En una no tan pequeña localidad del interior del país está ocurriendo.
Existen organizaciones que, en nombre de la justicia y la verdad, pretenden acallar las voces de mujeres denunciantes.
Organizaciones comandadas por mujeres, con panfletos que agravian la historia de las luchas colectivas femeninas, defienden a varones denunciados por violencia de género, abusos y/o violaciones.
En desconocimiento de toda estadística, los carteles (y las personas) rezan: “Ni uno menos”, “S.O.S. hombres”, “La justicia no tiene género”. Y eso, lejos de generar risa o lástima, debe preocuparnos.
No importa cuántas personas haya en las marchas o los acampes. Una, es suficiente. Están ahí para recordarnos que aún quedan batallas por dar; que las fauces del patriarcado no son una construcción ficcional de los cuentos infantiles. Incluso en los cuentos, los lobos cumplen una función: advertirnos.
Que esas banderas se levanten con liviandad, debe escandalizarnos. Son muestra fiel: la desmentida no sólo es un mecanismo inconsciente, a veces puede devenir el modo más cruel de convalidar, sostener y provocar el sufrimiento de otra persona.
Entonces, sigue siendo necesario recordar a las defensoras y defensores de los “hombres de familia” que, en nuestro país, una de cada diez niñas y adolescentes sufre violencia sexual y que, mayoritariamente, los abusadores son abuelos, padres, padrastros, tíos, primos convivientes.
Es preciso informar, a quienes afirman que “a los hombres también los matan”, que una mujer es asesinada en Argentina cada 34 horas, a manos de un hombre.
Y que la justicia, siempre tuvo género: antes era la “justicia de los hombres” (blancos, cis, heterosexuales). Quizás ahora empieza a ser un poco más justa… de nosotras depende seguir gritando, marchando, incomodando.
Por ello, estas letras de resistencia.
Porque no puede pasar inadvertido.
Porque no es posible hacer silencio.
Ya no más.
La mujeres queremos Justicia, derecho y equidad