto a bordo del Belgrano como, años más tarde, en una reunión de ex combatientes. Resulta que, al parecer, Reina era una suerte de espía britántico, o quizás un brujo, y un grupo de altos cuadros del ejército militar soviético desembarcan en el Belgrano en su búsqueda.

 

Pero la falta de agallas y de comprensión geopolítica de los militares argentinos no es leída desde la sociedad civil ni desde la dictadura. Por el contrario, Terranova elige contarla desde un militar argentino de rango intermedio que luchó con honor junto a sus soldados, con quienes compartía un gran amor por la patria. Apartado de la victimizada figura del colimba, Dumrauf es un cirujano que realiza curaciones a bordo del Belgrano, que participa activamente de las operaciones de rescate, que es náufrago del hundimiento, y que se queda con la sangre en el ojo por no haber podido pelear la guerra. Le pregunté a Terranova por los motivos de haber construido a ese personaje, un médico argentino y al mismo tiempo filonazi, para narrar Malvinas:

 

“No sé si es filonazi. ¿Lo es? El padre, queda claro si uno lee con atención, atendió a un aviador nazi que les enseñó a volar a muchos pilotos argentinos. Pero no sé. ¿Que escuche Wagner lo hace nazi? ¿Dónde estaría ese nazismo? No digo que no. Solo que creo que las cosas con Dumrauf y con los bordes de la Segunda Guerra son más ambiguos. Yo me siento muy cerca de la gran novela oral que trabajan todos los días los veteranos de Malvinas, sus voces, sus charlas, sus breves textos en Facebook. Todos los que luego escribimos sobre esa experiencia somos los vampiros de las letras que tomamos esa energía”.

 

Nacionalismo y democracia

Una de las secuencias más largas, puntillosamente descritas y bellamente documentadas de la novela de Terranova es el rescate a los náufragos del Belgrano. El autor se nutrió de testimonios de los sobrevivientes pero con ellos hizo algo más que un homenaje o una condolencia: generó una pintura del hundimiento en la cual el lector se identifica con los militares. Esto excede a la revindicación de la destreza técnica y de las agallas de muchos combatientes argentinos que participaron de la guerra. Y también, de la natural identificación con los vencidos: lo que se caldea, y atraviesa a la novela, es una permanente insatisfacción con la democracia. Hasta hoy la narración de Malvinas había sido utilizada para celebrar la democracia. Incluso Fogwill se conformaba con desconfiar de ella, pero en su trabajo sobre los pichis había también cierto homenaje. En este caso, lo que puede leerse es una radical disconformidad que se trabaja a través de la exposición de los mecanismos burocráticos con los cuales la democracia aplasta el heroísmo, a la épica e incluso al sentido de la existencia, triturando además a sus víctimas –principalmente a los ex combatientes– de un modo silencioso y naturalizado.

 

Por otra parte está el nacionalismo. ¿Tiene sentido ser nacionalista hoy, en la era de las megalópolis, o se trata más bien de la evocación retrospectiva de un sentimiento antimoderno que actúa como resistencia en el plano simbólico, pero con efectos conservadores en los procesos reales? Lo cierto es que en Puerto Belgrano es muy difícil no emocionarse ante cada “viva la patria” de los soldados argentinos. De hecho, la novela establece una diferencia bastante notable entre los soldados, su nobleza y su predisposición y la desidia, la cobardía y la torpeza de los altos mandos. Le pregunté a Terranova por ese sentimiento nacional y por su relación con el peronismo. ¿No es el peronismo el padre no declarado de los Pichis, figura que su novela viene en gran medida a cuestionar?

“Creo que el problema viene por otro lado. Una de las principales instituciones que la dictadura cívico-militar dañó y destruyó hasta la ruina fueron las tres armas mismas. Esto no es contradictorio. Los militares siempre tuvieron internas y divisiones. Perón mismo era un militar. Pero con Onganía, bajo la presión de los Estados Unidos, y con la instrucción francesa, el ejército comienza a abandonar la defensa de la soberanía y a funcionar como un operador policial contra el comunismo, aunque en ese momento el comunismo acá no parecía estar en el negocio de la revolución. Pero esa era la agenda de Estados Unidos y lo que proveía era armamentos ligeros, no cañones ni acorazados. Y luego los franceses también impusieron su agenda con las tácticas de lucha contra la subversión que ya han sido historizadas hasta el hartazgo. Eso unido a que Onganía realmente fue un político horrible que nunca habría llegado al poder sin las purgas de la Revolución Libertadora… Si no se entiende eso, no entendés lo que vino después. Ahí, en la Libertadora, hay un cambio que luego nos va a llevar al Proceso de Reorganización Nacional y a un movimiento histórico que recién se viene a reparar con el kirchnerismo. Es un tema largo pero lo simplifico: cuando hoy unos pibes de veinte años en una marcha en Plaza de Mayo cantan ‘el que no salta es militar’ las que se benefician son las potencias imperialistas. Y bueno, los escritores argentinos son todos unos cobardes y unos ignorantes en este sentido. Ese fue un gran daño que hizo la dictadura: cuestionar el orgullo de ser argentinos”. Mientras escribía esta nota alguien me recordó que, tras haber repudiado al actor militar, en su fase postrera y decadente, el kirchnerismo intentó tener un aparato de inteligencia propio a través del general Milani. Los resultados fueron una sinécdoque del tipo de desarrollismo que se propuso.

 

 

Los buenos servicios del peronismo

Pero esto lleva a otra escena notable de la novela. Una noche Dumrauf es abordado en un consultorio y llevado al luctuoso Cuartel General de la Policía ubicado en Avenida Belgrano. Es la policía democrática, los servicios secretos de la democracia, tan servicios y tan secretos como los de la dictadura, aunque sin tortura ni plan sistemático de exterminio. La novela hace hincapié en los grises. Y esa parte, contada por el propio Dumrauf, retrata su propia posición ante la represión ilegal. El tipo había asistido a gente que estaba siendo torturada, y consideraba que la tortura era reprochable pero lógica en un escenario que los superiores habían caracterizado como de guerra. Al parecer, desconocía un plan sistemático y se amparaba en la obediencia debida. Pero, de todos modos, reconoce un límite cuando lo interrogan por los nacimientos en los centros clandestinos de detención. Vuelvo a preguntarle a Terranova: ¿Qué imaginás que hubiera hecho un tipo como Dumrauf si lo llamaban para asistir a un parto en la ESMA?

 

“Insisto: la dictadura fue la que destruyó el honor militar en la Argentina. Y lo hizo con toda precisión. Mientras sigamos asociando lo militar a la crueldad y a la torpeza, vamos a seguir siendo una Nación con fronteras inexploradas y una soberanía débil. Ese es, sobre todo, un desafío para los militares. Y si me permitís, los que salvaron ese honor fueron los veteranos y ex combatientes –soldados, suboficiales, oficiales– que después de la guerra siguieron militando Malvinas, señalando los errores, siendo consecuentes con sus reivindicaciones, pidiendo lo que les correspondía. El futuro siempre es bastante oscuro. Pero algunas cosas tengo claras. Si un día de mi vejez me llaman por teléfono y me dicen que el avión de mi hijo fue derribado mientras atacaba un convoy de barcos chinos en el Pacífico sur voy a sentir dolor, el dolor más fuerte que un padre pueda sentir, pero también voy a sentir orgullo, el orgullo más grande que un padre pueda sentir”.

 

Una hipótesis para pensar el cambio implícito en Puerto Belgrano: con la descomposición del peronismo, los argentinos pasan de ser los pichis a convertirse en los kelpers. Los kelpers del orden económico mundial, los kelpers que sueñan con ser británicos pero no lo son, los kelpers que vuelven a tener que pelear por el reconocimiento de sus derechos laborales ante una corona que jamás se los dará. Terranova estuvo en las Islas y le pregunto cómo los vio. Cómo vio a nuestros hermanos siameses. “Me sorprendió lo cola de paja que son los isleños importantes. Nosotros perdimos la guerra pero son ellos los que viven con miedo”. ¿Con miedo de qué? “El miedo es una sensación interesante. Está en el centro de nuestra constitución como sujetos modernos. El miedo y la paranoia. Los isleños viven paranoicos de que la Argentina recupere las islas y ellos tengan que abandonar su penosa vida de trabajar y engordar para morir. Los que traté me cayeron muy bien. La clase trabajadora es clase trabajadora en todas partes. Como dijo Gramsci, siempre hay gobernantes y gobernados. Pero creo que los isleños, kelpers, británicos y demás personas que hoy viven en Malvinas nunca lo leyeron”.

 

Pese a su belicismo y a su visión modernista del actor militar, Terranova conserva las esperanzas. En uno de los raps de la novela donde tematiza al ser nacional, habla del sino argentino como una cadencia entre el aburrimiento y la destrucción. ¿Qué lugar ocupa el peronismo en ese baile? ¿Y qué lugar te gustaría que ocupase?

 

“El peronismo siempre sale a la pista con un pasodoble. Suena un tango, pasodoble. Le ponés Technotronic, pasodoble. Le ponés Pet Shop Boys, pasodoble. Le das pastillas locas, pasodoble. Toca Black Sabatth, pasodoble. Y hay momentos en que suena un pasodoble y entonces se alinean los planetas y la rompe. Creo que hay una ortodoxia en esa perseverancia que es a la vez ridícula y esperanzadora. El pasodoble al final te termina salvando la noche”.

 

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Malvinas desde Rozitchner, Verbitsky y Fogwill // Clinämen

A 36 años del comienzo de la Guerra de Malvinas, evocamos una conversación con León Rozitchner y repasamos zonas subrayadas de “Los pichiciegos” de Fogwill y “La última batalla de la tercera guerra mundial” de Horacio Verbitsky. El fondo del terror y el plan económico que padecemos y resistimos hasta hoy.

Reseña de Aceleracionismo. Estrategias para una transición hacia el postcapitalismo (Editorial Caja negra) // Mariano Pacheco

Una lectura del libro que reúne textos de más de una docena de autores, entre los que se destacan Antonio Negri, Franco “Bifo” Berardi y Mark Fisher.

Se sabe: toda lectura es siempre situada.

¿Cómo leer entonces un libro como Aceleracionismo, donde se compilan todos textos producidos desde contextos bien diferentes a los tercermundistas latinoamericanos? Tal vez desde su análisis de la situación internacional, puesto que si bien estamos parados en realidades diferentes producto de la división internacional del trabajo, todos compartimos el hecho de actuar, pensar, sentir, leer, escribir desde el interior del mercado mundial.

A falta de una visión social, política, organizativa y económica radicalmente nueva, los poderes hegemónicos de la derecha seguirán siendo capaces de impulsar contra todas las evidencias su miope imaginario, escriben Alex Williams y Nick Srnicek en su “Manifiesto por una política aceleracionista”, en la que describen la situación en la que nos encontramos luego de treinta años de neoliberalismo planetario (la civilización global se enfrenta a una especie nueva de cataclismo).

¿Qué ha pasado en estas tres décadas con el movimiento obrero, las izquierdas y los movimientos sociales? La respuesta -por momentos angustiante- que brindan los autores nos interpela respecto de los desafíos presentes, si de verdad aspiramos a contribuir a un nuevo ciclo de rebeliones contra el sistema imperante y apostar por construcciones que vayan más allá del capital (la izquierda tiene una necesidad imperiosa de recuperar la perspectiva de gestar una nueva hegemonía mundial), insisten los autores del Manifiesto.

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¿Qué es el aceleracionismo?

Según la definición esbozada por los compiladores de este libro, el aceleracionismo es una herejía política, una insistencia en que la única respuesta política radical al capitalismo no es protestar, agitar, criticar, ni tampoco esperar su colapso en manos de sus propias contradicciones, sino acelerar sus tendencias al desarraigo, alienantes, decodificantes, abstractivas.

Publicado en Argentina a fines de 2017 por la editorial Caja negra, Aceleracionismo. Estrategias para una transición hacia el postcapitalismo reúne dieciséis textos escritos entre 1994 y 2015 (incluyendo una introducción de los compiladores, Armen Avanessian y Mauro Reis, y un epílogo del primero). El más viejo de estos textos es “Colapso”, de Nick Land (periodista actualmente radicado en Shangai a quienes los autores del Manifiesto consideran un precursor del aceleracionismo, junto con Karl Marx) y el más nuevo: el “Manifiesto xenofeminista” del colectivo Laboria Cuboniks, que los compiladores consideran la manifestación programática más potente de esta nueva afluencia acelerativa.

También hay textos de importantes referentes internacionales como Antonio Negri, Franco “Bifo” Berardi y el recientemente fallecido Mark Fisher.

Avanessian y Reis parten de un diagnóstico compartido por los impulsores de este movimiento a la hora de presentar el libro. A saber: que la desesperanza parece ser el sentimiento dominante en la izquierda contemporánea. De allí que critiquen, tanto de la izquierda liberal como de la más radical pero no menos iletrada tecnológicamente izquierda académica, el hecho de reducir la economía capitalista a un montón de números y la tecnología a puro dominio instrumental del capital, abandonando a su adversario la inteligencia tecnológica y los argumentos económicos. De allí también que reclamen, de manera urgente, criterios pragmáticos capaces de realizar una identificación y selección de aquellos elementos del sistema que puedan ser eficaces en una transición concreta hacia otras formas de vida más allá del capital. Por eso junto con la pregunta por una transición posible hacia otros sistemas, aparece con fuerza el interrogante en torno a los posibles usos de la tecnología, en un movimiento de lectura que implica recuperar tanto las reflexiones que Marx realiza en los Grundrisse sobre las máquinas como una reapropiación/reformulación del componente “maquínico” presente en las teorizaciones de Gilles Deleuze y Félix Guattari, sobre todo en torno a la relación entre la producción maquínica y la producción del ser humano como tal.

¿Cuál es la relación entre los efectos socialmente alienantes de la tecnología y el sistema de valor capitalista? ¿Por qué y cómo son los efectos emancipadores del “nuevo fundamento” de la producción maquínica contrarrestados por el sistema económico del capital? ¿En qué podría convertir el humano social si el capital fijo fuese reapropiado en el interior de un nuevo socius postcapitalista? Estas son algunas de las preguntas que vienen a plantearse en el libro de la mano de algunas propuestas para liberarse de la coerción del trabajo asalariado.

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La cuestión del retorno de un pensamiento más complejo, capaz de arriesgar hipótesis más allá del cortoplacismo de cada lucha particular y más acá de las apuestas que implican definiciones de objetivos de mediano plazo y el trazado de estrategias concretas para obtenerlos, sin por ello renunciar a una mirada que da lugar al azar y las formas creativas de intervenir en política, es seguramente uno de los mayores aportes de este libro, más allá de las coincidencias o no con los postulados aceleracionistas.

La construcción de una nueva infraestructura intelectual capaz de contribuir a la gestación de una nueva ideología y de nuevos modelos económicos y sociales; la disputa por los medios tradicionales de comunicación más allá de la intervención en internet y las redes sociales; junto con la convicción de reconstruir un poder de clase, teniendo en cuenta las identidades proletarias parciales encarnadas a menudo en las formas postfordistas de trabajo precario en el mundo contemporáneo, son los tres objetivos de mediano plazo esbozados por Alex Williams y Nick Srnicek en el “Manifiesto por una política aceleracionista”. Estos objetivos son planteados junto con una convicción: la necesidad de rediscutir los modos de organización y las tácticas de lucha.

¿Qué pasa si las marchas con pancartas o zonas temporalmente autónomas devienen reconfortantes sustitutos del éxito efectivo? se preguntan en el Manifiesto, que las búsquedas pasen más por la apuesta que por la afirmación de seguridades conocidas: el único criterio para una buen táctica es si posibilita o no un éxito significativo dicen, a la vez que instan a estar atentos a los modos en que los adversarios políticos aprender a defenderse y contraatacar los métodos de lucha antaño eficaces. Algo similar sucede con los modos de organización. Para los aceleracionistas hay que poder desprenderse de la idea de democracia-como-proceso, del fetichismo de la apertura y la horizontalidad y poder entender que, a veces, el secretismo, la verticalidad y la exclusión también tienen su lugar. Por supuesto, advierten sobre los riesgos de que las autoridades verticales legítimas devengan centralismo totalitario y tiránico y por eso también llaman a romper con el sectarismo, asumir un pluralismo de fuerzas que pueda experimentar con diferentes tácticas y no quedarse apegados a los modos conocidos.

Es en este sentido que los autores del Manifiesto insisten en la necesidad de discutir la planificación postcapitalista tanto como poder salirse de la nostalgia fordista, esa que hoy se presenta muchas veces como pasado glorioso cuando en realidad no era más que ambiente disciplinado en ambiente laboral fabril donde el hombre (varón) recibía seguridades básicas para su vida, pero a cambio de un aburrimiento existencial profundo y una marcada represión social que iba acompañada de un racismo/sexismo en el plano nacional (con su correlativa jerarquía familiar de subyugación de las mujeres) y una jerarquía internacional sostenida en colonias y zonas de periferias subdesarrolladas.

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Pero no todos los ensayos reunidos en este libro son para ratificar los postulados del Manifiesto que lo inaugura. Hay otros textos que señalan insuficiencias, que plantean contrapuntos. Uno de ellos es el de Franco Berardi para quien la aceleración es una de las formas de subyugación capitalista. Bifo destaca que cuando de lo que se trata es del proceso de recomposición de la subjetividad y de la formación de una solidaridad social la aceleración implica la sumisión del inconsciente a la máquina globalizada. El ex obrerista italiano retoma a Deleuze y Guattari, a Negri, pero también a Spinoza y a Marx, para recordar que no hay afuera posible, que las posibilidades de futuro están contenidas en la composición actual de la sociedad, y que esa fuerza inmanente corre el riesgo de ser interpretada como una necesidad (la inmanencia del comunismo o el despliegue autónomo del general intellect implican una posibilidad, no una necesidad, insiste Berardi).

Antonio Negri, por su parte, destaca el paso al frente que implica en Manifiesto respecto de la tarea comunista en la actualidad y afirma que aún hay espacio para un saber subversivo. Pero advierte que no se saldrá de la situación actual espontáneamente. Sólo un acercamiento sistemático de clase a la construcción de una nueva economía y a una nueva organización política de los trabajadores podrá reconstruir una hegemonía y pondrá las manos del proletariado sobre un futuro posible.

También Negri insiste en dejar atrás la ilusión de un retorno al trabajo fordista y comparte con el aceleracionismo la idea de liberar la potencia del trabajo cognitivo (“¡Ciertamente aún no sabemos lo que un cuerpo tecnosocial moderno puede hacer!”).

En la perspectiva del teórico italiano resulta fundamental retomar la crítica aceleracionista al horizontalismo espontáneo y a la idea de democracia-como-proceso. Cuando se habla de transformación revolucionaria -escribe- no se puede eludir un pasaje institucional fuerte, más fuerte que el que el horizontalismo democrático podrá nunca proponer. Planificar exigirá, antes o después del salto revolucionario, transformar la abstracción del conocimiento de la tendencia en la potencia constituyente de instituciones futuras, postcapitalistas, comunistas. Y remata: esta es la directriz que debe ser adoptada y la labor que debe desarrollarse: planificar la lucha antes que planificar la producción.

Por otra parte, Negri también retoma el planteo aceleracionista de lo que denomina ensamblaje e hibridación respecto de combinar las experiencias desarrolladas y por venir, en función de avanzar no sólo con la crítica de la social-democracia y los socialismos realmente existentes sino también de los límites de los nuevos movimientos sociales en perspectivas de avanzar en la construcción de un programa comunista. Estos umbrales son aquellos que se determinan en la relación entre composición técnica y composición política del proletariado y que se fijan históricamente. Sin estas consolidaciones, un programa -aún transitorio- es imposible. Y es precisamente porque hoy no logramos definir con precisión esta relación, que a veces nos encontramos metodológicamente inermes y políticamente impotentes.

Por último -en esta reseña, aunque no en el libro, puesto que los otros textos no citados aquí abren aún más discusiones- quisiera destacar algo planteado por Mark Fisher en su texto, en donde intenta indagar en el vínculo entre revolución psíquica y revolución social en el horizonte de la cultura popular.

Las dos primeras décadas del siglo han estado marcadas hasta ahora por una insólita sensación de inercia, repetición y retrospección, destaca el pensador británico, para quien -tanto política como estéticamente- pareciera no poder esperarse ya más que lo mismo conocido hasta el momento. Situación que no puede entenderse por fuera de la reacción conservadora de las últimas décadas, donde el familiarismo jugó un papel central en el ascenso de la nueva derecha, en abierta reacción frente a la contracultura gestada en las décadas del ‘60 y del ‘70. Aquella que propugnó formas de organización colectivas (no-estatistas) nuevas y sin precedentes, dando voz a nuevas formas del deseo desconocidas incluso por las izquierdas más clásicas.

Como podrá observar quien lea esta reseña, los temas abiertos por el aceleracionismo son muchos y de vital importancia para poder repensar las prácticas impugnadoras del orden existente, y seguir promoviendo un pensamiento crítico insumiso que pueda ser capaz de denunciar, sí, pero también

de contribuir a las reflexiones y los modos de nombrar aquello que cuestionamos, y aquello por lo que luchamos.

«Tenemos grandes expertos que son grandes analfabetos» // Entrevista a Marina Garcés

Un libro pequeño puede ser muy ambicioso. Es el caso de ‘Nueva ilustración radical’ (Anagrama), que acaba de recibir el premio Ciudad de Barcelona. Su autora, la filósofa barcelonesa Marina Garcés, es una de las voces más vivas del pensamiento español actual, tanto por su colaboraciones de guerrilla en el diario Ara como por su implicación en los movimientos sociales. El jurado destacó su “capacidad de pensar los desafíos políticos del presente renovando las herramientas de la filosofía clásica”. El libro señala que vivimos en la sociedad de la información, pero que no nos libramos de estar tan desamparados como un analfabeto. “Muchas veces, consumimos información en tiempo real acerca de lo que ocurre en el mundo y nos preguntamos “¿y yo qué hago?”. Es una expresión de impotencia y de incapacidad que no es ajena al saber, sino que van juntos. Lo mismo ocurre cuando nos formamos en conocimientos y profesiones tan fragmentadas que no nos sirven para comprender mejor el mundo en que vivimos. Tenemos a grandes expertos que al mismo tiempo son grandes analfabetos. Ciencia e impotencia no son contradictorias. Lo interesante es que hoy nadie es ajeno a este tipo de analfabetismo”, explica.

Burguesía melancólica

El texto destaca por su claridad, pero también por su rigor. Garcés no busca polémica mediática, pero tampoco se arruga si tiene que cuestionar el discurso de pensadores de gran prestigio, como Martha Nussbaum o Nuccio Ordine. Ambos coinciden en que el valor de la cultura clásica reside en su carácter “non-profit” (sin ánimo de lucro) y en su inutilidad, en estos tiempos de búsqueda de máximo beneficio y culto al utilitarismo. “Hay una defensa melancólica de las humanidades que refleja una visión de clase. Es una visión preservacionista, que invita a conservar un patrimonio cultural y que defiendeuna visión idealista de las artes y de las letras. Va ligada a la idea muy burguesa de la separación entre el tiempo de la producción y el trabajo y el tiempo del ocio y cultivo del espíritu”.

'Nueva ilustración radical'
‘Nueva ilustración radical’

En las antípodas de este enfoque, Garcés reivindica el poder de las estas disciplinas como herramientas de cambio social. “Es interesante poner esta cuestión en relación con el ecologismo: hay un ecologismo conservacionista, que es el de los ricos que quieren seguir disfrutando de la naturaleza y lamentan su pérdida. Frente a ello, está lo que algunos llaman “ecologismo de los pobres”, que es el que cuida su hábitat porque le va la vida en ello. Pienso que el compromiso con las humanidades tiene que ser hoy del mismo tipo: no son un patrimonio a conservarsino un ecosistema en el que nos jugamos aspectos fundamentales de nuestras vidas, especialmente los menos ricos y por tanto más sujetos a las transformaciones del actual sistema de reproducción social. Lo que está en disputa hoy no es si hay más o menos asignaturas de letras en los curriculums, sino qué sentidos de la experiencia humana podremos compartir y elaborar en condiciones de igualdad y de reciprocidad”, explica.

España, entre dos extremos

Para algunos pensadores españoles, resulta problemático el término “ilustración”, ya que consideran que en España nunca ha tenido lugar un verdadero proceso de democratización cultural. ¿Está de acuerdo? “La Ilustración a la francesa o a la alemana no pasaron por la Península, lo que no quiere decir que no haya habido combates del pensamiento en el tránsito entre el Antiguo Régimen y la modernidad. Quizá lo que no funciona para nuestro entorno territorial y cultural es la linealidad del proyecto moderno y por tanto la idea de progreso. Desde hace siglos vivimos en paralelo y en conflicto permanente entre lo más extremo del conservadurismo dogmático y autoritario y lo más extremo de la experimentación social más igualitaria y más arriesgada. Esto hace que lo que ocurre por aquí abajo sea muy difícil de leer con “anteojos” europeos, que son los que han forjado las categorías analíticas tanto académicas como políticas de la modernidad. Lo que pasó en el 36 es un claro ejemplo de ello y lo que ocurre actualmente otra vez. Estamos, al mismo tiempo, un paso más allá de la Europa de los estados y muchos pasos más acá de la Europa de los derechos”.

Desde hace siglos vivimos en conflicto permanente entre lo más extremo del conservadurismo dogmático y de la experimentación social

¿Cuál puede ser la estrategia para avanzar? “Tenemos que aprovechar que por una vez hay una generación bien formada y alimentada para elaborar marcos de análisis y de debate propios pero no localistas, para elaborar historias, de presente y de futuro, más allá de las hegemónicas”, señala.

El falso dilema nuevo-antiguo

Desde Mayo del 68, del que ahora se cumple medio siglo, la izquierda ha desarrollado un fuerte rechazo a las instituciones. Tanto el Estado como la universidad o la familia son vistas como marcos puramente represivos. El libro de Garcés propone repensar estas nociones. “La modernización es un proyecto que se desarrolla oponiendo lo nuevo a lo antiguo, como si todo lo antiguo fuera un lastre y todo lo nuevo fuera bueno. Cuando insistimos tanto, hoy, en la innovación estamos cayendo en lo mismo. Respecto al problema institucional y su relación con los mapas actuales de la educación y del conocimiento, lo que tenemos que preguntarnos en qué medida se corresponden, hoy, las prácticas del saber y las instituciones que las producen, transmiten, custodian. Creo que claramente estamos padeciendo una inadecuación, que se traduce en malestares importantes en el sistema educativo y en el mundo de la cultura. Esto no quiere decir que haya que acabar con las escuelas, los museos o las universidades, sino transformarlas en alianza con otros espacios y con otros modos de hacer. Esta inadecuación no es un mero “retraso”, como se nos hace entender a veces. Las instituciones del saber no son un software que simplemente haya que actualizar. Son lugares en los que se experimentan todos los combates sociales y políticos de nuestro tiempo, y que hoy lo que producen son graves formas de opresión autoritaria y de desigualdad”, denuncia.

Cuidados paliativos del sistema

El libro también señala carencias en los actuales discursos de la izquierda. Por ejemplo, esa expresión tan de moda que es la “política de los cuidados”. Garcés pide llevarla más allá del lema reconfortante. “Cuidarnos es la nueva revolución, pero esos cuidados cada vez se parecen más a los cuidados paliativos”, escribe en el libro. ¿Están ejerciendo los movimientos sociales de botiquín de emergencia del sistema? “Hace poco vi una pintada por Twitter (ahora que están tan penalizadas, las pintadas se ven sobre todo en Twitter) que decía “Cuidémonos unos a otros para ser peligrosos juntos”. Creo que dice algo muy importante: en el cuidado de la vida digna podemos experimentar la potencia de un nosotros en combate con las injusticias y las desigualdades que nos causan tanto dolor. Por eso es importante no quedarnos en un lenguaje de los cuidados a la defensiva, sino vincularlos a las diferentes maneras como hoy podemos, al mismo tiempo, luchar y crear. Luchar contra los poderes (económicos, políticos…) que dañan la vida, tanto humana como no-humana, y crear mundo habitable entre nosotras. No sólo somos seres vulnerables, como se insiste tanto hoy. Nuestra vulnerabilidad es inseparable de una gran potencia colectiva de creatividad, de invención y de resolución práctica de nuestros problemas comunes. No hay que olvidarnos: no sólo somos enfermeros de un planeta enfermo, somos cocreadores de un mundo en el que queremos vivir dignamente”, afirma.

Humanos y residuos

En el fondo, lo que propone Garcés es utilizar los saberes clásicos para afrontar los conflictos de un mundo cada vez más hostil. “Se está produciendo una humanidad-residuo: personas sin trabajo, sin recursos, sin agua, sin tierras habitables, sin casa en las ciudades, sin papeles en muchas partes del mundo…Es ya una realidad que desplaza los límites de lo que entendemos por lo humano y su dignidad. Al otro extremo, encontramos la hiperinteligencia de los procesos cognitivos de alto nivel, humanos y no humanos, que configuran un mundo inteligente (smart) para gente (supuestamente) estúpida. Desde este escenario, a todos no incumben las humanidades, especialmente a los más expuestos a estas transformaciones”.

Seguramente se trata de recuperar ese viejo concepto llamado “dignidad humana”, mucho más subversivo de lo que parece.

 

Fuente: https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-02-18/marina-garces-nueva-ilustracion-radical-entrevista_1522795/?utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=amp

Una nueva metalurgia // Diego Sztulwark

 

Hacer agujeros no es simplemente hacer vacío, sino encontrar algo que existe en los agujeros.

 

Anti-Edipo, Mil mesetas y Qué es la filosofía, tres de las principales obras escritas en colaboración por Gilles Deleuze y Felix Guattari, son tratados sobre los movimientos de la tierra (territorialización, desterritorialización y reterritorialización) y de los flujos (codificación, descodificación, sobrecodificación). Los autores, en particular en su último trabajo, ligan la filosofía ya no a una relación entre sujeto y objeto sino a una “geofilosofía” o “geopolítica”. El Anti-Edipo relata una historia universal: la comunidad primitiva, que codifica todo flujo como perteneciente a la tierra, ha debido enfrentar el nacimiento del Estado –Imperio– que sobrecodifica la actividad comunitaria remitiéndola a la propiedad pública representada por el déspota. Basados en abundante bibliografía proveniente de la antropología, los autores afirman que el surgimiento del Estado –esa idea eterna que se encarna de modos diferentes– se dio de una sola vez. El Urstaat: sobrecodificación general de todos los flujos. Junto al Estado imperial nace el sobre-trabajo, la moneda -con relación a los impuestos y a la renta- y el monopolio del comercio exterior. Si la actividad comunal presentía y conjuraba al Estado, el Estado presiente y conjura la temida descodificación general de los flujos, el derrame del que surge el capitalismo.

Deleuze explica en sus clases que tanto en China como en Roma se vivieron fenómenos de descodificación general, auténticos contragolpes a la sobrecofidicación imperial. El esclavo liberto chino o el plebeyo romano eran producidos por el Estado de tipo despótico pero no formaban parte de la sobrecodificación. Eran sujetos despojados de su estatus. El plebeyo romano, a diferencia del patricio romano, no tenía derecho a explotar la riqueza pública y solo se le entregaba una parcela privada. Deleuze ubica el   nacimiento de la propiedad privada y su extensión al comercio y a la empresa en este movimiento de descodificación plebeya. Sin embargo, la descodificación de los flujos no es suficiente por sí misma para explicar el nacimiento del capitalismo. Hace falta aún que estos flujos se encuentren y den lugar a una toma de consistencia capaz de crear una nueva sociedad. El capitalismo surge de una conjunción de los flujos descodificados: de la relación diferencial y de determinación recíproca entre flujos en los que la riqueza se pone como capital y la actividad humana como trabajo. El Estado no desaparece en la nueva sociedad, pero ya no ocupa el lugar de la trascendencia imperial. Deviene inmanente, un operador interior al encuentro entre los flujos descodificados que no dejan de relanzarse en nuevas combinaciones  según una lógica que los autores denominan axiomática.

La axiomática capitalista es una lógica en la cual la instancia que formaliza y conecta no es exterior ni superior a los términos formalizados y puestos en conexión. Si la axiomática capitalista parte del mercado mundial, se efectúa en los Estados, que actúan  adjuntando o bien substrayendo axiomas; proponiendo al capital modelos de realización. El Estado regula y territorializa flujos descodificados. La axiomática capitalista es la oscilación misma entre un polo socialdemócrata o populista (adjunción de axiomas, mercadointernismo) y uno neoliberal o totalitario (substracción de axiomas, prioridad del mercado exterior). Los Estados, heterogéneos entre sí, resultan así isomorfos en relación con la axiomática que se desarrolla en el nivel del mercado mundial. Claro que las categorías de Deleuze y Guattari no pueden leerse como si fueran exclusivamente sociológicas, perdiendo de vista su dimensión deseante. La axiomática de los flujos limita el componente esquizofrénico de la descodificación presente en el capital; la añoranza del Estado actualiza el componente paranoico. Se trata de mostrar, sobre todo en El Anti-Edipo, hasta qué punto el psicoanálisis de época formaba parte de la axiomática del capital, en la medida en que ofrecía una reconducción del deseo hacia las figuras parentales sumisas a la reproducción de las categorías del modo de producción capitalista.

Tanto en Antiedipo como en Mil mesetas la discusión con las izquierdas revolucionarias tenía que ver, precisamente, con la necesidad de retomar la unidad de lo deseante y lo histórico como condición de una verdadera ruptura. La cuestión de si es deseable y posible retomar estas consideraciones metodológicas en función de un plebeyismo actual se plantea sin cesar cada vez que en las calles y en las ideas se abandona la obediencia de la regulación burguesa de la existencia. No se trata de un mero voluntarismo sino de la crisis y el surgimiento de nuevas figuras. Además de lo que hoy ocurre en torno al movimiento de mujeres, hay otras pistas que tal vez valga la pena evaluar: la relación entre trabajo y territorio, y la relación entre alianza y filiación. Como sostiene Deleuze en sus clases, publicadas bajo el título Derrames II. Aparatos de Estado y axiomática capitalista, la relación entre trabajo y territorio, en la medida en que “la crisis actual no es en absoluto una crisis; corresponde exactamente a las condiciones actuales de la formación del nuevo capital”, los contingentes colectivos que no participan de las nuevas zonas de recomposición de la economía (lo que fue el movimiento piquetero, lo que son los trabajadores de la economía popular) quedan situados en una zona de crisis continua, en la que solo resta politizarse para promover derechos –movimientos sociales que buscan adjuntar axiomas– o bien (no se trata de caminos excluyentes) liberar las conexiones del trabajo precario, esa zona de crisis en la que los enunciados y las acciones resultan indecidibles.

En cuanto a la relación entre alianza y filiación, esta tiene que ver con la capacidad de promover desacatos subjetivos en la escena del deseo, en particular en el punto en el que la reproducción de humanos se liga y subsume a la reproducción de las relaciones sociales que genéricamente llamamos neoliberales. La breve pero rica tradición iniciada por las Madres de Plaza de Mayo permite retomar el problema de los vínculos en una clave que no es la de la reproducción del capital: madres no sumisas, madres de revolucionarios, hijos y abuelas. Durante el último año aparecieron los primeros testimonios de quienes dan lugar a una nueva figura: los “exhijos” (los “hijos” de cuadros de la represión durante los años del Estado terrorista). Quizás no se trate solo de la desafiliación de unas víctimas en el ámbito familiar con respecto a los malos tratos de unos monstruos que hoy ya nadie defiende, sino de una posibilidad aún más trascendente, de una acción que permite identificar y desactivar las operaciones de suma crueldad (en el sentido que le da Rita Segato y no Artaud a la palabra crueldad) con las que ayer y hoy se habilita la subordinación de la reproducción de la vida a la de la acumulación de capital. En cualquier caso, plebeyismo ya no es la clase obrera con la que estuvieron en contacto las izquierdas durante el largo período que va de la Comuna de París a la caída del socialismo real. Quizás la nueva plebe no sea una categoría sociológica más, ni se adecúe a los valores morales del progresismo, sino una manera discontinua de contactar con las pulsiones descodificantes que recorren el campo social –mujeres, trabadores irregulares, exhijos– de modo indecidible, es decir, no necesariamente dispuestos a derivar su existencia de los diseños dispuestos por los Estados como modelos de continuación para la realización del capital.

