Escribo estas líneas con sumo pesar, en las actuales circunstancias que vivo en Argentina y que se viven, según testimonios, en América Latina; una experiencia que vivo en una práctica local, de orden micro, el análisis. Trato de abordar un tema sensible: el neoliberalismo que desata un poco demasiado respuestas prefabricadas, mismas que he cargado y lanzado en más de una ocasión. Esas respuestas no tienen preguntas sobre el tema, por eso, cuando las hicimos, sin saberlo avalamos sin miramientos la defensa de un régimen previo, por ejemplo- : el Estado benefactor, Estado de Bienestar. Paul B. Preciado subrayó:
Parece que los gurúes de la vieja Europa colonial se obstinan últimamente en querer explicar a lxs activistas de los movimientos Occupy, Indignados, dicapacitadxs-trans-gays-lésbicos-intersex y post porno que no podemos hacer la revolución porque no tenemos una ideología. Dicen “una ideología” como mi madre decía “un marido”… Pero nosotrxs no vamos a llorar por el fin del Estado de Bienestar, porque el Estado de Bienestar era también el hospital psiquiátrico, el centro de inserción de los discapacitadxs, la prisión, la escuela patriarcal-colonial-heterocentrada
Esas situaciones descriptas en el tema nunca se dieron en América Latina, donde hoy lo que queda o quedaba del Estado benefactor se encuentra sin desplegarse y para colmo, en una situación terminal, corresponde señalar que la única excepción está constituida por el Estado en Bolivia, lugar dónde ese Estado está recién comenzando a funcionar a partir de un rizoma con la comunidad de las etnias, comunidades de la “pobreza”, hecho social inédito en otros países de la región. Álvaro García Linera actual vicepresidente de Bolivia, fue un discípulo activo de Bolívar Echevarría en México, lector de Lacan, de Foucault, de…, este intelectual no es ajeno a esas novedades bolivianas. ¡Extraño! algo semejante ocurre con el subcomandante Galeano, en Chiapas!
¿Cómo abordar el neoliberalismo?
La cuestión del neoliberalismo ocupa un lugar cada vez más central en el “pensamiento” contemporáneo. En efecto, el neoliberalismo transformaría el funcionamiento de “nuestro” mundo. Eso ya es una constatación. Redefiniría las reglas de la economía: pasaje de la economía política a la economía sin relato. Más grave, estremece la organización tradicional de la sociedad. Su movimiento, su mar de fondo quebrantaría el orden social, se verían afectadas cada una de las instituciones sobre las que se apoya (el Estado, la escuela, la familia, el derecho, etc.). Estaría cristalizando una manera insólita de concebir la articulación entre la política, lo jurídico y lo económico. El neoliberalismo considera de otra forma las articulaciones individual/colectivo ¿Cómo elaborar una práctica radical del análisis, una filosofía crítica y una práctica insumisa en la era neoliberal? ¿Cómo hacerlo cuando las políticas “neoliberales” en Argentina y México para tomar dos extremos no dejan de nutrirse de personajes y prácticas del Estado Benefactor?
Una transgresión
Los cursos dictados por Michel Foucault reciben comentarios, en particular Nacimiento de la biopolítica. Es sobre todo, en muchos aspectos, el más polémico: al dictar un curso consagrado a la tradición neoliberal, Foucault comete la transgresión de pasar una frontera inscrita en el campo intelectual. Su curso no es una conversión al neoliberalismo: Foucault no da a ese sistema el carácter de “mundo”, cuyas recomendaciones y programas haya que aceptar y seguir. Su propuesta es sutil: consiste en valerse del neoliberalismo común utilizado como instrumento de crítica de la “realidad y el pensamiento”. Él trata de leer, de escuchar de lo que esa tradición dice para cada uno de nosotros mismos efectué un análisis. Enfrentar una doctrina concebida como el «negativo» de “nuestro espacio habitual” de reflexión equivale enfrentarnos, en cierta forma, a “nuestro inconsciente”, a los límites de nuestra propia reflexión. Eso obliga a interrogarnos sobre lo que tenemos por evidente, aquello que sin saberlo, hacemos a un lado cuando formulamos “nuestros problemas” ante el neoliberalismo. Foucault resume en estos términos el discurso del sociólogo alemán Werner Sombart pronunciado entre 1906 y 1934:
¿Que produjeron la economía y el Estado burgués y capitalista? Una sociedad en la que los individuos son arrancados de su comunidad natural y se juntan en una forma, de alguna manera, chata y anónima que es la de la masa. El capitalismo produce las masas. Y por consiguiente, produce lo que Sombart no llama exactamente unidimensionalidad, pero da su definición precisa. El capitalismo en la sociedad burguesa privaron los individuos de una comunidad directa e inmediata de unos con otros y lo forzaron a comunicarse sólo por intermedio de un aparato administrativo y centralizado. Por lo tanto, los [han] reducido a la condición de átomos, sometidos a la autoridad, no autoridad trata en la que no se reconocen. La sociedad capitalista impuso asimismo los individuos un tipo de consumo masivo que tiene funciones según información y normalización. Por último, esta economía burguesa y capitalista condenó los individuos, en el fondo, anoten entre sí otra comunicación que la que se da a través del juego de los signos y los espectáculos. (Michel Foucault, Nacimiento de la vía política, página 156)
Es urgente deshacernos de esas matrices «con las cuales suele abordarse el problema del neoliberalismo», sólo son críticas en apariencia, subrayó Foucault. «Reducen el presente a una forma reconocida en el pasado» y consideran el primero como una simple «repetición» del segundo. Algo semejante ocurre en el análisis, a nivel de su teoría cuando se traslapa al Lacan que abandonó la dictadura de la cadena significante, se traslapan sus primeros seminarios, donde esa dictadura se instalaba ante ciertas y precisas condiciones. ¡Extraño!, La cadena significante es una formulación normativa, normativizante que acompaña a la forma Estado Benefactor: si es normal todo es interpretable.
