Leer no es de lectores ni escritores, no es de ferias, ni de libros, ni de funcionarias luchonas, empresarios o editoriales independientes. Es otra cosa más íntima, menos eufórica. Más mínima, menos bandera. Leer es de enfermo. Te enferma. No es una identidad, ni pride, ni orgullo, ni devenir nada. Ni ballena azul, ni subsidio, ni coyuntura, ni encuentros que emocionan a sensibles y quitan oxígeno a quienes no están en esa. Se lee para no ser nada, para entender menos y huir, para alegrarse y no compartirlo con nadie. Para aprender a estar solas, encorvados, con bruxismo. Para volvernos invisibles. Leer no es político, es lo contrario. Ni código, ni confabulación de pillos, ni arma inmanente. Ni una sensibilidad de no se qué de la que nos jactamos con suficiencia. Nada atenta contra leer, salvo leer. Leer enoja y enojado no hay ni festivales, ni giladas, ni bibliotecas populares que siempre están vacías, ni amigas, ni ex, ni enemigos. Es algo que apenas se puede, que cuesta, que agota, que no me da, pero insistimos. Es una parte imposible de nuestra vida que hubiera sido mejor no conocerla pero ya es tarde.
PEDRO ROSEMBLAT ES UN HOLOGRAMA // Francisca Lysionek
Publicada originalmente en el blog Victorica Es pertinente que la IA nos