Leales a su clase // Diego Sztulwark

Hay una historia de la percepción de los asuntos colectivos en la que se justifica la expresión “formación política”. La evidente circularidad del asunto consiste en que la historia de cada punto vista remite a un punto de vista sobre la historia misma y sobre la propia perspectiva. Con esta lente son presentados los personajes de “¿Quién mató a Rosendo?” La historia de Raymundo Villaflor (que se prolonga en la leyenda resistente de la ciudad Avellaneda), la de Augusto Timoteo Vandor (y el sindicalismo del neoperonista). Así presenta Walsh las dos almas de la clase obrera de los años sesentas. De ese juego de contrastes surge La mención de Amado Olmos “uno de los pocos dirigentes leales a su clase”. La expresión “leal a su clase” dice mucho, porque -se sobre entiende- no hay formación de la mirada política sin una implícita reflexión que atraviesa la cuestión de la traición. En una sociedad de clases solo cabe ser coherente en la dominación, lo demás supone siempre traicionar a alguien, y Olmos encuentra su orientación en el clasismo. Walsh pule el lente con el que mira -su propia lealtad con el grupo de “Los Villaflor de Avellaneda”, como los llama Enrique Arrosagaray- al presentar a los personajes que se enfrentan en La Real de Avellaneda (1966). Pulir el lente, forjar la mirada supone siempre preguntar: “desde dónde”. En el caso de Walsh, no se trata sólo redactar los resultados de su indagación, sino también publicarlos por capítulos en el semanario “CGT”, que él mismo dirige. Esa noche en la pizzería La Real se cruzan dos grupos. El de los Villaflor, el de Vandor. Antes del tiroteo se produce una discusión en el baño. Imbelloni, del grupo-Vandor, advierte: “es una lástima porque somos todos peronistas”, y Rogelio -hermano menor de Raymundo- responde: “no te confundas, peronistas somos nosotros y ustedes son una manga de traidores al movimiento y no solo al obrero”. A lo que Imbelloni replica que su grupo esta armado, que se rajen nomas. Se trata, por supuesto, de un recorte. De un episodio trágico para la militancia -el asesinato de Domingo Bajaquis y Juan Zalazar-, de un acto de encubrimiento de lo que Walsh llama la burocracia sindical -haber asesinado a un hombre de sus filas, Rosendo García-; un fragmento de “superficie” que permite leer un proceso “de fondo”. Se trata de un ejercicio literario, de una escritura periodística para la formación política de una clase obrera antagonista en formación, de una literatura que no se desentiende de crear los artificios capaces de producir ciertas lecturas. Hay una historia política de la mirada política, una tradición que ayuda a elaborar nuevos espacios de comprensión, una sensibilidad que al ligar superficie y fondo no permite que se separe “lo simbólico” de lo “económico”, como si justamente no precisáramos comprender sus relaciones. Tener a Walsh cerca para no perecer ante la escena a la que asistimos.

1 Comment

  1. Acaso hoy, Agosto 2022 no pasa exactamente lo mismo??? Con el agravante que se suman mas y mas traidores y el grupo de leales es cada vez más reducido

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