«Me gustaría mostrarles que el neoliberalismo es, justamente, otra cosa. Será cosa o no, no sé, pero sin duda es algo. Y lo que querría tratar de aprender es ese algo en su singularidad» (página 156 y 157)
¿Cómo desactivar la potencialidad del pasado vivido o de reacción inscrita en el corazón de “todo” proyecto crítico? ¿Cómo poner en entredicho un orden presente sin desembocar, casi automáticamente, en una adhesión al orden antiguo o en la percepción de ese momento que no puede sino añorarse? ¿Cómo concebir una lectura del neoliberalismo que no presente una nostalgia por lo que éste deshace y nos aferre, consciente o “inconscientemente”, a los “valores” pre liberales? ¿Cómo construir una práctica crítica, analítica en lo nuevo de la forma neoliberal?
Esa ausencia en la perspectiva crítica, al focalizarse en los peligros que entraña el advenimiento de esta nueva situación, termina por no ofrecer más que como horizonte concebible el retorno al pasado.
El neoliberalismo, una utopía
Se suele decir, en otras palabras, que el neoliberalismo se sitúa resueltamente del lado del Status quo. Encarnaría una de las principales fuerzas de resistencia al cambio. Representaría la ideología de “la clase dominante”, la clase de unos individuos que tienen interés en perpetuar la situación tal y como es. Lo extraño es que a nivel de sus teóricos, citados por Foucault, el neoliberalismo rechaza, al igual que el análisis rechazaría cualquier intento de ejercer un dominio.
El mercado por todas partes
Una de las propuestas del neoliberalismo es difundir el mercado por todas partes:
«[el gobierno neoliberal] debe intervenir sobre sociedad misma en su trama y su espesor. En el fondo, tiene que intervenir sobre esa sociedad para que los mecanismos competitivos, a cada distante y en cada punto del espesor social, puedan cumplir el papel de reguladores.” (Página 179)
Para el neoliberalismo, el interrogante no era para nada saber cómo podía recortarse, disponerse dentro de una sociopolítica atada, un espacio libre para el mercado. El neoliberalismo, al contrario, pasa por saber cómo se puede ajustar el ejercicio global del poder político a los principios de una economía de mercado. En consecuencia, no se trata de liberar un lugar vacío sino de remitir, referir, proyectar un artede gobernar ciertos principios formales de una economía de mercado. (Página 157) El mercado se presenta como un nudo desanudado, semejante o igual al diagrama borromeo que está guiado por pocos principios formales: lo que pasa por arriba de lo que está debajo; no está anudado, no es una metáfora… No hay más honorarios fijos más que los dictados por el mercado; no hay forma práctica canónica…
La justificación «científica» del mercado
Cuando se describe al neoliberalismo con los rasgos de una “pequeña” o “gran” doctrina económica “de clase”, desaparece su dimensión conceptual. En especial, presentar el mercado como “la ideología de la clase dominante” atribuida a los teóricos neoliberales en función de un sistema teórico contra el cual ellos se definen, es mirarlo, es hacer crítica desde un punto de vista exterior. Es aplicar una categoría que sus exponentes rechazan. Está claro que, a priori, una actitud como esa no es ilegítima, no obstante, ha impedido estudiar las irregularidades de su paradigma, los nuevos tipos de interrogantes planteado por el, su nueva manera de plantear cuestiones, la ambición de Foucault sería antes bien esforzarse para situarse en el lugar de esos autores neoliberales para captar su visión del mundo.
De la pluralidad
Foucault sostiene un concepto la pluralidad sin Uno, es nodal, al neoliberalismo no le interesa “la libertad”. En otras palabras, el neoliberalismo puede leerse como una meditación sobre la multiplicidad, un ejercicio respecto de un socius que sitúa en su “centro” a la pluralidad. La especificidad de ese paradigma estriba en que fuerza a preguntarnos qué implica y qué quiere decir vivir en una sociedad -o lazos culturales- compuestos de “individuos” que experimentan modos de existencia diversos. La forma mercado implica para estos teóricos un modo cercano a las características esenciales de las sociedades contemporáneas: la diversidad de los sectores de actividad y la pluralidad de las formas de su existencia. Esta forma mercado se enfrenta así a la forma Estado.
Para los neoliberales el socius moderno es heterogéneo, la industrialización generó un movimiento masivo de división del trabajo, la especialización amplió una proliferación de los sectores de actividad; el mundo contemporáneo está más diferenciado que el mundo antiguo:
El control y el dirigismo no presentan dificultades en una situación lo bastante simple para permitir a un solo hombre como a un solo Consejo abarcar todos los usos. Pero cuando los factores que deben considerarse se tornan tan numerosos… es imposible tener una visión sinóptica de ellos, entonces -pero sólo entonces -se impone la descentralización.
Foucault describe sin saberlo una operación que, en ocasiones, sucede, a lo largo de un análisis.
El Estado pretende sustituir al mercado a nombre del interés general, el bien común, el bienestar social…la salud mental ¿Qué sentido tienen esos valores en un mundo diverso? ¿Cómo concebir un plan «colectivo» en el cual se reconozcan todos los “individuos”? ¿Cómo pretender poseer un código moral completo y universalmente válido para imponer una dirección en la cual “todo” el mundo quiera ir?:
Ninguna mente podría abarcar la infinita variedad de necesidades, diversos individuos que se disputan los recursos disponibles y atribuyen importancia determinada a cada uno de ellos.
Un neurótico obsesivo, si es que eso existe, no tiene nada que ver, decía Lacan, con otro neurótico obsesivo, no hay LA MUJER, hay –por suerte- mujeres en plural y múltiples. El futbol de los equipos de mujeres muestra la emergencia de colectivos que no aplastan la singularidad al momento de alejarse del modelo estatal del fútbol de hombres. Es una singularidad real gracias a que es compartida; no hay singularidad en soledad.
