Lo que ocurrió en la presentación de «Las series infinitas» // Golosina Caníbal

¿Conocen la historia sobre la presentación de Las series infinitas? Resulta que un fin de semana a un grupo de lectores se le ocurre irse en caravana hacia La Matanza para celebrar la publicación de la última novela de Pablo Farrés. La reunión era en una biblioteca popular pero no todos los visitantes habían reparado en el nombre. Al llegar al páramo matancero, el grupo de fanáticos traspuso la puerta con ansiedad y bríos de ver al autor, de palparlo, de ensalzarlo pero en su lugar encontró a una pobre vieja esmirriada, sentada en una mecedora del Bajo Buenos Aires, rodeada de pilas de libros nuevos y polvorientos. Los ojos de la momificada señora se incrustaban en una piel de papiro color marrón té con leche, el contorno del rostro se marcaba por la túnica que la envolvía con su blanco percudido y sus líneas celestes. El grupo de lectores que había realizado la incursión a los confines del conurbano preguntó incrédulo: “Buen día, señora. ¿Y Pablo? Venimos a la presentación de la novela de Farrés”. Un leve movimiento de la boca antigua exhaló una respuesta que caló hondo y que sembró el desconcierto en la mínima multitud. La vieja decrépita dijo: “Yo soy Pablo Farrés”. Fue un desconcierto oscuro y absurdo lo que reinó en la postergada biblioteca popular que debía ser guarida del gran novelista y, sin embargo, parecía más bien asilo de una mujer resecada por la vida y recorriendo el pasillo final hacia la extinción. Uno del grupo se acercó unos centímetros más hacia la vieja en la mecedora y la observó con atención. Cuando niño, este inocente lector había padecido de rosarios y rezos, sabía de santos y mártires, podía recordar con claridad los pasos de una misa hecha y derecha. Entre los recuerdos de este viajante que observaba los ojos transparentes de la momia bonaerense, que escuchaba aún los ecos de la frase absurda que la vieja había expelido, que sentía un aroma a desierto y a incienso y a la esperada choriceada en honor a Pablo Farrés, entre ese maremágnum de estímulos el lector preguntó: “¿Madre Teresa? Pero… ¿usted…? ¿Usted es la Madre Teresa?”. El desconcierto fue total. De repente, el grupo de lectores que había recorrido rutas inhóspitas, que había abonado peajes insólitos, que esperaba poder brindar con Farrés por su gran novela experimental, se encontraba con esta broma… ¿La Madre Teresa de Calcuta? ¿En una biblioteca popular de Virrey del Pino? ¿No había muerto? ¿Y Farrés? ¿Dónde estaba Farrés? La momia santa, cuando nadie lo esperaba, movió una pierna, luego otra, desovilló su cuerpo y se paró delante de los desconcertados lectores. Madre Teresa, beata de los enfermos, consideró que era necesaria una explicación:

“Jóvenes, entiendo la confusión y las expectativas quebradas. Ustedes esperaban a un poderoso escritor vanguardista y se encuentran con esta anciana dedicada al pobre, al enfermo, al necesitado. Seré breve si me lo permiten: yo no morí, yo estoy aquí, yo soy Pablo Farrés. ¿Acaso nada aprendieron de Las series infinitas? ¿Qué leen cuando leen a Farrés? Mi nombre es Pablo Farrés pero también es Madre Teresa, o Claudio Scherer, o Mariana Enríquez, o Fernando Sabag… ¡Es suficiente! ¿Pero en serio no entendieron el virus que recorre las 600 páginas de mi última obra? ¿O es que solo vinieron por el choripán? Fui Madre Teresa y recorrí las series infinitas del milagro y del martirio, del don y del pecado, de la vida y de la muerte. Algunos desagradecidos empezaron a hablar del ‘lado oscuro de la Madre Teresa de Calcuta’, que instalábamos una ‘cultura del sufrimiento’ entre los más necesitados, que detrás de este rostro bondadoso y apergaminado se escondía un anciana cruel… Tuve que huir. Algunos viejos amigos alemanes me recomendaron este desierto en el sur del mundo. La Argentina me cobijó en este borde bonaerense, aprendí el idioma, pensé en retomar mi obra de caridad pero ya estaba desencantada. Busqué respuestas en la noche de La Matanza, hubo alcohol, hubo drogas, hubo cuerpos, también me llegó la marca: di positivo. No creo que haya que explicar más, está todo en Las series infinitas, cambié nomás algunos nombres. Yo soy Pablo Farrés, ¿quién se encarga de los chorizos?”.

 

* Este texto fue leído en la presentación de Las series infinitas, de Pablo Farrés (Editorial Nudista, 2022) en la Biblioteca Popular Madre Teresa en la localidad de Virrey del Pino, La Matanza, Buenos Aires, el día sábado 10 de septiembre de 2022.

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