Además de las dos grandes imágenes con las que concibe el espacio (los espacios estriados –estatales– y los lisos –los cielos y los mares, pero también los territorios nómades–), Deleuze encuentra que los metalúrgicos constituían redes móviles que permitían ligar la minería con la fabricación de espadas, es decir, entraban y salían del Imperio. Ni acción de alisamiento ni de resonancia o de estrías, su relación con el espacio consistía en hacer agujeros. Hacer agujeros, es decir, buscar yacimientos. Un espacio agujereado hace posible nuevos descubrimientos.

“Vivimos una fase cada vez más explícita de guerra civil” // Entrevista a Vladimir Safatle

Entrevista realizada por Sergio Lirio a Vladimir Safatle, publicada el miercoles 28 de marzo de 2018 en Carta Capital. Discípulo del legendario Bento Prado Junior, Vladimir Safatle es filósofo. Sus trabajos, desde su tesis de doctorado La pasión del Negativo: Lacan y la dialéctica (2006), se ocupan del cruce entre filosofía y psicoanálisis. Entre sus libros se encuentran Cinismo y falencia de la critica (2008), Lo que resta de la dictadura: la excepción brasileña (con Paulo Arantes, 2010), Una izquierda que no teme decir su nombre (LOM, 2012) y El circuito de los afectos: cuerpos politicos, desamparo y el fin del individuo (2015) y Solo un esfuerzo más (2017)

 

 

¿Vive Brasil una escalada fascista?

 

Los últimos acontecimientos demuestran claramente que entramos en una fase cada vez más explicita de guerra civil. No hablo sólo de los tiros al omnibus del ex presidente Lula. El asesinato de Marielle Franco hasta ahora no mereció ningún tipo de respuesta de parte de las autoridades. No hay ninguna información, incluso después de la enorme conmoción causada por su muerte. Sorprende que Geraldo Alckmin, gobernador del estado más grande del país, y otros mandatarios naturalicen el atentado contra la caravana de Lula. Alckmin prácticamente dice que el expresidente se lo merece, ignorando completamente la diferencia entre la violencia simbólica de la política y la violencia real del exterminio.

 

¿Qué o quién podría resolver este impasse?

 

No hay solución a corto plazo. La sociedad brasileña camina hacia los extremos de la radicalización política. Y no veo otra salida. La cuestión es que hasta el momento sólo uno de los extremos se organizó, el campo reaccionario. El extremo progresista continúa preso a una cierta creencia en que existe un pacto de normalidad en la vida política nacional. Ese pacto terminó. La política nacional no está en una situación normal. Es necesario tener esto en cuenta y estar preparado.

 

¿Esta falta de entedimiento de la realidad explicaría el hecho de que las manifestaciones espontáneas después de la muerte de Marielle no se hayan convertido en algo más efectivo y organizado?

 

No existen actores políticos en Brasil que consigan expandir estas demandas y dar a ellas un carácter de explicación genérica de la situación nacional. La sociedad está en plena ebullición y las manifestaciones son todas espontáneas, como fueron las protestas del año pasado contra el gobierno de Michel Temer y la huelga general, que movilizó 35 millones de trabajadores. Pero faltan actores políticos que consigan sostener esa ebullición en el tiempo. Los partidos están degradados. Hay un déficit brutal de organización en el país. Toda esta fuerza, enorme, se pierde por completo.

 

En general, en Brasil, momentos como este desembocan en soluciones autoritarias. ¿Existe ese riesgo?

 

Sí, evidentemente. Es importante para la izquierda prepararse para todas las situaciones posibles. Siempre que hubo un retorno autoritario, la izquierda siempre fue la última en abandonar la esperanza en el Estado Democrático de Derecho. Se quedaba esperando por algo que ya no existía, mientras los reaccionarios organizaban la salida autoritaria. Es evidente que el fantasma flota en el aire. El año pasado, el general Hamilton Mourão habló explicitamente de un proyecto de golpe militar y no fue desmentido por sus superiores. Se crea una situación de tensión cada vez mayor. La elección, sabemos, va a ser una farsa, digna de la República Velha, en la cual se deja afuera a los candidatos que no se quiere que ganen. El pacto de democracia mínima en el país ya no existe más. No es casual que Temer acaba de decir que no hubo golpe en 1964, sino un movimiento consagrado por el pueblo. La declaración, inclusive, es falsa desde el punto de vista histórico. Estudios de opinión de la época mostraban que João Goulart sería el candidato más votado en las eleciones presidenciales. Es una falacia más en la tentativa de transformar en elección popular una decisión de las elites. Esta declaración elogiosa de Temer no es nada extraña.

 

Fuente: https://www.cartacapital.com.br/politica/safatle-201cvivemos-uma-fase-cada-vez-mais-explicita-de-guerra-civil201d

Valores Fundamentales: Elementos para una crítica a las (no tan) nuevas derechas // Colectivo Vitrina Dystópica

 

  1. Valores fundamentales

 

Hay una serie de estas nuevas. Una serie que se llama The Handmaid’s Tale (El cuento de la criada, 2017), basada en un libro de Margaret Antwood (1985), en la cual se propone – para variar – un futuro dystópico. ¿Qué sucede en este futuro? Algo ha ocurrido con la fertilidad del planeta y no solo las cosechas son escasas, sino que también lo son los hijos, los cachorros humanos. Entonces, una especie de régimen totalitario se instala en, al menos, parte de lo que era Estados Unidos. Una especie de régimen totalitario que, apoyándose en una suerte de fundamentalismo cristiano, reinstala la más explícita dominación masculina: literalmente convierte a las mujeres que aún son fértiles, en esclavas de la casta dominante, para proveer de hijos.

 

El discurso oficial les llama criadas. El discurso oficial dice que eligieron serlo en beneficio de la humanidad. El discurso oficial dice que esas mujeres y las mujeres de la casta dominante, no son esclavas de los hombres (únicos autorizados a los puestos de jerarquía), sino que éstas fueron liberadas ¿Liberadas de qué, perdón? De la liberal (sic) “ideología de género”, por supuesto, pero también de los opresivos cánones de belleza que el neoliberalismo articula(ba) para su propia mantención. Vuelta a los valores tradicionales, entonces, como forma de salvar lo que queda de “comunidad”, lo que queda de “país”, lo que queda de “mundo” e, incluso, de por fin liberar a las mujeres de esas tontas ideas que conllevaría la ideología de género, pues como lo dice uno de los personajes (El Comandante), ahora pueden dedicarse libremente a cumplir con su objetivo biológico: tener hijos.

 

La protagonista de The Handmaid’s Tale siendo aleccionada. Serie realizada por Hulu.

 

“Según el censo de 2013, la comunidad evangélica en Chile representa el 16,62% de la población, es decir, 3,5 millones de personas, de las cuales 2,5 millones estarían habilitadas para votar: un botín nada despreciable que los candidatos cada vez miran con mayor atención”, así abre la nota sobre “el factor evangélico” un periodista de la revista Qué Pasa, por supuesto de COPESA, en plena “carrera” presidencial de 2017.

 

Esta fuerza religiosa ha tenido un crecimiento disperso, pero sostenido desde el guiño de la dictadura y los coqueteos con los demócratas, lo que la ha convertido, por tanto, en una fuerza política. Aunque no es difícil saber que ya era fuerza política desde el principio, su masividad, pero sobre todo la capacidad de fijar puntos y lograr unidad en la diferencia, es decir, la posibilidad de constituir una axiomática en apariencia muy sencilla, consigue llamar la atención de cada vez más “candidatos”. Y no olvidemos que en nuestra economía afectiva la atención llama a la atención, o sea, redobla su fuerza.

 

“Hay un tema transversal en que convergemos con Franco[1] y que tiene que ver con la vuelta a los valores. Uno de los discursos de Franco es que él no le debe nada a nadie, no tiene compromisos con el mundo financiero. En ese sentido estamos de acuerdo… – explica el pastor Molina, acompañado de su esposa [la pastora Zuñiga], en un café vegano budista de Providencia”. Franco, esta vez fue apoyado por un partido que se llama Unidos en la Fe y, a pesar de lo tenebroso del nombre no es este movimiento el “principal” peligro, sino la axiomática que articula.

 

La “marcha por la vida”, fue un momento fundamental consigna Qué Pasa, pues se reunieron católicos y evangélicos, superando sus “históricas disputas”. Esto fue posible, pues como señala, el antes UDI y hoy también independiente, José Antonio Kast: “[coincido] plenamente con la mirada valórica que ellos tienen, en todos los temas provida (…) estoy convencido de que una política de género es muy dañina para la sociedad y en lo [último] que coincido es en la libertad”.

 

Marcha «provida», Santiago de Chile, 2017. Foto autoría desconocida (se agradece información)

 

 

  1. Puritanismo y finanzas

 

¿La libertad? Cualquiera que mantuviera aun al menos cierta inquietud, estaría tentado a preguntarse algo como eso, de qué libertad me habla Kast. Y cabría adelantar así en bruto, velozmente, una hipótesis: la libertad de no mezclarme, la libertad de protegerme. ¿Qué? ¿Entonces, ya no es la libertad de consumir, la de elegir, la de explotarme, la de ser un individuo, todo eso que, sabemos, es la cumbia del neoliberalismo? Sí, claro que lo es, pero renovado ahora sobre un discurso de la comunidad. Los solos constituyeron comunidad y, por cierto, atravesada, enarbolada, ensamblada por el miedo.

 

Prototipo barrio cerrado «cul-de-sac», o sea, con calles sin salidas. Foto Plataforma Urbana.

 

 

Si el principal elemento de consumo era en realidad un estilo de vida y, entonces, todo lo que consumíamos se trataba finalmente de la propagación del modo de vida imperial. Y si, por cierto, esa democratización de las posibilidades se desmentía una y otra vez en la deuda, mostrando toda la articulación valórica neoliberal al modo de los libros de autoayuda, es decir, como un inmenso vacío en el que hay que hacer como si todos tenemos ya la vida que se supone debemos tener, porque solo depende de nosotros (y, entonces, fotos en Instagram).

 

Desmentida, también, en su recíproca, es decir en la estetización de la posición depresiva, compañera estructural del como si neoliberal y, por cierto, de la proliferación de la autoayuda y las terapias. Entonces, aun si, o mejor dicho porque se desmentía constantemente, no basta para asegurar la acumulación. Esta comunidad que no rehuiría del vacío, sino que lo buscó gestionar como sociedad de oportunidades, es decir, plenamente nada. Nada más que la obligación tácita de incorporarte a la forma de producción dominante, o morir. Esta comunidad hubo de agregar, ante la catástrofe que es el presente, a lo menos, un axioma: su defensa como tal.

 

 

Famosa marcha de los camiones quemados en 2015. Quemados, como se supo posteriormente, por sus propios dueños y no por supuestos terroristas mapuche. Foto La Tercera.

 

Es que acá todas las frases en apariencia nacionalistas, como America first o Chile para los chilenos, no pueden separarse de otras como make America great again o vienen tiempos mejores. El desmentido constante del reino de las oportunidades ha sido movilizado en favor de la acumulación y no en su contra. El nacionalismo como muchas veces antes, pero quizá con mayor claridad, es vector de una global dominación de clase. Los tiempos mejores que vienen o que vuelven, implican reconstruir aquel fallido paraíso de las oportunidades y si nunca existió, entonces, culpar a alguien. ¿A quién? A los que ingresaron. ¿Cómo trazar la frontera? ¿A quiénes de los que ingresaron expulsar? Pues a quienes muestren debilidad en su fe.

 

Son sospechosos todos, entonces, quienes mediante su ingreso hayan afectado algo anterior, o sea, algo tradicional. Mujeres, homosexuales, migrantes, insistentes. Y, aun así, bienaventurados los esforzados, pues la comunidad será de ellos y ellos serán de la comunidad. El nacionalismo puede menos que la adopción del dogma. La producción del deseo de purificación y su fascismo, es un problema de clase o de casta, antes que de nación. Mejor dicho, es sobre todo un poder de cacería. La relación con las finanzas, entonces, no sería realmente de oposición como quería el pastor, sino una continuidad compleja, incluso para los financistas. Las finanzas especulan con un mundo infinito, los fascismos puritanos saben que no lo es y que, por tanto, hay que proteger a la comunidad, antes que defender la sociedad. Parecería haber, entonces efectivamente, una oposición, pero a condición de olvidar que las formas de exclusión son modos de incorporación en desventaja. O sea, que, por ejemplo, querer cerrar fronteras no significa que no haya migrantes, sino que entran en peores condiciones y, fundamentalmente, dirigidos a satisfacer demandas de grandes agentes financieros. O sea, en condiciones, que permiten mayor extracción de plusvalía, tanto por ser casi esclavistas o, por la obligación de inculcarse el dogma de la producción de valor (para otro).

 

Si se busca relativizar cuestiones como la catástrofe medioambiental, es porque, sencillamente, es indesmentible. Y si eso es así, entonces, se puede movilizar la sensación de que no caben todos. Y la comunidad se muestra en toda su violencia y desea la muerte. Desea la muerte en general, los chivos expiatorios se irán eligiendo. Ahora bien, ese “no caben todos”, supone la mantención del aumento en el crecimiento sobre la apropiación de la riqueza, aun en circunstancias de su manifiesta imposibilidad. Dadas nuestras circunstancias actuales, como ya ha sido dicho, la generación de riqueza descansa básicamente en desposesión de los demás y que, si “los más ricos” quieren seguir siéndolo cada vez más como a hasta ahora, es a ellos a los que les conviene el “cierre de las comunidades” que quiere decir sobre todo controlar el ingreso para su beneficio. Pero dado que hubieron “democratizado” ese vacío como estilo de vida, esa inseguridad, ese miedo como comunidad, el encierro devino genuinamente un deseo colectivo, al que había que ponerle palabras y enemigos. De paso modificar la estructura normativa y así como por valores humanitarios, pero sobre todo tradicionales, abrir el paso a otra tecnología de poder para dar caza a todo cuerpo que amenace a la comunidad de productores de valor (para otro). La inseguridad fue territorializada, por diversas especies de puritanismos que, movilizando el deseo de protegerse, aseguran la mantención de la apropiación de la riqueza en condiciones de catástrofe. O sea, literalmente, administran la ruina.

 

Foto campos de paltas en Petorca, donde el monocultivo de la dichosamente exportada y transada en la bolsa Palta Hass, reventó la capacidad hídrica de la región. Según consta en la web de Radio Universidad de Chile: «desde la segunda mitad de la década de los 90 en adelante pasó de 2 mil héctareas de paltos a más de 16 mil.  La provincia de Petorca es la más relevante en términos de la producción y exportación de palta hass en el país. La provincia concentra un 30,5 por ciento de toda la oferta exportadora del país y ese cambio en la estructura productiva se originó con la plantación de paltos en suelos sin actitud de cultivo y la devastación de los ríos. En este sentido, el Rio Petorca, fue declarado agotado en 1997 y el Río Ligua entró en la misma condición en 2004”.

 

  • Finanzas y catástrofe

 

La mención al mundo financiero no es algo a despreciar. Su despegue se da coincidentemente en la misma época en que emerge la catástrofe medioambiental como problema mundial y que las tecnologías permiten, precisamente, un mercado financiero global. Sin ninguna necesidad de una mesa coordinadora, ni de una gran conspiración, la financiarización de la economía posibilita hacer rentable incluso la devastación planetaria. En ese sentido, tampoco es despreciable que el periodista haya consignado que los pastores se encontraban en un café vegano budista.

 

Vista en el espacio del Roadster de Tesla, lanzado al espacio gracias a la otra empresa de Elon Musk: SpaceX. Foto Infobae.

 

 

Elon Musk, exitoso empresario preocupado por el desastre ambiental, promotor de energías renovables, es también dueño de la compañía espacial privada estadounidense SpaceX, cuyo objetivo es hacer viajes turísticos al espacio y establecer una civilización humana multi-planetaria, ante, digamos, el mismo diagnóstico. Recientemente, lanzó su primer cohete de prueba con el objetivo de enviar a Marte un auto, por supuesto eléctrico, de otra empresa de su propiedad llamada Tesla. El principal objetivo, sin embargo, además de la publicidad, era probar el sistema de propulsión reciclable, es decir, que debía arrojar a la nave al espacio, pero volver a tierra para poder ser reutilizado, pues de otro modo la empresa simplemente no funciona. El primer viaje turístico a la órbita lunar está pronosticado para finales de 2018. Y su declaración parece muy humanista “Esto representa, señala Musk a la BBC, una oportunidad para que los seres humanos vayan al espacio profundo por primera vez en 45 años». Los turistas son dos. Las identidades de los turistas son desconocidas, pero Musk, según consigna la misma nota, asegura que no son de Hollywood y que “ya han pagado un depósito significativo”. No es difícil imaginar, entonces, cuál será la humanidad multiplanetaria.

 

Desde las crisis financieras de los 2000 y los movimientos de 2011, algo evidente queda expuesto: que el motor de la economía financiera es el riesgo, pero que también este tiene consecuencias nada abstractas. Sin embargo, ante la debilidad de la imaginación política de izquierda y el peso de, precisamente, aquellas fuerzas globales, la protección se instala como necesidad básica. Los afectos que movilizaron críticas al corazón del sistema de valorización contemporáneo terminan siendo encausados por retóricas que, situándose como si estuvieran fuera de las finanzas y políticas corruptas, permiten la elección de millonarios políticos evidentemente corruptos. Cambiando el foco de atención, designando a quienes con su sola presencia parecen perturbar el orden de los valores tradicionales como amenazas, logran disponer para su beneficio del terror a la crisis, siempre anunciada como si aún no llegara del todo. Lo único que no se puede tocar no es la nación, es la acumulación. Su vía: las finanzas.

 

7 Policías defendiendo bancos en el extremadamente pacífico Occupy en Madrid, 2011.
Foto Daniel Yustus.

 

 

  1. Cacerías y desobediencia

 

Supongámosle al capitalismo un axioma y solo uno: tienes que producir valor para otro. O sea, alguien debe apropiarse de tu trabajo como fuerza de trabajo, lo que quiere decir, no como un producto concreto, sino como la energía de tu cuerpo, la creatividad, la fuerza, la concentración, etc. Y es sobre todo gracias a la explosión de la financiarización que es posible apropiarse de eso no tan solo en las antiguas fábricas e industria, sino que de manera continua. Desde el trabajo a la “diversión”. Lo que en parte explica la dificultad para saber cuándo se deja de trabajar en las formas de empleo más propias de la economía contemporánea.

 

 

 

8 Propaganda de la empresa monopolistas de tarjeta bancarias, tratando de que compremos TODO mediado por la posibilidad de especulación.
Imagen del sitio de Redcompra

 

Lo anterior contribuye también a entender la importancia de la financiariación frente al agotamiento de la economía material en los 70’s. Así no solo se dispone de una inmensa masa de trabajadores radicalmente precarizados y explotados en los talleres e industrias de las marcas globales, sino que también se dispone de otra masa conectada a un taylorismo digital, explotada menos en sus capacidades físicas clásicas y más en las de procesamiento de información que exige nuestra interacción con las máquinas contemporáneas. Luego, todos arrojados a comprar, publicitar y trabajar gratis corporal y virtualmente para los gestores de la ruina del mundo. Es decir, que lo que no se puede tocar es la financiarización global que habilita la posibilidad de producir valor en condiciones de catástrofe.

 

9 Hace tiempo sabemos que nuestra ropa la hace mano de obra fundamentalmente esclava. La industria de moda rápida, simplemete la exacerba (Zara, H&M, etc.). Foto Nguyen Huy Kham taller promedio industria global.

 

 

 

«Hay que distinguir dos cosas – señala en febrero de 2018 la diputada joven electa de Renovación Nacional, Camila Flores. De lo que hablamos nosotros es de la protección férrea y potente del derecho a la vida del que está por nacer, no del derecho de los que ya nacieron«

 

¿Qué significa defender una vida así en abstracto? Una vida sin ningún atributo, en medio de nuestro modelo de organización es, disculpen si lo ofende señor conservador, la defensa de un cuerpo-batería del cual es susceptible extraer valor desde antes que diga su primera palabra. Los que ya nacieron deben vérselas por ellos mismo en el reino de las oportunidades que, como dijimos, no es otra cosa que un inmenso interregno repleto de nada más que la obligación de vender tu fuerza de trabajo. Y, bueno, si fracasa, se le podrá extraer valor como desecho.

 

10 Escena de The Matrix. Neo despertando en medio del campo de baterías humanas.

 

El problema comienza si es que se resiste. Y acá resistir no quiere decir nada muy tremendo en primera instancia, tan solo, por ejemplo, no querer seguir soportando lo que cierto feminismo llama brecha salarial o, el elemento estrechamente asociado, del trabajo doméstico no pagado. O si a las y los migrantes, se les ocurre tener los mismos derechos que los otros animales humanos que, casualmente, nacieron dentro de una determinada organización jurídica que, algunos adoran como “su país”. Cualquier cosa que amenace la mantención de la acumulación, o sea, la capacidad de desposesión. Para qué decir si lo que se quiere es defender otra forma de vida. Ahí la intensidad de la guerra civil en curso se muestra prístina.

 

11 Policía militarizada en una de sus constantes operaciones de asedio contra la resistencia de otras formas de vida en el Wallmapu.
Foto El Ciudadano.

 

 

Entonces, ninguna contradicción entre mercados globales y fronteras cerradas. El movimiento de aparente cierre no es otra cosa que un mecanismo de incorporación, a la vez que la articulación de un nuevo paradigma de vigilancia. La producción de la exclusión no busca tanto la expulsión de grupos en su totalidad, como la de aquell.s que se resisten a la mantención de la acumulación exponencial (ninguna sorpresa por Le Pen, entonces). Táctica de demarcación, otorga la legitimación a la cacería de cuerpos que, no queriendo asumir su lugar en la escala de explotación, amenazan con volver a dirigir la atención colectiva al problema tan absurdamente evidente, como aparentemente invisible, de las inadmisibles tasas de ganancias de los especuladores de todos los países que poco importan ya. Tan inadmisibles que los más exitoso de este modelo no pueden sino imaginar la posibilidad de una humanidad interplanetaria para sostener el crecimiento de sus riquezas.

 

12 En enero de 2015 Oxfam publicó un informe titulado «Riqueza: tenerlo todo y querer más». En el informe de 2016, señalan que “En 2015, sólo 62 personas poseían la misma riqueza que 3.600 millones (la mitad más pobre de la humanidad). No hace mucho, en 2010, eran 388 personas”

 

En The Handmaid’s Tale, el régimen totalitario se instala fundamentalmente para mantener condiciones de acumulación (siguen haciendo negocios internacionales, por ejemplo), en medio de la más evidente devastación. La movilización de los valores fundamentales solo permite justificar la nueva escala de intensidades de explotación. Y ahí, uno de los elementos más interesante de esa serie cobra relevancia: el relato de la transición en apariencia imperceptible entre un mundo tal como el nuestro, en donde nos reímos de Trump y Piñera y Macri, a una vigilada vida puritana, en la cual una serie de espacios rígidamente demarcados, permiten la caza, o sea, atrapar y dar muerte, a todo quien los trasgreda.

 

13 En febrero en Santiago de Chile, con base en la humanitaria defensa de una niña violada y asesinada llamada Sophia, personas marchas pidiendo la reinstalación de la pena de muerte en la justicia ordinaria, es decir, la modificación de la pena máxima y, por ende, de toda la arquitectura jurídica nacional.

 

En estas circunstancias, la sobrecodificación securitaria de los sistemas jurídicos nacionales, que incluye la discusión sobre la pertinencia de la pena de muerte, adquiere un cariz político fundamental. No se trata únicamente de las fronteras, de las corporalidades o de la soberanía sobre las vidas, lo que se juega también en este terreno es la modificación del aparato en su conjunto, habilitando justamente a la “ley” como cacería y a sus detentadores, cada vez más intocables, como las aves de rapiña de los cuerpos resistentes al capital global.

 

¿Cómo pensar, entonces, las resistencias nuevamente? ¿Cómo interrumpir en lo local, con el cuerpo y con la tierra, y a la vez en el dominio de la programación financiera? ¿Cómo articular, en estas circunstancias, una desobediencia colectiva? ¿Qué implica, qué significa una desobediencia hoy? En definitiva: ¿cómo devenir, cómo construirnos, un cuerpo-hacker?

 

 


14 Pintura del compañero Papas Fritas, al cual agradecemos por el uso de su obra. La serie a la cual pertenece se llama: Folklor Insurrecto.

 

[1] Franco Parisi, candidato presidencial “independiente” que, para las anteriores elecciones apoyaba el aborto en 3 causales y el matrimonio igualitario, pero luego de volver con su esposa tras haber sido acusado de acoso sexual en Estados Unidos y de unas sesiones de rezos por Skype (según consigna la misma nota de la misma revista), pudo resolver los temas valóricos y rechazar tan erradas opciones.

Cachorro: breve tratado de filosofía paterna. Entrevista a Agustín J. Valle // La Mar en Coche

“Cachorro” es el nuevo libro del ensayista Agustín Jerónimo Valle. ¿Cómo pueden ser las masculinidades necesarias para los nuevos modos de vida igualitarios? Conversamos con el autor sobre los desafíos paternos de aquellos hombres que se niegan a ser autoridad y verdad. La figura del hijx-amigo.
La observación desprejuiciada como punto de arranque para pensar el vínculo y ensanchar la experiencia vital.

 

Fuente: https://marencoche.wordpress.com/2018/03/28/breve-tratatado-de-filosofia-paterna/

 

¿Puede una marcha hablarse a sí misma? // La Liga Tensa*

Este texto es parte de la investigación Manifestación a Futuro [1] que en sus inicios presentó un primer marco de análisis que se puede revisar en el nº 37 de la Revista Interdanza

Cuando comenzamos a investigar sobre las manifestaciones masivas, buscábamos (quizá ingenuamente) imaginar formas distintas de protesta que generaran más presión, o que por lo menos incomodasen un poco más.

Luego de sentarnos a escuchar –en cafés, oficinas, casas o bares– a tantas personas, desde México hasta Uruguay y Argentina, pasando por voces recopiladas en torno al acontecer brasileño, chileno y español, notamos que, aunque era importante reflexionar sobre las formas de protesta e imaginar juntxs otras maneras posibles, abordar la manifestación desde su utilidad era pensarla tan sólo como un medio. Quizá lo más importante de ese tipo de acontecimientos no sea su finalidad aparente, sino lo que ocurre en su interior: su devenir constante en un ser en común que se articula y desarticula, que crece y decrece, que gana y que pierde pero que todo el tiempo está practicando ese cuerpo otro, ese estar juntxs, ese reconocerse acompañadxs tanto en el dolor como en la alegría.

Cuando vemos los cuerpos de una manifestación, vemos el movimiento conjunto de muchxs, pero cuando hacemos zoom-in, vemos que los sentidos, las causas y las experiencias son muchas y diversas. Esto pasa también en la danza: al bailar juntxs, no necesariamente compartimos el mismo sentido; la semejanza de las formas no equivale a que la experiencia sea la misma. En las manifestaciones y en la danza nos movemos juntxs desde subjetividades diferentes; aceptamos la unidad temporal, pero el disenso vive y se mueve con nosotrxs.

Las movilizaciones masivas son una práctica constante de la coreografía social, de un devenir con otrxs en un cuerpo común. Al salir a la calle se van articulando colectivos, se van encontrando aliados, se van armando redes tanto de amigos como de enemigos y se ponen en juego nuestra subjetividad y nuestras convicciones. Tomamos las calles (o algún otro residuo del espacio común en el entramado urbano), compartimos un mismo espacio-tiempo, gritamos juntxs aunque a veces desfasadxs, y hasta nos sumamos a consignas que quizás no avalaríamos con nuestra voz individual. Nada de esto es sólo un instante pasajero, sino que es un acontecimiento, una práctica que queda resonando en nuestros cuerpos una vez que regresamos a casa y a nuestra cotidianeidad.

Las manifestaciones no necesitan explicación; sistematizar ese movimiento caótico y diverso, reducir sus diferencias o buscar una única perspectiva que las englobe, iría justo en contra de su naturaleza. Dejar demasiado en claro algunas ideas o intentar resumir las voces que hemos escuchado, sería reproducir la voz del enemigo, esa que siempre busca definir qué es música y qué es ruido, cuáles son las melodías aceptadas o las partituras a seguir.

La manifestación masiva no es solamente una suma de individuos o contingentes o colectivos, es una fuerza que suena por sí misma, es un llamado a improvisar en colectivo, es un gesto capaz de abrazar al disenso para moverse.

El texto que a continuación leerán es un ejercicio de transcripción-copy-paste-edición de fragmentos de algunas entrevistas, organizados alrededor de tres de los muchos temas que han aparecido en ellas. Recomendamos leerlo en voz alta.

> ORGANIZACIÓN NO ORGANIZACIÓN

Quizás nuestra tendencia clásica al pensar la marcha, es que toda esa masa que se moviliza tendría que organizarse, pero yo a veces pienso que si esa se organiza, pierde también su potencia, porque se reduce y entonces es una cosa super compleja, pero al mismo tiempo no hay organización… Entonces cómo reactivar la indignación en realidad, porque motivos para salir a las calles hay todos los días. Que pudiera haber una energía colectiva tal, que dijeras, nos plantamos, y ahí en ese momento pueden surgir maneras de organizarse espontáneas, que si de entrada hay miedo al otro y miedo a lo que pueda pasar, nunca van a suceder. Algo que me parece muy interesante es eso: no sólo cómo te organizas para la marcha, sino cómo la marcha te obliga a una organización. Es de entrada y salida. Al final resultó que muchas de las redes que se movilizaron eran las mismas del 132, las mismas del Movimiento por la paz. Entonces no fue tan difícil encontrar núcleos que lograban coordinarse con algunos discursos, algunas acciones. Es un espacio donde te vinculas, es un espacio donde te organizas para hacer, no sé. A mí en las marchas, lo que más me gusta es ese momento cuando llega a haber algún tipo de desborde. Cuando pasa algo que dices: “esto no estaba planeado y está pasando”. A veces cometemos el error, la izquierda y los movimientos sociales, de pensar que los organizadores podemos inyectar el ánimo a la gente de la manifestación, pero no. Es al revés. Creo que el chiste de la movilización es saber leer lo que la gente está diciendo y lo que está viviendo y ponerlo en un cartel, ponerlo en una convocatoria y entonces salir con eso. Yo me sentía muy vital, como no me había sentido en mucho tiempo; ahora han cambiado las cosas pero creo que habría que apostarle un poco a eso, a la alegría. No es que de ahí vaya a salir un movimiento nacional y vamos a hacer… se conoce gente, se hacen pequeños grupos, pero sobre todo… y es la vuelta de tuerca al miedo, de pronto sentir que es nuestra la calle y no de la policía. ¿Cómo sería si la izquierda fuera como la derecha dice que la izquierda es? Pero también hay una urgencia, no sé si de toda la sociedad mexicana pero sí de una parte, de descentrar esos símbolos. De redistribuirlos, de horizontalizarlos. No tenías que ser indígena o chiapaneco, o mexicano para entender, era un relato muy abierto de algún modo. En su momento decidimos eso: una causa que englobaba todas las causas y que también peleaba por causas pero sumaba desamparos. Porque el problema es ese. No es que sumas una furia y otra furia sino un desamparo y otro desamparo y otro más cabrón y otro más cabrón. Si yo te digo me voy a manifestar 1 día, no es nada, obviamente a quien le va a molestar… a lo más a 3 negocios que no pudieron vender… Pero si uno dice voy a hacer 10 días seguidos, y voy a parar esto, y me voy a organizar para esto, para que esta molestia que es la manifestación constante de personas… obviamente va generando otra presión. Pero la presión va enfocada a un pliego petitorio y un objetivo claro, y creo que eso da otra fuerza para la marcha. Si tu me dices anda 10 días a marchar (aunque no se cumpla), vivo la marcha y la camino, súper distinto… no la veo igual, son manifestaciones distintas una de otra. Ni tampoco una manifestación que nace de una urgencia, o sea ahora mismo nos enteramos de algo y mañana salimos. Son manifestaciones de distintas naturalezas, y no se experimentan igual. El chiste (y es una medida de seguridad) es que no puedes perder la vanguardia de la marcha. Si tu pierdes la vanguardia pierdes el control del contacto con la policía.

> ACCIÓN DIRECTA O NO DIRECTA

Pensamos mucho en la violencia como… bueno, escoger. Escoger la vía de la violencia o escoger la vía de la no violencia, pero ya estamos en la violencia. Estamos en violencia. Hay que poner ese tema sobre la mesa de esa manera, desde un lugar implicado. Hubo discusiones interminables entre violencia, no violencia y hasta donde contener la rabia. ¿Cuándo es una forma de autocuidado mutuo, y cuándo es una pacificación para que nunca pase nada? Es difícil saber en qué punto estás condenando la violencia porque crees que la manifestación tendría que ser pacífica y tienes tus ideales al respecto, y en qué punto en realidad esos ideales están sustentados por una emocionalidad, y sólo te estás tirando ese discurso para no decir: “la neta es que sólo me da miedo”. Normalmente no putean al clasemediero o la clasemediera chilanga que marcha con toda la buena intención, que no busca una confrontación, pero ese clasemediero clasemediera, tiene un miedo internalizado porque la muerte se está poniendo en otro lugar. Entonces, de pronto hay un hecho fantástico y brutal de que acaban de desaparecer a 43 estudiantes que iban a una manifestación, hay razón para tener miedo de que la policía te va a venir a matar, sin embargo nunca ha pasado en el DF, o sea digo, están los fantasmas anteriores que siguen aquí, pero hasta cierto punto sabemos que no nos va a pasar a nosotrxs. No sabes que hacer si viene un puerco hacia tí, nadie sabe qué hacer. Yo no te puedo cuidar porque tengo tanto miedo que no puedo cuidar a nadie. Nos contamos la historia de “en la ciudad es distinto, nosotros no estamos en ese nivel de precarización, de vulnerabilidad, de violencia, etc”. Entonces sí marchamos, tenemos toda la buena intención, y hacemos la revolución por twitter, pero el cuerpo y los muertos los siguen poniendo allá. Y entonces ese miedo internalizado es en realidad un deseo de que no cambie nada, de no perder tu privilegio. ¿Cómo lidiar con ese miedo? quizás no logras quitártelo pero cómo lidiar con él, poder relacionarte con él de una manera que te permita reaccionar ante ese riesgo real de una manera más eficiente? El miedo al riesgo no disminuye el riesgo. Hay que entrenar. Y eso, en Chile es algo que te enseñan desde la escuela, cómo no tener miedo, cómo ver los zapatos de la persona, cómo no ver la cara si te da mucho miedo. Les decimos Tortugas Ninjas, son los policías más altos, realmente son muy imponentes. Y cuando ya quieren, van a caballo también. Entonces si uno los mira así en su totalidad, es imposible no querer huir por instinto. Pero si ya te enseñan a mirarles los pies y a ver hacia dónde se están moviendo, uno puede tener un poquitito más de control y que tus ganas de correr no te ganen. Y luego se me ocurre eso de los pequeños saberes, porque todos después de la manifestación pensamos qué podríamos haber hecho, que no deberíamos haber corrido, porque sólo de aparecer el policía salimos todos corriendo. Entonces cuando el miedo es más grande que el cuidado, desarticula, o sea el miedo no permite que la banda genere relaciones de cuidado. Si piensas ir a la marcha con un cierto grado de confrontación, por más inofensivo que sea, creo que es indispensable que vayas encapuchado…. a menos de que seas una persona realizada, como un gran sindicalista, algún intelectual… Pero si eres un nadie, como un estudiante cualquiera, o un trabajador “x”, lo que sea, pues ya aunque no te pongas la capucha, de todas formas no tienes rostro. Hay algo que a mí me parece bonito que es… que es inútil güey, que es inoperante de alguna manera. Justo ese goce de la revuelta. Goce de los cuerpos como de pronto diciendo aquí estamos… todo ese aparato de terror de pronto por un segundo… perdió el control, tuvimos la ciudad por dos horas. Pues es la sensación de que la ciudad es tu juguete. O sea lo puedes romper… Un estado que se siente legítimo no reprime, porque es difícil, es caro reprimir, te deja mal, te deslegitima. Y para mí es importante que la violencia sea toda de ellos. Pero qué hace la tira si todo el mundo se acuesta en el piso? Yo asumo que te pasan por encima y te usan de tapete. En Chile usan un gas lacrimógeno muy fuerte. Realmente en un segundo no puedes respirar, no puedes abrir los ojos, entonces si tomas limón y lo aspiras, lo chupas y lo aspiras, ya. Se te quita el efecto. Vos decís, un estado que tiene tanto miedo que la oficina de Presidencia tiene que estar permanentemente cercada, supone que hay algún tipo de peligro físico inminente… y para mí entonces, cuando vos provocás la violencia dentro de la manifestación, perdés tu capacidad de lectura de qué está pensando el Estado y… Al taparse la cara lxs encapuchadxs dejan visibles a quienes no ocultan su rostro, los dejan vulnerables. Hay que ver las condiciones. Por ejemplo para mí la noche es aliada de la policía. En Madrid la noche cambia totalmente el ambiente de una manifestación. Cualquier marcha que vaya por Reforma es muy difícil que se desborde, porque está contenida en una cápsula ya, y hay entradas por todos lados que son totalmentes controlables para la policía. En el Zócalo. ¿En esa marcha? En esa, la del 20 de noviembre. Yo creo que la organización de la marcha debe de tener siempre en cuenta la entrada de la marcha… no puede obviarse el lugar donde va a ser la concentración… que el Zócalo es un lugar también muy fácil de… jejejeje. Sí, es como una trampa para ratones. Pero también está esta idea sobre qué pasa cuando hay un incendio en un espacio cerrado: dicen que si la gente está calmada y alguien organiza, se quema todo el mundo. O sea que también hay una inteligencia en el pánico. Quizá no queremos el pánico porque igual nos pisamos unos a otros, pero tampoco podemos esperar a que alguien nos vaya a organizar, bueno.. O sea, una rabia que cristalice en una marcha y en el momento de la marcha, en 7 segundos incendias una pinche puerta, es una energía que está sucediendo, muy notoria y nadie te va a decir que eso no se ha estado sintiendo.

