La saga del Ángel


1
tu juramento toca el techo del cielo
y rebota hasta el fondo del infierno
despierta néstor
que duerme encadenado a ese gordo maldito
el gordo que es su castigo
el ojo se le enciende ante tu reclamo
le parecen siglos los espacios entre las palabras
saltan los grilletes
cuando néstor se yergue
enorme
sobre la sombra del gordo
ahora es ángel vengador
demanda sangre
atraviesa los círculos del infierno
y se eleva sobre la tierra seca del sur argentino
su mirada se dirige al noreste
a las luces lejanas de buenos aires
rompe el sonido del viento cuando se aleja
2
los dedos rojos del atardecer
llevan algo más que sombra
la noche se derrite en el conurbano bonaerense
sobre la costa de dock sud se alzan fuegos fatuos
los creyentes se encierran en sus casas
todos en la misma pieza
y le rezan a evita
patrona de los milagros pequeños y de los grandes sacrificios
la oscuridad entra a la ciudad
y primero toma la boca
después san telmo y parque patricios
miles de camioneros levantan la testa y olisquean el cielo
huele a calor
y azufre
crece por las callecitas del centro
por la avenida corrientes
alcanza palermo
pero los chicos indie están tranquilos
tienen su remera de san perón
patrón de todo lo que se mueve
sopla un viento solano
y si te agarra bizco
te quedás así
empieza la venganza del ángel
3
el indio solari acerca el ojo al lector de retina
se abre la puerta con un chasquido
súper mágico
más allá se extienden los jardines
con árboles que el mismo indio eligió de un catálogo
los jardines de solari
el indio busca con la vista al personal de seguridad
ocupan los puestos de siempre
lo saludan con un movimiento de cabeza
unas azaleas
que el mismo indio hizo plantar al pie de la escalera
destacan sobre el resto de las flores
son sólo seis los escalones
pero mientras baja
la presión se le descontrola
en el último escalón se agarra fuerte de la baranda
clava los ojos en las azaleas
y respira hondo
cuando se siente mejor
y levanta la vista
los guardias ya no están
o no los ve
asume la posición de alerta
tantos años de artes marciales y pala
y más que alerta es una estatua el indio
en su jardín primitivo
lleno de flores
de árboles
los perros tampoco aparecen
y ya el indio
o la estatua que fue el indio
empieza a sentir en el cuerpo la presencia
al principio claro no comprende
después cae en la cuenta de que es él en su cuerpo
durante un segundo
que para el indio son horas
no pasa nada
entonces ve la sombra que carga en la espalda el ángel
ángel de alas negras
estallan los ojos del indio
los vasos del cerebro
cuando cae al piso
néstor ya se aleja
y las azaleas
como si fueran girasoles
quieren seguir el rastro del fantasma
que se pierde entre los árboles
4
recorre el país de sur a norte
está en varios lugares al mismo tiempo
exactamente a las 2 de la tarde
mueren todos los chicos de famatina
para las 5 la protesta deriva en misticismo
las madres doloridas matan a sus perros y a sus maridos
el orden no importa
después se matan como pueden
no tienen muchos recursos
se cortan las venas
toman veneno para vinchucas
improvisan
los mineros
y el sindicato de mineros entero
espera la reacción de su más grande referente
bigote domínguez
pero se quedan esperando
de brazos cruzados
todos al borde del piletón de cianuro
viendo con los ojos el veneno
y con el corazón el oro en el fondo
se quedan esperando
porque bigote está muerto
en su casa
dos menores que jamás de los jamases serán de la cámpora
lo mataron y se llevaron la tele
un plasma de cuarta
propiedad de algún ministerio
el aire se enrarece al borde del piletón
son los hombres más duros del país
por primera vez se miran a los ojos
ven en otros lo que son
se desnudan y tiran los trapos
se abrazan
lloran
saltan al cianuro y se disuelven
sin un grito
y se mezclan con el oro del fondo
barone agita la copa
balbucea algo sobre la télam guerrillera de los 90
pero nadie en la mesa lo escucha
tiene amigos de hierro orlando
pero si les preguntaran de que está hablando
no sabrían que decir
habla para escucharse resbalar
el labio se le llena de saliva
chorrea un poco en los silencios
agita la copa
se toca el puente de la nariz
en una pausa larga que algunos aprovechan para salir corriendo al baño
barone escancia el gañote el tinto
y empieza a sentir la presencia de néstor
se le nublan los ojos porque cree que es su fidelidad
su peronismo ferviente
que le juega chistes
pero el ángel toma posesión del cuerpo
y orlando empieza a hablar en lenguas
se le acumula saliva en la comisura
sesea y abre mucho un ojo
los amigos lo miran sin verlo
como están acostumbrados
asienten sin escucharlo
y hasta aplauden algún remate
entonces el cuerpo de barone se pone rígido
y todos en la mesa lo miran con asombro
una arcada profunda
y orlando vomita hacia sus compañeros
un líquido pestilente y oscuro
que arrastra los restos de los órganos licuados
orlando se vacía sobre los rostros deformados de sus amigos
la cantina completa se paraliza en una mueca
chorrea la última baba
y en el último eructo antes de caer desinflado
sale el ángel
algunos lo ven con el costado del ojo
pero cuando lo buscan
ya no está
6
alberto fernández tiene en el sótano de su casa
un equipo de radio de las segunda guerra
ahí nos damos cuenta de que es un doble agente
recorre los pasillos y las escaleras de su misteriosa morada
mesándose los bigotes
viste una bata morada
con bordes y orlas de oro
en el centro de un cuarto casi vacío
cuelga una foto de néstor
de su época nito mestre
lo único en la pieza
además de la foto
es una silla
a veces alberto se sienta ahí
y charla con el cuadro
no es raro oírlo levantar la voz
y a veces tiembla la noche
del mundo medieval en el que habita
esta vez es diferente
se queda solo un segundo delante del cuadro
y se va sin decirle nada
todavía hay algunos que creen en las premoniciones
pero no
nada de nada
alberto llega a la puerta de su cuarto
apoya el pulgar en el lector
clic-
en la recámara presidencial
(como le gusta decirle medio en chiste a sus amigos)
una luz tenue y amarilla se derrama sobre los delicados objetos
que llenan la estancia
una estatua de evita sin brazos
una serie de sillones
almohadones con estampas del kamasutra
todo ordenado con un gusto impecable
como el bigote
que se lo mesa
alberto se sienta en al borde de la cama
piensa como todas las noches
en tomar la decisión final
y abre el cajón
y el brillo negro le rebota en la cara
un viento súbito salido de la nada abre la ventana del cuarto
y unas hojas secas llegan a los pies de la cama
aún así no se da cuenta de nada
se pone de pie bastante molesto
cuál de las sirvientas habrá dejado la ventana abierta
no llega a dar cinco pasos
que el corazón le da un vuelco
se la traba la respiración
y como justo estaba tragando
se le llena la garganta de saliva y se ahoga un poco
convulsiona parado
y es rarísimo
el pelo perfecto de alberto
gris como el aluminio de silver surfer
creando figuras en el aire
al final cae
casi sin un ruido
dice algo
sin embargo
antes de vomitar una espesura
y dejar la firma del ángel
dice
yo no sabía

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