por Pablo Waisberg
La biografía del banco británico HSBC incluye haber financiado la guerra del opio y contribuir al lavado de dinero proveniente del narco mexicano. En Argentina, la justicia, la agencia recaudadora y el parlamento lo investigan por sus tejes y manejes para forzar la devaluación del peso en el verano pasado, y por sistemáticas maniobras de evasión fiscal. Con los clientes más vip del mundillo local, el banco se prepara para seducir a los medios de comunicación.
Lavado de dinero y evasión fiscal. Esos fueron los cargos que se repitieron en las denuncias contra el HSCB en los últimos dos años. En julio pasado se sumó otro peor: participar de “operaciones especulativas en los mercados de cambio”. Lo acusaron, junto a otros seis bancos y a la petrolera Shell, de forzar la devaluación de enero. Poco después, la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), uno de los organismos que supervisa el sistema financiero, pidió acelerar el proceso por “evasión agravada” que había iniciado la AFIP. Esa fue la señal que necesitaron en la sede argentina de la casa británica, que acumula multas de la Unidad de Información Financiera (UIF), para alinear a sus tropas. A la batalla legal sumaron el frente comunicacional: en los primeros días de noviembre reemplazaron la política de “boca cerrada” para avanzar en una campaña quirúrgica de relacionamiento con los medios de comunicación. Pero, cuando todo estaba listo, estalló la última bomba.
En su oficina del piso 16 de la Torre Fortabat, el CEO y presidente del HSBC Gabriel Martino, vio la conferencia de prensa en vivo y en directo. Desde esa sala, con vista a la Dársena Norte de Puerto Madero, escuchó la acusación del jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, quien sostuvo el pasado 27 de noviembre, que el banco que él encabeza formó una “asociación ilícita”, una “plataforma ilegal” para permitir a sus clientes de elite gambetear al fisco. Pero eso no fue todo. «El HSBC de Argentina tiene una cuenta oculta en Suiza y, además, el presidente del banco posee una cuenta no declarada en el HSBC de Ginebra», afirmó Echegaray. Tal vez, en ese instante, Martino pensó que había llegado el momento de Federico Etiennot, elegido como nuevo Head of Communications de la entidad. El cambio de hombre –y de política- implica que el flamante jefe del área concentra las funciones de una Dirección de Comunicación con la de una Dirección de Asuntos Públicos.
“Hablar de Asuntos Públicos es poner en relieve aquella práctica donde se gestiona la reputación de la empresa-dirigente-institución. Implica mediar entre los intereses de las firmas dueñas de medios de comunicación, los periodistas y la sociedad civil. Utiliza herramientas de persuasión que se insertan en una zona gris entre lo correcto y lo posible, según la ética individual de quien desarrolle la actividad”, describe un integrante de una consultora de comunicación que realizó esa tarea durante varios años al servicio de diferentes multinacionales.
El opio de la gente
El HSBC ocupa un lugar en la crema del sector financiero. “Tiene los clientes de mayores ingresos y juega directamente en la alta gama del sector”, asegura un hombre que lleva muchos años trabajando en el Banco Central. Pero también es un banco que importa billetes de sus casas matrices e, incluso, le vende dólares al Banco Central cuando la autoridad monetaria se queda sin los billetes verdes que trae desde la FED (Federal Reserve System, la entidad público-privada con las funciones de lo que sería un Banco Central en Estados Unidos).
El banco cuenta con 4023 empleados. Tiene más personal que el Citibank (2784) o que Industrial and Commercial Bank of China (3563), pero menos que el Macro (7900), del argentino Jorge Brito. Con todos ellos comparte el ranking de los diez bancos privados que operan en la Argentina, según la autoridad monetaria. Más de la mitad de esa lista poseen sus casas matrices en el extranjero: Gran Bretaña, Estados Unidos, España o China. La compañía que encabeza Martino administra 309.197 cuentas corrientes y 863.967 cajas de ahorro; concentra 1.481.633 tarjetas de crédito y libró préstamos a 18.775 empresas, según las estadísticas del Banco Central para marzo de 2014.
Su origen tiene otros bemoles que no aparecen en esos números. Nació en el año 1865, su sigla significa The Hongkong and Shanghai Banking Corporation y fue fundada con el objetivo de administrar los fondos que generaba el tráfico de opio que motorizó Gran Bretaña para aceitar las rutas comerciales con China. La isla que dio las mayores crónicas sobre piratas encabezó la jugada cincuenta años antes: China sólo aceptaba plata para pagar sus productos y esto fue generando un déficit del lado británico que, para compensar, decidió obtener el metal plateado vía el tráfico de opio que cultivaba en India. Para frenar el tráfico China prohibió el narcótico en 1930 y nueve años después, viendo el empeño que ponía Gran Bretaña, Lin Hse Tsu -funcionario del imperio chino- le envió una carta a la reina Victoria I. Le pedía que frene el comercio ilegal y advertía que los barcos que llegaran con esa hierba estimulante a China serían incendiados, independientemente de la bandera que tuvieran. El pedido no tuvo ninguna respuesta formal: la respuesta real fue la fundación del HSBC.