Foto de: Subversiones

> FUNCIONES DE LA MARCHA, MARCHA COMO MEDIO MARCHA COMO FIN

Yo creo que cuando hacemos movimientos de concentración nos volvemos más vulnerables, pero la verdad es que hay algo muy atractivo en ver el mogollón de gente. O sea por que todos sabemos que concentrados en un solo sitio somos mucho más frágiles que dispersos por la ciudad en mil iniciativas, pero luego hay también el gusto por ver la masa que somos. Es mucho menos rígido que pensar en que una manifestación va a cambiar algo. Y como ya sabemos que no, no es al Estado al que le estás hablando. Sino le estás hablando a otras compañeras, a otras que se sumen, a otras lesbianas a otras mujeres, a… Yo me acuerdo cómo en esa época pensaba “es la coyuntura”, como el típico discurso trotsko de asamblea de “tenemos que trascender la coyuntura, compañeros”, yo me acuerdo que sólo pensaba: “la coyuntura es chida”, porque la coyuntura significa estar juntos en un lugar. Está chido lo que está pasando porque lo que hace falta es que estemos ahí, viendo que pedo. No hay que trascender nada, ni hacer nada, sólo tenemos que estar ahí organizándonos para la cosa más básica, viendo que pedo, y en ese organizarse durante un ratito, pues se empiezan a construir cosas. La banda está triste.

No me acuerdo quien decía hace rato eso de la ritualización… te encontrás con el amigo que te encontrás en todas las marchas, y bueno. No es menor, es fundamental. Qué pasa si no ves más a ese amigo, y empezás a no ver más a la gente que siempre ves. También es una práctica que tiene un sentido, es un termómetro. Está como ese sacrificio, la renuncia a muchas cosas en pos de la militancia, y creo que todo esto se ha ido diluyendo, recuperando lo lúdico, lo festivo, el placer que antes parecía muy abnegado, la militancia era muy de renuncia, de un camino muy recto. Eso se empieza a agrietar, creo que lo lúdico, lo festivo toma más fuerza.

¿Puede una marcha hablarse a sí misma? Es decir, hablar con la gente que está marchando. Que no es poco, yo a veces decido adoptar la otra mirada: sí necesitamos, para mantener vivo cierto deseo de lucha, poder encontrarnos y mirarnos a los ojos y salir a la calle. ¡Salir a la calle sí, pero tal vez salir a la calle de otro modo! Lo bonito de esas cosas es que te das cuenta de que tú lanzas algo y así de regreso. Como que hay una suerte de anonimato creativo que se va traspasando y movilizando de acción en acción. Le están pidiendo demasiado a una marcha: hay un montón de funciones que quizás son más modestas pero que no son menores. Uno cuando va para una marcha ve cómo se están relacionando los microgrupos y entiende algo de la política que está pasando. Saber si eso que uno cree está convocando o no convocando, toma un estado de ánimo colectivo, se da ánimo y hay transmisiones emocionales. Se construye la identidad del movimiento, capaz que lo que hay que pedirle a una marcha no es que esa marcha sea la solución de todo, sino proponerse que sea la primera de un ciclo en el que pase no sé qué… O decir, bueno nuestro objetivo en esta marcha es que entre la consigna, la parafernalia y las imágenes, se construya la idea de que esto es un movimiento. Llegás a la noche y ta, ya marché. ¿Cómo que la marcha por la marcha, igual que el arte por el arte? ¿cuál es la misión? ¿vamos todos a poner un ladrillo? sabes una cosa que se da, que sentiste que construiste algo más allá de lo simbólico: a ver, todos ponemos un ladrillo y a ver cuántos se juntan.

A mí me gustó mucho la marcha porque se dislocó la presencia de la gente. La gente estaba en varias partes de la ciudad y no quería llegar al Zócalo, quería estar como pudiera estar. Esa era la fuerza, y por ejemplo yo me quedé en la UNAM porque allá estaba una onda de gente que quería estar, diciendo “aquí está pasando algo”; una presencia dispersa en la ciudad, están pasando cosas que queremos ver como ausencia, cuando en realidad es una presencia dislocada. No estamos entendiendo que en realidad no tenemos que marchar hasta el Zócalo, no necesitamos llegar, estamos. Pero fue más fuerte el centro de atracción, el ver la manada, el efecto manada. Somos más. Entonces cómo podemos hacer también más sexy esa dispersión, cómo en la dispersión sentirnos juntos. No pienses que porque sea masivo tiene más mérito que lo que no es necesariamente masivo. Pero sí creo que hay una sensación de vacío después de la marcha, muy fuerte. Que nos enseñen cómo lo disfrutamos, y lo bien que se siente. O sea salir a la calle y gritar con la gente, es una sensación de fuerza, es impresionante. Le preguntábamos por qué era importante seguir haciendo marchas y nos decía que para que la gente no se quede sola. Y es que allí está la alegría también. Una marcha puede ser desoladora, o sea tu puedes ver una imagen de la madre de Ayotzinapa berreando porque de pronto ve cuanta gente está allí por su hijo, porque ella lo vive así… eso es alegría de los cuerpos y pura potencia también. No tiene que ser ese desborde confrontacional, también puede ser sólo un acompañamiento.

*LA LIGA TENSA está conformada actualmente por Lucía Naser, Juan Francisco Maldonado, Esthel Vogrig, Nadia Lartigue.

[1] A partir de entonces la investigación ha adoptado diferentes nombres y formatos tal como la exposición realizada durante 2017 en Casa del Lago (UNAM) cuya documentación puede consultarse en: https://esenorme.tumblr.com/.

Fuente: Revista Interdanza

Foto principal: Midia Ninja

Que no se termine marzo // Diego Valeriano

Que no se termine marzo, que no oscurezca temprano, que ser amanecido no sea tan largo, que escabiar birra no se ponga difícil. Que no se terminen las plazas repletas, la memoria piola, las columnas por Diagonal Norte, las pibas llenas de purpurina y porvenir, los bondis en la 9 de Julio, las viejas puteando por la tele. Creer que se puede. Que no se termine poner un punto de encuentro, pedir que te cuides, estar con las Madres y su vanguardia, reírte con amigas, ir aunque ya no tengas con quien marchar,  la dulzura del humo, encontrarte con amigos que hacía varias claudicaciones que no veías.

Que no se termine marzo como se terminó diciembre, que siempre se termina, que siempre estamos ahí de cerquita de que pueda pasar eso que soñamos. Nunca damos el paso de caretas que somos.  Que no se terminen las ganas de marchar, la prepotencia,  el odio, las interpretaciones idiotas, la verdad plebeya. Que marchar no sea barato o lo mismo o solo una fiesta. Que te quedes manija, que te enojes con los ortibas, que postear no te calme. Que la política se vuelva algo intuitivo, que ya no nos expliquen. Que al volver no estés tranquilo, ni satisfecha, que siempre te falte algo, que no te sientas del todo bien.

Que el gordo de la rotisería no dé más de odio, que Facu y León no vuelvan por la madrugada como si nada, que las calles sigan pobladas, que lleguen de todos lados, que el amor arranque, que saquear sea un rumor que crece, que Ale siga yendo a la asamblea, que Mica llegue porque el bondi esta vez pasó a horario. Que por una vez sigamos nuestros pálpitos.

Que no se termine marzo, que la ofensiva plebeya de diciembre no se frene  nunca, que dé una vuelta al año, que las calles sean definitivamente nuestras, que las fuerzas silvestres derramen todo, que el temor se apodere de ellos a punto tal que ya no tiren ni por la espalda, que nos plantemos en las calles como gedientos que de tan intensos ya no tenemos a donde volver.

Foto: Emergentes

MACRI es la CULTURA // Autores varios, Tinta Limón

En todo estás vos
La victoria del macrismo es inseparable de un deseo de orden, de una determinada idea de tranquilidad, de una imagen de felicidad, de un contundente avance de la vecinocracia, del dominio de unas técnicas de la amabalidad, de la conformación de una férrea voluntad de normalización. Que excede por mucho al macrismo (no se explica sólo ni por sus cuadros ni por sus sponsors) aun si éste supo interpretarlo y darle cauce. Un engorramiento capilar que conecta las demandas de seguridad en los barrios con los globos y las bicisendas de la capital. La república de los CEOS es la más desprejuiciada inserción en el mercado global, turístico y financiero.
En la guerra sorda de los modos de vida y los estados de ánimo -“me rompo el orto para que no me rompan las bolas”- conecta con el “en todo estás vos” (el narcisismo a escala de masas, cada quien gestionando sus clicks). Pastillas conectan con angustia difusa. Mímesis de enojos que sólo generan posteos. Orden que legitima el orden que legitima al orden, y así siguiendo. Consumo y tranquilidad. Un orden de mercado es un juego de domesticaciones y violencias que estallan hacia adentro. Un juego que restaura por la vía de la constante simplificación. Sistemática banalización. Una banalización nada trivial. Que neutraliza e hipermoviliza (aunque moviliza por el lado de lo obvio).
“En todo estás vos”. Tecnocapitalismo comunicacional y protocolarizado que amenaza con la crisis del cuerpo social, al tiempo que le inyecta una crisis presente; y a ese juego le llama legitimidad democrática. Que une lo separado como separado. Y así hace ciudad, hace país. Hace esperanza. Revolución de la alegría y fe en el futuro. La banalización reconduce todo a una escena irreal, pacificada. Mientras la crítica se consuma en su derrota. Miedo poroso y sonrisa cínica: componentes perfectos para un clima en el que lo problemático es delegado en la gestión empresarial o médico-fitness. Existencias enfriadas. Lo banal  se revela como código y razón reguladora. En todo estás vos. Activa y voluntariamente. Vidaspresas de sus miedos y de la necesidad de que nada altere el delicadísimo equilibrio psíquico, anímico. El macrismo es la fuerza de esa debilidad, está hecho de todo aquello que nos negamos a pensar, a asumir, a vivir.  Macri es la cultura.
Macri es la cultura reúne una serie de textos que, ante la perplejidad de los tiempos, se interrogan sobre los modos de vida que posibilitaron, y al mismo tiempo son efecto de, el macrismo. Si bien algunos son previos (fueron escritos para entender el resultado electoral de Cambiemos), la mayor parte fueron escritos durante los primeros tres meses del gobierno de Maurizio Macri. Casi todos, también, ya circularon digitalmente (en Lobo Suelto!, en el blog de Juguetes Perdidos, en Emergente) o fueron publicados por la RevistaCrisis. De ahí que los cuatro sellos editoriales que firman este libro sean, en realidad, perspectivas, lugares de enunciación, que apuestan por ampliar lo pensable. Voces que aúllan.
Mayo 2016
http://www.tintalimon.com.ar/libro/MACRI-ES-LA-CULTURA

Escuela intervenida y emancipada // Diego Valeriano

Egresó el más grande de mis hijos de la primaria. La fiesta no fue ni espantosa. 37º /38º  grados dentro de un tinglado que en breve se cae, un equipo de sonido que ahogaba (por suerte) todas las voces y un power point con fotos de lxs chicxs que, mínimo, atrasaba 20 años, hicieron del ultimo día de clases una jornada olvidable. Lo único que me llevo como intuición y certeza de estos seis años es que la escuela pública, tal como está hoy, es el mejor lugar del mundo donde puede estar un pibe.

Ni de cerca voy a hablar sobre la currícula, los contenidos, las maestras gastadas, los gabinetes, las psicólogas y un montón de cosas que ya no le importan a nadie. Para reivindicar la escuela hay que abandonar el lenguaje y el punto de vista escolar.

Reivindicar que la escuela la hacen los pibes, que se forjan en la escuela mientras la van forjando, mientras engañan a la otra escuela, la de la burocracia y los pedagogos. Reivindicarla como ese lugar único de experimentación, subsistencia, sufrimiento y goce. Saber que mientras la van sobreviviendo, los pibes también la van haciendo. Saber que la inventan, la perfeccionan, la alteran. Saber que como casi ninguno de ellos puede escapar a la escuela, aprovechan las circunstancias y hacen de ese territorio un espacio liberado donde pasan cosas.

Reivindicar que a fuerza de convivir mínimo cuatro horas diarias, instauran relaciones, crean modos de existencia, desarrollan nuevos posibles, se alían de mil maneras, se pelean y se vuelven a aliar. Reivindicar que cada encuentro es una ocasión para imprimir nueva realidad al mundo. Realidad paralela a lo que se espera en la escuela. Realidad fabulada. Reivindicar que desertan sin irse, que no enfrentan el dispositivo escolar, que simulan estar en él y desarrollan otros mundos paralelos.

Saber que no rechazan maestras, porteras, el quiosco con sobreprecios, horarios, abanderados, obligatoriedades, sanciones y boletines. Saben que esa es la cancha donde jugar, y ahí juegan. Saber que se transforman en vaqueanos, que devienen lectores, que aprecian signos, que son contadores de historias nuevas. Saber que irrumpen, que chocan, que se sumergen en una claridad que padecen y que para llegar a ella deben primero sumergirse en lo oscuro.

Reivindicar que ese ruido, que esa interferencia que explota en las maneras adultas de comprender, para ellos es material para entender, para hacer encuentros, para inventar, para enfrentar, para emanciparse.

Saber que muchas veces la escuela es un lugar donde los adultos se hunden en lo caótico y se sienten amenazados. Saber que los pibes como reales hacedores de la escuela perciben cosas insospechadas, deseos, dolores reales y preguntas nunca hechas.

Saber que la escuela se ha movido en torno de la intervención, que enseñar fue un acto de intervención. Reivindicar que ahora esto ya no se puede, que la escuela está intervenida por los chicos, que la transforman al punto de hacerla irreconocible, al punto de hacerla insoportable, atroz, espantosa, al punto de hacerla una fiesta.

Este texto fue publicado en Semilla de crápula, de Fernand Deligny. Editado por Tinta Limón y Editorial Cactus, 2017.

Desierto y resistencia Una comunidad beduina y un proyecto de ecoturismo en la Palestina ocupada. // Jessica García

“No  te preocupes, nosotrxs nos vamos a quedar aquí por siempre”. Esto fue lo que me dijo Jameel mientras me contaba que su comunidad estaba siendo vigilada diariamente desde hace varios días por la policía israelí.

Jameel vive en Sateh Al Bahar[1], una comunidad beduina en el desierto de Cisjordania, al sur de Jericó y de camino a Jerusalén, a pocos kilómetros del asentamiento israelí Mitzpe Jericho[2]. Allí viven 16 familias, alrededor de 80 personas, de las cuales casi la mitad son niñxs. El área donde está asentada la comunidad ha sido declarada zona de fuego por las autoridades israelíes. En consecuencia todas las familias que allí viven han recibido órdenes de demolición o desalojo, incluso el jardín de infantes.

Como en la mayoría de las comunidades del Valle del Jordán, en Sateh al Bahar las familias no tienen acceso a la red eléctrica, razón por la cual se ven obligados a utilizar paneles solares que sólo alcanzan para abastecer de energía a unos pocos artefactos.

A metros de donde está asentada esta comunidad, la empresa israelí de agua Mekorot[3] está construyendo un pozo, otro más en la Palestina ocupada. En la comunidad no saben a quiénes proveerá de agua ese pozo, pero seguramente no será a Sateh Al Bahar[4].

Al igual que otras comunidades beduinas del Valle del Jordán y de Jerusalén Este, Sateh Al Bahar está afectada por uno de los planes de relocalización del gobierno israelí. Sí, el gobierno israelí tiene tres planes para relocalizar a las comunidades beduinas, tres planes para obligarlas a dejar su propia tierra y  hacinarlas en ciudades, acabando con su forma de vida[5].

De acuerdo al último informe de la agencia de Naciones Unidas de Coordinación de Asuntos Humanitarios (UNOCHA por sus siglas en inglés), son 46 las comunidades beduinas que están en riesgo de desplazamiento forzoso debido a los planes de relocalización del gobierno israelí[6].

Sin embargo, ante esta situación las comunidades siguen resistiendo. Es el caso de Sateh al Bahar, donde hace tres años decidieron comenzar a desarrollar un proyecto de ecoturismo[7]. De este modo quieren mostrarle al mundo quienes son lxs beduinxs, su modo de vida y su relación con el desierto, pues los beduinos no viven en el desierto sino que forman parte de él.

A través de este proyecto la comunidad recibe anualmente alrededor de unas mil personas de diferentes países a quienes les cuentan qué es lo que está sucediendo en Sateh al Bahar, pero también en Cisjordania en general, pues los problemas que estas familias enfrentan se repiten alrededor de toda la Palestina ocupada. Por ejemplo, Ein Ad Duyuk, otra comunidad beduina cercana a Jericó, sufrió en el mes de septiembre la demolición de nueve casas bajo el argumento de la falta de permisos de construcción. Las familias que allí vivían no pudieron sacar absolutamente nada antes de que sus casas fueran demolidas.

En 2016 el Comité Especial Encargado de Investigar las Prácticas Israelíes que Afecten a los Derechos Humanos del Pueblo Palestino y Otros Habitantes Árabes de los Territorios Ocupados presentó su informe ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Allí se afirma que “el traslado forzoso en un contexto de ocupación a falta de un consentimiento libre, previo e informado de los interesados está prohibido a título de infracción grave del Convenio de Ginebra[8] y hace temer por la posibilidad de desalojos forzosos y destrucción de la propiedad privada en incumplimiento de las obligaciones que corresponden a Israel conforme al derecho internacional humanitario y el derecho de derechos humanos”[9].

En 2017 el relator especial sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967, Michael Lynk, presentó su segundo informe en el cual hace referencia al crecimiento de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados. Allí sostiene que según la organización israelí Paz Ahora “desde comienzos de 2017 ha habido licitaciones para la construcción de 2858 unidades de vivienda, un aumento considerable con respecto a 2016 (42 unidades de vivienda) que supera los datos registrados durante, por lo menos, los últimos diez años”[10].

No obstante el conocimiento de todas las acciones llevadas a cabo por Israel tendientes a forzar el desplazamiento de la población palestina, y después de 50 años de ocupación, este Estado continúa sin ser sancionado por la comunidad internacional. Todo lo contrario, Israel sigue avanzando en dichas acciones, sigue ocupando impunemente un territorio que no le pertenece. Sólo queda en las comunidades palestinas seguir resistiendo, seguir permaneciendo en la tierra que les pertenece y mostrarle al mundo lo que allí sucede.

[1] Visité Sateh al Bahar como acompañante ecuménica del Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI o EAPPI por sus siglas en inglés). Más información sobre el programa en: http://americalatina.peapi.org/ o https://eappi.org/en Las opiniones aquí vertidas son solamente responsabilidad absoluta de quien escribe.

[2] “La población de colonos de la Zona C de Cisjordania y Jerusalén Oriental se ha duplicado desde los Acuerdos de Oslo, hasta superar las 594.000 personas (incluidas las 208.000 estimadas en Jerusalén Oriental) a finales de 2015, repartidas entre unos 130 asentamientos y 100 asentamientos de avanzada” (Informe anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos e informes de la Oficina del Alto Comisionado y del Secretario General. Asentamientos israelíes en el Territorio Palestino Ocupado, incluida Jerusalén Oriental, y en el Golán sirio ocupado, 2017. Pág. 4). Ver informe completo en: http://www.un.org/en/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/HRC/34/39&referer=http://www.un.org/es/documents/index.html&Lang=S

[3] En 1982, la infraestructura hídrica de Cisjordania controlada por el ejército israelí se dejó en manos de Mekorot, la empresa nacional de suministro de agua de Israel. Mekorot administraba en 2009 unos 42 pozos en Cisjordania, principalmente en la zona del valle del Jordán. Estos pozos abastecen en su mayor parte a los asentamientos israelíes. Vende algo de agua a las empresas palestinas de suministro de agua, pero la cantidad que puede vender la determinan las autoridades israelíes, no Mekorot (Amnistía Internacional, 2009). informe “Israel y los Territorios Palestinos Ocupados: aguas turbulentas, .negación del derecho de acceso al agua a la población palestina”, disponible en: https://www.amnesty.org/es/documents/mde15/027/2009/es/

En 2014 se dio a conocer la intención de la empresa israelí de instalarse en territorio argentino, a partir de un acuerdo con el gobierno de la provincia de Buenos Aires durante la administración de Daniel Scioli. Sin embargo, dicho ingreso no se pudo concretar debido a las denuncias  y protestas de organizaciones de la sociedad civil que se pronunciaron en contra del mismo (BDS, 2014). Ver más en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=182416

[4] “Los israelíes consumen al menos cuatro veces más agua que los palestinos que viven en los Territorios Palestinos Ocupados. El restrictivo suministro de agua a la población palestina por Israel no permite cubrir las necesidades básicas de la población palestina ni supone una distribución justa de los recursos hídricos comunes” (Amnistía Internacional, 2017). Ver informe completo en: https://www.amnesty.org/es/latest/campaigns/2017/06/israel-occupation-50-years-of-dispossession/

[5] Los tres planes de relocalización son: Al Jabal Occidental, Nweima y Fasayil, el primero al sur de Jerusalén, el segundo y el tercero en el centro y norte del Valle del Jordán respectivamente (UNOCHA, 2014). Mapa disponible en: https://www.ochaopt.org/content/plan-progresses-transfer-bedouin-communities-central-west-bank

[6] UNOCHA (2017). 46 Bedouin Communities at Risk of Forcible Transfer in the Central West Bank: A Vulnerability Profile. Disponible en: https://www.ochaopt.org/page/46-bedouin-communities-risk-forcible-transfer-central-west-bank-vulnerability-profile

[7] Sahari Desert Eco Tourism. Ver más en: https://www.facebook.com/SahariDesertEcoTourismPalestine/

[8] IV Convenio de Ginebra relativo a la Protección de Personas Civiles en Tiempo de Guerra.

[9] Asamblea General de Naciones Unidas (2016). Informe del Comité Especial Encargado de Investigar las Prácticas Israelíes que Afecten a los Derechos Humanos del Pueblo Palestino y Otros Habitantes Árabes de los Territorios Ocupados. A/71/352. Página 11. Disponible en: https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N16/266/63/PDF/N1626663.pdf?OpenElement

[10] Asamblea General de Naciones Unidas (2017). Informe del Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967. A/72/556. Pág. 5. Ver informe completo en: http://www.un.org/en/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/72/556&referer=http://www.un.org/es/documents/index.html&Lang=S

La subversión del orden. Cinco preguntas sobre los derechos humanos como política // Diego Sztulwark

El repudio de un hijo es inédito porque ir más allá de un padre es un acto de otro orden; si no hubiese aparecido el 2×1, yo tampoco habría hablado.

Mariana Dopazo

Y yo decía: ¿Por qué no tengo yo un papá muerto? ¡Y listo! (…) Pero logré ir dejando eso de lado. Tomar decisiones y elegir estar de un lado que a mí me hacía mejor, me hacía más libre, un lugar que me daba menos vergüenza.

Florencia Lance

¿Por qué es tan subversivo el movimiento de derechos humanos en la Argentina?

La importancia del movimiento de derechos humanos en la Argentina no deja de sorprender. Una de sus enseñanzas más profundas y perdurables es la capacidad de reescribir las alianzas y las filiaciones que tejen lo social. Las Madres de Plaza de Mayo han operado una radical liberación del rol parental respecto de toda sumisión a las figuras de mando en el campo social (¿cómo no ver en esta insumisión una expresión de la lucha de clases en la Argentina posterior a 1977?). Si el encuentro subversivo entre figuras familiares y roles sociales es la línea de brujería de cada 24M, la gigantesca movilización contra el 2 x 1 de 2017 dio lugar a una última y poderosa insubordinación: habilitó la emergencia de una nueva figura subjetiva, la de “ex hijx”. Cada 24M se suman nuevas voces a la Plaza, y este año es imposible no conmoverse con el coraje de testimonios como el de Mariana Dopazo –ex hija de Etchecolaz– cuando pregunta «¿Cómo hacés para tramitar que tu progenitor fue un represor y un asesino del Estado y un apropiador y un torturador y un vejador? Puertas para adentro es una cosa, pero no, esto es por lo que hizo afuera».

¿Por qué crece la importancia de los 24 de Marzo?

El historiador Bruno Napoli lo atribuye a la especificidad del crimen de la desaparición forzada que no deja de consumarse en el tiempo, de modo que la demanda de “aparición con vida” no cesará hasta que no haya una explicación convincente de lo que pasó con cada cuerpo y se juzguen a fondo las responsabilidades del Estado y de sus cómplices. Pero hay algo más, un plus ligado al carácter de invención política que cada 24 de Marzo recuerda y actualiza: en medio del terrorismo de Estado, las Madres de Plaza de Mayo y quienes las acompañaron crearon una manera de enfrentar el poder ya no apelando a la lógica de las armas ni al choque entre aparatos –terreno en el que la victoria de las FF.AA. sobre las organizaciones revolucionarias había sido inapelable– sino a partir de su capacidad para conmover en el plano de lo sensible.

¿Por qué afirmar que los derechos humanos en la Argentina son una política?

La dictadura efectuó una operación quirúrgica sobre el cuerpo social que abarcó dos mundos simultáneos: el del exterminio, o sea el de la lucha contra el “enemigo subversivo” que dio cohesión subjetiva a los cuadros de la represión; y el de la reconversión neoliberal de las estructuras económicas, o sea la consagración del régimen de la propiedad privada concentrada. Solo la política de derechos humanos fue capaz de erigirse como antagonista del terrorismo de Estado, tanto durante la dictadura como en democracia. Se trata de una política que creció a pesar del Estado y de los partidos políticos, los cuales la apoyaron solo en ocasiones, y no dejó de derramar sobre el entero campo social. Su fuerza fue y es ética y consiste en combinar dos ejes: uno temporal que comprende las luchas del pasado y del presente, junto a otro espacial entendido como un campo de traducción común para las diferentes luchas de la actualidad. Sus logros se miden por su capacidad de inspirar un germen insurreccional popular: el 19D y el 20D de 2001, pero también el 8M. Desde los pañuelos blancos hasta los pañuelos verdes, las mujeres prepararon su paro desde hace 40 años.

¿Por qué esa política sobrevive al kirchnerismo?

Luego del período de claudicación sistemática de la democracia (1983-2001), el kirchnerismo hizo política con los derechos humanos. Si bien muchos sostienen que cooptó a los organismos, es más justo aceptar que fueron estos últimos los que consiguieron lo que se proponían: que algún gobierno les hiciera caso. Lo cierto es que los avances institucionales de aquellos años –avances que hoy defendemos- coincidieron con una impotencia creciente a la hora de afrontar en los territorios una crueldad social –patriarcal, clasista y racista– regida por las formas de la valorización financiera. La ofensiva sensible, en la que los derechos humanos hicieron escuela, sobrevive para defender una memoria y para reinventarse retomando su autonomía, como lo muestran hoy sus prolongaciones en el movimiento de mujeres y minorías sexuales en rebeldía. La política de derechos humanos se planta para enfrentar la crueldad neoliberal de este tiempo y, en esa medida, hereda un legado plebeyo. Así lo recuerda Florencia Lance: “El Negro Molina una vez nos contó que durante los años de la resistencia viajaba en un colectivo. Y de un lado estaba la policía reprimiendo y del otro parte del pueblo resistiendo. —Hay momentos de la vida en que uno tiene que elegir de qué lado se pone. Nos dijo. Y esa imagen para mí es así: uno siempre, siempre, siempre, puede elegir de qué lado se pone».

¿Por qué el macrismo, que suele presentarse como una nueva derecha democrática, pretende impunidad para los viejos cuadros de la dictadura?

Repasemos los hechos del último año: luego de la marcha del 24M de 2017, el gobierno trató de terroristas a los organismos por recordar a las organizaciones revolucionarias de los años setenta; el intento de excarcelar a genocidas a partir de la sanción del 2×1 –operación montada por los tres poderes del Estado y la cúpula de la iglesia católica, y abortada por una gigantesca movilización popular–; el surgimiento de las voces de los hijos de genocidas (¡ex hijos!) dispuestas a narrar sus verdades sobre la conexión entre terrorismo de Estado y horror doméstico; los asesinatos en el Sur mapuche de Santiago Maldonado –causa aún no esclarecida– y de Rafael Nahuel –a balazos por la espalda–; el anuncio de la nueva doctrina de seguridad que avala a priori el accionar de las fuerzas represivas, las que tienen siempre la razón al actuar en defensa de la propiedad privada (los asesinatos policiales posteriores respondieron a esta concepción); la propuesta desde el gobierno de la política de la prisión domiciliaria para los viejos cuadros de la represión, como se dispuso para el caso Etchecolaz, resolución posteriormente revocada. Hay varias hipótesis verosímiles –el gobierno debe pagar ante su electorado; la nueva doctrina de seguridad, dispuesta a enfrentar el conflicto social creciente, requiere un homenaje a los represores de ayer para sus continuadores–, pero creo que la más relevante es la siguiente: la necesidad de quebrar la historicidad –la fuerza y el porvenir– de esta política fundada en la sensibilización del campo social que es la expresión más nítida de la lucha de clases en la Argentina.

FOTO PRINCIPAL: Emergentes

Soy hija de un aviador de los vuelos de la muerte // Florencia Lance

 

“Por algo no podrás dormir tranquilo, le dije”

 

Mi nombre es Florencia Lance. Soy hija de un aviador del Ejército procesado por vuelos de la muerte en Campo de Mayo. Tengo 45 años. Y hace muchos ya que supe que había algo en lo que para nosotros era un espacio de juego, o de encuentros, como lo era Campo de Mayo. Un lugar al que íbamos a andar en helicóptero, a jugar al tenis, a nadar a una pileta, a pasar los fines de semana con mi padre. Mis padres estaban separados. No tengo registros de cotidianidad, lo veía los días de visita, las vacaciones o en momentos de juego. Siempre cuento como algo impresionante que desde el jardín de infantes, en el año 1977 o 1978, mi cumpleaños se festejaba en Campo de Mayo. El rito era que nos pasaba a buscar un colectivo verde, de esos Mercedes Benz grandotes, donde iban subiendo mis compañeros para ir a pasar el día entero a ese lugar. Durante el jardín de infantes y también en la escuela primaria hasta que un día, supongo que para 1983, mi mejor amigo de la escuela, Juan, hijo de Rogelio García Lupo, me dijo que ese año no iba.

—No voy a poder ir a festejar tu cumpleaños —me dijo—, porque donde vos festejás, matan gente.

Para mí fue un baldazo de realidad. También me dijo algo parecido mi gran amiga Alejandra, parte de una familia muy importante a lo largo de mi vida. No me dejan ir a tu cumpleaños, me explicó. De esa manera aquella cita, tan esperada, a la que nadie se olvidaba nunca de llevar el permiso firmado por los padres para subir al helicóptero, se convirtió en una vergüenza y en el símbolo horroroso de una tragedia horrible y muy difícil de explicar. ¿Y ahora qué hacemos?, me dije. No había otra manera de festejar porque las cosas siempre habían sido de esa manera.

 

 

—¿Qué pasa?— pregunté a mi papá. Tuvo una respuesta muy tranquila. Me dijo que en el país habían pasado cosas. Que todo era muy difícil. Que ellos no tenían responsabilidades. Que la responsabilidad la tenía Isabel Perón. Que ellos eran como perros encerrados en una jaula. Que cuando alguien daba la orden de abrir la jaula, sabía para qué se abría. Y que ellos simplemente habían seguido las órdenes que les dieron desde el gobierno.

—Esta es mi verdad— me acuerdo que dijo—. Vos tenés que construir la tuya.

 

 

Estábamos en el auto. Íbamos solos. Él seguía hablando. Debía haber sido el último año de la escuela primaria. Por eso creo que me di cuenta de las cosas medio pronto porque me lo dijo alguien como Juan, a quien yo quería mucho. Esa imagen diciéndome: Ahí matan gente... Me lo dijo y le creí. Supongo que es porque había una liturgia de la muerte. Algo que supongo también pasó con otros.

Nosotros íbamos en un auto con granadas y con armas. Un día llegamos a Campo de Mayo. Había un grupo de mujeres en la puerta. Mi papá paró el auto. Bajó. Con mi hermana nos quedamos en el auto. Y cuando volvió, le preguntamos. Él dijo que era un grupo de madres angustiadas porque se había caído un helicóptero y venían a reclamar por sus hijos. Yo siempre tuve la sospecha de que eran Madres de Plaza de Mayo. No sé si tenían el pañuelo, pero era un grupo de diez o quince mujeres, llorando y gritando. Y la explicación del helicóptero que se cayó y soldados que murieron, bueno, parecía eso: los helicópteros se caen y los submarinos estallan. Yo no sé qué hace que algunas personas logren ver unas cosas y otras no. Que algunas digan qué raro ir con granadas en el auto. O qué raro perderse en el bosque de Campo de Mayo con una amiga durante una hora y cuando volvés que te recaguen a pedos. Que nos digan de todo. Que nos estaban buscando. Pero la sensación siempre fue esa: no sé si sabía exactamente qué sucedía, pero siempre había algo incómodo. Algo que no terminaba de estar bien ubicado.

Más tarde entré al colegio Nicolás Avellaneda, porque mi amiga Alejandra había elegido esa escuela. Como sucedió con muchos de integrantes de estos nuevos colectivos, hay dos tipos de familia entre los hijos o ex hijos de genocidas. Algunos estuvieron muy protegidos por la familia militar y por un sistema de custodias y a otros simplemente no nos dieron mucha bola y nos criamos como pudimos. Sin mucha atención, ni mucho cuidado. Yo estaba en ese segundo grupo. Mi vieja era psicóloga, se iba a bailar y estaba en otra historia. Era muy jovencita cuando se separó. Yo me la pasaba en la calle buscando familias sustitutas de las que tengo recuerdos maravillosos. Padres postizos con los que fui tapando agujeros que no se pueden tapar, pero a los que se les puede poner un puente para seguir caminando. Era muy curiosa. Preguntaba. En casa de Carlos, el padre de mi amiga Alejandra, escuché el disco rojo de Silvio Rodríguez y cuando pasaban las canciones, decía: Entonces la revolución no es algo tan malo, ¿no? Si hay gente que puede cantar cosas tan maravillosas. Si un poeta puede decir cosas tan lindas. No sé porque yo conecté con eso. O mi hermana no conectó.

En el Nicolás Avellaneda aprendí cantidad de cosas no sólo de los profesores, porque era una escuela a la que llegaban la mayoría de los hijos de exilados. Había un rector, Raúl Aragón, muy generoso, con el que fuimos reconstruyendo la historia del país. Yo no hablaba de mi papá. No decía nada. Otros ex hijos también comentan cosas así. A mí me hubiese encantado que no estuviera. Y me preguntaba: ¿Por qué no tengo un papá mecánico? Tenía una compañera que tenía a su papá muerto. Y yo decía: ¿Por qué no tengo yo un papá muerto? ¡Y listo! Por qué no decirlo así. Por qué, y así no tener que dar explicaciones. Era difícil decir de qué trabajaba ante la pregunta en alguna clase. Pero logré ir dejando eso de lado. Tomar decisiones y elegir estar de un lado que a mí me hacía mejor, me hacía más libre, un lugar que me daba menos vergüenza.

