Anarquía Coronada

Los guachos, la docente y el gendarme // Diego Valeriano

Ella se planta, se empodera, postea. Es brevemente bandera, indignación, relato. La prepotencia del gendarme la subleva, aprieta el puño, el corazón le late. Sabe que es ahora, sabe que puede, piensa en los likes. Piensa en llegar a la escuela, hablar con las compañeras, que le lleguen wasaps preguntando si está bien, discutir con Gladys que tiene el hijo gendarme. Que suene el timbre y contarle a sus alumnos. Está nerviosa pero feliz, feliz a pesar de la secuencia que está viviendo, a pesar de la cara de la vieja que viajaba al lado suyo en el colectivo. Está un poco molesta porque el gendarme sabía de la ley que ella ni sabia. Una ley hecha para justificar el control social le tendría que haber dicho. Una ley que desapareció a Santiago. Pensó en decirle que sea más respetuoso que ella era docente, que podía haber sido su maestra o la de sus hijos. La señora de al lado abre feliz su cartera, le mostró el DNI y le dijo gracias hijo. El gendarme no sonrio, pero en sus ojos había un de nada.

No fue su alumno, pero fue alumno, mal alumno y eso lo hizo gendarme. Cuando le dice que es docente se acuerda de la profesora Menendez que le hizo llevarse Historia tres veces allá en Clorinda. Se acuerda de lo que le costó la escuela, de lo malditas que eran casi todas las profesoras, se acuerda con una sonrisa porque ahora las entiende. Él quiere también que lo entiendan, él quiere casi lo mismo que la profesora, quiere que todo esté mejor, que todos podamos tranquilos  y que lo respeten.

En el fondo del bondi dos guachos miran la secuencia. Están tranquilos porque para ellos los cacheos son cosa de todos los días. De toda la vida. Llamativamente no tienen nada encima, aunque esos ojos rojos los delaten. Los cacheos, los aplazos, la psicopedagoga, las horas muertas en la escuela, las charlas interminables para que de una vez cambien, las lágrimas de la vieja, repetir y repetir como fuga. Por alguna razon les gusta la espectacularidad del despliegue gendarme: Las armas, el porte, los chalecos, las camionetas cortando la avenida. Fue lo primero que comentaron cuando se la vieron venir. Ellos siempre son fija, así que les gusta un poco que se la agarren con las viejas primero. Una mina salta y dice que es docente. La tensión crece en el bondi, la mina saca el celu y empieza a filmarlo. El gendarme se pone mas duro aun. Todo puede explotar en un segundo. A ellos dos les encanta la secuencia, les encanta tanto que se les dibuja una sonrisa. Está bueno que por una vez se peleen entre ortibas y los dejen un poco en paz a ellos.

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