Ningún rol heredado // Diego Valeriano

 

Jamás mamá garrón, luchona o abnegada, menos que menos responsable jurídica. Nunca lo fue, ni lo va a ser. Inclasificable, inabarcable, no sufras. Ningún rol heredado. No es mamá genérica, jamás lo sería porque a esas las desprecia como a pocas cosas. No es mamá porque le cabió o no le quedó otra, ni  siquiera porque siente como siente una madre. Lo es como forma de enfrentar lo absurdo que es todo esto, como solidaridad con los guachines que ya no pueden volver al barrio, para ser pierna de las pibas que no saben qué van a hacer esta noche. No firma nada, no va a reuniones de la escuela, no escucha giladas que siempre tiene para decir la coordinadora del centro, no espera paciente para la reunión con la psicóloga, ni con el trabajador social, ni nadie. No le  quita el cuerpo a la entrega amorosa, a las decisiones que toma, a quienes acompaña. Si hay que plantarse, lo hace. No retrocede, no pide perdón, no le importa. Es mamá y no distingue si son de sangre, si están fugados, si alguien las llora, si tienen causa, si llegaron hace banda o si están desde ayer. Ella no distingue y enseña a que nadie no lo haga. Ningún refugiado, ni rancho, ni ranchada: se es familia. Es la mamá de quienes andan con ella y así arma familia. Tiene un cálculo amoroso de los cuidados, una ecuación tierna de las vidas, un segundeo único. Tierna a su manera, dura como pocas, madre entre tanto vagón, bajón, andén, billete. Dulce de tanto plantarse. Reta, cuida, aloja, ama y enseña a caminar como nunca nadie le explicó. No construye lazos caretas, nunca fuerza modos de vincularse. No tiene un cuaderno botón donde anotar las deudas, pero te saca la ficha. Escapa siempre a la manija insaciable de juzgar que recorre el mundo entero, los trenes, los comedores, las educadoras. Escapa a ese juicio permanente que nos gana a diario, al dedo señalador, a esa ficha que siempre se activa, a los roles establecidos de antemano que fijan vidas. No acepta las deudas impagables, ni propias, ni ajenas. Ni postergaciones infinitas, ni perdones condescendientes que nunca quiso. 

La No Sufras (Fragmento)

Diego Valeriano / Milena Cacerola 2020

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