 

Florencia. Quincho militar de Campo de Mayo

 

Armé mi grupo de amigos. Cuando entré a la escuela ya había centro de estudiantes y estaban la agrupaciones políticas: el PC, Franja Morada, la JP. Y en la escuela militaban un montón de personas. Era la época de las primeras movilizaciones. Pasaban los pibes del centro de estudiantes por las divisiones. Decían: Hay que ir a la Plaza. Y salíamos. De Palermo, nos tomábamos el subte y llegábamos a Plaza de Mayo. No sé a qué o por qué pero estaba bueno. En quinto año me pidieron que diga el discurso de cierre. Yo, por los estudiantes Y Aragón, por la escuela. Supongo que Aragón sabía mi legajo porque la conducción de las escuelas lo sabía. Así, hablé yo. Después Aragón. Y luego vi a mi papá muy enojado con esa intervención, como diciendo: ¡Este tipo es un zurdo! Yo no entendí por qué lo enojaba tanto un tipo tan buena persona. Pero ahí comenzó a cortarse algo. No recuerdo haber discutido mucho más, pero fue una de las últimas veces que lo vi: yo ya estaba parada en otro lado.

Durante todo ese período, antes y después, hubo momentos en los que existió una especie de pacto de no hablar. Él sabía cómo pensaba yo. Mi casa era una casa dónde se hablaba de política. Mi abuelo, el papá de mi papá, era del GOU (Grupo de Oficiales Unidos). O sea que la política siempre estuvo en la casa familiar. El papá de mi mamá era militante radical. Y es raro porque si bien no recuerdo a mi viejo hablando de política, sino con su trabajo de aviador, nada de la política me resulta extraño. Estaban los que amaban a Evita y los que la odiaban. Estaba una foto del Operativo Independencia en el living de mi abuelo con mi papá vestido de piloto frente a un helicóptero, y un escrito a mano con esa frase que dice: Tucumán cuna de la independencia, sepulcro de la subversión. La palabra subversión, el apellido Santucho, el Che Guevara, no eran cosas que me resultaran extrañas. No estaba viviendo en una burbuja. Y había una persona de la que ahora estoy reconstruyendo su historia: un gran amigo de mi abuelo, del grupo de amigos con el que se juntaba un poco a conspirar y un poco a jugar a las cartas, Julio Gallego Soto.

 

Florencia. Colegio Militar.

 

Gallego Soto desapareció en julio de 1977. Durante años vi a su esposa, una mujer muy, muy buena con nosotras. Viuda aunque nunca estaba claro por qué era viuda. Por qué estaba sola, por qué siempre todos estaban con sus parejas y ella no. En una charla, con papá, una vez le recriminé lo que había pasado con Gallego Soto, él se puso a llorar. Mi papá me dijo que para él había sido casi un padre. Que había sido la persona que lo había cuidado y guiado muchos en momentos importantes. Que cuando se enfermó su hermana de tuberculosis, mis abuelos dejaron a mi papá y a su otra hermana bajo la crianza de Gallego Soto. Que así había sido un hombre muy clave en su vida. Y me dijo: “Yo lo busqué, lo busqué todo lo que pude, hasta que me dijeron: no lo busques más porque el próximo sos vos”.

—Vos no sabés lo que pasó. No terminas de entender. Esto fue muy doloroso.

En 2015 yo hacía un trabajo en Jujuy cuando escuché por la radio la noticia del procesamiento de aviadores del Ejército por los vuelos de la muerte. No dijeron nombres. Pero tuve la certeza de que mi papá iba a estar entre los acusados. Busqué en el Google. Estaba durmiendo en una casa prestada. Mi compañero se estaba duchando. Y sola con el Google, encontré la noticia con el nombre y apellido de papá: ahí confirmé lo que desde los 12 años ya sabía. Lo que de alguna manera él también me había confirmado. Y me acordé de la charla sobre Gallego Soto. De lo que dijo. Llamé al hijo. No lo había visto nunca más. Nos juntamos. La llamada fue tranquilizadora también para él porque se había sentido abandonado por los amigos de su padre, esos personajes cercanos al GOU. Le dije que vaya a preguntarle a mi papá, que mi papá sabía dónde podía haber estado su padre porque lo buscó. Si vos querés encontrar el cuerpo, preguntale, le dije. Y ahí supe algo más sobre los silencios y los pactos. Me contó que citó a mi papá en el juicio. Que mi papá fue, pero no dijo ni una palabra. Se sentó y no dijo nada. Y antes de irse, le dijo: Disculpame que no puedo hablar, pero no voy a hablar. ¡Y habían sido como hermanos en la vida! Chicos que se habían criado con estos padres sustitutos en estas familias de padres amigos. En ese momento, a mí me quedó claro que ellos no van a hablar.

 

El avión de Lance. Álbum Familiar.

 

Me anoté en Ciencias Políticas en la facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Un día vino a estudiar a casa Diego, uno de mis compañeros. ¿Pero no es que los desaparecidos están en España?, le dije. Y Diego se levantó y agarró sus cosas para irse. Lo agarré del brazo. Le dije que se quede porque todo eso en realidad era mi forma de preguntar, de querer saber, de enterarme. ¿No era cierto esto?, le preguntaba. ¿Y qué pasaba entonces? ¿Pero la guerrilla? ¿La revolución?Preguntar me daba la posibilidad de escuchar otras respuestas. Y las respuestas que escuchaba me resultaban más verdaderas que las pocas que había escuchado en el entorno familiar. Ví películas. Ví El exilio de Gardel. Vi La Noche de los Lápices y salí con una tristeza tremenda. Ese día volví a casa y empecé a pelearme con todo el mundo: tenia la sensación de que todo estaba mal. Mi abuela era muy católica, yo me enojaba con ella.

—¡Vos porque sos católica!

Le decía. Y me peleaba con cada parte de lo que había sido el sostén de la familia. Incluso la familia católica por parte de mi mamá, donde había una actitud tan fría respecto de lo que había sido la dictadura, como de ignorar todo, muy superficial.

Para 1992 o 1993, un grupo de compañeros armaron una agrupación. Me conmovió el trabajo que realizaban y empecé a dar una mano.

—Yo doy una mano si hay que pintar un cartel— le dije a Diego.

—No necesitamos secretarias— me dijo—. Hacen falta militantes.

El MATE fue un lugar de aprendizaje, de contención, de mucho afecto. Hicimos un viaje a Cuba, ese lugar que para los hijos de los genocidas era el monstruo. El lugar donde se comían a los pibes crudos. Lo que no se quería. Lo que se quiso evitar. Y ahí, durante un mes, nos encontramos con un país maravilloso, a pesar del período especial con la vida cotidiana tan difícil. Un país con gente muy inteligente, muy solidaria. Conversamos con viejos militantes, aprendimos, conocí a María Santucho, que hoy es una de mis grandes amigas y una referente de la lucha. Aprendí cómo encarar la vida y la necesidad de que el mundo sea más lindo. De que así, como está, el mundo no está bueno para nadie.

 

Afiche. Agrupación El Mate.

 

Volví del viaje muy distinta. Y cuando volví fui a ver a mi abuela paterna con la que tenía una relación linda. Era una mina muy lúcida que leía mucha filosofía. Me gustaba mucho conversar con ella. Y ella, ese día, desde la cama de enferma, me dijo: ¿A qué fuiste a Cuba? ¿A entrenarte? Ah, bue, pensé yo. Mejor dejemos las cosas así. Y enseguida me dijo que si tenía que elegir entre mi papá y yo, iba a elegir a su hijo. Ya se le había muerto una hija, dijo, y no podía perder otro hijo más. Y así fue como otra de las relaciones familiares se disolvió en el aire. No vi más a mi abuela. No vi más a mi padre. No lo veo desde hace treinta años. Y no tuve más noticias hasta que aparece su nombre en los juicios.

Che, le dije a Diego en ese momento, yo quiero escribir algo, empecemos a pensarlo. Y a muchas compañeras del colectivo les pasó que con los juicios aparecen dos cosas: en un caso, la revelación por primera vez de lo que fueron sus padres, compañeras más chicas se enteran de la monstruosidad en los juicios, que entonces son claves también para entender la aparición de estos colectivos. Y después hay otra cosa, que una voz trae la otra, y la posibilidad de pensarnos colectivamente. Las preguntas que nos hacen ayudan a pensar, y así aparece la posibilidad de una voz pública que ya no sea la voz individual de alguien contando su historia, sino la posibilidad de armar algo con todo esto que vaya más allá.

Cuando me enteré, primero pensé en mis hijos. Yo estaba en Jujuy. Pensé en mis hijos escuchando por televisión el nombre del coronel Lance. Hablé con el padre. Y después fui a ver a una psicóloga con la que había laburado antes. Hablamos de la libertad de elegir y la cosa es que cuando terminamos, le pregunto cuánto es y me dice nada, yo no te puedo cobrar por algo que no es tu problema sino que es un problema de todos. Entendí que de alguna manera eso estaba bueno para pensar cómo todos nos hacemos cargo de esto.

La noticia para mí fue una confirmación. Pero también confirmaba en lo personal que yo no era la loca. Estaba la idea de yo inventaba toda esta historia del represor porque en realidad tenía bronca con mi viejo porque se había ido con otra mujer. No era verdad. Pero verlo en el diario también fue un alivio: no era que yo tenía una suerte de enojo adolescente. Era la verdad histórica. Una verdad que sostengo con mucho dolor. Que no la sostengo desde un capricho. Ni desde un enojo. Por lo contrario, es una decisión fuerte y difícil porque, además, no tenía un papá malo. Ni violento. Fue muy doloroso cortar y decir no quiero verlo mas. Quiero que esté preso. Quiero que él, como el resto de las personas que participaron de la represión, estén presas. Y cumplan su condena. Y listo. Que se mueran en la cárcel y podamos construir un país desde la verdad. Con lo doloroso que pueda ser la verdad. Desde la verdad que nos va a dar libertad. Y nos va a dar posibilidades de tener un país distinto.

Mi vieja se enteró en 2015. No podía creerlo. No podía creer haber estado casada con una persona así. Ellos se separaron en 1975. Me dijo que se había separado porque le daba asco el olor de mi padre. Imagino que él estaría yendo a Tucumán para el Operativo Independencia. Está la foto. Y él me lo dijo. Y ella me habló del olor. De cuando volvía a la cama a acostarse. Yo no sé qué pasó con esa persona a la que de repente ella no podía tocar, con la que no podía ni estar. Y no sé si eso la salva, pero es cierto que se separó. Igual, está el silencio. Mi mamá tenía una muy amiga durante la dictadura a la que le estaba desapareciendo su compañero. Nunca se lo contó a mi madre. Yo me enteré muchos años después al verla en un espacio de militancia. Creo que todavía hoy no se lo dijo. Se lo conté yo. Tampoco podía creerlo. Pero creo que eso nos hablan de cosas que, ojalá, en algún momento podamos pensar. Entre los ex hijos a veces nos preguntamos: ¿Qué sociedades construyeron a estas personas? Algunos serán más monstruosos que otros, otros son más normales de lo que nos gustaría. Pero, ¿cómo pasó? ¿Cómo se convirtieron estos pibes y estos hombres en personas capaces de torturar y de asesinar? ¿Cómo pudieron las familias negarse a ver? ¿Cómo los papás de mis amigos del jardín y de la primaria, dejaban que sus hijos fueran a jugar a Campo de Mayo en 1977? ¿O que se subieran a un colectivo?

 

Florencia saca foto a un afiche de la Cátedra Che Guevara organizada por El Mate.

 

Una vez se lo pregunté a la viuda de García Lupo. Para el 2×1 me pidió que la acompañe a la marcha porque quería llevar un cartel en memoria de Rogelio. Ese día marché sola con ella. Y como ese nombre, en mi vida aparecieron otros. Siempre digo que a mí me salvó la calle. No tener una familia que te contenga, pero que tampoco que oprima demasiado.

Para la época de la facultad, un jueves, Diego me dijo: Vamos a la Plaza.

—¡Noooooo!— dije yo. Pero fuimos. Nos quedamos parados.

—Vamos a marchar— me dijo. Y yo, de nuevo: No. Sentía que usurpaba el lugar de los otros, el discurso de los otros. Un espacio que no nos pertenece. Creo que eso es lo que intentamos todavía pensar: creemos que tenemos que estar de costado, que hay que acompañar la lucha de los organismos pero que no es un lugar nuestro. De todas maneras, aquella vez sí marché y lo hice un montón de años más, muy cerca de las Madres. Cierta vez en la agrupación decidimos que haga mi trabajo de base en la Asociación de Madres, así que después del trabajo me iba todos los días al local. Y así como tengo ese padre postizo que es el padre de mi amiga Alejandra, tuve una madre postiza en Hebe. Hebe me enseñó cómo ser mejor persona, pero también cómo ser mujer, cómo ser mamá o cómo cocinar. No tengo recuerdos en mi casa de la cocina. Pero recuerdo estar enferma y que ella me traiga comida a mi casa. Cuando nació mi primer hijo, terminó la marcha de la resistencia y se vino a pasar la noche conmigo al sanatorio. A mi hijo le puse Juan, un poco por mi amigo y por el personaje de El exilio de Gardel. Era la primera marcha que no iba porque estaba pariendo. Eran los ’90, todo era ríspido y duro, frívolo y superficial, y ahí estábamos nosotros, un grupo de pibes y de pibas que queríamos estar con las Madres, hablar de la dictadura, de Cuba, discutíamos y nos peleábamos con Hebe, pero después también nos hacía unos platos de ravioles caseros que estaban buenísimos.

 

Juan, el hijo de Florencia, en su primera marcha de la Resistencia.

 

En ese recorrido nos fuimos vinculando con compañeros de los ’60 y ’70 que nos acompañaron y nos formaron desde la agrupación. Nos contaron sus ideas del mundo. Estuvo el Negro Molina, un dirigente obrero muy cercano a Cooke, que nos cagaba a pedos, no tenía ninguna consideración pero sí respeto. El Negro Molina una vez nos contó que durante los años de la resistencia viajaba en un colectivo. Y de un lado estaba la policía reprimiendo y del otro parte del pueblo resistiendo.

—Hay momentos de la vida en que uno tiene que elegir de qué lado se pone.

Nos dijo. Y esa imagen para mí es así: uno siempre, siempre, siempre, puede elegir de qué lado se pone. El terrorismo de Estado fue masivo, fue un plan sistemático, todos los que estaban, estuvieron, pero hubo casos que no. Horacio Ballestero, D’Andrea Mohr. Siempre me pregunto qué hizo que una persona pudiera decir que no; no voy a reprimir a mi pueblo; no voy a participar de este genocidio. Mi papá tenía la posibilidad de elegir: tuvo un avión lleno de secuestrados, ¿por qué no te fuiste del país? ¿Qué te podía pasar? No era un zumbo al que no le quedaba otra, que no tenía recursos simbólicos para pensarlo. ¿Por qué no pudiste hacer el click? ¿Qué pasó ahí? ¿Qué es eso de la obediencia y el compromiso con este proyecto de asesinar? Creo que en el vuelo también había dos pibes de secundarios por los que específicamente se lo procesó y denunció.

En el ‘97 abrimos la Cátedra Che Guevara en la facultad, una experiencia que acercó a gente de los ’70 de distintas líneas a contar a los pibes jóvenes qué había pasado. Se hizo en bares, fue muy masiva y la idea era laburar sobre la transmisión. Manolo Gaggero era el titular, una de las personas enviadas por Cooke a Cuba. En esos espacios aparecían las historias: la de la Pirí Lugones, una mina con esa historia familiar con la que pudo hacer algo diferente; y también las de Alicia Eguren y Osvaldo Bayer.

Cuando nació Juan, mi hermana quería que mi papá lo conozca. Insistía. Decía que era su primer nieto. Nos peleamos. Quien entonces era mi compañero tenía a su tío desaparecido. Mi hermana insistió. Fue a la casa. Y cuando volvió me dijo: la casa está igual y están nuestras fotos. ¡Pero no estoy muerta!, dije yo. ¿Cómo que están nuestras fotos?Con mis cuatro hermanos por parte de él, no volví a hablar, el día que quieran, sabrán, pero el problema es cuando alguien acepta vivir sin preguntas. Cuando un hombre vuelve a tu casa, después de asesinar, ¿no te hace ruido nada? ¿No hablás de eso? Con mi compañero hablo de su trabajo, de los problemas. ¿Cómo se vive de otra manera? ¿Qué hay ahí? ¿Son familias sostenidas sin conversación?

Cuando salió publicada la historia de Mariana Dopazo, muchos de amigos me la reenviaron. Me partió la cabeza. Me impactó la manera de reflexionar sobre lo que le pasó. También Erika. Y creo que fueron claves para pensar que podíamos tener una voz pública. Ahora hay dos grupos de ex hijos y de hijos. Y me parece que es una buena noticia que haya dos, tres, miles, y grupos de supermercadistas chinos que repudian a los genocidas, que no les quieran vender una botella de vino. Que no haya nadie que los apoye. Que los terapeutas piensen sobre esto, que los supermercadistas chinos piensen cómo dejar de venderles porque esto es una tragedia que es imposible de resolver hasta no ir a fondo. Y claro que comienza por la memoria, verdad y justicia y por los juicios, sin duda.

La última vez que hablé con mi papá, lo llamé para conversar por unos problemas familiares. Me dijo que lo dejara tranquilo. Que estaba muy mal. Con muchas complicaciones. Y tenía qu tomar pastillas para dormir.

—Estoy pasando muchos problemas— dijo.

Yo le dije:

—Por algo no podrás dormir tranquilo.

Cortamos y eso fue toda la charla.

 

Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/hija-aviador-los-vuelos-la-muerte/

Qué afirma hoy la memoria // Agustín Jerónimo Valle

Los militantes revolucionarios mataron gente, pusieron bombas, secuestraron. La valoración, incluso la condena de estos actos, es una discusión compleja -también rica e interesante-. No podría darse sin discutir primero quién y desde dónde puede legítimamente hacerla, esa valoración. Pero previo a esa discusión es preciso recordar una verdad que la sitúa, la circunscribe: los militantes no torturaron, no violaron, no robaron bebés, no estafaron; en suma: ni «negocio» ni crueldad formó parte de la praxis de los combatientes (de hecho muchos hicieron negocio justamente tras dejar de ser combatientes). La crueldad fue de quienes defendían el capitalismo («occidental y cristiano»). Acaso de un lado la muerte estaba al servicio de la vida; y del otro, la muerte estaba al servicio de un modelo de vida que reproduce la muerte. Seguro un deseo -el de una sociedad igualitaria- excluye la crueldad; el otro -el de una sociedad desigual- necesita la crueldad.

El ejercicio de la memoria de los asesinados, exiliados y desaparecidos, es una afirmación presente: la afirmación de un deseo, gigantesco, multitudinal -aunque aún así en cierto sentido minoritario-, el deseo de una concepción del lazo social que excluya la crueldad, en tanto dispositivo productor -y símbolo- de la desigualdad. Por eso las Madres son el aglutinador clave de la política igualitarista en la Argentina moderna: ellas abren el más jocundo espacio de fraternidad.

 

¿Por qué? // Diego Sztulwark

 

 

¿Por qué afirmar que los derechos humanos en la Argentina son unapolítica? La dictadura efectuó una reforma quirúrgica del cuerpo social que abarcó dos mundos simultáneos: uno de exterminio (lucha contra el “enemigo subversivo”) y otro de reconversión neoliberal (consagración de la propiedad privada concentrada). Solo la política de derechos humanos fue/es capaz de plantarse como antagonista en ambos planos del terrorismo de Estado (en dictadura y en democracia). Su fuerza es ética y consiste en combinar dos ejes: uno temporal –luchas del pasado y del presente– y otro espacial –un campo de traducción común para las diferentes luchas del presente–. Sus logros se miden por su capacidad de inspirar un germen insurreccional popular: el 19D y el 20D de 2001, pero también el 8M.

¿Por qué esa política sobrevive al kirchnerismo? Luego del período de claudicación sistemático de la democracia (1983–2001), el kirchnerismo promovió avances institucionales, que hoy defendemos, mientras crecía una impotencia creciente a la hora de afrontar en los territorios una crueldad social regida por las formas de la valorización financiera. La ofensiva sensible, en la que los derechos humanos hicieron escuela, sobrevive para defender una memoria y para reinventarse retomando su autonomía, como lo muestran hoy el movimiento de mujeres y minorías sexuales en rebeldía.

¿Por qué el macrismo, que suele presentarse como una nueva derecha democrática, pretende impunidad para los viejos cuadros de la dictadura? Repasemos los hechos del último año: luego de la marcha del 24M de 2017, el gobierno trató de terroristas a los organismos por recordar a las organizaciones revolucionarias de los años setenta; el intento de excarcelar a genocidas a partir de la sanción del 2×1; el surgimiento de la voz de los hijos de genocidas (¡ex hijos!); los asesinatos en el Sur mapuche de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel; el anuncio de la nueva doctrina de seguridad que avala a priori el accionar de las fuerzas represivas (los asesinatos policiales posteriores responden a esta concepción); la propuesta desde el gobierno de la política de la prisión domiciliaria para los viejos cuadros de la represión. Hipótesis verosímiles hay varias –el gobierno debe pagar ante su electorado; la nueva doctrina de seguridad dispuesta a enfrentar el conflicto social creciente requiere de un homenaje a los represores de ayer– pero creo que la más relevante es la siguiente: la necesidad de quebrar la historicidad –la fuerza y el porvenir– de esta política fundada en la sensibilización del campo social.

 

Diego Sztulwark para Emergentes

Derrames // Lobo Suelto

A las calles, de todas las formas posibles. En manada, los agrupamientos se organizan al galope: pura intuición plebeya. Desbordando todo orden ortiba fundado en el terror, la violencia y la mentira. Comenzando por la doctrina de seguridad oficial, que llama a confiar a priori en las fuerzas de seguridad cuando asesinan -como hicieron con Santiago, Pablo, Rafael , Luciano y con miles de pibes  que rompen la noche- en defensa del país de la propiedad privada concentrada. Cuantos más peritos ponen, más se les nota la intención de ocultar el crimen. Crean Estado en torno al crimen y al ocultamiento. A las calles, a darle la espalda a quienes disparan por la espalda: a frenar una política de la crueldad hecha política de Estado. A las calles como ante el 2×1 y el 8M: tejiendo el pañuelo blanco de las Madres y el pañuelo verde del aborto; sabiendo que las Madres y Abuelas vienen haciendo paro de mujeres todos los jueves desde hace 40 años. Sabiendo que las jaurías de pibas pasan por arriba de todos. Sus finanzas se salpican de nuestra sangre. Derrames: que la política de Derechos Humanos derrame sobre los barrios, las escrituras, los hogares, la economía, las instituciones. El último 18 de diciembre vimos resurgir la fuerza de la calle plebeya, reactivando nuestra capacidad de desobedecer todo el orden asesino que nos proponen. En marzo quedó en claro nuestro programa: la calle plebeya. 24 de marzo es memoria de la calle plebeya. Una calle que derrita las columnas, vuelva cenizas las banderas, desobedezca lo que  ya no dice nada y solo reconozca el amor de las Madres. Son relámpagos en instantes de peligro que bien pueden ser diluvios, derrames, tormentas.

23 marzo de 2018

Memorias impresas en orillas de silencio (24 de marzo de 2018) // Marcelo Percia

1.

Memorias extendidas de un solo día darían más de una vuelta alrededor de la esfera terrestre.

Memorias plenas equivalen a estruendosos silencios.

Silencios que amasan bulliciosas pulpas de la historia.

 

2.

Pero, ¿cómo lo vivido habita las memorias?

 

3.

Memorias pretenden historias, la historia se deja conquistar.

 

4.

La escena del crimen de la última dictadura en la Argentina acontece, cada vez, como vacío en las memorias.

 

5.

Memorias ondulan, agitan, van y vienen.

Recuerdos oscilan como boyas en una inmensidad. Olvidos habitan en temblores infatigables de lo inmenso.

 

6.

Si se pudieran conservar intactas memorias de una época, ninguna sensibilidad soportaría lo que el olvido cancela.

 

7.

Demasías de la memoria sólo se alojan en el silencio.

 

8.

Derrida (1969) en La farmacia de Platón a propósito del relato, al final del Fedro, sobre el origen de la escritura, observa la ambigüedad del término griego phármakon que alude, a la vez, a lo que puede curar y envenenar: la escritura posibilita, al mismo tiempo, la memoria y el olvido.

 

9.

Lo que el silencio no deja de decir: que en las cenizas del aire se respiran polvos de vidas que sufrieron la acción del fuego.

 

10.

Recuerdos actualizan sensateces de la vida: prudencias de la posibilidad.

Así lo advierte Borges (1942) cuando relata la vertiginosa memoria de Irineo Funes, escribe: “Éste, no lo olvidemos, era casi incapaz de ideas generales, platónicas. No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)”.

La percepción acontece como archipiélago de supresiones.

La obra de Borges valora la acción del olvido y parodia rigideces y torpezas de las memorias.

Los lenguajes sacrifican singularidades.

Funes no sólo percibe en cada perro a una criatura única, sino que percibe que, en el tiempo, cada perro deviene infinidad de únicos perros.

En la percepción de Funes se imprimen momentos singulares que las lenguas omiten.

 

11.

Continúa Borges: “Funes discernía continuamente los tranquilos avances de la corrupción, de las caries, de la fatiga. Notaba los progresos de la muerte, de la humedad. Era el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso. (…) Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos”.

Cuando ráfagas de ese irrevocable deterioro de la vida penetran sensibilidades expuestas: los sentidos desvarían, los músculos se endurecen, las palabras se retiran.

A veces, para no pensar, se prefiere entrar en una especie de ausencia o muerte.

 

12.

En Nota sobre la pizarra mágica, Freud (1924) trata de ilustrar cómo actúa la memoria.

Traza analogías entre sus ideas del inconsciente y un juguete infantil: una pizarra donde se escribe con un buril sobre una superficie que posee la propiedad de borrarse y conservar, a la vez, lo borrado.

Ese artefacto le sirve para ilustrar lo que llama aparato psíquico.

Freud imagina el psiquismo como una sofisticada máquina de sentir, hablar, pensar.

Concluye que la memoria no se reduce al registro, permanente pero limitado, en una hoja de cuaderno, ni a las anotaciones renovables en una pizarra.

Postula una diferencia: la memoria posee capacidades de recepción y de conservación de huellas, incalculables.

Advierte, también, que la memoria tiene cualidades mágicas y maravillosas: conserva huellas que aparecen o desaparecen según acontezca el recuerdo o el olvido.

 

13.

Derrida (en Freud y la escena de la escritura), a propósito del texto de Freud, valora la conjetura del psiquismo como espacio de escritura: lo vivido permanece como huella escrita en sensibilidades que hablan.

La pregunta que resta: ¿la vida supone continuos procesos de reescritura?

¿La fijeza de algunas marcas detiene el movimiento?

 

14.

La vida se escribe cada vez, pero nunca en una hoja en blanco: se escribe sobre otras escrituras, muchas veces indescifrables.

Cargamos imágenes impresas, palabras grabadas, morales que amordazan épocas.

¿Cómo vivir en la libertad de una reescritura?

Libertad no consiste en desprenderse, negar, desmentir esas cargas, marcas, huellas.

Libertad, tal vez, reside en rehusarse a imponer o trasladar esas pesadumbres a otras vidas.

Libertad supone impedirse dañar o marcar como modo de proteger lo viviente.

 

15.

En la saga de las imágenes impresas y las memorias se relatan historias de censuras, persecuciones, muertes.

Artificios para escapar a la censura de un Amo.

Una historia de astucias reside en la de la tinta limón como modo de escritura clandestina.

Escritos en tinta limón sólo legibles acercándolos a la llama.

 

16.

Una hermosa palabra palimpsesto: manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente.

 

17.

Se puede escribir copiando o imitando otra escritura, también borrando las huellas de lo ya escrito, inscribiendo el arrojo de un deseo que, de pronto, se queda alelado sin saber qué decir.

 

18.

La imagen de lo ausente supone la vida que no está: considera ciertos indicios evanescentes.

Proust (1922) no encuentra mucha diferencia entre la rememoración de un sueño y el recuerdo de lo vivido.

Llama memoria involuntaria a rememoraciones que irrumpen caprichosas: de pronto, algo estalla y se propaga concitando asociaciones imprevisibles.

Escribe: “Las imágenes elegidas por el recuerdo son tan arbitrarias, tan estrechas, tan inalcanzables, como las que la imaginación ha formado y la realidad destruido”.

Si los recuerdos eligen imágenes, ¿qué voluntad elige los recuerdos?

Una voluntad involuntaria, no personal, irrigada de sensualidades, bellezas, dolores de los tiempos.

 

19.

Quizá la obra de Beckett narra estados de memorias que asisten al impreso borrado, tachado, descolorido de la civilización.

Escribe Beckett (1931) sobre el autor de En busca del tiempo perdido: “La memoria involuntaria, no obstante, es una maga díscola que no admite presiones. Es ella quien escoge la hora y el lugar en que habrá de suceder el milagro. Ignoro cuántas veces se produce este milagro en Proust. Creo que en doce o trece ocasiones. Pero el primero –el famoso episodio de la magdalena mojada en té– justificaría ya de por sí la afirmación de que todo el libro es un monumento a la memoria involuntaria y a la epopeya de su acción”.

Memorias díscolas anidan en algunas sensibilidades y en otras no: ese maravilloso misterio, a veces, se intenta cancelar con teorías de la personalidad.

 

Para Proust la memoria voluntaria, que interviene como dominio de la inteligencia y la razón, retiene semblanzas de un pasado sin vida. Mientras que en la memoria involuntaria (en la que los recuerdos destellan detonados por accidente o azar) sabores, perfumes, brisas, melodías, lágrimas o caricias, desatan intensidades vivas.

 

21.

El modo que tenemos de vivir la vida consiste en soñarla, pero no sabemos qué hacer con las pesadillas de la historia.

 

22.

Aura del dolor: suave soplo de la muerte.

Benjamin (1936) define aura “como la manifestación de una lejanía (por más cercana que pueda estar)”.

Aura: juego de afectaciones precipitadas por cercanías de sensibilidades que se arrojan sobre lejanías que no pueden alcanzar.

 

23.

Lejanías no se oponen a cercanías: en lo lejano reside lo inapresable: por eso, aún abrazando lo cercano, se necesita saber amar lo lejano.

 

24.

El arte repone lejanías haciendo cercanos los recuerdos.

 

25.

Lo vivido acontece irrepetible, la memoria copia lo sucedido, el recuerdo lo reproduce.

 

26.

No conviene reducir memorias a una función de la conciencia ni representarlas como aparato invisible de anotación o registro.

Tampoco pensarlas como depósitos de recuerdos fijos, invariables o desfigurados.

Memorias vibran en voces y caricias, en palabras y dolores, que fatigan y encienden cuerpos.

 

27.

Se confía en que las memorias atesoren lo vivido.

Memorias se ofrecen como artificios para que sensibilidades se sueñen eternas.

 

28.

Una primera forma de memoria reside en las pisadas: vestigios que dejan los pies sobre la superficie de la tierra.

 

29.

Todavía se piensan memorias como depósitos localizados en supuestas interioridades individuales.

Cuesta pensar en memorias impersonales: recuerdos labrados como gramáticas de una época.

Memorias de un amor no viven en la interioridad de los amantes, se actualizan cuando los cuerpos se rozan.

 

30.

La evocación de un momento embriagado de deseo, se compone con montajes escénicos que se ofrecen en la cultura y con muy poco de lo vivido.

Las sensibilidades no llevan inscriptas huellas que las memorias almacenan, sino heridas receptoras de signos dolorosos que sobrevuelan la vida.

¿Por qué algunas soledades andan heridas, otras cicatrizadas, otras inmunizadas ante dolor?

¿Heridas, cicatrices, inmunidades se distribuyen en el planeta de la mano de las riquezas y privilegios?

¿Por qué memorias del dolor interpelan más que las de la felicidad?

 

31.

No se recuerda lo vivido: las memorias están destinadas.

Cada sensibilidad porta antenas selectivas: receptores de clase que se extienden y se entremezclan, a través de la lengua, con otras antenas que vibran también especializadas en cuerpos semejantes.

 

32.

Cada época traza analogías que intentan capturar enigmas de las memorias: la huella de un pie, el dibujo, el grabado, la escritura, la imprenta, la fotografía, el fonógrafo, el cine, el procesador de texto, las conexiones en red, los archivos digitales.

Las memorias, sin embargo, recorren la vida como partículas imperceptibles en el aire.

 

33.

Alguna vez se supuso que los recuerdos acampan en el corazón mientras los olvidos permanecen prisioneros en el pensamiento.

Anamnesis significa recordar. La palabra se emplea para describir el momento en el que el deseo de aliviar solicita a quien padece que relate lo que le pasó y le está pasando.

 

34.

Memorias no residen en focos que identifican neurólogos en un cerebro: esos destellos eléctricos fertilizan umbrales de sensibilidades que hablan.

 

35.

En memorias del mar se sacuden secretos de los primeros días de la vida en la Tierra, historias de peces fabulosos y embarcaciones perdidas, maremotos y poéticas desatadas.

También: memorias de cuerpos anestesiados arrojados desde un avión militar.

 

36.

Tan tristes las historias de la civilización que soledades prefieren desiertos antes que recuerdos.

 

37.

Memorias no guardan hechos terminados ni fijan lo ocurrido ni fotografían lo que sucedió.

Memorias acunan insinuaciones de lo acontecido.

Los recuerdos siempre se presentan vagos. Incluso la nitidez de lo evocado simula una imagen labrada en lo que llega moviéndose y cambiando.

La creencia de que lo decisivo en una vida queda grabado en una profundidad íntima, apacigua el vértigo de lo acontecido.

Cuando alguien cuenta su vida o escribe sus memorias participa de la construcción de una ficción: habitamos vidas editadas.

No se trata de recuerdos personales, sino de recuerdos que se apersonan en una vida: como arrebatados poderes que ocupan sus dominios.

Las vidas que vivimos anclan o se amarran a un suelo o muelle de reminiscencias.

 

38.

Al cabo, lo vivido no reside en lo acontecido, sino el lo recordado.

Escribe Proust: “La verdadera vida, la vida al fin descubierta y dilucidada, la única vida, por lo tanto, realmente vivida es la literatura”.

 

39.

El problema de las memorias no reside en que olvidan.

Memorias lucen como mínimos territorios iluminados en una infinita noche de olvidos.

Cuando la vida frota olvidos, enciende recuerdos.

El problema adviene cuando las memorias reprimen, niegan, repudian.

Represiones ocultan, disfrazan, prohíben recuerdos.

Represiones ponen lo reprimido a reparo, lo censuran, lo disimulan.

El psicoanálisis se interesó por la represión no lograda, la fallida. De allí la expresión el retorno de lo reprimido.

Negaciones cancelan lo ocurrido: cortan la cinta de un film, tapian una puerta, decretan la no existencia de sogas en casa del ahorcado.

Repudios desmienten que lo recordado haya ocurrido, lo relativizan, lo consideran una exageración, fruto de la inoculación de una mentira.

 

40.

Sensibilidades que perpetúan crímenes, ¿qué hacen con la imágenes de las vidas que cegaron?

¿Las deforman hasta no reconocerlas?, ¿las alucinan como fantasmas?, ¿las sepultan en los órganos de cuerpos que enferman?, ¿extirpan la visión atroz enloqueciendo o quitándose la vida?, ¿se insensibilizan?, ¿asumen la responsabilidad y cargan con la culpa y el dolor?

 

41.

Un acto de libertad reside en la decisión de no olvidar: el testimonio imprime una memoria en las memorias.

 

42.

Interminables conversaciones con el tiempo fluyen en las memorias.

El cuerpo de la materia posee memorias traumáticas y poéticas.

Papeles, pieles, telas, maderas, paredes de una casa, alojan memorias. Imperceptibles pliegues del tiempo viven en todas la cosas.

 

43.

Enfermedades de deterioros neuronales progresivos ponen a la vista cómo vive una sensibilidad expuesta a lo acontecido cuando se retiran los órdenes ficticios de los recuerdos.

 

44.