Sociedad, comunidad, unidad
Foucault señala que los teóricos neoliberales formulan una reinterpretación de la filosofía del contrato social y de la Ilustración. A menudo se asocia la tradición neoliberal a la lucha contra la particularidad étnica, racial o cultural. Se afirmaría la superioridad de un supuesto universalismo contra el influjo de las pertenencias locales en nombre de los valores de la autonomía personal, la libertad individual y la igualdad formal. Sin embargo, para los neoliberales, la Ilustración es una manera de instituir, de imponer una forma de comunidad, es otra manera por la que ese “pensamiento” liberal somete a los individuos de las comunidades naturales para encadenarlos a un nuevo tipo de colectivo: la “comunidad política” ¿Qué significa para la Ilustración un ser “autónomo”? No es ser independiente o estar libre de trabas. “Ser autónomo” es no querer obedecer a las propias pulsiones, pasiones, inclinaciones naturales, la autonomía es el «apartamiento exitoso respecto… de las fuerzas de las que yo mismo no seré responsable». En ese marco, la «libertad» se concibe como el acto consistente en «armar en mí mismo órdenes a las que obedezco porque soy libre de actuar«. En otras palabras al sujeto de la Ilustración no le gusta elegir por elegir, no le gusta la elección como tal: siempre está a la búsqueda de la “buena elección”, la supuesta “buena oportunidad” que nunca viene. Es libre si y sólo si se da por ley su ley «verdadera», su «verdadera voluntad». La “comunidad política” es la que va concebirse como la instancia de elaboración de esa ley superior que, según se supone todo ser racional debe querer y reconocer como suya.
Los análisis de Rousseau en El contrato social suponen un estado en el cual los hombres deben enfrentar obstáculos perjudiciales para su conservación: el estado primitivo, pone en peligro la especie y la supervivencia de cada cual, por esa razón, los hombres están obligados a unirse, es preciso instituir un pueblo, lo cual supone, según Rousseau, salir del estado individuos tomados en forma aislada para dar nacimiento a una «comunidad». Aquí aparece la distancia entre una sociedad de “masas” que requiere el Estado Benefactor y una sociedad neoliberal que aparece como si su impronta fuerte sería el “individualismo” o “el culto a la singularidad”. En el neoliberalismo de forma abrupta aparece una forma artesanal (Carlo Ginzburg fue claro al respecto) de producción mientras el Estado benefactor impone una producción estándar para hacer frente al “bienestar general”.
La apuesta del contrato social implica que la constitución de la comunidad política es un acto de represión de las «divergencias». El contrato social no es un contrato, es el nombre dado para un momento en que los individuos renuncian a lo que los define como particulares y parciales -es decir, aquello que los separa y distingue a los unos de los otros – para constituirse como individuos «morales», que se asignan como voluntad la voluntad «general»: Se trata del pasaje o sustitución de la individualidad por la comunidad. Un “pueblo” requiere o supone un acto de fundación por medio del cual el interés y la voluntad «general» destruyan el juego de los intereses particulares [L. Althusser, Política e historia: De Maquiavelo a Marx. Cursos de la Escuela Normal Superior, 1955–1972] El contrato analítico es anárquico, en cada ocasión es diferente de si mismo.
Esta nueva forma de encontrar un pacto social implica que
«cada uno pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; [así] cada miembro [es tomado] como parte indivisible del todo…los asociados toman el nombre de pueblo…y de súbditos por estar sometidos a las leyes del Estado«
Un Estado es la unificación de una multitud de hombres bajo leyes jurídicas, conjunto que es necesario promulgar universalmente para producir un Estado jurídico con sus derechos públicos. Se trata pues de un sistema para uso de un pueblo, es decir, una multitud de hombres o de una multitud de pueblos que, al mantener relaciones de influencia recíproca, requieren, para ser partícipes de lo que es el derecho, un estado jurídico obediente a una voluntad que los unifica: una copia… así se podría concluir que la política de la acción consistente en «ordenar» una «muchedumbre de seres racionales». Eso que se conoce, desde Freud y otros, como “las masas”.
Deshacer la sociedad
Los teóricos neoliberales enfrentan a la Ilustración, a sus herederos indicando que ese pensamiento está obsesionado con una fantasía de «totalidad armoniosa», ambición de establecer una sociedad de seres racionales que persiguen fines colectivos que comunican una especie de unanimidad. La premisa fundamental de esta corriente sería que: los hombres están hechos para buscar la paz y no la guerra. Los disensos, los conflictos, la competencia entre seres humanos serían el sello de un supuesto proceso patológico: puede ser que estas tendencias sean inevitables en determinada etapa de su desarrollo, pero no dejan de ser anormales porque no realizan los fines que todos los hombres como hombres, tienen forzosamente en común: las metas permanentes y compartidas que los hacen humanos.
Los teóricos neoliberales se van a sublevar contra esa obsesión por la unidad, contra esa voluntad de dar siempre “coherencia a la sociedad”. El «mundo común», lo «colectivo», la «voluntad general», la búsqueda perpetua de algo que sea del orden de lo «universal» son mitos, mitos peligrosos. En este sentido, la idea de una «solución de conjunto» a todos los problemas humanos, que, si tropieza con resistencia, puede exigir el recurso a la fuerza para protegerla, esta misma idea, lleva al derramamiento de sangre y a la intensificación del sufrimiento humano. Los seminarios “internacionales” de intelectuales o de analistas son formas de obsesión, la teoría “única” es válida para todos en cualquier lugar del mundo.
