No tiene nada de nuevo // Diego Valeriano

Milei es solo parte del negocio, de la máquina de ruido, de la gilada de la política. Parte necesaria de este juego de simulaciones, posteos urgentes y carteleo. Cómo un agarrame que lo mató siempre necesario en el régimen asfixiante de la opinión. ¿Qué harían el militante, la profesora, el funcionario, la tuitera sin Milei? ¿Mirar para adentro? ¿Escuchar el ruido en el pasillo? Siempre es mejor la derecha en el ojo ajeno. El progresismo que devino en burocrata agradece la existencia de Milei por como les facilita las cosas a la hora de argumentar y él también hace lo mismo. Comunista, fascista, parásito, libertonto. Memes del hombre araña. 

Siempre es mejor hablar de Milei que de Guernica, mejor denunciar sus formas brutales de defensa del capital que la desaparición de Facundo, mejor hablar de está derecha vigilante que de lo vigilante que se volvió todo de un tiempo a está parte. Mejor hablar de Milei y no de Kulfas o Manzano. Cara y contracara de la misma moneda de este régimen que nos deja sin aire, sin fuerzas, sin tiempo. 

El régimen de la opinión es lo contrario a la vitalidad, a la desobediencia, a pensarnos. Es el momento en que la imagen elegida por otro se vuelve nuestra única relación con el mundo. Ya nadie está en una. Ya no hacemos ningún movimiento. Opinamos pero no podemos hablar, las palabras ni salen, el cuerpo no se inquieta, nadie nos escucha. Delegar el estado de ánimo nos deja sin territorio, sin fuerza, sin amigos. Milei es solo un reseteo novedoso y necesario en el negocio de la opinión. 

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