Se han pensado los tatuajes como marcas de un poder, como escritura, como inmovilidad de un símbolo o una imagen, como arte detenido, como ruego de identidad.

Quizás a diferencia de un tatuaje, una cicatriz narra un desgarro zurcido por el tiempo.

 

45.

Aunque no al mismo tiempo, las caricias que suavizan con sus ternuras, pueden herir la piel que han tocado.

 

46.

Memorias: ilusión de las criaturas que hablan de marcar en el infinito un antes y un después.

 

47.

Ternuras que amamantan a excitaciones nerviosas inundadas de vida: suavizan latidos, bocetan recuerdos.

Tibiezas de pezones y bocas, suspiros y arrullos, privaciones y amenazas, abrazos y retorcijones, sueños venideros.

Furias que amamantan con tintas hacen del amor una denuncia.

 

48.

Madres de los pañuelos blancos: nombre político de ternuras paridoras que ensueñan porvenires igualitarios.

 

49.

Sensibilidades plebeyas: envueltas en memorias de papel blasfeman y cantan.

 

50.

Llamamos primeras experiencias de vida a restos movedizos de acontecimientos olvidados: dulces y dolorosos llamados de inmensos contactos que se inician.

 

51.

En las líneas de una sola mano se insinúan las intrincadas historias de una civilización.

 

52.

Se conocen diferentes procedimientos para reciclar papel, pero cuando se amasa la pasta de trozos de imágenes entintadas del horror de una época, no se recupera ni transforma nada: se revuelven dolores, tristezas, injusticias, crueldades, crímenes, hasta que las memorias de lo acontecido retornan como enigmas callados de eso que el olvido no puede olvidar.

 

53.

Lo que se llama pasado o lo vivido no yace o espera escrito de una vez para siempre, la rememoración puede reforzar celdas negadoras o empujar a la emancipación de lo acontecido.

 

54.

El psicoanálisis se pensó como reescritura clínica de huellas mnémicas labradas en la infancia.

Se podría pensar que, lo que antes se suponía impreso, tallado, estampado, acontece muchas veces arremolinado, garabateado, tajeado en el aire. Y, que en cada vida, se paren infancias innumerables veces.

No se trata de rediseñar destinos, sino de abrir porvenires.

Lo porvenir recuerda que cada vez no se sabe cómo advendrá.

 

 

 

 

 

Bibliografía.

Beckett, Samuel (1931). Proust. Editorial Tusquets. Madrid, 2013.

Benjamin, Walter (1936). La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica. En Discursos interrumpidos I. Editorial Taurus. Buenos Aires, 1989.

Borges, Jorge Luis (1942) Funes el memorioso. En Ficciones. Alianza Editorial. Buenos Aires, 1980.

Derrida , Jacques (1969). La farmacia de Platón. En La diseminación. Editorial Fundamentos. Madrid, 1975.

Derrida, Jacques (1977). Freud y la escena de la escritura. En La escritura y la diferencia. Anthropos. Barcelona, 1989.

Freud, Sigmund (1924). Nota sobre la pizarra mágica. En Obras Completas. Volumen 19 (1923-1925). Amorrortu editores. Buenos Aires, 1992.

Proust, Marcel (1922). En busca del tiempo perdido. 1 Por el camino de Swann. Alianza Editorial. Madrid, 1977.

Atacar al arte. Sobre las políticas de lo sensible en tiempos de guerra // Lucía Naser

Abro un libro de Rancière después de mucho tiempo. El libro se llama “Disagreement” y habla sobre la relación entre política y filosofía.

 

En la página aleatoria y desde los apuntes al margen llego a un fragmento que habla de que no hay tanta diferencia entre el lenguaje poético y el lenguaje argumentativo. Este tipo de pensamiento es el que ha hecho a Rancière un pensador fundamental para el arte, reformulando de nuevo una pregunta vieja: ¿arte para qué?

 

Desde su definición de política como distribución de lo sensible, y desde su capacidad de creación – no sólo de conceptos – a través de la filosofía, Jacques le ha dado oxígeno a un campo que sufre el peligro de morir de sumisión, irrelevancia ornamental o endogamia. Ranciére logró abordar la función social-política del arte desde la especificidad de la cosa misma y desterritorializar el centro de la política de “la política” para apuntar a los procesos sensibles, perceptivos, cotidianos y colectivos que le dan forma. Rancière logró disputar el significado hegemónico de “política” y abrir de esa forma un portal ancho para que en ella reingresara el arte, ya no en forma de propaganda o de espectacularidad distractiva y embrutecedora – que también es una forma de ejercicio del poder y la política – sino desde la premisa de que política es estética.

 

Su obra fue algo así como un terremoto que hizo a muchxs reenamorarnos de la idea de política; que reactivó las fuerzas de una pasión traumatizada por la imposibilidad de transformación que constatábamos dentro de los marcos que las instituciones de la política con mayúscula ofrecía; un amor desilusionado que nos acercó a estrategias escapistas.

 

En el campo artístico refloreció la idea de un arte que era político por tratar con y desde el plano de lo sensible, por producir experiencias que intervenían en las formas de ver, sentir, actuar colectivas. Obras que quizás no tenían contenidos políticos explícitos o a primera vista políticos, pero que no por ello se concebían en la línea defensora de la autonomía del arte (o de su independencia de la política) sino todo lo contrario.

 

Todo esto nos permitió a lxs artistas afirmarnos en nuestras prácticas artísticas y en la convicción de que interviniendo sobre lo sensible estamos cambiando el mundo. Sin embargo el mundo da pocas señales de estar cambiando en los sentidos que nos imaginábamos y me pregunto por qué la interrupción que su pensamiento provocó en la relación entre estética y política, se tradujo de formas tan aguachentas en el campo artístico. ¿Por qué y cómo el campo artístico cambió tan poco en sus formas y tácticas de intervención aún dialogando con estas ideas? ¿Cómo fue que el arte (sobre todo el contemporáneo) aplaudió las consignas Rancierianas que le permitían reafirmar su propia relevancia pero sin profundizar en los desafíos que le proponían sus ideas? En otras palabras me pregunto si hemos expuesto al arte a la inestabilidad que venía adjunta a su reconceptualización de la política de la estética o si lo hemos en definitiva protegido de ella, seleccionando – un tanto oportunistamente – algunas ideas que suenan bien pero sin ir más allá con ellas.

 

Quizás con Ranciere hay que enojarse un poco porque te enamora tanto con su pensamiento que te quedas queriendo solo leerlo. Entras en su mundo por la puerta lingüística y son tan potentes sus palabras que parece que alcanzaran.

Con el arte hay que enojarse un poco porque te enamora tanto que te quedas queriendo solo hacerlo. Entras en su mundo fenomenológicamente y las experiencias que vivís con él son tan transformadoras que parece que alcanzaran, al menos (y he aquí un punto incómodo que me gustaría pensar) para quien lo practica.

 

Es decir, si preservamos la delimitación de lo artístico como el campo estético por excelencia con su especificidad y sus profesionales, entonces no es lo mismo ser un artista que no serlo para poner en prácticas la idea de que la política es la estética. Curiosamente quienes consciente o inconscientemente resisten más la idea de esta deslimitación de lo artístico son precisamente los artistas, que desde una lógica del interés (lógica por cierto a desarmar o cuestionar urgentemente) son quizás los que más perderían. ¿O ganarían?

 

*

 

Hoy el arte y la cultura viven ataques múltiples: desde el intento de su desarme por parte del neoliberalismo y su reemplazo por industrias culturales o del espectáculo, hasta las tentativas de su cooptación por la izquierda o el progresismo, el arte y los artistas se encuentran en el presente permanentemente en jaque.

 

Es difícil exigirle o inclusive atacar al arte cuando necesita de tanta defensa contra -. Pero quizás atacarlo es la mejor forma de activarlo en tanto máquina de guerra, en tanto máquina deseante.

Quizás hoy atacar al arte como campo es la mejor forma de hacer vivir la potencia política de la estética; de llevar sus herramientas y sus obreros especializados a trabajar fuera de la línea de ensamblaje donde su experticia solo logra producir en serie.

 

Tal vez hay que elaborar una crítica al arte “de izquierda” desde la izquierda porque necesitamos abordar de forma crítica y práctica como es eso de que el arte cambia el mundo. Quizás no es tan mala la idea parar de defender al arte para atacar al arte – y atacarnos en tanto clase artística – porque la defensa de nuestras intenciones y de su mera existencia puede llevarnos sin darnos cuenta a posturas conservadoras.

 

Sé que suena extraña la propuesta de atacar al arte en tiempos de ataques permanentes que este sufre; en medio de las guerras mediáticas, religiosas, capitalistas que lo acechan. Pero defender al arte quizás nos paraliza y congela la propia potencia que lo artístico tiene en tanto política/estética.

 

Propongo entonces pasar de defender a atacar el arte, como quien inyecta un veneno que puede ser también la cura (pharmakon le llamaban los griegos o autoinmunización en jergas filosóficas más contemporáneas). La propuesta no garantiza resultados y puede tener contraindicaciones pero percibo que atrincherados en la defensa de nuestras micropolíticas de lo sensible no seremos capaces de dar la batalla contra las fuerzas que gobiernan cada vez más nuestras políticas de lo sensible en el campo expandido de lo social, más allá del círculo delimitado como “comunidad artística”.

 

Atacar al arte pero en nuestros propios términos, para que en lugar de desplegar un proteccionismo principista de su existencia, exploremos en él la potencia viva de su experiencia (e invención de experiencias). Atacar al arte como forma de romper el círculo autoinmunizador – dispuesto a defender su supervivencia a cualquier costo – que asegura sobre todas las cosas la im-potencia del arte. Exponer al arte al mundo, porque la política de lo sensible se juega ahí afuera, afuera del campo reconocido como “arte”. Igual que señaló Ranciére que le pasa a la “política”.

 

Para que el arte no reduzca su potencia desestabilizadora de lo sensible a la producción microcomunitaria de experiencias de vida alternativas, necesitamos arte que se cague en la línea que diferencia lo que es y lo que no es arte. La idea no es nueva y hasta la hemos levantado como bandera pero qué difícil es ponerla en práctica.

 

Entonces ¿arte para qué?.

Para que la política de lo sensible se transforme en prácticas sensibles militantes; para que lxs artistas pongan todas sus técnicas a implicarse con luchas sociales de sujetos reales; para que lxs artistas – esos definidos como los que “su principal ingreso viene del arte” – no sean los detentores exclusivos de experiencias que cambian la forma de vivir y lo sabemos; arte para que el arte no sea sólo para quien tiene el capital cultural para disfrutar del arte; arte para que la miseria del mundo no quede pidiendo limosna en la puerta del teatro o en las tramas moralistas de una comedia costumbrista; arte para que la revolución de lo sensible no sea privatizada y vendida en forma de proyectos para fondos concursables con logos de empresas o del estado; para que la hegemonía mediática se sienta amenazada y quiera censurar a la forma en que los cuerpos hablan un lenguaje imposible de ser silenciado o traducido; arte para que el diálogo no sea solo entre convencidos; para que se difunda y socialice el pensamiento que producen en la acción las luchas sociales y las subjetividades que emergen en ellas; para que la poética no sea otra cosa que pensamiento que participa de luchas políticas en colectivo; para que la transformación no sea sólo para quien lo practica; para que superemos las versiones contemporáneas del romanticismo y el posmodernismo que operan capturando al arte en paradigmas tautológicos y autoexplicativos.

 

*

 

El pasado (y sobre todo las miradas derrotistas de la izquierda sobre su propio pasado) nos dejó terrible miedo de la pregunta sobre el rol social del arte. Nos traumó tanto la subordinación de la estética a la política que las décadas siguientes consistieron en reafirmarnos en la singularidad de lo artístico y perdimos contacto con el mundo donde esa singularidad está cambiando.

 

Mi propuesta entonces no sería tanto politizar el arte o reinventar el arte sino intentar lo que no sabemos: la invención de una política, la activación de las herramientas creativas para la invención de otro mundo, que es en definitiva la búsqueda inagotable de la política.

 

No se trataría entonces de politizar la danza sino de dancificar la política; no se trataría de abordar problemáticas sociales en nuestros guiones y textos sino de crear una dramaturgia para nuevas formas de lucha política en colectivo; no tanto cantarle a la revolución sino que la sublevación sea a través del canto, del coro, porqué no de la misa; no tanto una fiesta para apoyar la marcha sino marchas que sean una fiesta; no tanto la obra que habla de comunidad, de multitud sino hacernos parte de ellas; no tanto leer la masa sino encarnarla. Hay artistas que ya empiezan a hacerlo; a renunciar a los circuitos especializados de circulación y legitimidad y salir con sus prácticas artísticas a la calle, con los movimientos, con los gremios, salir de fiesta, trabajar en comunidad y des-autorizarse en procesos que dispersan la individualidad, que valoran las revoluciones sensibles de artistas que no se identifican como tales. Como coreógrafa me impacta el modo en que la danza está presente en las manifestaciones y he visto a marchas coreografiar a bailarines y enseñarles de política en el proceso. He visto a bailes enseñar a bailarines a compartir la intensidad de una danza sin espectadores (cosa que nos vamos olvidando porque hemos estado siempre en la escena), he visto cantantes sumarse y componer para movimientos sociales y estos actos me conmueven. Me parece que por ahí va la cosa. Pero claro nadie nos va a dar un fondo o un premio por hacer eso; nadie nos va a invitar a un festival donde salvo que seas famosx no entran obras de más de 2 o 3 intérpretes; nadie va a interesarse desde el campo artístico por una “obra” sin autor ni forma de venderse; nadie va a poder poner sus herramientas de trabajo a trabajar desinteresadamente. ¿O sí?

 

Quizás hay un Rancière careta y otro popular.

Quizás hay un arte que se dice político pero es careta.

Quizás hay que desenojarse un poco con Rancière. Vuelvo al par de párrafos que me hicieron abrir el libro (o viceversa qué importa). Dice ahí que

 

“La invención política opera en actos que son a la vez argumentativos y poéticos, muestras de fuerza que abren una y otra vez, tantas veces como sea necesario, mundos en los que dichos actos de comunidad son actos de comunidad. Esta es la razón por la que “poético” no se opone aquí a la discusión. Es también la razón por la que la creación de mundos litigiosos, estéticos, no consiste en la mera invención de lenguajes apropiados para reformular problemas que no pueden ser abordados con lenguajes existentes” (59)[1]

 

Hacer lo que no sabemos no es lo mismo que no hacer porque no sabemos.

 

¿Encaramos de una vez esa revolución de lo sensible pero ya no desde la comodidad de las disciplinas y sus lenguajes “alternativos” (pero específicos y conocidos) sino en el mundo expandido e indisciplinable de la comunidad?

 

“…la política es estética en principio. Pero la autonomización de la estética como un nuevo nexo entre el orden del logos y la distribución de lo perceptible es parte de la configuración moderna de la política”[2] (58)

 

Para que defender al arte no sea igual que defender su autonomización; para defender al arte de los ataques hegemónicos, creo que hay que empezar a atacarlo en nuestros propios términos y desde el campo de luchas que nos conciernen por fuera de nuestra especialidad artística. Hay algo de verdad en el viejo postulado de que un intelectual de izquierda debe estar dispuesto a atacar su propia posición de clase. ¿Atacamos entonces al arte para darle vida en los procesos de lucha y transformación que nos convocan en lo sensible de forma urgente?

 

Si la precariedad es ya una condición impuesta, juguemos con ella y desde ella, hagamos del casi-todo-está-perdido la vía para reencontrar las armas sensibles donde está única fuerza con la que contamos en esta guerra.

 

Esta guerra, que no es (solo) contra el arte sino contra la vida.

[1]“Political invention operates in acts that are at once argumentative and poetic, shows of strength that open again and again, as often as necessary, worlds in which such acts of community are acts of community. This is why the “poetic” is not opposed here to argument. It is also why the creation of litigious, aesthetic worlds is not the mere invention of languages appropriate to reformulating problems that cannot be dealt with in existing languages” (59)

[2]“…politics is aesthetic in principle. But the autonomization of aesthetics as a new nexus between the order of the logos an the partition of the perceptible is part of the modern configuration of politics” (58)

¿Cuál es tu marcha? // Diego Valeriano

 

Gladys abraza la foto de Joel y marcha para la comisaría. Está sola y sabe que la esperan los escudos de la infantería. Sabe que Joel se mandó un montón de macanas, pero eso no detiene su marcha. Sabe que se volvió un atrevido y que las juntas lo empeoraron. ¡Ya casi no le tiene miedo a nada! Sabe que hablan de él a sus espaldas y que algunas vecinas la dejaron de saludar. También sabe que él nunca le regateó ni un poquito de amor.

 

Rivadavia es infinita cuando ya no anda nadie y así los guachos pueden romper las noches de muchos barrios a la vez. Van y vienen, se escurren entre las pinzas, se ríen con orgullo del miedo que dan. Tirando cortes anuncian el futuro. Un futuro desquiciado, vital, manija, en guerra y con lágrimas tatuadas que ya está en marcha.

 

Mica aguanta, gas pimienta en mano,a que lleguen las pibas en la parada del bondi. Odia que sean tan impuntuales, pero más odia no tener datos. Son las 11 de la noche y recién empieza todo. Mariló está lejos de casi todo, pero en cuanto ellas aparecen se ilumina su sonrisa y hacen mundo. Salir, escapar, viajar bien lejos, construir venganzas dejando todo atrás, aunque más no sea solo por esta noche. Esta única noche.Ya sin los miedos iniciales, las pasiones de las pibas se ponen en marcha y Mica siente que son maravillosas, únicas, fuertes, capaces de todo.

 

Hay marchas urgentes, necesarias, de vida o muerte y hay marchas que ya no dicen nada. Marchas como verdades ortibas que ya no desean nada, verdades como consignas que repetimos y nos dejan inmóviles, verdades encolumnadas, marchas como posteos. Modos ingratos de pensar. Gladys, los pibes, Mica y sus amigas marchan por el porvenir, se mueven como única manera de seguir con vida, como única manera de estar cerca de las verdades altas. Marchan, empujan, arrancan, no retroceden porque aprendieron que solo tienen valor las vidas que surgen marchando.

Desafíos para este 24 de Marzo // Clinämen con Bruno Nápoli

De cara al 24 de marzo el desafío es pensar a Cambiemos saliendo de la condición del boxeador groggy que acusa los golpes y trata de defenderse con viejas técnicas que sirven de poco. Es la propuesta del docente de Historia e investigador Bruno Nápoli en esta conversación. Oligarquías financieras reconvertidas, la offshore como estancia y los cuerpos indeseables.

Más allá de las armas: La violencia neoliberal // Lorena Parker

Una semana después del tiroteo en la escuela de Parkland, Florida, donde el joven Nikolas Cruz mató a 17 personas, me llega una alerta en el celular: “La policía está investigando una denuncia de una persona armada en el estacionamiento S. No se acerque al lugar.” Estoy en la universidad donde trabajo y están hablando del estacionamiento donde dejo mi auto todos los días. Un rato después me llega un segundo mensaje que dice que la policía no encontró nada y que todo está bajo control. Me detengo unos minutos, hace unas horas estuve en ese estacionamiento que queda a unos pocos metros del edificio donde doy clase, pero tampoco me preocupa mucho, todos sabemos que en los días después de un tiroteo masivo multiplican las amenazas en otros sitios, por lo general sólo son estudiantes que quieren rajar de un examen, todo normal.

Un poco después voy a enseñar mi última clase del día. Ahí, mientras los alumnos hacen un ejercicio, noto que hay uno quien no está trabajando. El joven, ya lo sé por unos formularios que me hicieron firmar, tiene estrés postraumático después de dos años en el ejército estadounidense en Irak. Ahora empieza a expresar su frustración, grita a la computadora y a los otros alumnos. Después de unos minutos muy tensos, se levanta, me dice “me tengo que ir porque si no te voy a pegar a vos o, peor, a la computadora” y se va.

Me hace acordar a la semana anterior cuando ese alumno me había quejado porque la ayudante le “habló sin respeto”. En esa ocasión me había gritado: “yo maté para este país, me tienen que respetar”. Soy profesora, no soy psicóloga, y la guerra en Irak me parece una barbaridad, pero no digo nada de esto. El alumno es grandote, todavía tiene el corte de pelo militar y no me deja de gritar. Le prometo que todos le tenemos mucho respeto, que no va a volver a pasar, que le doy más tiempo para completar el trabajo, cualquier cosa para que se calme, para que se vaya de mi oficina.

Después me pregunto, ¿no basta con que las mujeres sufrimos esas violencias, ahora es también mi trabajo contener a ese pibe para que no ataque a los demás? Y claro, hay toda una multitud de redes y prácticas de mujeres que se cargan de contener esa violencia. Y no sólo los tiroteos masivos como el de Parkland, o la situaciones de violencia explícita, sino también la violencia cotidiana de todos los hombres enojados, los que se quedan enojados después de haber cometido crímenes en una de las muchas guerras del país, o enojados por la situación económica, por los migrantes, por el fútbol, lo que sea. Y a nosotras nos toca cuidalos para que no se pongan violentos.

No es mi primera experiencia con un estudiante con estrés postraumático. Hay miles y miles de pibes que entran al ejército porque para muchos es la única manera de pagar la universidad. Después vuelven a un país donde no hay cuidado médico ni psicológico suficientes para ellos. Y, como no debe sorprender, vuelven enojados y violentos. Sus parejas y familias son las primeras en sufrir: varios estudios muestran que más del 80 por ciento de los veteranos con estrés postraumático abusan a sus parejas. Y, muchísimas veces, las parejas y los hijos lo aguantan porque el abusador es un héroe de guerra, o eso es lo que les dice la policía cuando van a hacer una denuncia.

No son los veteranos los que llevan al cabo los tiroteos masivos en la mayoría de los casos. Pero tampoco se puede pensar esos tiroteos, esos masacres, sin tomar en cuenta la violencia que despliega el país al nivel global todos los días. O la violencia policial dentro del país en contra de las comunidades negras. Estas violencia es, en todos los casos, un ataque directo a las comunidades y las formas de vivir, es violencia que las mujeres sufren dos veces: en el momento y cuando tienen que rehacer sus familias y sus comunidades después del ataque. Pero es esa violencia que les hace héroes a los hombres.

Mientras el debate público en los estados unidos después de Parkland se centra en la cuestión del control de las armas, pocas veces se conecta los tiroteos en las escuelas (y otros lugares públicos) con el espectro de violencia machista que va desde los aspectos más íntimos de la vida hasta la violencia colonial y imperialista que se difunda por toda la planeta. Hombres relativamente jóvenes son los protagonistas de estos tiroteos en la mayoría de los casos. Y muchísimas veces, ya han atacado a mujeres o por lo menos demuestran una misoginia profunda en sus escritos o videos. Como Elliot Rodger quien mató a 6 personas y hirió a 14 en California en el 2014, proclamando que fue llevado a hacerlo por todas las mujeres que lo rechazaron y no “reconocieron su valor”. O, al otro lado del atlántico pero en un caso muy parecido, el “manifiesto” de Anders Breivik, quien mató a 77 personas en Noruega en el 2013, en lo cual echa la culpa al feminismo y el multiculturalismo por haber destruido el supuesto ideal de la familia heteropatriarcal de los años 50s.

Los tiroteos masivos actuales, en este sentido, no vienen de la nada, sino que tienen una conexión directa con la larga historia de violencia del estado capitalista, la violencia patriarcal, y la violencia colonial.. Pero también tienen un aspecto que es totalmente contemporáneo. En su libro Héroes, Bifo analiza estos tiroteos como una expresión de la expansión del neoliberalismo: la competencia en todas las áreas y todos los tiempos de la vida, hasta los ámbitos más íntimos y de la subjetividad misma. Por un lado, se ve la ideología neoliberal, que solo los más fuertes merecen sobrevivir, en las proclamaciones de muchos de los protagonistas de estos tiroteos. Por otro lado, cuando lo subjetivo y lo afectivo son puestos a trabajar, son subsumidos al capital, se produce toda una serie de patologías que pueden terminar en los masacres y los suicidios.

Y las escuelas están en el centro de la batalla por la producción de subjetividad neoliberal. Me acuerdo que estaba en el secundario cuando sucedió el tiroteo en el colegio de Columbine. Después empezó la intensa securitización de todos los colegios: policía o agentes de seguridad armados en todas las puertas, detectores de metales, todo tipo de vigilancia. Al mismo tiempo la competencia era cada vez más feroz: cada examen una oportunidad de mostrar que eras el mejor de todos, con más posibilidad de ir a la mejor universidad. Y no sólo en lo académico, también ser el mejor en los deportes, en las organizaciones sociales o activistas, caer bien a los docentes para que te escriban la mejor carta de recomendación. Ahí fue la primera vez que escuché que había que convertirse en una marca personal.

Y para cualquier expresión de malestar o desobediencia: el prozac. Para las chicas esta presión fue doble y las posibilidades de desobedecer o escapar menos. Había que competir sí, pero sin perder la feminidad y sin hacer enojar a esos chicos que se podían poner violentos en cualquier momento, siempre había que estar muy atenta.

La facilidad de conseguir armas es, entonces, un sólo aspecto de la violencia actual en los estados unidos. Un aspecto que se puede entender mejor como un rasgo fundamental de la subjetividad masculina en el país. El varón proveedor no sólo trabaja para sostener la familia en términos económicos, también está armado para proteger la familia de cualquier amenaza externa. Y cuando más difícil mantener la parte económica de la masculinidad, más importante el lado de la protección. Así se ve la íntima relación entre la familia heteropatriarcal y las reformas neoliberales. Y también con el racismo. Los que tienen la mayoría de las armas en los estados unidos son, sobre todo, hombres blancos, con poca educación, mucha deuda y actitudes muy racistas – están convencidos que necesitan las armas para proteger sus familias de los negros.

Entonces, ¿qué hacer contra toda esa violencia? Si entendemos que la violencia de los tiroteos masivos tiene una conexión íntima con la violencia imperialista, y racista, y misoginia, se puede tratar uno de esos temas sin tocar los demás?

Ahora el partido republicano habla de armar a los docentes, el partido demócrata habla de regular las armas. Es decir, el mismo debate que siempre. Otros dicen que la violencia es inevitable y lo único que se puede hacer es estar preparado. Unos amigos me cuentan que en la escuela primaria donde va su hija hacen simulacros para que los niños saben como responder a un tiroteo. También venden mochilas que sirven de escudos: la seguridad, otra vez, es la responsabilidad de cada uno y se puede comprar. Los adultos pueden hacer sus propios trainings para responder a estas situaciones. Cada uno de nosotros tiene que estar armado y listo para entrar a una escuela, una cine, una iglesia, un shopping, para matar al “malo”. No es difícil ver a donde lleva esto, ya hubo un incidente de un docente armado que hirió a unos alumnos cuando disparó sin querer.

Mientras tanto, en las semanas después del tiroteo en Parkland, son los estudiantes del secundario quienes se han movilizado: la semana pasada casi un millón de estudiantes de todo el país participaron en marchas contra la violencia. Tienen una demanda sencilla: que no los maten. En esta manera se conecta con una multitud de luchas de los últimos años con reivindicaciones parecidas. Por el momento concentran sus demandas en el estado y sobre todo piden nuevas leyes para regular las armas. Pero ya están encontrando frustración por este camino, los políticos no los escuchan, no los toman en serio, se burlan de ellos. Pero los estudiantes mismos están encontrando otros caminos, haciendo otros vínculos con distintas luchas, creando enlaces concretos. Por ejemplo, hace poco, los estudiantes sobrevivientes de Parkland se reunieron con estudiantes negros quienes están organizando en contra de la violencia en sus comunidades – incluso la violencia policial. Así van conectando las distintas formas de violencia, y, además, construyendo un modo de relacionarse que no es el neoliberal, y que no se basa en la competencia.

 

Nora Cortiñas: “El feminismo no surge de un día para el otro, sobre todo para las que nacimos en un hogar machista” // Nair Castillo

FUENTE: CONTRATAPA WEB

Tras la multitudinaria marcha por el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, Contratapa dialogó con Nora Cortiñas, referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, sobre el movimiento de mujeres en la Argentina, sobre el Paro Internacional del 8M y los aportes que los organismos de Derechos Humanos realizan a este movimiento heterogéneo, diverso y transversal que está haciendo temblar la tierra.

– ¿Que pensás sobre el movimiento de mujeres en la Argentina y sobre el feminismo?

– Muy interesante el movimiento de mujeres saliendo de la invisibilidad de años y años. Las Madres de Plaza de Mayo estuvimos años en la calle pero no en los movimientos feministas. Algunas madres hemos participado de la marcha del orgullo gay, hemos apoyado y firmado expresiones a favor de la decisión sobre sus propios cuerpos. Siempre hemos abogado que no hubiera persecuciones ni por cuestiones de género ni por opciones de vida. Así que no podemos decir tenemos esta postura o aquella de manera institucional. Cada Madre tiene la independencia de expresar lo que siente. No te puedo hablar en nombre de la institución sobre el feminismo, sobre el aborto. Como Nora puedo decirte que desde hace algunos años empecé a entender qué era el feminismo. Estuve desde los inicios participando de los encuentros nacionales de mujeres. Fuimos varias madres a los encuentros de mujeres, pero no encuadradas en el feminismo. Nosotras deseamos que haya respeto. Rechazamos los femicidios, la brutalidad. Entendemos que el hombre que comete un femicidio se denigra a sí mismo y a su familia como también a la sociedad en sí. Es un acto deleznable y repudiado por nosotras. En ese sentido, sí estamos de acuerdo como institución para expresar este rechazo.

El feminismo lo entendí hace algunos años, entendí que un punto fundamental era que nos respetaran nuestros derechos. Me crié en un hogar machista y yo como mujer tenía que desarrollar los deberes fundamentales que se esperaban de una mujer: ser buena esposa. De a poco fui entendiendo y después que se llevan a Gustavo, salgo a la calle y empiezo a tener mi relación con otras mujeres. A través del Encuentro Nacional de Mujeres, he asistido a encuentros en otros países también, como las Mujeres de Negro. Así fui fogueándome en estos temas. Creo que es importante documentarse, formarse, leer. No surge de un día para el otro, sobre todo para las que nacimos en un hogar machista y luego cuando tuvimos hijos los criamos de forma machista. Yo aprendí de mujeres amigas que nos acompañaron en esta lucha de 40 años. Tengo amigas lesbianas, con opciones de vida que siempre respeté y que pudimos caminar juntas. Las mujeres en sí fuimos invisibilizadas por la propia sociedad y por el propio sistema patriarcal y conservador.

“HACE ALGUNOS AÑOS EMPECÉ A ENTENDER QUÉ ERA EL FEMINISMO”

– ¿Qué opinás sobre lo que fue el Paro Internacional del 8M?

– Estos dos años que llevamos haciendo Paro las mujeres han sido muy importantes. No soy partidaria de discriminar a los hombres. No podemos condenar a todos porque algunos son violentos y matan. El feminismo lo veo y lo voy estudiando y voy avanzando en tanto mi conciencia, mi ética pueda seguir firme. No soy presionada a dar una opinión única. Por eso las madres nos respetamos en cuanto a nuestras opiniones sobre diversos temas. No hay una línea única dentro de Madres.

Las Madres fuimos maltratadas, discriminadas y hasta la propia sociedad también nos miró con indiferencia y en hasta nos tildaron de locas de Plaza de mayo. Fue muy difícil para nosotras recibir este trato especialmente por parte de la cúpula de la Iglesia que nos decía: ustedes no criaron bien a sus hijos, no los educaron. Así que por eso entendemos que las mujeres tenemos que salir a la calle y decir: acá estamos. Por eso nos parece muy bien que más de 700.000 mujeres salgan a la calle para protestar. Ojalá que después del 8M, haya un seguimiento para reivindicar la lucha de las mujeres.

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Foto: Alfonso Sierra

– ¿Qué tienen para decir en esta jornada las Madres de Plaza de Mayo? ¿Cuál es el mayor aporte que hacen los organismos de derechos humanos al movimiento feminista actual?

– Las mujeres durante el Terrorismo de Estado fueron violadas, vejadas, maltratadas. Hay casos muy graves. Tanto es así que después de 30 años, recién se animaron las mujeres a contarlo. Inclusive al tener sus hijxs eran maltratadas. Por ejemplo Adriana Calvo tuvo su hija atada a un árbol en el piso, a cielo abierto. Brutalidades. Entonces eso sí hay que reconocerlo y denunciarlo.

Las Madres no aportamos más que la denuncia cuando hay injusticias. Estamos en contra de las injusticias y de la discriminación hacia las mujeres. Aportamos en general cuando denunciamos las injusticias cometidas contra ellas. Hoy por ejemplo estuve en el Juicio por Diana Sacayán ya que considero que lo que pasó con ella es una brutalidad. Hay que apoyar a la familia, denunciar que hay odio contra la comunidad trans. Fue una muestra de discriminación y odio y esto hay que modificarlo. Tenemos que ser gestoras ante el Estado para que el Estado a través de los caminos correspondientes, saque leyes y sistemas de protección para eliminar los femicidios y travesticidios.  Se tiene que condenar con toda la fuerza de la ley a estos crímenes de odio. Somos solidarias y apoyamos todos los movimientos en este sentido.

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– ¿Cómo afecta la presente coyuntura -caracterizada por despidos, ajuste y represión – sobre la vida y el cuerpo de las mujeres? ¿Cómo impactó esta coyuntura a la convocatoria del Paro?

– La política económica que esté llevando a cabo este gobierno perjudica más a la mujer que al hombre. Las leyes que salen protegen al hombre en vez de proteger a la mujer. Estoy de acuerdo en que hay que expresarse en contra. Tenemos que tener claro lo que queremos. Por eso la fuerza del Paro en demostrar que no somos invisibles.

Creo que se unió la fuerza de la denuncia y el no al ajuste, no a la represión y no a la persecución política. Todo eso nos une y por eso fue tan masiva la marcha del 8M. Por eso mismo es que creo que la discriminación hacia los hombres (respecto al llamado a que no participen de la movilización) no me pareció acertada, porque están despidiendo hombres y mujeres, si bien sabemos que afectan más a las mujeres. Pero lo cierto es que este ajuste es brutal y es perjudicial tanto para hombres como para mujeres.

“CREO QUE SE UNIÓ LA FUERZA DE LA DENUNCIA Y EL NO AL AJUSTE, NO A LA REPRESIÓN Y NO A LA PERSECUCIÓN POLÍTICA”

– ¿Qué opinión te merece el colectivo Historias Desobedientes conformada por hijas e hijos de genocidas que apareció en la escena pública el pasado 3 de Junio?

– Estuvimos conversando con ellos. Lógicamente todo lo que puedan aportar a la justicia lo deben aportar. Nosotras no nos podemos inmiscuir en estas nuevas organizaciones que van surgiendo. Tenemos que esperar que ellos y ellas hagan su camino y seguir comunicados.

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– ¿Cómo se organizan de cara al próximo 24 de marzo en esta coyuntura marcada por un negacionismo por parte del Gobierno?

– Las Madres no nos organizamos solas. Los organismos conversamos y cambiamos opiniones y propuestas. Se hacen reuniones. Nosotras somos de la opinión de que si vamos todas juntas, es mejor. Si hay necesidad de hacer dos documentos, que haya dos documentos. Nosotras pensamos que en este contexto hay que denunciar el ajuste, para que el Gobierno dé marcha atrás la reforma laboral. Este 24 decimos no al ajuste, no a la represión, no a los despidos. Fundamental: tienen que abrir los archivos. Esa es nuestra demanda de siempre y lo seguiremos pidiendo. Para que nos digan qué pasó con todos los desaparecidos durante el Terrorismo de Estado. También pedimos por la libertad de los presos que se llevaron por salir a protestar. No se puede judicializar ni reprimir la protesta social. Estamos en contra de la prisión de Milagro Sala,no tiene por qué estar presa dos años. En todo caso, que le hagan un juicio que determine de qué se la acusa y que se pueda defender. Queremos que en nuestro país haya justicia y haya igualdad entre hombres y mujeres, por igual trabajo, igual salario. Tenemos todo esto claro porque somos madres que venimos de la lucha desde nuestros hogares. Nuestros hijos luchaban por la justicia social y por eso no están. Tenemos claro que levantamos las banderas de lucha de nuestras hijas e hijos y decimos: acá estamos para defender al pueblo de cualquier injusticia.