En contra de las apariencias, el comunismo no es un pensamiento del conflicto y la pluralidad; es una de las últimas encarnaciones del monismo en política: las observaciones de Marx sobre «las contradicciones y los conflictos inherentes al progreso social son simples variaciones sobre el tema el progreso ininterrumpido de los seres humanos y el de su síntesis en virtud de la comprensión y el control de su entorno y de ellos mismos«
Ética liberal y ética conservadora
Los teóricos neoliberales indican un hecho comprobable en la historia, al menos en la historia de las ideas y de las actuales prácticas de la política del espectáculo, suele ser frecuente ver a los socialistas, con el transcurso los años, terminar siendo conservadores y convertirse al conservadurismo, mucho más escasos son los que se convierten en liberales. El hecho de que el socialista arrepentido encuentre la mayoría de las veces un nuevo remanso de paz mental intelectual en el regazo conservador, y no en el regazo liberal no se deben nada al azar es la demostración de que existe una articulación entre el conservadurismo y el socialismo, mientras que el liberalismo es un sistema completamente distinto. En lo esencial el conservador y el socialista compartirán funciones de orden, tendencias al paternalismo y la adoración del poder. Los filósofos de la Ilustración convocan a la subordinación de las cifras particulares a la voluntad general, los socialistas pretenden volver a dar sentido a lo «colectivo» o al mundo común contra el individualismo: el conservador no se tranquiliza ni se dará por satisfecho hasta que una sabiduría superior vigile y supervise los cambios y él sepa que hay una autoridad encargada de garantizar que dichos cambios se produzcan en orden. Frente a esto el neoliberalismo se pone del lado del desorden, de la inmanencia, y por lo tanto del pluralismo. Un mundo neoliberal jamás podrá estar unificado, totalizado. No se construye en el horizonte de «lo común» por venir; se concibe esencialmente plural y por consiguiente animado por lógicas contradictorias entre sí e irreconciliables. Son las fuerzas de aquello que es necesario, de aquello que es contingente, de aquello que es imposible, así suelen aparecer micro luchas, como también un análisis, también se inventa un analista.
La teoría social del neoliberalismo apunta a desmentir la presunta necesidad de que un «plan» superior establecerá un «consenso» entre los individuos, o un «contrato» fundado en la represión de los intereses particulares a nombre de las exigencias más generales. «El orden del mercado, en particular, no se apoya en metas comunes», sino en intereses particulares que con suerte quizás coincidan en el bienestar general, si no ni modo otra vez será… Es la sorpresa del Ing. Macri (Argentina) que bajó las retenciones al agro y ahora, esos sectores, no le venden ni un gramo especulando con la suba del dólar… En este aspecto la teoría neoliberal formuló un desafío ¿Será posible producir sin que haya una intervención deliberada para controlar esa producción?
Inmanencia, heterogeneidad y multiplicidad
Los neoliberales proponen una especie de deconstrucción en que la forma mercado brinda la posibilidad de quitar sobre el mundo cualquier invocación a una instancia trascendente (Ya tome forma política, jurídica, sociológica o cualquier otra) instancia que supuestamente unifica y organiza la diversidad social. El neoliberalismo acepta la imagen de un mundo desorganizado por esencia, un mundo sin centro, sin unidad, sin coherencia, sin sentido. ¿Un mundo en red, una matrix sin gobierno aparente? Con ello desbarata lo que Didier Eribon llamó «concepciones hegelianas y sintéticas» de la realidad, grilla de lectura que no logra pensar la pluralidad y la heterogeneidad porque siempre busca alcanzar la «convergencia» o la «alianza». Foucault refiriéndose al tema del hombre económico formula lo siguiente:
«El mundo económico es opaco por naturaleza, es imposible totalizar por naturaleza. Está originaria y definitivamente constituido por punto de vista cuya multiplicidad es tanto más irreductible cuanto que ella misma asegura al fin y al cabo de manera espontánea su convergencia. La economía es una disciplina atea; es una disciplina sin Dios; es una disciplina sin totalidad (página 332).
Éste tema fue importante para Foucault porque fue uno de los ejes de su crítica al marxismo (y asimismo al psicoanálisis), que llevo adelante desde mediados de la década de 1970 ¿Qué teoría sería más capaz de producir efectos de emancipación? ¿Qué analítica brinda la posibilidad de comprender de la manera más adecuada la mecánica del poder, permitiendo desestabilizarla, frenarla, trastocarla, cambiarla?
Una intuición de Foucault es que el marxismo y el psicoanálisis son doctrinas insuficientes, por ser insuficientemente críticas. El inconveniente esencial del marxismo es no haber indagado la forma totalización: hizo suya en su integridad la ambición de construir una visión unificadora de la realidad, es decir, de reducir lo que pasa en la sociedad a unos cuantos principios elementales y predeterminados. Al comportarse de esa forma, en el momento mismo en que esa doctrina pretende suministrar armas contra la dominación, ejerce a su vez efectos de autoridad. Someter la reflexión sobre la sociedad a nuevos «trascendentales», oculta necesariamente luchas parciales y realidades minoritarias presentes o venideras que escaparon a su odisea. Foucault en Defender la sociedad realizó una crítica de las teorías «innovadoras», en particular a partir de 1978 fue notoria la aparición de una multitud ofensivas “parciales», «discontinuas», «particulares», «locales» que apuntaban al funcionamiento de la institución psiquiátrica, la moral, contra la jerarquía sexual tradicional, el aparato judicial y penal. A Foucault lo impresiona la extensa y extrema productividad de esos discursos regionales. Menciona entonces la «sorprendente eficacia de las críticas particulares». Para el autor de Vigilar y castigar esas críticas sólo pudieron salir a la luz en el marco de un cuestionamiento de las lluvias totalizadoras: esas luchas sectoriales surgieron a través de un combate contra los paradigmas centralizados, así reaparecieron «saberes sometidos» «marginados», «descalificados», «sepultado”, “enmascarados” . Las luchas de las mujeres, las luchas de los estudiantes, de las madres, de los padres de los 43 de Ayotzinapa, luchas combaticas por la sociedad pues son una expresión runfla intolerable. Carlo Ginzburg se apoya y menciona eso respecto del paradigma indiciario. Se trata de recuperar el saber de las gentes de a pie, olvidado por el marxismo y que no es en absoluto un saber «común, un buen sentido sino, al contrario, un saber particular, un saber local, regional, un saber diferencial, incapaz de unanimidad”. Un saber artesanal
Al decir de Foucault hay que liberarse de la «tiranía de los discursos englobados«: las teorías «totalitarias«, como el marxismo y el psicoanálisis, tienen un efecto fundamentalmente «inhibidor«. Llevan «de hecho, a un efecto de frenado«. No rechaza plenamente esos saberes, los acepta a condición de que la unidad teórica de esos discursos quede suspendida o en todo caso recortada, que lo añada hechos añicos, invertidos, desplazados, caricaturizados, representados, teatralizados etc. En esa situación podrán ser empleadas. Esas teorías condenan a la condición de menores de edad a los sujetos de la experiencia, se trata de sacar a la luz el reverso de los procesos de totalización, definiendo una empresa “romper el sometimiento de los saberes históricos y liberarlos, es decir, hacerlos capaces de oposición y lucha contra la coerción de un discurso teórico unitario, formal y científico» (página 23/24) Se trata de colocar en el núcleo de su teoría del poder: «inmanencia», «realidad», «multiplicidad». Esto despliega su propuesta respecto del poder: «parece que por poder hay que entender en primer lugar la multiplicidad de las relaciones de fuerza que son inmanentes al dominio donde se ejercen, y que son constitutivas de su organización» (página 121 y 122). El poder está en todas partes; no es que lo englobe todo, es que viene de todos lados (página 121/122). En el absolutismo se intentó centralizar el poder, el movimiento ilustrado acabó con el poder feudal (que era diverso, caótico), permitió el orden de la mano invisible del mercado que estalla y produce los totalitarismos del siglo XX, luego el Estado de Bienestar frente a las masas, para llegar al “individuo singular” y el neoliberalismo con su horizonte de: Estado mínimo máximo Mercado (toda intervención estatal es un error). Se trata del método de la lectura parcial, metonímica que abjura del disco duro pleno de todos los seminarios y textos.
