Anarquía Coronada

Nadie enterró al neoliberalismo. Sobre «La razón neoliberal», de Verónica Gago

por Pablo Rodríguez


Fina reseña de Pablo Esteban Rodríguez a La razón neoliberal,  de Verónica Gago (Tinta Limón Ediciones, 2014) aparecida en la revista Ñ de este sábado. Un detalle de edición del diario, en particular el título, no dan bien la idea del texto. El libro no afirma que las consecuencias sociales del neoliberalismo «aun sobreviven», sino que estudia la composición mixturas o ambivalente que caracteriza a las estrategias elaboradas desde abajo en y contra el neoliberalismo, que persiste tanto como macro y como micropolítica. Lo más difícil de reseñar de este libro no son sus tesis sino lo que ocurre en el nivel de la escritura y del lenguaje. Allí se desenvuelve una particular maestría para pensar esta carga de ambivalencia. En el plano político, Verónica se desmarca de las antiojeras estatalistas y académicas de muchas investigaciones contemporáneas. Esto se nota, sobre todo, en su uso de la noción de «pragmática vitalista», procedente de un spinozismo orientado a pensar (no en «suponer» o «representar» como hace muchas veces el spinozismo académico, cada día más althusseriano, y a justificar una «autonomía de lo político») el conatus de la multitud en su materialidad práctica y afectiva.

La razón neoliberal, el libro de Verónica Gago está llamado a levantar polvareda y a generar malentendidos. Su tesis, tan simple como contundente, es que el neoliberalismo en Argentina no fue enterrado con la crisis de 2001, sino que se continúa por otros medios. Se disemina a lo largo y a lo ancho de grupos sociales que no son tomados en cuenta en el imaginario que maneja esa clase política que, lejos de irse como pedía el grito asambleísta y piquetero, se quedó y se reinventa. Esos grupos sociales son los migrantes, sobre todo los bolivianos, y Gago los va a buscar en el triángulo trazado entre la villa 1-11-14, la feria de La Salada y los talleres textiles.
Según Gago, el neoliberalismo no sólo es una ideología que busca reducir al mínimo el lugar del Estado en la sociedad. Es también una tecnología de subjetivación, una forma de generar cierto tipo de subjetividad que sin dudas congenia con esa ideología. Se apoya en la idea del “empresario de sí mismo”, que es capaz de vivir en la contingencia y en la precariedad porque acepta desafíos y se arriesga, porque invierte a partir de un capital que está en su propio cuerpo. La referencia de Gago para sostener esta interpretación es Nacimiento de la biopolítica, el curso dictado por Michel Foucault en 1979, mientras unos pocos argentinos corrían detrás de la tablita de Martínez de Hoz.
La dictadura y el menemismo fueron procesos de instauración de un “neoliberalismo desde arriba”. Gago plantea que la vida económica, social y comunitaria que se juega en el triángulo de los migrantes son casos de un “neoliberalismo desde abajo” que se encuentra en una densa madeja donde se combinan una “microeconomía proletaria”, asociada a una red transnacional de productos “truchos” que son “verdaderos” (made in China, made in La Salada), con una “ciudadanía posnacional” que pugna por salir del gueto sin por ello reclamar una inclusión clásica.
Si decir que el neoliberalismo continúa por otros medios no es suficiente alimento para la polémica, quizás lo sea el hecho de que Gago no adopta las anteojeras de la victimización ni la infantilización. En su visión los sujetos concernidos no son pasivos, no necesitan atención y no son “buenos”. Se trata de una investigación militante que se encuentra con sujetos atravesados por contradicciones internas, impulsados por anhelos de autonomía y tensados entre los saberes comunitarios traídos del altiplano y el aliento de formas de servidumbre : la “ambivalencia de la multitud” de la que habla Paolo Virno.
La razón neoliberal discute con La razón populista de Ernesto Laclau y con aspectos de la década que pasó que deben salir a la luz y que ni siquiera, como dice Gago, son responsabilidad exclusiva de un gobierno. Se trata de una mutación global del capitalismo en la que América Latina participa activamente bajo la prédica del neodesarrollismo. Y el debate que promete está llamado a trascender la coyuntura de un “final de ciclo” aún no comprobado porque pone en el tapete la interpretación oficial sobre “el 2001”, a saber, que lo único que se quería era la vuelta del Estado. La realidad es mucho más compleja para todos y todas.

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