Marchar a la comisaría sabiendo la respuesta, llorar a los muertos de ambos bandos, hacer cuadras de más para evitar a los giles, esperar el 238 en Libertad. Acompañar a la mamá con los tapper al comedor, marchar unos pares de veces para que ella entre en el listado de altas. Pensar en su viejo cuando escucha hablar de desaparecidos en la Básica de la otra cuadra. Embarrarse al pedo, hacer los deberes en la copa de leche, sentir vergüenza en la escuela.
Los besos que ya no quiere dar, los pibes que son unos panchos. Las amigas hechas madres, hechas putas, hechas mierda. Los besos que sí quiere dar pero no encuentra. Los cansancios, los exámenes. Aprender a caminar haciéndose respetar donde no existe el respeto, ni la memoria, ni la verdad, ni la justicia desde hace muchos años.
Volantear en el centro con tal de no quedarse en el barrio. Un trabajo, una excusa, una huida, estar en marcha. Ser promotora para no querer ser nunca madre, cualquier cosa menos madre, menos hija. Repartir papelitos en el centro, respirar ese aire sucio. Soportar la mano del chabón sobre la calza bien clavada. Soportar las cosas que le dice al oído, las invitaciones, soportar cualquier cosa, pero cualquier cosa posta con tal de estar lejos.
Le duele como acá, por la boca del estómago y se le llenan los ojos de lágrimas cuando vuelve en el Sarmiento. No quiere ni volver, ni estar, ni irse. No quiere ya casi nada. No quiere esto que siente y no sabe qué es.
No quiere nunca más acompañar a la abuela al cajero, hacer la cola mientras esa vieja egoísta espera sentada en una parecita a la sombra. No quiere ir a trabajar a la feria para la tía que mal paga. No quiere ir a la parroquia ni a los talleres por la beca.
No quiere reemplazar a Gladys el 24 en la marcha porque es feriado y no tiene donde dejar a sus nenas. No quiere ir por un bolsón, no quiere viajar tan lejos por tan poco, no sabe qué puede pasar. Está harta de hacer caso, no quiere volver tan tarde, no quiere soportar a los guachos que se escabian y se ponen pesados, ni llevar la bandera porque le da alta vergüenza que alguien la vea.