Viernes 9 de febrero, casi las seis de la tarde. El predio que rodea la Mutual Sentimiento se ensancha cada vez más para hacernos lugar. Cerca de 1500 mujeres nos encontramos en esta segunda asamblea hacia el 8M. Somos muchas y diversas.
En este feminismo abierto, heterogéneo y popular, entramos todas y ahí estamos: las negras, las putas, las que pasaron por la cárcel, las mujeres trans, las travas, las discapacitadas, las hijas de represores, las sindicalistas, las sueltas, las lesbianas, las trabajadoras de la economía popular, las villeras, las artistas, las desocupadas. Nos reconocemos en los hartazgos y furias, en la fuerza de las apuestas vitales y afectivas, alojadas por la marea feminista y por el deseo que nos mueve a transformarlo todo.
Nuestra herramienta política es la asamblea, nuestros cuerpos vibran en todas las voces, la emoción de sabernos juntas y decididas a parar con este neoliberalismo patriarcal y capitalista que intenta despojarnos de nosotras mismas. Nos encontramos para producir el tiempo del paro, tenemos matices, recorridos y luchas diversas, pero integramos esas diferencias como punto de partida para componer juntas la fuerza que necesitamos. No unificamos. Nos pensamos en situación, con una mirada transversal y múltiple, desde ahí ponemos en común los dolores, enlazamos luchas y reinventamos las vidas que queremos vivir.
Las desobediencias son múltiples, sobre cada dolor se imprime un gesto libertario, amoroso y deseante. Estamos para nosotras. No tenemos a priori, solo la certeza de las heridas históricas y la confianza en la soberanía del acto asambleario que se cocina desde las entrañas.
La apuesta desde el feminismo nunca será una unidad rancia, que gesticula desde la inercia impotente. Lo nuestro es movimiento y agite, palabra colectiva abierta, múltiple y gesto desobediente. No hablen por nosotras. Estamos vivas, libres y en asamblea permanente en cada barrio, en cada casa y en todos nuestros territorios existenciales, desde ahí construimos e irradiamos potencia, porque son nuestras vidas las que están en juego. Llevamos mucho tiempo imaginando esta revolución.
En todos nuestros territorios existenciales, sí, habilitando eso que tantas veces han y hemos nombrado locura.