Hoy, 9 de enero, se cumplen 72 días de movilización de la extrema derecha. Una posible interpretación, es en la que insiste la izquierda institucional: desde que comenzaron las movilizaciones, estas y el propio bolsonarismo se están debilitando. Todo indica lo contrario, ya que la extrema derecha se fortalece y gana más consistencia y radicalidad en su accionar. El movimiento bolsonarista no solo ha cambiado de táctica, sino que ha ido adoptando varias simultáneamente: bloqueos de carreteras, campamentos en cuarteles, y acciones como saqueos, quema de camiones, autobuses y automóviles, destrucción de infraestructura, además de ataques armados, incluidas acciones de secuestro. Aquí hay una lista, insuficiente:
El 18 de noviembre , en Ariquemes, cerca de Porto Velho, Rondônia, hubo destrucción del depósito de agua de la ciudad. El acto se enmarcó en la Ley Antiterrorista de Dilma de 2016. En la misma ciudad hubo conflicto con la policía, ataques a camiones de una cadena de supermercados, incendio, vandalismo y saqueo de carga.
El 19 de noviembre, en la carretera entre Sorriso y Lucas do Rio Verde (Mato Grosso), un grupo armado de diez hombres invadió, disparó e incendió camiones en la base de la concesionaria Rota do Oeste. En la acción, los bolsonaristas también destruyeron peajes e incendiaron, dejando la autopista sin cobrar. La región es la misma que concentra a los empresarios agroindustriales que financiaron los bloqueos.
El 20 de noviembre, en Sinop, camiones son alcanzados por disparos en una gasolinera [1]. También hubo robo de camiones para interceptar carreteras. En Mato Grosso, dos camiones cisterna fueron colocados en la carretera e incendiados [2].
El 23 de noviembre , dos tramos de la Carretera Anhanguera, en Campinas, fueron bloqueados por bolsonaristas que dañaron camiones. Además, un empleado del Instituto Brasilero de Geografía y Estadística fue golpeado por bolsonaristas en Amparo, cuando intentaba huir de una protesta.
El 24 de noviembre, en Pará, la Policía Federal arrestó a seis presuntos golpistas y atacantes de la Policía Federal de Carreteras.
El 27 de noviembre, también en Pará, en una acción de bloqueo de carreteras, una caravana de camiones fue alcanzado por disparos en la región de Novo Progresso [3].
El 12 de diciembre, en Brasilia, 5 buses y 3 automóviles fueron quemados por bolsonaristas. También intentaron invadir la sede de la Policía Federal y rompieron vidrios en una comisaría.
El 8 de enero, los bolsonaristas invadieron el Congreso Nacional, el Palacio del Planalto y la sede del Supremo Tribunal Federal, en Brasilia. En São Paulo, bloquearon la Avenida 23 de Maio y la carretera Anhanguera [4]. En Mato Grosso, la carretera BR-163 fue bloqueada [5]. En Itajaí, Santa Catarina, la BR-101 también fue bloqueada [6].
El 9 de enero, los bolsonaristas bloquearon la Marginal Tietê en São Paulo, incendiando neumáticos y escombros.
En todas estas acciones hubo connivencia y activa colaboración por parte de las fuerzas represivas (militares, civiles, policía federal y ejército) [7]. Esto muestra una intensificación de la autonomía política de las fuerzas represivas en relación con los gobiernos, síntoma de la expansión del Estado de excepción permanente que se ha ido expandiendo incluso en gobiernos progresistas. Tal autonomización constituye, de manera elemental, el bolsonarismo, por lo tanto, cualquier intento de combatir la extrema derecha a través de la policía, el estado penal y dispositivos excepcionales (con la garantía de la ley y el orden) fracasará. El Estado Penal (Poder Judicial, Penitenciario y Policial) y la excepción no sólo son parte del problema, sino que constituyen la economía política de la extrema derecha.