Escepticismo y política de las singularidades
«La sociedad no existe» fórmula típica de la doctrina neoliberal, constatación teórica coincidente con lo que Foucault se planteó desde 1970: el poder se ejerce de manera difusa; está en todas partes, actúa de manera diseminada, y las luchas parciales, locales, diferenciales que surgen a intervalos irregulares no se inscriben en un conjunto más antiguo y global dentro del cual haya que resituarlas para comprenderlas y discernir su sentido. Esta lucha contiene en sí misma su propio valor, su propia significación.
La formulación «la sociedad no existe» puede ser leída en otro sentido, el acceso local no niega la existencia social, no lo abandona, más bien abandona la totalización llevada a cabo a nombre de algo que se llamaría la sociedad. Lo que no existe, no es el mundo social, no existe en LA propuesta unificadora. Foucault se enfrenta a Sartre, al marxismo, al psicoanálisis que pretenden la instalación de un intelectual universal, es decir, el intelectual que se hace «escuchar como representante del universal«, como la «conciencia de todos» (Verdad y poder en Microfísica del poder). Herederos de la ilustración…los analistas hacen seminarios en China, en Francia, en Argentina, en México, en Kuala Lampur, en…
Los filósofos iluministas habrían fabricado un mito filosófico de consecuencias políticas peligrosas: el de la omnipotencia. La Ilustración cree que la razón posee un poder ilimitado, el racionalismo de la Ilustración se negaría reconocer los límites de la razón, sostienen una supuesta única forma de razón, la suya. Una Ilustración: Hitler hablaba de que había que saltar sobre la propia sombra, eso era lo imposible… Por ello iban a ser recordados los SS, porque hicieron lo que tenían que hacer, lo que debían de hacer en nombre de las leyes de la raza, para ello utilizaron el trabajo, como medio de liberarse de los “subhumanos”; es otra forma de ver el anuncio de la puerta de Auschwitz… Los campos de concentración y los hornos de gas fueron iluminados por esa razón. Se legitimaría una forma de narcisismo intelectual que lleva a los científicos y los filósofos (¿a los psicoanalistas?) a pensarse como centro el mundo, únicos capaces de acceder a una revisión total de la sociedad y escapar a la parcialidad. Este intelectualismo erróneo derivaría a menudo en la creencia de los méritos científicos o en lo extenso de sus saberes de sus actos.
La crítica de las ideas «generales», de las teorías «totalizadoras» con los pensamientos del «fundamento» constituye el punto de partida para la invención de una nueva forma, de una forma política que se definirá por qué trabaja a partir de la singularidades, una política que acompaña y respalda las luchas múltiples, los combates sectoriales, no pretende unificarlos, se trataría del punto de partida, en pocas palabras, de la reinvención de una política de la insubordinación que no sería política. El analizante solo busca desplegar la invención que ya tiene su deseo, requiere liberarlo de las inhibiciones del pasado y de los temores que su novedad podría desatar.
No ser gobernado
El Nacimiento de la biopolítica realiza una demostración: a través del neoliberalismo se elabora y se introduce algo liberador, emancipador, crítico: se trata de cuestiones que no se formulan en nuestra actualidad inmediata y concreta, Foucault precisa «¿De qué se trata cuando se habla de liberalismo, cuando nosotros mismos nos aplican la actualidad una política liberal? ¿Y qué relación puede tener con esas cuestiones de derecho que llamamos libertades?» La potencialidad crítica que se inscribe en la racionalidad neoliberal radica en el hecho de que esa tradición se afirmó en el marco una oposición al Estado o, mejor, era enemiga de la razón de Estado.
Un neoliberal afirma «Dios sabe que temo la destrucción del mundo por la bomba atómica, pero al menos hay otra cosa que temo tanto: la invasión de la humanidad por el Estado» Foucault demostrará que el neoliberalismo está atravesado por la idea de que «siempre se gobierna demasiado» o, al menos, de que «siempre es necesario suponer que se gobierna demasiado» (Freud indicando a Ferenczi quien ha de ser su novia; Lacan al proponer el Edipo como normalizador; otros dando indicaciones sobre el fin del análisis…) El neoliberal cuestiona la posibilidad misma del Estado, impone dar una respuesta a esta pregunta «¿Por qué, entonces habrá que gobernar?» No se trata de denunciar que psicoanalizar, educar y gobernar son imposibles (Freud, Lacan) Foucault percibió al neoliberalismo como una encarnación contemporánea de una tradición crítica. En 1978 en su conferencia titulada «¿Qué es la crítica?» asocia la crítica a una actitud, a un gesto consistente en situarse al lado de los gobernados y levantarse contra formas de gobierno, esta reivindicación de libertad no se basa en un rechazo encantado contra todo gobierno, se apoya en una voluntad más modesta, más difusa. Da testimonio de la intención, del deseo de no ser gobernado por “ este modo, por esto, en nombre de estos principios, con vistas a tales o cuales objetivos y por medio de tales o cuales procedimientos, no de aquel modo, no para eso, no por ellos» define a esa crítica como «el arte de no ser tan gobernado«, coincide con el arte neoliberal y con las expectativas de Lacan respecto de aquello que el análisis requiere recibir del arte, allí donde lo precedieron intensamente Deleuze y Guattari.