Gustos por la espalda // Agustín Valle

Recordé un par de cosas tras el asesinao de Facundo Ferreira con un balazo en la nuca. No solo el apoyo gubernamental a matar, que empezó mucho antes de Chocobar, cuando un carnicero de Zárate persiguió con su auto al tipo que le había robado en el local y lo mató atropellándolo; el Gato Matón dijo «el carnicero tiene que estar tranquilo en su casa», como si matar a un ladrón no te convirtiera en asesino. También recordé un posteo con foto de la marcha del paro de mujeres; una foto tomada al nivel de los cuerpos, es decir al nivel de la presencia, y que solo mostraba nucas y espaldas. Era un festejo de las nucas (“Pienso en las nucas que vi de cerca durante horas…”) . Uno de los valores de una movilización multitudinal aparece, así, en la capacidad de darnos las espaldas. No es meramente cuidarnos las espaldas. Es convertir lo que convencionalmente se rechaza (“dar la espalda”), en una intimidad multitudinal a la que se accede. Espaldas y nucas: la parte del cuerpo menos hecha vidriera; la faz del cuerpo que menos se conforma al patrón social mandatario. No solo son partes más vulnerables; también son la zona del cuerpo más silvestre. Nuestra parte cimarrón. Exceptuada de la obviedad de la forma humana. Si somos «animal que habla», la parte parlante está al frente y la animal detrás. En un movimiento democratizante -donde entramos todos en un deseo común, donde nos igualamos, iguales en nuestra capacidad de diferenciarnos-, las nucas aparecen como un logro elaborado de la cooperación. Y en la nuca se ve al cerebro, a la mente, como parte de nuestro cuerpo animal.

Pero recordé también el asesinato de Rafael Nahuel: por la espalda. Y el asesinato perpetrado por el ídolo oficial Chocobar: por la espalda. Y el asesinato incluso de Santiago Maldonado, también huyendo, también perseguido, es decir por la espalda. Tiene como una obsesión, la razón gobernante, que llamamos macrismo, con matar por la espalda.

Scioli ya era deleznable y revelador -o confirmador- de rasgos esenciales del kirchnerismo como máquina de gobierno. Pero el triunfo del Gato Matón es el triunfo de la cara del patrón. Ya cuando el término “cheto” pasó de ser peyorativo a ser admirativo, el deseo popular estaba bastante normalizado. La coronación de la cara del patrón es el broche. Por supuesto la noción de patrón es mucho peor que la de Jefa; no solo por la condición femenina de la jefa, sino porque la jefatura es una posición que se sostiene renovando sus condiciones constantemente; el jefe manda en un cuerpo vivo, donde hay que llegar a jefe y mantenerse jefe; el patrón es posición estructural, es decir que manda por castración a priori de la potencia viva de la mayoría. No necesita probarse. El patrón naturaliza el mando, negando al conflicto como dimensión inherente a la sociedad de clases. Por eso mata y remata a aquellos que escapan a su orden: los concibe sujetos arbitrariamente generadores de conflicto. La cara del patrón -rubio sin un solo rasgo agreste, garca que no necesita siquiera carisma- se entroniza  cuando -porque- la vida se ve regulada por su racionalidad. Primero el patrón de conductas, comportamientos, el patrón de deseos, el patrón de praxis. Después el rostro del patrón. Sus ojos celestes reciben reconocimiento de millones de caras. Las espaldas no: las espaldas aceptan su padecimiento, o escapan, o se comparten (en tres posibles que son análogos a los movimientos del esípiritu de Zarathustra: el camello que carga lo que debe -espaldón justamente-, el león que ruge que no, el niño que conquistó la inocencia.

Las espaldas son las partes naturales que pueden siempre decir que, si hay un patrón, no es suyo.  La espalda adaptada común saca selfies de su cara para participar del patrón general de existencia. El adaptado exitoso con poder es tan pura cara que requiere guarda espaldas. El compañerismo ve en las espaldas igualdad y libertad. El agente del orden ve, en las espaldas, cuerpos cuyas caras niegan reconocer(se en) la cara del patrón, cuerpos que escapan al patrón de la forma humana y por eso siente que puede matarlos sin concebirse asesino.

Proust y los signos // Gilles Deleuze

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La caracterización de la derecha // Diego Sztulwark

La simplicidad es para mí un avance total. Yo creo en la inocencia, creo en la frescura y en la inocencia.

Alejandro Rozitchner

Así sucede con la estetización de la política que propugna el fascismo. Y el comunismo le responde por medio de la politización del arte.

Walter Benjamin

La derecha es una posición en la lucha de clases, solo que ni la lucha ni las clases responden a un modelo congelado.Esto plantea la cuestión de cómo no realizar caracterizaciones perezosas o incapaces de actualizar la evaluación sobre las mutaciones y rupturas en la evolución ideológica de los grupos reaccionarios en el poder. En la Argentina o en Brasil, en EE.UU. o en Europa, la misma cuestión se plantea de modos diferentes: ¿Cambia la derecha, se renueva realmente? Y de hacerlo, ¿qué valor asignarle a esos cambios? En otras palabras, ¿con qué criterios diagnosticar la relevancia de las discontinuidades internas que acompañan la renovación del proyecto de dominación de clases?

¿Una clase, dos o ninguna?

Siguiendo la regla según la cual las clases se definen menos por cierta realidad sociológica o cultural –ingresos, consumos- y más por las luchas en las que se constituyen históricamente (subjetivamente), hay quienes afirman que, como nunca antes, ya no existe más que una sola clase, la clase de los capitalistas organizada sobre todo a partir del control de los grandes mecanismos financieros y, a través de ellos, de la actividad productiva y los emporios de la comunicación. Al poder del capital no lo enfrenta el desafío de un proyecto histórico alternativo. La existencia de una clase de los proletarios ya no polariza el campo histórico político al modo de lo sucedido durante el largo período que comienza con la Comuna de París y culmina con el Socialismo Soviético. La ideología neoliberal expresa correctamente la experiencia capitalista de una unipolaridad en el campo social. En su fase actual, el capital está tomado por la creencia de haber quedado solo, y atribuye sus conflictos a su propia incapacidad de autorregulación. Sin embargo, no dejan de constituirse, aquí y allá, un poco por todos lados, unos proletariados que por varias razones quizá convenga nombrar por el momento como lo “plebeyo”. Lo plebeyo como modo de denominar la capacidad popular de desafiar la regulación del capital.

¿Hay derecha democrática?

Luego de décadas de acceso al poder político –control del Estado– a través de golpes militares o influyendo sobre movimientos políticos de raíz popular, una parte destacada de la derecha argentina llegó por fin al gobierno mediante elecciones libres derrotando al peronismo. La novedad de una derecha taquillera, que viene a relevar una década larga de gobiernos autodenominados “populistas”, ha empujado a diversos analistas a discutir el grado de novedad de esta “derecha democrática”[1]. Lo que está en juego es la determinación de las continuidades y discontinuidades del gobierno de Macri con respecto a las dos últimas grandes representaciones de la derecha neoliberal/conservadora: el menemismo y, sobre todo, la última dictadura.

La discusión sobre si Macri debe ser leído como una continuación de la dictadura se planteó decenas de veces durante el último año, a partir de los cantos masivos en diversas movilizaciones de masas (“Macri basura, vos sos la dictadura”), rectificada por el “hit del verano” coreado en estadios y anfiteatros (MMLPQTP). Es tan relevante el hecho –inédito- que la derecha -la Alianza Cambiemos- gobierne dentro del marco del Estado de Derecho (violándolo en diversos sentidos, como cualquier gobierno); que se adecúe perfectamente al régimen parlamentario (con las torpezas del caso); que compita con éxito por la vía electoral (¡un gran avance para los dueños del país!); y que flexibilice sus tácticas en un contexto internacional, regional y nacional que no le permite aplicar su programa de máxima (privatización, políticas desembozadas de impunidad a los cuadros del terrorismo de Estado, apertura radical de importaciones, disciplinamiento represivo de la sociedad), como que la racionalidad fundamental que orienta sus acciones apunta precisamente a esos núcleos que sí establecen una continuidad con las ambiciones históricas de las clases dominantes y con la ideología actual de muchos de sus cuadros provenientes del directorio de grandes empresas y universidades por ellas financiada[2]. Ni la ostentación de una lógica cultural postmoderna, ni la continuidad de los planes sociales heredados del kirchnerismo, ni la estrategia gradualista del ajuste económico -que explican muchos de sus éxitos políticos- alcanzan para relativizar estas continuidades.

Fascismo y postfascismo

El historiador Enzo Traverso emplea el término “postfascismo”[3] para distinguir a las nuevas derechas surgidas durante los últimos años a ambos lados del Atlántico (tanto en Europa, en particular en Francia con el fortalecimiento del Frente Nacional de Le Pen, como en EE.UU. con el ascenso de Trump) y capitalizan parcialmente el descontento con el consenso republicano y neoliberal. Para Traverso, ni Le Pen es propiamente fascista puesto que en realidad se encuentra en una transición incompleta a la democracia, ni es posible suponer que el fenómeno Trump implique una “fascistización

de los Estados Unidos” sino que en todo caso es el resultado de un “rechazo profundo al establishment político y económico” expresado en una “abstención masiva y, a la vez, en un voto protesta conquistado por un político demagogo y populista”. ¿Por qué llamar “postfascista” a una derecha no-fascista? Simplemente porque no es posible caracterizar a estas derechas homofóbicas, antifeministas, antisemitas, racistas y negrofóbicas sin considerar el complejo juego de analogías y homologías que las definen. La noción de postfascismo, a diferencia de la de “neofascismo” –dice Traverso–, no pretende establecer una continuidad histórica ni designar una herencia asumida concientemente. Se trata de formaciones paradójicas que llegan a capitalizar el rechazo del neoliberalismo, aún cuando sus líderes puedan encarnar el modelo antropológico mismo de lo neoliberal. La constelación “postfascista” de la que habla Traverso abarca una tendencia tan general como heterogénea: “el surgimiento de movimientos que ponen en entredicho desde la derecha los poderes establecidos y hasta cierto punto la propia globalización económica”. Estos movimientos no expresan “valores fuertes” (como el fascismo), sino el rechazo de la política reducida a la gestión material de las existencias a la vez que fomentan un programa proteccionista, soberanista e identitario. Entre sus principales rasgos comunes, Traverso enumera: una xenofobia que apunta a migrantes de antiguas colonias; un nacionalismo islamofóbico y antiglobalización y un repliegue nacional antieuropeo. Si el fascismo clásico era nacional-revolucionario y militarista, el principal rasgo del postfascismo –más pragmático– es la “coexistencia contradictoria entre herencia del fascismo antiguo y el injerto de nuevos elementos que no pertenecen a su tradición” (como es el hecho notable de que el líder del FN sea una mujer).

Macri y Macron

En su libro ¿Por que? Natanson pretende superar el estado de “contemplación alucinada” provocada por los sucesivos festejos del macrismo. Advierte que el macrismo no es un accidente histórico sino una expresión de una corriente profunda de la sociedad argentina y que hay, entre sus logros, una recuperación de valores propios del liberalismo. Básicamente dos: el discurso de la igualdad de oportunidades en base al trabajo y el esfuerzo, y la celebración de una energía emprendedora fundada en la apología del individuo creativo y en detrimento de la dimensión colectiva (atribuye las conexiones con las culturas new age a este último rasgo). Este retrato del macrismo no dista mucho del que ofrece Traverso del presidente Macron: expresión de “un nuevo ethos de la era neoliberal: la competición, la vida concebida como desafío y organizada según un modelo empresarial. Macron no es de derecha ni de izquierda, encarna al homo oeconomicus que ingresó a la política. No quiere una oposición del pueblo a las elites, propone al pueblo la elite como modelo. Su léxico es el de la empresa y de los bancos; quiere ser el presidente de un pueblo productor, creador, dinámico, capaz de innovar y de … obtener ganancias”.

¿Por qué? tiene el valor de tomarse en serio las nuevas caras de la derecha argentina y de clarificar algunos rasgos para una nueva caracterización. Tiene sentido leerlo con Las caras nuevas de la derecha que posée el mérito de caracterizar las novedades sin perder las continuidades, y forja así un léxico capaz de comprender las nuevas singularidades sin perder en el camino su potencial combativo. De la suma de estas virtudes puede surgir un lenguaje nuevo. Capaz de entender, para el caso de la Argentina, la conexión subsistente entre proyectos históricos e injertos nuevos.

El lenguaje de la crítica

Solo dos ejemplos de cómo en algunos tramos del libro de José Natanson sentí la necesidad de cambiar las palabras y las formas de conectar situaciones, para lograr con más eficacia el propósito de caracterizar a la vez continuidades y discontinuidades. El primero, cuando analiza la campaña del Macrismo en la ciudad de Buenos Aires con el uso de la consigna “Vos también sos bienvenido”. Natanson expone un spot con “primeros planos de una serie de identidades tipificadas: un taxista, un fan de un grupo de rock”, etc. En la investigación Vecinocracia, escrita por el Taller Hacer Ciudad, se vincula esta campaña con los sucesos previos al violento desalojo de la ocupación del Parque Indoamericano, acompañada por aquella frase de Macri sobre la “migración descontrolada” [4]. La apelación a la pluralidad de perfiles de la ciudad no llega a comprenderse en todo su sentido sin su reverso represivo y racista. El segundo, cuando Natanson explica que al afirmar que la “nueva derecha” ha “optado por un camino democrático” no se intenta relativizar “que los conglomerados empresariales de los cuales muchos dirigentes son accionistas (incluso Macri y Piñera) no se hayan beneficiado de las políticas de regímenes autoritarios”. Aclarado el propósito de no olvidar lo viejo en el afán de caracterizar lo nuevo, me dio toda la impresión de que las palabras “beneficio” o “regímenes autoritarios” eran completamente débiles, sobre todo cuando disponemos de una sólida terminología sobre la responsabilidad –incluso penal– de los empresarios (y no solo) durante el terrorismo estatal practicado por la última dictadura[5].

 

Política y Estética

Las derechas desean ser simples por dos razones: porque se ofrecen para canalizar frustraciones sobre la vida colectiva en el mundo neoliberal, y porque aspiran hacerlo por la vía de la comunicación. Una estetización postfascista de la existencia. En efecto, el neoliberalismo no es una política más. Tan fuerte como el concepto de “postfascismo” es en Traverso el de “modelo antropológico neoliberal”, que el autor compara con una religión política (probablemente continuando al propio Benjamin). El postfascismo conecta con el modelo antropológico neoliberal más de lo que confiesa. Su clave de funcionamiento no es la movilización política sino el manejo de los códigos comunicativos.

Ya no hay respuesta “comunista” (como sugería Benjamin), sino reacción plebeya. Porque la izquierda política no logra superar “el yugo mental” impuesto por el bloque capitalista a partir de 1989 (Traverso). La reacción plebeya, en cambio, es un fenómeno bien diferente al de la izquierda política. Un fenómeno nada “simple”. La gigantesca movilización del 8M lo muestra muy bien: una nueva distribución de lo sensible cuestionador del orden: la politización del arte.

 

1 José Natanson, ¿Por qué? La rápida agonía de la Argentina kirchnerista y la brutal eficacia de una nueva derecha, Siglo XXI, Buenos Aires, 2018.

2 Para una caracterización de la procedencia de los principales cuadros de Cambiemos y su paso del empresariado a la militancia política en términos casi gramscianos, ver Gabriel Vommaro, La larga marcha de Cambiemos, la construcción silenciosa de un proyecto de poder, Siglo XXI, Buenos Aires, 2017.

3 Enzo Traverso, Las caras nuevas de la derecha, Siglo XXI, Buenos Aires, 2018.

4 http://tintalimon.com.ar/libro/VECINOCRACIA

5 Horacio Verbitsky y Juan Pablo Bohoslavsky editores, Cuentas Pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura, Siglo XXI, Buenos Aires, 2013. En efecto, este trabajo colectivo aspira a determinar categorías para tipificar las responsabilidades penales de los actores económicos de la última dictadura.

Últimas palabras // Marielle Franco

 

Artículo de opinión enviado por Marielle Franco a Jornal do Brasil horas antes de ser asesinada. La concejal por el PSOL era relatora de la Comisión de la Camara Municipal de Acompañamiento de la Intervención Federal. En este breve artículo fija con claridad su posición sobre la militarización de la ciudad de Río de Janeiro.

 

Reforma de trabajo, PEC (Propuesta de Enmienda Constitucional) de gastos, reforma previsional. El impacto de estos profundos cambios, inspirados en un proyecto político retrógrado, alineado con intereses que sirven al capital internacional y a sectores del empresariado, arrastran a un contingente de ciudadanos y ciudadanas a un espiral de pobreza.

En este contexto, intentamos ampliar la mirada sobre la Intervención Federal en la Seguridad Pública de Río de Janeiro y evaluar su real intención, ya que este estado está en décimo lugar en los índices de violencia, por debajo de Sergipe, Goiás y Maranhão, para citar como ejemplos incluidos en el Anuario de Seguridad Pública.

Así las cosas, la Intervención Federal busca asentarse en una justificación que no tiene base en la realidad. Nuestra pregunta que no quiere callar: ¿por qué Río de Janeiro?

Las últimas experiencias muestran que la ocupación de las Fuerzas Armadas no resolvió el problema de la inseguridad. Inclusive, es importante que observemos los años en que el Ejército es llevado a las calles para “solucionar” una situación de emergencia. Lo que hay en común en esos casos no es un episodio de emergencia en seguridad, sino el hecho de que son todos años electorales. ¿Qué resultados tuvimos con esta política?

El interventor federal General Braga Netto declaró que “Río de Janeiro es un laboratorio para Brasil”. Y lo que vemos es que en este “laboratorio” los conejillos de India son los negros y negras, periféricos, favelados, trabajadores. La vida de las personas no puede ser sujeta a experimentos de modelos de seguridad. La señalización de las favelas como lugar del peligro, del miedo que se esparce hacia la ciudad, despierta el mito de las clases peligrosas, como bien lo resalta la psicóloga Cecília Coimbra, colocando a la favela como objeto principal y enemiga pública.

El último fin de semana, por lo menos cinco personas murieron y cuatro fueron heridas en la Región Metropolitana de Río. De ellas, cuatro eran mujeres. Alba Valéria Machado murió al intentar proteger a su hijo, en Nova Iguaçu. Natalina da Conceição fue alcanzada durante un enfrentamiento entre la Policía Militar y traficantes en Praça Seca. Janaína da Silva Oliveira murió en un intento de asalto en Ricardo de Albuquerque. Tainá dos Santos fue alcanzada por un tiro de fusil en la comunidad Vila Aliança. Son las mujeres negras y periféricas las que pierden sus hijos por la letalidad. Estas estadísticas sorprendentes demuestran que incluso en las vísperas de completarse un mes del inicio de la Intervención, la tal mentada sansación de inseguridad no pasa de un discurso político-mediático. Y las muertes tienen color, clase social y territorio. Definitivamente la seguridad pública no se hace con más armas. Sino con políticas públicas en todos los ámbitos. En la salud, la educación, la cultura y la generación de empleo y de renta.

Es apremiante la necesidad de que monitoreemos este proceso, teniendo cuidado de luchar para que los derechos individuales y colectivos sean asegurados, para que las instituciones democráticas sean preservadas y sigan autónomas. Lo contrario de esto se revelaría como algo muy peligroso en una sociedad que tiene una tradición patrimonialista, poco afecto al trato democrático y que tiene una relación histórica violenta con su población más vulnerable.

Mensaje de odio disciplinador // Magdalena De Santo

La muerte de Marielle Franco entristece y alerta a toda una población que su figura representaba estando viva y sigue representando ahora, tras esta muerte violenta. Era popularmente conocida como la joven concejal de Río de Janeiro que había recibido 50.000 votos en las últimas elecciones y era una esperanza política de muchos y muchas. La mujer de 39 años, miembro del partido brasileño Partido Socialismo y Libertad (PSOL), fue acribillada desde otro vehículo mientras volvía de regreso de la actividad comunitaria en el Barrio de Lapa, en pleno centro.

Ayer sus restos fueron velados en la Cámara Municipal donde ella misma trabajaba. Luego su cuerpo fue trasladado al Cementerio de Inhuma con sus familiares más próximos, mientras una multitud de personas sigue despidiéndose, exigiendo justicia y reuniendo mas potencia política contra la intervención militar en la ciudad que ha dejado un saldo de 157 asesinatos sin piedad solo este último año, el mayor número registrado en los últimos quince años.

No caben dudas que se trata de un asesinato político. Las pericias confirmaron que en la escena no hay rastros de intención de robo y se especula que se trata de un disciplinamiento por las recientes denuncias que como Presidenta de la Comisión de la Defensa de la Mujer había realizado la última semana, en el barrio de Acari, en Rio. Entre sus últimas declaraciones se cuenta el siguiente tweet que hacía referencia al asesinato brutal de un chico en manos de las fuerzas de seguridad: “Un homicidio más de un joven que se suma a la cuenta de la Policía Militar. Matheus Melo estaba saliendo de la iglesia. Cuantos más precisan morir para que esta guerra acabe?” En efecto, la concejala, desde su este lugar, ya venía denunciando la violencia policial y poco antes de morir se había pronunciado muy fuertemente contra la intervención del Ejército que ya cumple un mes en la ciudad.

Marielle Franco era una activista cercana a su comunidad, nacida en Maré, el mayor complejo de favelas de la ciudad. Obtuvo una beca completa para realizar sus estudios en Sociología en la Pontificia Universidad Católica (PUC), donde se graduó. Además de su carrera en sociología, había realizado una maestría en administración pública. A los 19 años fue madre de una niña, hecho que según muchas de sus declaraciones le ayudó a constituirse como una luchadora por los derechos de las mujeres y la concientización de los embarazos adolescentes. El asesinato de una amiga suya por una bala perdido también fue una marca que la llevó a dedicarse a la vida política. Franco fue una mujer afrodescendiente feminista de izquierdas comprometida y abocada desde muy joven a desmantelar las redes de tráfico de armas y la violencia que azota especialmente a niñxs y mujeres empobrecidas y racializadas.

Estaba en pareja con Mónica, su amor desde hacía diez años, era solo conocida por allegados y un poco más allá, aunque Franco muy recientemente se había declarado públicamente como bisexual. Los diarios la presentan como lesbiana, palabra que no es tan sencilla de emitir cuando se trata de pretender una carrera política en el contexto brasileño. Su compañero de partido, en cambio, Jean Willys, conocido por sus grandes discursos contra Temer, es abiertamente gay desde sus comienzos políticos, ya que su participación del show televisivo Gran Hermano que fue el puntapié inicial de su popularidad. Pero para Franco, como mujer de base, la situación fue distinta. Según la activista lesbiana Luisa Tapajós, hacia pocos días había estado comentado en La Casa de las Negras que había sido muy difícil asumir su condición públicamente, no solo por los contextos religiosos donde mayormente se movía sino por las lógicas masculinizadas de los partidos políticos que impedían hacer este tipo de reivindicaciones.

Por su parte, desde el velatorio multitudinario, la psicóloga ambientalista, feminista y poeta Luisa Tapajós informó a PáginaI12 que un cordón de mujeres negras recibieron el féretro en un acto tan espontáneo como conmovedor, al grito de ¡Marielle presente! “Era una mujer que amaba a las mujeres, feminista negra y combativa. Una mujer de movimiento y en su movimiento seguimos: en las jornadas del día de la visibilidad lésbica, Marielle se acercó a conocernos y participar de las actividades que habíamos programado. Allí dijo que estaba casada con Mónica,” contó Tapajós. Desde ese momento empezó a estar en contacto con el Frente de Lesbianas de Rio y nos invitó a su despacho para impulsar un proyecto de ley que oficialice el 29 de agosto como “día de la visibilidad lésbica”

En 14 meses de mandato, Marielle había presentado 13 proyectos de ley. Especialmente  la salud integral y reproductiva de las mujeres, que fue una de las causas mas trabajadas. Entre los proyectos que presentó en la Cámara Municipal incluía programas de  información para practicar abortos legales, informes sobre violencia de género de libre acceso o la construcción de espacios seguros como refugios para las víctimas de violencia sexista.

La ejecución de una líder feminista de esta envergadura en el marco de la avanzada neoliberal del continente, en donde el gatillo fácil es moneda de cambio y se instala como práctica política, en el mes de marzo donde miles y millones de mujeres gritamos vivas nos queremos, estremece por su carácter disciplinador. Y estremece por su mensaje de odio. Sin embargo, la resistencia activista persiste con más solidaridad y consciencia de las intersecciones de género, clase social y racialización.

 

Pagina/12

En defensa propia, en defensa de la memoria // Mirtha Luz Pérez Robledo (la madre, la mujer, la ciudadana)

«(…)De más está decir que luchamos a brazo partido, pero tuvimos jefes corruptos, líderes cobardes, pusimos toda nuestra generosidad en un ideal que hacía más de cincuenta años estaba muerto, pero igual lo hicimos, porque fuimos estúpidos y generosos, como son los jóvenes, que todo lo entregan y no piden nada a cambio, y ahora de esos jóvenes ya no queda nada(…) Toda América Latina está sembrada con los huesos de esos jóvenes olvidados» ROBERTO BOLAÑO ( Entre Paréntesis)

“(…)Estado se llama al más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: “ Yo el Estado, soy el pueblo”.(…)pero el estado miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que diga, miente, y posea lo que posea lo ha robado. Falso es todo en él.(..) hace señas a los predicadores de la muerte(…)” FRIEDRICH NIETZSCHE (Así hablaba Zaratustra)

Han pasado ya 31 meses desde aquélla fatídica tarde del 31 de julio de 2015 en que fueron asesinados Rubén Espinosa, Nadia Vera, Mile Martín, Yesenia Quiroz y Alejandra. He escrito dos veces al respecto, la primera vez hice preguntas que no respondió la PGJ, la segunda vez ya no eran preguntas, era la certeza de que no se había hecho una investigación científica y acudimos a la CDH de la CDMX que emitió una recomendación con 17 puntos, pero a la fecha, no hemos tenido respuestas satisfactorias, por ello escribo estas líneas.

EN DEFENSA PROPIA, EN DEFENSA DE LA MEMORIA:

Desde este país de las simulaciones, donde se simula una democracia sólo durante las elecciones ,y el partido que queda en el poder se vuelve una dictadura que amenaza, como suelen amenazar las dictaduras a quienes no coinciden con ella y a quienes critican sus desaciertos y por ende los ciudadanos tenemos que hablar entre líneas y con insinuaciones.

Desde este país donde los del poder no nos escuchan y lo que decimos los ciudadanos comunes se vuelve un monólogo constante o una letanía fúnebre porque la violencia y la impunidad no parecen aminorar.

Desde este país donde la mayoría de los ciudadanos somos invisibles a los ojos de los políticos, que sólo trabajan para buscar su beneficio personal y no el bien común.

Desde este país donde desde el poder se fabrican verdades absolutas atravesadas por un interés mezquino.

Desde este país donde vigilan constantemente a los periodistas que se vuelven incómodos para el sistema, porque son los únicos que saben hacer diligentes investigaciones que la PGR en su negligencia no es capaz de realizar.

Desde este país donde me tocó la vida, pero también la muerte.

Desde este país sólo pido sensibilidad. Si usted señor funcionario público, servidor público, pusiera en su pensamiento la palabra funcionario y funcionara para lo que dice que le pagan. Si usted servidor público pudiera servir con su trabajo al país, si tuviese un poco de sensibilidad desde el cargo en que esté, siendo presidente, jefe de gobierno, gobernador, senador, legislador, procurador de la nación, de algún estado, o del municipio que fuese. Si tuviese un poco de sensibilidad, podría entonces su cerebro sentir un poco de empatía con los ciudadanos que sufren, desde un trámite que debería ser simple si usted cumpliera con su trabajo, hasta la búsqueda de un desaparecido o la investigación de un crimen.

Si pudiera ser sensible señor empleado de la Procuraduría sabría que cada persona desaparecida o asesinada tiene una historia de vida, una familia que sufre, que siente angustia y dolor por la pérdida de su ser querido.

Hacer su trabajo ,aminoraría en algo esa angustia, porque le daría a las familias de los de los asesinados un poco de acompañamiento, y aunque nunca comprenderé qué es justicia después de que mi hija ha sido asesinada, si hace su trabajo y busca la verdad fundamentada en una investigación científica, podrá darle a las familias, un poco de consuelo y no tendría que pasarse los días en los medios de comunicación dando pésames falsos, ofreciendo disculpas obligadas, anunciando el pago de nimias indemnizaciones por no haber hecho bien su trabajo o renunciando obligatoriamente a su cargo, como quien abandona un barco que se hunde.

En este remolino de muertos que se ha vuelto el país, en este aire de cenizas de desaparecidos, entre este hatajo de malvados que se ostentan como autoridades, entre el hartazgo que ya ha alcanzado a muchos y los lleva al sinsentido, a la indiferencia, a la indolencia cómplice y criminal y se vuelven depredadores de sus semejantes ; aquí, alguien logra alzar la voz, y exige sólo lo que es nuestro derecho de los sin voz:

EL DERECHO A LA VERDAD, EL ACCESO A LA JUSTICIA , EL COMBATE A LA IMPUNIDAD, EL RESPETO A LA MEMORIA.

Entendemos que no hay verdades absolutas, pero no insulten nuestra inteligencia diciéndonos una mentira así nomás; sabemos que ustedes mienten, y queremos que acepten que han mentido. Y créanme, porque Uds. no piensen en nosotros, porque no les importe nuestra suerte, no desaparecemos, seguimos aquí, con nuestros muertos que siguen vivos en cada uno de nosotros.

Mirtha Luz Pérez Robledo (la madre, la mujer, la ciudadana)

Artistas ilegítimos (Una lectura estratégica de Para salir de lo postmoderno, de Henri Meschonnic) // Silvio Lang

El artista solo es artista en la medida en que, lejos de tener el arte detrás suyo, tiene delante de sí, un arte que todavía no existe. El artista es el único que no tiene el arte.

Henri Meschonnic

Aversión al cliché. Meter los clichés en una máquina trituradora para fabricar otra cosa. Extrudirlos con una bomba de metales para que salgan otras figuras. El cliché es lo que creés que te funciona y no ponés en cuestión. Desviar las ideas preconcebidas de todo funcionamiento que te impidan pensar y arrojarse a otro conjunto de experiencias del presente. “La inteligibilidad del presente es lo que está en juego, y la preparación del futuro”, escribe Henri Meschonnic, contra el consenso del pensamiento postmoderno.

Lo postmoderno es lo que ha reaccionado a la modernidad. La modernidad tiene que ver con la poética social. La poética es lo que perdimos y lo que está impensado para nosotros. La poética no es el arte poético y se opone al mito. Ni tiene reglas de composición ni está regulada por un código de interpretación. Una poética es la capacidad, siempre renovada, de ligar un estado de lengua y unas situaciones; un sentido con un afecto; un modo de ser con una institución y con una insubordinación; una manera de relacionarse con un modo de conocer; unos gestos y un tono físico con un bloque de espacio-tiempo; una voz con una historia subjetiva; unos cuerpos con un lenguaje… La poética es el continuo de las diferencias que pueblan una vida social.

O sea que la poética, que se aborda como teoría del arte y de la literatura, es un asunto crítico de la antropología, la filosofía, la sociología, el psicoanálisis, la economía y la política. Para Meschonnic, la poética es un “pensamiento de lo continuo”. Poética y modernidad van juntas. Porque la modernidad no es tanto una periodicidad de la producción cultural y artística, sino una cualidad del pensamiento y el funcionamiento de sus obras que han enfrentado el cerco del presente. El sujeto poético desborda el producto de una época gestada en la conciencia del sujeto normalizado, cuando critica sus funcionamientos y los historiza, e inventa a la vez otros posibles. Es por eso que toda poética es poética de una modernidad.

Nuestro trabajo artístico es la mutación de un sujeto a otro o, mejor aún, comenzar a pensar al sujeto clásico y único como transformación o subjetivación poética. Un modo de hacerse y desviarse a otra forma de vida, de trastornar y transformar la percepción de tu cuerpo y de tu sensualidad; del modo de conocer mundos, personas, saberes; de relacionarte con las prácticas y las posibilidades; de la manera de vivir la afectividad y hacer alianzas. Hay, para Meschonnic, un “pensamiento del continuo” porque la colonización del signo en todos los planos humanos ha hecho de la experiencia, de la política, del significado y del cuerpo un discontinuo. El signo porta un carácter teológico por su dosis de abstracción. Desensibiliza: sustrae al cuerpo del lenguaje, lo separa de la experiencia y de su capacidad de producir sentido sensible. El signo es la central de gestión de lo discontinuo en el capitalismo: desde la abstracción del dinero, las imágenes publicitarias y la conectividad virtual hasta las finanzas.

Sin embargo, el pensamiento de lo continuo apuesta por un ritmo: junturas singulares de los mil planos de nuestra existencia para que pasen por allí intensidades, ganas de vida. La modernidad es la actividad que trabaja en estos ritmos poéticos contra el orden discontinuo en oferta de la época. Un/a artista moderno/a trabaja no para soliviantar el orden ofertado del cerco del presente sino para desbordarlo con relaciones improbables, coherencias impensadas que abren un conjunto de posibles modos de vida.

Un/a artista moderno/a trabaja contra su época y no para adaptarse a ella. No es contemporáneo/a a la época ni a sus colegas. Vive de la alteridad y de lo múltiple, y no de la mismidad de la identidad, la marca y la imagen de sí. Sabe que es incompatible con el código de su contemporaneidad. Por eso está todo el tiempo creando las condiciones y el discurso de existencia de su lenguaje y su vida. Es un trabajo de historización constante para seguir con vida. Hay modernidades como hay historicidades: subjetivaciones corporales que insisten en existir desde su hartazgo y diferencia. Las modernidades de la modernidad son individuaciones críticas-invenciones. “Se trata de situarse como historicidad”, recalca Meschonnic, “de ver lo que cambia verdaderamente, y que hace a la ética y a la política de la poética”.

Mientras que lo postmoderno recicla y compagina los signos de la historia compatibles con la orden del día de la contemporaneidad, y se desentiende de la crítica de los modos de existencia, ¿cómo te situás en tu práctica hoy? Esa es la pregunta moderna. Lo demás es servidumbre a “las autoridades del momento”. Las prácticas poéticas artísticas no son opiniones sobre el mundo sino variaciones de intensidades subjetivantes que abren mundos: “practicar una disociación de ideas” preconcebidas que asuman las condiciones de posibilidad de invención de modos de vida desobedientes; comunidades provisorias haciéndose; performatividades colectivas.

Lo moderno se opone a lo contemporáneo, pero no a lo clásico. Lo contemporáneo es lo académico, que no es más que una “caricaturización” de las intensidades del presente. “El academicismo no cambia nada. Es lo que repite lo que ya fue hecho en su orden”, se define Meschonnic. El academicismo es la mismidad y cada modernidad cuenta con uno. Cuál es la historicidad y la especificidad de cada obra es una indagación ante la cual el academicismo se muestra nulo. Porque la alteridad no lo altera, sino que es objeto de su conquista. Como la propiedad privada, el academicismo vive del robo. El academicismo cultural de toda modernidad es indiferente a la especificidad subjetivante de las obras. No tiene una relación ética-sensible con las modernidades sino moral-reglamentaria.

Las modernidades se incrustan en la historia como operadores de transformación de los modos de individuación social. Incorporarse a un poema, a una forma del lenguaje, a una fisicalidad, a un uso del tiempo y del espacio, a una lógica de imaginación, es crítica e invención social de la poética moderna. Sin una aventura del pensamiento del cuerpo-lenguaje contra el mantenimiento del orden no hay invención posible. Ese pensamiento insurrecto explora una contra (nueva) coherencia de relacionarse con uno mismo, con los otros y con el mundo. Pero no tiene nada que ver con el saber: “El pensamiento es insoportable para el saber. El pensamiento es intempestivo, o no es. Es en lo único que es una aventura. De ahí su acompañamiento: “la risa de la teoría, la amistad, el compartir la aventura”, dice Meschonnic. “Pensar la sociedad por la poética” requiere de alianzas combativas: amistades o formas de vida interseccionadas que van juntas y ríen, porque hacen teoría y camino de lo que no saben.