CRÍTICA A POSTULADOS DE LA IZQUIERDA INSTITUCIONAL
Desde el accionar de los bloqueos, iniciado el 30 de octubre de 2022, la izquierda institucional ha minimizado el accionar de la extrema derecha a partir de al menos tres postulados:
1º Tratar de comprender y medir la fuerza y capacidad organizativa de la extrema derecha por sus intereses y objetivos, así como por el fracaso en la consecución de tales objetivos, es decir, derrota en las elecciones, fracaso en la exigencia de la intervención militar, etc. Medir y analizarla por sus intereses pierde de vista la dimensión libidinal, inconsciente y por tanto arbitraria que sustenta las formaciones colectivas de la extrema derecha, sus acciones y formas de subjetivación política. La producción de subjetividad de extrema derecha, que se constituye a partir de la captura represiva y la codificación reaccionaria de los procesos de desinversión social provocados por la propia crisis del capitalismo y la legitimidad del Estado como regulador de conflictos, es cada vez más capaz de subjetivar la guerra civil molecular que realmente existe en el campo social. Dentro de esta subjetivación de la guerra civil, el racismo, la transfobia, el machismo, el nacionalismo y el fundamentalismo cristiano se convierten en elementos fundamentales para codificar las relaciones sociales de enemistad.
2º Un segundo postulado, que resta importancia al carácter insurgente de la extrema derecha, radica en su patética y caricaturesca representación como masa amorfa incapaz de pensar por sí misma y, por tanto, de constituir un movimiento consistente de “revuelta autoritaria”. Es una tradición -y también un error histórico- explicar los movimientos de extrema derecha, el ascenso del fascismo, etc., desde el carácter “ideológico” y manipulado de las masas, un problema de inadecuación entre conciencia o subjetividad (irracional ) y la economía política (racional) [8]. Es, por lo tanto, decir que la multitud bolsonarista actúa en contra de sus propios intereses, apoyando intereses que pertenecen a otra clase, es decir, realizando intereses objetivos (económicos) que no son los suyos. En este marco explicativo, ahora es Bolsonaro, como líder y modelo de identificación, el que determina todo lo que hará o no hará su base. Grandes empresarios de la agroindustria, el sector logístico y del movimiento de mercancías (que financian los actos bolsonaristas)[9], y militares, están organizando todo desde la promoción de una guerra híbrida. El papel más o menos decisivo asignado a estos sectores varía según la coyuntura y eso se ve en los numerosos intentos de explicar los actos bolsonaristas desde el 30 de octubre 2022. Pero lo fundamental es que el bolsonarismo, como “máquina de guerra” de extrema derecha, se vacía de toda agencia o posibilidad desde el punto de vista de su producción y agencia colectiva, no siendo más que una mera manifestación fenomenal y distorsionada de los cálculos e intereses que estarían detrás.
A pesar de ser una explicación reconfortante para la izquierda, que apuesta por la «concientización» como condición de la acción política y de cualquier proceso revolucionario, resulta muy ineficaz desde el punto de vista de saber, primero, cómo el bolsonarismo puede constituirse como un fenómeno de masas. El bolsonarismo no es una mera invención de los militares ni un fenómeno puramente organizado por la élite económica y su manipulación ideológica de las masas. El bolsonarismo reúne a muy diferentes estratos sociales, con un hilo inconsciente y afectivo que los atraviesa a todos y los conecta: empresarios de agronegocios, inmobiliarios, logísticos, dueños de grandes redes comerciales, banqueros, militares, policías, seguridad privada, diputados, senadores, alcaldes, gobernadores, clase media y también clases populares. Recordemos esta lección de Wilhelm Reich, en Mass Psychology of Fascism: “Racionalmente, se esperaría que las masas trabajadoras, económicamente empobrecidas, desarrollaran una clara conciencia de su situación social, que se transformaría en una determinación de deshacerse de su propia miseria social. (…) Fueron precisamente las masas reducidas a la miseria las que contribuyeron al ascenso del fascismo, exponente de la reacción política” [10]. Quiero decir, ¿cómo es posible que las clases sociales, con diferentes intereses, formen un movimiento de “masas”, que constituyan una “masa”? (…)
En segundo lugar, la explicación de la manipulación o del carácter “ideológico” como determinante tampoco es muy eficaz para explicar por qué las “masas” no escuchan a la izquierda, que se cree capaz de representar racionalmente sus verdaderos intereses y deseos a partir de sus creencias y organizaciones. Es decir, ¿por qué a pesar de todo el esclarecimiento sobre cómo funciona la realidad, a pesar de decir que la gente es explotada y que sus verdaderos intereses y deseos son de clase, la izquierda fracasa? No abordar este problema ciega a la izquierda, especialmente a la institucional, de asumir en qué medida sus formas de organización y práctica política, a nivel “inconciente”, colaboran para favorecer inversiones reaccionarias y fascistas, inversiones que conciernen al tipo de organización.
