Mejor caer en alguna secuencia antes que ser Acuña, vigilante, docente. Mejor perderse por los pasillos antes que ser recuperado por semejante ortiba. Mejor quedarse en el barrio escuchando a los mayores. Aprender cómo se camina, como se habla, cuando se calla. Mejor quedarse en la esquina escabiando y quemando basura, que quemarse viva porque la estufa eléctrica derritió los cables. Mejor encontrarse en los pasillos que ser empleada, alumno, gato del plan, becado, abanderada, incluido. Mejor hacerse respetar que hacer la cola de la copa de leche. Mejor escruchar que barrer cordones. Mejor estar en el rancho jugando al LOL que hacer la tarea por zoom. Mejor ser fiesta, gedencia, maldita, dañino, verdugo, zorra, guachin. Mejor ser alguien, antes que ser un número, estadística, caso. Mejor ser transa, trapero, chorra, amigo que llevar un CV, que esperar una hora en la vereda para ver si te toman, que terminar la escuela, que ir al centro comunitario a hacer talleres imbéciles, que limpiar por hora. Mejor vivirla que esperarla. Mejor rajar sin nada que quedarse quieta haciendo caso. Mejor perderse dentro de una misma en un viaje eterno de Merlo a Once que esperar obediente que la encuentren. Mejor entrar a todo ritmo en los pasillos y encontrar la muerte, que la muerte los encuentre acá a la vuelta, en cualquier esquina, en cualquier patrullero, en cualquier gilada. Mejor encontrarse con los guachos en los pasillos antes que sentarse y esperar que los días pasen. Mejor ir a la escuela como excusa, huida, ranchada, previa, encuentro. Como tierra nueva para hacer frente a esta vida ortiba.
Posfacio con deudas // Ricardo Zelarayán (1973)
No sé cómo empezar esto pero empiezo nomás. Hoy estaba almorzando en