¿Cuáles son tus alianzas? Es la otra pregunta de la modernidad. ¿Con qué y con quiénes gozás de lo desconocido? “La risa, la relación, aquí, con el placer de vivir este pensamiento, y de pensar este vivir, es una relación con el pensamiento”, nos dice el filósofo. Porque hay “una alegría del pensamiento intempestivo”. Esa alegría de la amistad fundada en el placer de “entrenarse en ver” juntos; “en oír todo lo que uno no sabe que se ve y se oye”. El lenguaje para Meschonnic es más una escucha que otra cosa; la actividad de reconocer diferencias y ritmarlas para hacernos otros. “El goce del ritmo. El goce de lo casi inescuchado. Que está ahí”.

Hay una identidad ilegítima en el/la artista moderno/a. No tiene derecho a existir en el territorio del orden académico y del mercado. Es un/a extranjero/a. “El extranjero no es solo el otro, es también el invisible, lo borrable borrado”. En tanto produce fuera-de-lugares está fuera-de-lugar. No combate por ocupar espacios, privilegios, reconocimiento, poder institucional sino por existir. Es decir, resiste a no ser borrado del mapa por su potencia intempestiva. Y existe creando bloques de espacio-tiempo que no existen aún. Trabaja por lo que está viniendo, no por lo que hay disponible en el mercado del arte ni con la reglamentación o codificación cultural de la época. Es un mestizo del tiempo: está en su presente y a la vez en un futuro imposible o en lo impotente de ese presente. Se desencadenan altas dosis de conflictividad entre lo contemporáneo y lo moderno que el/la artista saca a relucir y resulta insoportable para los otros y otras, y agotador para sí mismo/a. De este modo deviene “sujeto del poema”. Es decir, activa un proceso de subjetivación que transforma las relaciones con uno/a mismo/a y con los otros, corporal e intelectualmente.

Trabajar contra los clichés contemporáneos del postmodernismo que es deducción de producción de realidad del mercado global; pensar lo extranjero, lo que no se ha pensando aún; escuchar lo imperceptible; transformar la visión, los modos de decir, de leer y de oír; rechazar los modos actuales de representación; interseccionar poética y política con sus efectos éticos; conceptualizar el continuo de la experiencia de individuación que producen los funcionamientos de las obras de arte, son las principales acciones que Meschonnic compromete al “sujeto del poema” o a todo proceso de subjetivación moderna.

Por el sendero luminoso de David Viñas // Mariano Pacheco

De La luna con gatillo. Aquí el Facebook de lxs amigxs: La luna con gatillo

En 1964 David Viñas publica su disruptivo libro Literatura argentina y realidad política. De allí en más, ni la literatura, ni la historia, ni la crítica en Argentina se leerán del mismo modo. Es el mismo año en que José Luis Manguieri funda La rosa Blindada, emblemático proyecto político-editorial que toma el nombre del libro homónimo de poesía de 1936 escrito por Raúl Gozález Tuñón –nombrado “Director de honor” por el colectivo editorial– en homenaje a la insurrección masacrada de los mineros de Asturias, ocurrida en octubre de 1934. Desde hacía una década Viñas venía publicando novelas y un año antes había publicado ese magistral Manifiesto que figura en la solapa de su único libro de cuentos, Las malas costumbres (casi podría decirse que los cuentos acompañan la solapa, más que la solapa acompaña al libro). También había fundado y dirigido, junto a su hermano Ismael la emblemática revista Contorno (1953-1959), de la que participaron –entre otros– León Rozitchner y Adelaida Gigli. Revista que en su Nº 2, de 1954, rescata la figura de Roberto Arlt.

Tuñón y Artl, el legado y el parricidio.

Arlt murió joven, sin escuela y como un maldito entre los malditos. O en los bordes heréticos de las iglesias literarias. Tuñón, se sabe, apadrinó a Juan Gelman, y luego, al Cuarteto Cedrón.

Pero eso fue hace mucho. Antes de que todos los integrantes de este proyecto naciéramos. Antes de que el Río de la Plata se transformara en una marea de muertos sin sepultura, y antes de que el deseo revolucionario se extinguiera de nuestra sociedad. Lo que vino después es archi-conocido: la teoría de los dos demonios, el reconocimiento de militantes de la cultura de izquierda sólo en sus funciones de “poetas”, “periodistas” y “escritores”. Así y todo, personajes como los de Rodolfo Walsh, Francisco Urondo y Haroldo Conti no dejaron de acompañar a nuevas generaciones, pero más como figuras que como expresiones de proyectos estético-políticos a revisitar.

Cuando surgió este proyecto (primero “trinchera radiofónica”, luego también blog y ahora en búsquedas por diversificarse), elegimos el nombre de La luna con gatillo para rescatar a Tuñón de cierto olvido, para trazar genealogías que fueran más allá de los años 70 y para recordar (nos) que no siempre la política y la crítica de la cultura marcharon por caminos tan separados como en las últimas décadas.

Tuñón murió en 1974, pero Viñas nos acompañó hasta hace no tanto. De hecho hay quienes escriben en esta semana especial que le estamos dedicando –a siete años de su fallecimiento– que tuvimos la suerte de cruzarlo por ahí alguna vez, o entrevistarlo en algún bar de la calle Corrientes, o asistir a una de sus clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Por eso pensando en el programa de radio, y este portal web, tal vez podríamos haber pensado en titular este homenaje bajo el nombre de “Viñas, Tuñón, un sólo corazón”.

***

2018-

Como en el viejo zaping, pero ahora en youtube: Viñas, David Viñas, entrevistas. La lista de reproducción larga varias posibilidades. Ya las he visto todas, en distintos momentos, pero cada tanto –en alguna noche de desvelo como esta– suelo volver a mirar algunas.

1995-

Viñas participa de una charla en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Gente sentada en sillas, muchas pibas y pibes jóvenes sentados en el suelo. Numerosos carteles colgados con rostros de otros jóvenes, pero de 20 años atrás. Están desaparecidos, entonces y ahora. Tal vez alguno haya aparecido (su cadáver en realidad) producto del trabajo realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense. No lo sabemos. Lo que sí sabemos, porque ha quedado registrado en una cámara filmadora, es que Viñas liga el rostro de esos militantes con los de sus hijos, también desaparecidos por el Terrorismo de Estado. David nombra a María y Lorenzo Ismael Viñas y luego a Víctor Choque.

¿Quién se acuerda de Víctor? De Cabezas muchos. Es que José Luis era fotógrafo, y su nombre fue mencionado durante mucho tiempo, cada día, en los noticieros de Canal 13. “No se olviden, de José Luis Cabezas”, repetía a diario Santo Biassatti con rostro adusto. Pero de Víctor no. Se olvidaron rápido los medios hegemónicos. Pero entonces Viñas lo recordó. Había muerto hacía poco de todos modos. Y David lo puso en serie con sus hijos detenidos-desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar. ¿Hizo mal? Poco importa. Lo que importa es su coherencia.

Víctor Choque fue un obrero de la construcción, salteño, asesinado en Ushuaia el 12 de abril de 1995, justo dos años antes de que Teresa Rodríguez fuera asesinada cuando pasaba por las cercanías de un piquete en Cutral Có. Son los años cínicos, los años del Menemato, según supo tempranamente caracterizar, y nombrar, David Viñas, el hombre que desde la literatura y la crítica argentina había trazado un hilo invisible entre los indios, los gauchos, los cabecitas negra, los subversivos, es decir, entre todos aquellos asesinados por esa “constante con variaciones” que fue la “violencia oligárquica” en Argentina. Estamos en ejercicio de la memoria, insiste David. Y recuerda también a los fusilados en la Patagonia Rebelde en los años 20; a los fusilados en José León Suárez, a mediados de los años 50 y a los asesinados durante el Cordobazo, ya finalizando los años sesenta. Todas secuencias del siglo XX.

2017-

Releo un libro de Viñas, tras haber realizado un ejercicio viñesco: leer con atención el diario La Nación. Luego escribo:

Fines de la década del ‘50 del siglo XX: Viñas escribe Los dueños de la tierra. Fines de la década del ‘90 del siglo XIX. David sitúa el inicio del relato de su novela. Dos personajes discuten sobre “la mejor manera de cazar indios”. “Como si fueran guanacos o cualquier cosa”, dice uno. Porque “matar era como violar a alguien. Algo bueno”, comenta otro. El relato avanza, y las frases pronunciadas resuenan desde el fondo de la historia en esta cruda realidad del siglo XXI. “¿Nosotros venimos aquí a divertirnos o qué?”.

El interrogante es del libro de Viñas, no de la actual “Revolución de la alegría”, que a través de la Gendarmería Nacional ha detenido-desaparecido al joven trabajador de la economía popular Santiago Maldonado.

Meses después aparecerá el cadáver de Maldonado flotando sobre un río. Nuevas operaciones mediáticas, políticas, judiciales. El veredicto final determina que Santiago se ahogó mientras cruzaba el río, sin padecer su cuerpo violencia previa. Para muchos la prueba de que seguimos en democracia. Ergo: ya no se cometen delitos de lesa humanidad. Para otros tantos la autopsia no cambia algo sustancial: Maldonado escapaba de una represión (ilegal), desatada por Gendarmería Nacional. El artesano estaba en el sur del país junto a la comunidad mapuche que resiste el avance represivo del Estado argentino que ahora toma la Ley Antiterrorista aprobada durante el anterior gobierno para “inventarse” ese nuevo enemigo público. Ese mismo Estado que casi un siglo y medio atrás recorrió similares latitudes en una campaña que denominó del desierto, pero resulta que ese desierto lo habitaban los indios, tan condenados entonces como hoy.

Era famoso en toda esa parte de la Patagonia. Bond. Y cuando esos animales -o lo que fuera- caían, él los golpeaba hasta que agacharan la cabeza, no miraban más y quedaban completamente oscurecidos como su propia piel, leo en la novela de Viñas, quien agrega: lo que molestara tenía que ser eliminado.

Las mismas tierras patagónicas en donde semanas después, en una nueva represión a las comunidades mapuches, la Prefectura Nacional asesina a Facundo Nahuel, otro joven de la economía popular (menos reivindicable por nuestras bellas almas progresistas, al parecer, porque no era blanquito y capitalino como Maldonado): las mismas latitudes en donde hace casi un siglo atrás el Estado exterminaba trabajadores criollos, de Argentina y de Chile, y también, inmigrantes. Esos que le habían salido como tiro por la culata en los planes de Don Faustino, el Sarmiento que había promocionado que pobláramos el “desierto” con gente de bien, europeos, no negros de mierda –como ahora– venidos de países cercanos, o de tierra tan lejanas que no sabemos ni ubicar en el mapa. Entonces vinieron europeos, sí, pero resulta que esa gente de bien no era tan de bien, al parecer. Eran anarquistas, hombres y mujeres de espíritu libertario, no iguales pero parecidos a los gauchos e indios que en malones y montoneras se habían resistido a la captura operada por el Estado en su búsqueda por transformarlos en ciudadanos de la república burguesa, es decir, en fuerza productiva para el capital.

2018-

Sigo viendo videos. Los años van variando, la actitud de Viñas no. Aparece más joven o más viejo, siempre con bigotes, voz decidida, intervenciones punzantes.

Viñas con cincuenta y pico, durante el exilio mexicano; Viñas viejito ya, más de ochenta años, meses antes de morir, contando que está metido en un proyecto para fundar una nueva revista sobre temas latinaomericanos. Lamenta que en Argentina no exista ninguna biblioteca donde poder investigar seriamente sobre literatura Latinoamericana.

Viñas cultiva siempre la incomodidad como posición existencial.

David ya es una gran figura ampliamente reconocida y con trayectoria en el campo cultural argentino; ya rechazó unos años antes la beca Guggenheim; ya se le reconoce el mérito de haber acuñado el concepto de menemato; ya fue candidato a intendente de la ciudad de Buenos Aires por una lista de izquierda. Tiene setenta años y va a participar de una mesa sobre “intelectuales y política” del programa Los 7 locos, que se emite por la televisión pública. Un breve extracto de ese programa se hizo luego famoso, hace poco, porque Beatriz Sarlo se indigna en un momento y se va. El extracto se viralizó bajo el nombre de “El antecedente de Conmigo no Barone”, pero lo sustancioso de la intervención de Viñas no está allí, sino en el track de 15 minutos (que compartimos al final de esta nota). Es 1995, mitad de la “década perdida”, la “segunda década infame” o quieran llamar a ese doble mandato de Carlos Saúl Menem en la presidencia de la Nación. Viñas, impoluto, les dice en la cara todo lo que les tiene que decir a quienes comparten mesa con él. No se ruboriza, no se acobarda, no da tregua ni hace concesiones. Es un buen ejemplo de cómo debería entender un intelectual crítico que tiene que posicionarse frente a una cámara de televisión.

 

Viñas aclara que se debe distinguir entre intelectuales críticos y sumisos. Es interrumpido por la conductora, que le dice que no cree haber invitado gente sumisa a su programa. Y Viñas vuelve a la carga, e insiste en que se siente abrumado por la presencia de tantos funcionarios. Hace un paréntesis a su alocución para señalar que en un lugar llamado Los siete locos la escenografía está compuesta por personas a las que les falta la cabeza, cuando la locura tiene que ver con la cabeza y no con los pies. Todas parejas heterosexuales, remarca (yo que participo activamente en la homosexualidad me siento discriminado). La conductora intenta conciliar, pero Viñas insiste en que no se reconoce como colega de quienes están en esa mesa, algunos de los cuales han pasado del menemato a la Alianza. Y recuerda que a mayor riesgo de crítica, mayor riesgo de sanción. Cita los nombres de Rodolfo Walsh, de Silvio Frondizi y de John Willian Cooke. La conductora se impacienta. Viñas no retrocede. Rescata su derecho a definirse por la discrepancia. ¿Nada más?, lo increpa la conductora. Y nada menos, agrega Viñas, quien remata: decir No es empezar a pensar.

El video sigue. Haga una pausa y me levanto a buscar ese libro que publicó cuatro décadas antes de asistir a ese set televisivo. Releo Los dueños de la tierra y encuentro esas líneas que había ido a buscar; esa frase que tanto me gusta y que pongo en serie con sus dichos en Los siete locos para cerrar esta nota de homenaje al gran intelectual irreverente. Extracto de su novela de 1957 que dice así:

Y era bueno poder ver a los enemigos, si hasta era saludable poderlos odiar enteramente, como un ojo mira redondamente a un blanco. Es que ese odio sí que se lo sentía con de esa forma total, resultaba placentero, no incomoda, llenaba el cuerpo y lo sostenía a uno. Hasta adquirían importancia y su verdadero valor los enemigos y uno se definía a partir de ellos. “No” a lo que comen, “no” a lo que leen, “no” a lo que tienen metido en la cabeza…–le había dicho Yuda.

 

Altos niveles de empatía: la paternidad de presencia // Entrevista a Agustin J. Valle

Fuente: LA LIBRE

A comienzos de marzo salió de imprenta Cachorro, Breve tratado de filosofía paterna, de Agustín J. Valle. Editado por Hekht, este libro es “una indagación poética con curiosidad ensayística sobre la fenomenología bebítica, una indagación lírica habilitada por una perspectiva de la paternidad antipatriarcal”. Aquí las Ranas entrevistan a Valle ante este nuevo acontecimiento libril.

¿Cómo surge el libro?

Estaba con mi hijito recién nacido, e incluso antes en la espera, en esa suspensión del tiempo normal que implica el nacimiento -aunque no siempre, porque hay mucha industria o técnica para reinsertar en la normalidad tamaño acontecimiento. En ese limbo uterino, que suspende las urgencias, la distribución de los valores, las obsesiones naturalizadas del deseo, y también por la lectura de un par de dos textos: La cosa y la cruz de León Rozitchner y Mi hijode Rafael Barrett, empecé a observar desde el lugar de inocencia que el acontecimiento me permitió, la escena del bebé recién nacido. Los primeros trazos vinculares, su reacción a la vibración de la voz, la escena del amamantamiento…

El primer hallazgo fue el de la mirada a los ojos durante el amamantamiento, una acción que me pareció esencial, incluso por encima del acto nutricio. A partir de ahí, gracias a esas lecturas y esa atmósfera antinormalizante del acontecimiento bebítico,  fui encontrando una experiencia de conocimiento irremplazable. Mirar y acompañar de cerca el crecimiento de un bebé que tanto nos muestra de nosotros mismos, porque nosotros también somos bebés que crecieron.

¿Qué son estas otras masculinidades a las que hacés referencia en el libro?

Estamos viviendo un acontecimiento histórico, un desplazamiento, para el cual no hay guion establecido. Este desplazamiento tiene que abrir, no solo la posibilidad de crítica a estas masculinidades violentas, sino también la posibilidad de contar masculinidades que se puedan afirmar, que no tengan vergüenza de sus fortalezas, porque violencia y fortaleza no son lo mismo. No sabemos bien cómo son esas masculinidades, hay que investigarlas.

Una de las líneas de investigación, de experimentación de estas masculinidades nuevas consiste en la paternidad de cercanía, en la paternidad de presencia. Estas son las primeras generaciones en las que es tan masivo que ambos trabajen. Y de hecho fue también eso lo que hizo a la escritura del libro. Cuando la mamá de mi hijo empezó a trabajar a los seis meses, yo me quedaba muchos días enteros con él y en el momento de su siesta me iba a la terraza de mi casa a tratar de registrar lo que más me había sorprendido, de lo que había visto en ese momento.

En el libro empezás desarmando la frase “Ya vas a ver cuando venga tu padre”.  Esto ¿era algo que solías escuchar de chico?

No recuerdo, es probable. Pero es un lugar común, algo que nos toca a todos, un punto sensible instalado en todos aún sin haberlo experimentado en la biografía individual, es algo común de la cultura. El hecho de que el padre porta la ley, de que no está porque está trabajando, de que lo doméstico es de la mujer y de los niñxs y que la realidad la instaura el padre portador de ley cuando llega. Que es el nexo entre lo social, el orden cívico, y ese mundo doméstico que todavía guarda algo de ensoñado.

Todo nuestro mundo entra en revisión…

Mis propios parámetros y criterios, la relación con el sentido común dominante y con las formas de vida que vienen dadas por inercia. Todo entra en revisión, la llegada de un bebé o bien refirma la adhesión a la normalidad (“lo que hay que hacer”), o bien se acepta las preguntas que trae sobre cómo vivir. La relación entre vida privada y vida pública, cuánto se comparte y cuanto es cerrado, la distribución del tiempo, el vínculo con la calle, la sacralización del trabajo, la implicación política, la alimentación… ¿Qué significa alimentarse? O ¿contratamos una empleada doméstica ahora que laburamos y somos papás y mamás? o ¿trabajamos menos? ¿Trabajamos más porque necesitamos más plata? ¿Lo mandamos lo antes o lo más tarde posible al jardín? Cosas simples pero densas. El guión de la vida mercantil usa al bebé como excusa, entonces se toman decisiones como dejar un berretín porque ahora tengo un hijo… Y en realidad el bebé no pidió nada, ni que renuncies ni que hagas nada; solo presencia y amor. La pregunta por las paternidades alternativas no se puede separar de la pregunta sobre nuestros propios modos de vida, nuestros deseos, aspiraciones, valores….

La creciente igualdad de género cuenta con mutaciones que son de un aire liberador del modelo de varón patriarcal. ¿En qué sentís que los libera?

Nos libera de esa  posición de poder que es un mandato para los hombres. Nos invita a poder desear tranquilo, desear sin violencia (o sin violencia unilateral, porque seguramente un especialista en deseo puede demostrar que el deseo en cierto sentido siempre implica una cierta violencia…). El movimiento por la igualdad de género invita a pensar un deseo más sano, más alegre, más placentero, intenso, fuerte, más vital; un deseo sin vestigio de odio por lo deseado. Invita a correrse progresivamente de aquel lugar de padre ausente que porta la ley, que se apoya en que su palabra es Ley, que lleva la marca de la gorra, es liberador. El viejo Padre, el padre viejo, tenía como potestad distintiva que su palabra era la Ley, y por eso guardaba una cierta distancia corporal sensible con el crío. Es muy liberador poder acceder a esa cercanía, a ese roce sostenido con el cachorro, un tipo de rol paterno-varonil que aún no tiene nombre, aún no sabemos cómo llamar a la paternidad presente, a ese presentismo paterno.

¿De qué naturaleza son las cosas que nos enseña el bebé?

El bebé enseña cosas sobre la naturaleza humana y por lo tanto lo que muestra dialoga con la filosofía política, en sentido amplio. En relación cómo se organiza el deseo, la atención, el aprendizaje, el placer y el miedo; en relación a la concepción misma del sujeto, o a la naturaliza de la empatía. Para el bebé conocerse a sí y conocer las cosas son inseparables. Los bebés refutan la condición liberal del individuo insular, del yo como sustrato último de la subjetividad, el bebé lo refuta. La subjetividad nace en la medida de que hay otro que te está mirando, nace como un nosotros. Aparte otro que te está mirando con la parte menos prescriptiva del cuerpo, que son las pupilas, las que menos mandatos tienen.

Nosotros somos bebés que crecieron, que mutaron, y los bebés nos enseñan cosas sobre el estatuto de las palabras y el lenguaje, cómo el lenguaje y las palabras se inscriben en el cuerpo primariamente como algo que forma parte de la corporalidad sensible, y no del régimen abstracto y superior. O enseñan la naturaleza primaria del juego, cuando nos damos cuenta de que los juguetes sirven sobre todo para que el bebé no juegue con “otras cosas”. El hecho de que hayas juguetes consagrados a la diversión, al goce, al disfrute, sirve para forzar una renuncia a a tener un vínculo lúdico y de experimentación general y abierta con la existencia. O enseñan también el hecho de que el esfuerzo no necesita de la obligación, de un régimen de obligatoriedad para existir. El nene aprende a caminar, que es un gran esfuerzo, con una especie de curiosidad natural sobre sus propias potencias. Y no es porque tenía la meta finalista de caminar o porque sea algo sagrado que había que conseguir.

La importancia de deconstruir la paternidad…

Es importante deconstruir la paternidad porque la paternidad de distancia, la del padre castrador, es el primer operador de la inscripción de la ley y del mandato de lo abstracto y del deber en la subjetividad. Se inscribe lo abstracto, lo distante, la obediencia, el deber. Y la discusión sobre el fundamento del poder. Porque el poder del padre no tiene otra justificación que el poder del padre. Del mismo modo que el poder del dinero y el poder de la ley no tienen otra justificación que el poder del dinero y el poder de la ley. En ningún lugar está escrito que hay que obedecer la ley, la ley lo presupone. El trasfondo es una relación de fuerza, la ley presupone su obligatoriedad, enuncia el conjunto de las obligaciones. El carácter arbitrario de la ley se naturaliza primeramente en esa figura del padre castrador, donde lo que hace es poner límites, instalar lo que no, con lo que no se juega y lo que sí se debe (cosas que en una paternidad presentista pueden hacerse, pero son laterales, accesorias). Y esto instala el deber y esto prepara a los sujetos para la condición deudora, siendo la deuda acaso el mecanismo de sujeción contemporáneo más importante.

Pero además es un problema para los varones padres, a quienes se nos instala que hay algo más importante que perder el tiempo en esa escena doméstica babosa con el bebé, que es la esfera de la producción, la esfera económica y de reconocimiento, de modo que nos vemos empujados a menospreciar (aún con tristeza y sin quererlo, es decir de hecho) una escena de amorosidad y alegría inmediata por una de miedo, esperanza esclavista y competitividad…

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 Cachorro – contratapa

¿Cómo son las masculinidades necesarias para los nuevos modos de vida igualitarios? ¿De qué modo pueden los varones ser afirmativos y estar presentes en esos modos, sin reproducir la antigua asimetría? No lo sabemos bien, no estamos segurxs, erramos, seguimos. Pero los cachorros están acá y exigen que hagamos. En este libro se intuye que si se los observa bien, ellos sugieren senderos, los muestran como se muestra la vida: modesta, contundente, desprejuiciada, fértil, excesiva. Reinventar la mirada para estar al ras del suelo.

Agustín J. Valle

Nació en Buenos Aires en 1981. Entró a estudiar Historia en la UBA pero era 2001 y dejó. Aprendió con Ignacio Lewkowicz hasta su muerte. Después estudió filosofía política con Diego Sztulwark. Participó del Colectivo Inmediato, de pensamiento y escritura, del ciclo de lecturas Ensayos en Vivo y su sello artesanal Ensayos de Libro. Es autor de “Solo las cosas, notas de subjetividad mediática y crónicas de naturaleza urbana” y de la plaqueta “Notas de montaña” (ambos en EEL); es coautor de “A quién le importa. Biografía política de Patricio Rey” (Tinta Limón); “De pies a cabeza, ensayos de fútbol” (Interzona); “Nueva autoayuda, por un sueño latinoamericano” (Kier): “Mirate esta. Cartas de películas” (EEL). También colaboro con artículos en varios libros; escribió en medios gráficos y hace un micro en radio La Tribu sobre cultura y política. Es profesor en la Diplomatura en Gestión Educativa y coordina el seminario Subjetividades Mediáticas y Educación, en FLACSO Argentina.

Presentación viernes 20 de abril en Nivangio (Boedo) 

Nuestro Marx // Antonio Gramsci

¿Somos marxistas? ¿Existen marxistas? Tú sola, estupidez, eres eterna. Esa cuestión resucitará probablemente estos días, con ocasión del centenario, y consumirá ríos de tinta y de estulticia. La vana cháchara y el bizantinismo son herencia inmarcesible de los hombres. Marx no ha escrito un credillo, no es un mesías que hubiera dejado una ristra de parábolas cargadas de imperativos categóricos, de normas indiscutibles, absolutas, fuera de las categorías del tiempo y del espacio. Su único imperativo categórico, su única norma es: «Proletarios de todo el mundo, uníos». Por tanto, la discriminación entre marxistas y no marxistas tendría que consistir en el deber de la organización y la propaganda, en el deber de organizarse y asociarse. Demasiado y demasiado poco: ¿quién no sería marxista?

Y, sin embargo, así son las cosas: todos son un poco marxistas sin saberlo. Marx ha sido grande y su acción ha sido fecunda no porque haya inventado a partir de la nada, no por haber engendrado con su fantasía una original visión de la historia, sino porque con él lo fragmentario, lo irrealizado, lo inmaduro, se ha hecho madurez, sistema, conciencia. Su conciencia personal puede convertirse en la de todos, y es ya la de muchos; por eso Marx no es sólo un científico, sino también un hombre de acción; es grande y fecundo en la acción igual que en el pensamiento, y sus libros han transformado el mundo así como han trasformado el pensamiento.

Marx significa la entrada de la inteligencia en la historia de la humanidad, significa el reino de la conciencia.

Su obra cae precisamente en el mismo período en que se desarrolla la gran batalla entre Tomás Carlyle y Heriberto Spencer acerca de la función del hombre en la historia.

Carlyle: el héroe, la gran individualidad, mística síntesis de una comunión espiritual, que conduce los destinos de la humanidad hacia orillas desconocidas, evanescentes en el quimérico país de la perfección y de la santidad.

Spencer: la naturaleza, la evolución, abstracción mecánica e inanimada. El hombre: átomo de un organismo natural que obedece a una ley abstracta como tal, pero que se hace concreta históricamente en los individuos: la utilidad inmediata.

Marx se sitúa en la historia con el sólido aplomo de un gigante: no es un místico ni un metafísico positivista; es un historiador, un intérprete de los documentos del pasado, pero de todos los documentos, no sólo de una parte de ellos.

Este era el defecto intrínseco a las historias, a las investigaciones acerca de los acaecimientos humanos: el no examinar ni tener en cuenta más que una parte de los documentos. Y esa parte se escogía no por la voluntad histórica, sino por el prejuicio partidista, que lo sigue siendo aunque sea inconsciente y de buena fe. Las investigaciones no tenían como objetivo la verdad, la exactitud, la reconstrucción íntegra de la vida del pasado, sino la acentuación de una determinada actividad, la valoración de una tesis apriórica. La historia era dominio exclusivo de las ideas. El hombre se consideraba como espíritu, como conciencia pura. De esa concepción se derivaban dos consecuencias erróneas: las ideas acentuadas eran a menudo arbitrarias, ficticias. Y los hechos a los que se daba importancia eran anécdota, no historia. Si a pesar de todo se escribió historia, en el real sentido de la palabra, ello se debió a la intuición genial de algunos individuos, no a una actividad científica sistemática y consciente.

Con Marx la historia sigue siendo dominio de las ideas, del espíritu, de la actividad consciente de los individuos aislados o asociados. Pero las ideas, el espíritu, se realizan, pierden su arbitrariedad, no son ya ficticias abstracciones religiosas o sociológicas. La sustancia que cobran se encuentra en la economía, en la actividad práctica, en los sistemas y las relaciones de producción y de cambio. La historia como acaecimiento es pura actividad práctica (económica y moral). Una idea se realiza no en cuanto lógicamente coherente con la verdad pura, con la humanidad pura (la cual no existe sino como programa, como finalidad ética general de los hombres), sino en cuanto encuentra en la realidad económica justificación, instrumento para afirmarse. Para conocer con exactitud cuáles son los objetivos históricos de un país, de una sociedad, de un grupo, lo que importa ante todo es conocer cuáles son los sistemas y las relaciones de producción y cambio de aquel país, de aquella sociedad. Sin ese conocimiento es perfectamente posible redactar monografías parciales, disertaciones útiles para la historia de la cultura, y se captarán reflejos secundarios, consecuencias lejanas; pero no se hará historia, la actividad práctica no quedará explícita con toda su sólida compacidad.

Caen los ídolos de sus altares y las divinidades ven cómo se disipan las nubes de incienso oloroso. El hombre cobra conciencia de la realidad objetiva, se apodera del secreto que impulsa la sucesión real de los acaecimientos. El hombre se conoce a sí mismo, sabe cuánto puede valer su voluntad individual y cómo puede llegar a ser potente si, obedeciendo, disciplinándose a la necesidad, acaba por dominar la necesidad misma identificándola con sus fines. ¿Quién se conoce a sí mismo? No el hombre en general, sino el que sufre el yugo de la necesidad. La búsqueda de la sustancia histórica, el fijarla en el sistema y en las relaciones de producción y cambio, permite descubrir que la sociedad de los hombres está dividida en dos clases. La clase que posee el instrumento de producción se conoce ya necesariamente a sí misma, tiene conciencia, aunque sea confusa y fragmentaria, de su potencia y de su misión. Tiene fines individuales y los realiza a través de su organización, fríamente, objetivamente, sin preocuparse de si su camino está empedrado con cuerpos extenuados por el hambre o con los cadáveres de los campos de batalla.

La comprensión de la real causalidad histórica tiene valor de revelación para la otra clase, se convierte en principio de orden para el ilimitado rebaño sin pastor. La grey consigue conciencia de sí misma, de la tarea que tiene que realizar actualmente para que la otra clase se afirme, toma conciencia de que sus fines individuales quedarán en mera arbitrariedad, en pura palabra, en veleidad vacía y enfática mientras no disponga de los instrumentos, mientras la veleidad no se convierta en voluntad.

¿Voluntarismo? Esa palabra no significa nada, o se utiliza en el sentido de arbitrariedad. Desde el punto de vista marxista, voluntad significa conciencia de la finalidad, lo cual quiere decir, a su vez, noción exacta de la potencia que se tiene y de los medios para expresarla en la acción. Significa, por tanto, en primer lugar, distinción, identificación de la clase, vida política independiente de la de la otra clase, organización compacta y disciplinada a los fines específicos propios, sin desviaciones ni vacilaciones. Significa impulso rectilíneo hasta el objetivo máximo, sin excursiones por los verdes prados de la cordial fraternidad, enternecidos por las verdes hierbecillas y por las blandas declaraciones de estima y amor.

Pero la expresión «desde el punto de vista marxista» era superflua, y hasta puede producir equívocos e inundaciones fatuamente palabreras. Marxistas, desde un punto de vista marxista…: todas expresiones desgastadas como monedas que hubieran pasado por demasiadas manos.

Carlos Marx es para nosotros maestro de vida espiritual y moral, no pastor con báculo. Es estimulador de las perezas mentales, es el que despierta las buenas energías dormidas que hay que despertar para la buena batalla. Es un ejemplo de trabajo intenso y tenaz para conseguir la clara honradez de las ideas, la sólida cultura necesaria para no hablar vacuamente de abstracciones. Es bloque monolítico de humanidad que sabe y piensa, que no se contempla la lengua al hablar, ni se pone la mano en el corazón para sentir, sino que construye silogismos de hierro que aferran la realidad en su esencia y la dominan, que penetran en los cerebros, disuelven las sedimentaciones del prejuicio y la idea fija y robustecen el carácter moral.

Carlos Marx no es para nosotros ni el infante que gime en la cuna ni el barbudo terror de los sacristanes. No es ninguno de los episodios anecdóticos de su biografía, ningún gesto brillante o grosero de su exterior animalidad humana. Es un vasto y sereno cerebro que piensa, un momento singular de la laboriosa, secular, búsqueda que realiza la humanidad por conseguir conciencia de su ser y su cambio, para captar el ritmo misterioso de la historia y disipar su misterio, para ser más fuerte en el pensar y en el hacer. Es una parte necesaria e integrante de nuestro espíritu, que no sería lo que es si Marx no hubiera vivido, pensado, arrancado chispas de luz con el choque de sus pasiones y de sus ideas, de sus miserias y de sus ideales.

Glorificando a Carlos Marx en el centenario de su nacimiento, el proletariado internacional se glorifica a sí mismo, glorifica su fuerza consciente, el dinamismo de su agresividad conquistadora que va desquiciando el dominio del privilegio y se prepara para la lucha final que coronará todos los esfuerzos y todos los sacrificios.

(Publicado en Italia el 4 de mayo de 1918 en el periódico EL GRITO DEL PUEBLO)

Cuerpos descartables. La invención de un “derecho” como sanción biológica a la depreciación del cuerpo/valor. // Bruno Nápoli

Al menos cinco elementos combinados (entre muchos mas) en un discurso de especulación económica, y sensible a un imaginario individual del trabajo en equipo, impregnan y saturan nociones que generan empatía con la descartabilidad de los cuerpos: circularidad en el lenguaje, el “precio” y “deprecio” del cuerpo, la eliminación como corrección de rumbo, invertir en lugar de subvertir, y el borde del miedo descentrado. En ese imaginario viejo pero reinventado (de competencia y “valor”) el miedo que genera Cambiemos no es a morir o que me maten (ese es el ariete del discurso de la inseguridad): el miedo esta dado en no poder resolver la incertidumbre de vivir para competir a partir de mi propio “valor”. Recién en ese regreso del diálogo aparece la muerte, pero siempre es del otro.

Para comenzar, hablemos de Cambiemos, no de Macri. Macri es Cambiemos, pero Cambiemos no es solo Macri. Cambiemos es un corrimiento, como reagrupamiento, de variados sectores de la sociedad a una forma organizada de pensar el nuevo conservadurismo como una revolución permanente (y no reconoce niveles de ingresos en esos consensos). Un cambio permanente que refuerza los ordenes liberales clásicos reacomodados a la miseria, a la pobreza de los cuerpos por relanzar al mercado en su pauperización (pues mientras vivos, pueden seguir produciendo y compitiendo) para reafirmar valores difuminados por tanto populismo. Cambiemos es una “revolución”. Y como toda revolución, es un regreso a lo que existía y se perdió. Es una revolución en el sentido moderno (no contemporáneo) de revolución. Hubo un pasado mejor, se perdió, y se puede volver con la revolución del Cambio. La vuelta (como toda re-volución, de raíz astronómica, mecánica, física) a lo que fuimos: grandes, importantes, ricos, amables, republicanos, o lo que gusten poner en el pasado. A ese pasado hermoso e inventado (pues no hay mejor invento creativo que el pasado) volvemos con el cambio. Cambiando lo que nos desvió de ese pasado. Y ese cambio, laico y darwinista, vuelve a los mejores (la neo-oligarquía financierizada al extremo, y rediviva como propietaria ausentista) a gobernar, y a los peores a desaparecer. El resto, a trabajar como pueda, a hacerse la vida, “precariamente” (como en las mejores épocas del mito del granero). Herederos de los propietarios ausentistas dueños tierras que nunca ocuparon, pues la trabajaban otros, hoy el equipo de cambiemos, que ofrece como meta la riqueza por esfuerzo, también es una dirigencia “ausentista” pero invertida. Antes vivían de ricos en el extranjero, ausentes de sus estancias aquí, pero que les generaban millones sin restricciones ni control estatal. Hoy las offshore de todos los funcionarios de cambiemos son las viejas estancias de antaño, reproduciendo mas millones otra vez sin ese tedioso control estatal. Y aquí juegan de ricos exitosos administrando lo que no les pertenece: la cosa pública. Y asegurándose que ese Estado, ahora administrado de primera mano, nunca, nunca mas vuelva a meterse con lo suyo, y no les toque las “estancias” en Panamá o Islas Caimán. Liberales muy particulares que odian el Estado pero no quieren dejar de ocuparlo y administrarlo.