3.º Finalmente, un tercer postulado consiste en creer que las instituciones democráticas, especialmente su rama penal, es decir, el poder judicial, la policía y las prisiones, impedirán y obstaculizarán el ascenso de la extrema derecha. Esto no solo resulta ser sucesivamente falso, sino que oculta que estas instituciones son tecnologías sociales que produjeron y generaron el bolsonarismo, es decir, es una visión que borra la convivencia de la democracia con la guerra, de la democracia con el Estado de excepción y, finalmente, de la democracia con el neofascismo. Y entender esta relación implica hacerse la siguiente pregunta: ¿qué es la “economía-política-libidinal” de la extrema derecha? Una economía política y libidinal que se sustenta en años de inversión para aumentar la policía, el militarismo, las prisiones y el poder judicial. Tal inversión, a la par que económica, político y libidinal, favoreció un ethos militar-viril basado en la moralidad del trabajo, desde el cual también se ordenó un fortalecimiento de las tecnologías de producción de la cis-masculinidad y el racismo: buenos trabajadores x vagabundos/alborotadores/bandidos; combate a la ideología de género y la transfobia como vector estructurante de la extrema derecha y su modo de producción de subjetividades.
Estos tres postulados, o razones por las que se minimizan las acciones de la extrema derecha, tienen profundas consecuencias políticas, que se anclan en una forma de hacer política y de organizarse, que es propia de buena parte de la izquierda, especialmente de la institucional. Estos postulados explicitan una posición política por parte de la izquierda que no sólo se adhiere a las instituciones, enfrentando el fenómeno de la extrema derecha y el bolsonarismo como algo “separado”, una “desviación” o “anomalía” en relación al Estado Democrático de Derecho, sin poder explicar la relación interna entre Estado de Derecho y Violencia, entre Derecho y Excepción, pero también el fortalecimiento del Estado Penal, es decir, su brazo de excepción y vulneración de derechos, como forma de contener la extrema derecha. Esto se evidencia en el encuadre de las acciones de la extrema derecha como terroristas a partir de la evocación de la Ley Antiterrorista de 2016, sancionada por Dilma Rouseff, al vincular las acciones directas de la extrema derecha con tácticas de “Black Blocs”[11], y el recurso a la Garantía de Orden Público, con la intervención de las Fuerzas Armadas. Todo esto produce evidentemente un verdadero sentido de justicia, de “seguridad de orden público” democrático, pero que descansa sobre pies de barro.
LA OPCIÓN POR EL ESTADO CRIMINAL Y LA EXCEPCIÓN EN DEFENSA DE LA DEMOCRACIA
Desde un punto de vista meramente instrumental, es decir, sobre la eficacia de los medios para alcanzar un fin (salvo la extrema derecha), la opción política por el Estado Penal ya ha dado numerosos signos de su fracaso: multas, detenciones y represión policial, en ningún momento pudieron impedir la radicalización y mayor organización de la extrema derecha. El empoderamiento político de los policías, que son uno de los sectores más básicos del bolsonarismo, incluida la participación activa en las protestas, muestra los límites y la selectividad de las medidas represivas del Estado, que afectan en gran medida a supuestos «liderazgos», cuando se trata a acciones realizadas de manera informal y con tácticas insurreccionales, provenientes de la izquierda revolucionaria y de diversos movimientos populares. Estas medidas institucionales también son limitadas, ya que nunca alcanzarán masivamente a los empresarios que financian las protestas, militares o policías, sectores que por cierto, con los que la izquierda institucional ya hizo un pacto.
Desde un punto de vista económico-político, tales medidas fortalecen aún más la base material del bolsonarismo: fortalecer el papel de la policía en la resolución de conflictos sociales; la mayor inversión y consumo de las fuerzas destructivas de seguridad; el fortalecimiento de los mecanismos policiales, penitenciarios, de vigilancia, que son instituciones estructuradas internamente de forma racista y clasista. Es decir, son medidas que fortalecen política y económicamente a agentes que constituyen las “formas elementales” del bolsonarismo y que, por eso mismo, de ninguna manera acabarán con su insurgencia, a lo sumo la administrarán y gestionarán de manera que garanticen su supervivencia, reproducción y radicalización. Además, la expansión de las fuerzas represivas del Estado significa también la expansión de su consumo, posteriormente, contra las minorías sociales.
