De Malvinas varias cosas. La primera es esta .El 3 de mayo de 1982 un grupo de ciudadanxs argentinxs distribuyó un documento de cuatro carillas titulado “Malvinas: detener la guerra injusta”. El texto llevaba la firma de Grupo Cívico, preservando la identidad de sus miembros, pues la dictadura cívico militar negaba los más elementales derechos políticos. En el documento se lee que el desembarco en Malvinas fue parte de una maniobra para “desviar el curso de conflictos sociales”, que “Argentina no puede pretender derechos de soberanía nacional (aspiración “legítima”) sin la vigencia efectiva de la soberanía popular” y que “nuestro verdadero problema es la recuperación de nuestros derechos humanos y políticos”. No se trató de una iniciativa aislada. Con el título de “Constitución o desastre nacional”, otro documento firmado por el mismo grupo el 18 de julio de 1982 cuando la “la aventura de Malvinas” había ya terminado, se refería al “patrioterismo infantil y oportunista” de “casi todos los dirigentes políticos y gremiales del país”.
Entre quienes redactaron estos documentos se encuentran el ya fallecido Ovidio Palazoli y Enrique Carpintero, quien me facilitó las copias aclarándome que fueron muchas y muy valientes las personas que participaron de la escritura, la impresión y la distribución de estos materiales.
Son muchas las razones por las que vale la pena rescatar hoy, a cuarenta años de la guerra, estos documentos. Van algunxs
1. Porque, como decía León Rozitchner en su libro «Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia. El punto ciego de la crítica política», sigue pendiente la crítica del modo de pensar de quienes apoyaron la guerra -muchos de ellxs autopercibidxs como parte de una izquierda o progresismo a cargo de la critica política- sin detenerse a meditar sobre el hecho que la guerra no podía ser anticolonial si el gobierno que dirigía el desembarco en las islas era el mismo que torturaba en los sótanos de la Esma y Campo de mayo a los militantes que hubieran protagonizado en una gesta emancipatoria, ¿Cómo podía confiarse una guerra supuestamente antiimperialista a una Junta Militar que se mostró como garante nacional de esos mismos intereses frente a las fuerzas populares en el país?
2. No haber pensado esto en su momento no es tan escandaloso como negarlo ahora, cuarenta años después. Porque aquellos fragmentos de nuestra historia que no alcanzamos a pensar críticamente resultan, por eso mismo, destinados a ser utilizados por las derechas para reactivar ilusiones populares reaccionarias. Siempre es así (volvió a ocurrir con la convertibilidad de Menem Cavallo, si, el mismo Cavallo que ya trabajaba para aquella junta) y es cada vez mas asíl
3. El «grupo cívico» demuestra que siempre hay condiciones para resistir. Ellxs no tenían ninguna información especial. Como se relata en la novela de Hans Fallada, «Sólo en Berlin», incluso en la ciudad tomada por los nazis una pareja de trabajadores repartía cartas anónimas denunciando la guerra.