 

La circularidad del lenguaje

“Cambiemos” (la alianza entre Propuesta Republicana-PRO, Unión Cívica Radical y Coalición Cívica)  no ofrece la muerte. Ofrece la opción de una vida como valor de cambio. Y ofrece lo que pueda producir esa biología corporal como valor de competencia. Interviene además en la conformación y propuesta de una dimensión mensurable para cuantificar y cualificar esa vida en valor con otras. Una noción de la competencia, re-inventada de la paradojal idea de “la mano invisible del mercado”, pero haciendo un uso inteligente (legible) de lo visible del cuerpo/valor en su producción individual de esfuerzo cotidiano. Agrega como elemento de la hora, la comunicación desmesurada desde una estructura corporativa de televisión e internet, que le evita al cuerpo la concentración de cuerpos, para que en la zona de confort de cada individuo, el intercambio de ideas se despliegue e impregne de un sentido palmario a cada uno. Cambiemos no “da” un mensaje, mas bien acaricia el imaginario lingüístico individual y narcisista (por eso la efectividad de las redes, donde todos quieren mostrarse, amigables o indignados, viajeros o estudiosos, preocupados o de fiesta, pero mostrarse, desde la pantalla, al mundo. Ese narcisismo es una red biológica de circulación para Cambiemos, que la refuerza tocando el timbre para verte a la cara y no te pide que lo vayas a ver, no te muevas de tu casa, excepto para producir, y si podes producir desde tu casa, emprendiendo algo, mejor aun). Cambiemos dialoga con cada unidad biológica que lo escucha desde su casa sin muchedumbres que los amontonen, haciendo que cada cuerpo se sienta único e individuo, y no masa o muchedumbre en rebaño a merced de un líder, pues Cambiemos habla en equipo al individuo. En este camino liberado y sin intermediarios unívocos ni unidireccionales, cada uno de nosotros siente lo dicho por el “equipo” de Cambiemos y dialoga con Cambiemos. El lenguaje de Cambiemos circula libremente por los cuerpos que ya hablan ese lenguaje (del valor individual) de antaño, pero ahora lo escuchan de forma oficializada por la tertulia de una red jerárquica que aprendimos a escuchar: la corporación político mediática de representación estatal.

 

La depreciación del cuerpo/valor

Este diálogo de Cambiemos completa su circularidad con una comunicación que ofrece como solución a las posibles fallas de la producción del cuerpo/valor, la gestión de la descartabilidad de los cuerpos. Aquí cambiemos anuncia la muerte del cuerpo como responsabilidad de verdad por parte del Estado (no como responsabilidad del Estado, “el Estado no mata”, da una presunción de verdad a una situación incómoda para el individuo que se esfuerza día a día, y entonces “sucede” –es una eliminación “natural”- y el Estado refuerza la lógica de algo que “debe suceder”). Ese marco de conceptos no novedosos, pero si con nuevas resonancias por su oficialización estatal, se materializa como una función económica, que nos indica que el cuerpo asesinado no es una situación trágica, sino la eliminación de una versión “depreciada” de la mala gestión de ese cuerpo/valor. Con esta gestión de la descartabilidad, la dimensión dramática de un cuerpo asesinado por el Estado no genera empatía; lo que genera empatía es la celebración como verdad necesaria de defensa de la propuesta republicana del Estado, de esa eliminación del cuerpo/valor “que no sirve”.

Grafiquemos: la Prefectura Naval Argentina asesinó al joven Rafael Nahuel (por la espalda) como un acto de verdad al que “hay que creerle” porque ese cuerpo no debía estar ahí; la pregunta “¿qué hacía ahí Nahuel?” o “¿qué hacía ahí Maldonado?” es parte de un imaginario salido de la zona de confort frente a la interteve, que genera verdad en la pregunta y empatía con la verdad de un individuo que pretende su circulación de la casa al trabajo y vuelta, sin cortes ni interrupciones.

Grafiquemos otra vez: Chocobar no mata a un vecino que circula: asesina la mala gestión del cuerpo-valor de un ser humano joven que depreció lo que tenía como cuerpo/valor, y no aprovechó las oportunidades que “naturalmente” da la competencia para ser mejor por mérito y competir con otros cuerpos desde el esfuerzo cotidiano. No se “ganó” lo suyo, quería lo de otros sin hacer esfuerzo en condiciones de competencia (como si el delito no fuera una competencia, y la habilidad para cometerlo –en connivencia con el Estado, siempre- no fuera parte del esfuerzo y la creatividad de un cuerpo. Es la misma habilidad delictual de crear una offshore, evadir impuestos, y en connivencia con el Estado, lograr que los dineros públicos, vía emisión de deuda, vayan a la offshore –“ganándome lo que no es mío”-. Esta competencia delictiva de todos los funcionarios de Cambiemos queda opacada por la complejidad del delito económico, -pero es tema del próximo artículo-).

 

La eliminación de lo que no sirve como corrección de la política

Existió por décadas en los recursos verbalizados de los individuos, una intención de eliminación del otro ante el peligro (real o construido, es decir real y construido: estar seguro) tan apacible y sensible a individuos de izquierda y derecha, que  toma cuerpo en la verbalización de los lugares comunes, porque tomó cuerpo en la cotidianeidad de la vida social. Por caso, el patriarcado no reconoce ideologías (y los femicidios o abusos vienen de progres o reaccionarios por igual) la tortura fue ariete de fascistas y revolucionarios en el este y el oeste. Y esa corporalidad material de la eliminación, ya no es solo una carga sentimental de la seguridad añorada (y  una herencia en los cuerpos “educados” en la utopía de la “seguridad” a diestra y siniestra) pues ahora tiene el elemento de la competencia viva de mi esfuerzo como supuesto loable en especulación por tener; por eso la exigencia de “estar seguro” eliminando al otro (seguro en casa, seguro ideológicamente, seguro en la cama….seguro) se escucha tan invariablemente en el lugar del ciudadano  todo terreno, pues el “centinela” de la eliminación por seguridad recorre la vía pública, el trabajo, la vecindad, la casa, el confort, en palabras heredades por el cuerpo. Esta eliminación del otro que molesta el cotidiano, es algo ordinario y pretérito. Pero se rearma, se refunda con la paridad seguridad=cuerpo/valor.

Es decir, un diálogo impregnado del sentido acomodado a mi entorno (por eso vienen y me tocan el timbre) confortable, que desacredita cualquier espectáculo que interrumpa la circulación de mi cuerpo/valor en el camino de ida y vuelta de casa al esfuerzo personal.

En esta inflexión de lo sensible en la cotidianeidad de una racionalidad económica de los cuerpos (lo que producen día a día para vivir) el proceso lingüístico de Cambiemos  propone, lentamente, armoniosamente, oficial y eficazmente, el convencimiento de la descartabilidad de formas de vida ociosas como algo políticamente aceptable. Y no es que antes no existiera este espacio de aprobación en gran parte de los individuos, va de suyo. La intensidad de este diálogo “en casa” con Cambiemos, está dada en cómo coloca esta descartabilidad donde se hace aceptable y no duele, y lentamente (aquí “el aviso de incencio”) comienza a ser políticamente correcto. De forma corporal, está “oficialmente bien” que suceda, socialmente necesario que pase. Heredera de otras formas de eliminación que también fueron socialmente aceptadas por variados sectores (y variados motivos) esta descartabilidad parece hija dilecta de un encumbrado costumbrismo anclado en el sentido común, con la pregnancia perfecta del más clásico liberalismo  competitivo con oportunidades para todos. Un Cambio, una re-volución a lo conocido y aprendido pedagógicamente por años del mas basal consumismo totalizador y personalizante. La descartabilidad de los cuerpos, como una renovación para nada liviana de otras eliminaciones corporales: los desaparecidos en primer término (y sobre todas las cosas) pero también los extranjeros que quitan el trabajo, los vagos que no quieren trabajar, los que ocupan el hospital sin ser de acá (ya no solo de Argentina, sino de otra provincia o distrito del conurbano) los negros que cortan la calle: todos eliminables en el rancio lenguaje de la “política” como discusión de qué hacer con la polís y con la cosa pública, desde casa. Ahora, todos los que restan posibilidades a la competencia liberada desde el Estado para que mi cuerpo/valor emprenda, pueden correr la misma deserción. Y es una deserción de cuerpos que planteada como exegesis de la libre competencia, es casi voluntaria… Y por lo mismo (exegesis y voluntariedad por la elección que cada cuerpo hace al utilizar su valor) la fatalidad de la combinación, transforma lentamente la competencia en un “derecho”. Y si tengo “derecho” a circular con mi cuerpo/valor para producir y competir, puedo exigir la descartabilidad como “sanción” para quien no quiera participar del círculo, porque el joven al que asesinó Chocobar “murió en su ley…sabia a lo que iba, y que podía ´perder´”…´perder´….

La eliminación y descartibilidad transformadas en una ley natural y exigible. Ya no hay lugar para la solidaridad como la que entendía y pregonaba la progresía local desde millonarias mansiones; en el lenguaje de Cambiemos y su diálogo individual y personalizado, la solidaridad es resignificada por el “equipo” que habla del libre juego, porque  hay competencia abierta y legítima.

 

Última forma de consenso: Invertir, no subvertir

Cambiemos especula, invierte, y todos quieren ser inversores. El inversor pone énfasis en lo que existe, cuida el juego porque allí sucede el milagro de la multiplicación de panes y peces (o de panaderías y pescaderías mejor dicho, pues hablamos de grandes inversores). El inversor no quiere que se cambien las formas estructurales de la inversión, esto es: hay un lugar donde invertir, hay un riesgo que contiene de forma pretérita su propia proporcionalidad (mas segura es la inversión-menor es la ganancia/menos segura es la inversión/mayor es la ganancia) y quiere que esta proporcionalidad se mantenga. Aquí el inversor (insisto, hablamos de grandes inversores, no del ama de casa que con unos pesitos compró Lebacs o el joven oficinista que juntó 5000 pesos y compró Letes….) pide respetar esta estructura, que no se subvierta, pero con un detalle: le exige al Estado que lo “cuide”, y ese cuidado es “relajando” algunas de las formas de la inversión: operar con cuentas desde el extranjero, en moneda de otro país, dolarizar o pesificar carteras sin límites, comprar monedas extranjeras sin restricciones, subir las tasas de interés que regulan la moneda en la que invertí, etc….es decir; no subvertir el formato especulativo del juego (esto no es peyorativo, la especulación es un formato de gestión de los futuros en monedas, válido) sino profundizar esas formas, afianzar el sistema de creencias del acto de “invertir” para no subvertir la estructura. Reinvertir en la inversión. Y aquí logran consensos también. Cambiemos vuelve a circular sobre los cuerpos con naturalidad, pues existe en un país como el nuestro, con pocas regulaciones en general para los especuladores de toda laya, una tendencia de todos a regatear y especular, y consigue un inusitado consenso de la hora, permitiendo que hasta el empleado raso pueda desde su hombanking comprar unos dólares o Letes- Letras del tesoro (en dólares o pesos!) o invertir en Lebacs y con posiciones cubiertas (compro la letra y me cubro con un futuro de dólar por si sube….todo al alcance del teclado) . Es decir, permitir, profundizar el sistema, ampliarlo, democratizarlo, con menos regulación, extendiendo “la libertad” de jugar el juego, generando que jugadores menores (el empleado, el ama de casa con un breve ahorro, el jubilado con unos pesitos de un juicio) defienda y apoye materialmente (pone ese ahorro –y su cuerpo/valor- en juego) las formas de la competencia financiera. El cuerpo/valor en su máxima expresión.

Grafiquemos: hoy es común una andanada de llamadas y consultas a los organismos del sistema financiero, o a través de sus páginas de “educación financiera”, hechas por personas de todas las edades y niveles, que ponen sus ahorros en juego preguntando “¿Cómo hago para invertir?, ¿Qué tengo que hacer para entrar en la Bolsa? ¿Me recomiendan un intermediario confiable?”.

Grafiquemos la especulación mas cotidiana: los precios de las viviendas y terrenos se dispararon por las nubes cuando el Estado propuso el exitoso Procrear y medio millón de personas pudo comprar un terreno o construir una casita. Es decir, puso a circular una masa de dinero no especulativo (pues era para tener un lugar donde vivir, no para poner una empresa o un negocio rentable) pero no puso límites a la especulación que esa expansión monetaria generó, con lo cual transformó el dinero hipotecario-prendario en especulativo. Con la nueva salida de una canasta de créditos hipotecarios (“tu primera vivienda”, “UVA”, etc, etc) sucedió lo mismo: hecha la expansión monetaria (a una tasa alta y en condiciones volátiles) se dispararon los precios de las viviendas para acaparar ese dinero sin restricciones. Para poner una contracara de capitalismo al caso: en Alemania se regulan los precios de alquileres por competencia controlada estableciendo que una segunda vivienda ociosa debe ser alquilada para una familia que lo necesite a precio de mercado y no para turistas. Aquí las viviendas ociosas se alquilan sin control a turistas, con la consecuencia de una ganancia exorbitante para el que tiene dos casas (subiendo el precio de las demás) y sin solución para la mitad de la población que tiene problemas de vivienda.

Estos pequeños futuros inversores dan plafón, apoyo, consenso a los grandes inversores, pues ven a los grandes ganar números exorbitantes y quieren imitarlos, ampliando la aceptabilidad de la inversión como un negocio genuino, real, legítimo, que no subvierta! aunque en la primera corrida son los pequeños soñadores son los que quedan sin un centavo.

 

Poner a prueba el borde del miedo

Cambiemos logró fracturar la estabilidad de lo cotidiano: se puede perder el trabajo en cualquier momento, los alimentos pueden aumentar al día, los servicios básicos tienen ajustes incesantes y se anuncian nuevos, los acuerdos paritarios son una incógnita hasta cuando están cerrados (siempre a la baja y con clausulas que tienen nombre de amenaza mas que de salvataje: “gatillo”) el salario pierde poder de compra y los billetes pierden poder adquisitivo diariamente aumentando su denominación. No hay estabilidad posible en la planificación del día a día. Ya nada es seguro con Cambiemos, y el nudo de sensibilidades del cuerpo, gracias a la eliminación de la estabilidad en el cotidiano, se anuda justamente en el esfuerzo cada vez más grande para atravesar el cotidiano. Y ese cotidiano se limita a lo que pueda el cuerpo (y si no puede, pasas a ser tu propia amenaza, tu propio “gatillo”). No es la amenaza del despido, sino el despido real, que sucede para luego reinventar al despedido en cuenta-propista, emprendedor, monotributista, gestionador de su propia suerte emrpendedora y empresarial lo que asimila el cuerpo. Todo ese paquete de inseguridad, miedo y esfuerzo, esos dolores del cuerpo, duelen, cuestan, y son materialmente mensurables en la lingüística propuesta por Cambiemos. Juega con el borde de ese miedo poniéndolo a prueba en la medida que logra transformar al empleado en emprendedor, independiente, que debe sostenerse en su esfuerzo como inversión en el cuerpo/valor para que sea válido.

Cambiemos propone el abismo de la inseguridad cotidiana y ofrece a cambio que  “ayudes” a gestionar tu seguridad aprobando el método de la descartabilidad. Por eso Cambiemos recurre al “acompáñennos en este cambio”. Porque Cambiemos es el cambio. Tal vez uno de los mas peligrosos que nos ha tocado luego de la aprobación social de la desaparición de personas. Los espacios corporativos de poder comparten mucho entre sus miembros (clase, ingresos, gastos, corrupción, vivir del Estado….) y proponen desde ese lugar lejano al cotidiano del cuerpo, opciones de seguridad política y biológica como derecho y sanción.

 

Un país con buena gente

Grafiquemos con un último ejemplo, pues hay ejercicios materiales en los espacios colectivos de trabajo donde se pone a prueba esta dinámica del esfuerzo del cuerpo/valor y la competencia cara a cara con el que tengo al lado, día a día, esforzándose a la par.

En algunos espacios estatales, ahora conducidos por estos millonarios exitosos que hablan inglés y son “prácticos” y eficientes, se ha dado esta situación: se ofrece un nuevo puesto, se piden postulaciones entre los empleados (estatales) para el puesto, luego se los convoca a entrevistas individuales para que digan porqué merecen, según su propio criterio y experiencia, el puesto propuesto. Hasta aquí todo más o menos normal (aunque debería ser por concurso de oposición….pero ninguna gestión lo hizo hasta ahora, por qué pedirlo ahora…?).  Pero luego se los somete a otras dos instancias en un mismo acto: se realiza una entrevista grupal con todos los candidatos y se les pide a cada uno que digan, a viva voz y delante de todos, porqué merecen el puesto ofrecido; e inmediatamente terminada esta ronda, se les pide, a cada uno, que sostenga y fundamente porqué el compañero de trabajo que tiene al lado No merece acceder al puesto ofrecido. Así como suena, hablame mal de tu compañero de trabajo, al que ves todos los días, competí in situ, aquí y ahora….hasta ahora, en los casos relevados, nadie se levantó de la entrevista por considerarla humillante y delatoria. Todos se prestaron al juego de competir desde su propio cuerpo/valor con otros cuerpos, en tiempo real.

 

 

Posdata: por esfuerzo (no por suerte) están elles (es una posdata porque no tengo ninguna autoridad para hablar del tema; solo hago un comentario hirviendo)

El movimiento de mujeres, trans, travestis, gays, lesbianas, nos van a meter el patriarcado en el bolsillo a todos los machitos, y esa es la revoltosa muestra contemporánea de un inexorable recorrido donde hay elementos políticos y vitales nuevos en muchos años en Argentina (tal vez, por primera vez). En un país de historia conservadora en general, sin presencia de revoluciones (no heredamos ninguna en el cuerpo) el sentido de “revolución” desde este movimiento debería leerse en forma contemporánea no como la irrupción de un estallido (pues cuando se apaga el fuego, las cenizas solo ensucian y se vuelan con primer viento) sino como un deseo estallado que se expande y repliega diariamente, sin freno, como respiración y conspiración, en los gestos, actuando en la dispersión, en cada lugar, en cada cuerpo, tal vez mas que en el día de la marcha multitudinaria, que es solo la efectivización de una visibilidad necesaria pero no necesariamente continua pues agota a todos. Desde que el movimiento de mujeres, trans, travestis, gays, lesbianas se expresa en las redes (más que en las calles, pues es muy efectivo así , y hay que saber surfear esa marea en la red, ya que es lo mas impregnante de la hora) bajó en muchos de nosotros (tanto hombres como mujeres) el machismo inveterado que filtramos alegremente a nuestros cuerpos como noción de formación y casi “pedagogía de vida” para afrontar la diaria. Ya no canchereamos hablando de “minas”, ahora muchos hablamos del otro con mas respeto y cuidado. Porque a diferencia de la izquierda y la derecha, que históricamente propusieron la eliminación del cuerpo (la derecha propone la muerte en el trabajo o la eliminación del que no sirve, la izquierda propone morir por la revolución y por otras tantas cosas más…) este conjunto heterogéneo de seres que se reconocen, proponen cuidar el cuerpo, decidir sobre el, recorrerlo con el placer y la lucha desde quererse vivxs…una novedad entre tanta muerte. La única respuesta hasta ahora contundente y dispersada en millones de cuerpos, al lenguaje de Cambiemos. Y como elemento no menor,  nos despertaron un amor que no conocíamos. Algo que incluso es profundamente reconfortante. Podemos llorar tranquilos, un poco mas, nos podemos emocionar con calma, no pasa nada….

El problema de los argentinos (y las argentinas). Relato dedicado a Facundo Burgo Ferreyra // Mariano Pacheco

No era un “inocentón”, no. Era un niño.

“Nuestras bellas almas son racistas”

Jean Paul Sartre

El problema son los choros. Y los ñoquis. Sí. Ahora. Ahora el problema son los choros y los ñoquis. Los ñoquis y los vagos. Los que piden monedas. Los trapitos. Los que venden estampitas. Que venden, va. Que te extorsionan con la imagen de un santo. O de la Virgen. Virgen deberían ser esas chicas. Esas mugrosas. ¡Que vayan a laburar! El problema es que no quieren laburar. Les das un trapo de piso y salen corriendo. Que se van a poner a limpiar. Igual hay que tener cuidado. Le das la mano y te toman el codo. Le abrís la puerta de tu casa y te roban. Las negras siempre roban. Te roban tu casa. Y si te descuidas te roban el marido. O te lo toman prestado. No te lo sacan del todo. Te lo llevan por un rato. Las negras se calientas con los tipos de guita. Se hacen la croqueta. Se piensan que ellas también serán como las negras de las novelas: lograr que un tipo lindo y de guita se enamore de ellas. Pero eso sólo se ve en las pantallas. Y las negras no son negras. Son blancas que actúan de negras. De provincianas. Igual también están los blanquitos que son negros de alma. Los que salen a la calle a hacer quilombo. Porque le dicen protesta pero es hacer quilombo. Una cosa es salir con una olla y una cuchara, como puede hacer una de nosotras, que se yo, a hacer un poco de ruido, y otra cosa es cortar una calle. Prender fuego. Los tipos sin remeras, todos sudados. ¡Que vayan a la-bu-rar! Pero que van a laburar estos… Queres un electricista y no hay. Querés un plomero, y no hay. Queres uno que te destape el baño al menos, tampoco hay. Siempre tienen otros trabajos “pendientes”, te dicen. Por una pendiente habría que tirar a todos esos negros de mierda. Y a las negras. Solo salen a pedir. O a “protestar”, como le dicen. Las minas llenas de críos alrededor. Claro, por unos mangos que les llueva de arriba las negras ya van y tiene hijos. No uno o dos. O tres. ¡No! ¡Un montón! Las negras se llenan de críos. Y de perros. Y de gatos. Se creen que todavía están esos ranchos del interior de donde vienen. Pero no. Están en la ciudad. Pero bueno. Esto no es de ahora. Antes también. Los negros se hacían los cocoritos en la época de la yegua. Decí que se murió. La mató el cáncer. Decí, que sino alguien igual la habría matado, a ese macho con polleras. Hubo blancos también igual he… Blancos que eran negros de alma. Nenes de mamá contaminados por los negros. Se hacían los héroes metiéndose en la guerrilla. Decí que los mataron a todos. Bueno, no. A todos no. A casi todos. Si los hubiesen matado a todos la cosa se habría terminado. Pero no se terminó. Los negros son así: se multiplican. ¡Otra que los panes de Cristo! Los panes, la harina y la grasa. Este país está lleno de grasa. Otra que tortafritas. Una torta de tortafritas se puede hacer con tanta grasa. Una gran torta. Este país está lleno de tortas. Y de putos. Sí, si ahora hasta se pueden casar. Y tener hijos. Y andar mostrando obscenidades por ahí. El otro día salí de casa y me topé con dos tortas de la mano, caminando como si nada. Y dos putos dándose un beso en medio de la plaza. Mirá si los ven los nenes. ¡Qué degenerados! Pero así estamos: rodeados de putos, de tortas, de cirujas, de negros, de grasas, de ñoquis. ¡Se podría poner un supermercado con todo eso! Pero no. Ni siquiera. Porque ni un negocio como se debe se puede tener en este país. Porque vienen las bolivianas y se te sientan a vender cosas en la puerta. Todo el día ahí sentadas las peruanas. Peruanas no. Bolivianas. Bueno, no sé, es lo mismo. Las negras esas olorientas. Y sus maridos. ¡Qué olor tienen esos tipos! Y sí. Habría que hacer un supermercado con toda esa grasa disponible. O no: se los podría sacar de la Villa y meterlos… En una gran villa. Sí. Pero todos juntos. Los negros, las negras, las tortas, los putos, los peruanos, las indias, las bolitas, los choritos, los que protestan, todos. Meterlos a todos en una villa y prenderla fuego. Para no andar gastando balas en matarlos de a uno. Y sí, que pase un avión y los rocíe de nafta y los mate a todos. Y a todas. De una vez. De una puta vez. A ver si así se dejan de joder…

Meschonnic y las micropolíticas // Diego Sztulwark

(Sobre Spinoza, poema de pensamiento[1])

I.

Los textos de Henri Meschonnic afirman una política del poema y de la traducción. Esa política concierne al lenguaje y a su potencia de transformación: a una interacción entre lenguaje, ética y política capaz de crear modos de vida.

Esa actividad concierne al sujeto del poema, que es diferente al sujeto del psicoanálisis o al de la filosofía (pero también al del “amor” a la poesía). El sujeto del poema se singulariza en la oralidad: carga al signo con las fuerzas del cuerpo e introduce afectos en los conceptos. En todo “nominalismo de los vivos” hay sujeto de poema. También lo hay en la risa ética de la teoría, que no es sino una reflexión sobre aquello que aún no sabemos. El sujeto del poema subjetiva el lenguaje contra el orden, transformando y transformándose: inventando vida virtuosa.

Esta política depende de una crítica; de una crítica del ritmo al signo. Del ritmo, sí, que es rastro del cuerpo en el lenguaje. Significante mayor: marca de las fuerzas que animan y hacen decir a las palabras. La crítica del ritmo se rebela contra el reino del signo autonomizado; contra el modo en el que el signo, separado, se vuelve borrante del cuerpo.

Crítica es guerra, sí: pero no polémica. Porque no se trata de vencer, sino de historizar, de mostrar funcionamientos y de inventar. Crítica del genio de la lengua (sea el hebreo o el griego, el alemán o el francés). Crítica del saber interpretativo que extrae sentido de la letra y la palabra. Crítica, en definitiva, del puro signo. Del modo en que el signo puro semiotiza lo social. Crítica de lo teológico político. Del modo en el que lo “semio” (signo espiritualizado) comanda el sentido.

Crítica y política constituyen el territorio de encuentro de Meschonnic con Spinoza en un bellísimo libro que Hugo Savino está terminando de traducir y que presentaremos en breve en Buenos Aires: Spinoza, poema de pensamiento.

II.

Meschonnic corta cabezas a mansalva. Es el escándalo mismo: un poeta masacrando filósofos. Roza lo insoportable. ¿Qué ve este poeta serial en Spinoza? Un antídoto contra la filosofía: el Lado Spinoza de la vida como antídoto contra el Lado Descartes (o el Lado Hegel) de la vida. Que es como decir: Lado Inmanencia contra Lado Trascendencia. Lado Natura (de la radical historización) contra Lado Teológico (en el que se funden lo sagrado, lo divino y lo religioso).

Spinoza como poema de pensamiento es una cima desde la cual reprocharle a la filosofía académica su tentativa por hacer del spinozismo un sistema explicativo, de hacer de Spinoza un hecho pedagógico; y a los intelectuales “comprometidos” (pero también a los estetizantes) por haber cedido a la separación entre política y lenguaje: política sin poema y lenguaje despolitizado son fórmulas de retorno a la heterogeneidad de las categorías de la razón, de inmersión en lo abstracto y de pérdida de potencia de transformación.

Meschonnic encuentra poema de pensamiento en el funcionamiento del lenguaje de Spinoza[2]: en la  la unidad  del afecto y el concepto; en la interacción entre lenguaje, ética y política. Encuentra allí la fórmula del antídoto contra la interminable insistencia que separa la vida humana en cuerpo y alma. Es una cuestión de lenguaje: no hay “unión” sino “unidad” entre cuerpo y alma. Este tipo de indicaciones vuelven atractivo al libro. Un libro que es también problemático porque cuestiona a los comentaristas y pensadores que nos han enseñado a amar a Spinoza.

III.

Leer a Meschonnic no es cosa sencilla. Él mismo enseña que el sujeto de la lectura sólo emerge en una segunda lectura. Dicho de otro modo: es en la relectura que se engendran las preguntas que nos detienen o aceleran, que nos obligan a hacer nuevas conexiones. Sin ese tiempo de las preguntas seríamos devorados por el texto. Por eso leer es entre otras cosas tomar conciencia de las citas con las que funcionamos; poner junto al texto problemas que no son del todo los del autor, o tal vez sí, solo que el lector está llamado a desplazarlos, a introducir su propio replanteo. Sin enfrentarlo a nuestras preguntas, sin confrontarlo con nuestras citas, ¿para qué Meschonnic?

Y el problema es el carácter teológico del signo que no deja pensar, ni saber que no se piensa. Y no se piensa porque este carácter teológico del signo supone una posposición eterna de la sensibilidad sin la cual no es posible la elaboración de nuestras verdades. Es esta eminencia espiritual del signo la que provoca la enemistad de Meschonnic y la que, para mejor comprenderla, me impulsa a extender el planteamiento por medio de citas que no le son afines y que me resultan indispensables. Meschonnic deviene así, un interlocutor tan inesperado como privilegiado para las micropolíticas (asunto que no debería sorprender en la medida en que las micropolíticas conciernen a la dimensión activa de la sensibilidad de toda política).

IV

Por ejemplo, Félix Guattari. También para él se presentaba la cuestión de los signos.  Hace décadas ya selañaba la afinidad entre máquinas semióticas de producción y orientación de flujos y formaciones capitalistas tanto a nivel de la constitución de lo social como del individuo mismo.[3] Era sumamente sensible a la actividad semiótica en el centro del funcionamiento del Capitalismo Mundial Integrado,  en que el signo independizado se torna materia espiritual y anima tanto el mundo imaginario postmoderno como las técnicas de control.[4]

Tras Guattari, Franco Berardi. Bifo retoma esta cuestión del semio-capitalismo como “régimen económico que se alimenta del trabajo mental de un número ilimitado de trabajos precarios y fractales”, una forma de capitalismo “conectivo” en el que la compatibilización digital tiende a colonizar la sensibilidad.[5] El semio-capitalismo define un modo de producción predominante en una sociedad en la que “todo acto de transformación puede ser sustituido por información y el proceso de trabajo se realiza atreves de la producción de signos”. La semiotización de lo social opera coaccionando: toda diferencia será festejada si abandona su capacidad para diferenciarse por su cuenta. Toda diferencia será alentada si se esfuerza por volverse código compatible.

Y Paolo Virno, claro. Interesado en Marx, Virno verifica el ingreso del lenguaje a la producción: “en el postfordismo –escribe– el general intellect no coindice con el capital fijo, sino que se manifiesta principalmente como interacción lingüística del trabajo vivo”.[6]

Conectividad y lenguaje aparecen, así, como operadores fundamentales en el semiocapitalismo. En el semio-capitalismo reina el signo. Y es solo a través del signo así sacralizado que se valoriza el capital, que se produce el mundo como capital.

En el mismo sentido funciona la noción de producción de pseudo-mundos en Maurizio Lazzarato. Para realizar una mercancía -escribe- el capital crea el mundo en el cual los posibles existen como signos (imágenes publiscitarias, por ejemplo) que se actualizan en los cuerpos bajo la forma de cambios en la sensibilidad.[7] La mercancía vale como signo de realización de ese mundo. Suely Rolnik muestra bien cómo la realización del mundo en la mercancía actualiza la promesa del paraíso de la religión.[8] Trabajamos por el éxito, el éxito es la adecuación a signos paradisíacos.

Y Christian Marazzi, que hace foco en cómo funciona el lenguaje en la organización del capital financiero, creando convenciones para que millones de ahorristas de todos los tamaños puedan orientarse sin apelar a referentes corpóreos. El virtuosismo del lenguaje –puesto a coordinar acciones estratégicas y especulativas– ordenando los flujos de inversión.[9]

El capitalismo se vuelve “semio” en el momento en el que el alma abandona al cuerpo, como dice Deleuze para referirse al momento en que la fábrica es abandonada por la empresa, y en particular, por el departamento de ventas.[10] El “semio”, del semio capitalismo, por todos lados.

V.

Walter Benjamin ya lo había visto cuando tituló unos apuntes breves: “el capitalismo como religión”: lo teológico político persiste secularizado. Persiste como política sin transformación y lenguaje ultra-retorizado. Sobre este punto insistía León Rozitchner en sus últimos escritos[11]. Hay una afinidad evidente entre su las críticas de su “izquierda sin sujeto”[12] y las retóricas que se acomodan a lo que Meschonnic ve como el discontinuo teológico, como discontinuo entre cuerpo y signo, como preeminencia del signo, del signo borrante del cuerpo (esa afinidad expresa una común incomodidad frente al estructuralismo).Para Rozitchner la espiritualización del signo, eso que Marx llamaba fetichismo, se opera –castrándolo- en el cuerpo afectivo. Cuerpo contra cuerpo entonces. Cuerpo-Afecto contra Cuerpo-materia devaluada por la exaltación de una razón separada. Cuerpo-Resistente historizado contra Cuerpo-Fetiche espiritualizado por medio de una estetización/semiotización generalizada.

Leer a Meschonnic con Rozitchner permite socializar la potencia política del poema contra aquello que Guy Debord llamaba en La sociedad del espectáculo la unión “de lo separado como separado”.

Me es imposible leer a Meschonnic sin ciertas citas.

VI

Spinoza, poema de pensamiento es el intento por refutar la idea según la cual una filosofía construida more geométrico (como está construida la Etica de Spinoza) excluye la hipótesis de un sujeto creador de sentido. Sólo que este sujeto ya no es el sujeto filosófico apegado a comprender el sentido por medio del signo, sino aquel que surge en la realización de la concatenación potencia-afecto, potencia-concepto, potencia-lenguaje. Es el gran combate del  Tratado Teológico Político: la desacralización de lo divino trascedente.

La vida que este libro de Meschonnic sobre Spinoza pueda tener entre nosotros es aún un misterio. Aunque no es difícil imaginarle vastos territorios sobre los que podría intervenir[13]. En primer lugar, el territorio de la reflexión sobre el lenguaje (una reflexión debilitada según Meschonnic, por el “giro lingüístico”), el terreno de la poesía, del ensayo y del psicoanálisis. En segundo lugar, el de la filosofía y, en particular, el de los estudios sobre Spinoza. En tercer lugar, el territorio del pensamiento político singado por la necesidad de su renovación, sobre todo allí donde los vientos de cambio corren serios riesgos de extraviarse en teorías formalistas, en retóricas declamacionistas y en encierros identitarios.

La actividad del Spinoza de Meschonnic en estos territorios tal vez permita trastocar, hacer trabajar el desencuentro entre el “izquierdismo del pensamiento y su propia incompatibilidad con el intocable signo”. Aprendiendo de Meschonnic a leer en Spinoza el lenguaje como “potencia en acto del intelecto” y como implicación entre “ética y acto de lenguaje”.

Es lo que entiendo cuando leo que el lenguaje vuelve a ser la guerra

[1] Henri Meschonnic, Spinoza, poema de pensamiento; Editorial Cactus y Tinta limón ediciones, Bs-As, 2015-

[2] En su modo de “mal tratar” -es decir, de bien-escribir- el latín

[3] Félix Guattari, Líneas de fuga, por otro mundo de posibles, Ed. Cactus, Bs-As, 2013.

[4] Francisco José Martinez; Hacia una era Post-mediática, ontología, política y ecología en la obra de Félix Guattari, Ed. Montesinos, España, 2008

[5] Franco Berardi (Bifo), Generación Postalfa. Patologías e imaginarios en el semio-capitalismo; Tinta Limon Ediciones, Bs-As, 2007.

[6] Paolo Virno, “Diez tesis sobre la multitud y el capitalismo postfordista”; en Gramática de la multitud.

[7] Mauricio Lazaratto, Políticas del acontecimiento, Tinta Limón Ediciones, Bs-As, 2006

[8] Suely Rolnik, “Geopolítica del rufian”, en Micopolíticas. Cartografia del deseo,  Tinta Limon Ediciones, Bs-As, 2005.

[9] Christian Marazzi, Capital y Lenguajehacia el gobierno de las finanzas; Tinta Limón Ediciones, Bs-As, 2013.

[10] Gilles Deleuze, “Postdata a la sociedad de control”, en Dos regímenes de locos, textos y entrevistas ()1975-1995), Ed. Pre-textos, Valencia, 2007.

[11] León Rozitchner, El materialismo ensoñado, Tinta Limon ediciones, Bs-as, 2011.

[12] León Rozitchner, “Izquierda sin sujeto”, http://www.redroja.net/index.php/pensando-criticamente/2036-la-izquierda-sin-sujeto

[13] Y antes casi no tuvo vida, sólo una pequeña tirada en francés, a cargo de una editorial ya desaparecida

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