Desde un punto de vista inconsciente y libidinal, tales medidas fortalecen la inversión en esas mismas instituciones, que produjeron y generaron la extrema derecha, otorgando aún más legitimidad al Estado Penal, debilitando las acciones políticas independientes y aumentando la vulnerabilidad política para combatir a la extrema derecha, haciendo a la izquierda dependiente de los aparatos policiales, penitenciarios y judiciales. En buena medida, la izquierda ha separado economía política y deseo, para convertir este último en un problema meramente psicológico, de formación de la personalidad, de procesos de identificación, imaginación y simbolización. Sin embargo, es necesario considerar que las formaciones económico-políticas, de género y étnico-raciales son, de inmediato, complejos inconscientes o formaciones de deseo. El deseo es transindividual e invierte directamente las formaciones sociales. Esto quiere decir que ningún ‘modo de producción’, ninguna tecnología social adquiere consistencia y capacidad de reproducirse sin basarse en el deseo, sin ‘afianzarse’ en el deseo. En otras palabras, podemos decir que toda formación social es delirante.
Finalmente, desde un punto de vista estructural, la institucionalidad no es capaz de contener al bolsonarismo, ya que es un fenómeno de la crisis fundamental del capitalismo que viene arrastrando al propio Estado y sus instituciones. Desde hace mucho tiempo, la excepción se hace cada vez más permanente en innumerables territorios ocupados por esta real-ficción llamada Estado Brasileño. La crisis que afecta al Estado se manifiesta en forma de multiplicación de “soberanías” y formaciones de grupos armados o milicias, fortalecidos por las privatizaciones, las políticas estatales de seguridad pública, por la desregulación del porte de armas y la expansión de los clubes de tiro. Esta crisis es irremediable dentro del orden institucional del capitalismo, que sólo puede regular, gestionar y reproducir la crisis misma. Y actualmente avanza, con la radicalización del bolsonarismo, en la formación de milicias civiles, como lo demuestran las acciones armadas en las diversas protestas bolsonaristas. En este proceso, los empresarios de la agroindustria, el transporte, el comercio, etc., se revelan como nuestros Embrionarios Señores de la Guerra[12], dispuestos a financiar cada vez más a los grupos armados no solo para la regulación de los mercados que se desenvolvían en la frontera de lo legal-ilegal ( minería, canteras, transporte, bienes raíces, sino también en la regulación ideológica y en los conflictos sociales que cada vez más son subjetivizados por la extrema derecha y asumidos como guerras civiles.[13]
UNIDADES DE AUTOGESTIÓN, ACCIÓN DIRECTA Y AUTODEFENSA
Lorenzo Kom’boa, uno de los principales pensadores y militantes del anarquismo negro, al analizar la supremacía blanca y las formas de combatirla, se dio a la tarea de potenciar acciones de genuino apoyo mutuo – lo cual es distinto de la “buena acción” y el oportunismo partidista. Esto también implicaba que los movimientos libertarios en realidad fortalecerían a las comunidades negras. Aquí podríamos incluir comunidades indígenas, disidentes y travestis.
Pero más allá de eso, Kom’boa abogó por la formación de unidades de autodefensa (incluidas las armadas)[14], crear unidades de autodefensa implica crear formas y prácticas colectivas y comunitarias independientes de la policía, ya que la policía y el Estado con sus gobiernos son los principales perpetradores de la violencia contra las minorías sociales. Combatir el avance de la extrema derecha pasa inevitablemente por ser capaces de crear formas colectivas y de autodefensa, capaces de sacar de la calle a la extrema derecha, haciéndola retroceder con fuerza y acción popular directa. Esta es una tarea en la agenda.