Política, derecho, soberanía
Foucault demostró que el poder funciona en forma difusa, desperdigada, diseminada, y que las sociedades contemporáneas deberían describirse en términos de sociedad disciplinaria cuyos numerosos dispositivos normalizadores visten los cuerpos y modelan la subjetividad.
El discurso de la Ilustración no introdujo en la historia del pensamiento la ruptura que se le atribuye, su característica esencial fue regresar contra la monarquía el discurso jurídico que esta misma había inventado: «El mecanismo teórico por medio del cual se efectuó la crítica de su monarca,…, con instrumentos del derecho, que había sido establecido por la propia monarquía» (Estética, ética y hermenéutica, en obras esenciales, página 238). Se trata de demostrar que «el sujeto del derecho» es un sujeto sometido desde siempre al soberano cuya superioridad, cuya trascendencia debe reconocer. Ese dispositivo jurídico que puede haber tenido un papel revolucionario y que, a veces, puede encarnar un instrumento de limitación del poder del Estado en nombre de los «derechos humanos», no deja de ser, por cierto, algo que se mantiene encerrado en el marco de la razón de Estado y es, por lo tanto, solidario del ejercicio de la razón jurídica. Paradojas de ese tema: el Ing. Macri y el presidente Obama, el 24 de marzo del 2016, aniversario de la instalación de la dictadura cívico-militar de Argentina, ambos visitarán la Ex ESMA, instalaciones de lo que un un campo de exterminio. Se dijo, se dice, “detrás de cada necesidad un derecho”, solo que también esto es bien “individual” y ¿neoliberal? pues convoca a una responsabilidad impuesta por un derecho ofrecido, se cumpla o no con ella.
La obsesión del pensamiento jurídico siempre fue determinar, constituir una «unidad política» definida por «la existencia de un soberano individual o no, poco importa, pero poseedor por un lado de la totalidad de sus derechos individuales y al mismo tiempo principio de la limitación de estos derechos» (Nacimiento de la biopolítica p. 236). Foucault pretende demostrar que la concepción de esa legitimidad fundamental supone necesariamente la fabricación de cierta imagen real del sujeto:
¿Qué caracterizan sujeto de derecho? Que al principio tiene derechos naturales, claro está. Pero en un sistema positivo se convierte en sujeto de derecho cuando acepta al menos el principio de ceder esos derechos naturales, de renunciar a ello, hizo ninguna limitación de sus derechos, acepta el principio de la transferencia. Es decir que el sujeto del derecho es por definición un sujeto que afecta la negatividad, acepta la renuncia asimismo, acepta, de alguna manera, escindirse y ser en cierto nivel poseedor de una serie de derechos naturales inmediatos, y en otro nivel acepta el principio de renunciar a ellos y se constituye por eso como sujeto de derecho superpuesto al primero. La división del sujeto, la existencia de una trascendencia del segundo sujeto en relación con el primero, una relación de negatividad, de renuncia, delimitación entre uno y otro, caracterizan la dialéctica o la mecánica del sujeto de derecho, en ese momento surgen la ley y el interdicto» (Nacimiento de la biopolítica página 315-316).
La filosofía política se sitúa por el mantenimiento de cierta forma del orden, venerando al Estado, proporciona a los gobernantes un discurso que les da derecho a gobernar. Es interesante: es un derecho para los gobernantes, no para las asambleas…legislativas o las ciudadanas.
Foucault estudió una batalla ocurrida en el año 1066, la invasión de Inglaterra por las tropas de Guillermo el conquistador¿Para qué revive ese pasado? Lo hace para destacar que la guerra fue la que presidió el nacimiento del Estado libre. Ese Estado no representa al pueblo sino a un grupo particular de conquistadores que se fuerza por mantener su dominación sobre otros, entonces la política no representa a los ciudadanos más allá de sus intereses particulares. No es el dominio de lo común, sino de la conquista, es la «continuación de la guerra por otros medios«. Una vez que los vencidos, los derrotados, los «débiles» prefirieron la vida a la muerte, una vez que cedieron, detuvieron la batalla, suscribieron un contrato y por eso mismo «constituyeron una soberanía, hicieron de sus vencedores sus representantes, volvieron a instalar un soberano» en otras palabras, no es la guerra, fue la derrota la que funda de manera brutal la ley y el nacimiento del Estado, es la voluntad de los vencidos al detener la guerra. Se instaló un poder supuesto impersonal ¿Qué consecuencias implican colocar com impersonal la “función” dela anlista?. Dice Foucault:
«el miedo, la renuncia, el miedo… Esto es lo que abre las puertas del orden de la soberanía y un régimen jurídico que es el poder absoluto la voluntad de preferir la vida la muerte: esto va a fundar la soberanía, una soberanía…tan ilegítima como la constituida según el modelo de institución y el acuerdo mutuo» (p. 92)
Aquí encontramos la subversión del sujeto de Lacan acompañando de cerca el acontecimiento propuesto por Guattari. El sujeto es objeto de una subversión, la acción lo trastoca a él, se trata de un sujeto subvertido, nuevo sin articulación con el pasado.