El tesorero
Esa historia no es gratuita. Un sector del Gobierno nacional tiene la lupa puesta sobre el banco. “Es un banco depredador y globalmente hace mil cagadas”. Una de esas fue –según la fuente- la manipulación de la tasa Libor, que terminó con una multa para el HSBC y otros cuatro bancos por 3400 millones de dólares. «Los operadores usaban esa información para determinar sus estrategias de compra de divisas, buscando manipular las cotizaciones para que sus casas obtuvieran ganancias», indicó el comunicado de la Autoridad de Conducta Financiera de Reino Unido. Otra, la que se destapó con la lista que un ingeniero en sistemas -Hervé Falciani- se llevó de la filial suiza del HSBC: ahí hay datos de 130 mil evasores y más de 4.000 son argentinos.
En Buenos Aires, la UIF le aplicó multas por casi 104 millones de pesos por no informar operaciones irregulares –una de ellas de la consignataria rural Zerllafot Campos Salto y de la Asociación Mutual de Panaderos Unidos del Tercer Milenio-, que el banco apeló ante la Justicia; pero en Estados Unidos pagó 1900 millones de dólares para congelar una investigación por lavado de dinero. La causa la llevó adelante el Departamento de Justicia durante 2012 y el Senado estadounidense acusó a la conducción del HSBC de no frenar operaciones de lavado de activos de narcos mexicanos, pese a que tenían indicios de que se trataba de procedimientos irregulares. Para los investigadores estadounidenses, la sede mexicana del HSBC envió unos 4000 millones de dólares desde México a Estados Unidos. Una parte de los billetes verdes viajaron en camiones de caudales que cruzaron la frontera caliente, y otra parte migró en aviones.
“Aceptamos la responsabilidad por nuestros errores pasados. Hemos dicho que lamentamos profundamente haberlos cometido y lo volvemos a repetir. El HSBC de hoy es una organización fundamentalmente diferente de aquella que cometió esos fallos”, sostuvo el jefe máximo del HSBC, Stuart Gulliver, al confirmar que pagarían las multas. La decisión de poner un billete sobre otro garantizó el cierre de la investigación penal que implicaba penas de prisión para los responsables.
Martino era el tesorero y miembro del Comité Ejecutivo de ese banco. Viajó a Buenos Aires a mediados del 2012 cuando aún no se había cerrado la causa, que fue clausurada a fin de año. “El HSBC definió a la Argentina como uno de los veinte mercados estratégicos donde quiere operar”, explicó Martino, hincha fanático de San Lorenzo, en una entrevista publicada por El Cronista en junio de 2012, al explicar por qué la casa británica lo premió con un ascenso. Hijo de un matrimonio de contadores y nieto del dueño de una casa de cambio, Martino regresó a Buenos Aires para ampliar el peso de la entidad con la vista fija en China. “Argentina necesita millones y millones de dólares en infraestructura. Puede endeudarse en el mercado diez puntos del producto en infraestructura”, afirmó en una entrevista publicada en la edición de abril de este año de OrientAr, la revista de la Cámara Argentino-China, que dirige Carlos Spadone y que lo eligió como foto de tapa de ese número.
Martino se convirtió en el tercer vicepresidente de la Asociación de Bancos de la Argentina, que reúne a los bancos internacionales que operan en el país, y encabeza Claudio Cesario. Desde su llegada crecieron las operaciones de plazo fijo de clientes individuales y también de empresas. Aumentó la cantidad de compañías que operan con el banco y la cantidad de tarjetas de crédito. También se dedicó a cosechar relaciones políticas, al acercarse al funcionario macrista y hermano del jefe de Gabinete porteño Augusto Rodríguez Larreta. Y circuló –como corresponde a un ejecutivo de su nivel- entre las fiestas de la exclusiva José Ignacio, en Punta del Este.
Manganetas
El expediente que inició la AFIP está ligado a dos empresas, Más distribuidora SA y Recaudaciones y Servicios del Sur SRL. Utilizaban facturas truchas y CUIT genéricos para blanquear fondos y evadir impuestos. La investigación, que lleva adelante el fiscal Jorge Dahl Rocha y que involucra casi 400 millones de pesos, aún no arrojó resultados concretos. Sin embargo, las declaraciones públicas del titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, son más potentes que el ritmo que lleva esa causa: “No insistan más en buscarme en eventos y mantener un contacto, frente a estas maniobras deben ir pagar, devolverle al Estado lo que corresponde y además ver todos los movimientos que hicieron con cuentas genéricas que desplegaron con privados”. Fue el 18 de marzo del año pasado durante una conferencia de prensa, e hizo dejar por escrito esa frase que plantea una acción de lobby directa sobre un funcionario público. El HSBC no salió a desmentir públicamente la acusación. Un año y medio después la AFIP participó del allanamiento de tres sedes del HSBC, que incluyó a la casa central.
