por Hugo Savino
“El idish –lengua en la que vivió y murió la gran mayoría de los asesinados –no es requisito de estudio en los ámbitos de investigación específicos”.
“Lengua de paradoja y poesía, virtuosa en el insulto y el sarcasmo, así como en el sentimentalismo y la ironía, el idish gusta de la contradicción y la ambivalencia y se modula en tonos de consuelo e injuria, arrullo, engaño, melodía y maldición”.
Los poetas a veces escriben libros a los que llaman ensayos, o se los editan como ensayos. No tiene mayor interés. Así que, digamos que este libro de Perla Sneh es un ensayo. Pero hay que decir que no está escrito en el lenguaje del lugar común. No hace ensayismo. Le hace al argentino que se habla y escribe. En todo caso, el ensayismo no podrá eludirlo – sabemos lo tenaz que es el academicismo en negar los libros que no tienen métrica. Palabras para decirlo es un libro que atraviesa el bosque de los “estereotipos en cuanto a los modos de la narración y la transmisión de la memoria”. Ahí donde, muchos ensayistas usan el exterminio para filosofar, o se relamen glosando lo indecible, esa pacotilla seudo-poética que te deja sin voz, Perla Sneh -escritora- se busca una voz en la visión de lo que su escritura va abriendo, es una recitante en el sentido de Péguy, lee, y en el sentido también de Péguy pertenece a una tradición que lee desde siempre, lo que se quiso asesinar de una vez para siempre, lo que se quisoausentar. Perla Sneh pone la fuerza de su lenguaje. Inventa pensamiento. No se deja comer la voz. Dice “exterminio”, “asesinados”, “la sentencia nazi que convertía lo judío en una extraña vida interdicta”, o “Hay quien no puede pronunciar términos tan cotidianamente argentinos como parrilla o asado”. Hace que en este libro resuene la memoria de una vida interdicta. Para decirlo. Entra en el bosque de lo innombrable. En el temblor de lo que no nos animamos a nombrar. “Si aún en lo profundo de la desesperación por dar testimonio de la degradación física y moral del exterminio, destella una chispa de escritura poética. ¿Cómo habría el poeta de abstenerse del poema? Si bien no precisaba la justificación del historiador, cualquier palabra mal dicha era una traición. Y cada poeta debía luchar por cada palabra. La palabra poética, tan comprometida en la preservación de la memoria, se volvió ella misma estrategia de lucha. Entonces podemos entender aquí poema no como género o forma sino, en los rotundos términos de Henri Meschonnic: la transformación de la vida por medio del lenguaje, la transformación del lenguaje por medio de la vida. Más que decir, el poemahace, y lo que estos poemas hacen es resistir, dar lugar a la historia, aferrar la memoria, armarse de las palabras que se funden en plomo, que atragantan, que acunan, que matan, que salvan.” [Perla Senh, La palabra en combate, la palabras como combate]. Ruth Klüger fue muy lejos en esta vía. Un rechazo del sistema nervioso a la abstracción, al kitsch del pensamiento. El libro de Perla Sneh está en esa vía. Palabras para decirlo es un combate poético, para seguir a Daniel Delas cuando habla de Ruth Klüger. Para Perla Sneh la palabra lenguaje no tiene “valores vagos o triviales”, no se deja llevar por el lenguaje de la prudencia. Los cautelosos pueden no entrar en este libro. Es preferible. Para ellos. Hay otros libros, esos que hacen del horror un tema de coloquio. Pueden ir ahí. Este es un libro a contra-consenso. La escritura de Perla Sneh es toda a contra-consenso. Apuesta a lo incumplido. Con todos sus riesgos. Que entra también en los linajes argentinos para nombrar las figuras del extermino. La quema de libros: “La agónica tarea de quemar los propios libros” en la Argentina de la dictadura. Y escapar del “fragor de las centralidades académicas”. “Prestar oídos al idish – a su supresión – como clave de lectura nos brinda un aparato crítico para abordar la lengua argentina que es precisamente la lengua en la que intentamos estas palabras para decirlo.”, escuchar el lenguaje en el movimiento, del exterminio y de la resistencia. Un escribir Perla Sneh se pone a oír el trabajo de la higiene social de una lengua aniquiladora que no deja paso al discurso. Que lo quiere eliminar. El idish hace peligrar la limpieza de sangre proyectada. El terror quiere sacarse de encima el lenguaje. “El idishy el judeo español – con todas sus diferencias y particularidades propias – conocieron un destino común: apenas sobrevivieron al asesinato de su hablantes”. Se aniquila el idish, y lo que se aniquila es una vida humana. La ausencia del idish “bien puede ser el signo del retorno de una ilusión; la de una conceptualización abstracta del horror. Trastocando esa ilusión, el idish parece actualizar, en su sola resonancia, una experiencia intolerable”. El idish es el hilo del tiempo que huye, pero está siempre volviendo de la mano de sus escritores, Palabras para decirlo lo salva de la ausencia. Lo pone a trabajar. Cita a sus poetas, es una recopilación de citas sublimes. Hay que adjetivar sin miedo. En los tiempos del realismo lógico. Así que interrumpo esta relectura pidiendo ayuda a Ricardo Zelarayán: “No quiero quedarme callado / ni distraerme, / ya se sabe por qué.”
(Relectura del libro de Perla Sneh: Palabras para decirlo: Lenguaje y exterminio. Paradiso ediciones, Buenos Aires, 2012)
(Fuente: https://entrelazosblog.wordpress.com)