El soberano tiene derecho sobre la vida y “dejaría” (¿…?) de tenerlo sobre la muerte. El derecho de hacer vivir y dejar morir: «la vieja potencia de la muerte, en la cual se simboliza el poder soberano, se halla ahora cuidadosamente recubierta por la administración de los cuerpos y la gestión calculadora de la vida» (Historia de la sexualidad, pág. 174).
Foucault no desconoce que el poder soberano de dar muerte sigue en pie en la modernidad capitalista. Pero es la vida ahora la que el poder busca gestionar. Por ello insiste en que «el dominio que pueda ejercer sobre (los seres vivos) deberá colocarse (ahora) en el nivel de la vida misma …Más aún, haber tomado a su cargo a la vida, más que la amenaza de asesinato, dio al poder su acceso al cuerpo» [pág. 172-173-218, Michel Foucault, Defender la sociedad. Ese volumen recoge su curso de 1975-1976]
El ciudadano que quiere ser gobernado está en el extremo opuesto de un proceder crítico, que tomaría por objeto las relaciones de sujeción para estudiar cómo fabrica subjetividad. En otras palabras, debemos situarnos necesariamente fuera del marco de la filosofía del derecho, de los mitos de la política para buscar cómo fundar una práctica teórica de la resistencia, la lucha y la insumisión.
No dejar hacer al gobierno
¿Cómo salir del discurso del Estado? ¿Cómo combatir al Estado sin recurrir a las armas, los vocabularios, los conceptos que se exhiben, de hecho, en un dispositivo estatal y que rápidamente los configuran, por lo tanto, como sujetos obedientes, sometidos a un soberano?
Se trata de organizar una nueva tradición inventando una forma de analizar al Estado y oponerse a la razón de Estado (los treinta mil muertos en Argentina, los estudiantes de Ayotzinapa, son consecuencia de la razón de Estado). Su característica principal será no participar en el juego del soberano, no utilizar las categorías del derecho. No plantea la cuestión de la legitimidad de la acción del Estado, se interesa por algo completamente diferente, es decir, se interesa por aquello que fuese de «utilidad». Deleuze y Guattari, en particular Guattari insistió en visitar al utilitarismo (William James, Un universo pluralista. Filosofía de la experiencia)
Según Foucault la propiedad esencial de esta nueva política es que lograría emanciparse, liberarse del pensamiento del Estado, debido a la aguda desconfianza con respecto a los dirigentes y los gobernantes, se puede decir que esta forma fabricó algo inédito: una forma de analizar, de hacer política de manera no política. Se valora la ley desde el punto de vista de su utilidad o su inutilidad, es decir, de sus consecuencias perjudiciales o no. Se trata de frenar la transferencia de los propios derechos a otros, no se trata de una sustracción, en una dialéctica de la renuncia sino que por el contrario de una dialéctica de la multiplicación. En las sociedades contemporáneas el poder político funciona a fuerza de obediencia, de resignación, de negatividad.
El homo económico, la psicología y la sociedad disciplinaria
Gary Becker que obtuvo el premio Nobel escribió un célebre artículo en 1968 titulado «Crimen y castigo: un enfoque económico«: el criminal ya no se reduce sólo a un mero acto de transgresión de la ley. Es un comportamiento arraigado en una psicología. El criminal deja de ser concebido como un hombre normal; se lo construye como una «personalidad falsa». Así Foucault sostiene en Los anormales:
«En la pericia psiquiátrica permite doblar el delito, tal como lo califica la ley, contó una serie de otras cosas que no son lento mismo, sin una serie de comportamientos, manera de ser que, claro está, se presenta en el discurso perito psiquiatra como la causa, el origen, la motivación, el punto de partida del delito. En efecto en la realidad de la práctica judicial, para constituir la sustancia, la materia misma susceptible de castigo.» (Página 28)
El poder psiquiátrico, psicológico, e incluso el psicoanalítico fabrican un nuevo tipo de hombre, el hombre criminal, caracterizado por el hecho de que para definirlo, es menos pertinente su acto que su vida, en cierta forma el criminal existe con anterioridad a su crimen. Como si el psicoanalizante ya estuviese construido antes de efectuar un análisis.
El hecho de llevar a cabo actividades criminales o, a la inversa, actividades ilegales o eróticas no es expresión de tendencias inscritas en un psiquismo. Esa elección depende sencillamente de las incitaciones objetivas que reciben los individuos, de los beneficios (con los costos) que son capaces de extraer al realizar tal acto. Un criminal sobresaliente corre el riesgo de ser castigado por la ley porque, en la situación concreta en la que se encuentra, la anticipación de la ganancia del crimen es superior a la anticipación de la pérdida que surgirá si lo detienen o castigan.(Ver filme : La chica danesa, 2015)
La economía neoliberal produce hacer lo que Foucault llama “la borradura antropológica del criminal”. Si, con el neoliberalismo queda potencialmente desestabilizada o se derrumba la totalidad del sistema penal. Algo que se apoya en la patología son el criminal y el poder psiquiátrico:
«En ese sentido, se dará cuenta de que el sistema penal ya no tendrá que ocuparse del crimen y el criminal. Se ocupará de una conducta, en una serie de conductas que producen elecciones, y estas acciones, de las que los actores eran una ganancia, son afectadas con un riesgo especial que no es el de la mera pérdida económica sino el viejo penal e incluso en esa misma tarde económica infligida por un sistema penal. El propio sistema penal, por lo tanto, no tendrá que enfrentarse con criminales, sino con gente que produce ese tipo de acciones» (Nacimiento de la biopolítica, página 293 301,302)
Epílogo: Ubicar las cuestiones en sus diversas situaciones
Sitúo este texto ¿Cuál situación? Practico el análisis, tengo un lugar al que los interesados se dirigen, no trabajo en una institución privada ni estatal. Tengo reparos frente al Estado y a las políticas de los gobiernos respecto de ese tema. No dudo que mis posiciones sean o ¿no sean? libres de pre y perjuicios, solo que desde ahí escribo. El Estado no esperó mi contratación para intervenir, asistir, modificar la actividad de mi vida, mi práctica, incluso perseguir esa actividad. Una reciente devaluación ataco a cada una de las sesiones, sesión por sesión, afectando a los hermanos: el analizante y el analista. Los márgenes de la sociedad son parte del Estado que rige ese socius.