En agosto pasado la Procelac pidió el procesamiento de los directivos del HSBC. La medida aún no se tomó porque –según fuentes judiciales- “falta investigar” y lo que se hizo hasta ahora “no alcanza para procesar” al actual jefe regional del HSBC y ex número uno en Buenos Aires, Antonio Miguel Losada, y a su reemplazante Martino, además de los directores Marcelo Luis Degrossi, Alexander Andrew Flockhart, Simon Christian Martin y David Clive Kenney. Según la presentación de la Procelac, que respaldó la denuncia de la AFIP, el HSBC omitió “informar deliberadamente” los movimientos de Más distribuidora y Recaudaciones y Servicios del Sur. La colaboración estaría demostrada por la forma en la cual el HSBC construyó la Clave Bancaria Uniforme (CBUs) de esas firmas, que se utiliza para identificar y realizar transferencias entre cuentas. Además, la estructura que encabeza Carlos Gonella sostuvo que HSBC no informó a la AFIP vía el Sistema Informativo de Transacciones Económicas Relevantes (SITER) sobre los movimientos superiores a los diez mil pesos, como estipula la legislación vigente. Tampoco las cuentas bancarias de ambas empresas, “ocultando de ese modo su existencia, lo que imposibilita la función de trazabilidad de las operaciones realizada por la AFIP”, indicó.
Pero la Procelac fue más allá y analizó el rol de los funcionarios del Banco Central. En la Inspección de Tecnología de Informática y Sistemas realizada por la autoridad monetaria del 4 al 29 de octubre de 2010, se encontraron “debilidades que hacen a la potencialidad de riesgo de eventos de fraude interno y/o externo al HSBC”. También mencionó la medición CAMELBIG, hecha entre el 4 de octubre de 2010 y el 29 de abril de 2011. Ese sistema de calificación adoptado por la Superintendencia de Entidades Financieras y Cambiarias del Banco Central mide la calidad de las entidades financieras en una escala de uno a cinco, donde uno es el puntaje máximo. El HSBC, que rankea entre los diez bancos privados que operan en el país, obtuvo apenas un tres (de la mitad para abajo).
Por último, puntualizó los resultados de una evaluación sobre el compromiso de la casa británica en la prevención y el combate al lavado de dinero. Se hizo entre el 4 de junio y el 10 de agosto de 2012. El Banco Central encontró varias inconsistencias –no hay un “adecuado” análisis de cheques y los reportes de operaciones sospechosas demoran más de 150 días- y, pese a ellas, incluyó conclusiones que sorprendieron a los fiscales. “Las graves fallas observadas en el HSBC Bank Argentina merecieron por parte del BCRA comentarios del siguiente tenor: ‘La dirección, gerencia y el personal han demostrado en todo momento una muy buena predisposición para las sugerencias y recomendaciones realizadas por la inspección’”. Los fiscales subrayaron con tipología negrita la frase “muy buena predisposición”, que quedó por escrito en el expediente 101125/12 del Banco Central.
La sorpresa se tradujo en un pedido concreto: “Corresponde investigar el comportamiento de las autoridades y de los responsables de las respectivas áreas del BCRA que intervinieron en las evaluaciones señaladas, con motivo de la falta de adecuado control del funcionamiento del HSBC Bank Argentina que permitió que la entidad ocultara la existencia de cuentas mediante las cuales circularon al menos $397.030.616”, agregaron los fiscales en el escrito presentado aún con Juan Carlos Fábrega al frente del Central.
Muy lejos de aplacarse, el frente legal de la casa británica –que incluye multas de la UIF por más de 100 millones de pesos- siguió creciendo con la denuncia por la corrida bancaria de enero pasado. En ese caso la lupa incluye al Banco Galicia, Citibank, BBVA Banco Francés, BNP Paribas y JP Morgan Chase Bank, Banco de la Provincia de Córdoba y a la petrolera Shell. La causa la llevan adelante el fiscal en lo Penal Económico Emilio Guerberoff y su colega Gonella.
Acusaron al HSBC de formar parte de una «coalición» que actuó en forma coordinada para realizar una serie de «operaciones especulativas en los mercados de cambios de divisas, generando un alza de la cotización del dólar con el propósito de provocar la devaluación del peso». Subrayaron que esas maniobras les reportaron “extraordinarios beneficios económicos al conjunto del sistema financiero y en particular a los bancos denunciados: casi 10 mil millones de pesos en el primer mes de este año frente a los 427 millones de enero de 2013″.
