Por Agustín Bontempo e Ignacio Marchini
Parte del peronismo que se ha manifestado en contra de pagar la deuda, si bien después terminó aceptando el pago, quedó muy expuesto con el conflicto que se desarrolló esta semana, a raíz de las presentaciones de renuncia y los pedidos de cambios de gabinete. ¿Qué pensás de esa discusión?
La crisis no es más que una expresión sumamente clara del impacto de una derrota como la que acaba de sufrir el oficialismo. No estamos hablando de un “revés electoral”. En siete de ocho circunscripciones de la provincia de Buenos Aires fue derrotado, y fue derrotado mayoritariamente en todo el país. En ninguna de las grandes ciudades obtuvo algo parecido a una victoria, ni siquiera a un acompañamiento. Es simple el motivo. La sociedad, cuando vota al peronismo, no espera del peronismo este comportamiento. Y cuando tiene este comportamiento, deja de votarlo. No es un misterio muy complejo. Cuando uno hace un diagnóstico de los motivos de la cuestión, es imposible no poner en el centro la política general del gobierno.
Si la ponés en el centro del análisis, estás diciendo que no es simplemente un problema de funcionarios ni de que se trata del efecto general de la pandemia a nivel global, donde los oficialismos son castigados. No hay ninguna duda de que una pandemia se sufre y, por lo tanto, nadie la pasa particularmente bien, eso es cierto. Pero hay una distancia entre pasarla mal mirando mi parque de 1500 metros cuadrados y pasarla mal en una casilla con 16 personas en 40 metros cuadrados. La diferencia no requiere grandes explicaciones sociológicas, simplemente que el que la pasa mal en un terreno, cuando mira al que la pasa mal en otro, no le produce exactamente simpatía.
¿Qué caracterización haces del peronismo que hoy está en el poder?
Hay una suerte de división del trabajo en la cual, en el orden político existente, los que organizan el saqueo no lo pagan y los que lo pagan no lo organizan. Esa división no deja de ser operativa y sumamente clara. Y cuando vos ves las condiciones para pagar el saqueo, aparece en el otro extremo la vieja cuenta ortodoxa tradicional, el equilibrio fiscal. El argumento que el ministro de Economía dio en su momento en el Congreso, de que no se sale de una recesión ajustando, parece ser que solamente quedó para la elaboración conceptual. En la práctica real, él propone salir de la recesión ajustando.
El gobierno públicamente adoptó un discurso de izquierda pero la política económica no fue para nada en ese sentido, ¿estás de acuerdo?
Los números son muy claros y no dejan mucha opción a la interpretación. Si vos mira el salario real del 2019 y el salario real de hoy; miras los niveles de actividad económica del 2019 y miras los niveles de actividad económica de hoy, no hay ninguna clase de discusión. Uno puede explicar por qué una cosa o por qué la otra, pero las explicaciones, para el que tiene que sufrir la situación, no son de mucha ayuda.
¿Esta coalición gobernante tiene similitudes con alguno de los peronismos de los ciclos anteriores en los que ha sido gobierno o estamos viendo algo nuevo?
Conviene ser prudentes y claros. Yo tengo una caracterización clara sobre el peronismo, que son cuatro. Básicamente, cuando me refería al de Cristina y al de Néstor dije en su momento, y sostengo ahora, que tienen la música del tercero y la letra del cuarto, es decir, que no proponen un programa distinto, para la sociedad argentina, al de los programas que estaban en curso. El programa de la sociedad argentina desde 1976 es pagar la deuda externa que se construye sistemáticamente. Pues bien, los que las hacen después no las pagan en el mismo terreno pero logran una asociación política que consiste en pagar la deuda, que nunca nunca se pone en tela de juicio. En todo caso, se discute que no se debe tomar la deuda pero la deuda tomada se paga, y como pagar la deuda en términos fiscales es enormemente simple, son recursos públicos destinados a tal efecto, cuando vos destinas el excedente al pago no lo destinas a otras cuestiones que suponen consumo popular, inversión, etcétera.
En las elecciones de 2019, algo que se terminó cristalizando y siendo central en el armado de las listas fue la unidad del peronismo. El Frente de Todos, entre el kirchnerismo, el massismo, el albertismo y sectores de los movimientos sociales, se presentó unido a las elecciones. Ahora parece ser insuficiente. ¿Qué opciones le queda a este frente, de cara a las elecciones ejecutivas del 2023 y las generales de noviembre?
Vamos por partes, como diría nuestro viejo amigo Jack El Destripador. Conviene entender que la unidad de esas fracciones se parece peligrosamente a la inmovilidad. Esas fracciones pueden coincidir todas en un acto electoral, en los comicios, pueden armar una lista común pero la política común que pueden elaborar se parece peligrosamente a la que elaboraron. Y la respuesta de la sociedad a la política que elaboraron, está a la vista. El planteo es enormemente sencillo. Para ajustar no lo van a votar a Alberto Fernández, para ajustar existe Macri. Para ajustar existen las respuestas ortodoxas tradicionales de las que se espera exactamente eso. Si no se acompaña eso cuando se espera, no se va a acompañar aquello que no es lo esperado.
El problema no es simplemente la unidad, sino la unidad para qué, la unidad en derredor de qué programa. Y el secreto de esta unidad es que es la unidad para el pago del desaguisado anterior. Esa unidad se rompe en varios pedazos rápidamente porque la sociedad se ocupa de que eso quede claro. No se puede sostener un acuerdo político simplemente porque las direcciones políticas lo acuerdan. Las bases sociales de ese acuerdo huyen rápidamente porque no comparten esa decisión y no la eligieron.
¿Considerás que por fuera del oficialismo hay un escenario de radicalización de las opciones políticas? Porque también se mencionó mucho de que crecieron los extremos, por derecha y por izquierda.
De ninguna manera. Lo que creo es que hay un fenómeno de descomposición de las opciones políticas. Milei es, simplemente, el que carajeó a la casta política. Y expresa horizontalmente, cuando la carajea, al conjunto mayoritario de la sociedad que ve en esta casa un comportamiento diferencial clarísimo. Alberto Fernández logra, en un momento, haciendo una política de Estado frente a la pandemia, un apoyo altamente significativo. Sostener esto, para cada uno de los que lo sostuvo, fue un esfuerzo enormemente grande, desgastante y doloroso. Cuando yo veo la foto de Alberto Fernández haciendo aquello que nos dijo clara y explícitamente que no hiciéramos, siento que está rompiendo el pacto que constituyó con la sociedad que lo respaldó. Es decir, está devaluando la palabra pública y haciendo que su credibilidad no exista. Desde el momento en que la credibilidad del Presidente es puesta en duda, la palabra pública deja de ser el elemento común, y lo que el Presidente diga de acá en adelante no va a ser tan sencillo de aceptar. Entre otras cosas, porque lo más obvio de todo, quedarte en tu casa y no festejar con otros, no pudo cumplirse.
¿Pudiste leer la carta de Cristina Fernández?
Punteé los elementos claves y la primera cosa que dice la Vicepresidenta es sobre el problema de la política fiscal. Porque el equilibrio fiscal es la clave de la ortodoxia. Y cuando vos lo haces, en medio de una recesión y una pandemia, los más débiles son los que más pagan. Eso está clarísimo y se ve en el resultado electoral.
Fuente: Marcha