Tengo ilusiones, solo que no comparto que el lugar del analista sea neutro o que se situé al margen de la sociedad en la que ocurre cada análisis. El socius inunda el diván, está en los sueños, en los chistes, en los lapsus, en la vida subjetiva de cada quien: “El hombre de los lobos” tenía sus sueños, entre otras cuestiones por los avatares de la revolución rusa; “Dora”, la amada de Freud desconfía de la energía libidinal de su padre afectado por la crisis industrial de Viena; la “Joven homosexual” no fue ajena a los avatares del nazismo en Viena; a Freud los nazis le colocaron sendos guardias de la SS , dentro de su casa, en la puerta de su consultorio; Lacan guardo silencio y cerro su puño durante la ocupación nazi de Francia, así como no dejo de recibir en análisis a un guerrillero, Serge Leclerc, quien conservó ese nombre de guerra como suyo a partir de su…análisis.
Como analista opero a partir de estar o ser afectado por hechos subjetivos, cada hecho subjetivo es social, está dotado de una forma de singularidad que solo se realiza con otros, ni más ni menos. No hay síntomas ni santhóma sin los otros, de ahí que los santos vienen marchando como dice una letra musical.
Estás líneas son una cita con un texto, como decía Borges cada frase es una colección de citas. Borges rendía homenaje a su amigo Alfonso Reyes, “regiomontano universal”, quien en su obra completa, veintidós tomos, no hace referencias. ¿Por qué? “Si leo un texto lo tengo incorporado, si lo cito confieso que no lo he leído”. Jacques Lacan, en sus seminarios orales practicaba algo semejante.
Análisis, neoliberalismo, política sin política del espectáculo ¿Qué nudo? El neoliberalismo afecta mi práctica, el análisis es una práctica neoliberal. Se trata de salir junto con el analizante de la sujeción, de estar sujetado a una autoridad que trata de imponer cómo vivir, cómo tener sexo, cómo vivir el cuerpo. Nuestra actividad no es independiente, es neoliberal, está desregulada respecto de los horarios, días de “atención”, frecuencia, “honorarios”, no tiene aguinaldo, ni prima ni consuegra vacacional. Ninguna analista está asegurado de seguir siéndolo en la próxima sesión de tal o cual analizante. La autoridad del Estado pretende por vía del saber, de la teoría, controlar al analista para indicarle cómo debe analizar, cómo debe intervenir, esas autoridades proponen indicaciones sobre el ejercicio analítico y sobre su final. El análisis en tanto practica neoliberal se acerca, se confunde, comparte el horizonte de las vidas runflas quienes viven en la insumisión de no dejarse gobernar. El análisis junto con l@s runfl@s hace una política que no es política, es local, es micro, es circunscripta, se trata de la micropolítica del deseo que descubrió Felix Guattari y luego amplió Michel Foucault… ¿Debido a qué razones Guattari en su vista a México y a Brasil quedo sorprendido por las vidas runflas de Tepito (barrio malevo de México, DF) así como de las favelas o luego de las gans de la ciudad de New York, EEUU? Entonces ¿Cómo ejercer una práctica activa de no gobernar? ¿Cuál practica singular, cuál saber singular elaborado en sociedades como las que existen, en las vivimos y practicamos en América Latina? Los horizontes abiertos por Bolívar Echevarría, entre otros, con La modernidad de lo barroco, 1998; Modernidad y blanquitud, 2010, están disponibles.
Subrayado situacionista: he mencionado a Lacan, Deleuze, Foucault, Guattari y otros: efectuaron sus hallazgos, desplegaron sus propuestas viviendo el Estado Benefactor (1945/1946) que funcionaba, mal o bien, pero funcionó: analizantes de Lacan pagaban sus sesiones pues recibían buenos sueldos de empleos en el Estado; Lacan recibió durante varios años su sueldo de psiquiatra en Saint-Anne; su vivienda tenía un régimen de renta casi congeladas; Félix Guattari obtenía un sueldo del Estado en la clínica Laborde; Gilles Deleuze tenía ingresos fijos por la Universidad ; Michel Foucault no dejaba de percibir un salario en el College. Esos ingreso decentes permitían una vida vivible y algo más… Hoy esa situación está en franca retirada en Francia, en Europa, a lo cual añadimos América Latina, el mismo Foucault –ver sus exposiciones en Brasil- donde reiteró una y otra vez que no conocía el régimen del seguro social de salud y de empleo o el régimen de distribución de la renta nacional en ese país, indicaba que percibía diferencias extensas con lo que vivía en Francia. Mi ubicación está dentro de un continente en que ese Estado de Bienestar no hizo ni raíces ni rizomas, no muchos, cuando lo hizo fueron desmontadas y su intento de re-instalarse vive serias dificultades que lo llevan a un Estado calamitoso.
Citas con textos:
Michel Foucault:
Nacimiento de la biopolítica, FCE. ; Defender la sociedad, FCE;
Karl Marx, Crítica del programa de Gotta, Aguilera
Friederick Haye, Los fundamentos de la libertad, Unión. Y “Los intelectuales y el socialismo”, Unión; Camino de servidumbre, Alianza.
Filme, La ley del mercado, Francia, 2014
Milton Friedman, Capitalismo y libertad, Rialp.
Isaiah Berlín, Cuatro ensayos en diálogo con Ramin Jahambe-gloo, Anaya.
Emmanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Tecnos.
John Rawls, Liberalismo político, FCE.
Didier Eribon, Escapar del psicoanálisis, Bellaterra.
Alberto Sladogna, Lacan: ¡Adiós a la cadena significante! ¡¿Y nosotros que la queremos tanto?! , en http://www.escucharte.info/2012/12/lacan-adios-la-cadena-significante-y.html
Geoffroy de Lagasnerie, La última lección de Michel Foucault…,FCE.