Entre los siete bancos, el HSBC parecería ser el primus inter pares. Esa característica fue señalada en la presentación judicial. Allí se detallaron las «llamativas operaciones realizadas en el mercado minorista por la petrolera Shell y el HSBC por volúmenes y precio de cotización exorbitantes». Según la denuncia, durante el 23 de enero pasado el HSBC jugó fuerte en el mercado mayorista de divisas, hizo operaciones a 8,5 pesos por dólar y contribuyó a elevar la cotización del billete verde un 18,21 por ciento. Además, realizó tres operaciones de venta de divisas a Shell por más de 4,5 millones de dólares “a una cotización de 8,70 pesos, cuando el día anterior había cerrado la cotización a 7,12 pesos”, puntualizaron en el sitio Fiscales.gob.ar, que concentra la información del Ministerio Público Fiscal.
Sobre la argumentación de la denuncia también trabajó Pedro Biscay, que en ese momento coordinaba el área de Fraude Económico y Bancario de la Procelac. Biscay, quien hoy es director del Banco Central secundando a Alejandro Vanoli, definió el comportamiento de las entidades denunciadas como «colusivo, con el objeto de desestabilizar el orden económico». Esa denuncia adquiere otro peso tras la renuncia de Fábrega a la conducción del Banco Central y el apartamiento de otros directivos de la entidad cuestionados por su vinculación con algunos operadores del sistema financiero a los que debían regular.
El elegido
En ese escenario de acusaciones judiciales y endurecimiento de los controles sobre la operatoria bancaria y cambiaria, el HSBC cambió su política comunicacional. Federico Etiennot, el nuevo Head of Communications, tendrá entre “sus principales desafíos consolidar el posicionamiento de la compañía en los públicos externos y promover el diálogo con los colaboradores de la organización”, según reprodujeron distintos medios especializados en comunicación empresaria. Esa fue la misma tarea que tomó el frente de Barrick Gold, su último destino laboral. Allí encabezó la política de cambio comunicacional que lideró la megaminera que extrae oro en San Juan y que, muchas veces, fue la punta de lanza de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), que en los últimos años desarrollaron campañas y presentaron informes técnicos, económicos y ambientales pulidos en distintas consultoras de prensa. El eje de esos trabajos –que compartieron otros comunicadores privados- fue convencer de que las multinacionales mineras sufrían una excesiva presión impositiva, eran canteras de empleo y su impacto ambiental no superaba a una curtiembre del conurbano bonaerense.
La conferencia de prensa que dio Echegaray el jueves 27 de noviembre puso a prueba la decisión estratégica del cambio comunicacional. Ese día el piso 16 con vista al río hirvió. La discusión estaba centrada en cómo responder y, como suele ocurrir, había dos líneas de comportamiento: una que propuso una respuesta acotada, que buscaba no tensar más la cuerda. Pero lo que salió fue otra cosa, la expresión concreta del cambio de política comunicacional y, también, de coyuntura: la respuesta fue al filo de la corrección política e incluyó no uno sino dos comunicados. Uno fue por el HSBC y otro por Martino.
El banco aclaró que cumplía “con la ley argentina y todas las normas que regulan su actividad en el país”, rechazó “enfáticamente su participación en asociación ilícita alguna” y aclaró que “no tiene cuenta” en el HSBC Suiza. En la misma línea salió Martino, quien fue más allá y dijo que Echegaray mentía: “Las declaraciones hechas por la autoridad de la AFIP en relación a la existencia de una cuenta en HSBC Suiza bajo mi nombre son absolutamente falsas. No poseo una cuenta en HSBC Suiza ni en ninguna otra institución bancaria de ese país”. Esa definición también podría ser fácilmente rebatida por el organismo, que un día después ratificó la denuncia ante el Juzgado Nacional en lo Penal Tributario 3. Ahora Martino y su equipo harán silencio.
La batalla que acaba de subir de nivel será picante. No se trata sólo de decirle a los clientes –como escribió Martino en una columna en el diario Ámbito Financiero- que el objetivo del banco es “ayudarlo a concretar sus sueños”. Porque lo que vuelve a estar en el centro de la disputa es el nombre, la marca, y su rol en el mapa local y mundial. Los bancos en general aparecen como los cucos del sistema. Esa ubicación en el imaginario social no está en relación con la historia pasada, sino con lo que se vivió ayer mismo con la crisis de las hipotecas basura y los hogares rematados como caramelos. La historia del HSBC –que el año próximo cumplirá 150 años sin contabilizar ningún salvataje- se vuelve a poner en juego en esta partida. Pero esta vez la disputa no es solamente discursiva, está cruzada por el condimento legal y la posibilidad de un final con rejas es un fantasma que recorre el banco.