Publicado en Quilombo Invisible
[1] https://noticias.uol.com.br/politica/ultimas-noticias/2022/11/20/entraram-atirando-funcionario-relata-ataque-em-ato-golpista-em-rodovia.htm
[2] https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:5kyWJD3ceEYJ:https://www1.folha.uol.com.br/poder/2022/11/violencia-escala-em-atos-antidemocraticos-e-autoridades-apuram-terrorismo.shtml&cd=1&hl=pt-BR&ct=clnk&gl=br
[3] https://noticias.uol.com.br/ultimas-noticias/agencia-estado/2022/11/27/no-para-tiros-atingem-caminhoes-de-empresa-de-ex-ministro-ligado-a-lula.htm
[4] https://www.cartacapital.com.br/cartaexpressa/em-sao-paulo-bolsonaristas-interditam-os-dois-sentidos-da-avenida-23-de-maio/?utm_medium=leiamais&utm_source=cartacapital.com.br ; https://g1.globo.com/sp/piracicaba-regiao/noticia/2023/01/09/bloqueio-na-rodovia-anhanguera-em-limeira-e-liberado-diz-concessionaria.ghtml
[5] https://g1.globo.com/mt/mato-grosso/noticia/2023/01/08/bolsonaristas-bloqueiam-trechos-da-br-163-em-mato-grosso.ghtml;
[6] https://noticias.uol.com.br/politica/ultimas-noticias/2023/01/08/bolsonaristas-bloqueiam-br-101-em-itajai.htm
[7] Sobre a presença também de membros do exército, ver por exemplo https://www1.folha.uol.com.br/poder/2022/11/militar-do-planalto-atua-em-atos-antidemocraticos-e-diz-que-lula-nao-sobe-a-rampa.shtml?utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=compwa
[8] Um dos méritos de Wilhelm Reich foi ter mostrado como a esquerda desconsiderou o fator subjetivo da história, aquele que remete ao campo do desejo, das estruturas de subjetivação. Ao fazer isso, se perdeu de vista a força material da ideologia, isto é, como a ideologia intervém nos processos objetivos e históricos. O limite, contudo, de Reich, como foi apontado por autores como Deleuze e Guattari, foi ter permanecido preso a uma divisão dualista entre ideologia (sexualidade, desejo, subjetividade) e economia (objetividade, economia-política). Tal dualismo dificulta apreender como o desejo investe diretamente o campo social, e que o problema não é de inadequação entre subjetividade-objetividade, mas nas formas de produção do desejo a partir das formações coletivas.
[9] Ver, por exemplo, https://noticias.uol.com.br/politica/ultimas-noticias/2022/11/23/produtor-rural-preso-atentado-sinop.htm
[10] Wihelm Reich, Psicologia de Massas do Fascismo, p.9.
[11] https://noticias.uol.com.br/politica/ultimas-noticias/2022/11/21/prf-diz-que-protestos-bolsonaristas-em-sc-parecem-acoes-de-black-blocs.htm
[12] Os clubes de tiros já vinham crescendo acompanhando a militarização social. Mas após 2018, com a eleição de Jair Bolsonaro e a flexibilização no acesso às armas, explodiram. Além disso, o crescimento dos clubes de tiros segue também a expansão do agronegócio e do extrativismo. Os Estados em que o bolsonarismo é mais forte são os Estados com maior concentração de clubes de tiros e armamento de civis: Mato Grosso, Rondônia, Pará, Amazônia, Santa Catarina etc. São em tais Estados que também se concentra o financiamento de atos bolsonaristas por parte do agronegócio e empresários do transporte. Não por outra razão, se olharmos para os Estados que tiveram ações armadas por parte da extrema-direita, veremos que são os Estados de Rondônia, Mato Grosso, Pará, Santa Catarina…. Sobre isso, ver https://theintercept.com/2022/11/09/sob-bolsonaro-clubes-de-tiro-explodem-em-areas-de-conflito-da-amazonia-legal/ ; e https://noticias.uol.com.br/cotidiano/ultimas-noticias/2022/07/16/brasil-abriu-quase-um-clube-de-tiro-por-dia-sob-governo-bolsonaro.htm
[13] Sobre o financiamento de atos bolsonaristas por esses rempresários, ver https://g1.globo.com/mt/mato-grosso/noticia/2022/11/18/oito-empresarios-de-mt-que-tiveram-contas-bloqueadas-por-moraes-doaram-r-887-mil-a-campanha-de-bolsonaro.ghtml
[14] Cabe destacar a singularidade com a qual Kom’boa se refere as unidades de autodefesa armada, no contexto das comunidades Negras dos EUA: “essas forças de autodefesa não seriam um ‘partido de vanguarda’, uma força policial, ou mesmo um exército permanente no sentido estatal ou como normalmente isso se pensa; elas seria uma milícia do povo Negro, autogerida pelos trabalhadores e da própria comunidade: em outras palavras o povo em armas” (KOM’BOA, Anarquismo Negro, p.110).