El ataque a Cristina es misógino y patriarcal desde siempre. Ahora más. Ponerla presa, inmovilizarla, es propio de una violencia machista que busca amedrentar y disciplinarnos. La corrupción, sabemos, es lo que hace este gobierno: entrega de territorios, de soberanía, de dignidad a cambio de deuda.
Mientras Milei va a saludar al hacedor del genocidio contra el pueblo palestino, se ratifica la proscripción política de CFK. La geopolíitca de la proscripción es evidente: la “condena” es una manufactura de una Corte Suprema que escribe lo que quieren los dueños del poder económico. Es una resolución dictada por la AMCHA (la Cámara de Comercio de EEUU en Argentina), la misma que persigue a lxs feriantes de La Salada. Es un texto a medida de los negocios de Macri y compañía.
Mientras la gente sale a las calles a repudiar lo que es vivido como un cepo al voto popular y a la democracia —sabemos: racista, clasista, sexista— pero aún así terreno de luchas abiertas justamente para hacerla más democrática, el gobierno de Milei anuncia más toma de deuda externa. Los dueños aceleran sus negocios, monigotes del imperialismo que apuestan a la guerra y el dólar, al empobrecimiento y la desesperación.
Nos queda activar desde las calles, desde la organización popular, transfeminista y transversal. Unir las luchas sigue siendo la tarea.
Nos toca convocar en asambleas, en las plazas, en nuestras comunidades y colectivos. Necesitamos hacer crecer la movilización y las acciones desde abajo.
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