¿Por qué nadie les pide solicitadas de apoyo a la vagancia, a los que movilizan por el plan, a los que zafan en el FiNes, y sí a los científicos momos del Conicet, a las intelectuales porteñas, a los actores comprometidos y a las twitteras superstar? ¿Por qué los amanecidos no están en las plataformas electorales? ¿Por qué los candidatos nunca buscan el acompañamiento de los guachos, de las turras y los gedientos?
¿Por qué van a las aulas magnas y auditorios universitarios, pero nunca a las plazas peladas donde por la noche todavía ranchan las pibas? Esas pibas que saben que están en guerra, que gritan no, que se plantan sin tanta bandera, que corren cuando tienen que correr. ¿Por qué en una fábrica y no en una cocina? ¿Por qué en una cervecería y no en los pasillos del Bajo?
¿Por qué los guachines solo son imágenes de víctimas en las campañas? Regalo y foto para el día del niño, copa de leche y posteo, datos, twitt e indignación. ¿En qué video de campaña están esas sonrisas pillas, esas miradas especuladoras, esos cuerpos lanzados? ¿Por qué los dueños de la comunicación tienen más para decir que los dueños de este pabellón?
¿Por qué en los spots no aparecen las rochas que bailan en el espejo para ir a Pasión y sí las que se esfuerzan para ir a estudiar? ¿Por qué nadie promete barra libre en los 15? ¿Por qué la gorra sigue siendo la misma? ¿Por qué, Estado presente, es trabajadora social o patrullero? ¿Por qué Maldonado y no Arruga?
¿Por qué la candidata se reunió con pibes del centro de estudiantes y nunca con la runfla repetidora, fuma porro y delirante? ¿Qué frente electoral quiere a esa banda insurrecta que rechaza familia, militancia, trabajo y futuro garrón? Esa banda invisible, fiestera, anónima, que a fuerza de rola, intuición, plantarse y cartoncitos flashean visuales nuevas de los mundos que vendrán.
«¿Por qué Maldonado y no Arruga?» la pregunta es un mazazo en la conciencia
morite de cancer